24.03.2024 Views

Listin Diario 24-03-2024

https://listindiario.com/

https://listindiario.com/

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

2 SANTO DOMINGO, RD. DOMINGO <strong>24</strong> DE MARZO DE 20<strong>24</strong><br />

La República<br />

Lecturas de domingo<br />

Los cinco días de<br />

agonía de Stalin y su<br />

misteriosa muerte<br />

JOSÉ SEGOVIA<br />

Madrid, España<br />

Tomado de ABC<br />

Estaba tirado en el<br />

suelo, se había orinado<br />

encima y su<br />

rostro exhibía una<br />

extraña mueca. Su<br />

reloj de pulsera marcaba las seis<br />

y media, la temprana hora de la<br />

mañana en que cayó fulminado.<br />

El hombre más temido de la<br />

Unión Soviética sufrió una hemorragia<br />

masiva en el lado izquierdo<br />

del cerebro, según sus<br />

biógrafos. Josef Stalin pasó horas<br />

solo, consciente y sin poder<br />

articular palabra, tirado en el<br />

suelo del dormitorio de su dacha<br />

Blízhniaia en Kúntsevo, no<br />

lejos de Moscú. El 28 de febrero<br />

de 1953, horas antes de sufrir<br />

el ataque, el dictador invitó a su<br />

residencia a Georgi Malenkov,<br />

Lavrenti Beria, Nikita Jrushchov<br />

y Nikolái Bulganin para beber y<br />

disfrutar con una película. Todos<br />

ellos trataron de evitar decir<br />

ninguna cosa inconveniente que<br />

pudiera molestar a Stalin.<br />

Tras una noche regada con<br />

vodka, sus invitados partieron<br />

para la capital rusa a eso de las<br />

cuatro de la madrugada, dejando<br />

al dictador solo, empapado<br />

en alcohol, pero en aparente<br />

buena forma. El 1 de marzo,<br />

al mediodía, el líder soviético<br />

no había pedido el desayuno, lo<br />

que inquietó al equipo de seguridad<br />

de la dacha. Pero era tal el<br />

terror que despertaba el ‘hombre<br />

de acero’ que ninguno de<br />

ellos se atrevió a entrar en sus<br />

aposentos. Las horas pasaban y<br />

el georgiano no daba señales de<br />

vida.<br />

Cerca de las diez de la noche<br />

llegó un paquete para Stalin<br />

proveniente del Comité Central<br />

de Moscú. Fue entonces cuando<br />

uno de sus asistentes se atrevió<br />

a entrar en el dormitorio prohibido,<br />

encontrándose de bruces<br />

con la escena terrible.<br />

Cuando el siniestro Beria, jefe<br />

de Policía y del servicio secreto<br />

NKVD, y otros miembros<br />

del Presidium del Sóviet Supremo<br />

de la Unión Soviética fueron<br />

informados del grave derrame<br />

cerebral de Stalin, sintieron<br />

un cierto pánico seguido de un<br />

gran alivio.<br />

Si el dictador moría, ellos<br />

quedarían a salvo de sus arbitrarias<br />

purgas, por lo que no se<br />

dieron prisa en procurarle ayuda.<br />

Pero ¿y si sobrevivía y le comunicaban<br />

que sus hombres de<br />

confianza lo habían dejado tendido<br />

en el suelo como a un perro?.<br />

Después del titubeo inicial,<br />

los miembros del Presidium decidieron<br />

pedir ayuda, pero entonces<br />

recordaron que los mejores<br />

médicos moscovitas estaban<br />

entre rejas. En enero de 1953, el<br />

diario Pravda publicó a instancias<br />

de Stalin un artículo titulado<br />

«Bajo la máscara de médicos<br />

universitarios hay espías asesinos<br />

y criminales», en el que ese<br />

órgano oficial del Partido Comunista<br />

denunciaba una conspiración<br />

de «burgueses sionistas»<br />

organizada por el Congreso<br />

Judío Mundial y financiada por<br />

la agencia de inteligencia estadounidense<br />

CIA. Once eminentes<br />

médicos rusos, entre ellos<br />

siete judíos, fueron acusados<br />

de haber utilizado tratamientos<br />

médicos letales para asesinar a<br />

importantes miembros del partido<br />

comunista soviético.<br />

Tras el escándalo que provocó<br />

el artículo, docenas de médicos<br />

de acendencia judía fueron<br />

detenidos en Moscú y otras ciudades<br />

rusas; entre ellos figuraba<br />

Vladímir Vinográdov, el médico<br />

personal de Stalin.<br />

Los ocho especialistas más<br />

significados en la supuesta traición<br />

fueron torturados hasta<br />

que confesaron un crimen que<br />

nunca cometieron.<br />

Abría los ojos<br />

Mientras la vida de Stalin pendía<br />

de un hilo, Malenkov y Beria<br />

lograron excarcelar a algunos<br />

especialistas que fueron<br />

enviados a toda prisa a la dacha<br />

Blízhniaia. La agonía del líder<br />

soviético se alargó varios<br />

días más. En ocasiones abría los<br />

ojos y miraba con odio a quienes<br />

lo rodeaban; entre ellos, su<br />

hija Svetlana, Malenkov, Jrushchov,<br />

Beria, Bulganin y Mólotov.<br />

Este último había caído en desgracia<br />

meses antes y se salvó de<br />

la purga por los pelos, ya que el<br />

georgiano lo había incluido en<br />

su lista negra. Algunos testigos<br />

aseguraron que cuando Stalin<br />

se espabilaba Beria le cogía de<br />

la mano y le suplicaba que se recuperase.<br />

Cuando volvía a desvanecerse,<br />

Beria acercaba sus<br />

labios a la oreja del dictador para<br />

susurrarle insultos y desearle<br />

una muerte atroz. El día 4<br />

aparentó una mejoría tan súbita<br />

que el enfermo volvió a recuperar<br />

la conciencia. Tras echar<br />

otra furibunda mirada a los asistentes,<br />

Stalin levantó su brazo y<br />

pareció que señalaba a alguien<br />

o algo. Su hija Svetlana recordó<br />

aquel momento en sus memorias:<br />

«En un gesto horroroso que<br />

aún hoy no puedo comprender<br />

ni olvidar, levantó la mano izquierda,<br />

la única que podía mover,<br />

y pareció como si señalara<br />

con ella vagamente hacia arriba<br />

o como si nos amenazara a todos.<br />

El gesto resultaba incomprensible,<br />

pero había en él algo<br />

amenazador, y no se sabía a<br />

quién ni a qué se refería».<br />

Poco después, el georgiano<br />

sufrió un nuevo ataque y entró<br />

en coma. Los médicos que lo<br />

atendían le practicaron reanimación<br />

cardiopulmonar en las<br />

diversas ocasiones en que se le<br />

detuvo el corazón, hasta que finalmente<br />

a las 22:10 del día 5<br />

de marzo de 1953 no consiguieron<br />

reanimarlo.<br />

La sucesión<br />

Algunos de los presentes abrazaron<br />

a Svetlana, que lloraba

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!