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8 SANTO DOMINGO, RD. DOMINGO <strong>24</strong> DE MARZO DE 20<strong>24</strong><br />
La República<br />
Lecturas de domingo<br />
Internacional<br />
Haití, un país en extinción<br />
El ochenta por ciento del país se halla en manos de la delincuencia beligerante.<br />
SERGIO RAMÍREZ<br />
CORTESÍA PARA LISTÍN<br />
DIARIO<br />
BARBECUE ES UN<br />
ANTIGUO POLICÍA<br />
DE ELITE, QUE<br />
CUANDO ESTABA EN<br />
ACTIVO YA SE HABÍA<br />
VISTO ENVUELTO EN<br />
ASESINATOS DE TODO<br />
TIPO.<br />
Imaginemos un paisaje<br />
de desolación y ruina,<br />
hambre y miseria, como<br />
el que Corman McCarthy<br />
describe La carretera,<br />
o vemos en esas películas distópicas<br />
del día después. Pero no<br />
se trata de un escenario sin nombre,<br />
sino de un país real, Haití,<br />
que ha vivido un desastre continuado<br />
a lo largo de décadas,<br />
dictaduras militares, huracanes,<br />
hambrunas, inundaciones,<br />
terremotos, líderes mesiánicos,<br />
gobiernos fallidos, conspiraciones,<br />
asesinatos políticos, cofradías<br />
de narcotraficantes, oligarquías<br />
sordas y mudas, 200<br />
pandillas criminales que luchan<br />
por imponerse en los territorios,<br />
en guerra entre ellas, y contra el<br />
estado. Anarquía.<br />
Hay otros países de América Latina<br />
donde vemos progresar el insólito<br />
fenómeno de que las bandas<br />
del crimen organizado son dueñas<br />
de arsenales de guerra, y controlan<br />
territorios que ponen bajo<br />
su soberanía, imponen candidatos<br />
en las elecciones, tienen en planilla<br />
a las autoridades civiles y a la<br />
policía, cobran impuestos a agricultores<br />
y comerciantes, asesinan<br />
periodistas, y erigen su propio sistema<br />
judicial en el que impera la<br />
pena de muerte. Pero aún no disputan<br />
el poder nacional, desde la<br />
capital.<br />
En Haití, sí. Jimmy Chérizier,<br />
alias “Barbecue”, caudillo de la<br />
G-9 y Familia, una banda, o federación<br />
de nueve poderosas<br />
bandas, desafía al primer ministro<br />
de facto, Ariel Henry, que no<br />
puede regresar al país porque<br />
su gobierno no controla el aeropuerto<br />
de Puerto Príncipe, mientras<br />
las instituciones se disuelven<br />
y el ejército y la policía son<br />
incapaces de imponerse frente<br />
al caos. El ochenta por ciento del<br />
país se halla en manos de la delincuencia<br />
beligerante.<br />
Barbecue es un antiguo policía<br />
de elite, que cuando estaba en activo<br />
ya se había visto envuelto en<br />
asesinatos. Debe su nombre de<br />
guerra, según el mismo, a que su<br />
madre vendía pollos asados por<br />
las calles de Puerto Príncipe; según<br />
otras versiones, a que suele<br />
quemar las casas con la gente<br />
que se asa adentro. Nada ajeno a<br />
la tradición del país. El dictador vitalicio<br />
“Papa Doc” Duvalier, mandaba<br />
decapitar a sus enemigos y<br />
hacía que le llevaran sus cabezas<br />
al palacio presidencial para practicar<br />
ritos de vudú.<br />
Barbecue habla como el jefe de<br />
un partido en armas, y sus reclamos<br />
son políticos.<br />
“Hemos elegido tomar nuestro<br />
destino en nuestras propias manos.<br />
La batalla que estamos librando<br />
no sólo derrocará al gobierno.<br />
Es una batalla que cambiará todo<br />
el sistema”, proclama. Y se ofende<br />
de que lo consideren un criminal.<br />
“Este sistema tiene mucho dinero<br />
y tiene el control de los medios.<br />
Ahora me hacen parecer como si<br />
fuera un gánster”.<br />
El presidente Jovenel Moïse fue<br />
asesinado por sicarios colombianos<br />
en julio de 2021, víctima de<br />
los capos de una poderosa red de<br />
narcotraficantes. Pero según los<br />
investigadores de InSight Crime,<br />
Moïse financiaba una parte sustancial<br />
de las operaciones de Barbecue,<br />
quien completaba sus ingresos<br />
con el dinero provenientes<br />
de secuestros y extorsiones. Este<br />
apoyo habría cesado cuando Henry,<br />
el primer ministro, se quedó al<br />
mando.<br />
La exigencia de Barbecue se<br />
concentra ahora en que Henry,<br />
varado en Puerto Rico, y que permanece<br />
en su cargo sin que haya<br />
habido nuevas elecciones, sea depuesto<br />
por la policía y el ejército:<br />
“que asuman su responsabilidad<br />
y arresten a Ariel Henry. Una vez<br />
más, repetimos, la población no es<br />
nuestro enemigo”, dice en la arenga<br />
transmitida desde su canal de<br />
YouTube.<br />
Porque Barbecue es un maestro<br />
de las redes sociales. “La<br />
tecnología hoy nos brinda la<br />
oportunidad de acercarnos y<br />
presentarnos al público”, dice,<br />
“no estoy vendiendo mentiras”;<br />
y en WhatsApp, Instagram y Tik<br />
Tok presenta videos de los cadáveres<br />
de quienes han sido ejecutados<br />
por órdenes suyas, por negarse<br />
a pagar los rescates.<br />
Se comporta como un milenial<br />
que conoce las ventajas de la comunicación<br />
de masas a través de<br />
la tecnología digital, pero a la vez<br />
sabe el uso que debe dar a las milicias<br />
bajo su mando, reclutadas entre<br />
los pobres más pobres de Haití,<br />
capaces de sabotear el suministro<br />
de combustible, bloquear los<br />
puertos, asaltar negocios. Sembrar<br />
el terror.<br />
Para apoyar su demanda de la<br />
destitución de Henry, llevó a cabo<br />
un asalto concertado a la Penitenciaría<br />
Nacional y a la cárcel<br />
Croix de Bouquets, que hizo<br />
vigilar previamente con drones,<br />
de donde liberó a 3.700 prisioneros,<br />
con un saldo de doce<br />
muertos. El gobierno, o la sombra<br />
de gobierno, decretó un inútil<br />
toque de queda tras el asalto.<br />
Ahora Barbecue busca controlar<br />
militarmente el aeropuerto internacional.<br />
En el año 2009, recién pasados<br />
dos huracanes devastadores, y<br />
antes del terremoto que en enero<br />
del año siguiente destruyó Puerto<br />
Príncipe, estuve una semana en<br />
Haití para escribir un reportaje por<br />
encargo de El País, dentro de la serie<br />
“Testigos del horror”, a cargo<br />
de distintos escritores.<br />
Entonces me tocó entrevistar<br />
al jefe de la Misión de Estabilización<br />
de la ONU, Hédi Hannabi, en<br />
el Hotel Cristopher, donde la misión<br />
tenía su cuartel general, y que<br />
se derrumbó con el terremoto, el<br />
propio Hannabi entre las víctimas<br />
mortales.<br />
“Esta no es la clásica misión de<br />
paz, porque no hay dos partes en<br />
conflicto; lo que tenemos es anarquía,<br />
la presencia de las pandillas,<br />
la ausencia de instituciones. Si nos<br />
fuera hoy de aquí, lo que vendrían<br />
sería el caos”.<br />
Eso fue hace 15 años. El caos<br />
ha sobrevenido. Haití se deshace,<br />
y quienes en la comunidad<br />
internacional vuelven la cabeza<br />
para mirar la catástrofe, lo hacen<br />
no sin fastidio. Kenia se comprometió<br />
a enviar una fuerza policial<br />
de mil soldados, que otros<br />
países deben financiar, desde<br />
luego Kenia es un país igualmente<br />
pobre, a la cola en los índices<br />
mundiales de desarrollo humano.<br />
Y en esas gestiones se hallaba<br />
Henry en Nairobi cuando se<br />
dio el asalto a las cárceles, y ya<br />
no ha podido volver.<br />
Mientras tanto, el escenario<br />
distópico se afirma con sus colores<br />
sombríos. La fraternidad de<br />
nueve bandas de Barbecue señorea<br />
en las calles de Puerto Príncipe,<br />
y aunque el nuevo caudillo<br />
no tenga palacio presidencial<br />
al que entrar en triunfo, porque<br />
fue destruido por el terremoto,<br />
se prepara para reinar en un país<br />
en vías de extinción.