la modernidad tardía o regionalismo crítico - Historia de la ...

Historia de la Arquitectura IV
PROF.: Arq. Rosa Elena Malavassi
GRUPO 2
Integrantes: _Leonardo Monge _Jefry Muñoz _Carlos Pérez _Tatiana Ramírez
Lectura D
LA MODERNIDAD TARDÍA O REGIONALISMO CRÍTICO
� Los nuevos ejemplos de arquitectura moderna de San José y en su periferia durante las décadas de 1960
y 1970 muestran diferencias respecto a la producción arquitectónica anterior.
� La modernidad siguió interpretándose como sinónimo de “progreso”, pero dentro de un contexto cultural
que buscaba generar elementos de pertenencia, de identidad.
� La identidad deriva de la memoria histórica colectiva, de su sistema de valores de reconocimiento
general, de su interpretación del contexto.
� “Regionalismo crítico”: Se le conoce como el proceso que intenta, entonces, desarrollar una modernidad
que naciera de esa realidad histórico- cultural, y de interpretación de un contexto que implicara al mismo
tiempo, constancia y cambio integrados en un proceso de acumulación de lo propio y de adecuación de lo
ajeno.
� Se identificaban inquietudes, frente a cuestiones tales como clima, paisaje natural, espacio urbano,
tradiciones espaciales, técnicas de construcción y utilización de recursos y de modos de vida de la
comunidad.
� Este concepto responde, en buena medida, a dos acontecimientos importantes para la vida cultural del
país:
En primer lugar, la organización del gremio de los arquitectos, fundada en 1956 como Asociación
Costarricense de Arquitectos y más tarde como Colegio de Arquitectos
En segundo lugar, la apertura de las escuelas para la enseñanza de la arquitectura. Esto último abrió la
discusión sobre el quehacer arquitectónico en el país, pero todavía sin poder plantear alternativas claras y
concretas y muchas veces importando la crítica al movimiento moderno que ya se daba en el ambiente
internacional, especialmente en América del Sur.
� En 1962 se celebró la primera semana de la arquitectura. Su tema central de discusión fue la identidaduniversalidad,
y la búsqueda de los valores formales, espaciales y materiales que deben de caracterizar
nuestra arquitectura.
� Se comprendió la necesidad de continuar con el esfuerzo y la aplicación de un saber tradicional, que con
el tiempo devino en una arquitectura de carácter regional, por lo que se sustituyó la expresión de
“periferia” por la de “arquitectura de la región”.
� En 1972, la Asociación Costarricense de Arquitectos pasó a constituir el Colegio de Arquitectos de Costa
Rica. Esta asociación fomenta la creación de la Escuela de Arquitectura en la U.C.R., la cual inició labores
en 1971 y se propuso como meta “la contribución a la creación de una arquitectura nacional”. Años más
tarde se crearon, por parte de instituciones privadas, otras opciones para realizar estudios de
arquitectura en el país (colegio Studium Generale, Colegio Véritas , el Colegio San Agustín).
� Entre tanto el Estado propició nuevas construcciones, así como lo hizo la gestión privada. En nuestro país
se vivió un auge en la construcción, producto del acelerado crecimiento urbano.
� Se produjo una serie de situaciones que fomentaron la concentración urbana en el Valle Central: la
administración pública estaba fuertemente centralizada en esta región y además, la construcción de
nuevas obras de infraestructura para la comunicación terrestre, como la Autopista General Cañas
habilitaron nuevos espacios para la expansión urbana que fueron utilizados en los años siguientes para la
actividad industrial, los servicios y nuevas áreas residenciales.

� El desarrollo urbano de San José dio lugar, a la conformación de una concentración de grupos urbanos de
población obrera, la cual reside en su mayoría en el sector sur (Ciudad Satélite de Hatillo, Cristo Rey,
Alajuelita, Sagrada Familia, Barrio Cuba, Paso Ancho) y en el sector este de la ciudad (Barrio Pinto,
Quesada Durán, Barrio Córdoba, Varga Araya).
� Al respecto la arquitecta Micaela Leal apunta: “Un sistema arquitectónico, además de solucionar
necesidades funcionales refleja otros contenidos, derivados de los valores sociales, ideológicos, culturales
y estéticos a los cuales responde , y que son reflejo de la realidad histórico-cultural en que se desarrolla.”
� La propuesta arquitectónica que presentan estos barrios tiene como autores a diferentes protagonistas
maestros de obra y constructores empíricos, quienes crearon una imagen urbana que ha marchado por
un sendero lejano a los círculos del prestigio y del poder.
REGIONALISMO CRITICO CONTRA CONSOLIDACIÓN DE TIPOS ARQUITECTÓNICOS
� Entre 1950 a 1970 América seguía fielmente al movimiento moderno. Las ciudades latinoamericanas eran
las más modernas en el mundo, las huellas de su pasado prácticamente se habían borrado. El estilo
moderno dominó la apariencia fundamental de la ciudad capital y los centros urbanos periféricos.
En Costa Rica, a partir de 1970 se dieron 2 tendencias:
1. Seguir los principios del movimiento moderno: se manifestó, principalmente, en obras estatales
como por ejemplo los edificios del poder judicial en el resto del país, las clínicas de la CCSS, los
proyectos del INVU y Bancos Estatales, generando asociación entre imagen y función. El legado
moderno se extendió como símbolo del progreso social y económico del Estado.
2. Al revisionismo critico, trata de rescatar lo regional, lo contextual incorporados al diseño: se
pretende realizar un trabajo introspectivo, reivindicando realidades histórico-culturales. Se ubican
trabajos independientes de arquitectos que intentaban darle valor a su propio contexto cultural.
� Las obras hechas de 1950 a 1970 fueron gestionadas por el Estado a las empresas privadas, esto
proporcionó libertad al diseñarlos, a pesar que el Estado pretendió de crear tipos en la capital, se dio
gran variedad de obras interesantes, como las que se ofrecen a continuación:
1. El edificio del I.C.E, en Sabana Norte
2. Edificio del Banco Agrícola de Cartago, costado sur del Parque Central, San José
3. Edificio Numar
4. La Sede Central del Banco Nacional
5. El Edificio Anexo de la CCSS
NUEVOS PROGRAMAS ARQUITECTÓNICOS
� La década de 1970 se caracteriza por nuevos programas arquitectónicos (Centro comerciales, clubes
Privados, Edificios de Firmas Transnacionales) que tendían a reflejar años de prosperidad económica y
mejor calidad de vida en el sector medio más que todo.

Centros Comerciales: Esta nueva idea viene a desplazar los negocios tradicionales (pulpería, verdulería,
bazar, farmacia, etc.). Gastón Kogan trae la idea más concretamente de construir centros comerciales como en
1968 el Centro Comercial Cocorí, Barrio los Yoses, diseñado por el Arq. Humberto Malavassi y el Ing. Álvaro
Robles.
� Después de esta experiencia aparecen en distintos puntos de la capital nuevos centros comerciales
como el Centro Comercial de Guadalupe, Feria del Norte en Tibás, Centro Comercial del Sur. Estos
proyectos guardan mucha similitud arquitectónica y urbana.
� Surgen en el centro de San José una modalidad diferente de –Centro Comercial en Vertical, por
ejemplo:
1. Centro Colón: diseñado por el Arq. José Luis Chasí. Ttorre que alberga locales para negocios y oficinas.
2. Edificio OMNI: proyecto que crea un espacio urbano en el interior del edificio con ámbitos espaciosos
en los cuales los clientes pueden circular.
� El concepto de centro comercial evoluciona hacia expresiones que integran mayor cantidad de
servicios. Ejemplo: Plaza del Sol, por el Arq. Jorge Borbón, utiliza modernas técnicas, combina
publicidad con exposiciones y otras actividades dirigidas a renovar el flujo del público al sitio.
Edificios de Firmas Transnacionales: A pesar de ya existir, en décadas anteriores, obras arquitectónicas de
firmas comerciales y de servicios como las estaciones de gasolina Shell y Texaco. Aparecen otros ejemplos
pero dedicados al comercio de comidas rápidas, con su expresión formal que se basa en una imagen simbólica
que los representa e identifica (Mc Donalds, Pizza Hut, KFC).
Clubes Privados: Claro reflejo de las aspiraciones de la clase media urbana en proceso de movilidad social
ascendente. Las expresiones arquitectónicas de los clubes varían, desde una reminiscencia hispano-colonial
(Country Club, Cariari Country Club) y una expresión internacionalista (Indoor Club).
� Anteriormente ya existían el Club de Cartago, el Club Unión, El Tennis Club. Su diferencia trasciende en
que se encontraban en su mayoría fuera de la ciudad capital. Estas experiencias arquitectónicas
corresponden a los nuevos espacios de expansión urbana gracias al desarrollo vial. El moderno saber
arquitectónico universal que se construyó sobre el racionalismo-funcionalismo pasó a ser una
modernidad asumida, encaró cuestionamientos del medio cultural y que optó por una cultura local
con dependencia de los modelos foráneos. Esto provoca principios obligados hasta entonces para que
la categorización de cualquier producto cultural perdiera fuerza, dándole campo a una nueva actitud
crítica limitada, misma que surge por la dificultad para identificar lo propio y diferenciarlo de lo
apropiado.
� El modelo “moderno” pierde vigencia y resultan propuestas arquitectónicas con identidades
posiblemente aceptadas ya que no hay patrones suficientes que permitieran emitir juicios
arquitectónicos.
� Lo trascendente en los programas de arquitectura es que se crea el compromiso de enlazar el pasado
recibido con las necesidades del presente para un futuro.
LA ARQUITECTURA EN LOS AÑOS DE CRISIS
COSTA RICA EN LA DÉCADA DE 1980
� El período entre 1960 y 1978 es llamado el “reino de la industria”, ya que fue la época en que el
Estado alcanzó su máximo desarrollo.

� Estuvo a cargo del gobierno de Daniel Oduber Q., sin embargo, en esa misma época se empezaban a
dar indicios de agotamiento del modelo de desarrollo socialdemócrata, ante lo cual el presidente
planteaba la alternativa de un Estado Fuerte, con una conciencia social, como la mejor garantía para
una empresa privada libre y apoyada por todo el conjunto estatal.
� Este modelo de desarrollo sirvió para estructurar el aparato productivo con la participación del Estado.
Oduber se basó en las bases legales dejadas por la tercera administración de José Figueres.
� Se fundó como una empresa mixta: el Estado aportaría dos terceras partes del capital, y el sector
privado una tercera parte; ambos llegaban a actuar como una sociedad anónima.
� El Estado Benefactor que venía estructurado desde 1948, cedió su lugar al nuevo perfil de Estado
Interventor y Empresario. De esta manera, el Estado incursionó en empresas como la producción de
cemento y aluminio, transportes, producción agrícola, la pesca y otros, por medio de empresas
afiliadas y subsidiarias que requirieron para su funcionamiento de capital y tecnología.
� Se vivió la decadencia del Mercado Común Centroamericano, ya que debido a que países como
Guatemala y El Salvador se industrializaron mayormente, se produjo una distribución desigual de los
beneficios económicos para el resto de los países integrantes del acuerdo y se dejó de concebir la
industrialización como la única alternativa de desarrollo.
� Se dan los primeros pasos para orientar los esfuerzos del Estado hacia el fortalecimiento del sector
agropecuario.
� Se experimentan dos crisis :
1. En 1974 y 1975, por la elevación de los precios del petróleo y el incremento de las tasas
internacionales de interés.
2. Segunda alza en el petróleo en 1979-1980, trajo un golpe a la economía mundial, se produjo
un nuevo incremento en las tasas de interés y se inició una prolongada etapa de bajo
crecimiento económico y reestructuración de la economía mundial lo que conllevó a una baja
en la construcción. La debilidad del Estado para satisfacer la demanda de vivienda hizo que
incursionaran en el mercado empresas privadas, ofreciendo diferentes calidades de vivienda
de acuerdo a las posibilidades socio-económicas de los clientes.
� Esto trajo consigo barrios residenciales, condominios; y algunas veces era muy rentable convertir
antiguos suelos agrícolas en centros comerciales, centros educativos, recreativos, etc.; convirtiendo
una concentración territorial de la población y de las actividades en un área muy reducida del
territorio nacional: el Valle Central. De igual manera, el país experimentó la generación y
multiplicación de asentamientos precarios, resultado de la compleja realidad socio-económica que
vivió el país a partir de las crisis económicas.
� Luis Alberto Monge (1982-1986), impulsa un programa económico llamado “volvamos a la tierra”,
donde intentaba rescatar el sector agropecuario con el objetivo de lograr el autoabastecimiento del
mercado nacional.
� Se da el “desarrollo hacia afuera”, abandonando el antiguo proteccionismo practicado por el Estado,
favoreciendo la apertura a nuevas actividades y mercados.
� Surgió la privatización de varias instituciones estatales, y se dio la apertura de las “zonas francas” y el
desarrollo de grandes proyectos turísticos.
LA ERA DE POSMODERNIDAD
� La modernidad busca en la tradición cultural y en la memoria colectiva la continuidad que subyace a
toda ruptura.

� El término “posmodernidad” nos remite al ciclo de desgaste y malestar de la cultura que cierra el
período de vigencia del movimiento moderno, entendido como estilo, cuyo nacimiento está en las
vanguardias de entreguerras y cuyo desgaste sistemático se está produciendo desde la década de
1960 (1970 para el caso de Costa Rica).
� CONCEPTO POSMODERNISMO: es una conciencia en busca de contenido. Se presenta como la
respuesta sentida, para este convulso fin de siglo, que intenta superar principios convertidos en
academia. El lenguaje moderno, al ser desprendido de su cultura de origen pierde su carácter de
“etapa de un proceso”, que al interrumpirse, queda condenado al inmovilismo, a convertirse en
dogma. Esto produce su extrema simplificación, y lo transforma en un sistema cerrado.
� La arquitectura internacional e internacionalista es el más claro ejemplo de un total desinterés por los
valores locales de la arquitectura. Además, es una coyuntura de inestabilidad e indeterminación
cultural, que se hizo evidente en el mundo occidental a partir de la década de 1960. Esa corriente no
estaba en capacidad de ofrecer una respuesta a la necesidad de orden y preeminencia de los valores
occidentales.
� El posmodernismo, como época más que como estilo, ha servido en el mejor de los casos para
recuperar el pasado y sus lecciones, así como la diversidad y la identidad culturales, y abrir la profesión
del arquitecto a una visión más amplia y completa. Pero también en el peor de los casos ha legitimado
el cinismo, el “todo vale”, y el relativismo amoral, comprometido solo con la especulación y el
consumo.
� Se comenzó a hablar posmodernismo particularmente en E.E.U.U., cuando algunas obras
arquitectónicas empezaron a salirse de los cánones impuestos por la arquitectura moderna que
habían sido institucionalizados por los CIAM, hasta que en 1976, el crítico e historiador Charles Jencks
utiliza el término “posmodernismo” en su ensayo “El lenguaje de la arquitectura posmoderna”. En este
establecía una primera codificación de los nuevos modos de hacer y entender la arquitectura que él
identificaba en ese momento en occidente: “la arquitectura posmoderna tiene un doble código, la
mitad de él, moderno, y la otra mitad, de una índole diferente, casi siempre de edificación tradicional y
ello por su aspiración a comunicarse tanto con el público (re-conocimiento de valores plásticos,
formales, espaciales), como con una minoría interesada, usualmente arquitectos.”
� Existe una dificultad para distinguir lo propio de lo “apropiado”, quizás vale la definición que la
arquitecta Silvia Arango hace de lo que ella llama “posmodernismo latinoamericano” : “Se trata de
aquella arquitectura que, en la mezcla desprejuiciada y ecléctica de distintas vertientes, ha estado
produciendo, en manos de algunos diseñadores, una identidad a pesar suyo.” Es la frase “una
identidad a pesar suyo” la que expresa claramente que en esa época (década de 1980) y en la actual,
la discusión está abierta, la búsqueda continúa, porque si hay algo claro en estos momentos es que
vivimos una época de transición cuyos puntos coincidentes concurren en el análisis de la historia,
profundizan en el estudio de las tipologías ambientales y sociales, en una búsqueda de aquellas
constantes que, a través del tiempo, se han ido adecuando a los requerimientos del medio y han
debido ser integrados a un proceso de acumulación de lo propio y de la adecuación de lo “apropiado”.
� ¿Para qué posmodernismo, si ya teníamos regionalismo crítico? Ante tal pregunta, es preciso
aclarar: al ser la imagen de las ciudades latinoamericanas fundamentalmente “modernas”, en
comparación con las ciudades europeas, no es de extrañar que fuera precisamente en América Latina

donde desde la década de 1960 se presentan las primeras críticas al estilo “internacional”, con
reacciones claramente precoces respecto de las que se produjeron luego en los Estados Unidos o en
Europa. Todo esto dentro de un ambiente de clara negación de nuestras propias vanguardias . Como
nadie tenía ciudades tan “modernas” como nosotros los latinoamericanos, nadie vivió sus crisis tan
intensamente como nosotros. No sorprende entonces que las corrientes que tuvieron mayor acogida
en el ambiente cultural arquitectónico hayan sido las que pusieron en primer término lo particular de
la cultura local, y los temas de espacio público de la memoria colectiva y de las tipologías urbanas y
arquitectónicas. Es decir el “regionalismo crítico” fue y es actualmente el esfuerzo por reconocer y
entender los elementos que conforman nuestro acervo cultural, espacial, y ambiental.
� En el período de 1980-1990, la arquitectura urbana oscila entre expresiones de clara intención críticocontextualista
(Centro Comercial plaza Mayor, Hotel Radisson, Instalaciones para la Ford) y otras de
un renovado gusto expresionista (Templo Votivo Corazón de Jesús, Iglesia de Fátima, Edificio CFIA,
Edificio de la Contraloría General de la República) para cerrar con edificios como Bancoop (hoy
Ministerio de Trabajo), el cual comulga con la idea tecnicista, en donde el detalle de la construcción y
el uso del material son la estética del proyecto.
� Respecto a vivienda, el Estado concentró su atención principalmente en la solución habitacional para
sectores de escasos recursos, por lo que la clase media quedó en manos de la empresa privada, que
veía en este ramo de la producción un lucrativo negocio. Con capital propio o financiadas por
mutuales, las inmobiliarias, las compañías constructoras y otras empresas similares adquirieron
terrenos en diferentes partes del área metropolitana (Alajuela, Heredia, Cartago); y asesoradas por
profesionales en el ramo, construyeron varios tipos de viviendas de acuerdo con las posibilidades
económicas del mercado potencial al que iban dirigidas.
CRITERIOS DE DISEÑO
Para establecer los criterios de diseño, en esta investigación se trabajó con base en estándares,
producto del análisis de una familia promedio o de una solución habitacional típica (con núcleos familiares de
4 a 5 miembros).
Para satisfacer las necesidades de habitación se construyen viviendas de tres dormitorios, cocina-
comedor y sala, dos baños (en promedio), área de pilas y patio de tendido. Después de determinar estas
necesidades básicas, se empieza a jugar con la ubicación y la dimensión de las casas, a fin de dar variedad
residencial. Otra forma de plantear la distribución típica es a partir de la ecuación: valor vivienda/valor metro
cuadrado construcción =área.
Se comprende entonces que las preocupaciones del lenguaje, espacio, contexto, etc., quedan
eclipsadas ante un interés mercantilista, en el cual lo que prevalece es el juego de la oferta y la demanda.
Para referirnos a la nueva arquitectura que se desarrolló a partir de la década de 1980, cabe señalar
que el Estado fue perdiendo protagonismo como principal ente constructor de inmuebles, y cedió ante la
iniciativa privada. Eso lo demuestran las siguientes obras:
1. PLAZA DE LA CULTURA: 1980, década de transiciones, inició lo que se dio en llamar “proyectos de
recuperación” o “rescate urbano”. surgida a la sombra del espectacular crecimiento urbano de la
ciudad de San José y sus alrededores, donde se hacía sentir la urgencia de espacios urbanos abiertos
de convivio colectivo. Consiste en una plaza urbana a nivel de calle, y tres niveles arquitectónicos
debajo de esa plaza. Los tres niveles que conforman el espacio interior están estructurados con

entrepisos de reticular celulado, con luces de 9x16m. entre los ejes de las columnas, y con muros
perimetrales inclinados a sesenta grados. La escalera principal está diseñada como voladizo sobre un
anillo central.
A la plaza le siguieron otros proyectos de rescate como la Plaza de la Democracia (1989), Plaza de las
Garantías Sociales (1993) y proyectos de remodelación de parques: Parque Morazán (1992-1993), Parque
Central (1993), Parque Nicaragua (1993) y Parque Braulio Carrillo (1992-1993). Diseñada por los arquitectos
Edgar Vargas, Jorge Borbón y Jorge Bertheau.
2. EDIFICIO DEL COLEGIO FEDERADO DE INGENIEROS Y ARQUITECTOS (CFIA) 1978-1981: El diseño y la
construcción de este edificio coinciden con el inicio de la búsqueda hacia expresiones que reflejen nuestra
identidad como cultura. Es una respuesta formalista, no ubicable dentro de tendencias o movimientos de la
época, a no ser formalismo-expresionismo, como nueva relación con el legado moderno, en donde la expresión
prevalece por encima de la función. Este inmueble fue diseñado por el Arq. Hernán Jiménez Fonseca.
3. CONTRALORIA GENERAL DE LA REPÚBLICA: Posee una conformación volumétrica, que siempre se ha
asociado con su función de vigilar y resguardar, mediante un juego de materiales donde predominan el concreto
expuesto y el vidrio. La superficie de vidrio se dispuso con un carácter simbólico, para representar la
transparencia de las funciones de la institución, pero que arquitectónicamente ha presentado un inconveniente.
El diseño se realizó en 1982, y la obra se terminó en 1989 por el Arq. Raúl Goddard Ensaústiga.
4. CENTRO COMERCIAL PLAZA MAYOR: Uno de los primeros ejemplos de regionalismo crítico a nivel urbano.
Recurre a imágenes formales que forman parte de nuestra memoria colectiva. Mas son las palabras de su
diseñador las que definen mejor este proyecto: “Empecé a buscar despiezando las tipologías, con el afán de ver
qué era lo recurrente de las diferentes épocas.., había descubierto aleros, ventilas , zaguanes, materiales
texturados, y techos con pendientes pronunciadas. Con estas palabras del vocabulario empecé a construir un
lenguaje arquitectónico y así lo he plasmado en mis edificios, con techos de fuertes pendientes, iluminaciones
centrales, usando el concepto de zaguán, las celosías, los aleros colados y los materiales texturados para evitar el
deterioro de la pintura y la lluvia.” (Arq. Bruno Stagno). Lo importante resulta ser no sólo el elemento de
recuperado, sino su capacidad para encontrar la expresión de lo autóctono.
5. Edificio Banco Cooperativo (BANCOOP): Actual Ministerio de Trabajo, iniciado en 1988, es un claro ejemplo
de la nueva realidad socioeconómica y cultural que vive el país: la liberación del lenguaje arquitectónico, a tono
con lo que ocurre en todos los ámbitos de la cultura nacional; la cultura del consumo que propicia y alienta el
nuevo liberalismo. La orientación formal con un nivel de complejidad técnico-constructivo, es de influencia
moderna tardía. Podemos observar ese juego de materiales vistosos, texturas, parte del “esqueleto soportante”
expuesto, con una clara intención de desarticular el cuerpo de la obra para exaltar las diferencias y los
contrastes. Con la intención de causar un impacto visual, se separan las vigas de las columnas y los paños
vidriados de los opacos, con lo que se logra exponer un repertorio variado de materiales, formas y colores. Es
una búsqueda expresiva en la cual la técnica y los materiales tienen la palabra. Diseñaron este inmueble los
arquitectos Franz Beer, Horacio Suñol y Jafet Segura.
6. EDIFICIO TRIBUNAL SUPREMO DE ELECCIONES (T.S.E.): Dentro de la tendencia liberadora en donde todo se
vale, tenemos este edificio de orientación posmodernista. El posmodernismo que expresa el edificio trata de
rescatar una memoria universal de valores formales propios de la herencia cultural grecorromana, de validez y
coherencia de las urbes europeas. Utiliza columnas clásicas, arcos, molduraciones, cornisas. Un semicírculo

formado por columnas completa un conjunto arquitectónico complejo, que transmite sentimientos de
contemporánea y actualizada dignidad. La obra se inició en 1993, diseñada por el Arq. Percy Zamora.
FIN DE SIGLO: DEL REFORMISMO INTERVENCIONISTA A LA PROGRESIVA LIBERACIÓN ECONÓMICA
� Para fin de siglo XX, los gobiernos se han interesado por recuperar antiguos edificios para darles
diferentes usos, como ejemplo se tiene el museo de los niños y el Ministerio de Cultura.
� En el campo de la salud, se puede citar, la Clínica de Coronado y la de Tibás, que son ejemplos de
regionalismo crítico.
� La banca ha influido la arquitectura de poder, con estilos internacionales como BICSA, regionalismo
crítico como el Banco Metropolitano y posmodernos como BANTEC.
� Los Centros sociales y los “moles”, se están consolidando como tipos importantes en cuanto a
espacios sociales ya que ejercen control sobre comercio y el tiempo libre del ciudadano y son parte del
proceso de globalización
� La actividad hotelera, impone espacios donde se congregan agentes de la globalización (turistas y
personas de negocios), se pueden mencionar el Hotel Marriot que es de estilo posmoderno, Hotel
Villas Caletas, en Jacó y Hotel Monteverde Lodge, que ejemplifican el regionalismo crítico.
� En cuanto la educación privada, se crearon edificaciones como la UIA y Universidad Latina que
muestran su estilo internacional y Instituto Pedagógico de los Colegios Alemanes (Limón) que muestra
una propuesta contextual.
� En cuanto a vivienda se tienen los condominios, en general son de estilo internacional, representan el
nuevo estilo de vida de los grupos sociales más fuertes económicamente.
� El sector privado ha logrado desarrollarse desde una arquitectura internacional pasando por el
regionalismo crítico y la práctica de diferentes interpretaciones de la posmodernidad. A través de esta
arquitectura se han manifestado más claramente los procesos de globalización. Desde 1950 hasta la
actualidad, el desarrollo de la arquitectura en Costa Rica no ha sido constante, sino que por el
contrario, ha sufrido una serie de transformaciones, especialmente en la relación que ha tenido con
los procesos de internacionalización (desde la década de 1950 hasta 1970) y de globalización de las
identidades en la actualidad.
� Se puede concluir que de 1950 a 1970, la arquitectura costarricense experimentó un proceso de
asimilación de patrones formales y de modelos espaciales, manifestados en el llamado “estilo
internacional”. Esto creó una ruptura con la arquitectura precedente, negándola e incluso
demoliéndola, en aras del progreso y de la modernización. Se concibió la nueva tecnología como
ejemplo de desarrollo y en la ciudad se le dio toda la importancia a la obra arquitectónica moderna,
monumental según los patrones oficiales de la época.