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HOMENAJE A LA MEMORIA DE JAIME TORRES BODET 299<br />
asimilada juvenilmente, lo hace vol<strong>ver</strong>se hacia su propia fuerza y<br />
exclamar: "¡Oh Vida! He de entregarte la voz de mi alegría, soplo fecundo<br />
y noble fe"", v también: "Quiero hacer de mi boca un venero de amor /<br />
para cantar la savia con que la Vida inunda / el fervor de la tierra<br />
melódica v fecunda." Y el poeta, sabio va en aquellos primeros años,<br />
cierto de su función y de su compromiso moral, establece ese compromiso<br />
v esa función con palabras que supo mantener serenamente hasta el fin, y<br />
los llama: 'Esta noble caridad, este grave / v seguro presagio de no errar<br />
el camino."<br />
Los terrenos, pues, quedaban definidos desde entonces: una vasta<br />
noche independiente de la voluntad del hombre, v (fue desde fuera v desde<br />
dentro lo oprime y lo ciega y busca su aniquilamiento; y en medio de esa<br />
sombra, un haz de luz, creado por la voluntad v por la conciencia; un haz<br />
luminoso, duro v exacto como una estrella, capaz de producir la liberación,<br />
de dar vía profunda a la mirada, de cortar a lo menos un resquicio para<br />
comprender la eternidad. Y el combate entre esas dos fuerzas se mantuvo<br />
sin tregua en el alma de Jaime Torres Bodet y se reveló cada vez con<br />
mavor perfección en su poesía. Además, esas dos fuerzas al principio<br />
totalmente opuestas como contrarios, fueron uniéndose paulatinamente<br />
desde que la vida, victoriosa, comenzó a utilizar a la muerte como un<br />
instrumento que le permitía ir siendo cada vez más cabal, más<br />
íntegramente vida. Un instrumento de integración, de conocimiento, y de<br />
plena integración en el conocimiento.<br />
Y Jaime Torres Bodet creció en su camino, "muriendo y renaciendo a<br />
cada instante", siempre más rico en sabiduría v en bondad; sabiendo que<br />
la muerte es también algo de que el hombre dispone, porque "sólo tu<br />
muerte es tuya"; porque "de lo que tengo lo que soy me priva / y lo que<br />
pude ser de lo (jue he sido / pues vivo descontando lo vivido / v moriré<br />
sin pausa mientras viva". "¡Pues lo que el alma, al regresar, me pide / no<br />
es duplicarse en cuanto me enajena / sino ser otra vez lo que destruyo!"<br />
Ese afán de adueñarse, en vida, del absoluto de la muerte, "ansia de<br />
va no ser, llama tan fría / que a su lado la luz parece umbrosa"; ese no<br />
negarse a nada, para que en un momento escogido, la muerte, que venía<br />
sin ser llamada, se detenga, y el hombre puede ad<strong>ver</strong>tir que "todo en el<br />
alma es cielo, / todo en el cielo es alba / y toda el alba es voz / para<br />
anunciarte, azul, para llamaros, / sol nuevo, rosa nueva, césped nuevo", y<br />
que "pensar, en esta hora, / es perdonar la noche".