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HOMENAJE A LA MEMORIA DE<br />

JAIME TORRES BODET


HOMENAJE<br />

DE<br />

EL COLEGIO NACIONAL<br />

A LA MEMORIA DE<br />

JAIME TORRES BODET<br />

30 de abril de 1976<br />

Mem. Col. Mac.<br />

EDITORIAL DE EL COLEGIO NACIONAL<br />

Calle de Luis González Obregón núm. 23<br />

México 1, D. F., México MCMLXXVI


HOMENAJE A LA MEMORIA DE JAIME TORRES BODET 289<br />

En la ciudad de México y en el Aula Mayor del Colegio Nacional, a<br />

las 19 horas del viernes 30 de abril de 1976, con asistencia del señor<br />

Presidente de la República, Licenciado Luis Eche<strong>ver</strong>ría Alvarez; de los<br />

señores Secretario de Educación Pública, Ingeniero Víctor Bravo Ahuja;<br />

Rector de la Uni<strong>ver</strong>sidad Nacional Autónoma de México, Dr. (iuillermo<br />

Soberón Acevedo; Director del Instituto Politécnico Nacional, Dr. José<br />

Gerstl Valenzuela; de otras personalidades de la Administración Pública y<br />

de num(!rosa y distinguida concurrencia, da principio la ceremonia<br />

solemne de homenaje al Doctor Jaime Torres Bodet, miembro que fue de<br />

esta institución, de acuerdo con el programa siguiente: I.—Palabras<br />

introductorias, por el Dr. Eduardo García Máynez, Presidente en Turno<br />

del Colegio Nacional. II.—Discurso de homenaje a la memoria del Dr.<br />

Jaime Torres Bodet, por el Dr. Rubén Bonifaz Ñuño, miembro de esta<br />

institución. III.—Descubrimiento, por el señor Presidente de la República,<br />

del retrato al óleo del Dr. Jaime Torres Bodet, pintado por Jorge González<br />

Camarena.<br />

Él Dr. Eduardo García Máynez dice las siguientes


290 MEMORIA DEL COLEGIO NACIONAL<br />

PALABRAS INTRODUCTORIAS<br />

Sr. Presidente de la República:<br />

Sr. S(;cretario de Educación Pública:<br />

Sr. Rector de la Uni<strong>ver</strong>sidad Nacional Autónoma de México:<br />

Sr. Director del Instituto Politécnico Nacional:<br />

Sres. Colegiados:<br />

Señoras y señores:<br />

El Colegio Nacional ha establecido la costumbre de honrar la memoria<br />

de sus profesores fallecidos en una ceremonia Iu(-tuosa (¡ue solemnizan con<br />

su presencia el Sr. Presidente de la República y nuestras más altas<br />

autoridades educativas.<br />

Esta noche nos hemos congregado para evocar el recuerdo y pedir al<br />

Sr. Presidente que descubra el retrato de Don Jaime Torres Bodet,<br />

mexicano insigne que consagró su fecunda vida, con igual amoroso<br />

empeño, al servicio de la Patria y al arte de escribir.<br />

El Consejo de este Colegio tuvo a bien encomendar la ejecución del<br />

cuadro que hoy será descubierto, al distinguido pintor jalisciense Jorge<br />

González Camarena. El elogio de la personalidad y la obra del autor de<br />

Año.s contra el tiempo lo hará uno de nuestros mejores poetas: el Dr.<br />

Rubén Bonifaz Ñuño, a ijuien ruego nos haga el favor de leer —y nos dé el<br />

gusto de escuchar— su discurso de homenaje.<br />

En seguida, el Dr. García Máynez cede el uso de la palabra al Dr.<br />

Bonifaz Ñuño, quien pronuncia su discurso de homenaje al Dr. Jaime<br />

Torres Bodet, que le es aplaudido prolongadamente.


lAlME TORRES BODET<br />

Retrato al óleo por Jorge González Camarena<br />

(Galería de El Colegio Nacional)


HOMENAJE A LA MEMORIA DE JAIME TORRES BODET 293<br />

DISCURSO DE HOMENAJE AL DOCTOR JAIME TORRES BODET,<br />

EN LA CEREMONIA SOLEMNE EFECTUADA LA NOCHE DEL<br />

VIERNES 30 DE ABRIL DE 1976<br />

JAIME TORRES BODET<br />

Por Rubén BONIFAZ ÑUÑO<br />

La noticia de la muerte de Jaime Torres Bodeí nos alcanzó romo la<br />

amenaza de una consumación denigrante e inminente. Nos hizo dudar de<br />

los poderes del espíritu, poner duda en el valor de la vida humana, en la<br />

tendencia de la vida humana hacia el bien, en el sentido mismo de la<br />

existencia del hombre v del mundo del hombre. Por(|ue no era solamente<br />

su muerte; eran también el momento y la manera de su muerte.<br />

En la hora en que el mundo de los hombres se esfuerza en destruirse a<br />

sí mismo, un hombre, uno de los hombres mejores, agobiado por el dolor<br />

uni<strong>ver</strong>sal v por los filos indudables de su propio dolor, decidió a plena<br />

conciencia lo que nosotros, en nuestra incomprensión, consideramos que<br />

era la destrucción de sí, su individual aniquilamiento.<br />

Y en nuestra incomprensión, nos pareció que la mayor de las<br />

amenazas se cumplía, y que el cielo y la tierra, a punto de ser negados, y<br />

condenados ya, se poblaban con la presencia incontrastable de ángeles<br />

sombríos que entre fragores de trompetas y borbotones de cálices <strong>ver</strong>tidos<br />

consumaban su necesaria obra de purificación y de castigo.


294 MEMORIA DEL COLEGIO NACIONAL<br />

Y que granizo v fuego v sangre caían espantosamente mezclados sobre<br />

nosotros, y a nuestra vista echaban llama los árboles, v la hierba <strong>ver</strong>de se<br />

ponía roja v negra y gris y volaba en cenizas; y que las montañas<br />

encan(Jecidas marchaban hacia el mar, v lo con<strong>ver</strong>tían en sangre de<br />

muerto, y morían las criaturas del mar y se perdían en el mar las naves<br />

tripuladas, v, fuera del mar, los ríos y las fuentes se envenenaban de<br />

amargura en la luz de una estrella que las invadía como una antorcha; y las<br />

estrellas mismas, y el sol y la luna eran heridos de muerte, y que del<br />

abismo de la tierra hendida subían negros humos de asfixia, y que había<br />

úlceras v peste como patrimonio de los hombros, y que éstos ardían y<br />

blasfemaban al quemarse, v que luego, entre galope de caballos y<br />

estruendo de armas confusas, era cubierta toda la destrucción por el peso<br />

de inmundas tinieblas. Y que todo eso era manifestación de justicia.<br />

Jaime Torres Bodet había muerto. Jaime Torres Bódet se había dado la<br />

muerte. El, el apóstol de la esperanza del hombre, había sucumbido a la<br />

desesperanza, haciéndonos sentir que nadie que espere lo hace con<br />

<strong>ver</strong>dadera sabiduría. Y al pensar en la sabiduría, virtud que él mostraba<br />

siempre de manera tan apacible que se pudiera juzgar que la tenía<br />

naturalmente, como un don v no como algo adquirido con esfuerzo,<br />

nuestra misma desolación empezó a darnos los ojos para <strong>ver</strong> que nuestro<br />

desaliento era aberrante. Porque los hechos de quien tiene la sabiduría<br />

serán sabios siempre. Y el hecho sabio es el hecho justo. Y para<br />

explicarnos su muerte y la manera de su muerte, comenzamos a procurar<br />

explicarnos su vida v el modo de su vida. Porque el sentido de su vida y su<br />

muerte tenía (¡ue ser. por absoluta necesidad, uno mismo.<br />

V rc("ordamos esa vida movida sin tregua por la pasión de la acción en<br />

todos sus órdenes, acción subordinada a la pasión de servir a los otros. Por<br />

la exclusión de cualijuier ambición personal, el sacrificio de todo interés<br />

que pudiera beneficiarlo solamente en lo individual; guiado por la<br />

bús(jueda de la salvación colectiva, la única válida, que encuentra su fruto<br />

en la lograda comunidad de los seres humanos; colmada del fervor y la<br />

donación totales, que él proyectaba desde su espíritu hacia las azarosas<br />

épocas donde creció su afán de vivirlo todo, hasta el agotamiento de las<br />

fuentes donde su sed buscaba una imposible saciedad.<br />

Esa vida suya (¡ue podría definirse sin temor a errores como una lucha<br />

sin -solución de continuidad; un combate lúcido contra la enfermedad, la<br />

ignorancia, la pobreza interior, la guerra fatalmente entre hermanos, la<br />

esclavitud, la soledad; un combate empeñado con las armas de la salud, la


s^'-<br />

HOMENAJE A LA MEMORIA DE JAIME TORRES BODET 295<br />

cultura, los valores morales, la paz, la libertad, los bienes de la sociedad<br />

fraternal de los hombres. Un combate construido ardientemente a cada<br />

instante, y coronado muchas veces por una victoria que acaso no tuvo alas<br />

porque estaba destinada a caminar entre todos nosotros, a nuestra misma<br />

altura, sobre la misma tierra que nosotros, como una hermana capaz de<br />

enseñarnos la felit'idad de conocer nuestras propias luerzas y de<br />

encaminarlas, junto con las de todos los demás, a ia consecución de la<br />

unidad general sin implicar renuncia a lo que de particular hubiera en<br />

cada uno; a que sin pérdida de nuestra conciencia de islas, formáramos ua<br />

continente sin resquicios.<br />

Tal vez el hombre empieza a vivir cuando inicia su capacidad de<br />

recuerdo. Cuando la memoria sube a la conciencia por misteriosos<br />

peldaños, y cobra su materia purísima de iluminadora de caminos.<br />

Alumbrada por el pasado, la conciencia del presente sustenta su ser, y<br />

lo dirige sin vacilaciones hacia lo que debe crear en los días futuros.<br />

y leemos en Jaime Torres Bodet estas palabras, escritas con la<br />

sencillez de un saludo entre iguales: "Mi primer recuerdo es el de una<br />

muerte". Y podemos imaginarnos al niño pensativo en la cámara ardiente<br />

de sombras, la luz de los cirios, las oraciones, las manifestaciones triviales<br />

con las cuales las personas mayores intentan ponerse a la altura de un<br />

dolor que los supera indeciblemente, y cjuicren compensar esa inferioridad<br />

con el llanto v las buenas maneras.<br />

El niño, en su esencia elemental, vive v conoce. Y el conocimiento del<br />

tránsito mortal borra todo conocimiento anterior, y fija en el espíritu ese<br />

5ÓI0. firme como una espada. Como una espada enemiga. "Mi primer<br />

recuerdo es el de una muerte." Ese recuerdo, que fecundará desde su<br />

Drofundidad todas las experiencias por venir, puede ser mirado como una<br />

:lave insustituible.<br />

Jaime Torres Bodet, niño, mira frente a sí los daños de la enfermedad;<br />

presiente, en muchos de quienes lo circundan, la ignorancia que les<br />

impide comprender los alcances del hecho fatal; percibe en otros la<br />

pobreza de bienes interiores; los mira a todos sujetos a una servidumbre<br />

inevitable: la de la "común condición humana" revelada por la igualdad<br />

ante la ley de la muerte. Cercado del aislamiento de quienes pretenden<br />

acompañarse contra el dolor, como el rebaño balante ante el temor de los<br />

dientes rabiosos que lo buscan, conoce y," al conocerla, unifica para<br />

siempre el sentimiento de la soledad.


296 MEMORIA DEL COLEGIO NACIONAL<br />

y su espíritu virgen forma una inexpugnable unidad con las entidades<br />

interiores que se le revelan; soledad, esclavitud, destrucción, miseria<br />

moral, ignorancia, enfermedad, son comprendidas, en su médula más<br />

oscura, en la unidad, en apariencia todopoderosa, de la muerte. La muerte<br />

como enemiga de la vida: la vida apreciada como el bien mayor. Y el niño<br />

define en aquel momento lo que habrá de ser la existencia del hombre, y el<br />

sentido de la lucha del hombre, y el enemigo contra quien habrá de luchar.<br />

El primer recuerdo de Jaime Torres Bodet establece, con claridad<br />

solar, la dirección invariable de su vida. La vida de Jaime Torres Bodet es<br />

el desarrollo de una batalla tenaz y constante en contra de la muerte.<br />

"En el principio era el Verbo", revela el Evangelio. Y alguien<br />

interpretó, algunos siglos después: "En el principio era la acción",<br />

confundiendo de este modo el ideal con uno de los medios para alcanzarlo.<br />

Jaime Torres Bodet no estuvo nunca en peligro de caer en tan<br />

rudimentaria confusión. En su lucha contra la muerte, que era búsqueda<br />

de la perfección que sustenta la <strong>ver</strong>dadera vida, la acción fue únicamente<br />

el instrumento elegido por él como el mejor, como el que se adecuaba con<br />

mayor exactitud a su necesidad de vencer. Y la acción pareció multiplicar<br />

para él sus caminos, y él se armó y se hizo fuerte para recorrerlos todos, y<br />

para llegar victorioso al término de todos.<br />

El desarrollo de la vida de Jaime Torres Bodet tiene su ámbito<br />

temporal en los años que determinaron directamente la formación de este<br />

México donde ahora vivimos. Época de dolorosas convulsiones sociales, de<br />

destrucciones ensangrentadas, de llagas inferidas para alcanzar la salvación;<br />

y luego, tiempo de luchar por la cicatrización, por la reconstrucción<br />

organizada, por la fundación para el futuro.<br />

En no pocas de las páginas de la historia de esos hechos, de esa<br />

reconstrucción, de esa fundación para el futuro que hoy es presente<br />

nuestro, el nombre de Jaime Torres Bodet resalta ceñido por la gloria de<br />

un fulgor no prestado. No pocos de los bienes que ahora llamamos<br />

nuestros, son parte de la herencia suya, fruto de su incesante trabajo en<br />

contra de todo cuanto menoscaba la dignidad real de los hombres; en<br />

contra de los persistentes rostros del acabamiento; en contra de la variada<br />

apariencia que reviste a la enemiga única: la infatigable muerte.<br />

Todavía la infancia no abandonaba por completo a la adolescencia el<br />

alma de Jaime Torres Bodet, cuando ya sus fuerzas se experimentaban en<br />

ese trabajo. Ya entonces había sido elegida el arma principal de su acción.


HOMENAJE A LA MEMORIA DE JAIME TORRES BODET 297<br />

arma que habría de irse perfeccionando hasta el punto de ser victoria en sí<br />

misma: la palabra, el arma superior, ía manifestación suprema del espíritu.<br />

Reflexionando sobre su propio ser, pleno de conciencia, de memoria y<br />

de esperanza, nos dice él mismo: "Desde joven, tuve fe en la palabra<br />

empeñada para servir al hombre, en solidaridad con los hombres. Y la vida<br />

fue generosa conmigo, pues me brindó la oportunidad de manifestar esa fe,<br />

tratando de explicarme a mí mismo —y a los demás— la razón de un<br />

programa, la necesidad de una obra, la urgencia de una función." Y al<br />

entrar en esta Casa que ahora le rinde homenaje de admirado reconocimiento,<br />

y cuvo lema, dond(; se ponen en relación dinámica los dos bienes<br />

que dan justificación al hombre, lo llevó a meditar sobre la libertad como<br />

ámbito para el escritor, definió con desnudo afán de claridad los motivos<br />

profundos de esa fe en la palabra empeñada: "Pero el escritor no es artista<br />

exclusivamente —dijo—. Hasta en la poesía más objetiva, no emplea tan<br />

sólo rimas, tonos, acentos, tintas y claroscuros. Emplea palabras. Y, por su<br />

valor de instrumento social, las palabras lo comprooneten." Y aclaró<br />

todavía más: "Desde el punto de vista estético, la responsabilidad del<br />

escritor es igual a la del escultor, del compositor o del dibujante. Pero<br />

implica un suplemento de compromiso; porque no se espera únicamente<br />

de él que diga bien lo que va a decir, sino que aquello que diga tenga un<br />

significado capaz de sintetizar en términos conceptuales, y que ese<br />

significado sea útil, claro, congruente, emancipador."<br />

Esl


298 MEMORIA DEL COLEGIO NACIONAL<br />

con los Otros, que es el <strong>ver</strong>dadero crecimiento del hombre, v le demostrará<br />

que no está solo, lo cual constituye el principio de la conciencia <strong>ver</strong>dadera.<br />

Por último, la palabra del político, del estadista, vendrá a señalar y a dar la<br />

prueba de que la realización del hombre, fundado por la poesía y<br />

desarrollado por la educación, únicamente se cumple en la libre admisión<br />

de los lazos sociales, entre individuos y entre pdeblos, que originan el<br />

mundo salvador e irrevocable de la solidaridad humana. Dentro de ésta, es<br />

natural empeñar la batalla contra la ignorancia, la esclavitud, la<br />

enfermedad, la guerra; dicho en breve, contra la humillación antihumana<br />

personificada en la aparentemente obligatoria condición de la muerte. Con<br />

la definida concieneia de que apresurarse a vivir es una eficaz manera de<br />

combalirla. Jaime Torres Bodet inició la acción de su vida desde muy<br />

temprano, v dotado desde entonces de una soberbia madurez.<br />

Tenía dieciséis años de edad cuando vio publicado Fenor. su primer<br />

libro de <strong>ver</strong>sos, en el año de 1918; a éste seguirían, en brevísimo espacio,<br />

('.íniíinnrs^ El corazón


HOMENAJE A LA MEMORIA DE JAIME TORRES BODET 299<br />

asimilada juvenilmente, lo hace vol<strong>ver</strong>se hacia su propia fuerza y<br />

exclamar: "¡Oh Vida! He de entregarte la voz de mi alegría, soplo fecundo<br />

y noble fe"", v también: "Quiero hacer de mi boca un venero de amor /<br />

para cantar la savia con que la Vida inunda / el fervor de la tierra<br />

melódica v fecunda." Y el poeta, sabio va en aquellos primeros años,<br />

cierto de su función y de su compromiso moral, establece ese compromiso<br />

v esa función con palabras que supo mantener serenamente hasta el fin, y<br />

los llama: 'Esta noble caridad, este grave / v seguro presagio de no errar<br />

el camino."<br />

Los terrenos, pues, quedaban definidos desde entonces: una vasta<br />

noche independiente de la voluntad del hombre, v (fue desde fuera v desde<br />

dentro lo oprime y lo ciega y busca su aniquilamiento; y en medio de esa<br />

sombra, un haz de luz, creado por la voluntad v por la conciencia; un haz<br />

luminoso, duro v exacto como una estrella, capaz de producir la liberación,<br />

de dar vía profunda a la mirada, de cortar a lo menos un resquicio para<br />

comprender la eternidad. Y el combate entre esas dos fuerzas se mantuvo<br />

sin tregua en el alma de Jaime Torres Bodet y se reveló cada vez con<br />

mavor perfección en su poesía. Además, esas dos fuerzas al principio<br />

totalmente opuestas como contrarios, fueron uniéndose paulatinamente<br />

desde que la vida, victoriosa, comenzó a utilizar a la muerte como un<br />

instrumento que le permitía ir siendo cada vez más cabal, más<br />

íntegramente vida. Un instrumento de integración, de conocimiento, y de<br />

plena integración en el conocimiento.<br />

Y Jaime Torres Bodet creció en su camino, "muriendo y renaciendo a<br />

cada instante", siempre más rico en sabiduría v en bondad; sabiendo que<br />

la muerte es también algo de que el hombre dispone, porque "sólo tu<br />

muerte es tuya"; porque "de lo que tengo lo que soy me priva / y lo que<br />

pude ser de lo (jue he sido / pues vivo descontando lo vivido / v moriré<br />

sin pausa mientras viva". "¡Pues lo que el alma, al regresar, me pide / no<br />

es duplicarse en cuanto me enajena / sino ser otra vez lo que destruyo!"<br />

Ese afán de adueñarse, en vida, del absoluto de la muerte, "ansia de<br />

va no ser, llama tan fría / que a su lado la luz parece umbrosa"; ese no<br />

negarse a nada, para que en un momento escogido, la muerte, que venía<br />

sin ser llamada, se detenga, y el hombre puede ad<strong>ver</strong>tir que "todo en el<br />

alma es cielo, / todo en el cielo es alba / y toda el alba es voz / para<br />

anunciarte, azul, para llamaros, / sol nuevo, rosa nueva, césped nuevo", y<br />

que "pensar, en esta hora, / es perdonar la noche".


300 MEMORIA DEL COLEGIO NACIONAL<br />

Y colmado de ese perdón, que es va una victoria, conoce que la flecha<br />

perfeccionada por su alma portadora de su alma, será paz y amor y vida<br />

para aquel a ([uien hiera. ,<br />

"Mi primer recuerdo es el de una muerte." Y esa muerte recordada,<br />

hecha suya por la memoria, lo cerca, por instantes parece haberse<br />

adueñado de él, hasta que él con su acción, la doma y empieza a disponer<br />

de ella nuevamente, a vencerla.<br />

Y rellexiona: "Hasta el amanecer de lo que aguardo, / lejos de las<br />

ciudades v las fechas, / en esa patria nueva que llamamos futuro, / entrar<br />

como el tornillo en el acero / volviendo sin cesar sobre sí mismo, / pasar<br />

como la hélice en el viento / sosteniendo en la sombra un mundo<br />

luminoso, / v saber que no hav meta para el alma / sino seguir, seguir,<br />

seguir sin tregua."<br />

Acción, pues, interminable, obligación humana de inventar el mundo,<br />

de hacerlo mejor, aprendiendo a ser al mismo tiempo. "Nuncp me cansará<br />

mi oficio de hombre", escribe con indisputable orgullo. Creador de su<br />

vida, combatiente.<br />

Y en la victoria comprueba que "el premio / mayor de la existencia<br />

no es. el alba, / sino el ansia del alba, e! largo esfuerzo", y esclarece por<br />

fin: "Yo solamente vivo / —como, sobre el hogar, el tronco seco— / para el<br />

instante del supremo tiempo / que, en el leño final, proclama el fuego."<br />

La acción de su palabra de maestro comenzó también muy temprano.<br />

Fruto asimismo de una elección definitiva que habría de irse realizando sin<br />

interrupción hasta alcanzar alturas uni<strong>ver</strong>salmente visibles.<br />

A sus 18 años n^-ibe de Antonio Caso, ese otro gran educador, la<br />

obligación y la oportunidad de servir una cátedra de Literatura general.<br />

Por ese mismo tiempo desempeña asimismo la función de Secretario de la<br />

Escuela Nacional Preparatoria. Esas ocupaciones, que obtuvo en tiempos<br />

donde cierta ambición no bien fundada lo impulsaba a querer viajar a<br />

Europa, a realizar estudios en París, lo justificaron para entregarse a una<br />

decisión de orden superior: la de permanecer en México con el fm de<br />

perfeccionar, sirviendo a México en los campos decididos por su vocación,<br />

las bases de lo qut^ habría de ser su valor uni<strong>ver</strong>sal.<br />

Porque la formación del maestro y del estadista sólo puede ser iniciada<br />

con validez en contacto estrecho y firme con los problemas de la patria,<br />

que son sus propios problemas, y con las posibilidades reales de<br />

solucionarlos.<br />

Decidida su permanencia en el país, Jaime Torres Bodet se consagra a


HOMENAJE A LA MEMORIA DE JAIME TORRES BODET 301<br />

la investigación de tales problemas y la búsqueda de esas soluciones. Deja<br />

la Secretaría de la Preparatoria y trabaja como secretario particular de<br />

José Vasconcelos, en la época donde el pensamiento de éste fijaba caminos<br />

para el desenvolvimiento de nuestra cultura; se encarga del Departamento<br />

de Bibliotecas, en el cual sustituye a Vicente Lombardo Toledano, y,<br />

consciente de que la biblioteca y el maestro han de formar juntos los<br />

cimientos de toda <strong>ver</strong>dadera educación, inicia la creación de bibliotecas<br />

donde el pensamiento de los mexicanos se hermana con las mejores<br />

creaciones del pensamiento de cuantos en nuestro mundo han pensado: los<br />

antiguos V los nuevos; los que, sea cualquiera el lugar y el tiempo donde<br />

nacieron, pueden considerarse clásicos, y dar pauta y dirección a la<br />

armoniosa afirmación de valores de necesario cumplimiento.<br />

Pero la etapa en la cual se ha de revelar de manera incontrastable su<br />

acción de maestro, su combate con la muerte presente bajo los rostros de<br />

la ignorancia y la miseria, principia decididamente en el año de 1943,<br />

cuando es nombrado Sc


302 MEMORIA DEL COLEGIO NACIONAL<br />

aprenderán a leer y escribir, funda por decenas de millares los centros de<br />

enseñanza, fomenta patronatos de ayuda; sienta así los principios de una<br />

educación tendiente a la comprensión y al respeto del hombre, a la<br />

consagración de su dignidad.<br />

Vencidas en la guerra las potencias malignas del totalitarismo, Jaime<br />

Torres Bodet es nombrado Director de la UNESCO. Allí su esfuerzo de<br />

maestro se dirige a ganar la paz contra la actitud de quienes habían ganado<br />

la guerra. Su enemigo de siempre, la recordada muerte, lo hace decir allí:<br />

"El miedo corrompe incluso la vocación de la enseñanza... Por miedo,<br />

podrían transformarse en instrumentos de muerte y de hostilidad ciertos<br />

factores de paz v de entendimiento."<br />

Inconforme con los frutos de su esfuerzo, renuncia a esa dirección en<br />

1952. Con todo, esos frutos eran considerados de muy otra manera por la<br />

UNESCO, pues en la resolución donde se aceptó su renuncia, dejó<br />

establecido: "La (Conferencia expresa su convicción de que el doctor<br />

Torres Bodet, en el ejercicio de sus funciones, ha rendido servicios<br />

inmensos a la paz, a la segundad y al progreso social, y que su obra será<br />

para todos en el seno de la Organización y en los estados miembros, una<br />

fuente de inspiración para el continuo progreso del espíritu de comprensión<br />

y de solidaridad internacional."<br />

En 1958, el Presidente Adolfo López Mateos lo designa nuevamente<br />

Secretario de Educación Pública. Jaime Torres Bodet prosigue su tarea de<br />

maestro.<br />

Nace entonces el Pían de once años, colmado de salvadoras<br />

ambiciones: por su decisión, los niños de México, por millones, ven sus<br />

manos plenas del regalo de libros donde aprenden a conocerse, y a<br />

conocer a su patria, y a conocer el mundo que habitan.<br />

Nunca antes había mirado nuestra patria, en el campo de la educación,<br />

semejante pasión constructiva: aulas, centros de educación extraescolar,<br />

talleres, bibliotecas, escuelas, maestros, se multiplican como hojas de<br />

árboles.<br />

Están definidos va, en esos años, los principios que a su juicio deben<br />

regir la educación: la conservación de la índole cultural de cada pueblo, la<br />

►■ealización del hombre en la paz, la libertad v la justicia; la defensa de los<br />

compromisos democráticos, la búsqueda de la consciente convivencia, el<br />

mejoramiento de las condiciones sociales y económicas, la formación de<br />

una civilización común, crecida de la solidaridad intelectual y moral de los<br />

pueblos todos.


HOMENAJE A LA MEMORIA DE JAIME TORRES BODET 303<br />

La ignorancia es manifestación de la muerte. Triuntos contra la<br />

muerte son las victorias iniciadas por Torres Bodet y aquellas que logró<br />

del todo en contra de la ignorancia.<br />

Pero su acción, acción de hombre de palabra, no fue solamente la del<br />

poeta y la del maestro. Hubo para él otro aspecto de la muerte hacia cuya<br />

destrucción encaminó sus magnos poderes: la soledad. Y contra la soledad<br />

actuó como estadista y poh'tico.<br />

Poeta, fundó; maestro, desarrolló y formó; estadista, buscó la<br />

comunidad solidaria.<br />

El campo de su acción política se abrió en las relaciones entre los<br />

estados. En este aspecto, inicia su obra en 1939, cuando se le nombra<br />

secretario de nuestra representa


304 MEMORIA DEL COLEGIO NACIONAL<br />

educación, fuertes por el aprovechamiento de sus recursos, fuertes por sus<br />

industrias, fuertes por su comercio y fuertes por su dominio sobre la<br />

incertidumbre del desempleo, los azares de la enfermedad y los amagos de<br />

la miseria."<br />

Talos son los embates de la muerte a los cuales ahora va a hacer frente.<br />

Enfermedad y miseria; injusticia; "El acceso a las materias primas debería<br />

completarse con el pago de una retribución adecuada como precio de esas<br />

materias, con la misma igualdad de acceso a los bienes de producción, con<br />

un <strong>ver</strong>dadero aprovechamiento internacional de las invenciones..., con<br />

facilidades para que cada país pueda realizar... una industrialización<br />

conveniente, y con un ajuste de los mercados que permita colocar a los<br />

productos de las naciones débiles en condiciones equitativas." Se trata,<br />

nuevamente, de ganar la paz: "El mundo sufre;... por encima de la<br />

soberanía de ios estados, estará siempre la soberanía del dolor de la<br />

humanidad, v... las Naciones Unidas sólo se salvarán si se resuelven a ser<br />

la expresión genuina de la unión de todos los hombres sobre la tierra."<br />

Cuando fue Embajador nuestro en París, esos principios fueron mantenidos<br />

y confirmados.<br />

En este aspecto de su acción, es necesario reconocer también las<br />

victorias de Jaime Torres Bodet, sus aporta


MEMORIA DEL COLEGIO NACIONAL 305<br />

victorias sucesivas, decidió obtener la victoria completa y definitiva, y no<br />

quiso ser objeto para la muerte, sino que ésta fuera un instrumento para<br />

él. Instrumento de paz y de conocimiento, que son esencia de vida.<br />

En Trébol de cuatro hojas, había escrito a Bernardo Ortiz de<br />

Montellano: "México te dejaba estoicamente / cambiar la vasta luz de su<br />

altiplano / por otra luz más honda y más urgente. / Y solo al fin, como lo<br />

está la mano / que escribe un adiós último a las cosas, / cerraste a tiempo<br />

tu destino humano."<br />

Pero Jaime Torres Bodet no estaba solo.<br />

En un mundo (juc había colmado de hermanos, en un país impulsado<br />

por su espíritu hacia la libertad, la cultura, la justicia, la paz: en medio de<br />

un pueblo en cuva forma se advierte la huella motleladora de sus manos,<br />

Jaime Torres Bodet, vencedor de la muerte, la usó para consumar la vida<br />

en su perfección.<br />

Quien lo haya conocido no podrá admitir nunca que tuvo miedo del<br />

dolor. iMuv lejos de eso, Jaime Torres Bodct, corno el jardinero a quien es<br />

reposo su obra previ.sora, eligió el momento mejor para tenderse a<br />

descansar algún tiempo a la sombra de los grandes árboles que para todos<br />

había sembrado.


306 MEMORIA DEL COLEGIO NACIONAL<br />

Por Último, a invitación del Dr. García Máynez y ante los asistentes<br />

puestos de pie, el señor Presidente de la República procede a descubrir el<br />

retrato del Dr. Jaime Tqrres Bodet. La concurrencia aplaude larga y<br />

calurosamente la figura del ilustre desaparecido.<br />

Asistieron los señores miembros del Colegio Nacional: Dres. José<br />

Adem, Julián Adem, Rubén Bonifaz Ñuño, Antonio Carrillo Flores,<br />

Ramón de la Fuente, Héctor Fix-Zamudio, Eduardo García Máynez,<br />

Guillermo Haro, Jesús Kumate Rodríguez, Manuel Martínez Báez, Jesús<br />

Romo Armería, Emilio Rosenblueth, Fernando Salmerón, Jesús Silva<br />

Herzog, Lie. Agustín Yáñez y Dr. Silvio Zavala.<br />

Andrés Cisñeros Chávez<br />

Secretario-Administrador


En primer plano, iz(]uierda: el \Jt. Rubén Bonifaz Ñuño, f>ronunciando su discurso de homenaje a la memoria<br />

del Dr. Jaime Torres Bodet. Al íondo, la mesa de presidencia de la ceremonia de homenaje: en el centro, el Sr.<br />

Presidente de la República, Lie. Luis Eche<strong>ver</strong>ría Alvarez; a su derecha, el Dr. Eduardo García Máynez,<br />

Presidente en Turno del Colegio Nacional y el Dr. Guillermo Soberón Acevedo, Rector de la Uni<strong>ver</strong>sidad<br />

Nacional Autónoma de México, A la izquierda del Sr. Presidente, el Ing. Víctor Bravo Ahuja, Srio. de<br />

Educación Pública v el Dr. .losé G. Valenzuela, Director Gral. del Instituto Politécnico Nacional.


El señor Presidente de la República, Lie. Luis Eche<strong>ver</strong>ría Alvarez, descubriendo el retrato al óleo del Dr. Jaime<br />

Torres Bodet, pintado por Jorge González Camarena, al final de la ceremonia solemne de homenaje, la noche del<br />

viernes 30 de abril de 1976.


l|<br />

íC<br />

El señor Presidente de la República, Lie. Luis Eche<strong>ver</strong>ría Alvarez, después de habei descubierto el retrato al<br />

óleo de Jaime Torres Bodet, acompañado del Dr. Eduardo García Máynez, Presidente en Turno del Colegio<br />

Nacional.

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