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LA POESÍA DE SALVADOR DÍAZ MIRÓN<br />
Fragmentos de unas Conferencias.<br />
Par ENRIQUE GONZÁLEZ MARTÍNEZ<br />
Sin antecedentes directos ni influencias perceptibles de la poesía<br />
mexicana anterior a la suya, Díaz Mirón aparece con la actitud grandilocuente<br />
que repudió después y no siempre con justificados motivos.<br />
Tenía la voz magnífica, el ademán orgulloso, el <strong>ver</strong>so de timbres metálicos,<br />
la metáfora presta y el <strong>ver</strong>bo atrevido y gallardo. Venía de Hugo<br />
y venía de Byron; pero con su estruendo americano, en pugna con el<br />
tono matizado de suavidad crepuscular que un crítico ilustre creyó ad<strong>ver</strong>tir<br />
en la poesía de México. Con su canto a Byron, su oda a Víctor<br />
Hugo y sus estrofas "A Gloria", conquistó una popularidad que tras-^<br />
puso las fronteras de su patria. Algo de su pompa <strong>ver</strong>bal, mucho de<br />
su altisonancia épica dejaron huellas profundas en varios poetas mayores,<br />
del Continente. Un día, se arranca con brusquedad el penacho, acalla<br />
la voz solemne de la epopeya y baja de la tribuna de la elocuencia<br />
civil para crear un arte nuevo en él, cercano al parnasiánismo por su<br />
ansia de perfección, pero muy lejos de su frialdad sistemática y muy<br />
di<strong>ver</strong>so en cuánto a procedimientos expresivos. Era el tiempo de<br />
^'Lascas".<br />
Ninguna renovación más completa y formidable en la obra dé un<br />
escritor. Los que veían estereotipada la imagen del Díaz Mirón primitivo,<br />
se sintieron desconcertados. El libro era inaccesible al vulgo y no<br />
117<br />
■ 5-
118 MEMORIA DE EL COLEGIO NACIONAL<br />
se imponía fácilmente a los que, sin ser vulgo, no estaban muy seguros<br />
en la apreciación de un arte sujeto a normas excepcionales y aristocráticas.<br />
El <strong>ver</strong>so era de una perfección rara; el odio al lugar común y a la<br />
palabrería insubstancial, adolecía de concentraciones oscuras; la innovación<br />
métrica, sin trasponer los linderos tradicionales, se caracterizaba<br />
por una variedad sapiente en que parecían desempolvarse ritmos abandonados<br />
que una mano diestra se, encargaba de ennoblecer y dignificar.<br />
Un léxico opulento, una connotación precisa de los vocablos, un arte<br />
puro en la acuñación de la estrofa, un acierto cabal para las fórmulas<br />
de expresión que se antojaba hallazgo milagroso, una hábil construcción<br />
de orífice que posee los secretos de su oficio; todo esto había en<br />
la obra de Díaz Mirón. En el fondo, retórica; pero retórica suprema y<br />
puesta al servicio de una poesía alta a ratos, a veces honda, con frecuencia<br />
insuperable y definitiva. Tal arte personal e inaccesible a los imitadores<br />
—éstos llegaron apenas al umbral del procedimiento y nada<br />
alcanzaron de la herencia espiritual—, mantuvo aislada la figura del poeta,<br />
y así se explica que Díaz Mirón, más grande en "Lascas" que en sus<br />
primeros poemas, haya ganado en valor artístico y perdido en influencia<br />
y popularidad.<br />
Del canto a Byron, de las estrofas "A-Gloria", ha habido y hay<br />
todavía resonancias en la poesía hispanoamericana; al poeta de "Lascas".<br />
dueño de un arte personal y poco accesible a ser repetido, se acerca, no<br />
la imitación, sino la admiración de los espíritus selectos.<br />
Se ha dicho que la arquitectura de la obra mironiana es fragmentaria,<br />
que a fuerza de pulimento en los detalles se advierten demasiado<br />
las junturas y se pierden las proporciones de lo monumental. Se ha<br />
murmurado hartas veces de la endeblez y poca variedad de sus ideas<br />
poéticas; pero ante la perfección marmórea de semejante lírica ¿no hay<br />
derecho de repetir con Mallarmé que la poesía no se forja con ideas, sino<br />
con palabras? Además, sería injusto no reconocer que aquella forma<br />
castigada se adapta a todas las emociones del poeta, lo mismo a las descripciones<br />
del "Idilio", cálida y colorida transcripción de nuestro paisaje<br />
costeño, sin precedente en nuestra poesía y henchido de plasticidad<br />
y de anotaciones directas, que ala intimidad visionaria de "El Fantasma",<br />
donde la pureza de la emoción se interpreta con palabras que parecen
LA POESÍA DE SALVADOR DÍAZ MIRÓN 119<br />
■■ ■ — ^ — ■ ■ — . , -<br />
hechas de aire musical y transparente y en que la evocación adquiere<br />
sugerencias misteriosas.<br />
Pero no adelantemos nuestra visita a este campo lírico. Díaz Mirón<br />
tiene una vida, una leyenda y una obra; la vida ha contribuido a crear la<br />
leyenda, no siempre favorable, y la obra muestra con frecuencia los<br />
orígenes vitales de la emoción.<br />
Muerto ya el poeta, dueño ya del silencio que nos permitirá entrar<br />
en el terreno vedado por sus intolerancias humanas, diremos de él con<br />
franca y sincera admiración mucho de su alto numen y lo menos posible<br />
de sus flaquezas; de éstas, sólo aquello que nos ayude a desentrañar<br />
el misterio creador del gran poeta <strong>ver</strong>acruzano.<br />
^ ^F Tp<br />
\<br />
El tránsito terrenal de Salvador Díaz Mirón no tuvo, para emplear<br />
las magníficas palabras del poeta,<br />
".. .esa unidad espléndida y bruñida<br />
que constituye el mérito más alto<br />
de un libro, de un diamante y de una vida".<br />
Nada hubo en su existencia de quietud, de cordura ni de suavidad;<br />
todo su vivir fué tormenta, agitación y rebeldía. De su padre heredó el<br />
don poético; en tierras del trópico halló propicio escenario a su temperamento<br />
lírico; en su corazón mismo surgieron inconformidades e ímpetus<br />
de lucha que habían de cristalizar en actitudes gallardas o en actos<br />
impulsivos y lamentables.<br />
Su educación no fué bastante para moderar arrebatos ni para encauzar<br />
fuerzas interiores. Alma difícil de ser dominada, rompió moldes<br />
y pautas, en ocasiones con grave perjuicio de su ser moral y de sus deberes<br />
sociales. Escuela primaria, seminario, una breve permanencia en<br />
los Estados Unidos, lecturas bajo influencias familiares que lo iniciaron<br />
en las letras, decidieron su vocación y fueron los veneros que habían<br />
de formar, al correr de los años, el torrente de su poesía.<br />
Buscando abierto campo a sus actividades de futuro hombre de<br />
letras, se lanza al periodismo provinciano, único a su alcance, y publica<br />
<strong>ver</strong>sos y prosas que él mismo se encarga más tarde, y cediendo a sus
120 MEMORIA'DE EL COLEGIO NACIONAL<br />
actitudes orgullosas, de echar al menosprecio y al olvido. No eran las<br />
disputas de campanario de la prensa local las más. apropiadas para mantener<br />
en calma los nerviosdel poeta, y a los veinte años, por dispíuta de<br />
juego o de prensa, riñe, .sale herido y con un brazo baldado. Este suceso,<br />
de grandes consecuencias morales, influye en* su carácter y en su<br />
destino. Con una hiperestesia nativa del honor y puntilloiso hasta el .exceso,<br />
valiente y provocativo, su. accidental debilidad física lo lleva al<br />
complejo de inferioridad que lo obliga a con<strong>ver</strong>tirse en el hombre del<br />
revól<strong>ver</strong> y lo orilla a pendencias en que hay sangre y escándalo.<br />
Su odio a la injusticia, su indignación contra los abusos del poder,<br />
lo desvían por un tiempo de sus actividades literarias para lanzar un reto<br />
memorable al mandatario culpable de los asesinatos de Veracruz en<br />
1879. Mantiene durante tres años su cartel de desafío y espera, no sin<br />
recordarlo insistentemente a la terminación del período gubernativo<br />
para que el lance se realice. No habrá tal. Componendas amistosas lo<br />
impidieron; mas el poeta sale de aquel suceso, no como pendenciero,<br />
sino como defensor valiente de víctimas sin culpa. En 1883, un nuevo<br />
choque personal lo obliga a matar a su ad<strong>ver</strong>sario en propia defensa y<br />
tras de haber sido brutalmente golpeado por éste. El bardo sale absuelto;<br />
pero la leyenda del hombre impulsivo comienza á tomar creces.<br />
En 1884 Díaz Mirón va a la Cámara de Diputados y se abre para<br />
él un paréntesis de gloria parlamentaria. Es el mom.ento cálido de la<br />
"Deuda Inglesa". Jefe de la minoría alzada contra la festinación oficial<br />
del asunto, Díaz Mirón se revela entonces como el tribuno elocuente<br />
en quien la palabra y el valor civil corren parejas. Su impetuosidad, encauzada<br />
por un momento en una noble dirección, le conquista popularidad,<br />
admiración y afecto en toda la República. El gobierno sale derrotado.<br />
Son para el poeta días de gloria sin mancha. Todo conspira<br />
para consagrarlo como orador y como poeta, como político austero y<br />
como valiente paladín de las buenas causas. Hasta su aspecto físico predispone<br />
en su favor: es de buena estatura, delgado, casi enjuto, según<br />
Carlos G. Amézaga, que lo conoció por aquel tiempo. El mismo poeta<br />
peruano lo describe así: "más blanco que moreno y densamente pálido;<br />
con grandes^ ojos que centellean y se apagan como focos inseguros<br />
de luz eléctrica; con cabelíos abundantes, ensortijados y oscuros, que<br />
^/T<br />
1 r
'>'f>>;<br />
LA POESÍA DE SALVADOR DÍAZ MIRÓN 121<br />
caen en desorden sobre una frente 'abultada y poco espaciosa; agregad<br />
a esto una correcta nariz, una bopa .desdeñosa que acentúa un bigote<br />
fino retorcido hada arriba.,." .<br />
Juventud vigorosa. EL camino del triunfo parecía abierto y sin<br />
' obstáculos... Pero la vida se encargó de cerrarlo y otra vez cayeron<br />
manchas de sangre en la doble corona de laurel. En 1892, da muerte a<br />
Federico Wólter. Escándalo, prisión durante cuatro años, infortunio<br />
real y dolor de los suyos. El poeta había sido provocado y herido; pudo<br />
escapar aceptando el sacrificio de un amigo; pero prefirió ponerse en<br />
manos de la ley. Al través de las rejas,de su prisión miró pasar a la viuda<br />
de Wólter con sus hijos, y oír cómo ella lo señalaba con el dedo y les<br />
decía: "¡Hijos, aquel es el asesino de vuestro padre!" Luego, otro infortunio<br />
más: la muerte de su progenitor mientras el poeta cumplía la<br />
condena en la cárcel del puerto de Veracruz. La piedad oficial le permitió<br />
ir a <strong>ver</strong> el cadá<strong>ver</strong> del autor de sus días. Del suceso sangriento^ y<br />
de la visita a su hogar para <strong>ver</strong> por última vez al padre muerto, hay reminiscencia<br />
en dos poemas de "Lascas": "Excelsior" y "Duelo", de los<br />
cuales son estas estrofas:<br />
"EXCELSIOR"<br />
Conservo de la injuria. ,<br />
no la ignominia; pero sí la marca.<br />
¡Sentime sin honor, cegué de furia,<br />
y recogilo de sangrienta charca!...<br />
Sobre la impura huella<br />
del fraude, la <strong>ver</strong>dad, austera y sola,<br />
brilla como el silencio de una estrella<br />
por encima del ruido de una ola.<br />
Si lihipiamos el poema de ciertos <strong>ver</strong>sos enfáticos —explicables por<br />
la rebeldía espiritual del prisionero— es imposible dejar de ser seducidos<br />
por su belleza, que cristaliza en la maravillosa estrofa final.
122 . ' MEMORIA DE EL CX)LEGIO NACIONAL<br />
"DUELO" -<br />
Llego entre dos esbirros que no dudan<br />
de que a un monstruo feroz guardan y aquietan.<br />
Gritos desgarradores me saludan<br />
y brazos epilépticos me aprietan...<br />
Y ante la forma en que mi padre ha sido,<br />
lloro, por más que la razón me advierta<br />
que un cadá<strong>ver</strong> no es trono demolido<br />
ni roto altar, sino prisión desierta...<br />
Hay en este último poema voces que desentonan por su prosaísmo,<br />
cierto "humour" fuera de lugar en la penúltima estrofa y un afán puramente<br />
retórico de sustituir expresiones normales por otras desusadas y<br />
sin perfecta sinonimia, como aquella del ''negro traje qtte se?neja extra-<br />
7?í?" en vez de negro traje que parece ajeno; pero nadie será capaz de no<br />
ad<strong>ver</strong>tir el dolor profundo y contenido, la grave voz que apenas deja<br />
rezumar el llanto, la. protesta del espíritu superior de ser tratado como<br />
un ente vulgar, y la forma plástica insuperable con que el poeta evoca la<br />
escena. Nadie tampoco negará la emoción comunicable y los hondos<br />
atisbos espirituales del poema. Cuando veamos la evolución de la poesía<br />
de Díaz Mirón, anotaremos cómo el dolor y la humillación han producido<br />
en el ánimo del bardo un movimiento de protesta; pero también<br />
un ímpetu de purificación ausente de sus <strong>ver</strong>sos anteriores.<br />
Conseguida la libertad, la vida de Díaz Mirón pierde brillo a los<br />
ojos de sus contemporáneos. Hay en ella nuevos y- más descoloridos<br />
contactos con la política; aceptaciones desusadas en el poeta; publicación<br />
de su gran libro definitivo, "Lascas"; la rodomontada contra Saritanón<br />
que fué causa de burlas e ironías en vez de gloria; actitudes no<br />
precisamente defendibles frente al poder; vejez digna, conturbada en dos<br />
ocasiones por accesos de cólera, ya frente a un alumno, cuando era director<br />
de la Preparatoria de Jalapa, ya en un intento homicida con un<br />
colega del Congreso.<br />
Gustaba él departir con los escritores jóvenes a quienes deslumhraba<br />
con su palabra y con su cultura. En <strong>ver</strong>dad, quien hacía uso de la
LA POESÍA DE SALVADOR DÍAZ AÍIRÓN 123<br />
palabra era sólo él, y sus interlocutores se transformaban en oyentes incapaces<br />
de interrumpirlo como no fuera para elevar murmullos de admiración.<br />
No falta quien asegure que aquellas exposiciones sobre tres o<br />
cuatro temas, tenían mucho de preparación intencionada y se repetían<br />
con demasiada frecuencia. Pero la cultura del poeta era real y su inteligencia<br />
brillante y avasalladora.<br />
Después, tristezas, destierro, soledad noble y digna, y muerte en<br />
paz y gloria. Nosotros no hemos querido trazar una biografía, sino recordar<br />
algunos de los rasgos de la vida del poeta que nos sirvan para<br />
explicamos tal o cual pasaje de sus poemas y la actitud literaria general<br />
de su obra. Para los espíritus curiosos que quieran saber más de aquella<br />
existencia atormentada y procer, yo recomendaría el libro en que el in*<br />
teligente crítico Antonio Castro Leal ha reunido la obra completa de<br />
Díaz Mirón y ha relatado serena e imparcialmente su vida.<br />
Cuando hay una mengua, ya accidental, ya congénita, de la persona<br />
física que coloque a un ser humano en condiciones desventajosas frente<br />
a sus congéneres, cada hombre reacciona de acuerdo con su temperamento.<br />
Cervantes, gran ejemplo de espíritu noble y humano, se enorgullece<br />
de su manquedad; recuerda que ella le sobrevino en la más alta<br />
ocasión que vieron los siglos y se consuela pensando que si sus heridas<br />
no resplandecen a los ojos de quienes las miran, son estimadas por los<br />
que saben dónde se cobraron. Milton, pobre, perseguido y ciego, halla<br />
en la eternidad de su noche lo mejor de su inspiración que la piedad<br />
filial recoge para la' admiración de la posteridad. Ruiz de Alarcón, saca<br />
de su miseria física resignación orguUosa y enseñanza moral para los<br />
hombres. Byron, en cambio, se duele sin cesar de su cojera y aun llega<br />
a andar a mojicones con quienes fijan los ojos en su miembro enfermo.<br />
Mucho de su inconformidad social y de su desprecio a los hombres radica<br />
en aquella desgracia que afea su natural belleza física. Llegando<br />
acá, a lo contemporáneo, el brazo perdido de don Ramón del Valle<br />
Inclán le enriquece la ya opulenta fantasía y es fuente de altivas y regocijadas<br />
narraciones que emboban a sus oyentes absortos en la magia de<br />
su mentira.<br />
En Díaz Mirón, el brazo inútil le crea uñ complejo de inferioridad<br />
física y una exaltación del orgullo que fué siempre en él rasgo domi-
124 MEMORIA DE EL COLEGIO NACIONAL<br />
nante. Hombre de arrebatos difíciles de refrenar, valiente por naturaleza,<br />
rebelde a' toda sumisión injusta, alma de paladín de las que juzgaba<br />
buenas causas y dispuesto en toda ocasión a exponer la vida hasta perderla,<br />
no pudo resignarse a ser humillado por la fuerza, ya que la suya<br />
había sufrido grave quebranto. Sü actitud fué lógica dentro de su naturaleza<br />
combativa; había que sustituir con un arma peligrosa la miseria<br />
física, y con un aire de reto en la palabra y en el ademán el posible<br />
desdén de los que pudieran mirarlo como ad<strong>ver</strong>sario sin peligro. Siempre<br />
fueron la entereza, el orgullo y el reto características de su personalidad<br />
poética; pero la injuria física dio ocasión para exaltarlas.<br />
Hay en la obra del poeta tres épocas fáciles de distinguir: la anterior<br />
a "Lascas", la que comprende los años de creación de este único<br />
libro y la posterior a él, cuya nota es la producción esporádica y escasa<br />
de sus poesías últimas. Espontaneidad juvenil, de gran poeta indiscutible;<br />
madurez artística y humanidad vigorosa y atormentada; afán de<br />
crear una estética personal y preocupación retórica; he aquí las tres<br />
direcciones en que se mueve el espíritu poético de este excepcional<br />
artista.<br />
Dejando a un lado composiciones de la primera juventud, de un romanticismo<br />
al uso, aunque sin lloriqueos sentimentales, Díaz Mirón revela<br />
desde sus primeras obras no sólo el evidente don lírico, sino un instrumento<br />
<strong>ver</strong>bal envidiable, un léxico rico y un <strong>ver</strong>so de magnífica<br />
sonoridad. Hay en este hombre una dualidad espléndida de emoción y<br />
de técnica que irá creciendo sin cesar, por más que haya quien juzgue<br />
que a medida que la forma se depuraba hasta la p,erfección, el numen<br />
daba signos de eclipsarse. Ya demostraremos más tarde que íesta opinión<br />
dista mucho de la <strong>ver</strong>dad.<br />
Lo primero que se advierte cuando se lieen los <strong>ver</strong>sos de su época<br />
inicial, es la fe ciega del bardo en la posición privilegiada del artista.<br />
Privilegio, no sólo en el arte, sino en la vida, derecho de no ser juzgado<br />
por las mismas leyes que los otros hohibres, sino por códigos de excepción<br />
y en esferas más altas.<br />
"Yo soy, sí,' quien mató al hombre,<br />
ya mí sólo Dios me juzga..."<br />
m
LA POESÍA DE SALVADOR DÍAZ MIRÓN 125<br />
I<br />
hubiera querido decir Díaz Mirón con las palabras de un romance del<br />
Duque de Rivas puestas en los labios de Don Pedro el Cruel. Esta idea<br />
de la situación-del genio fuera de las normas usuales, es nota domi-.<br />
nante en la obra lírica del bardo <strong>ver</strong>acruzano- Se siente impelido a cantar<br />
todo lo que a sus ojos sobrepasa la estatura común de los hombres, y<br />
fija la mirada en los héroes de la antigüedad.y en sus artistas preferidos.<br />
El tono épico de muchos de sus.poemas,, tono abandonado en "Lascas",<br />
es la demostración de su tónica espiritual. Los poemas de amor de este<br />
tiempo, sensuales y plásticos, no revelan al amante rendido, sino al ^dominador<br />
de la vida que apenas concede horas de ocio al instinto carnal<br />
para seguir, ya ahito o siquiera satisfecho, en su obra heroica, trascendental<br />
y salvadora. La frecuencia con que Díaz Mirón quiere fundar<br />
su estética personal, nos da coyuntura para demostrarlo. He aquí unos<br />
<strong>ver</strong>sos reveladores:<br />
Tu lugar no está en mi fragua.<br />
¿Qué te importa la obra mía?<br />
Yo no labro joyas de esas<br />
que a las mujeres cautivan:<br />
forjo armaduras, escudos,<br />
cascos, espadas y picas ,.<br />
para todos los derechos<br />
que combaten por la vida.<br />
Es indiscutible que el poeta se siente llamado a desempeñar una<br />
alta misión social, y el amor, según él entiende, es apenas flor marginal<br />
del áendero, que habrá de cogerse y aspirarse para arrojarla y seguir ía<br />
ruta marcada por el destino superior. Estos rasgos mesiánicos se repiten<br />
al través de la obra. Verdad es que estas actitudes son muy del<br />
tiempo en que Díaz Mirón escribió^sus poemas juveniles; pero también<br />
hay que reconocer que el ansia de manumisión del paria, la liberación<br />
del oprimido, el reto a la injusticia humana y el culto a los defensores de<br />
los derechos del hombre, hallan acentos magníficos en la musa del poeta,<br />
y no hay motivo que justifique el desdén con que su autor miró la<br />
totalidad de su primera obra lírica. Acentos conmovedores sobre los<br />
desamparados de la vida hay en el poema "Los parias"; trágica pintura
126 MEMORIA DE EL CX)LEGIO NACIDNAL ^<br />
del reclutado por la leva hay en los <strong>ver</strong>sos de "El desertor"; noble ho*mensaje<br />
al sacrificio sin gloria puede leerse en el soneto "A los héroes<br />
sin nombre"; y toda una idea social y justiciera se expone poéticamente<br />
en este poema titulado "Asonancias";<br />
Sábedlo, soberanos y vasallos,<br />
Dróceres y mendigos:<br />
nadie tendrá derecho a lo superfino<br />
mientras alguien carezca de lo estricto.<br />
Lo que llamamos "caridad", y ahora<br />
es sólo un móvil íntimo,<br />
será en un porvenir lejano o próximo<br />
el resultado del deber escrito.<br />
Y la Equidad se sentará en el trono<br />
de que huya el Egoísmo,<br />
y a la ley del embudo que hoy impera,<br />
sucederá la ley del equilibrio.<br />
Alguien dirá que estos <strong>ver</strong>sos más parecen exposición de una teoría<br />
que poesía pura. Mas el poeta auténtico tiene derecho de hablar así<br />
a los hombres. El contenido ético y social de un poema bellamente escrito,<br />
no es su menor encanto.<br />
La única cosa lamentable en esta actitud mironiana es que con frecuencia,<br />
y si no con frecuencia más de una vez, tiene el poeta salidas de<br />
tono que apenas serían perdonables en la musa de Antonio Plaza. Es<br />
aceptable que al sentirse procer reclame "el hacha y el tajo" porque el<br />
andrajo no merece suerte igual; pero son cuando menos de muy dudoso<br />
gusto aquellos retos de sus espinelas:<br />
"¿Humillarme? Ni ante Aquél<br />
Que enciende y apaga el día.<br />
Si yo fuera ángel, sería<br />
el rebelde ángel Luzbel.<br />
¿Doblegar la frente altiva<br />
ante torpes soberanos?<br />
¡Yo no acepto los tiranos<br />
ni aquí abajo ni allá arriba!"<br />
"■ -. . -V"' ■ '^
LA POESÍA DE SALVADOR DÍAZ MIRÓN 127<br />
Claro está que se puede ser ateo; también es explicable, como en<br />
el portugués Guerra Junqueiro, lanzar invectivas contra los dogmas<br />
con el intento de arrancarlos de las almas populares. Pero es un poco<br />
infantil colocar a Dios en el altar para luego desafiarlo. Los lunares que<br />
allá de tarde en tarde afean la primera obra de Díaz Mirón, quedan<br />
borrados por sus innegables bellezas y eliminados en sus poemas de madurez.<br />
Vamos después a considerar otros aspectos de su obra.<br />
# # *<br />
En los poemas de carácter épico escritos por Díaz Mirón en su<br />
primera obra, la influencia de Víctor Hugo es demasiado visible. Tiene<br />
del poeta francés no sólo reminiscencias <strong>ver</strong>bales y aun <strong>ver</strong>sos completos<br />
incluidos en sus estrofas —claro está que entre comillas, porque el<br />
poeta mexicano era incapaz de un plagio—, sino el tono característico<br />
de la poesía huguiana, sus antítesis, sus hipérboles, su estruendo oratorio,<br />
sus imágenes violentas, sus evocaciones históricas desordenadas y la frecuente<br />
confusión de la historia con la leyenda. El poder <strong>ver</strong>bal de<br />
Hugo ejerce en el ánimo de nuestro poeta una fascinación poderosa.<br />
Díaz Mirón querría ser semejante al autor de la Leyenda de los Siglos, y<br />
su admiración por el modelo le inspira <strong>ver</strong>sos hiperbólicos. En su oda<br />
al poeta francés no hay alabanza que no le sea prodigada. Víctor Hugo<br />
es en el poema "titán que escala el cielo, cóndor de los Andes, Prometeo,<br />
nuevo Juan en Pathmos que lanza los relámpagos de otro Apocalipsis,<br />
Cristo en el Gólgota, resumen de Píndaro, Anacreonte y Jeremías,<br />
gloria insuperable del mundo", y termina la composición con esta<br />
estrofa:<br />
"¡Contemplad al coloso!<br />
Ved cómo lucha y lucha y no desmaya,<br />
cómo pisa radiante y majestuoso<br />
el más alto crestón del Himalaya;<br />
cómo allí, puesto en Dios el pensamiento,<br />
revela un nuevo mundo en cada grito...<br />
¡Atlas en que se apoya el firmamento!<br />
¡Atalaya que explora el infinito!"
S^' -^ r, ^ I < . ^ ' . \, " • ' ' " ' ^ ^ ^ i « ^' 1^<br />
128 ' MEMORIA DE EL COLEGIO NACIONAL<br />
Si algún poeta de Francia conoció en vida la consagración-popular,<br />
el aplauso unánime y los resplandores de la gloria, fué Hugo. A.su.<br />
muerte, una reacción injusta trató de vihpendiar su nombre y de rebajar<br />
su culto. Hoy, la crítica se vuelve al autor de "Los Miserables" para<br />
colocar a la debida y envidiable: altura sus merecimientos de grande entre<br />
grandes. Pera creo que ni antes ni-ahora se le han prodigado tan desmesuradas<br />
alabanzas. , ■ i<br />
Debemos hacer notar que Díaz Mirón, egotista y orgulloso como<br />
se nos presenta en su primera época, tiene la admiración fácil y generosa,<br />
prueba clara de que no está dominado por la baja pasión de la<br />
envidia. En las estrofas a Byron, otro de sus objetos de adoración, quema<br />
en su altar el incienso más puro de su poesía. Este canto a Byron,<br />
debe ser leído por ser una de las notas más características del Díaz Mirón<br />
de la primera época.<br />
Eñ vano la voz prof erica del bardo augura para el poeta inglés gloria<br />
no sólo inconmovible, sino creciente. Byron ha dejado, acaso definitivamente,<br />
su sitio a poetas menos celebrados. por el mundo en su<br />
riempo. Shelley, Keats, ellos cuando menos, han relegado el mito byroriano<br />
a un segundo, aunque envidiable término de belleza, que dej^<br />
incólume la leyenda. Pero ello no importa. Las estrofas de Díaz Mirón<br />
están allí para revelarnos los ideales de una hpra, los gustos estéticos de<br />
un momento histórico y literario. La juventud de hoy pondrá reparos a<br />
tanta exaltación; encontrará ripioso algún <strong>ver</strong>so como aquel que dice:<br />
"Y tu numen fué entonces un mal hado"; hallará oscuridad en algunos<br />
fragmentos, como la primera estrofa.. .Pero los que vit^imos en aquellos<br />
días de exaltación romántica ¡qué profunda emoción experimentamos<br />
con aquel poema que nos aprendimos de memoria! Corridos los<br />
años; trocados los ideales de entonces por otros que tal vez habrán de<br />
pasar; orientados los ánimos en direcciones a veces opuestas ¿habrá<br />
quien niegue a la musa del poeta <strong>ver</strong>acruzano yna calidad poética que<br />
lo unge con el óleo santo de un arte superior? ...<br />
Fué en aquellos años anteriores a "Lascas" cuando Puga y Acal<br />
llamaba a Díaz Mirón **el príncipe de los poetas mexicanos".<br />
La nota épica tiene en los primeros >v«rsos del poeta acentos merecedores<br />
de su fama. En "Voces Interiores", en "Boedromión", en otros
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LA POESÍA DE SALVADOR DÍAZ MIRÓN 129<br />
muchos poemas, hay <strong>ver</strong>sos dignos del autor de la **Leyenda de los Siglos",<br />
y no resisto la tentación de transcribir el poema titulado "La<br />
Conmemoración" y que tiene por subtítulo '^Espectros Épicos".<br />
¿A dónde con los griegos melenudos<br />
va por el golfo insigne tanta nave<br />
al compás de la tibia que en agudos<br />
tonos imita la canción del ave?<br />
Himno de acentos bélicos y rudos<br />
suena confuso y grave.<br />
¿Es el pean? Guerreros espolones<br />
amagan en las proras esculpidas,<br />
y la flota triunfal lleva festones<br />
de rosas y relámpagos de egidas,<br />
y argenta de espumosos borbotones<br />
las olas divididas.<br />
El sol entre arreboles resplandece<br />
como broquel de oro que a indistinto<br />
dios vestido de púrpura guarece,<br />
y el húmedo cristal, a trechos pinto<br />
de reflejos de múrice, parece<br />
en sangre persa aun tinto.<br />
No fué Díaz Mirón un helenista, ni se distinguió por su <strong>ver</strong>sación<br />
en humanidades. Pero le bastaron lecturas hechas de prisa y puestas al<br />
servicio de su maravillosa intuición lírica para lograr esta preciosa evocación.<br />
Sólo un ansia de perfección incontenible, que termina en la muerte,<br />
un horror de lo impuro y malogrado que crispa los nervios del creador<br />
de belleza, pudo empujar a Salvador Díaz Mirón a asumir la actitud<br />
despreciativa hacia sus primeras composiciones. Verdad es que cuando<br />
apareció el libro "Lascas", todas laá primitivas debilidades de forma quedaron<br />
relegadas a un plano distante e inferior. ¿Pero por qué el poeta<br />
pretendió arrojar al olvido joyas de tal pureza como "Toque"?
1 30 MEMORIA DE EL CDLÉGIÓ NACIONAL<br />
' * 'y.' ' ' ' -' "¿Do'esrá lá enfeda^^ que no tiende<br />
.: hy-i .' ■ corrfD ún penacho su <strong>ver</strong>dor oscuro •<br />
, .-í.,'. sobre la tapia gris? La yedra prende '<br />
su triste harapo al ulcerado muro,..<br />
¿Db está eF árbol simbólico y risueño<br />
que uñ tiempo fué para el lacerto jira,<br />
para el ave palacio, para el sueño<br />
canción dé arrullo' y para él viento lira?...<br />
Hay en este poema la emoción pfofunda, la belleza esencial que<br />
mana de una obra de arte íntegramente lograda. Sin las preocupaciones<br />
prosódicas de épocas posteriores, sobre todo dé la última, deja que los<br />
asonantes se acoplen a su antojo en cada <strong>ver</strong>so sin que el afán de pulimento<br />
modifique la primera intención <strong>ver</strong>bal. La retórica excesiva está<br />
aquí ausente; sólo queda el natural dominio de la forma de una facilidad<br />
encantadora y no aprendida. Tampoco merece el gesto desdeñoso del<br />
poeta su "Requiescat in pace", cuya noble gravedad anuncia ya los <strong>ver</strong>sos<br />
de "A un profeta", y del cual recojo estas estrofas en que el acento<br />
de Fray Luis parece tener un eco lejano:<br />
"¿Cuándo habrá mar en calma<br />
para el esquife en que mirando al cielo,<br />
boga y suspira el alma? -<br />
La fé se encoge ¡oh, duelo!<br />
como ave a punto de emprender el vuelo...<br />
¡Sabio quien busca y halle<br />
a la sombra del árbol paz cumplida<br />
en apartado valle,<br />
cabe limpia y dormida<br />
corriente, imagen de su nueva vida.<br />
No cultivéis ¡oh, buenos!<br />
más tierra que la tierra. El barro humano<br />
vale a vosotros menos<br />
que el que nutre el gusano<br />
y da una planta a quien le arroja un grano.
LA POESÍA DÉ SALVADOR DÍAZ MIRÓN 131<br />
' 'Esté desdén hacia uña obra qué, en una buena parte, es de subidos<br />
quilates, se explidá segaraméñte por la opulencia 'conscierite de una excepcional<br />
fuerza lírica: Más dé algún poeta, y no de los menores, se<br />
enorgullecería de éstas migajas arrojadas por el vate vérácruzáno como<br />
desperdicios de sü lírico banquete. Es inevitable lamentar que el orgullo<br />
del procer'no hubieira acicalado con cariño la'mitad cuando menos<br />
dé su obra dé jutentüd, aquélla que, aun sin haber escrito "Lascas", lo<br />
pondría a la altura de lo'S'más ilustres poetas mexicanos*<br />
Es difícil asignar fechas precisas a los poemas coleccionados por<br />
Díaz Mirón en su libro único, aparecido en el año de 1901. El poeta<br />
da a entender en el prólogo, que desde 1892 adopta un criterio artístico<br />
incompatible con su poesía anterior. No tenemos motivo alguno para<br />
dudar de la palabra del bardo. Pero cabe preguntamos qué elementos de<br />
la propia vida influyeron en el cambio de estética mantenido después<br />
por Díaz Mirón. ¿No €s extraña y significativa coincidencia que la<br />
fecha de 1892 sea la de la muerte de Wólter y la de su ingreso en la cárcel<br />
de Veracruz? Porque en el libro que guarda el. testamento lírico del<br />
poeta, hay señales,, no.sólo de una modificación literaria profunda, sino<br />
de una innegable transformación espiritual. El artista ha cambiado; pero<br />
mas ha cambiado el hombre.<br />
El dolor en el poeta auténtico no pasa por el alma sin dejar huella<br />
imborrable. Más que el goce, da tono a la canción. La alegría es más<br />
fácilmente simulable. En ^1 dolor, la sinceridad se impone con un dominio<br />
casi imposible de salvar.<br />
En el alma orguUpsa y ha^ta allí triunfadora de nuestro poeta, han<br />
caído penas que lo obligan a tremendas rectificaciones. Luego ¿es <strong>ver</strong>dad<br />
que el castigo puede estigmatizar la frente de los más altos? Entonces<br />
¿no hay carta blanca de impunidad para el genio cuando éste se<br />
atreve a violar las leyes humanas? ¿Es, pues, necesario que el culpable,<br />
aunque sobresalga del nivel común, sufra prisión y afrenta?... Todas<br />
las afirmaciones lanzadas para hacer del hombre extraordinario un sujeto<br />
de excepción, un privilegiado de la vida, ¿van a caer por tierra en la<br />
lobreguez de una mazmorra? Allí, en el calabozo infamante, toma el poe-
132 MEMORIA DE EL CX)LEGIO NACIONAL<br />
I . ^ ■ . , . , . . ■ — — ■ - ^ ^ — " - ■ , "<br />
ta^ por vez primera, contacto con el silenció y la soledad. Buenos consejeros.<br />
Quedan allá muy lejos los días en que se> disculpan y aun se festejan<br />
los arrebatos, en que la fama de valentía entreteje sus ramas de<br />
encina con el fresco laurel del canto, en que la tribuna se brinda a la<br />
elocuencia y los aplausos suenan en los oídos y en él corazón. .• Todo<br />
ello obliga a la meditación, al examen de conciencia; No importa que el<br />
arrepentimiento no aparezca en forma <strong>ver</strong>bal. .Allá adentro está como<br />
un gusano que roe las entrañas y es aviso constante de que no todo en la<br />
existencia es triunfo y gloria, sino castigo y humillación, Sin que deje<br />
Díaz Mirón de mantener su fe en un juicio más alto para la conducta del<br />
del genio, ya echó de <strong>ver</strong> la ingratitud, el desvío y el rechazo de sus admiradores.<br />
Todo esto lo convierte en mayor poeta y en hombre cabal;<br />
el sentido ético ha entrado con gravedad y firmeza en su corazón. Todo<br />
en su único y gran libro es ganancia espiritual.<br />
Antes de entrar en él, antes de examinar el nuevo rumbo y el desusado<br />
procedimiento que en la obra se revela, conviene escuchar la propia<br />
confesión del poeta en el prólogo de "Lascas", del cual son estos<br />
fragmentos: -<br />
"Esta colección de <strong>ver</strong>sos constituye, por hoy, mi único libro auténtico;<br />
y ninguna de las poesías que lo integran ha sido publicada antes<br />
de ahora.<br />
"Una tipografía yankee juntó en un volumen, y luego puso en<br />
venta, ciertos cantos de mi cosecha, recogidos de los periódicos; pero<br />
lo hizo sin mi consentimiento, sin consultarme siquiera, ni enviarme un<br />
cénrimo. Perpetró una usurpación, un despojo^, se apoderó alevemente<br />
de lo ajeno y lo expendió como cosa suya. ¡Buen provecho!<br />
"Más que el des<strong>ver</strong>gonzado latrocinio, dolióme que la extranjera<br />
empresa, provista y asesorada ppr no sé qué "paisano mío", recargara,<br />
con pecados que no cometí jamás, mi asendereado nombre literario, que<br />
ya andaba con pesado fardo. Mis infortunadas co^lposiciones yacen en<br />
el haz fraudulento, no sólo plagadas de horribles yerros d.e imprenta,<br />
sino alteradas, intencionalmente,; y como por malicia de inquina, pues<br />
advierto allí grotescos cambios de títulos, al par que nocivas supresiones<br />
y añadiduras..." , ,
LA POESÍA DE SALVADOR DÍAZ MIRÓN 133<br />
Después de estas palabras, que no tienen desperdicio y que son una<br />
confesión sincera del artista, vamos a entrar en el voíumem para estudiar<br />
la reforma estética adoptada por el poéta^ el tono^^ espiritual de su poesía<br />
y el credo retórico, que extremado a veces, da origen a una expresión<br />
Síd generis', que no a todos los lectores convence;<br />
También procuraremos desentrañar^ qué parte queda en. Díaz Mirón<br />
de su antigua lírica y qué elementos inesperados aparecen en sus<br />
poemas de este libro fundamental. Porque no es factible adquirir un<br />
alma diferente para arrojar al suelo la propia como un traje inservible,<br />
sobre todo si; el manto, como en el caso de Díaz Mirón, es de púrpura.<br />
El mismo poeta de "Lascas" nos ayuda a fijar los procedimientos<br />
de su nueva manera poética. -<br />
Fué muy dado a expresar su credo estético, no en forma doctrinal,<br />
sino como una confesión explicativa de sus actitudes literarias. Díaz<br />
Mirón estuvo casi siempre en diálogo con su público lector. No es, sino<br />
por momentos, poeta de soledad. Era necesario para su espíritu justificar<br />
su obra y su estética. Ya en el primer poema del libro nos anuncia<br />
su propósito de no buscar el aplauso fácil, sino ejercer una influencia<br />
dominadora y uni<strong>ver</strong>sal.<br />
Quiere esquivar la aprobación ingenua de "las doncellas cautas", y<br />
lanzar su inspiración hacia todos los rumbos. Adusto ante el <strong>ver</strong>silibrismo<br />
y enemigo del <strong>ver</strong>so blanco, mantiene el valor de la rima. El argumento,<br />
un poco infantil, de que los refranes duran por las rimas, por<br />
más que ellas no sean: de lo más exquisito, puede traducirse en una fe<br />
recóndita en el alma popular, ya receptora o ya creadora de la emoción<br />
humana. Ahora, al poeta le importa menos agradar, que dejar en el<br />
ánimo un impresión duradera. Otro afán del artista, cuyos antecedentes<br />
se pueden hallar en su obra anterior, es el realismo, en ocasiones<br />
crudo para espíritus timoratos, que campea en muchos de sus poemas.<br />
Su visión plástica nunca desmentida y vigorizada en su libro único, lo<br />
empuja no solamente a exagerar la nota directa^ frecuentemente anecdótica,<br />
sino a usar de expresiones atrevidas y no siempre-poéticas..<br />
Hay que reconocer el derecho del artista en el enriquecimiento de<br />
su tesoro <strong>ver</strong>bal. La división de las palabras en poéticas y prosaicas, tiene<br />
mucho de retórico y arbitrario. Los poetas grandes ennoblecen la<br />
A- W
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134 MEMORIA DE EL OOI.EGIO NACIONAL<br />
palabra, ya usándola con valentía para no^aten^^ar l^i fuerza de la expresión,<br />
ya sacándpla del injusto olvido de que hg sido. víctim?i. Hay voces<br />
desafortunadas que cayeron en desuso por causas imposibles de encpntrar<br />
y que esperan el "levántate y anda", como, el arpa arrinconada en<br />
^ la sombra del poeta sevillano, Y hay otras que nunca han salido a luz<br />
sino para el suceso vulgar, palabras callejeras que no han pisado jamás<br />
los aristocráticos salones de la poesía, frecuentados por sus hermanas de<br />
noble y antiguo abolengo. Al poeta toca desc;ubrirlas o ennoblecerlas.<br />
Reina en todo el libro que venimos ^ exanoinando, un respeto profundo<br />
a la forma castigada, a la expresión,perfecta y a la corrección<br />
gramatical. Se diría, que cada palabra y cada giro han sido ocasión de<br />
consulta del diccionario y resultado de la frecuentación de los clásicos.<br />
Hay veces en que Díaz Mirón cree necesario anotar las causas por las<br />
cuales ha empleado un vocablo en tal o cual acepción,o los motivos<br />
( que lo inducen a separarse de la doctrina usual. Habrá quien sonría de<br />
estas minucias en tan grande espíritu de poeta; pero ellas demuestran<br />
con qué rigor, con qué profunda conciencia de artista, con qué alta<br />
idea de su misión lírica el poeta ha madurado su obra hasta hacerla<br />
perdurable. ♦<br />
Otra modificación profunda y perceptible de este artífice, es su<br />
deseo de dar al <strong>ver</strong>so un carácter definitivo, sin posible tnjequQ ni burda<br />
falsificación. Busca la expresión clara y fuerte, la concentración que<br />
intensifique la idea, la síntesis que no ahogue la emoción en palabrería.<br />
Y para conseguirlo, se remonta a las fuentes del idioma, a lavsobriedad y<br />
concisión latinas^ libres de artículos y partículas ociosas.<br />
Su poesía no es fácil, ni hay en su obra señas de improvisación. Sus<br />
naturales dotes estuvieron siempre gobernadas y contenidas por un buen<br />
gusto exigente y descontentadizo. Pero ya en la yejez, sintió el poeta<br />
un dolor por la cortedad cuantitativa de su obra, parquedad,que le impedía<br />
seguir en leal competencia con otros poetas, de su generación. Y<br />
urdió la inocente farsa de hacer ddi dominio publico la existencia de<br />
una serie de libros inéditos de los cuales sólo alcanzó a (dar el título<br />
y unos cuantos poemas qne no fueron coleccionados hasta la aparición<br />
del libro en que Antonio Castro Leal reúne la obra completa del, bardo.<br />
En.nada se rebaja la personahdad lírica de Díaz Mirón con la escasez
LA POESÍA DE SALVADOR DJAZ MIRÓN 135<br />
de sus producciones. Ademas de, que nujica £u,é poet;á desabra larga,<br />
sino de labor condensada y repulida, nada cuenta en el haber de un artista<br />
la fecundidad sino cuando va acompañadíi de la belleza indiscutible.<br />
Y aun afea a una obra enorme la presencia en ella de lunares<br />
inevitables por falta de tiempo para la necesaria corrección. Ejemplo<br />
ilustre de ello es Lope de Vega, tan gran poeta siempre, a quien no fué<br />
dado eliminar de su producción portentosa 1^ debilidades que la deforman,<br />
aunque no lleguen jamás a empequeñecerla. Pero Díaz Mirón<br />
no estuvo nunca exento de vanidades, y una de ellas fué sentirse siempre,<br />
o fingirse dominado por un dios. Pecado romántico.<br />
Otro nuevo elemento que hallamos en "Lascas", aunque no esté<br />
ausente de su obra anterior, es el paisaje. - El poderío del poeta para pintar<br />
lo que veían sus ojos, era envidiable. Paisaje fuerte, de líneas vigorosas,<br />
de color rico, de evocación plástica,-fué siempre el suyo. Pero en<br />
"Lascas", se encuentran los mejores ejemplos de su poder pictórico.<br />
Casi nunca hay en el paisaje mironiano una segunda intención fuera<br />
de la plástica. La sugerencia viene por sí sola cuando el ánimo del lector<br />
está dispuesto a experimentark. Se diría que es un pintor, un gran<br />
pintor, quien logra aquellos cuadros palpitantes de <strong>ver</strong>dad, si no fuera<br />
porque la expresión es de un poeta auténtico y déla más alta ley. Y no<br />
se limita el poeta al paisaje. Cualquier visión que quiere trasladar al<br />
poema, aun las de carácter íntimo y sentimental, toma en sus <strong>ver</strong>sos apariencias<br />
plásticas. Recordaremos después esto con la lectura del soneto<br />
en alejandrinos "El Muerto", esdrito en 1895 e inspirado en la contemplación<br />
del cadá<strong>ver</strong> de su padre. En cuanto a las obras maestras descriptivas,<br />
son quizás las más numerosas del libro y de la obra ulterior. ¿Quién<br />
puede olvidar el "Idilio", ciertas estrofas del "Beatus Ule" y "Encinas",<br />
en que el cuadro exterior se graba en la mente, ya imposible de ser<br />
borrado?<br />
Bastaría el enriquecimiento que significan en el poeta estas nuevas<br />
notas que completan su personalidad, si no existiera un mayor motivo<br />
de sorpresa con la aparición de poemas de una intimidad desusada, de<br />
una pureza espiritual, dé un sentido hondo y contemplativo, que dan al<br />
libro qiie venimos examinando un tono de elevado pensamiento y dé
4Í- i T.". -■■■<br />
136 MEMORIA DE EL COLEGIO NACIONAL<br />
desasimiento lírico que engrandece la poesía y refuerza su sentido<br />
humano. . -<br />
Ya dijimos antes que la vida no hirió a Díaz Miróíi inútilmente;<br />
que el dolor fué su último maestro y el inspirador de creaciones que<br />
aparecen por primera vez --como espíritu y como forma^ en la hora<br />
solemne de la madurez avanzada. Hay acentos en "Lascas" y en sus<br />
obras escritas después de este libro y na coleccionadas, que parecen de<br />
otro poeta, que significarían una opuesta dirección, si no conservaran<br />
el sello inconfundible de la técnica mironiana. Pero la técnica no es<br />
todo. El procedimiento del poeta* para escribir sus poemas inmortales,<br />
sorprende y maravilla; el resultado de su esfuerzo, pasma; y cuando interviene<br />
otro elemento interno que flota en planos de mayor elevación<br />
y suspende el ánimo, entonces es cuando el nombre de gran poeta sale<br />
de los labios para urgir el numen soberbio del vate <strong>ver</strong>acruzano. Momentos<br />
como el de "La Oración del Preso", "El Fantasma" y el "Beatus<br />
Ule", son momentos definitivos y consagradores.<br />
La retórica se queda en un plano secundario, por más que sea en<br />
Díaz Mirón de la más refinada calidad, y elemento inevitable en toda<br />
obra de arte poética. Olvidamos gustosamente el, trabajo benedictino<br />
de andar,expurgando los <strong>ver</strong>sos de asonancias, dp correr en busca de la<br />
palabra inesperada para sustityir coja ella la familiar y sencilla, de limpiar,<br />
escoba en mano, todos los,artículos, todas las conjunciones y las<br />
preposiciones que privan a ía frase de elegancia y gallardía. Todo está<br />
bien; pero el poeta no nos ha amueblado la casa para dejarla, vacía y<br />
desamparada. Dentro de la jaula de oro, canta el celestial ruiseñor. Digna<br />
morada para tan alto numen...<br />
Hay que convenir en que la realización cabal de la mayor parte<br />
de los poemas de "Lascas" hace olvidar todo lo que se ha dicho como<br />
reparos a la poesía de Díaz Mirón. Nos olvidamos de la frecuente ausencia<br />
de la sensibihdad, del pamasianismo helado que se le moteja, de<br />
la falta dé vida interior que se le ha echado eri caira, de su retoricismo,<br />
de haber gastado <strong>ver</strong>sos y <strong>ver</strong>sos en foimülar su estética definitiva para<br />
una obra que no habría de concluir; todo esto queda en lá sombra y sólo<br />
permanece frente a nosotros el fulgor de los'poemas én aúe "pudo dar<br />
forma completa a su propio idéaL Además, toda obra- artística, por
LA POESÍA DE SALVADOR DÍAZ MIRÓN ' 137<br />
grande que seai no es sino un ensayo de la obra posible que el artista ha<br />
soñado con crfear.<br />
No olvidemos que después de "Lascas", libro de cuarenta poemas,<br />
Díaz Mirón no publicó sino unas veinte composiciones más, por cierto<br />
que haciéndolas aparecer como parte de libros que nunca vieron la luz.<br />
No falta quien diga que se pasó la vida el poeta esforzándose en crear<br />
su estética propia, y que no pudo ya dar la obra que se había propuesto<br />
crear. .<br />
Ya dije que todo esto nada vale frente a los poemas en que la forma<br />
y el espíritu de Díaz Mirón están presentes. La pequenez de una obra<br />
poética, si se ve en ella la perfección de lo realizado, es suficiente para<br />
la gloria artística. Y es el caso ilustre de Salvador Díaz Mirón.
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CRÓNICAS E INFORMES
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