OCG-12-13-SerieA8
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o plegaria Verleih uns Frieden, para coro y orquesta, fue terminado<br />
de componer el 10 de febrero de 1831. Lutero adapta en su versión<br />
musical y textual en alemán (1529) la antífona gregoriana Da pacem<br />
Domine, cuya versión Mendelssohn sigue de forma literal en lo que<br />
hace al texto y de manera mucho más libre en cuanto a la melodía.<br />
Se trata de una obra de modestas dimensiones próxima también al<br />
motete y de un carácter sereno en Mi bemol mayor, reafirmado por<br />
una instrumentación aterciopelada con la sección de violonchelos<br />
dividida en dos que le otorga un carácter tímbrico especialmente<br />
grave reforzado por la exposición completa del coral en los bajos<br />
y las contraltos. La composición concluye con la armonización del<br />
coral a cuatro voces y la orquesta acompañando al coro colla parte.<br />
El himno Hör mein Bitten, para soprano solo, coro y orquesta (existe<br />
también una primera versión para órgano original del compositor)<br />
fue compuesto por Mendelssohn bajo el nombre de Sacred solo<br />
a partir de una meditación de W. Bartholomew sobre el Salmo 55,<br />
2–8 para los conciertos en el Crosby Hall de Londres, ciudad en<br />
donde fue estrenado el 8 de enero de 1845 y con la cual conservaría<br />
el compositor durante toda su vida una relación especialmente<br />
intensa en lo que se refiere a sucesivos encargos y estrenos de sus<br />
obras. En esta ocasión se trata de una composición de un carácter<br />
mucho más heterogéneo próxima a la cantata bachiana, cuyas dos<br />
partes principales, articuladas en alternancia entre la voz solista y<br />
el coro, se encuentran unidas por un recitativo central que acentúa<br />
el dramatismo de la obra y que actúa como contraste frente a la<br />
inspiración melódica mucho más lírica de aquéllas, que se aproximan<br />
de esta forma mucho más a lo que serían dos arias sacras con<br />
intervención de coro y orquesta.<br />
En general se encuentran en la obra musical de Mendelssohn tanto<br />
aspectos que tienden a confirmar su sólido arraigo en la música<br />
del pasado como innovaciones, impulsos estéticos que la situarán,<br />
a pesar de la perfidia de algunos críticos contemporáneos que<br />
premonizaban de forma exclusiva su posición eminentemente<br />
epigonal en la historia de la música, como premisa ineludible para<br />
posteriores generaciones. Su intención como compositor, que había<br />
recibido en su juventud la doctrina hegeliana del “final de la historia<br />
del arte” y había meditado sobre ella en algunas cartas de aquellos<br />
años, era evitar, también según el testimonio propio epistolar<br />
“la repetición muerta de lo ya existente” (1830). Al lado de ello,<br />
Mendelssohn es también pronto perfectamente consciente de su<br />
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