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NUESTRO COLEGIO - Colegio La Concepción

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DOSSIER<br />

> Rincones del Jardín Botánico<br />

de dos leones de piedra; formada por<br />

cuatro bancos, entre celosías de rosas, que<br />

rodean una fuente, cuyo motivo central<br />

componen dos pequeños pastorcillos<br />

muy juntos, cubiertos por un paraguas por<br />

donde fluye el agua. Enfrente, una capilla<br />

natural de hiedra y helechos envuelve,<br />

protege y oculta una pequeña imagen,<br />

otra vez, de la Inmaculada, entre lo que<br />

simula una surgencia de agua cristalina<br />

que resbala lentamente sobre un lecho de<br />

rocas calcáreas.<br />

Al fondo, a través de una pequeña<br />

escalera, se accede a una amplia pajarera<br />

metálica, morada, a lo largo de los años, de<br />

aves de muchas especies y que aún hoy<br />

ocupan algunas palomas que arrullan de<br />

vez en cuando. Sus cantos también forman<br />

56<br />

una parte imprescindible del paisaje del<br />

jardín.<br />

Un poco más abajo, en el linde con el<br />

huerto de naranjos, crece el rosal (zarza)<br />

de san Francisco a través del cual, según<br />

la tradición, el santo venció la tentación<br />

carnal y, desde entonces, crece sin espinas.<br />

Sus esquejes originales se conservan en<br />

Santa María de los Ángeles, en Asís, origen,<br />

según se dice, de los arbustos de zarzas<br />

(del santo) de los conventos de todo el<br />

mundo.<br />

El padre Fr. Benjamín Agulló Pascual<br />

en su libro “<strong>Colegio</strong> <strong>La</strong> <strong>Concepción</strong><br />

centenario” describe la ampliación del<br />

jardín botánico con estas palabras: “Por<br />

los años ochenta se amplió notablemente<br />

asignándole el campo norte del huerto,<br />

entre la granja y la tapia”. Hoy, en este<br />

campo, se conservan algunas coníferas<br />

que apuntan al cielo igual que las torres<br />

del campanario de la Iglesia con las<br />

cuales convergen, junto con algún árbol<br />

de jardín, como la falsa pimienta; el resto<br />

permanece yermo. Cuestión esta, sin<br />

embargo, que en el contexto franciscano<br />

no debemos valorar como negativa,<br />

pues ya Tomás de Celano en su obra<br />

“Vida segunda” dice del santo: “Manda<br />

al hortelano que deje a la orilla del huerto<br />

franjas sin cultivar, para que a su tiempo el<br />

verdor de las hierbas y la belleza de las flores<br />

pregonen la hermosura del Padre de tod.<br />

José Antonio Morelló Albert<br />

Profesor de Biología

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