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En_torno_al_casticismo-Unamuno_Miguel

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dramas sarmentosos de Calderón, y que en Shakespeare están vivos,

con tuétano caliente; pero sustentando, ocultos por la carne, la

fábrica viva toda de que surgieron, inconcientes á su autor. Para el

inglés los óvulos eran cuentos, novelas, anécdotas, sucesos vivos; en

nuestro teatro abundan como tales lugares teológicos ó de parecida

laya (5).

Por sumirse en el fondo eterno y universal de la humanidad, que es la

más honda y fecunda idea, donde se confunden los dos mundos, por

cuyo ministerio brota el ideal de la, realidad, de la naturaleza el arte,

Shakespeare, sabiendo de pobre historia paleontológica tan poco ó

menos que Calderón, más letrado que él, penetra en el alma de la

antigüedad romana por la estrecha puerta de una mala traducción de

Plutarco y resucita en su Julio César la vida del foro resonante,

mientras Calderón, atado á la historia de su tiempo y de su suelo,

apenas se despega, de lo transitorio y local. Penetra Shakespeare en

la intra-historia romana y en la del alma con Hamlet, encarnación de

humanidad tan profunda como el alegórico Segismundo, más viva. Y

por ser más profundas sus concepciones vivas, informulables, es por

lo que alcanza la « verdad humana, absoluta, hermosa » y la

« expresión única ».

Hay en nuestro castizo teatro disociación entre el idealismo y el

realismo y en punto á éste los graciosos, que representan el fallo de la

razón imparcial y sobria del común sentido (6). El gracioso,

impertinente á menudo, « de un modo realista y prosaico, no exento

de vulgaridad y aun de grosería, vuelve siempre por los fueros del

sentido común ». No exento de vulgaridad y aun de grosería nuestro

Sancho, es cierto, pero Sancho bueno, Sancho discreto, Sancho

cristiano, Sancho sincero. ¡Impertinente!, esto es, disociado, que no

casa bien con el idealismo de su Quijote.

Este espíritu. disociativo, dualista, polarizador, se revela en la

expresión, en el vano lujo de colores y palabras, en el énfasis, en la

« inundación de mala y turbia retórica », en la manera hinchada de

hipérboles, discreteos, sutilezas y metaforismo apoplético. Nuestros

vicios castizos, desde Lucano y Séneca acá, el culteranismo y el

conceptismo, brotan del mismo manantial. Dícese que el culteranismo

y la hipérbole arrancan de brillantez de imaginación, el conceptismo

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