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Centurion Mexico Autumn 2019

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Un rinoceronte sedado y

Un rinoceronte sedado y con los ojos vendados antes de ser descornado, ponerle una etiqueta de identificación y perforarle la oreja; abajo: un dormitorio en Phinda Homestead comedor del Homestead, con vistas a un abrevadero frecuentado por nialas, babuinos e, incluso una mañana, por una manada de elefantes. Nuestro guía Nikki Muller, que me recuerda a un scout adulto, y nuestro simpático y sereno rastreador Bernie Mnguni, que creció en una comunidad vecina, son una gran fuente de sabiduría, pero es la presencia de Carlisle lo que convierte cada paso de este itinerario en una experiencia tan singular. Carlisle, el segundo empleado de &Beyond (el primero fue su esposa Lynette), comenzó a trabajar acá en 1991. De él surgió la idea de implicar a las comunidades vecinas de Makhasa y Mnqobokazi en la toma de decisiones sobre el parque. «Si eres demasiado impulsivo y crees que sabes mejor que nadie qué y a quién estás tratando de ayudar, te quedas con edificios en desuso y animales infelices», sostiene Carlisle, nacido en Suazilandia y zulúparlante. Lo que Carlisle inició en Phinda —el traslado de animales como medio de conservación (ya ha movilizado más de 40,000 ejemplares) y las compensaciones a los ganaderos por la pérdida de su ganado— se ha convertido en un modelo para todo el continente. Aunque la excepcional observación de animales y las elaboradas paradas para degustar gin-tonics forman parte del programa, la experiencia no se considera como un deporte para espectadores, sino más bien como una implicación directa en un trabajo importante y minucioso. Después de encontramos una mañana con el ornitólogo James Rawdon, llegamos a una pared con redes multicolor. Rawdon y su equipo están ocupados desenredando aves para posteriormente colocar anillos metálicos codificados en la pata de cada ave, lo que ayuda a rastrear los patrones de migración, la expectativa de vida y la diversidad de las más de 430 especies que habitan en la reserva. En el safari que realizamos por la tarde, percibo que el interés pasivo que ha demostrado mi grupo ante las explicaciones de Muller sobre el canto de los pájaros cobra nueva vida. Nos marcamos el objetivo de identificar al menos 10 de las 20 “aves estrella” (las especiales de la zona), ya sea por la vista o por el sonido, y pronto recuerdo nombres como el sisón ventrinegro y el serín pechilimón que poco antes había confundido. Al día siguiente, Charli De Vos se reúne con nosotros y nos explica en qué consiste el trabajo de supervisar las poblaciones de especies y las medidas adoptadas para que el número siga siendo sustentable. Descubrimos que la capacidad de la reserva de acoger elefantes es de alrededor de 110, puesto que «sus hábitos destructivos hacen que la regeneración de las plantas del parque no aguante más», apunta De Vos. También nos enteramos de que han comenzado a realizar histerectomías parciales a las leonas para reducir el tamaño de la camada a dos o tres en lugar de cinco o seis, ya que «las manadas mayores de cinco —añade De Vos— tienen más probabilidades de atacar a una madre guepardo y a sus cachorros, poniendo en riesgo la fragilidad de esta población». Todos los que han estado en un safari probablemente habrán oído la explicación de que su presencia contribuye a la conservación (y eso es indiscutible) y todos los que han hablado con más de un conservacionista habrán escuchado la misma cantidad de opiniones sobre lo que funciona y lo que no funciona. Yo, que siempre he pensado que un safari equivale a ser testigo de cómo la naturaleza sigue su curso, me doy cuenta de que, en el mundo de hoy, la naturaleza requiere una gestión constante y activa, y tal vez ahí es donde radica la experiencia verdaderamente auténtica. Ir de safari y no tener una idea clara de los mecanismos subyacentes perpetúa conceptos erróneos que ya no parecen sustentables. Pero ir de safari y llegar a una comprensión más profunda de cómo funciona todo, eso sí parece un paso en la dirección correcta. En nuestro último día, nos unimos a De Vos en el seguimiento por telemetría de un rinoceronte que debe ser trasladado. El tiempo nos impide encontrarlo, pero Mnguni avista cinco leones adormecidos sobre un banco de arena. Siento un momento de pánico cuando creo divisar un sexto león, de repente me viene a la mente la explicación de De Vos sobre limitar las manadas de leones. Me preocupo un instante por el destino de los dos cachorros de guepardo que hemos avistado media hora antes. Pero solo son mis ojos —o mis preocupaciones de recién aspirante a investigador— que me juegan una mala pasada. andbeyond.com • FOTOGRAFÍAS DESDE ARRIBA: HOWARD CLELAND, DOOK 94 CENTURION-MAGAZINE.COM

Faru Faru Lodge, la propiedad de Singita en Tanzania, ha reabierto sus puertas tras una renovación integral EN NUESTRO RADAR Cuatro destinos donde los nuevos y reformados lodges son motivo más que suficiente para ir o incluso regresar BOTSUANA En el extremo septentrional del delta del Okavango en julio se inauguró Tuludi (naturalselection.travel), el lodge más lujoso de Natural Selection en la región, situado dentro de la Reserva Privada de Khwai. Sus siete amplias carpas tipo suite disponen de regaderas al aire libre, albercas de inmersión y vistas a las llanuras aluviales. Además de los típicos safaris, los huéspedes pueden ir en canoa o en bote, así como recorrer a pie las más de 202 hectáreas de esta reserva, donde el Parque Nacional de Chobe confluye con los exuberantes humedales de Moremi. KENIA Luego de la inauguración hace cinco años de Mara Plains, Great Plains Conservation abrió en agostó Mara Nyika (greatplains​conservation.com), un campamento de exploración con cuatro carpas elevadas en la reserva privada de Naboisho Conservancy, de unas 20 hectáreas. Muy cerca de allí también se ubica la Reserva Nacional de Masai Mara, sin embargo, Mara Nyika tiene mucho menos tráfico y una mayor densidad de caza, por lo que no es necesario abandonar la reserva perteneciente a la comunidad. TANZANIA Hace cinco años, Namiri Plains Camp de Asilia Africa (asiliaafrica.com) fue el precursor de los safaris en el remoto Serengueti oriental, un lugar al que durante dos décadas solo tuvieron acceso investigadores de grandes felinos. En septiembre, después de una puesta a punto integral, este campamento de diez suites reabrió sus puertas con una nueva suite familiar de dos dormitorios, una alberca, un bar y una biblioteca de fósiles. Cabe destacar que Asilia Africa aún tiene el uso exclusivo de la zona —el campamento más cercano está a una hora en automóvil—. En el norte, el apreciado Faru Faru Lodge de Singita (singita. com) retomó su actividad en diciembre tras una completa renovación. Sus nueve suites, entre ellas una suite familiar para cuatro personas y una villa de dos dormitorios con alberca privada, tienen ahora una nueva estética escandinava muy refrescante. RUANDA Tras la apertura hace dos años de Bisate Lodge de Wilderness Safaris (wildernesssafaris.com), el Parque Nacional de los Volcanes da la bienvenida a dos nuevos campamentos base desde donde avistar gorilas: Singita Kwitonda (singita.com) abierto desde agosto y One&Only Gorilla’s Nest (oneandonlyresorts.com) que llegará a finales de año. El Parque Nacional de Akagera en Ruanda —un humedal protegido— alberga ahora el nuevo Magashi Camp de Wilderness Safaris con seis carpas a la orilla de un lago. –Jane Broughton FOTOGRAFÍA © SINGITA La vuelta de un clásico La reapertura de Chikwenya supone el regreso de Wilderness Safaris a uno de los lugares más asombrosos de Zimbabue. Por Stephen Wallis Nuestra llegada a Chikwenya no podía tener mejor escenografía. El campamento, situado en un área apartada del Parque Nacional Mana Pools de Zimbabue, se enclava sobre un terraplén densamente arbolado con vistas al majestuoso río Zambeze. Justo cuando nuestro Land Rover está llegando al claro situado en medio del campamento, los últimos rayos del sol iluminan con un espectacular fulgor asalmonado toda la vasta llanura aluvial, y las montañas de la escarpadura del Gran Valle de Rift forman umbrosas siluetas al fondo. Un rebaño de búfalos de agua pace junto al río y la serenidad más absoluta que sentimos solo se rompe con los intermitentes bramidos de los hipopótamos al sacar la cabeza del agua. Como más tarde me explica Luke Terblanche, uno de nuestros guías, en esos momentos «no hay palabras que puedan expresar la paz, la belleza y la magnificencia del lugar». Este sitio «devela la verdadera alma de África». Soy uno de los primeros afortunados en visitar el nuevo Chikwenya. El campamento abrió brevemente el pasado otoño tras una reconstrucción integral de dos años, pero cerró entre noviembre y marzo durante la temporada de lluvias cuando el terreno blando hace difícil cualquier desplazamiento. Chikwenya ha nacido fruto de la colaboración entre sus dueños zimbabuenses y Wilderness Safaris, una operadora de safaris con alrededor de 50 campamentos por las zonas meridional y oriental del continente africano. Forma parte de una importante inversión que está realizando Wilderness para ayudar a Zimbabue a resurgir tras los años de corrupción, violencia y desolación económica que trajo consigo el mandato de Robert Mugabe, el héroe libertador convertido en dictador cuyo gobierno de casi cuatro décadas concluyó en 2017. Su partido ZANU-PF continúa en el poder con el nuevo presidente Emmerson Mnangagwa a la cabeza. La situación económica del país sigue siendo delicada y prueba de ello es la escasez continuada de combustible y alimentos, la inestabilidad de la moneda y el altísimo desempleo. A pesar de todo, existe una esperanza real, algo que no existía desde hace mucho, de que Zimbabue pueda salir por fin del pozo. Sin duda, son noticias alentadoras para el sector del turismo, que tan mal lo pasó durante la etapa final del régimen de Mugabe. «Fue una época realmente oscura y difícil», apunta Keith Vincent, el CEO de Wilderness Safaris y natural de Zimbabue. Nos cuenta cómo la compañía se vio obligada a reducir significativamente sus operaciones en el país › CENTURION-MAGAZINE.COM 95

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