You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
32<br />
robustos robles aportaban su matiz otoñal y mullían el suelo <strong>de</strong> hojarasca. Disfruté<br />
con el chasquido <strong>de</strong> mis pisadas hasta que un grito humano me hizo frenar en seco.<br />
No era un grito <strong>de</strong> terror, sino más bien <strong>de</strong> júbilo, seguido <strong>de</strong> un chapoteo en<br />
el agua.<br />
Ahora que ya no oía el crujido <strong>de</strong> mis pasos sobre las hojas secas, pu<strong>de</strong><br />
precisar <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> venía aquel ruido. Salí <strong>de</strong>l sen<strong>de</strong>ro para acercarme un poquito<br />
más.<br />
Un chico se estaba bañando en el río como si fuera pleno agosto. <strong>El</strong> agua<br />
bajaba directamente <strong>de</strong> las montañas, así que intuí lo helada que <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> estar. Me<br />
estremecí al ver cómo sumergía la cabeza en el río y la sacaba seguida <strong>de</strong> un aullido<br />
y una estrepitosa carcajada.<br />
Yo también reí, contagiada <strong>de</strong> su sorpren<strong>de</strong>nte alegría. «Solo un loco podría<br />
encontrar placer en una tortura semejante», pensé. Me pregunté si sería <strong>de</strong><br />
Colmenar o <strong>de</strong> algún pueblo cercano. Su melena rubia me hizo pensar que podía<br />
tratarse <strong>de</strong> un hippy alemán o <strong>de</strong> algún país nórdico. Eso explicaría, al menos, su<br />
resistencia a las gélidas aguas.<br />
Des<strong>de</strong> mi posición, entre <strong>los</strong> árboles y tapada por <strong>los</strong> helechos, podía<br />
observarle sin ser <strong>de</strong>scubierta.<br />
Era alto y tenía un cuerpo bonito. Perfecto. Esbelto y bronceado. Sus<br />
múscu<strong>los</strong> estaban bien <strong>de</strong>finidos, pero no me pareció la clase <strong>de</strong> torso que se<br />
esculpe en un gimnasio, sino más bien con algún tipo <strong>de</strong> trabajo duro. Había algo<br />
salvaje en sus formas. Estaba <strong>de</strong> espaldas y no pu<strong>de</strong> verle la cara, pero me recreé<br />
admirando su espalda firme, sus piernas y su trasero. <strong>El</strong> <strong>de</strong>seo pícaro <strong>de</strong> que se<br />
diera la vuelta se esfumó al instante al notar un movimiento <strong>de</strong> hojas a mis pies. No<br />
pu<strong>de</strong> reprimir un grito al ver cómo una culebra se paseaba a su antojo entre mis<br />
piernas.<br />
Me levanté <strong>de</strong>prisa <strong>de</strong> mi escondite para librarme <strong>de</strong> ella. Lamentablemente,<br />
no fue la única en huir <strong>de</strong>spavorida al escuchar mi alarido. <strong>El</strong> movimiento <strong>de</strong> aquel<br />
chico fue tan veloz, que me fue imposible saber por dón<strong>de</strong> se había ido.<br />
Mientras recuperaba el pulso, me reí <strong>de</strong> mí misma y <strong>de</strong> aquella escena<br />
surrealista. ¿De dón<strong>de</strong> habría salido aquel chico? Estábamos muy alejados <strong>de</strong>l<br />
pueblo, así que imaginé que tendría algún tipo <strong>de</strong> vehículo al otro lado <strong>de</strong>l río.<br />
Concentrada <strong>de</strong> nuevo en mi misión, <strong>de</strong>cidí a<strong>de</strong>ntrarme un poco más en el<br />
<strong>bosque</strong> y abandonar el sen<strong>de</strong>ro durante unos metros. Todavía no había ni una sola<br />
frambuesa en mi cesta y no estaba dispuesta a volver a la Dehesa sin <strong>los</strong> <strong>de</strong>beres<br />
hechos.<br />
Después <strong>de</strong> media hora más <strong>de</strong> camino, el sol empezó a taparse con un gran<br />
nubarrón. No pasaron ni cinco minutos antes <strong>de</strong> que chispeara. Pensé que pronto<br />
pararía, así que me calé bien la capucha sobre la cabeza y seguí monte arriba.<br />
Libros<strong>de</strong>lcielopersonal.blogspot.com