Opción ahora usted tiene una opción. Puede iniciar el ~ que lo lleve a entender que a usted loforzaron al proceso equívocamente a crecer demasiado pronto, que le robar por su derecho a serniño. Puede trabajar para darse cuenta de cuál es la parte de su energía vital que ha ido por eldesagüe de una responsabilidad mal se ha ida, y para aceptar que es así. Cuando dé este preatribuye se encontrará con una nueva reserva de energía.«¿Por qué no pueden dejarme vivir mi propia vidaLOS CONTROLADORESEscuchemos ahora una conversación imaginaria entre un hijo adulto y uno de sus progenitorescontroladores. Puedo garantizar a mis lectores que esta conversación jamás se produciría, perosi estas dos personas fueran capaces de expresar sinceramente sus sentimientos ocultos en lomás hondo, podrían decir lo siguiente:HIJO ADULTO: ¿Por qué actuáis de esa manera? ¿Por qué todo lo que hago está mal? ¿Por quéno podéis tratarme como a un adulto? ¿Qué le importa a papá si yo no estudio medicina? ¿Quéte importa a ti con quién me caso? ¿Cuándo vais a dejarme en paz? ¿Por qué actuáis como sicada decisión que yo tomo por mi propia cuenta fuera un ataque contra vosotros?MADRE CONTROLADORA: Es indescriptible el dolor que siento cuando te apartas de mí.Necesito que me necesites. No puedo soportar la idea de perderte. Tú eres mi vida entera. Meaterra que vayas a cometer errores espantosos. Ver que te haces daño me destrozaría. Prefieromorirme a sentir que soy un fracaso como madre.«Es POR TU PROPIO BIEN»La palabra «control» no encierra necesariamente un sentido negativo. Si una madre vigila al niñoque hace pinitos en vez de dejarlo salir solo a la calle, nodecimos que es controladora; la llamamos prudente. Está ejerciendo un control acorde con larealidad, motivado por la necesidad que tiene su hijo de que lo protejan y lo guíen. .Un control adecuado se convierte en excesivo cuando la madre sigue vigilando a su hijo diezaños después, mucho después de que el niño es capaz de atravesar la calle solo.Los niños a quienes no se estimula a hacer, a explorar, a dominar y a arriesgarse al fracasosuelen sentirse desvalidos y fuera de lugar. Sobre controlados por padres angustiados ytemerosos, es frecuente que estos niños se vuelvan a su vez angustiados y temerosos. Estodificulta su maduración. A su paso por la adolescencia y a la edad adulta, muchos de ellos nosuperan jamás la necesidad de seguir contando con la orientación y el control de los padres.Como resultado de ello, éstos siguen invadiéndolos y manipulándolos, y con frecuencia dominantoda su vida.El miedo de que ya no los necesiten motiva a muchos padres controladores para que perpetúenen sus hijos este sentimiento de impotencia. Son padres que tienen un miedo enfermizo al«síndrome del nido vacío», el inevitable sentimiento de pérdida que acomete a todos los padrescuando finalmente sus hijos se van de casa. Es tan grande la parte de su identidad que el padreo madre controlador tiene puesta en el rol parental, que cuando el hijo se independiza se sientetraicionado y abandonado.Lo que hace tan insidioso a un padre o madre controlador es que la dominación vienegeneralmente disfrazada de preocupación. Frases como «Te lo digo por tu bien» o «Esto lo hagosólo por ti», lo mismo que «... sólo porque te quiero tanto...» significan todas lo mismo: «Si tehago esto es porque tengo tanto miedo de perderte que estoy dispuesto a hacer de ti undesdichado».EL CONTROL DIRECTOEl control directo no es ninguna fantasía. Es algo abierto y tangible, que se ejercita a cieloabierto. «Haz lo que te digo o jamás volveré a hablarte»; «Haz lo que te digo o te cortaré laprovisión de dinero»; «Si no haces lo que te digo ya no serás miembro de nuestra familia»; «Si teopones a mis deseos me dará un ataque al corazón». En todo esto no hay ninguna sutileza.24 De 147
Por lo común, el control directo lleva implícita una intimidación, y con frecuencia es humillante.Los sentimientos y las necesidades de uno deben subordinarse a los de sus padres. Entonces seve arrastrado a un pozo sin fondo de intimidaciones y ultimátum. Su opinión no tiene valoralguno; de sus necesidades y deseos nadie hace ningún caso. El desequilibrio de poder estremendo.Michael, un ejecutivo publicitario de treinta y seis años, de rostro dulce y lleno de encanto, es unbuen ejemplo de lo que digo. Vino a verme porque al cabo de seis años, su matrimonio con unamujer a quien amaba profundamente amenazaba con desmoronarse como resultado de lacontinua pugna entre su mujer y sus padres.Los verdaderos problemas no se iniciaron hasta que me mudé a California. Creo que mi madrepensó que sería por un tiempo, pero cuando le dije que me había enamorado y proyectabacasarme, se dio cuenta de que quería asentarme aquí. Fue entonces cuando empezó realmentea ejercer presión para que yo regresara.Cuando le pedí que me aclarara lo de la «presión », Michael me dijo: El peor incidente se produjoun año después de la boda. Estábamos planeando ir a Boston para la fiesta de aniversario demis padres, cuando mi mujer cayó con una gripe terrible. Estaba realmente mal. Como yo noquería dejarla sola, llamé a mi madre para cancelar el viaje. Pues bien; para empezar, estalla enlágrimas y luego me dice: «Si no vienes para nuestro aniversario, me moriré». Entonces cedí yme fui a Boston. Llegué la mañana de la fiesta, pero tan pronto como descendí del avión ya medijeron que debía quedarme toda la semana. No accedí ni me negué, pero a la mañana siguienteme fui. Un día después me llama mi padre: «Estás matando a tu madre. Se pasó toda la nochellorando. Tengo miedo de que le dé un ataque». ¿Qué demonios quieren que haga? ¿Qué medivorcie de mi mujer, me vuelva a Boston y regrese a mi habitación de soltero?Desde casi cinco mil kilómetros de distancia, los padres de Michael podían manejarlo como a untítere. Le pregunté si sus padres habían llegado alguna vez a aceptar a su mujer, y Michelenrojeció visiblemente de furia.¡Qué va! Cuando llaman, jamás preguntan cómo está. La verdad es que ni siquiera la mencionan.Es como si fingieran que no existe.Le pregunté si alguna vez había confrontado a sus padres con el problema y me contestó,incómodo: Ojalá lo hubiera hecho. Cada vez que mis padres se ensañaban con ella, yo esperabaque ella se aguantara, y si se quejaba, le pedía que fuera comprensiva. Por Dios, ¡qué idiota fui!Mis padres humillan a mi mujer y yo dejo que le hagan daño.El delito de Michael era haberse independizado. La reacción de sus padres había sidodesesperarse y defenderse con las tácticas que mejor conocían: la retirada del amor y lapredicción de catástrofes.Como la mayoría de los padres controladores, los de Michael eran gente de un egoísmoincreíble. Se sentían amenazados por la felicidad de su hijo, en vez de ver en ella una validaciónde sus propias capacidades parentales. Para ellos, los intereses de Michael no significaban nada.En su opinión, su hijo no se había mudado a California porque le ofrecían una buena oportunidadprofesional, sino para castigarlos. No se había casado por amor, sino para hacerles un desaire.Tampoco su mujer había enfermado por la acción de un virus, sino para defraudarlos.Los padres de Michael estaban continuamente obligándolo a escoger entre ellos y su mujer, ycada opción la convertían en un «todo o nada». Con padres tan directamente controladores, nohay un terreno intermedio. Si el hijo adulto intenta obtener algún control sobre su propia vida, elprecio es la culpa, la rabia frustrada y un profundo sentimiento de deslealtad.Cuando vino por primera vez a verme, Michael creía que el problema principal era su matrimonio,pero no tardó mucho en darse cuenta de que el matrimonio no era más que una víctima de lalucha por el control que se había iniciado cuando el se alejó del hogar de sus padres.El matrimonio de un hijo puede parecer sumamente amenazador cuando los padres soncontroladores, porque ven al cónyuge como un competidor en el afecto de su hijo. Esto conduce25 De 147
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Quería escribirle para agradecerle
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prueba. Él ha dejado de intimidarl
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