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Entre la música y la actuación:
Una vida en el arte
Mex Urtizberea (1960. Una hija. Violeta) disciplinó su
vida entre la música y la actuación, en las dos dejó
marcas. Hijo del periodista Raúl Urtizberea (1928-2010)
compartió infancia junto a seis hermanos en San Isidro
(provincia de Buenos Aires) y quizá allí, en el paisaje de
campo bonaerense de ese entonces, fue creciendo
esa serenidad que le es propia y con la que se larga a
contarnos una historia de búsquedas y hallazgos.
ENTREVISTA A
MEX URTIZBEREA
Me crié en San Isidro, las famosas lomas
de San Isidro, en una época donde había
sólo dos ó tres casas. Campo. Nosotros
vivíamos muy cerca de lo que era el Jockey
Club y en esa época, 50 y pico, Perón
decide hacer todo un barrio obrero allí,
frente al Jockey, el famoso Jockey Club;
lo que provocó un gran escándalo en la
sociedad “sanisidrense” de la época pero
los terrenos se empezaron a lotear a dos
mangos y mi viejo se compró un lote y
levantó la casa y encima le puso nombre:
Casa Blanca, tal su color. Después cae
Perón y todo aquel sueño popular queda
en nada y se transforma en un barrio
residencial, donde mi casa estilo hippie
no encuadraba de ningún modo con el
estilo americano impuesto en la zona.
Ahí me crié, ahí viví hasta los 24 años.
Tu papá fue un reconocido periodista,
“El abogado del diablo”,
y además uno de los primeros
periodistas televisivos…
Sí, claro. Me gustaba y me inquietaba que
lo reconocieran en la calle, me parecía una
cosa rara, de pibe estaba siempre atento
por ver quién lo reconocía. El además era
crítico de teatro en el diario La Prensa y en
ese ámbito conoce a Julieta Balbe, con
quien termina armando un teatro en la
Casa Blanca, mi casa. Es decir, traíamos
el teatro al barrio…Ulises Dumont, Federico
Luppi y otros tantos brillaron en ese
tablado improvisado de San Isidro junto a
mi padre. De él heredé una cosa de mucho
amor por lo que se hace, de mucho
respeto y también aprendí a entablar esa
lucha contra el prejuicio que todavía hay
que andar rompiendo. Pero a mí me salvaron
la música y los Vitale (se refiere al
grupo musical MIA – Músicos Independientes
Asociados), ellos vivían en Villa
Adelina y en el ’76…
Aquí Mex sirve café en la cocina de
vidrios de colores de su casa porteña
y cambia de postura y la charla
se aligera de pasados lejanos y va
precisando datos y necesidades.
…empiezo a tomar clases de música con
“Donvi”, el padre de Lito Vitale y además
Lito me enseñaba batería, con un año menos
que yo.
A los seis años ya mis padres me habían
regalado una mini batería, compuesta
por un redoblante y un “hi-hat” y rompía
las guindas de lo lindo. Después di clases
de batería en Casa Blanca; bien recuerdo
a mi madre, tejiendo y con una paciencia
enorme escuchando todo el día todo ese
sonido. Siempre tuve cariño y apoyo de
mis padres, pero ideológicamente yo estaba
en otro lugar. Entonces mi mundo fue
el mundo de MIA, una suerte haber caído
ahí. Eso me rompía la cabeza y yo quería
eso: rock sinfónico. Empecé mis giras junto
al grupo como plomo y después como
corito y después un poco de saxofón y
después fui músico estable. Vivía con ellos.
La cocina da a un living con algún
quebracho humeando y en el medio
una batería y dos guitarras y
un cuatro.
¿Cuál ha sido tu instrumento
favorito a través de los años?
Ahora estoy muy copado con el cuatro,
pero de todos ellos el que siempre perduró
fue el piano; al saxo lo toqué mucho
tiempo y terminó aburriéndome; nunca
más lo abrí.
¿Y la actuación, cómo llega,
cómo se dio ese proceso?
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