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ENTREVISTA
Siempre me gustó actuar, supongo que
vendrá de familia, como mi papá o mi hermano
Gonzalo, y cuando tocábamos en
vivo aprovechaba. Tuve una banda, año
’91-’92, con Nono Belvis: “La Sonora del
Plata”, y nos presentamos un par de veces
en el legendario Parakultural de San Telmo;
ahí conocí a Omar Viola, señero hombre del
under local, y a Alfredo Casero, de quien
me hice muy amigo y terminé por ello trabajando
en el canal 2 (América), que en
esa época era dirigido artísticamente por
Roberto Cenderelli. Yo venía de dar clases
de música y de pronto mi vida volvió a cambiar
y comenzó un aprendizaje riguroso con
eso de la actuación, las letras y los guiones.
Se suceden los programas: “De la cabeza”,
“Cha-cha-cha” y los nuevos “socios”:
el mencionado Casero, Alberti, Capusotto,
Alacrán, Mariana Briski, Sandra Monteagudo,
Vivian El Jaber, Cedrón…un equipo
completo que ensayaba en mi casa de San
Telmo en el pasaje San Lorenzo, en donde
viví más de quince años. Ahí producíamos,
ensayábamos y también armábamos la escenografía
con muebles de mi casa. Después
grabábamos en un estudio tipo caja
de zapatos en Esmeralda y Paraguay. Todo
era muy artesanal y eso me gustaba y me
sigue gustando. En eso no he cambiado…
De pronto la casa comienza su actividad
diaria y la charla se mezcla
entre la visita del sodero y la señora
de la limpieza. Mex, imperturbable,
sigue sumido en su historia
mientras el sol sigue dando en la
mesa y el café se repite.
…y ese estilo creo que no ha perdido vigencia.
Por ejemplo, el pibe que escribe
actualmente los guiones de “Pura Química”
(lunes a viernes de 18 a 20 por ESPN)
tiene muchas cosas de las que hacíamos
en “Cha-cha-cha”. Yo vengo de la improvisación
absoluta, Nicolás Repetto nos
decía que nada debía durar más de cuatro
minutos. Otro botón de muestra, el tema
“Endrogada en Adrogué”, cuyo estribillo me
pertenecía, además de ser una historia real,
fue absolutamente improvisado por Casero.
Mi familia y yo éramos televidentes
fanáticos, los dos años
que duró, de Magazine For Fai
y del maléfico Orwel For Fai y
del Mario Podestá moderador
¿cómo arranca eso?
Era un programa dentro de la señal de cable
infantil “Cablín”, que se emitió en 1995
y 1996, después pasó a TyC para terminar
uno años más tarde en América. For
Fai fue un programa de absoluta improvisación.
Sus actores eran niños y niñas
de 6 a 15 años y no paramos de tirarnos
al suelo de la risa. El primer productor fue
Emilio Cartoy Díaz y allí andábamos Lucrecia
Martel, Alberto Muñoz, Pedro Saborido.
Ahí debuta como actriz mi hija Violeta.
¿Cómo te llevas con la política,
viniendo de una familia no
demasiado popular en sus inclinaciones?
Como te dije hace un rato, mis padres pensaban
de una forma y yo de otra. Salté en
Plaza Once con la mamá de Violeta, cuando
el “Bisonte” Alende cerró campaña del
Partido Intransigente. Pero insisto, los Vitale
me cambiaron la vida y a partir de allí comencé
a creer en la política.
Hace poco escuché declaraciones
tuyas donde decías, refiriéndote
a este momento de
la política argentina, que este
proyecto te enamora…
¿Por qué ocultarlo, no?
El sol de la cocina se va corriendo
hacia el jardín del fondo de
la casa de Mex y la conversación
se va personalizando.
Entre un padre famoso y una hija
famosa, en el medio estás vos...
Sí, claro. Violeta es lo más, jamás le enseñé
música ni actuación. Es su mérito. Yo estoy
en la etapa de disfrutar de lo que hice.
Tengo una sola hija, pero no me casé con la
mamá de Violeta, después sí me casé dos
veces más; con Paula, que es el personaje
de “Endrogada en Adrogué” y con Kari.
Divorciado es mi estado civil. Igual no paro.
Anduve trabajando en radio, hice un espectáculo
en el Chacarerean que se llamó “Pasión
Inútil” y ahora sale un disco “Muá”, en
referencia al beso.
¿Hoy?
Hoy sigo trabajando y comprometido políticamente
con este proyecto. En referencia
a lo primero: estoy haciendo todos los días
“Pura Química”, Sebastián Ortega me está
tentando con una tira diaria en la tele y después
está lo de “Muá”, que se presentará
en septiembre.
Mex vuelve a recordar la vida
de su padre en anécdotas domésticas
y cariñosas y, mientras
el sol desaparece del fondo
del jardín, nos vamos a la
redacción a escribir esto que
usted acaba de leer, con una
sensación de mayor libertad.
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