Psicosis en niños y adolescentes - Familianova Schola
Psicosis en niños y adolescentes - Familianova Schola
Psicosis en niños y adolescentes - Familianova Schola
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
ansiedad y el trastorno disocial. El abuso de sustancias y la depresión pued<strong>en</strong> darse<br />
conjuntam<strong>en</strong>te (Ryan y cols., 1987). Los anteced<strong>en</strong>tes de consumo de sustancias asociado<br />
a síntomas psicóticos persist<strong>en</strong>tes posibilita la comorbilidad con la esquizofr<strong>en</strong>ia.<br />
Para evaluar la posible sintomatología psicótica se dispone de varias <strong>en</strong>trevistas<br />
estructuradas (ver Asarnow, 1994; Caplan y cols., 1990). No obstante, estos instrum<strong>en</strong>tos<br />
no sustituy<strong>en</strong> la evaluación clínica minuciosa (Werry, 1996). Con adolesc<strong>en</strong>tes más<br />
mayores, los métodos desarrollados para adultos parec<strong>en</strong> funcionar razonablem<strong>en</strong>te bi<strong>en</strong>.<br />
Los tests proyectivos y otros instrum<strong>en</strong>tos de evaluación psicológica tradicionales se utilizan<br />
para diseñar el plan de tratami<strong>en</strong>to.<br />
TRATAMIENTO<br />
El tratami<strong>en</strong>to del niño o del adolesc<strong>en</strong>te con psicosis dep<strong>en</strong>derá de la naturaleza<br />
del trastorno(s) psiquiátrico(s) pres<strong>en</strong>te así como de las características del individuo, la fase<br />
de la <strong>en</strong>fermedad, y el nivel de desarrollo del niño. Suel<strong>en</strong> requerirse múltiples modalidades<br />
de tratami<strong>en</strong>to, <strong>en</strong>tre las que se incluy<strong>en</strong> la farmacoterapia, las interv<strong>en</strong>ciones educativas y<br />
familiares, y la psicoterapia de apoyo. En ocasiones se necesita un tratami<strong>en</strong>to hospitalario,<br />
sobre todo durante la fase más aguda. Reci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te se han publicado los parámetros<br />
prácticos para la evaluación y el tratami<strong>en</strong>to (McClellan y Werry, 1994) y deb<strong>en</strong> ser<br />
consultados.<br />
La información disponible sobre la esquizofr<strong>en</strong>ia (p.ej., Birmaher y cols., 1992;<br />
McClellan y Werry, 1994; Sp<strong>en</strong>cer y cols., 1992) sugiere que, al igual que <strong>en</strong> adultos, los<br />
principales tranquilizantes son efectivos durante la fase psicótica activa, sobre todo para los<br />
síntomas psicóticos "positivos". A pesar de diferir algo <strong>en</strong> sus perfiles de efectos<br />
secundarios, los principales tranquilizantes son igualm<strong>en</strong>te efectivos a dosis equival<strong>en</strong>tes<br />
que, durante la fase psicótica activa, se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran típicam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> un intervalo <strong>en</strong>tre 400 y<br />
600 mg/70 kg (equival<strong>en</strong>tes a clorpromazina). Durante la fase de mant<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>to se<br />
necesitan dosis más bajas. En <strong>niños</strong> las reacciones distónicas agudas se pres<strong>en</strong>tan con<br />
mayor frecu<strong>en</strong>cia (Werry, 1996). Es habitual el uso excesivo de medicación. Es necesario<br />
recoger todos los aspectos de los posibles efectos secundarios a corto y largo plazo <strong>en</strong> un<br />
cons<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to informado, la monitorización y la reevaluación planificada (McClellan y<br />
Werry, 1994). Es importante recordar que después de iniciar el tratami<strong>en</strong>to debe transcurrir<br />
algo de tiempo hasta observar efectos terapéuticos, y por ello no se recomi<strong>en</strong>da un cambio<br />
rápido de los ag<strong>en</strong>tes. Por desgracia, algunos paci<strong>en</strong>tes no respond<strong>en</strong> (Werry, 1996). En<br />
<strong>niños</strong> y adolesc<strong>en</strong>tes que no respond<strong>en</strong> a los ag<strong>en</strong>tes más habituales, deb<strong>en</strong> probarse los<br />
antipsicóticos "atípicos", p.ej., la clozapina y la risperidona (Frazier y cols., 1994; McClellan<br />
y Werry, 1994). Los trastornos comórbidos, p.ej., la depresión, deb<strong>en</strong> t<strong>en</strong>erse <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta<br />
también <strong>en</strong> la farmacoterapia. Normalm<strong>en</strong>te, el uso de estimulantes está contraindicado<br />
dada su capacidad de inducir síntomas psicóticos.<br />
Los programas de interv<strong>en</strong>ción familiar ayudan a reducir las tasas de recidivas, y<br />
también están indicadas otras interv<strong>en</strong>ciones como la psicoterapia de apoyo, las<br />
interv<strong>en</strong>ciones educativas y el <strong>en</strong>tr<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to <strong>en</strong> habilidades sociales (McClellan y Werry,<br />
1994). Es decisivo que el programa de tratami<strong>en</strong>to esté bi<strong>en</strong> integrado y sea flexible.