27.10.2015 Views

La triste historia de la doctora Amelia y otros relatos

uBAFKi

uBAFKi

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Re<strong>la</strong>tos Increíbles<br />

Escupió todo el restante que tenía en <strong>la</strong> boca, <strong>de</strong>spués se <strong>la</strong> enjuagó y se <strong>la</strong>vó una cara llena<br />

<strong>de</strong> arañazos costrosos.<br />

—Qué asco, mierda... ¿cómo voy a explicar esta cagada?<br />

Su cabeza comenzó a funcionar como un carrusel pensando en <strong>la</strong>s posibles ac<strong>la</strong>raciones<br />

lógicas para el maltratado estado <strong>de</strong> su rostro, pero no pudo pensar en más <strong>de</strong> dos <strong>de</strong> estas, pues el<br />

ejercicio mental le produjo mareos y <strong>la</strong> vista se le nubló.<br />

Quería dormir.<br />

Se sentía enfermo.<br />

Salió <strong>de</strong>l baño y fue a <strong>la</strong> sa<strong>la</strong>, sosteniéndose en <strong>la</strong>s pare<strong>de</strong>s, en <strong>la</strong>s mesas, en los estantes, en<br />

los sillones, en todo menos en sus piernas. Se sentó en un sofá.<br />

“¿Qué hay... que... ha...?”.<br />

Imposible razonar con c<strong>la</strong>ridad. El ambiente era nebuloso, oscuro, difuso, y le invitaba a un<br />

sueño profundo y embriagador, digno <strong>de</strong>l Gran Matador <strong>de</strong> Brujas en el cual se había convertido.<br />

Quiere dormir.<br />

—No, no, tengo... tengo que acabar...<br />

El sueño es irresistible, inevitable. Demasiada tensión, <strong>de</strong>masiada emoción y <strong>de</strong>masiado<br />

licor <strong>de</strong> golpe, sobre todo.<br />

Quiere dormir.<br />

“No, tengo... tengo que...”.<br />

Mente en b<strong>la</strong>nco. Párpados pesados. Ojos <strong>de</strong>spidiéndose <strong>de</strong> su función visual. Flota en el<br />

aire. No es dueño <strong>de</strong> su cuerpo. Una suave brisa lo tras<strong>la</strong>da por confines infinitos, conocidos y<br />

<strong>de</strong>sconocidos al mismo tiempo, en medio <strong>de</strong> esa bril<strong>la</strong>nte y sensual oscuridad propia <strong>de</strong>l olvido<br />

alcohólico. Es algo muy <strong>de</strong>licioso, <strong>de</strong>masiado agradable para <strong>de</strong>jarlo atrás.<br />

“Hay que... que terminar...”.<br />

<strong>La</strong> irresponsable dulzura <strong>de</strong> <strong>la</strong> preinconsciencia no le permite actuar. Dormir, <strong>de</strong>scansar,<br />

re<strong>la</strong>jarse, insensibilizarse, olvidarse, mas...<br />

Un ruido...<br />

¡Un ruido que viene <strong>de</strong>l segundo piso!<br />

Se pone rígido. No más encanto, no más ilusión. Sus funciones <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa primigenias,<br />

venidas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> quién sabe qué anónima criatura <strong>de</strong> <strong>la</strong> pre<strong>historia</strong>, le or<strong>de</strong>nan activar todos los mecanismos<br />

necesarios para sobrevivir: ponerse en alerta inmediatamente, los músculos tensos, un flujo<br />

mayor <strong>de</strong> adrenalina, oídos prestos, ojos bien abiertos... <strong>la</strong> mirada <strong>de</strong> terror y espanto.<br />

¡Otro ruido!<br />

“Dios mío, no...”.<br />

Esta vez el ruido es más fuerte.<br />

—Dios...<br />

Con suma lentitud se vuelve hacia <strong>la</strong>s escaleras. Despacio, <strong>de</strong>spacito. El<strong>la</strong> no tiene que<br />

saber que ha bajado, pues si no todo habrá sido en vano. Miedo. Su cuerpo empieza a temb<strong>la</strong>r y el<br />

sudor frío comienza a manar <strong>de</strong> los orificios que pulu<strong>la</strong>n en toda su epi<strong>de</strong>rmis. Pánico. Eso es lo que<br />

siente. ¿Quién en su sano juicio hubiese siquiera atisbado, aunque fuera ociosamente, el tener que<br />

enfrentarse a un muerto y que, por lo tanto, al intentar matarlo <strong>de</strong> nuevo tal acción hubiera resultado<br />

infructuosa por cuanto a un muerto no se le pue<strong>de</strong> matar, puesto que muerto está? No, no pasa, “no<br />

pasa nada...”. Con movimientos gobernados por <strong>la</strong> rigi<strong>de</strong>z y al mismo tiempo temb<strong>la</strong>ndo (curiosa<br />

combinación) se pone en pie, <strong>de</strong> cara a <strong>la</strong>s escaleras. Tiene que ver. <strong>La</strong> tembloría es <strong>de</strong>mencial.<br />

Tiene que ver...<br />

—¡¡¡HIJO!!!<br />

Trona el<strong>la</strong> <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> él.<br />

No pue<strong>de</strong> gritar por el horror que le produce el ver a esa nauseabunda criatura, grotesca,<br />

infernal, con una masa rojiza y palpitante encima <strong>de</strong> <strong>la</strong> boca <strong>de</strong> <strong>la</strong> cual escapa una gigantesca lengua<br />

sangrienta, el cerebro <strong>de</strong>rramándose por lo que quedaba <strong>de</strong>l rostro, <strong>la</strong>s tripas saliéndose <strong>de</strong>l agujero<br />

en <strong>la</strong> panza, bai<strong>la</strong>ndo frenéticamente al tiempo que el<strong>la</strong>-eso se le aba<strong>la</strong>nza. Pues se le aba<strong>la</strong>nza, se<br />

le va encima con un hacha entre <strong>la</strong>s manos, hacha que él, dada <strong>la</strong> parálisis que sufre a causa <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

tremenda impresión, no pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>tener y que, así lo compren<strong>de</strong>, le parte <strong>la</strong> cabeza en dos mientras<br />

acusa un dolor in<strong>de</strong>scriptible. Pero el hacha no se <strong>de</strong>tiene. Una fuerza incomprensible hace posible<br />

que esta se <strong>de</strong>slice cual cuchillo en mantequil<strong>la</strong> por todo su cuerpo atravesándolo con perfección<br />

∞ 16 ∞

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!