CICLISMOMASTER2

PA N O R A M A
LA RELATIVIDAD DEL ARTE
Si le preguntas a 100 personas al
azar, si consideran que Platero, de
Juan Ramón ‘G’iménez, La canción
del Pirata de Espronceda, Le quattro
stagioni de Vivaldi, o La ronda de
noche, de Rembrandt son obras de
arte, probablemente el 90% de ellas,
que son 90, te digan sí. Si luego le
preguntas si han leído, escuchado o
visto tales obras, menos del 30%, 30,
te dirán que sí. ¿Por qué es arte
entonces? ¿Solo por la bola de nieve
de que su fama haya aumentado con
el crecimiento del número de
personas que así lo consideran? Por
mucha calidad que tengan, ¿Por qué
son obras de arte?
El arte, al fin y al cabo, es la
capacidad de hacer deslumbrar
sentimientos a partir de obras
gráficas, auditivas, literarias,
visuales… No se trata de que el autor
sea artista y por ende la obra arte,
sino de que la obra es arte, y por
ello, el autor artista. En todo caso, ni
el género de la obra, ni el autor que
la firma, hacen arte a una obra, si no
la capacidad de ésta de levantar
sentimientos.
Cuando vivía en Cartaya, localidad
fresera y en la que había una
discoteca Penélope que cerró, tenía
una amiga, de nombre Pilar Lara,
que era una artista. Pintora. Pero por
sus obras. No eran de extrema
calidad, o mejor dicho yo no
disponía de conocimientos
suficientes para evaluarlas en ese
sentido. Tampoco eran originales, ni
aportaban nada nuevo. Como artista
onubense, pintaba los tres
escenarios que todo choquero pinta:
Botes varados en la orilla o
atracados, con el mar de fondo, el
Muelle del Tinto, y sus playas, sea
con las planas y salpicadas de chalés
al estilo Punta Umbría, o con la zona
de cabezos de Mazagón a
Matalascañas. Algunos, muy de vez
en cuando, se atreven con los
cabezos, la Plaza de Toros de la
Merced, el faro del Rompido o la
ermita del Rocío y poco más.
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