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De caminos y autopistas

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xvi | <strong>De</strong> <strong>caminos</strong> y <strong>autopistas</strong>. Historia de la infraestructura vial en Antioquia<br />

“Arrastrada por cuatro mulas, las que se reponían cada dos leguas; estaba<br />

montada sobre cuatro gruesas ruedas de madera guarnecida con<br />

hierro de una por tres y media pulgadas; forrada por dentro y por fuera<br />

de vaqueta sin pintar y en lugar de resortes tenía una correas dobles<br />

que le daban un movimiento de columpio; los equipajes los llevaban<br />

en la parte de atrás en un espacio en forma de maleta. Tenía también la<br />

diligencia un segundo piso, cuyos asientos eran protegidos por barandas;<br />

se le llamaba «el Imperial» y los pasajeros que preferían dicho sitio<br />

estaba expuestos al sol y a la lluvia…”.<br />

Pero definitivamente era el ferrocarril el medio que se imponía. Un<br />

grupo de empresarios, encabezados por don Alejandro Ángel, promovió<br />

y obtuvo, en 1907, la concesión para construir una línea férrea que<br />

uniese a Medellín con el río Cauca para conectar con posterioridad<br />

con el ferrocarril del Pacífico. La construcción se inició el 2 de julio<br />

de 1909 y de esta quedan como testimonio las imponentes fotografías<br />

de Melitón Rodríguez y Benjamín de la Calle, que muestran los impresionantes<br />

cortes a la montaña, los inmensos viaductos que se erigen<br />

sobre los abismos y los túneles que atraviesan las montañas. Según<br />

describe Alberto Pardo Pardo en su Geografía económica y humana<br />

de Colombia, la firma norteamericana Wiston Bros, encargada de la<br />

construcción de la segunda etapa de este ferrocarril, introdujo mejoras<br />

sustanciales en la construcción de obras civiles en Colombia.<br />

El paso de “La Quiebra” seguía siendo el impedimento para unir definitivamente<br />

a la capital del departamento con el río Magdalena. Un<br />

testimonio del gerente del ferrocarril de Amagá, Camilo C. Restrepo,<br />

ilustra lo que significaba, todavía en 1910, la falta de conexión entre el<br />

río y la ciudad. En ese año llegó la caldera para la primera locomotora<br />

ensamblada en Medellín. Pesaba dos toneladas y medía 4,60 metros de<br />

longitud. Este es el relato: “<strong>De</strong> Puerto Berrío a Cisneros, estación terminal<br />

entonces, fue transportada por el ferrocarril de Antioquia, y de<br />

Cisneros a Medellín por cuenta del señor Aguirre, en carretilla especial<br />

despachada de Estados Unidos. En abril de 1910 salió de Cisneros la<br />

caldera y llegó a Medellín en noviembre del mismo año. Es decir, siete<br />

meses por la montaña entre Cisneros y Medellín (88 kilómetros) habiéndose<br />

gastado seis horas de Puerto Berrío a Cisneros, por los rieles<br />

del ferrocarril, para el recorrido de 106 kilómetros”.<br />

<strong>De</strong> manera que la solución era construir un túnel que atravesara el obstáculo<br />

de “La Quiebra” y fue planteada por Alejandro López en 1899,<br />

en su tesis de grado para optar al título de ingeniero civil en el Colegio<br />

de Zea. Hubo que esperar casi un cuarto de siglo para el inicio del<br />

proyecto, que fue encomendado a la firma canadiense Frasser, Bacer<br />

& Co. El día que llegó a Medellín la noticia de que los dos frentes, el<br />

de Santiago y el de Limón, se habían encontrado, las campanas de las<br />

iglesias saltaron al vuelo y las gentes salieron eufóricas a las calles. Por

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