Hydrology and water management in the humid tropics: proceedings ...

Second International Colloquium on
Hydrology and Water Management in the Humid Tropics
En el marco de estas iniciativas, se estableció aquí, en 1992 el Centro del Agua del
Trópico Húmedo para América Latina y el Caribe (CATHALAC), bajo los auspicios de la
UNESCO y con el apoyo del gobierno panameño. Como ustedes saben, hay centros análogos
en Asia y África.
Debo señalar además que el sistema de las Naciones Unidas había manifestado
desde mucho antes su preocupación por lograr que la sociedad moderna gestione de modo
racional los recursos naturales del planeta. En lo que respecta al agua, esta línea de
pensamiento, orientada a la acción ecológica, alcanzó una de sus cumbres en la Conferencia
sobre el Medio Ambiente Humano, celebrada en Estocolmo en 1972.
Las conclusiones y recomendaciones de esta reunión se vieron refrendadas
posteriormente en diversos foros, como la Conferencia sobre el Agua y el Medio Ambiente,
efectuada en Dublín (1992), la Conferencia de Río de Janeiro sobre Medio Ambiente y
Desarrollo del mismo año, la Conferencia Ministerial sobre Agua Potable y Saneamiento
Ambiental, que se llevó a cabo en Noordwijk, Holanda (1994) y el Primer Foro Mundial del
Agua, celebrado en Marruecos, en 1997.
Los principios relativos al aprovechamiento del agua, que estableció la Conferencia
de Dublín, constituyen ahora un componente fundamental de la estrategia que la UNESCO
propugna para la formulación de las políticas hidrológicas. Estos principios ponen de relieve
la limitada disponibilidad y la gran vulnerabilidad de este recurso, su carácter de bien
económico, la necesidad de adoptar procedimientos de participación en su gestión y
aprovechamiento, así como el papel central que desempeña la mujer en todo lo relativo a su
uso y administración a escala global.
En fecha reciente, la ONU, con la activa participación de la UNESCO, publicó una
“Evaluación amplia de los recursos de agua dulce del mundo”. Este estudio resume el estado
de los conocimientos sobre el tema y analiza las implicaciones de la situación. Una de las
conclusiones del documento es que “el pronóstico es sombrío, pero la crisis no es inevitable”.
Debo añadir que es nuestro insoslayable deber impedir esta crisis, asegurando así el bienestar
de las generaciones venideras.
Señoras y señores:
El agua, ya sea dulce o del mar, es un recurso absolutamente fundamental. Esta verdad es
obvia y sería superfluo recordarla, si no fuera porque en nuestros países la mayoría de la
población sigue comportándose como si las reservas acuíferas del planeta fueran ilimitadas y
su uso irresponsable no entrañase un grave peligro para el porvenir de la civilización. Sólo
cuando saltan a la primera plana de los periódicos las situaciones extremas -como la sequía
del Sahel, la cuasi desaparición del Mar de Aral o las inundaciones provocadas por el ciclón
Mitch en América Central- caemos en la cuenta de que no sólo ese elemento, indispensable
para la supervivencia de la vida, está también amenazado por diversas tendencias
económicas y sociales que ensombrecen el futuro, sino que hay muchísimos seres humanos
que aún no pueden disfrutar de algo tan simple como el agua corriente. El último Informe
sobre el Desarrollo Humano de las Naciones Unidas señala que todavía hay más de 1.000
millones de personas que carecen de acceso al agua potable. Es fácil imaginar cuánto
empeoran las condiciones sanitarias y cómo se dificulta la vida cotidiana -sobre todo para las
mujeres- con estas privaciones.
Estoy convencido de que el tiempo y el esfuerzo que millones de niñas y mujeres
tienen que dedicar cada día a buscar agua para las familias influyen muy negativamente en
sus posibilidades de obtener una educación adecuada. La escasez de agua se transforma así
en un freno al desarrollo -educativo, sanitario, social e incluso físico-, que impide a estas
personas alcanzar la plenitud de su potencial individual y de la dignidad humana.
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