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Descargar - Biblioteca Virtual Universal

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Jesucristo... Pero usted tomará algo. Gloria, haz preparar una buena<br />

colación para este caballero. Ya comprenderás que no debe tomar cosas<br />

pesadas.<br />

-137-<br />

- XX -<br />

El santo proyecto de Su Ilustrísima<br />

El sol apareció seis veces por encima del gallardo pico de Monteluz, junto<br />

al mar; y seis veces se hundió tras la cotera de D.ª Fronilde, vistiendo<br />

de púrpura las montañas, y en la casa de Lantigua no ocurría nada<br />

aparentemente digno de ser contado. Únicamente ocuparon los ociosos ratos<br />

fervientes elogios de la acción heroica de D. Silvestre, comentándola<br />

quier por el lado humano, quier por el divino, y poniéndola todos en las<br />

mismas nubes como en realidad merecía; resultado portentoso, al decir de<br />

D. Ángel, de la fe cristiana y de la hercúlea constitución física que el<br />

gran Romero debía a la bondad de Dios.<br />

La noticia corrió por toda la provincia, que tiene el honor sumo de<br />

sustentar en su risueño suelo a la excelsa Ficóbriga, y llegó hasta<br />

Madrid, -138- llevando camino de pasar después a Londres como en<br />

efecto pasó.<br />

Orgullosísimo estaba D. Silvestre, y aquellos días tenía una cara como el<br />

sol resplandeciente, y sin cesar repetían sus labios el trance sublime,<br />

pintando la furia del borrascoso mar en términos tan vivos, que los<br />

oyentes creían verlo. Daniel Morton gustaba más que ninguno de oír contar<br />

al Sr. Romero la historia toda del naufragio y salvamento milagroso, y no<br />

sabía de qué manera mostrarle su agradecimiento, pues no bastaban las<br />

manifestaciones de una amistad profunda que debía durar tanto como la<br />

vida.<br />

El extranjero sacado de en medio de las aguas no había podido aún dejar el<br />

cuarto que se le destinó; pero recibía frecuentes visitas de todos los<br />

habitantes de la casa, que le trataban con muchísimo agasajo y cariño. Él<br />

por su parte merecía bien tantas atenciones, porque era de lo que no hay<br />

en punto a caballerosidad y cortesía. Bien pronto conoció D. Juan que<br />

había dado albergue a una persona muy distinguida y bien nacida, de trato<br />

muy afable y en extremo grato a todos, de carácter noble y recto,<br />

delicadísima y adornada con instrucción tan vasta, que en casa de Lantigua<br />

todos estaban atónitos.<br />

-139-<br />

-¡Cómo se conoce que es un cumplido caballero! -dijo D. Juan a su hermano<br />

cuando los dos, juntamente con el doctor Sedeño, tomaban chocolate,<br />

después de volver de la Abadía, donde el prelado decía misa diariamente.<br />

-Es verdad. Me agrada en extremo -dijo el obispo-. ¡Lástima que sea<br />

protestante!<br />

-¿Y lo será?

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