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24<br />
cecilia ferreiroa<br />
En el asiento de al lado se sentó una mujer. Me preguntó si estaba ocupado<br />
y después se dejó caer pesadamente. Casi se tiró en el asiento. Me<br />
sonrió y me dijo que nos esperaba un viaje largo. Me di cuenta que buscaba<br />
entablar una conversación y le dije que no era tan largo, que siempre<br />
pasa más rápido de lo que uno piensa. Buscaba disuadirla pero eso<br />
produjo el efecto contrario. Me preguntó si tenía hijos. Le dije que no.<br />
Bajó la vista y después me contó que ella tenía dos. Un hijo y una hija.<br />
Me dijo que su hija tenía mucho carácter, mucha personalidad. Por su<br />
tono de voz parecía tener la parte mala de la personalidad, el mal humor<br />
pero no la sonrisa, el empacamiento pero no el reconocimiento.<br />
Me dijo que era muy testaruda, que buscaba obtener siempre lo que<br />
quería. Su hijo, en cambio, era una dulzura. No traía tantos problemas.<br />
La hija estaba muy enojada con ella por una remera. Le había dicho que<br />
había perdido la remera del colegio. Pero ella sabía que no era verdad.<br />
Movió la cabeza para los lados y se quedó moviéndola un rato. Después,<br />
bajando la voz, me dijo que ella sabía que lo había hecho a propósito,<br />
que la había perdido a propósito. No me imaginaba cómo alguien podía<br />
perder algo a propósito. El problema era que la remera era bastante<br />
suelta. Pero no era suelta, me aclaró, era su talle, lo que pasaba<br />
es que su hija quería usarla muy ajustada al cuerpo. Y mi<br />
hija tiene, dijo, y puso las manos delante de sus pechos. No<br />
pude evitar mirarla a ella y sus pechos enormes. La hija tenía<br />
a quién salir. En seguida me contó que todas las compañeritas<br />
de la escuela iban igual, mostrando el cuerpo, con ropas dos<br />
talles más chica. Por lo visto era una cuestión generacional.<br />
La nena estaba desesperada por que la madre le comprara la<br />
remera para ir a la escuela, pero ella se resistía a comprarle el<br />
talle que la hija le pedía. En un momento sacó de su cartera un<br />
papelito y me lo dio. Lo leí:<br />
Mamá, acordate de la remera, la necesito URGENTE!<br />
Talle 12 (doce), color azul marino.<br />
Te amo<br />
Cuando terminé de leer me dijo: para esas cosas me<br />
ama. Y sonrió. Me quedé pensando en el cuidado con<br />
el que había puesto el número del talle, como si su<br />
madre fuera tarada. Le devolví el papel. Se veía que<br />
su hija cuando quería algo luchaba hasta conseguirlo.<br />
El problema es que es muy parecida a mí, me dijo. Yo<br />
soy igual. En cambio, Líam no se parece en nada a mí,<br />
por suerte tampoco se parece a su padre. Largó una<br />
carcajada suave. A veces el parecido era un problema en las<br />
relaciones. Algo así me había pasado una vez. Tenía una<br />
amiga que era muy parecida a mí. El problema es que