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árbol genealógico monofiletigo del reino vegetal. - Ateneo de Madrid

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REVISTA EHROpE^.—-26 DE ENERO DE 1879. NÚM. 257."<br />

cial. Añadid la costumbre que no solo fortifica<br />

los instintos sociales, sino que trasforma, por<br />

<strong>de</strong>cirlo asi, en móviles instintivos las prescripciones,<br />

aun las más arbitrarias, <strong>de</strong> la opinión<br />

pública, y tendréis, según Darwin, todos los<br />

elementos que, por su operación simultánea ó<br />

sucesiva, explican la génesis en el hombre <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

sentido moral.<br />

El sentido moral tiene, pues, su raíz en los<br />

setimiemos sociales; éstos no son privilegio<br />

exclusivo <strong>de</strong> nuestra especie. La sociabilidad,<br />

don<strong>de</strong> quiera que existe, implica alguna moralidad<br />

rudimentaria. Por consecuencia, las<br />

condiciones esenciales <strong>de</strong> la moralidad se encuentran<br />

en ciertas partes al monos <strong><strong>de</strong>l</strong> <strong>reino</strong><br />

animal. Es muy cierto que el lenguaje <strong>de</strong>sempeña<br />

un grau papel en la evolución que <strong>de</strong><br />

los sentimientos sociales hace salir el sentido<br />

moral; y hasta en el caso en que el análisis<br />

prece<strong>de</strong>nte fuera exacto, la facultad <strong><strong>de</strong>l</strong> lenguaje<br />

podría siempre marcar un límite infranqueable<br />

entre el hombre y la bestia; pero ante<br />

este último obstáculo, el trasformismo no se<br />

confesará vencido: tratará <strong>de</strong> sorpren<strong>de</strong>r también<br />

en la animalidad los orígenes <strong>de</strong> la palabra<br />

humana, y s*e alabará entonces <strong>de</strong> haber<br />

establecido su tesis por completo.<br />

II.<br />

Señaladas, según Darwin, las diferentes<br />

fases por que ha <strong>de</strong>bido pasar la evolución <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

sentido moral <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la animalidad hasta el<br />

hombre, queda por justificar esas consi<strong>de</strong>raciones<br />

teóricas con el testimonio <strong>de</strong> los hechos.<br />

No hay que probar que ciertas especies<br />

viven en grupos; nadie piensa en negarlo.<br />

Pero entre esos animales ¿implica la sociedad<br />

realmente simpatía? Basta, para convencerse<br />

<strong>de</strong> ello, observar cuan <strong>de</strong>sgraciados son los<br />

perros, los carneros, etc., cuando se los separa<br />

<strong>de</strong> sus compañeros, y qué alegría manifiestan<br />

cuando se les reúne. Esta simpatía no es<br />

inactiva; se traduge por los servicios recíprocos<br />

más variados. Se advierten mutuamente<br />

el peligro, bien por sus gritos, bien por su actitud,<br />

ó <strong>de</strong> cualquier otro modo. «Los conejos<br />

golpean fuertemente en el suelo con las patas<br />

posterioresjjlos carneros y las gamuzas hacen<br />

lo mismo, pero con las <strong>de</strong> <strong><strong>de</strong>l</strong>ante, lanzando<br />

un silbido. Muchos pájaros y algunos mamíferos<br />

colocan centinelas... Los animales sociables<br />

se prestan una multitud <strong>de</strong> servicios:<br />

los caballos se dan mordiscos, y las ',vacas se<br />

lamen mutuamente en los sitios don<strong>de</strong> sienten<br />

alguna comezón; los monos se espulgan<br />

unos á otros; y Brehm asegura que cuando<br />

una banda <strong>de</strong> circopithecus griseeoviridis ha<br />

pasado por un helécho espinoso, cada uno <strong>de</strong><br />

los monos se tien<strong>de</strong> por turno sobre una rama<br />

y es visitado por uno <strong>de</strong> sus camarádas que<br />

examina con cuidado su piel y extrae <strong>de</strong> ella<br />

todas las espinas (1).»<br />

La simpatía entre los animales sociables,<br />

llega algunas veces hasta el heroísmo. Brehm<br />

ha visto en Abisinia á un mono hacer frente<br />

él solo á un sinnúmero <strong>de</strong> perros para arrancar<br />

<strong>de</strong> su po<strong>de</strong>r á otro mono <strong>de</strong> su banda al<br />

que iban á <strong>de</strong>spedazar. «Hace algunos años,<br />

dice Darwin, un guarda <strong>de</strong> los Zoologieal Gar<strong>de</strong>ns<br />

me enseñó algunas profundas heridas,<br />

apenas cicatrizadas, que en el ouello le hábia<br />

hecho un'mono feroz. Otro, pequeño, americano,<br />

que era muy amigo <strong><strong>de</strong>l</strong> guarda, vivia en<br />

el mismo <strong>de</strong>partamento, y tenia un miedo horrible<br />

al mono gran<strong>de</strong>. Sin embargo, al ver en<br />

peligro al guarda, se lanzó en su auxilio y<br />

atormentó <strong>de</strong> tal manera al agresor con sus<br />

mordiscos y sus gritos, que dio lugar á que el<br />

hombre escapara vivo <strong><strong>de</strong>l</strong> riesgo en que se<br />

hallaba.» Otros hechos más expresivos tal<br />

vez revelan una simpatía que parece encierra<br />

caridad. Se cita á un pelícano, viejo y completamente<br />

ciego, que era alimentado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacia<br />

mucho tiempo por sus compañeros.<br />

Darwin ha visto á un perro «que no pasaba<br />

nunca por don<strong>de</strong> se hallaba enfermo el gato<br />

<strong>de</strong> la casa, sin lamerle al pasar; signo el más<br />

seguro <strong>de</strong> un buen sentimiento en el perro.»<br />

Así la simpatía, hija <strong>de</strong> la sociabilidad,<br />

hace á su vez nacer actos conformes con el<br />

interés <strong>de</strong> la comunidad; y si la utilidad general<br />

es en el hombre el criterio <strong>de</strong> una conducta<br />

moralmente buena, ¿cómo no atribuir a\<br />

animal sociable un principio <strong>de</strong> sentido moral?<br />

Se dirá que el animal, en los ejemplos que<br />

acaban <strong>de</strong> referirse, no hace más que obe<strong>de</strong>cer<br />

ciegamente á un instinto irresistible; que<br />

no hay en él esa lucha entre impulsiones contrarias,<br />

esa elección <strong><strong>de</strong>l</strong>iberada <strong>de</strong> un motivo<br />

que constituyen verda<strong>de</strong>ramente la moralidad<br />

<strong>de</strong> los actos humanos y el mérito <strong>de</strong> la virtud.<br />

Pero todo, respon<strong>de</strong> Darwin, induce á pensar<br />

que el animal conoce esos combates interiores<br />

y que su voluntad entra por algo en el triunfo<br />

<strong><strong>de</strong>l</strong> instinto social sobre otros más manifiestamente<br />

egoístas. Cuando, para salvar al guarda<br />

á quien quería, el mono americano se arro.<br />

jó sobre el gran<strong>de</strong> que tanto miedo le inspiraba,<br />

¿se cree que no tuviera alguna conciencia<br />

(1) La <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia <strong><strong>de</strong>l</strong> hombre.

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