árbol genealógico monofiletigo del reino vegetal. - Ateneo de Madrid

120 REVISTA EUROPEA.—26 DE ENERO DE 1879. NÚM.- 257
que un cuadrillonésimo de grano de oro preparado
por este procedimiento es suficiente
respirado por algunos instantes para apartar
al desesperado de la idea del suicidio. Basta
con enunciar esta idea, para comprender que
se encuentra plenamente dentro de los límites
del ridículo, y que como dicen los sabios
autores á quienes nos referimos, es suficiente
para formar exacto juicio respecto á la doctrina
de Hahnemann.
El oro ha sido perfectamente estudiado
bajo el punto de vista químico. Sus combinaciones
con el oxígeno, alguna de las cuales se
emplea en medicina; el oro fulminante notable
por la detonación cuando se le calienta
ó percute; la púrpura de Casio que hace dos
siglos se conoce y todavía los químicos no
están acordes en su composición, y con la
cual están dorados los magníficos objetos de
porcelana de Sevres; todo forma parte importantísima
del estudio del oro.
De igual manera acontece con las aleaciones,
entre las cuales figura la que forma con
el cobre, constituyendo la moneda, cuya ley ó
sea cantidades relativas de oro y cobre es de
novecientas milésimas, ó lo que es lo mismo,
que en mil partes hay novecientas de oro y
ciento de cobre. En el estudio de las aleaciones
se halla comprendida la operación denominada
copelación, que sirve para determinar
de una manera exactísima la cantidad de oro
que se encuentra unida á otros metales, y cuyos
detalles no podemos consignar en este
artículo porque no pretendemos escribir una
obra técnica.
La belleza que ofrece el oro, así como su
inalterabilidad, es el motivo de que se emplee
para cubrir diferentes objetos de metal ó de
madera. Plinio el naturalista describió el procedimiento
de dorado á fuego, que consiste en
aplicar á los objetos una amalgama de oro, ó
sea una aleación de mercurio y oro, calentándolo
después para que el mercurio se elimine
por evaporación.
También se hace uso de lo que se denomina
dorado por inmersión, ó sea el método que
consiste en sumergir los objetos de cobre y de
hierro en una disolución de cloruro áurico.
Pero el procedimiento que para conseguir este
fin se emplea con extraordinaria frecuencia,
es el dorado al galvanismo, ó sea por la elec~
tricidad. Diferentes ensayos practicaron en
este sentido Brugnatelli, de la Rive, Perrot,
Boettger, Smee y varios otros, habiéndole cabido
á Elkington la gloria de resolver satisfactoriamente
el problema. No es otra cosa que
una aplicación de la descomposición de las sales
por medio de la electricidad, y se consiguen
magníficos resultados.
Algunas de las sales de oro tienen notabilísimas
aplicaciones, no solamente en la medicina,
sino en la industria, como sucede con
el cloruro, que tan interesante es en la fotografía.
,.
Diversos preparados de este metal figuran
también entre los venenos, sobre todo cuando
la dosis pasa de los límites señalados al medicamento.
La notable obra de materia médica
de Legrand, prese/ita multitud de ejemplos de
accidentes graves ocasionados por los preparados
auríferos, imprudentemente administrados
Los experimentos del gran Orfila practicados
inyectando en la vena yugular de un
perro una disolución de cloruro áurico-sódico,
demostraron que se produce una violenta inflamación
del tegido pulmonar: introducido en
el estómago, determina una rápida corrosión
de éste órgano.
Hemos visto lo que es el oro y reseñado su
conocimiento en las diferentes épocas históricas.
El poeta se sirve de él en sus imágenes ¡
para dar forma á las portentosas creaciones i
de su fantasía, pues la manera de indicar la :
superioridad ó la brillantez de una idea, se dice
que posee el color ó lustre del oro. El valor
que se le adjudica se halla hasta cierto punto
justificado, y aun cuando así no fuera, no es
fácil acometer la titánica empresa de cambiar
el organismo social, despreciando lo que ha
logrado conseguir tan alto y eminente puesto
en la gerarquía de la propiedad y del cambio.
JOAQUÍN OLMEDILLA Y PUIG.
SOBRE EL FRAY GERUNDIO DE CAMPAZAS.
CARTA AL SR. D. JUAN VA.LERA.
(Conclusión.)
84. P. 153,1. 29. A. B. M.: Mira, dos opiniones
hay, á lo que me acuerdo, que llaman oraciones
fúnebres ó panegyricos á losdifuntos.—
Es preciso leer como en E.: sobre (ó acerca de)
las que llaman, etc.
85. Ib. 1. 33. A. B. M.: Mesco por Theséo.
88. P. 154,1. 22. A. E.: Estos postumos, fúnebres,
ei/presinos elogios. B. M.: ¡/preciosos: