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Revista Cordillera 1 -L- 1956 1.86mb - andes

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mejor dicho, lo que ellos entienden por realidad presente, que no es sino el conjunto de hechos<br />

sin conexión pero dispuesto de tal manera que pueda favorecer una tesis egoísta y justificar los<br />

desafueros que intentan cometer al asociarse de una tergiversación imperdonable de la realidad.<br />

Sólo se precisan técnicos, dices e a menudo: los eruditos sobran porque no hacen sino<br />

enrevesar las cuestiones más simples, trayendo a colación ideas pasadas de moda que nada<br />

tienen que ver con las necesidades actuales. Lo que precisamos son agricultores, mecánicos,<br />

artesanos, ingenieros, que nos faciliten la vida y nos la llenen de comodidades materiales,<br />

aunque el espíritu quede huérfano del mínimo de atenciones exigibles.<br />

Mientras tanto, un puñado de hombres beneméritos continúa rindiendo culto a las altas<br />

disciplinas; extasiándose ante la tradición, volviendo los ojos hacía épocas en las cuales se<br />

respetaba al saber y se lo hacia compañero del hacer.<br />

El humanismo no es sino ese culto a que me refiero: aceptar, con humildad, el legado de<br />

nuestros mayores, de quienes nos antecedieron en el tiempo y desbrozaron nuestro camino,<br />

Aceptarlo, si se quiere, a beneficio de inventario, tomando de él cuanto podamos aplicar en la<br />

actualidad a nuestras necesidades, pero recordando que entre las más perentorias de ellas<br />

están las espirituales, es decir, aquello que pueda acrecentar nuestra preparación teórica, no<br />

solamente nuestra idoneidad práctica.<br />

Desgraciadamente, este movimiento de oscurantismo técnico, no es patrimonio negativo<br />

de una sola nación, de un solo grupo de hombres: es la tónica de los tiempos. Benedetto Croce,<br />

tolerante a pesar de su vehemencia y de su firmeza de ideas, habría dicho que esta situación<br />

actual no es buena ni mala, sino una situación real, histórica, que responde a una determinada<br />

realidad histórica también. La habría comparado con la antropofagia quizás, o habría citado en<br />

su defensa una "paginetta" de Cornelio Nepote en la que se sostiene que nada hay honesto o<br />

torpe en las costumbres de los mayores, sino que cuanto hicieron debe aceptarse como correcta<br />

si ello respondía a una realidad y se hacia con la conciencia limpia de toda contaminación. Esto<br />

no obstante, la actual forma de enfocar la actividad humana y, sobre todo, la cultura, haciendo de<br />

ella una simple artesanía, ha de pasar si es que deseamos sobreponemos a la crisis general que<br />

sufrimos.<br />

En las escuelas, en las universidades, en todos los centros que llaman y deberían ser del<br />

saber, es imprescindible un regreso vehemente a la cultura humanística. Ya he señalado que no<br />

debe entenderse este término en sentido escolástico: el trivium y el quadrivium se han extendido<br />

por todos los ámbitos del conocimiento. La ciencia moderna, y la filosofía, son demasiado<br />

amplias para que puedan existir en la actualidad "humanistas" como aquellos de los siglos XV<br />

XVI que todo lo dominaban y todo lo abarcaban. Hace falta cierta especialización inevitable,<br />

pero, como el mismo Croce afirma respecto de las historias especializadas que deben<br />

subordinarse a la más amplia concepción de la historia "ético-política", es menester que las<br />

especializaciones no rebasen el limite de lo humano —el hombre es unitario por naturaleza y por<br />

necesidad— reuniéndose luego en un todo superior que es la cultura humanística. Nadie debería<br />

ser especialista obsecado en ninguna disciplina, porque quién así actúa tropezará<br />

inevitablemente con una visión parcial, estrecha, de las cosas, que le cerrará el camino para una<br />

síntesis generalizada de su actividad y de la ajena. Quien emprende un camino cultural<br />

cualquIera está obligado a tener conocimientos amplios de las demás vías que conducen al<br />

templo del saber: únicamente así podrá elegir en las encrucijadas el sendero que lleva al buen<br />

fin, Sin dominar las ajenas disciplinas o sin tener de ellas, cuando menos, una noción general,<br />

malamente ha de poderse comprender la propia, su importancia, su significado, su inserción en<br />

el todo superior.<br />

Ya he hablado de la ambición unificadora de Croce: eso es, para mí, la esencia de su<br />

humanismo: el deseo de conseguir una unidad comprensiva de toda las cosas, que él incluye en<br />

la historia, y que, en efecto, son la historia del hombre, de todos y de cada uno, porque son el<br />

patrimonio recibido de otras edades y el que, en cada hora, en cada minuto, vamos haciendo con<br />

nuestro esfuerzo y con nuestra actividad superior, con nuestra actividad espiritual, humana.<br />

El ejemplo de Croce, al que luego he de referirme otra vez, su enseñanza, es, nada más<br />

y nada menos, la de que, por encima de toda consideración particularista, debe colocarse la<br />

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