Abril 2009 - Percano Grupo Corporativo
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m/P18<br />
La idea cristiana<br />
terrestre. Éstos eran muerte, juicio, gloria e infierno, y durante la<br />
Baja Edad Media fueron llamados novísimos o postrimerías.<br />
La muerte fue considerada la proporción con base en la<br />
cual se medirían los actos humanos en vida, dado que por su<br />
carácter inminente al devenir humano era vista como el acceso<br />
a la eternidad. Según la religiosidad medieval, se creía que la<br />
trascendencia humana estaba en la vida ulterior, pero dependía<br />
de la terrena: ésta determinaría si el hombre sería premiado<br />
o castigado para siempre; según se hubiera comportado en la<br />
Tierra, sería su destino eterno.<br />
Se decía que al momento del óbito, las almas de quienes<br />
hubiesen muerto en pecado serían arrojadas al infierno; allí los<br />
diablos les proferirían sufrimientos que no tendrían fin. Caso<br />
contrario, las almas de quienes hubiesen llevado una vida de<br />
acuerdo con los ideales morales, ganarían el cielo. Sin embargo,<br />
esta sentencia sería ratificada en el juicio final, un episodio<br />
descrito en el libro bíblico del Apocalipsis. San Juan evangelista,<br />
a quien se atribuye dicho texto, narra que tras la destrucción<br />
del mundo los muertos serían llamados a la vida, las almas se<br />
reuniría con los cuerpos por segunda ocasión y de este modo<br />
la humanidad enfrentaría el juicio de Cristo. El veredicto final<br />
sólo ratificaría la primera sentencia, la diferencia es que para<br />
ese entonces, reintegrados, los cuerpos también participarían<br />
de la felicidad o del sufrimiento.<br />
Existen algunos ejemplos pictóricos del siglo XV que contextualizaron<br />
las representaciones de los pecados capitales en el<br />
marco de la escatología. Un ejemplo de este tipo de obras es la<br />
conocida como La mesa de los pecados capitales, ejecutada por<br />
el pintor flamenco Hieronymus Bosch (activo en el siglo XV) y<br />
que se conserva en el Museo del Prado de Madrid. Parece que<br />
este óleo fue realizado con fines reflexivos, ya que sus cartelas<br />
recuerdan que Dios continuamente estaría atento a las acciones<br />
humanas y remiten a la cita bíblica "En todas tus acciones ten<br />
presente tu fin y jamás cometerás pecado" (Eclesiástico, 7, 36).<br />
La mesa de los pecados capitales fue realizada sobre un soporte<br />
de madera con forma rectangular. En el medio de la superficie<br />
fueron dispuestos tres círculos concéntricos: en el exterior aparecen<br />
imágenes ilustrativas de los siete pecados capitales, el medio<br />
es un resplandor que proviene del central, donde aparece la<br />
imagen de un Cristo resucitado que contempla las siete escenas.<br />
La figura cristológica hace las veces del ojo omnipresente y omnisapiente<br />
de Dios. Una filacteria rodea esta imagen donde se<br />
lee Cave, cave, Dominus videt, “Cuidado, cuidado, Dios te ve”. Por<br />
su parte, las escenas fueron ejecutadas con base en pasajes y<br />
proverbios de la vida cotidiana: la ira fue representada mediante<br />
la lucha de tres hombres; la soberbia, como una mujer que se<br />
adereza con telas y joyas, mientras un demonio le detiene un<br />
espejo para que se admire; la lujuria describe un pasaje bucólico<br />
donde se ven algunas parejas bajo el techo de una tienda, pa-<br />
rece que un crimen pasional<br />
está por cometerse, además<br />
abundan los instrumentos<br />
musicales y objetos que evocan<br />
a deleite sensorial; la pereza<br />
queda entendida cuando<br />
se aprecia la efigie de un hombre<br />
sentado en un sillón y delante<br />
de una chimenea; un<br />
hombre obeso roe los huesos<br />
de varios animales que se ha<br />
comido mientras otro sujeto<br />
bebe sin contención de una<br />
jarra, ambos expresan el pecado<br />
de gula; la avaricia quedó<br />
manifiesta con varios grupos<br />
de hombres que se disputan<br />
la posesión de bienes materiales,<br />
mientras en el recuadro<br />
dedicado a la envidia, tanto los<br />
hombres como los animales<br />
demuestran inconformidad<br />
con sus bienes y desean los<br />
ajenos. Este ciclo representa<br />
las siete posibilidades que<br />
conducen a perder la gracia<br />
y la salvación. Dos cartelas<br />
contienen textos del Deuteronomio.<br />
En la parte superior se<br />
lee: Gens absque consilio est, et<br />
sine prudentia, “Porque es gente<br />
sin discernimiento y no hay<br />
en ellos prudencia”, mientras<br />
En su Iconología,<br />
Cesare<br />
Ripa representósimbólicamente<br />
el pecado<br />
mediante la<br />
figura de un<br />
joven ciego<br />
y desnudo,<br />
caminando<br />
por sendas<br />
torcidas y<br />
ceñido por<br />
una serpiente<br />
y un gusano<br />
que le horada<br />
un costado.