Abril 2009 - Percano Grupo Corporativo
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m/P10<br />
La idea cristiana<br />
de la muerte, arrebatar esas almas<br />
para su causa. De hecho, la primera<br />
falta humana contra la voluntad<br />
divina, conocida bajo el título de<br />
“pecado original” y que registra la<br />
historia bíblica, es la caída de Adán<br />
y Eva ante la instigación que hizo<br />
el Demonio para que comieran del<br />
árbol de la ciencia.<br />
El mundo era considerado<br />
enemigo del alma en tanto que<br />
los hombres lo convertirían en un<br />
espacio de goce sensorial, lleno<br />
de placeres y vanidades, opuesto<br />
al modelo de vida que promovía<br />
el cristianismo. Por último, la carne<br />
era vista como el mayor peligro del<br />
alma, dado que conformaba parte<br />
del ser humano y sería imposible<br />
alejarse de ella. Se creía que ins-<br />
Estas tres serían la fuente de donde<br />
emanarían los demás pecados de la<br />
vida humana. Entregarse a ellas significaría<br />
romper el orden social, por<br />
lo cual, para restringirlas se habían<br />
formulado hábitos que regulasen<br />
las relaciones entre los individuos.<br />
De este modo, entregarse a<br />
la concupiscencia significaba no<br />
sólo atentar contra el alma personal,<br />
sino contra el bienestar social.<br />
Al pecado correspondía entonces<br />
una condición colectiva: el pecado<br />
sólo existe en virtud de que el<br />
hombre convive con otros iguales<br />
a él. Si estuviese aislado, se quedarían<br />
en simples imprudencias.<br />
Cabría agregar que de manera<br />
distinta al pensamiento aristotélico,<br />
el cristianismo sí consideró positivo<br />
Platón sentó las bases de la<br />
futura concepción del pecado, ya<br />
que consideraba que el hombre<br />
estaba conformado por dos<br />
entidades: cuerpo y alma<br />
tintivamente la carne buscaba el<br />
deleite a toda costa, sin considerar<br />
aspectos morales. Este deseo por el<br />
goce fue llamado concupiscencia,<br />
una característica atribuida sólo a<br />
los humanos, ya que mientras los<br />
animales logran satisfacer sus apetitos,<br />
el hombre puede vivir en continuo<br />
e ilimitado afán de placer.<br />
De acuerdo con San Pablo, el<br />
hombre debería resistir tres variantes<br />
de la concupiscencia: la libido<br />
sentiendi, la libido cognoscienti y la<br />
libido dominante. La primera era<br />
la concupiscencia de los sentidos,<br />
por ejemplo comer, escuchar música,<br />
fornicar; la del conocimiento:<br />
querer saber más, la curiosidad, inventar<br />
cosas, y el deseo de poder:<br />
querer mandar, dominar e imponer<br />
la voluntad propia a los demás.<br />
un modo de exceso: aquel que negara<br />
y reprimiera la parte corporal<br />
y pasional del hombre, ya que de<br />
este modo se pretendía tener un<br />
mayor acercamiento con Dios.<br />
Contrario al ejemplo de los soldados<br />
en batalla que ofrece Savater,<br />
el cristianismo aplaudió y coronó<br />
con laureles la entrega arrebatada<br />
de los mártires a la muerte. De igual<br />
manera conmemoró y estimó<br />
ejemplares los ayunos excesivos<br />
de los eremitas o el abandono de<br />
todo bien material por parte de los<br />
mendicantes, ya que eran prácticas<br />
que “engrandecerían el alma”.<br />
Tipos de pecados:<br />
los capitales<br />
El cristianismo consideró que los<br />
pecados no sólo eran agravios