dosier reseñas LIBER 2011 - Ecomputer

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Sobre Siameses,
de Gonzalo Calcedo
«El público que compra libros
sigue maniatado a la novela»
Texto íntegro de la entrevista realizada al autor por José Ahumada publicada en El
Diario Montañés, con motivo de la publicación de Siameses
23 de septiembre de 2011.
A su pesar, sabe que apuesta a caballo perdedor. Gonzalo Calcedo, palentino de nacimiento pero
cántabro de vida y obra, ha hecho del cuento su campo de trabajo literario, en el que los
numerosos premios y reconocimientos recibidos a duras penas alcanzan a compensar los
sinsabores de un género maldito. Acaba de publicar 'Siameses' (Tropo Editores), dos colecciones
de relatos ya galardonados y editados en su día, veintiuna historias compactas y coherentes con
las que demuestra que el cuento exige algo más que brevedad.
'Siameses' supone una reedición de 'Otras geografías' y 'Liturgia de los ahogados'.
¿Merecían otra oportunidad estas obras?
Habría que preguntárselo a sus editores. La iniciativa fue suya. No puedo negar que hace años,
charlando con otro editor que empezaba, se me pasó por la cabeza la idea de reeditar estos dos
libros juntos. Carecían de distribución comercial y habían sido premiados, lo cual suponía cierta
calidad. Pero fue un planteamiento coyuntural: me pedían un libro y yo ya tenía comprometido el
que estaba escribiendo. Resucitar 'Otras geografías' y 'Liturgia de los ahogados' me pareció
entonces una solución de compromiso. Dicho entre comillas, un modo de quedar bien. Luego lo
olvidé. De esto hará casi diez años. Estos dos libros continuaron en el olvido habitual hasta que
otros editores, igual de animosos, me ofrecieron reeditar el segundo. Les gustaba. Se maquetó y
resultó un libro demasiado flaco; hablamos de agregar cuentos, pero al final optaron por añadir
'Otras geografías'; yo creo que ya lo tenían en mente. Di el consentimiento, así que este 'segundo
asalto', como reza la colección donde se edita, es responsabilidad mía. Eso sí, en mi defensa
puedo decir que me dejé llevar. En esto de escribir, hasta ahora, siempre he procurado mirar
hacia delante.
Cuentos y más cuentos. ¿Qué es lo que tiene ese género para que no lo suelte?
Recuerdo haber pergeñado una novela negra de adolescente, a esa edad en la que otros
hilvanan poemas. Pero enseguida me decanté por lo breve. Con diecisiete años se suele ser muy
ansioso. A esa edad no se entienden de plazos: las cosas se quieren obtener ya, sobre la marcha.
Los cuentos tenían ese don. Te consolaban de inmediato. Obtenías algo a cambio de cierto
esfuerzo, sin tener que sumar capítulos. La paciencia literaria es algo que descubres después. Es
mi caso, me temo, demasiado tarde: he aprendido este oficio narrando historias breves y esas
fidelidades se pagan. La belleza del cuento, creo, reside en sus límites, en esa sensación de que
puede ser abarcado y contemplado de cerca, como un objeto precioso. Las grandes perspectivas,
muchas veces aburridas o equivocadas, pertenecen a la novela.
¿No resulta algo suicida esa fidelidad? A las editoriales sólo les gustan las novelas.
Cuando publiqué mi primer libro en Tusquets, me lo advirtieron: escribe cuentos, pero sírvete de
ellos como un fin. No son un lugar que merezca la pena ser habitado. Por entonces yo desconocía
todo del mundo editorial y sus servidumbres. Quería hacerme una carrera como cuentista y
enseguida comenzaron los tropiezos. La verdad, no he parado de tropezar desde entonces. Hoy
puede parecer que hay editoriales encantadas de publicar a autores de relatos, pero es una
situación extraña: la red ha influido en la apariencia de la escritura y la edición. Da la impresión de
que es muy sencillo publicar. ¿Por qué no empezar por algo fácil? En el fondo se menosprecia el
género, aunque de otra manera. Echa un vistazo al mundo del microrrelato. Aparecen a millares: