dosier reseñas LIBER 2011 - Ecomputer
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SELECCIÓN DE RESEÑAS<br />
Y MENCIONES DESTACADAS<br />
EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN<br />
Octubre <strong>2011</strong>
Tropo Editores es una aventura editorial que nace en Zaragoza<br />
durante el año 2006 con una línea de trabajo rigurosa e independiente.<br />
Creemos en la literatura como bien universal que conjuga ocio y<br />
entretenimiento con una vía de encuentro entre la personas y con uno<br />
mismo. Por eso, nuestro objetivo es poner a disposición de los lectores<br />
obras de gran calidad literaria, capaces de satisfacer tanto al gran público<br />
como a los paladares más exigentes.<br />
Desde nuestros inicios hemos consolidado un catalogo editorial<br />
equilibrado, sólido y variado. Esta búsqueda orienta nuestro trabajo, por un<br />
lado, hacia la recuperación de libros que han sido aparcados por el<br />
mercado pero que, sin embargo, siguen teniendo vigencia literaria en<br />
nuestros días; por otro, hacia el descubrimiento y lanzamiento autores<br />
jóvenes o de obras en otras lenguas; y, finalmente, hacia una apuesta clara<br />
y decidida por la combinación de literatura e imagen en libros ilustrados<br />
para adultos.<br />
En este dossier presentamos una selección de artículos, <strong>reseñas</strong> y<br />
citas de periodistas, escritores y críticos que han hablado sobre nuestros<br />
libros y nuestros autores en los últimos cinco años. Un una breve muestra<br />
del interés que nuestro trabajo ha despertado en los medios de<br />
comunicación y en el mundo literario.<br />
2<br />
El equipo de Tropo Editores
ÍNDICE<br />
TROPO EN LA CRÍTICA Y EN LOS MEDIOS<br />
Vidas prometidas, de Guillermo Busutil 5<br />
Siameses, de Gonzalo Calcedo 9<br />
Turrones para Sender, de Marta Fuembuena 12<br />
Memoria de la nieve, de Marian Womack 13<br />
El trepanador de cerebros, de Sara Mesa 16<br />
Fall River, de John Cheever 17<br />
La tarde del dinosaurio, de Cristina Peri Rossi 21<br />
El momento del unicornio, de Norberto Luis Romero 22<br />
Malas influencias, de Sergio del Molino 22<br />
Cuatro veces fuego, de Lara Moreno 23<br />
Museo de la soledad, de Carlos Castán 24<br />
La soledad de los ventrílocuos, de Matías Candiera 26<br />
Álbum de radiografías secretas, de Ramón J. Sender 26<br />
La cocina caníbal, de Roland Topor 27<br />
El pabellón azul, de Ramón Pernas 29<br />
Manderley en venta, de Patricia Esteban Erlés 29<br />
Vivo o muerto, de VV. AA. 31<br />
3
Reproducción íntegra de la reseña de Pilar Castro<br />
publicada en El Cultural de El Mundo<br />
9 de septiembre de <strong>2011</strong><br />
5<br />
Sobre Vidas prometidas,<br />
de Guillermo Busutil
Vidas prometidas<br />
Texto íntegro de la reseña de Javier Goñi<br />
publicada en Babelia, suplemento literario de El País<br />
27 de agosto de <strong>2011</strong><br />
A un escritor de relatos -solo, nada menos- tan perseverante como el granadino Guillermo Busutil,<br />
bien poco le ha de importar, supersticiones de tierra aparte, que le hayan salido trece espléndidas<br />
trece vidas prometidas, aunque se cure en salud, como andaluz cabal que es, insertando entre<br />
algunas de aquellas una suerte de codas, pórticos y, al final, un breve epílogo, que es toda una<br />
declaración de principios y también algo así como un microrrelato. Insertos que quizás rompan el<br />
maleficio del número maldito, trece. Vidas, algunas, que provienen del vientre de la infancia,<br />
acaso de la suya propia, o de un igual: ese relato de rito de iniciación a todo lo por venir con el<br />
que abre el abanico: el fútbol, el momento de ponerse delante del portero. Un hermosísimo grito<br />
en defensa de las pequeñas cosas del campo, del amor por lo sencillo, por las palabras que oyes<br />
-a los mayores-, por los libros que descubres -solo, a la hora de la siesta- es esa historia del niño<br />
atado a la pata de una mesa de cocina, donde trajina la abuela, que de ser autobiográfica<br />
cualquier lector le envidiaría. Frente a lo sencillo, lo rural, la vida en la ciudad. Las imposturas de<br />
lo moderno. La vida programada, esa mano de cal que tapa nuestra propia calavera: esa familia<br />
cuadriculada en sus rutinas de marca y de lujo hasta lo imposible. O la selva del trabajo -si lo hay-<br />
donde no sobreviven los mejores, sino los que venden su alma al diablo de la ambición, del poder,<br />
de la corrupción: ese periodista de radio -que se cuela, o se colaba, por los transistores de otras<br />
casas, de otras vidas, de otras historias- o ese redactor de discursos de un político que reconoce<br />
a tiempo, tras unos avisos, cuando hay que frenar, si se consigue. Las vidas prometidas son las<br />
que se sueñan o se padecen: un amor imposible de COU o un parado sin futuro y final feliz<br />
(parecen salidos de un cuento de hadas, con príncipe). Las vidas, todas iguales, todas diferentes,<br />
en esta tela de araña que teje tan espléndidamente Busutil: trece, sí, con codas, y un epílogo: en<br />
éste se resumen todas, o algunas.<br />
«Trece espléndidas trece vidas prometidas»<br />
«Vidas prometidas es un atractivo friso<br />
literario de vidas diversas.»<br />
6<br />
Javier Goñi, El País<br />
N. Miñambres, Diario de León
Reproducción íntegra de la reseña de Naila Vázquez<br />
publicada en el suplemento Cultura/s de La Vanguardia<br />
18 de mayo de <strong>2011</strong><br />
7
Reproducción íntegra de la reseña de Ángel Cabo<br />
publicada en la revista Qué Leer, número 165<br />
18 de mayo de <strong>2011</strong><br />
8
9<br />
Sobre Siameses,<br />
de Gonzalo Calcedo<br />
«El público que compra libros<br />
sigue maniatado a la novela»<br />
Texto íntegro de la entrevista realizada al autor por José Ahumada publicada en El<br />
Diario Montañés, con motivo de la publicación de Siameses<br />
23 de septiembre de <strong>2011</strong>.<br />
A su pesar, sabe que apuesta a caballo perdedor. Gonzalo Calcedo, palentino de nacimiento pero<br />
cántabro de vida y obra, ha hecho del cuento su campo de trabajo literario, en el que los<br />
numerosos premios y reconocimientos recibidos a duras penas alcanzan a compensar los<br />
sinsabores de un género maldito. Acaba de publicar 'Siameses' (Tropo Editores), dos colecciones<br />
de relatos ya galardonados y editados en su día, veintiuna historias compactas y coherentes con<br />
las que demuestra que el cuento exige algo más que brevedad.<br />
'Siameses' supone una reedición de 'Otras geografías' y 'Liturgia de los ahogados'.<br />
¿Merecían otra oportunidad estas obras?<br />
Habría que preguntárselo a sus editores. La iniciativa fue suya. No puedo negar que hace años,<br />
charlando con otro editor que empezaba, se me pasó por la cabeza la idea de reeditar estos dos<br />
libros juntos. Carecían de distribución comercial y habían sido premiados, lo cual suponía cierta<br />
calidad. Pero fue un planteamiento coyuntural: me pedían un libro y yo ya tenía comprometido el<br />
que estaba escribiendo. Resucitar 'Otras geografías' y 'Liturgia de los ahogados' me pareció<br />
entonces una solución de compromiso. Dicho entre comillas, un modo de quedar bien. Luego lo<br />
olvidé. De esto hará casi diez años. Estos dos libros continuaron en el olvido habitual hasta que<br />
otros editores, igual de animosos, me ofrecieron reeditar el segundo. Les gustaba. Se maquetó y<br />
resultó un libro demasiado flaco; hablamos de agregar cuentos, pero al final optaron por añadir<br />
'Otras geografías'; yo creo que ya lo tenían en mente. Di el consentimiento, así que este 'segundo<br />
asalto', como reza la colección donde se edita, es responsabilidad mía. Eso sí, en mi defensa<br />
puedo decir que me dejé llevar. En esto de escribir, hasta ahora, siempre he procurado mirar<br />
hacia delante.<br />
Cuentos y más cuentos. ¿Qué es lo que tiene ese género para que no lo suelte?<br />
Recuerdo haber pergeñado una novela negra de adolescente, a esa edad en la que otros<br />
hilvanan poemas. Pero enseguida me decanté por lo breve. Con diecisiete años se suele ser muy<br />
ansioso. A esa edad no se entienden de plazos: las cosas se quieren obtener ya, sobre la marcha.<br />
Los cuentos tenían ese don. Te consolaban de inmediato. Obtenías algo a cambio de cierto<br />
esfuerzo, sin tener que sumar capítulos. La paciencia literaria es algo que descubres después. Es<br />
mi caso, me temo, demasiado tarde: he aprendido este oficio narrando historias breves y esas<br />
fidelidades se pagan. La belleza del cuento, creo, reside en sus límites, en esa sensación de que<br />
puede ser abarcado y contemplado de cerca, como un objeto precioso. Las grandes perspectivas,<br />
muchas veces aburridas o equivocadas, pertenecen a la novela.<br />
¿No resulta algo suicida esa fidelidad? A las editoriales sólo les gustan las novelas.<br />
Cuando publiqué mi primer libro en Tusquets, me lo advirtieron: escribe cuentos, pero sírvete de<br />
ellos como un fin. No son un lugar que merezca la pena ser habitado. Por entonces yo desconocía<br />
todo del mundo editorial y sus servidumbres. Quería hacerme una carrera como cuentista y<br />
enseguida comenzaron los tropiezos. La verdad, no he parado de tropezar desde entonces. Hoy<br />
puede parecer que hay editoriales encantadas de publicar a autores de relatos, pero es una<br />
situación extraña: la red ha influido en la apariencia de la escritura y la edición. Da la impresión de<br />
que es muy sencillo publicar. ¿Por qué no empezar por algo fácil? En el fondo se menosprecia el<br />
género, aunque de otra manera. Echa un vistazo al mundo del microrrelato. Aparecen a millares:
evistas, programas de radio, recopilaciones. Brotan los escritores, sin que nadie, en general,<br />
señale lo que está bien y lo que no. Mientras tanto, ese público más o menos maduro y real que<br />
compra libros, sigue maniatado por la novela.<br />
¿De dónde procede ese encasillamiento del cuento como género menor: del escritor que lo<br />
escribe a la ligera, del lector que lo lee como entretenimiento, o del editor que quiere<br />
invertir en un producto más trabajado?<br />
Me han hecho muchas veces esta pregunta y nunca he sabido responderla con la soltura<br />
necesaria. Ya no tengo certezas respecto a esta condición última del relato. Influye todo: el cuento<br />
como género ilustrado con el que empiezas a leer, el desapego posterior, cuando uno crece y<br />
desaparecen las imágenes. También la sensación, errónea, de que cuantas más páginas tenga<br />
un texto más convincente va a ser. Incluso el modo en que se enseña literatura en los institutos o<br />
la imagen elitista que en ocasiones transmite la lectura. El editor, que comparte culpas con el<br />
lector, acaba teniendo mala conciencia: consiente que los autores flirteen con lo breve, pero en<br />
privado sueña con publicar lo que la gente quiere. Y la gente, salvo los propios escritores o los<br />
que aspiran a serlo, no busca cuentos. El fraccionamiento pone nerviosos a muchos lectores.<br />
Necesitan una estructura que les lleve de la mano.<br />
¿Son los concursos la única alternativa a la dedicación profesional a la literatura dentro de<br />
un género 'marginal'? ¿Qué vale más, la recompensa económica o la moral?<br />
A la primera pregunta, la respuesta, según mi experiencia, es sí. Salvo excepciones, los libros de<br />
cuentos tienen una trayectoria comercial muy limitada, así que toca concursar. Yo llevo años<br />
haciéndolo y no me arrepiento, aunque sé que hay editores que miran con desdén a los autores<br />
de concurso. Respecto a la segunda pregunta, te diría que la recompensa moral va diluyéndose<br />
con los años y los inconvenientes derivados de la volatilidad del género. Sucede lo mismo con las<br />
buenas críticas: no hacen lectores. Queda, pues, la recompensa económica, como una forma más<br />
de dar sentido a este oficio. Al menos a una parte.<br />
¿Cuál es su aspiración? ¿Dotar al relato corto del prestigio de que disfruta en otros países<br />
es tarea imposible?<br />
Una de los alicientes de escribir cuentos es la libertad que te procuran: nada de modas ni deudas<br />
de mercado. Dentro de un orden, puedes hacer lo que te venga en gana. Y yo lo he hecho. El<br />
prestigio proviene de la crítica, los análisis, las antologías. Es algo ajeno al lado mercantilista de la<br />
literatura. Aunque existe otro prestigio, basado en el dinero y los millares de ejemplares vendidos,<br />
que también es respetable. Es más, a veces ambos coinciden, lo cual resulta envidiable. Yo ya no<br />
aspiro a que el género despunte. Soy, como han apuntado algunos estudiosos, un autor invisible.<br />
En otros países la vida del cuentista es más saludable, por descontado. Aunque casi todos los<br />
autores extranjeros de cuentos con los que he coincidido, escondían el mismo pesar respecto a<br />
su profesión.<br />
'La pesca con mosca' (2003) es su única novela. ¿Quitó la gana?<br />
Cuando la escribí, el mundo de los cuentos comenzaba a cerrarse para mí. Tenía que intentar<br />
hacer otra cosa para seguir publicando. Por eso tomé la decisión de afrontar un género diferente.<br />
Tuvo buenas <strong>reseñas</strong> y con los años te tropiezas con comentarios de críticos que la recuerdan<br />
con ternura. No es un libro extraño para mí, una excepción ya archivada. El problema es que el<br />
cuento, técnicamente, ejerce su tiranía: cuesta salir de él. Me falta flexibilidad, lo reconozco. Pero<br />
de vez en cuando voy más allá de las cincuenta o sesenta páginas y sobrevuelo la nouvelle. Si<br />
hago memoria de los libros que he leído, muchos de los que más me han calado son novelas<br />
cortas.<br />
¿Qué debe tener un cuento? ¿Qué diferencia uno bueno de uno malo?<br />
Hoy en día leo muchos cuentos perfectos técnicamente, cuentos de taller literario, muy logrados,<br />
pero carentes de alma. El cuento tiene que crecer al tiempo que el autor madura. Si no ofrece una<br />
visión de lo que nos rodea, no deja de ser un artificio, algo que estalla o retumba en la lejanía,<br />
pero sin un peso real. Ese latido, ese respirar juntos del estilo y lo que se cuenta, es lo que acaba<br />
por dar vida a un relato.<br />
¿Cuál es su técnica para crear una historia?<br />
Yo procuro alejarme de la idea convencional del relato, ésa que está en la cabeza de todos: algo<br />
con planteamiento, nudo y desenlace. El cuento efectista no me interesa. Degrada el género.<br />
Esperar una sorpresa final devalúa la historia. Pero ésta es mi opinión, claro. Otros lectores se<br />
sienten estafados cuando leen un cuento con el principio o el final escamoteados. Yo me siento a<br />
gusto en la ambigüedad. Prefiero que los personajes actúen según su mandato. Trato de evitar<br />
las marionetas y, como comentaba antes, procuro insuflar algo de verdad a las historias. Eso<br />
implica volver sobre lo mismo muchas veces, insistir en busca de ese momento mágico creativo<br />
que destaque un cuento sobre los demás. Muchas veces, puro azar.<br />
10
¿Cuál es la 'marca de la casa' en sus cuentos?<br />
Que son cuentos que se apoyan unos en otros. Que forman libros. Por separado, quizás parezcan<br />
desvalidos. Su hueco está en una colección, no una antología. Forman un todo característico,<br />
definido con matices en cada libro. La mayoría son escénicos, muy fotográficos. Reconozco que<br />
son cuentos para lectores que disfrutan con lo breve, un tipo de lector avezado, escondido, como<br />
puede ser el de la poesía. Escribir para pocos, lo admito, termina por marcarte.<br />
¿Para qué sirve que a uno lo consideren 'uno de los mejores autores actuales de cuentos'?<br />
Pues para que te hagan una pregunta así. Dicho esto, yo creo que sirve para poco. Yo ya he<br />
publicado muchos libros y cada nuevo título implica las mismas negociaciones y luchas. Como si<br />
fueses un autor novel. 'Siameses' es una excepción: mi primera reedición, el deseo de un editor,<br />
no el tuyo. Quizás, a la larga, ese prestigio tenga su peso. Las renuncias y los fracasos que<br />
oculta, sin embargo, no son públicos. Son el lastre que uno lleva, algo que se esconde entre las<br />
páginas de los libros y que ya es difícil discernir si pertenece a los personajes o al autor.<br />
Reproducción íntegra de la reseña de Fernando Sanmartín<br />
publicada en Heraldo de Aragón<br />
15 de septiembre de <strong>2011</strong><br />
11
Sobre Turrones para Sender,<br />
de Marta Fuembuena<br />
Reproducción íntegra del reportaje de Mariano García<br />
publicado en Heraldo de Aragón<br />
18 de septiembre de <strong>2011</strong><br />
12
Reproducción íntegra de la reseña<br />
de Care Santos<br />
publicada en El Cultural<br />
de El Mundo<br />
15 de abril de <strong>2011</strong><br />
«Leer a Womack es una experiencia<br />
sensorial. Sus textos son<br />
de una belleza deslumbrante»<br />
Care Santos, El Mundo<br />
13<br />
Sobre Memoria de la nieve,<br />
de Marian Womack
«Esta novela profundiza en<br />
todas las facetas de la soledad»<br />
Texto íntegro de la entrevista realizada a la autora por Pilar Vera publicada en<br />
Diario de Sevilla, con motivo de la publicación de Memoria de la nieve<br />
18 de abril de <strong>2011</strong>.<br />
Ha traducido los cuentos de fantasmas de Dickens y los relatos de Mary Shelley, a Lord Dunsany<br />
y a Angela Carter, y en la actualidad prepara una antología "definitiva" del cuento gótico inglés<br />
para Páginas de Espuma. No es extraño que para su primera novela, Memoria de la nieve, Marian<br />
Womack (Cádiz, 1975) haya escogido unas historias que conforman una nebulosa y frágil<br />
sucesion de ausencias.<br />
Como diría Guillermo del Toro, ¿qué es un fantasma?<br />
Pues justamente me acomodo a su definición: algo en un extraño limbo entre dos mundos, como<br />
un insecto atrapado en ámbar. Una presencia que sólo parece rozar la superficie, y que en<br />
cambio cuando lo hace produce sensaciones profundas e intensas, de desasosiego, melancolía y<br />
tristeza.<br />
Las historias de Memoria de la nieve suponen un acercamiento al aislamiento mental y<br />
físico. ¿Cómo surgió esta idea?<br />
La novela profundiza en el tema de la soledad en todas sus facetas. Hay muchas clases de<br />
exilios, reales, imaginados, psicológicos y físicos. La ausencia de los que han partido, pero<br />
también la soledad y la extrañeza del viaje, por ejemplo. Y sí, me interesaba explorar tanto la<br />
soledad mental, causada por el rechazo entre los seres humanos propios de lugares como<br />
Oxford, como el aislamiento físico, representado en la novela por la exploración de los polos. Y,<br />
por qué no, la soledad dulcísima de la exploración de otros mundos sin levantarte del sillón de<br />
lectura, la soledad de los libros, y la posibilidad de distanciarte a través de ellos. Me gusta la idea<br />
de que el libro pueda entenderse así, como una especie de novela de aventuras creada a partir<br />
de imágenes soñadas.<br />
Casi es lógica la fascinación que tiene la nieve para aquellos que han crecido sin ella.<br />
Pienso, por ejemplo, en García Márquez.<br />
En efecto. Recuerdo a la perfección la primera nevada que viví, o más bien padecí. Era bastante<br />
mayor, tendría unos veinticuatro años. Entendí que el mundo que conocía y comprendía estaba<br />
incompleto. Algo faltaba en una imagen de eternos cielos despejados y buen tiempo, algo mágico<br />
y distinto. La extrañeza impone la sensación de magia, lo deseemos o no. La nieve en la novela<br />
equivale a una cierta magia inexplicable pero incuestionable; ella lo ampara todo, lo bueno y lo<br />
malo, y vuelve lo imposible en cierto.<br />
En uno de los textos ofrece una curiosa descripción de Cádiz y Oxford en la que -dice- la<br />
primera "merecería sobrevivir pero desaparecerá".<br />
Cádiz, sin duda, está muy presente en mi imaginario personal. Nací allí y allí viví durante mis<br />
primeros veintidós años de vida. Y creo que no tengo que decir que es un lugar muy especial, un<br />
sitio que te atrapa, y que te produce emociones extremas y encontradas. Muy parecido en<br />
realidad a Oxford o incluso a Rusia. Cádiz se te mete bajo la piel, para bien y para mal, que es lo<br />
que suele decirse del antiguo país de los zares. Cádiz es contradictorio también; la imagen a la<br />
que te refieres es la de la piedra caletera, que parece desmoronarse, cuando en realidad sus<br />
cimientos están firmes y seguros. De ahí la metáfora. No podríamos soportar que desapareciera,<br />
pero siempre creemos que estamos a punto de verla hundirse en lo más profundo del mar. Cádiz<br />
es la melancolía, la ausencia, también porque representa el lugar del que un día partí.<br />
14
Rusia es otro de los lugares recurrentes del libro, también relacionados tanto con su<br />
biografía como con su mundo: trabaja como editora en el sello Nevsky, dedicado a publicar<br />
autores y visiones del territorio eslavo.<br />
Rusia llegó a mi vida por casualidad pero lo hizo para quedarse. Ya no hay nada que pueda<br />
hacerse al respecto. Cuando te pica el veneno de la literatura rusa, del propio país, de su<br />
conflictiva historia, estás perdido.<br />
Aparecen, en el libro, otras historias también congeladas, como los niños perdidos de la<br />
Guerra Civil, realojados en el Reino Unido y la antigua URSS...<br />
Regresamos al concepto de fantasma por parte de Guillermo del Toro… Una de las ideas más<br />
recurrentes en la novela es la de tratar de discernir entre los vivos y los muertos sin ser capaz de<br />
dibujar la frontera que los separa. Y ya no hablamos sólo de fantasmas, sino de personajes vivos<br />
atrapados en un limbo real del que no pueden escapar. El siglo veinte está lleno de estas<br />
historias, y yo quería contar algunas.<br />
Uno de los relatos se acerca a la figura de Laura Riding, la segunda mujer de Robert<br />
Graves. Trata de ofrecer una explicación a su delirio, pero no puedo dejar de pensar que<br />
fue una mujer manipuladora, desquiciada.<br />
¡Ja, ja! Me da a mí que sí que lo fue, pero que tampoco es tan fiero el lobo como lo pintan…<br />
Riding parece haber caído víctima de su propia fama de bruja, también en el sentido literal,<br />
incluso en vida. Me interesan las mujeres que son prisioneras de estos moldes (pienso también en<br />
Anna Ajmátova, que aparece en el libro). He llegado a estar muy obsesionada con este personaje,<br />
con la idea de exonerarla de alguna forma… Si detrás de cada gran hombre hay una gran mujer,<br />
detrás de cada histérica freudiana hay una pareja conflictiva… Al menos casi siempre.<br />
«[La de Marian Womack] es una prosa bellísima de<br />
imágenes imposibles y de realidades técnicas y eruditas »<br />
15<br />
Blog Esqueletos de Papel
Sobre El trepanador de cerebros,<br />
de Sara Mesa<br />
«El inesperado comienzo de El trepanador de cerebros (Tropo Editores) ya demuestra la inventiva<br />
desaforada que va a fluir por las páginas de esta novela, la primera de la madrileña afincada en<br />
Sevilla Sara Mesa tras brillantes incursiones en la poesía y el cuento. Un catálogo de derrotas y<br />
de extravagancias que desarma al lector con la humanidad de sus protagonistas.»<br />
Braulio Ortiz, Diario de Sevilla<br />
«El trepanador de cerebros (Tropo Editores) es la novela revelación del año y espero que<br />
suponga la consagración de su autora, Sara Mesa, quien nos convierte a los lectores en la familia<br />
de Gregorio Samsa; es decir, testigos anormales de la vida paranormal de sus criaturas.»<br />
Fernando Iwasaki, Abc<br />
16<br />
«Iconoclasta, absurda y a ratos<br />
desternillante historia de una<br />
pandilla basura de<br />
incapacitados que se reúne a<br />
diario en un apartamento<br />
miserable para tramar sueños,<br />
aventuras y revoluciones<br />
culturales de saldo.»<br />
El Síndrome Chéjov<br />
«La realidad supera siempre a<br />
la ficción, pero es más fea. La<br />
ficción la embellece, o al menos<br />
hace que la veamos como arte.»<br />
Sara Mesa, en entrevista a El<br />
Correo de Andalucía<br />
(12 de febrero de <strong>2011</strong>)
Reproducción íntegra de la reseña de Natalio Blanco en Cambio 16<br />
1 de noviembre de 2010<br />
17<br />
Sobre Fall River,<br />
de John Cheever
«No hace falta más que repasar Fall River, volumen que recoge sus primeros cuentos, para<br />
descubrir un talento y una triste emotividad que traspasa la letra impresa.»<br />
Ernesto Bruno, Mondosonoro<br />
###<br />
Prehistoria de John Cheever<br />
Reseña completa de Ignacio F. Garmendia publicada en Diario de Cádiz, Diario de Sevilla, Diario<br />
de Jerez, Europa Sur, El Día de Córdoba, Huelva Información, Granada Hoy, Málaga Hoy y El<br />
Almería.<br />
Es obra primeriza, pero de los escritores grandes interesa todo o casi todo. Han sido llamados los<br />
"relatos de aprendizaje", pero los comienzos de un maestro pueden ilustrar más a propósito de su<br />
arte que mil sesudos estudios referidos a las claves de su obra. No aparecen aquí, todavía, los<br />
barrios residenciales que conforman el llamado territorio Cheever, forjado en la posguerra como<br />
una suerte de reverso o contraescenario del american way of life. Son los años treinta y cuarenta<br />
y John Cheever, ya esforzado narrador de revistas, es apenas un veinteañero que no sabe o no<br />
quiere hacer otra cosa que contar historias.<br />
Como explica Rodrigo Fresán, no se encuentra en esta colección el mítico primer relato del<br />
escritor, Expelled, publicado por un joven de 18 años que tardaría más de un lustro en alumbrar el<br />
segundo. Basado en su expulsión del instituto por motivos que nunca han quedado claros, aquel<br />
asombroso relato inaugural adelantaba el nihilismo juvenil de la obra maestra de Salinger, pero<br />
fue desdeñado por el propio Cheever y nunca apareció recogido en libro.<br />
Debido a la interminable querella con los herederos, el volumen -que reproduce los relatos<br />
reunidos en Thirteen Uncollected Stories by John Cheever (1994)- no pudo incluir, como<br />
deseaban los editores, el primer relato citado o los aparecidos en la primera de las recopilaciones<br />
del autor, Así viven algunos (The Way Some People Live, 1943), que tampoco formaron parte de<br />
la antología canónica con la que décadas después lograría Cheever un éxito definitivo y casi<br />
póstumo. A cambio, Fall River recupera pequeños tesoros como Autobiografía de un viajante,<br />
donde se prefigura la famosa obra de Arthur Miller, y otras piezas sólo relativamente menores que<br />
nos permiten ver -y disfrutar- los primeros pasos del genio.<br />
###<br />
En Fall River no aparecen solo las que serán las obsesiones del Cheever adulto (el mundo de las<br />
apuestas, el alcohol, la incomprensión en el núcleo familiar, la vampirización del mundo laboral),<br />
sino los ejes axiomáticos de una literatura norteamericana que seguirá creciendo, por ejemplo, de<br />
la mano de Arthur Millar.<br />
Manuel Guedán, Ámbito Cultural<br />
El germen del genio está en los trece cuentos tempranos recopilados en Fall River.<br />
José Ángel González, Calle 20<br />
Trece cuentos que no ofrecen la grandeza y la madurez [del Cheever posterior], pero que son<br />
infinitamente mejores que el 90% de lo que se publica ahora.<br />
Javier Pérez de Albéniz, El Descodificador<br />
19
###<br />
Al principio también fue John Cheever<br />
Reseña completa de Miguel Rojo publicada en El Comercio.<br />
Sólo al final, a la fuerza ahorcan, acabó reconciliándose con el género asegurando que en el<br />
lecho de muerte sólo tenemos tiempo para un cuento, no para una novela. Así era Cheever, un<br />
hombre contradictorio y complejo, con un lado oscuro que él siempre se encargó de no desmentir,<br />
y que retrató la sociedad americana de clase media-alta con una mirada oblicua que hacía<br />
resaltar -igual que la luz cuando golpea de lado sobre una superficie- lo que tenía de deforme, de<br />
hastío, de fracaso, de sueño roto... Esa permanente sensación del pecado original escrito en la<br />
frente. Y todo esto lo hacía envuelto en el inconfundible aroma de la poesía: «Pronto será la<br />
temporada de las nieves y de las sinfonías. Será la época de Brahms y de los vientos fuertes y<br />
secos». Así finalizaba su primer cuento publicado 'Expelled'. Ahora acaba de aparecer en Tropo<br />
Editores el libro 'Fall River' que recoge un conjunto de treces relatos escritos entre 1931 y 1949.<br />
Incluye los primeros cuentos publicados por Cheever -salvo el primero-, y que hasta ahora sólo<br />
habían aparecido en castellano en una edición colombiana 'El hombre al que amó y otros cuentos<br />
dispersos' (Áncora, 1996) de difícil localización. Son pues textos que marcan los primeros pasos<br />
en la carrera literaria de Cheever, pero que ya llevan la semilla, la impronta, del narrador genial.<br />
Los protagonistas de estos textos no pertenecen a la clase acomodada que más tarde<br />
retratará; son gente salida de la Gran Depresión que trata de abrirse paso por el arcén de la vida:<br />
viejas camareras que descubren que la historia se les ha escapado entre café y café, apostadores<br />
en las carreras de caballos que sueñan recuperarse de sus pérdidas en el siguiente Gran Premio,<br />
viajantes derrotados por el tiempo, maridos incapaces de retener a su lado a la mujer que aman...<br />
Hombres y mujeres que, en su desolación, tan bien servirían de modelos al pintor Hopper.<br />
Rodrigo Fresán avisa en un estupendo prólogo que en 'Fall River' no se encuentra el mejor<br />
Cheever, sino aquél que está aprendiendo a nadar, el que lucha con sus influencias literarias que<br />
lo llevan de Heminway a Scott Fitzgerald; pero no es menos cierto que aquí ya aparecen, con su<br />
«oscuridad deslumbrante» característica, las historias y los personajes que harán decir a Samuel<br />
Bellow que su literatura es indispensable para saber lo que ocurre en el alma de los Estados<br />
Unidos. Basta con leer el relato que lleva por título 'Su joven esposa' o 'Autobiografía de un<br />
viajante' para encontrarse con un Cheever de apenas veintitantos años dueño en el arte del<br />
retrato preciso, del detalle minimalista, capaz de abrir en canal una realidad aparentemente<br />
normal con un par de frases y dejarnos en la boca ese poso amargo y tierno a la vez que será<br />
marca de la casa. Puro Cheever. 'Fall River' es por tanto un libro para los amantes de la literatura<br />
de Cheever que quieren conocer sus comienzos... O para aquellos que quieran comenzar a<br />
conocerlo.<br />
«Un universo muy cercano al que refleja la ejemplar serie televisiva de éxito Mad Men.»<br />
###<br />
José Luis Muñoz, La Soledad del Corredor de Fondo<br />
20
Sobre La tarde del dinosaurio,<br />
de Cristina Peri Rossi<br />
Los dinosaurios de Peri Rossi<br />
Artículo completo de Matías Nésporo publicado en El Mundo el 15 de julio de 2008.<br />
Hubo un tiempo, mucho antes de Spielberg, en que los dinosaurios eran pasto del olvido. Sus<br />
osamentas juntaban polvo en viejos museos y nadie se ocupaba de ellos, excepto algunos<br />
letraheridos cuya lectura del célebre microrrelato de Augusto Monterroso no había sido en vano.<br />
De dinosaurios hablaban la uruguaya Cristina Peri Rossi y el argentino Julio Cortázar a principios<br />
de los 70 en infinitas mesas de cafés entre Barcelona y París.<br />
De esa amistad surgió una transgresión, la del autor de Rayuela al escribir un prólogo -algo que<br />
no acostumbraba hacer con obras de autores vivos y mucho menos, conocidos o cercanos- al<br />
volumen de cuentos de su joven y prometedora amiga titulado justamente La tarde del dinosaurio.<br />
Aquellos cuentos no pasaron la censura franquista, pero en 1976 fueron editados y distribuidos en<br />
Latinoamérica por Seix Barral y corrieron tan buena suerte que Plaza & Janés los publicó en<br />
España en 1980.<br />
Y como diría Monterroso, cuando Cristina Peri Rossi despertó, más de 30 años después, el<br />
dinosaurio seguía allí. Porque el pequeño sello de Zaragoza Tropo Editores recupera hoy aquel<br />
incombustible volumen de cuentos con la introducción original de Cortázar Invitación a entrar en<br />
una casa.<br />
«Me pasó algo curioso cuando me reencontré con estos cuentos», confiesa Peri Rossi, «quería<br />
volver a escribir cada uno, pero exactamente igual que hace 30 años». Ese «imposible deseo<br />
frustrado» -que sólo Pierre Menard fue capaz de llevar a cabo con el Quijote- es, para Peri Rossi,<br />
«la comprobación de que el tiempo ha pasado para el autor, pero no para el libro».<br />
De hecho, esa casa que conforma cada relato, según la interpretación de Cortázar, en la que el<br />
lector se debe adentrar por largos pasillos, habitaciones en penumbra y misteriosas puertas<br />
entornadas, se encuentra igual que el primer día. Y la primera en sorprenderse es la misma Peri<br />
Rossi. «Para seguir escribiendo necesito olvidarme de todo lo que he escrito con<br />
anterioridad, como si lo hiciera por primera vez», aclara la autora de La nave de los locos.<br />
La angustiosa desmemoria de un viajero del espacio flotando en la eternidad, la perturbadora<br />
relación de dos hermanos demasiado afectuosos, una solitaria niña de blanco en una playa que<br />
hace naufragar a un matrimonio en las ambiguas profundidades del lenguaje y el enigmático<br />
dinosaurio soñado que visita en la vigilia a un niño con dos padres y una sola madre.<br />
De eso tratan los relatos de La tarde del dinosaurio, un variado catálogo de tonos, registros y<br />
situaciones narrativas cuyo único punto de contacto es el constante cuestionamiento del lenguaje<br />
como forma, no ya de conocer el mundo, sino tan sólo de abrir una puerta entornada. «La realidad<br />
es inaprenhensible por la lengua», corrobora la autora que sigue aún hoy reivindicando la<br />
constante variación de registros y perspectivas narrativas en su obra. «Porque no hablo con mi<br />
voz, sino con mis voces, como decía Alejandra Pizarnik. Un estilo es una manera de ver el<br />
mundo, pero para mirar de verdad hay que hacerlo a través de muchos calidoscopios», resume su<br />
poética narrativa, mientras el dinosaurio sigue allí, indestructible.<br />
Y allí seguirá, como el deseo, mientras Peri Rossi ultima su nuevo poemario, que promete «más<br />
seco y descarnado que Habitación de hotel, sin una sola concesión a la metáfora», advierte. Al<br />
21
mismo tiempo la escritora uruguaya se enfrenta a una ambiciosa novela autobiográfica.<br />
Consciente, sin embargo, que «toda autobiografía es ficción», dice la narradora cuya fama como<br />
poeta no hace más que crecer en el extranjero.<br />
La Universidad Autónoma de México acaba de publicar Runas del deseo. Antología Poética,<br />
1971-2004, preparada por Angels Gregori, y la prestigiosa editorial americana City Lights uno de<br />
sus poemarios más emblemáticos, Estado de exilio (State of Exile), traducido por Marilyn Bruck.<br />
###<br />
«En los nueve relatos de este libro, Peri Rossi explora la metáfora del monstruo a través de la<br />
multiplicidad de la realidad, la metamorfosis de la identidad, la rebelión ante un orden cerrado y de<br />
la recuperación de la mirada infantil para enjuiciar el mundo de los adultos.»<br />
Guillermo Busutil, Mercurio<br />
Sobre El momento del unicornio,<br />
de Norberto Luis Romero<br />
«Si la inteligencia no fuese tan avara con nuestros críticos, El momento del unicornio y habría sido<br />
saludado como una de las más gozosas y perdurables muestras de la vitalidad de este género.<br />
{…} Norberto Luis Romero merece figurar entre nuestros mejores cuentistas contemporáneos. Su<br />
prosa, bruñida en la escuela de la austeridad, mantiene una tensión estilística y una capacidad<br />
para generar impresiones sensoriales que sobrevuela el argumento de sus narraciones, sin<br />
elevarse nunca más de la cuenta: es la prosa de un escritor irrepetible, una aguja en el pajar de<br />
los palabristas.»<br />
Juan Manuel de Prada, Clarín<br />
Sobre Malas influencias,<br />
de Sergio del Molino<br />
«Una escritura muy cuidada, consciente, sin pedantería ni rebuscamiento».<br />
José Giménez Corbatón, Heraldo de Aragón<br />
«Entre el suicidio, la destrucción y el asesinato, sus personajes siempre caminan por la cuerda<br />
floja».<br />
Juan Jacinto Muñoz Rengel, RNE (Radio Nacional de España)<br />
«Sus mundos son sólidas arquitecturas que el lector visitará sin notar que pasa de su edificio<br />
mental a otro literario, artístico, mágico inclusive».<br />
Julio Espinosa, Literaturas.com<br />
22
«Lara Moreno es la última cronopia española».<br />
Fernando Iwasaki, Abc<br />
23<br />
Sobre Cuatro veces fuego,<br />
de Lara Moreno<br />
Reseña completa publicada en Calle 20
Sobre Museo de la soledad,<br />
de Carlos Castán<br />
Reseña completa de Rosa Regàs publicada en El Correo el 20 de abril de 2008<br />
El mercado literario responde, como la mayoría de las cosas, a esa dictadura de lo novedoso que<br />
convierte en viejos los móviles, los coches y la ropa adquirida un par de años antes. Aunque en el caso<br />
de los libros, la novedad responde a un espacio de tiempo muy corto. Un título apenas resiste más de<br />
un mes en la primera línea de las librerías, debido a la avalancha de libros que se publican.<br />
Si encima la editorial que lo publica es periférica y si el autor no es suficientemente mediático o no está<br />
avalado por el marketing editorial y la crítica de los suplementos de referencia, su defunción resulta<br />
definitiva al cabo de un mes. Esto se produce también porque la mayoría de las librerías carecen de<br />
fondos, porque cuando los ejemplares distribuidos se venden no se piden más a la distribuidora y<br />
porque el boca-oreja no siempre consigue convertir en éxito la obra de un autor emergente.<br />
Todos estos factores explican que el fenómeno de la reedición no se deba actualmente a las habituales<br />
razones de antes. Que el autor fuese “fichado” por una gran editorial que adquiría sus obras anteriores,<br />
que un premio de prestigio provocase que los lectores demandasen sus primeros libros o que el autor,<br />
con un estatus literario consolidado, quisiese hacer una nueva edición corregida o selectiva de sus<br />
libros. Estas eran las causas que daban lugar a que un libro se reeditase.<br />
Pero en los dos últimos años han entrado en juego otras causas, como el descontento del escritor<br />
hacia la editorial que lanzó un libro, aunque fuese un sello de marca o que la aparición de nuevas<br />
editoriales periféricas, exquisitas en el cuidado de la edición y necesariamente ambiciosas en su oferta,<br />
buscase abrirse un hueco publicando títulos editados en una franja que va de los diez a los cinco años;<br />
más o menos el tiempo al que obliga el contrato editorial de un título. En esta línea encontramos el<br />
sello Tropo Editores de Zaragoza y que, bajo el epígrafe de 2ºAsalto, apuesta por recuperar títulos de<br />
interés.<br />
La apuesta la abren reeditando ‘Museo de la Soledad’ de Carlos Castán. Un buen conjunto de relatos,<br />
aparecidos en Espasa-Calpe en el año 2000, que tuvieron una excelente acogida por la calidad de la<br />
prosa de su autor y por el original tratamiento de los temas. Rescatar este título es un acierto, ya que<br />
muchos lectores podrán disfrutar del estilo poético y melancólico de uno de los escritores de relatos<br />
más interesantes del panorama nacional.<br />
Así que enhorabuena a Tropo editores por esta iniciativa.<br />
Carlos Castán demostró en ‘Frío de vivir’ y especialmente en este libro que es un excelente cuentista<br />
de la nostalgia melancólica y de la conformación de la identidad a través del mundo emocional. Su<br />
estilo se define por la construcción de atmósferas envolventes y sensitivas, por la habilidad de los<br />
diferentes registros del relato y por un lenguaje narrativo destilado y provisto de un halo poético que<br />
mece la prosa desde su interior. Lo demuestra con hermosos relatos como ‘Casi Marino’, en el que<br />
aborda la transformación del amor y la memoria de la lluvia, en ‘Muchas veces, ‘querida Laura’, un<br />
espléndido homenaje al arte epistolar y a la suplantación de la identidad con ecos cortazarianos, en<br />
‘Silencio tan de Silvia’, acerca de la adolescencia y su vinculación con la fantasía y la aventura y en<br />
‘Con sangre entra’, sobre la agresión violenta a un vagabundo. Junto a estos temas, Castán aborda el<br />
azar, el dolor, el oficio de vivir, las huellas del pasado que se manifiestan en las casualidades del<br />
presente y las diferentes caras de la soledad. Los argumentos que embrida entre la ternura, la ironía y<br />
lo sobrecogedor, para ahondar en los elementos desestabilizadores de nuestro paisaje emocional.<br />
Esperemos que pronto, Castán nos embarque en otros relatos sobre el abismo de las emociones y el<br />
fantasma de la memoria.<br />
24
Sobre La soledad de los ventrílocuos,<br />
de Matías Candeira<br />
"Apunten este nombre: Matías Candeira. Tomen nota de este título: La soledad de los<br />
ventrílocuos. Recuerden esta editorial: Tropo. Estamos ante el nacimiento de un escritor llamado<br />
a grandes prosas. Alguien que dará mucho que hablar.Mucho (y bien) que leer. Es el mejor libro<br />
de relatos editado en España en mucho tiempo".<br />
Tino Pertierra, La Nueva España<br />
"Pocos autores hacen su entrada en el mundo de las letras con obras del calado de La soledad de<br />
los ventrílocuos."<br />
Gonzalo Gómez Montoro, La Verdad de Murcia<br />
Sobre Álbum de radiografías secretas,<br />
de Ramón J. Sender<br />
«José Vergés, director de la editorial Destino durante muchos años, encargó al autor de Crónica<br />
del Alba y Réquiem por un campesino español, la redacción de este libro publicado en 1982.<br />
Ahora, la editorial Tropo Editores de Zaragoza recupera esta colección de semblanzas sobre<br />
artistas que demuestran el talento de ensayista de Ramón J. Sender. El narrador y periodista<br />
nacido en Huesca se interesó siempre por la épica cotidiana de la vida y por acercarse a sus<br />
contemporáneos y a otras figuras de la historia desde una perspectiva humana y divertida. Un<br />
ejemplo son estas radiografías que muestran, a través de anécdotas, conversaciones,<br />
experiencias comunes, acontecimientos culturales e históricos, la personalidad menos conocida<br />
de Faulkner, Valle-Inclán, León Felipe y Picassso entre otros célebres personajes, desvelados por<br />
el humor y la afilada pluma de Ramón J. Sender.»<br />
Revista Mercurio, noviembre de 2008<br />
«Álbum de radiografías secretas es uno de los mejores libros de Ramón J. Sender: escribe de la<br />
libertad, de la felicidad, de la independencia de criterio y de la vida con una intensidad muy<br />
infrecuente.»<br />
Félix Romeo, Heraldo de Aragón<br />
26
Sobre La cocina caníbal, de Roland Topor<br />
Fernando Arrabal y el editor de Tropo, Óscar Sipán, en la presentación de La cocina caníbal.<br />
«Dicen que las recetas de este libro harían las delicias de cualquier menú de Hannibal Lecter. Y<br />
llevan toda la razón. Topor, cabeza pensante del grupo Pánico, echó el resto en este clasicazo<br />
felizmente reeditado, hoy, por Tropo Editores.»<br />
David Benedicte, XL Semanal<br />
###<br />
El mejor alimento para el hombre<br />
Reseña completa de Eva Cosculluela publicada en Heraldo de Aragón<br />
Provocador y escandaloso, maestro del humor negro, Roland Topor (París, 1938 – 1997) siempre<br />
consiguió con sus obras y adaptaciones teatrales lo que se proponía: no dejar a nadie indiferente.<br />
Pintor, humorista gráfico, escritor, dramaturgo, guionista de cine y escenógrafo, este artista<br />
multidisciplinar comienza su carrera seducido por el surrealismo de Artaud y de Breton. En 1962<br />
funda el Grupo Pánico junto a Fernando Arrabal y a Alejandro Jodorowsky. Influenciados por las<br />
vanguardias, por el postismo, por el esperpento de Valle-Inclán y el cine de Buñuel, el Grupo<br />
Pánico intenta utilizar el humor grotesco y absurdo como contestación a la sociedad establecida y<br />
como forma de transgresión continua, creando un universo donde la sutileza se mezcla con el mal<br />
gusto, la cordura con la locura y la memoria con la irrealidad del mundo de los sueños.<br />
27
Este espíritu irreverente y contestatario se plasma en La cocina caníbal, un recetario que propone<br />
platos imposibles preparados con ingredientes fuera de lo común. “El hombre es el mejor alimento<br />
para el hombre”, dice Topor en la introducción, aunque “hay algunos cuyo consumo no es<br />
recomendable; el papel de toda ama de casa y de todo consumidor es saber distinguir la carne<br />
buena de la mala”. Continua Topor con algunos consejos valiosos para elegir la mejor materia<br />
prima: mejor si se trata de un individuo joven, y a poder ser, femenino y fumador. Sabrá mucho<br />
mejor si fue criado en el campo, y la exquisitez se alcanza si el individuo en cuestión padece<br />
alguna enfermedad como la diabetes o la cirrosis hepática. Aunque para Topor, la clave está en<br />
conocer a la persona que uno se va a comer, por si acaso algo pasara inadvertido en el examen<br />
superficial.<br />
Las recetas que conforman este particular libro de cocina son tan satíricas como surrealistas:<br />
“Guardabosques al vino de Madeira”, “Hombre gordo con sal”, “Miope gratinado”, “Misionero<br />
picado con pan rallado”, “Puré de cabeza de jefe” (del que dice que “es un plato monumental que<br />
hay que reservar para las grandes ocasiones familiares”), “Sesos a la molinera” (para el que<br />
apostilla que “si ha conocido a la molinera, mucho mejor”), o “Agente de seguros en su póliza”<br />
(para su preparación, el autor recomienda: “Sáquele el dinero y, si es necesario, hágale una<br />
pequeña incisión en la cabeza para que no quede nada en el interior [...] Si el agente está gordo<br />
hacen falta cuatro horas de cocción, si no, tres serán suficientes”). Los textos tienen ritmo y un<br />
ácido sentido del humor, además de una sonoridad característica de la prosa de los integrantes<br />
del movimiento Pánico. Una acertada traducción permite al lector disfrutar de los abundantes<br />
juegos de palabras que aparecen en el texto.<br />
Alternando con estas recetas aparecen titulares de noticias que bien podrían ser publicadas en la<br />
sección de “sucesos antropofágicos” de un periódico, y poemas de Gabriel Nigond, Henry<br />
Chantavoine y Raoul Ponchon, tres poetas franceses cuya obra se enmarca entre los últimos<br />
años del siglo XIX y los primeros del XX.<br />
Las ilustraciones del propio Topor añaden al libro un toque entre cómico y agresivo. Para el<br />
francés, dibujar era la forma más íntima de expresión, el arte que de verdad le permitía volcar lo<br />
que llevaba dentro sin tener que someterse a otros códigos que sí debían aplicarse a la literatura.<br />
Topor fue colaborador de las revistas de humor Hermano lobo, Triunfo y La codorniz en los años<br />
50. Sus viñetas estaban impregnadas de una crueldad punzante, de un aire macabro que heredó<br />
otro humorista que coincidió con él en estos medios: Andrés Rábago, que entonces firmaba como<br />
“Ops” y al que ahora conocemos como “El Roto”.<br />
La cocina caníbal es el segundo libro de la colección “Ilustrada” de Tropo Editores y está igual de<br />
bien editado que el anterior, el premiado Leyendario de Óscar Sipán y Óscar Sanmartín. El libro,<br />
originalmente escrito en 1970, está prologado en esta edición por Fernando Arrabal, que habla de<br />
Topor como su mejor amigo durante los cuarenta años que duró su relación, hasta la muerte del<br />
francés a causa de un accidente vascular. Lo describe como un ser lúcido, inteligente, generoso y<br />
deslumbrantemente creativo, una mente brillante. Alguien que se reía de la seriedad, de ahí su<br />
máxima en la vida: “lo único serio es la risa”.<br />
###<br />
«La cocina caníbal, de Roland Topor es un libro que debería estar en todas las casas junto a las<br />
1.080 recetas de cocina de Simone Ortega, porque lo mismo nos enseña a preparar algo sencillo<br />
para salir del paso con los ingredientes que tengamos en casa ('Pies de majorette con huevos<br />
duros', 'Hombre gordo con sal') o platos mucho más sofisticados con los que sorprender (o<br />
aterrorizar) a nuestros invitados ('Restos de un automovilista guisado', 'Muslos de chicas con<br />
piernas al aire' o una deliciosa 'Mamá con rosas blancas')»<br />
Soitu.es<br />
28
Sobre El pabellón azul, de Ramón Pernas<br />
«Tropo ha recuperado un libro de hace ocho o nueve años y que llevaba tiempo descatalogado.<br />
El pabellón azul, del gallego Ramón Pernas. Es una historia que habla de libertad, de nostalgia y<br />
de sueños.»<br />
Marta Rivera de la Cruz, Cadena Cope<br />
«La editorial Tropo hizo una estupenda elección al recuperar esta novela (la segunda) de Ramón<br />
Pernas, más de diez años después de su primera edición.»<br />
Carolina León<br />
«El pabellón azul (originalmente publicada en 1998 y rescatada ahora en la colección 2º asalto de<br />
Tropo) es una obra de singular belleza. Esta tópica expresión es, en este caso, literal por<br />
completo: esta novela tiene una capacidad de sugerencia insólita, que va más allá de la simple<br />
elegancia de la prosa de Ramón Pernas.»<br />
Solodelibros<br />
29<br />
Sobre Manderley en venta,<br />
de Patricia Esteban Erlés<br />
«Patricia Esteban Erlés destila en sus relatos la perfección del que ha despojado a la literatura de<br />
todo lo superfluo: de sentimentalismos, de complacencias, de doctrinas y de oraciones<br />
subordinadas innecesarias.»<br />
Ida Ferrero Lindlau<br />
«Manderley en venta es un frigorífico lleno de historias que no quieren ser otra cosa que los gatos<br />
congelados de cada casa, de cada pareja y de cada familia. Patricia Esteban Erlés es<br />
-para mí- la gran revelación literaria del 2008.»<br />
Fernando Iwasaki, Abc
Sobre Vivo o muerto.<br />
Cuentos del spaghetti western (VV. AA.)<br />
Reseña completa publicada en La Voz de Almería.<br />
30
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