257 discurso de orden pronunciado por el dr. jose rodriguez urraca ...

La Historia y sus textos
de los romanos y cuáles fueron los puntos de vista de Don Alfonso El
Sabio para adoptarlos y darles efecto cinco siglos fuera de su momento
histórico. Hoy el estudiante busca en las escuelas laboratorios sociales.
Quiere ofrecer a la República conclusiones tomadas de la vida, de su
realidad inmediata, como en los tiempos de Caldas. Quiere hacer de la
Universidad el fiel de la Democracia que registre los hechos, aunque
vengan de muy abajo, de las ideas, aunque se vislumbren muy lejanas”.
Lo que ARCINIEGAS afirmaba en 1932 está vigente. Seguimos aferrados
a una Universidad chapada a la antigua, pese a que tenemos la evidencia
de vivir tiempos distintos. En el medio específico en que nos movemos
consideramos la gran reforma a cumplir el enseñar a los alumnos a
manejar el Código, a redactar documentos o a utilizar más a menudo la
jurisprudencia de casación. Pero no advertimos que tras esas ideas
relativas a la técnica, al proceso, se manifiestan en toda su intensidad
cuestiones valorativas fundamentales. No advertimos que un abogado
sin criterio estimativo nunca será un jurista, y que si bien es cierto que no
todos pueden ser juristas, a cada uno de ellos debe proporcionársele el
instrumental necesario para serlo, acompañado de un bagaje intelectual
que lo precise qué es lo que puede hacer desde su posición en la vida. No
es que se pretenda renegar de la herencia clásica de los romanos o del
viejo derecho español; no es que se propicie una iconoclastia contra las
vetustas construcciones jurídicas que sirven de base a las modernas
estructuras, pero sí que esa vuelta al pasado se haga sólo en base a la
utilización de éste para organizar mejor el porvenir. Pero es cierto que
quién no tiene ni siquiera noción de lo que es el futuro, mal podría ocuparse
de organizarlo.
En esto, señores, está el verdadero problema. Hemos planteado no solo
interrogantes, porque la peculiaridad de este acto no permite análisis de
otra índole ni avance de posibles soluciones. Quede para otro momento
una plática que concretice las salidas. Sólo queda la esperanza de que el
grupo de jóvenes abogados que hoy egresa de estas aulas, mis primeros
alumnos universitarios, puedan algún día traer de vuelta esa formación
que necesitan las promociones venideras. En ellos, en muchos de ellos
confío. Porque sé que pese a las fallas anotadas han puesto de su parte
por imponer finalidades a sus esfuerzos. Y porque, al menos, resulta un
consuela escuchar en boca de ellos el eco de las atareas que muchos de
nosotros no hemos podido todavía cumplir.
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