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Representaciones<br />

y prácticas sociales<br />

Visiones desde la historia moderna<br />

y contemporánea<br />

Rodrigo Laguarda<br />

COORDINADOR<br />

CUADERNOS<br />

DE TRABAJO DE<br />

POSGRADO<br />

HISTORIA MODERNA Y CONTEMPORÁNEA<br />

MAESTRÍA


DEWEY LC<br />

909 D208<br />

REP.y R4<br />

Representaciones y prácticas sociales : visiones desde la historia moderna y contemporánea<br />

/ coordinación Rodrigo Laguarda ; presentación Enriqueta Quiroz. – México : Instituto<br />

Mora, 2012.<br />

235 p. : il., diagrs., fotos ; 22 cm. – (Cuadernos de trabajo de posgrado. Historia moderna<br />

y contemporánea. Maestría).<br />

Incluye referencias bibliográficas<br />

1. Historia moderna. 2. Negros – México – Historia. 3. Diezmos – México – Historia.<br />

4. Caricaturas – Veracruz. 5. Unión de Padres de Familia (México). 6. Chile – Fuerza aérea.<br />

7. Psiquiatría – México – Historia. 8. Cinematografía – México. I. Rodrigo Laguarda, coord.<br />

II. Quiroz, Enriqueta, prol. III. Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora (México,<br />

D.F.). IV. ser.<br />

Los trabajos aquí presentados fueron dictaminados y revisados por el Cómite Académico de la<br />

maestría en Historia Moderna y Contemporánea, integrado por la doctora Laura Suárez de<br />

la Torre, la maestra María José Rhi Sausi, la doctora Carmen Collado, la doctora Patricia Pensado,<br />

el doctor Rogelio Jiménez Marce y el doctor Rodrigo Laguarda.<br />

Primera edición, 2012<br />

Primera edición en formato pdf, 2013<br />

D. R. © 2012, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora<br />

Calle Plaza Valentín Gómez Farías 12, San Juan Mixcoac, 03730, México, D. F.<br />

Conozca nuestro catálogo en <br />

ISBN: 978-607-7613-90-9 Rústica<br />

ISBN: 978-607-9294-01-4 Formato pdf<br />

Impreso en México<br />

Printed in Mexico


Índice<br />

Introducción a los temas: líneas de investigación y debates<br />

Enriqueta Quiroz 5<br />

Los “otros” mexicanos. Las representaciones visuales de la población<br />

de origen africano de México en la pintura costumbrista europea<br />

María Dolores Ballesteros Páez 11<br />

La recaudación decimal en el arzobispado de México:<br />

entre la esperanza y la desilusión (1821-1833)<br />

Carlos Alberto Ortega González 55<br />

La caricatura política en Veracruz en dos periódicos<br />

constitucionalistas: El Pueblo y Revista Nacional, 1914-1915<br />

Miguel López Domínguez 93<br />

La Unión Nacional de Padres de Familia y la oposición a la política<br />

educativa del Estado revolucionario: 1917-1940<br />

Marco Aurelio Pérez Méndez 131<br />

Alas para Chile: construcción histórica del imaginario de piloto<br />

en la Fuerza Aérea de Chile<br />

César E. Valdez 167<br />

“Los que volaron sobre el nido del cuco.” La influencia de las ideas<br />

antipsiquiátricas en el cine mexicano, 1971-1981<br />

Francisco Morales Ramírez 207


RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

introducción a los temas:<br />

lÍneas de investigación y debates<br />

En el presente Cuaderno de Trabajo de Posgrado se reúnen seis artículos<br />

de jóvenes investigadores formados en la maestría en Historia Moderna y<br />

Contemporánea del Instituto Mora. Sus inquietudes historiográficas encontraron<br />

cauce en momentos distintos del pasado mexicano y latinoamericano;<br />

los problemas abordados van desde el siglo xix hasta el siglo xx y sus<br />

campos temáticos se cruzan con la historia cultural, económica, política y<br />

social, en perfecta concordancia con las líneas de investigación desarrolladas<br />

en el instituto.<br />

Los artículos aquí reunidos son ejemplo de las inquietudes y manifestaciones<br />

de una generación que se siente atraída por diversos temas muy<br />

atingentes a su realidad. Especialmente aquella que tiene que ver con las relaciones<br />

y prácticas sociales en todos sus ámbitos, como se ha dicho, desde<br />

las económicas hasta las culturales. Aquí se enuncian problemas como la<br />

necesidad de reconocer la alteridad en las relaciones humanas, pasando por<br />

el efecto del poder en las prácticas económicas y el influjo de las ideologías<br />

liberales y marxistas en los variados quiebres o rupturas sociales padecidos<br />

en el siglo xx mexicano y latinoamericano, hasta finalmente llegar al problema<br />

de la represión social de fines de ese mismo siglo, expresada en la esfera<br />

institucional de los manicomios y que fue denunciada en su momento a<br />

través de expresiones culturales.<br />

D. R. © 2012, Instituto Mora<br />

Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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6<br />

RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

El estudio de la alteridad, que en definitiva es un reconocimiento o redescubrimiento<br />

de la identidad de los pueblos a través del tratamiento del<br />

llamado “problema del otro”, es uno de los enfoques que está empleando la<br />

historiografía actual y que nutre a María Dolores Ballesteros en su estudio de<br />

“Los ‘otros’ mexicanos. Las representaciones visuales de la población de origen<br />

africano de México en la pintura costumbrista europea”. Sus fuentes principales<br />

de estudio corresponden a las obras de algunos artistas europeos que,<br />

tras la independencia, llegaron a México con el afán de pintar el “exotismo”<br />

de este pueblo, con su variedad racial y, dentro de esta, a los afromexicanos.<br />

La autora pone énfasis en que su estudio se reconstruye sobre la base de un<br />

tercero, en la alteridad, pues, a su juicio, luego de los indígenas estaban los<br />

afrodescendientes, como los terceros excluidos en dicha sociedad.<br />

El artículo participa del debate de si realmente la identificación del<br />

mencionado grupo fue más bien una exclusiva preocupación de los artistas<br />

europeos decimonónicos; es decir, si fueron ellos los que realmente inculcaron<br />

con su mirada diferenciaciones por color a los grupos aludidos, porque<br />

también sabemos que a fines del siglo xviii y a inicios de la república la sociedad<br />

mexicana se diluía o desdibujaba dentro de los conceptos de casta o<br />

“calidad” étnica. Por ello el rescate del “nosotros” quizá no era exactamente<br />

propio de los afromexicanos en los inicios del siglo xix, ya que en ese momento<br />

su color no importaba más que la condición bajo la que vivían.<br />

Por su parte, Carlos Alberto Ortega González, en su artículo “La recaudación<br />

decimal en el arzobispado de México: entre la esperanza y la<br />

desilusión (1821-1833)”, propone estudiar al naciente México republicano<br />

desde el ángulo de la recaudación o las imposiciones fiscales a la sociedad;<br />

el problema propuesto es observar el particular declive de los diezmos y<br />

explicar las causas que lo originaron, para lo cual relaciona los problemas<br />

políticos, sociales y hasta culturales que influyeron en lo que –a su juicio–<br />

denomina “una crisis fiscal”.<br />

Analiza el papel de los causantes en el pago del impuesto eclesiástico,<br />

y a la vez el de las autoridades exactoras, como principales actores sociales y<br />

responsables del declive fiscal. Lo que explica por la resistencia de los primeros<br />

al pago del diezmo y a una disminución de la capacidad de coacción de<br />

los segundos, lo que a su vez tendría origen en la inestabilidad política del<br />

periodo, principalmente después de 1829. Se analiza el comportamiento de<br />

Colección Cuadernos de Trabajo de Posgrado • Historia Moderna y Contemporánea • Maestría


IntroduccIón a los temas E. Quiroz<br />

la recaudación decimal tomando en cuenta una serie de elementos políticos,<br />

sociales e inclusive climatológicos. Menciona, por ejemplo, que los causantes<br />

fueron constantemente sometidos a préstamos forzosos que deterioraron<br />

su colaboración con el gobierno, así también habría influido en dicha resistencia<br />

la irrupción frecuente del poder civil en las finanzas eclesiásticas, el<br />

debilitamiento del poder de la iglesia catedral y los fenómenos meteorológicos<br />

(sequía y helada) del año 1828, que habrían impactado la producción y<br />

la recaudación del siguiente año.<br />

El artículo utiliza una fuente invaluable para la historia económica: los<br />

diezmos eclesiásticos, particularmente los recaudados en el arzobispado de<br />

México. Existen escasos trabajos sobre diezmos para el periodo colonial<br />

novohispano y más escasos aún son los referidos al periodo republicano. A<br />

los historiadores económicos los diezmos les hablan de los niveles de producción<br />

agropecuaria y del nivel de los precios de productos alimentarios<br />

básicos. De allí se deriva el análisis del crecimiento o declive de la economía<br />

en general y se deducen niveles de vida de la población. En este sentido,<br />

queda la inquietud de por qué no estudiar los diezmos del arzobispado de<br />

México antes del periodo 1821 a 1833 o, si se hace para ese mismo periodo,<br />

por qué no dar a conocer en detalle la producción de maíz, de trigo, de<br />

ganado bovino, porcino, etc. y a su vez el comportamiento de sus precios.<br />

Es decir, el trabajo de Carlos Alberto nos abre puertas, pero a la vez nos deja<br />

la invitación a seguir explotando la fuente decimal desde el ángulo del funcionamiento<br />

económico.<br />

Desde otra novedosa fuente, como es la caricatura, el artículo de Miguel<br />

López Domínguez nos conduce al estudio del debate político revolucionario<br />

de inicios del siglo xx mexicano. Su trabajo, titulado “La caricatura política<br />

en Veracruz en dos periódicos constitucionalistas: El Pueblo y Revista<br />

Nacional, 1914-1915”, se entrecruza con las llamadas investigaciones sobre<br />

la “opinión pública” con base en la prensa como instrumento divulgador de<br />

ideas políticas. Así como con la interpretación iconográfica, en contexto con<br />

el devenir histórico de finales de 1914 y mediados de 1915.<br />

Miguel López utiliza a la caricatura como documento, la que a su vez<br />

constituye su objeto de estudio, lo que en sí representa un difícil reto analítico.<br />

Por este motivo, en este caso el debate recaería en la propia dualidad fuenteobjeto<br />

empleada y en la peligrosa inducción a determinadas conclusiones. El<br />

D. R. © 2012, Instituto Mora<br />

Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

7


8<br />

RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

autor destaca que, como documento, la caricatura de la prensa investigada<br />

le entrega información respecto a las facciones políticas a las que denomina<br />

constitucionalistas y convencionalistas; los primeros, defensores del carrancismo,<br />

de sus victorias y propuestas; los segundos, por el contrario, menos estructurados<br />

en su accionar e ideología. Por su parte, las caricaturas como objeto<br />

de estudio reflejan al autor el interés de los periodistas en emplearlas como<br />

propaganda ideológica para difundir intereses y proyectos que satisficieran<br />

no sólo las necesidades de los sectores medios de la población sino principalmente<br />

las de los agraristas, los obreristas y el proletariado en general.<br />

Con base en esta metodología, el artículo sostiene que a través del lenguaje<br />

sencillo y directo de los dibujos los periodistas realizaron “una cátedra<br />

social” que habría dado forma a la lógica y a la conciencia de la revolución,<br />

siendo el arma más clara y elocuente de la lucha entre las diferentes facciones<br />

que buscaban la obtención del poder. De manera especial, se plantea<br />

que las caricaturas de la prensa constitucionalista tuvieron como fin convencer<br />

a la población del país de que el aliado y héroe revolucionario de ayer se<br />

había convertido en un traidor contrarrevolucionario.<br />

Con un enfoque político y cultural, el artículo de Marco Aurelio Pérez<br />

Méndez titulado “La Unión Nacional de Padres de Familia y la oposición a<br />

la política educativa del Estado revolucionario: 1917-1944”, se centra en el<br />

periodo posrevolucionario. En ese contexto se interesa por estudiar a los grupos<br />

de derecha que constituyeron la oposición a los regímenes socialistas de<br />

inicios del siglo xx en México. Su interés radica en la resistencia que sostuvo<br />

el grupo llamado Unión Nacional de Padres de Familia, de origen católico, al<br />

artículo constitucional que decretó la educación laica en México.<br />

El estudio de Marco Aurelio es innovador en cuanto a que dirige su<br />

mirada a los grupos de derecha que continuaron accionado luego de la revolución.<br />

Es decir, es importante que centre sus esfuerzos de investigación<br />

en el estudio de las facciones opositoras al gobierno posrevolucionario e<br />

intente definir sus directrices y accionar sobre bases ideológicas. No obstante,<br />

el debate surge de los resultados alcanzados; se extraña la investigación<br />

detallada de los miembros que conformaban la Unión Nacional de Padres de<br />

Familia, sus lazos familiares, sus propiedades, sus actividades económicas o<br />

sus vínculos empresariales. El análisis presentado está centrado únicamente<br />

en el plano de las ideas y en ese mismo nivel estudia al catolicismo. Quizá<br />

Colección Cuadernos de Trabajo de Posgrado • Historia Moderna y Contemporánea • Maestría


IntroduccIón a los temas E. Quiroz<br />

faltó tomar la distancia necesaria para captar que los miembros de la Iglesia<br />

católica evidentemente son vulnerables a la influencia de ideologías e intereses<br />

de derecha o de izquierda, pero su fin verdadero no es ese –y aunque<br />

muchas veces ellos mismos lo olviden–, su afán radica en llevar a la práctica<br />

una doctrina de vida y no una ideología. La Unión de Padres de Familia<br />

evidentemente acomodó sus intereses a sus prácticas de fe, pero no hay que<br />

olvidar que ellos eran una facción dentro de los católicos. Sin ir más lejos, la<br />

idea de la formación del hombre nuevo y con capacidad de discernimiento<br />

no sólo era un proyecto socialista, sino que también ya formaba parte del<br />

llamado cristianismo social de la Iglesia católica.<br />

En la misma línea de estudiar la influencia de las ideologías en los proyectos<br />

de nación se presenta el artículo de César Valdez, “Alas para Chile:<br />

construcción histórica del imaginario de piloto en la Fuerza Aérea de Chile”,<br />

en el que, a través del estudio de la Revista de la Fuerza Aérea de Chile, órgano<br />

oficial de dicha institución, y a partir de la realización de entrevistas a sus<br />

propios miembros, intentó reconocer las bases formativas de los estudiantes<br />

y personal de esa rama del ejército chileno y explicar su participación en el<br />

golpe de Estado de 1973.<br />

El autor indica que dicho accionar político no tuvo una relación con la<br />

aplicación de la doctrina de seguridad nacional en la Fuerza Aérea chilena,<br />

según lo que deduce de los contenidos de los artículos publicados por su<br />

revista oficial, y tampoco por la intervención del gobierno de los Estados Unidos<br />

en la política interna del país. No obstante, el debate de su postura puede<br />

surgir de la propia fuente que emplea, ya que dicha publicación periódica no<br />

tenía un carácter analítico, sino que era principalmente un órgano de difusión<br />

de la práctica de vuelo y no necesariamente se encontrarían en ella doctrinas<br />

ideológicas, siendo quizá otras las vías verdaderas de su transmisión. Todo<br />

esto, especialmente si el autor reconoce que en Chile existió una marcada<br />

polaridad ideológica –que en definitiva fue la causante del golpe de Estado<br />

contra el gobierno de Salvador Allende– que en consecuencia debió reflejarse<br />

en todos los ámbitos nacionales; por lo tanto es raro, bajo esa lógica, que<br />

en esta revista no se plasmara un partidismo hacia cualquiera de las visiones<br />

políticas opuestas en ese momento; quizá la respuesta puede estar en la estructura<br />

de seguridad interna institucional, la que ocultaba cualquier reflejo<br />

ideológico en publicaciones de divulgación.<br />

D. R. © 2012, Instituto Mora<br />

Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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10<br />

RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

Bajo la perspectiva de los estudios sobre represión social, aquí se presenta<br />

el texto de Francisco Morales referido a la influencia de las ideas antipsiquiátricas<br />

en el cine mexicano, 1971-1981. El autor se refiere a la antipsiquiatría<br />

como un movimiento social surgido hacia los años 1960 en Europa<br />

y que años más tarde habría tenido expresiones en México, particularmente<br />

a través del mundo de la cultura. De modo tal que el autor se detiene a estudiar<br />

a través del cine mexicano de la década de 1970, y de cuatro películas<br />

en particular, las expresiones de disidencia que encuentra en dichas fuentes<br />

de ficción hacia la psiquiatría institucional. Su fuente le permite rescatar la<br />

crítica y la fuerte denuncia contenida hacia el “tratamiento” de la locura<br />

como una enfermedad mental. Hace un breve recorrido sobre los postulados<br />

de los, por así decirlo, antipsiquiatras, entre ellos señala a Michael Foucault<br />

y se adentra en las líneas de Thomas Szazs y otros varios especialistas que<br />

paulatinamente fueron analizando a la psiquiatría como una institución represora<br />

e incluso muy cercana y aliada con los regímenes totalitarios. Finalmente,<br />

llega a la realidad mexicana, donde afirma que no existen realmente<br />

antipsiquiatras pero sí especialistas con una visión más integral y holística<br />

del fenómeno de la patología mental llamada locura.<br />

Francisco Morales enuncia un problema pero no se adentra en las implicancias<br />

sociales de aquellas prácticas; en ese sentido el artículo raya en<br />

lo sugerente, porque nos permite localizar un problema dentro del contexto<br />

mexicano, pero se detiene con prudencia al observar que ese contexto curiosamente<br />

coincide con la efervescencia del llamado movimiento del 68. El<br />

artículo nos entrega herramientas de análisis para detectar problemas y prácticas<br />

represivas que la misma sociedad denuncia dentro de un movimiento<br />

crítico que se expresa a través del arte y la cultura de ese momento. En ese<br />

sentido, el artículo “vuela” sobre la percepción antipsiquiátrica de la sociedad<br />

de clase media urbana reflejada en el cine mexicano de la década de 1970.<br />

Enriqueta Quiroz<br />

Instituto Mora<br />

Colección Cuadernos de Trabajo de Posgrado • Historia Moderna y Contemporánea • Maestría


RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

los “otros” mexicanos. las representaciones visuales<br />

de la población de origen africano de méxico en la<br />

pintura costumbrista europea<br />

D. R. © 2012, Instituto Mora<br />

María Dolores Ballesteros Páez*<br />

Tras la independencia, numerosos artistas europeos pertenecientes al movimiento<br />

romántico llegaron al territorio mexicano en busca de lo exótico y<br />

característico de las tierras americanas. Sus óleos, acuarelas y bocetos dan a<br />

conocer lo que buscaban al otro lado del océano, lo que llamaba su atención,<br />

lo que querían mostrar al público europeo a su regreso: el exotismo<br />

mexicano. Estos pintores buscaban representar la alteridad de la sociedad<br />

“mexicana”, al “otro”, al indígena con vestimentas y costumbres distintas, a<br />

los tipos populares que vestían de forma peculiar respondiendo a la necesidad<br />

de sus oficios y a los afromexicanos que con la abolición del sistema de castas<br />

habían desaparecido del discurso, pero no de la realidad mexicana. Así,<br />

este estudio pretende recuperar cómo tres artistas europeos, Johann Moritz<br />

Rugendas (Mauricio Rugendas, en México), Édouard Henri Théophile Pingret<br />

(más conocido como Edouard Pingret) y Johann Salomon Hegi, se figuraban a<br />

los afromexicanos, la otra alteridad de México, tras la independencia. 1<br />

el “otro” en las representaciones visuales de los románticos<br />

europeos en méxico<br />

La representación es el uso de una cosa que toma el lugar o sustituye otra a<br />

través de algún medio significante. 2 La representación se hace siempre de algo<br />

Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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12<br />

RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

o alguien, realizada a su vez por algo o alguien y para alguien. 3 Es decir, debe<br />

existir un objeto de la representación, un “creador” y un receptor de la misma.<br />

En este trabajo el objeto de la representación será la población de origen africano<br />

en obras creadas por tres pintores europeos para su público de origen.<br />

Basándose en el “saber compartido” entre los artistas y su público, los<br />

observadores construyen la representación del “otro” empleando la comparación,<br />

la analogía, la “traducción” y la inversión. A partir de que existen, al<br />

menos, dos términos, el yo/nosotros (los pintores europeos y los destinatarios<br />

de su obra) y el otro (los habitantes de México), es decir, partiendo de la diferencia<br />

entre los mismos, el observador describe al otro y lo “traduce” a su<br />

audiencia. No obstante, como señala Hartog, la dualidad de la retórica de la<br />

alteridad tiende a excluir de la representación a un tercer término. En este trabajo,<br />

esto es especialmente conflictivo al entrar en comparación la figura del<br />

observador con más de una alteridad. La población indígena es el segundo<br />

término de la alteridad, es el “otro” de los pintores europeos por su exotismo,<br />

mientras que la población de origen africano es el “tercero excluido”, es otra<br />

alteridad que no buscaban, pero que igualmente encontraron y plasmaron<br />

en sus obras. 4 Además, aunque con la independencia se declaró la igualdad<br />

legal de todos los habitantes mexicanos y se había abolido el sistema de castas,<br />

estos pintores supieron capturar la división social por el origen racial y el<br />

estatus que seguía vigente en el México independiente. 5<br />

Por este interés en el exotismo de los románticos, los pintores europeos<br />

seguidores de este estilo que visitaron el país quedaron fascinados por la cultura<br />

y el pueblo mexicanos. El romanticismo favorecía “el reforzamiento del individualismo<br />

y el nacionalismo”. Así, mientras que en Europa se recuperó “lo<br />

medieval”, en los países americanos se rescató “lo propio y característico”. 6<br />

Estos artistas extranjeros captaron figuras aisladas con “sus rasgos particulares,<br />

con su vestimenta propia, inscritos en su ambiente dado” y “descripciones narrativas”<br />

de paisajes o escenas costumbristas. 7 De este modo, encontramos la<br />

obra Mercado de México, de Rugendas, con toda la variedad social mexicana,<br />

desde religiosos hasta indígenas, pasando por mujeres de la elite y un niño<br />

afromexicano; la de Pingret, con tipos populares como la vendedora de aguas<br />

frescas, el arriero, el jarocho de la costa, el músico veracruzano o el cochero<br />

afromexicano, y la de Hegi, con estudios detallados de la población capitalina<br />

en festividades, con distinciones sociales delimitadas por la vestimenta y el<br />

Colección Cuadernos de Trabajo de Posgrado • Historia Moderna y Contemporánea • Maestría


Los “otros” mexicanos M. D. Ballesteros<br />

color de la piel, y de la población veracruzana con su variedad tonal. 8 En este<br />

trabajo se analizará la producción de estos tres pintores europeos que visitaron<br />

el país y recuperaron en sus obras la otredad mexicana.<br />

Johann moritz rugendas<br />

Tras cuatro años de formación en la Academia de Munich, Rugendas recibió<br />

la oferta del barón Langsdorff de ser ilustrador en Brasil. Esta primera experiencia<br />

en el continente americano lo hizo descubrir la vegetación tropical<br />

y la variedad social brasileña. Su regreso a la capital francesa le permitió<br />

publicar Voyage pittoresque dans le Brésil (donde aparecen imágenes de la<br />

naturaleza brasileña y del día a día de los negros, indios y europeos de aquel<br />

país) y obtener financiamiento con la venta de algunos de sus cuadros para<br />

regresar a América. 9<br />

En 1831, y tras “una breve estancia en Haití”, llegó a Veracruz y conoció<br />

a Carl Christian Sartorius. Luego de permanecer un tiempo en la costa, el artista<br />

partió rumbo a la ciudad de México; llegó a Jalapa y visitó lugares cercanos<br />

(Coatepec, Tuzamapa, Huatuxco, Coscomatepec), para bajar después hacia<br />

Córdoba y Orizaba. Finalmente recorrió Puebla, pintó los majestuosos volcanes<br />

Popocatépetl e Iztaccíhuatl y llegó por el cerro del Ajusco a contemplar<br />

el Valle de México. Ya en la ciudad, el artista pintó el bosque de Chapultepec,<br />

procesiones religiosas o tipos populares como la vendedora de frutas. Asimismo,<br />

representó lugares cercanos a la capital como Teotihuacán, Texcoco,<br />

Toluca, o poblaciones mineras como Pachuca, El Chico y Real del Monte. 10<br />

Tenía planeado partir hacia Nueva California y recorrer el norte de la<br />

república mexicana, pero no lo pudo realizar porque se vio envuelto en<br />

“intrigas políticas” al proteger al general Morán y a Miguel de Santa María,<br />

opositores de Santa Anna, de ser arrestados por este último. Así, fue delatado,<br />

detenido y encarcelado en La Acordada durante dos meses. Finalmente fue<br />

absuelto, pero obligado a abandonar el país. No obstante, sus periplos no<br />

concluirían, ya que recorrería Michoacán, Guadalajara y Colima antes de<br />

tomar un barco de Manzanillo a Acapulco y de allí a Chile. 11<br />

En su amplia colección de imágenes creadas a lo largo de su viaje por<br />

México, el artista plasma la variedad racial del país. En Tuzamapa, Rugendas<br />

D. R. © 2012, Instituto Mora<br />

Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

presentó las labores del trapiche en las que los afromexicanos participaban<br />

(figura 1). En Puebla, las tortilleras y la conversación de las poblanas con el<br />

ranchero llamaron su atención (figura 2). En Córdoba retrató a una muchacha<br />

cargando un cesto en medio de la densa vegetación (figura 3). 12 En cada una<br />

de estas imágenes el artista representa a habitantes de origen africano trabajando<br />

e inmersos en la sociedad veracruzana y poblana.<br />

En la capital, Rugendas también representó la variedad racial de la población.<br />

En La Alameda paseo público, religiosos, vendedoras de fruta, guardias<br />

y damas de la sociedad disfrutan del ambiente del paseo (figura 4). Los<br />

religiosos y las damas comparten su blancura, así como las niñeras y las<br />

vendedoras ambulantes se distinguen por su tono oscuro de piel. Lamentablemente,<br />

el soporte no nos permite decir más de las diferencias raciales<br />

de los paseantes, pero el mensaje es claro: todos están en la Alameda, pero<br />

pertenecen a mundos distintos.<br />

En el óleo Mercado en México, la escena gira en torno a un ranchero<br />

que ofrece una fruta a una dama (figura 5). A su lado hay indios con lanzas,<br />

damas con rebozo y mantilla, religiosos, otros rancheros, caballeros de sombrero<br />

y capa, indios vendedores, etc. Observando la escena, en el centro del<br />

cuadro, dos niños –uno afromexicano y otro de piel oscura– juegan. ¿Qué<br />

presenció Rugendas? ¿Una discusión entre el ranchero y la mujer de la falda<br />

rosa? ¿Qué hacen los indios con lanzas en la capital y en medio de la pareja?<br />

¿Por qué todos prestan atención a la escena? No sabemos cuál fue el acontecimiento<br />

capturado por Rugendas, pero se percibe el interés del autor en<br />

mostrar los distintos grupos raciales y sociales de la ciudad de México.<br />

Finalmente, se cuenta con la reproducción de un óleo del autor titulado<br />

Saliendo de la iglesia, del que desconocemos el lugar donde fue realizado<br />

(figura 6). En él, un religioso observa a tres mujeres tapadas con rebozos, seguidas<br />

de una joven afromexicana, una niña de color de bronce y una niña<br />

blanca. Detrás de ellas aparece un niño de color, acompañado por una mujer<br />

que parece su madre. Todas las figuras, elegantemente vestidas, miran hacia<br />

el observador, a excepción del cura, el hombre a su lado y el hombre con el<br />

sombrero en la mano que aparece a la izquierda de la escena. La imagen es<br />

casi un retrato de la mujer de mantón rojo y de la mujer de origen africano<br />

de mantón rosa con estampado floral, por la posición y la postura que mantienen<br />

ambas en la representación. De nuevo, no sabemos qué historia hay<br />

Colección Cuadernos de Trabajo de Posgrado • Historia Moderna y Contemporánea • Maestría


Figura 1. Johann Moritz Rugendas, Trapiche en Tuzamapa, 1833, óleo sobre cartón, 29 × 22 cm. Foto: Elisa Vargas Lugo. Fuente: Archivo<br />

Fotográfico Manuel Toussaint del Instituto de Investigaciones Estéticas, unaM.


16<br />

RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

Figura 2. Johann Moritz Rugendas, Tortilleras poblanas en un portal, 1830-1840,<br />

óleo sobre cartón. Foto: Elisa Vargas Lugo. Fuente: Archivo Fotográfico Manuel Toussaint<br />

del Instituto de Investigaciones Estéticas, unaM.<br />

Colección Cuadernos de Trabajo de Posgrado • Historia Moderna y Contemporánea • Maestría


Los “otros” mexicanos M. D. Ballesteros<br />

Figura 3. Johann Moritz Rugendas, Muchacha de Córdoba,<br />

1830-1840, óleo sobre cartón. Foto: Elisa Vargas Lugo. Fuente: Ar-<br />

chivo Fotográfico Manuel Toussaint del Instituto de Investigaciones<br />

Estéticas, unaM.<br />

D. R. © 2012, Instituto Mora<br />

Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

17


Figura 4. Johann Moritz Rugendas, La Alameda paseo público, ilustración en Christian Sartorius, México y los mexicanos,<br />

1852. Fuente: Sartorius, México, 1973.


Figura 5. Johann Moritz Rugendas, Mercado en México, 1848-1853, óleo sobre tela, Colección Hamburger Kunst-<br />

halle, Hamburgo, Alemania. Foto: Pedro Cuevas.


20<br />

RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

Figura 6. Johann Moritz Rugendas, Saliendo de la iglesia, 1830-1840, óleo sobre<br />

tela, 49.5 × 39.4 cm. Catálogo de Sotheby’s .<br />

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Los “otros” mexicanos M. D. Ballesteros<br />

detrás de este óleo, cuál era la intención del autor o incluso dónde fue hecho,<br />

pero al verlo volvemos a disfrutar de un instante del día a día del México decimonónico<br />

y de la convivencia de su sociedad multirracial.<br />

Rugendas fue ilustrador en Brasil y conoció un gran número de regiones<br />

mexicanas, así como de América del Sur. Su familiaridad con el territorio<br />

americano hizo que sus obras capturasen la cotidianidad de los habitantes<br />

con destreza. No insiste en europeizar los rasgos de los indios o los afromexicanos,<br />

tampoco los ignora haciéndolos “desaparecer” de las representaciones<br />

de las distintas regiones del país. Simplemente los pinta trabajando, en<br />

tortillerías o en trapiches, o formando parte de la sociedad mexicana, como<br />

la mujer que sale de la iglesia o el niño que juega. Aunque este artista estaba<br />

más que familiarizado con la población de origen africano, tras su experiencia<br />

en Brasil, no dejó de representarla. Capturó tanto a la alteridad indígena<br />

como al tercero excluido, los afromexicanos<br />

edouard pingret<br />

Otro artista extranjero destacado que visitó México fue Edouard Pingret,<br />

cuya obra ha sido recogida por Luis Ortiz Macedo. 13 Pingret nació en Saint<br />

Quentin, Normandía, pero pronto su familia se transladó a París, donde se<br />

formó en el taller de Louis David y Jean Baptiste Regnault. 14 Al asociarse en<br />

1845 con Edouard Louis Dubufe como “promotor de relaciones públicas” y<br />

“agente de negocios extrartísticos” del mismo, conoció a políticos y empresarios<br />

del norte de África, entablando amistad con el hijo del rey Luis Felipe<br />

de Orleans, el duque de Aumale, y el príncipe de Joinville. Con la caída de la<br />

Monarquía de Julio y los Orleans, su cliente y amigo Joinville le recomendó<br />

“ir a rescatar en México las propiedades de una compañía en la que el príncipe<br />

[era] socio mayorista”. 15<br />

Siguiendo su recomendación, Pingret llegó a Veracruz. En Jalapa, Córdoba<br />

y Orizaba fue “bien recibido por ricos terratenientes y comerciantes”.<br />

En 1852, ya instalado en la capital, Pingret expuso algunos de sus trabajos<br />

traídos de Europa y sus subsecuentes producciones en México en la Academia<br />

de San Carlos. Se labró enemigos con su actitud de conquistador sesentón<br />

de damas de la elite para que sus maridos lo contrataran. Tras ser<br />

D. R. © 2012, Instituto Mora<br />

Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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22<br />

RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

encarcelado por pelear con el cónsul de la reina Victoria de Gran Bretaña y<br />

liberado por Mariano Macedo, regresó a su país. 16<br />

Tras esta breve descripción de su vida, se entiende que la obra de Pingret<br />

reuna batallas, paisajes, acontecimientos contemporáneos, retratos, pintura<br />

costumbrista y una serie de tipos populares. En México, sus retratos, como<br />

Ortiz señala, están marcados por “el prototipo retratístico del siglo xix” establecido<br />

por Goya e Ingres, como se ve en el retrato de doña Carmen Arredondo<br />

o el de Anacleto de Polidura y sus hijos (figuras 7 y 8). 17 En este trabajo no<br />

se abordará en profundidad este tipo de producción del artista, ya que si dos<br />

cosas tienen en común todos los personajes retratados por Pingret en Europa<br />

y en México, es el ser miembros de la clase acomodada, y el tono que le<br />

asigna el artista a su piel contrasta por su blancura con el color de piel que<br />

encontramos en las figuras representadas en sus pinturas costumbristas y en<br />

su serie de tipos populares.<br />

De este modo, es en dichas obras donde el crisol racial y cultural de<br />

México se despliega. En primer lugar, hay que considerar que el autor realizó<br />

estas obras “valiéndose de las figuras aisladas que con rapidez iba captando<br />

durante sus viajes o sus salidas al campo”. En concreto, los tipos populares<br />

los capturó como apuntes al óleo sobre “cartones ligeros” en Veracruz,<br />

Campeche, la ciudad de México y los ranchos cercanos a la misma. 18 Como<br />

aclara Ortiz, “el interés del pintor se encamina hacia la captación de los<br />

atuendos y sus contrastes cromáticos, descuidando en cierta medida las proporciones<br />

anatómicas”. Así, la rapidez en el dibujo explica la fluidez en el<br />

trazo y la falta de un fondo en proporción a la figura, pero sólo el interés de<br />

Pingret justifica el nivel de detalle en las vestimentas y la falta de precisión<br />

en aspectos físicos. 19<br />

En segundo lugar, en sus obras costumbristas y su serie de tipos populares<br />

desfilan personas de diversos oficios y “calidades”: indias carboneras,<br />

aguadores, arrieros, mantequeros, cargadores, cocineras, recamareras, vendedoras,<br />

cocheros, etc., son algunos de los protagonistas de sus trabajos.<br />

Asimismo, en cuanto a la variedad racial que representa, Ortiz señala que<br />

el artista logra cierta verosimilitud en los rasgos de “blancos o negros”, pero<br />

en el caso de los indígenas “son representados casi siempre como europeos<br />

o europeas de sombreados ojos y tez color de barro cocinado y brillante”. 20<br />

De este modo, la europeización de las figuras por la formación del artista<br />

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Los “otros” mexicanos M. D. Ballesteros<br />

Figura 7. Edouard Pingret, Retrato de Doña Carmen Arredondo, ca. 1852. Óleo sobre<br />

lienzo, 117 × 90 cm, Colección Banco Nacional de México. Fuente: Ortiz, Edouard, 1989.<br />

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Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

Figura 8. Edouard Pingret, Retrato de Anacleto de Polidura y Gil, Santiago de Polidura y Eguia<br />

y Luis Gonzaga de Polidura y Eguia, ca. 1852. Óleo sobre lienzo, 116 × 89 cm, Colección Banco Nacional<br />

de México. Fuente: Ortiz, Edouard, 1989.<br />

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Los “otros” mexicanos M. D. Ballesteros<br />

dificulta la asignación de calidades a sus tipos populares, confundiéndose<br />

las castas con los indígenas y diferenciándose únicamente por la vestimenta.<br />

Un ejemplo de tipo popular capitalino perteneciente a las castas es el<br />

Arriero (figura 9). Es una de las figuras que más claramente se puede identificar<br />

con un origen racial mixto por la representación que hace el artista del<br />

mismo y por la relación tradicional que se establece entre la arriería y las castas.<br />

21 En la escena, la figura del arriero ocupa la posición central. El hombre<br />

de piel oscura y barba negra lleva un sombrero de ala ancha, camisa blanca,<br />

chaquetilla a rayas y un “pechero” de cuero. Las calzoneras de cuero están<br />

abiertas en los costados dejando ver sus calzones blancos. En la mano lleva<br />

unas espuelas, mientras sin ayuda de la otra mano fuma un cigarro. Al colocar<br />

a la figura de perfil y con un pie adelantado, el artista consigue el efecto de<br />

movimiento. Como fondo, aparece la fuente de la plaza de la Villa de Guadalupe<br />

y, sobre el cerro del Tepeyac, se alza la antigua basílica de Guadalupe,<br />

ahora Templo Expiatorio a Cristo Rey. Lo que destaca en esta representación<br />

para el interés de este trabajo es el tono oscuro que el artista emplea para la<br />

piel del arriero, en claro contraste con las tonalidades blancas de sus retratos<br />

de la clase alta mexicana, así como su barba bastante cerrada y china.<br />

Como ejemplo de tipo popular de Veracruz, el artista dibujó a un Mú‑<br />

sico veracruzano de origen africano (figura 10). El hombre, de color negro<br />

y pelo crespo, lleva una camisa blanca con un lazo rojo en el cuello y en la<br />

cintura, a modo de cinturón que sujeta sus calzoneras, abiertas a los lados<br />

y que dejan ver sus calzones blancos. Sentado en una banca hace honor a<br />

su profesión de músico: con un utensilio que sostiene en su boca toca una<br />

vihuela; con la mano que sostiene el mango de la misma agarra el arco de<br />

un violín, que toca con la mano derecha, y con sus pies toca el bajo que está<br />

tumbado en el suelo. Como fondo, el artista representa una cabaña y dibuja<br />

vagamente la vegetación de la zona. La serenidad de la expresión del veracruzano<br />

contrasta con el movimiento del ejercicio musical. Además de reforzar<br />

la idea que está presente en otros soportes como los cuadros de castas<br />

del vínculo entre africanidad y musicalidad, el autor representa claramente<br />

a personas de origen africano en la costa de Veracruz, y no así en la capital.<br />

Finalmente, gracias a Fomento Cultural BanaMex, se puede tener acceso<br />

a cuatro imágenes más de los tipos populares de Pingret que no aparecen en<br />

la publicación de Ortiz. En ellas son representados un vendedor con horno,<br />

D. R. © 2012, Instituto Mora<br />

Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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26<br />

RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

Figura 9. Edouard Pingret, Arriero, ca. 1850, óleo sobre papel, 40 × 29 cm, Colección<br />

Banco Nacional de México. Fuente: Ortiz, Edouard, 1989.<br />

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Los “otros” mexicanos M. D. Ballesteros<br />

Figura 10. Edouard Pingret, Músico de Veracruz, ca. 1850, óleo sobre papel, 40 × 29 cm,<br />

Colección Banco Nacional de México. Fuente: Ortiz, Edouard, 1989.<br />

D. R. © 2012, Instituto Mora<br />

Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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28<br />

RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

una tejedora del Ajusco, un cochero de Cuba y una calandria. En esta última<br />

imagen, tres damas con vestidos (la primera blanco, la segunda amarillo y la<br />

tercera rosa) pasean sentadas en una hermosa calandria negra, forrada con<br />

lo que parece terciopelo rojo (figura 11). Conduciendo la carroza está un<br />

hombre de origen africano, con chistera, chaqueta roja y pantalones blancos.<br />

Lamentablemente no se hace referencia al lugar donde el artista observó esta<br />

escena. De cualquier forma, es destacable que el autor recuperase el vínculo<br />

entre el origen africano y el oficio de cochero, como aparece en múltiples<br />

soportes del siglo xviii (biombos, cuadros de castas, pinturas de motivos políticos,<br />

incluso un rebozo).<br />

De esta forma, Pingret compartió el gusto por lo clásico y lo romántico<br />

plasmándolo en la variedad temática de su obra. Pingret fue un conflictivo<br />

extranjero en el México del xix que denunció la falta de cuadros costumbristas<br />

de temas nacionales y criticó la mitología indígena que los miembros<br />

de la Academia de San Carlos estaban creando. En definitiva, su obra<br />

nos habla de la diversidad de estilos formales que un mismo artista podía<br />

desarrollar y de la fascinación que este normando sintió por lo costumbrista<br />

y los tipos mexicanos.<br />

En cuanto a sus representaciones de la población de origen africano,<br />

sólo en tres de sus óleos rápidos sobre papel pinta a estos tipos. Por un lado,<br />

el músico veracruzano refuerza la idea de la pertenencia del afromexicano<br />

a la costa y de su vínculo con la música. Por otro lado, el cochero de la calandria<br />

mantiene el vínculo entre el origen africano y el oficio de cochero<br />

que existía desde el periodo virreinal. En general, en sus tipos populares se<br />

reconoce la división social que aparecía en los trabajos de Rugendas: religiosas<br />

blancas, vendedores de la capital de origen racial mixto y afromexicanos<br />

de la costa son los protagonistas de esta sociedad estratificada por el<br />

color y la riqueza.<br />

Johann salomon hegi<br />

Otro europeo que quedó fascinado por la sociedad mexicana fue Johann<br />

Salomon Hegi. Sorprendentemente, la publicación de sus obras ambientadas<br />

en la ciudad de México y Veracruz nos proporciona información sobre las<br />

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Figura 11. Edouard Pingret, Calandria (Carruaje 3 damas sentadas con un cochero negro), ca. 1852, óleo sobre papel, 29 ×<br />

39 cm, Colección Banco Nacional de México. Fuente: Fomento Cultural BanaMex, México.


30<br />

RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

reproducciones de la que carecemos en la gran mayoría de las ocasiones:<br />

se conservan los bocetos y las notas del autor describiendo las imágenes.<br />

Estos apuntes nos indican qué figuras llamaban su atención, cómo creaba sus<br />

composiciones, los gestos y actividades que quería captar, sus apreciaciones<br />

sobre la población capitalina y veracruzana, etcétera. 22<br />

Tras una breve estancia en el Instituto de Artes Plásticas de Munich, el<br />

suizo Johann Salomon Hegi decidió estudiar por su cuenta, huyendo de la<br />

rigidez de sus maestros. Amigo de Gottfried Keller, compartió con él la experiencia<br />

de decidir ser artistas y dedicar unos años a abandonar su país de<br />

origen. Ya en México, la falta de éxito en el impulso de su obra, así como las<br />

difíciles condiciones del país (el peligro de pintar al natural a las afueras de la<br />

ciudad por los asaltos o la subsistencia de las costumbres y los trajes típicos<br />

únicamente en los indígenas) complicaron su estancia. No obstante, residió<br />

en territorio mexicano de 1849 hasta el 31 de marzo de 1860, cuando tomó<br />

un barco a Burdeos. 23<br />

A través de sus trabajos a lápiz, acuarela y con plumilla, Hegi representó<br />

a las mujeres capitalinas, los festejos de la ciudad, los niños, los edificios de<br />

la capital, el paisaje de los alrededores, etc. En este recorrido pictórico por la<br />

ciudad, merece la pena detenerse en una de las festividades a la que asistían<br />

tanto las clases altas como la gente humilde: las corridas de toros. A pesar de<br />

que Hegi sintiese “repulsión hacia este bárbaro espectáculo”, el artista inmortalizó<br />

tres corridas, en Tacubaya, en la plaza del Paseo Nuevo con una cuadrilla<br />

de toreros mexicanos y otra con una cuadrilla de toreros españoles. 24<br />

En la primera corrida (figura 12) el artista destacó la presencia en el<br />

público no sólo de damas, sino de niños (encontrando en este hecho la explicación<br />

de que después se “vuelvan insensibles”) y se dedicó “únicamente<br />

a observar” al público. 25 En el centro de la escena el rejoneador da las últimas<br />

picadas al toro, mientras el matador prepara la capa y la espada. En las<br />

gradas, algunos espectadores observan la escena con atención, otros, como<br />

las damas entre la segunda y tercera columnas, conversan sin interesarse por<br />

el espectáculo. Así, entre hombres con chisteras y mujeres con mantillas, los<br />

niños se apoyan en sus regazos y se levantan atentos a la corrida.<br />

No obstante, en el extremo izquierdo del cuadro, sobre la diagonal central<br />

vemos otro tipo de público. La paleta del artista pasa de emplear un tono<br />

sepia para la piel de las damas y los señores, a un tono cobrizo para la piel<br />

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Figura 12. Johann Salomon Hegi, Corrida de toros en Tacubaya, 1849-1855, acuarela sobre cartón, 40 × 60 cm, colección parti-<br />

cular de la familia. Fuente: Hegi, Hegi, 1989.


32<br />

RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

de estos “otros” espectadores. En lugar de chisteras y “sacos” o chaquetas, los<br />

hombres llevan sombreros de ala ancha y camisas blancas sin cuello y sin cubrir.<br />

Como José T. Cuéllar señalaba en 1856, en estas festividades “el populacho<br />

y la sociedad elegante est[aban] frente a frente, separados por su fortuna,<br />

y unidos por un mismo instinto, llamados por una misma voz, impulsados<br />

por un mismo deseo”. 26 Ambos eran aficionados al espectáculo, pero no sólo<br />

estaban separados por su fortuna, también por su distribución en las gradas.<br />

En la tercera corrida de toros (figura 13) el artista representó el momento<br />

en que el torero va a entrar a matar enfrente del palco del presidente Arista<br />

y comentó la escena. 27 De nuevo, la atención del público recae en el espectáculo<br />

y en la conversación sobre el mismo. Bajo los palcos, dominados por<br />

chisteras y mantillas, los hombres de etiqueta observan y dialogan, y en la esquina<br />

derecha de la grada y en primera línea volvemos a encontrar sombreros<br />

de ala ancha, camisas sin cuello blancas y piel de color bronce. En estos<br />

dos cuadros las diferencias en la vestimenta y en el tono de piel, y la clara<br />

separación entre un grupo y otro (en el primer caso física, en el segundo en<br />

la distribución en la grada), sugieren distinto nivel económico y origen racial.<br />

Sin embargo, la distancia física entre ambos grupos no siempre se<br />

mantenía, como ejemplificó el autor en su dibujo a lápiz Exposición de<br />

pinturas en la Academia de San Carlos (figura 14). 28 Como señaló Hegi, “la<br />

concurrencia que llena[ba] la sala de exposiciones [era] de muy variada<br />

procedencia: rancheros, cargadores, léperos, arrieros con sus parejas, junto<br />

a damas y caballeros distinguidos”. Con esta nota y con el dibujo como<br />

representación de la misma, el artista destacó la variedad de la sociedad<br />

mexicana y el variopinto público que acudía a la Academia. Hegi incluso<br />

apuntó que el lépero “no [era] un crítico indulgente, y no [tenía] el menor<br />

cuidado para expresar sus comentarios”. La vestimenta de cada uno de los<br />

personajes nos habla de su profesión (como el arriero en el extremo de la<br />

derecha) o su pertenencia a ciertas clases sociales (como el señor de traje y<br />

chistera del extremo izquierdo o el lépero en harapos que contempla una de<br />

las obras de arte en el cuadrante izquierdo inferior de la obra). 29<br />

Quizá los ejemplos más claros de diferencias entre clases y razas están<br />

en las imágenes de oficios y de mujeres de clase alta. En la acuarela titulada<br />

Frutera (figura 15), una mujer coloca cuidadosamente las frutas de su puesto,<br />

siendo la escena central del dibujo. No obstante, en el extremo derecho<br />

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Figura 13. Johann Salomon Hegi, Cuadrilla española en la Plaza de Toros, 1849-1855, acuarela sobre cartón, 40 × 60 cm, colección<br />

particular de la familia. Fuente: Hegi, Hegi, 1989.


Figura 14. Johann Salomon Hegi, Exposición de pinturas en la Academia de San Carlos, 1849-1858, dibujo a lápiz sobre cartón, 40 × 60<br />

cm, colección particular de la familia. Fuente: Hegi, Hegi, 1989.


Figura 15. Johann Salomon Hegi, Frutera, 1849-1858, acuarela sobre cartón, 40 × 60 cm, colección particular de la familia.<br />

Fuente: Hegi, Hegi, 1989.


36<br />

RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

del cuadro una madre y una hija de clase alta (como indican sus mantillas,<br />

guantes blancos y sombrilla) observan al perro tumbado cerca del puesto que<br />

mira en su dirección. De nuevo, el juego entre el color sepia de la piel de las<br />

“damas” y el color bronce de la mujer que atiende el puesto destaca en la<br />

acuarela, insistiendo en la diferencia de color y estatus entre las mujeres de<br />

los puestos y las de la clase alta que pasan por allí.<br />

En una “reunión femenina en la azotea de una casa” (figura 16) Hegi<br />

retrata a un grupo de “damas jóvenes” mientras escuchan cómo una de ellas<br />

“toca una vihuela”. En la parte derecha del cuadro otra figura escucha, pero<br />

no forma parte del grupo. Como lo describió el artista, “una sirvienta, igualmente<br />

joven, toma discretamente su distancia de las señoritas, sus patronas,<br />

pero también puede disfrutar de la música”. Así, encontramos de nuevo la<br />

combinación de distancia, vestimenta y tono de piel para conjugar las relaciones<br />

entre las clases altas y las bajas. En otra acuarela sin título (figura 17)<br />

Hegi comentó: “la sirvienta peina con manos ágiles la larga cabellera de su<br />

patrona”. Además del fantástico juego de luces que crea el artista con la iluminación<br />

de la puerta y la oscuridad del cuarto, la cabeza erguida y la mirada<br />

perdida de la “patrona” contrasta con la cabeza inclinada y la vista gacha<br />

de la “sirvienta”, que se concentra en su labor. El pelo castaño claro y la piel<br />

blanca de la primera se diferencian del pelo negro y la piel cobriza de la<br />

segunda. Aunque aquí la distancia entre una y otra desaparece, el contraste<br />

entre las dos figuras queda definido por sus poses y por la aclaración del artista<br />

en la posición que cada una ocupa. 30<br />

En conclusión, lo que se pretende destacar con estos ejemplos es la<br />

claridad con la que Hegi percibió y representó las diferencias sociales y<br />

raciales en la sociedad capitalina. Tanto la clase alta como la baja eran<br />

identificables por su vestimenta, color y ocupación. En cuanto al interés<br />

de este trabajo, la representación de los afromexicanos, las obras de Hegi<br />

en la capital no muestran a este grupo en particular, pero sí las diferencias<br />

raciales en la población de la ciudad de México y la división de la sociedad<br />

capitalina entre los blancos y los “otros”, a veces “mestizos” o “indios”.<br />

No obstante, esta división vuelve a incluir a los afromexicanos cuando<br />

Hegi deja la capital y representa a los habitantes de Veracruz. En su acuarela<br />

titulada Una tortillería (figura 18) el autor describió la escena como sigue:<br />

“dos niñas de camino a la escuela. Criolla y mestiza, las dos bien vestidas,<br />

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Figura 16. Johann Salomon Hegi, sin título, 1849-1858, acuarela sobre cartón, 40 × 60 cm, colección particular de la familia. Fuente:<br />

Hegi, Hegi, 1989.


Figura 17. Johann Salomon Hegi, sin título, 1849-1858, acuarela sobre cartón, 40 × 60 cm, colección particular de la familia.<br />

Fuente: Hegi, Hegi, 1989.


Figura 18. Johann Salomon Hegi, Una tortillería, 1849-1860, acuarela en cartón, 40 × 60 cm, colección particular de la<br />

familia. Fuente: Hegi, Veracruz, 1989.


40<br />

RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

pero la última no lleva medias y los dedos del pie se asoman muy cómodamente<br />

por la ventana del zapato.” 31 Aunque tanto el título como el diseño de<br />

la acuarela giran en torno al establecimiento donde varias mujeres se afanan<br />

trabajando la masa para hacer tortillas, el autor refirió su comentario a las<br />

niñas que caminan a la escuela. Si observamos detenidamente los colores<br />

que emplea el artista para pintar la piel de cada una de las figuras, vemos<br />

que ha añadido un tono nuevo a su paleta: la niña criolla tiene el color sepia<br />

de las “damas” capitalinas; tanto la niña mestiza que camina junto a ella<br />

como las mujeres de la tortillería tienen en común el tono cobrizo (oscurecido<br />

un poco en las figuras del interior del establecimiento al no darles la<br />

luz de la calle) y una niña sentada en la puerta aparece representada con<br />

piel gris ceniza y pelo rizado. La niña es una de los tantos afromexicanos de<br />

Veracruz que el artista inmortaliza en sus obras. De este modo, la población<br />

de origen africano que no aparece en las acuarelas de Hegi en la capital,<br />

en las que la división social era entre “blancos” y “los otros” (mestizos e<br />

indios), sí lo hace en sus trabajos en el puerto de Veracruz.<br />

Así, Hegi no tenía ningún prejuicio en representar afromexicanos, simplemente<br />

no lo hizo en la ciudad de México porque no los “vio”. Según<br />

señaló el artista, “los españoles introdujeron al estado de Veracruz esclavos<br />

negros a fin de hacerlos trabajar en las haciendas. Estos, después de la proclamación<br />

de la independencia, fueron declarados libres, concediéndoseles<br />

los mismos derechos que a los otros habitantes. La mayoría de ellos se quedó<br />

en la costa, ejerciendo oficios varios o como campesinos.” 32 De esta cita se<br />

pueden extraer varias conclusiones. En primer lugar, el artista hace referencia<br />

a que se introdujeron africanos en el estado de Veracruz, pero no en el resto<br />

del territorio perteneciente a Nueva España. En segundo lugar, se equivoca<br />

al afirmar que tras la independencia consiguieron su libertad, ya que no se<br />

aboliría la esclavitud hasta la presidencia de Vicente Guerrero. Finalmente,<br />

Hegi señala que la mayoría se quedó en la costa, lo que explica que él los<br />

encuentre en una proporción considerable en la sociedad veracruzana. Por<br />

consiguiente, el “negro” estaba vinculado a las costas y, en su pasado, a las<br />

haciendas del estado de Veracruz, pero para el autor no parecían haber estado<br />

en otras partes del territorio mexicano.<br />

Tras este contexto histórico, el artista describió a los “negros” con los<br />

mismos estereotipos que emplearon los viajeros de la época. Triunfador que<br />

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Los “otros” mexicanos M. D. Ballesteros<br />

sabe “colocarse pronto hasta las clases más altas”, “bailador incansable”, “narrador<br />

amenísimo”, “cantante inexhaustible” e “imitador excepcional” son los<br />

atributos que Hegi otorgó a este grupo. En el puerto, desempeñaban el trabajo<br />

de “cargar y descargar barcos –siempre vivaces y trabajadores”. No obstante,<br />

el suizo no escapó de la caracterización negativa que también se hacía de<br />

ellos: “a pesar del buen carácter que les distingue, su sangre caliente les lleva<br />

a cometer actos que tienen que purgar con la galera o las cadenas; así, sujetos<br />

a sus compañeros por el fierro, deben barrer calles y hacer otros trabajos<br />

parecidos”. De esta forma, el artista valoró lo que a su parecer eran los puntos<br />

fuertes y las debilidades de esta parte de la sociedad veracruzana. 33<br />

Al encontrarse en el puerto de Veracruz durante el sitio de Miramón,<br />

Hegi representó en sus acuarelas la organización y composición del grupo<br />

liberal. En Soldados de la Brigada Roja, partidarios de Juárez (figura 19), el<br />

suizo comentó que “se estaban defendiendo bien contra los regulares de<br />

Miramón en la batalla de la Soledad, rindiéndose únicamente por estar en<br />

franca minoría”. En la imagen, algunos de los nueve soldados, que parecen<br />

más niños que combatientes, se muestran pensativos, otros conversan. Todos<br />

van armados, aunque siete de los nueve están descalzos. Dos de los soldados<br />

tienen la piel color ceniza: uno de ellos se enciende un cigarrillo con una<br />

colilla y el otro lo observa. Para los estudiosos de la Brigada Roja puede ser<br />

un testimonio de sus limitados recursos, para la historia del niño/adolescente<br />

en México puede ser un ejemplo de su participación en conflictos armados.<br />

Para este trabajo la acuarela ilustra la variedad racial del puerto de Veracruz<br />

y la continuidad en la presencia de afromexicanos en la defensa del mismo,<br />

que data desde la colonia. 34<br />

Además, en varias de sus acuarelas el artista describió minuciosamente<br />

a ciertos afromexicanos caracterizándolos y proporcionando información<br />

personal sobre los mismos. Así, describió a un “negro que moja[ba] pausadamente<br />

su bizcocho en una taza de chocolate, disfruta[ba] del producto del<br />

trabajo realizado en sus años mozos. Fue cargador, querido y estimado por<br />

trabajador y responsable; ahorró tanto que […] [podía] vivir desahogadamente”<br />

(figura 20). No sabemos si entabló una conversación con dicho personaje<br />

o eran conjeturas del propio artista al observarlo, lo que queda claro es que<br />

con el gesto, el porte y la vestimenta, Hegi hizo que la descripción encajase<br />

a la perfección. En otros casos el suizo fue un tanto jocoso, por ejemplo, al<br />

D. R. © 2012, Instituto Mora<br />

Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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Figura 19. Johann Salomon Hegi, Soldados de la Brigada Roja, partidarios de Juárez, 1858-1860, acuarela sobre cartón, 40 × 60 cm,<br />

colección particular de la familia. Fuente: Hegi, Veracruz, 1989.


Los “otros” mexicanos M. D. Ballesteros<br />

Figura 20. Johann Salomon Hegi, sin título [afromexicano tomando chocolate], 1849-1860, acua-<br />

rela sobre cartón, 40 × 60 cm, colección particular de la familia. Fuente: Hegi, Veracruz, 1989.<br />

D. R. © 2012, Instituto Mora<br />

Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

decir que un día, yendo a desayunar, vio a un “negro” que se encontraba<br />

“con una mano lista para escribir y con la otra acariciándose la mejilla”, y a<br />

su regreso el personaje “estaba en la misma posición, por lo que imagin[aba]<br />

que deb[ía] haber escrito una obra monumental” (figura 21). Finalmente, añadió<br />

que era sastre de profesión, lo que cerraba la broma del artista. 35<br />

Por último, se cerrará el estudio de la obra de Hegi con dos acuarelas<br />

que destacan por la descripción que el artista hizo de las mismas. Por un<br />

lado, Una negra trae carbón al mercado sobre el lomo de un borrico (figura<br />

22) representa un conjunto de figuras y animales de carga en las calles de<br />

Veracruz. El artista comentó la resistencia del borrico del centro a avanzar y<br />

la insistencia del niño que tiraba de él. Lo más significativo es su comentario<br />

sobre el niño con borrico del extremo derecho de la imagen: “el otro negrito<br />

se siente gente blanca, vestido con un viejo saco negro, y presume muy<br />

serio a sus camaradas: ‘yo soy blanco’”. 36 Como en las imágenes anteriores,<br />

no sabemos si la información es verídica o producto de la imaginación del<br />

artista, pero de cualquier forma nos habla de una tensión racial. En primer<br />

lugar, porque uno de los síntomas para el autor de que el niño se sintiese<br />

gente blanca era la forma en que iba vestido (con un saco negro), una de<br />

las características que marcaban diferencia social en la capital. En segundo<br />

lugar, otro indicio era que “presumiese” de ser blanco ante sus compañeros.<br />

La elección del verbo es importante, ya que indica que ser blanco era algo<br />

de lo que se podía sentir orgulloso, que se podía presumir ante la gente. Si<br />

fue una invención del autor, puede decirnos algo de sus consideraciones<br />

raciales. Si fue algo que ocurrió, puede ser que efectivamente el niño quisiese<br />

sentirse “blanco” o que estuviese jugando con sus compañeros. De<br />

cualquier forma, la situación ejemplifica la conciencia de las diferencias<br />

raciales entre la población mexicana (a pesar de que oficialmente en ese<br />

momento todos eran simplemente “mexicanos”, y tales diferencias no estaban<br />

reconocidas por la ley).<br />

Por otro lado, la última imagen carece de título, pero su descripción es:<br />

“una vieja negra y una zamba, mezcla de negro e india” (figura 23). 37 En el<br />

centro de la acuarela, esas dos mujeres se dan afectuosamente la mano en<br />

la calle, mientras que bajo los dinteles de las puertas número 409 y 410, dos<br />

mujeres se asoman y dos niños aparecen frente a cada una de las puertas. Lo<br />

destacable de la acuarela es el uso de la taxonomía de los cuadros de castas<br />

Colección Cuadernos de Trabajo de Posgrado • Historia Moderna y Contemporánea • Maestría


Los “otros” mexicanos M. D. Ballesteros<br />

Figura 21. Johann Salomon Hegi, sin título [afromexicano pensando],<br />

1849-1860, acuarela sobre cartón, 40 × 60 cm, colección particular de la familia.<br />

Fuente: Hegi, Veracruz, 1989.<br />

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Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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Figura 22. Johann Salomon Hegi, Una negra trae carbón al mercado sobre el lomo de un borrico, 1849-1860, acuarela sobre cartón,<br />

40 × 60 cm, colección particular de la familia. Fuente: Hegi, Veracruz, 1989.


Figura 23. Johann Salomon Hegi, sin título [anciana “negra” y “zamba”], 1849-1860, acuarela sobre cartón, 40 × 60 cm,<br />

colección particular de la familia. Fuente: Hegi, Veracruz, 1989.


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RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

para definir el origen racial de las figuras representadas. Aunque el sistema<br />

de castas fue abolido en 1821, encontramos el uso de su taxonomía en un<br />

comentario de un pintor suizo a mediados del siglo xix. No sabemos de<br />

dónde sacó dichos conceptos el autor (si los escuchó, se los preguntó a las<br />

mujeres, los leyó, etc.), pero no deja de ser menos que sorprendente encontrarlos<br />

en su producción.<br />

De esta manera representó Johann Salomon Hegi en sus acuarelas y<br />

dibujos al México de mediados de siglo xix. Aunque muchos otros elementos<br />

son destacables en su obra, por el interés de este trabajo el enfoque ha<br />

estado en resaltar cómo el suizo presentó en sus imágenes las diferencias<br />

de clase y raza en la capital, y su visión y representación de los afromexicanos<br />

veracruzanos. En la ciudad de México, a través de la vestimenta, el<br />

color de la piel, los oficios y la distancia entre las figuras, supo capturar las<br />

diferencias sociales en la población capitalina. En Veracruz no sólo conoció<br />

de la presencia histórica de habitantes de origen africano en el estado, sino<br />

que los representó y describió según sus valoraciones sobre los mismos. En<br />

sus anotaciones, la conciencia sobre la diversidad y la división racial de la<br />

población seguía viva, a pesar de las medidas legales que décadas atrás se<br />

habían tomado para evitarla.<br />

conclusiones<br />

En este trabajo se ha mostrado cómo estos tres artistas extranjeros que visitaron<br />

el país representaron a la población afromexicana. Como Mónica Szurmuk<br />

señala, el autor de la obra artística “no puede construir la comunidad<br />

imaginada [de observadores] de su obra si no construye la otredad” y, a su<br />

vez, “la construcción del yo se genera y reproduce a partir de la construcción<br />

de la otredad”. 38 Es decir, estos artistas viajeros conocían el público al<br />

que iban dirigidas sus obras y, basándose en este conocimiento, se autodefinieron<br />

frente a la sociedad mexicana. Para ellos, “los extranjeros” eran los<br />

habitantes de la república, y por lo mismo trataron de capturar su exotismo:<br />

su variado origen racial, su vistosa vestimenta, sus “extrañas” actividades,<br />

etc. Como apunta Ma. Esther Pérez Salas, sus obras, entre otras, “fueron las<br />

que de manera visual dieron a conocer en el exterior al México recién in-<br />

Colección Cuadernos de Trabajo de Posgrado • Historia Moderna y Contemporánea • Maestría


Los “otros” mexicanos M. D. Ballesteros<br />

dependizado”, un país que representaba “el lugar ideal para descubrir y explotar<br />

lo exótico, lo desconocido, lo diferente que para la mayor parte del<br />

viejo continente había permanecido oculto durante 300 años de dominación<br />

española”. 39 Sus pinturas fueron la ventana por la que Europa conoció a la<br />

recién creada nación mexicana.<br />

Estas imágenes no sólo sirvieron para informar a los europeos decimonónicos<br />

del México independiente, también son ricas fuentes de información<br />

para los historiadores actuales. Como afirma Gustavo Curiel, entre<br />

otros, la “imagen pictórica no sólo recrea y evoca la apariencia que los<br />

seres y las cosas tuvieron en determinado momento de la historia”, sino que<br />

“también construye esa apariencia conforme a los paradigmas culturales e<br />

ideológicos que los grupos rectores de una sociedad imponen para sí mismos<br />

y para los demás”. 40 Estas imágenes nos permiten conocer cómo era el<br />

día a día de la sociedad mexicana de la primera mitad del siglo xix: su forma<br />

de trabajar, su vestimenta, sus diversiones, sus divisiones, etc. Asimismo,<br />

nos permiten conocer la visión que los artistas europeos tenían de los tipos<br />

populares y de la población indígena y afromexicana como ejemplos de lo<br />

característico de las tierras americanas. En definitiva, estas obras son ricas<br />

fuentes de información para ampliar nuestro conocimiento de la historia<br />

social y cultural del México decimonónico.<br />

En particular, estas imágenes ayudan a escribir la historia de los<br />

afromexicanos anónimos tras la independencia. Cuando llegaron a México,<br />

estos artistas buscaban el exotismo de lo indígena, del “otro”, y en su<br />

camino se cruzaron con afromexicanos a los que capturaron en sus pinturas.<br />

Más vinculados con las costas que con el centro del país –aunque no<br />

completamente ausentes en el mismo–, la población de origen africano<br />

desfila por sus trabajos, bien desempeñando diversos oficios, como cocheros,<br />

trabajadores de la caña, labores del hogar, etc., bien disfrutando de su<br />

tiempo ocioso asistiendo a la iglesia o tomando chocolate. Además, todos<br />

estos artistas pintaron la diferencia social y racial, es decir, captaron los<br />

mundos encontrados de la elite capitalina y la masa trabajadora de color<br />

que los atendía. Así, aunque el objetivo que perseguían con su visita al país<br />

era pintar la alteridad indígena, también representaron una sociedad dividida<br />

por la línea de color y otra alteridad, menos numerosa pero no extinta:<br />

la población de origen africano.<br />

D. R. © 2012, Instituto Mora<br />

Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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notas<br />

* En su licenciatura en Filología Inglesa en la Universidad de Alcalá, se especializó<br />

en literatura afroamericana del siglo xix y de principios del xx. Obtuvo su maestría<br />

en Historia Moderna y Contemporánea en el Instituto de Investigaciones Dr.<br />

José Ma. Luis Mora con la tesis “De castas y esclavos a ciudadanos. Las representaciones<br />

visuales de la población capitalina de origen africano. Del periodo<br />

virreinal a las primeras décadas del México independiente”. Actualmente, su<br />

tesis doctoral gira en torno a la representación de la identidad colectiva en los libros<br />

de texto de historia de México de educación secundaria, siguiendo con este<br />

interés de recuperar la variedad de identidades raciales en la historia de México.<br />

1 Hartog, Espejo, 2002, p. 29.<br />

2 Murfin, “Representation”, 1997.<br />

3 Mitchell, “Representation”, 1990, p. 12.<br />

4 Hartog, Espejo, 2002, pp. 334, 224, 244-245.<br />

5 Barragán, Actas, 1980, t. ii, p. 143.<br />

6 Pérez Salas, Costumbrismo, 2005, p. 24.<br />

7 Gutiérrez, “Etnografía”, 1996, p. 170.<br />

8 Pérez Salas, “Costumbrismo”, 1998, pp. 147-148; Gutiérrez, “Etnografía”, 1996,<br />

p. 179; Hegi, Hegi, 1989, pp. 51-53, 126, y Veracruz, 1989, pp. 23, 31, y Ortiz,<br />

Eduard, 1989, pp. 133-134.<br />

9 Juan, 1986, pp. 21-24, 26.<br />

10 Ibid., pp. 27, 31, 37-39, 41-43.<br />

11 Loschner, México, 1985, pp. 64, 66, 70; el 19 de diciembre de 1932 el Congreso<br />

rechazó a Bustamante como presidente y “entrevist[ó] a Manuel Gómez Pedraza<br />

y a Santa Anna en la hacienda de Zavaleta”, lo que daría como resultado la firma<br />

del Convenio de Zavaleta que nombraba a Gómez Pedraza como presidente.<br />

En febrero de 1833, después de que se nombrase a Mariano Riva Palacio como<br />

diputado y a Valentín Gómez Farías como ministro de Hacienda, los conservadores<br />

del Congreso se alertaron. Miguel de Santa María atacó en la Cámara a los<br />

yorquinos y fue proscrito por los mismos, y José Morán, junto con Melchor Múzquiz<br />

y Mariano Michelena, fueron “destituidos por no haber apoyado a Gómez<br />

Pedraza en el Plan de Zavaleta”. Consecuentemente, cuando el 24 de junio la<br />

Cámara aprobó la ley de Proscripción y desterró a 51 personas que se oponían<br />

Colección Cuadernos de Trabajo de Posgrado • Historia Moderna y Contemporánea • Maestría


Los “otros” mexicanos M. D. Ballesteros<br />

al Congreso y que no firmaron el acuerdo, Santa María y Morán se encontraban<br />

en la lista. Ibid., pp. 157-158.<br />

12 La imagen titulada Muchacha de Córdoba por el Archivo Fotográfico Manuel<br />

Toussaint, es presentada en el catálogo que lista el Museo de América junto con<br />

el Instituto de Cooperación Iberoamericana, Madrid, y el Ibero-Amerikanisches<br />

Institut Preussischer Kulturbesitz, Berlín, como Retrato de una negra con una<br />

jarra sobre la cabeza, y por el artista como Negra creolín en Córdoba, en el catálogo.<br />

Ibid., p. 58.<br />

13 Las imágenes que presenta Ortiz en su trabajo las consiguió tras la adquisición<br />

de “gran parte de las obras” guardadas por Roger Raffard, nieto de Pingret, y<br />

cinco retratos del “artista pintados en México” por el Banco de México. Ortiz,<br />

Edouard, 1989, pp. xi-xii.<br />

14 Ibid., p. 57; también viajó a Italia, adquiriendo cierta destreza con “maestros de<br />

la Academia de San Lucas” y haciendo amistades con “becarios de la Villa Medici”.<br />

Ibid., p. 57.<br />

15 Ibid., pp. 57-60; la compañía era la Compagnie de Transportation Maritime Americaine,<br />

donde la familia Pignatari, “heredera de los bienes del marquesado del<br />

Valle de Oaxaca en México” también poseía acciones. Estos enviaron una carta<br />

de presentación de Pingret a Lucas Alamán quien era “todavía administrador de<br />

los bienes de la familia”. Ibid., p. 60.<br />

16 Ibid., pp. 60, 71-84.<br />

17 Ibid., p. 129-131; Goya situaba a sus figuras en “fondos de color liso” y las dibujaba<br />

con “esfumados” y “una abreviación admirable de tonos”, mientras que<br />

el pintor francés realizaba un “dibujo preciso y firme, compacto, volumétrico”,<br />

tratando de lograr la sensación de relieve. Seguidor del primer estilo retratístico<br />

era Louis David, maestro del primer taller en el que trabajó Pingret; seguidor del<br />

segundo era Dubufe, asociado de Pingret que influyó de forma “directa” en su<br />

estilo. Ibid., p. 130.<br />

18 Los cartones ligeros son cartones a los que se les añadía una textura de tela para<br />

pintar al óleo y que, por su tamaño y poco peso, eran fáciles de transportar.<br />

19 Ortiz, Edouard, 1989, pp. 132-134.<br />

20 Ibid., p. 133.<br />

21 Vicente Guerrero era de origen africano y arriero, por ejemplo.<br />

22 Sin embargo, uno de los problemas de estas dos publicaciones es que la única<br />

información sobre sus dimensiones que se proporciona es que los dibujos se<br />

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Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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encontraban montados en “190 cartones de 40 × 60 centímetros” y que estaban<br />

divididos en cuatro carpetas tituladas “Villa de Mexiko”, “Vera Cruz y Viage a<br />

Mexiko”, “Río de Coatzacoalcos, Mina Titlan y Chinameca”, “Hacienda del Mirador,<br />

Huetusco y Elotepec” (Hegi, Hegi, 1989, p. 15). Por esta disposición, algunas<br />

imágenes carecen de título, la publicación tampoco los numera o los “bautiza”<br />

ni da la información del fotógrafo o los fotógrafos de las reproducciones que<br />

presentan. Esto dificultó el proceso de catalogación y análisis de las imágenes<br />

no teniendo una forma de referirme a las mismas a no ser que me apegue a las<br />

páginas de las dos publicaciones. Además, no me ha sido posible consultar toda<br />

la producción del artista. Por lo que indican en las publicaciones, la colección<br />

quedó en manos de los descendientes y sólo se prestó para hacer estas publicaciones<br />

y para algunas exposiciones en Suiza. Ibid., p. 16.<br />

23 Ibid., pp.18-19.<br />

24 Ibid., p. 52; el análisis se concentrará en la primera y la última, ya que en la<br />

segunda corrida a la que asistió, el artista se enfocó en mostrar la furia del toro<br />

contra el picador y apenas sugirió las figuras del público al fondo.<br />

25 Ibid., p. 51.<br />

26 Ibid., p. 52.<br />

27 Ibid., p. 53.<br />

28 La Academia se financiaba gracias a una “lotería mensual” que se vendía en los<br />

comercios y que el público compraba.<br />

29 Hegi, Hegi, 1989, p. 65.<br />

30 Ibid., pp. 126, 140.<br />

31 Hegi, Veracruz, 1989, p. 23.<br />

32 Ibid., p. 31.<br />

33 Ibid.<br />

34 Ortiz, “Identidad”, 2004, p. 326.<br />

35 Hegi, Veracruz, 1989, p. 32.<br />

36 Ibid., p. 22.<br />

37 Ibid., p. 46.<br />

38 Szurmuk, Miradas, 2007, p. 20.<br />

39 Pérez Salas, “Tipos”, 2004, pp. 168, 171.<br />

40 Curiel et al., Pintura, 1999, p. 21.<br />

Colección Cuadernos de Trabajo de Posgrado • Historia Moderna y Contemporánea • Maestría


Los “otros” mexicanos M. D. Ballesteros<br />

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RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

la recaudación decimal en el arzobispado de méxico:<br />

entre la esperanza y la desilusión (1821-1833)<br />

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carlos alBerto ortega gonzález*<br />

Hacia los últimos años del siglo xviii y en los primeros del siglo xix, la catedral<br />

metropolitana de México llegó a percibir importantes sumas de dinero<br />

provenientes de la recaudación del diezmo. En el quinquenio 1785-1789<br />

entraron anualmente a las arcas catedralicias un promedio de 419 530 pesos,<br />

cantidad que aumentó, para el quinquenio 1802-1806, a 470 426 pesos<br />

anuales. 1 Estas cifras son relevantes si tomamos en cuenta que en el quinquenio<br />

de mayores ingresos durante la primera mitad del siglo xviii (1746-1750),<br />

el promedio anual de la recaudación decimal fue de 315 433 pesos. 2<br />

Sin embargo, el buen estado de la fiscalidad eclesiástica de la diócesis<br />

de México entró en una situación complicada a partir de 1810. La crisis<br />

política de Nueva España devino una guerra que afectó la economía del<br />

virreinato. Las actividades agropecuarias, base económica del diezmo, fueron<br />

afectadas considerablemente, pues la producción disminuyó (debido al<br />

abandono de las unidades productivas y el deterioro de estas), lo cual se<br />

tradujo negativamente hacia el pago del impuesto. Aunado a lo anterior, el<br />

saqueo de las casas colecturía (llevado a cabo tanto por insurgentes como<br />

por el ejército realista), la imposición de gravámenes por parte de las fuerzas<br />

monárquicas y, sobre todo, la resistencia fiscal de los causantes, fueron<br />

elementos determinantes para desarticular los mecanismos recaudatorios. 3<br />

Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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Para dimensionar los perjuicios de la guerra independentista novohispana<br />

basta comparar el líquido repartible de los trienios inicial y último del<br />

periodo 1810-1821. En el trienio 1810-1812 el líquido repartible promedio<br />

por año fue de 571 087 pesos, cantidad que se redujo notablemente para el<br />

trienio 1819-1821 a 303 864 pesos anuales (-46.8%). 4<br />

La repercusión de la guerra en la fiscalidad eclesiástica no se agotó en<br />

1821. Aun después de consumarse la independencia, la inestabilidad política<br />

y la resistencia fiscal de los causantes se combinaron para poner en<br />

dificultades al sistema tributario eclesiástico de la diócesis de México y, con<br />

ello, provocar la reducción sostenida de los ingresos decimales.<br />

La historiografía ha señalado una marcada tendencia declinatoria de la<br />

recaudación del diezmo en el arzobispado de México durante la primera<br />

década del México independiente. 5 En efecto, hay indicios claros de un descenso<br />

importante en ese rubro: el líquido repartible entre 1821 y 1825 fue, en<br />

promedio, de 180 899 pesos anuales, cifra evidentemente menor si la comparamos<br />

con el periodo 1805-1809, donde en promedio se repartieron anualmente<br />

491 837 pesos. Después de 1828 y hasta 1833 el líquido repartible se<br />

mantuvo en 116 509 pesos en promedio por año, lo que indica claramente<br />

una considerable reducción en los ingresos decimales. 6<br />

¿Por qué cayó la recaudación decimal? ¿Cuáles fueron la causas que<br />

provocaron el declive? ¿La tendencia declinatoria fue homogénea?, es decir,<br />

¿hubo una crisis permanente durante todo el periodo o se presentaron variaciones?<br />

¿Qué papel tuvieron los causantes? Ante el estado crítico de los<br />

ingresos decimales, ¿cómo reaccionó la catedral metropolitana?<br />

El objetivo central del presente trabajo es analizar la tendencia recaudatoria<br />

del diezmo en el periodo 1821-1833, y aproximarse a los factores que<br />

incidieron en su comportamiento. Intentaré mostrar cómo la combinación de<br />

diversos elementos contribuyó a la caída en la recaudación decimal. Asimismo,<br />

me aproximaré a las medidas intentadas por la catedral metropolitana<br />

para contener los efectos negativos padecidos por el sistema tributario del<br />

arzobispado de México.<br />

Es mi hipótesis que el descenso de la recaudación de la renta decimal<br />

fue provocado por una crisis fiscal enraizada en la resistencia de los causantes<br />

al pago del impuesto eclesiástico y en la disminución de la capacidad<br />

de coacción de las autoridades exactoras; ambos fenómenos fueron posi-<br />

Colección Cuadernos de Trabajo de Posgrado • Historia Moderna y Contemporánea • Maestría


La recaudación decimaL en eL arzobispado de méxico C. A. Ortega<br />

bles, en gran parte, por la inestabilidad política del periodo, principalmente<br />

después de 1829.<br />

El trabajo esta dividido en dos apartados. El primero versa sobre el diezmo<br />

y las características de su recolección y administración en el arzobispado<br />

de México en los albores del siglo xix. La finalidad de este apartado es mostrar<br />

al lector cómo funcionaba el sistema tributario eclesiástico estudiado y,<br />

con ello, dar cuenta de una fiscalidad con rasgos muy particulares, propios<br />

de una cultura de antiguo régimen. 7 En el segundo se analiza el comportamiento<br />

de la recaudación decimal tomando en cuenta una serie de elementos<br />

propios del sistema fiscal, así como los factores externos que incidieron<br />

en su declive paulatino (políticos, sociales e, inclusive, climatológicos).<br />

el diezmo en el arzobispado de méxico durante<br />

las primeras décadas del siglo xix<br />

el DiezMo. características De un iMPuesto<br />

El diezmo fue un impuesto de antiguo régimen. Su instalación en el Nuevo<br />

Mundo se dio en los albores del siglo xvi y, con ello, se constituyó una<br />

potestad fiscal eclesiástica paralela a la de la corona española. El hecho<br />

imponible de la renta decimal radicó en las actividades agrícola y ganadera.<br />

Por lo tanto, la base impositiva se estableció sobre la producción<br />

agropecuaria bruta.<br />

La cuota tributaria consistía en 10%, y era pagada la mayoría de las veces<br />

en especie. No obstante, en ocasiones se pagaba en dinero en tanto representara<br />

el porcentaje señalado sobre la producción declarada. 8 El diezmo fue un<br />

gravamen proporcional, pues la cuota tributaria permanecía igual al aumento<br />

o disminución de la base imponible. Además, tenía un carácter directo. 9<br />

Quienes pagaban el diezmo eran denominados causantes. Dentro de<br />

la teoría de la Hacienda pública, al causante se lo conoce como el sujeto<br />

pasivo, quien es la persona obligada a pagar el impuesto de acuerdo con la<br />

ley tributaria. Por otro lado, el sujeto activo es aquel que tiene el derecho<br />

de cobrar el impuesto y se beneficia directamente de su recaudo; en este<br />

D. R. © 2012, Instituto Mora<br />

Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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58<br />

RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

estudio son la Iglesia y el gobierno nacional a partir de 1821 o el estatal<br />

desde 1824. 10<br />

En Nueva España los indios estaban sujetos, como causantes, a disposiciones<br />

especiales. Estos estaban exentos del pago sobre los productos de la<br />

tierra (nativos de América), es decir, aquellos cultivados antes de la conquista<br />

española. Entre los más importantes se encontraban: maíz, frijol, grana,<br />

anís, algodón, tuna, chile, vainilla y guajolotes (y otros tipos de aves). Sin<br />

embargo, estaban obligados a pagar sobre las semillas, frutas, hortalizas, legumbres,<br />

ganados, aves y el resto de los animales denominados de Castilla. 11<br />

También debían pagar diezmo por los productos de la tierra obtenidos de los<br />

predios que habían trabajado como arrendatarios o terrazgueros. 12<br />

Por otro lado, la autoridad exactora (Iglesia/corona) estableció cargas<br />

especiales a los indios como el diezmo de conmutación o el real casero. El<br />

primero consistía en la sustitución de los diezmos generales (aquellos que<br />

recaían en los productos provenientes de Castilla) por maíz o dinero. Esta<br />

modalidad de la renta decimal ha sido documentada por Arístides Medina<br />

para el obispado de Puebla, mostrándonos que el diezmo de conmutación<br />

fue un recurso de los pueblos de indios para solventar la carga de la renta<br />

decimal. 13 En el caso del arzobispado de México, durante los años estudiados<br />

esta práctica tuvo algunas variables en los productos conmutados. Por<br />

ejemplo, en el diezmatorio de Temascaltepec los indios pagaban conmutación<br />

de haba, cebada y maíces. 14 El que los indios pagaran en ocasiones<br />

diezmo de conmutación de maíz llama mucho la atención. La razón no es<br />

clara, sin embargo, todo parece indicar que este tipo de diezmo recaía en la<br />

producción agrícola obtenida de las tierras de comunidad, no importando si<br />

eran productos de Castilla o de la tierra. Así, en la colecturía de Toluca “los<br />

pueblos de indios no diezmaban del maíz y pulque que cosecha[ban] en sus<br />

tierras de comunidad, sino que por estos dos artículos entrega[ban] en reales<br />

su conmutación”. 15 En los diezmatorios de Temascaltepec e Ixtlahuaca sucedía<br />

lo mismo, los indios pagaban diezmo de conmutación de los “productos<br />

del país que sembraban en sus tierras de repartimiento”. 16<br />

El real casero o diezmo de aves era “el pago de un real por cada familia<br />

de indios por huevos, pollos y demás aves que criaban en sus casas”. 17<br />

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La recaudación decimaL en eL arzobispado de méxico C. A. Ortega<br />

aDMinistración y recauDación De la renta DeciMal<br />

La administración de la renta decimal en la catedral se llevaba a cabo en<br />

distintas oficinas, cada una de ellas con responsabilidades bien definidas. La<br />

principal era la haceduría, en donde laboraban dos jueces hacedores, quienes<br />

eran comisionados del Cabildo catedralicio y delegados del arzobispo.<br />

Estos tenían la obligación de despachar cualquier asunto relativo a la renta<br />

decimal, cobrar libranzas y aprobar las cuentas. Debían tener conocimiento<br />

amplio de las colecturías, de los colectores y de los aniversarios. Asimismo,<br />

tenían la obligación de presentarse ante el Cabildo dos veces al mes para informar<br />

sobre el estado de los asuntos relativos a la administración decimal. 18<br />

Tal oficina recibía del contador las cuentas del importe del diezmo y las<br />

presentaba en el Cabildo para la aprobación de este y del arzobispo. 19 Asimismo,<br />

los hacedores realizaban el nombramiento directo de los colectores,<br />

o bien remataban en arrendamiento la recaudación de los diezmos.<br />

La haceduría era un tribunal eclesiástico. Los jueces hacedores tenían la<br />

facultad de imponer sanciones a todo aquel causante que no cumpliera con<br />

sus obligaciones fiscales o al colector de diezmos que incumpliera con su<br />

labor. Podían intervenir en litigios entre colectores y causantes o entre el Cabildo<br />

y los colectores morosos. 20 La función judicial de los jueces hacedores<br />

los facultaba para sancionar a los colectores que no entregaban puntualmente<br />

las cuentas y el dinero producto de la recaudación. 21 En el caso de los causantes<br />

morosos o renuentes al pago, los hacedores procedían con sanciones<br />

que iban desde la excomunión hasta el cobro coaccionado por la vía civil.<br />

En la contaduría de diezmos se llevaba a cabo el cálculo y repartimiento<br />

de las asignaciones en dinero procedentes de la gruesa decimal. 22 Dos contadores<br />

dirigían sus actividades. Uno de ellos se encargaba exclusivamente de<br />

glosar las cuentas de los colectores, llevaba el libro de cuentas particulares,<br />

realizaba las liquidaciones generales y, en materia decimal, hacía el ajuste<br />

anual para la formación del repartimiento de la gruesa. 23<br />

La clavería era la dependencia donde ingresaban y se guardaban, bajo<br />

llave, los caudales en dinero y documentos pertenecientes al tesoro catedralicio.<br />

Estaba integrada por dos prebendados, denominados claveros, quienes<br />

recibían el dinero y efectuaban todos los pagos previamente gestionados<br />

ante la haceduría o el mayordomo de rentas. 24 Entre otras de sus actividades,<br />

D. R. © 2012, Instituto Mora<br />

Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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60<br />

RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

se encontraba la de reconocer el estado de las deudas y diligenciar su recaudación,<br />

expidiendo despachos y en su caso hasta censuras.<br />

La notaría de diezmos era una oficina dependiente de la haceduría. En<br />

ella, el notario de diezmos tomaba razón de todas las escrituras otorgadas<br />

por los colectores y causantes. De tal oficina emanaban reportes sobre el<br />

estado de las deudas pertenecientes a los aniversarios, a la fábrica o a las<br />

colecturías. Debido a que la notaría estaba bajo el mando de la haceduría,<br />

esta última revisaba los registros anualmente con el fin de advertir o ejecutar<br />

acciones administrativas sobre las rentas. 25<br />

En el arzobispado de México existieron dos procedimientos para cobrar<br />

el diezmo. Uno de ellos era el arrendamiento por el cual el Cabildo metropolitano<br />

concedía la facultad de recolectar la renta decimal al mejor postor. La<br />

adjudicación se hacía por almoneda pública a quien ofreciera mayor cantidad<br />

de dinero. El otro procedimiento era la administración directa por la que<br />

el Cabildo nombraba a las personas encargadas del cobro de los diezmos.<br />

Sabemos que el uso de este modo de cobro fue utlizado excepcionalmente<br />

en la diócesis de México durante la segunda mitad del siglo xvii. Se aplicó<br />

sólo cuando el monto de las posturas en los remates era demasiado bajo. 26<br />

En el periodo estudiado este método de cobro fue aplicado para todos los<br />

diezmatorios del arzobispado de México.<br />

La recolección del diezmo estaba organizada territorialmente por colecturías<br />

o diezmatorios. 27 Entre 1821 y 1833 el territorio fiscal del arzobispado<br />

de México estaba compuesto por 25 colecturías, a saber: Acapulco,<br />

Apan, Chalco, Coyoacán, Cuautitlán, Cuautla de Amilpas, Cuernavaca, Huichapan,<br />

Ixmiquilpan, Ixtlahuaca, Ocuituco, Otumba, Pachuca, Querétaro,<br />

San Felipe del Obraje, San Juan del Río, Santiago Tianguistengo/Lerma, Tacuba,<br />

Taxco, Temascaltepec, Tenancingo, Tepecoacuilco, Texcoco, Toluca y<br />

Tulancingo (véase mapa 1). Esta forma de organización fue el resultado de<br />

un proceso de división continuo que tuvo como fin el manejo eficiente de la<br />

recaudación de los diezmos.<br />

A su vez, los diezmatorios estaban divididos en subcoleturías o parti‑<br />

dos. El fraccionamiento correspondía a dos lógicas: 1) a la extensión territorial,<br />

es decir, entre más amplia fuera la colecturía mayor número de partidos<br />

la constituían, y 2) a la cantidad de unidades declarantes concentradas en la<br />

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La recaudación decimaL en eL arzobispado de méxico C. A. Ortega<br />

Mapa 1. arzobispado dE México. colEcTurías dE diEzMos, 1810-1833<br />

n<br />

Obispado<br />

de Michoacán<br />

14<br />

21<br />

10<br />

16<br />

19<br />

15<br />

22<br />

Fuente: elaboración propia a partir de Commons y Coll-Hurtado, Geografía, 2002, p. 59, y accMM,<br />

Colecturías de diezmos, libros varios.<br />

8<br />

24 17<br />

1<br />

9<br />

18<br />

5<br />

4<br />

7 6 11<br />

23<br />

13<br />

2<br />

12<br />

3<br />

20<br />

D. R. © 2012, Instituto Mora<br />

1 Acapulco<br />

2 Apan<br />

3 Chalco<br />

4 Coyoacán<br />

5 Cuautitlán<br />

6 Cuautla de Amilpas<br />

7 Cuernavaca<br />

8 Huichapan<br />

9 Ixmiquilpan<br />

10 Ixtlahuaca<br />

11 Ocuituco<br />

12 Otumba<br />

13 Pachuca<br />

14 Querétaro<br />

15 San Felipe del Obraje<br />

16 San Juan del Río<br />

17 Santiago Tianguistengo/Lerma<br />

18 Tacuba<br />

19 Taxco<br />

20 Texcoco<br />

21 Temascaltepec<br />

22 Tenancingo<br />

23 Tepecoacuilco<br />

24 Toluca<br />

25 Tulancingo<br />

Ciudad de México<br />

Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

25<br />

Obispado<br />

de Puebla<br />

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62<br />

RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

colecturía; si el número de unidades declarantes era grande, la colecturía se<br />

dividía en cuantos partidos fuera posible.<br />

La recolección del diezmo estaba a cargo del colector, quien estaba<br />

obligado a cobrar y administrar con todo “cuidado y exactitud” los diezmos<br />

causados y que se causaren en la colecturía de su cargo. 28 Este podía ser<br />

miembro de la Iglesia o laico. En cualquier caso era designados directamente<br />

por las autoridades capitulares, previa valoración de sus capacidades<br />

laborales y condición económica. 29 Para ello, los jueces hacedores contaban<br />

con informes sobre su persona que contenían una descripción detallada de<br />

su posición social y económica. Por ejemplo, se hacían referencias sobre su<br />

conducta, salud, conocimientos, estado familiar, experiencia laboral, etc.<br />

Estos documentos eran elaborados por gente cercana al candidato a colector<br />

y su informe podía ser firmado o entregado en anonimato.<br />

Al comienzo de su administración, el colector recibía de los jueces<br />

hacedores los libros de cuentas de sus antecesores, donde se expresaba el<br />

estado de la colecturía. Una vez recibidos los libros, tenía la obligación de<br />

informar cada mes o cada dos meses sobre el estado de lo recolectado, los<br />

productos vendidos y las existencias disponibles. De igual manera, debía dar<br />

cuenta del estado de los pleitos o negocios relacionados con los causantes,<br />

así como de cualquier compostura hecha a la casa colecturía o troje dentro<br />

de la demarcación del diezmatorio administrado. 30<br />

El colector registraba en el libro de cuentas los egresos e ingresos y<br />

remitía estos últimos al Cabildo metropolitano. El monto recaudado en metálico<br />

se entregaba trimestralmente (junto con un informe) y, al final del año,<br />

en el mes de diciembre la cuenta general junto con los rezagos de años anteriores.<br />

31 No obstante, podía ser requerido por la haceduría cualquier día<br />

del año, y en caso de que no entregara las cuentas puntualmente, se podía<br />

proceder contra él y/o sus fiadores de manera ejecutiva. 32<br />

Por su labor, el colector recibía una remuneración económica que dependía<br />

del monto recaudado neto, el cual variaba de acuerdo con la importancia<br />

de la colecturía (determinada por su riqueza agropecuaria): una<br />

comisión que oscilaba entre 5 y 8%. Por la administración de la recolección<br />

en pueblos de indios podían recibir hasta 20% de comisión. Todas estas retribuciones<br />

eran definidas por el Cabildo metropolitano. 33 Sin embargo, había<br />

un parámetro para establecer los salarios y premios: entre más sencilla y<br />

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La recaudación decimaL en eL arzobispado de méxico C. A. Ortega<br />

abundante era la recolección, el porcentaje de ganancia era menor, mientras<br />

que en los casos de escasa y difícil recaudación aumentaba. 34<br />

El colector se encargaba de recolectar el diezmo en las unidades productoras/declarantes<br />

pertenecientes a su colecturía. Acudía a las propiedades,<br />

donde solicitaba al causante la manifestación (declaración) de la producción<br />

anual, tanto agrícola como pecuaria. A partir de las cantidades inscritas en<br />

la manifestación se estimaba el total de los productos correspondientes a la<br />

renta decimal, ya fuera en especie o en dinero. El acto recaudatorio se cerraba<br />

con las firmas del colector y del causante asentadas en el libro de cuentas.<br />

Después de conseguir el pago del diezmo el colector transportaba los<br />

productos a los almacenes dispuestos en puntos geográficos estratégicos<br />

dentro del territorio de la colecturía. 35 Animales de carga y carretas servían<br />

para tal propósito, los cuales, la mayoría de las veces, eran rentados por el<br />

colector. El pago del flete de los productos era deducido de la recaudación,<br />

aunque en circunstancias específicas el diezmante lo pagaba. 36<br />

Bajo su mando se encontraba un conjunto de dependientes tales como<br />

notarios, recolectores, trojeros y vendedores. 37 El colector era responsable de<br />

los actos de sus subordinados; cualquier riesgo en la recaudación o quebranto<br />

al sistema fiscal hecho por ellos era motivo de sanción. 38<br />

Una tarea del colector era obtener dinero de los productos diezmados,<br />

por tanto, procuraba vender la mayor parte de estos en las mismas<br />

fincas, en la casa colecturía, en los pueblos de los alrededores o en los<br />

tianguis de la región.<br />

Al final del año fiscal el colector entregaba en metálico el total neto de<br />

la recaudación decimal a la clavería, en donde se sumaba a los montos del<br />

resto de las colecturías para conformar la gruesa decimal.<br />

La distribución de la gruesa decimal fue establecida en la Erección de la<br />

iglesia de México de 1534. En dicho documento se indicaba que los diezmos<br />

fueran divididos en cuatro partes, una para el prelado o mesa episcopal (25%),<br />

otra para el Cabildo o mesa capitular (25%) y las dos restantes debían dividirse<br />

en nueve partes llamadas novenos. De los novenos, dos de ellos, los novenos<br />

reales, eran para la corona (11.1%); cuatro novenos beneficiales (22.2%) se<br />

destinaban a la mesa capitular para ayudar a las parroquias del arzobispado y<br />

para la paga de oficiales; un noveno y medio (8.3%) para la fábrica material<br />

de catedral, y otro noveno y medio para el hospital de la diócesis. 39<br />

D. R. © 2012, Instituto Mora<br />

Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

La anterior disposición no era rígida, es decir, había variaciones en la<br />

asignación de la gruesa decimal. En la segunda mitad del siglo xvii, por cada<br />

partida de 7 500 pesos, al arzobispo le correspondía 25%, al hospital del<br />

Amor de Dios 8.33%, a la fábrica 8.33%, al rey 11.11% por los dos novenos<br />

reales y el restante 47.22% se dividía entre las dignidades, canónigos y<br />

racioneros, dependiendo de la calidad de su prebenda y asistencia al coro,<br />

una vez pagado el sueldo fijo de los oficiales y empleados de la catedral. 40<br />

En una aproximación a las cuentas decimales de dos años, hemos comprobado<br />

variaciones en la repartición del diezmo líquido por la introducción<br />

del “nuevo noveno”. Este afectó la distribución del líquido repartible en los<br />

años 1810 (representó 11.6%) y 1828 (consistió en 11.1%). Por ejemplo, si tomamos<br />

en cuenta lo estipulado por la Erección, en esos años la mesa episcopal<br />

recibió en promedio 22.3%, sufriendo una reducción de 2.7%. El gobierno<br />

civil (rey en 1810; gobierno nacional en 1828) dejó de percibir, en promedio,<br />

1.1% de los dos novenos reales. Por su parte, el Cabildo no percibió completa<br />

la parte que le correspondía (47.2%), en los años señalados recibió 40.9% en<br />

promedio. En cuanto a la fábrica y el hospital, ambos percibieron menos del<br />

8.3% establecido por la ley, reduciéndose su participación hasta 0.9%. 41<br />

Cabe señalar algo importante. El monto de la gruesa decimal no era repartido<br />

íntegramente, a esta se le descontaban los gastos generales consistentes<br />

en gratificaciones, reposiciones, costos de transporte, etc.; por lo tanto, era<br />

reducida variablemente. Al monto sobrante se lo denominaba líquido repartible<br />

o diezmo líquido, el cual era distribuido entre las partes ya mencionadas.<br />

En el arzobispado de México se diezmaba una gran variedad de productos,<br />

resultado de una actividad agropecuaria diversificada. El cobro del diezmo,<br />

como ya se mencionó, consistía en 10% de la producción agropecuaria,<br />

sin embargo, había productos que pagaban cuotas menores. Para tener un<br />

panorama general de la situación, en el cuadro 1 se muestran los principales<br />

productos declarados y el porcentaje de la renta decimal que pagaban.<br />

Como se ve, la cuota tributaria no fue homogénea, productos como el<br />

pulque, la leche, el azúcar, la miel y la panocha pagaban menos de 10%. 42<br />

Generalmente el diezmo se pagaba en especie, empero, en ocasiones<br />

se hacía en dinero. Tal es el caso del pulque y la leche, debido a que perecían<br />

en corto tiempo; además su transportación era complicada, pues se necesitaban<br />

recipientes especiales para ello. 43<br />

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La recaudación decimaL en eL arzobispado de méxico C. A. Ortega<br />

cuadro 1. principalEs producTos diEzMados con su rEspEcTiva<br />

cuoTa TribuTaria. arzobispado dE México (1810-1833)<br />

Productos agrícolas (porcentaje) Productos pecuarios (porcentaje)<br />

Ajonjolí 10 Aves 10<br />

Algodón 10 Becerros 10<br />

Alverjón 10 Burros 10<br />

Añil 10 Chivos 10<br />

Arroz 10 Corderos 10<br />

Café 10 Lechones 10<br />

Calabaza 10 Mulas 10<br />

Cebada 10 Muletos 10<br />

Chile 10 Potros 10<br />

Frijol 10 Vacas 10<br />

Fruta a 10 Esquilmos (porcentaje)<br />

Garbanzo 10 Azúcar 4<br />

Haba 10 Lana 10<br />

Huertas 10 Leche 5<br />

Lenteja 10 Miel 6<br />

Maíz 10 Panocha 6<br />

Papa 10 Pulque 4<br />

Pastos 10 Queso 5<br />

Trigo 10 Vellones 10<br />

a Naranja, melón, limón, plátano, tuna, sandía, granada.<br />

Fuente: elaboración propia, a partir de accMM, Colecturías de diezmos, libros varios.<br />

El ganado era susceptible de doble o triple pago: al nacer, al producir<br />

(lana, esquilmos, crías, leche, etc.), y al morir (cuero, manteca, sebo y aun<br />

por la matanza). El ganado no sólo se pagaba en especie, también en dinero.<br />

Había dos tipos de diezmo que se pagaban de esa manera: el amachorrado y<br />

la apreciadura. El amachorrado o diezmo de hembras infructíferas consistía<br />

en el pago por la matanza de hembras viejas o infecundas. 44 La apreciadura<br />

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Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

era una tasación sobre las crías; esta se determinaba a partir de la calidad del<br />

espécimen y su edad.<br />

El tiempo de la recolección del diezmo variaba de acuerdo a la colecturía.<br />

Empero, había cierta homogeneidad en los tiempos para efectuar el<br />

cobro. A partir de los datos obtenidos de información enviada en 1823 por<br />

los colectores de Chalco, Otumba, Huejutla, Querétaro y Cuautla de Amilpas<br />

a los jueces hacedores, hemos ordenado los tiempos de recaudación del<br />

diezmo (cuadro 2).<br />

El establecimiento de tiempos precisos para el cobro del diezmo era<br />

una práctica utilizada por los colectores para administrar de manera eficaz<br />

la recolección. Sin embargo, no todos los causantes diezmaban en los meses<br />

indicados; esto obligaba al colector a hacer visitas regulares a las unidades<br />

declarantes para exigir el pago a lo largo del año fiscal. Por lo tanto, la recolección<br />

de determinados productos se hacía después del tiempo fijado.<br />

La recolección del diezmo no tenía un carácter rígido en todo el arzobispado<br />

de México. A pesar de que había regulaciones sobre los procedimientos<br />

recaudatorios, frecuentemente la variabilidad de los fenómenos<br />

fiscales provocaba la aplicación de medidas administrativas o métodos de<br />

recaudación particulares. Por ello, es común encontrar, en determinadas colecturías,<br />

diferencias en los métodos de recaudación o en las formas en que<br />

se relacionaban las autoridades exactoras con los contribuyentes. Las particularidades<br />

en la recaudación de ninguna manera implicaban prerrogativas<br />

para los causantes o el abuso de las autoridades, sino la predominancia de<br />

la casuística propia del antiguo régimen como medio para atender hechos<br />

fiscales determinados y solucionar controversias específicas.<br />

la recaudación decimal durante los primeros años<br />

del méxico independiente (1821-1833)<br />

En este apartado trataré los factores que incidieron en el comportamiento<br />

de la recaudación decimal durante el periodo bajo estudio. En la gráfica 1<br />

se observan los montos anuales del líquido repartible entre 1821 y 1833.<br />

Durante los años seleccionados el total de dinero a repartir fue de 2 278 019<br />

pesos, y el promedio anual fue de 175 232 pesos. El coeficiente de variación<br />

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La recaudación decimaL en eL arzobispado de méxico C. A. Ortega<br />

cuadro 2. TiEMpos dE rEcolEcción dEl diEzMo<br />

En El arzobispado dE México (1823)<br />

Producto Meses<br />

Azúcar Enero<br />

Cebada Noviembre-junio<br />

Ganados Junio-septiembre<br />

Maíz Noviembre-junio<br />

Miel Enero<br />

Pulque Noviembre-diciembre<br />

Trigo Febrero-mayo<br />

Fuente: elaboración propia con información de ahaM, Cabildo, caja 3, exp. 32; caja 4, exp. 3; caja<br />

4, exp. 4; caja 4, exp. 5, y caja 4, exp. 6.<br />

Pesos<br />

Gráfica 1. líquido rEparTiblE. arzobispado dE México (1821-1833)<br />

400 000<br />

350 000<br />

300 000<br />

250 000<br />

200 000<br />

150 000<br />

100 000<br />

50 000<br />

0<br />

Fuente: accMM, Contaduría, caja 9, exp. 14.<br />

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1821<br />

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es alto: 53%, lo que denota una dispersión elevada de las cifras utilizadas.<br />

La tasa de crecimiento anual fue positiva, se ubicó en 1.31%. Sin embargo,<br />

al comparar el primer trienio (185 764 pesos) con el último trienio (121 888<br />

pesos) obtenemos una reducción de -34.4 por ciento.<br />

Tres etapas con comportamientos diferentes son visibles en la curva<br />

mostrada. La primera (1821-1823) tuvo una orientación a la alza, registrando<br />

una tasa de crecimiento anual de 124.9%. Que la tasa de crecimiento<br />

de esta etapa sea demasiado elevada se debe a la diferencia entre las<br />

bajas cantidades registradas en 1821 y 1822 y la cantidad de 1823 (más de<br />

350 000 pesos). La exigua suma de dinero registrada en 1821 encuentra su<br />

explicación en la excepcional situación política ocasionada por el proceso<br />

de consumación de la independencia: la necesidad de dinero por parte del<br />

Ejército Trigarante y las fuerzas españolas los impulsó a imponer una serie se<br />

préstamos forzosos a la catedral metropolitana.<br />

Desde la clavería se destinaron importantes sumas de dinero para sufragar<br />

los gastos de guerra de ambos bandos beligerantes. Por ejemplo, en<br />

sesión del 9 de junio de 1821 el Cabildo catedralicio resolvió donar 200<br />

pesos mensuales para el mantenimiento de las tropas realistas. 45 El dinero,<br />

evidentemente, fue obtenido de las rentas decimales. Aunado a lo anterior,<br />

los préstamos entregados directamente a Iturbide y al gobierno virreinal se<br />

tradujeron en una reducción a las arcas de la iglesia metropolitana de aproximadamente<br />

20 000 pesos. 46<br />

La ocupación de las colecturías por el ejército de las tres garantías desencadenó<br />

una serie de problemas en torno a la recolección del diezmo. La administración<br />

llevada a cabo por los colectores fue intervenida, a tal grado que,<br />

en algunas ocasiones, fueron removidos de su puesto. Tal es el caso de los<br />

colectores de Toluca y Temascaltepec, quienes fueron separados de la administración<br />

de sus respectivos diezmatorios por Agustín de Iturbide. 47<br />

Sin embargo, el problema más grave ocurrido en los diezmatorios se<br />

centró en la disminución del diezmo recolectado a causa de los préstamos<br />

forzosos. Desde las colecturías se erogaron importantes sumas de dinero para<br />

pertrechos, alimentación y uniformes para los soldados del Ejército Trigarante.<br />

48 El monto de las pérdidas entre 1820 y 1821 ascendió a más de 49 383<br />

pesos, cantidad considerable pero que debemos tomar como el mínimo, en<br />

virtud de que hasta 1823 el Cabildo metropolitano todavía no contaba con<br />

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la cuenta completa de los gastos de todas las colecturías. Los diezmatorios<br />

que más aportaron a la causa independentista fueron aquellos ubicados en el<br />

valle de Toluca y los que circundaban la ciudad de México. Así, tenemos que<br />

los diezmatorios de Toluca, Texcoco, Chalco y Tenancingo concentraron, en<br />

conjunto, 51.3% de las erogaciones. 49<br />

Ahora bien, la explicación al incremento ocurrido entre 1821 y 1823 se<br />

encuentra en dos causas. En primer lugar, en el periodo de paz y tranquilidad<br />

política presente durante el imperio de Iturbide. La disputa política dejó el<br />

campo de las armas para situarse en los estratos de la opinión pública y en los<br />

terrenos legislativos. El poder pasó a las manos del alto clero y del ejército,<br />

los cuales aplicaron una serie de medidas destinadas a restaurar el orden anterior<br />

a la guerra de independencia. Con ello lograron, por un lado, reafirmar<br />

la posición política de las elites criollas y, así, apaciguar cualquier intento de<br />

rebelión ante el statu quo establecido y, por otro, salvaguardar sus intereses<br />

políticos y económicos. En este sentido, la iglesia metropolitana tuvo la oportunidad<br />

de restablecer el control sobre la recaudación decimal sin ningún<br />

conato de resistencia o disturbio de por medio.<br />

La segunda causa se encuentra en el intenso apoyo de las autoridades<br />

civiles para el cobro de los diezmos. A principios de 1822 los jueces hacedores<br />

hicieron llegar a las autoridades de la regencia sus quejas sobre la resistencia<br />

de los causantes a pagar el diezmo. 50 Ante esta situación, se ordenó<br />

a los jueces civiles, por medio de edictos impresos, auxiliar a los colectores<br />

de los distintos diezmatorios en el cobro de los diezmos causados en ese<br />

año y los rezagos de los años anteriores. 51 El efecto de esta medida fue la<br />

aplicación de mecanismos coercitivos más rígidos y, por ende, el aumento<br />

de los ingresos decimales en el año 1823, sobre todo porque se lograron<br />

recuperar los atrasos causados durante los últimos años de la guerra. En este<br />

sentido, es insoslayable considerar un mayor grado de eficacia de las autoridades<br />

eclesiásticas en el cobro del diezmo, denotando la recuperación de<br />

la administración decimal.<br />

La segunda etapa de la recaudación abarcó el periodo 1824-1828, y<br />

mostró una trayectoria ascendente con un ritmo gradual; presentó una tasa de<br />

crecimiento anual de 6.94%. Hay que mencionar que durante este periodo<br />

el líquido repartible se ubicó por encima del registrado en la etapa anterior,<br />

lo que muestra una leve recuperación. El paulatino mejoramiento de los in-<br />

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gresos decimales tiene sus causas en la relativa estabilidad política impuesta<br />

por el gobierno de Guadalupe Victoria, así como en la revisión y vigilancia<br />

estricta de la administración del diezmo proyectada desde la haceduría.<br />

La abdicación de Iturbide y el surgimiento de la república federal marcó<br />

el inició de un estado de paz significativa, que produjo efectos favorables<br />

para el gobierno nacional; uno de ellos fue la confianza que ganó del extranjero,<br />

ya que se obtuvieron los préstamos de las casas inglesas Goldschmidt y<br />

Barclay. En 1824 el consenso político permitió la proclamación de la Constitución<br />

de los Estados Unidos Mexicanos y la asunción de Victoria como<br />

presidente de México. Con la estabilización política del país, el régimen<br />

republicano facilitó el fortalecimiento de los poderes regionales y, con ello,<br />

los mecanismos que permitieron la reactivación de sus economías.<br />

En 1823 la haceduría solicitó a todos los colectores del arzobispado<br />

información sobre sus respectivas administraciones. La manera de obtener la<br />

información requerida fue a través de cordilleras que contenían cuestionarios<br />

compuestos de 26 preguntas, que debían ser contestados a la brevedad. 52 En<br />

el transcurso del año y en parte de 1824 se recibieron las respuestas de los colectores<br />

y, con ello, se emprendieron acciones para dinamizar la recaudación<br />

decimal. 53 Primero, se ordenó a los curas de las parroquias pertenecientes a<br />

los partidos conflictivos que en las misas y “en las conversaciones privadas”<br />

persuadieran a los feligreses para que efectuaran el pago del diezmo. 54 Esta<br />

medida estaba destinada a coaccionar a los causantes desde el ámbito religioso,<br />

el cual permitía a los curas advertir sobre castigos que iban desde la simple<br />

amonestación hasta la excomunión. Segundo, se exigió a los colectores informar<br />

frecuentemente sobre el estado de la recaudación del diezmo. Temas<br />

como la resistencia al pago, el número de deudores en el diezmatorio, el<br />

estado de las recaudaciones o partidos, el costo de los fletes y el estado de los<br />

precios debían ser comunicados por los colectores a los hacedores cada mes.<br />

Con esta acción se les exigía a los colectores ser más estrictos en la recaudación,<br />

ya que era conveniente que los informes dieran cuenta de circunstancias<br />

favorables a la iglesia metropolitana.<br />

A la revisión y vigilancia de la administración del diezmo por parte de la<br />

haceduría, se sumó el apoyo de las autoridades civiles en el cobro de dicho<br />

gravamen. Por orden del gobernador del Estado de México del 14 de junio de<br />

1825 se estableció que los prefectos y demás autoridades civiles auxiliasen<br />

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a los colectores en la recaudación. Sabemos que esta disposición se llevó a<br />

cabo puntualmente hasta 1827, cuando la correspondencia de los colectores<br />

da cuenta del incremento de los fraudes por parte de los causantes. 55<br />

Fue en 1829 cuando se inauguró la tercera etapa de la recaudación decimal,<br />

la cual terminó en 1833, manifestando una trayectoria descendente del<br />

orden de -9.39% anualmente. Este comportamiento adverso a las arcas de la<br />

iglesia metropolitana encuentra su explicación en una disminución de la declaración<br />

de productos en el arzobispado de México. Las razones que desencadenaron<br />

tal fenómeno son varias y, para comprenderlo, debemos remitirnos<br />

a factores de índole climatológico, político y social.<br />

En 1828 se presentaron dos fenómenos meteorológicos que impactaron<br />

considerablemente en la producción y recaudación del siguiente año<br />

en parte del arzobispado de México. El primero se trató de una sequía que<br />

afectó los diezmatorios pertenecientes al Valle de México, la cual duró los<br />

meses de mayo y junio. El segundo fue una helada provocada por lluvias<br />

abundantes ocurrida en el mes de septiembre, perjudicando los distritos de<br />

Apan y Toluca. Además, al siguiente año hubo una plaga que se extendió<br />

sobre los campos aledaños a la ciudad de México, lo que dio como resultado<br />

el menoscabo de parte de las siembras. 56 Si bien este desastre no tuvo la magnitud<br />

de los dos anteriores, es importante no perder de vista que cualquier<br />

situación climatológica adversa a la actividad agrícola repercutía de forma<br />

importante en la producción. Es probable que los efectos perjudiciales de<br />

la plaga se hayan resentido en las colecturías de Tacuba, Chalco, Texcoco o<br />

Coyoacán, las cuales circundaban la ciudad de México. 57<br />

El aspecto político también influyó en la recaudación. La publicación<br />

de la Ley de Empleos el 10 de mayo de 1827 y la primera Ley de Expulsión de<br />

Españoles del 20 de diciembre del mismo año, había representado un dilema<br />

para la haceduría, ya que afectaba a ciertos colectores y recaudadores<br />

que eran españoles. 58 Sin embargo, las autoridades eclesiásticas lograron en<br />

casos específicos eludir la aplicación de la ley utilizando interpretaciones<br />

legales a su favor. Es el caso del notario de diezmos Nicolás Vega, el cual no<br />

fue removido de su puesto porque su defensa arguyó que sus actividades no<br />

entraban en las desarrolladas por “los empleados de honor y dignidad”, ya<br />

que “ni el escribir, ni el dictar, ni el signar, ni el firmar, ni el encuadernar”<br />

eran actividades causadas por el ejercicio de una atribución determinada. 59<br />

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La base de tal argumentación radicaba en que el notario no ejercía ningún<br />

cargo público, civil o militar de carácter federal. 60<br />

El rumbo de las cosas cambió en 1829 con la segunda Ley de Expulsión,<br />

decretada el 20 de marzo. La ley desfavorecía a los colectores de Tenancingo,<br />

Cuautla de Amilpas, Ixmiquilpan, Pachuca y Coyoacán y los partidos de<br />

Tula y Azcapotzalco. 61 Si bien el tema ya había sido tratado por el Cabildo<br />

catedralicio desde 1827, y de alguna manera había contenido los efectos<br />

perniciosos de las leyes contra eclesiásticos españoles, las condiciones políticas<br />

del país de ese momento facilitaron la ejecución del ordenamiento<br />

legal. 62 Por lo tanto, la haceduría decidió separar a los colectores españoles;<br />

esta acción perjudicó la recaudación de esos diezmatorios, pues se dejó de<br />

colectar los diezmos durante la transición.<br />

Otro aspecto político que influyó en la recaudación fue la inestabilidad<br />

política y económica ocasionada por la imposición de Vicente Guerrero en la<br />

presidencia de la república y los subsecuentes efectos que tuvo hasta 1833.<br />

Tal inestabilidad encuentra su raíz en los últimos meses de la administración<br />

de Guadalupe Victoria. El mantenimiento del orden público y la obediencia<br />

a la Constitución fueron dos elementos ajenos a su mandato; la anarquía se<br />

había apoderado de la capital del país, el respeto al orden legal había sido<br />

soslayado, había triunfado una sublevación militar contra su gobierno y, para<br />

rematar, había consentido la posesión de un presidente ilegal. 63<br />

Cuando Guerrero asumió la presidencia el 1 de abril de 1829, se encontró<br />

ante una Hacienda pública exhausta, lo que obligó al ministro Lorenzo<br />

de Zavala a implantar una serie de medidas radicales e impopulares, entre<br />

ellas la abolición del monopolio del tabaco, impuestos a la propiedad raíz, al<br />

algodón en rama y a los carruajes. 64 Ligado a lo anterior estaba la aplicación<br />

de la Ley de Expulsión y la amenaza de reconquista confabulada en Cuba<br />

por Isidro Barradas. 65 Guerrero intentó activar el crédito de la república para<br />

impulsar la educación y las empresas agrícolas y fabriles. Mantuvo un programa<br />

de desarrollo desde el Estado con un sesgo proteccionista. 66 A pesar<br />

de los intentos de estabilización política practicados por Guerrero, su gobierno<br />

resultó un fracaso; sus enemigos lanzaron el 4 de diciembre de 1829<br />

el Plan de Jalapa por el cual declaraban apoyar el pacto federal, el ejercicio<br />

estricto de la leyes y la supresión de las facultades extraordinarias concedidas<br />

al ejecutivo con motivo de la invasión española. 67 Con ello lograron su<br />

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destitución y la imposición del vicepresidente Anastasio Bustamante como<br />

titular del poder ejecutivo. 68<br />

No sólo la recaudación se vio afectada por el contexto de inestabilidad<br />

política, también las finanzas internas de la Iglesia metropolitana sufrieron sus<br />

efectos. En septiembre de 1829 el gobierno gravó con una subvención temporal<br />

de guerra a cada empleado de la catedral, quienes debían pagarla con un<br />

porcentaje de sus salarios. 69 El hecho nos muestra cómo el poder civil irrumpía<br />

sin obstáculo alguno en las finanzas eclesiásticas a causa del debilitamiento<br />

del poder de la Iglesia catedral.<br />

La relativa paz que trajo el régimen de Bustamante permitió poner en<br />

orden la Hacienda pública y la deuda inglesa. Para junio de 1831 los ingresos<br />

federales llegaron a 17 256 882, que comparados con los 12 815 009 pesos<br />

obtenidos en 1829, mostraban una sanación de las finanzas. 70 El contexto de<br />

estabilidad en el que se encontraba el país permitió a las autoridades eclesiásticas<br />

recurrir de nueva cuenta a las autoridades civiles para hacer más eficiente<br />

el cobro del diezmo. Hacia finales de 1830 y en la primera mitad de 1831<br />

los colectores fueron auxiliados por los alcaldes de los ayuntamientos pertenecientes<br />

al Estado de México, los cuales coaccionaron a los causantes y, en<br />

algunos casos, impusieron penalidades a quienes incumplían con el pago. La<br />

petición de ayuda se sostenía en una razón: la resistencia de los causantes<br />

a cumplir con sus obligaciones fiscales con la Iglesia. Los dos elementos en<br />

conjunto, el sosiego político y la aplicación reiterada de la coacción civil,<br />

explican el pequeño repunte de los ingresos decimales en 1831.<br />

Con todo, la recaudación decimal estaba en un punto crítico. El descenso<br />

experimentado después de la guerra de Independencia y su agravamiento<br />

en 1829 llevó a los jueces hacedores a reestructurar la administración decimal<br />

a través de un reglamento, que regulaba las funciones del colector, el notario<br />

principal, el notario subalterno y los recaudadores. Con la expedición de tal<br />

reglamento, la haceduría buscó poner orden en cinco ámbitos de la recaudación:<br />

1) el registro de ingresos, tanto en especie como en dinero. Cada funcionario<br />

debía llevar un libro de cuentas que indicara el número de cantidades<br />

ingresadas en su respectiva recaudación. 2) El registro de ventas al menudeo<br />

o al mayoreo. Se les ordenaba a los funcionarios llevar un diario donde se<br />

asentara semanalmente el estado de las ventas. 3) El control de la recaudación<br />

de los ganados. Se pedía a los recaudadores y notarios subalternos anotar<br />

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cada uno los ingresos por este ramo con la mayor exactitud posible. Con esta<br />

medida se estableció una doble contabilidad para evitar posibles errores en la<br />

cuantificación de los ingresos. 4) El control de los gastos en la recaudación;<br />

todos los funcionarios debían llevar a cabo un registro de los fletes y los gastos<br />

extraordinarios, estos últimos sólo permisibles bajo el consentimiento del<br />

colector. 5) La resistencia al pago de los causantes. Se disponía que los recaudadores<br />

llevaran a cabo dos tareas, por un lado, informaran puntualmente<br />

sobre las unidades declarantes morosas o fraudulentas y, por otro, realizaran<br />

un cálculo de las cosechas para determinar el monto de lo perdido. 71<br />

La aplicación del reglamento encontró ciertas dificultades. Así lo manifestaron<br />

algunos colectores que veían, entre los inconvenientes, una invasión<br />

de funciones. En la práctica los notarios principales desarrollaban las responsabilidades<br />

de los notarios subalternos, lo que implicaba mayor trabajo para<br />

aquellos. Asimismo, había desazón en torno a los sueldos que debía percibir<br />

por sus nuevas obligaciones cada funcionario. Por su parte los colectores<br />

vieron incrementadas sus obligaciones y, con ello, al aumento de quejas<br />

sobre el reglamento. Algunos colectores alegaban que era imposible aplicar<br />

el reglamento debido a la falta de personas capacitadas para llevar a cabo las<br />

tareas asignadas por este. 72 Por su parte el colector de Tacuba, Ángel Navajas,<br />

veía inútil designar más personal a la administración de la colecturía a su<br />

cargo debido a que sus ingresos se habían reducido “a una cuarta parte de<br />

lo que antes producía”. 73<br />

Ante esta situación la haceduría emitió una serie de instrucciones especiales.<br />

Se exigió a los colectores presentaran en los primeros tres meses del<br />

año su fe de supervivencia; se les prohibió separarse de su puesto sin previa<br />

autorización de la haceduría, así como la realización de obras materiales (en<br />

todo caso debían hacer una petición por escrito). También debían consultar<br />

a los hacedores sobre sueldos y gratificaciones para sus empleados. 74<br />

A pesar de los intentos de la catedral metropolitana por sanear la administración<br />

decimal, la recaudación cayó nuevamente en 1832 y 1833. Esta<br />

situación tiene una de sus explicaciones en la revolución levantada en contra<br />

del gobierno de Bustamante, y en los subsecuentes levantamientos militares<br />

acaecidos durante el gobierno de Santa Anna/Gómez Farías. El 2 de enero de<br />

1832 el comandante de Veracruz junto con 600 hombres inició las hostilidades.<br />

El pronunciamiento siguió el procedimiento convencional. Se eligió un<br />

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punto que proporcionara entradas aduanales, se buscó el apoyo económico<br />

de comerciantes mediante descuentos en los aranceles a las importaciones y<br />

se hizo el ofrecimiento de la dirección a Antonio López de Santa Anna para<br />

garantizar el éxito. 75 Para abril, la revolución se había extendido y agravado<br />

considerablemente. En ese mes se pronunciaron algunas tropas de Zacatecas<br />

y se proclamó el Plan de Lerma, en el que se pedía la vuelta de Manuel<br />

Gómez Pedraza como presidente legítimo. Durante la segunda mitad de<br />

1832, el movimiento adquirió un verdadero carácter nacional. En un tiempo<br />

corto se extendió hacia las regiones marginales, como California, y alcanzó<br />

zonas de difícil control, como el sur del Estado de México. 76 Como era de esperarse,<br />

la expansión de la revolución afectó principalmente a las colecturías<br />

ubicadas en el centro y el sur del arzobispado de México.<br />

La revolución terminó con la firma de los Convenios de Zavaleta el<br />

23 de diciembre de 1832. En la presidencia se encontraba Gómez Pedraza,<br />

como lo habían exigido los pronunciados, pero la Hacienda pública se<br />

hallaba nuevamente en estado crítico y tanto el ejército como las milicias<br />

habían quedado mermados. 77 Durante el interinato de Gómez Pedraza se<br />

llevaron a cabo las elecciones locales y nacionales para el legislativo, así<br />

como la elección presidencial, en donde Santa Anna obtuvo 16 votos de<br />

los 18 emitidos y Gómez Farías once, por lo que resultaron electos para el<br />

siguiente periodo presidencial.<br />

El gobierno reformista de Santa Anna/Gómez Farías desencadenó una<br />

serie de descontentos en los sectores conservadores y pro clericales. Ante las<br />

reformas liberales realizadas tanto estatal como nacionalmente, estallaron<br />

varios levantamientos con la consigna de proteger la religión y los fueros. El<br />

movimiento tuvo un largo alcance, pues se extendió por los estados de Puebla,<br />

México, Veracruz, Michoacán Querétaro y Oaxaca. 78<br />

Ante el estado de guerra, tres fenómenos se presentaron. Primero, las<br />

casas colecturía y trojes ubicadas en los diezmatorios padecieron el saqueo<br />

y ocupación de las tropas beligerantes. Tal es el caso de las colecturías de<br />

Querétaro, Cadereyta, Cuernavaca, Ocuituco, Tenancingo e Ixmiquilpan, en<br />

donde los “facciosos” extrajeron las existencias de la renta decimal. Por ejemplo,<br />

en la cabecera de Cuernavaca las tropas acondicionaron la casa colecturía<br />

como cuartel y obligaron al colector a surtirles 100 cargas de maíz y<br />

forraje para la caballería. En Ocuituco fueron extraídas 133 cargas de maíz<br />

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y 68 pesos cinco reales. De las colecturías de Cadereyta y Querétaro se extrajeron<br />

1 550 y 1 655 pesos respectivamente, producto de la recaudación<br />

decimal. Los “facciosos”, después de amenazar al colector de Tenancingo con<br />

incendiar la casa colecturía, obtuvieron 115 pesos. 79 Además del saqueo, los<br />

colectores eran obligados a vender a un precio ínfimo las semillas recaudadas,<br />

lo que repercutió gravemente en los ingresos de la Iglesia metropolitana.<br />

Ejemplo de lo anterior es el caso del recolector de Cadereyta, quien fue forzado<br />

por el capitán de los “facciosos” a vender a tres pesos cuatro reales la<br />

carga de maíz, precio inferior al que regularmente se vendía (cuatro pesos). 80<br />

El ejército del gobierno nacional también se benefició de los recursos de<br />

las colecturías, por ejemplo, las tropas de Anastasio Bustamante recibieron<br />

del colector de Querétaro 6 000 pesos. 81 Entre los años de 1832 y 1833 los<br />

colectores de Lerma, San Juan del Río, San Felipe del Obraje, Huichapan, Texcoco,<br />

Otumba y Acapulco entregaron a las tropas del gobierno 17 521 pesos.<br />

Cabe señalar que el gobierno nacional no sólo incidió en la disminución<br />

de los ingresos decimales de las colecturías, también lo hizo en el numerario<br />

de la clavería. Efectivamente, desde noviembre de 1821 y hasta diciembre de<br />

1832 el Cabildo metropolitano había contribuido a las finanzas del gobierno<br />

con 52 750 pesos, de los cuales 37 750 fueron entregados entre 1828 y 1832,<br />

años turbulentos como lo relatamos líneas arriba. 82 La sangría económica de<br />

la catedral por parte del gobierno es otro indicador del proceso de sobreposición<br />

del Estado liberal sobre el poder eclesiástico, lo que devela una gradual<br />

disminución de su poder político.<br />

Segundo, los causantes dejaron de pagar íntegramente el diezmo o pagaban<br />

sólo una parte de lo que les correspondía; mostraron formas de resistencia<br />

fiscal que se intensificaron con la situación de guerra. Por un lado,<br />

incumplieron sus obligaciones fiscales debido a problemas para sembrar sus<br />

tierras o cosechar la producción. Las causas esgrimidas por los contribuyentes<br />

eran la ocupación de las tierras por las tropas y la escasez de mano<br />

de obra. 83 En algunas ocasiones los causantes no pagaban la renta decimal<br />

porque las fuerzas armadas se lo impedían. El administrador de la hacienda<br />

Santa María, en la colecturía de Toluca, se negó a pagar porque tenía la<br />

orden de la comandancia de la comarca “para retener los diezmos”. 84 Esta<br />

medida devela, por un lado, la intención del comandante de garantizar el<br />

abastecimiento de las tropas en tanto los causantes conservaran sus existen-<br />

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cias no pagando el diezmo y, por otro, una preeminencia del poder militar<br />

sobre el poder de las autoridades eclesiásticas, estas últimas debilitadas en<br />

su capacidad de coacción debido a la desarticulación de los mecanismos<br />

fiscales del sistema tributario.<br />

Otras prácticas llevadas a cabo eran la ocultación de la cosecha y la<br />

disminución en el pago del diezmo. Respecto a lo segundo, por ejemplo<br />

en el caso de los ganados, los causantes pagaban menos de lo estipulado<br />

(tasado), para lo cual argüían el mal estado de las crías debido a la guerra.<br />

Esta conducta era practicada frecuentemente por los pueblos de indios. 85 A lo<br />

anterior se sumaba la omisión en el pago de determinados productos como<br />

la fruta o los esquilmos. 86<br />

Las prácticas de evasión germinaron en un medio favorable no sólo<br />

por el estado de guerra, sino también porque el poder de coacción de las<br />

autoridades eclesiásticas comenzó a flaquear en tanto las autoridades civiles<br />

dejaron de apoyarlas en la recolección decimal. Es probable que las autoridades<br />

civiles optaran por canalizar sus fuerzas (militares y económicas)<br />

a mantener el orden social (después de todo el entorno lo exigía) en lugar<br />

de respaldar el cobro de un impuesto que, habremos de considerar, no les<br />

garantizaba ingresos inmediatos.<br />

Tercero, el cobro del diezmo se tornó difícil para los colectores, porque<br />

grandes áreas de los diezmatorios estuvieron ocupadas por las tropas.<br />

El despliegue de las milicias y el ejército a lo largo y ancho del territorio del<br />

arzobispado de México acarreó problemas a los colectores para trasladarse a<br />

las fincas y pueblos diezmantes, así como para comunicarse con sus subalternos.<br />

Los caminos estaban ocupados y las vías de comunicación cortadas,<br />

lo que provocó el estancamiento de la recaudación. Como ejemplo, citaremos<br />

el caso del colector de Temascaltepec, quien comunicó a los jueces<br />

hacedores no saber nada sobre la condición de los partidos de Malacatepec,<br />

Ozoloapan, Real de Temascaltepec y Jultepec debido a la ocupación de la<br />

cabecera por parte de los “levantados”. 87 Asimismo, el sitio de guerra obligó<br />

a los colectores a suspender la recaudación “dejando los frutos decimales en<br />

las fincas que los ha[bían] causado hasta que las cosas toma[ran] otro aspecto”.<br />

Tal fue el caso del colector de Ixmiquilpan. 88<br />

A las razones del desplome de la recaudación decimal ya enunciadas<br />

debe sumarse la disminución de sacerdotes en el arzobispado de México.<br />

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Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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El cuadro 3 muestra la relación entre parroquias y curas permanentes en el<br />

arzobispado de México entre 1822 y 1831.<br />

Durante la década de los veinte un buen número de parroquias no tenía<br />

curas y otras eran atendidas por sacerdotes cuyo nombramiento era temporal;<br />

estos últimos carecían de la autoridad suficiente para cumplir su ministerio,<br />

ya que los feligreses podían apelar ante el párroco permanente cuando<br />

se lo nombrara. 89 Entre 1829 y 1830, la cantidad de parroquias desiertas<br />

aumentó considerablemente. Según Staples, la disminución del clero, que se<br />

observa principalmente en 1830, se debió en buena parte a la expulsión de<br />

los españoles. 90 Es posible considerar que, a lo largo del decenio, hubo un<br />

decrecimiento de las medidas de coacción ejercidas desde el púlpito para<br />

conminar a los fieles a pagar el diezmo. Además, al no haber curas suficientes<br />

que dispensaran los sacramentos, y si lo hacían era precariamente, el<br />

pago del diezmo habría resultado innecesario para los feligreses, ya que perdía<br />

uno de sus objetivos primordiales: financiar a los ministros de lo sagrado.<br />

En este sentido, algunos casos de resistencia fiscal encontrarían su raíz en el<br />

cuestionamiento de los causantes sobre la utilidad de la renta decimal.<br />

Por otro lado, estos años concuerdan con la crisis en la recaudación<br />

decimal, justo cuando esta experimentó un descenso importante, lo que nos<br />

permite suponer una relación entre ambos fenómenos.<br />

Cuando el 27 de octubre de 1833 el gobierno liberal de Santa Anna/<br />

Gómez Farías suprimió la coacción civil en el cobro del diezmo, la recaudación<br />

decimal se encontraba en un estado crítico. 91 La resistencia fiscal se<br />

había incrementado paralelamente a la desarticulación de los mecanismos<br />

recaudatorios debido, en gran parte, a la inestabilidad política de los años<br />

anteriores. Un importante número de causantes, principalmente hacendados<br />

y rancheros, dejó de cumplir sus obligaciones fiscales con la Iglesia<br />

metropolitana, lo que perjudicó gravemente su economía, pues estos eran<br />

quienes mayores contribuciones hacían al pagar el diezmo.<br />

consideraciones finales<br />

La crisis fiscal que azotó a las colecturías de diezmos del arzobispado de<br />

México durante el periodo 1821-1833 fue, sin duda, el factor más importante<br />

en la desaparición de la renta decimal como impuesto.<br />

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La recaudación decimaL en eL arzobispado de méxico C. A. Ortega<br />

cuadro 3. siTuación parroquial dEl arzobispado dE México (1822-1831)<br />

Años 1822 1825 1827 1828 1829 1830 1831<br />

Número de 241 245 245 245 245 245 245<br />

parroquias en<br />

la diócesis de<br />

México<br />

Parroquias<br />

atendidas<br />

por curas<br />

propietarios<br />

Parroquias no<br />

atendidas<br />

Porcentaje de<br />

parroquias no<br />

atendidas<br />

206 172 172 152 144 30 207<br />

35 73 73 93 101 215 38<br />

14.5 29.8 29.8 37.9 41.2 87.7 15.5<br />

Fuente: elaboración propia a partir de los datos obtenidos de Staples, Iglesia, 1976, p. 26.<br />

La gradual disminución de los ingresos decimales fue un aliciente para<br />

que los gobiernos civiles consideran la inutilidad de seguir apoyando económica<br />

y militarmente un sistema fiscal en plena decadencia. Además, el<br />

diezmo era un impuesto impopular y las masas representaban la base social<br />

y política de los gobiernos (y de los movimientos armados); ganarse su apoyo<br />

era de vital importancia para legitimar cualquier acto político o militar.<br />

Los causantes consideraban al diezmo un impuesto injusto; estos se<br />

veían perjudicados por el gravamen, ya que su patrimonio era disminuido.<br />

La resistencia fiscal, manifestada en sus diferentes variantes, fue el factor<br />

que permitió salvaguardar la economía de los contribuyentes. Ya fuera de<br />

forma oculta o pública, las conductas antiimpuesto incidieron en la desarticulación<br />

del sistema tributario del arzobispado de México. Mas no sólo la<br />

protección del patrimonio o la injusticia fueron las fuentes de la resistencia<br />

al pago de la contribución eclesiástica, también debemos considerar<br />

el aumento del poder civil. La fuerza ganada por algunos sectores sociales<br />

D. R. © 2012, Instituto Mora<br />

Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

del país durante la guerra insurgente, y después de consumarse la independencia,<br />

se consolidó gracias a la pérdida paulatina del poder político de la<br />

Iglesia católica. Grupos populares y elites económicas y políticas tuvieron la<br />

posibilidad de retar abiertamente al poder eclesiástico sin resentir castigos<br />

graves. En este sentido, la confrontación entre la Iglesia y el Estado es un<br />

factor determinante para comprender tal fenómeno.<br />

El incremento de la resistencia fiscal estuvo favorecida, y guarda correspondencia,<br />

con el debilitamiento del poder coercitivo de las autoridades<br />

exactoras. Tanto las autoridades eclesiásticas como las civiles se vieron<br />

incapacitadas para requerir el pago del diezmo utilizando los mecanismos<br />

normales de cobro. En este tenor, es importante dejar claro que el poder de<br />

coerción fundado en las dos potestades, civil y eclesiástica, se fragmentó en<br />

determinados momentos. Efectivamente, la inestabilidad política del país,<br />

sobre todo después de 1828, provocó la canalización de recursos (humanos<br />

y económicos) por parte del gobierno civil a conseguir el orden, dejando<br />

todo el peso del ejercicio de la coacción a los funcionarios de la Iglesia metropolitana.<br />

Con clara desventaja los colectores y recolectores tuvieron que<br />

enfrentarse en solitario a cientos de causantes reticentes a pagar el diezmo;<br />

muchos de ellos empoderados por la posición que las armas les otorgaron.<br />

Sería injusto situar solamente el declive de la recaudación decimal dentro<br />

de los márgenes de la resistencia fiscal. Aunque no fue tratada en este<br />

trabajo, habría de considerarse la posibilidad de que la inestabilidad política,<br />

traducida en levantamientos armados, repercutiera gravemente en la producción<br />

agropecuaria, disminuyendo con ello el volumen del diezmo pagado.<br />

La disminución en la producción a causa de la guerra fue un fenómeno que<br />

se presentó desde 1810, por lo tanto, no hay que soslayar su injerencia en<br />

el declive de la recolección decimal en los años estudiados. Es importante<br />

calibrar sus efectos en posteriores trabajos.<br />

Si bien el estado crítico de la recaudación encuentra sus raíces en el<br />

periodo de la guerra insurgente, en los años posteriores a 1821 la administración<br />

decimal de la catedral metropolitana fue gradualmente estancándose;<br />

los cambios hechos al sistema tributario, breves y de eficacia efímera,<br />

no correspondieron a las transformaciones experimentadas por la sociedad<br />

mexicana de la época.<br />

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La recaudación decimaL en eL arzobispado de méxico C. A. Ortega<br />

Ante la caída de los ingresos, las autoridades eclesiásticas echaron a<br />

andar una serie de medidas que se esperaba mejorarían la administración<br />

y recolección decimal. Por un lado, ampliaron los procesos de recolección<br />

en aras de captar más y mejor los frutos diezmados y, por otro, designaron<br />

funciones expecíficas a los funcionarios encargados de la recolección para<br />

hacer más eficiente su participación en la administración decimal. Sin embargo,<br />

los colectores encontraron cierta inoperancia en las reformas fiscales<br />

impulsadas por el Cabildo catedralicio, lo que impidió obtener resultados<br />

favorables en la recolección.<br />

Desilusión y esperanza dieron peso a la balanza en la cual el sistema<br />

tributario del arzobispado de México se movió incesantemente entre 1821<br />

y 1833; la magnitud de la primera se mostró definitivamente ante los ojos<br />

de las autoridades eclesiásticas. La Iglesia metropolitana inició la década de<br />

los treinta arrastrando un grave problema con la renta decimal. En los años<br />

siguientes la situación se agravaría aún más; entre 1834 y 1845, este último<br />

año importante porque se dio una reforma radical al sistema de recolección<br />

decimal, el diezmo líquido promedió anualmente 57 025 pesos. 92 Ni la reestructuración<br />

fiscal, ni la estabilidad política propiciada por el centralismo,<br />

ayudaron a incrementar los ingresos decimales. Todo un problema en la recaudación,<br />

que tuvo la particularidad de estar enmarcado por la transformación<br />

del diezmo de impuesto en limosna.<br />

notas<br />

* Carlos Alberto Ortega González es licenciado en Historia por la Escuela Nacional<br />

de Antropología e Historia; maestro en Historia Moderna y Contemporánea<br />

por el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora. Actualmente cursa el<br />

doctorado en Historia en El Colegio de México.<br />

1 Fonseca y Urrutia, Historia, 1845-1853, cuadro anexo; Archivo del Cabildo Catedral<br />

Metropolitano de México (en adelante accMM), Contaduría, caja 9, exp.<br />

14.<br />

2 Las cifras presentadas provienen de la investigación elaborada por Berenice Ballesteros,<br />

a quien agradezco su generosidad por habérmelas proporcionado.<br />

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RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

3 Para un panorama sobre los efectos de la guerra de Independencia en la fiscalidad<br />

del arzobispado de México, véanse Costeloe, Administración, 1986, pp. 86-100;<br />

Bravo y Pérez, “Iglesia”, 2001, pp. 279-293; Corvera, “Bonanza”, 2004, pp. 113,<br />

120-128; Tedesco, “Fiscalidad”, en prensa, y Ortega, “Ocaso”, 2010, pp. 74-114.<br />

4 accMM, Contaduría, caja 2, exp. 3; caja 2, exp. 4, y caja 9, exp. 14.<br />

5 Tanenbaum, México, 1985, p. 62; Vázquez, “Federalismo”, 1993, p. 37; Ferrer,<br />

Formación, 1995, p. 303, y Jáuregui, “Orígenes”, 2005, p. 85. Cabe señalar que<br />

los autores enunciados señalan el fenómeno, pero no dan una explicación amplia<br />

sobre sus causas y transformaciones.<br />

6 accMM, Contaduría, caja 9, exp. 14.<br />

7 Para los fines de este trabajo tomamos la caracterización general sobre antiguo<br />

régimen hecha por Guerra y Lempérière que consiste en la ausencia de Estado y<br />

la extrema descentralización de las funciones de gobierno; la permanencia del<br />

corporativismo –un conjunto de estamentos y corporaciones–; la existencia de<br />

una falta de distinción entre lo público y lo privado, y la primacía de una cultura<br />

a la vez jurídica y católica. Guerra y Lempérière, Espacios, 1998, pp. 12-13.<br />

8 La cuota para determinados productos era distinta. Por ejemplo, la miel de azúcar<br />

pagaba 6% y el pulque 4%. Más adelante se desglosarán detalladamente los<br />

porcentajes de diezmo de los productos gravados en el arzobispado de México.<br />

9 Ayala, Economía, 1997, pp. 147, 151.<br />

10 Sobre la clasificación del sujeto fiscal, véase ibid., pp. 162-163.<br />

11 Silva, “Espacio”, 2001, p. 269.<br />

12 Según Arístides Medina, “a partir de mediados del siglo xviii [en el obispado de<br />

Puebla], los arrendatarios en tierra de las haciendas, aun cuando fuesen indios,<br />

sí manifestaban diezmo de maíz, chile y frijol”. Medina, Iglesia, 1983, p. 99.<br />

13 Ibid., p. 75.<br />

14 Archivo Histórico del Arzobispado de México (en adelante ahaM), Cabildo, caja<br />

2, exp. 47, y caja 4, exp. 2.<br />

15 Ibid., caja 3, exp 31.<br />

16 Ibid., caja 8, exp. 23.<br />

17 Ibid., caja 4, exp. 3, y Bravo y Pérez, “Iglesia”, 2001, pp. 259 y 299.<br />

18 accMM, Haceduría, libro 9.<br />

19 Mazín, Archivo, 1999, p. 19.<br />

20 Bravo y Pérez, “Iglesia”, 2001, p. 243.<br />

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La recaudación decimaL en eL arzobispado de méxico C. A. Ortega<br />

21 Un ejemplo claro de lo dicho sucedió en 1831. Ante el retraso del colector del<br />

diezmatorio de Texcoco en la entrega de las cuentas y la escasez de ingresos, los<br />

jueces hacedores nombraron un interventor, quien se encargó de auditar la gestión<br />

de la recaudación decimal. ahaM, Cabildo, caja 24, exp. 8. Casos similares<br />

sucedieron en las colecturías de Apan y Tenancingo. En la primera, la causa de la<br />

intervención fue la “suma escasez de ingresos”. En la segunda, las razones fueron,<br />

entre otras, “la extraordinaria baja” de la recaudación, la “escandalosa lista”<br />

de deudas presentadas en tres años, la “escasísima introducción de sólo dos mil<br />

y pico pesos de rezagos de los años anteriores” y “la quiebra de casi 2 000 pesos<br />

confesada por [el] recaudador de Coatepec”. Ibid., caja 27, exp. 31.<br />

22 Mazín, Archivo, 1999, pp. 19-20.<br />

23 ahaM, Cabildo, caja 41, exp. 27.<br />

24 Mazín, Archivo, 1999, p. 151.<br />

25 ahaM, Cabildo, caja 41, exp. 27.<br />

26 Pérez, Tiempos, 2005, pp. 206-207.<br />

27 Otras acepciones utilizadas para designar a estas demarcaciones fueron: administración<br />

o distrito de recolección.<br />

28 Antes de iniciar su gestión debía garantizar la recaudación del diezmo por medio<br />

de una fianza, que para el periodo estudiado ascendía a 10 000 pesos y debía<br />

respaldarse por medio de cinco fiadores (cada uno aportaba 2 000 pesos), aunque<br />

en casos excepcionales se admitían sólo cuatro. Era requisito indispensable que<br />

los fiadores no tuvieran propiedades dentro del diezmatorio administrado por el<br />

colector; el objetivo de esta medida era evitar cualquier acto de favoritismo en el<br />

cobro de la renta decimal hacia estos. Una vez aceptados los fiadores, el colector<br />

debía presentar anualmente la certificación de “vida y abono” de todos ellos, con<br />

el objetivo de mantener vigente la fianza. ahaM, Cabildo, caja 1, exp. 18.<br />

29 Razón reserbadisima para gobierno de los Sres. Jueces Hacedores de la Santa<br />

Iglesia Metropolitana de México por una persona imparcial que conoce y tratado<br />

muy de cerca de los individuos siguientes [candidatos a colector] de Tenancingo.<br />

Ibid., caja 38, exp. 4.<br />

30 Ibid., caja 1, exp. 36.<br />

31 En los informes trimestrales se indicaba la cantidad de frutos recaudados, el<br />

monto de las ventas y el número de existencias (productos disponibles). Ibid.,<br />

caja 28, exp. 11, y accMM, Colecturías de diezmos, libro 546.<br />

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Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

32 A partir de 1818 el Cabildo catedral estableció que el colector sólo contaría con<br />

una prórroga de tres meses para entregar las cuentas; pasado ese tiempo se procedía<br />

a retirarlo de su cargo, perdiendo, por ende, la colecturía. ahaM, Cabildo,<br />

caja 1, exp. 18.<br />

33 Ibid., caja 3, exp. 31, y accMM, Colecturías de diezmos, libros 40 y 69.<br />

34 Por ejemplo, los colectores de Chalco, Querétaro y Cuernavaca recibían de premio<br />

por recaudación de indios 4, 8 y 20%, respectivamente. Porcentajes que<br />

guardaban proporción con los volúmenes recaudados en cada colecturía. Las<br />

diferencias en los premios también eran palpables en la recaudación de semillas.<br />

El colector de Tacuba sólo recibía 6%, mientras que el colector de Tulancingo<br />

10%. accMM, Colecturías de diezmos, caja 20, exp. 7.<br />

35 Dentro de la colecturía se localizaban una o varias unidades de almacenaje<br />

(trojes y corrales) para los productos diezmados; la más importante era la casa de<br />

recolección, la cual estaba ubicada, generalmente, en la cabecera del distrito.<br />

En términos generales, dicha casa contaba con varias habitaciones disponibles<br />

para las labores cotidianas, como dormir, comer o cocinar. Asimismo, tenía una<br />

oficina o despacho en donde se llevaban a cabo los trabajos concernientes a la<br />

administración de la renta decimal. También estaba dotada con un cuarto para<br />

la venta al menudeo de los productos recolectados y, por supuesto, con espacios<br />

destinados al almacenaje.<br />

36 El transporte de los productos fue un problema recurrente después de la guerra<br />

de Independencia. Por ejemplo, en los diezmatorios de Ixtlahuaca y Huichapan<br />

los fletes eran muy costosos debido a la escasez de animales de carga, así como<br />

a la falta de fleteros. ahaM, Cabildo, caja 3, exp. 32, y caja 8, exp. 23.<br />

37 El notario estaba encargado de llevar la contaduría de los ingresos obtenidos de<br />

la recaudación y de la venta de los productos, así como los gastos de administración.<br />

Era su responsabilidad que la cuenta general de la colecturía se formara<br />

con arreglo a las manifestaciones de los causantes, cuentas de las recaudaciones,<br />

libro de ventas y diario de ingresos. El recolector se encargaba de cobrar el diezmo<br />

a los pegujaleros y pueblos de indios y, en algunos casos, se ocupaba de la<br />

recaudación de un partido determinado. El trojero tenía la obligación de cuidar<br />

que los almacenes (trojes) se conservaran en buen estado, primordialmente libres<br />

de humedad, y que las semillas estuvieran secas y bien acondicionadas. La venta<br />

de los productos diezmados en la casa colecturía estaba a cargo del vendedor;<br />

este debía llevar un libro de ingresos por concepto de ventas y entregar las cuen-<br />

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La recaudación decimaL en eL arzobispado de méxico C. A. Ortega<br />

tas al notario. Todos los subalternos percibían un sueldo que variaba de acuerdo<br />

a su puesto y funciones, el cual era fijado por el Cabildo metropolitano. accMM,<br />

Haceduría, caja 3, exp. 10, y Colecturías de diezmos, Libros 594, 12 y 140.<br />

38 Ibid., Haceduría, caja 3, exp. 10.<br />

39 Bravo y Pérez, “Iglesia”, 2001, p. 307, y Schwaller, Orígenes, 1990, p. 81.<br />

40 Pérez, Tiempos, 2005, p. 311.<br />

41 accMM, Documento sin clasificar. Estado que manifiesta lo que han importado<br />

los repartimientos de diezmos y aniversarios que se han hecho en esta Santa<br />

Yglesia en los dos quinquenios [ilegible] y lo que ha correspondido a cada uno<br />

de los participes de ellos.<br />

42 El que los derivados de la caña de azúcar pagaran un porcentaje menor se debe<br />

a la imposibilidad de la Iglesia para procesar dicho producto debido a la falta de<br />

medios de producción. Por lo tanto, la Iglesia no estaba interesada en recibir el<br />

diezmo de la producción de caña, pero sí de sus derivados. La cuota tributaria se<br />

redujo en función de los “muchos costos y grandes trabajos” que debían invertir<br />

los productores azucareros en la reducción de la caña en azúcar o miel. En otras<br />

palabra, la disminución de la tarifa del diezmo compensaba los gastos de producción.<br />

accMM, Haceduría, caja 3, exp. 3.<br />

43 El pulque, además de pagar el porcentaje estipulado, 4% de la producción, también<br />

se podía pagar de la siguiente manera: cuatro pesos por cada 100 cargas de<br />

doce arrobas.<br />

44 Medina Rubio ha documentado extensamente la implantación del amachorrado<br />

en Nueva España, específicamente en el obispado de Puebla. Para el autor, la<br />

consolidación de este gravamen se debió a las complejidades que conllevaba la<br />

matanza de ganado en el siglo xvii. Fue, el amachorrado, una forma de regulación<br />

hacia la producción ganadera. Medina, Iglesia, 1983, pp. 78-88.<br />

45 accMM, Actas de Cabildo, libro 69, p. 339.<br />

46 accMM, Contaduría, caja 9, exp. 23.<br />

47 accMM, Actas de Cabildo, libro 69, p. 363.<br />

48 En el partido de Tejupilco, perteneciente a la colecturía de Temascaltepec, el<br />

colector hizo un préstamo obligatorio de 300 cargas de maíz que fue cobrado<br />

directamente por el comandante de la región. En contraste, en Huichapan el colector<br />

y los recolectores fueron obligados a contribuir con el ejército a través del<br />

Ayuntamiento. Ibid., p. 324v.<br />

49 accMM, Contaduría, caja 8, exp. 4.<br />

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Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

50 Archivo General de la Nación (en adelante agn), Bienes nacionales, vol. 134,<br />

exp. 5.<br />

51 agn, Justicia eclesiástica, vol. 13, p. 355.<br />

52 Entre los cuestionamientos incluidos en las cordilleras se encontraban aquellos<br />

destinados a saber sobre la extensión de la colecturía, el número y el nombre<br />

de los partidos que la conformaban, el clima y su composición geográfica; el<br />

número de trojes o casas colecturía disponibles y si estas necesitaban compostura<br />

alguna o debían, en determinado caso, suprimirse o aumentarse; cuáles y<br />

cuántos curatos, pueblos, haciendas, ranchos y pegujales formaban parte del<br />

diezmatorio, cuáles eran los frutos recaudados y de cuáles no pagaban diezmo;<br />

en que tiempo rendían su manifestación los causantes y cuáles eran los costos<br />

de la recaudación, incluyendo los destinados a la transportación y almacenaje.<br />

También se solicitaba información sobre las formas de fraude utilizadas por los<br />

causantes para evitar pagar el diezmo y se preguntaba sobre el tipo de pérdidas<br />

causadas por esta conducta. Se solicitaba a los colectores informaran sobre las<br />

ganancias del último quinquenio tanto en dinero como en especie, en este caso,<br />

de cada producto recaudado. Asimismo, se pedía el desglose quinquenal de<br />

los precios establecidos en la colecturía. Entre otras preguntas estaban aquellas<br />

dirigidas a conocer los sueldos del personal a cargo del colector (recaudadores<br />

y notario, principalmente), y a saber cuáles eran las ganancias o premios del<br />

colector. agn, Bienes nacionales, vol. 11, exp. 3.<br />

53 Es imposible saber cuántos colectores cumplieron lo ordenado por los jueces<br />

hacedores. No obstante, la lógica del sistema tributario y el marcado poder de la<br />

haceduría me permite suponer que todos los colectores enviaron sus respuestas.<br />

En el Archivo Histórico del Arzobispado de México se encuentran nueve cordilleras<br />

disponibles correspondientes a las colecturías de Toluca, Huichapan, Querétaro,<br />

Cuautla de Amilpas, Texcoco, Tulancingo, Chalco, Tenancingo y Otumba.<br />

En conjunto representan 36% de las colecturías, porcentaje moderado que me<br />

permite expandir el análisis sin tantas restricciones.<br />

54 agn, Justicia eclesiástica, vol. 121, p. 120.<br />

55 ahaM, Cabildo, caja 18, exp. 55.<br />

56 Escobar, Desastres, 2004, pp. 51-52.<br />

57 Es importante considerar que entre 1828 y 1833 se presentaron otros desastres<br />

agrícolas ocasionados por los cambios meteorológicos, que menguaron la producción<br />

anual de algunos diezmatorios. Así, en 1830 en la colecturía de Temas-<br />

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La recaudación decimaL en eL arzobispado de méxico C. A. Ortega<br />

caltepec la cosecha de trigo se perdió debido a la abundancia de lluvias. Este<br />

ejemplo nos permite poner en la superficie una causa en la disminución de la recaudación<br />

decimal, como lo es la afectación constante de la producción agrícola<br />

por los cambios climatológicos. ahaM, Cabildo, caja 23, exp. 7.<br />

58 Sims, Expulsión, 1985, pp. 55-59 y 262-265; Costeloe, Primera, 1996, p. 137, y<br />

Anna, “Guadalupe”, 2006, p. 44.<br />

59 ahaM, Cabildo, caja 21, exp. 2.<br />

60 Sims, Expulsión, 1985, p. 56.<br />

61 accMM, Haceduría, caja 3, exp. 12.<br />

62 accMM, Actas de Cabildo, Libro 71, p. 296v.<br />

63 Costeloe, Primera, 1996, pp. 212-213.<br />

64 Vázquez, “Primeros”, 2002, p. 536.<br />

65 Costeloe, Primera, 1996, pp. 222-226.<br />

66 Ávila, “Presidencia”, 2006, pp. 71-72.<br />

67 Vázquez, Dos, 2009, p. 18.<br />

68 Guerrero dejó formalmente la presidencia el 4 de febrero de 1830, cuando el<br />

Congreso declaró que estaba imposibilitado para gobernar la república. Ávila,<br />

“Presidencia”, 2006, p. 84.<br />

69 Corvera, “Bonanza”, 2004, p. 114.<br />

70 Ibid., p. 17.<br />

71 accMM, Haceduría, caja 3, exp. 10.<br />

72 Sobre este asunto, Teodoro Orihuela, colector de Ixtlahuca, afirmaba que “no<br />

encon[traba] hombres instruidos para los destinos de su administración, y que<br />

los que ten[ía] necesi[taban] ser conducidos de la mano para desempeñar sus<br />

empleos”. ahaM, Cabildo, caja 27, exp. 31.<br />

73 Ibid., caja 30, exp. 40.<br />

74 Ibid., caja 27, exp. 31; caja 50, exp. 25, y caja 30, exp. 40.<br />

75 Vázquez, Dos, 2009, p. 21.<br />

76 Ibid., pp. 26-29.<br />

77 Ibid., p. 33.<br />

78 Ibid., pp. 40-47.<br />

79 ahaM, Cabildo, caja 27, exp. 31; caja 29, exp. 13, y accMM, Colecturías de diezmos,<br />

libro 483, documento suelto.<br />

80 En su afán por recuperar el dinero perdido, el colector recurrió al juez de primera<br />

instancia para exigir al capitán el correspondiente recibo de las cargas de<br />

D. R. © 2012, Instituto Mora<br />

Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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88<br />

RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

maíz “malbaratadas” y la lista nominal de los compradores. ahaM, Cabildo, caja<br />

27, exp. 31.<br />

81 Ibid., caja 29, exp. 13.<br />

82 accMM, Contaduría, caja 9, exp. 23.<br />

83 ahaM, Cabildo, caja 30, exp. 40.<br />

84 Ibid., caja 33, exp. 37.<br />

85 Ibid., caja 30, exp. 1.<br />

86 Ibid.<br />

87 ahaM, Cabildo, caja 28, exp. 8.<br />

88 Ibid., caja 27, exp. 31.<br />

89 Staples, Iglesia, 1976, p. 25.<br />

90 Ibid., p. 23.<br />

91 El decreto mencionado es el siguiente: “Octubre 27 de 1833. Bando. Contiene<br />

la circular de la Secretaría de Justicia, del mismo día, que incluye la ley de igual<br />

fecha. Cesa la obligación civil de pagar diezmos.<br />

”Art. 1. Cesa en toda la república la obligación civil de pagar el diezmo<br />

eclesiástico, dejándose a cada ciudadano en entera libertad para obrar en esto<br />

con arreglo a lo que su conciencia le dicte.<br />

”Art. 2. Del contingente con que deben contribuir los estados para los gastos<br />

de la federación, se les rebajará una cantidad igual a la que dejen de percibir<br />

de la renta decimal a virtud de lo prevenido en el artículo anterior.<br />

”Art. 3. El producto del diezmo, computado por el último quinquenio, servirá<br />

al gobierno general para el arreglo de la indemnización de que habla el artículo<br />

2 de esta ley.” . [Consulta: 9 de enero de 2009.]<br />

92 Ortega, “Ocaso”, 2010, pp. 238-249.<br />

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RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

la caricatura polÍtica en veracruz<br />

en dos periódicos constitucionalistas:<br />

El PuEblo y REvista NacioNal. 1914-1915<br />

introducción<br />

D. R. © 2012, Instituto Mora<br />

Miguel lóPez DoMínguez*<br />

luego del triunfo de la coalición militar que logró derrocar al gobierno de<br />

Victoriano Huerta, el 10 de octubre de 1914 se conformó la Convención de<br />

Aguascalientes. Esta se convirtió en el escenario institucional en donde midieron<br />

fuerzas las distintas corrientes revolucionarias que habían conformado<br />

la alianza antihuertista y que en esos momentos aspiraban a dirigir el país.<br />

Durante el primer mes de su funcionamiento, en la Convención se llamó a<br />

una tregua nacional con el fin de evitar una nueva guerra civil, se intentó<br />

definir sobre quién y en qué forma recaería el gobierno del país, por lo que<br />

se elaboró un programa de gobierno. Finalmente logró establecerse como<br />

autoridad legítima e independiente de la influencia de los caudillos revolucionarios<br />

declarándose como órgano soberano. 1<br />

Sin embargo, las ambiciones de poder y los antagonismos entre cada<br />

uno de los líderes de las facciones villistas, zapatistas y carrancistas, provocarían<br />

su escisión, la fractura de la Convención y el inicio de una de las<br />

etapas más violentas de la lucha revolucionaria.<br />

El inicio de las hostilidades comenzó cuando villistas y zapatistas persuadieron<br />

a la Convención de adoptar el Plan de Ayala y obtener la destitución<br />

de Venustiano Carranza como líder de la revolución. Cuando la coa-<br />

Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

lición villista-zapatista logró imponer sus condiciones, el choque con los<br />

constitucionalistas fue inevitable y el rompimiento no se hizo esperar. 2 Así,<br />

desde la ciudad de Puebla, Carranza desconoció a la Convención argumentando<br />

que, además de ser un cuerpo consultivo carente de bases legales y<br />

facultades para gobernar, no había cumplido con las condiciones exigidas<br />

por él para abandonar su puesto como representante del poder ejecutivo, es<br />

decir, destituir a Villa y a Zapata de sus puestos militares. 3<br />

De este modo, Carranza, ya declarado en abierta rebeldía, se respaldó<br />

en los principios ideológicos y legales sostenidos en el Plan de Guadalupe<br />

para legitimar su investidura como primer jefe de la revolución y presidente<br />

interino del país, hasta que este no se pacificara y se convocara a elecciones<br />

para designar al nuevo representante del poder ejecutivo. 4 Bajo estas condiciones,<br />

Carranza decidió instalar su gobierno en el estado de Veracruz y,<br />

desde ahí, organizar la batalla en contra del ejército convencionista. 5<br />

De manera simultánea se desarrollaría otro tipo de guerra no tan estruendosa<br />

pero no por ello menos efectiva: el de la propaganda ideológica<br />

por medio de la prensa. A través de esta, el constitucionalismo mostraría<br />

coherencia y unidad en sus medios propagandísticos reclutando partidarios<br />

y atacando a sus enemigos. Por el contrario, el convencionismo hizo patente<br />

su mayor grado de heterogeneidad al acusar descuido, falta de unidad y contradicciones<br />

en sus principales medios de difusión y de propaganda política.<br />

En el campo de la lucha ideológica la caricatura política fue un factor<br />

clave en la prensa, ya que divulgó ideas y tendencias políticas que se vieron<br />

reforzadas por el desempeño de esta en la lucha del constitucionalismo,<br />

constituyéndose así en la voz de esta facción, en uno de los medios propagandísticos<br />

más importantes para exaltar las victorias del carrancismo y en<br />

un factor decisivo en la lucha contra los convencionistas. 6 A partir de estas<br />

consideraciones, el presente trabajo tiene como finalidad analizar qué papel<br />

desempeñó la caricatura política al servicio del constitucionalismo para<br />

comprender cómo se dieron a conocer los hechos bélicos a través de ella y<br />

cuáles fueron los temas principales del conflicto que se caricaturizaron.<br />

Para llevar a cabo lo anterior analizaremos las caricaturas políticas más<br />

significativas de los periódicos El Pueblo y Revista Nacional de la ciudad de<br />

Veracruz, sometiéndolas a una interpretación iconográfica en combinación<br />

con el contexto histórico de finales de 1914 y mediados de 1915.<br />

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La caricatura poLítica en Veracruz M. López<br />

La estructura de este trabajo quedará dividida en tres partes. En la primera<br />

daremos a conocer el panorama de la prensa constitucionalista en el<br />

ámbito nacional y la región veracruzana. El objetivo es conocer cuáles fueron<br />

los periódicos carrancistas que se publicaron durante el conflicto armado, sus<br />

tendencias y objetivos. En la segunda realizaremos un análisis, tanto formal<br />

como de contenido, de los dos periódicos en estudio. Análisis en el que se<br />

tendrá en cuenta, hasta donde sea posible, a los mediadores de la información:<br />

quiénes eran, qué decían, cómo lo decían y por qué lo escribían; de<br />

qué manera utilizaron los recursos a su alcance, dónde situaban la información,<br />

cuánto espacio le concedían y cómo la escribían. En el último apartado<br />

se hará un análisis de las caricaturas publicadas en El Pueblo y Revista Nacio‑<br />

nal, para conocer cuáles fueron sus objetivos y funciones y cómo se dieron a<br />

conocer los hechos bélicos a través de estas.<br />

panorama de la prensa constitucionalista<br />

Durante la lucha armada la facción constitucionalista, consciente de que<br />

en esos momentos era necesario para lograr el triunfo no sólo el apoyo de<br />

sus partidarios, sino también el de toda la población del país, fomentaron,<br />

entre otras cosas, la aparición de órganos impresos destinados a propagar<br />

sus programas políticos y sociales, y para desprestigiar, mediante la burla y<br />

el descrédito, al ejército convencionista.<br />

Cabe señalar que al inicio del conflicto la prensa nacional se encontraba<br />

despojada en virtud de las azarosas circunstancias del auxilio económico<br />

de sus propios directores y urgida por la carestía y escasez de papel. 7 Este<br />

problema la llevó a resguardarse bajo el manto de la protección oficial y subordinarse<br />

a los ejércitos convencionistas y constitucionalistas. Cabe resaltar<br />

que, aunque este procedimiento no aseguró la independencia del escritor, sí<br />

garantizó la unidad de acción de los órganos periodísticos con los organismos<br />

revolucionarios.<br />

Una de las características de la prensa constitucionalista fue su contenido<br />

ideológico, el cual estuvo encaminado a difundir los intereses de Carranza;<br />

es decir, ganarse a los sectores agraristas y obreristas mediante reformas<br />

que aparentemente satisficieran sus necesidades y así atraerlos a su causa,<br />

D. R. © 2012, Instituto Mora<br />

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RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

esto sería indispensable para enfrentar con posibilidades de éxito a los convencionistas.<br />

8 Cabe señalar que otra de las particularidades de estos periódicos<br />

fue que no sólo se escribieron para las clases medias, sino también para<br />

el proletariado. En este sentido, los periodistas desempeñaron una cátedra<br />

social, es decir, formar la lógica y la conciencia de la revolución.<br />

La prensa constitucionalista tuvo más presencia en las regiones donde<br />

este movimiento adquirió mayor fuerza: Laredo, Torreón, Nogales, Mérida,<br />

Guadalajara, Oaxaca, Monterrey, Puebla, México y Veracruz. En estos lugares<br />

se publicaron periódicos como El Sector, El Eco de México, El Paso del<br />

Norte, La Raza, El Progreso, La Voz de la Revolución, El Liberal, El Dictamen,<br />

La Reforma Social, La Tribuna, El Popular, El Demócrata, El Pueblo, El Mexi‑<br />

cano, La Discusión, El Universal y El Zancudo, entre otros.<br />

La prensa ilustrada, de importante tradición en épocas anteriores, fue<br />

una víctima más de la contienda por el poder entre los grupos revolucionarios.<br />

La producción y circulación de imágenes fotográficas, dibujos y<br />

grabados sufriría en los primeros meses de 1915 una serie de trastornos,<br />

dispersiones y retrocesos que le impedirían recuperarse a corto plazo. Los<br />

reporteros gráficos, dibujantes e ilustradores, al igual que el resto de los<br />

operarios técnicos y personal especializado, padecieron los vaivenes políticos.<br />

Muy pocos se fueron con Carranza a Veracruz; los que se quedaron en<br />

la ciudad de México buscaron acomodo en los rotativos convencionistas,<br />

aunque una buena parte debió de haberse quedado sin empleo por razones<br />

de índole política y económica. 9<br />

Resulta irónico que durante estos años de lucha revolucionaria los talleres<br />

de El Imparcial, periódico fundamentalmente informativo y en años<br />

anteriores plenamente identificado con la orientación política del régimen<br />

porfirista, se haya convertido no sólo en la casa editora de los diarios más<br />

importantes subvencionados por convencionistas y constitucionalistas, sino<br />

también en un bastión estratégico para el terreno de las disputas ideológicas<br />

intrarrevolucionarias. 10<br />

Allí fue por el constitucionalismo, la casa de El Liberal, El Mexicano y un<br />

tiempo de El Pueblo. De la misma infraestructura se sirvió, por el lado de<br />

la Convención, El Monitor, La Convención y El Norte. Estos medios de<br />

propaganda se beneficiaron de las rotativas, los linotipos, mobiliario, ar-<br />

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La caricatura poLítica en Veracruz M. López<br />

chivos de fotografía, grabados y demás implementos de carácter técnico,<br />

mismos que les sirvieron para difundir sus ideas e ilustrar sus páginas con<br />

imágenes. Mismo sustento material, diversos fines políticos. 11<br />

Un momento crucial para la prensa ilustrada ocurrió cuando las fuerzas<br />

carrancistas, antes de abandonar la ciudad de México, destruyeron parte de<br />

los talleres e inutilizaron las instalaciones de al menos un par de empresas<br />

periodísticas. La gran parte de la maquinaria periodística confiscada fue llevada<br />

a Veracruz para confeccionar diversos periódicos adictos a sus ideales.<br />

Todo esto repercutiría en la calidad y cantidad de las imágenes e ilustraciones<br />

en los medios impresos de ambos bandos de la escisión revolucionaria. 12<br />

Los acontecimientos señalados contribuyeron positivamente la producción<br />

de periódicos en Veracruz, sobre todo después de 1914, cuando<br />

siendo el puerto la capital del país en el periodo carrancista, algunas de<br />

las principales publicaciones de esta facción se publicaron en ese lugar. 13<br />

Los órganos periodísticos impresos en aquella ciudad se caracterizaron por<br />

recibir subsidios del gobierno constitucionalista para que apoyasen a este<br />

movimiento. Entre estos sobresalen El Dictamen y El Demócrata, dirigido el<br />

primero por Juan Malpica Silva y el segundo por Rafael Martínez “Rip-Rip”.<br />

Los contenidos de estos periódicos, aunque en su mayor parte estuvieron<br />

enfocados a resaltar los éxitos del ejército constitucionalista, también presentaron<br />

artículos literarios, educativos, de combate, obreristas, agraristas,<br />

estudiantiles y hasta deportivos.<br />

Creemos que una de las razones por las que Carranza publicó un buen<br />

número de periódicos en Veracruz se debió no únicamente a que allí residía<br />

momentáneamente el poder ejecutivo del país y la base política y económica<br />

del ejército constitucionalista, sino también porque era una estrategia<br />

general del régimen carrancista publicar el mayor número posible de diarios<br />

adictos a su causa en los territorios que había dominado, y porque la prensa<br />

sería un medio indispensable para exaltar las victorias militares del constitucionalismo<br />

y coadyuvar, en general, a la legitimidad de ese gobierno.<br />

Durante el tiempo que Carranza mantuvo su dominio en Veracruz, la<br />

ciudad de Orizaba, en cuanto al número de periódicos editados, llegó a superar<br />

en cantidad e importancia al puerto de Veracruz 14 y Xalapa. 15 Ahí se publicaron:<br />

Excélsior (1914), 30-30 (1915), El Radical (1915) y el más importante<br />

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de todos La Vanguardia (1915), 16 periódico de contenidos políticos, obreristas<br />

y anticlericales. Cabe señalar que este rotativo no sólo fungió como un órgano<br />

de propaganda carrancista, sino también como una nueva propuesta en<br />

la prensa mexicana gracias a la utilización del lenguaje gráfico más directo<br />

y eficaz y a su posición como “artefacto de gran riqueza histórica donde se<br />

juntaron ideas e intereses de distintos sectores: obreros, pintores, políticos e<br />

intelectuales en una etapa crucial de la revolución”. 17 De este periódico Luciano<br />

Ramírez comenta:<br />

Con parte de la maquinaria sustraída de las instalaciones de Colón y San<br />

Diego, un grupo interesante de artistas e intelectuales adictos a la causa<br />

constitucionalista, publicó el diario La Vanguardia en aquella ciudad fabril,<br />

también llamada la Manchester de México, situada entre el Altiplano y la<br />

costa del Golfo. Este fue dirigido por Gerardo Murillo, el Dr. Atl, quien<br />

contó con la colaboración de nada menos que José Clemente Orozco. 18<br />

Aunque el mayor número de órganos periodísticos se editaba en Orizaba,<br />

algunos de los más importantes se publicaron en el puerto de Veracruz,<br />

sede del gobierno carrancista. Entre estos destacaron El Pueblo y Revista<br />

Nacional, ambos órganos oficiosos del movimiento constitucionalista. Su<br />

importancia y trascendencia radicó no sólo en los medios materiales e intelectuales<br />

que utilizaron para su propaganda periodística, sino también, por<br />

haber fungido como medios de comunicación adictos al constitucionalismo<br />

y a la propagación de sus causas y efectos en los ámbitos nacional y regional.<br />

dos periódicos constitucionalistas: El PuEblo y REvista NacioNal<br />

El PuEblo<br />

Este periódico comenzó a imprimirse en la ciudad de Veracruz el 7 de octubre<br />

de 1914. 19 Para su reproducción se sirvió de los linotipos y las sofisticadas<br />

imprentas de gran tiraje e impresión traídas de la ciudad de México<br />

por el ejército constitucionalista. 20 De ahí que la redacción de El Pueblo<br />

asegurara imprimir la cantidad de 19 000 a 35 000 ejemplares diarios y de<br />

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La caricatura poLítica en Veracruz M. López<br />

tener un excelente servicio cablegráfico que permitía la rápida y eficaz reproducción<br />

de las noticias sobre la revolución. El director de este periódico<br />

fue Félix F. Palavicini, mientras que su cuerpo de redacción quedó conformado<br />

por Gonzalo de la Parra, Antonio Manero, Laura Méndez de Cuenca,<br />

Miguel Othón Robledo, Marcelino Dávalos, Justino N. Palomares y Agustín<br />

Haro, entre otros. 21<br />

A partir de noviembre de 1914 y hasta 1915, en las páginas de El Pue‑<br />

blo se pueden distinguir al menos tres aspectos fundamentales: 1) una línea<br />

informativa y noticiosa ubicada en sus tres primeras páginas; 2) contenidos<br />

reflexivos, didácticos y humorísticos –aquí se insertaban las caricaturas políticas–<br />

encaminados a la formación de la opinión pública, la mayoría ubicados<br />

generalmente en la segunda página, y 3) una sección publicitaria que<br />

abarcaba de la página 3 hasta la 6. 22<br />

Se procuró mantener informada a la población sobre las cuestiones<br />

políticas y socioeconómicas ideadas por el carrancismo, se destacaron las<br />

victorias constitucionalistas, y se resaltaron los alborotos ocasionados por<br />

villistas y zapatistas, por ejemplo, en la ciudad de México. Lo más destacable<br />

de esto último es que los redactores de El Pueblo culparon a los habitantes de<br />

esa ciudad de lo que estaba ocurriendo en ese territorio, toda vez que habían<br />

rechazado a las tropas del ejército constitucionalista y abrigado a las fuerzas<br />

convencionistas capitaneadas por Villa, Ángeles y Zapata.<br />

En cuanto al proceso revolucionario en la región veracruzana, fue muy<br />

poco lo que se publicó, quizá porque a El Pueblo le interesaba ser un reflejo<br />

de lo nacional antes que de lo puramente local. En cambio, procuró mantener<br />

informada a la población de los acontecimientos económicos, sociales<br />

y culturales; por ejemplo, los paseos en el malecón, las fiestas, serenatas y<br />

bailes en parques y casas particulares, la entrada y salida de buques mercantiles<br />

nacionales y extranjeros, así como las juntas de los mandos militares<br />

y administrativos en el puerto y, sobre todo, las reformas y procedimientos<br />

implementados por el gobernador del estado Cándido Aguilar, como el descanso<br />

dominical obligatorio para las clases trabajadoras.<br />

Respecto a lo que se destaca en torno al papel de este periódico como<br />

formador de una opinión pública leal al constitucionalismo, los pensadores<br />

constitucionalistas más importantes, como Félix F. Palavicini, Daniel Cabrera,<br />

Antonio I. Villarreal y Rafael Martínez “Rip-Rip” expusieron y analizaron<br />

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el progreso y significado de la revolución, así como las reformas y manifiestos<br />

políticos, económicos, sociales y militares de Carranza y sus generales.<br />

En relación con las cuestiones socioeconómicas se dio a conocer a la<br />

ciudadanía el “Primer decreto sobre materia agraria” y el “Programa de la<br />

revolución social constitucionalista”. Esto se debió a que El Pueblo consideraba<br />

que para terminar con las insurrecciones y pobreza de las clases desprotegidas,<br />

era necesario, con base en el decreto mencionado, devolverles sus<br />

tierras expedidas por el gobierno colonial, 23 y para que los “desorientados”<br />

de esa nueva contienda y los que ya formaban parte del ejército constitucionalista<br />

supieran que la lucha no era sólo en contra de los convencionistas,<br />

sino más bien una lucha enfocada en la reforma socioeconómica de México.<br />

De ese programa se destacaron los siguientes puntos:<br />

La distribución de los latifundios, o sea, grandes extensiones de tierra<br />

poseídas por unos cuantos; pues así se favorecía la formación de la pequeña<br />

propiedad; 2. La equidad en los impuestos de la propiedad raíz;<br />

3. La formación de una completa legislación obrera; 4. El establecimiento<br />

de la libertad municipal como institución constitucional; 5. El cambio<br />

de sistema en la organización del ejército; 6. La legislación electoral que<br />

garantice la efectividad del voto; 7. La organización del poder judicial<br />

independiente, tanto de la federación como de los estados; 8. La revisión<br />

de las leyes relativas al matrimonio civil y al estado civil de las personas;<br />

9. Reformar los códigos de personalidad civil, y 10. La revisión de<br />

las leyes relativas a la explotación de bosques, agua, petróleo y demás<br />

recursos del país para abolir los monopolios. 24<br />

Respecto a la situación política de la revolución mexicana, en El Pue‑<br />

blo se estudiaron las condiciones en las que se encontraba el norte del país<br />

y lo bien que se había asentado el constitucionalismo en el sur de México.<br />

De ahí que los redactores de El Pueblo estuvieran interesados en criticar los<br />

desmanes ocasionados por los convencionistas y resaltar la legitimidad de<br />

Venustiano Carranza como jefe de la revolución y presidente de México. 25<br />

La revolución necesita ahora una sola cabeza, que gobierne y mande, un<br />

solo brazo que ejecute; sin unidad no hay fuerza, sin disciplina no habría<br />

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La caricatura poLítica en Veracruz M. López<br />

acción y el fracaso llegaría inevitable y prontamente. Es por esto, que el<br />

señor Carranza es el jefe, su programa está definido, su orientación es<br />

clara, los que deban seguirlo secundaran su acción revolucionaria e irán<br />

con él hasta la victoria. Carranza es patriota, recto y firme. Por ello para<br />

el pueblo don Venustiano Carranza es el hombre capaz de gobernar al<br />

país y de hacer triunfar las justas aspiraciones de las clases populares. 26<br />

Al margen de estos reconocimientos y adulaciones la redacción de<br />

El Pueblo consideró importante definir su postura y banderías políticas.<br />

Estas afinidades, a pesar de estar emparentadas con la figura de Carranza,<br />

no hacían a El Pueblo un órgano carrancista, sino constitucionalista, pues<br />

según sus redactores el carrancismo era una denominación absurda y llena<br />

de personalismos infames, los cuales no existían, ya que lo que distinguía<br />

al movimiento eran los principios que reposaban bajo la sombra del constitucionalismo.<br />

27<br />

Finalmente, consideramos oportuno mencionar algunos puntos en<br />

torno a las formas de distribución y comercialización de este periódico, las<br />

cuales desempeñaron un papel importante, pues son un fuerte indicador<br />

de su modernidad con base en la procedencia de sus ingresos económicos.<br />

En este sentido, la distribución de El Pueblo se llevó a cabo de la misma<br />

forma en que lo hacían otros periódicos de la época, es decir, mediante los<br />

papeleros que lo voceaban en las esquinas de calles y avenidas del puerto<br />

de Veracruz o en puntos de venta específicos, como tiendas de abarrotes e<br />

incluso en los mismos talleres de impresión del rotativo, generalmente a un<br />

precio de cinco centavos por ejemplar.<br />

Una característica importante de este periódico fue que también comenzó<br />

a distribuirse a bordo de los ferrocarriles que transitaban a lo largo<br />

de las líneas que conectaban al puerto de Veracruz con Orizaba, Córdoba,<br />

la ciudad de México, o el istmo de Tehuantepec. Ahí su precio<br />

se incrementaba hasta los diez centavos por ejemplar. Esto nos lleva a<br />

pensar que los redactores de El Pueblo buscaban diversas formas de distribución<br />

que los hiciera llegar a un público diverso, pero también para<br />

incrementar sus ventas y formas de mantenimiento.<br />

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Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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Por otra parte, durante los años del conflicto este diario destinaba<br />

cerca de 50% de sus páginas a los anuncios publicitarios; es decir, casi<br />

cuatro de las ocho planas que llegó a imprimir en aquel momento. Entre<br />

la gran variedad de avisos y anuncios publicitarios podemos observar cosméticos<br />

y utensilios domésticos; medicinas; tabacos y bebidas alcohólicas;<br />

itinerarios de viaje por ferrocarril y vapores trasatlánticos; aparatos industriales;<br />

anuncios de casas comerciales; materiales de imprenta, efectos de<br />

escritorio y tintas; publicaciones literarias de autores europeos y periódicos<br />

nacionales y extranjeros. Todos estos productos reflejados a través de la<br />

publicidad harían de El Pueblo un vehículo de promoción comercial, un<br />

indicador del número y porcentaje de las industrias del lugar, de los lectores<br />

que con base en dichos productos tenían acceso al diario y sobre todo<br />

un informador de la vida cotidiana, las necesidades personales y la salud<br />

pública del puerto de Veracruz.<br />

A partir del 29 de octubre de 1915 El Pueblo comenzó a publicarse en<br />

la ciudad de México, y en 1916, al aproximarse la campaña para elegir al<br />

sucesor de Venustiano Carranza, este periódico desapareció, sustituyéndolo<br />

en sus funciones y objetivos El Liberal, periódico de cortísima vida, pues su<br />

nacimiento precedió a la salida del gobierno de Venustiano Carranza rumbo<br />

a Veracruz y a su posterior derrocamiento y asesinato en 1920. 28<br />

REvista NacioNal<br />

Esta revista comenzó a publicarse como un semanario ilustrado en la ciudad<br />

de Veracruz el 4 de abril de 1915. Su director fue Archibaldo Eloy Pedroza,<br />

Rafael Solana ocupó el puesto de administrador y Edmundo Fernández<br />

Mendoza se desempeñó como jefe de redacción. En este rotativo se trató de<br />

conjuntar un grupo de intelectuales adictos al carrancismo e interesados por<br />

el análisis de la revolución y las reformas políticas, sociales y económicas<br />

establecidas por el constitucionalismo.<br />

En este sentido, el objetivo principal de Revista Nacional fue lanzarse a<br />

la conquista de los ideales que sostenían a la facción constitucionalista. Así,<br />

ofreció y prometió a los mexicanos hacer “obra de amor” y de “concordia”<br />

mediante el eco de las aspiraciones de una juventud que pensaba haberse<br />

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La caricatura poLítica en Veracruz M. López<br />

impuesto la tarea de hacer obra buena. Obra efectiva –según sus redactores–<br />

para el más rápido triunfo del ideal democrático, obra intensa y armónica de<br />

paz y progreso para que la patria gozase de tranquilidad y de reposo mediante<br />

la indivisibilidad, la prosperidad y la felicidad. 29<br />

Esta labor sea, tal vez, superior a nuestras fuerzas, pero puede ser fructífera,<br />

porque en la lucha que vamos a emprender, no estamos solos: hay<br />

seres superiores que nos dirigen, amigos de corazón que nos alientan y<br />

que nos tienden la mano, por eso acometemos la empresa. Las máquinas<br />

comienzan a desplegar su actividad, nos esperan; y mientras les aportamos<br />

nuestro contingente, permíteme, lector y lectora amables, que el<br />

cronista te salude con respeto; que, reverente, se incline en tu presencia y<br />

te haga delicada invitación para que lo acompañes a recorrer las regiones<br />

de su fantasía. Sólo una orden tuya espera. ¿Vamos? 30<br />

En las páginas de Revista Nacional sobresalían fotografías y grabados<br />

inspirados en los acontecimientos de la vida cotidiana porteña y nacional.<br />

Contenía secciones fijas como: Editoriales, Crónica de la semana, Artículos<br />

y noticias de la revolución, Sección de sport, Vida obrera, Por los teatros y<br />

la Sección literaria. Una característica particular de este semanario fue la<br />

publicación de caricaturas políticas y sociales ubicadas en una sección especial<br />

denominada Caricaturas y humorismo. El ejemplar suelto de Revista<br />

Nacional costaba 25 centavos en la capital, 30 centavos en los estados y seis<br />

pesos la suscripción semestral, la cual tenía que ser pagada por adelantado. 31<br />

El análisis de sus contenidos nos permite discernir que, aunque en<br />

efecto Revista Nacional contenía bastante información enfocada en lo cultural,<br />

también se priorizó la exaltación del desenvolvimiento y triunfos de<br />

la revolución constitucionalista, el estudio de la implantación de las reformas<br />

políticas y sociales ideadas por Carranza, el decaimiento de sus enemigos<br />

los convencionistas y el papel desempeñado por la prensa durante<br />

la justa revolucionaria.<br />

En este sentido, abundaron los elogios y disertaciones en torno a los<br />

principios ideológicos de la causa constitucionalista, toda vez que esta,<br />

según Revista Nacional, desde que inició su lucha contra los convencionistas<br />

se convirtió en el reflejo de las aspiraciones libertarias del pueblo mexicano<br />

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el cual “pronto comprendió que los hombres que saben ser libres no pueden<br />

hacerse esclavos. Gracias a esto, el pueblo llegó a la conclusión de que ya no<br />

soportaría la humillación de aquellos que siempre habían buscado en él los<br />

medios de encumbrar las nulidades que procuraron negarle lo que más falta<br />

le hacía: la libertad y la educación.” 32<br />

La revolución constitucionalista lleva en su seno la gloria de estar proclamando<br />

las bases de una cultura superior a las actualmente existentes<br />

en el orbe, para sacar de sus moldes el precepto legal que ha de regir<br />

los destinos de este pueblo, por tanto tiempo mancillado por los esbirros<br />

que profanaron los mandatos inviolables y expresos de la ley, a<br />

indicación solamente, de la omnímoda voluntad de los tiranos. Así, las<br />

grandes causas nunca sucumben porque son hijas de la honradez, de la<br />

civilización y del progreso. Luchar por ellas es un deber. La causa constitucionalista<br />

tiene sus lemas y principios dignos de inmortal encomio,<br />

y por eso, hay que luchar por ella, hasta no ver realizadas las ideas que<br />

pregona y persigue. 33<br />

Respecto a estas ideas y objetivos de la revolución constitucionalista,<br />

la redacción de Revista Nacional consideraba que estaban ideadas para la<br />

reconstitución social y pedagógica del obrero mexicano. Labor que sólo<br />

podría llevarse a cabo con la creación de leyes que hicieran desaparecer<br />

el poder de la burguesía que desde el porfiriato le había ocasionado tantos<br />

males al obrero, remunerar las labores del proletariado y fundar escuelas<br />

para que en ellas el pueblo pudiera aprender a ejercer sus derechos constitucionales<br />

y salir de la ignorancia que, por desgracia, habían ocasionado<br />

los ejércitos villistas y zapatistas, a quienes señalaron como reaccionarios y<br />

detentadores del orden establecido.<br />

Los redactores de Revista Nacional consideraban que los ataques a los<br />

convencionistas eran necesarios porque su falta de educación y de principios<br />

morales y políticos habían generado su “rebeldía”. De ahí que sus redactores<br />

también hayan criticado la ideología y propósitos de los villistas y zapatistas.<br />

A estos últimos auguraron el peor de los fracasos por su “bandidaje absurdo,<br />

su sed de sangre y su alianza con los villistas, quienes estaban siendo aniqui-<br />

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La caricatura poLítica en Veracruz M. López<br />

lados a golpes serios y contusos por las fuerzas del general Álvaro Obregón<br />

en el sur, centro y norte del país”. 34<br />

Después de las tremendas derrotas que sufrieron las huestes reaccionarias<br />

en Celaya, el completo hundimiento de Villa y sus secuaces es cuestión<br />

de poco tiempo. Villa que gozaba de alguna reputación como guerrillero,<br />

cuyo valor nadie ponía en duda y cuyas mentiras para embaucar al pueblo<br />

mexicano habían sido tomadas como verdades por los ignorantes,<br />

ha quedado después de su fracaso, perfectamente identificado con la<br />

nulidad, a la vista de todos. Ahora al astuto bandido, se le ve tal como ha<br />

sido: una ruina humana, un ser abyecto y despreciable. 35<br />

La redacción no se equivocaba, para mediados de 1915 Villa seguía<br />

perdiendo terreno y Carranza, gracias a las victorias militares de los constitucionalistas<br />

al mando de Álvaro Obregón, controlaba aproximadamente las<br />

cuatro quintas partes del país. Aunado a todo esto, Villa estaba perdiendo la<br />

simpatía de Estados Unidos debido a que comenzó a exigir contribuciones<br />

económicas cada vez mayores a las compañías estadunidenses. 36<br />

Por otra parte, es interesante resaltar la importancia que Revista Nacio‑<br />

nal le dio al papel desempeñado por la prensa durante la guerra civil. En este<br />

sentido, los editoriales publicados al respecto nos muestran la concepción<br />

que sus redactores tenían de su labor como revolucionarios. Ellos consideraban<br />

que el periodismo carrancista tenía una intención educativa, propagandística<br />

y redentora.<br />

Para hacer labor educativa, el periodista adaptándose al medio debe escribir<br />

de suerte que impresione, aunque haya de recurrir a la concepción<br />

de historietas agradables a las masas populares, para así acostumbrarlas<br />

a la lectura; para hacer labor de propaganda, el periodista tiene un basto<br />

[sic] campo de acción dando a conocer los ideales de la revolución,<br />

analizándolos, demostrando su conveniencia e invitando a todos para<br />

que en su esfera de acción coadyuven al triunfo de la causa del pueblo y<br />

por último para hacer obra redentora debe decir a esos oprimidos cuáles<br />

son sus obligaciones y cuáles son sus derechos. Que les diga que no es<br />

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la huelga el único medio de alcanzar sus anhelos, porque la revolución<br />

tiene tribunales que están dispuestos a oírlos y a ampararlos. 37<br />

En efecto, el redactor de la cita anterior no se equivocó en resaltar las<br />

aspiraciones y proyectos carrancistas publicados en los periódicos constitucionalistas<br />

durante los momentos más álgidos del conflicto. Sin embargo,<br />

consideramos que estos periódicos, más que educar y redimir al pueblo,<br />

llevaron a cabo una intensa labor propagandística enfocada a ganarse la<br />

aceptación y respaldo de la población mexicana mediante reformas políticas<br />

y sociales que, entre otras cosas, prometían mejoras al sistema educativo, repartos<br />

agrarios e implementación de leyes laborales que le dieran una mejor<br />

calidad de vida a los obreros.<br />

Todos estos decretos y promesas tenían consecuencias más concretas<br />

cuando iban seguidos de medidas prácticas. En algunos estados donde el constitucionalismo<br />

tenía mayor aceptación se apoyaron las huelgas de los trabajadores<br />

industriales dirigidas contra empresas extranjeras, en otros sitios prometieron<br />

la contratación de maestros y la construcción de escuelas para la educación<br />

de los hijos de los obreros y, en algunos estados del sureste, donde había<br />

privilegiado el peonaje por deudas, los comandantes carrancistas liberaron<br />

peones. 38 Con base en lo anterior, creemos que los carrancistas fueron verdaderos<br />

especialistas en la utilización de la propaganda periodística, a través de<br />

la que se ganaron la aceptación de una buena parte de la población mexicana.<br />

En medio de toda esta efervescencia periodística, a partir de la segunda<br />

quincena de julio de 1915 el trabajo en Revista Nacional de Archibaldo<br />

Eloy Pedroza, Edmundo Fernández Mendoza y todo el cuerpo de redacción,<br />

llegó a su fin. Según la propia revista, esto se debió a que todos tuvieron que<br />

atender asuntos periodísticos en otro lugar del país. Por ello, en un artículo<br />

de fondo se publicó un aviso donde se mencionaban los nombres de Daniel<br />

Arenas Guzmán para ocupar el cargo de director y el de Agustín Haro como<br />

jefe de redacción. 39<br />

Pese a esta argumentación, consideramos que una de las verdaderas<br />

razones por las que se llevó a cabo el cambio de personal fue porque, cuando<br />

el ejército constitucionalista derrotó –a mediados de octubre– al ejército<br />

zapatista que defendía la ciudad de México, muchos de los periodistas e intelectuales<br />

constitucionalistas comenzaron a ser trasladados a esa ciudad y a<br />

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La caricatura poLítica en Veracruz M. López<br />

algunos otros estados para desempeñarse al frente de periódicos constitucionalistas<br />

o quizá para ocupar puestos dentro del nuevo gabinete carrancista.<br />

Sólo por citar un ejemplo, Eloy Pedroza, quien luego de abandonar Revista<br />

Nacional se hizo cargo de El Mexicano, diario que desde finales de julio comenzó<br />

a imprimirse en la ciudad de México para exaltar las figuras de Obregón<br />

y Carranza. 40 Posteriormente se desempeñó como diputado de Aguascalientes<br />

y a partir de 1917 como miembro del Congreso Constituyente.<br />

Una vez de que Arenas Guzmán quedó al frente de Revista Nacional se<br />

dedicaron varios números en los que se exaltó el triunfo constitucionalista<br />

y el reconocimiento del gobierno carrancista por parte de Estados Unidos.<br />

Asimismo, Arenas Guzmán se propuso exhortar a la sociedad mexicana a no<br />

bajar la guardia luego del triunfo del ejército carrancista, pues afirmaba que<br />

“la lucha libertaria en los campos de la idea y de la acción gubernamental<br />

estaba por principiar”. 41 El mensaje de Arenas Guzmán puede interpretarse<br />

como el intento por convencer a la población de que la tarea del constitucionalismo<br />

sería recomponer al país con la participación del pueblo mexicano.<br />

En este sentido, Revista Nacional dio a conocer un manifiesto elaborado<br />

por Carranza luego de su triunfo sobre el ejército convencionista. Entre<br />

sus puntos principales destacaron los que tenían que ver con las garantías a<br />

los extranjeros, armisticios para los reaccionarios, no así para sus jefes, libertad<br />

de cultos, la solución de los problemas agrarios mediante la distribución<br />

equitativa de la tierra que no hubiese sido arrebatada a sus dueños originales<br />

por los revolucionarios, el fomento a la educación pública y la convocatoria<br />

a elecciones para elegir nuevo presidente de la república mexicana. 42<br />

Para finales de octubre de 1915 la publicación de Revista Nacional en<br />

la ciudad de Veracruz llegó a su fin, justo cuando el gobierno de Venustiano<br />

Carranza fue reconocido por Estados Unidos. Uno de los últimos trabajos<br />

emprendidos por este periódico fue realizar un análisis minucioso del proceso<br />

revolucionario iniciado por Madero y concluido satisfactoriamente por<br />

Carranza. Asimismo, representó gráficamente la toma de la ciudad de México,<br />

discutió las causas que originaron la caída de los convencionistas y en<br />

particular de los villistas. Finalmente, se llevó a cabo un reportaje de la gira<br />

presidencial de Carranza por los estados de la república donde había triunfado<br />

el constitucionalismo.<br />

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la caricatura polÍtica en El PuEblo y REvista NacioNal. 1914-1915<br />

Después del rompimiento entre convencionistas y constitucionalistas, Rafael<br />

Martínez “Rip-Rip” anunció que la guerra había iniciado tanto en los campos<br />

de batalla como en los periódicos. Así, los intelectuales que nutrieron la<br />

prensa constitucionalista anunciaron, en la mayoría de los rotativos adictos<br />

a esta causa, que en la lucha revolucionaria el papel del periodismo debía<br />

cumplir con las siguientes normas: hacer propaganda política para atraer<br />

conscriptos a la causa; realizar una labor social que se encargara de proteger<br />

los derechos del proletariado; defender y difundir el constitucionalismo hasta<br />

su triunfo y utilizar todo tipo de mejoras y recursos como las notas gráficas de<br />

actualidad y palpitante interés, así como algunos otros atractivos que ilustren<br />

y distraigan, como la caricatura política ingeniosa y bien intencionada. 43<br />

En este sentido, El Pueblo y Revista Nacional recurrieron a partir de<br />

noviembre de 1914, y hasta septiembre de 1915, a la publicación sistemática<br />

de un buen número de caricaturas políticas. Estas caricaturas estuvieron<br />

ubicadas en la primera, segunda y octava planas. En ellas, el uso de la sátira<br />

irónica y hasta mordaz llegó a ser predominante. La ejecución de estas<br />

caricaturas quedó a cargo de los caricaturistas: “León”, “Leke”, F. Ogarrio,<br />

Luis Magos y Álvaro Pruneda. La redacción de los textos explicativos quedó<br />

a cargo de los redactores y quizá hasta de los propios directores de estos<br />

periódicos, debido a que una más de sus funciones fue componer los pies de<br />

las caricaturas, pues tradicionalmente el caricaturista siempre concedió al director<br />

o al redactor designado el monopolio del pie, 44 aunque esto significara<br />

arriesgar su seguridad personal al publicarlas.<br />

Los temas que se criticaron en las caricaturas de estos dos periódicos<br />

fueron las precarias condiciones de la sociedad mexicana, el militarismo, el<br />

clero y el capitalismo. Se resaltaron también los triunfos del ejército constitucionalista<br />

sobre la facción villista, el ocaso de la Convención y el triunfo<br />

del constitucionalismo.<br />

Antes de comenzar con el análisis quiero advertir que quien busque un<br />

purismo estético en el material aquí expuesto, quizá no lo encuentre y hasta<br />

lo defina como defectuoso; sin embargo, quien logre descubrir a través de la<br />

combinación entre contexto histórico, imagen y texto qué es lo que se esconde<br />

detrás de estos irrisorios trazos en papel, se topara con una historia diferente,<br />

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La caricatura poLítica en Veracruz M. López<br />

una historia no oficial, contada a través de imágenes en las que no sólo se encuentran<br />

líneas, códigos y simbolismos que nos ayudan a identificar tal o cual<br />

personaje, sino formas personales de percibir, analizar y criticar el momento<br />

histórico de aquellos años. Hasta entonces, estas caricaturas dejarán de ser<br />

simples dibujos con temáticas políticas, para adquirir el rango de documentos<br />

históricos que nos lleven a través de múltiples interpretaciones a conocer el<br />

conflicto armado entre constitucionalistas y convencionistas. “La caricatura<br />

política como el plan y el manifiesto, constituye un documento. La huella de<br />

los acontecimientos se puede encontrar en los diseños, y tanto como aquellas<br />

piezas, los dibujos se prestan como revolucionarios: traducen, a su modo, los<br />

intereses en juego, los diferentes orígenes y las variadas interpretaciones.” 45<br />

A un par de meses de haber comenzado la guerra civil, en los periódicos<br />

estudiados se hizo una semblanza de la revolución mexicana desde sus<br />

inicios en 1910 y hasta el estallido del nuevo conflicto. Así, se rememoró el<br />

triunfo de Carranza sobre Victoriano Huerta a través de una serie de editoriales<br />

en los que además de analizar, discutir y criticar a Huerta, se lo caricaturizó<br />

de una forma satírica y mordaz (véase caricatura 1).<br />

En esta caricatura se hace alusión al día en que Huerta, derrotado por<br />

las fuerzas constitucionalistas, abandonó México. Este con rasgos monstruosos<br />

y en medio de un camino lleno de cráneos y esqueletos emprende la<br />

huida, mientras tanto, pisotea los derechos y garantías individuales del pueblo<br />

mexicano. En su camino va dejando un ambiente de desolación, pobreza<br />

y muerte. En su mano izquierda porta el saco del tesoro nacional y en la otra<br />

sus pertenencias: botellas con aguardiente y dagas manchadas con la sangre<br />

de los mártires de la democracia –Francisco I. Madero y José María Pino Suárez.<br />

El pie de la caricatura dice:<br />

El despertar del súbito letargo, fue por demás amargo. Sacudiendo un<br />

instante la insolencia que en el camino largo del crimen, se aferran a<br />

su existencia y presa del delirio y la pavura, con un grito infernal de su<br />

conciencia, en que vertió torrentes de amargura, fue blasfemo y audaz. El<br />

réprobo y bandido clamó con ronca voz: “Dios os bendiga y a mí también”,<br />

¡y se alejó vencido! Tras el dueño lanzóce [sic] la jauría. El pueblo<br />

vengador siguió al celoso, y sobre los despojos de la orgía, el Plan de Guadalupe<br />

(sol radioso), brilló con plena luz. Triunfaba el día. Carranza con<br />

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Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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Caricatura 1. “La huida de Huerta”, El Pueblo, 15 de noviembre de 1914.


La caricatura poLítica en Veracruz M. López<br />

la antorcha del guerrero clamando por la ley y la justicia terminó con el<br />

reino de sangre y estulticia del César (Huerta), cuyo crimen por fin había<br />

quedado con su justo pago. 46<br />

Creemos que la publicación de esta caricatura obedece a dos objetivos.<br />

El primero tiene que ver, en efecto, con la semblanza histórica de la revolución<br />

mexicana en el que el momento más desgarrador fue el asesinato de Francisco<br />

I. Madero a manos de Victoria Huerta; sin embargo, el segundo nos parece el<br />

más idóneo para el análisis y justificación de los propósitos de esta imagen,<br />

toda vez que, a inicios del conflicto, Carranza se encontró en una situación<br />

militar y políticamente difícil. Los ejércitos de la Convención superaban numéricamente<br />

a los constitucionalistas, muchos carrancistas habían desertado,<br />

las clases medias se habían inclinado por la Convención y la mayoría de los<br />

observadores nacionales y extranjeros preveían su rápida derrota. 47<br />

Creemos que Carranza utilizó la propaganda periodística para ganar<br />

adeptos a su causa. Así, la prensa constitucionalista lo exaltó mediante el<br />

recuento de los hechos históricos en los que se había destacado política y<br />

militarmente. Es por ello que en la caricatura se señala a Huerta como usurpador<br />

y asesino y a Carranza como su vencedor y el libertador de México.<br />

Publicada esta caricatura los enfrentamientos en el campo de batalla<br />

cada día se hacían más estruendosos, y la solicitud de refuerzos para el constitucionalismo<br />

era cada día más urgente. Por ello los órganos periodísticos,<br />

en su afán por defender y difundir el constitucionalismo hasta su triunfo, trataron<br />

de incidir de forma más directa en las conciencias del pueblo mediante<br />

textos donde le recordaban las dolencias que seguía padeciendo desde<br />

hacía más de tres décadas: la pobreza, la ignorancia y el hambre. Lastres que<br />

continuarían si el país no reaccionaba, hacía valer sus derechos y se oponía<br />

a los principales promotores de aquellos malestares: el militarismo, el clero<br />

y la burguesía. Rémoras que, según El Pueblo, servían como los pilares del<br />

ejército convencionista. 48<br />

Con base en lo anterior, se publicó una serie de caricaturas alusivas a<br />

las precarias situaciones en las que se encontraba el pueblo mexicano que,<br />

como lo muestra la caricatura 2, se encuentra aplastado por un personaje<br />

desnudo que representa al mítico Hermes, como lo evidencian las alas en<br />

sus tobillos y el casco que lleva puesto. Hermes sujeta con su mano izquier-<br />

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Caricatura 2. “El dueño de la situación”, El Pueblo, 20 de diciembre de 1914.


La caricatura poLítica en Veracruz M. López<br />

da la cabeza de un hombre (el pueblo) y con su mano derecha una vara con<br />

los símbolos de la serpiente y el dinero. El pueblo, representado por un campesino<br />

hambriento, lucha desesperado por alcanzar los productos básicos<br />

para su alimentación: frijol, maíz, harina, trigo y carne.<br />

En esta imagen podemos observar cómo Hermes lleva al pueblo hambriento<br />

y oprimido su mensaje de la alza de precios de los productos de<br />

alimentación básica. 49 La vara que porta en su diestra hace más explicito el<br />

mensaje de esta alegoría, toda vez que este instrumento, al estar relacionado<br />

con el dinero, evidencia la condición de Hermes como dispensador de la<br />

felicidad y la fortuna, esta última, panacea imprescindible de los hombres; 50<br />

sin embargo, la posición detractora y dominante de Hermes demuestra que<br />

ha sido seducido por la burguesía, situación que nos hace deducir que mantiene<br />

un contubernio con uno de los lastres, según El Pueblo, más peligrosos<br />

de la sociedad mexicana de aquellos tiempos: el capitalismo.<br />

En efecto, después de cinco años de constantes enfrentamientos, la economía<br />

mexicana estaba en sus niveles más bajos, sobre todo durante el año<br />

de 1914 y a lo largo del conflicto entre convencionistas y constitucionalistas.<br />

La producción había caído y la inflación apareció; la bancarrota y el desempleo<br />

se sumaron a las tribulaciones del pueblo. Todo esto provocó quizá más<br />

mortandad que la propia guerra. 51<br />

Sin embargo, la caricatura más explícita es la que representa a los causantes<br />

de la pobreza, la miseria y el hambre mexicanas (véase caricatura 3).<br />

En la imagen podemos observar tres personajes que en franca complicidad<br />

están ultrajando a una mujer semidesnuda. El primero de ellos viste una sotana<br />

y representa al clero, el segundo es un militar y el tercero, quien representa<br />

al capitalismo, es un anciano con largos cabellos y bigotes. Por último<br />

tenemos a la mujer –la patria– la cual, sujetada por el clero, es fácilmente<br />

degollada por el militarismo y despojada de sus ropajes por el capital.<br />

Mediante esta caricatura, los redactores de El Pueblo volvieron a hacer<br />

un llamado a la ciudadanía para que tomara las armas, pues consideraban<br />

que la revolución era una forma violenta de los trastornos de la conciencia<br />

colectiva y su solución debía ser implacable contra las trabas que trataban de<br />

levantar nuevamente los secuaces del viejo militarismo, causantes de todas las<br />

ruinas nacionales, representado por los esbirros y las traiciones del capitalismo<br />

y del clero y de todos aquellos que han querido sacrificar el bien de la patria. 52<br />

D. R. © 2012, Instituto Mora<br />

Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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Caricatura 3. “Enemigos del pueblo”, El Pueblo, lunes 15 de diciembre de 1914.


La caricatura poLítica en Veracruz M. López<br />

En efecto, con esta caricatura la prensa constitucionalista intentó convocar<br />

a los mexicanos para salir de la neutralidad y unirse al llamado de<br />

una patria envuelta en un conflicto revolucionario que exigía del pueblo el<br />

abandono de su letargo y el apoyo a los verdaderos revolucionarios, es decir,<br />

los constitucionalistas.<br />

A lo largo de la primera mitad de 1915 la situación para el constitucionalismo,<br />

poco a poco, se había modificado, pues Álvaro Obregón le había<br />

infligido una serie de derrotas significativas a Francisco Villa, quien “quizá<br />

por temor a extender demasiado sus líneas de comunicación, no aprovechó<br />

su ímpetu inicial para seguir a Carranza y su ejército hasta Veracruz”. 53<br />

Desde comienzos de abril y hasta octubre de ese mismo año, Obregón, gracias<br />

a sus tácticas militares, finalmente derrotó al ejército villista en el Bajío<br />

y la zona norte del país –Chihuahua y Sonora. Por causa de estas derrotas,<br />

Francisco Villa fue testigo de la forma en que sus antiguos partidarios se rendían<br />

en masa por causa del constitucionalismo.<br />

Luego de los triunfos mencionados, en Revista Nacional se publicaron<br />

varias caricaturas donde se satirizaron las derrotas del ejército villista. Entre<br />

estas sobresalen las que hacen referencia a Villa como un individuo derrotado<br />

y sin esperanzas de remontar el combate en contra del constitucionalismo.<br />

En la caricatura 4 Villa, agobiado por sus constantes derrotas, duerme y<br />

en sus sueños se imagina con un traje de recluso que está siendo linchado<br />

por una multitud enardecida que le reclama por todas sus vejaciones cometidas<br />

a la patria. En la caricatura 5 está representado sin manos y piernas,<br />

situación que le provoca risa a dos paisanos que entre ellos se preguntan:<br />

“¿Por qué causa estará así ese hombre?, causa, si la causa no es suya.”<br />

Por si fuera poco, durante los primeros cinco meses de 1915 la Convención<br />

comenzó a perder importancia, sobre todo cuando Eulalio Gutiérrez,<br />

junto con sus partidarios, intentó deshacerse de Villa y negociar con<br />

los constitucionalistas. Sin embargo, cuando sus pretensiones fracasaron y<br />

Villa se enteró de lo sucedido, Gutiérrez y sus seguidores huyeron inmediatamente<br />

trasladándose a San Luis Potosí, donde finalmente se sometieron a<br />

las fuerzas Carrancistas.<br />

De este modo la Convención, al igual que el ejército villista, poco a poco<br />

fue decayendo a mediados de 1915. Las cuestiones que se discutían en la<br />

Convención se dedicaban más a planes y pronunciamientos que a la política<br />

D. R. © 2012, Instituto Mora<br />

Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

115


Caricatura 4. “La pesadilla de Arango”, Revista Nacional, abril de 1915


Caricatura 5. “El Villismo liceado” [sic], Revista Nacional, abril de 1915.


118<br />

RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

constructiva, convirtiéndose así en un foro de debates y en un escenario de discursos<br />

sin fundamento. Abatida, la Convención abandonó el poder del centro<br />

y se trasladó a Cuernavaca y después a Toluca, donde finalmente se extinguió.<br />

Al respecto, Alan Knight comenta que sin Gutiérrez y con la Convención extinguida<br />

se hundieron las dos autoridades legítimas emanadas de Aguascalientes,<br />

fracasando con ello el intento de lograr la unión y la democracia en México. 54<br />

Revista Nacional criticaría todos estos aspectos a través de un par de caricaturas<br />

en las que representó el éxodo de la Convención a través de una matrona<br />

que llora ante su salida de la ex capital de la república (véase caricatura 6).<br />

En esta imagen también podemos observar a dos personajes más. El primero<br />

parece representar al constitucionalismo en la figura de Venustiano Carranza y<br />

otro a un gendarme. Así, Carranza le pregunta al policía: “¿por qué llora la vecina?”,<br />

y el policía le responde: “porque la obligaron a cambiar de domicilio”.<br />

En la caricatura 7 la Convención aparece tachada, rayoneada y apedreada<br />

quizá por sus propios partidarios quienes, según Knight, siempre estuvieron<br />

causando alboroto afuera de la misma. Frente a la destruida Convención<br />

aparece un paisano que, en compañía de un perro, representa al pueblo y a<br />

la fidelidad de este ante las instituciones que se le presentan como democráticas<br />

y regeneradoras de su precaria situación. Así, el pueblo confundido sólo<br />

alcanza a decir: “pues que aproveche”.<br />

Con estas caricaturas publicadas en Revista Nacional sus redactores<br />

no se equivocarían en representar el decaimiento de la Convención, pues<br />

para esas fechas los caudillos, que en un principio la integraron, le dieron la<br />

espalda como lo hicieron con Eulalio Gutiérrez. Villa instaló un gobierno independiente<br />

en el norte demostrando así que su compromiso convencionista<br />

era una farsa. Cuando su presidente Roque González Garza pidió ayuda a las<br />

fuerzas del norte y del sur, Villa y Zapata lo ignoraron. Debido a la falta de<br />

ese apoyo, la Convención no tuvo otro camino que desaparecer.<br />

Abatida la Convención, el ejército villista, como fuerza independiente<br />

de la misma, intentó hacer frente a Obregón mediante una guerra de guerrillas,<br />

sin embargo, este finalmente lo derrotó el 10 de julio de 1915. De este<br />

modo la División del Norte quedó eliminada y despojada de su investidura<br />

como la principal fuerza militar del país. “Con la derrota de Villa, ya no había<br />

otro bloque militar fuerte que se opusiera al poder nacional de Carranza.” 55<br />

Sin embargo, el mayor golpe para Villa no vendría de la facción constitucio-<br />

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Caricatura 6. Revista Nacional, marzo de 1915.


Caricatura 7. “Pues que aproveche”, Revista Nacional, marzo de 1915.


La caricatura poLítica en Veracruz M. López<br />

nalista, sino de Estados Unidos, cuando a mediados del mes de octubre de<br />

1915, Woodrow Wilson no sólo reconoció al gobierno carrancista, sino que<br />

también le brindó su apoyo incondicional en la lucha contra las insurrecciones<br />

que quisieran alterar el orden y la paz en México.<br />

Por su parte, Revista Nacional se llenó de júbilo al publicar durante<br />

varias semanas la noticia de que Wilson por fin había reconocido al constitucionalismo<br />

como el único poder verdadero en México. Así, fotografías y<br />

caricaturas del momento en que el mandatario estadunidense realizó esta<br />

hazaña, adornaron las páginas de esta revista. 56 En esas imágenes tanto caricaturistas<br />

como redactores se empeñaron en retratar la situación de júbilo<br />

que estaba viviendo el constitucionalismo.<br />

Con base en lo anterior, se publicaron dos caricaturas emblemáticas de<br />

ese momento. En la primera se ridiculizó la derrota del villismo, gracias al<br />

reconocimiento del gobierno de Carranza por parte de Estados Unidos (véase<br />

caricatura 8). En la imagen podemos observar al Tío Sam vestido de torero,<br />

con la espada del reconocimiento constitucionalista en la mano izquierda<br />

y levantando su sombrero con la derecha en señal de triunfo. En el suelo<br />

se encuentra el toro de la reacción villista-zapatista abatido por el sable del<br />

Tío Sam. Al fondo de la imagen podemos observar varios personajes en el<br />

que destaca uno en particular, este porta la indumentaria militar, por lo que<br />

podría estar relacionarlo con el ejército constitucionalista. El pie de la caricatura<br />

dice: “Sus lo brindo, y arrear pa’ lante”.<br />

Recordemos que entre agosto y octubre de 1915, Wilson debatió con<br />

sus colaboradores la posición estadunidense frente a la guerra civil mexicana.<br />

El tema principal de estas discusiones giró en torno a los intereses<br />

políticos y económicos del coloso del norte, por lo que durante esos meses<br />

Wilson pasó de las amenazas intervencionistas para regular la situación que<br />

privaba en México, a la imposición de un golpe militar que desestabilizaría<br />

a las facciones en conflicto. No sería sino hasta que Carranza decidió proteger<br />

los intereses económicos estadunidenses en México cuando Wilson<br />

retiró sus amenazas y reconoció al gobierno de Carranza. 57<br />

El triunfo constitucionalista quedaría plasmado en una caricatura publicada<br />

por Revista Nacional donde se representa a Carranza con el torso<br />

semidesnudo, en una posición victoriosa y mirando hacia el porvenir (véase<br />

caricatura 9). En su mano derecha porta un bastón de mando y en la izquier-<br />

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Caricatura 8. “La última suerte”, Revista Nacional, 27 de octubre de 1915.


Caricatura 9. “Los dioses perduran…”, Revista Nacional, 27 de octubre de 1915.


124<br />

RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

da un escudo con la palabra ley. Por debajo de él agonizan tres serpientes<br />

derrotadas por un águila. Creemos que la representación del conflicto entre<br />

estos dos animales tipifica la dualidad, las parejas de contrarios y el enfrentamiento<br />

de los poderes de la luz y la oscuridad, 58 y para el caso que nos<br />

ocupa, la victoria del constitucionalismo sobre el ejército convencionista.<br />

En el horizonte se alcanza a divisar la figura de Benito Juárez en medio<br />

de un sol radiante. Esta caricatura podría simbolizar el triunfo de la ley y la<br />

victoria del constitucionalismo como el único medio por el cual se podía<br />

gobernar a México. 59 Cabe señalar que en los periódicos carrancistas esta no<br />

fue la primera vez que se comparó a Carranza con Juárez, ya que muchos de<br />

sus seguidores constantemente equiparaban las acciones carrancistas con los<br />

logros obtenidos por Juárez, durante su gobierno.<br />

Sólo por citar un par de ejemplos, Isidro Fabela, Gerardo Murillo “Dr.<br />

Atl” y Antonio Rivera de la Torre, mencionaban que “ambos personajes habían<br />

sido perseguidos por intentar salvar al país de la tiranía de los hombres<br />

que buscaban dominarlo fuera de la ley, los dos se habían esforzado por secularizar<br />

a México tanto de los poderes eclesiásticos como militares y finalmente<br />

tanto el uno como el otro creían en el gobierno dirigido por el imperio<br />

de la ley y la Constitución escrita”. 60 Lo cierto es que la lectura de esta última<br />

caricatura nos muestra la forma en que los seguidores del constitucionalismo<br />

representaron sus ideales y esperanzas a través de una imagen que para ellos<br />

simbolizó el triunfo del constitucionalismo y la culminación de una de las<br />

confrontaciones armadas más violentas de la revolución mexicana.<br />

consideraciones finales<br />

A lo largo de esta investigación hemos podido comprobar que, en efecto, la<br />

caricatura política, como el plan y el manifiesto, constituye un documento,<br />

toda vez que la huella de los acontecimientos se puede encontrar en sus<br />

diseños, trazos y líneas. Así, los dibujos se prestan como revolucionarios<br />

cuando traducen, a su modo, los intereses en juego, los diferentes orígenes<br />

y las variadas interpretaciones de cada una de las facciones que los utilizan.<br />

En este sentido, corroboramos que el papel de la caricatura política<br />

aquí estudiada tuvo varias funciones: hacer más ligera la información de los<br />

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La caricatura poLítica en Veracruz M. López<br />

periódicos constitucionalistas que la publicaron, incidir en la labor informativa<br />

y propagandística en torno a los acontecimientos revolucionarios donde<br />

los constitucionalistas resultaban vencedores y, por último, criticar, atacar y<br />

hacer escarnio de la Convención y de los grupos reaccionarios representados<br />

principalmente por el ejército villista.<br />

Con base en lo anterior, evidenciamos que en los diseños rápidamente<br />

cambiantes que trazan las alianzas y los conflictos en cualquier revolución,<br />

las caricaturas tuvieron como fin no sólo convencer a los propios constitucionalistas,<br />

sino a la población del país en su conjunto, de que el aliado y<br />

héroe revolucionario de ayer se ha convertido en un traidor contrarrevolucionario.<br />

De ahí que a estas caricaturas podamos concebirlas como un elemento<br />

esencial de los periódicos en su labor como formadores y vehículos de la<br />

opinión pública en los diferentes momentos de crisis política, económica y<br />

social, constituyéndose así en un factor decisivo en la lucha de las diferentes<br />

facciones que buscaban la obtención del poder.<br />

Finalmente, creemos que falta mucho por hacer respecto al análisis de<br />

la caricatura política durante este periodo de la revolución, sobre todo, estudios<br />

comparativos que nos presenten no sólo la versión de los periódicos<br />

constitucionalistas, sino también de los convencionistas, trabajos que sin<br />

duda nos permitirán entender de forma mucho más acabada la lucha entre<br />

estos dos grupos revolucionarios. Vaya pues este trabajo como una primera<br />

aproximación al estudio de la revolución mexicana en Veracruz, a través de<br />

las imágenes satírico políticas de la prensa constitucionalista.<br />

notas<br />

* Maestro en Historia Moderna y Contemporánea por el Instituto Mora. Sus áreas<br />

de estudio son la historia de México, historia política y cultural e historia de la<br />

prensa y la caricatura durante el porfiriato y la revolución mexicana. Ha publicado<br />

capítulos de libros, artículos y reseñas sobre historia de la prensa en los<br />

ámbitos nacional y regional. Es autor del libro Crítica en imágenes. La caricatura<br />

política en El Dictamen de Veracruz, 1907‑1911, editado por la Universidad<br />

Veracruzana en 2008. Actualmente es profesor de historia en la Escuela de Estudiantes<br />

Extranjeros de la Universidad Veracruzana.<br />

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Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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1 Ávila, Pensamiento, 1991, p. 131.<br />

2 Cabe señalar que desde el punto de vista ideológico la alianza villista-zapatista<br />

era débil y heterogénea, ya que ambas facciones defendían objetivos políticos<br />

y sociales distintos. Los zapatistas se inclinaban por un reparto agrario radical,<br />

el cual consistía en la confiscación de las tierras y haciendas de todos los enemigos<br />

de la revolución, mismas que tenían que ser repartidas únicamente entre<br />

los campesinos involucrados o no en el conflicto revolucionario. Por su parte,<br />

el proyecto agrario villista fomentaba el desarrollo de una economía agrícola<br />

capitalista. Para ello Villa trató de evitar el monopolio de la tierra y por encima<br />

de todo, su ociosidad. Es decir, “no proponía acabar con el latifundismo, sino<br />

fijar límites a la propiedad y hacerla productiva, para ello el Estado serviría como<br />

mediador para impulsar este desarrollo capitalista.” Véase Ávila, Pensamiento,<br />

1991, pp. 61, 84, 85, y Katz, Pancho, 2000, vol. 1, pp. 440-449.<br />

3 Knight, Revolución, 1996, vol. 2, pp. 822-823.<br />

4 De acuerdo con el artículo 4º del Plan de Guadalupe donde se reconocía a Carranza<br />

como jefe del ejército constitucionalista, el mismo Plan, en sus artículos<br />

5º y 6º le otorgaba a Carranza la investidura de presidente interino y el poder<br />

para convocar a elecciones presidenciales y de gobernadores de los estados. Para<br />

una lectura y análisis completos del Plan de Guadalupe véase González, Planes,<br />

1954, pp. 137-144.<br />

5 Consideramos que la decisión de Carranza por establecer su gobierno en el estado<br />

de Veracruz fue la lealtad jurada por Cándido Aguilar, jefe de la División de<br />

Oriente, y por la posición estratégica del estado de Veracruz en términos geográficos<br />

y materiales. Véase Corzo, González y Skerritt, Nunca, 2007, pp. 85-87.<br />

6 Cabe señalar que la importancia que se le otorgó a la caricatura política en las<br />

publicaciones constitucionalistas e incluso convencionistas no fue algo nuevo<br />

en el ambiente periodístico de esa época, pues a lo largo de diferentes momentos<br />

históricos del siglo xix y principios del xx (por ejemplo, la república<br />

restaurada, el gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada, el porfiriato y la revolución<br />

maderista) los distintos grupos que luchaban por la búsqueda de la obtención<br />

del poder utilizaron este recurso gráfico para proponer y defender sus ideales<br />

políticos, legitimar sus movimientos revolucionarios, “abogar por la libertad de<br />

pensamiento, el derecho a construir un sistema político propio y por fundar un<br />

estado independiente”. Para un estudio pormenorizado del papel de la caricatura<br />

durante la república restaurada véase Acevedo, Historia, 1994, para el gobierno<br />

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La caricatura poLítica en Veracruz M. López<br />

de Sebastián Lerdo de Tejada véase Barajas, País, 2005, y para los primeros años<br />

del porfiriato véase Gantús, Caricatura, 2010.<br />

7 Knight, Revolución, 1996, p. 822.<br />

8 Otra de las primeras labores de la prensa constitucionalista fue manifestar mediante<br />

editoriales y artículos de fondo los mensajes en los que Carranza buscó<br />

el apoyo de la ciudadanía apelando a la lealtad contra Villa y la Convención.<br />

Véase ibid.<br />

9 Ramírez, “Prensa”, 2006, p. 91.<br />

10 García, Imparcial, 2003, pp. 41-52.<br />

11 Ramírez, “Prensa”, 2006, p. 91.<br />

12 Ibid., p. 92.<br />

13 Lama, Imprenta, 1943, p. 31.<br />

14 Ahí se publicaron El Dictamen (1898 a la fecha), La Opinión, El Pueblo (1914) y<br />

Revista Nacional (1915), entre otros.<br />

15 Ahí se editaron La Gaceta Oficial (1914) y La Musa Bohemia, entre otros.<br />

16 Existen diversos estudios en torno a la historia de este órgano periodístico, entre<br />

estos sobresalen los de Ruiz, Periodismo, 1980; Palacio, “Dispersión”, 2006;<br />

Rashkin, “Hacia”, 2008 y Ramírez, “Prensa”, 2006.<br />

17 Rashkin, “Hacia”, 2008, p. 1.<br />

18 Las cursivas son mías, véase Ramírez, “Prensa”, 2006, p. 92.<br />

19 La escasez de fuentes sólo nos permitió consultar este periódico a partir de noviembre<br />

de 1914 y hasta marzo de 1915, pues todo lo demás, de acuerdo con<br />

nuestra pesquisa en la Hemeroteca Nacional, el agn y la Biblioteca del iihs-uv,<br />

ha desaparecido. Debido a esto tuvimos que recurrir a la información proporcionada<br />

por nuestras fuentes de segunda mano.<br />

20 Ramírez, “Prensa”, 2006, p. 99.<br />

21 Ruiz, Periodismo, 1980, p. 283.<br />

22 Cabe señalar que a partir de diciembre de 1914 la dirección de El Pueblo fue<br />

ocupada por José M. Coellar, quien para mediados de 1915 sería sustituido por<br />

José Ugarte; Antonio Villarreal se hizo cargo de la gerencia, y de la administración<br />

Miguel Langarica. El cuerpo de redacción quedó conformado por Emilio<br />

Balboa, Manuel Carpio, Mario Montoya y Santiago M. Moreno; su corresponsal<br />

viajero fue Manuel Garrido Alfaro y su corrector de pruebas, Mariano S. García.<br />

23 “El C. primer jefe de la revolución expide el primer decreto sobre materia agraria”,<br />

El Pueblo, 4 de enero de 1915.<br />

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24 “Programa de la revolución social encabezada por el C. don Venustiano Carranza”,<br />

El Pueblo, martes 19 de enero de 1915.<br />

25 El Pueblo, 3 de marzo de 1915.<br />

26 “El instinto del pueblo y Venustiano Carranza”, El Pueblo, 11 de diciembre de<br />

1914.<br />

27 “Ni maderistas, ni carrancistas”, El Pueblo, 7 de diciembre de 1914.<br />

28 Ruiz, Periodismo, 1980, pp. 285-286.<br />

29 “Dentro del constitucionalismo”, Revista Nacional, 4 de abril de 1915.<br />

30 “Crónica de la semana”, Revista Nacional, 4 de abril de 1915.<br />

31 “Condiciones”, Revista Nacional, 4 de abril de 1915.<br />

32 “Egoísmo de raza”, Revista Nacional, 4 de abril de 1915.<br />

33 “La revolución constitucionalista”, Revista Nacional, 4 de abril de 1915.<br />

34 “Los fracasados”, Revista Nacional, 25 de abril de 1915.<br />

35 “Al son de la lucha”, Revista Nacional, 25 de abril de 1915.<br />

36 Katz, Guerra, 1985, p. 342.<br />

37 “La labor del periodista honrado”, Revista Nacional, 16 de mayo de 1915.<br />

38 Katz, Pancho, 2000, vol. 2, p. 48.<br />

39 “A nuestros lectores”, Revista Nacional, 25 de julio de 1915.<br />

40 Ruiz, Periodismo, 1980, p. 282.<br />

41 “La lucha ha terminado, empieza la lucha”, Revista Nacional, 25 de julio de 1915.<br />

42 “Manifiesto”, Revista Nacional, 21 de octubre de 1915.<br />

43 “El periodismo revolucionario”, Revista Nacional, 16 de mayo de 1915.<br />

44 Ruiz y Sánchez, Oaxaqueños, 2004, p. 12.<br />

45 González, Fuentes, 1955, p. 99.<br />

46 “La huida de Huerta”, El Pueblo, lunes 15 de noviembre de 1914.<br />

47 Katz, Guerra, 1985, pp. 307-309.<br />

48 “Al pueblo veracruzano”, El Pueblo, 7 de diciembre de 1914.<br />

49 Recordemos que Hermes es una fuerza limitada a un nivel un poco utilitario y<br />

fácilmente corruptible. Véase Pérez-Rioja, Diccionario, 1997, pp. 557-558.<br />

50 Esta panacea está relacionada con el símbolo de las dos serpientes que envuelven<br />

y apuntan con sus lenguas al símbolo de la fortuna de la vara de Hermes.<br />

Véase Pérez-Rioja, Diccionario, 1997, p. 385.<br />

51 Véase Knight, Revolución, 1996, p. 970.<br />

52 “La confederación revolucionaria dirige…”, El Pueblo, 15 de diciembre de 1914.<br />

53 Katz, Guerra, 1985, p. 308.<br />

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La caricatura poLítica en Veracruz M. López<br />

54 Knight, Revolución, 1996, vol. ii, pp. 868-869.<br />

55 Ibid., p. 877.<br />

56 “Reconocimiento del gobierno constitucionalista”, Revista Nacional, 21 de octubre<br />

de 1915.<br />

57 Katz, Guerra, 1985, pp. 344-345.<br />

58 Pérez-Rioja, Diccionario, 1997, pp. 49, 50 y 385.<br />

59 Weeks, Mito, 1977, p. 170.<br />

60 Ibid., p. 106.<br />

heMerografía<br />

El Pueblo, 1914-1915.<br />

Revista Nacional, 1915.<br />

BiBliografía<br />

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Barajas Durán, Rafael, El país de El Ahuizote, México, fce, 2005.<br />

Corzo Ramírez, Ricardo, José González Sierra y David A. Skerritt Gardner, Nunca<br />

un desleal: Cándido Aguilar, México, Editora de Gobierno del Estado de Veracruz,<br />

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Gantús, Fausta, Caricatura y poder político. Crítica, censura y represión en la ciudad<br />

de México, 1876‑1888, México, ColMex/Instituto Mora, 2010.<br />

García, Clara Guadalupe, El Imparcial, primer periódico moderno, México, cehiPo,<br />

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RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

la unión nacional de padres de familia y la<br />

oposición a la polÍtica educativa del estado<br />

revolucionario: 1917-1940<br />

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Marco aurelio Pérez MénDez*<br />

Este ensayo aborda un tema poco tratado por la historiografía: la Unión<br />

Nacional de Padres de Familia (unPf), uno de los grupos de derecha más perdurables<br />

(hasta el día de hoy), católico por inspiración, pero cuya filiación, al<br />

menos en sus inicios, no fue manifiesta, que tuvo como fin principal derogar<br />

o reformar el artículo tercero de la Constitución de 1917, que instauraba la<br />

educación laica, para establecer la libertad de enseñanza con el propósito de<br />

instituir la enseñanza católica en las escuelas públicas y privadas.<br />

Hay que enmarcar el surgimiento de la Unión en un contexto temporal<br />

más amplio, en el conflicto entre el Estado y la Iglesia que tuvo sus orígenes<br />

en el siglo xix como parte del proceso de construcción del Estado laico. En<br />

este conflicto, los liberales se enfrentaron a la Iglesia católica y a los conservadores<br />

para separar ambas potestades, la espiritual y la temporal. Así, se<br />

buscó socavar la hegemonía de la Iglesia y su influencia social. En este sentido,<br />

los liberales mexicanos se propusieron secularizar el Estado y limitar la<br />

religión a la esfera privada. Primero, con los intentos de reforma de Valentín<br />

Gómez Farías en 1833 y posteriormente con la Constitución de 1857 y las<br />

leyes de Reforma, 1 promulgadas en 1859. Esto provocó una dura oposición<br />

del clero y los conservadores, y precipitó la guerra de Reforma, en la cual el<br />

bando liberal saldría vencedor.<br />

Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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En el ámbito de la enseñanza, que fue campo muy importante de la oposición<br />

Estado-Iglesia, si bien la Constitución de 1857 garantizaba la libertad<br />

de enseñanza, se dieron los primeros pasos para secularizarla y eliminar la<br />

educación religiosa de las escuelas públicas por medio de diversos decretos y<br />

reglamentos. 2 Sin embargo, para los liberales y el Estado del siglo xix, la enseñanza<br />

laica ante todo significaba la neutralidad escolar, ya que era suficiente<br />

suprimir la religión en las escuelas para excluir a la Iglesia de la educación y<br />

debilitar su influencia.<br />

El surgimiento de la unPf, en este sentido, puede verse también como<br />

resultado del largo conflicto entre el Estado y la Iglesia. Esta resistió los cambios<br />

lo mejor que pudo y de diversas maneras: ya fuera mediante documentos<br />

pastorales, promoviendo la lucha armada, poniendo en marcha una política<br />

social y promoviendo organizaciones de seglares que fueran combativas y<br />

trabajaran a favor de sus intereses. Y la Unión era una de ellas, pues lucharía<br />

por la libertad de enseñanza. Para esta organización, la libertad de enseñanza<br />

era entendida como la facultad de poder impartir enseñanza religiosa en<br />

las escuelas públicas. En teoría, la unPf se refería a que los padres, independientemente<br />

de su confesión, tenían el derecho a que sus hijos recibieran<br />

aquel tipo de enseñanza; pero de hecho, aunque no lo declaraba de forma<br />

abierta, la libertad de enseñanza para la Unión era la posibilidad de impartir<br />

la religión católica, con exclusión de cualquier otra, ya que argumentaba<br />

que constituía la fe de la mayoría de los mexicanos.<br />

No obstante, también debemos ver a la unPf como el reflejo de la disputa<br />

entre dos proyectos de nación, el revolucionario y el de la Iglesia, y, en<br />

un aspecto coyuntural, como una reacción y una oposición a la Constitución<br />

de 1917. El proyecto revolucionario buscaba inculcar, por medio de la<br />

educación, una ideología y un nacionalismo seculares, para de este modo<br />

crear una mentalidad y una visión del mundo y de la vida libres de prejuicios<br />

religiosos y explicaciones sobrenaturales. En este sentido, la educación era<br />

considerada como la vía idónea para formar ciudadanos leales al Estado y<br />

libres de influencias religiosas. Como bien apunta Alan Knight, el régimen revolucionario,<br />

que se veía a sí mismo como heredero del liberalismo del siglo<br />

xix, buscaba fincar, como también lo deseaba la Iglesia, una hegemonía sobre<br />

bases populares, pero también reformar al pueblo y la cultura. Se trataba de<br />

crear, entonces, un “hombre nuevo”, que fuera trabajador, educado y con<br />

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buenos hábitos, libre de vicios y costumbres retrógradas, que se pensaba eran<br />

consecuencia de la influencia del catolicismo. Así, se pretendía cambiar la<br />

cultura y los hábitos del pueblo, 3 y la educación laica era considerada como<br />

un instrumento clave en el proyecto revolucionario.<br />

Por otra parte, el proyecto católico buscaba establecer un orden social<br />

cristiano, en el que predominara la armonía, el orden y la caridad, en donde<br />

el Estado, confesional y de estructura corporativa, garantizara los derechos de<br />

la Iglesia (por ejemplo, a poseer y administrar bienes) y de los hombres, y las<br />

leyes estuvieran en consonancia con la doctrina católica. Del mismo modo,<br />

el proyecto católico defendía el respeto a la libertad de la Iglesia para llevar<br />

a cabo las tareas que le eran propias, como la evangelización, la difusión<br />

de sus enseñanzas, sus celebraciones y actos de culto, sus obras de mejoramiento<br />

social y de beneficencia, y, por supuesto, sus labores educativas. La<br />

enseñanza también era vista como una herramienta esencial. Era una preocupación<br />

recurrente de la Iglesia y por eso el Episcopado trató con especial<br />

atención el problema de la enseñanza en diversos documentos pastorales.<br />

En su concepción del mundo, no podía existir una educación alejada de la<br />

religión. La Iglesia tenía el derecho inalienable y divino de educar, pues únicamente<br />

mediante sus enseñanzas los humanos podían salvar su alma y los<br />

niños llegarían a ser buenos ciudadanos y hombres de bien. Igualmente, sólo<br />

la educación cristiana podía inculcar la moral adecuada. El deber de la Iglesia<br />

en este rubro se extendía a todos los establecimientos, ya fueran públicos<br />

o particulares, y la instrucción religiosa no debía limitarse al templo, ya que<br />

la escuela era considerada como una extensión de este y del hogar.<br />

Tomando en consideración esta disputa entre dos proyectos de nación,<br />

la Unión emergió como una organización destinada a trabajar y luchar por<br />

el derecho de la Iglesia a educar, lo que sólo sería posible si se suprimía el<br />

laicismo y se conseguía la plena libertad de enseñanza. Por lo tanto, y esto<br />

es la idea rectora de este trabajo, la unPf fue un grupo de presión confesional<br />

consagrado, como hemos dicho, a echar abajo el artículo tercero constitucional,<br />

o reformarlo de acuerdo a sus planteamientos, lo que era su objetivo<br />

primario, pero también para oponerse a la política educativa del Estado revolucionario<br />

en general, lo cual era su objetivo secundario. Siguiendo a Hugh<br />

Campbell, de igual manera podemos considerar a la Unión como un grupo<br />

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Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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de derecha católica, opuesto a la modernidad, en este caso representada por<br />

el laicismo que surgió como una reacción a la revolución mexicana. 4<br />

El objetivo de este trabajo, así, es estudiar el conflicto entre la unPf y el<br />

Estado revolucionario en el periodo 1917-1940, y analizar su actuación en<br />

tres coyunturas importantes: a finales de la década de 1910 como reacción y<br />

oposición al artículo tercero constitucional, y durante la década de los treinta<br />

como opositora sistemática al intento de implantar el laicismo en la enseñanza<br />

particular y a la educación socialista. Asimismo, se busca responder<br />

a las siguientes preguntas: ¿por qué no pudo conseguir su meta de derogar<br />

el artículo tercero a pesar de sus actividades de presión? ¿Por qué logró sobrevivir<br />

tantos decenios cuando otras organizaciones conservadoras desaparecieron?<br />

¿Cuáles eran sus lazos con la jerarquía católica? ¿Cuáles eran sus<br />

métodos de presión y de lucha? A estas interrogantes podemos argumentar<br />

que la unPf no consiguió echar abajo o modificar el artículo tercero por la<br />

renuencia del régimen revolucionario a ceder a las demandas conservadoras<br />

y su determinación de mantener los principios constitucionales y el laicismo<br />

como eje central de su proyecto educativo; así como a la incapacidad de<br />

movilizar de forma eficaz a los padres de familia. La Unión pudo perdurar<br />

tanto tiempo por su capacidad de adaptación, su organización rígida y piramidal,<br />

y un liderazgo y autoridad centralizados. Finalmente, podemos decir<br />

que sus relaciones con la jerarquía eclesiástica fueron muy cercanas, pero no<br />

ostensibles, y en algunos momentos distantes.<br />

el surgimiento de la unpf como una reacción<br />

y una oposición al artÍculo tercero constitucional<br />

Después de la revuelta contra el gobierno ilegítimo de Victoriano Huerta, en<br />

1913, el ejército constitucionalista, encabezado por Venustiano Carranza (el<br />

Primer Jefe), mostró un marcado anticlericalismo. En cuanto a la cuestión de<br />

la intrusión de la Iglesia en la enseñanza, ya desde este periodo los generales<br />

constitucionalistas rechazaban la enseñanza católica y mostraban una abierta<br />

hostilidad a las escuelas confesionales, como el general Antonio Villarreal,<br />

gobernador militar de Nuevo León, el gobernador interino de Michoacán,<br />

el general Alfredo Elizondo, y el general Plutarco Elías Calles, gobernador<br />

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de Sonora. 5 La hostilidad contra la educación católica debe situarse en el<br />

contexto de este anticlericalismo tan extendido entre los constitucionalistas.<br />

Aquel fue motivado por la idea, muy difundida entre ellos, de que el clero y el<br />

Partido Católico Nacional (Pcn) dieron respaldo al gobierno de Huerta (algunos<br />

miembros prominentes del partido participaron en su gobierno, pero fue<br />

más la excepción que la regla), en particular ayuda económica (que fueron<br />

préstamos por lo general obtenidos por la fuerza) y que habían sido parte de<br />

la conspiración para derrocar y asesinar a Francisco I. Madero. Igualmente, se<br />

acusaba a la Iglesia de usar su influencia para poner a la población en contra<br />

de los revolucionarios, lo que no es descartable tampoco, pero que en gran<br />

medida también se dio por los frecuentes actos de rapiña y destrucción de<br />

las tropas carrancistas. Si bien algunos católicos, altos jerarcas eclesiásticos,<br />

clérigos y miembros del Pcn pudieron posiblemente haberse congratulado<br />

con la caída de Madero, esperando que ello llevara a restaurar el orden en<br />

el país, es poco creíble que hubieran participado en la conjura y menos aún<br />

desear su aniquilación; por lo tanto, era injustificado responsabilizar a todos<br />

los miembros de la Iglesia. Así las cosas, sin comprobar del todo las acusaciones<br />

en su contra, los constitucionalistas desataron la persecución (que en<br />

algunos casos llegó al asesinato), la destrucción y profanación de templos.<br />

Finalmente, otro factor que contribuyó al anticlericalismo, era la religiosidad<br />

menos fervorosa de los revolucionarios del norte, hombres de frontera pragmáticos<br />

que llevaban una vida, por así decirlo, más laica. Esto fue propiciado<br />

por la débil presencia y menor influencia del catolicismo en esa región desde<br />

tiempos históricos y por la influencia estadunidense.<br />

Tiempo después, el debate del artículo tercero fue uno de los más acalorados<br />

y largos del Congreso Constituyente de Querétaro (1916); y el proyecto<br />

del artículo tercero del Primer Jefe, moderado y que daba cierta libertad a los<br />

católicos, fue desechado en favor de la propuesta de la Comisión de puntos<br />

constitucionales, dirigida por el diputado Francisco J. Mújica, de tendencias<br />

radicales, que hizo evidente su oposición al catolicismo en sus discursos.<br />

Así, a pesar de la oposición y los alegatos de los diputados liberales, el ala<br />

radical del Constituyente se impuso.<br />

El anticlericalismo de los constituyentes como Mújica, que tenía sus<br />

raíces en el siglo xix, también se explica por el hecho de que se veían a sí<br />

mismos como herederos de los liberales forjados en la difícil lucha contra<br />

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Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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la Iglesia y los conservadores. Igualmente, el encono contra el clero, acumulado<br />

al calor de la guerra contra Huerta, aún estaba muy presente en<br />

el Congreso. A esto también contribuyó la experiencia del porfiriato, pues<br />

muchos revolucionarios vieron en la política de conciliación con la Iglesia<br />

una componenda y una claudicación de los principios del liberalismo. Por<br />

consiguiente, los artículos referentes a la religión fueron más severos que<br />

los de la Constitución de 1857 y tenían como objeto someterla a un estricto<br />

control por parte del Estado, propósito que ya se entreveía desde la época<br />

de la guerra de Reforma. De esta manera, el anticlericalismo revolucionario<br />

resultó más fuerte e intolerante.<br />

El artículo aprobado por los constituyentes garantizaba, en teoría, la<br />

libertad de enseñanza, pero imponía el laicismo en las primarias públicas<br />

y privadas; asimismo prohibía que las corporaciones religiosas y los clérigos<br />

establecieran y dirigieran escuelas, y los planteles particulares sólo podían<br />

establecerse si se sujetaban a la vigilancia oficial. La Constitución fue<br />

promulgada el 5 de febrero de 1917, y la reacción católica ante el artículo<br />

tercero y las protestas contra este no tardaron en aparecer. El rechazo de<br />

los jerarcas católicos contra la Carta Magna puede considerarse uno de los<br />

fundamentos de la existencia de la unPf y una de sus fuentes principales de<br />

inspiración. Al respecto, sobre el artículo tercero constitucional los prelados<br />

del país decían:<br />

Así, pues, por una parte se restringe la libertad de enseñanza, toda vez<br />

que se prohíbe la instrucción religiosa aún en las escuelas privadas; por<br />

otra, se coarta en los sacerdotes la que todo hombre tiene de enseñar, y<br />

por último, se ataca el derecho de los padres de familia a educar a sus<br />

hijos según su conciencia y su religión, puesto que se les obliga a que<br />

estos reciban enseñanza laica, es decir, positivamente irreligiosa, como<br />

lo expresó la Comisión dictaminadora. No podemos callar ante tantos<br />

atentados; ciudadanos mexicanos y jefes de la religión de la mayoría de<br />

nuestros compatriotas, la conciencia nos obliga a protestar y protestamos<br />

contra la violación que en estos artículos se hace de tan caros derechos. 6<br />

Por otra parte, surgieron organizaciones inspiradas en el catolicismo<br />

social, estimulado por la encíclica Rerum Novarum (1891) de León XIII, que<br />

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conminaba a la participación y al activismo social, cívico y político de los<br />

católicos y pretendía dar una solución a los problemas de la sociedad. De<br />

esta manera, la aparición y acción de la unPf pueden inscribirse en la doctrina<br />

social de la Iglesia. Esta encíclica era considerada por aquella como una<br />

de sus más grandes inspiraciones. 7 El documento papal señalaba que la familia<br />

era la sociedad verdadera, anterior a cualquier Estado, y que existía antes<br />

que la sociedad civil, por lo que sus derechos eran anteriores a los de esta.<br />

Además, rechazaba la intromisión estatal en el núcleo familiar, en particular<br />

la referida a la patria potestad (que llevaba implícito el derecho de los padres<br />

a decidir el tipo de educación para sus hijos). 8<br />

De esta manera, León XIII propuso el catolicismo social como una alternativa<br />

frente al liberalismo y el socialismo, con el objetivo de recuperar<br />

los espacios que el primero le había cerrado durante la Reforma en México.<br />

Este proyecto pretendía recuperar la influencia de la Iglesia, enfrentar las<br />

amenazas, restaurar el Estado sobre valores católicos y establecer un orden<br />

social cristiano. 9<br />

Otro documento pontificio importante fue la encíclica Divini Illius Ma‑<br />

gistri (31 de diciembre de 1929). La encíclica señalaba que no podía existir<br />

educación verdadera que estuviera disociada de la religión católica y la meta<br />

de la salvación; confirmaba la supremacía de la Iglesia, por orden sobrenatural,<br />

y la preeminencia de los derechos naturales de la familia sobre el Estado,<br />

que sólo tenía una función supletoria. Además, reiteraba la prohibición de que<br />

los padres de familia católicos enviaran a sus hijos a escuelas laicas y mixtas. 10<br />

Otra de las fuentes de inspiración de la unPf fue la encíclica Quanta<br />

Cura y el Syllabus (ambos de 1864), que condenaban el laicismo en nombre<br />

de las buenas costumbres y la moral. Los enemigos de la Iglesia, decía el documento,<br />

inculcaban la impiedad y buscaban eliminar las enseñanzas de la<br />

Iglesia para depravar a la niñez y la juventud con errores nocivos. Era evidente<br />

que el papa se refería aquí a la educación laica que era considerada uno<br />

de los principales errores modernos (junto con el liberalismo). Igualmente, el<br />

pontífice censuraba la idea de que las escuelas estuvieran disociadas de la fe<br />

católica y la autoridad de la Iglesia, y se lamentaba de que no se reconociera<br />

a la Iglesia el derecho de influir en los planes de estudio ni en la elección y<br />

aprobación de los profesores. 11<br />

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Los cuatro documentos anteriores, por lo tanto, transmitieron a la unPf<br />

la inspiración para luchar por la libertad de enseñanza y rechazar las doctrinas<br />

“ateas y erróneas”, en particular el socialismo y el liberalismo, que<br />

buscaban desterrar el catolicismo del país y apoderarse del alma y la mente<br />

de los niños por medio de la “impía” escuela laica. La postura de la Iglesia<br />

se hizo más beligerante contra la Constitución de 1917, ya que no estaba<br />

dispuesta a ver restringida su influencia en la educación, por lo que sumó<br />

fuerzas con sus fieles y fortaleció sus agrupaciones. La unPf surgió en el<br />

contexto de las protestas contra el artículo tercero. Fue el primer grupo de<br />

presión confesional que actuó en el campo de la enseñanza, fundado para<br />

luchar por la libertad de enseñanza y contra el laicismo, para instaurar la<br />

instrucción católica en las escuelas públicas. Esto tenía su razón de ser en<br />

que los católicos no tenían recursos para hacerse cargo de la educación en<br />

el país, por lo que era preciso presionar de alguna forma al Estado para que<br />

la enseñanza perdiera su carácter laico.<br />

La unPf fue fundada el 27 de abril de 1917 en la ciudad de México<br />

por un grupo de abogados e ingenieros católicos de clase media y alta.<br />

Estos militantes católicos habían sido los principales autores de la “Protesta<br />

de la sociedad mexicana contra la violación de la libertad de enseñanza”,<br />

presentada en diciembre de 1916, dos meses antes de la promulgación<br />

de la Constitución, la cual fue ignorada por el Congreso y Carranza.<br />

Los miembros fundadores que firmaron el acta de constitución de la agrupación<br />

y sus estatutos varios habían sido militantes del Partido Católico<br />

Nacional y miembros de los Caballeros de Colón. 12 Esto muestra que<br />

eran gente comprometida con la causa del catolicismo y con una destacada<br />

trayectoria de militancia, conocedores de los problemas que los católicos<br />

y la Iglesia habían tenido con el régimen revolucionario. El primer<br />

nombre del grupo fue Asociación Nacional de Padres de Familia (anPf) y<br />

se definía como “una organización que defendiera los derechos de los padres<br />

y deberes de los padres de familia que se percibían en peligro ante<br />

el espíritu jacobino que predominó durante los debates de la Constitución<br />

de 1917 y que atentaban contra la libertad religiosa y de educación”. 13<br />

Pasando a otra cuestión, se puede decir que la Unión fue establecida<br />

con el asentimiento y beneplácito, y muy probable iniciativa, de la Iglesia<br />

católica. Estaba, así, concebida como una organización de legos y de tipo<br />

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paraeclesial, que se constituyó en asociación civil que reconocía “obediencia<br />

absoluta a las autoridades eclesiásticas”, con quienes mantuvo ligas muy<br />

estrechas aunque no manifiestas. 14<br />

Si la Unión se oponía al supuesto monopolio educativo estatal, era muy<br />

posible que lo hiciera con la intención de que en un futuro la religión católica<br />

predominara en la enseñanza, excluyendo a otras confesiones. En este<br />

sentido, con base en el derecho natural, la unPf consideraba que la ley natural,<br />

la ley divina, que se expresaba en la doctrina católica y sus preceptos, era<br />

superior y debía prevalecer sobre la ley positiva, la de los hombres, además<br />

de que era anterior al Estado y el cimiento de la sociedad. Por otra parte, la<br />

Unión veía en el laicismo la mayor amenaza a la formación intelectual, espiritual<br />

y moral de los niños, pues fomentaba el sentimiento antirreligioso y<br />

envilecía su alma, haciéndolos seres perversos, ya que la falta de valores cristianos<br />

los haría receptivos a ideas contrarias a la moral católica. 15 Algunos<br />

miembros de la unPf opinaban que con la imposición del laicismo se había<br />

expulsado a Dios de la vida pública, con lo cual se acababa con toda moral<br />

posible. El laicismo se identificaba con el racionalismo, que, según la Unión,<br />

normaba la educación, lo que iba en contra de la libertad de conciencia y<br />

era un intento de instaurar la irreligiosidad del Estado. La filosofía del laicismo<br />

se sustentaba en la negación de lo sobrenatural, de la revelación y de la<br />

autoridad espiritual de la Iglesia. De esta manera, el laicismo se apoderaba<br />

de la neutralidad usándola como arma contra la religión y para no permitir<br />

que la Iglesia cumpliera con su misión espiritual. 16<br />

Los estatutos de 1917 definían los motivos de la fundación de la unPf. En<br />

los considerandos se reivindicaba el derecho natural de los padres a educar y<br />

la obligación de inculcarles valores cristianos y buenas costumbres, pues ello<br />

era la base del orden público y el bienestar familiar. Para ejercer tal derecho,<br />

los padres podían hacer uso, paradójicamente, de la misma Constitución de<br />

1917, que otorgaba la libertad de enseñanza, la libertad de cultos y prohibía<br />

al Congreso legislar para proscribir religión alguna. Asimismo, daba a los padres<br />

el derecho de petición y el juicio de amparo para poder modificar las<br />

leyes que restringían la libertad de enseñanza. Los objetivos de la Unión eran<br />

evitar la antirreligiosidad, la violación de la neutralidad escolar establecida<br />

por el artículo tercero, las intromisiones ilegales en los colegios privados y el<br />

sectarismo en las escuelas públicas; aparte de vigilar la moralidad de la edu-<br />

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cación y el buen desempeño de los profesores. Otro punto a destacar era que<br />

la organización defendía los medios legales y pacíficos para abolir o rectificar<br />

las leyes que oprimían los derechos de los padres. En otra parte del estatuto se<br />

mencionaba que la asociación se organizaría en forma piramidal y centralizada,<br />

con centros municipales, centros estatales y un centro nacional ubicado<br />

en la ciudad de México, que sería rector de las labores de la agrupación y<br />

dirigiría su acción general. En cuanto a los socios, podían serlo los jefes de<br />

familia de “reconocida moralidad”, fueran hombres o mujeres. 17<br />

De esta manera, la unPf iniciaba su largo camino. Puede ser que uno de<br />

los factores de su permanencia, al menos hasta los años cuarenta, haya sido<br />

la adopción de una organización centralizada y con una autoridad fuerte<br />

en la capital del país, que evitaba la dispersión de los centros municipales<br />

y estatales y de los socios. Pero no disponemos de datos para establecer el<br />

ritmo de su expansión, que debió haber sido lenta y gradual. Además vemos<br />

que en sus estatutos la Unión se presentó desde su aparición como una organización<br />

civil, establecida por ciudadanos conscientes de sus derechos<br />

y obligaciones, preocupados por la educación de sus hijos, cuidándose de<br />

no hacer patente su carácter confesional y sus vínculos con el clero. No se<br />

hacía ninguna alusión a la religión ni a la Iglesia y su jerarquía, y había una<br />

vaga referencia a la doctrina católica, al apelar a los derechos naturales para<br />

justificar la lucha por la libertad de enseñanza. El motivo más plausible para<br />

que la unPf no se presentara abiertamente como asociación católica era el<br />

anticlericalismo que predominaba en la época revolucionaria, y porque la<br />

recién promulgada Constitución prohibía las organizaciones con nombres<br />

que tuvieran connotaciones religiosas. Según Ramón Sánchez Medal, presidente<br />

de la agrupación a principios de los años sesenta, otra razón para ello<br />

era que las acciones y determinaciones que esta tomara ante las autoridades<br />

comprometerían la responsabilidad de la jerarquía católica o imposibilitaría<br />

que la Unión misma actuara con independencia en el ejercicio de sus<br />

derechos. Esto indica que la organización tomó distancia de la jerarquía,<br />

pero, como admitía Sánchez Medal, se guiaba por los principios del derecho<br />

natural aceptados por la Iglesia. Eran tareas sujetas, continuaba este autor,<br />

al magisterio de esta, pero no obras apostólicas, cuyas acciones pudieran<br />

imputarse y comprometer a la jerarquía eclesiástica. 18<br />

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La Unión nacionaL de Padres de FamiLia M. A. Pérez<br />

la unpf y la laicización de la enseñanza particular<br />

Después de los arreglos de 1929, que pusieron término a la guerra cristera<br />

(1926-1929), el enfrentamiento Estado-Iglesia continuó en el ámbito de la<br />

educación. El gobierno mexicano no cedió en sus intentos por limitar la influencia<br />

de la Iglesia y expulsarla del sistema de enseñanza básica, por lo que<br />

efectuó una campaña de “desfanatización”, uno de cuyos ejes principales era<br />

la escuela. Narciso Bassols, abogado de propensiones marxistas, fue nombrado<br />

por Pascual Ortiz Rubio el titular de la Secretaría de Educación Pública<br />

(seP). Con él, el anticlericalismo tomó nuevos bríos en la educación. Así, “la<br />

educación confesional sería motivo de una intensa lucha; la laicización de<br />

la misma, uno de sus objetivos primordiales”. 19 El objetivo de Bassols era<br />

someter a la educación privada, primaria y secundaria, cuyos reglamentos de<br />

incorporación expedidos en 1926 dejaban un resquicio para la intromisión<br />

del clero católico y la enseñanza confesional. 20<br />

El papel de la unPf como grupo de presión confesional comienza a<br />

revelarse de manera más nítida a principios de la década de 1930, cuando<br />

tomó la iniciativa contra la laicización de las primarias y secundarias católicas<br />

y se mostró como defensora de la educación privada. De esta forma,<br />

la Unión aparece mandando peticiones al gobierno para modificar los reglamentos<br />

y rebatiendo por medio de memoriales y otros documentos los<br />

argumentos del gobierno a favor de su política educativa.<br />

El primer objetivo de Bassols fue acabar con el gran número de escuelas<br />

secundarias particulares que el decreto de Calles había dejado de<br />

lado, pues la rápida expansión de aquellas en los años veinte era un desafío<br />

a sus planes de fomentar la educación laica. Igualmente, el secretario de<br />

educación se propuso quitar el control de las secundarias a la Iglesia, para<br />

obtener “así, en el nivel superior, la unidad ideológica”. 21 Y su principal instrumento<br />

para ello sería el decreto revisado de incorporación para escuelas<br />

secundarias privadas del 29 de diciembre de 1931, que reformaba el de<br />

1926. De esta manera, este reglamento contenía disposiciones más severas<br />

para restringir el funcionamiento de las escuelas secundarias confesionales<br />

y limitar la validez de los estudios hechos en ellas. 22 En los hechos, al no ser<br />

reconocidos oficialmente los estudios hechos en este tipo de escuelas, los<br />

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alumnos tendrían que migrar a las secundarias públicas o a las incorporadas<br />

que eran laicas, provocando el cierre de las religiosas.<br />

La respuesta de la jerarquía católica al decreto no se hizo esperar. Mediante<br />

una instrucción pastoral (enero de 1932) dirigida a los padres de familia,<br />

Pascual Díaz, arzobispo de México, les ordenaba que no enviaran a<br />

sus hijos a las secundarias laicas y les recordaba su obligación de procurar<br />

la educación cristiana de sus hijos; a los maestros católicos, como representantes<br />

de los padres, les encomendaba ser coadyuvantes en esa empresa. 23<br />

En cuanto se tuvo conocimiento de la nueva política escolar contenida<br />

en el Reglamento de Escuelas Secundarias en el Distrito Federal, el Comité<br />

Nacional de la unPf sostuvo reuniones con los directores de las principales<br />

escuelas secundarias y con los padres de los alumnos. La resolución fue<br />

hacer una protesta ante el presidente de la república, y se pidió a los padres<br />

de familia que apoyaran el amparo que pensaban solicitar los directores de<br />

los colegios. Por último, Edelmiro Traslosheros, presidente de la organización,<br />

se lamentaba de las difíciles condiciones económicas y de organización<br />

que hacían que “nuestra obra camine lentamente, muy a pesar de los buenos<br />

deseos de los miembros del Comité”. 24<br />

El Reglamento de Escuelas Secundarias particulares recibió, como se<br />

preveía, el rechazo de la unPf, que en un largo memorial expuso su protesta,<br />

considerándolo inconstitucional; y argumentó, desde el punto de vista jurídico,<br />

educativo, moral y religioso, la inviabilidad del mismo. La Unión pedía<br />

a Bassols que reflexionara el contenido del memorial y lo sometiera a consideración<br />

del presidente Ortiz Rubio, para que este dispusiera la suspensión<br />

del Reglamento. 25<br />

Mientras tanto, el Comité Nacional de la unPf, en vista de los problemas<br />

causados por el decreto y la nueva política escolar de la seP, se planteó<br />

intensificar sus acciones, organizando sus comisiones técnica, jurídica y de<br />

propaganda, y exhortando a los centros estatales ya instalados a que hicieran<br />

lo mismo. Poco después, con la aprobación del arzobispo de México,<br />

ya habían quedado constituidas las comisiones técnica y jurídica, “que se<br />

encargarían del estudio y tramitación de los asuntos que se relacionan con<br />

los fines de la Unión”. 26<br />

Como era previsible, a pesar de los argumentos de la unPf, la seP no<br />

accedió a suspender el decreto. El secretario de Educación rechazó el ocurso<br />

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de enero de 1932 de la organización y le comunicó que el Reglamento seguiría<br />

en pie pese a sus objeciones. 27<br />

Otro importante objetivo de Bassols fue la laicización de la enseñanza<br />

primaria particular. De acuerdo con el artículo tercero constitucional era<br />

obligatorio el laicismo absoluto en estas escuelas, pero el Reglamento de<br />

Primarias Particulares del 22 de julio de 1926 no prohibía a los clérigos desempeñarse<br />

como docentes en los planteles incorporados, aunque sus directivos<br />

no podían ser clérigos. 28 Entonces, Ortiz Rubio expidió el Reglamento<br />

para Escuelas Primarias Particulares del 19 de abril de 1932, como parte de<br />

la campaña del gobierno para expulsar al clero del sistema educativo. El<br />

Reglamento disponía que las escuelas primarias particulares únicamente pudieran<br />

funcionar con autorización del presidente de la república, expedida<br />

por medio de la seP, y sujetándose al citado Reglamento. Las escuelas funcionarían<br />

libremente, pero tenían que impartir de manera obligatoria educación<br />

laica y no podían recibir fondos de corporaciones religiosas. Para que los<br />

estudios hechos y los certificados tuvieran validez oficial, las escuelas debían<br />

estar incorporadas a la seP; la incorporación era otorgada si se cumplía con<br />

los requisitos del Reglamento y se seguían los planes de estudio, métodos de<br />

enseñanza y libros de texto de las escuelas oficiales. 29<br />

Era claro que la prohibición de que los sacerdotes fueran docentes en<br />

las primarias particulares provocaría una fuerte oposición de la derecha católica.<br />

Como respuesta, la unPf envió un memorial al presidente Ortiz Rubio,<br />

basándose en el derecho de petición que otorgaba el artículo 8º constitucional.<br />

Le hacían ver los males del Reglamento y confiaban en que recapacitaría<br />

y daría marcha atrás. Según la Unión, el Reglamento tenía varias extralimitaciones<br />

que contravenían su texto y espíritu. 30<br />

No se hizo esperar la respuesta del gobierno al memorial de la unPf. En<br />

un extenso documento, Bassols, por acuerdo del presidente de la república,<br />

replicó con detalle y de manera firme las extralimitaciones que argumentaba<br />

la organización. 31 Esta no tardó en reaccionar ante la respuesta del gobierno<br />

y volvió a encenderse la polémica. Mediante un largo alegato, lleno de retórica<br />

jurídica, cuestionó a su vez las aseveraciones del secretario. 32<br />

Bassols no se quedó cruzado de brazos ante este ocurso de la unPf<br />

y volvió a la carga. En unas declaraciones hechas el 28 de julio de 1932,<br />

mencionaba que los católicos inconformes con el Reglamento únicamente<br />

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repetían los argumentos que ya habían presentado al gobierno. Asimismo,<br />

decía a los católicos que era inútil que el presidente y su gobierno dieran<br />

marcha atrás con el Reglamento. Bassols decía, a modo de reto, que el gobierno<br />

estaba seguro de la legalidad del Reglamento y que no se negaría a<br />

que la Suprema Corte estudiara y resolviera si el Reglamento debía aplicarse<br />

o no. Por lo que si la unPf consideraba que era ilegal desde el principio tenía<br />

a su disposición el juicio de amparo. El secretario subrayaba que no era<br />

posible que el ejecutivo dejara de intervenir en la educación primaria para<br />

hacer cumplir la Constitución “sólo porque un grupo de particulares que no<br />

acude a los recursos de la ley, busca a todo trance los medios para frustrar la<br />

aplicación efectiva del sistema del laicismo absoluto”. 33<br />

Por otro lado, Bassols denunciaba, con el aval del presidente Ortiz Rubio,<br />

que la seP tenía conocimiento de que “pequeños grupos de personas de reconocida<br />

filiación clerical” recorrían las escuelas primarias particulares de la<br />

capital, reuniendo a los padres de familia para pedirles que se agruparan para<br />

defender a sus hijos de las maquinaciones de la Secretaría. No había duda de<br />

que el grupo al que aludía el secretario era la unPf. A causa de la disposición<br />

de establecer servicios médicos en las escuelas particulares, se empezaron a<br />

difundir rumores de que se quería introducir la inmoralidad en las escuelas y<br />

realizar inspecciones médicas que atentaban contra el pudor, a la par de que<br />

el gobierno intentaba promover conferencias sobre temas sexuales y propaganda<br />

antirreligiosa en los planteles particulares. De esta manera, Bassols expresaba:<br />

“algunos padres de familia que han sido sorprendidos por los líderes<br />

clericales, han acudido a la presidencia de la república alarmados con esos<br />

rumores […], desorientando a la ciudad mediante esa campaña insidiosa”. La<br />

seP declaraba que los individuos católicos querían impedir a cualquier precio<br />

la aplicación del artículo tercero y habían iniciado una campaña para frenar<br />

la “eliminación de la influencia y recursos del clero” en las primarias particulares,<br />

34 campaña que tenía a la unPf como su más visible promotora.<br />

La Secretaría consideraba que como el plazo que marcaba el Reglamento<br />

para que las escuelas particulares acataran sus disposiciones estaba<br />

por vencer, los instigadores de las protestas contra el Reglamento estaban<br />

agitando a los padres de familia mediante peligros imaginarios, con objeto<br />

de que apoyaran “la resistencia que los clericales organizan y dirigen”. Así,<br />

decía Bassols, estos individuos intransigentes buscaban frustrar la finalidad<br />

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del Reglamento y “convencidos de que no pueden alcanzar el éxito, buscan<br />

desfigurar el alcance de la vigilancia oficial que garantizaba la higiene y la<br />

buena organización pedagógica de las escuelas particulares, atribuyéndole<br />

tendencias de inmoralidad que sólo existen en la imaginación de los directores<br />

de la Unión Nacional de Padres de Familia”. 35<br />

La unPf contestó rápidamente a Bassols. La primera invocaba el artículo<br />

tercero que rectamente interpretado, según ella, reconocía los derechos naturales.<br />

Señalaba que el secretario se equivocaba cuando decía que la labor<br />

de la unPf era dolosa y buscaba engañar a los padres de familia, cuando<br />

sólo se circunscribía a ejercer legítimamente un derecho natural. Por otro<br />

lado, era un hecho público, afirmaba la Unión, que en las escuelas se había<br />

iniciado una campaña de “desfanatización e higiene sexual”, que era inmoral<br />

y antirreligiosa. Así pues, el gobierno, y no los padres de familia, había<br />

iniciado el conflicto con sus reglamentos antirreligiosos. La organización<br />

aseguraba que, en el marco de la ley, lucharía por reconquistar la libertad<br />

de enseñanza, ignorando las opiniones personales del secretario si estas se<br />

oponían a los derechos de los padres. 36<br />

En una carta enviada por Edelmiro Traslosheros y Francisco Arrieta Vizcaíno,<br />

presidente y secretario de la unPf, respectivamente, la organización<br />

consideraba que la respuesta de Bassols no tenía fundamentos jurídicos, por<br />

lo que solicitaban al ejecutivo que examinara personalmente el asunto, y si<br />

sus ocupaciones no se lo permitían, turnara su análisis a alguna reconocida<br />

institución de abogados de la capital, que con criterio imparcial, pensaba la<br />

Unión, concluiría que la razón y la justicia estaban de su lado. Negaba que<br />

buscara oponerse al gobierno, ya que era ajena a la política y solamente quería<br />

que no persistieran las extralimitaciones del Reglamento que endurecían<br />

las disposiciones del artículo tercero. Por tanto, aspiraba a que no se agravaran<br />

las limitaciones a la libertad de enseñanza con un reglamento que invadía<br />

las facultades del poder legislativo, lo cual implicaba faltarle al respeto<br />

a la Constitución y lesionar los derechos de los padres de familia, “hiriendo<br />

los sentimientos más profundos como son los del amor paternal”. Entonces,<br />

confiando en el criterio recto y espíritu liberal del mandatario, la unPf pedía<br />

que fuera atendida su petición. 37<br />

Ante la insistencia de la organización, el secretario particular del presidente<br />

Ortiz Rubio comunicó a la unPf, por medio de un telegrama, que<br />

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por instrucciones del ejecutivo se había enviado a la Comisión Jurídica del<br />

poder ejecutivo el memorial enviado al presidente el 15 de mayo de 1932,<br />

y los demás documentos que estaban en manos de la seP, para su estudio, a<br />

fin de emitir el dictamen correspondiente sobre la cuestión del Reglamento.<br />

38 La Unión se congratuló por la decisión del presidente y le expresó que<br />

esperaba la suspensión del Reglamento hasta que se dictara una resolución<br />

final sobre el asunto. 39<br />

Sin embargo, para la unPf, la enérgica respuesta de Ortiz Rubio no<br />

pudo ser más desafortunada. El presidente expresó a la agrupación que había<br />

“interpretado torcidamente el sentido del telegrama que le giró la Secretaría<br />

Particular”. Reafirmaba que el gobierno en su conjunto apoyaba la expedición<br />

y aplicación de la ley impugnada por la Unión. Lo cual significaba que<br />

no suspendería el Reglamento. Finalmente, Ortiz Rubio decía a la Unión<br />

que, si lo deseaba, podía promover el juicio de garantías ante la Suprema<br />

Corte de Justicia para objetar la reglamentación. 40 Así terminaba esta etapa<br />

en el largo conflicto entre el gobierno posrevolucionario y la unPf.<br />

De esta batalla epistolar entre la Unión y la seP podemos concluir que<br />

cualesquiera que hayan sido los argumentos de la primera, el Estado no cedería<br />

en su empeño por expulsar a la Iglesia de un campo tan estratégico como<br />

la educación básica; así, la imposición del laicismo era clave para limitar la<br />

influencia del clero en la sociedad. Y, como bien anota Britton, al tapar los<br />

resquicios legales que permitían a los clérigos enseñar en las primarias particulares,<br />

la seP encontró una resistencia más fuerte de los padres de familia<br />

católicos, 41 que a final de cuentas no pudieron revertir los reglamentos. Por<br />

último, podemos explicar que la oposición católica al Reglamento de Escuelas<br />

Primarias fue más fuerte que en el caso de las escuelas secundarias debido<br />

a que las primeras eran más numerosas, aparte de que la enseñanza primaria<br />

era obligatoria y la secundaria no.<br />

la unpf y la educación socialista<br />

La educación socialista, que tenía sus antecedentes en la educación racionalista<br />

de la década de los veinte, fue adoptada en la convención del Partido<br />

Nacional Revolucionario (Pnr) de diciembre de 1933 e incluida en el plan<br />

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sexenal que debía llevarse a cabo en la próxima administración por iniciativa<br />

del sector izquierdista del partido. En la convención se dijo que la libertad<br />

de enseñanza debía entenderse como la facultad concedida a una persona<br />

para dar educación, siempre y cuando cumpliera los requisitos que señalaban<br />

las leyes. Y se especificaba: “la escuela primaria, además de excluir toda<br />

enseñanza religiosa, proporcionará respuesta verdadera científica y racional,<br />

a todas y cada una de las cuestiones que deben ser resueltas en el espíritu<br />

de los educandos para formularles un concepto exacto y positivo del mundo<br />

que los rodea y de la sociedad en que viven, ya que de otra suerte la escuela<br />

no cumplirá su misión social”. 42<br />

Esto causó alarma entre el clero y los grupos conservadores, quienes<br />

pensaron que se trataba del inicio de la implantación del comunismo en México<br />

y que significaba un ataque directo contra la religión católica. Como<br />

bien dice Victoria Lerner, la educación socialista lastimaba los intereses y<br />

principios del clero y de los grupos derechistas. La nueva orientación limitaría<br />

su margen de maniobra en la educación y sería más difícil inculcar el catolicismo<br />

en las escuelas privadas. 43 El ambiente de por sí ya era tenso por las<br />

difíciles relaciones entre el Estado y la Iglesia, que consideraba que el anticlericalismo<br />

y la persecución religiosa habían empeorado aún más que durante<br />

la guerra cristera. Esto causó un segundo levantamiento cristero, aunque de<br />

proporciones menores, en regiones rurales del Bajío entre 1934 y 1938.<br />

El 30 de abril de 1934, el arzobispo de México, ante el proyecto de<br />

reforma del artículo tercero para establecer la educación socialista, decía<br />

que el socialismo era enemigo de la religión católica y contenía muchas<br />

herejías. De este modo, daba una serie de “direcciones prácticas”. En primer<br />

lugar, todos los católicos, padres de familia y maestros estaban obligados a<br />

oponerse por todos los medios legales a la educación socialista. 44 Hay que<br />

decir que en los hechos, el arzobispo Pascual Díaz, al llamar a los padres<br />

a retirar a sus hijos de las escuelas, estaba incitando a la huelga escolar. En<br />

apoyo a las instrucciones de Díaz y Barreto, la unPf divulgó un volante que<br />

contenía parte de las mismas (además de la condena que hacía el delegado<br />

apostólico de la educación socialista) y en el cual decretaba la huelga para<br />

el 1 de enero de 1935. 45<br />

El contexto de la reforma del artículo tercero fue la continuación de la<br />

política antirreligiosa que el gobierno había seguido en la educación desde<br />

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1926, en consonancia con el anticlericalismo revolucionario que se remontaba<br />

desde el año 1913. Fue una campaña gradual, pero consistente, que<br />

tenía como objetivo eliminar la influencia del clero católico en la enseñanza.<br />

Así, la educación socialista puede verse también como la culminación de<br />

este proceso, pero también como una maniobra del gobierno para irritar a la<br />

Iglesia y a los conservadores. Igualmente, fue un proyecto de los radicales en<br />

el Congreso. Los radicales querían sustituir el laicismo, insuficiente para ellos<br />

porque no combatía el error, la superstición y los dogmas religiosos, por una<br />

educación que desterrara definitivamente el catolicismo de la mente de los<br />

niños y formara ciudadanos con una visión materialista y racional del mundo<br />

sustentada en el conocimiento científico. Si antes el enfoque antirreligioso<br />

no estaba presente de manera explícita en la ley constitucional, ahora sí se<br />

hacía claramente presente. Pero hay que hacer una acotación, si bien la educación<br />

socialista en un principio fue pensada como una medida anticlerical,<br />

no es menos cierto que durante el cardenismo debe ser vista también como<br />

parte de un programa de reformas sociales, en donde la enseñanza fue considerada<br />

como un elemento de cambio social muy importante.<br />

Es en esta etapa donde la unPf intensifica su actuación como grupo de<br />

presión, destacándose como una de las organizaciones más activas y combativas:<br />

organizando manifestaciones, publicando memoriales y comunicados<br />

en la prensa, difundiendo panfletos y volantes, elaborando dictámenes<br />

jurídicos para mostrar la inconstitucionalidad de la reforma al artículo tercero;<br />

todo con el propósito de echar abajo la enseñanza socialista. Sin embargo,<br />

a pesar de la oposición católica, la reforma del artículo tercero fue aprobada<br />

por el Congreso de la Unión en octubre de 1934, con el respaldo de<br />

Calles y del presidente Lázaro Cárdenas, y promulgada en diciembre de ese<br />

mismo año. El nuevo texto del artículo no definía el socialismo que debía<br />

instituirse en las escuelas. Esto era así porque nunca existió un programa<br />

concreto que guiara a los maestros. Lo que se entendía por socialismo era<br />

inculcar en los alumnos el sentido de solidaridad, de justicia social y una<br />

preocupación por su comunidad y sus necesidades, así como por sus semejantes.<br />

Tampoco era radical en cuanto a que significaba la imposición del<br />

odiado comunismo, como decían los grupos conservadores. Más que nada,<br />

lo que despertó el temor y los recelos de estos grupos y algunos sectores del<br />

pueblo, fue el discurso radical y la demagogia de muchos funcionarios car-<br />

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denistas. Lo que sí se buscaba con el nuevo texto era hacer más estricto el<br />

laicismo y cerrarle de una vez por todas las puertas de la educación al clero.<br />

Como bien señala Campbell, lo que alarmó a la Iglesia fue la eliminación de<br />

todo contenido religioso de la educación y que se iba a formar a los niños,<br />

los futuros ciudadanos, al margen de la doctrina y dogmas católicos. 46 En<br />

ese sentido, sí era radical el artículo. Se pensaba que el artículo reformado<br />

sería el instrumento para arrebatarle definitivamente el control ideológico<br />

de la niñez y la juventud a la Iglesia. Y lo que era más importante, la reforma<br />

limitaba con mucha mayor energía la educación privada.<br />

Por otra parte, como bien apunta Lerner, ante la reforma consumada del<br />

artículo tercero, el clero no tuvo más remedio que seguir atacando la educación<br />

socialista por medio de pastorales e instrucciones. 47 Así, tenemos las<br />

del 16 de enero, 16 de julio y 21 de noviembre, las tres de 1935, la del 12 de<br />

enero de 1936 y la del 12 de mayo de 1937. Todas condenaban severamente<br />

la enseñanza socialista y advertían a los padres que era pecado enviar a sus<br />

hijos a las escuelas del gobierno, y a los profesores católicos se les apercibía<br />

a no impartirla.<br />

En una instrucción del 12 de diciembre de 1934, Leopoldo Ruiz, delegado<br />

apostólico y arzobispo de Morelia, la condenaba enérgicamente, a la<br />

vez que fustigaba a la Constitución. 48 La respuesta de Ignacio García Téllez,<br />

secretario de Educación, a la instrucción fue clara y firme. Denunciaba que<br />

el clero católico mexicano estaba subordinado a un grupo con ambiciones<br />

de predominio universal y a un poder temporal, el Vaticano, y que no respetaba<br />

al régimen, sino que atacaba la soberanía nacional en la pastoral de<br />

Ruiz y Flores. Este documento, añadía el secretario, sólo agitaba a los católicos<br />

pobres e ignorantes, que eran los más fanáticos. Asimismo, García Téllez<br />

pedía a los maestros y a los sectores progresistas que desenmascararan a los<br />

conspiradores que atentaban contra el gobierno de la república y que controlaban<br />

agrupaciones de católicos “exaltados” que se ponían al servicio de “los<br />

mezquinos intereses del clero”, lo que era una evidente alusión a la unPf. 49<br />

Una pastoral de diciembre de 1936 hacía énfasis en la gravedad del<br />

problema educativo causado, según la jerarquía, por el error de difundir el<br />

laicismo y por las ideas disolventes de la educación socialista y el comunismo.<br />

Se destacaba la obra benefactora de la Iglesia en la educación, la<br />

civilización y la cultura, y se pedía libertad para que realizara su tarea; “pero<br />

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encontrándose la Iglesia en las pésimas circunstancias de todos conocidas,<br />

es imposible que su acción bienhechora se deje sentir en la debida forma: se<br />

nos ha privado de todos los derechos y se nos ha maniatado de tal suerte, que<br />

no podemos realizar las obras que desde hace mucho tiempo están haciendo<br />

falta”. Para terminar, denunciaba que la persecución religiosa continuaba,<br />

pues los obispos estaban exiliados o desterrados de sus diócesis, que en varios<br />

estados se impedía el ejercicio del sacerdocio y que estaban cerrados<br />

los lugares de culto y se restringía el número de sacerdotes, además de que<br />

a estos se los encarcelaba y multaba; igualmente, se decía que el gobierno<br />

estaba expropiando bienes inmuebles de ciudadanos pacíficos por el simple<br />

hecho de ser católicos, para así acabar con la propiedad privada urbana, con<br />

el pretexto de la ley de nacionalización de los bienes del clero. 50<br />

Hay que comentar en relación con la pastoral anterior que de 1931<br />

hasta 1935, a principios del régimen cardenista (1934-1940), efectivamente,<br />

el anticlericalismo resurgió de forma intensa, por muy probable iniciativa de<br />

Calles (que quería quizá provocar otro conflicto con el clero, para intervenir<br />

y mostrarse después como el salvador de la patria). La situación de la Iglesia<br />

en este periodo, según muchos católicos y eclesiásticos, fue una de las peores<br />

de su historia. Volvió a ser hostigada y los templos fueron clausurados de<br />

nuevo; y los prelados y sacerdotes perseguidos, arrestados y expulsados del<br />

país, como, por ejemplo, Francisco Orozco y Jiménez, arzobispo de Guadalajara,<br />

y Leopoldo Ruiz y Flores, delegado apostólico y arzobispo de Morelia.<br />

La situación era muy precaria para la Iglesia, puesto que había muy pocos sacerdotes<br />

oficiando en el país (por las leyes estatales que limitaban el número<br />

de sacerdotes). Tan grave era la situación, que Ruiz y Flores llegó a decir que<br />

la Iglesia había dejado de funcionar en México. 51 La situación mejoró poco<br />

a poco durante el sexenio con Cárdenas, que aunque también compartía las<br />

ideas anticlericales, se dio cuenta de que seguir enfrentándose y provocando<br />

al clero afectaría sus planes de reforma y crisparía aún más los ánimos de<br />

los sectores de la población que se sentían ofendidos. Así, varios prelados<br />

exiliados pudieron regresar a México. También, el gobierno comprendió que<br />

anticlericales extremistas, como Tomás Garrido Canabal en Tabasco, representaban<br />

un problema que no contribuía a los esfuerzos por sacar adelante<br />

las reformas, aparte de que eran gente afín a Calles, cuya influencia el presidente<br />

quería sacudirse, lo que al final consiguió. A esta mejoría en la rela-<br />

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ción con la Iglesia seguramente contribuyó la buena relación de Cárdenas<br />

con Luis María Martínez, que ocupó el arzobispado de México tras la muerte<br />

de Pascual Díaz en 1936, ya que ambos eran michoacanos. Además, al final<br />

de la década de 1930 se vislumbraba la amenaza de la guerra mundial y del<br />

fascismo, por lo que se comenzó hablar más de la necesidad de la unidad<br />

nacional que de la lucha de clases; así que bajó la intensidad de la retórica<br />

socialista y el ímpetu de las reformas, como el reparto agrario, y los conflictos<br />

con los empresarios disminuyeron. Una muestra de que al menos había<br />

ya una coincidencia entre la Iglesia y el gobierno fue el llamado del arzobispo<br />

primado de México para apoyar la expropiación petrolera de 1938.<br />

Volviendo con la unPf, en un panfleto probablemente difundido en la<br />

segunda mitad de la década de 1930, la organización volvía de nuevo a la<br />

carga contra la educación socialista y advertía del peligro que se cernía sobre<br />

el porvenir de los niños y de la patria. Este peligro era el establecimiento del<br />

“socialismo de Estado” en el país. Este socialismo, aseguraba la Unión, estaba<br />

en consonancia con la tendencia revolucionaria que buscaba corromper la<br />

conciencia de la niñez y la juventud con sus ideas. La organización consideraba<br />

que la enseñanza socialista era terrible, pues implicaba la educación<br />

antirreligiosa. Sin embargo, la Unión expresaba con enojo que desde hace<br />

años la revolución mexicana se proponía establecer el socialismo de Estado.<br />

Este consistía, según el grupo, en que el gobierno tuviera un poder absoluto<br />

y fuera dueño de los derechos ciudadanos, de la propiedad, de la vida, de<br />

los niños y de las creencias religiosas. El socialismo también era presentado<br />

como una calamidad horrible que había hecho estragos en la Rusia bolchevique.<br />

Para terminar, la unPf anotaba que la manera de contrarrestar la “maléfica<br />

influencia” de la educación socialista era la “huelga escolar”, que requería<br />

del valor y coraje de los padres para defender a sus hijos de las enseñanzas<br />

antisociales y antirreligiosas. 52<br />

Otro importante documento era un dictamen jurídico del centro regional<br />

de la unPf en La Laguna, Coahuila, en donde se creía demostrar la inconstitucionalidad<br />

de la reforma hecha al artículo tercero en 1934. Así, el centro<br />

de La Laguna indicaba que la Unión estaba dispuesta a defender a los inocentes<br />

hijos de los mexicanos y luchar porque los niños fueran educados en<br />

un ambiente de “libertad democrática y de civilización cristiana”. Por lo que<br />

la comisión de abogados del centro lagunero, integrada por gente de “gran<br />

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Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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prestigio”, concluyó que las Cámaras en 1934 no habían tenido el derecho de<br />

modificar el artículo tercero aprobado en 1917, pues se había violado el texto<br />

constitucional, y que la reforma al artículo tercero era contraria a él mismo. Y<br />

demandaba a la nación que hiciera sentir su deseo de que fuera eliminada la<br />

educación socialista: “deseo que anida en los pechos de todos los mexicanos,<br />

y pedir que también las autoridades que escuchen el clamor popular contra<br />

la enseñanza marxista”. 53<br />

Podemos concluir de todo lo anterior que la unPf fue una de las más<br />

activas e importantes organizaciones conservadoras, que fungió como un<br />

grupo de presión bastante insistente, recalcitrante y que repetía una y otra<br />

vez, desde 1917, los mismos argumentos sustentados en el derecho natural,<br />

los cuales no tenían ningún valor jurídico para el Estado mexicano, que sistemáticamente<br />

los ignoraba.<br />

Como reflexiones finales respecto a la educación socialista, podemos<br />

decir que, ya examinando el artículo reformado, este no tenía nada de radical,<br />

comunista o peligroso. Más bien, lo que alarmó a la unPf y otras agrupaciones<br />

conservadoras fue la retórica socializante de la época y las reformas<br />

sociales cardenistas. También debemos tomar en cuenta que ya por los<br />

años treinta el ambiente se empezaba a cargar de un fuerte anticomunismo<br />

que creaba un sentimiento de preocupación y temor en parte de la sociedad<br />

mexicana sobre la infiltración y amenaza del comunismo mundial. Hay<br />

que decir que la educación socialista enfrentó dificultades insalvables y se<br />

mostró inviable a fin de cuentas. En primer lugar, la reforma aprobada del<br />

artículo tercero era muy ambigua. No se definía el tipo de socialismo que se<br />

iba a establecer, cómo se iba a aplicar, ni nadie sabía exactamente de qué<br />

trataba la reforma. Por lo que se manejaban concepciones muy distintas del<br />

tipo de socialismo que se deseaba. Tampoco había un programa y métodos<br />

definidos; por lo tanto, los profesores no tenían un referente que los orientara<br />

y menos aun estaban capacitados para poder impartirla. En segundo lugar, el<br />

gobierno no tenía los recursos para expandir la cobertura educativa y había<br />

un enorme rezago en ese sentido. Así, los problemas causados por la educación<br />

socialista afectaban los esfuerzos para combatirlo. El mismo gobierno<br />

fue moderando su postura. En 1940, Cárdenas decía que el socialismo<br />

significaba solamente la exposición de conocimientos modernos, no como<br />

dogma absoluto, sino como camino a nuevas formas de vida social y de justi-<br />

Colección Cuadernos de Trabajo de Posgrado • Historia Moderna y Contemporánea • Maestría


La Unión nacionaL de Padres de FamiLia M. A. Pérez<br />

cia. 54 El gobierno empezó a dar libertad a los colegios privados y “reconoció<br />

la necesidad de la cooperación de los particulares en la educación”. 55<br />

Por otra parte, el carácter socialista de la educación, a pesar de su vaguedad<br />

y escasas (y a veces muy demagógicas) referencias al marxismo, provocó<br />

un amplio rechazo social. Las causas radican en la condena que la<br />

Iglesia había hecho del socialismo desde el siglo xix, considerándolo una<br />

doctrina herética, antirreligiosa y atea, que era una amenaza para la fe del<br />

pueblo. Así, como hemos constatado a través de las encíclicas y las pastorales,<br />

el clero, cuya influencia social todavía era considerable, instruía a los<br />

fieles a luchar contra la enseñanza socialista por todos los medios lícitos<br />

posibles. A esto se añadía la propaganda, muchas veces exagerada e infundada,<br />

de los sectores afectados por las reformas cardenistas y de los grupos<br />

conservadores. De igual forma, los críticos argumentaban que era inviable<br />

instaurar ese tipo de educación en un sistema capitalista, donde no habían<br />

cambiado las relaciones de propiedad ni “el proletariado había tomado el<br />

poder”. También, el gobierno no encontró la manera, o no quiso (quizá por<br />

las pugnas e intereses políticos) resaltar los aspectos positivos de la educación<br />

socialista, como la lucha contra los vicios, la higiene, la difusión de la<br />

cultura y la promoción de valores como el trabajo, la solidaridad, la justicia<br />

social y el apego a la comunidad, debido a que todo ello quedó opacado por<br />

la demagogia de muchos miembros del grupo gobernante.<br />

La unPf luchó contra la educación socialista, como otros grupos de<br />

derecha, porque en verdad creía que el comunismo se impondría en el país,<br />

estableciendo un Estado totalitario que confiscaría propiedades, arrebataría a<br />

los hijos de sus hogares, esclavizaría personas y acabaría con el sentimiento<br />

religioso de los niños mexicanos al monopolizar la enseñanza. En relación<br />

con esto, Martaelena Negrete anota que “la Unión Nacional de Padres de<br />

Familia fue, sin embargo, la que tuvo participación más activa. Mientras la<br />

posición de la jerarquía eclesiástica parecía tomar un rumbo de contemporización,<br />

los padres de familia se mostraron completamente intransigentes<br />

ante las acciones de gobierno.” 56<br />

Con el giro conservador de la revolución mexicana en 1940, con la<br />

llegada de Manuel Ávila Camacho a la presidencia, fueron expulsados los<br />

profesores y funcionarios cardenistas de la seP que simpatizaban con la<br />

educación socialista. No obstante, las protestas de la unPf y otras agrupa-<br />

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ciones conservadoras continuaron a lo largo del sexenio. Al final la presión<br />

rindió frutos: en 1946 fue derogada la educación socialista como un acto<br />

del gobierno de Ávila Camacho para congraciarse con los sectores conservadores<br />

y la Iglesia, pero fue una victoria incompleta, pues el laicismo siguió<br />

vigente y, además, la reforma se hizo cuando el gobierno lo consideró<br />

pertinente y en sus propios términos, aunque a la vez se puede decir que la<br />

educación socialista fue una derrota para el propio gobierno, que no pudo<br />

concretar este proyecto por el fuerte rechazo que provocó en buena parte<br />

de la sociedad mexicana.<br />

consideraciones finales<br />

La unPf fue el producto de la confrontación entre el Estado y la Iglesia, un<br />

conflicto que tuvo sus orígenes en el siglo xix, que tenía como telón de fondo<br />

lograr el dominio ideológico de la sociedad. De esta manera, el Estado prosiguió<br />

su ofensiva secularizadora en el terreno de la educación, cuya culminación<br />

se dio con el artículo tercero de la Constitución de 1917 que establecía<br />

el laicismo. En este sentido, la unPf surgió como una reacción a lo que los<br />

católicos consideraban una amenaza contra su fe y el derecho de educar a<br />

sus hijos de acuerdo con sus creencias. Asimismo, la Unión se constituyó<br />

como un grupo de presión confesional que tenía como fin derogar el artículo<br />

tercero, defender los colegios particulares y recuperar la influencia de<br />

la Iglesia en el terreno educativo, ostentándose como reivindicadora de la<br />

libertad de enseñanza, entendida como la libertad de enseñar la religión católica<br />

en las escuelas públicas y privadas. Este carácter de grupo de presión<br />

se reveló más claramente y se intensificó en la década de 1930, puesto que la<br />

Unión mantuvo una férrea oposición contra la política educativa del Estado.<br />

La ideología de la unPf estaba influida por el catolicismo social, de donde<br />

venía su intransigencia, y estaba marcada por el rechazo al socialismo y al<br />

liberalismo; paradójicamente, la organización en años posteriores invocaría<br />

los principios de este último y de la Constitución de 1917 para respaldar sus<br />

demandas.<br />

Después de 1929 y hasta 1940, la lucha por la libertad de enseñanza<br />

se encontró en una situación difícil, aunque en los años treinta la Unión<br />

Colección Cuadernos de Trabajo de Posgrado • Historia Moderna y Contemporánea • Maestría


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participó del éxito, colaborando de manera importante para detener la educación<br />

socialista. A pesar de los esfuerzos de la unPf, la lucha contra la política<br />

educativa del Estado se había estancado por la combinación de diversos<br />

factores, entre los cuales estaban la precaria situación de la Iglesia, que no<br />

podía coordinar, ayudar y dirigir el movimiento, al menos no de forma abierta,<br />

por temor a irritar al gobierno y sufrir más represalias; la actitud inflexible<br />

y autoritaria del régimen revolucionario, que no toleraba la disidencia, y su<br />

determinación de cumplir el artículo tercero y las leyes que imponían el laicismo<br />

en la educación primaria y secundaria; también, quizá como decían<br />

algunos prelados, por el desinterés y el desaliento de la mayor parte de los<br />

padres de familia, cansados de tanto conflicto. Otro aspecto sería el poco<br />

poder de convocatoria de la Unión para hacer que los padres se involucran<br />

en la campaña a favor de la libertad de enseñanza. Las razones de esto radicarían<br />

en el temor de los padres a tener problemas con las autoridades por<br />

no mandar a sus hijos a las escuelas laicas y por tratarse de una sociedad más<br />

secularizada, menos propensa a hacer caso de las coerciones morales de la<br />

Iglesia y actuar en función de los dogmas y valores religiosos. Puede ser que<br />

la mayoría de los padres de familia tuvieran poco interés en integrarse a la<br />

Unión, por desconocimiento o por apatía, o que estuvieran conscientes de<br />

que la religión era un asunto privado, por lo que el laicismo no representaba<br />

problema y ellos mismos estaban conformes con que la educación religiosa<br />

se impartiera en el hogar y en el templo. Del mismo modo, influía el anticlericalismo<br />

que privaba en algunos sectores de la sociedad, que rechazaban a<br />

grupos como la unPf, identificados con la Iglesia y el clero.<br />

Por otro lado, la larga batalla discursiva entre el gobierno y la unPf a inicios<br />

de los treinta, a raíz del intento de imponer el laicismo en las primarias<br />

y secundarias particulares (por medio de los reglamentos respectivos), nos<br />

muestra muy bien la actuación de esta última como grupo de presión, tanto<br />

en su empeño para eliminar o modificar el artículo tercero como para defender<br />

la educación privada. Mientras la Iglesia no actuaba de forma manifiesta,<br />

la Unión fue la cabeza visible de la lucha por la libertad de enseñanza,<br />

haciendo peticiones y exigiendo la derogación o modificación de las leyes,<br />

apelando a las autoridades educativas y al presidente; todo ello para buscar<br />

influir en las decisiones gubernamentales y en las políticas públicas, y así<br />

lograr sus fines. En el caso de los reglamentos, no obstante su intensa labor,<br />

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la unPf no tuvo éxito en frenar su aplicación y modificarlos. Esto fue porque<br />

el gobierno estaba decidido a proseguir con su política de “desfanatización”,<br />

que era parte sustancial de su proyecto educativo, y la organización no fue<br />

capaz de unir a los inconformes y coordinar la oposición de las escuelas<br />

católicas afectadas.<br />

Con respecto a la educación socialista, esta se enfrentó a la resistencia<br />

de una sociedad muy conservadora, particularmente en las zonas rurales,<br />

pero también en las ciudades. La Unión se destacó por su activismo en el<br />

medio urbano, como grupo de presión que era, organizando manifestaciones,<br />

difundiendo panfletos y volantes, y publicando manifiestos y memoriales<br />

para atacar y cuestionar la enseñanza socialista, pero también para refutarla<br />

con sus muy particulares argumentos jurídicos. La fuerte oposición de<br />

la Unión y sus miedos, compartidos por la derecha en su conjunto (secular o<br />

confesional), se explican por el ambiente cargado, ya desde principios de los<br />

años treinta, de un intenso sentimiento anticomunista. Este fue alimentado<br />

por la misma propaganda conservadora y por el clero católico, y también<br />

por las continuas condenas que hacía la Iglesia del socialismo y el marxismo<br />

a través de sus cartas y pastorales; además, influyeron el rechazo a las<br />

reformas sociales cardenistas (consideradas por la derecha mexicana como<br />

de inspiración comunista), que hirieron la susceptibilidad de las clases media<br />

y alta, y la retórica radical y socializante, que caía no pocas veces en la demagogia,<br />

de muchos funcionarios y legisladores cardenistas. Esto aumentó<br />

los temores entre los sectores conservadores, muchos de cuyos miembros y<br />

organizaciones estaban convencidos de que el comunismo iba a apoderarse<br />

del país y acabaría con la propiedad privada y la religión. Así, la unPf veía<br />

en la educación socialista un instrumento de penetración comunista, dirigido<br />

desde Moscú, con el consentimiento del gobierno mexicano, plagado<br />

de masones y comunistas que conspiraban contra la Iglesia. Otro motivo<br />

por el cual la Unión se opuso decididamente a la educación socialista, fue<br />

que con la reforma del artículo tercero se restringía con mucho mayor vigor<br />

la educación privada. También, las acciones de presión y resistencia de la<br />

Unión y la de otros grupos conservadores, aunque no lograron echar abajo<br />

la educación socialista en el sexenio de Cárdenas en términos legales, en los<br />

hechos sí propiciaron su abandono y detuvieron su aplicación (por lo demás<br />

complicada ya por la indefinición de la reforma y la falta de organización) en<br />

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1936. La presión continuaría a lo largo del mandato de Ávila Camacho, que<br />

finalmente la derogaría con la reforma hecha al artículo tercero en 1946. La<br />

Unión fue exitosa en oponerse a la política educativa estatal y tuvo una participación<br />

muy importante en el periodo de la enseñanza socialista debido a<br />

que supo hacer eco de una fuerte oposición social y organizar a los padres<br />

de familia descontentos, pero también en buena parte porque aprovechó una<br />

coyuntura favorable, en este caso el creciente anticomunismo que afloraba<br />

entre amplios sectores de la población. Así, la unPf vio satisfecha su meta de<br />

defender a la niñez de los “peligros” que la acechaban, esta vez representados<br />

por el socialismo y el ateísmo.<br />

Para concluir, en cuanto a algunas de las preguntas planteadas en la<br />

introducción de este trabajo, podemos decir que fue posible que la unPf<br />

sobreviviera dos décadas después a su fundación (al igual que lo hace hoy<br />

en día), debido a una estructura vertical, con niveles jerárquicos organizados<br />

en centros municipales y estatales, y a un liderazgo centralizado en un<br />

centro nacional, lo que probablemente le daba cierta cohesión y evitaba la<br />

dispersión de sus miembros y reforzaba la autoridad, facilitando la toma de<br />

decisiones y la organización de sus acciones. Asimismo, es posible que su<br />

relación cercana con la Iglesia haya contribuido a su permanencia al recibir<br />

apoyo, tanto moral como económico, para su causa. Aunque sería necesario<br />

ahondar más en dicha relación para comprenderla mejor. Algo que puede<br />

resultar obvio, pero que hay que mencionar, es que la Unión también perduró<br />

porque el motivo de su lucha siguió vigente a la largo del tiempo, pues el<br />

artículo tercero se mantuvo firme. Pero también hay que decir que el régimen<br />

revolucionario defendía un proyecto educativo para crear un ciudadano con<br />

una identidad que lo ligara al Estado; se trataba de forjar un hombre nuevo,<br />

con una mentalidad secular, libre de la influencia de la religión católica y<br />

que ya no se identificara con la Iglesia ni siguiera siendo fiel a los dictados<br />

del clero. Es por esto que la unPf tampoco logró su objetivo principal de<br />

derogar o modificar el artículo tercero. En vista de sus estatutos y objetivos<br />

fundacionales, esto no fue un resultado satisfactorio. Hay que sumar a esto<br />

que la organización no pudo ligarse a un partido político conservador porque<br />

simplemente no existió uno durante el periodo que estudiamos. Por ello<br />

no tuvo la oportunidad de ejercer presión mediante la acción política en el<br />

Congreso de la Unión. Pero, por otro lado, si bien la Unión no logró su fin<br />

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respecto del artículo tercero, tampoco este se hizo cumplir estrictamente,<br />

lo que contribuyó a contrarrestar la lucha de la unPf. El gobierno terminó<br />

admitiendo no sólo la educación confesional en los colegios privados, sino<br />

también que fueran religiosos quienes la dieran. La incapacidad del Estado<br />

mexicano para establecer suficientes escuelas junto con la presión de la<br />

Unión, hicieron que eso se consintiera.<br />

En relación con los medios de acción y de lucha de la unPf y sus vínculos<br />

con la jerarquía eclesiástica, en el primer caso fueron en su mayor parte<br />

pacíficos y legales, puesto que utilizó la prensa, la propaganda y las manifestaciones<br />

ordenadas y tranquilas como medios de presión, ya que no hay constancia<br />

de incidentes violentos; igualmente, el grupo hizo uso del derecho de<br />

petición ante el ejecutivo y el Congreso, consagrado en la Constitución, para<br />

buscar la reforma o derogación de las leyes con las que no estaba de acuerdo.<br />

Aunque durante la educación socialista propuso medios más radicales de<br />

presión como la huelga escolar. En el segundo caso, por la documentación<br />

de que disponemos, es más difícil ilustrar con amplitud los vínculos entre<br />

la Unión y la jerarquía eclesiástica, pero hay buenos indicios de que eran<br />

cercanos, aunque no explícitos. Pero era indudable que tenía la simpatía y<br />

bendición del Episcopado y del clero en general. La Unión no negaba su inspiración<br />

católica, pero se cuidó muy bien de no hacer referencia a la Iglesia,<br />

a la jerarquía y al catolicismo en sus estatutos. Más bien era un grupo paraeclesial<br />

que se presentaba como una organización civil, en la que supuestamente<br />

podían tomar parte todos los padres de familia interesados en defender<br />

sus derechos, independientemente de su credo religioso; no obstante que la<br />

Unión rechazaba el protestantismo y sus miembros eran católicos, y en la<br />

práctica seguía fielmente la doctrina católica, sustentando sus argumentos<br />

legales y morales en ella.<br />

notas<br />

* Licenciado en Historia por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos y<br />

maestro en Historia Moderna y Contemporánea por el Instituto de Investigaciones<br />

Dr. José María Luis Mora. Sus principales campos de interés son la historia de<br />

la revolución mexicana y de Estados Unidos, en particular el conservadurismo y<br />

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la piratería de marcas como actividad económica. Sus trabajos de tesis han abordado<br />

temas como la falsificación de marcas estadunidenses y grupos de derecha,<br />

ambos durante la época revolucionaria.<br />

1 Que decretaban la desamortización de las propiedades de la Iglesia y posteriormente<br />

su nacionalización; la secularización del matrimonio y los registros<br />

de nacimientos y defunciones; la cancelación de las obvenciones y derechos<br />

parroquiales y el diezmo; la supresión del fuero eclesiástico, los conventos y las<br />

órdenes religiosas; y la libertad de cultos.<br />

2 Como los artículos 24 y 25 de la Ley de Instrucción de octubre de 1833 que<br />

proclamaban la libertad de enseñanza y decretaban la independencia de la enseñanza<br />

de cualquier monopolio, ya fuera de los gremios o el clero. En 1867<br />

el decreto del presidente Benito Juárez suprimió la enseñanza religiosa de los<br />

planes de estudio de la escuela primaria en el Distrito Federal y territorios (pero<br />

muchos estados seguirían el ejemplo y promulgarían leyes similares). De igual<br />

forma, el decreto de 1874 del presidente Sebastián Lerdo de Tejada establecía<br />

el laicismo en todos los planteles educativos del país; para 1880 el artículo 109<br />

constitucional prescribía que la enseñanza primaria fuera laica y obligatoria; en<br />

la Ley de mayo de 1888 se estipulaba que en las escuelas públicas no podían<br />

trabajar ministros de culto ni personas que hubieran hecho los votos monásticos;<br />

finalmente, la Ley del 21 de marzo de 1891 incluía las prescripciones anteriores y<br />

mencionaba que la enseñanza en las escuelas oficiales sería laica y gratuita (Vázquez,<br />

Nacionalismo, 1979, pp. 55-64, y Meneses, Tendencias, 1986, p. 172).<br />

3 Knight, “Estado”, 1996, pp. 297-323.<br />

4 Campbell, Derecha, 1976, pp. 7-9.<br />

5 Meyer, Cristiada, 1974, vol. ii, pp. 74, 81-82.<br />

6 “Protesta”, 1965, p. 857.<br />

7 “Historia de la unPf”, en . [Consulta: 4 de diciembre de 2009.]<br />

8 Encíclicas, 1958, t. i, pp. 427-428.<br />

9 María Guadalupe García Alcaraz, “La participación de los padres de familia en<br />

la educación, siglos xix y xx”, en . [Consulta: 2 de febrero de 2009], y O’Doguerty,<br />

Urnas, 2001, p. 26.<br />

10 Encíclicas, 1958, t. i, pp. 1173-1196.<br />

11 Ibid., pp. 157, 165-166.<br />

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12 González, Asociación, 1920-1921, p. 1; Sánchez, Defensa, 1964, p. 58; Estatutos<br />

generales de la Unión Nacional de Padres de Familia, México, 25 de abril de<br />

1917, en Sánchez, “Historia”, 1961, p. 11.<br />

13 “Historia de la unPf”, documento en línea citado.<br />

14 Torres, Educación, 1997, pp. 94-95.<br />

15 Ibid., p. 95.<br />

16 “Laicismo”, 1964, p. 28, y Vázquez, “Ciegos”, 1967, p. 4.<br />

17 Estatutos generales de la Unión Nacional de Padres de Familia, México, 25 de<br />

abril de 1917, en Sánchez, “Historia”, 1961, pp. 8-11.<br />

18 Sánchez, “Asociaciones”, 1962, p. 6.<br />

19 Britton, Educación, 1976, t. i, p. 33.<br />

20 Torres, Educación, 1997, p. 118, y Memoria, 1932, t. ii. p. 154.<br />

21 Britton, Educación, 1976, t. i, p. 34, y Torres, Educación, 1997, p. 118.<br />

22 Memoria, 1932, t. ii, pp. 162-165.<br />

23 Instrucción pastoral a los padres de familia del Arzobispado de México sobre<br />

la educación cristiana de sus hijos, México, 17 de enero de 1932, en Carreño,<br />

Pastorales, 1938, pp. 162-166.<br />

24 Informe de los trabajos de reorganización del Comité Nacional de la unPf dado<br />

por el presidente provisional, E. Traslosheros, México, D. F., 12 de febrero de<br />

1932, en Archivo de la Acción Católica Mexicana (en adelante aacM), sección<br />

7.7, exp. 1931-1936.<br />

25 Memorial dirigido al C. secretario de Educación por el Comité Nacional de la<br />

Unión Nacional de Padres de Familia, México, D. F., 7 de enero de 1932, en<br />

Memoria, 1932, t. ii, pp. 219-225.<br />

26 Informe de los trabajos de reorganización del Comité Nacional de la unPf dado<br />

por el presidente provisional, E. Traslosheros, México, D. F., 12 de febrero de<br />

1932; Circular de la unPf a sus miembros, México, D. F., 15 de enero de 1932,<br />

en aacM, sección 7.7, exp. 1931-1936.<br />

27 Respuesta del secretario de Educación al documento anterior, México, D. F., 12<br />

de enero de 1932, señores F. Arrieta Vizcaíno, J. Herrera y Lasso, licenciado Luis<br />

Cabrera, Luis G. Bustos, Sara Díaz de Rincón Gallardo, Luz Rincón Gallardo,<br />

doctor César Margáin y demás firmantes. Uruguay número 40. Ciudad, en Me‑<br />

moria, 1932, t. ii, pp. 228-231.<br />

28 Alvear, Educación, 1963, pp. 220-222.<br />

29 Memoria, 1932, t. ii, pp. 107-110.<br />

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30 Memorial que dirige la Unión Nacional de Padres de Familia al señor presidente<br />

de la república, ingeniero don Pascual Ortiz Rubio, para pedirle la reconsideración<br />

del reglamento de 19 de abril de 1932, relativo a la escuela privada, México,<br />

15 de mayo de 1932, en ibid., pp. 235-238.<br />

31 Respuesta del ejecutivo federal al memorial anterior, México, D. F., 21 de junio<br />

de 1932, CC. E. Traslosheros, F. Arrieta Vizcaíno, señora Díaz de Rincón Gallardo,<br />

Manuel Cortina García y demás firmantes, miembros del comité general de<br />

la Unión Nacional de Padres de Familia, Avenida Uruguay número 47. Ciudad,<br />

en ibid., pp. 239-247.<br />

32 Observaciones que la Unión Nacional de Padres de Familia hace a la contestación<br />

dada por el señor secretario de Educación Pública, con fecha 21 de junio<br />

de 1932, al memorial presentado por la misma agrupación el 15 de mayo del<br />

mismo año, al señor presidente de la república, México, 26 de julio de 1932, en<br />

aacM, sección 7.7, exp. 1931-1936.<br />

33 Las escuelas primarias particulares. Contesta el señor ministro de Educación Pública<br />

un escrito de la Unión Nacional de Padres de Familia, que apareció ayer. El<br />

reglamento a que deben sujetarse aquellos planteles fue expedido por el ejecutivo.<br />

El artículo tercero de la Constitución, en Memoria, 1932, t. ii, pp. 252-253.<br />

34 Ibid., p. 247.<br />

35 Ibid., p. 248.<br />

36 Respuesta de la unPf a las declaraciones hechas por el señor ministro de Educación,<br />

con fecha 14 de los corrientes, publicada en El Universal, 19 de julio de<br />

1932, en aacM, sección 7.7, exp. 1931-1936.<br />

37 La Unión Nacional de Padres de Familia se dirige al ciudadano presidente de la<br />

república, México, D. F., 28 de julio de 1932, en Memoria, 1932, t. ii, pp. 249-251.<br />

38 Mensaje del señor presidente a la unPf, Chapultepec, 30 de julio de 1932. Ingeniero<br />

Edelmiro Traslosheros y Francisco Arrieta Vizcaíno, presidente y secretario,<br />

respectivamente, unPf. Avenida Uruguay 40, Ciudad, en ibid., pp. 253-254.<br />

39 Contesta la unPf. Telegrama enviado al señor presidente de la república, ingeniero<br />

Pascual Ortiz Rubio, en ibid., p. 254.<br />

40 Ibid., p. 255.<br />

41 Britton, Educación, 1976, t. i, p. 46.<br />

42 Alvear, Educación, 1963, p. 254.<br />

43 Lerner, Historia, 1979, p. 32.<br />

D. R. © 2012, Instituto Mora<br />

Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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45 Volante de propaganda, s. l., s. f., en Archivo Histórico de la unaM, fondo Miguel<br />

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ahunaM-fMPv, unPf), rollo 68, caja 43, exp. 307, fs. 4161-4161v.<br />

46 Campbell, Derecha, 1976, p. 36.<br />

47 Lerner, Historia, 1979, p. 35.<br />

48 Instrucción dirigida al Episcopado, el clero y los católicos de México, San Antonio,<br />

Texas, 12 de diciembre de 1934; Mensaje a los católicos mexicanos, San<br />

Antonio, Texas, 30 de diciembre de 1934, en ahuMan-fMPv, unPf, rollo 68, caja<br />

43, exp. 308, fs. 4199-4200v y 4210.<br />

49 La Secretaría de Educación Pública a la nación, México, D. F., 7 de enero de<br />

1935, en ibid., exp. 309, fs. 4308-4309.<br />

50 Carta pastoral colectiva sobre los deberes de los padres en materia de enseñanza,<br />

México, D. F., 12 de diciembre de 1936, en Christus, 1937a, pp. 5-12.<br />

51 Bailey, ¡Viva!, 1974, pp. 292-297; Campbell, Derecha, 1976, pp. 22-30.<br />

52 Unión Nacional de Padres de Familia, Defendámonos, s. a., pp. 2-3, 4 y 7.<br />

53 Sánchez, Dictamen, 1941, pp. 3-4 y 21-22.<br />

54 Lerner, Historia, 1979, p. 192.<br />

55 Torres, Educación, 1997, p. 135.<br />

56 Negrete, Relaciones, 1988, p. 189.<br />

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alas para chile: construcción histórica del imaginario<br />

de piloto en la fuerza aérea de chile<br />

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Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

césar e. valDez*<br />

La Defensa Nacional fundamenta su integridad y concepto<br />

de patria especialmente en la aviación, como arma que ha<br />

demostrado, en las dolorosas y constructivas experiencias de<br />

la vieja Europa en llamas, ser el baluarte eficaz e indiscutido<br />

de su defensa. Su utilidad es invariable tanto en la paz como<br />

en la guerra…<br />

“Editorial”, Revista de la Fuerza Aérea de Chile,<br />

núm. 2, julio-septiembre de 1942<br />

El 11 de septiembre de 1973 es una fecha que dividió a la historia chilena<br />

reciente. Un golpe de Estado –perpetrado por un sector de las fuerzas<br />

armadas, en complicidad con un grupo de economistas de la Universidad<br />

Católica, la burguesía industrial, así como por la oligarquía chilena<br />

y el claro aval de Estados Unidos– puso freno al experimento socialista<br />

que se construía en Chile. Hasta hace no mucho tiempo, historiográfica<br />

y memorísticamente se asumía que las fuerzas armadas habían ejecutado<br />

la interrupción del orden constitucional sin apoyo. 1 Poco a poco se ha llegado<br />

a la conclusión de que esta perspectiva beneficia a la memoria que<br />

los cómplices de la dictadura han intentado proclamar como verdad. Es<br />

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168<br />

RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

por esto que nos parece necesario rescatar la complejidad de la formación<br />

doctrinaria de las huestes armadas chilenas, para contribuir al debate sobre<br />

el proceso de resquebrajamiento de las instituciones armadas, mismo que<br />

propició la búsqueda de una salida violenta en la coyuntura crítica del gobierno<br />

de la Unidad Popular.<br />

El objetivo de este artículo es acercarnos a las bases formativas dentro<br />

de las que se desarrollaron los estudiantes de la Fuerza Aérea de Chile<br />

(fach). La Revista de la Fuerza Aérea de Chile, órgano oficial que reflejó la<br />

propuesta constitutiva de la institución en sus distintos momentos, nos sirvió<br />

en tanto que base para comprender la experiencia vivida por miembros de<br />

la fach durante su paso por la Escuela de Aviación; nos ayudó también a<br />

comprender las directrices ideológicas que nutrieron su formación. De esta<br />

manera buscamos comprender las divisiones internas suscitadas en momentos<br />

coyunturales, explícitamente el golpe de Estado de 1973, en el que la<br />

radicalización del proceso político llevó a la dicotomización de la sociedad,<br />

misma que alcanzó a los cuarteles y sus miembros.<br />

La revisión de la Revista de la Fuerza Aérea de Chile abarcó el periodo<br />

de 1941 a 1978. A partir de este seguimiento se pudieron establecer las líneas<br />

doctrinarias generales que intentaban superponerse las unas a las otras,<br />

así como comprender el significado que tienen para el piloto militar las<br />

ideas de valor y heroísmo. Para completar este “cuadro” se entrevistaron a<br />

tres miembros en retiro de la fach que estudiaron en la Escuela de Aviación<br />

Capitán Ávalos, entre 1959 y 1966, mismos que posteriormente se desempeñaron<br />

como profesores de la misma. 2 Con este artículo podremos dar un<br />

paso para establecer las bases con las cuales estos hombres tomaron decisiones<br />

políticas y optaron por determinadas posturas en momentos de tensión<br />

y polarización sociales.<br />

No pretendemos hacer una historia del pensamiento de la fach, simplemente<br />

buscamos las líneas doctrinarias que permitan acercarnos al imaginario<br />

del ideal de piloto; prototipo que buscaron formar desde un mecanismo<br />

de difusión institucional, como lo es la revista.<br />

Somos conscientes que hace falta todavía la revisión y sistematización<br />

de los documentos de estudio de la institución, así como sus diferentes planes,<br />

con lo que tendríamos cubierta una dimensión más de la complejísima<br />

trama educativa de los institutos armados.<br />

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AlAs pArA Chile C. E. Valdez<br />

el estudio de las revistas militares en chile 3<br />

El estudio de las revistas militares tomó cierta importancia a partir de 2006,<br />

año en el que, al cumplirse 100 años de existencia del Memorial del Ejército<br />

de Chile, los historiadores Alejandro San Francisco y Ángel Soto dieron a conocer<br />

una investigación encargada por el Departamento de Historia Militar<br />

del Ejército de Chile iniciada en 2004 y que trajo como resultado la publicación<br />

del libro Un siglo de pensamiento militar en Chile: el Memorial del<br />

Ejército, 1906‑2006, 4 además de la digitalización y difusión de la totalidad<br />

de la revista vía la página web del ejército de Chile. 5<br />

Para San Francisco y Soto es claro que haciendo “una revisión en conjunto<br />

de las revistas militares, se puede conocer y comprender –en buena<br />

medida– el pensamiento y autopercepción de los uniformados”. 6<br />

Si bien los artículos están redactados y publicados a título personal por<br />

parte de los autores, es evidente que en muchas ocasiones reflejan bastante<br />

bien el pensamiento militar en un determinado contexto histórico.<br />

A ello debemos añadir que muchas figuras clave del ejército en el siglo xx<br />

escribieron en el Memorial; entre ellos hay futuros comandantes en jefe,<br />

generales, coroneles, ex uniformados, en definitiva, personas que dedicaron<br />

su vida a la institución y que plasmaron sus ideas, conclusiones y convicciones<br />

en textos escritos que están disponibles para ser investigados. 7<br />

Lamentablemente el libro no nos aporta más que una visión bastante<br />

simplista y controlada de los contenidos de la revista, dejando entrever el<br />

claro carácter acrítico y conmemorativista del texto.<br />

A finales de los años setenta, Augusto Varas y Felipe Agüero ya habían<br />

puesto atención a la producción escrita de las revistas militares. A diferencia<br />

de la actual visión, ellos acentuaron la ausencia de una doctrina propia y la<br />

asimilación de doctrinas extranjeras: primero el prusianismo que se extendería<br />

hasta mediados de los años cuarenta, y luego la doctrina de seguridad nacional<br />

a partir de la firma del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca<br />

en 1947. 8 En el documento interno de trabajo de la Flacso-Chile, titulado<br />

“El desarrollo doctrinario de las fuerzas armadas chilenas”, los autores compilaron<br />

artículos publicados en las revistas de todas las ramas de las fuerzas<br />

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RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

armadas dividiéndolos por temas: fuerzas armadas y sociedad; Estado y economía;<br />

política; defensa hemisférica; seguridad nacional; sistema; objetivos<br />

nacionales; poder nacional y, finalmente, el frente interno.<br />

Sin embargo, la perspectiva de la época buscaba encontrar una especie<br />

de hilo negro que permitiera a los científicos sociales entender a las fuerzas<br />

armadas como un todo; es decir, asimilar que el discurso institucional sería<br />

absorbido por completo.<br />

Su objetivo no era el estudio de las revistas en sí, y quizá la descontextualización<br />

de algunos de los artículos compilados podría dar una visión un<br />

tanto forzada de la doctrina de las fuerzas armadas. Por el contrario, pensamos<br />

que a través del estudio de las revistas es posible reconstruir el ideal<br />

institucional de las distintas armas, pero también podremos encontrar algunas<br />

voces que pudieron entrar en controversia acerca del rumbo a seguir, en<br />

este caso, en la fach.<br />

la FuERza aéREa dE chilE, 9 su revista y su imaginario<br />

del piloto chileno<br />

En 1986, en el Boletín del Centro de Estudios Militares General Carlos Prats,<br />

el capitán Raúl Vergara Meneses, condenado a muerte en la Causa Rol<br />

1-73, 10 escribiría un texto intitulado “Reflexiones sobre las fuerzas armadas<br />

de Chile”, en el que hace una crítica a las concepciones existentes acerca de<br />

la forma en que las fuerzas armadas han sido vistas en Chile. Ahí afirmaba:<br />

Las fuerzas armadas chilenas no pueden apreciarse a la luz de un concepto<br />

maniqueo. Ni son solamente órganos represivos y nada más que<br />

represivos, ni son organizaciones excepcionales que estén al margen de<br />

su esencia que es instrumental-clásica.<br />

Justamente la visión maniquea es propia de la burguesía y el imperialismo,<br />

que concibe a las fuerzas armadas como instrumentos de dominación<br />

y que, por ende, les interesa privilegiar el aspecto represivo, como<br />

evidencia en la doctrina de seguridad nacional.<br />

La tarea de la dirigencia del proceso revolucionario es diseñar una<br />

política militar que, al mismo tiempo que desarrolla la fuerza propia<br />

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AlAs pArA Chile C. E. Valdez<br />

del pueblo, prepare las condiciones para que el ejército se fusione con<br />

él, lo que significaría rescatar de las fuerzas armadas todo lo positivo,<br />

válido y perdurable de la institución que fue capaz de engendrar, entre<br />

otros, a Carlos Prats. 11<br />

Estas palabras y la fundación de la Organización de Militares Democráticos<br />

de Chile, así como la creación de la Organización de Militares por<br />

la Democracia de América Latina y el Caribe, evidencian que la posición<br />

violentista y antinstitucional de los militares golpistas no era la única dentro<br />

de las fuerzas armadas de la región.<br />

Sin embargo, durante mucho tiempo fue inconcebible la idea de que<br />

una misma institución pudiera engendrar figuras antagónicas, y mucho<br />

menos que alguien pudiera expresarse como lo hace Vergara acerca del<br />

papel social y revolucionario de las fuerzas armadas. En los relatos memorístiscos<br />

de quienes vivieron estos acontecimientos pueden encontrarse estas<br />

oposiciones. Si en el ejército podemos hablar de la dicotomía Pinochet-Prats,<br />

en la fach podemos hablar de la contraposición Leigh-Bachelet y en la armada<br />

la de Toribio Merino-Montero; 12 sin embargo, como aquí nos interesa el<br />

proceso formativo de los miembros de la fach, lo que buscamos es la manera<br />

de encontrar cuáles fueron las condiciones en las que se educaron a los pilotos<br />

chilenos y que posibilitaron la existencia de dos visiones antagónicas en<br />

torno al papel de la institución.<br />

Si algo puede ser presumido por las instituciones chilenas es su durabilidad<br />

en el tiempo y, por tanto, su capacidad de adaptación a los cambios<br />

históricos e institucionales. Muy pocas son las instituciones que han desaparecido,<br />

y las que se han conservado han sido readaptadas para beneplácito<br />

de los regímenes en turno. 13<br />

Dicha tendencia no escapa a los organismos de difusión y adoctrinamiento<br />

institucionales, como lo son las revistas de las tres ramas de las fuerzas<br />

armadas chilenas. El Memorial del Ejército de Chile lleva 103 años de<br />

publicación, interrumpidas solamente durante ciertos años de inestabilidad<br />

política, pero siempre adaptada a los momentos específicos de la historia chilena.<br />

Por su parte, la Revista de la Marina Armada de Chile apareció en 1885<br />

y hoy día se publica de forma bimestral. Siendo así, no resulta extraño que a<br />

diez años de la fundación de la fach se creara su organismo institucional de<br />

D. R. © 2012, Instituto Mora<br />

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RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

difusión y adoctrinamiento, la Revista de la Fuerza Aérea de Chile, misma<br />

que, de forma ininterrumpida, ha sido publicada desde abril de 1941. 14 La<br />

nota editorial del primer número titulado Nuestra Revista consignaba:<br />

La Revista de la Fuerza Aérea de Chile nace a la vida, animada de un<br />

amplio espíritu de divulgación aérea y científica y, además, como una<br />

contribución a la confraternidad y entendimiento espiritual y moral que<br />

debe existir entre las distintas naciones del continente.<br />

Sus páginas, pletóricas de entusiasmo y plenas de realismo constructivo,<br />

persiguen como ideal propiamente nuestro, difundir y aumentar<br />

el acervo cultural y profesional de todos los componentes de la institución,<br />

pidiendo a ellos, como retribución, su más franca y espontanea<br />

colaboración.<br />

Nuestra revista, con altura de miras y despegada de todo pasionismo<br />

–que es condición indiscutible del ser humano militante de una<br />

determinada institución– analizará los problemas aéreos, militares y navales,<br />

con la quietud y madurez espiritual que requiere su carácter de<br />

conductora de la opinión y pensamientos de la fuerza aérea.<br />

Nuestros propósitos, expuestos someramente en las líneas anteriores,<br />

nacidos de una profunda y arraigada convicción moral e intelectual<br />

será la medida exacta en que se basarán nuestras publicaciones, noticias<br />

y comentarios.<br />

la Dirección 15<br />

Aunque en el número 1 no aparecen los créditos, los primeros números<br />

de la revista estuvieron a cargo del general de brigada aérea (R) Darío Mujica<br />

Gamboa, quien se desempeñaba como jefe del Estado Mayor General de<br />

la fach en 1941 y fungiera como el director fundador de la revista. 16 Carlos<br />

Jara Boldarán, dibujante del Estado Mayor General de la fach se desempeñó<br />

como dibujante y diseñador de la revista hasta el año de 1958. Finalmente,<br />

Guillermo Gariazzo, quien se desempeñaba como traductor del Estado<br />

Mayor General de la fach, ocupó el cargo de redactor en jefe de la revista<br />

desde su fundación. 17<br />

Sin embargo, como suele suceder, los contenidos de la revista rebasan<br />

los propósitos expuestos por sus primeros responsables, ya que, como hemos<br />

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dicho antes, su contenido puede decirnos mucho acerca del piloto ideal que<br />

se buscaba formar, pero también de la institución misma y su proyección<br />

hacia la sociedad chilena.<br />

Años después, en 1966, un número extraordinario que conmemoró los<br />

25 años de la revista nos permite tener sus experiencias y sus comentarios<br />

sobre aquellos momentos y el tiempo que estuvieron al frente de la publicación.<br />

La nota editorial de dicho número, el 101, fue hecha por el general de<br />

brigada aérea retirado Darío Mujica Gamboa; ahí afirma que se consideró<br />

que la revista<br />

Constituiría una tribuna para que el personal expusiera sus ideas sobre<br />

materias profesionales y es así como, desde el primer número, se tuvo la<br />

cooperación de los oficiales en la publicación de artículos en sus diversas<br />

especialidades […] además se consideró que era necesario dar a conocer<br />

las informaciones aparecidas en las revistas aeronáuticas del extranjero,<br />

y en ese sentido encontramos en la revista las mejores publicaciones,<br />

perfectamente traducidas y condensadas, gracias a la inteligente cooperación<br />

del personal. 18<br />

Por su parte, Guillermo Gariazzo, bajo el título de “Recuerdos de la<br />

Revista de la Fuerza Aérea” ofrece un recuento de aquellos momentos de<br />

1941. Es sin duda un artículo revelador al ponernos en contexto la aparición<br />

de la publicación, la segunda guerra mundial y la transformación de los paradigmas<br />

de la guerra ante la aparición de nuevas tecnologías. Este tema es<br />

sin duda un eje fundamental del artículo.<br />

Porque he aquí que, ahora, un arma nueva pretendía transformar aquellos<br />

postulados que ni el más irreverente de los herejes hubiera osado poner<br />

en tela de juicio, aquellas doctrinas sancionadas por la experiencia de<br />

mil combates, y por los sesudos estudios de decenas de insignes tratadistas,<br />

aquellos dogmas a los que se atribuía la granítica inmutabilidad de<br />

un decálogo tan sacrosanto como el de Moisés. 19<br />

Gariazzo continúa su artículo haciendo un recuento de las ideas que se<br />

difundieron en la revista mientras él fue colaborador:<br />

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Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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La revista tradujo y difundió los escritos de los generales Douhet 20 y Mitchell<br />

21 , publicados en Europa y Norteamérica muchos años antes, pero<br />

escasamente conocidos entre nosotros. Eludiendo, con evidente desenfado,<br />

los complejos problemas relativos a derechos de autor, tradujimos<br />

y publicamos las obras y artículos del mayor Alejandro de Seversky 22 en<br />

los mismos momentos que eran difundidos en Estados Unidos, donde<br />

suscitaban las más enconadas controversias. Para nosotros, los nombres<br />

de Douhet y Mitchell constituyen verdaderos hitos demarcatorios de<br />

dos eras radicalmente distintas: la anterior al poder aéreo y la del poder<br />

aéreo, convertido ahora en herramienta decisiva de la victoria. En cuanto<br />

al mayor Seversky tuvimos oportunidad de trabajar a su lado, durante su<br />

breve estadía en Chile […]<br />

Naturalmente, la revista no hubiera podido blasonar de una imparcialidad<br />

sin tacha, aun cuando se tenía especial cuidado en no herir<br />

ajenas susceptibilidades. Sin embargo, reconocemos lealmente que alguna<br />

vez se tradujeron y publicaron, con secreto regocijo de nuestra parte,<br />

varios estudios que sabíamos deberían despertar molestias […] 23 Pero es<br />

preciso añadir que en ningún momento la revista tuvo alardes pueriles<br />

iconoclastas ni afanes polemísticos. Se limitó tan sólo a difundir entre<br />

los miembros de la institución el conocimiento de una realidad que no<br />

admitía dudas y que se imponía rotunda y definitivamente en los cielos<br />

de Europa, del África y del Pacífico. 24<br />

Podemos darnos cuenta claramente que por lo menos tres postulados<br />

doctrinarios distintos son mencionados por Gariazzo; si bien estos comparten<br />

el principio disciplinario y heroíco, difieren en la cuestión del papel de<br />

la guerra aérea en la táctica y estrategia militar.<br />

En ese mismo número el coronel Ricardo Ortega Fredes, director de la<br />

Academia de Guerra Aérea, nos permite una perspectiva distinta de la revista;<br />

él nos relata su experiencia como cadete:<br />

Es una gran verdad, aunque resulte triste recordarlo en esta ocasión, y<br />

lo que muchas veces vi a lo largo de mi carrera en que muchos de mis<br />

compañeros, y a veces yo también lo hice, en que recibíamos esta gran<br />

compañera de las noches de insomnio ya la lanzábamos a algún rincón<br />

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escondido de nuestra pieza de soltero de alguna base de provincia como<br />

un objeto inservible; pero con cuanta ansiedad y desesperación buscábamos<br />

y hurgueteábamos sus amarillentas y polvorientas páginas, con<br />

ojos desorbitados y somnoliente, en busca del ansiado antecedente que<br />

nos sirviera para preparar ese tema de invierno que debíamos entregar<br />

en un plazo fatal muy cercano, ordenado por el exigente y poco comprensivo<br />

comandante. 25<br />

Sin duda estas afirmaciones no tenemos que exagerarlas, considerando<br />

que es un texto que se escribe con motivo del 25 aniversario de la revista; sin<br />

embargo, no deja de llamar la atención el tono sincero y desenfadado de la<br />

experiencia escolar del coronel.<br />

También memorable es la voz de Francisco Acevedo Serrano, comandante<br />

de grupo retirado, quien al recordar el primer número de la revista<br />

rememora a sus compañeros muertos que aparecen en la necrología. Pero lo<br />

más interesante es la forma en que plasma el contexto de aquella época en<br />

que surgió la revista y sus recuerdos sobre cómo surgió:<br />

Hombres inteligentes, cultos e intelectuales inquietos como Arturo Meneses,<br />

Fernando Ortega, Teodoro Ruiz, Adalberto Fernández, Óscar Herreros,<br />

Darío Mujica, y otros, cambiaban impresiones y terminaron por<br />

convenir en que sus inquietudes y ansias de superación y progreso no<br />

eran posibles de ser materializadas si no existía un medio eficaz para<br />

ello, el que no podía ser otro que una prensa institucional.<br />

La idea tomó rápidamente cuerpo y contó desde el principio con la<br />

entusiasta acogida y apoyo del selecto cuerpo de oficiales que en aquellos<br />

tiempos servían a la institución.<br />

Evidentemente que no se trataba de imprimir un diario, sino que de<br />

editar una revista. Y así nació la Revista de la Fuerza Aérea de Chile. 26<br />

En ese mismo número, el entonces coronel de aviación César Ruiz Danyou,<br />

quien en 1970 asumiera la comandancia en jefe de la fach durante<br />

el gobierno de la Unidad Popular, escribió como director de la Escuela de<br />

Aviación Capitán Ávalos. Redactó un muy breve texto de felicitación, del<br />

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Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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cual, hay que decirlo, no queremos rescatar más que la mención, ya que el<br />

carácter de dicho texto es de loas y vivas a la revista.<br />

Como los artículos citados lo han dicho, las temáticas abordadas en la<br />

revista tocaron muchos y muy diversos temas. La publicación clasificó sus<br />

contenidos en 22 categorías; para 1966 el número de artículos por categoría<br />

se muestra en el cuadro 1.<br />

El artículo “Consejos a un subteniente de aviación” es un indicativo de<br />

la variabilidad de influencias doctrinarias, ya que está escrito por el jefe de la<br />

fuerza aérea francesa, el general G. Leroy, quien hace distintas y claras observaciones<br />

hacia la disciplina, el comportamiento y delinea un piloto “ideal”. La<br />

extensión de dicho artículo es grande, pero consideramos que su exposición<br />

amplia podría darnos una idea clara de los valores a resaltar por la institución:<br />

El que hayas sido nombrado oficial no significa sino que se presumen tus<br />

méritos. Igual cosa ocurre con respecto a los resultados que has obtenido<br />

en la escuela. Todos esos elementos te aseguran, simplemente, cierto<br />

crédito de parte de tus jefes, cierto plazo para confirmar las esperanzas<br />

que en ti se han cifrado.<br />

El oficial vale por sus méritos auténticos y no por sus títulos. Tu trabajo,<br />

tus conocimientos profesionales, tu dinamismo, tu integridad, tu valor<br />

moral, constituyen el capital que representas […].<br />

Trabaja “rápido y bien” más que “lento y mejor”. Pues el esfuerzo<br />

intelectual del oficial rara vez es productivo por sí mismo, y la duración<br />

de dicho esfuerzo condiciona el cumplimiento del trabajo material de<br />

los escalones subordinados cuyo rendimiento, en definitiva, es lo único<br />

que importa.<br />

Las muchachas hermosas no faltan en ninguna guarnición. Podrás elegir<br />

libremente ¿a santo de qué complicar gravemente tu existencia con una<br />

desgraciada aventura con tu dactilógrafa, la mujer de uno de tus camaradas,<br />

o de uno de tus jefes, o, peor todavía, con la de uno de tus subalternos?<br />

La admiración del sexo débil se dirige a tu uniforme, a tu grado y a<br />

tu oficio, tanto como a ti mismo, no saques de ello un orgullo excesivo.<br />

Guárdate de las uniones escandalosas que son susceptibles de culminar<br />

en un matrimonio catastrófico.<br />

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cuadro 1. caTEGoría y núMEro dE arTículos publicados<br />

Categoría Número de artículos<br />

Armamento 6<br />

Asuntos de interés general 173<br />

Asuntos especiales 50<br />

Aviones 69<br />

Cohetes, proyectiles y satélites 29<br />

Comunicaciones y electrónica 14<br />

Derecho aéreo y derecho internacional 16<br />

Economía de defensa 5<br />

Energía nuclear 51<br />

Geopolítica 4<br />

Guerra naval 23<br />

Historia 138<br />

Ingeniería 79<br />

Instrucción 17<br />

Instrumentos y ayudar a la navegación aérea 36<br />

Inteligencia 18<br />

Logística 36<br />

Medicina de aviación 55<br />

Meteorología 34<br />

Operaciones 274<br />

Personal y Estado Mayor 77<br />

Servicio de búsqueda y salvamento 7<br />

Fuente: información condensada a partir de Martínez, “Nuestra”, 1966.<br />

La elección de su mujer es, para el aviador, más que para ningún<br />

otro una medida de cargada consecuencia. Piensa que un error puede<br />

llevarte a abandonar el magnífico oficio que tanto amas.<br />

Reflexiona bien; que sólo tu compañera sea digna de la aviación.<br />

Sólo así será un consuelo precioso en los momentos aciagos. Pues estos<br />

momentos existen; personales o en tu comando.<br />

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Suceda lo que suceda, ten fe. Tu oficio es el más bello del mundo,<br />

y tu patria debe poder contar con tu fe para defenderla.<br />

Y ahora ¡al trabajo! El porvenir está en ti. 27<br />

Es claro el esfuerzo por delinear el carácter ético del piloto, su comportamiento<br />

dentro de la esfera armada y privada, la profesionalidad, solidaridad<br />

y decencia que debe tener en cualquier momento. Es de destacarse el<br />

elemento obediencia y la necesidad por reflexionar cualquier descontento<br />

con los superiores:<br />

Disciplina, disciplina, disciplina […]<br />

El amor propio exagerado ha causado la muerte de muchos pilotos;<br />

tienes la obligación de ser prudente, jamás creas que el avión es un<br />

medio para suicidarse, porque al Estado le cuesta mucho […].<br />

Si alguna vez chocas con uno de tus superiores –todo puede suceder–<br />

la posición firme debe ser tu única actitud, y tu protesta será perfectamente<br />

correcta. En seguida, reflexionarás. Si después de maduro estudio,<br />

deseas mantener tu criterio, darás cuenta por escrito; este último<br />

caso, escribirás por la noche para releer lo escrito en la mañana siguiente.<br />

Si no decides destruir el papel, busca el consejo de un camarada<br />

más sereno, más militar, más imparcial. Y si él aprueba tu presentación,<br />

suaviza al menos el texto, no afirmes nada que no sea rigurosamente<br />

verdadero; evita todo concepto violento. El destinatario comprenderá de<br />

todos modos que tú no estás de acuerdo con él, pero no lo habrás vejado<br />

y sabrá apreciar tu actitud.<br />

Cuídate de criticar las órdenes que recibes. Este defecto es muy<br />

dañino. Pero, por ventura, ¿tienes en tu poder todos los elementos del<br />

problema? 28<br />

Como podemos darnos cuenta, para el general Leroy la obediencia no<br />

es ciega y la cadena de mando está sujeta a la coherencia de las órdenes<br />

y a la búsqueda de una segunda opinión en caso, claro, de que exista una<br />

auténtica controversia.<br />

En la revista podemos encontrar reseñas históricas de la creación de<br />

distintas fuerzas aéreas (la real canadiense, la rusa, la turca, la italiana, la<br />

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francesa, etc.), y aún más importante son las reseñas de las batallas aéreas.<br />

Se destacan por su contenido los bombardeos aéreos durante la segunda<br />

guerra mundial, y a partir de los años cincuenta los artículos de Seversky y<br />

el enaltecimiento de sus principios, como por ejemplo “La guerra de Corea y<br />

los principios de Seversky”, aparecido en 1952, en el número 45. Por cierto,<br />

este artículo fue retomado de un miembro de la fuerza aérea española, el<br />

coronel Antonio Rueda.<br />

Pero el artículo que referimos con anterioridad y las alusiones antes citadas<br />

a las doctrinas del general Seversky, nos llevan a percatarnos de la discusión<br />

que hay en el fondo de todo esto: los famosos principios de Seversky están<br />

dirigidos a reflexionar acerca de las diferencias entre una guerra “pequeña” y<br />

una nueva “gran guerra”, como sería la que se emprendiera contra la URSS. El<br />

coronel Rueda rescata algunos extractos del libro El poder aéreo, de Serversky:<br />

Ciertos observadores, que creen que ver en el episodio de Corea algo<br />

así como un anticipo de lo que será la guerra del porvenir, se dejan<br />

llevar por un ofuscamiento, trágico a mi entender. En particular, incurren<br />

en profundos errores de apreciación al afirmar que lo ocurrido en<br />

Corea viene a rebatir la tesis sustentadora del poder aéreo. Olvidan que<br />

si Corea fuera una gran potencia industrializada como la URSS, una<br />

batalla por el dominio del aire hubiese constituido inevitablemente la<br />

primera fase del drama; ninguna acción de superficie habría podido<br />

ser decisiva sin antes haberse librado esa batalla suprema, cuya suerte<br />

hubiera decidido la del conflicto general […].<br />

Quienes interpretan mal las enseñanzas de la guerra de Corea se<br />

hallan empeñados ya en conseguir que Estados Unidos encauce poco<br />

menos que la totalidad de su capacidad bélica en organizar una fuerza<br />

de superficie a modo de un esfuerzo –irremisiblemente fatal– por contrarrestar<br />

el potencial humano de los comunistas. Sin proponérselo, le están<br />

haciendo el juego a Moscú. 29<br />

Posteriormente el coronel Rueda hace un balance propio al respecto:<br />

Pero creemos que no ha sido un craso error al hacer frente en Corea a<br />

las desmedidas aspiraciones imperialistas del comunismo ruso-asiático,<br />

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tanto para darle un toque de alto que ya estaba haciéndole falta, como<br />

asimismo porque aun a costa de mucho dolor y de sacrificios no hay que<br />

olvidar que ha servido también para poder darle al pueblo americano (y<br />

a otros pueblos europeos) un rápido “viraje en la vertical” contra el antiguo<br />

aliado ruso, que de otro modo hubiera exigido mucho más tiempo, y<br />

porque aquel aviso de Corea ha hecho despertar de su letargo al espíritu<br />

de conservación y defensa de Europa occidental, no obstante el “lastre”<br />

que presentan ciertos gobiernos, primos hermanos del comunismo, que<br />

usufructúan el poder en varias naciones, las cuales gobiernos, por temor<br />

a un importante sector comunista o comunistoide de sus propios pueblos,<br />

tienen encendida una vela a Dios y otra al diablo.<br />

Es natural que no podamos tampoco coincidir totalmente con las<br />

doctrinas de Seversky, porque estamos en Europa y no en América, la retirada<br />

de las bases avanzadas, como él propone, y la guerra aérea a gran<br />

distancia, desde aquel continente americano contra Rusia, implica la invasión<br />

de la Europa occidental y su comunicación; entiéndase la sovietización<br />

del continente y el exterminio de toda espiritualidad cristiana y de<br />

toda idea social distinta al comunismo marxista. 30<br />

En 274 artículos identificados como de “operaciones”, se encuentran,<br />

sobre todo, textos que hacen referencia a táctica militar (tanto el ataque<br />

como la defensa). En esta sección no hay alusiones claras a la doctrina estadunidense<br />

o soviética, aunque sí hay discusiones que enfrentan al general<br />

Douhet y Seversky, por lo que podemos afirmar que, repito, aunque no explícitamente,<br />

hay un dominio de la idea de operaciones estadunidense, con<br />

una pequeña contraposición a la británica y alemana.<br />

El único texto que se encarga de la URSS se titula “Doctrina, estructura<br />

y tendencias en las fuerzas armadas soviéticas”, y es del número 93 de<br />

1964. A diferencia de los anteriores, este fue escrito por el teniente coronel<br />

de aviación de la fach Luis Rico de Sandoval. 31 El artículo inicia enumerando<br />

una serie de preceptos considerados la “doctrina militar” soviética después<br />

de 1960, para posteriormente aceptar que la URSS fue una de las potencias<br />

vencedoras atribuyendo la victoria a factores de “casi ridícula sencillez”,<br />

como la estabilidad de la retaguardia, la moral de las tropas, la calidad y la<br />

cantidad de las divisiones, los armamentos y la capacidad para organizar y<br />

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para dirigir de los mandos, dejando claro que estos no “son atributos especiales<br />

de los soviéticos”.<br />

Finalmente, el autor asegura que hay un tercer momento en 1960 en el<br />

que la “influencia” de Jruschov y su “análisis”, sobre el carácter de la guerra<br />

moderna influyeron decisivamente. En dicho “análisis” el autor afirma que<br />

“los periodos iniciales estarían dominados por ataques de ingenios balísticos<br />

en gran escala y que la URSS no sólo estaba en condiciones de realizar esos<br />

ataques iniciales, sino que también disponía de los medios necesarios para<br />

que fueran precisos”. 32<br />

Con lo expuesto hasta el momento sólo podemos mostrar una pequeña<br />

parte de los contenidos que se encuentran mayoritariamente en la revista;<br />

ahora intentaremos delinear, a grandes rasgos, las tendencias generales que<br />

siguió desde 1941 hasta 1973.<br />

Como se ha dicho, hasta ahora el estudio de las fuerzas armadas, salvo<br />

notables excepciones, ha estado cubierto de clichés y lugares comunes que<br />

asumen discursos ya hechos, que de fondo nos dan visiones parciales y acríticas<br />

de lo que en realidad es una pelea y una profunda discusión por modelar<br />

un ideal y un “deber ser” del hombre de armas.<br />

De forma muy fácil y casi automática, atribuimos a la fach preceptos<br />

doctrinarios de clara influencia de la fuerza aérea estadunidense, dejándonos<br />

llevar por el predominio de Estados Unidos en dicha arma, en relación<br />

con el material de guerra y estereotipos de comportamiento, así como en<br />

imágenes y símbolos.<br />

A través de las páginas de la revista se van marcando las pautas a seguir<br />

para todos sus lectores, y si bien las publicaciones son decididas por la dirección,<br />

la pertenencia y el paso de sus directores por el Estado Mayor general<br />

–y de alguno su consiguiente puesto como comandante en jefe de la fuerza<br />

aérea–, nos permite afirmar que esta es sin duda la postura de la oficialidad<br />

que se encuentra a punto de ascender a los puestos clave de toma de decisiones<br />

de la institución.<br />

Para acercarnos a esos cambios propongo una periodización de cambios<br />

generales en los contenidos de la revista y, por lo tanto, en las visiones<br />

doctrinarias.<br />

Con anterioridad habíamos dicho que la revista de la fach surge ante la<br />

necesidad de encontrar un mecanismo para la difusión de las ideas, discusio-<br />

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Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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nes propuestas y novedades que sobre el ámbito de la guerra aérea y la aeronáutica<br />

iban surgiendo. Pero muchos de los contenidos no eran necesariamente<br />

novedosos, correspondían a discusiones ya superadas en otras partes<br />

del mundo, pero que en los países que apenas comenzaban a ponerse al día<br />

en lo que a las ideas de la guerra se refiere, eran aún problemáticas frescas.<br />

Es posible definir etapas en la revista a partir de cuestiones muy visibles y<br />

sin entrar en un análisis profundo. Hemos decidido, por el momento, no introducir<br />

a los directores de la revista como único patrón de periodización, ya que<br />

hubo momentos en los que el puesto gozó de una movilidad y mutación extraordinaria,<br />

situación que junto con el problema de obtener de forma rápida<br />

datos acerca de su carrera militar, nos hace dejarla como una tarea pendiente,<br />

aunque sí tomamos en cuenta este aspecto para los planos en los que podamos<br />

desarrollar más nuestro conocimiento sobre la misma historia de la fach.<br />

Una primera etapa de la revista podemos ubicarla de 1941 a 1948; en<br />

este primer momento la publicación se encuentra bajo el mando del primer<br />

equipo editorial. El contenido es primordialmente autojustificatorio y autocomplaciente<br />

con la institución. Dohuet y Mitchell, como se ha dicho antes,<br />

son los principales teóricos traducidos; sin embargo, el nombre de Alexander<br />

Seversky empieza a sonar por estos años. En el número 9, correspondiente a<br />

abril-junio de 1943, se organiza un concurso para traducir Victory Through<br />

air Power, 33 considerado el libro más importante de Seversky. Para este momento,<br />

Seversky es sólo un autor a considerar, mas no un paradigma.<br />

Las críticas a la poca importancia que se le atribuía a esta nueva arma<br />

no sólo pueden leerse en los editoriales y en artículos; de forma por demás<br />

interesantes puede verse en caricaturas (véase imagen 1).<br />

A esto podemos agregar el contenido de las noticias que enuncian en la<br />

sección de Crónica Nacional, en la que destacan las visitas de los representantes<br />

militares, sobre todo latinoamericanos. También el contenido y número<br />

de las necrologías puede hablarnos muy claro de lo peligroso de la profesión<br />

aérea. La mayoría de los anuncios remiten a personal que oscila entre los 20<br />

y los 30 años, y en promedio cuatro por número.<br />

Una segunda etapa podemos encontrarla desde 1948 hasta por lo<br />

menos 1956. En este momento pasa por la dirección el futuro comandante<br />

en jefe de la fach, Diego Barros Ortiz, quien dejara su huella en el estilo de<br />

la revista. La influencia estadunidense comienza a crecer, pero sobre todo<br />

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Esta caricatura aparecida en los primeros números de la Revista de la Fuerza Aérea de Chile (enero-<br />

marzo de 1943, año ii, núm. 8) nos permite ver cómo la institución armada de más reciente creación<br />

en Chile se queja de forma muy sutil contra las voces que estaban en contra de su existencia. En ella<br />

podemos ver a un anciano oculista, representando a la historia, tratando de enseñarle una sola lección a<br />

un hombre que evidentemente es un militar y que está rotulado con la leyenda “Estado Mayor General”.<br />

La lección es “El poder aéreo es la clave”, acompañado de las regiones en que durante la segunda guerra<br />

mundial, se consideró que la aviación fue clave (Pacífico, Creta, Francia, Noruega). Esto acompañado<br />

de las batallas aéreas más emblemáticas hasta ese momento. Claramente es una protesta que clama por<br />

mayor atención por parte del Estado Mayor. Finalmente el anciano dice: “Tengo miedo que si usted no<br />

puede leer ni aun las letras grandes su caso no tenga remedio”, con lo que al parecer quieren expresar la<br />

ceguera del Estado Mayor General ante la capacidad bélica del poder aéreo.<br />

tenemos la presencia de artículos firmados por miembros de la fuerza aérea<br />

española. De aquí podemos decir que es posible la existencia de una línea<br />

próxima al integrismo franquista, visión que concuerda con algunas propuestas<br />

acerca del predominio de las raíces franquistas en la derecha chilena por<br />

sobre la estadunidense. El esquema de financiación parece cambiar, ya que<br />

se abre a la inserción de anuncios, pero no los pequeños anuncios locales y<br />

los proveedores de materiales de guerra de la fach, como solía suceder. En<br />

el número 45, correspondiente a abril-junio de 1952, encontramos el primer<br />

anuncio de Coca Cola.<br />

Los principios doctrinarios de Seversky aparecen constantemente en los<br />

artículos; se los critíca y contrapone a Douhet y Mitchell. Las guerras irre-<br />

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gulares producen atracción, pero el centro de atención es el análisis de las<br />

tácticas de guerra de la segunda guerra mundial. Se ha dejado de discutir la<br />

importancia de la fuerza aérea en el “teatro de la guerra”.<br />

A partir de 1956 y hasta 1962 podemos encontrar una etapa distinta.<br />

Entra a la revista el tema de la era espacial; se discute sobre si es un tema que<br />

corresponda a la aeronáutica. Así, la primacía de las doctrinas estadunidenses<br />

se afianza y se pone de relieve a los estudiantes chilenos que destacan en<br />

las academias de aquel país y la ayuda material que prestan en aquella nación.<br />

En la nota editorial del número 72 (enero-marzo de 1959), el entonces<br />

director coronel Horacio Rojas Donoso apuntaba:<br />

Cabe destacar aquí que gran parte de la labor realizada por la fuerza<br />

aérea en estos últimos años se debe a la asistencia técnica y a los aportes<br />

de material recibidos en virtud del Pacto de Ayuda Mutua suscrito por los<br />

gobiernos de Chile y Estados Unidos de Norteamérica. Esto ha permitido<br />

tonificar positivamente las actividades en casi todas las bases y reparticiones<br />

de la institución, pudiendo desarrollarse una labor de gran interés<br />

en el campo profesional.<br />

Igualmente, merced a la ayuda técnica traducida en varias misiones<br />

de especialistas venidos al país desde Norteamérica, o en cursos de<br />

capacitación efectuados dentro o fuera del territorio por miembros de la<br />

institución, se ha logrado elevar el nivel de eficiencia de la fuerza aérea,<br />

haciendo de ella un instrumento de real valía en el campo de la defensa<br />

nacional… 34<br />

Regresan los artículos dirigidos a modelar el espirítu del piloto, pero ya<br />

no más en la forma de un artículo analítico, sino como exaltaciones de corte<br />

poético, como “El hombre del aire” de Gabriel Greiner:<br />

Ser hombre de aire requiere, sin duda alguna, no una tendencia, ni una<br />

afición sino una verdadera vocación. Esta vocación, una vez lograda por<br />

irresistible impulso espontáneo, o por reflexión madurada, por algo que<br />

no puede reprimirse o combatirse, o por algo que se deduce de una meditación<br />

y de una elección, se distingue y diferencia de otras posiciones<br />

ante la vida en que así como estas últimas pueden variar, alterarse e in-<br />

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cluso ser dañadas seriamente, desaparecer, ser repudiadas, la del hombre<br />

de aire dura y perdura a lo largo de toda la existencia.<br />

El “hombre de aire” ha de tener y tiene una psicología especial, una<br />

configuración espiritual específica, y esta es permanente tanto cuando el<br />

hombre del aire lo es en plena actividad por su juventud y condiciones<br />

físicas, como cuando por haber cesado, o haberse malogrado estas, el<br />

“hombre del aire” ha de vivir de recuerdos […] Las profesiones, los oficios,<br />

imprimen carácter y moldean cerebros y almas, diferenciando al<br />

hombre o a los grupos de hombres que se ocupan unas de otros.<br />

Esto es para todos. Pero es que la profesión del “hombre del aire”<br />

es tan singular, tan particular, tan extraordinaria, en el sentido de no parecerse<br />

a ninguna otra ni tener nada en común con las demás, que el<br />

aviador ha de formar, por fuerza, un grupo muy característico de especial<br />

configuración, contorno y silueta.<br />

En primer lugar, está el riesgo. Hay profesiones absolutamente sin<br />

riesgos, otras en las que el riesgo es remoto, algunas en las que el riesgo<br />

es posible; pero en el hombre del aire el riesgo es constante, es permanente<br />

[…] Esta circunstancia ha de crear ya una psicología y un clima y<br />

un ambiente sencillamente de valor, de audacia, de intrepidez, de serenidad,<br />

deducido todo ello no de una actitud y una aptitud ante un peligro<br />

que nos rodea en un momento dado, sino del conocimiento previo del<br />

peligro cierto, de saber que existe y no temerle ni esquivarle.<br />

Muchas veces el heroísmo se produce a consecuencia de un hecho,<br />

haciendo surgir en el héroe una personalidad desconocida, quizá anormalmente<br />

en él. No es precisamente el pintoresco y humorístico héroe<br />

por fuerza, pero sí el héroe por causa.<br />

En el “hombre de aire”, especialmente en el aviador militar en tiempo<br />

de guerra, el heroísmo se produce antes del hecho, es anterior a la<br />

causa, porque el heroísmo ha de ser permanente, ha de ser constante, por<br />

las especiales condiciones en que se lanza al hecho y a la causa.<br />

Todos sabemos y conocemos la existencia de la enfermedad profesional,<br />

llámase sicolisis en el minero, saturnismo en el pintor o melancolía<br />

en el poeta. En el grupo de los “hombres de aire”, en circunstancias<br />

de defender a la patria, la enfermedad profesional es el heroísmo. 35<br />

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Desde 1962 hasta 1970 tenemos el ascenso de una corriente que intenta<br />

integrar a las fuerzas armadas al desarrollo del país. Los temas de integración<br />

están presentes, así como la incorporación de más colaboradores civiles<br />

en la revista, y la búsqueda por incentivar una mayor preparación académica<br />

de los pilotos. Podemos decir que es una revista que busca que el piloto tome<br />

conciencia de su lugar en la sociedad y lo que sus conocimientos pueden<br />

aportar para la creación de una sociedad distinta y más justa.<br />

Por primera vez no aparecen algunos números de la revista; estos se entregan<br />

fusionados con otros, por el momento desconocemos la razón, si sea<br />

presupuestal o se empalme con alguna crisis política o institucional, pero es<br />

una situación que sólo sucedió en 1968 y durante el gobierno de la Unidad<br />

Popular. Si bien la toma de posesión de cada nuevo presidente suscitaba<br />

comentarios editoriales, en el año de 1970 se abre una pequeña etapa de la<br />

revista hasta el golpe militar. La nota editorial del número doble (116-117,<br />

correspondiente a la mitad del año julio-diciembre) nos perrmite palpar el<br />

momento tan increíble de diferencias que la nota se ocupa de cuestiones<br />

más allá de las militares ceremoniales:<br />

nuevo goBierno<br />

El día 3 de noviembre asumió el mando supremo de la nación un nuevo<br />

gobierno constitucional encargado de regir los destinos del país en los<br />

próximos seis años.<br />

La tónica sobresaliente que se advierte en esta nueva administración<br />

presidida por S. E. don salvaDor allenDe gossens es la implantación<br />

de profundos cambios orientados a solucionar problemas que afectan a<br />

la gran masa ciudadana.<br />

Los institutos armados, en donde militan hombres conscientes de<br />

sus deberes profesionales, ciertamente no trepidarán en ofrecer sus mejores<br />

energías para cooperar en las ingentes tareas de bien común que<br />

emprenderá el supremo gobierno de la nación.<br />

La Revista de la Fuerza Aérea de Chile, desde la modesta plataforma<br />

de esta nota editorial, saluda respetuosamente a las nuevas autoridades<br />

del país, y formula sus más fervientes votos porque el nuevo gobierno<br />

alcance las metas que se ha impuesto en bien de la patria y de toda la<br />

comunidad nacional. 36<br />

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Y esta época de la revista será sin duda la más rica en cuanto a variedad<br />

de los materiales; por ejemplo, la nota editorial del número 120 (julio-septiembre<br />

de 1971) está dedicada a las letras y en particular al militante del Partido<br />

Comunista Chileno, Pablo Neruda:<br />

Homenaje a Pablo Neruda.<br />

La pluma no está reñida con la espada. Cervantes y Ercilla en el pasado.<br />

Saint Exupery en la época de nuestra juventud romántica y Diego Barros<br />

Ortiz, a riesgo de parecer irrespetuosos al no darle los títulos que le corresponden,<br />

han sido y son testimonios de este aserto. Por ello, nuestra<br />

revista por tradición orientada hacia lo profesional ha querido rendir un<br />

homenaje a un hombre de letras, a un poeta que ha prestigiado a nuestro<br />

país más allá de las fronteras, llegando a obtener el reconocimiento universal<br />

a través del premio Nobel de Literatura. 37<br />

Este momento se cierra abruptamente con el golpe militar; el número<br />

de octubre-diciembre de 1973 inicia con la proclama de la Junta Militar y<br />

las fotos de sus integrantes. Los anunciantes del Estado (corfo, Editorial Quimantú,<br />

etc.) son sustituidos por las transnacionales que agradecen la “oportuna<br />

intervención” para salvar a la patria. Despúes del 11 de septiembre, la<br />

revista se vuelca a la aeronáutica para, con el tiempo, ir disminuyendo el<br />

número de páginas publicadas: hoy en día, de las 150 o 200 páginas han<br />

quedado 60. La revista sigue siendo trimestral, pero ya simplemente cumple<br />

con las conmemoraciones:<br />

Enero-marzo, aniversario de la fuerza aérea.<br />

Abril-junio, aniversario de la Revista de la Fuerza Aérea de Chile.<br />

Julio-septiembre, aniversario de la idependencia.<br />

Octubre-diciembre, las fiestas decembrinas.<br />

la escuela De aviación caPitán ávalos<br />

Pero es la educación recibida la forma en que se asimila y las vivencias lo que<br />

más influye en los cadetes y futuros oficiales de la fach. Sin duda las instituciones<br />

castrenses intentan ofrecer al alumno una formación integral que les<br />

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cuadro 2. las 10 fasEs dE una fiEsTa dE aviadorEs solos<br />

Fase 1 Copeo suave = suave copeo.<br />

Fase 2 Copeo fuerte = fuerte copeo.<br />

Fase 3 Crítica a las autoridades legalmente constituidas.<br />

Fase 4 Arreglo de la institución y del país.<br />

Fase 5 Retorno a la infancia.<br />

Fase 6 Exaltación de la amistad.<br />

Fase 7 Pérdida de la personalidad.<br />

Fase 8 Himnos institucionales y cánticos regionales.<br />

Última fase Asolación del inmueble y de la propiedad privada o fiscal (según<br />

donde sea la fiesta).<br />

Fuera de Fase Postración cognoscitiva o tec.<br />

Nota: Estas son las conclusiones de un informe presentado por oficiales de reserva, luego de ha-<br />

berse reunido durante varias “sesiones” a experimentar exhaustivamente cada una de las etapas anotadas,<br />

hasta sus últimas conseciencias.<br />

Fuente: tomado de la sección de Sonrisas de Reserva, Revista de la Fuerza Aérea de Chile, núm.<br />

121, octubre-diciembre de 1971, pp. 99-100.<br />

permita “funcionar” y ser un engranaje más de la maquinaria de las fuerzas<br />

armadas. Este apartado está dedicado a las voces de las vivencias “escolares”<br />

de los pilotos de las fach. Carlos Castro hace un interesante retrato de lo que<br />

significaba ser piloto antes del perfeccionamiento de la aeronáutica:<br />

Ser aviador en aquellos años era ser un poquito chiflado, solamente a los<br />

locos se les ocurría andar por el aire y ser candidatos a matarse, entonces<br />

muchos de los militares que llegaron a la fuerza aérea eran bastante alocados<br />

por decirlo de alguna manera, siendo gente muy capaz, siendo gente<br />

con muchas virtudes, pero gente alocada. Entonces esto le dio un cierto<br />

sello a la fuerza aérea, sello que conservó durante muchos años […] yo ingresé<br />

a la Escuela de Aviación ya siendo una fuerza independiente, el año<br />

1948, o sea recién pasados 17 años de esta fuerza aérea. Entonces en el<br />

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año 48 todavía estábamos viviendo un poquito la época que hemos llamado,<br />

los aviadores de casi todo el mundo, la época de la aviacion heroica. 38<br />

El capitán Vergara nos ofrece una muy importante visión acerca de las<br />

diferencias entre las tres ramas de las fuerzas armadas:<br />

hay varios elementos que permiten identificarlas, pero si nos fuéramos<br />

por una, lo más fundamental es que la disciplina de cada una, y por<br />

tanto todo lo que se construye alrededor de las relaciones internas en<br />

torno a la disciplina está en función de su forma de participar en la guerra.<br />

Quienes tienen los códigos de conducta más rigurosos y estrictos es<br />

la marina, y por qué, porque tienes que pensar en un mundo que está<br />

a 2 000 millas del lugar más cercano; un grupo de hombres sometidos<br />

a lo que puede ser el combate, un grupo de oficiales, la única forma de<br />

imponerse al grupo de suboficiales, aquellos que tienen que comandar<br />

el combate y al desafío de la muerte, es su impronta y su ascendente de<br />

mando, y ese ascendente de mando se va forjando a través de relaciones<br />

muy claras y distintas entre cada oficial y suboficial, muy separado, de<br />

tal manera que la autoridad tenga una fuerza general a lo largo de toda<br />

una práctica de relacionamiento para incursiones allá a 2 000 millas, ¿te<br />

das cuenta? Más relajada es la del ejército puesto que si bien es cierto<br />

el oficial también tiene que imponer su voluntad en el momento de amplias<br />

crisis como lo es el combate, sin embargo tiene el apoyo general<br />

de toda la institución, ¿me entiendes? o sea, hay un actuar más colectivo<br />

y más masivo, por lo tanto siempre está la institución como presente.<br />

Allá en el barco están solamente ellos, por lo tanto hay otro tipo de disciplina<br />

de relacionamiento.<br />

Y en la fuerza aérea el oficial es el que combate sólo en el avión;<br />

eso te da otra relación más horizontal, más cercana, finalmente cuando<br />

vas a salir del avión, finalmente solamente tú sabes si cumpliste la misión<br />

o no la cumpliste porque no pudiste, no quisiste, no te atreviste, ¿me entiendes?,<br />

es una formación que va más al individuo, a su conciencia. 39<br />

Así pues, la decisión de entrar a la fuerza aérea debía parecer un<br />

asunto de pensarse muy seriamente; sin embargo, parece no haber sido una<br />

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decisión muy reflexionada en algunos casos. Ernesto Galaz nos dice cómo<br />

tomó la descisión:<br />

Ingreso a la fuerza aérea en el año de 1943, siendo yo estudiante de<br />

secundaria, el último año de secundaria, llegó un oficial de la fuerza<br />

aérea al curso donde estábamos nosotros en el 7º año de humanidades,<br />

y nos dio una charla sobre las desventajas y las perspectivas que ofrecía<br />

la carrera militar, para los fines de que muchos de nuestros compañeros<br />

decidieron ingresar; yo tenía todos los antecedentes para postular, de manera<br />

que medité todo lo que nos dijo este caballero, y los siete alumnos<br />

decidimos postular a ingreso a la Fuerza Aérea de Chile, de los siete sólo<br />

cuatro fuimos aceptados e ingresamos a la institución el día 7 de junio<br />

del año 1943. 40<br />

Para el capitán Vergara no había mucho que pensar, su decisión estaba<br />

tomada desde mucho antes como algo muy natural y propio de su personalidad,<br />

según comenta desde muy corta edad:<br />

si bien es cierto tuve relación con las fuerzas armadas porque mi padre<br />

fue suboficial mayor del ejército, pero nunca se me pasó por la cabeza<br />

pertenecer a las fuerzas armadas; sin embargo, desde muy pequeño tuve<br />

la inquietud de ser piloto, tenía, y está registrado por ahí en algún certificado<br />

de kindergarten, preescolar como se diría ahora, una nota de la<br />

profesora en que formula en un informe la extrañeza de que yo, siendo<br />

tan niño, tenía o aparecía con una vocación tan firme de ser piloto, la<br />

verdad es que no sé de dónde provino ese interés tan prematuro que lo<br />

mantuvo por mucho tiempo. 41<br />

Pero al igual que Galaz fue una campaña de reclutamiento la que lo<br />

hace tomar la decisión definitiva: “en el colegio donde yo estudiaba, colegio<br />

de la orden salesiana, apareció un contingente de la fach a promocionar la<br />

escuela de aviación, allí y entonces uní este temprano deseo con una oferta<br />

tan directa y centré mi anhelo en ser oficial de la fuerza aérea, piloto, anhelo<br />

que cumplí ingresando en el año 59 a la Escuela de Aviación Capitán Ávalos<br />

de la fach”.<br />

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Para Castro parece ser un proceso influenciado por su historia familiar<br />

Muy rápido, muy rápido, conversé con varios muchachos mayores que yo<br />

que ya eran miembros de la fuerza aérea, cadetes, y los que […] eran los<br />

entusiasmados, muchachos jóvenes, yo tenía 17 años. A los 17 años uno<br />

cree muchas cosas […] Mi hermano fue oficial de ejército, y desde niño,<br />

mi hermano quiso ser militar desde que tenía dos años, año y medio.<br />

Milico decimos acá en Chile, es un término entre cariñoso y despectivo,<br />

pero él quiso ser milico toda su vida. Yo me di cuenta, fui evolucionando,<br />

hasta llegar a ser aviador.<br />

El ingreso a la escuela Capitán Ávalos se hacía al término de la educación<br />

secundaria, entre los 15 y los 17 años. Para ingresar, los postulantes debían<br />

desarrollar exámenes intelectuales y físicos. Ingresaban un promedio de<br />

100 cadetes por promoción, pero sólo terminaban los cursos entre 30 y 40.<br />

Ingresar a la escuela significaba una transformación completa para el joven<br />

de temprana edad; para Vergara, fue:<br />

Violento […] la verdad es que no había salido nunca de mi casa en los<br />

términos que significa […] ingresar a una institución armada, donde uno<br />

pasa a ser ciento por ciento parte de esa institución. Con un inicio que<br />

era yo creo que era la intención de […] y voy a usar más zoológica,<br />

que destetar violentamente a la persona de su medio, de tal manera de<br />

marcarla con la impronta militar, pero al mismo tiempo probarlo si efectivamente<br />

tiene esa condición, el trato es muy rudo y si uno se mantiene<br />

bajo esta disciplina antes de volver a salir a la casa por mucho tiempo,<br />

posteriormente uno llega a la casa los fines de semana como de visita y<br />

así ya pasa a ser todo el tiempo hasta que se es oficial. 42<br />

Pero quizá lo más impactante sea la caracterización de la llegada a la<br />

escuela y sus primeros días:<br />

mucha ilusión, llegar a un lugar absolutamente nuevo, con gente nueva,<br />

a un sistema nuevo, novedoso, muy parecido a todo lo que has visto en<br />

las películas en que uno llega, le han pedido que llegue solamente con el<br />

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cepillo de dientes, y con una maletita para después devolver todo el resto<br />

de las cosas civiles a tu casa, y ahí te equipan completamente y el famoso<br />

corte de pelo al rape. Y rápidamente empezar con las primeras y novedosas<br />

formaciones y movimientos militares, los gritos, las órdenes y hacer<br />

correr y […] es una cosa que creo luego uno asume como tradición y uno<br />

lo va repitiendo con los que van entrando sin tener una conciencia muy<br />

clara, pero en su diseño tácito está lo que te decía en un comienzo, quitar<br />

todos los elementos de informalidad que uno puede tener en la vida civil<br />

y rápidamente meterte en un marco de comportamiento, de disciplina, de<br />

relacionamiento estricto muy particular como es el de las fuerzas armadas,<br />

por lo tanto, desde el primer día es un choque y debo decirte que desde<br />

el primer día hay gente que empieza a decir con permiso voy de vuelta,<br />

así que es duro…<br />

En ese entonces, los cadetes ingresaban cuatro meses antes del inicio de<br />

los cursos para que comenzaran a conocer la rutina y las reglas de la escuela.<br />

El horario era implacable, rígido e intenso:<br />

la diana a las 5:30 de la mañana con los gritos de dejar la cama bien<br />

estirada, qué sé yo, empujarnos al baño, estar echando al baño, estar diciendo<br />

que tienes que ir saliendo, vestirte, hacer la cama, de una manera<br />

impecable que una moneda tiene que dar un bote, y vienen tus superiores,<br />

revisan, si está mal se dan vuelta a la cama y hacerla de nuevo, y<br />

mientras todo eso ya ordenaron que te salgas a formar, salir a formar, trote<br />

de la mañana, de ahí al desayuno y a las 6 tomando desayuno 6:30 en<br />

pabellones de estudio hasta las 8 que llegan los profesores […]<br />

[…] en el periodo previo es también levantarse temprano, mucho<br />

trote, mucha gimnasia, muchas señales de marchar, órdenes militares,<br />

recibir el equipamiento […] todo ese tipo de cosas que por dentro, que<br />

se caricaturizan en las películas sobre reclutas, uno lo vive en la práctica,<br />

pero como te digo en el momento ya más normal, es clase durante la<br />

semana, en periodo normal, a media mañana un largo recreo […] te dan<br />

una colación, posteriormente terminan las clases a las doce, a los dormitorios,<br />

a asearse, y, formar para la cuenta del mediodía, ahí se leen las<br />

órdenes, los castigos, etc., de ahí pasar a almorzar, luego un tiempito en<br />

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el casino y a clase nuevamente entre las 5 de la tarde, al dormitorio, aseo,<br />

cena, casino, el estudio, hasta la noche que nos formamos nuevamente,<br />

dar cuenta a los superiores y pasar a acostarse, excepto los que están castigados<br />

que tienen que salir a correr, con los colchones, o el típico castigo<br />

este que se acostumbra dar, y eso es como la rutina. 43<br />

Para Castro son estados físicos y de ánimo lo que le recuerda sus días en<br />

la escuela: “Permanente con sueño, permanentemente cansado, permanente<br />

haciendo esfuerzo y permanentemente soñando.” 44<br />

Los castigos eran la respuesta “natural” a cualquier alteración al ritmo<br />

de la escuela:<br />

uno parte pudiendo ser castigado porque la cama quedo mal hecha,<br />

porque el cepillo de dientes está sucio, porque no había cambiado un<br />

jabón que estaba gastado, porque tu repisa no está arreglada según como<br />

debiera, o tu estante personal el lugar de la ropa, y durante el tiempo<br />

porque llegaste cesado a alguna cosa, esos son motivos de los castigos<br />

individuales, pero de repente, tu escuadra tu sección perdió el paso o<br />

hizo mal un movimiento militar y vienen los castigos colectivos, o te sorprenden<br />

en desorden en clase o alguien va hablando en la fila cuando no<br />

se debe hablar, hay muchas razones por las cuales te van disciplinando.<br />

[…] hay distintos tipos de castigos, los castigos físicos de correr y<br />

son todo eso, o quedarse sin casino, o hacer algún tipo de trabajo extra,<br />

barrer, etc., hasta castigos que van quedando en el expediente que son<br />

horas menos de salida, que pueden ser una determinada cantidad de<br />

horas hasta en vez de salir el sábado salir el domingo, o hasta no salir si<br />

es castigo completo, y eso va al expediente. 45<br />

conclusiones<br />

Una de las principales interrogantes que persigió este artículo es el saber<br />

cómo es el trato diario, la complicidad continua y el reconocimiento de<br />

ideales compartidos que los hace ser una camaradería. Asimilan la doctrina<br />

y el pensamiento que se les enseña, pero sus intereses están ligados a sus<br />

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experiencias personales; todos piensan que para algo sirven las fuerzas armadas<br />

y que deben estar con la nación, pero lo asimilan de forma distinta,<br />

dependiendo de quiénes fueron los artífices de su educación. En su mayoría,<br />

habría que decirlo, admiran a sus profesores civiles por encima de los militares,<br />

sienten que pertenecen a una gran familia.<br />

En este artículo pudimos definir la identidad y peculiaridad de los miembros<br />

de la Fuerza Aérea de Chile en oposición a los miembros de las otras<br />

armas. El piloto de la fach es un hombre heroico que en nombre de la patria<br />

es capaz de dar su vida; con un alto desarrollo de los vínculos de camaradería<br />

y con lealtad hacia sus superiores. Pero esta lealtad no está entendida como<br />

sumisión, sino como una capacidad de discernir entre lo “mejor” y lo “peor”,<br />

ya que a diferencia del militar o del marino, el piloto se desempeña en el aire<br />

como un único elemento. A pesar de compartir el aire con sus camaradas, él<br />

es el único y último responsable de la consecución de una misión, es su potestad<br />

abortarla en caso de que su análisis indique imposibilidad de obtener<br />

el objetivo. Igualmente, por las peculiaridades de la batalla aérea, deben estar<br />

en plena disposición y capacidad de suplir a sus oficiales en caso de que estos<br />

sean derribados.<br />

Así, entonces, podemos afirmar que en lo que respecta al comportamiento<br />

de los pilotos de la fach en batalla existe un claro consenso. En<br />

donde podemos localizar un claro discenso entre los miembros de esta arma<br />

es en lo que respecta al papel que deben desempeñar en la sociedad y cómo<br />

deben asumir su función en tiempos de paz, así también podemos asegurar<br />

que la doctrina de seguridad nacional no fue, para el caso chileno, difundida<br />

ampliamente, y mucho menos aceptada, hasta entrados los años setenta y<br />

por tanto ya en dictadura.<br />

Con la revista institucional nos fue posible descubrir y describir la mística<br />

del arma específica, pero también la forma en la que esta se posicionó<br />

ante la armada y el ejército. Una mística sustentada en el heroísmo implícito<br />

de la acción de montar un artefacto y volar en medio de ráfagas de fuego<br />

sin saber si será dañado; en resumen, como lo dijo el coronel Carlos Castro,<br />

ser candidato a matarse. Los numerosos nombres en la sección de Necrologías<br />

son claros indicios del peligro inherente a la especialidad. La distinción<br />

con las demás ramas no sólo se verifica en la revista, sino también en las<br />

entrevistas; se reconocen distintos a los marinos y a los “milicos”, son una<br />

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institución diferente con valores propios. Aquí, la toma de decisiones en momentos<br />

críticos tiene un valor impensado en las demás armas, mucho más<br />

regimentadas y programadas para subsumir la individualidad en el cuerpo.<br />

Las secciones de “decálogos” y lecciones de modales nos hablan de un esfuerzo<br />

corporativo para la necesidad de “educar” al piloto para asumir su<br />

posición como un eslabón más de la vida virtuosa de las fuerzas armadas. Se<br />

trató de un intento de incorporar a los cadetes de la fuerza aérea que provenían<br />

de familias de clase media y sin una tradición familiar tan fuerte hacía<br />

las instituciones armadas.<br />

La revista también nos permitió ver el debate constante que se sustentaba<br />

no sólo dentro de la fuerza aérea sobre el papel de la nueva arma en<br />

la guerra moderna. Cuestionados, en ocasiones por las revistas del ejército,<br />

los pilotos militares deseaban afirmar la primacía de la guerra en el aire, por<br />

encima de la guerra convencional. De esta manera el debate por mantener a<br />

la aviación bien equipada y entrenada abarcaba el ámbito nacional armado,<br />

no sólo hacia adentro de la fuerza aérea, referente a las técnicas y tácticas<br />

militares de la guerra en el aire. Podemos afirmar, entonces, que es el arma la<br />

que, ya entrado el siglo xx, tenía que seguir justificando su existencia como<br />

entidad autónoma, por haber surgido de una fusión de servicios aéreos de<br />

las dos ramas tradicionales. Su reciente aparición como rama independiente<br />

de los institutos armados fue quizá responsable de los vaivenes doctrinales.<br />

Mientras el ejército mantuvo el bien arraigado mito del prusianismo y la marina<br />

sostuvo los esquemas ingleses, 46 la fach siguió redefiniendo su identidad<br />

y sus referentes doctrinarios fueron cambiando conforme fue pasando el<br />

tiempo. La influencia inglesa, francesa, la integrista franquista y finalmente la<br />

estadunidense fueron marcando la transformación de su imaginario profesional<br />

y la idea del piloto modelo. Cada una de estas identidades fungió como<br />

hegemónica en determinados momentos. 47<br />

Las entrevistas nos mostraron que fue el reclutamiento en las escuelas<br />

secundarias el principal vehículo de incorporación al arma en cuestión. La<br />

mística de un grupo de hombres uniformados imbuidos de los beneficios y el<br />

impulso aventurero que representa la fuerza aérea fue, sin duda, un atractivo<br />

que ayudó a la conformación de un grupo heterogéneo, con aspiraciones y<br />

expectativas de ascenso social. Este origen predominantemente externo a la<br />

“casta” quizá haya sido el responsable de la preferencia expresada en los<br />

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testimonios de los estudiantes de la academia de aviación por los profesores<br />

civiles frente los militares. Posiblemente los profesores militares seguían el<br />

esquema del reglamento y el respeto entre grados, por lo que muy difícilmente<br />

podrían establecer lazos más fuertes. Mientras que los profesores civiles<br />

ciertamente se convertían en una especie de enlace con el mundo del<br />

cual fueron arrancados, eran el hilo que los mantenía unidos al mundo civil,<br />

se convertirían en una especie de padres sustitutos. Es posible que la relativamente<br />

reciente conformación del arma no hubiera permitido, todavía, la<br />

formación de cuadros de especialidad propiamente militares. Quizá, la fach<br />

fuera la rama de las huestes armadas chilenas (y quizá latinoamericanas)<br />

menos desprendida del mundo civil y con mayor afán mimético hacia el<br />

conjunto social, hecho que se reflejaba hasta en el vestuario, caracterizado<br />

por la chamarra de piel, la boina, los pantalones azules de tipo moderno,<br />

difícilmente asimilables al notorio uniforme de las otras armas.<br />

También podemos afirmar que es en el trato diario, la complicidad continua<br />

y el reconocimiento de ideales compartidos en donde se finca la camaradería<br />

y el lazo de vida que los lleva a sentirse casi hermanos. Igualmente<br />

constatamos que a pesar de que todos asimilan la doctrina y el pensamiento<br />

militar que se les enseña en las academias, cada quien va construyendo una<br />

idea distinta del lugar que las instituciones armadas deben tener en el país y<br />

su relación con el mundo civil. Hay, sin embargo, un consenso claro e internalizado:<br />

las fuerzas armadas son garantes de la nación y de la estabilidad de<br />

su sistema político, concebido como único y excepcional en la región, pero<br />

las acciones que están dispuestos a emprender son muy distintas.<br />

El resquebrajamiento fue un proceso lento pero continuo que vino de la<br />

mano de la crisis política, social y económica que golpeó a Chile desde principios<br />

de los años sesenta y que tuvo su último episodio el 11 de septiembre<br />

de 1973. Entendiendo este proceso como una construcción de mediano tiempo,<br />

no puede ser únicamente imputado a la Unidad Popular. Esta coyuntura<br />

significó solamente el punto de inflexión en el que el desgaste institucional y<br />

el cuestionamiento de la legitimidad eran tan profundos que “algo” tenía que<br />

pasar. En momentos de polarización política, los centros tendieron a desaparecer<br />

para engrosar los extremos; en el caso chileno no sólo la sociedad se fue<br />

polarizando, las fuerzas armadas vivieron un proceso análogo que pasó por<br />

varias etapas antes de desencadenar el golpe de Estado de 1973.<br />

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AlAs pArA Chile C. E. Valdez<br />

Ubicamos el inicio de este proceso con la llegada al gobierno de Eduardo<br />

Frei en 1964, un momento en que la alianza entre la derecha política y la<br />

democracia cristiana fue fundamental para evitar la victoria allendista. Más<br />

allá de que la aplicación de los proyectos de revolución en libertad y el socialista<br />

de Allende partían de bases doctrinarias diferentes y afectaron en distinta<br />

medida a la sociedad, Frei impuso pequeños golpes a las clases dominantes,<br />

benefició a ciertos sectores populares y generó un activismo social que refractó<br />

hacia dentro de los cuarteles militares. En este ámbito se expresó también un<br />

enorme descontento, impulsado por la pauperización social y económica vivida<br />

por los miembros de las fuerzas armadas. Se sentían excluidos por la clase<br />

política, utilizados para sus fines políticos y olvidados en sus vidas cotidianas.<br />

Además, la reducción del presupuesto militar venía de la mano de la compra<br />

de material de guerra de segunda mano desechado por el ejército estadunidense.<br />

Así se desarrolló la percepción de su subordinación tecnológica, y de<br />

que existía un deseo expreso de mantener la capacidad de fuego de las fuerzas<br />

armadas latinoamericanas muy por debajo de la estadunidense.<br />

Al mismo tiempo surgió un distanciamiento entre la alta oficialidad y los<br />

suboficiales; estos últimos interpretaron el retaceo presupuestal a las instituciones<br />

armadas como una falta de compromiso de la alta oficialidad, los consideraron<br />

coludidos, vendidos a los civiles y lejanos a los principios del arma.<br />

notas<br />

* Licenciado en Estudios Latinoamericanos por la unaM y maestro en Historia Moderna<br />

y Contemporánea por el Instituto Mora. Imparte los cursos de México Contemporáneo<br />

i y ii en la Facultad de Filosofía y Letras de la unaM. Sus líneas de<br />

investigación son la historia del tiempo presente, historia oral, historia militar e<br />

historia política del siglo xx en Latinoamérica, particularmente en México y Chile.<br />

1 El espectro abarca desde la extrema derecha, como Gonzalo Vial Correa, hasta<br />

hombres de izquierda, como Hernán Ramírez Necochea. La versión beneficiaba<br />

a la izquierda ya que eludía por completo la discusión sobre los errores del gobierno<br />

allendista, y a la dictadura militar le permitía enaltecer su “heroísmo” y<br />

generar una percepción muy fuerte sobre su poder como institución.<br />

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Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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2 Las entrevistas indagaron, en una primera parte, sobre la vida dentro de la Escuela<br />

de Aviación: el desarrollo de la camaradería y la lealtad, y la construcción de<br />

los valores de obediencia, disciplina y verticalidad, así como las razones por las<br />

cuales se decidieron ingresar en la fach.<br />

3 Queremos dejar claro que aquí no se busca hacer un estudio profundo de la<br />

Revista de la Fuerza Aérea de Chile, y tampoco una historia, ni siquiera mínima<br />

de la misma; buscamos, en una primera parte, describir sus contenidos y composición<br />

desde su creación en 1942 hasta 1978 y, en una segunda, se intentará<br />

reconstruir un ideal de piloto dibujado por la revista.<br />

4 Sin embargo hay que ser claros y decir que, aunque los historiadores en cuestión<br />

no pertenecen institucionalmente al ejército de Chile, el impulso de la realización<br />

de dicha investigación es una cuestión de corte conmemorativo y aunque<br />

intentan abordar el tema con “objetividad” y una perspectiva crítica, no lo consiguen.<br />

Más bien nos dan una visión panorámica por la vía de ejemplos de las<br />

temáticas consideradas en la revista en determinados años. Predominan las citas<br />

extensas de los artículos y la profundidad del análisis se pierde ante la colección<br />

de largas citas poco conectadas.<br />

5 Esto puede consultarse en .<br />

6 San Francisco, Academia, 2006, p. 1.<br />

7 Ibid., p. 2.<br />

8 El Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (tiar) es un tratado de asistencia<br />

logística y material de Estados Unidos con sus “pares” latinoamericanos;<br />

aludiendo la seguridad hemisférica ha fungido como punta de lanza del control<br />

estadunidense en la región.<br />

9 El 21 de marzo de 1930, por el decreto supremo 1116, nace la Fuerza Aérea de<br />

Chile; sin embargo, la institución asume como propia la historia de la aeronáutica<br />

de Chile. Esta se remonta hasta principios de 1913 con la creación del alto<br />

mando y jefes de servicio aéreo, nombrando al primer inspector de Aeronáutica<br />

General a Arístides Pinto Concha. En ese mismo año se crearía la Escuela de<br />

Aeronáutica Militar, siendo el capitán Manuel Ávalos Prado su primer director.<br />

La primera generación de pilotos sería de diez miembros: seis educados en Chile<br />

y cuatro en Francia. Los propios pilotos denominan a estos primeros años como<br />

los de la “aviación romántica”, años en que los materiales de vuelo y las condi-<br />

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AlAs pArA Chile C. E. Valdez<br />

ciones eran bastante inseguros y sólo unos cuantos se integraban a los Servicios<br />

Aéreos de la Marina y del Ejército.<br />

El paso decisivo hacia la creación de la fach sería la unificación de los<br />

Servicios Aéreos y la creación de la Subsecretaría de Aviación, y por tanto de la<br />

Fuerza Aérea Nacional, la cual se pondría en manos de Arturo Merino Benítez,<br />

quien de teniente coronel de artillería pasó a comandante de escuadrilla en septiembre<br />

de 1930. Los múltiples golpes de Estado lo destituirían a fines de 1931,<br />

para regresar el 7 de junio de 1932 como comandante en jefe de la Fuerza Aérea<br />

Nacional, y tres meses después sería ascendido a comodoro del aire.<br />

Desde el 21 de marzo de 1930 hasta el mes de febrero de 1932, la Subsecretaría<br />

de Aviación constituyó el organismo ejecutivo del alto mando de la<br />

institución. Fueron tres los subsecretarios de Aviación: Arturo Merino Benítez, el<br />

comandante de escuadrilla Adirio Jessen Ahumada y el comandante de escuadrilla<br />

Ramón Vergara Montero, quien comandó en septiembre de 1931 la primera<br />

acción militar de aviones de combate en la historia chilena cuando la escuadra<br />

de Coquimbo se sublevó. Para conocer los pormenores de la batalla aeronaval,<br />

véase Magasich, Dijeron, 2008, pp. 149-187.<br />

La aviación nacional quedaba clasificada en fuerza aérea, aviación comercial<br />

y aviación civil. Los escalafones de la Fuerza Aérea Nacional eran: de Guerra,<br />

de Ingenieros (provenían de la Armada), de Administración, de Sanidad y de<br />

Maestranza civil. El de Guerra se formó con oficiales del ejército y de la armada.<br />

10 La Causa-Rol 1-73 Fuerza Aérea de Chile contra Bachelet y otros es como se<br />

conoce al juicio militar entablado contra un grupo de oficiales y suboficiales de<br />

la fach, quienes supuestamente conspiraban para dar un autogolpe de Estado en<br />

apoyo al gobierno allendista.<br />

11 Raúl Vergara, Revista del CEMCAP, año 1, núm. 1, 1986.<br />

12 Pinochet, Leigth y Merino, como representantes de la junta militar, significaban la<br />

ruptura constitucionalista, mientras Prats, Bachelet y Montero, a pesar de que sólo<br />

el primero y el tercero fueron comandantes en jefe de su respectiva arma, representan<br />

el ideal constitucionalista y de apoyo incondicional a la Unidad Popular.<br />

13 Esto ha sido interpretado por el historiador-ensayista Alfredo Jocelyn-Holt,<br />

quien ha utilizado una famosa frase del político decimonónico Diego Portales,<br />

como “el peso de la noche”. Esta frase –expresada en el siglo xix por Diego Portales<br />

en una carta fechada el 10 de julio de 1832– alcanzó gran difusión a partir<br />

de la publicación en 1999 del segundo ensayo del historiador-ensayista Alfredo<br />

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Jocelyn-Holt Letelier bajo el mismo nombre El peso de la noche: nuestra frágil<br />

fortaleza histórica, publicada por la Editorial Planeta. Ahí Jocelyn-Holt define<br />

“el peso de la noche” como un cuasi-orden, que pareciera seguir de forma imitativa<br />

la población. Sería una especie de inercia sistémica a partir de un mito<br />

de orden.<br />

14 El Memorial del Ejército de Chile dio cuenta del inicio de la publicación en su<br />

número 175 correspondiente al bimestre julio-agosto de 1941, en la sección “Bibliográfica”.<br />

Se destacaba que “elegantemente impresa, en papel de excelente<br />

calidad, en la Escuela Tipográfica ‘La Gratitud Nacional’, ha visto la luz pública<br />

el primer número de la Revista de la Fuerza Aérea. Su portada, de sencillas y<br />

sobrias líneas. En ella, a través del nombre de la publicación, aparece la figura<br />

majestuosa de un cóndor en actitud de vuelo, símbolo dominador del cielo.<br />

”La revista, que contiene un interesante material de lectura y hermosas<br />

ilustraciones, nace a la vida –como reza el editorial– ‘animada de un amplio<br />

espíritu de divulgación aérea y científica y, además, como una contribución a<br />

la confraternidad y entendimiento, espiritual y moral que debe existir entre las<br />

distintas naciones del continente’.<br />

”Deseamos al nuevo órgano de difusión, con que se enriquece la lista de<br />

las publicaciones de nuestras fuerzas armadas, una vida fecunda y útil al progreso<br />

técnico y cultural de nuestros aviadores militares.” “Bibliográfica”, Memorial<br />

del Ejército de Chile, núm. 175, julio-agosto de 1941.<br />

15 “Nuestra revista”, Revista de la Fuerza Aérea de Chile, núm. 1, abril-junio de 1941.<br />

16 En 1966 ocupó la jefatura del Departamento de Aviación de Gibbs y Cía. Además,<br />

fue miembro de la escuadrilla simbólica “Águilas Blancas”.<br />

17 En 1966 se convertiría funcionario de lan Chile.<br />

18 “Editorial”, Revista de la Fuerza Aérea de Chile, núm. 101, 1966, p. 13.<br />

19 “Recuerdos de la Revista de la Fuerza Aérea”, Revista de la Fuerza Aérea de<br />

Chile, núm. 101, 1966, p. 18.<br />

20 Giulio Douhet (1869-1930), general italiano conocido por enunciar los principios<br />

y ventajas de la utilización del poder aéreo en la organización táctica de las<br />

operaciones militares.<br />

21 William Lendrum Mitchell o Billy Mitchell (1879-1936), general estadunidense<br />

de origen francés considerado el padre de la Fuerza Aérea de los Estados<br />

Unidos (usaf). Fue el máximo comandante aéreo de Estados Unidos durante la<br />

primera guerra mundial. Fue el principal partidario de la creación de una fuer-<br />

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AlAs pArA Chile C. E. Valdez<br />

za aérea autónoma; vislumbró el remplazo del acorazado por el avión bombardero.<br />

En 1925 fue juzgado por insubordinación en un consejo de guerra y<br />

suspendido de su deber.<br />

22 Alexander Procofieff Seversky (1894-1974). Ingeniero aeronáutico estadunidense<br />

de origen ruso. Proyectó la primera mira automática de bombardeo y diseñó<br />

diferentes tipos de aviones de guerra. Publicó La victoria por el poder aéreo,<br />

traducido por partes en la Revista de la Fuerza Aérea de Chile.<br />

23 Gariazzo hace referencia a diversos artículos, inserciones, editoriales y caricaturas<br />

que criticaron la organización de las fuerzas armadas chilenas, el poco interés<br />

en impulsar a la fuerza aérea y el escaso material, así como las deficiencias<br />

en materia presupuestal.<br />

24 “Recuerdos de la Revista de la Fuerza Aérea”, Revista de la Fuerza Aérea de<br />

Chile, núm. 101, 1966, p. 18.<br />

25 “La Revista de la Fuerza Aérea en sus bodas de plata”, Revista de la Fuerza Aérea<br />

de Chile, núm. 101, 1966, pp. 26-27.<br />

26 “25 aniversario de la Revista de la Fuerza Aérea”, Revista de la Fuerza Aérea de<br />

Chile, núm. 101, 1966, pp. 30-32.<br />

27 “Consejos a un subteniente de aviación”, Revista de la Fuerza Aérea de Chile,<br />

núm. 82, julio-septiembre de 1961, pp. 142-144.<br />

28 Ibid.<br />

29 “La guerra de Corea y los principios de Seversky”, Revista de la Fuerza Aérea de<br />

Chile, núm. 45, 1952, pp. 42-43.<br />

30 Ibid., pp. 44-45.<br />

31 El autor trata de delinear la política militar soviética planteando tres momentos: el<br />

primero siguiendo el “mito” de la forma en que la URSS gana la guerra, es decir,<br />

invirtiendo mucho en equipo militar terrestre, y poco en el desarrollo de armamento<br />

de largo alcance, atribuyendo estos rasgos a la personalidad e influencia<br />

de Stalin en la propaganda del ejército “popular”. A la muerte de este, y a partir<br />

de 1955, afirma el autor, la doctrina soviética comienza a evolucionar y a ponerse<br />

a la “altura” de los sistemas de armas soviéticos, es decir, la URSS comenzaría a<br />

invertir sus capacidades en el desarrollo de armamento que propiciara el ataque<br />

sorpresa, el ataque nuclear aéreo y por tanto la reducción de tropas terrestres.<br />

32 “Doctrina, estructura y tendencias en las fuerzas armadas soviéticas”, Revista de<br />

la Fuerza Aérea de Chile, núm. 93, 1964.<br />

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33 “Concurso libre”, Revista de la Fuerza Aérea de Chile, núm. 9, abril-junio de<br />

1943, p. 10.<br />

34 “Editorial”, Revista de la Fuerza Aérea de Chile, núm. 72, enero-marzo de<br />

1959, p. 4.<br />

35 “El hombre del aire”, Revista de la Fuerza Aérea de Chile, núm. 72, abril-junio<br />

de 1959.<br />

36 “Editorial”, Revista de la Fuerza Aérea de Chile, núms. 116-117, 1970.<br />

37 “Homenaje a Pablo Neruda”, Revista de la Fuerza Aérea de Chile, núm. 120,<br />

julio- septiembre de 1971.<br />

38 Entrevista al coronel retirado Carlos Castro Suritain, realizada por César Enrique<br />

Valdez Chávez, Santiago de Chile, 25 de agosto de 2009.<br />

39 Entrevista al capitán retirado Raúl Vergara Meneses, realizada por César Enrique<br />

Valdez Chávez, Santiago de Chile, 18 y 26 de agosto de 2009.<br />

40 Entrevista al comandante retirado Ernesto Galaz, realizada por César Enrique<br />

Valdez Chávez, Santiago de Chile, 3 de septiembre de 2009.<br />

41 Raúl Vergara, entrevista citada.<br />

42 Ibid.<br />

43 Ibid.<br />

44 Carlos Castro, entrevista citada.<br />

45 Capitán Vergara, entrevista citada.<br />

46 Véase Magasich, Dijeron, 2008.<br />

47 Con esto se fortalece la hipótesis de Verónica Valdivia que asegura que las fuerzas<br />

armadas chilenas, si bien no poseían un pensamiento propio, no se encontraban<br />

en una orfandad doctrinaria como lo habían asegurado en los años ochenta<br />

Augusto Varas y el grupo de la Flacso.<br />

heMerografía<br />

fuentes consultadas<br />

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Revista de la Fuerza Aérea de Chile, 1941-1978.<br />

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“los que volaron sobre el nido del cuco.”<br />

la influencia de las ideas antipsiquiátricas en el cine<br />

mexicano, 1971-1981<br />

introducción<br />

D. R. © 2012, Instituto Mora<br />

francisco Morales raMírez*<br />

…uno voló al este, otro hacia el oeste,<br />

sobre un nido de cucos voló este.<br />

Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

Copla infantil<br />

El psiquiatra estadunidense Irving Schneider sostenía que “si la psiquiatría<br />

no existiera, el cine habría tenido que inventarla”. 1 En la misma línea, aquí<br />

agregaríamos que, igualmente, si la locura no existiera, el cine habría tenido<br />

que inventarla. Con esto pretendemos hacer alusión a la gran cantidad de<br />

películas alrededor del mundo que han tenido como temática a la locura, los<br />

manicomios, la psiquiatría y los psiquiatras. Podríamos afirmar que el cine<br />

se ha visto seducido, casi hipnotizado, por el universo de la locura. “Pocos<br />

años después de que los hermanos Lumière presentaran su cinematógrafo,<br />

ya se estrenaban películas como Dr. Dippy’s Sanitarium (1906) o El gabinete<br />

del Dr. Caligari (1919), basadas en personajes mentalmente trastornados.” 2 A<br />

partir de entonces, la lista de filmes que basan sus argumentos en la locura<br />

se ha hecho enormemente grande. 3<br />

Una de las películas que sin duda alguna marcó un hito en el “cine<br />

de manicomios” fue Atrapado sin salida/One Flew Over the Cuckoo’s Nest<br />

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RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

(1975) de Milos Forman, basada en la excelente novela Alguien voló sobre el<br />

nido del cuco (1962) del escritor contracultural Ken Kesey, quien resignificó<br />

una canción infantil para hacer referencia a aquellos que están dispuestos a<br />

volar por encima de las normas y reglas de la sociedad tradicional. En su intento<br />

por elevarse sobre un nido de despotismo, Randle McMurphy, el protagonista,<br />

quien simboliza la rebeldía y la libertad, cae víctima de la represión<br />

del statu quo personificada por la señorita Ratched, la “gran enfermera”. Las<br />

representaciones del hospital psiquiátrico como un lugar alienante y del uso<br />

de los psicofármacos, los electroshocks y las lobotomías como medios de<br />

coerción psicológica y física, colocaron tanto al libro como al filme dentro<br />

del ambiente antipsiquiátrico de la época, pues evidentemente criticaban de<br />

manera frontal a la psiquiatría institucional biologicista.<br />

En este texto vamos a analizar algunas películas mexicanas que intentaron<br />

volar sobre el nido del cuco al cuestionar, de alguna u otra forma, la<br />

psiquiatría y los manicomios, a la luz de la recepción de las ideas antipsiquiátricas<br />

en nuestro país durante las décadas de 1970 y 1980. Se examinará<br />

la influencia de la antipsiquiatría (movimiento que entre 1960 y 1970 puso<br />

en duda los principales fundamentos de la psiquiatría) en el cine mexicano a<br />

través de cuatro filmes: La mansión de la locura (1971), de Juan López Moctezuma;<br />

El infierno de todos tan temido (1979), de Sergio Olhovich; María de<br />

mi corazón (1980), de Jaime Humberto Hermosillo, y Los renglones torcidos<br />

de Dios (1981), de Tulio Demicheli. 4<br />

Es importante señalar que en México se han realizado pocas investigaciones<br />

sobre las representaciones de la locura y de la psiquiatría en el<br />

cine nacional. 5 En ese tenor, hasta ahora no se ha estudiado el impacto que<br />

pudo haber tenido la antipsiquiatría en la cinematografía mexicana durante<br />

los setenta, 6 tomando en consideración que dicha tendencia también se vio<br />

reflejada en otros sectores de la cultura de la clase media mexicana, como<br />

el editorial y el periodístico, como se verá más adelante.<br />

Ahora bien, más allá de considerar si tales películas ofrecen una versión<br />

fidedigna o errónea de la “realidad” de la psiquiatría, la locura y los manicomios,<br />

como han hecho la mayoría de los estudios al respecto, 7 aquí nos proponemos<br />

estudiar los filmes como documentos históricos, es decir, como fuentes<br />

documentales. Pretendemos “realizar la lectura de las ficciones audiovisuales,<br />

sin reducir el análisis a la comparación con una supuesta ‘verdad histórica’<br />

Colección Cuadernos de Trabajo de Posgrado • Historia Moderna y Contemporánea • Maestría


“Los que voLaron sobre eL nido deL cuco.” F. Morales<br />

establecida por la historia escrita. El discurso audiovisual debe ser descifrado a<br />

partir de la comprensión de los modos particulares que tiene el cine de construir<br />

significados.” 8 Como señala Robert Rosenstone, las películas son relatos<br />

dramáticos y, como tales, se apoyan en la invención; sin embargo, sus imágenes<br />

son “ciertas en la medida que simbolizan o condensan conocimientos, en<br />

la medida que nos ofrecen una visión del conjunto de la realidad”. 9<br />

En ese sentido, nuestra mirada de los cuatro filmes en cuestión, se realizará<br />

en función del contexto y de la sociedad que los produjo. Asimismo, se<br />

tendrá presente que más que ser fieles reflejos de la realidad, estas películas<br />

fueron una interpretación de la misma y mantuvieron una perspectiva particular<br />

ante la psiquiatría y la locura. Entonces, lo interesante aquí será observar<br />

cuáles fueron las imágenes y símbolos que proyectaron al espectador, los<br />

puntos sobre los que trataron de llamar la atención y los temas que pusieron<br />

en la mesa de la discusión. En suma, se trata se entender las propias imágenes,<br />

así como los criterios y las formas de su enunciación.<br />

El estudio se divide en dos partes. Primero, presentamos un panorama<br />

general de la antipsiquiatría en el mundo y de su recepción en México, con<br />

la intención de comprender su ulterior influencia en las películas mexicanas.<br />

Después, examinamos dicho influjo tomando en cuenta el contexto del<br />

cine mexicano de los setenta, así como del cine de manicomios en México<br />

y en otros países. Propiamente, se verá la influencia de la antipsiquiatría a<br />

través de cuatro representaciones fílmicas: el manicomio, el psiquiatra, la<br />

terapéutica y los locos.<br />

la antipsiquiatrÍa en el mundo y en méxico<br />

De manera genérica podemos decir que la antipsiquiatría fue una corriente<br />

psiquiátrica que criticó los fundamentos generales de la medicina mental<br />

biologicista –que concibe la locura como una enfermedad de tipo orgánico–<br />

basada en la nosología kraepeliana y en el hospital psiquiátrico tradicional. 10<br />

El origen de las propuestas antipsiquiátricas pertenece, por un lado, a<br />

las ideas “revolucionarias” de la década de 1960 y, por otro, a la evolución<br />

particular del pensamiento psiquiátrico occidental. En primer lugar, durante<br />

esos años se vivió en gran parte del mundo una oleada de protestas contra el<br />

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Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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statu quo. El ambiente de inconformidad social hacia la sociedad tradicionalista<br />

de la posguerra se dio desde diversos flancos y el ámbito psiquiátrico no<br />

fue la excepción. Recordemos las críticas estudiantiles, pacifistas, feministas,<br />

obreras, ecologistas, gays, raciales, por mencionar sólo algunas. La antipsiquiatría<br />

sesentera compartió con estos movimientos el carácter contestatario,<br />

rebelde y subversivo que proponía un mundo más allá del capitalismo y de<br />

la rígida sociedad patriarcal de la época. 11 En segundo término, encontramos<br />

que, desde años antes, en la propia psiquiatría se venía dando un análisis interno,<br />

desde diversas corrientes que, finalmente, influirían en la antipsiquiatría,<br />

tales como la psiquiatría social estadunidense de las décadas de 1940 y<br />

1950 que veía la enfermedad mental como un fenómeno cultural; los estudios<br />

sociológicos de Erving Goffman sobre el manicomio como “institución<br />

total”; el pensamiento antiinstitucional de Michel Foucault que planteaba<br />

que la locura es una construcción cultural, social e histórica; los postulados<br />

de Thomas Szazs acerca del mito de la enfermedad mental, y las experiencias<br />

de Maxwell Jones en torno a la comunidad terapéutica, primordialmente. 12<br />

Como movimiento, la antipsiquiatría se inició durante los sesenta en<br />

Gran Bretaña con Ronald Laing, David Cooper y Aaron Esterson. De manera<br />

casi simultánea, en otros países (Estados Unidos, Francia e Italia) surgieron<br />

grupos que en algunos puntos se identificaron con los antipsiquiatras británicos<br />

y que durante tal década y la siguiente se opusieron al poder de la<br />

medicina mental como instrumento de control médico, político y social.<br />

A pesar de que dicho movimiento no presentó homogeneidad de un<br />

país a otro, e incluso ni entre los diferentes personajes de una misma nación,<br />

se puede estipular que sostuvo dos grandes premisas compartidas por<br />

la mayoría de sus defensores: 1) un cuestionamiento a la epistemología psiquiátrica,<br />

desde la propia concepción del enfermo y de la afección mental,<br />

hasta la nosología, la semiología y la etiología de la psiquiatría oficial, y 2) la<br />

crítica hacia la práctica psiquiátrica, como la asistencia (el manicomio), la<br />

terapéutica (los electrochoques, los psicofármacos, las psicocirugías y el psicoanálisis)<br />

y la relación desigual entre el médico y el paciente en la medicina<br />

mental hegemónica. 13<br />

De tal modo, la antipsiquiatría, si bien no proponía un desmantelamiento<br />

total de la psiquiatría, planteaba, eso sí, un nuevo acercamiento a la locura<br />

desde una perspectiva más “humanitaria” en la que el manicomio opresivo<br />

Colección Cuadernos de Trabajo de Posgrado • Historia Moderna y Contemporánea • Maestría


“Los que voLaron sobre eL nido deL cuco.” F. Morales<br />

estaba fuera de lugar. Proponía que el enfermo fuera “liberado” de su encierro<br />

de violencia, y tratado en el seno de su familia y comunidad a través de<br />

un sistema de relaciones sociales horizontales y sin coerción de ningún tipo.<br />

Con el paso del tiempo, en el decenio de 1970, la antipsiquiatría europea<br />

se mostró mucho más crítica tanto hacia sí misma como hacia la psiquiatría<br />

institucionalizada. Su ideología ya no fue tan radical y vehemente; en ese<br />

momento, aun cuando continuó con su línea cuestionadora, su orientación<br />

giró más en torno a la formulación y puesta en marcha de propuestas alternativas<br />

concretas con respecto al problema de la enfermedad mental. Igualmente,<br />

en este momento ya no se usó el término “antipsiquiatría”, e incluso<br />

sus propios autores lo rechazaron pues decían que sugería cuestiones extremistas<br />

y ambiguas. 14 Así, se dio mayor peso a la expresión “alternativas a la<br />

psiquiatría”, con la cual se trataba de proyectar una imagen más somera y<br />

positiva de las ideas antipsiquiátricas. Sin embargo, en la década de 1980 el<br />

movimiento perdió fuerza y sucumbió no sólo ante sus propias contradicciones,<br />

sino también, por un lado, ante el retroceso de las izquierdas y las manifestaciones<br />

contraculturales a nivel mundial y, por otro, ante la hostilidad y<br />

descalificación de la psiquiatría institucionalizada, así como por la reorganización<br />

de la misma en torno a la concepción biologicista de la enfermedad<br />

mental, que se materializó, por ejemplo, en las innovadoras investigaciones<br />

en el campo de la psicofarmacología, que trajeron a su vez medicamentos<br />

más “eficientes” de segunda o tercera generación que permitieron en muchos<br />

casos un tratamiento en el exterior del hospital psiquiátrico. 15<br />

En cuanto al caso mexicano, la antipsiquiatría tuvo un desarrollo tardío<br />

en comparación con los países europeos, pues si bien se conoció desde comienzos<br />

de la década de 1960, no fue sino hasta los setenta que un grupo<br />

minoritario de médicos, psicólogos y psicoanalistas la adoptaron como bandera<br />

de lucha contra la psiquiatría institucionalizada.<br />

Nuestra investigación encontró que la recepción de la antipsiquiatría<br />

en México fue de tipo minoritario, marginal y prácticamente con ninguna<br />

incidencia en el sistema público de salud mental y en la psiquiatría institucional.<br />

Esto, propusimos, se debió a la confluencia de una serie de factores.<br />

Primero, a las propias características que adoptó dicha asimilación:<br />

en ningún momento presentó una coherencia intrínseca o una finalidad<br />

claramente delimitada; fueron pocos quienes se interesaron en ella; su ca-<br />

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Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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rácter intelectualista produjo un impacto práctico y popular muy limitado;<br />

y también estableció escaso contacto con los movimientos sociales y políticos<br />

de la época, así como con los sectores profesionales y sindicales. 16 En<br />

segundo lugar, podemos ubicar algunas razones de carácter social que pudieron<br />

coadyuvar a este fenómeno, como la escasa “psiquiatrización” de la<br />

sociedad de nuestro país y el poco interés de la esfera política por el tema. 17<br />

Y finalmente, por supuesto, influyó de manera decisiva el rechazo que la<br />

psiquiatría oficial mexicana mostró hacia la antipsiquiatría, tanto a un nivel<br />

doctrinal como a un nivel de grupo profesional. Este fue un factor de gran<br />

peso que contribuyó enormemente a la poca recepción de la antipsiquiatría<br />

en nuestro país. Si bien es cierto que la psiquiatría en México en ningún<br />

instante se vio afectada o amenazada por la asimilación del movimiento<br />

antipsiquiátrico, aquella rebatió a esta de forma reiterada. Consideramos<br />

que esto se debió a que la propia psiquiatría oficial evidentemente no iba<br />

a abrazar una tendencia que negaba sus más caros y añejos principios: se<br />

trataba de un acto suicida. Esta psiquiatría reconoció que algunas de las<br />

demandas antipsiquiátricas tenían gran valor (como mejorar la atención a<br />

los enfermos mentales y las condiciones de los hospitales psiquiátrico) e, incluso,<br />

llegó a afirmar que la antipsiquiatría podía estimular a la autocrítica y<br />

la reflexión, pero no más. Los preceptos básicos fueron categóricamente negados<br />

(como el mito de la enfermedad mental, el cuestionamiento del poder<br />

psiquiátrico o que la psiquiatría es política). La mayor atención fue enfocada<br />

hacia autores como Szasz, Laing, Cooper y Basaglia, mientras que la antipsiquiatría<br />

francesa fue prácticamente ignorada, como también lo fue el<br />

pequeño grupo mexicano de influencia antipsiquiátrica de la época, pues<br />

casi siempre actuó al margen de la psiquiatría. 18<br />

Asimismo, sobre el pequeño grupo que adoptó y adaptó varios de los<br />

principios antipsiquiátricos en México, planteamos que estuvo conformado<br />

por algunos psiquiatras y psicólogos que, no conformes con los parámetros<br />

intelectuales, institucionales y académicos tradicionales de sus disciplinas, intentaron<br />

buscar alguna alternativa –y la hallaron en la antipsiquiatría– que les<br />

proporcionara una visión más integral del fenómeno de la locura (que incluyera<br />

aspectos tan disímbolos pero complementarios para ellos como elementos<br />

biológicos, psicológicos, sociales, económicos y políticos). A la par de<br />

este grupo, durante los setenta y los ochenta se dio en nuestro país un contex-<br />

Colección Cuadernos de Trabajo de Posgrado • Historia Moderna y Contemporánea • Maestría


“Los que voLaron sobre eL nido deL cuco.” F. Morales<br />

to de crítica con tintes antipsiquiátricos hacia la psiquiatría institucional, que<br />

en algún momento trascendió el sector de la salud mental y se materializó en<br />

el mundo de la cultura, como en el cine, la prensa y la industria editorial. 19<br />

El tema de la antipsiquiatría en México, entonces, puede entenderse<br />

dentro de dos categorías: de forma estricta, en la historia de la psiquiatría, y<br />

de un modo más amplio, en la historia cultural y social. Por un lado, la recepción<br />

de la antipsiquiatría hay que comprenderla como parte del pasado<br />

reciente de la psiquiatría mexicana y, por otro, como parte de la explosión<br />

de planteamientos críticos que se dio en nuestro país en la década de 1970<br />

“en relación con el modelo desarrollista de crecimiento económico y con el<br />

sistema autoritario de control político y social”. 20<br />

Por otro lado, no se puede decir propiamente que en México haya existido<br />

una antipsiquiatría, sino, más bien, aquí se presentó un influjo de esta<br />

en diversas personalidades y sectores. No hay antipsiquiatras mexicanos. Lo<br />

que sí hubo fue gente que aceptó la antipsiquiatría y la adaptó y reelaboró de<br />

acuerdo con sus propias circunstancias personales y profesionales. El movimiento<br />

antipsiquiátrico extranjero influyó de manera importante en algunos<br />

médicos, psiquiatras, psicólogos y psicoanalistas mexicanos. Vemos que su<br />

pensamiento y sus acciones en gran parte fueron inspirados por esta tendencia.<br />

La antipsiquiatría inglesa y la italiana, con personalidades como Laing,<br />

Cooper y Basaglia, fueron las más influyentes y significativas. 21<br />

En líneas generales, podemos señalar que estos mexicanos encontraron<br />

en la antipsiquiatría una visión más integral y holística del fenómeno de la<br />

patología mental que les permitió trascender los planteamientos tradicionales<br />

y más limitados de la psiquiatría oficial, la psicológica académica o el psicoanálisis<br />

ortodoxo, aunque, como ya vimos, tampoco era tenida como una<br />

panacea. Para ellos fue muy importante no sólo hablar de los factores biológicos<br />

y psicológicos de la locura, sino también de los aspectos económicos,<br />

sociales y políticos que incidían tanto en su etiología y sintomatología como<br />

en su tratamiento y prevención. Concibieron a la locura como un hecho que<br />

realmente existía, pero que en la sociedad moderna había sido “ideologizado”<br />

–enmascarado– por el Estado, las clases gobernantes, el capitalismo, la<br />

familia y, por supuesto, las “técnicas psi”. De tal forma, estas últimas no eran<br />

más que instrumentos de control social y político para reprimir no sólo a los<br />

disidentes, sino también a todos aquellos que no se circunscribieran al statu<br />

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quo. En este sentido, criticaron duramente los dispositivos asistenciales y terapéuticos<br />

de la psiquiatría institucional. El hospital psiquiátrico fue atacado<br />

porque se le tuvo más como un sitio carcelario que reproducía la violencia y<br />

la enfermedad mental, que como una institución verdaderamente científica<br />

y médica. Tratamientos como los neurolépticos, los electrochoques y la psicocirugía<br />

fueron vistos como una forma de tortura y de control. 22<br />

Sobre el sistema de salud mental y la asistencia psiquiátrica en México,<br />

consideraron que se encontraba en lamentables condiciones. La “Operación<br />

Castañeda” fue calificada como un embuste debido a que los problemas<br />

del viejo manicomio se habían trasladado exactamente a los nuevos y “modernos”<br />

establecimientos. Los hospitales campestres y los hospitales-granja<br />

fueron el blanco preferido de sus diatribas. Representaban el ejemplo vivo de<br />

que los manicomios eran instituciones de la violencia. Los psiquiatras de la<br />

tendencia institucional tampoco estuvieron a salvo de las críticas. “Agentes<br />

del poder”, “tecnócratas del alma”, “brujos modernos”, fueron algunas de<br />

las descalificaciones que recibieron. Y Ramón de la Fuente fue el psiquiatra<br />

mexicano más vilipendiado en la época –y quizá aun hoy en día. La idea<br />

era que él había formado una camarilla de poder al estilo priista que no sólo<br />

aglutinó las plazas de trabajo en las universidades, instituciones y hospitales,<br />

sino que, además, era el principal propugnador de una psiquiatría marcadamente<br />

biologicista vinculada de manera exclusiva con los hospitales psiquiátricos<br />

y las compañías farmacéuticas productoras de psicotrópicos. 23<br />

Un aspecto capital de la recepción de la antipsiquiatría en México fue<br />

el de las reuniones académicas que se efectuaron aquí entre 1975 y 1987.<br />

Aunque tuvieron una conformación heterogénea y disímbola, en los cinco<br />

eventos que tuvieron lugar apreciamos que efectivamente existía un ambiente<br />

de crítica con gran influencia antipsiquiátrica hacia la psiquiatría oficial. Lamentablemente,<br />

más allá de ellos, no se lograron concretar algunas otras actividades<br />

de importancia. En el plano práctico, únicamente podemos señalar la<br />

experiencia de Sylvia Marcos y su grupo Procesos de Acción Comunitaria, en<br />

la que se conjugaron algunos fundamentos antipsiquiátricos –como la posición<br />

en contra de los hospitales psiquiátricos y la relación vertical entre el psiquiatra<br />

y el paciente– con la psicoterapia feminista, la asistencia comunitaria<br />

a partir de redes y la medicina tradicional. Consideramos que este fue uno de<br />

los ensayos más interesantes que se dieron en México con respecto a la anti-<br />

Colección Cuadernos de Trabajo de Posgrado • Historia Moderna y Contemporánea • Maestría


“Los que voLaron sobre eL nido deL cuco.” F. Morales<br />

psiquiatría, pues combinó esta tendencia con algunos elementos propiamente<br />

mexicanos. Un estudio más amplio de este experimento está pendiente. 24<br />

A la par a este grupo minoritario y subterráneo, durante las décadas<br />

de 1970 y 1980 también se produjo en México un contexto de crítica con<br />

fuerte influencia de la antipsiquiatría hacia la psiquiatría institucional, que se<br />

manifestó en el mundo de la cultura a través del cine, la prensa y la industria<br />

editorial. Se trata de cinco filmes, medio centenar de artículos periodísticos<br />

y 35 libros, que nos indican que la antipsiquiatría no sólo fue conocida en el<br />

sector de la salud mental, sino también más allá de sus confines.<br />

Indudablemente la reforma política fue un acicate para que nuevas publicaciones<br />

de talante crítico o de izquierda surgieran en los últimos años de<br />

los setenta, en las cuales precisamente aparecieron la mayor parte de nuestros<br />

artículos citados. En el mundo periodístico de la capital mexicana hacia finales<br />

del decenio de 1970 y comienzos de los ochenta, apareció como nunca<br />

antes una serie de reportajes que de manera sistemática denunciaron las condiciones<br />

de la mayoría de los hospitales psiquiátricos del país. Se evidenciaron<br />

los malos tratos por parte del personal de los mismos hacia los pacientes,<br />

quienes, según las notas, vivían en condiciones infrahumanas. Los castigos,<br />

los manguerazos, el hambre, la desnudez, la promiscuidad, la pobreza, la<br />

suciedad, los cuartos de aislamiento, el uso inmoderado de drogas y eletroshocks,<br />

formaban parte de las descripciones de tales instituciones. En consecuencia,<br />

se reclamaba el respeto de los derechos humanos de los pacientes,<br />

así como la mejoría de las instalaciones. Las publicaciones en las que vieron<br />

la luz fueron aquellas que tradicionalmente habían sido incluyentes, como La<br />

Cultura en México, suplemento de Siempre! y Excélsior, o bien, aquellas otras<br />

que surgieron a partir de la apertura de fines de los setenta y que sostenían<br />

una posición crítica, tales como El Día, unomásuno y Proceso. 25<br />

En cuanto a la industria editorial, observamos que hubo gran número de<br />

traducciones de obras antipsiquiátricas de autores extranjeros, así como buena<br />

cantidad de libros de autoría nacional en los que se ve la influencia de la antipsiquiatría.<br />

El Fondo de Cultura Económica, Siglo XXI y alrededor de otras diez<br />

editoriales más pequeñas agregaron a sus catálogos dichos textos. El carácter<br />

abierto, heterogéneo e incluyente de tales editoriales, planteamos, fue el motivo<br />

central para que esto acaeciera de tal forma. Por un lado se publicaron<br />

muchos de los libros clásicos de la mayoría de los autores extranjeros de esta<br />

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tendencia, como Laing, Cooper o Basaglia, lo cual, nos podría indicar que,<br />

más allá de los éxitos de librería, había un interés real por el tema. Y por otro,<br />

en ese momento salieron a la luz una docena de obras de autores mexicanos<br />

o de extranjeros radicados aquí que giraban en torno a la antipsiquiatría en<br />

México o en el exterior. 26<br />

Por último, el cine mexicano también expresó esta posición crítica y de<br />

cuestionamiento hacia la psiquiatría y los manicomios, como apreciaremos<br />

ahora en la segunda parte de este trabajo.<br />

la influencia de las ideas antipsiquiátricas en el cine mexicano<br />

Tras el término de la “época de oro” del cine mexicano, en la década de<br />

1960 la industria se enfrentó a una gran crisis que se expresó no sólo en el<br />

descenso de la producción de películas, sino también en el agotamiento de<br />

las temáticas tradicionales. Ante esta situación y como parte de un programa<br />

de intervencionismo mediático estatal, en 1970 el gobierno mexicano decidió<br />

participar en la producción del cine nacional. Durante la presidencia de<br />

Luis Echeverría al parecer las cosas no se hicieron tan mal; sin embargo, con<br />

José López Portillo de nuevo se cayó en una crisis que devino en la era de las<br />

películas de ficheras en los ochenta. 27<br />

Coincido con el historiador del cine mexicano, Emilio García Riera, que<br />

nunca antes ni después de los setenta “accedieron tantos y tan bien preparados<br />

directores a la industria cinematográfica, ni se disfrutó de mayor libertad en la<br />

realización de un cine de ideas avanzadas”. Asimismo, “los nuevos cineastas<br />

resultaron capaces por cultura y por oficio de reflejar en sus películas algo de<br />

la complejidad y la ambigüedad de lo real”. 28 En efecto, es en esta década<br />

cuando hizo eclosión un cine mexicano crítico contrario en espíritu al simplismo<br />

del conservador y moralista cine convencional de la época de oro.<br />

Los nuevos directores manifestaban preocupaciones sociales y políticas nada<br />

comunes anteriormente. En ese sentido, por ejemplo, resultan notables Las po‑<br />

quianchis (1976), de Felipe Cazals; La pasión según Berenice (1975), de Jaime<br />

Humberto Hermosillo; Los albañiles (1976), de Jorge Fons, entre muchas otras.<br />

Desde mi perspectiva, mucho más rico e interesante que los filmes de la<br />

época de oro, el cine setentero mexicano dio muestra de una crítica hacia el<br />

Colección Cuadernos de Trabajo de Posgrado • Historia Moderna y Contemporánea • Maestría


“Los que voLaron sobre eL nido deL cuco.” F. Morales<br />

paternalismo totalitario y autoritario de la época. Películas como El apando<br />

(1975) y Canoa, de Cazals; El Santo Oficio (1973) y Lecumberri (1976), de<br />

Ripstein, nos hablan de un cine mucho más abierto, de búsqueda y vocación<br />

experimental, con imágenes anticonvencionales, tanto en su temática como<br />

en sus propuestas visuales. Y es justamente en este ambiente renovador, crítico<br />

y un tanto independiente en el que surgieron las películas mexicanas con<br />

influencia antipsiquiátrica, fechadas entre 1971 y 1981.<br />

Por otra parte, hay que mencionar que esta visión cuestionadora que observamos<br />

en nuestros cuatro filmes, no se había manifestado de tal forma en<br />

el cine nacional. Anteriormente, la mayoría de las películas mexicanas que<br />

habían tenido como temática la locura o la psiquiatría eran comedias o dramas<br />

tradicionales, en los cuales no se ponía en duda, de modo frontal y directo,<br />

la medicina mental y el manicomio. En este tenor, encontramos los siguientes<br />

filmes: El hombre sin rostro (1950), de Juan Bustillo Oro; Mátenme porque me<br />

muero (1951), de Ismael Rodríguez; Él (1952), de Luis Buñuel; La loca (1952),<br />

de Miguel Zacarías; El niño y la niebla (1953), de Roberto Gavaldón; El médico<br />

de locas (1955), de Alfonso Patiño Gómez; Locura pasional (1955), de Tulio<br />

Demicheli; Viaje a la luna (1957), de Fernando Cortés; Manicomio (1959), de<br />

José Díaz Morales; La mente y el crimen (1961), de Alejandro Galindo; Ma‑<br />

riana (1967), de Julio Guerrero, y El Águila descalza (1969), de Alfonso Arau.<br />

En la década de 1970 aparecieron de manera contemporánea a nuestras<br />

cuatro películas, otros filmes que tenían como temática la locura: El muro<br />

del silencio (1971), de Luis Alcoriza; La loca de los milagros (1973), de José<br />

María Fernández; El profeta Mimí (1975), de José Estrada; Misterio (1979), de<br />

Marcela Fernández Violante, y Llámenme Mike (1979), de Alfredo Gurrola. 29<br />

Sin embargo, estos, al igual que los anteriores, no hicieron una crítica de tipo<br />

antipsiquiátrico, lo cual nos indica que la influencia de la antipsiquiatría en<br />

el cine mexicano del momento no fue general, sino más bien se ubicó tan<br />

sólo en algunas películas. Posteriormente, ya en los ochenta, no hallamos<br />

ningún filme de manicomios o de locos, situación que se podría explicar<br />

parcialmente debido a la crisis que enfrentó en ese momento la industria<br />

cinematográfica del país. 30<br />

Así, de tal modo, como podemos observar, las películas mexicanas que<br />

hicieron una crítica hacia la psiquiatría y los manicomios coinciden temporalmente<br />

con la recepción de la antipsiquiatría en México. Ni antes ni des-<br />

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pués de los setenta el cine en nuestro país cuestionó de tal manera el saber<br />

psiquiátrico y sus instituciones.<br />

Este fenómeno también es perceptible en las cinematografías estadunidense<br />

y europea, en las cuales, precisamente durante el mayor auge de<br />

la antipsiquiatría (entre 1960 y 1970), en tales latitudes se presentaron las<br />

más representativas películas críticas hacia la medicina mental. En Inglaterra<br />

aparecieron la temprana Bedlam (1946), de Mark Robson; Asylum (1972), de<br />

Roy Ward Baker y Family Life (1971), de Ken Loach; en Francia, La têtecontre<br />

les murs (1958), de Georges Frandu; en Italia, Diario di una schizofrenica<br />

(1968), de Nelo Risi, y Matti da slegare (1975), de S. Agosti; en España, Las<br />

melancólicas (1972), de Rafael Moreno Alba; Vida de locos (1980), de Jaime<br />

Chávarri, y Animación en la sala de espera (1981), de Carlos Rodríguez Sanz;<br />

en Estados Unidos, The Snake Pit (1948), de Anatole Litvak; Shock Corridor<br />

(1963), de Samuel Fuller; Titicut Follies (1967), de Frederik Wiseman y la ya<br />

citada One Flew Over the Cuckoo’s Nest (1975), de Milos Forman. 31<br />

Sin duda alguna, el ambiente crítico del cine mexicano de los setenta,<br />

así como esta constelación de filmes extranjeros que cuestionaban a la psiquiatría,<br />

influyeron, de alguna u otra manera, en las cuatro películas mexicanas<br />

que hicieron lo propio, como a continuación veremos.<br />

La mansión de la locura (1971), de producción independiente, fue la<br />

ópera prima de Juan López Moctezuma (1932-1995), antes hombre de teatro<br />

y locutor de radio y televisión. Con evidente influencia de Alexandro<br />

Jodorowsky manifestó gusto por el cine de horror, como lo muestran sus tres<br />

primeras películas: La mansión de la locura; Mary, Mary, Bloody Mary (1974)<br />

y Alucarda (1975). La primera de ellas, inspirada en el cuento El sistema del<br />

doctor Alquitrán y del profesor Pluma, de Edgar Allan Poe, obtuvo varios<br />

reconocimientos, como el primer premio absoluto Trofeo Lacenod’oro y una<br />

mención especial a la actuación de Claudio Brook en el XIV Festival de Cine<br />

Neorrealista y de Vanguardia de Avellino, Italia (1972); la mención especial<br />

en el Festival Brave New World de Belgrado, Yugoslavia (1973); la mención<br />

especial en el Festival de Locarno, Suiza (1973) y, además, la medalla de<br />

oro en el Festival Internacional de Cine Fantástico y Ciencia Ficción de París<br />

(1974). La trama se ubica en el siglo xix en el viejo continente y trata sobre<br />

la visita del periodista Gastón a un antiguo asilo para locos, con la intención<br />

de conocer el “sistema de benevolencia” del doctor Maillard. En su estancia,<br />

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Gastón observa cosas raras y finalmente descubre que los locos han tomado<br />

el lugar de los cuerdos y viceversa, ante lo cual, junto con el verdadero doctor<br />

Maillard, lleva a cabo acto de liberación, de los cuerdos, por supuesto. A<br />

decir de su director, se trata de “una farsa trágica con un trasfondo social”. 32<br />

Según Jorge Ayala Blanco, el especialista de cine, este filme se incluye en una<br />

categoría de películas que no cuentan con una estructura clásica del relato,<br />

“su forma significante es revolucionaria. No se trata de provocar el estado<br />

hipnagógico del espectador, sino de expulsarlo de la pantalla; afectar su lucidez<br />

al tiempo que su emotividad.” 33<br />

Por su cuenta, El infierno de todos tan temido (1979), producida por<br />

Conacine, es el sexto largometraje de Sergio Olhovich (1942), quien nació<br />

en Indonesia de familia rusa, creció en México y estudio cine en Moscú.<br />

Entre sus películas destacan Muñeca reina (1971); Encuentro de un hombre<br />

solo (1973), y Llovizna (1977). El infierno de todos tan temido, que se basa<br />

en la novela homónima de Luis Carrión Beltrán, ganó dos Arieles al mejor<br />

actor (Manuel Ojeda) y a la mejor co-actuación femenina (Diana Bracho).<br />

Cuenta la historia de un escritor y activista del movimiento de 1968 que<br />

termina recluido en varios manicomios debido a los episodios psicóticos<br />

que sufre por su excesivo consumo de drogas y alcohol. En una de estas instituciones<br />

promueve una sublevación ante los mecanismos represivos que se<br />

reproducen en ella. Este filme, a decir de Ayala Blanco, se sitúa en la categoría<br />

de películas que “operan una doble acción sobre su inserción ideológica.<br />

Su tema es político y su forma denuncia las leyes de representación del cine<br />

tradicional. Es revolucionario en forma y contenido.” 34<br />

María de mi corazón (1980), cinta independiente de Jaime Humberto<br />

Hermosillo (1942) –egresado del cuec y con películas como La verdadera<br />

vocación de Magdalena (1971), El cumpleaños del perro (1974) o Naufragio<br />

(1977)– basada en el cuento “Sólo vine a hablar por teléfono”, de Gabriel<br />

García Márquez, relata la historia de los amores entre una maga y un ladrón,<br />

a la vez que arriesgaba, con buenos resultados, un abrupto cambio de tono:<br />

de la comedia popular se pasa a la tragedia cuando la heroína es tomada por<br />

loca en un manicomio. María sólo iba a hablar por teléfono en tal lugar porque<br />

su coche estaba averiado; sin embargo, ya estando dentro no puede salir<br />

y sus alegatos son tomados como parte de una enfermedad mental. María es<br />

víctima de la prepotencia médica, así como de medicación forzada y de vio-<br />

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Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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lencia física. El filme ganó fama en exhibiciones de cineclubes y salas no comerciales<br />

y obtuvo un primer premio en el festival de Cartagena, Colombia.<br />

Por último, Los renglones torcidos de Dios (1981) de Tulio Demicheli<br />

(1914-1992) –de nacionalidad argentina y con más de 50 películas como<br />

director– fue producida por Televicine y basada en el bestseller homónimo<br />

del español Torcuato Luca de Tena. Cuenta la historia de la detective Alicia<br />

Gould, quien se hace pasar por loca para ingresar a un manicomio y resolver<br />

un crimen. En el hospital, los médicos se debaten entre si Alicia padece o<br />

no una enfermedad mental. Entre tanto, la protagonista vive en carne propia<br />

las mortificaciones de la vida cotidiana manicomial, así como la coerción<br />

física a través de una camisa de fuerza. Los psiquiatras dictaminan que Alicia<br />

se encuentra mentalmente sana; sin embargo, finalmente descubren que en<br />

realidad padecía un trastorno mental que había logrado ocultar a todos.<br />

Ahora bien, como apreciamos, las cuatro cintas seleccionadas están<br />

inspiradas en obras literarias de reconocidas plumas. Son, de igual modo<br />

–quizá con excepción del filme de Demicheli–, como se decía en la época,<br />

“películas de festival” por su buena calidad, así como fieles representantes<br />

del cine mexicano innovador y crítico de los setenta. En mayor o menor<br />

medida, en todas ellas vemos un cuestionamiento hacia la psiquiatría y los<br />

manicomios, circunstancia que se acentúa sobre todo en las películas de<br />

Olhovich y Hermosillo, las cuales se realizaron justamente en el momento<br />

en que comenzaron a aparecer las denuncias periodísticas de Teresa Gurza<br />

en el diario El Día y también cuando se efectuaron los congresos de antipsiquiatría<br />

en Cuernavaca (1978 y 1981). Sin duda, se vivía un ambiente antipsiquiátrico<br />

en cierto sector de la intelectualidad mexicana.<br />

A continuación, demos paso a un análisis más minucioso de esta influencia<br />

de la antipsiquiatría en nuestros cuatros filmes. Veamos las representaciones<br />

que se proyectaron en ellos acerca de los manicomios, los psiquiatras,<br />

las terapéuticas y los locos. 35<br />

las iMágenes De los ManicoMios<br />

Ya hemos dicho que la antipsiquiatría concibió los hospitales psiquiátricos<br />

como lugares más propicios para enajenar que para curar. Criticó su exis-<br />

Colección Cuadernos de Trabajo de Posgrado • Historia Moderna y Contemporánea • Maestría


“Los que voLaron sobre eL nido deL cuco.” F. Morales<br />

tencia como parte de un sistema social represivo que reproducía en ellos<br />

todas sus más inhumanas características. Las representaciones audiovisuales<br />

de los manicomios en nuestras cuatro cintas precisamente van en este<br />

sentido. Algunos historiadores han señalado acertadamente que el cine<br />

tradicionalmente ha ofrecido una visión negativa de tales instituciones; 36<br />

no obstante, cabe apuntar que en México esto no había sucedido anteriormente<br />

más que en un par de ocasiones y no de una manera tan directa –La<br />

Loca (1952) y Manicomio (1959).<br />

En dos de nuestras películas vemos que en un primer momento los médicos<br />

tratan de dar una buena impresión de los hospitales psiquiátricos. En<br />

El infierno de todos tan temido, un psiquiatra le dice al personaje principal,<br />

Jacinto Chontal: “Aquí te vamos a ayudar los más que podamos, te vas a sentir<br />

muy bien ya verás; hay un ambiente agradable.” En la misma línea, en Los<br />

renglones torcidos de Dios, un médico le pregunta a Alicia Gould, la protagonista:<br />

“¿Tiene conciencia de dónde está?”, “Sí, doctor, en un manicomio”,<br />

responde ella. “Digamos más bien en un sanatorio psiquiátrico, sanatorio”<br />

–dice el galeno– es decir, un lugar para sanar.”<br />

No obstante, en breve las imágenes de dichos establecimientos se tornan<br />

sombrías y crudas. Curiosamente, el propio médico que enfatizaba el<br />

carácter terapéutico del asilo frente a Alicia Gould, le termina advirtiendo:<br />

“Lo siento, pero entrará en un mundo que no le será grato.” En los cuatro<br />

filmes, los manicomios son representados como sitios sucios, oscuros,<br />

desordenados, antiguos y muy cercanos a las instituciones carcelarias. Son<br />

comunes las imágenes de jaulas, de puertas con candados, de cuartos de<br />

aislamiento y de castigo (las “bartolinas”, como las llamada Jacinto Chontal).<br />

Destaca también que al menos en dos casos, La mansión de la locura y Los<br />

renglones torcidos de Dios, los viejos manicomios (un castillo decimonónico<br />

y una hacienda revolucionaria, respectivamente) se encuentren enclavados<br />

en lugares con una belleza natural esplendorosa, lo cual contrasta y enfatiza<br />

el carácter pernicioso de tales instituciones.<br />

Las prácticas inhumanas y salvajes, asimismo, son imágenes recurrentes<br />

en estas películas. En María de mi corazón vemos cómo una fornida enfermera<br />

asesina de forma brutal a una paciente al hacerle una llave con sus brazos.<br />

En la Mansión de la locura una infinidad de seres desamparados gimen en<br />

calabozos subterráneos. Uno de ellos, encadenado, susurra como Dante a la<br />

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entrada del infierno: “Renunciad a toda esperanza vosotros que entráis aquí.”<br />

Los símiles entre el manicomio y el averno no terminan ahí. En Los renglones<br />

torcidos de Dios, Alicia exclama: “Me voy a volver loca de verdad en este<br />

infierno.” Y más adelante, un ex paciente le declara: “En estos meses te he<br />

visto como polizón en el infierno, eras la única línea recta entre los renglones<br />

torcidos de Dios.” En la cinta de Sergio Olhovich no queda muy claro –aun al<br />

leer la novela en que está basada– si “el infierno de todos tan temido” se refiere<br />

a la vida en los manicomios o a la experiencia de la locura; sin embargo,<br />

es evidente que se alude a un mundo entre tinieblas y tormentos.<br />

También, en las cuatros películas se pondera el carácter punitivo de los<br />

manicomios. En Los renglones torcidos de Dios, tras una fuga fallida, Alicia<br />

es enviada en camisa de fuerza a “la unidad de dementes profundos”, ante lo<br />

cual ella pregunta a una enfermera: “¿Es que estoy presa?”, “En cierto sentido<br />

sí, forma parte del castigo”, responde esta. En María de mi corazón sucede<br />

algo parecido con la protagonista cuando es castigada por introducirse en las<br />

oficinas y romper varios vidrios. María, inconsciente y envuelta en una sábana,<br />

es llevada a un sucio y desagradable pabellón de enfermas oligofrénicas,<br />

donde permanecerá el resto de su estancia. Y en El infierno de todos tan te‑<br />

mido, Jacinto y otro paciente comentan que un intento de fuga era castigado<br />

al menos con cinco días en las bartolinas, pero “en una de esas”, señalan,<br />

“hasta te mandan a la ‘casa gris’; ahí es donde tienen a los ‘definitivos’, el<br />

que llega a caer ahí ya no sale”.<br />

Como vemos, está presente una visión sumamente negativa de los manicomios<br />

la cual es mantenida puntualmente en las representaciones de los<br />

psiquiatras que ofrecen nuestros filmes, como veremos en seguida.<br />

las iMágenes De los Psiquiatras<br />

Si para la antipsiquiatría los manicomios fueron lugares poco científicos y<br />

terapéuticos, en consecuencia sus dirigentes y encargados, es decir, los psiquiatras,<br />

fueron considerados como charlatanes, tiranos y opresores. Ellos,<br />

finalmente, eran los causantes del sufrimiento de los locos en los manicomios,<br />

pues se establecía una relación de poder desigual entre los médicos y<br />

los pacientes. Esta autoridad también podía ser extensible a los enfermeros.<br />

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“Los que voLaron sobre eL nido deL cuco.” F. Morales<br />

Lo anterior podemos apreciarlo en los filmes seleccionados. Por ejemplo,<br />

el doctor Maillard en La mansión de la locura le comentaba a su visitante:<br />

“Considero a todos los locos como mis hijos, y este es su hogar tanto<br />

como es mi reino.” En El infierno de todos tan temido el doctor Morales, director<br />

de un asilo privado, ordenó a los pacientes retirarse temprano a sus habitaciones,<br />

tras lo cual, estos increparon: “Esto ya no parece hospital, parece<br />

una cárcel del siglo pasado; al fin que somos bestias ¿no?; porque traen bata<br />

blanca se creen dioses; ni que fuéramos animales; miserables batasblancas,<br />

se creen la mamá de Tarzán; son unos sádicos, miren nada más como nos<br />

tienen.” Y después de una discusión con el doctor Morales, una paciente fue<br />

sometida por varios enfermeros, por lo cual ella gritaba: “No sean montoneros,<br />

abusivos, verdugos hijos de la chingada, ya quisiera verlos con alguien<br />

que les diera su merecido.”<br />

Igualmente, en Los renglones torcidos de Dios el automóvil del doctor<br />

Alvar, el director médico, es perseguido y apedreado por una muchedumbre<br />

de locos enfurecidos debido a que él había ordenado el aislamiento de<br />

Alicia tras su fuga. Ante esta situación, el doctor Alvar decide dejar su puesto,<br />

pero queda la impresión en el espectador de que se trata de un médico<br />

despiadado, corrupto y sin escrúpulos al prestarse en el internamiento ilegal<br />

de Alicia. Entonces, el hospital psiquiátrico es percibido como un lugar que<br />

se presta a acciones ilícitas, y los psiquiatras son vistos como personajes<br />

deshonestos coludidos por intereses económicos con hombres que desean<br />

deshacerse de sus esposas.<br />

Los enfermeros, de igual manera, también se muestran en los filmes<br />

como personajes déspotas e intransigentes. Por ejemplo, en María de mi<br />

corazón la mencionada enfermera que mató a una paciente, se justificaba<br />

ante la directora del hospital: “no’más le iba a dar sus nalgadas a esa escuincla,<br />

pero no sabe como se puso de brava y no había quién me ayudara”,<br />

a lo que la directora contestó: “es que ya son tres las ‘accidentadas’ en lo<br />

que va del año, no puede ser”. En Los renglones torcidos de Dios Alicia<br />

declaraba: “Deberían de eliminar a esa enfermera antipática; les hace daño<br />

a los enfermos, se cree una dictadora”; y otra enfermera le respondió: “No<br />

es fácil mantener la disciplina en este lugar, ella tiene que ser ruda.” Y en El<br />

infierno de todos tan temido en el momento que Jacinto está en el cuarto de<br />

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aislamiento se da el siguiente diálogo cuando solicita ir a los sanitarios y un<br />

enfermero le da la medicación:<br />

Jacinto: ¿La gozas como enano, verdad?<br />

Enfermero: Ten cuidado con lo que dices, no se te vaya a aparecer el<br />

diablo.<br />

Jacinto: El diablo y yo nos hablamos de tú, hijo.<br />

Enfermero: Eres medio boconcito, pero si quieres te doy una calentadita<br />

para que se te quite lo necio.<br />

Jacinto: ¡No te tengo miedo cabrón! (lo empuja).<br />

Enfermero: ¡Ora!, ve al baño, pero deja la puerta abierta.<br />

Jacinto: ¡Es que voy a cagar!<br />

Enfermero: No importa, déjala así (riéndose).<br />

En el mismo sentido de crítica, en Los renglones torcidos de Dios se da<br />

una discusión entre el doctor Alvar y Alicia sobre el estado mental de esta, la<br />

cual cuestiona seriamente la ciencia psiquiátrica:<br />

Doctor Alvar: Señora, yo no permito que mis pacientes me griten.<br />

Alicia: Para que lo respeten debe empezar por respetar, ¿de quién se está<br />

burlando doctor?<br />

Doctor Alvar: Señora, está usted seriamente enferma y es deplorable<br />

que… (Recibe una cachetada de Alicia).<br />

Alicia: ¡No sabe reconocer un loco del que no lo está!<br />

Este planteamiento acerca de que la psiquiatría es incapaz de distinguir<br />

entre la locura y la razón –que es totalmente antipsiquiátrico y que<br />

plantea el punto de la relatividad de la locura: ¿quién está loco y quién lo<br />

decide?–, también tiene lugar en La mansión de la locura y en María de mi<br />

corazón. En la primera, el periodista Gastón no se percata que el doctor<br />

Maillard que se presenta ante él no es más que un loco y, en la segunda, los<br />

psiquiatras del hospital campestre no pueden ver que María está cuerda y<br />

únicamente ven sus alegatos (el insistente “sólo vine a hablar por teléfono”)<br />

como síntomas de locura.<br />

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“Los que voLaron sobre eL nido deL cuco.” F. Morales<br />

Ahora pasemos a examinar las representaciones de los tratamientos psiquiátricos<br />

en nuestras cintas.<br />

las iMágenes De la teraPéutica<br />

Los tratamientos psiquiátricos como los psicofármacos y los electroshocks<br />

fueron duramente criticados por parte de la antipsiquiatría, pues, según ella,<br />

además de que despersonalizaba a los enfermos, eran usados como medios de<br />

represión física y psicológica por parte de los psiquiatras en los manicomios.<br />

Sin duda esta es la imagen que proyectaron nuestros cuatro filmes<br />

acerca de la terapéutica empleada en los hospitales psiquiátricos. La man‑<br />

sión de la locura prácticamente inicia con la idea de que el asilo del doctor<br />

Maillard “era famoso por su nuevo método para curar a los enfermos<br />

mentales”. En ella vemos una excelente parodia del tratamiento moral que<br />

a comienzos del siglo xix recomendaba los buenos tratos, las distracciones<br />

y las charlas en lugar de los fármacos, aunque no estaban exentas las camisas<br />

de fuerza y los cuartos de aislamiento. En la cinta, el doctor Maillard<br />

presumía: “Aquí se aplica con todo éxito mi ‘método de benignidad’, el<br />

cual permite un sinnúmero de oportunidades para la creación artística; los<br />

pacientes trabajan constantemente en sus diferentes invenciones.” Y más<br />

adelante agregaba: “Tenemos mucha fe en las diversiones sencillas, los pacientes<br />

practican la música, el baile, la gimnasia.” En el paseo que le ofrece<br />

a Gastón por el establecimiento, observamos imágenes de locos ocupados<br />

en actividades realmente disparatadas, como la máquina generadora de<br />

tormentas, la “yegua de oro”, que era “un compendio de todos los instrumentos<br />

musicales conocidos y por conocer”, y las chimeneas humanas, las<br />

cuales mantenían el sistema de calefacción y producían una droga contra<br />

la agresividad. Asimismo, si bien el doctor Maillard se enorgullecía de su<br />

sistema de libertad en el que “los pacientes pasean a su capricho por todos<br />

lados”, también existían los calabozos, los cuales el propio director explicaba<br />

de la siguiente forma: “Atribuirlo a la parte menos benigna de mi<br />

método de benignidad.”<br />

En El infierno de todos tan temido se hace una larga diatriba contra los<br />

tratamientos psiquiátricos. Por ejemplo, las escenas que recrean las sesio-<br />

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nes de electroshocks son dramatizadas de tal modo que este método parece<br />

cruel y bárbaro. En una de ellas, Jacinto exclama: “No me hagan eso, me van<br />

a destruir, se los suplico”; y un enfermero contesta: “No se siente nada, no<br />

te va a pasar nada.” En otra imagen vemos a Jacinto despertar de una sesión,<br />

vomitado y orinado, “si no es para tanto”, le dice un enfermero; “¿ya se los<br />

han puesto?”, objeta Jacinto, a lo que contesta el enfermero: “No, gracias a<br />

Dios, no los he necesitado, pero siempre he dicho que el día que los necesite<br />

que me los pongan, si es por el bien de uno.” En la sublevación del final<br />

de la película se invierten los papeles y los locos aplican los electroshocks<br />

a los médicos y enfermeros. Vocifera Jacinto: “Necesitamos silencio porque<br />

este es un asunto bien delicado. Les vamos a dar una sopa de su propio chocolate.<br />

Nosotros hemos decidido que quienes están mal de la cabeza son<br />

ustedes. ¡No les va a doler, no se siente nada.”<br />

En la misma cinta en una conversación entre los pacientes, estos expresan<br />

lo siguiente: “A mí me dieron quince electros, por eso estoy como<br />

estoy; a mí ya me han dado seis, creo que si me dan otro me muero; yo<br />

prefiero la insulina, aunque me ponga como cerdo; las dos son cosas inhumanas<br />

y hacen el mismo daño, son métodos de la edad media; de la edad<br />

de piedra.” Y otro paciente enfatizaba: “Y así me traían al principio, pastas,<br />

inyecciones, gas, un chingo de gas, cada sesión era una angustia de la chingada;<br />

yo les decía a los batasblancas que me sentía muy mal, hasta que un<br />

día ya me les andaba pelando; luego vinieron los choques de insulina y los<br />

electrochoques, me dieron como […] ya ni me acuerdo, hasta que según<br />

ellos me amansaron.”<br />

En Los renglones torcidos de Dios se aborda en menor medida los tratamientos,<br />

no obstante, también se ve una visión negativa al respecto. Por<br />

ejemplo, una enfermera bondadosa y comprensiva le decía a Alicia: “Mañana<br />

comenzarán a tratarte con electroshock y no quiero que hagan eso contigo.”<br />

En María de mi corazón en todo momento observamos la medicación<br />

forzada por medio de pastillas e inyecciones. María es obligada por una<br />

enfermera a tomas varias píldoras y le dice: “Aquí todas mis niñas se portan<br />

bien, tómalos, son unos ricos caramelitos.” La misma enfermera más tarde<br />

castigó a María con manguerazos de agua fría y la amenazó de este modo:<br />

“Si con esto no te curas te vamos a dar unos toquecitos.”<br />

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“Los que voLaron sobre eL nido deL cuco.” F. Morales<br />

Finalmente revisemos las representaciones fílmicas que nos ofrecen<br />

estas películas acerca de los locos y la locura.<br />

las iMágenes De la locura<br />

La antipsiquiatría sostenía que los locos que eran hospitalizados entraban<br />

en un proceso de “cronificación” inevitable debido al carácter nocivo de los<br />

manicomios. Además, argüía, ante el uso indiscriminado de los tratamientos<br />

físicos, los pacientes prácticamente subsistían en un estado vegetal destruyendo<br />

su personalidad.<br />

Esta visión es patente en nuestras películas seleccionadas. Por ejemplo,<br />

en María de mi corazón, en el momento que María sube al camión del manicomio<br />

y cuando arriban a este, advertimos un conjunto de mujeres que en<br />

calidad de autómatas apenas si pueden caminar. La misma imagen se reproduce<br />

a lo largo de todo el filme. Vemos una gran cantidad de enfermos tirados<br />

en los pasillos o bajo el sol sin hacer nada. O un grupo de mujeres que<br />

cantan coplas infantiles y juegan a la pelota torpemente. En Los renglones<br />

torcidos de Dios aparecen las mismas imágenes de la ociosidad de la locura<br />

y también una masa gris de locos que se mueven al fondo de las escenas.<br />

El infierno de todos tan temido muestra a los enfermos hospitalizados como<br />

seres abandonados que pasan los días frente a una televisión inservible.<br />

Sin embargo, hay que reconocer que nuestros filmes también presentan<br />

una visión un tanto estigmatizada de la locura, lo cual, como apuntan<br />

algunos investigadores con respecto al cine de manicomios en general,<br />

ha contribuido a una mitificación negativa de la enfermedad mental. 37 Por<br />

ejemplo, en Los renglones torcidos de Dios cada loco hace gala de su perturbación<br />

y entre todos forman una especie de caja de grillos o de museo de<br />

la locura. Aparecen el cataléptico, el agresivo, el pervertido, “la autocastigada”,<br />

“la niña péndulo”, el tartamudo, “el astrólogo”, “la duquesa”, el ciego<br />

y “el falso mutista”. En La mansión de la locura, apreciamos una locura<br />

más de tipo lúdico, con visiones fantásticas que recrean pinturas del Bosco<br />

o escenas de Jodorowski. Una imagen: como en un jardín de las delicias,<br />

hombres y mujeres desnudos gozan en pequeños estanques, otros comen<br />

uvas y beben vino. En la última escena del filme se representa la fiesta de<br />

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la locura: locos vestidos de forma estrafalaria, algunos tocan instrumentos<br />

musicales muy extraños, la comida es extravagante. Hay risas y gritos descontrolados,<br />

danzas antiguas y locos disfrazados como aves. Se trata de un<br />

verdadero festín delirante.<br />

Por último, digamos que las imágenes de la locura en nuestras películas,<br />

igualmente, siguieron la doble tendencia del cine de manicomios a<br />

nivel mundial. Por un lado, han edulcorado y suavizado algunos trastornos,<br />

llegándolos a presentar incluso como una cualidad que convierte a quien los<br />

padece en un ser excepcional (como el hidrofóbico de Los renglones torci‑<br />

dos de Dios o “míster chiken” de La mansión de la locura). Y por otro, han<br />

llevado a otros trastornos a extremos asociados con la violencia y el terror<br />

(como el jorobado de Los renglones torcidos de Dios o los habitantes de la<br />

“casa gris” de El infierno de todos tan temido).<br />

consideraciones finales<br />

Nos parece indudable que se dio una influencia de la antipsiquiatría en los<br />

cuatro filmes que hemos analizado aquí. No se podría decir propiamente<br />

que se trata de películas antipsiquiátricas, pero innegablemente recogieron<br />

algunos de sus planteamientos (como la crítica del manicomio como institución<br />

terapéutica, la crítica hacia los tratamientos psiquiátricos –como los<br />

psicofármacos, el electroshock, el choque insulínico–, la crítica a la relación<br />

de poder desigual entre el médico y el enfermo, etc.), sobre todo en El infier‑<br />

no de todos tan temido y en María de mi corazón.<br />

Consideramos que este influjo de la antipsiquiatría un sector de la cinematografía<br />

nacional de los setenta, forma parte de un fenómeno mucho<br />

más amplio en el que dicha tendencia mostró su influencia más allá del<br />

sector de la salud mental (la psiquiatría, la psicología y el psicoanálisis) y<br />

se vio reflejado en tres esferas culturales de la clase media mexicana de la<br />

ciudad de México, como lo fueron el ámbito editorial, el periodístico y el<br />

cinematográfico. Resulta interesante que justamente cuando se realizaron<br />

El infierno de todos tan temido y María de mi corazón, también se efectuaron<br />

los congresos antipsiquiátricos en Cuernavaca y salió a la luz una amplia<br />

cobertura periodística que denunciaba las condiciones de la mayoría<br />

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“Los que voLaron sobre eL nido deL cuco.” F. Morales<br />

de los hospitales psiquiátricos públicos pertenecientes a la Secretaría de<br />

Salubridad y Asistencia.<br />

Un hecho que nos señala que efectivamente existió un vínculo entre la<br />

antipsiquiatría y el cine en México, fue que en el mencionado Encuentro de<br />

Alternativas a la Psiquiatría efectuado en la ciudad de Cuernavaca en 1981,<br />

se proyectó la cinta María de mi corazón, con la presencia de su director<br />

Jaime Humberto Hermosillo y su protagonista María Rojo. Igualmente, en<br />

el Encuentro de Alternativas a la Psiquiatría de 1978, también realizado en<br />

la misma ciudad, se llevaron cabo sesiones de cine con filmes como Hurry<br />

Tomorrow (1975), producida por ex internados de California que denunciaba<br />

la opresión y tortura infligidas a los pacientes. También se proyectó<br />

La institución del silencio (1975) documental mexicano de Fernando Cortés<br />

–Ciudad de ciegos (1990) y Corazón del tiempo (2009)– filmado de manera<br />

clandestina en el hospital-granja Doctor Nieto, de la ciudad de México, el<br />

cual mostraba “el estado de degeneración al que son empujados los internados<br />

psiquiátricos en México”. 38 Hasta ahora no hemos podido ver tal documental,<br />

pero tal vez podría agregarse a las representaciones audiovisuales<br />

que ofrecen nuestras cuatro películas seleccionadas aquí. Sobre él, menciona<br />

Jorge Ayala Blanco: “quería forzar un discurso antipsiquiátrico a base de<br />

ultraintelectuales frases escritas en la pantalla, para acompañar imágenes<br />

medio amarillistas, medio incongruentes sobre la penuria y el clasismo en<br />

los manicomios oficiales”. 39<br />

Todas estas cintas constituyen representaciones fílmicas de los principios<br />

de la antipsiquiatría: hospitales psiquiátricos con un ambiente carcelario,<br />

pacientes abandonados y cronificados, terapéuticas usadas de modo<br />

punitivo y sin bases realmente científicas, psiquiatras indiferentes o tiránicos;<br />

en suma, la inutilidad de la psiquiatría institucional.<br />

Finalmente, para concluir, nos gustaría subrayar que la trascendencia<br />

de nuestros cuatro filmes no radica en la veracidad de sus representaciones<br />

acerca de la psiquiatría y de los hospitales psiquiátricos, sino más bien, como<br />

películas de ficción, reside en la crítica que hicieron hacia los mismos a<br />

partir de los planteamientos antipsiquiátricos. En su intento por volar sobre<br />

el nido del cuco, estas cintas nos muestran una parte de la recepción de la<br />

antipsiquiatría por parte de la cultura mexicana de la clase media urbana de<br />

la década de los setenta.<br />

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Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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RepResentaciones y pRácticas sociales isbn: 978-607-9294-01-4<br />

notas<br />

* Licenciado en Historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la unaM; maestro<br />

en Historia Moderna y Contemporánea por el Instituto Mora. Se ha dedicado a<br />

la historia y a la antropología de la locura y de la psiquiatría en México durante<br />

los siglos xix y xx.<br />

1 Ferrer y García-Raffi, Psiquiatras, 2006, p. 9.<br />

2 Vera, “Locura”, 2006, p. 80.<br />

3 Por ejemplo, el caso del cine de Estados Unidos, quizá el más representativo al<br />

respecto, ofrece más de 500 títulos que tienen como tema la locura o la psiquiatría,<br />

véase Solá, Hollywood, 2006.<br />

4 En marzo de 2010 organizamos en el Instituto Mora un ciclo de cine-debate titulado<br />

“Locura y manicomios en el cine mexicano”, compuesto por estas cuatros<br />

cintas. En él, junto a su heterogéneo público –médicos, psiquiatras, psicólogos,<br />

psicoanalistas, enfermeros, trabajadores sociales, historiadores, sociólogos–, llegamos<br />

a la conclusión de que el séptimo arte es un excelente medio para efectuar<br />

un intercambio interdisciplinario en torno al tema de la locura, tan poco<br />

desarrollado en nuestro país.<br />

5 Destacan los estudios de Ríos, “Niño”, 2009 y “Loca”, 2006. Asimismo, Rafael<br />

Salín-Pascual dedica un breve espacio a las películas mexicanas, aunque su estudio<br />

es más general: Salín-Pascual, Cineterapia, 2009, pp. 224-229. Para los casos<br />

del cine mundial y estadunidense, véase Ferrer y García-Raffi, Psiquiatras, 2006;<br />

Solá, Hollywood, 2006; Vera, “Manicomios”, 2007; Vera, “Locura”, 2006.<br />

6 A lo más, Rafael Salín-Pascual nos regala unos cuantos párrafos sobre las películas<br />

que aquí trataremos; su análisis, además de ser a vuelo de pájaro, hace escasa<br />

referencia a la antipsiquiatría: Salín-Pascual, Cineterapia, 2009, pp. 225-227.<br />

7 Se sostiene –no sin cierta razón– que el cine ha interpretado de manera equivocada<br />

a la psiquiatría y a la locura, y de que ha contribuido a la creación de<br />

un mito negativo alrededor de ellas. En ese sentido: Salín-Pascual, Cineterapia,<br />

2009; Solá, Hollywood, 2006; Vera, “Manicomios”, 2007; Vera, “Locura”, 2006.<br />

8 Jablonska, “Imágenes”, 2005, p. 179.<br />

9 Rosenstone, Pasado, 1997, p. 59.<br />

10 Emil Kraepelin (1856-1926) fue un psiquiatra alemán que entre otros aspectos<br />

estableció un sistema de referencia nosográfica de la enfermedad mental que fue<br />

adoptado por el conjunto de las escuelas psiquiátricas oficiales en el siglo xx y<br />

Colección Cuadernos de Trabajo de Posgrado • Historia Moderna y Contemporánea • Maestría


“Los que voLaron sobre eL nido deL cuco.” F. Morales<br />

que aún es utilizado ampliamente. Se fundamenta en dos clasificaciones básicas:<br />

la esquizofrenia y la psicosis maniaco depresiva.<br />

11 Shorter, History, 1997, pp. 273-274, y Trillat, “Historia”, 1993, pp. 480-481.<br />

12 Shorter, History, 1997, pp. 274-276.<br />

13 Goldstein, “Psychiatry”, 1993, p. 1367, y Shorter, History, 1997, p. 274.<br />

14 Psiquiatría, 1973, p. 30; Desviat, “Antipsiquiatría”, 2006, p. 9.<br />

15 Double, “History”, 2002, p. 236; Rissmiller y Rissmiller, “Evolution”, 2006, pp.<br />

863-866; Trillat, “Historia”, 1993, p. 484, y Shorter, History, 1997, pp. 280-281.<br />

16 Morales, “Recepción”, 2010, pp. 265-278.<br />

17 Un dato bastante esclarecedor al respecto es la enorme diferencia del número de<br />

personas hospitalizadas en México y otros países con mayor raigambre psiquiátrica.<br />

Por ejemplo, hacia 1965 había en todo nuestro país alrededor de 8 000 pacientes<br />

en instituciones psiquiátricas; mientras que en Estados Unidos había casi<br />

500 000, en Francia 270 000, en Inglaterra 150 000 y en Italia casi 100 000. En<br />

contraparte, gran parte de la sociedad mexicana, por costumbre, desconfianza<br />

u otras razones, no asiste con el médico-psiquiatra ni a los hospitales psiquiátricos.<br />

Esto se traduce en que la psiquiatría mexicana ha carecido históricamente<br />

de presencia y poder social en comparación con los países arriba mencionados,<br />

así como de una utilización a gran escala de los manicomios, si bien estos han<br />

existido en México desde la época virreinal. Así pues, las condiciones a las que<br />

se enfrentó la recepción de la antipsiquiatría en nuestro país fueron muy distintas<br />

de las de los países que vieron surgir esta tendencia.<br />

18 Morales, “Recepción”, 2010, pp. 41-95.<br />

19 Ibid., pp. 97-197.<br />

20 Meyer, “Último”, 2000, p. 170.<br />

21 Morales, “Recepción”, 2010, pp. 97-263.<br />

22 Ibid.<br />

23 Ibid.<br />

24 Ibid.<br />

25 Ibid.<br />

26 Ibid.<br />

27 Sánchez, “Medios”, 2005, pp. 411-413.<br />

28 García, Breve, 1998, p. 278.<br />

29 Sobre las películas indicadas en este párrafo y en el anterior, véase García, Breve,<br />

1998; Aviña, Mirada, 2004, y Salín-Pascual, Cineterapia, 2009.<br />

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Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente.<br />

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30 García, Breve, 1998, pp. 329-385.<br />

31 Ferrer y García-Raffi, Psiquiatras, 2006.<br />

32 Citado en García, Historia, 1994, t. 15, p. 274.<br />

33 Ayala, Búsqueda, 1984, p. 522.<br />

34 Ibid.<br />

35 Un aspecto interesante a estudiar y que ha quedado pendiente es el de los carteles<br />

de cine de nuestros cuatro filmes; lamentablemente no pudimos hallarlos en<br />

nuestra investigación.<br />

36 Ferrer y García-Raffi, Psiquiatras, 2006, pp. 67-68, y Vera, “Manicomios”, 2006,<br />

pp. 57-67.<br />

37 Vera, “Locura”, 2006 y “Manicomios”, 2007, y Solá, Hollywood, 2006.<br />

38 Marcos, Antipsiquiatría, 1980, p. 16.<br />

39 Ayala, Condición, 1984, p. 583.<br />

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Representaciones y prácticas sociales.<br />

Visiones desde la historia moderna y contemporánea<br />

se terminó de imprimir el 17 de diciembre de 2012, en los talleres<br />

de Impresora y Encuadernadora Progreso, S. A. de C. V. (iePsa),<br />

San Lorenzo Tezonco 244, Paraje San Juan,<br />

Delegación Iztapalapa, 09830, México, D. F.<br />

Edición realizada a cargo de la Subdirección de Publicaciones<br />

del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora.<br />

En ella participaron: corrección de estilo y de pruebas, Estela García,<br />

Gustavo Villalobos y Javier Ledesma; portada, Marco Ocampo,<br />

formación de páginas, Marco Ocampo,<br />

cuidado de la edición, Gustavo Villalobos y Yolanda R. Martínez.<br />

Versión disponible en formato PDf en www.mora.edu.mx<br />

Fecha de aparición en PDf, 21 de enero de 2013


Esta entrega de la serie Cuadernos de Trabajo de Posgrado, correspondiente a<br />

la VII<br />

generación de la maestría en Historia Moderna y Contemporánea<br />

(2008-2010), es una muestra de la gran diversidad de temas yenfoques que<br />

nuestros estudiantes pueden abordar en el Instituto Mora. Con gran orgullo<br />

presentamos, entonces, un caleidoscopio que ilustra la diversidad de formas<br />

de hacer historia y las múltiples temáticas que pueden abordarse desde<br />

nuestra disciplina, patentes en los textos que componen este volumen.<br />

Los trabajos presentados pueden ser un artículo escritoapartir de la tesis de<br />

maestría o resultado de un estudio final entregado al profesor en alguna de las<br />

materias cursadas por nuestros estudiantes. Estos ensayos han sido seleccionados<br />

por ser considerados un aporte original en el ámbito de la investigación<br />

histórica, independientemente de los rubros en los que pudieran ser catalogados.<br />

Los seis capítulos muestran, sin embargo, las preocupaciones de una<br />

nueva generación de profesionales de la historia, interesados en las representaciones<br />

y prácticas sociales que definen el devenir humano.<br />

Así, el lector tiene en sus manos los textos de seis jóvenes investigadores que se<br />

ocupan de diversos temas, desde distintas concepciones de la disciplina<br />

histórica, que muestran distintas posturas teórico-metodológicas, así como los<br />

intereses de quienes formarán parte de una nueva generación de historiadores.

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