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¿PADECE USTED DE INSOMNIO?

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REVISTA CUBANA <strong>DE</strong> PSICOLOGÍA Vol. 15, No. 1,1998<br />

<strong>¿PA<strong>DE</strong>CE</strong> <strong>USTED</strong> <strong>DE</strong> <strong>INSOMNIO</strong>?<br />

Eduardo Cairo Valcárcel, Facultad de Psicología, Universidad de La Habana.<br />

INTRODUCCIÓN<br />

I. Aspectos generales.<br />

RESUMEN<br />

En el trabajo se presenta una breve caracterización del Insomnio donde se resaltan sus causas más<br />

frecuentes, se ofrecen los resultados de una investigación efectuada con 25705 sujetos y, finalmente,<br />

se señalan diversas medidas preventivas y procedimientos terapéuticos.<br />

ABSTRACT<br />

Throught this work it is presented a brief characterization of insomnia. Initially, it is pointed out its<br />

predominance causes, prevalence, etc. Finally, there are shown some of the results obtained in a study<br />

with 25705 subjects and there are presented different preventive measures and therapeutic<br />

procedures.<br />

El insomnio, (la palabra insomnio proviene del<br />

latín in (negativo, ausencia de) y somnius (sueño)<br />

por lo que literalmente significa "ausencia de<br />

sueño"), es una alteración del dormir que aparece<br />

con bastante frecuencia por lo que es considerado<br />

por muchos como un problema común de salud<br />

(Hohagen et al. 1993). Generalmente, es una<br />

manifestación de alguna alteración emocional más<br />

o menos fuerte.<br />

El insomnio puede ser de diversos tipos y se<br />

caracteriza, en general, por una disminución<br />

involuntaria de la duración del sueño o dificultad<br />

para conciliar el mismo en el momento que se<br />

desea o espera dormir.<br />

Lacks (1987) propuso los criterios más abajo<br />

relacionados como definición operativa de<br />

insomnio:<br />

A- Que la latencia de sueño sea superior a 30<br />

minutos.<br />

B- Que el tiempo total de vigilias nocturnas<br />

sea superior a 30 minutos.<br />

C- Que el tiempo total de sueño por noche sea<br />

inferior a 6,5 horas.<br />

CH- Tener somnolencia diurna y decremento<br />

del rendimiento.<br />

En este aspecto debe señalarse que hay<br />

numerosas investigaciones que refieren la no<br />

39<br />

existencia de somnolencia diurna excesiva en los<br />

pacientes con insomnio y, en medio de ellas, se<br />

puede mencionar (Chambers and Keller, 1993).<br />

Por su parte, Lichstein y Johnson (1994) estudiando<br />

el diámetro pupilar de sujetos con insomnio<br />

encontraron que estos exhibieron un diámetro<br />

pupilar diurno, significativamente, más pequeño que<br />

un grupo de control no insomne.<br />

Asimismo, hay conclusiones de investigaciones<br />

en las cuales no se aprecian disparidades<br />

significativas vinculadas con el rendimiento<br />

cognitivo y el funcionamiento psicomotor.<br />

D- Los síntomas deben presentarse tres o más<br />

veces por semana.<br />

E- La duración de la sintomatologia debe ser<br />

superior a un mes.<br />

Habitualmente, se distinguen dos tipos de<br />

insomnios: los totales y los parciales. Los primeros<br />

son asaz raros y se caracterizan por la ausencia de<br />

sueño mientras que los insomnios parciales se<br />

dividen en iniciales, cuya gravedad está<br />

estrechamente relacionada con el tiempo que<br />

requiere el sujeto para lograr dormirse; terminales<br />

cuando el despertar final se produce demasiado<br />

temprano, es decir, dos o tres horas antes de lo<br />

habitual con incapacidad para volver a quedarse<br />

dormido e intermedios o de la mitad de la noche,<br />

cuando el sujeto se despierta asiduamente y se<br />

presentan, además, dificultades para seguir o<br />

reconciliar el sueño después de cada despertar.


En los estados de ansiedad y/o angustia<br />

predomina el insomnio inicial y en los estados<br />

depresivos el terminal. Asimismo, la literatura<br />

plantea que los insomnios iniciales son más<br />

frecuentes en los jóvenes mientras que los<br />

insomnios intermedios y, esencialmente, los<br />

terminales lo son en las personas más viejas.<br />

Algunos autores clasifican los insomnios<br />

iniciales en dos tipos: los moderados en los cuales<br />

se observa una latencia de inicio de sueño de más<br />

de 30 minutos por más de tres noches por semana<br />

y los insomnios severos en los que la latencia de<br />

inicio de sueño es mayor de 60 minutos, con una<br />

frecuencia que sobreviene más de cuatro veces<br />

por semana.<br />

También, los insomnios pueden clasificarse<br />

acorde con su duración en: a- Temporales cuando<br />

duran unos pocos días, b- Cortos cuando<br />

permanecen más de unos días pero menos de 3<br />

semanas y c- Largos o crónicos cuando son<br />

mayores de 3 semanas.<br />

Por su parte, la Asociación Psicquiátrica<br />

Americana en el Manual Diagnóstico y Estadístico<br />

de los Trastornos Mentales (DSM lll-R, 1988)<br />

plantea tres tipos de insomnio. Ellos son:<br />

a- Insomnio relacionado con otros trastornos<br />

mentales (no orgánicos), (307.42). Entre estos se<br />

encuentran, con mayor frecuencia, los trastornos<br />

afectivos, los trastornos por ansiedad, los<br />

trastornos adaptativos con estado de ánimo<br />

ansioso y los trastornos obsesivo-compulsivo de la<br />

personalidad.<br />

b- Insomnio relacionado con una causa orgánica<br />

conocida (780.50). Entre los que se encuentran,<br />

ordinariamente, el insomnio debido a la artritis, la<br />

enfermedad de Parkinson, la apnea del sueño,<br />

etc. De este o del mismo modo, este tipo de<br />

insomnio puede estar relacionado con los<br />

trastornos derivados por el uso de sustancias<br />

psicoactivas (dependencia a las anfetaminas) o al<br />

empleo de ciertos fármacos como, por ejemplo,<br />

los antiinflamatorios.<br />

c- Insomnio primario (307.42) el cual no está<br />

relacionado con otro trastorno mental ni con una<br />

etiología conocida: como determinados estados<br />

físicos, trastornos por el uso de sustancias<br />

psicoactivas o el empleo de algunos fármacos.<br />

40<br />

En la última edición del Manual Diagnóstico y<br />

Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM IV,<br />

1994) se introducen algunas modificaciones que a<br />

los objetivos de este trabajo no son esenciales<br />

aunque hemos considerado oportuno esbozar su<br />

propuesta más general. El mismo clasifica los<br />

trastornos del sueño en cuatro grandes grupos de<br />

acuerdo con la etiología presumible. Ellos son:<br />

1. Trastornos primarios del sueño.<br />

2. Trastornos del sueño relacionados con otros<br />

trastornos mentales.<br />

3. Trastornos del sueño debido a condiciones<br />

médicas generales.<br />

4. Trastornos del sueño debido al abuso de<br />

sustancias inducidas.<br />

En el primer grupo incluye las disomnias y las<br />

parasomnias y entre las disomnias el insomnio<br />

primario. (307.42). El insomnio secundario está<br />

incluido dentro de las categorías 2, 3 y 4 más arriba<br />

referidas y en dependencia de si el mismo está:<br />

a- Relacionado con otros desórdenes mentales<br />

(trastorno depresivo mayor, ansiedad generalizada,<br />

en determinados momentos de agudización de la<br />

enfermedad esquizofrénica y otros trastornos<br />

psicóticos, trastornos y ataques de pánico y<br />

desórdenes somatoformes, de adaptación y/o<br />

personalidad, etc.)<br />

b- Relacionado con determinadas condiciones<br />

médicas generales (enfermedades degenerativas<br />

tipo Parkinson, Huntington, cerebrovasculares,<br />

endocrinas: hipo e hipertiroidismo, hipo<br />

e hiperadrenocorticismo; infecciones viral o<br />

bacterianas; enfermedades respiratorias y/o<br />

músculo-esqueléticas: artritis reumatoidea,<br />

fibromialgias, etc.)<br />

c- Relacionado con determinadas sustancias<br />

inducidas y en el centro de ellas: el alcohol,<br />

anfetaminas, cafeína, cocaína, opiodes, sedativos,<br />

hipnóticos y ansiolíticos.<br />

Ahora bien, es importante señalar que la<br />

"Clasificación Internacional de los trastornos del<br />

dormir" (ICSD, American Sleep Disorders<br />

Association, 1990) prevalece sobre el resto de las<br />

otras clasificaciones. Ella identifica más de 80<br />

diferentes tipos de trastornos del dormir incluyendo<br />

10 tipos de insomnio según nos refiere Lichstein y<br />

Riedel, (1994). Ellos son:


1. Insomnio psicofisiológico.<br />

2. Estado de sueño débil, superficial (Sleep State<br />

misperception).<br />

3. Insomnio idiopático.<br />

4. Higiene inadecuada del dormir.<br />

5. Trastornos del dormir por razones ambientales.<br />

6. Insomnio provocado por la altura.<br />

7. Trastornos del sueño a causa de estresores<br />

temporales.<br />

8. Trastornos del dormir debido a la dependencia<br />

de hipnóticos.<br />

9. Trastornos del dormir debido a la dependencia<br />

de estimulantes.<br />

10. Trastornos del dormir debido a la dependencia<br />

alcohólica.<br />

Realmente, las fuentes del insomnio pueden ser<br />

psicológicas, biológicas o ambientales y estar<br />

estrechamente vinculadas, por ejemplo, con los<br />

efectos de la ingestión de psicofármacos<br />

(pentobarbital, fenobarbital, plutatemida,<br />

metacualona, fluracepam, triazolam, anfetaminas,<br />

etc.), sobre todo, cuando ha sido en forma<br />

permanente y, especialmente de aquellos que<br />

provocan tolerancia, dependencia y abstinencia<br />

(denominada por algunos como: insomnio de<br />

rebote o insomnio de la pildora del dormir)<br />

Como estresores psicosociales que,<br />

habitualmente, se consideran causales del<br />

insomnio se citan entre otros los siguientes:<br />

sobrecarga laboral, cambio de centro laboral,<br />

asumir nuevas y/o mayores responsabilidades en<br />

el trabajo, problemas con el jefe y/o los<br />

subordinados, racionalización laboral, cambio de<br />

profesión, modificaciones en las condiciones y<br />

horario de la labor, jubilación, conflictos<br />

intrafamiliares, tropiezos con la educación de los<br />

niños, cambio de domicilio, trastornos<br />

interpersonales, muerte o enfermedad del<br />

cónyuge, de un familiar o amigo cercano,<br />

contrariedades amorosas: separación marital,<br />

divorcio, etc.<br />

Nosotros creemos, a partir del trabajo individual<br />

con los pacientes, que existen además, otras<br />

razones poco aducidas en los resultados de las<br />

encuestas sobre el insomnio y son aquellas<br />

actitudes inconscientes del sujeto donde por<br />

determinados argumentos teme o evita entregarse<br />

a la pasividad que requiere el dormir y, por tanto,<br />

lucha activamente mediante pensamientos e ideas<br />

41<br />

que constantemente afloran a su mente sin que<br />

tenga en realidad una intención consciente y, por<br />

ende, una explicación clara y/o evidente del por qué<br />

la aparición espontánea de las mismas cuando lo<br />

que realmente desea es tener la mente en blanco y<br />

dormirse. Esto ocasiona en algunos sujetos el<br />

denominado insomnio inicial, predormicional o<br />

temprano. Sin embargo, las razones para explicar el<br />

fallo en la continuidad del sueño pudiera estar dado,<br />

y así lo hemos visto con frecuencia, por una<br />

acentuación de la presión de las pulsiones<br />

reprimidas que hacen intolerable para el sujeto<br />

mantenerse dormido. Asimismo, en ciertos<br />

momentos lo que promueve el insomnio, es la<br />

insoportabilidad de algunos sueños y pesadillas<br />

debido a la angustia que ellos generan lo que trae<br />

consigo la necesidad de despertarse como vía de<br />

escape.<br />

También, trastornos físicos tales como: enferme<br />

dades cerebrovasculares, trastornos endocrinos<br />

incluyendo la diabetes mellitus, gastrointestinales,<br />

neurológicas en general, enfermedades óseas,<br />

urológicas, otorrinolaringológicas, respiratorias, etc.<br />

son también muy de ordinario referidas.<br />

Ahora bien, para hablar de insomnio se requiere,<br />

además, tener en cuenta que la distribución de los<br />

períodos de sueño-vigilia a lo largo de las 24 horas<br />

del día son harto desiguales de un individuo a otro<br />

dependiendo, esencialmente, de la edad y de los<br />

hábitos del dormir.<br />

La edad, es el factor que más influye en el ritmo<br />

sueño-vigilia y determina no sólo el tiempo total de<br />

duración de cada uno de estos estadios sino<br />

también la estructura de ellos. Hay individuos que<br />

requieren un tiempo más o menos corto de sueño, 6<br />

o menos horas (son los denominados "short<br />

sleepers") para sentirse satisfechos y recuperados<br />

mientras otros precisan 9 horas o más para<br />

alcanzar igual nivel (son los "long sleepers"). De<br />

este o del mismo modo, hay personas que<br />

necesitan dormir en determinados momentos de las<br />

24 horas del día y así tenemos los individuos<br />

madrugadores que, generalmente, se acuestan<br />

temprano en la noche y se despiertan a su vez asaz<br />

temprano y los nocturnos que proceden a la inversa<br />

con independencia de la cantidad de horas que<br />

duerman.<br />

Es bien conocido que el sueño a partir de las<br />

edades medias y en la vejez y ancianidad es<br />

diferente que en la juventud. Particularmente, los


mayores de 40 años tienden a acostarse más<br />

temprano, a dormir menos y a tener un dormir más<br />

fragmentado, con una alteración de la arquitectura<br />

del sueño, caracterizada por disminución del<br />

sueño delta. Además, los investigadores, en<br />

general, destacan que algunos de estos cambios<br />

relativos, aparecidos a partir de determinada edad,<br />

pueden ser atribuidos a condiciones físicas tales<br />

como la necesidad más frecuente de orinar,<br />

artritis, trastornos respiratorios del dormir,<br />

mioclonus nocturno, entre otros. Así, otros afirman<br />

que el ritmo circadiano cambia también<br />

reduciéndose la amplitud del mismo.<br />

De esta forma tenemos que desde un tiempo<br />

total de 16 a 18 horas diarias que duerme un<br />

recién nacido estas van disminuyendo,<br />

paulatinamente, hasta 5 o 6 horas en las edades<br />

más avanzadas, tal y como puede apreciarse en la<br />

Tabla 1 que insertamos a continuación:<br />

II. Prevalencia del insomnio.<br />

La prevalencia del insomnio es muy diferente en<br />

distintas regiones y su fluctuación varía, no sólo<br />

de una región a otra (zonas rurales, zonas<br />

citadinas) sino también, a partir del criterio que se<br />

42<br />

adopte como definición de insomnio. Así,<br />

encontramos, en la literatura, definiciones donde se<br />

contemplan parámetros más rigurosos que en otras<br />

y, en general, muchas investigaciones adolecen de<br />

una definición explícita, al menos, en el momento de<br />

ser publicadas.<br />

Más abajo relacionamos algunos resultados de<br />

investigaciones efectuadas en diversas ciudades.<br />

Como podrá apreciarse, en los resultados<br />

mostrados, son muy significativas ciertas<br />

disparidades lo que corrobora la necesidad de la<br />

implementación de un acuerdo dirigido hacia una<br />

metodología más homogénea y hacia la elaboración<br />

de definiciones de un grupo de categorías y<br />

conceptos que sean más aceptables por todos con<br />

el objetivo de hacer más comparables y<br />

beneficiosas las conclusiones de los trabajos que en<br />

el área se realizan. ¿Es que acaso las grandes<br />

clasificaciones (DSM, ICD, ICSD) no satisfacen<br />

todos los requerimientos o al menos los más<br />

importantes?. Creemos que sería harto beneficioso,<br />

para todos, continuar trabajando en una dirección<br />

más colegiada al respecto para que nos represente<br />

mejor y nuestros resultados adquieran, en la<br />

práctica clínica cotidiana, una mayor difusión y más<br />

amplia utilización.<br />

Ahora bien, ¿Pudieran ser los altos por cientos<br />

encontrados, en ni pocas ni muchas regiones en<br />

comparación con otras, el resultado de la<br />

apreciación y del valor que se les confiere,<br />

culturalmente, a las dificultades en el dormir? Hay<br />

estudios epidemiológicos sobre trastornos<br />

subjetivos del sueño (Billard et al. 1986 referido por<br />

Laporte y Capella, 1990) donde se ha mostrado que<br />

los que se quejaban de insomnio dormían,<br />

prácticamente, idéntico<br />

tiempo que los que no<br />

referían el problema y<br />

añaden (Laporte y Capella,<br />

1990) el 10% de los<br />

encuestados dormía como<br />

mínimo 9 horas diarias.<br />

En el trabajo que<br />

presentamos en esta<br />

ocasión, sobre el<br />

insomnio, como podrá<br />

apreciarse en las Tablas<br />

6,10 y 14 es elevado pues<br />

con respecto a la pregunta


¿Tiene Ud. dificultades para quedarse dormido?<br />

resultó que el 12,7 % de la población contestó:<br />

"frecuentemente" y el 27,6 % dijo: "a veces". Así,<br />

delante de la interrogación ¿Se despierta<br />

durante la noche y luego tiene dificultades para<br />

quedarse dormido nuevamente? los sujetos<br />

estudiados contestaron "frecuentemente" en el<br />

13,8 % y en un 28,7% "a veces". Finalmente, en<br />

presencia de la interpelación ¿Se despierta en la<br />

noche y no logra volver a dormir nuevamente? los<br />

encuestados respondieron "frecuentemente" en un<br />

6,8 % y "a veces" en un 16,2 %.<br />

Las razones que ocasionan estas conclusiones<br />

son, efectivamente, como señalamos<br />

anteriormente, de diferente tipo: psicológicas,<br />

biológicas o ambientales y sería muy difícil, al<br />

menos, así pensamos el poder ofrecer una causal<br />

única o preponderante pues, sin dudas, en toda<br />

investigación epidemiológica concurren infinidad<br />

de factores y, por ende, en nuestro caso sólo<br />

perseguimos, en este apartado, expresar algunas<br />

hipótesis que tendrían que corroborarse con<br />

indagaciones dirigidas a poblaciones particulares.<br />

Por ende, consideramos oportuno señalar que<br />

estos desenlaces toman su verdadero valor<br />

cuando se utilizan como indicadores generales y<br />

promueven en nosotros orientaciones higiénicas<br />

educativas que al final del artículo exponemos y<br />

nos conducen hacia la vigilancia permanente de<br />

sus manifestaciones y hacia la visita periódica al<br />

especialista de salud que corresponda.<br />

III. Algunas de las causas que con mucha<br />

asiduidad se asocian con el insomnio.<br />

A. El insomnio y ia edad.<br />

Mucho se ha escrito al respecto y, en general,<br />

una buena cantidad de autores señalan que con el<br />

avance de la edad aumenta la probabilidad del<br />

insomnio mientras otros afirman que el mismo<br />

aparece desde edades harto tempranas. Así,<br />

tenemos, por ejemplo, los siguientes resultados<br />

mostrados por un grupo de investigadores:<br />

- Kales et al. (1984) plantean, en su<br />

investigación con 100 pacientes (47 hombres y 53<br />

mujeres) que sufrían de insomnio crónico, con una<br />

edad promedio de 47,9 años y una desviación<br />

estándar (<strong>DE</strong>) de 1,6 y una amplitud de 18 a 84<br />

años, que en torno de los 2/3 de sus pacientes<br />

comenzaron a sufrir embrollos del dormir antes de<br />

los 40 años y cerca de 1/5 empezaron a<br />

confrontar este trastorno del dormir antes de los<br />

20 años. De esta manera, él y sus colaboradores<br />

informan que la distribución acorde con el momento<br />

de la aparición del insomnio en los casos por ellos<br />

reportados fue como sigue:<br />

Entre el primer año de existencia y los diez años 4%<br />

" los once y los veinte años 15%<br />

" los veintiuno y los treinta años 25%<br />

" los treintiuno y cuarenta años 20%<br />

" los cuarentiuno y los cincuenta años 17%<br />

" los cincuentiuno y los sesenta años 13%<br />

" los sesentiuno y los setenta 6%<br />

100<br />

En 1988 Moran et al. estudiando los trastornos<br />

del dormir en la vejez señalaban que estimados<br />

conservadores indican que cerca de 5 millones de<br />

viejos en los EU padecían severos trastornos del<br />

dormir basándose en varios artículos publicados<br />

hasta entonces. Asimismo, señalaban Moran et al.,<br />

que la inmensa mayoría, es decir, alrededor del<br />

85% de los insomnes con un padecimiento severo<br />

no recibían medicamentos para su situación. Sin<br />

embargo, añade que los viejos representan sólo el<br />

11-12% de la población del país y se les prescribe<br />

en torno del 35-40% de los hipnóticos-sedativos lo<br />

cual ofrece un panorama, a nuestro discernimiento<br />

que requiere atención directa. ¿En qué medida esa<br />

situación se da en otros países incluso en el<br />

nuestro, realmente no disponemos de la información<br />

correspondiente aunque algunos trabajos pudieran<br />

ofrecer, muy someramente, alguna información al<br />

respecto. Paradigmas en esta dirección son:<br />

Ford y Kamerow (1989) en una muestra de 7954<br />

sujetos tomada en varias ciudades norteamericanas<br />

descubrieron una incidencia del insomnio que fue<br />

como sigue: En las personas de 18 a 25 años<br />

alcanzó un 10,7%, en las comprendidas entre los 26<br />

y los 44 años el 8,9%, en la agrupación de 45 a 64<br />

años el 10,6% y en los mayores de 65 años el<br />

12,0%.<br />

Según el trabajo de Hohagen et al. (1993) cada<br />

cinco personas de 18 a 65 años que consultan al<br />

médico general por problemas de salud uno de ellos<br />

sufre de un problema de sueño lo suficientemente<br />

severo como para crearle escollos en el<br />

desenvolvimiento diurno.<br />

De este o del mismo modo, Hohagen et al. (1994)<br />

quienes investigaron 330 personas de 66 a 92 años<br />

utilizando un cuestionario sobre el dormir aplicado<br />

por los médicos generales en el área de Manahein<br />

hallaron que el 23 % sufría de insomnio severo, un


17 % sufría de insomnio moderado y otro 17 %<br />

padecía de insomnio ligero.<br />

En realidad, se puede afirmar que el insomnio<br />

aumenta con la edad, y esto debido a distintas<br />

razones en medio de las que se encuentran:<br />

1. Cambios en el ritmo circadiano vinculado con<br />

el sueño.<br />

2. La presencia, frecuente, de apneas del dormir<br />

y movimientos periódicos del cuerpo.<br />

3. La ingestión de diferentes fármacos, para el<br />

tratamiento de distintas patologías nerviosas<br />

y/o somáticas, que provocan, en determinadas<br />

ocasiones, efectos secundarios y que afectan,<br />

manifiestamente la calidad y cantidad del<br />

sueño.<br />

B. Género e insomnio.<br />

Son muchos los trabajos que presentan al sexo<br />

femenino como el más afectado por los trastornos<br />

del dormir y, especialmente, por el insomnio bien<br />

que, también aquí hay diversas opiniones,<br />

pretextos y explicaciones de estos resultados.<br />

Kales et al. (1984) reportan que en la mujeres<br />

apareció el insomnio como promedio en una edad<br />

más temprana (30,7 años) que en los hombres<br />

(39,3 años).<br />

Ford y Kamerow (1989) reportan una<br />

prevalencia de un 12,1 % para las mujeres y un<br />

7,9 % para los hombres.<br />

En 1991, Cairo Valcárcel y González Chirino, en<br />

un trabajo con 978 sujetos de ambos sexos (47 %<br />

hombres y 53 % mujeres), con un rango de edad<br />

entre los 15 y 75 años, encontraron que el 23,4 %<br />

de las mujeres y el 12,2 % de los hombres<br />

reportaron tener dificultades para quedarse<br />

dormidos mientras el 13,7 % de las mujeres y el<br />

6,6 % de los hombres referían despertarse en la<br />

noche y no lograr volver a dormir nuevamente.<br />

Estos desenlaces donde las mujeres, en<br />

relación con los hombres, reflejan un nivel superior<br />

de martirios en el dormir lo hallamos, también, en<br />

muchas otras investigaciones, como ya fue<br />

referido y, a nuestro juicio, son, quizás, muy<br />

disímiles las explicaciones que al respecto<br />

pudieran ofrecerse.<br />

Resultados semejantes encontramos en la<br />

investigación, que en este trabajo presentamos,<br />

44<br />

con 25 705 sujetos donde el 47,7 % eran hombres y<br />

el 52,3 % eran mujeres.<br />

Como podrá apreciarse en la Tabla 3, el 15,8 %<br />

de las mujeres y el 9,3 % de los hombres tienen<br />

dificultades "frecuentes" para quedarse dormidos<br />

mientras que el 16,6 % de las mujeres y el 10,8 %<br />

de los hombres (ver tabla no. 5) refieren<br />

despertarse "frecuentemente" durante la noche y<br />

luego tener dificultades para quedarse dormidos<br />

nuevamente. Sin embargo, las quejas "frecuentes"<br />

por despertarse durante la noche y luego no lograr<br />

volver a dormir nuevamente (ver Tabla 7) ascendió<br />

en las mujeres al 7,8 % y en los hombres al 5,7 %.<br />

En estos datos se puede apreciar que en las<br />

preguntas efectuadas sobre las distintas formas de<br />

insomnio indagadas, las mujeres se encuentran,<br />

evidentemente, más afectados que los hombres.<br />

¿Cuál pudiera ser la génesis?, ¿Cuáles serían las<br />

explicaciones factibles como alternativas de<br />

comprensión de este hecho generalizado que se<br />

observa en los reportes de muchas investigaciones<br />

de distintos autores de diferentes regiones<br />

geográficas?, ¿Qué explicaciones brindar cuando el<br />

resultado se aprecia tanto en los menores de 21<br />

años como en los mayores de 70 años? (ver Tablas<br />

6, 10 y 14)<br />

Una hipótesis alternativa o arista que, en<br />

determinadas ocasiones, pudiera esgrimirse, como<br />

factor que colabora a producir estas disimilitudes<br />

entre hombres y mujeres, está dada por la<br />

denominada doble jornada de trabajo pues con la<br />

incorporación rápida y masiva de la mujer a la vida<br />

económica, cultural y socio-política del país<br />

(producto de las inmensas posibilidades que abrió el<br />

ejercicio pleno de la igualdad de la mujer) no<br />

marchó, quizás, al unísomo, una redistribución<br />

igualmente ágil y justa de los quehaceres<br />

tradicionales hogareños y de las responsabilidades<br />

con relación al cuidado y mantenimiento de la<br />

familia establecidos desde antaño. Esto,<br />

lógicamente, pudiera haber traído entonces, un<br />

aumento de la carga general de obligaciones para la<br />

mujer y, por ende, una mayor presión tanto física<br />

como psíquica.<br />

Ahora bien, si realmente la hipótesis explicativa<br />

de la diferencia en los resultados alcanzados entre<br />

los hombres y las mujeres en cuanto al insomnio,<br />

fuera: la llamada doble jornada de trabajo, cuando<br />

comparáramos, por ejemplo, los resultados<br />

alcanzados por las mujeres trabajadoras y las amas


de casa deberla también, haber una diferencia<br />

significativa pues unas tienen la doble jornada y<br />

las otras no. ¿Pero, qué resulta?, que hasta donde<br />

hemos estudiado no hemos encontrado una<br />

diferencia significativa y sólo una tendencia a que,<br />

efectivamente, la doble jornada laboral afecta a la<br />

mujer trabajadora.<br />

Otra alternativa que, a nuestro discernimiento,<br />

pudiera estar presente es la vinculada con el<br />

sentido de la vida. Y para eso indagamos al<br />

respecto, en muchas personas: hombres, mujeres,<br />

jóvenes, viejos, etc. y comenzaron a aparecer una<br />

multitud de interesantes matices. Por ejemplo,<br />

tanto los hombres como las mujeres se proponían<br />

metas, hacían planes, deseaban hacer cosas,<br />

transformar la realidad circundante, viajar, etc.<br />

pero los hombres lo pensaban y lo hadan,<br />

dejando a menudo, a su familia detrás y después<br />

venían a buscarlas. Las mujeres jóvenes por su<br />

parte también lo hacen pero en la mayoría de los<br />

casos, por no decir siempre, lo hacen junto con su<br />

familia, no la dejan atrás para después venir a<br />

buscarlas, no abandonan a sus hijos, a sus<br />

padres, a su pareja, son más gregarias en sus<br />

decisiones y no por eso, menos decididas,<br />

valientes o dispuestas cuando, por ejemplo, el<br />

deber las convoca o una gran motivación las<br />

llama. Ellas han interiorizado mucho más,<br />

sensiblemente, que el hombre el concepto de que<br />

la familia es la célula fundamental de la sociedad<br />

y, por ende consideran con más frecuencia, que el<br />

sentido de su vida es su familia en el sentido más<br />

amplio de la palabra.<br />

Por eso, cuando las condiciones materiales de<br />

la familia se deterioran por equis razones, las<br />

mujeres padecen más que los hombres, pues ellas<br />

por la educación recibida, por su rol maternal, o<br />

quizás por ambas cosas y, seguramente, por otras<br />

muchas más sufren con más pena las limitaciones<br />

y escaseces en comparación con los hombres<br />

pues sufren como individuos, como personas y<br />

sufren la necesidad de los otros, es decir, de la<br />

familia.<br />

Un paradigma que, ilustre, tal vez, el<br />

sentimienta gregario y la trascendencia del<br />

papel de la mujer en el colectivo pudiera verse<br />

en las expresiones de dolor y me refiero al dolor<br />

físico ese que ocurre en presencia de un<br />

padecimiento cualquiera. El hombre,<br />

habitualmente se queja más, soporta menos<br />

callado el dolor, las mujeres en general, se lo<br />

45<br />

callan con tal de no preocupar a la familia. En la<br />

Biblia, se insiste reiteradamente, en el dolor del<br />

momento de dar a luz la mujer, y en él se<br />

reconoce la magnitud del momento por sus gritos<br />

y retorcijones. Las mujeres encinta y cercanas de<br />

dar a luz, pueden quizás, sobrevenirles<br />

sufrimiento y angustia como de primeriza, aunque<br />

no sea el primer parto, y gemir, estremecerse y<br />

convulsionar, pero este comportamiento, que no<br />

necesariamente se da siempre, ni en todas las<br />

mujeres, se acepta, se tolera, se autopermite por<br />

ellas para ese momento tan sublime, pero para el<br />

resto de los dolores y/o angustias prima el<br />

silencio, la discreción, la reserva. Por eso, y<br />

muchos otros argumentos más, y a lo mejor más<br />

importantes, creemos que la mujer es más<br />

dispuesta a compartir lo bueno, las<br />

satisfacciones, las alegrías, lo que trae felicidad<br />

al colectivo y no las penas, y, por eso, el dolor<br />

(físico o psíquico) se lo callan, lo aguantan, no lo<br />

comparten.<br />

Por su parte, los hombres al reflexionar sobre el<br />

sentido de su existencia con mayor frecuencia<br />

anteponen: el trabajo, la profesión, el estudio o la<br />

superación, a los intereses de la familia. Aunque en<br />

las explicaciones de las prioridades dadas por ellos,<br />

a los disímiles componentes del sentido de su vida<br />

expresan que estos comportamientos se hacen<br />

también, naturalmente, para lograr un mejor<br />

desenvolvimiento y bienestar familiar.<br />

Sin dudas, existen otras muchas hipótesis<br />

alternativas que pudieran explicar con mayor<br />

profundidad y claridad las discrepancias<br />

encontradas en cuanto al insomnio entre hombres y<br />

mujeres, mas nos parece que las antes referidas<br />

pudieran constituir algunos elementos que debieran<br />

verificarse con el objetivo de hacerlas valederas o<br />

rechazarlas como posibles explicaciones causales.<br />

C. El insomnio y los trastornos psiquiátricos.<br />

Kales et al. (1984) plantean que en su<br />

investigación la mayoría (75 %) de los pacientes<br />

con insomnio, por ellos estudiados, tuvieron una o<br />

más experiencias estresantes alrededor del<br />

momento en que comenzaron a padecer de<br />

insomnio. En medio de las más relevantes se<br />

encuentran el haber perdido una persona<br />

significativa a causa de la muerte o la separación,<br />

cambios en el status laboral o educacional o<br />

problemas de salud.


Según Tan et al. (1984) el insomnio es un<br />

síntoma que aparece, muy comúnmente, en los<br />

pacientes psiquiátricos y refiere que el 85 % de<br />

una agrupación de sujetos con insomnio por ellos<br />

estudiados en el año 1976 tenían una o más<br />

escalas del MMPI con puntuaciones elevadas<br />

hasta el nivel patológico y, entre ellas, las mayores<br />

calificaciones las obtuvieron en el siguiente orden:<br />

D (Depresión), Pt (Psicastenia) y Hy (Histeria).<br />

Asimismo, afirman estos autores que el perfil<br />

predominante de los pacientes con insomnio<br />

estaba caracterizado por una interiorización de las<br />

emociones. Sin embargo, Hauri y Fisher (1986)<br />

describieron un grupo de pacientes con insomnio<br />

crónico cuyos resultados en la mayoría de las<br />

escalas clínicas estándar del MMPI no fueron<br />

desiguales de aquellas obtenidas de una<br />

agrupación de sujetos normales. Excepciones<br />

fueron las escalas L. y la Hy.<br />

Ford y Kamerow (1989) reportan en los sujetos<br />

por ellos encuestados que el 40 % padecía de<br />

algún trastorno psiquiátrico siendo los más<br />

frecuentes: la ansiedad, fobias, trastornos<br />

obsesivos compulsivos, depresión, etc. De este o<br />

del mismo modo, Weyerer y Dilling (1991)<br />

destacan la relación entre los problemas<br />

psiquiátricos y el insomnio.<br />

Por su parte Hohagen et al. (1994) encontraron<br />

una significativa asociación entre los disturbios del<br />

dormir y la presencia de desórdenes mentales<br />

como un todo. Ellos subrayan que el 61 % de los<br />

pacientes con insomnio severo tenían un<br />

diagnóstico psiquiátrico adicional y de estos el 29<br />

% sufrían depresión y el 14 % presentaron un<br />

síndrome orgánico cerebral.<br />

Por los autores referidos, y por otros muchos<br />

ahora no citados, se puede afirmar que en medio<br />

de los trastornos psiquiátricos mayormente<br />

asociados al insomnio se encuentra la depresión<br />

aunque debe aclararse que este depende del<br />

subtipo particular de perturbación depresiva<br />

(bipolar, unipolar, primaria o secundaria a otras<br />

razones médicas o desórdenes psiquiátricos,<br />

depresiones psicóticas o de niveles inferiores,<br />

etc.)<br />

Berlín et al. (1984) refieren que en su estudio de<br />

100 pacientes atendidos en un servicio de<br />

psiquiatría, 80 tenían problemas del dormir y 72<br />

46<br />

insomnio y, sin embargo, en el 54 % de los 80<br />

pacientes referidos no se encontró mención alguna<br />

al respecto, lo cual indica la necesidad de una<br />

educación médica mayor con relación a los<br />

trastornos del dormir. Nosotros consideramos que<br />

este aspecto que ha sido tan señalado en los<br />

últimos años requiere, sin dudas, la elaboración de<br />

un programa que garantice una mayor instrucción al<br />

respecto y, a la vez, una mayor atención a estos<br />

problemas del dormir que como el insomnio<br />

ocasionan, a nuestra comprensión, un sinnúmero de<br />

embarazos que no sólo constriñen a los<br />

especialistas de la salud sino también a los<br />

economistas debido a: la disminución de la<br />

efectividad laboral expresada en un aumento del<br />

desperdicio de materiales en el proceso productivo,<br />

en un incremento de los accidentes que afectan<br />

tanto a las personas que sufren de los trastornos del<br />

dormir como a otros cuando la seguridad de estos<br />

últimos está en dependencia de la efectividad del<br />

desempeño en el puesto de trabajo del insomne.<br />

Modelos de estas ocupaciones laborales son:<br />

choferes, conductores de trenes, pilotos de naves<br />

aéreas o marítimas, etc.<br />

Existen, en general, factores psicológicos (cambio<br />

en el estilo de vida) que por su naturaleza en<br />

algunas personas provocan, en un momento dado,<br />

un insomnio transitorio pero esto puede convertirse<br />

a su vez en la causa de un insomnio crónico cuando<br />

se establece un círculo vicioso mediante el cual se<br />

asocia el ir a la cama a dormir con un estado de<br />

alertamiento y vigilia más que con un proceso de<br />

relajación, descanso y sueño. Finalmente, el ir a<br />

acostarse puede provocar un temor lo<br />

suficientemente significativo que incremente las<br />

dificultades o inhabilidades para dormir o refuerce lo<br />

que es muy común el esfuerzo consciente por<br />

quedarse dormido lo cual provoca como se sabe un<br />

despertar cognitivo y fisiológico que impide conciliar<br />

el sueño.<br />

Por todo lo referido y adelantado hasta el<br />

momento nos proponemos en este trabajo los<br />

siguientes objetivos:<br />

Objetivos.<br />

a) Presentar un breve resumen de las<br />

características, causas y prevalencia,<br />

según los puntos de vista de diferentes<br />

investigadores, acerca del insomnio.


) Mostrar y analizar algunos de los<br />

resultados más relevantes alcanzados<br />

por nosotros.<br />

c) Señalar y comentar varios de los<br />

procedimientos más utilizados en la<br />

prevención y el tratamiento de esta<br />

patología.<br />

Sujetos y métodos.<br />

Descripción de la muestra. Nuestra<br />

investigación fue realizada en una población de 25<br />

705 sujetos con una edad media de 38, 45 años,<br />

una desviación standar de 16,73 y un rango de<br />

edad comprendido entre los 16 y los 99 años,<br />

residentes en diversas provincias: Pinar del Río,<br />

Ciudad de La Habana, Holguln y Granma.<br />

Más información sobre la muestra, métodos y<br />

procedimientos utilizados, el lector interesado, la<br />

podrá encontrar en el articulo ¿Es Ud.<br />

sonámbulo? publicado en esta misma revista<br />

(1994, vol. 11, No. 2-3, pág. 117-129).<br />

RESULTADOS<br />

Las conclusiones de la encuesta efectuada las<br />

hemos agrupado esencialmente, en las Tablas<br />

que a continuación detallamos y pasamos a<br />

comentar. Ellas son:<br />

En esta Tabla se puede apreciar que existe una<br />

diferencia asaz significativa entre hombres y mujeres<br />

en los diferentes grupos etéreos estudiados, lo cual,<br />

como ya comentamos, en parte, es muy similar a las<br />

conclusiones alcanzadas por otros investigadores.<br />

Ahora, sólo queríamos destacar cómo en la medida<br />

en que avanza la edad crecen los problemas del<br />

dormir vinculados con el insomnio predormicional (se<br />

triplica la categoría de "frecuentemente" (70=21,7 %). No obstante la eventualidad o<br />

circunstancialidad de los mismos (categoría "a veces")<br />

no sigue, exactamente, semejante derrotero. ¿Sería,<br />

quizás, que lo temporal, lo pasajero afecta tanto a unos<br />

como a otros mientras que los orígenes permanentes,<br />

por ejemplo, los padecimientos crónicos, más<br />

presentes en la vejez que en la juventud, repercuten en<br />

mayor medida? Creemos que sí, que esta alternativa<br />

es muy plausible.<br />

Al determinar los niveles de significación entre los<br />

diferentes grupos etéreos encontramos que los más<br />

jóvenes (


lo cual pudiera ser otro elemento a analizar. Además,<br />

están incluidos todos aquellos que por razones varías<br />

dejaron inconclusos sus estudios universitarios.<br />

Con relación al insomnio intermedio (pregunta no.<br />

2, ver Tabla 5) ocurre algo semejante, al menos, en<br />

cuanto a que los más jóvenes (70=21,9 %). Las fuentes<br />

pudieran ser sobrado similares a las ofrecidas con<br />

48<br />

anterioridad. Asimismo, se aprecian estos resultados<br />

en la Tabla 7 donde los menores de 21 años padecen<br />

de insomnio terminal "frecuentemente" en un 3,1 %<br />

mientras que los mas añosos lo refieren más del<br />

cuádruple (12,6 %). Sin dudas, la alternativa expuesta<br />

más arriba sobre la posibilidad de un mayor<br />

padecimiento de enfermedades crónicas juega un rol<br />

importante y, sobre todo, si le agregamos el hecho de<br />

la presencia frecuente de síntomas depresivos (por la


pérdida o limitación de facultades que aparecen en<br />

los más viejos), y las alteraciones del ritmo circadiano<br />

del dormir que se reflejan con mayor nitidez en el<br />

insomnio terminal debido al corrimiento del horario<br />

del sueño que llevan a cabo los más viejos en<br />

comparación con los más jóvenes.<br />

También los sujetos más viejos con un nivel<br />

escolar de primaria son los que padecen más<br />

frecuentemente trastornos terminales del dormir:<br />

22,7 %, (ver Tabla 6) y 12,6 % (ver Tabla 8).<br />

Procedimientos más asiduamente utilizados en la<br />

prevención y el tratamiento del insomnio.<br />

I. Tratamiento farmacológico. '<br />

La medicación farmacológica constituye, quizás,<br />

una de las vías más utilizadas por los terapeutas y<br />

entre los medicamentos más empleados se<br />

encuentran las benzodiacepinas. No obstante,<br />

le han sido señalados muchos inconvenientes y<br />

entre ellos se encuentran los referidos por<br />

Lichstein y Riedel (1994) y otros investigadores.<br />

Ellos son:<br />

49<br />

- Al principio estos pacientes, generalmente,<br />

logran con la medicación disminuir el tiempo<br />

necesario para quedarse dormidos y aumentar la<br />

capacidad para conservar el sueño. Pero una vez<br />

alcanzado surgen, con bastante celeridad, varios<br />

inconvenientes como son:<br />

a) Crece la tolerancia al uso del medicamento lo<br />

cual ocasiona la necesidad de utilizar otro<br />

medicamento, modificar la dosis o en su lugar,<br />

comenzar a padecer de nuevo los inconvenientes<br />

del insomnio.<br />

b) Las dosis habitualmente indicadas afectan en<br />

cierta medida la faena diurna cotidiana de forma tal<br />

que: disminuye la eficiencia laboral, aumenta la<br />

somnolencia diurna, aumenta la incidencia de<br />

errores laborales que pueden producir accidentes,<br />

y, finalmente, se puede desarrollar el denominado<br />

"insomnio de rebote" que no es más que un<br />

empeoramiento de los estados de ansiedad,<br />

abstinencia y de las aflicciones del dormir a causa<br />

de la suspensión abrupta de la medicamentación<br />

crónica y/o por tolerancia.


Ahora debemos señalar que estas limitaciones<br />

no están restringidas al uso de las<br />

benzodiacepinas ya que los inconvenientes<br />

mencionados se ajustan también al empleo de<br />

otras sustancias hipnóticas tales como los<br />

barbitúricos, no barbitúricos, etc.<br />

c) A estas limitaciones debemos añadir otra,<br />

potencialmente muy importante, a nuestro juicio, y<br />

es que dado la enorme cantidad de tipos de<br />

benzodiacepinas existentes en el mercado actual<br />

se hace imprescindible que el terapeuta conozca a<br />

plenitud los aspectos fundamentales sobre la<br />

farmacocinética de cada uno de ellos lo cual ha<br />

sido señalado por numerosos autores y en medio<br />

de ellos: Torres Cisneros et al. 1990.<br />

Estos autores consideran adecuado para el<br />

tratamiento del insomnio clasificar del modo más<br />

abajo indicado las benzodiacepinas (Torres<br />

Cisneros et al. 1990, pág. 682):<br />

Benzodiacepinas y dosis diarias<br />

definidas (mg.)<br />

De acción ultrarrápida.<br />

El Midazolam (2,5-5 mg.) y el Triazolam (0,125-<br />

0,250 mg.) ambos adecuados para el tratamiento<br />

del insomnio inicial. Aquí cabe señalar que<br />

(Mitchell y Mant, 1991) consideran que dosis<br />

mayores a 0,25 mg. en el caso del Triazolam han<br />

sido reportadas como asociadas con amnesia<br />

anterógrada, delirium, agitación y síntomas<br />

psicóticos.<br />

- De acción rápida.<br />

El Temacepam (10-30 mg), Loracepam (0,5-1,0<br />

mg.) y Bentacepam (12,5-25 mg.) todas<br />

adecuadas para el tratamiento del insomnio<br />

medio, sobre todo, en terapéuticas prolongadas.<br />

- De acción intermedia.<br />

El Bromacepam (1,5 mg.) adecuada para el<br />

tratamiento del insomnio tardío.<br />

- De acción prolongada.<br />

El Diacepam (2,5-10 mg.), Fluracepam (15 mg.)<br />

Cloracepato dipotásico (2,5-10 mg.) adecuadas<br />

50<br />

para el tratamiento del insomnio tardío (a mitad de<br />

dosis).<br />

II. TRATAMIENTOS NO FARMACOLÓGICOS<br />

TERAPIA CONDUCTUAL<br />

El restringir el tiempo de sueño constituye una de<br />

las múltiples formas que han creado los<br />

especialistas para enfrentar los problemas del<br />

insomnio y constituye un mecanismo descrito por<br />

Spielman et al. (1987) hace ya varios años y<br />

consiste en un conjunto de proposiciones entre las<br />

que figuran las siguientes:<br />

1. Primeramente, el paciente completa dos<br />

semanas de su diario de sueño y, a partir del<br />

mismo, su terapeuta lo utiliza para calcular el monto<br />

total del tiempo subjetivo de sueño.<br />

2. La cantidad de tiempo que al paciente le es<br />

permitido estar en el lecho es, esencialmente,<br />

restringido al monto total de tiempo subjetivo de<br />

sueño.<br />

3. Las siestas o yacer acostado fuera del tiempo<br />

límite prescrito durante el período de tratamiento<br />

está completamente prohibido.<br />

4. El paciente debe fijar el momento de acostarse<br />

y de levantarse. De esa forma él puede asegurarse<br />

6 horas en el lecho las cuales estarán<br />

comprendidas entre las 11 pm. y las 5 am. o<br />

alternativamente de 1 am. a 7 am.<br />

5. Cuando el porciento promedio de eficiencia del<br />

dormir en un período de cinco días excede al 90%<br />

al tiempo en cama del paciente este es aumentado<br />

permitiéndole al mismo encamarse 15 minutos más<br />

temprano.<br />

6. Si la eficiencia del dormir cae por debajo del<br />

85% durante un período de cinco días el tiempo en<br />

el lecho es reducido a la media del tiempo del sueño<br />

sujetivo para aquellos cinco días. Ninguna<br />

reducción del tiempo en cama es efectuada durante<br />

los diez días de tratamiento o de los diez siguientes<br />

a un cambio de patrón.<br />

Posteriormente, a estas indicaciones se han<br />

asumido otras modificaciones como resultado de la


experiencia adquirida y, en el centro de ellas, se<br />

encuentran las siguientes:<br />

1. En los pacientes más añosos, el criterio de<br />

eficiencia del sueño es disminuido en un 5%.<br />

2. Después de establecido el tiempo en cama<br />

subsiguientes reducciones deben ser muy<br />

raramente efectuadas debido a que las mismas no<br />

gozan, habitualmente, de la anuencia de los<br />

pacientes.<br />

Los pacientes en todos los casos deben ser<br />

advertidos que un incremento de la somnolencia<br />

diurna y de la fatiga, ocurra, probablemente, en el<br />

período primicial de la terapia pero que no deben<br />

inquietarse debido a la misma. Y es este,<br />

precisamente, uno de los puntos cruciales que<br />

subjetivamente deben vencer algunos pacientes y,<br />

especialmente de los de mayor edad y jubilados<br />

pues al carecer, por la mayor parte, de una<br />

obligación horaria, diurna y puntual, quiebran las<br />

indicaciones, duermen sus siestas y el ciclo del<br />

insomnio, prontamente, se restaura ahora con una<br />

experiencia negativa más, de fracaso, lo que a<br />

muchos conduce directamente a la búsqueda de<br />

otras alternativas menos "trabajosas, tediosas" y,<br />

entre ellas, las farmacológicas y, no en pocas<br />

ocasiones, sin la debida prescripción facultativa.<br />

Sin embargo, la literatura y nuestra experiencia<br />

personal también reconoce, que los resultados<br />

que se obtienen con este procedimiento son, con<br />

generalidad, sobrado buenos. (Friedman et al.<br />

1991, Morinet al. 1990)<br />

La relajación.<br />

Esta es una de las alternativas terapéuticas que,<br />

acorde con las posibilidades del paciente, puede<br />

ser de mucha utilidad. En medio de las mismas se<br />

encuentran el Entrenamiento Autógeno de<br />

Schultz, la Relajación Muscular Progresiva de<br />

Jacobson, la Meditación, la Retroalimentación<br />

Biológica (EMG y EEG) y la Hipnosis.<br />

Las técnicas de relajación son sobrado<br />

utilizadas (Lichstein y Fischer 1985) y constituyen,<br />

a nuestro juicio, un elemento básico que debe<br />

formar parte regular de cualquier estrategia<br />

terapéutica salvo excepciones lógicamente. Estas<br />

están basadas en la creencia de la imposibilidad<br />

de la coexistencia de la sensación de bienestar<br />

51<br />

corporal y la de estrés mental. De esta forma, el<br />

procedimiento planteado por Edmund Jacobson,<br />

1974 (editado por primera vez en 1929) en su libro<br />

"Relajación Progresiva" continúa siendo la forma<br />

más difundida aunque existen, actualmente,<br />

muchas y dispares alternativas (Relajación<br />

hipnótica, relajación sin ciclos de tensión-relajación<br />

o relajación pasiva, métodos grabados en<br />

cassettes) que enriquecen y, a veces, potencializan<br />

las posibilidades del planteamiento primicial. (Wolpe<br />

1958, Bernstein y Borkovec 1973)<br />

Junto con la Relajación Progresiva de Jacobson<br />

surgió el Entrenamiento Autógeno del neurólogo y<br />

psiquiatra alemán J.H. Schultz el cual constituye<br />

otra alternativa muy positiva para eliminar algunos<br />

tipos de insomnio, y en general, para contribuir al<br />

bienestar de los pacientes. Este método tiene como<br />

fundamento "... producir una transformación general<br />

del sujeto de experimentación, por determinados<br />

ejercicios fisológico racionales, y que en analogía a<br />

las más antiguas prácticas hipnótico-mágicas<br />

permite todos los rendimientos de que son capaces<br />

los estados sugestivos auténticos o puros".<br />

(Schultz, 1969, pág. 1). El mismo comprende dos<br />

ciclos sucesivos: uno inferior que tiene como fin<br />

preparar al sujeto en la autoinducción de las<br />

sensaciones físicas de peso y calor lo cual se<br />

consigue, generalmente, a través de un ciclo de<br />

ejercicios de concentración imaginativa en zonas<br />

específicas del propio cuerpo y que se va<br />

extendiendo a otras zonas en la medida que el<br />

sujeto va dominando el proceso y un ciclo superior<br />

el cual es totalmente de índole mental y el cual<br />

presupone un dominio absoluto de las técnicas de<br />

relajación corporal propias del ciclo precedente<br />

practicadas durante un periodo determinado de<br />

tiempo.<br />

A decir de Müller-Hegemann (1964) para que el<br />

entrenamiento autógeno resulte eficaz es preciso<br />

tener en cuenta ciertos aspectos y, en medio de<br />

ellos, señala los siguientes:<br />

1. El paciente debe ser una persona dotada de<br />

cierto grado de inteligencia y voluntad.<br />

2. El tratamiento se iniciará, siempre, con una<br />

conversación esclarecedora durante la cual se<br />

tratará de ilustrar al paciente sobre algunas<br />

nociones elementales de fisiología y sobre<br />

determinados aspectos básicos del mismo.


3. Disponer de un sitio, lo suficientemente<br />

tranquilo, donde el sujeto pueda llevar a cabo<br />

sus actividades sin la molestia de estímulos<br />

exteriores. Este aspecto cumple con el<br />

requisito, con generalidad, exigido para lograr<br />

una concentración adecuada lo cual coincide<br />

con lo reclamado por los métodos sugestivos<br />

tradicionales. También es importante señalar,<br />

que junto con las condiciones ambientales se<br />

requiere una postura corporal determinada que<br />

evite, en lo posible, factores de tensión<br />

puramente mecánicos.<br />

En el Dpto. de Psicología Clínica de nuestra<br />

facultad hemos llevado a cabo diversas<br />

investigaciones y, entre ellas, vale mencionar<br />

la de Rosado Padrón y Santos Fernández<br />

(1990) quienes utilizando una variante del<br />

entrenamiento de grado inferior de Schultz<br />

creada por Hirán Castro López encontraron<br />

que la misma resultó asaz efectiva en la<br />

disminución del insomnio temprano e<br />

intermedio.<br />

Otro trabajo (Muñiz, 1991) en el cual<br />

también se obtuvo muy buenos desenlaces fue<br />

donde se compararon varias técnicas<br />

terapéuticas y, entre ellas, el Entrenamiento<br />

Autógeno de Schultz y la Relajación<br />

Progresiva de Jacobson. En el mismo se<br />

mostró como el primero referido fue asaz<br />

efectivo en el tratamiento del insomnio<br />

intermedio mientras que la Relajación<br />

Progresiva lo fue tanto en el insomnio inicial<br />

como en el insomnio intermedio y final.<br />

Para concluir, debemos subrayar que<br />

muchos pacientes con insomnio son con<br />

mucha periodicidad incapaces de percatarse<br />

de sus estados interiores de tensión aun<br />

cuando el observador experimentado le señale<br />

algunas manifestaciones externas como el<br />

golpear constantemente una superficie con<br />

sus dedos o mover sus pies nerviosamente.<br />

Otros pacientes muestran grandes dificultades<br />

para influir en sus estados interiores luego ai<br />

tratar arduamente de lograr la relajación, tan<br />

deseada, por las vías antes indicadas, sólo<br />

logran ponerse más tensos y alertas. Por eso,<br />

en estos casos es muy recomendable la<br />

utilización de las técnicas de retroalimentación<br />

ya que estas le ofrecen, por una vía<br />

secundaria, de una manera objetiva, el nivel<br />

52<br />

real de ciertas variables biológicas importantes:<br />

la tasa cardíaca, la temperatura corporal, la<br />

actividad electrodérmica, la actividad<br />

electroencefalográfica, etc. relacionadas con el<br />

propósito apetecido, codiciado.<br />

Las técnicas cognitivas.<br />

Entre estas las más utilizadas son la Intención<br />

Paradójica, el Efecto Placebo, la Desensibilización<br />

Sistemática, la Terapia Racional Emotiva, la<br />

Reestructuración Cognitiva, la Detención del<br />

Pensamiento y otras que en aras de no extender<br />

excesivamente, este trabajo serán abordadas en<br />

otra ocasión pertinente.<br />

La Acupuntura.<br />

Este milenario procedimiento también es harto<br />

utilizado por algunos terapeutas dando bastantes<br />

buenos resultados en determinados casos.<br />

Nosotros (Cairo Valcárcel y González Chirino, 1989)<br />

utilizando el método propuesto por el Instituto de<br />

Medicina Tradicional de Beijing (1984) hemos<br />

logrado buenos desenlaces.<br />

Terapia combinada.<br />

Milby et al. (1993) estudiaron, en un total de 15<br />

sujetos (7 hombres y 8 mujeres cuyas edades<br />

medias eran de 35 años para los hombres con una<br />

desviación estándar de 6,15 y de 30,4 años para las<br />

mujeres con una desviación estándar de 5,68), el<br />

grado en que mejoraron los pacientes con insomnio<br />

primario quienes recibieron triazolam (0,25 mg.<br />

cada noche, 30 minutos antes de acostarse y la<br />

dosis se redujo a 0,125 mg. al final del tratamiento<br />

por tres días) y terapia conductual (n=8), y<br />

descubrieron que el mejor resultado fue la<br />

significativa mejoría en el autorreporte vinculado<br />

con la cantidad de horas dormidas por los sujetos<br />

que recibieron el tratamiento de triazolam y terapia<br />

conductual combinados aunque dado la cantidad de<br />

sujetos estudiados se requeriría de investigaciones<br />

con muestras mayores para adoptar este indicador<br />

como algo más seguro.<br />

Medidas psicohigiénicas.<br />

Quizás este aspecto sea para muchos pacientes<br />

una dificultad mayor, es decir, considerable debido<br />

al tiempo que requiere en comparación con otros<br />

procedimientos, por ejemplo, el farmacológico. Sin


embargo, en nuestra experiencia aquellos<br />

enfermos que con más asiduidad cumplen con<br />

estas proposiciones son, finalmente, los que más<br />

se benefician en comparación con aquellos menos<br />

dedicados. El volcar la atención sobre este<br />

aspecto reeducativo y, por ende, sobre sí,<br />

conlleva en muchos pacientes un beneficio<br />

marcado. La posibilidad, no sólo, de hacer algo,<br />

sino también de hacerlo con intención, y de<br />

reflexionar proporciona, en la mayoría de las<br />

ocasiones, no sólo un mejor conocimiento de sí<br />

sino también una mayor tranquilidad y sosiego.<br />

Estas proposiciones educativas se refieren,<br />

esencialmente, a un conjunto de proposiciones<br />

que de cumplirse podrían en muchos casos<br />

colaborar significativamente a mejorar el sueño<br />

previniendo problemas más serios y promoviendo<br />

estilos de existencia saludables y siempre un<br />

mayor y más completo desarrollo humano que<br />

garantice también la recuperación de la salud.<br />

Ellas se vinculan con determinados<br />

comportamientos y condiciones ambientales. Más<br />

abajo relacionamos aquellas que, usualmente,<br />

empleamos en nuestro trabajo clínico cotidiano, no<br />

obstante, estas deben entenderse como no<br />

universales ergo la experiencia exige que sean<br />

ajustadas a cada caso en particular. Con cierta<br />

frecuencia le entregamos al paciente un<br />

documento donde le ofrecemos las mismas y le<br />

explicamos, en detalle, los aspectos más<br />

sobresalientes. En estas aclaraciones debemos<br />

subrayar que las cuestiones más notorias que<br />

perseguimos son:<br />

1. Promover algunos estilos de vida saludables<br />

y evitar que las dificultades afrontadas alcancen<br />

un deterioro significativo de la salud.<br />

2. Incluir, paulatinamente, sugerencias dirigidas<br />

a lograr una mayor integridad personal y una<br />

mejor relación consigo mismo y con los demás.<br />

3. La búsqueda de vías eficientes para<br />

enfrentarse con estos problemas y con otras<br />

dificultades interpersonales, emocionales y/o de<br />

toma de decisiones que pudieran estar asociadas.<br />

4. Favorecer al máximo factible el desempeño<br />

de un rol activo en la búsqueda e implementación<br />

de alternativas o soluciones para el tratamiento de<br />

su problemática.<br />

53<br />

Por todo lo referido con anterioridad hay que<br />

señalar que estas indicaciones u orientaciones<br />

deben ser transmitidas en un clima afectuoso,<br />

seguro y sincero para que alcancen el fin propuesto<br />

ya que la orientación directiva no logra, por lo<br />

general, encaminar al sujeto hacia la inquisición de<br />

las soluciones por él necesitadas ni desarrollar sus<br />

potencialidades para resolver los problemas.<br />

El documento mencionado recoge, en medio de<br />

otros asuntos, los siguientes:<br />

MEDIDAS HIGIENICO-EDUCATIVAS<br />

Estimado paciente:<br />

Estas mociones van dirigidas para que Ud.<br />

conozca una alternativa más para lograr un sueño<br />

satisfactorio y reparador. Más abajo encontrará una<br />

serie de sugerencias que muchas personas han<br />

considerado útiles lo cual no significa que todas<br />

ellas lo sean para Ud. también.<br />

Entre las proposiciones más ordinariamente<br />

utilizadas se encuentran las siguientes: (Hemos<br />

incluido, además, varias explicaciones para que los<br />

estudiantes y profesionales que estimen oportuno<br />

su uso comprendan los argumentos del por qué de<br />

algunas de ellas).<br />

- Acostarse solamente cuando se sienta<br />

somnolencia.<br />

- Si su salud se lo permite aumentar las<br />

actividades físicas, especialmente, en horas de la<br />

tarde bien que si esta actividad se realiza en horas<br />

muy próximas a la hora de tenderse a dormir y/o<br />

son sobrado intensas pueden ser perturbadoras.<br />

- Evitar situaciones mentalmente estimulantes<br />

(películas o programas de televisión con violencia o<br />

terror) antes de encamarse.<br />

- Regularizar el horario de meterse en la cama y,<br />

especialmente, el de levantarse. Levántese a la<br />

misma hora cada día, independientemente de la<br />

cantidad de horas que haya dormido durante la<br />

noche.<br />

- Evitar dormir siestas durante el día ya que las<br />

mismas, generalmente, afectan, harto<br />

significativamente, a los pacientes que sufren de<br />

insomnio debido a que suelen lograr siestas que


exhiben, electroencefalográficamente, un sueño<br />

asaz profundo lo cual ocasiona un sueño nocturno<br />

más ligero, menos reparador y con un número<br />

mayor de desvelos.<br />

- Utilizar la cama, exclusivamente, para dormir<br />

(salvo la actividad sexual); evitar comer, leer, ver<br />

televisión, en el lecho.<br />

- Restringir el cigarro, café, té, bebidas<br />

alcohólicas o alimentos pesados para digerirlos<br />

próximo a la hora de acostarse si bien hay<br />

personas que suelen ingerir café o té antes de<br />

encamarse y esto no le produce efecto consciente<br />

alguno. Sin embargo, no ocurre asi, con<br />

generalidad, entre los pacientes con insomnio;<br />

indéntico sucede con la ingestión de bebidas<br />

alcohólicas.<br />

-El tenderse con hambre perturba el sueño tanto<br />

en los animales como en las personas, por ende,<br />

un alimento ligero tal como un vaso de leche tibio,<br />

en determinadas ocasiones, facilita la aparición<br />

del sueño, aunque existen opiniones<br />

controvertidas al respecto.<br />

- Dormir, solamente, la cantidad de horas que<br />

requiera como para mantenerse físicamente activo<br />

y mentalmente atento, alerta, vigil al día siguiente.<br />

- La temperatura del dormitorio debe ser<br />

agradable, no muy por encima de los 23 grados y<br />

nivel de ruido mínimo. Cuando por razones ajenas<br />

a la voluntad personal el nivel del ruido es alto<br />

utilice tapones para los oídos, no piense que ya<br />

está acostumbrado al ruido pues este siempre es<br />

un factor que entorpece el ciclo normal del sueño<br />

bien que Ud. no se percate. Oscurezca su<br />

habitación bien opacando los cristales de las<br />

ventanas y/o utilizando un antifaz.<br />

- La música suave y las relaciones sexuales, en<br />

general, favorecen la aparición del sueño.<br />

- Trate de que su autoestima sea un balance<br />

funcional positivo en medio de sus objetivos,<br />

propósitos, intereses, motivaciones en la vida y su<br />

bienestar mental.<br />

- El tipo de dormitorio y de la cama deben ser<br />

adecuados, sobre todo, a los requerimientos y<br />

peculiaridades físicas, fisiológicas y psicológicas<br />

del sujeto. Por regla, el sueño en los pacientes<br />

reumáticos se ve afectado por desemejantes<br />

54<br />

causas como son: el dolor; la rigidez o tesura; el<br />

malestar muscular; el alertamiento congnitivo,<br />

algunas características de personalidad de los<br />

portadores de esta patología y, por ende, estos<br />

requieren de, condiciones especiales adicionales<br />

para lograr una calidad de sueño adecuada. Así,<br />

tenemos que en ocasiones es necesario ofrecerle al<br />

paciente un soporte de cuello para reducir el nivel<br />

de compresión y de estrés que provoca la curvatura<br />

de la espina cervical durante el sueño.<br />

- Levántese en la mañana en un horario regular<br />

sin importar cuánto tiempo haya dormido la noche<br />

anterior.<br />

- Si no logra conciliar el sueño, levántese<br />

inmediatamente, realice ni pocas ni muchas tareas y<br />

no vuelva a la cama hasta que, otra vez, sienta<br />

somnolencia. Si no logra dormirse rápidamente,<br />

deje el lecho de nuevo, y cambie de habitación.<br />

Repita este comportamiento tantas veces como sea<br />

necesario ya que el objetivo que debe lograrse es<br />

asociar su cama con el dormirse rápida y<br />

placenteramente.<br />

Debemos aclarar que no todas estas medidas<br />

conducen, necesariamente, a favorecer el sueño.<br />

No obstante, se ha probado que el tenerlas en<br />

cuenta permite establecer la habitación y la cama<br />

como un lugar para dormir, eliminando de la misma<br />

el mayor número posible de conductas<br />

incompatibles con el dormir, así como crear ciertos<br />

hábitos facilitadores del mismo.<br />

Por último, es necesario que el paciente consulte<br />

al especialista correspondiente pues tanto la<br />

utilización de unos procedimientos como de otros<br />

constituye no sólo una elección entre determinadas<br />

alternativas sino una decisión profesional que en<br />

cada caso reviste la necesidad de un estudio<br />

integral del paciente, de sus características,<br />

recursos y peculiaridades, de sus necesidades y de<br />

las posibilidades reales de llevar a cabo con éxito<br />

un tratamiento determinado. Por no observar este<br />

señalamiento con muchas frecuencia encontramos<br />

pacientes que nos refieren una larga historia de<br />

intentos fallidos, autoprescritos, idénticos a los que<br />

hemos referido más arriba pero sin tener en cuenta<br />

el hecho, a nuestro discernimiento, esencial, de que<br />

no se trata de la herramienta o el proceder sino de<br />

quien la conduce.


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