Resurrección - Cuarto día
Resurrección - Cuarto día
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Cuentos<br />
sapiensales<br />
Un sultán oyó hablar de un gran jeque que vivía en<br />
Anatolia y contaba con centenares de miles de fieles.<br />
El sultán, asustado por aquella fuerza por la que se<br />
sentía amenazado, convocó al jeque en Estambul y<br />
le preguntó:<br />
- ¿Qué es lo que oigo decir? ¿Qué tienes centenares<br />
de miles de hombres dispuestos a morir por ti?<br />
- Oh, no. Sólo tengo uno y medio.<br />
- Vamos a verlo. Que todos los hombres se reúnan<br />
mañana por la mañana en el prado, fuera de la ciudad.<br />
Por todas partes se proclamó que los fieles del jeque<br />
tenían que reunirse a la mañana siguiente en el<br />
prado, porque allí estaría el jeque en persona.<br />
En un alto que dominaba el prado, el jeque hizo<br />
instalar una tienda. Dentro encerró a varios corderos<br />
que nadie po<strong>día</strong> ver.<br />
Los fieles acudieron en gran número. El sultán, que<br />
estaba de pie delante de la tienda con el jeque, le<br />
dijo:<br />
- Tú me dijiste no tener más que un fiel y medio ¡Mira!<br />
¡Hay miles de ellos! ¡Decenas de miles!<br />
- No. Yo sólo tengo un fiel. Ahora lo verás. Anuncia<br />
que he cometido un crimen y que vas a condenarme<br />
a muerte a menos que uno de mis fieles se sacrifique<br />
por mí.<br />
El sultán así lo hizo, provocando un largo murmullo<br />
entre la muchedumbre. Un hombre se adelantó y<br />
declaró:<br />
Permitió que le abrieran el<br />
corazón para que entraras por la<br />
herida.<br />
Extracto del libro<br />
El Círculo de los Mentirosos<br />
Jean-Claude Carrière<br />
Lumen, Barcelona 2001<br />
- Él es mi maestro. Le debo todo lo que sé. Yo doy mi<br />
vida por él.<br />
El sultán le hizo entrar en la tienda y allí,<br />
inmediatamente, siguiendo las indicaciones del<br />
jeque, le cortaron el cuello a un cordero. Todos los<br />
asistentes vieron aparecer sangre por debajo de la<br />
tienda. En aquel instante el sultán declaró:<br />
- Una vida no es suficiente. ¿Algún otro fiel está<br />
dispuesto a sacrificarse por el jeque?<br />
Tras el silencio sepulcral que siguió y duró varios<br />
minutos, una mujer avanzó y se declaró dispuesta.<br />
La hicieron entrar en la tienda y le cortaron el cuello<br />
a otro cordero. La muchedumbre lentamente, al ver<br />
la sangre, empezó a dispersarse. En poco tiempo no<br />
quedó nadie en el prado. El jeque le dijo al sultán:<br />
- ¿Ves?, solo tengo un fiel y medio.<br />
- ¿Quieres decir qué el hombre es un fiel verdadero,<br />
y la mujer, medio?<br />
- No, no. Al revés. Porque el hombre no sabía que le<br />
iban a cortar el cuello en la tienda. Pero la mujer ha<br />
visto la sangre y sin embargo ha avanzado. Ella es la<br />
verdadera fiel.<br />
4° Día de Colores<br />
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