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Resurrección - Cuarto día

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sabática, protestante, culpabilizante que no permite<br />

el descanso si no va precedido del trabajo. Hay que<br />

volver al ocio puro y simple. Lo malo es que el ocio<br />

ahora se ha organizado de tal manera que se habla,<br />

tristemente, de “el negocio del ocio”. El ocio se ha<br />

hecho negocio.<br />

Visité la Expo Ocio de Madrid para ver si recogía<br />

alguna idea o inspiración para este libro, pero no me<br />

sirvió de mucho. “La Feria del Tiempo Libre, Hobbies<br />

and Leisure”, como se anunciaba a sí misma. Me<br />

decepcionó. Turismo, viajes, deportes, gastronomía,<br />

dulces, caravanas, tiendas de campaña, piscinas,<br />

artículos de limpieza, gabinetes de microtransplante<br />

capilar, fotodepilación, análisis grafológico… y hasta<br />

bancos para financiar tanto proyecto. Pero nada<br />

de entretenimiento inteligente, personal y original,<br />

nada de libros, de lecturas, de pintura, de música,<br />

de artesanía en el hogar, de habilidad, de cultura,<br />

de aficiones, de hobbies. Todo eso no entraba en su<br />

concepto. Está bien el ocio sofisticado, pero lo mejor<br />

es el ocio que sea simplemente ocio. Sin más.<br />

Dos de los más grandes directores de orquesta<br />

en el siglo pasado fueron Herbert von Karajan y<br />

Carlos Kleiber. Ambos eran exigentes en el ensayo,<br />

profundos en la concepción, espectaculares en la<br />

dirección. Pero había una diferencia entre los dos.<br />

Karajan trabajaba sin descanso, mientras que el<br />

mismo Karajan decía de Carlos Kleiber que no<br />

dirigía más que cuando se le acababa la comida en<br />

la despensa. Carlos Kleiber se prodigaba poquísimo<br />

y rechazó la oferta suprema de ser director titular<br />

de la Orquesta Filarmónica de Berlín. Disfrutaba y<br />

hacía disfrutar la música. El mejor novelista del siglo<br />

pasado en el Guyarat de la India, Pannalal Patel, me<br />

dijo una vez envidiando la libertad que a mí como<br />

escritor en esa misma lengua me daba el tener una<br />

cátedra en la universidad que cubría mis necesidades<br />

económicas al margen de mis libros: “Usted escribe<br />

para divertirse; yo escribo para comer.” Y se señaló el<br />

estómago. Escribía maravillosamente.<br />

Sólo en el silencio se oye el<br />

palpitar de Cristo.<br />

Lo mismo, en otro nivel pero con el mismo espíritu,<br />

me contaron en el Perú de un buen carpintero a quien<br />

alguien conocido mío le había rogado viniera a su<br />

casa para unos arreglos. Fijaron la fecha:<br />

- ¿Cuándo podrá usted venir?<br />

- La semana que viene.<br />

- ¿Qué <strong>día</strong>?<br />

- El jueves.<br />

- ¿No podría ser el miércoles?<br />

- No.<br />

- ¿Por qué?<br />

- Porque hasta el miércoles tengo comida en casa.<br />

Que espere el trabajo. Lo haremos cuando le toque,<br />

y ni un <strong>día</strong> antes. Esa es la libertad del hombre<br />

antiguo, de la naturaleza, de la vida en equilibrio, de<br />

la inocencia. Todo eso se ha perdido con la oficina, el<br />

taller, el contrato de trabajo, el horario. La competencia,<br />

los objetivos a cumplir, la gráfica ascendente. Ahora<br />

ya no es trabajar para vivir honrada y sencillamente,<br />

sino para avanzar, para subir, para ganar más y más,<br />

para gastar más, para labrarse un sitio en lo alto en la<br />

sociedad, para acumular capital, para contar réditos.<br />

Eso cansa y tensa y transforma la naturaleza misma<br />

del ocio como bien en sí mismo convirtiéndolo en<br />

descanso necesario, urgente, nervioso, compulsivo<br />

para interrumpir la marea de la ocupación por un<br />

breve rato antes de volver a ella. Con eso sufre el<br />

trabajo y sufre el ocio.<br />

El ocio no es descansar de lo que se estaba haciendo,<br />

sino ser uno mismo en plenitud de su propio ser y<br />

sus facultades como persona humana anterior a su<br />

profesión e independientemente de ella. Lo que soy en<br />

mi casa y en mi familia y en mi sociedad sin referencia<br />

a mi trabajo o a mi sueldo, lo que soy en mi historia<br />

y mi experiencia y mi personalidad por encima de mi<br />

ocupación laboral. No es que yo sea esencialmente<br />

ingeniero, o abogado, o médico o electricista que<br />

trabaja febrilmente toda la semana para descansar<br />

el domingo lejos de mi oficina o mi hospital; sino que<br />

todos los <strong>día</strong>s soy la persona íntegra y total que vivo<br />

mi vida en plenitud esté donde esté y haga lo que<br />

4° Día de Colores<br />

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