Muy bien.

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viven para sí : ni el uno ni el otro AÍACU para su familia:
para el uno y para el Dtro, en el sacrificio, en la abnegación
estala gloria. El encargo del soldado es velar por la independencia
de la sociedad civil. El encargo del sacerdote es Axlar
por la independencia de la sociedad religiosa. El deber del
acordóte es morir, dar la vida como el buen pastor por sus
s;
vejas. El deber del soldado, como buen hermano, es dar la
()
vida por sus hermanos. Si consideráis la aspereza de la vida
sacerdotal, el sacerdocio os parecerá, y lo es, en efecto, una
xerdadera milicia. Si consideráis la santidad del ministerio militar,
la milicia cuasi os parecerá un A^erdadero sacerdocio.
¿Qué sería del mundo, qué sería de la civiUzación, qué sería
de la Europa si no hubiera sacerdotes ni soldados? (Aplausos
prolongados.) \ en AÍsta de esto, señores, si hay alguno que
después ele expuesto lo (que acabo de exponer, crea que los
ejércitos deben licenciarse, que se levante 3^ lo diga. Si no hay
ninguno, señores, yo me río ele todas A'uestras economías, porque
todas vuestras economías son utopias. ¿Sabéis lo que pretendéis
hacer cuando queréis salvar la sociedael con A^uestras
economías sin licenciar el ejército? Pues lo que pretendéis hacer,
es apagar el incendio ele la nación con un vaso de agua.
liso es lo que preteneléis. Queda, pues, demostrado, como me
propuse demostrar, que las cuestiones económicas no son las
más importantes; que no ha llegado la ocasión de tratarlas aquí
exclusivamente, y que las reformas económicas no son fáciles,
v, hasta cierto punto, no son posibles.
Y ahora, señores, habiendo algunos oradores dicho al Congreso
que votando por esa autorización se \'otaba contra el
(iobierno representativo, y^o me dirigiré á esos señores diputados,
y les eliré : ¿queréis A'otar por el Gobierno representatÍA'o?
Pues Acotad por la autorización que se os pide por el
(iobierno; vetadla, porque si los Gobiernos representativos AÍvcn
de discusiones sabias , mueren por discusiones interminables.
Un gran ejemplo os ofrece, señores, la Alemania, si es
e|ue la experiencia, si es que los ejemplos han de serAÍr de
algo. Tres Asambleas constituyentes ha tenido la Alemania á
un tiempo mismo: una en Viena, otra en Berlín, otra en
Francfort. La primera murió por un decreto imperial : un de-
^reto real mató á la segunda : 3' en cuanto á la Asamblea de
fi'ancfort, esta Asamblea, compuesta de los sabios más eminentes,
de los más grandes patricios, de los filósofos más pro-