Muy bien.

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«Me atrevo á asegurar,—decía á su propio Gobierno
en 28 de Junio de 1848, refiriéndose á la situación política
de España, —que el Gobierno actual—hijo por su parte
de la Revolución—juzga esta idea por verdadera quimera
; pero es tal la fuerza de los hábitos contraídos, que,
aunque hablando en el seno íntimo de la amistad, todos
los que acá mandan se burlan de las palabras garantías
y libertad, con todo eso no cesan de proclamar la santidad
de efias en sus discursos'y en sus actos oficiales.»
Cuatro años después, con fecha 10 de Enero de 1852,
dirigiéndose al marqués de Valdegamas, le decía:
«En Madrid, la opinión pública se ha transformado visiblemente.
No hay ya aquí quien no advierta que en Francia el sistema parlamentario
pertenece exclusivamente á la historia, y que aun allí donde
no ha expirado está, por lo menos, desfallecido y amenazado; y
eso que poco tiempo atrás, aun los más perspicaces, creían ver en él
la condición necesaria de todo Gobierno. En España, no obstante,
muchas notabilidades políticas todavía siguen consagradas al servicio
de un sistema en que ya no tienen fe ; entre ellos, el marqués
de Mirañores; otros, como los Sres. Mon, Pacheco, Martínez de
la Rosa, el duque de Rivas, Ríos Rosas, etc., siguen siéndole fieles,
porque creen que el juego de las instituciones parlamentarias
les conducirá de nuevo al poder. El mismo Istúriz — ahora vuelve á
Londres — está desengañado. Todos los personajes que acabo de
nombrar sirven , ante todo, á su propia ambición; lo demás les importa
poco con tal que hallen lo que buscan.»
¿Qué pensaba el conde Raczynski de las relaciones de
Donoso Cortés con el partido moderado? Fácil es adivinarlo;
mas el lector no ha menester de discurso alguno á
este propósito, porque el mismo Conde hubo de manifestar
en este punto su pensamiento con claridad. En un despacho
á su Gobierno, de 13 de Octubre de 1850, hablando
del Ministerio Narváez, que por entonces tenía la confianza
de la Reina, decía:
«El Ministerio Narváez ha perdido igualmente el apoyo del marqués
de Valdegamas, quien, á pesar de su inmenso talento y de la
firmeza de sus principios políticos, está, en mi sentir, absolutamente
fuera de juego. En nada piensa como el partido liberal (il n'a auciinevue
commune avec le partí liberal). La suerte le ha puesto entre
los moderados, pero su conciencia le prohibeservir ala causa que
ellos sirven (mais sa conscience lui ínterdit de servir leur cause).-»
Este testimonio es decisivo. Nadie como el conde de
Raczynski, amigo íntimo y confidente de Donoso, conoció
el fondo de su corazón y de su inteligencia, ni pudo
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