Descargar - Hermandad Veteranos Tropas Nomadas del Sáhara
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La Jabar <strong>del</strong> Nómada - núm. 29 - marzo 2011<br />
La compañía defendía al norte de Villa aquel<br />
punto de paso obligado para cualquier amenaza por<br />
tierra y tanto al este como al oeste y desde luego al<br />
sur, el mar nos protegía perfectamente. Pero, una<br />
vez más, fué la primera sección, mi sección, y el<br />
teniente más antiguo, que desde luego era yo, quienes<br />
fueron destacados al interior para relevar a una<br />
sección de "paracas" en el puesto de Auserd. Esta<br />
sección, mandada por Felisín Porras, teniente de mi<br />
promoción, cubría un frente de más de 500 km. entre<br />
Aguenit, Zug y Tichla, aunque en realidad destacaba<br />
sus pelotones a los pozos de agua y vigilaba su<br />
mantenimiento.<br />
El 9 de Junio, después de cenar, acerqué mi sección<br />
a la playa de la ría para embarcar en dos barcazas<br />
y cruzar hasta el Aargub, unos diez kilómetros;<br />
allí me esperaban tres camiones con agua y víveres<br />
para un mes, que debían trasladarnos al interior<br />
hasta Auserd a unos 400 km. Aquella noche era profundamente<br />
oscura y aquel viento <strong>del</strong> norte, no muy<br />
fuerte, pero suficiente para levantar espuma y oleaje<br />
sopló hasta dejamos empapados y amontonados en<br />
las barcazas. Cruzamos aquellos diez kilómetros de<br />
<strong>Sáhara</strong><br />
agua en las dos horas más horribles que imaginarse<br />
pueda, con el entrechocar de los cascos, las cantimploras<br />
y los mosquetones, alguna que otra "papilla"<br />
y bastantes denuestos gaditanos, recordemos que<br />
mis hombres eran de la quinta <strong>del</strong> 55 y de la provincia<br />
de Cádiz, ¡bendita noche! !Y pensar que más de<br />
uno y más de dos no sabrían nadar!<br />
Ya en el Aargub, con bastante frio y mojados,<br />
ordené a los jefes de pelotón que vigilaran el secado<br />
de los cerrojos de los mosquetones y que sus hombres<br />
se fueran acoplando en dos de los camiones que<br />
esperaban. En el tercero iban los víveres y los bidones<br />
de combustible para el viaje. En la oficina <strong>del</strong><br />
puesto me esperaba el teniente Ballesteros, de la 6ª<br />
promoción y mi padre académico en Zaragoza pués<br />
me entregó el sable en el año 1947. Destinado en el<br />
gobierno <strong>del</strong> Sahara, estaba de Jefe <strong>del</strong> puesto en<br />
Aargub y nos invitó a un café que me supo a gloria<br />
después de la odisea en las barcazas, Y digo que nos<br />
invitó, porque allí estaba otro teniente <strong>del</strong> gobierno,<br />
el teniente Madrid, que había venido con los camiones<br />
y tenía que acompañarme hasta Auserd y durante<br />
toda la misión. Quizás aún coleaba el cirio que se<br />
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