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La Jabar del Nómada - núm. 29 - marzo 2011
lleva dentro el sentimiento heroico de su pasado o de
su actual presente. Los demás van de pegote.
En el Cuerpo de Guardia, un gran espejo, allí el
legionario se pasa a sí mismo revista y si se cree
reglamentario enseña su pase al Sargento de
Guardia. Algunos cuando regresan lo traen en volandas
los compañeros, pero dejan de sujetarlo los seis
metros que hay desde la puerta hasta el puesto del
mismo sargento. El legionario pasará y saludará
correctamente y, rebasado el sargento, el legionario
caerá al suelo, pero ni el ruido del golpe hará volver
la cabeza al suboficial. Sus compañeros lo volverán
a recoger y lo llevarán al dormitorio.
¡La Legión! Y cuando llega la soledad y el silencio
del dormitorio, un sargento va cada noche a besar
las manos de un legionario de 2ª clase y lo llama,
siguiendo la tradición cosaca “señor Sotnik”… Los
entresijos de la Legión
Napoleón III envió en 1861 un Cuerpo
Expedicionario a Méjico para elevar en el trono al
archiduque Maximiliano, hermano del emperador
Francisco José. España también participó y gracias a
la clarividencia del general Prim salvó de la aventura
a nuestras tropas al ordenar retirarse sobre La
Habana. Maximiliano y dos de sus generales fueron
fusilados en 1867 en Querétaro por tropas mejicanas.
Sin entrar en detalles en aquel teatro de Méjico,
una columna de la Legión francesa al mando del
capitán Danjen, un veterano que tenía una mano de
madera, tiene que refugiarse en un pueblecito abandonado
de nombre Camerone, concretamente en una
hacienda llamada Trinidad. Ha perdido las mulas y
con ellas el agua y municiones. Es el 30 de abril de
1863.
Ante el asombro de los soldados de Juárez y al no
contar ya ni con un cartucho, de aquellos sesenta y
dos franceses que se enfrentaron a dos mil mejicanos,
solo le queda al cabo Maine salir y cargar a la
bayoneta con los cinco legionarios que le restan.
Caen en esa carga dos franceses y los mejicanos,
impresionados ordenan respetar sus vidas y el honor
de conservar sus armas. La lucha duró once horas
pero el convoy que tenían que proteger con su
maniobra de distracción se ha salvado. “Camerone”,
el nombre mágico para la Legión Extranjera
Francesa, cada año, estén donde estén, lo celebran:
¡Feliz Camerone!
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