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Plenitud y disolución del<br />

poder monárquico en la<br />

Nueva Granada<br />

Documentos 1807-1819<br />

Tomo I I


Plenitud y disolución del<br />

poder monárquico en la<br />

Nueva Granada<br />

Documentos 1807-1819<br />

Editor<br />

<strong>ISIDRO</strong> VANEGAS<br />

Colección Bicentenario<br />

Bucaramanga, 2010


© Universidad Industrial de Santander<br />

Colección Bicentenario<br />

N° 9: “Plenitud y disolución del poder monárquico en la Nueva Granada<br />

Documentos 1807-1819” . Tomo II<br />

Dirección Cultural<br />

Universidad Industrial de Santander<br />

Rector UIS: Jaime Alberto Camacho Pico<br />

Vicerrector Académico: Álvaro Gómez Torrado<br />

Vicerrector Administrativo: Sergio Isnardo Muñoz<br />

Vicerrector de Investigaciones: Óscar Gualdrón<br />

Director de Publicaciones: Óscar Roberto Gómez Molina<br />

Dirección Cultural: Luis Álvaro Mejía Argüello<br />

Impresión:<br />

División de Publicaciones UIS<br />

Comité Editorial: Armando Martínez Garnica<br />

Luis Álvaro Mejía A.<br />

Primera Edición: junio de 2010<br />

ISBN: 978-958-8504-41-4<br />

Dirección Cultural UIS<br />

Ciudad Universitaria Cra. 27 calle 9.<br />

Tel. 6846730 - 6321349 Fax. 6321364<br />

Página Web: http://cultural.uis.edu.co<br />

divcult@uis.edu.co<br />

Bucaramanga, Colombia<br />

Impreso en Colombia


Contenido<br />

Nota del Redactor Americano sobre las<br />

demostraciones de lealtad a Fernando 7º que ha<br />

realizado todo el Reino, 1809<br />

Proclamas de varios neogranadinos, entre ellos<br />

Frutos Joaquín Gutiérrez, Luis Eduardo Azuola<br />

y Francisco Antonio Ulloa, congratulándose de<br />

la proclamación de Fernando 7º, 1809<br />

Oficios de la Suprema Junta de Regencia relativos<br />

a las actividades del gobierno de Santafé para la<br />

proclamación de Fernando 7º, 1809<br />

Documentos relativos a la jura de Yolombó,<br />

efectuada por doña Bárbara de Caballero, 1809<br />

Inscripción de Frutos Joaquín Gutiérrez a un<br />

cuadro alegórico con el Retrato de Fernando 7º,<br />

1809<br />

Noticia del acto celebrado en el Colegio de San<br />

Bartolomé en homenaje al Rey, 1809<br />

Confesión de José María Rosillo de las razones que<br />

lo llevaron a adelantar una fallida sublevación en<br />

los llanos de Casanare, 1810<br />

De la monarquía y sucesión hereditaria, fragmento<br />

del Common Sense de Thomas Paine, 1811<br />

9<br />

13<br />

20<br />

24<br />

39<br />

42<br />

41<br />

56


Carta de José Gregorio Gutiérrez a su hermano<br />

Agustín en la que le cuenta cómo un grupo<br />

de santafereños celebró la declaración de<br />

independencia de Venezuela, 1811<br />

Carta del venezolano Juan Germán Roscio<br />

a Domingo González donde le explica las<br />

intenciones que ha tenido con sus reflexiones<br />

acerca del origen del poder monárquico, 1811<br />

Carta pública de Manuel de Pombo a José María<br />

Blanco White, editor de El Español, en la cual<br />

justifica por qué América no debe continuar unida<br />

con su antigua metrópoli, 1812<br />

Acta de la discusión en el Colegio Revisor y Electoral<br />

de Cundinamarca acerca de la Declaratoria de<br />

la absoluta independencia, en la que algunos<br />

impugnan la ruptura del juramento de lealtad a<br />

Fernando 7º, 1813<br />

Patriotismo de Nirgua y abuso de los reyes, folleto<br />

del venezolano Juan Germán Roscio reimpreso en<br />

Tunja, 1813<br />

Acuerdo del Supremo Poder Ejecutivo de<br />

Cundinamarca ordenando borrar las armas del<br />

rey de los edificios públicos, 1813<br />

Documentos relativos al cumplimiento de la orden<br />

de borramiento de las armas del rey en los lugares<br />

públicos de Cundinamarca, 1813<br />

Reacción de la Gazeta de Cartagena al rumor según<br />

el cual le sería ofrecida la Corona de España a<br />

Lord Wellington, 1813<br />

Declaración de Independencia de Popayán, 1814<br />

Defensa de una proclama mandada a recoger por el<br />

Poder Ejecutivo por antirreligiosa, en la que se<br />

critica a los defensores velados de la monarquía,<br />

1814<br />

67<br />

73<br />

78<br />

107<br />

117<br />

137<br />

138<br />

143<br />

147<br />

149


Papeles públicos de Andrés María Rosillo y Santiago<br />

y José Antonio Torres y Peña polemizando sobre<br />

la libertad, en los cuales se trata igualmente de la<br />

forma de gobierno, 1814<br />

Extracto del Real Decreto dado en Valencia a 4<br />

de Mayo último por Fernando 7º, petición de<br />

la libertad de Nariño en su virtud, y notas de la<br />

159<br />

Gazeta Ministerial de Cundinamarca, 1814 196<br />

Comentarios de la Gazeta Ministerial de<br />

Cundinamarca en torno a la entrada de Fernando<br />

7º a España, 1814<br />

Comentarios publicados en El Argos de la Nueva<br />

Granada respecto al decreto de Fernando 7°<br />

203<br />

reasumiendo el trono, 1815<br />

Decreto del Presidente de las Provincias Unidas<br />

205<br />

sobre supresión del sello español de armas, 1815<br />

Discurso de Sebastián José López Ruiz, ex-Contador<br />

general de reales tributos de Quito, sobre la<br />

248<br />

fidelidad y obediencia debidas al soberano, 1816<br />

Discurso político moral sobre la obediencia debida<br />

251<br />

a los Reyes, Antonio de León, 1816<br />

Informe sobre la combustión de los retratos del<br />

257<br />

Rey y sus armas en Honda, 1819 303


Nota del Redactor Americano sobre las<br />

demostraciones de lealtad a Fernando 7º que ha<br />

realizado todo el Reino. 1809, Febrero 4.<br />

El Redactor Americano.<br />

Es imposible dar a luz tantas y tan generosas<br />

demostraciones de amor, de fidelidad y patriotismo,<br />

que se nos han remitido de todas las Ciudades y<br />

poblaciones de este Reino, con motivo de la Jura de<br />

nuestro augusto Soberano el Sr. D. Fernando VII,<br />

y los asuntos actuales de la Metrópoli. A la verdad,<br />

no sólo el Nuevo Reino de Granada, sino toda la<br />

América en general parece que no ha tenido sino un<br />

solo corazón, pues ni esa gran separación de mares<br />

y montañas ha impedido la pronta uniformidad de<br />

sentimientos en abrazar con el mayor entusiasmo la<br />

causa más justa y gloriosa que han visto los siglos.<br />

Esta identidad de voluntades, este milagro de amor<br />

carecen de ejemplar en la historia del mundo.<br />

Por no ofender a ninguna Ciudad del Reino con<br />

odiosas preferencias, omitimos las proclamas y<br />

relaciones particulares que hemos recibido de cada<br />

una, y únicamente daremos lugar a esta por ser<br />

ultramarina.<br />

México 30 de Julio de 1808.<br />

Ayer a las cinco de la mañana se anunció<br />

solemnemente en esta capital la plausibilísima<br />

Colección Bicentenario 9


noticia, que se participó en un papel suelto, cuyos<br />

pormenores se extenderán sucesivamente. Los nobles<br />

sentimientos de los mexicanos merecen el universal<br />

aprecio de las naciones, y esto vamos a describir para<br />

satisfacción de nuestros espíritus inflamados.<br />

Con el grandioso anuncio de la artillería y repique<br />

general se extendió el regocijo en todo el pueblo<br />

de esta capital, y concurrió en tropas a la frente del<br />

Real Palacio repitiendo sus vivas y aclamaciones al<br />

deseado FERNANDO VII, Rey de España y de las<br />

Indias. El Excelentísimo Sr. Virrey salió al balcón,<br />

acompañado de varios Señores Ministros, militares y<br />

personas distinguidas, para recibir los vivas del noble<br />

y leal Pueblo de México. Una unión notablemente<br />

desordenada de españoles europeos y americanos,<br />

pedían a voces que se repitiese la salva de la artillería y<br />

repique, como se ejecutó con universal aclamación por<br />

orden del Excelentísimo Señor Virrey. <strong>La</strong> naturaleza<br />

y la humanidad se veían en los semblantes de un<br />

pueblo inmenso que no respira más que patriotismo,<br />

fidelidad y acendrado amor a su Soberano. El mismo<br />

pueblo sacó la artillería para hacer la salva, y los<br />

vivas subían hasta el trono de la Providencia, unidos<br />

con los más afectuosos votos por la prosperidad y<br />

felicidad de las armas españolas. Cuando estaban en la<br />

fogosidad y entusiasmo de la salva, trajo una porción<br />

del pueblo el retrato del amable FERNANDO, y lo<br />

condujeron al real palacio sin que la tropa pudiese<br />

poner en orden a la multitud. El Señor Oidor Don<br />

José Arias Villafañe y el Alcalde ordinario de primer<br />

voto de esta N. C. Don José Juan Fagoaga bajaron<br />

hasta el primer descanso de la escalera principal<br />

para recibir el retrato, y lo condujeron en medio de<br />

la multitud al Excelentísimo Señor Virrey, quien lo<br />

recibió lleno del regocijo más fiel. Inmediatamente se<br />

adornó el balcón principal del real palacio, y se colocó<br />

el retrato: a consecuencia dicho Señor Excelentísimo<br />

y demás Ministros, unidos con los votos de este<br />

10<br />

Colección Bicentenario


noble pueblo, manifestaron su júbilo tirando una<br />

porción considerable de pesos, que parece fueron<br />

dos mil, y lo mismo se repitió en la Diputación y por<br />

muchos particulares. Así que estuvo un gran rato<br />

en el balcón el real retrato, le pidió el pueblo para<br />

pasearlo en triunfo por las calles de la ciudad. En<br />

efecto lo bajó el Sr. Villafañe y otros Señores de la<br />

corte, y lo entregaron al pueblo, y este lo arrebató<br />

lleno de ternura, y bajo de palio lo llevó por todas<br />

las calles de esta capital; primero al Arzobispado, en<br />

donde experimentaron igual acogida y demostración<br />

generosa del Prelado, que hallándose indispuesto en<br />

cama, recibió algunos del pueblo, que le entregaron<br />

el retrato del Soberano, pidiéndoles les echase la<br />

bendición, y su Ilustrísima les dio palabra de cantar<br />

la misa de gracias a pesar de su quebrantada salud.<br />

Después continuaron por diversas calles, iglesias,<br />

conventos y parajes públicos, en medio de los vivas<br />

más patéticos, y hasta las mujeres echaban al aire<br />

los pañuelos y basquiñas en señal de su regocijo.<br />

VIVA FERNANDO VII, muera el Emperador de los<br />

franceses: esta es la expresión del patriotismo, este es<br />

el desahogo de la lealtad mexicana, y este es el objeto<br />

de su anhelo, reuniendo sus votos al Señor Dios de<br />

los ejércitos que inflama nuestra fidelidad. Todo el<br />

día siguió la aclamación y los vivas: las alegrísimas<br />

y sonoras campanas de la catedral, a discreción del<br />

pueblo, salieron de las reglas prescritas, y apenas<br />

suspendían un rato cuando volvían a sonar a vuelo; y<br />

como esta es señal de repique general, inmediatamente<br />

correspondían las de todas las torres y campanarios.<br />

En todos los templos se cantó el Te Deum, habiendo<br />

comenzado en la metrópoli con tanta concurrencia<br />

del pueblo y de la nobleza que no había lugar vacío en<br />

todo el templo. El Ilustrísimo Sr. Arzobispo celebró<br />

el santo sacrificio, y exhortó al pueblo a confirmar<br />

su fidelidad que tiene tan manifestada. <strong>La</strong> ciudad<br />

toda se adornó con tapicería, y se ha puesto en las<br />

más partes el retrato del Soberano aclamado. <strong>La</strong>s<br />

Colección Bicentenario 11


estatuas y retratos de Napoleón han sido destruídas<br />

y quemados por el pueblo, arrebatado de su justo<br />

entusiasmo. Los corrillos que se juntaron en la<br />

plaza de armas, han mostrado su júbilo formando<br />

contradanzas y haciendo salvas con cohetes y otras<br />

muestras de gozo. A las doce del día se presentaron<br />

al real palacio más de seis mil hombres en tropa<br />

militarmente ordenada, de paisanos, europeos y<br />

americanos, repitiendo los vivas, que recibía S. E. desde<br />

el balcón. Otra igual tropa de todas clases del estado,<br />

se ordenó en la alameda, poniéndose ramos verdes<br />

en los sombreros y manifestando su regocijo. Todo<br />

el pueblo así ordenado, concurrió a las cuatro de la<br />

tarde en número de diez y ocho a veinte mil personas<br />

de todas clases, llevando en un estandarte el retrato<br />

del Soberano debajo del palio: muchos llevaban en el<br />

sombrero el mismo retrato en papel. <strong>La</strong> iluminación<br />

de anoche ha sido universal y de todo costo, y seguirá<br />

estas dos noches siguientes por orden de esta N. C.<br />

Apenas puede darse una idea de todo lo ocurrido en<br />

este día, que puntualmente ha sido de San Próspero,<br />

y la barca que trajo la noticia es la Esperanza. Acaso la<br />

divina Providencia nos prenuncia su adorable influjo.<br />

Baste decir, que en muchos siglos no ha visto México<br />

un día semejante a este, y que la proclamación del<br />

augusto Fernando VII ha sido tan universal y tan<br />

aplaudida de todo México que no tendrá comparación<br />

en la posteridad. El Excelentísimo Señor Virrey salió<br />

acompañado de su esposa para el santuario de N.<br />

S. de Guadalupe a darle gracias de tan distinguido<br />

favor. El pueblo les siguió en numerosa multitud, y<br />

todo sigue con el mismo entusiasmo. No hay una sola<br />

persona en este inmenso pueblo que no quisiera estar<br />

en este momento unida a los ejércitos españoles, para<br />

oprimir con el fuego y la desolación a la perfidia cruel<br />

y sanguinaria del enemigo de la paz.<br />

[“El Redactor Americano”, Redactor Americano del Nuevo<br />

Reyno de Granada, nº 53, Febrero 4 de 1809]<br />

12<br />

Colección Bicentenario


Proclamas de varios neogranadinos, entre ellos<br />

Frutos Joaquín Gutiérrez, Luis Eduardo Azuola<br />

y Francisco Antonio Ulloa, congratulándose de la<br />

proclamación de Fernando 7º. 1809, Abril 4.<br />

Cuando faltaren noticias Americanas de<br />

importancia, incluiremos algunas de las Proclamas<br />

que hace mucho tiempo se nos han remitido por si<br />

nos parecía conveniente darles lugar en nuestro<br />

Periódico, lo que ejecutamos por orden de sus fechas,<br />

según la siguiente.*<br />

Proclama de las Monjas de la Encarnación de la<br />

Ciudad de Popayán.<br />

¿Y dónde hallaré yo expresiones bastantemente<br />

enérgicas para dar una ligera idea de los sentimientos<br />

que animan a esta Religiosa Comunidad? Postrado el<br />

Coro de las Vírgenes al pie del Trono del Cordero, ha<br />

enviado hasta el Empireo sus más inflamados votos<br />

por la felicidad de nuestro amadísimo Fernando.<br />

Nosotras no podemos como Jael o como Judith<br />

traspasar con un clavo las sienes de Sisara, o cortar la<br />

cabeza de Holofernes. ¿Pero quién nos impedirá, que<br />

multipliquemos como la Madre de Samuel nuestras<br />

plegarias delante del Señor? Ella pedía la fecundidad;<br />

y nosotras la conservación del mejor de los Monarcas<br />

en el Solio de sus Augustos Progenitores. Y si los<br />

ruegos de Ana fueron felizmente despachados, lo serán<br />

sin duda los que repetimos al ofrecerse diariamente al<br />

Dios de los Ejércitos en el más grande Sacrificio una<br />

víctima de precio inestimable. Sostenidos nuestros<br />

corazones con esta confianza, reposan dulcemente<br />

sobre la benéfica Providencia de un Dios, Protector<br />

declarado de la Monarquía Española; sobre el<br />

Patrocinio de aquella Mujer fuerte, que al tiempo de<br />

animarse hizo pedazos la cabeza del dragón; y sobre<br />

los incesantes Sacrificios, que se ofrecen al Árbitro<br />

Supremo de los destinos, en favor de Fernando. Tú<br />

serás, Rey amabilísimo, el primer objeto de nuestras<br />

Colección Bicentenario 13


oraciones: tú sabrás (y entiéndalo todo el mundo)<br />

que a nadie ceden en el respeto y en la lealtad a su<br />

verdadero Soberano las Monjas de la Encarnación de<br />

Popayán.<br />

A los Españoles Americanos —El D. D. Frutos<br />

Joaquín Gutiérrez.<br />

<strong>La</strong> perfidia que acabamos de experimentar de parte<br />

del usurpador del Trono de Francia, que abusando<br />

del nombre de esta gran nación, nuestra antigua<br />

aliada, ha aspirado a ocupar todos los tronos del<br />

mundo, tiene pocos ejemplares en la historia. Él se ha<br />

cubierto de infamia cometiendo contra nosotros un<br />

crimen que será la execración y el espanto de todas las<br />

generaciones futuras. Mientras que haya principios<br />

infalibles que decidan de lo justo y de lo injusto, y<br />

mientras que existan grabadas en el corazón humano<br />

las leyes eternas de la naturaleza, el nombre Francés<br />

será escuchado con horror, y la negra historia de<br />

Napoleón su Jefe eclipsará la de cuantos viven en<br />

la memoria de los hombres, para llevar tras sí las<br />

maldiciones de los Pueblos. Nosotros vamos pues a<br />

ser vengados por la posteridad, Censor respetable,<br />

cuyo juicio es imparcial, y cuyo castigo es el oprobio.<br />

Podemos lisonjearlos con este voto el más querido de<br />

las almas grandes; pero debemos también acertar a<br />

merecerlo.<br />

¡Españoles Americanos! Ha llegado el caso de<br />

cumplir los deberes que nuestras almas religiosas<br />

y nobles, jamás dejaron de reconocer. Lejos de<br />

ellas cualquier apego a los intereses particulares,<br />

destructores de todo cuerpo social; pues si cada uno<br />

de vosotros cometiere la bajeza de pensar más en el<br />

individuo que en la masa común, seréis víctimas de<br />

vuestro propio egoísmo, y el recuerdo de vosotros<br />

será la detestación. ¿Apetecéis la conservación de<br />

vuestras vidas, vuestros bienes, y vuestra seguridad?<br />

Posponed estos objetos, y bajo ellos la sombra del<br />

14<br />

Colección Bicentenario


interés público podrá subsistir. Una obediencia<br />

resignada y ciega a las leyes económicas, militares,<br />

y políticas de donde nacen la armonía y el vigor:<br />

una valiente y generosa disposición para hacer<br />

toda especie de sacrificios en obsequio de la Patria<br />

ignominiosamente ultrajada: ved aquí los principios<br />

que aseguran todo vuestro bien.<br />

¿Quién es el infeliz que haya dudado un solo instante<br />

cumplir con estas obligaciones inspiradas por la<br />

naturaleza, y la religión? ¿Quién es el insensato que<br />

mire a sangre fría la causa más respetable y sagrada<br />

que se puede presentar jamás delante de sus ojos?<br />

Que huya con precipitación a las selvas, y deje de<br />

pertenecer a la sociedad de los hombres, si es que hay<br />

en medio de nosotros un ser tan desnaturalizado.<br />

¡Americanos de virtud y de honor! <strong>La</strong> amistad<br />

vilipendiada hasta el extremo de servir de instrumento<br />

a la cobardía para el rapto ignominioso de nuestras<br />

Deidades Tutelares, y las leyes santas de la política<br />

holladas, para arrancar de la augusta mano de<br />

nuestros Reyes el cetro que siglos ha empuñaban con<br />

gloria: este cetro que no fueron capaces de subyugar<br />

los Enricos de Alemania, que pudo alguna vez hacerse<br />

obedecer de todas las Potestades de la tierra, y cuya<br />

majestad e independencia reconocieron a su pesar.<br />

Del D. D. Luis Eduardo de Azuola.<br />

No mis hermanos, no trato de excitaros al amor,<br />

a la fidelidad ni al celo, que al Rey, a la Religión y la<br />

Patria les somos deudores, y por tantos títulos nos<br />

exigen: Me avergonzaría de existir entre vosotros<br />

si os creyese por un solo momento olvidados de<br />

las sagradas e indelebles obligaciones que ha fijado<br />

en nuestros corazones la sangre Española que nos<br />

anima, y si no tuvieseis presente que esta Patria, a<br />

la Religión y al Rey se la debemos. Y finalmente,<br />

Colección Bicentenario 15


que si nuestros Padres hubiesen sido gobernados de<br />

sentimientos menos fieles, y religiosos, viviríamos<br />

aun allá en nuestros nativos hogares, y sin la noble<br />

emulación que nuestros hermanos derramando hoy<br />

su sangre nos inspiran, pues que uniríamos también<br />

en este momento la nuestra para regar otra, y otras<br />

mil veces el mismo suelo, que ahora los Franceses, y<br />

en aquel tiempo habían profanado los Moriscos.<br />

En efecto, allá nuestros hermanos compatriotas<br />

y amigos sostienen y defienden con el mayor<br />

entusiasmo la causa, los derechos y honor ultrajados<br />

de nuestra común Patria y Religión. Aquí ardemos en<br />

los más vivos deseos de participar con sus heridas de<br />

los gloriosos laureles de que se ciñen. Allá libertan<br />

a la humanidad afligida de los feroces tigres que la<br />

desolan: aquí agitada la imaginación con sus desastres,<br />

perseguimos hasta en el sueño a la aborrecible imagen<br />

del inicuo corso que tímido corre, y se nos huye.<br />

Vosotros, Españoles ultramarinos, realizáis vuestros<br />

deseos, satisfacéis a vuestro justo furor, desempeñáis<br />

el amor, recompensáis la confianza de Fernando,<br />

del amable Fernando, del tierno Real cautivo y<br />

perseguido Fernando; y sus ultrajes tanto más fuego<br />

ponen al incendio de vuestro invicto valor, cuanto<br />

más os constan, y conocéis las amables prendas del<br />

Joven Rey por quien peleáis. Nosotros sacrificados<br />

por el vivo fuego de nuestros leales deseos, sentimos<br />

toda la violencia de los imposibles que a tan inmensa<br />

distancia nos oprime, y cual ardiente fuego encerrado<br />

y preso en las entrañas de un volcán, antes que sus luces<br />

aparecen las aguas en su cima, así nuestras lágrimas<br />

desde lo íntimo del pecho abrasado, son conducidas<br />

y salen en abundantes raudales por nuestros ojos.<br />

Vosotros amáis porque conocéis cuánto es amable el<br />

noble objeto de vuestras venganzas, y vuestros ojos<br />

pagan con gusto los llantos debidos a la inestimable<br />

Real Persona del ungido Fernando. Nosotros le<br />

16<br />

Colección Bicentenario


amamos por fe, y su sola Imagen que nos arrastra<br />

nos encanta, y nos hechiza, lleva tras sí todo nuestro<br />

respeto y obediencia. ¡Ah! si los mares se consolidasen,<br />

y facilitándonos ancho paso para reunirnos pudieran<br />

sostener las numerosas tropas de hombres que con<br />

tanto gusto hemos jurado, y reconocido a Fernando,<br />

os disputaríamos la gloria del vencimiento, y veríais<br />

entonces que por distantes que estén las ramas del<br />

tronco, no son sus frutos diversos de este, ni sus flores<br />

menos fragantes y hermosas. Y volviendo a vosotros<br />

mis amados compatriotas, sostened transmitiendo a<br />

vuestros hijos esta fidelidad, y amor que respiráis,<br />

enseñadles a fijar sus tiernos ojos en la Imagen del<br />

Monarca, repetidles que nos ama, que sufre y se<br />

sacrifica por conservarnos, que nos oye, y consuela<br />

como buen Padre, que nos sustenta, y defiende:<br />

enseñadles a hablar, y que las primeras sílabas de su<br />

débil articulación sean: Viva Fernando y mueran sus<br />

enemigos.<br />

Del D. D. Francisco Antonio de Ulloa.<br />

HABITANTES DE POPAYÁN.<br />

Se ha renovado el siglo de los héroes y de la gloria<br />

de España. Los ejércitos victoriosos de Fernando VII<br />

marchan ya encarnizados contra el Águila Imperial de<br />

la Francia para arrancar de sus garras a su Monarca<br />

que lo arrebató de sobre su trono. El Tirano de los<br />

Franceses ha llevado el espanto y la consternación<br />

al centro de nuestra Metrópoli. Seduciendo con la<br />

amistad y los halagos al Joven Rey D. Fernando,<br />

lo ha extraído de entre los brazos de un pueblo<br />

transportado, que nadaba en el júbilo de tenerlo por<br />

su Soberano, lo ha llevado a Bayona, le ha arrancado<br />

con violencia la corona de sus sienes, quiere romper su<br />

cetro, y lo ha encerrado en una prisión ignominiosa.<br />

Ya se avanzan sus huestes homicidas hollando los<br />

altares e invocando a la muerte para que gire en<br />

rededor de sus armas. Pero la victoria hasta ahora<br />

encadenada a sus carros de triunfo, rompe los lazos<br />

Colección Bicentenario 17


que la hacían gemir, vuela al campo de los Españoles,<br />

y pone entre sus manos las palmas que adornaron el<br />

trono de Carlos V y de Felipe II. El intrépido vasallo<br />

ha levantado su frente hasta ahora confundida en<br />

el polvo por los abusos del pasado gobierno; mira<br />

con firmeza los antiguos trofeos de sus abuelos y<br />

marcha cubierto de heroísmo hasta los campos del<br />

honor. Imitemos su ejemplo: hagamos resonar por<br />

estas comarcas retiradas, el grito de la muerte, y el<br />

exterminio de los Tiranos de la Nación.<br />

No temáis, ilustres habitantes de Popayán, no<br />

temáis a esa Nación brillante y populosa de la<br />

Francia. El mismo Dios que toma entre sus dedos un<br />

átomo de polvo para formar un Imperio respetable,<br />

puede estregarlo en un momento, y confundirlo con<br />

los demás átomos. <strong>La</strong> causa de nuestros hermanos es<br />

la más sagrada que se presentó jamás a las Naciones<br />

de la tierra. El triunfo de la religión católica sobre el<br />

exterminador de las buenas costumbres, la defensa de<br />

la Patria y de su libertad; el arrancar a un Soberano<br />

cautivo de las manos de sus verdugos para volverlo<br />

a sentar sobre el trono de sus padres; veis aquí los<br />

títulos que tenemos para combatir; veis aquí los<br />

estímulos que deben prender en nuestros corazones<br />

la sagrada llama del heroísmo y de la humanidad.<br />

Acordaos, leales compatriotas que hubo un día<br />

de gloria para este mismo suelo, en el cual brilló<br />

el augusto valor de vuestros abuelos. Los feroces<br />

Pijaos, que intentaron sacudir el yugo de la España,<br />

no pudieron sostener el aspecto de los héroes, que<br />

otro tiempo habitaron las riveras del Cauca; y ellos<br />

doblaron la rodilla delante de su espada victoriosa…<br />

Bien puede el Emperador de los Franceses hacer<br />

que marchen por las hermosas orillas del Betis, esas<br />

mismas legiones que hicieron temblar sobre su Trono<br />

a los Soberanos de Alemania, de Prusia y de la Rusia.<br />

Bien puede forjar cadenas en el Norte para querer<br />

18<br />

Colección Bicentenario


esclavizar después al Mediodía de la Europa. El<br />

Español siempre altivo, siempre sensible a la gloria y<br />

al heroísmo de sus padres, mirará con desprecio estos<br />

instrumentos de la tiranía. Él echará una mirada<br />

desdeñosa en rededor de los enemigos que lo rodean;<br />

y un solo movimiento de su cólera, hará retroceder<br />

espantados y confundidos a los héroes de Marengo,<br />

de Jena, y de Austerlitz. En vano levantará su vuelo<br />

el Águila rapante de la Francia sobre la cima de los<br />

Pirineos, para arrebatar en su rápida carrera cuanto<br />

hay de bello y apreciable sobre las Provincias de la<br />

Iberia. Esta patria de los héroes ha despertado; y si<br />

dormía tranquila, sólo era para recordar haciendo<br />

estragos y carnicería.<br />

Vosotros, generosos habitantes de Popayán, que no<br />

habéis tenido la fortuna de respirar sobre el mismo<br />

suelo, en donde cada batalla es un triunfo; acordaos<br />

que sois retoños de los Españoles valerosos que<br />

jamás sacarán la espada sino para hacer desaparecer<br />

al enemigo. <strong>La</strong> Sangre que corre por vuestras venas<br />

es la misma: la Religión que profesáis, y el Dios a<br />

quien adoráis rendidos, es el mismo que truena en<br />

la Metrópoli contra los que han osado profanar su<br />

santo culto. Si la distancia de los lugares os separan,<br />

que no se separen los sentimientos. Los corazones<br />

no conocen distancias ni mares, ni montañas que<br />

les impidan la reunión. Vosotros no podéis agitar la<br />

espada de la muerte sobre el cuello de los enemigos de<br />

la Patria; no podéis hacer un monte de cadáveres para<br />

colocar sobre su cima el estandarte de la Religión y<br />

de la libertad; pero bien podéis hacerles la guerra,<br />

a esos monstruos carniceros, con otros recursos tan<br />

dignos como los primeros. Tomad la pluma: haced<br />

correr el odio y la indignación por la venas de cada<br />

uno de los que habitan esta vasta Provincia. Que el<br />

veneno y la hiel, sean los que se derramen en el pecho<br />

de nuestros compatriotas al oír el nombre execrable<br />

de Napoleón 1º; que vuestros hijos se alleguen al oír<br />

Colección Bicentenario 19


contar el exterminio de los enemigos del trono y del<br />

Altar; y que no se acuerden de estas épocas terribles<br />

sino para decir: Entonces pelearon nuestros padres por<br />

la Religión, por la Patria y por su Soberano: imitemos<br />

siempre un ejemplo tan bello de heroicidad y patriotismo.<br />

Sacrificaos todo: no reservéis vuestros bienes por una<br />

causa tan justa. El árbol de la prosperidad crecerá<br />

al lado de vosotros, y cogeréis unos frutos que no<br />

gustaron jamás todas las generaciones pasadas.<br />

* Todas salieron con motivo de la Real<br />

proclamación.<br />

[Redactor Americano del Nuevo Reyno de Granada, nº 57,<br />

Abril 4 de 1809, Santafé de Bogotá]<br />

Oficios de la Suprema Junta de Regencia relativos<br />

a las actividades del gobierno de Santafé para<br />

la proclamación de Fernando 7º. 1809, Mayo 4.<br />

Aunque por el Superior gobierno estábamos<br />

prevenidos de incluir en dos pliegos, que formasen<br />

este Número, todas las Reales Órdenes dirigidas<br />

últimamente a este Reino por S. M. la Suprema Junta<br />

Central de Regencia, no ha podido ser a causa de una<br />

accidental descomposición de la Imprenta. Con este<br />

motivo damos hoy a luz únicamente lo que nos ha<br />

parecido más preciso, reservando publicar lo demás<br />

en el siguiente Número.<br />

Excmo. Señor. —S. M. ha leído con mucha<br />

satisfacción el papel de V. E. de 27 de Septiembre<br />

último, en que dando cuenta de las disposiciones<br />

tomadas por V. E. para proceder a la proclamación,<br />

y Jura de nuestro adorado Monarca el Señor D.<br />

Fernando VII y de las demostraciones de ese Pueblo<br />

en tan augusto acto, manifiesta no solo la inalterable<br />

fidelidad de V. E. y de este vecindario, sino también<br />

de que unos mismos son los votos, los sentimientos,<br />

y los principios de los Españoles de América, y de<br />

20<br />

Colección Bicentenario


Europa. S. M. ha tomado en la más alta consideración<br />

la conducta de V. E., ha acordado que se le den en<br />

el Real nombre de S. Majestad las más expresivas<br />

gracias, y que haga entender a los habitantes de ese<br />

Virreinato, que habiéndose propuesto la Junta Central<br />

Suprema Gubernativa de los Reinos de España e<br />

Indias, restablecer el Reinado de la Justicia, reformar<br />

los abusos, y establecer las verdaderas bases de las<br />

relaciones que deben subsistir entre la Metrópoli y<br />

las colonias para que sea mutua la utilidad, lo esperen<br />

todo del Gobierno, y cooperen a sus grandes miras,<br />

a fin de que el resultado sea cual deseamos todos. De<br />

Real orden lo comunico a V. E. para su inteligencia y<br />

cumplimiento. Dios guarde a V. E. muchos años: Real<br />

Alcázar de Sevilla 14 de Enero de 1809. Martín de<br />

Garay. —Señor D. Antonio Amar Virrey del nuevo Reino<br />

de Granada.<br />

<strong>La</strong>s muestras de fidelidad y patriotismo, que ha dado<br />

ese numeroso pueblo al momento de jurar a nuestro<br />

Rey y Señor D. Fernando VII, y los sentimientos<br />

de unión y fraternidad que ha desplegado en aquel<br />

augusto momento ese Cabildo, han llenado de placer<br />

a la Junta Central Suprema Gubernativa de España<br />

e Indias, para quien nada es más lisonjero que ver<br />

poseídos de un mismo espíritu a todos los vasallos de<br />

nuestro virtuoso y desgraciado Monarca. <strong>La</strong>s monedas<br />

de oro y plata que V. S. ha remitido de las acuñadas<br />

con el plausible motivo de la augusta proclamación<br />

del deseado Fernando, se han repartido a los Señores<br />

Vocales del mismo cuerpo Soberano Nacional como<br />

prenda de unión entre los dos hemisferios, entre los<br />

Españoles de Europa y de América, unión que no<br />

podrán jamás destruir ni la intriga, ni la fuerza de los<br />

tiranos porque está cimentada sobre las bases más<br />

sólidas que son un origen común, un mismo idioma,<br />

unas mismas leyes, unas mismas costumbres, una<br />

misma religión, una misma honradez de principios<br />

y sentimientos, y unas mismas relaciones e interés.<br />

Colección Bicentenario 21


Estos son los vínculos que nos unen, vínculos que se<br />

estrecharán ahora más reparándose por un Gobierno<br />

justo los agravios que han padecido esas regiones del<br />

déspota vil que ha oprimido la nación entera el largo<br />

espacio de 20 años. Esto es lo que S. M. ha acordado<br />

se manifieste a V. S. y que den a este Cabildo, y a<br />

todo el Pueblo las gracias en Real nombre de S. M.<br />

asegurándole, que si por una parte espera que las<br />

personas de todos estados y clases harán los esfuerzos<br />

posibles para contribuir con caudales a la defensa de la<br />

patria, por otra se ocupará incesantemente la Suprema<br />

en proporcionar a ese Pueblo todas las ventajas que<br />

sean compatibles con la felicidad general de toda la<br />

monarquía. De Real orden lo comunico a V. S. para<br />

su inteligencia y satisfacción. —Dios guarde a V. S.<br />

muchos años Real Alcázar de Sevilla 14 de Enero de<br />

1809. —Martín Garay. —Muy Ilustre Cabildo Justicia<br />

y Regimiento de la muy N. y muy L. Ciudad de Santafé<br />

de Bogotá.<br />

El Sr. Don Fernando Séptimo, y en su Real nombre<br />

la Junta Central Gubernativa de España e Indias,<br />

se ha enterado de cuanto V. E. expone en su papel<br />

de 23 de Septiembre último, sobre las apuradas<br />

circunstancias de ese Virreinato en punto a caudales,<br />

los atrasos en que se hallan todas las Rentas Reales,<br />

los libramientos que el antiguo Gobierno giró contra<br />

esas Cajas, y demás que añade V. E. para manifestar<br />

que sus esfuerzos, en las circunstancias actuales, no<br />

han podido extenderse más que a entregar al Capitán<br />

de Fragata Don Juan José de Sanllorente la cantidad<br />

de quinientos mil pesos, que ha podido reunir de<br />

los ramos de consolidación, de los frutos decimales<br />

pertenecientes al Arzobispo electo de esa Santa<br />

Metropolitana Iglesia, y de las partidas que al pronto<br />

y en el recinto de esa Capital, se han recaudado de<br />

todos los estados y clases por vía de donativo. S.<br />

M. que conoce muy bien en estas demostraciones<br />

22<br />

Colección Bicentenario


la lealtad y amor de V. E. y de todos los habitantes<br />

de ese Virreinato a nuestro joven y virtuoso Rey, y<br />

su invariable adhesión a la Metrópoli y a la Junta y<br />

sagrada causa que defendemos, no sólo aprueba las<br />

medidas que V. E. ha tomado para la remesa de estos<br />

caudales y la del producto del ramo de correos que<br />

hubiese en la Plaza de Cartagena con los donativos<br />

que allí y en la Villa de Mompós se hubiesen recogido,<br />

sino que se ha dignado mandar que yo dé a V. E. en<br />

su Real nombre las más expresivas gracias por tan<br />

evidentes pruebas de su fidelidad y patriotismo,<br />

encargándole las dé igualmente a todos los cuerpos,<br />

clases y personas que con sus donativos hayan<br />

manifestado los mismos apreciables sentimientos. Y<br />

de Real orden lo participo a V. E. para su inteligencia,<br />

gobierno y satisfacción. Dios guarde a V. E. muchos<br />

años. Real Alcázar de Sevilla 3 de Febrero de 1809.<br />

—Martín Garay. —Sr. D. Antonio Amar Virrey del<br />

Nuevo Reino de Granada.<br />

Excmo. Señor. —De orden del Rey nuestro Señor<br />

D. Fernando Séptimo, y en su Real nombre la Junta<br />

Suprema Gubernativa de estos y esos Dominios,<br />

remito a V. E. para su inteligencia el reglamento<br />

expedido en 10 del corriente para gobierno de las<br />

Juntas superiores Provinciales de observación y<br />

defensa, y de sus subalternas o de partido. Dios<br />

guarde a V. E. Real Palacio del Alcázar de Sevilla<br />

16 de Enero de 1809. —Saavedra. —Señor Virrey de<br />

Santafé.<br />

[Redactor Americano del Nuevo Reyno de Granada, nº 59,<br />

Mayo 4 de 1809, Santafé de Bogotá]<br />

Colección Bicentenario 23


Documentos relativos a la jura de Yolombó,<br />

efectuada por doña Bárbara de Caballero. 1809,<br />

Mayo 10.<br />

Expediente promovido por Doña Bárbara Caballero<br />

vecina de la Parroquia de Yolombó, sobre haber<br />

jurado, en el año próximo pasado de 1808 al Señor<br />

Don Fernando Séptimo<br />

Año de 1809<br />

24<br />

Juez Comisionado D. José Antonio Varona<br />

[…]<br />

Sr. Juez Comisionado<br />

El Procurador General en vista del anterior escrito,<br />

lo que debe exponer es: que sin embargo de haberse<br />

hallado impedido de la salud, le consta de público<br />

y notorio, pública voz, y fama, que su narración es<br />

cierta, y verdadera, por haberse practicado en todos<br />

sus términos; que es cuanto puede decir en obsequio<br />

de la verdad. Yolombó Mayo 10 de 1809.<br />

Joaquín Londoño<br />

Declaración de Don Pedro Muñoz mayor de<br />

cuarenta años, no le tocan las Generales de Ley=<br />

En la Parroquia de Yolombó jurisdicción de la<br />

Ciudad de Antioquia en diez días del mes de Mayo<br />

de mil ochocientos nueve: Yo el Juez visitador, recibí<br />

juramento por Dios nuestro señor, y una señal de<br />

cruz a Don Pedro Muñoz vecino de ella, quien ofreció<br />

decir verdad de lo que supiere y fuese preguntado,<br />

y siéndolo por el tenor del antecedente escrito que<br />

va por cabeza dijo, y declaró lo siguiente: que con<br />

asistencia del declarante desde luego se celebró la<br />

Jura en esta cabeza de Partido de Nuestro católico<br />

Monarca el Señor Don Fernando Séptimo (que Dios<br />

guarde) con todas las formalidades necesarias hasta<br />

de regar dinero por la parte que le presenta; y que<br />

está a la verdad en cargo del juramento fecho, y<br />

Colección Bicentenario


habiéndosele leído su declaración de principio a fin<br />

se afirmó y ratificó en ella por estar fiel, y legalmente<br />

escrita, no le tocan las Generales de la Ley, y firmó<br />

conmigo de que certifico: Actuando con testigos a<br />

falta de Escribano=<br />

José Antonio Varona —Pedro Muñoz —José María de<br />

Palacios —Manuel López<br />

Declaración de D. Agustín de Ortega mayor de &c<br />

– años<br />

En esta Parroquia de Yolombó Jurisdicción de la<br />

Ciudad de Antioquia, en trece días del mes de Mayo de<br />

mil ochocientos nueve: Yo el Juez Comisionado, y ante<br />

testigos, hice comparecer a D. Agustín de Ortega, y le<br />

tomé juramento, que hizo por Dios nuestro Señor, y<br />

una señal de cruz, bajo del cual ofreció decir verdad en<br />

lo que supiere, y le sea preguntado, y siéndolo, según<br />

el escrito que la mueve, enterado de su razonamiento<br />

dijo y declaró lo siguiente: que es cierto que la que lo<br />

presenta juró al Señor Don Fernando Séptimo regando<br />

algunas monedas, y haciendo varias demostraciones<br />

de júbilo animando a todos a que exclamasen viva<br />

Fernando Séptimo, cortejando al pueblo quemando<br />

alguna pólvora en señal del regocijo que se dejaba<br />

ver, demostrándolo también todos los vecinos<br />

iluminando las casas, y demás parajes públicos, y que<br />

como no es vecino de esta parroquia no sabe más que<br />

lo ya referido, y que esto es la verdad, y lo que sabe<br />

en fuerza del juramento fecho, en el que, y esta su<br />

declaración siéndole leída, se afirmó y ratificó, dijo<br />

ser de edad, mayor de cuarenta años y firma conmigo,<br />

no tocándole ninguna de las generales. Actuando con<br />

testigos a falta de escribano.=<br />

José Antonio Varona —Agustín Ortega —Palacios<br />

Declaración de Hilario Gil mayor de veinte años<br />

En esta Parroquia de Yolombó Jurisdicción de<br />

la Ciudad de Antioquia, en el día de la declaración<br />

anterior: Yo el Juez Comisionado, y ante testigos,<br />

Colección Bicentenario 25


hice comparecer a Hilario Gil, y le tomé juramento,<br />

que hizo por Dios nuestro Señor, y una señal de cruz,<br />

bajo del cual ofreció decir verdad en lo que supiere,<br />

y le sea preguntado, y siéndolo según el escrito que<br />

la mueve, enterado de su razonamiento dijo y declaró<br />

lo siguiente: que en todas sus partes es cierto todo<br />

el contenido del Escrito que mueve esta declaración,<br />

agregando sí que regó algunas monedas en señal de<br />

tan plausible demostración: y que esto es la verdad<br />

en fuerza del juramento fecho en el que, y esta su<br />

declaración siéndole leída, se afirmó y ratificó, dijo<br />

ser de edad mayor de veinte años, y que en ninguna<br />

de sus partes le tocan las generales, y firma conmigo<br />

de que certifico: Actuando con testigos a falta de<br />

Escribano.=<br />

José Antonio Varona —Hilario Gil —Palacios<br />

Don José Antonio Varona Capitán Graduado de<br />

Caballería por su Majestad, Capitán A guerra y<br />

Justicia Mayor del Partido de Zaragoza; Juez Visitador<br />

de los Partidos de Yolombó, Remedios, y el dicho por<br />

comisión de Su Señoría el Señor Gobernador del<br />

Departamento &c.<br />

Accediendo a la Solicitud comprendida, certifico:<br />

en la manera que debo a los Señores, y demás<br />

personas que esta vieren cómo luego que llegué a<br />

esta Parroquia en visita que me hizo su venerable<br />

cura Don Blas José de Obregón y Uribe, tratándose<br />

sobre la Jura de Nuestro Católico Monarca el Señor<br />

Don Fernando Séptimo (que Dios guarde) me<br />

expuso por cosa particular, que en esta su feligresía<br />

cabeza de Partido le había jurado una mujer con<br />

todas las solemnidades, y formalidades, que exige<br />

tan decoroso Acto, y es Doña Bárbara Caballero la<br />

que ha promovido este expediente, mujer legítima<br />

de Don Miguel Gutiérrez, quienes me hicieron<br />

presente, que sin embargo del donativo próximo<br />

pasado, que contribuyeron cada uno por su parte, se<br />

26<br />

Colección Bicentenario


hallan deseosos de franquear otros de mayor cantidad<br />

para la presente Guerra, en servicio de la Augusta<br />

Persona; Es cuanto puedo certificar en obsequio de<br />

la verdad, y para que obre los efectos que convengan<br />

doy la presente en Yolombó en diez y ocho días del<br />

mes de Mayo de mil ochocientos nueve.<br />

José Antonio Varona<br />

En diez y ocho de los corrientes, día de la<br />

certificación anterior: Yo el Juez comisionado por<br />

el Sr. Gobernador del Departamento entregué esta<br />

información a la parte, como se previno por auto de<br />

diez de Mayo de mil ochocientos nueve, y lo firmo<br />

con los testigos actuarios por falta de Escribano. =<br />

en cuatro fojas útiles=<br />

Varona —Testigo José María Palacios<br />

Sr. Cura y Comisario del Santo Oficio.<br />

Doña Bárbara Caballero, Mujer legítima de D.<br />

Miguel Gutiérrez de este vecindario y con su<br />

expreso consentimiento ante Vmd. en debida forma<br />

o como más haya lugar en derecho parezco y digo:<br />

que hago solemne presentación de una información<br />

que a mi solicitud recibió y autorizó en esta D. José<br />

Antonio Varona, Capitán Graduado de Caballería y<br />

Juez Visitador por comisión del Sr. Gobernador y<br />

Comandante General de esta Provincia D. Francisco<br />

de Ayala; por lo comprensivo a los lugares de<br />

Yolombó, Remedios y Zaragoza, en donde hace hoy<br />

de Capitán A guerra.<br />

Dicha información se siguió para hacer ver y<br />

comprobar, procedí en el año próximo pasado a Jurar<br />

con la solemnidad posible en esta Parroquia a nuestro<br />

muy amado y suspirado el Sr. D. Fernando 7º en la<br />

que hallará Vmd. una certificación del nominado Juez<br />

visitador en que refiere lo que a Vmd. oyó decir sobre<br />

este particular por lo que suplico reverentemente se<br />

sirva certificar a continuación de esta mi petición, o<br />

Colección Bicentenario 27


como a bien tenga lo que le conste y singularmente<br />

lo concerniente a los puntos siguientes.<br />

1. ¿Si sabe y le consta, soy señora de Calidad y<br />

circunstancia?<br />

2. ¿Si es constante que D. Pedro Caballero mi amado<br />

Padre Natural de los reinos de España en Europa<br />

fue Capitán A guerra y Justicia Mayor y Teniente<br />

de Oficios Reales por el espacio de treinta años en<br />

esta, y las de Cancán porque ambas así lo quisieron,<br />

y porque los Excelentísimos SS. Virreyes de este<br />

Nuevo reino de Granada y los de Gobernadores<br />

de esta Provincia de Antioquia así lo tuvieron por<br />

conveniente atendiendo unos y otros a la paz, pureza<br />

y tino con que supo Gobernar y Gobernarse?<br />

3. ¿Si sabe y le consta que dicho mi Padre fue<br />

Administrador de correos de esta Parroquia, y si<br />

sirvió esta administración con la de las demás Reales<br />

rentas estancadas de tabacos, aguardientes, pólvora y<br />

barajas por muchos años, desempeñando uno y otro<br />

con pureza y honor?<br />

4. ¿Si obtuvo y efectuó el empleo de juez subdelegado<br />

de minas en estos dos lugares de Yolombó y<br />

Cancán?<br />

5. ¿Si sabe y le consta que el referido mi Padre a<br />

beneficio de esta Provincia proyectó el camino de<br />

Islitas desde el río de la Magdalena, por las agrestes<br />

montañas que median desde aquel caudaloso río hasta<br />

lo culto de estos poblados: si los superiores adaptando<br />

su pensamiento lo comisionaron para su apertura; y<br />

si verificada esta como lo verificó, tuvo que sufrir a<br />

su efecto y de su caudal los considerable desembolsos<br />

del caso para herramientas, alimentos, y jornales del<br />

peonaje; y si en el ínter que se le remplazaron sus<br />

invertidos caudales tuvo que sufrir una dilatada litis<br />

que le vincularon algunos particulares que aunque la<br />

ganó en tribunal competente, sufrió algún perjuicio?<br />

6. ¿Si le es constante o por lo menos oyó decir que<br />

para la empresa y apertura de este camino ayudó con<br />

cuatrocientos de su caudal?<br />

28<br />

Colección Bicentenario


7. ¿En iguales términos suplico se sirva certificar, si<br />

el actual Administrador de Correos y de Reales Rentas<br />

estancadas D. Vicente Moreno, mi cuñado, y Político<br />

Pariente, ha servido honrosamente los mismos<br />

Empleos que sirvió mi Padre; y si actualmente los<br />

obtiene, y sirve D. Pedro José Caballero, mi legítimo<br />

y lleno Hermano?<br />

8. ¿Y también si mi referido esposo D. Miguel<br />

Gutiérrez es Natural de los reinos de España, en<br />

Europa; y si después de haber servido con honor al<br />

Soberano, en sus Reales armas ha obtenido en estos<br />

Lugares los nobles y esclarecidos empleos de Síndico<br />

procurador, el de Alcalde Pedáneo de esta Parroquia<br />

y el de Alcalde de la Santa Hermandad de la Ciudad<br />

de Remedios y toda su Jurisdicción, desempeñando<br />

uno, y otro con pureza, acierto, y Justicia?<br />

9. ¿Finalmente si ambos, mi Esposo, y yo hemos<br />

contribuido Liberalmente los Donativos que se han<br />

solicitado por nuestro Soberano, y a su Real Nombre<br />

posteriormente y si hemos sido benefactores a<br />

esta Santa Iglesia Parroquial, singularmente a su<br />

reedificación, y con igualdad a los dos Templos de<br />

Chinq a y Santa Bárbara que se han levantado en sus<br />

Barrios?<br />

Todo lo cual o lo que sepa de Público y Notorio, o<br />

pública voz y fama suplico certifique, devolviéndome<br />

original, uno y otro para el uso de mi Derecho por<br />

ser de justicia a ella mediante<br />

A Vmd. suplico provea como pido y en lo necesario<br />

&a Bárbara Caballero<br />

Yolombó y Julio 12 de 1809.<br />

Por presentada con la información que acompaña.<br />

Como lo pide y en su virtud, Yo el Cura de la Parroquia<br />

del Sr. San Lorenzo de Yolombó D. Blas José de<br />

Obregón y Uribe, Clérigo Presbítero del domicilio<br />

de Santafé de Bogotá del Nuevo Reino de Granada,<br />

Sínodo apostólico de la Obra pía de Jerusalén, Juez<br />

Colección Bicentenario 29


Particular de Diezmos de esta Parroquia, y de la de<br />

Cancán, Comisario del Santo Oficio de la Inquisición,<br />

y Subdelegado de Cruzada &c.<br />

Certifico en debida forma o como haya lugar en<br />

derecho para ante los Señores que la presente vieren,<br />

tanto en juicio como fuera de él: que me es constante<br />

sobre que en los últimos días del año inmediato pasado<br />

de mil ochocientos ocho, en un día festivo, de clase: y<br />

de concurso, luego inmediatamente que se celebró la<br />

misa mayor popular, vi y presencié con un abundante<br />

concurso de pueblo, de todas clases y de ambos sexos,<br />

que Doña Bárbara Caballero legítima esposa de D.<br />

Miguel Gutiérrez de esta vecindad con su expreso<br />

consentimiento y vestida de gala, en la proporción<br />

correspondiente a su crecido caudal con una especie<br />

de estandarte blanco enarbolado en un bastón puño<br />

de oro, se presentó en la Plaza al frente del Santo<br />

templo parroquial y con la mayor compostura, y<br />

decencia procedió a Jurar a Nuestro muy amado, y<br />

legítimo soberano el Señor D. Fernando Séptimo,<br />

batiendo su estandarte con la mano que lo empuñaba,<br />

y con la otra esparciendo monedas de plata acuñada<br />

por la plaza, y su concurso, levantando este la voz en<br />

grito en compañía de la que juraba con repetición,<br />

y compasados vivas sobre el Señor D. Fernando<br />

Séptimo; a que siguió en la casa de su morada (sita en<br />

la misma plaza) una sonora música y un espléndido<br />

refresco; habiendo precedido la noche inmediata y<br />

sucedido la de aquel día general iluminación a este<br />

intento al del Donativo que en aquel día se colectó,<br />

y al de los progresos y ventajas tan favorables que<br />

se acabaron de anunciar sobre nuestras invencibles<br />

armas españolas contra el enemigo del linaje<br />

humano. Con lo que queda absuelto el preámbulo del<br />

interrogatorio; y pasando a sus singulares puntos<br />

digo al primero:<br />

30<br />

Colección Bicentenario


Que es constante, público y notorio, que la que<br />

pide es Señora de la mejor Calidad y de muy nobles<br />

circunstancias.<br />

En iguales términos certifico que el Sargento Mayor<br />

de milicias, y familiar Secretario del Santo Oficio de<br />

la Inquisición D. Pedro Caballero, legítimo Padre<br />

de la que pide, fue oriundo de los Reinos de España,<br />

en Europa; que en esta y en la de Cancán (después<br />

de haber sido Alcalde Ordinario en el Cabildo de la<br />

Ciudad de Remedios) obtuvo los nobles, y esclarecidos<br />

Empleos de Capitán a Guerra, y Justicia Mayor; el de<br />

Administrador de Correos, y demás Reales Rentas<br />

estancadas, con el de la Subdelegación de Juez de<br />

Minas, desempeñando uno y otro con honor, pureza<br />

y tino, por el largo espacio de treinta años poco más<br />

o menos, en que se mereció el mejor concepto de los<br />

Superiores, y todo aplauso de los Súbditos, por lo<br />

bien que supo conciliarse con unos, y otros, sin faltar<br />

a la justicia. Con lo que quedan absueltas desde la<br />

primera hasta la cuarta preguntas.<br />

[…]<br />

Todo lo cual así lo certifico al pedimento que lo<br />

motiva, por constarme lo más que he presenciado en<br />

el tiempo de diez y nueve años que son los mismos que<br />

material y formalmente he residido en este beneficio;<br />

y lo que no es público y notorio es pública voz y fama.<br />

Y porque conste doy la presente con devolución de<br />

uno y otro original en esta referida Parroquia de Sr.<br />

San Lorenzo de Yolombó de Supía.<br />

Blas José de Obregón y Uribe<br />

Sr. Gobernador Comandante General.<br />

Doña Bárbara Caballero legítima mujer de D.<br />

Miguel Gutiérrez con permiso que hago constar<br />

y vecinos de este sitio de Yolombó por medio de<br />

persona de nuestra satisfacción ante V. S. en el mejor<br />

modo que más haya lugar, y conforme a derecho<br />

Colección Bicentenario 31


parezco y digo: que habiéndose ejecutado en todos los<br />

Pueblos Principales de esta dilatada y fiel Provincia<br />

el año precedente, la Proclamación y Jura de Nuestro<br />

amado Rey el Señor Don Fernando 7º, movida Yo<br />

de un tierno amor, y vivos deseos de que resonase<br />

tan augusto nombre, no pude sufrir que por falta<br />

de medios del juez Real y distancia de los demás<br />

vecinos en sus minas de oro, y otros ejercicios de su<br />

subsistencia, y benéficos a la Real Hacienda; se dilatase<br />

tan debida demostración de vasallaje, y con cuyo<br />

motivo hice convocatoria de cuantos habitantes había<br />

aquí, me preparé del mejor modo que permitieron<br />

las circunstancias locales, y procedí en Diciembre<br />

del citado año anterior a la Proclamación y Jura,<br />

con la circunspección y decencia que manifiestan los<br />

documentos originales que en nueve hojas presento a<br />

V. S. solemnemente, y donde por menor se comprueba<br />

esta acción, que tanto Yo, como todos estos vasallos<br />

hemos estimado regocijándonos, y contándola por<br />

una de las que en cualquiera tiempo distinga nuestra<br />

lealtad al Soberano, para que se tenga así entendido,<br />

y se conozca haber Patriotas de ambos sexos que<br />

sacrificarán sus haciendas, y vidas por servir al<br />

Estado, dejando a la posteridad este ejemplo que<br />

llene de confusión, y vergüenza, a los que atrevidos y<br />

sacrílegos han descubierto en otras partes bastardos,<br />

viles pensamientos de insubordinación, e irrespeto.<br />

He comprobado al mismo tiempo los méritos no<br />

cortos de mi Padre D. Pedro Caballero natural de la<br />

ciudad de Málaga el largo espacio de treinta años, en<br />

los distinguidos empleos de capitán a guerra, Justicia<br />

mayor, teniente real alcalde de segundo voto en la<br />

ciudad de Remedios, sargento mayor, familiar del<br />

santo oficio, administrador de correos y demás rentas<br />

estancadas con otros destinos propios a una particular<br />

conducta y actitud, tanto para que este Gobierno<br />

propendiese, y lo propusiese reiteradamente, como<br />

a que recayesen las aprobaciones y títulos de los<br />

superiores porque estos Pueblos se mantenían<br />

32<br />

Colección Bicentenario


tranquilos y contentos, y porque siempre se notó su<br />

prudencia, celo y pureza, y sobre todo que él supo<br />

proyectar este importante camino de Islitas por<br />

desiertos, montañas a salir al río de la Magdalena<br />

a beneficio de la exportación a menos o ningunos<br />

riesgos del Tabaco de S. M. que tanto se consume<br />

en esta Provincia con crecido incremento de su<br />

erario, y de los comerciantes de ella, que lo aumentan<br />

desempeñando la comisión que se le dio a la apertura<br />

no obstante la multitud de inconvenientes que se<br />

presentaron contribuyendo a tan laudable objeto con<br />

cuatrocientos pesos fuertes para ayuda de costos.<br />

También se indican y demuestran los servicios de mi<br />

hermano D. Pedro José actualmente Capitán a guerra;<br />

los de mi cuñado D. Vicente Moreno Administrador<br />

de correos y quien ha obtenido otros empleos y los de<br />

mis demás deudos porque toda la familia vincula su<br />

honor en ser útiles a S. M. y al público. Pero debo hacer<br />

particular recordación de los de mi citado Esposo que<br />

en España se ocupó en el Real Servicio de las Armas<br />

y en este paraje y ciudad de Remedios de Provisor<br />

General, Alcalde Ordinario y de la Hermandad que<br />

ambos hemos sabido contribuir con donativos para la<br />

Guerra, y con cuatrocientos pesos a la reedificación<br />

de esta Santa Iglesia Parroquial, siendo igualmente<br />

benefactores de los demás Templos.<br />

No me ha sido fácil justificar por menor otros varios<br />

servicios personales ni de nuestros mayores: Tampoco<br />

recoger los papeles de notables, ni más por lo que se<br />

ha considerado bastante a publicar la acción de una<br />

mujer que sobre las obligaciones que le contribuyen<br />

la Religión y las Leyes, debe por su clase, y por los<br />

buenos ejemplos de los suyos, no hace otra cosa que<br />

semejantes actos de honor como protesto: Por tanto<br />

parece que este ilustrado Gobierno, aprobará mi<br />

proceder, y hará las insinuaciones que le parezcan<br />

oportunas, para que las superioridades del Reino, y la<br />

Colección Bicentenario 33


Suprema Junta Gubernativa, hagan lo propio si fuese<br />

de Justicia. Por ello<br />

A V. S. suplico provea y mande como pido que en lo<br />

necesario juro &c.<br />

Bárbara Caballero<br />

Sr. Gobernador Comandante General.<br />

D. Miguel Gutiérrez natural de los Reinos de<br />

España vecino de este feligresado de Yolombó, y<br />

legítimo marido de Doña Bárbara Caballero, ante V.<br />

S. por medio de mi confidente y conforme a derecho<br />

parezco y digo: que esta hace ver con documentos<br />

fidedignos su heroica y aplaudida acción de haberse<br />

dedicado a hacer la Proclamación y Jura de Nuestro<br />

Soberano el Señor Don Fernando Séptimo en el mes<br />

de Diciembre último por las causas y motivos que<br />

indica, y principalmente porque ella no pudo de otra<br />

manera explicar el Júbilo que ocupó su corazón hacia<br />

un Rey que por tantos títulos es amable, y ha movido<br />

a sus vasallos a sacrificar gustosos haciendas, y<br />

vidas por verlo en su Augusto Trono. No fue mucho<br />

que mi consorte privando así a los hombres de una<br />

demostración más propia de ellos se anticipase, y<br />

corriese con entusiasmo presurosa sin más interés<br />

que manifestar al mundo que hay también en este<br />

Reino mujeres que solo esperan la ocasión para otras<br />

muchas dignas acciones que más y mejor acrisolen el<br />

noble espíritu que las anima.<br />

Los méritos y servicios de D. Pedro Caballero, de<br />

su hijo D. Pedro José, Padre y hermano de mi Esposa;<br />

los de mis deudos y los personales míos, que todos<br />

van comprobados en la documentación presentada,<br />

no parecen fuera de propósito y sí muy propios<br />

del caso, para que se conoce ser propensión de los<br />

caballeros verdaderamente fieles aprovechar lances<br />

manifestando su amor, y reconocimiento al Rey y al<br />

público.<br />

34<br />

Colección Bicentenario


Dígnese V. S. dispensar la tardanza de esta noticia o<br />

de este ocurso pues aún nos parecía poco a lo mucho<br />

que debemos hacer en Paz, y Guerra, cumpliendo con<br />

nuestro deber: Dígnese también por su justificación,<br />

y bondad, estimar y aprobar el procedimiento<br />

de mi mujer informando al propio tiempo a las<br />

Superioridades donde hemos de acudir a ofrecer<br />

humildemente nuestras personas, cuanto tenemos y<br />

las mismas vidas en defensa de la sagrada Religión<br />

que profesamos en servicio de una Monarquía,<br />

cuyas Leyes hemos jurado cumplir y en obsequio de<br />

la amada patria; por parecer todo muy conforme, y<br />

arreglado a justicia la cual mediante y haciendo el<br />

pedimento más útil y reverente:<br />

A V. S. suplico provea como solicito, mandando<br />

igualmente se me entreguen los originales con<br />

los testimonios que necesite, que para ello juro lo<br />

necesario &c.<br />

Miguel Gutiérrez<br />

Antioquia, Septiembre 15 de 1809<br />

Désele vista al Procurador General.<br />

Ayala —Ante mí Palacios<br />

En el día del Decreto hice saber al confidente de las<br />

partes presentantes, que lo es Vicente del Campillo,<br />

quien quedó impuesto. Doy fe.<br />

Palacios<br />

En el mismo día pasé, y entregué este expediente<br />

al Sr. Regidor Dr. D. Faustino Martínez que hace de<br />

Procurador General por ausencia del propietario,<br />

doy fe.<br />

Palacios<br />

Este ministerio no halla reparo en que se aprueben<br />

estas diligencias y aun le parece más debido se le de a<br />

entender a Doña Bárbara Caballero lo recomendable<br />

Colección Bicentenario 35


que se ha hecho, por su celo, amor, y lealtad para con<br />

nuestro aplaudido Monarca el Sr. Fernando 7º, y<br />

para con la nación toda; la acción que Doña Bárbara<br />

presenta justificada en este expediente al pueblo<br />

Español es singular, y digna del mayor aprecio,<br />

así por las cualidades del lugar donde ejecutó la<br />

proclamación, como porque en un pueblo remoto<br />

la voz de una sola mujer que aclamaba a Fernando<br />

bastó a que todo un vecindario siguiendo su ejemplo,<br />

y reunidos con ella, no solo le reconocieron por su<br />

Rey y Señor natural, sino que se hicieron dueños de<br />

su causa, este ejemplo desengañará completamente a<br />

los que procuran inquietar y perturbarnos en el amor<br />

de nuestros legítimos Soberanos, pues acabarán de<br />

conocer que el mismo entusiasmo reina en un sexo<br />

débil que en un intrépido Español, que unos mismos<br />

vínculos nos unen, y que sabemos disputar y defender<br />

nuestra nación ofendida aún en lo más recóndito de<br />

nuestros hogares: por tanto son de franquearse al<br />

mismo tiempo los documentos que solicita D. Miguel<br />

Gutiérrez consorte de la Caballero con los originales<br />

a los usos que les convengan en Justicia. Antioquia<br />

Septiembre 18 de 1809.<br />

Dr. Faustino Martínez<br />

Antioquia Septiembre 18 de 1809<br />

Resultando probada por estas diligencias la acción<br />

de Doña Bárbara Caballero en la proclamación de<br />

nuestro Soberano el Señor D. Fernando 7, se le den<br />

las gracias y espera este Gobierno que tanto esta,<br />

como su marido D. Miguel Gutiérrez, continuarán<br />

con sus donativos para la guerra, manifestando así<br />

más y mejor su amor, y lealtad; y a quienes se les<br />

franquearán los testimonios que quieran con estos<br />

originales, al uso y efecto convenientes que tengan<br />

lugar de Justicia<br />

Ayala<br />

Ante mí<br />

Palacios<br />

36<br />

Colección Bicentenario


Inmediatamente hice saber al confidente de D.<br />

Miguel Gutiérrez y su consorte el Decreto anterior,<br />

doy fe.=<br />

Palacios<br />

Excmo. Sr.<br />

Creería faltar a la justicia debida a los beneméritos<br />

vasallos de S. M. y cometer uno de los delitos<br />

más enormes hacia la persona del Soberano, si no<br />

cumpliese con la comisión y poder dado por D. Miguel<br />

Gutiérrez (ya difunto) marido de la ilustre heroína<br />

Doña Bárbara Caballero. Esta, como se acredita de<br />

las adjuntas originales diligencias, celosa de su honor,<br />

y deseando con el mayor entusiasmo dar una prueba<br />

nada equívoca de su amor acendrado hacia nuestro<br />

suspirado Monarca, coge un Estandarte forjado<br />

por su respecto, lo enarbola en la Plaza pública de<br />

Yolombó, prorrumpe en las expresiones más tiernas<br />

de amor y respeto, en una palabra, jura y proclama a<br />

nuestro Rey el Señor D. Fernando Séptimo, siendo<br />

ella misma quien presta y recibe el pleito homenaje<br />

en fe del vasallaje debido a su Soberanía.<br />

Esta acción aunque debida, ejecutada por una<br />

mujer, tiene la particularidad de meritoria como lo es<br />

también la recolección del donativo que promovió, y<br />

doscientos pesos fuertes que a su nombre consignó.<br />

En este concepto V. E. se ha de servir aprobar<br />

este procedimiento, dando cuenta a Su Majestad, y<br />

franqueándome testimonio íntegro de todo, como<br />

igualmente mandando se la hagan saber los resultos<br />

de esta solicitud tanto en ese Superior Gobierno,<br />

como lo que tuviese acerca de la Soberanía.<br />

Dios guarde a V. E. muchos años. Santafé 29 de<br />

Marzo de 1810.<br />

Colección Bicentenario 37


Excmo. Sr.<br />

Luis Sarmiento<br />

Excmo. Sr. Virrey Gobernador y Capitán General<br />

del Reino<br />

38<br />

Santafé 14 de Abril de 1810<br />

Al Sr. Asesor<br />

Amar<br />

Leiva<br />

Santafé Abril 26 de 1810<br />

Al Señor Fiscal<br />

[Dos firmas ilegibles]<br />

Bustamante<br />

Excmo. Sr.<br />

El Fiscal de lo Civil dice: que es loable el celo de<br />

Doña Bárbara Caballero, por la proclamación que hizo<br />

del Sr. D. Fernando 7º en Yolombó; por manifestar<br />

así su amor al soberano en un lugar reducido donde<br />

tal vez no había sujeto que pudiera desempeñarla con<br />

lucimiento, como lo hizo la Doña Bárbara Caballero,<br />

por ser Pudiente; y que de este modo se cumplió<br />

con una demostración debida. Por lo que podrá V.<br />

E. aprobarla y mandar que los demás que solicita,<br />

se instruya en forma, y con poder de la interesada,<br />

respecto a ser viuda como se asegura. Santafé Mayo<br />

7 de 1810.<br />

Frías<br />

Santafé Mayo 9 de 1810<br />

Autos y vistos: Aplaudiéndose el celo de Doña<br />

Bárbara Caballero, se le cubra el testimonio que expida<br />

de este expediente para lo que viere convenirle: en<br />

cuyo perjuicio el Gobierno de la Provincia informará<br />

con justificación si se han acostumbrado hacer las<br />

proclamaciones de anteriores reinados en el sitio de<br />

Yolombó, a quién toca hacerla y por qué no se ha hecho<br />

por el Ministro o Empleado que correspondía.=<br />

Bustamante<br />

Colección Bicentenario


En catorce de los mismos pasé noticia del Superior<br />

auto que antecede al Sr. D. Diego Frías Fiscal de lo<br />

Civil: en Sra. rúbrica, doy fe.<br />

[Dos firmas ilegibles]<br />

[Archivo General de la Nación, Sección Colonia, Fondo<br />

Historia civil, rollo 20, tomo 19, ff. 915-930]<br />

Inscripción de Frutos Joaquín Gutiérrez a un<br />

cuadro alegórico con el Retrato de Fernando 7º.<br />

1809, Junio 4.<br />

Inscripción con que el D. D. Frutos Joaquín<br />

Gutiérrez, Catedrático de Derecho Canónico del<br />

Colegio R. M. S. de S. Bartolomé de esta Capital de<br />

Santafé de Bogotá, ha colocado en su Aula un bello<br />

cuadro alegórico con el Retrato de nuestro muy<br />

amado y augusto soberano.<br />

Ferdinandus VII.<br />

Hispaniar. et Indiar. Rex.<br />

Flos adolescentium, Senectuti jucundus.<br />

Sceleratissimo proditionis facinore<br />

Ante diem decerptus,<br />

Adest absens<br />

Omnium Novi Regni animis<br />

inscuiptus.<br />

Collegio Div. Barthol. Civitat. Senctefid.<br />

Dilectissimus, vehementer optatus.<br />

Canonice, Iurisprudentie Canditatis<br />

Incenso amoris Studio<br />

Prosecutus.<br />

[Redactor Americano del Nuevo Reyno de Granada, nº 61,<br />

Junio 4 de 1809]<br />

Colección Bicentenario 39


Noticia del acto celebrado en el Colegio de San<br />

Bartolomé en homenaje al Rey. 1809, Agosto 4.<br />

Santafé 4 de Agosto de 1809.<br />

En la tarde del 22 del próximo pasado, se celebró<br />

en la Aula de Derecho Canónico del Colegio R.<br />

M. S. de San Bartolomé de esta Capital un Acto<br />

muy tierno, muy solemne, y quizá original por su<br />

objeto, cuya circunstancia me obliga a publicarlo,<br />

aunque por su brillantez y mérito no debía ser tan<br />

compendiosamente, como lo hago por el ceñido plan<br />

de nuestro Periódico.<br />

Para colocar en dicha pieza con la mayor dignidad el<br />

Retrato de nuestro amadísimo y augusto Monarca el<br />

Señor D. Fernando VII, se hizo un convite magnífico<br />

de todos los sujetos más distinguidos por su Empleo,<br />

grado, literatura, y nobleza, tanto eclesiásticos como<br />

seculares. Colocados en sus respectivos asientos a<br />

presencia del numeroso concurso de estudiantes y<br />

espectadores ilustrados, rompió la música militar<br />

en un concierto muy agradable. Después desde la<br />

Cátedra, fronteriza al majestuoso Sitial donde estaba<br />

el Real Simulacro, pronunció un elocuente y oportuno<br />

discurso (por elección de su Catedrático el D. D.<br />

Frutos Joaquín Gutiérrez), D. José María Domínguez<br />

de la Roche, Dr. en Derecho Civil y actual cursante de<br />

dicha Aula. Esta pieza prosaica con otra poética que<br />

se dijo a continuación, excitaron en los circunstantes<br />

afectuosas sensaciones de ternura: y por preferir las<br />

noticias corrientes se omiten para publicarlas en otra<br />

ocasión. Después de dichas continuó la armoniosa<br />

orquesta y entre tanto los Señores Oidor D.<br />

Francisco Cortázar, y Comandante D. José Moledo,<br />

fueron elegidos para conducir desde el Sitial el Real<br />

Retrato, que colocaron decorosamente junto a la<br />

Cátedra; entre los repetidos vivas y aclamaciones de<br />

la multitud de concurrentes convidados a solemnizar<br />

este plausible Acto de fidelidad y amor.<br />

40<br />

Colección Bicentenario


A la verdad, si las oraciones, lágrimas, y elogios<br />

que se han dirigido al Cielo, derramado en la tierra<br />

y esparcido al público por Fernando VII, se pudieran<br />

reducir a un cuerpo sólido, le formarían sin duda un<br />

Trono: el más elevado y precioso que se vio jamás.<br />

¡Oh Séptimo Fernando esclarecido!<br />

Tú reinas con más gloria que el Tirano<br />

Autor de su infortunio, y más ufano<br />

Debes vivir por todo lo ocurrido;<br />

<strong>La</strong> traición de este monstruo te ha ceñido<br />

Un laurel de primor tan soberano,<br />

Que mientras permanezca el Ser humano<br />

Hará tu nombre claro y distinguido.<br />

¡Oh Joven singular! tu cautiverio,<br />

<strong>La</strong> Lealtad, el Amor, y la Inocencia,<br />

Han llorado incesantes, y un Imperio<br />

Te han formado de nueva refulgencia!<br />

Tu rapto, en fin, ha sido un gran misterio<br />

Fecundo de prodigios con frecuencia.<br />

[“Santafé 4 de Agosto de 1809”, Redactor Americano del<br />

Nuevo Reyno de Granada, nº 65, Agosto 4 de 1809]<br />

Confesión de José María Rosillo de las razones<br />

que lo llevaron a adelantar una fallida sublevación<br />

en los llanos de Casanare. 1810, Marzo 6.<br />

D. Remigio María Bobadilla, y Castejón Teniente<br />

de Navío de la Real Armada Gobernador de la<br />

Provincia de los Llanos de Casanare, &c. =Por<br />

cuanto en la mañana de esta fecha continuando la<br />

declaración de D. José María Rosillo acerca de la<br />

internación en esta Provincia; y demás notorio, ha<br />

expuesto que referirá circunstanciadamente todas<br />

las confianzas, correspondencias, y cuanto sepa de<br />

lo que ha ocurrido a él y su compañero D. Carlos<br />

Salgar sobre sus Viajes a la inmediación de Santafé<br />

Colección Bicentenario 41


de que tratan unos papeles, o cuadernos que por<br />

mí le han sido presentados, relativos a sus notorios<br />

procedimientos; con la mira de evitar la extensa<br />

dilación de tiempo a que daría lugar tal examen en el<br />

orden regular del interrogatorio; y que lo haría bajo<br />

la misma gravedad del Juramento que ha prestado;<br />

en tal virtud atendiendo a las demás atenciones de<br />

urgente despacho que sobre estos mismos particulares<br />

me rodean, he venido en ello, para que a continuación<br />

de este auto lo efectúe así. En fe de lo cual lo firma<br />

conmigo y testigos de actuación en Pore a Seis de<br />

Marzo de Mil Ochocientos diez. =Bobadilla. =José<br />

María Rosillo. =Testigo Francisco Soler. =Testigo<br />

Dionisio Girón.<br />

Con motivo a la formación de votos para la<br />

celebración de la Junta que se formó o congregó (no<br />

tengo certeza la fecha ni mes) comenzaron a frecuentar<br />

muchos sujetos de los que en los que he referido<br />

tengo nombrados ya algunos y de los demás por<br />

ahora no hago entera memoria: todos estos, por lo<br />

que conocí y aun oí algunas especies, y aun me decía<br />

mi tío, venían a casa con el objeto de saber el voto de<br />

mi nombrado tío, y a conocer según recibí su sentir:<br />

de aquí nace el origen que tengo para deducir que<br />

tenían parte y conocimientos de todo, D. N. Pombo,<br />

D. Pedro Groot, y otros varios, que no tengo ahora<br />

presente. =Efectuada esta segunda Junta en casa del<br />

Excmo. Señor ya decían generalmente que no había<br />

duda, en los indicios que se sospechaban, y que en su<br />

resolución acabarían de saber sus procedimientos,<br />

&c. ya dichos en mi declaración. Que igualmente del<br />

cuerpo de Real Audiencia con particularidad del Sr.<br />

Decano D. Juan Hernández de Alba de quien oía<br />

referir mil cosas criminosas. En este estado ya<br />

extrañaban varias disposiciones de Provisiones de<br />

Guerra, o como formando partido del Excmo. Sr.<br />

eran infinitos de los que oía mil cosas contra el<br />

Excmo. Sr., de las cuales he anunciado algunas, y<br />

42<br />

Colección Bicentenario


exclamaban diciendo, que ya no se podía soportar,<br />

que cuando no era el acomodo para los suyos,<br />

mejorándoles en cuanto se podía con notoria injusticia<br />

de los que tenían méritos y eran dignos, era por venta,<br />

y al que más ofrecía. A esto traían varios ejemplares<br />

con que convencían a cualquiera. Aun en orden a<br />

unos Pasquines, en varias conversaciones que noté en<br />

dicha casa de mi tío, y en otras particulares, y a varias<br />

personas, decían que los Pasquines dimanaban del<br />

Señor Alba el que intervenía en un todo a cuantos<br />

movimientos se ejecutaban y de los procederes del<br />

Excmo. Señor a quien aconsejaba que hiciese una<br />

degollación de varios principales de la Capital, y que<br />

entonces harían y desharían en cuanto se les antojase:<br />

A lo que dicho Señor Excmo. no quiso acceder, a<br />

pesar de infinitas ocasiones que le instó, y para<br />

efectuar su intento decían que formaba los Pasquines<br />

que menciono. A esta sazón entendí y oí por varios<br />

que se formaban Juntas privadas en que se trataba de<br />

dar medios de asegurar al Soberano la Corona, y<br />

favorecer igualmente hasta el último punto la religión:<br />

que todos los antecedentes, con los avisos que había,<br />

y hechos de dicho Excmo. Señor no cabía ápice de<br />

duda en que intentaba vendernos al tirano e impío<br />

Napoleón Primero. En medio de todos estos alborotos<br />

en que me hallaba yo como sorprendido, y admirado,<br />

un día que venía de Coro mi Tío en unión de otros<br />

sujetos después de haber estado conversando algún<br />

tiempo (de lo que no llegué a percibir cosa alguna)<br />

entendí que era anexo a lo que se temía: retirados ya,<br />

me llamó y dijo: sed siempre fiel al Rey, ámalo, y por<br />

tu parte procura servirle hasta con tu vida: entonces<br />

me dijo esas especies que ya referí en orden a conseguir<br />

a nuestro amado Fernando o uno de los Infantes, si<br />

faltaba nuestro Rey: que si Dios disponía, o era su<br />

voluntad de que llegase a ocasión de estar entre<br />

Protestantes, no me olvidara de mi religión, que<br />

temiese a Dios, &c. Concluido esto me dijo todo lo<br />

que se temía y esperaba del nominado Señor Excmo.,<br />

Colección Bicentenario 43


y de la Audiencia; la insolencia con que se manejaban<br />

varios de los mercaderes, que eran favorecidos del<br />

referido Señor Oidor Alba, animados a las expresiones<br />

de este Señor, las que decían eran notorias, así como<br />

la de los expresados mercaderes, de los que hago<br />

memoria eran D. N. Manzano, D. N. Llorente que<br />

aseguraban es efectivamente Sastre en Cádiz, el cual<br />

trató de ultrajar de palabra, sin antecedente alguno, a<br />

D. N. Mosquera, al Dr. D. Francisco Ulloa, y a no sé<br />

qué otro sujeto; Cosme Damián, Bernardo Gutiérrez,<br />

y no hago memoria de mas; de los que oí asegurar<br />

que andaban de día armados algunos de ellos, y que<br />

esto tenía muy irritados a todos, pues conocían que<br />

eran insultos que se les hacían claramente, entonces<br />

ya con las noticias de que se traía gente de Cartagena,<br />

que habían formado listas para la proscripción de<br />

varios sujetos, y que ascendía su número a más de<br />

sesenta personas, que las más eran de las que habían<br />

formado la Junta; cuya noticia fue muy sabida en todo<br />

Santafé; que su origen le tuvo de no sé si el Mayordomo<br />

de Palacio, u otro doméstico; siendo la gente, o tropa<br />

mencionada para practicar infinitas cosas que<br />

aseguraban. Ya advertí la frecuencia en el Sr. Dr.<br />

Estévez, y otras personas, que no habían tenido<br />

mayor franqueza en Casa, y hago memoria del Dr. D.<br />

Francisco Ulloa, de quien en una de tantas veces que<br />

venía fue una a señalar a mi tío, y creo a traerle una<br />

carta de su Padre de dicho Ulloa en que decía iba a<br />

los Pastos creo también con tropa, pero que según su<br />

espíritu de la Carta denotaba inclinarse al favor de<br />

Quito, pues añadía que lo de Popayán está muy malo,<br />

y así le decía a su hijo que es el dicho Dr. que dejase<br />

todo y marchara para la de Popayán. =Ya sabía yo<br />

que D. Joaquín Ricaurte en esos días había formado<br />

una carta de denuncio contra el Excmo. Señor en que<br />

aseguraba que los Señores oidores tenían fraguado<br />

un proceso (cuya noticia fue igualmente notoria) en<br />

que le acusaba de traidor, y que esto lo haría claro:<br />

este denuncio se hizo ante el Sr. D. Luis Caicedo, el<br />

44<br />

Colección Bicentenario


cual fue, y presentando la carta le impuso de su<br />

contenido, que la respuesta fue el silencio; que a los<br />

dos o tres días hizo comparecer a los Señores Oidores,<br />

y entre ellos el Sr. Alba de quien se decía tenía el<br />

proceso guardado; y que comenzando el Excmo.<br />

Señor hablar a los referidos señores dijo: señores V.<br />

SS. son testigos que yo no he dicho nada hasta aquí<br />

de una acusación que se me hace; y que V. SS. tenían<br />

formando causa que se halla en poder del Señor D.<br />

Juan Hernández de Alba (que según me parece se le<br />

acusaba, y se solicitaba, y como sospechoso franquease<br />

su correspondencia) y que así que franquease su<br />

papelera: Que tanto lo que esta tibieza, y sencillez<br />

irritó los ánimos de todos, que por lo que observaba<br />

cada cual deseara excederse en asegurar y escudriñar<br />

las intrigas que tanto oí afirmar confirmadas, que<br />

este suceso (que por mí aseguro fue el que excitó del<br />

todo mi espíritu) patentizaba todo. =Yo ofrezco a mi<br />

Rey y Señor con toda sinceridad, que hasta entonces<br />

en lo que detenía mi consideración, era en una sola<br />

reflexión, de que acaso sería que por un mal entender,<br />

o equivocación intentaba una, y otra parte formar<br />

partido pero cada uno fundado en razón. =Hasta<br />

entonces solo esperaban ver la satisfacción por medio<br />

de las acusaciones efectuadas, y que se indemnizase el<br />

Excmo. Sr. de las sospechas que todos padecían sin<br />

excepción de personas; pero viendo que no era como<br />

aseguraban debía ser, comenzaron a formar papeles<br />

de los que fijamente supe, y entendí estaban hechos,<br />

y justamente discurrí y advertí había infinitos en el<br />

mismo asunto sabedores; y que no iban a casa porque<br />

no juzgaran era que formaban alguna Junta de<br />

rebelión, y los oprimiese el Señor Virrey. Entonces<br />

por lo que noté, y observé ya se disponían para<br />

preparar el informe a la Junta pidiendo su auxilio en<br />

sus necesidades. A este tiempo se había, según supe,<br />

dispuesto que partiera D. Antonio Nariño, que era<br />

uno de los que también eran sabedores para el Socorro<br />

a fin de excitar los ánimos haciendo presente lo que<br />

Colección Bicentenario 45


sucedía: en este discurso ya había no sé qué especies<br />

de que el Socorro hacía algún movimiento por medio<br />

de los corresponsales, a cuyo tiempo fui yo a Cincelada,<br />

y estuve en Charalá que oí varias cosas. En Cincelada<br />

no tuve más confianzas que con D. Joaquín Santos<br />

Primo Político, de lo mismo que él observó en Santafé;<br />

y con D. Vicente Ortiz, pero solo entre los dos, no<br />

hago memoria de otra cosa, ni de que ocurriera otra<br />

particularidad en orden a este negocio. En Charalá,<br />

nada más que con un tío carnal, refiriéndole como<br />

noticias lo que sucedía; no habiendo llegado carta ni<br />

aun de mi tío; pues como solo pensé ir a ver solo a mi<br />

hermana en una Hacienda no lo haría. Cuando formé<br />

este Viaje que lo tenía yo meditado hacía ya meses lo<br />

supieron varios, y me encargaban que mirase por mi<br />

Monarca y por el aumento de nuestra Religión; que<br />

bien sabía, y veía ya las cosas, y otras mil razones de<br />

esta naturaleza, de las que aunque vi a la verdad la<br />

fuerza que hacían como yo estaba distraído, y mis<br />

pensamientos eran dirigidos a otros fines del todo<br />

desviados; no hicieron total fuerza en mí, como lo<br />

haré constar, y que excitase, conmoviese, y procurase<br />

de mi parte dirigirlos en lo que pudiera: esto por<br />

ahora no hago memoria entre quiénes fue, solo me<br />

acuerdo que así varios me lo decían, y luego hacíamos<br />

relación a otros asuntos; que acordando yo las<br />

personas no tendré embarazo en decir sus nombres.<br />

En orden a este viaje en que la fuerza de los ríos me<br />

privó de ver el fin que deseaba, no acaeció ni<br />

familiaridades ni otra cosa alguna restituyéndome a<br />

la Capital; y es cuanto hago por ahora memoria. =<strong>La</strong><br />

carta denuncio que refiero arriba fue presentada al<br />

Señor Excmo. que dejaba dudoso a qué persona.<br />

También supe que luego entendió o supo D. Joaquín<br />

de que tenía su carta el mencionado Señor Excmo., se<br />

ocultó por allí inmediato según supe en Tequendama,<br />

e igualmente supe que no sé por qué medio se valía el<br />

referido Sr. para decir que encargasen a D. Joaquín<br />

Ricaurte, ya nombrado que viniera, que se vieran,<br />

46<br />

Colección Bicentenario


que le ofrecía no ejecutar cosa ninguna contra él, y<br />

después entendí que varios sujetos sus deudos así en<br />

general le aconsejaron que nada, no hiciese tal cosa,<br />

que según se advertía intentaba sobornarle, o valerse<br />

quizá de otros medios que no le serían buenos.<br />

=Pasados algunos días en que se decían que solo ya<br />

se esperaba el instante de llegar la tropa para romper,<br />

cuando ya se supo fijamente que el Señor Excmo.<br />

mandó por tropa a Cartagena, creció por dos razones<br />

el alboroto, y el horror: el uno porque ya decían el fin<br />

que traían; el segundo, porque decían, que como para<br />

castigar, o contener un desorden más bien dimanado<br />

de su parte, y que si acaso de algunos vagos, no se<br />

servía de la que tenía, y no sacar de una Plaza tan<br />

importante, y en un tiempo el más crítico en el que<br />

nuestro Monarca se veía con la Guerra más<br />

sangrienta, y tan poca gente que respectivamente<br />

tenía. A esto se aseguraban y notoriamente decían<br />

que no había duda, que el fin era dejar franco al<br />

Enemigo aquel punto, y se resolvió, según supe,<br />

tomar y encargar por todos medios la seguridad de la<br />

Corona, la Patria y la Religión: de aquí se originó, y<br />

supe que se avisaban a varios Lugares, cabezas de<br />

Provincias &c. ya referidos. Se dispuso igualmente no<br />

sé qué número, ni con individualidad qué personas,<br />

pero entendí que de los principales, y que D. Luis<br />

Caicedo tenía en esto conocimiento (a las instancias<br />

de varios que no tengo seguridad de personas, y que<br />

aun se empeñaron con mi tío, porque según advertí<br />

lo repugnaba de que me mezclase, aunque una cosa<br />

justa, pero que era dudosa su adquisición, y era<br />

exponerse a la venganza de un traidor Déspota, a lo<br />

que recordando en mi que era servicio a mi Monarca,<br />

a Dios, y mi Cara Patria, y seguro, aunque Joven de<br />

ninguna experiencia, de que todo estaba lleno de<br />

razón, y de una fuerza, que de no practicarlo así,<br />

dejaría de ser leal a un Rey tan amado como lo era<br />

Fernando Séptimo; y con empeño dije, que solo<br />

deseaba mi vida ya para los objetos indicados, y que<br />

Colección Bicentenario 47


ofrecía dar ocasión de manifestar a mi Patria que le<br />

sería de utilidad al Rey mi Señor y a ella misma): para<br />

una Junta de algunos individuos para ir a tomar las<br />

Armas de un pequeño piquete que marchaba para<br />

Quito. Que también cuando ya estaba para realizarse,<br />

hago memoria que de los que componíamos la Unión<br />

dicha, se nos decía que cada uno por su parte<br />

propendiese por todos caminos, que en caso apurado<br />

nos refugiásemos a Quito, y que allí tendrían<br />

compasión de nosotros; y el Marqués de Selva Alegre<br />

según algunas ideas era generoso. Últimamente<br />

esparcidos que salimos yo siempre con Salgar, y a<br />

poco de haber salido de la Capital, por el camino que<br />

llaman de Bosa se nos incorporó un Uribe, que venía<br />

haciendo de mozo, era del Socorro natural, y no me<br />

acuerdo por ahora su nombre; en el Pueblo de Soacha<br />

esperamos a D. Joaquín Castro, y a D. José Andrade y<br />

aún creímos viniesen otros: allí nos reunimos, y<br />

siguiendo con dirección a la Hacienda nombrada<br />

Colegio por el camino de la Parroquia de San Antonio,<br />

por cuya cercanía pasamos sin ocurrir en el discurso<br />

del viaje cosa particular sobre este asunto; y lo más<br />

fue nuestra conversación en admirar hasta dónde<br />

tenía penetrada la intriga, del aleve Godoy, y que no<br />

en vano había formado tales muestras de dolor<br />

cuando se supo la feliz caída de este hombre infame,<br />

y hasta prohibir las fiestas que se aparejaban, y fueron<br />

muy sonadas: en un todo declaraba su propensión a<br />

semejante traidor. Desde este punto, infinitos sujetos,<br />

y aún la ínfima plebe también extrañó esta alteración<br />

causada por un accidente que ojalá hubiera sucedido<br />

más antes, y que en la mayor parte ha sido de todo<br />

nuestro placer y bien todos estos discursos tan<br />

evidentes; y ciertos; ¿qué duda podrá nunca haber?<br />

Todo fomentaba en mí un coraje, y furia grande. A<br />

las once de la noche de aquel día nos unimos con D.<br />

Joaquín Ricaurte, D. Joaquín Borrero, y todos sus<br />

mozos, que no tengo memoria ni de su número, ni<br />

nombres: mucha parte del resto de aquella noche se<br />

48<br />

Colección Bicentenario


empleó en saber de su casa, y las novedades que se<br />

disponían en la Capital. Antes de todos estos<br />

preparativos, al menos que solo se iban a formar, se<br />

dijo en lugares públicos, por varias personas de la<br />

tertulia de Palacio, de los que oí nombrar a D.<br />

Bernardo Pardo Teniente de Granaderos, que el<br />

Excmo. Sr. disponía se diese una satisfacción pública,<br />

que rasgasen los procesos, y se tranquilizase todo.<br />

Esta oferta justa y arreglada, se esperó hasta que<br />

desengañadamente de su ejecución, que con placer<br />

general aguardaban todos, se volvió a emprender lo<br />

dispuesto, conociendo que sin duda el nominado,<br />

Señor Oidor Alba con sus intrigas habría desvanecido<br />

este medio de reconciliación con el Jefe y otros; que<br />

por lo que era sus procedimientos darían con la mayor<br />

reserva cuenta a la Suprema Junta que gobierna a<br />

nombre del Rey, para que dispusiese, pero que estarían<br />

tranquilos, &c. =Al día siguiente se trató de los<br />

medios de ver la gente con que debíamos seguir la<br />

empresa dicha, y el punto de reunión que con<br />

certidumbre jamás se fijó, y solo dijimos, que<br />

caminaríamos despacio; y D. Joaquín Ricaurte que<br />

debía hacer cabeza, dijo en la mesa de las Yeguas,<br />

paraje así nombrado o en Portillo, un paso que hay<br />

arriba de Tocaima, nos esperaríamos a la<br />

incorporación. En la referida mesa de las Yeguas<br />

hicimos aquella noche mansión, y a la una, o a las de<br />

la tarde partimos al dicho paso al que llegamos como<br />

a las ocho de la noche, y habiendo Carlos, y yo ido a<br />

la venta que con pretexto de solicitar alguna cosa de<br />

comer fuimos a imponernos de unos mozos que<br />

habían traído las caballerías, de la tropa que tenían<br />

acompañada hasta por cerca no hago memoria si de<br />

Prado, o Santa Rosa: que con esta novedad ya se trató<br />

de deshacer el proyecto que según yo percibimos fue<br />

porque estaba D. Joaquín Ricaurte poco gustoso con<br />

el referido Castro: Finalmente después de varias<br />

conjeturas se aseguraba ser imposible alcanzar la<br />

Tropa. Por uno de los que habían dado las principales<br />

Colección Bicentenario 49


disposiciones, que creo fue Castro nos ofrecía darnos<br />

la gente para la ejecución, y no admitimos por la gran<br />

distancia, y dificultad de alcanzar la dicha Tropa,<br />

cuyo armamento, y pertrechos eran para armar al<br />

Socorro, o todos los más que se adquiriesen por<br />

aquellos lugares. El número de la gente que<br />

esperábamos era según supe por toda hasta de ciento<br />

y más personas que no tengo certidumbre. El dinero<br />

supe era de varios sujetos, que ignoro y la cantidad<br />

que según entendí ascendía a creo mil pesos. <strong>La</strong><br />

reunión con el nominado Ricaurte, y Borrero fue en<br />

la casa en que vive el Mayordomo de dicha Hacienda<br />

nombrada Colegio, que es del Colegio del Rosario.<br />

Que en la Mesa de las Yeguas, y referida también fue<br />

en la casa del Mayordomo de ella, que igualmente es<br />

del Colegio dicho, y que el nombre del Mayordomo<br />

de la nombrada Colegio no hago ahora memoria su<br />

nombre, que su apellido es Zamora: del de la Segunda<br />

mansión aunque oí su nombre absolutamente no<br />

hago memoria: que comprendí que todo el<br />

Corregimiento de la Mesa estaba enteramente<br />

impuesto de todo, y que estaban de acuerdo; pero no<br />

sé por quiénes, ni en particular de los que estaban<br />

impuestos: y que finalmente hallaba en mí que cada<br />

uno de por sí, de todos general debían como<br />

Verdaderos Vasallos, y amantes de nuestra Sagrada<br />

Religión prepararse, y también imponer a los demás<br />

del riesgo positivo y verdadero en que se hallaba<br />

nuestra Patria desgraciada, la Corona del Monarca, y<br />

la religión, que sería destruida con la introducción de<br />

los Franceses de quienes sabidas sus crueldades<br />

infames, sus sacrilegios, y ultrajes, que profanando<br />

los Templos habían ejecutado con admiración y<br />

escándalo general. Todas estas ideas las cuales ya<br />

tenían formadas raíces muy profundas en mi pecho<br />

con la experiencia de lo que veía, oía, y se me decía,<br />

en nada tuve ya que dudar; ya solo solía exclamando,<br />

dolerme de una tiranía, y un hecho positivo, de que se<br />

vería sin excusa oprimida y despedazada mi patria;<br />

50<br />

Colección Bicentenario


cuyas quejas hasta los más torpes, y necios las<br />

proferían, y conocían abiertamente los intentos del<br />

Jefe Superior lo que haré constar, y es sabido de todos.<br />

De aquí formé el concepto de arbitrar medios para<br />

sacudir el yugo cruel que esperábamos al menor<br />

descuido, y seríamos sorprendidos sin remedio: de<br />

estas reflexiones que siempre tenía oídas, y hechas<br />

con varias personas, y aun no hago entera memoria si<br />

hablando en diferentes ocasiones con mi nominado<br />

tío en orden a los remedios que se pudieran tomar<br />

por últimos recursos se ocurrió este pensamiento<br />

para que impuestos no tan fácilmente se les pudieran<br />

introducir extranjeros. =Ya resuelta y empezada la<br />

separación a ejecutar echamos de ver que según<br />

varios antecedentes D. Joaquín Ricaurte con D.<br />

Joaquín Borrero pretendían o conmover a muchas<br />

partes del Gobierno de Neiva, cuyos ánimos también<br />

entendimos estaban aparejados y entre ellos la Villa<br />

de Purificación, o seguir hasta Quito para solicitar<br />

socorro a los de Santafé cuya igual idea ya teníamos<br />

Salgar, y yo meditada de poner en planta, y como a<br />

las nueve o diez de dicha noche nos separamos; y<br />

habiendo Salgar, y yo vuelto del camino que siguió<br />

Ricaurte, atrás porque había tomado ya alguna<br />

ventaja, hallamos al mencionado Castro que había<br />

quedado de ir a deshacer los preparativos indicados<br />

para el objeto que pensábamos, y habiendo dormido<br />

juntos en un pequeño rancho, no se ofreció más que<br />

nuestras conversaciones en orden a lo perdido de la<br />

empresa por la dilación de los que lo dispusieron. El<br />

referido Castro no nos declaró su proyecto; nos dijo:<br />

estamos perdidos; y solo por propender a favorecer la<br />

seguridad de la Corona, la religión, y la Patria, y que<br />

iba de tapada a observar el semblante de las cosas, y<br />

según eso se marchaba para el Socorro; donde ahora<br />

su primo estuvo. Al día siguiente tomamos el camino<br />

con designio de que si podíamos dar medios para la<br />

consecuencia de apoderarnos de las armas y gente<br />

(que según sabíamos era fácil su reducción porque lo<br />

Colección Bicentenario 51


deseaban y decían aludiendo a esto; que el Sr. Virrey<br />

solo quería dar modo de destruirlos, para que sus<br />

designios se efectuasen sin resistencia, que nada<br />

componían noventa y tantos de ellos para muchos<br />

que eran los enemigos, y que era sacrificarlos, pues<br />

según las órdenes, iban a reunir cerca de seiscientos,<br />

que eran del todo ignorantes al manejo de Armas<br />

&c., y otras mil expresiones producidas sin auxilio<br />

alguno que el natural: todo esto nos facilitaba que<br />

conseguiríamos nuestro fin, y justamente que<br />

entendimos, que su comandante, y oficiales iban como<br />

Sorneros; así seguimos y volvimos a encontrar al día<br />

siguiente a los dos ya nombrados Borrero, y Ricaurte,<br />

que nos saludamos y mientras solicitábamos alguna<br />

cosa de comer, llegó otro allí inmediato que dijo a<br />

Ricaurte si seguían ya y lo efectuaron, lo que a poco<br />

ejecutamos los dos Salgar y yo después de ir<br />

conversando acerca de todos nuestros proyectos, e<br />

intentos, discurrimos ser una locura seguir mediante<br />

las noticias que íbamos indiferentemente tomando, y<br />

las de la suma distancia a Quito, y enteramente<br />

escasos de dinero; y otras prevenciones: que nos<br />

resolvimos desistir por entonces, y solo preparar con<br />

algún disimulo a los Curas y algunos particulares; e<br />

inmediatamente retrocedimos por el paso de<br />

Fusagasugá después de haber estado creo día y medio;<br />

allí supimos que uno de tantos correos que pasaban,<br />

había dicho que el Socorro estaba sublevado y con los<br />

antecedentes después de manifestar un gozo indecible<br />

no sé si dijimos algunas causas de lo que ocasionaba<br />

aquel movimiento, y que esperamos que todos<br />

mirasen por la Corona de nuestro Soberano, por la<br />

Religión &c. y al día siguiente por la tarde marchamos<br />

para Melgar, Parroquia; allí con las siete u ocho que<br />

llegamos a una casa la primera que se nos presentó,<br />

pedimos nos diesen hospedaje, el que se nos concedió,<br />

y después de haber bajado conocimos a un mozo que<br />

es el llamado D. Vicente Cadena que deseábamos ver,<br />

yo particularmente para que me solicitase una mula,<br />

52<br />

Colección Bicentenario


pues la mía estaba muy fatigada, y con deseo de<br />

decirle de un asunto que le interesaba a él; y así le<br />

instamos nos acompañara y efectuaría su negocio, el<br />

cual es inconexo a todo, pues era de un casamiento<br />

que ya estaba visto, y sabía se le aguardaba porque se<br />

le anunció en dos cartas que tuvo y él no había<br />

recibido: No hago total memoria el fin de nuestra<br />

conversación enteramente familiar, y en que el<br />

principal asunto era de cosas que juzgaba, y era una<br />

de ellas que pensaba solicitar un paraje remoto del<br />

tumulto o bullicios de los lugares, y habitar sosegado<br />

practicando el designio que pensaba y tengo indicado<br />

anterior a todo esto, que era de casarse: aun no llegó<br />

determinadamente a comprometerse, y solo<br />

mostrarnos el camino, y dejarnos hasta que nos<br />

volviese a ver en Santafé, donde iba a satisfacerse de<br />

lo que le tenía insinuado: entre varias cosas que<br />

traíamos en discurso le dijimos sobre las novedades<br />

suscitadas, que el Socorro por falta de Armas había<br />

callado, y que nos dijera quién pudiera tener, y nos<br />

diese conocimiento de sus dueños quien abiertamente<br />

ofreció ejecutarlo y nos dijo del cura del lugar de<br />

Cuello D. N. González, que era muy amante a la<br />

Religión opuestísimo a los Franceses y anhelaba, y<br />

deseaba la seguridad de la Corona, a donde después<br />

de aquel día al siguiente con la noche llegamos, y<br />

dándonos a conocer, creo impusimos, además de las<br />

noticias corrientes de que sabíamos el movimiento<br />

del Socorro, y esperábamos nos vendiera un trabuco<br />

que sabíamos; él algo receloso porque decía podíamos<br />

hacer algún daño, y no quería tener inquieta su<br />

conciencia; a lo que respondimos yo y mi compañero<br />

Salgar ofrecíamos no hacer con él daño a nadie, y que<br />

estuviera bajo ese pie, que solo lo apetecíamos como<br />

para solo dar temor, y tomando dicho trabuco nos<br />

retiramos para formar nuestra Barquilla, habiéndonos<br />

quedado muy separados de esta población, alejándonos<br />

justamente un Río: No mediaron ni aun con el mozo<br />

de la Barquilla la menor confianza; a los dos días<br />

Colección Bicentenario 53


después de esta noche dicha llegamos por la tarde a la<br />

casilla bastante solitaria del mozo de la Barca<br />

nombrado Soto. De allí al siguiente día tomamos<br />

dirección ya los tres para Santafé: a eso de las cuatro<br />

o tres de la tarde llegamos a la Parroquia de Limones,<br />

que con motivo de un casamiento estaba solo aquel<br />

lugar. Ya algunos de los vecinos de allí nos habían<br />

dado noticia que era del Socorro el Cura de allí cuyo<br />

nombre, ni apellido no tengo presente: a cosa de las<br />

cinco llegamos inmediatos a la casa de la función con<br />

fin de ver al dicho Señor Cura, que a las instancias del<br />

dueño de la casa, y creo del referido Señor Cura,<br />

fuimos y desde que vi el modo indebido, y que aquello<br />

no estaba nada decente a su carácter, propendí a la<br />

marcha, la que a instancias imprudentes, y que Salgar<br />

tenía algún deseo de divertirse nos mantuvimos: Mi<br />

compañero le dijo algunas cosas al mencionado Cura,<br />

y finalmente por motivo del Cura se impusieron<br />

algunos de los que estaban allí de algunas noticias,<br />

las que eran referidas como tales, y que se decía de la<br />

traición mencionada: a las once o más de la noche<br />

seguimos y nos quedamos distantes de aquella rochela<br />

dos o tres horas de camino; de allí no ocurriendo cosa<br />

digna que refiera por no tener anexidad al asunto que<br />

es mi fin manifestar; seguimos al día siguiente que<br />

ranchamos ya bien entrada la noche en una Casilla,<br />

donde solo había una infeliz, con otra creo su hija:<br />

tampoco sucedió cosa alguna de allí fuimos al Lugar<br />

de Tibacuy como a las nueve de la mañana: <strong>La</strong><br />

casualidad nos presentó al Dr. D. N. Uribe natural<br />

del Socorro, Cura de allí, a quien referimos muchas<br />

cosas, y de lo acontecido que se decía del Socorro, y<br />

nos dijo; Ah! Los que pueden favorecer la Corona de<br />

nuestro soberano; un Soberano, que es amado con<br />

preferencia a otros, que no lo hagan! Es fuerte cosa!<br />

Si yo no estuviese con un carácter tan sagrado que<br />

me priva de ejecutarlo sabría Fernando, si Dios lo<br />

guarda, que tenía un Vasallo que inspiraría valor<br />

propendiendo en su defensa, hasta entregar mi<br />

54<br />

Colección Bicentenario


espíritu. El referido Uribe nos dio a entender tenía ya<br />

algunos principios y no sé bien si dijo tenía algunos<br />

antecedentes sobre lo del Socorro: de aquí fuimos a<br />

Fusagasugá a casa del Dr. D. N. Giguren que llegamos<br />

temprano con una pequeña insinuación de dicho<br />

Uribe nos trató con cariño, y se refirieron tal cual<br />

notifico; que como ya andaba aquella prohibición, él<br />

se receló de nosotros por su contesto, pero manifestaba<br />

que pensaba como buen sacerdote, y amante a su Rey.<br />

Allí compramos el insinuado retaco que ya dije pero<br />

no mediaron ni correspondencias familiaridad en<br />

todo el resto de nuestro viaje que lo que llevo referido;<br />

según toda la reflexión que he podido hacer añado en<br />

este estado, que para la partida el Señor D. Baltasar<br />

Miñano, Oidor, dio a mi compañero una escopeta y<br />

una Pistola. =De Fusagasugá, en dos días en que no<br />

ocurrió cosa que halle oportuna por alguna conexión<br />

al asunto, llegamos a la Capital donde impuestos por<br />

los de casa de las persecuciones y cosas del Excmo.<br />

Señor ya no deseaba más que salir de allí que me<br />

figuraba una mazmorra, para emprender todos los<br />

medios que fuesen oportunos. =Es lo ocurrido<br />

únicamente que expongo según se me ha prevenido;<br />

y juro a Dios nuestro Señor y esta señal de cruz † ser<br />

la pura verdad y lo firmo en la Ciudad de Pore a siete<br />

de Marzo de mil ochocientos diez años. =José María<br />

Rosillo.<br />

[Archivo General de la Nación, Sección Colonia, Fondo<br />

Historia civil, tomo 10, rollo 11, ff. 254v-261r. José<br />

María Rosillo escribió esta declaración estando preso<br />

en Pore, luego de haber intentado un levantamiento<br />

armado junto a su primo Carlos Salgar en esa región de<br />

los llanos de Casanare, y luego de haber participado en<br />

las inmediaciones de <strong>La</strong> Mesa de Juan Díaz (provincia<br />

de Santafé) en la tentativa de apoderarse de las armas de<br />

los soldados enviados por el Virrey Amar para ayudar a<br />

sofocar la junta quiteña. Estas intentonas se inscriben en<br />

la ambigua actitud de los notables criollos neogranadinos<br />

Colección Bicentenario 55


ante el poder monárquico, que aparece con gran fuerza a<br />

mediados de 1809. Rosillo, junto a Vicente Cadena, fueron<br />

ejecutados el 30 de abril de 1810]<br />

De la monarquía y sucesión hereditaria, fragmento<br />

del Common Sense de Thomas Paine. 1811.<br />

De la Monarquía y sucesión hereditaria.<br />

Siendo el género humano originalmente igual en<br />

el orden de creación, la igualdad pudo solamente ser<br />

destruida por algunas circunstancias subsecuentes:<br />

las distinciones de rico y pobre pueden muy bien tener<br />

lugar, y esto sin recurrir a los duros y disonantes<br />

nombres de opresión, y avaricia. <strong>La</strong> opresión es<br />

muchas veces la consecuencia de la riqueza, pero rara<br />

o ninguna vez los medios de ella; y aunque la avaricia<br />

preservará a un hombre de ser necesitadamente pobre,<br />

también le infunde casi generalmente demasiado<br />

temor para que pueda ser rico.<br />

Pero hay una otra y más grande distinción, para<br />

la cual verdaderamente no se puede encontrar razón<br />

alguna ni natural ni religiosa; esta es la distinción<br />

de hombres en REYES Y VASALLOS. Varón y<br />

hembra son las distinciones de la naturaleza; bueno<br />

y malo son las del Cielo. Pero cómo vino al mundo<br />

una raza de hombres tan exaltada sobre los demás,<br />

y distinguida como una nueva especie, es digno de<br />

inquirirse; y también si ellos son los medios para la<br />

felicidad o miseria del género humano.<br />

En los tiempos primitivos del mundo, según la<br />

cronología de la Sagrada Escritura, no había Reyes,<br />

en consecuencia de lo cual tampoco había guerras; es<br />

el orgullo de los Reyes que ha sumergido al género<br />

humano en la confusión. <strong>La</strong> Holanda sin Rey ha<br />

gozado más paz en este último siglo, que ningún otro<br />

Gobierno Monárquico en Europa. <strong>La</strong> Antigüedad<br />

56<br />

Colección Bicentenario


favorece esta misma observación, porque la vida<br />

quieta y campestre de los primeros Patriarcas tuvo<br />

muchas cosas felices en sí, que desaparecen cuando<br />

llegamos a la historia de la Monarquía Judaica.<br />

El Gobierno de Reyes fue primeramente introducido<br />

en el mundo por los paganos, de quienes les hijos de<br />

Israel tomaron la costumbre. Ha sido la invención<br />

más próspera que el Diablo puso jamás en pie para<br />

promover la idolatría. Los paganos tributaban honores<br />

divinos a sus difuntos Reyes, y el mundo cristiana ha<br />

perfeccionado el plan haciendo lo mismo a los suyos<br />

cuando viven. ¡Cuán impío es el título de Sacra Real<br />

Majestad aplicado a un gusano que en medio de su<br />

esplendor se está deshaciendo en polvo!<br />

Como el elevarse un hombre a tan alto grado<br />

sobre los demás no puede justificarse en la igualdad<br />

de derechos, así tampoco puede defenderse con la<br />

autoridad de la Escritura; porque la voluntad del<br />

Todopoderoso, como está declarado por Gedeón,<br />

y el Profeta Samuel, expresamente desaprueba el<br />

Gobierno de Reyes. Todas las partes antimonárquicas<br />

de la Escritura han sido muy lisonjeramente glosadas<br />

a favor de los Gobiernos Monárquicos; pero ellos<br />

merecen indubitablemente la atención de los países,<br />

cuyo Gobierno está todavía por formarse. Dar al César<br />

lo que es del César es el texto de la Escritura de que<br />

usan las Cortes; con todo esto no es un apoyo para<br />

el Gobierno Monárquico; porque los judíos en este<br />

tiempo cuando obtuvieron esta respuesta estaban sin<br />

Rey, y sí sólo en estado de vasallaje a los Romanos.<br />

Cerca de trescientos años, según la cuenta de<br />

Moisés, se pasaron desde la creación hasta que los<br />

judíos por una ilusión nacional pidieron un Rey.<br />

Hasta entonces su forma de Gobierno (excepto<br />

en los casos extraordinarios en que intervenía el<br />

Altísimo) era una especie de República administrada<br />

Colección Bicentenario 57


por un juez y los mayores de las Tribus. Reyes; ellos<br />

no tenían ninguno; y se reputaba como un crimen el<br />

reconocer bajo este título algún otro ser que el Señor<br />

de los ejércitos, y cuando un hombre reflexiona<br />

seriamente sobre el homenaje idólatra que se tributa<br />

a las personas de los Reyes, no debe extrañar que<br />

el Todopoderoso, siempre celoso de sus honores,<br />

desaprobase una forma de Gobierno, que impíamente<br />

invade las prerrogativas del Cielo.<br />

<strong>La</strong> Monarquía es considerada en la Escritura como<br />

uno de aquellos pecados de los judíos por los cuales<br />

se declaró contra ellos una maldición reservada. <strong>La</strong><br />

historia de este hecho es digna de atención.<br />

Siendo los hijos de Israel oprimidos por los<br />

Midianitas, marcharon contra ellos formados en<br />

un pequeño ejército bajo el mando de Gedeón, y la<br />

victoria por interposición del Altísimo, se declaró<br />

en su favor. Los judíos orgullosos del suceso y<br />

atribuyéndolo a los talentos de Gedeón, se propusieron<br />

hacerle Rey, diciéndole: Gobierna sobre nosotros, tú, y<br />

tus hijos, y los hijos de tus hijos. Aquí fue la tentación<br />

a su más grande extensión; no solamente un Reino,<br />

sino también un Rey no hereditario; pero Gedeón<br />

con una piedad propia de su alma respondió: yo no<br />

gobernaré sobre vosotros, ni mis hijos tampoco gobernarán<br />

sobre vosotros. EL SEÑOR GOBERNARÁ SOBRE<br />

VOSOTROS. Estas palabras no necesitan de más<br />

explicación: Gedeón no rehúsa el honor; pero niega<br />

el derecho de ellos para dárselo; ni tampoco les hace<br />

cumplimientos con políticas acciones de gracias; pero<br />

en el estilo positivo de un Profeta les reprehende por<br />

la desafección a su legítimo Soberano, el Rey de los<br />

Cielos.<br />

Cerca de ciento y treinta años después de esto ellos<br />

incurrieron otra vez en el mismo error. <strong>La</strong> inclinación<br />

que los Judíos tenían a las costumbres idólatras de los<br />

58<br />

Colección Bicentenario


Paganos, era tan extremada que no puede concebirse,<br />

pero ello fue que valiéndose de la mala conducta de<br />

los dos hijos de Samuel que estaban encargados de<br />

algunos negocios seglares, ellos vinieron a casa de<br />

Samuel con clamores, y en una manera precipitada<br />

diciéndole: Mira que eres viejo, y que tus hijos no caminan<br />

sobre tus huellas; ahora haznos un Rey para que nos juzgue<br />

como en todas las otras Naciones. Y aquí nosotros<br />

no podemos menos de observar, que sus razones<br />

eran malas, esto es, que ellos pudiesen ser como las<br />

otras Naciones, es decir los Paganos; cuando por el<br />

contrario su verdadera gloria consistía en parecerse<br />

a ellos lo menos que fuese posible. Pero la cosa disgustó<br />

a Samuel cuando ellos dijeron: dadnos un Rey para que nos<br />

juzgue; y Samuel oró al Señor; y el Señor dijo a Samuel;<br />

escucha la voz del Pueblo en todo lo que ellos te digan;<br />

porque ellos no te han rechazado a tí; y si solo me han<br />

rechazado a mí; PARA QUE YO NO REINE SOBRE<br />

ELLOS. Según todas las obras que ellos han hecho desde<br />

el día que los saqué de Egipto hasta ahora, con las cuales<br />

ellos me han renunciado y servido a otros Dioses, así<br />

harán ellos también contigo: ahora por tanto escucha su<br />

voz; con todo protéstales solemnemente y demuéstrales las<br />

maneras del Rey que gobernará sobre ellos; esto es, no de<br />

algún Rey particular, sino la manera general de los<br />

Reyes de la tierra, a quienes Israel imitaba con tanta<br />

ansia. Y no obstante la gran distancia de tiempo, y<br />

diferencia de maneras, el carácter está aun todavía<br />

en uso. Y Samuel dijo todas las palabras del Señor al<br />

Pueblo, que le pidió un Rey. Y él dijo esta será la manera<br />

del Rey que reinará sobre vosotros. Él tomará vuestros<br />

hijos y los destinará para sí mismo, para sus coches, y para<br />

ser sus caballericeros, y algunos correrán delante de sus<br />

coches, (esta descripción conviene con el presente<br />

modo de enseñorearse de los hombres) y él creará<br />

Capitanes sobre miles, y Capitanes sobre cincuentas, y los<br />

pondrá a labrar sus tierras, y recoger sus mieses, y hacer<br />

sus instrumentos de guerra, e instrumentos de sus coches; y<br />

él tomará vuestras hijas para ser sus confiteras, y para ser<br />

Colección Bicentenario 59


cocineras, y para ser panaderas, (esto describe los gastos<br />

y lujuria también como la opresión de los Reyes) y<br />

tomará vuestros campos, y vuestros cercados de Olivos,<br />

aun los mejores de ellos, y los dará a sus criados; y él<br />

tornará el diezmo de vuestras semillas, y de vuestras viñas,<br />

y lo dará a sus oficiales, y a sus sirvientes, (por lo que<br />

se deja ver que el cohecho, corrupción y favoritismo<br />

son los vicios dominantes de los Reyes), y él tomará<br />

el diezmo de los hombres, y de las mujeres que os sirven, y<br />

vuestros más hermosos jóvenes, y vuestros jumentos, y los<br />

hará trabajar para él; y él tornará el diezmo de vuestras<br />

ovejas, y vosotros seréis sus sirvientes, y vosotros lloraréis<br />

en aquel día por causa de vuestro Rey, que vosotros habréis<br />

escogido, Y EL SEÑOR NO OS ESCUCHARÁ EN<br />

AQUEL DÍA. Esta es la razón por qué continúa la<br />

Monarquía: ni aun los caracteres de los pocos Reyes<br />

buenos que ha habido después santifican el título, ni<br />

borran la criminalidad del origen: la alta alabanza<br />

dada a David no le considera oficialmente como a<br />

un Rey, sino solamente como a un hombre grato al<br />

Señor. Sin embargo el Pueblo rehusó obedecer a la voz<br />

de Samuel, y dijeron: No: pero nosotros tendremos un<br />

Rey sobre nosotros, para que seamos como todas las otras<br />

Naciones, y que nuestro Rey nos juzgue, y marche delante de<br />

nosotros, y combata en nuestras batallas. Samuel continuó<br />

a raciocinar con ellos pero infructuosamente; él les<br />

representó su ingratitud, pero nada aprovechó; y<br />

viéndolos plenamente inclinados a su locura, gritó:<br />

Yo llamaré al Señor, y él mandará a truenos y lluvias<br />

(lo que era un castigo por ser entonces el tiempo<br />

de la siega de trigos) que os hagan percibir y ver cuán<br />

grande es la iniquidad que vosotros habéis hecho a la<br />

vista del Señor, EN PEDIR VOSOTROS UN REY.<br />

Así Samuel llamó al Señor; y el Señor mandó truenos y<br />

lluvias aquel día, y todo el Pueblo temió en grande manera<br />

al Señor y a Samuel. Y todo el Pueblo dijo a Samuel:<br />

Ora por tus sirvientes al Señor tu Dios, para que nosotros<br />

no muramos POR HABER NOSOTROS AÑADIDO<br />

A NUESTROS PECADOS LA MALDAD DE<br />

60<br />

Colección Bicentenario


HABER PEDIDO UN REY. Estos pasajes de la<br />

Escritura son directos y positivos: Ellos no dan lugar<br />

a construcciones equívocas. Que el Todopoderoso ha<br />

estampado en ellos su protesta contra el Gobierno<br />

Monárquico, es verdad, o la Escritura es falsa.<br />

Al mal de la Monarquía nosotros hemos añadido<br />

el de la sucesión hereditaria: y así como la primera<br />

es una degradación en nosotros mismos, así también<br />

la segunda, pretendida como una materia de derecho,<br />

es un insulto y una imposición sobre la posteridad:<br />

porque siendo todos los hombres iguales en su origen,<br />

ninguno por su nacimiento pudo tener un derecho para<br />

establecer para siempre su misma familia con una<br />

perpetua preferencia sobre todas las demás; y aunque<br />

él mismo pueda merecer de sus contemporáneos<br />

algún grado decente de honores, con todos sus<br />

descendientes pueden ser infamemente indignos de<br />

heredarlos. Una de las pruebas naturales más fuertes<br />

de la locura del Gobierno hereditario en los Reyes, es,<br />

que la naturaleza lo desaprueba, no de otra manera<br />

que si ella incurriese con frecuencia en la ridiculez de<br />

dar al género humano un jumento por un león.<br />

En segundo lugar, como ningún hombre al principio<br />

pudo poseer otros honores públicos que los que le<br />

fueron dispensados; así tampoco los otorgadores<br />

pueden tener autoridad para dar el derecho de la<br />

posteridad: y aunque ellos pudiesen decir: “Nosotros<br />

te escogemos para nuestro Jefe”: ellos no pudieron,<br />

sin hacer una injusticia manifiesta a sus hijos, decir:<br />

“Que vuestros hijos, y los hijos de vuestros hijos<br />

reinarán sobre los nuestros para siempre”. Porque un<br />

pacto semejante, tan imprudente, injusto y contra<br />

lo natural, como es, podría (acaso) en la próxima<br />

sucesión ponerlos baje el gobierno de un pícaro, o<br />

un loco. <strong>La</strong> mayor parte de los hombres sabios en<br />

sus privados sentimientos han tratado siempre con<br />

desprecio el Gobierno hereditario; con todo es uno<br />

Colección Bicentenario 61


de aquellos males difíciles de desterrar, una vez de<br />

establecidos: muchos se someten por temor, otros<br />

por superstición, y la parte más poderosa participa<br />

con el Rey el pillaje que se hace a los demás.<br />

Esto es suponiendo haber tenido la presente raza<br />

de Reyes en el Mundo un origen honroso; cuando<br />

al contrario es más que probable, que si nosotros<br />

pudiésemos alzar el oscuro velo de la antigüedad, y<br />

seguirlos hasta su nacimiento, hallaríamos al primero<br />

de ellos nada mejor que el principal asesino de alguna<br />

cuadrilla inquieta; y que sus modales salvajes, o<br />

preeminencia en sutileza le obtuvo el título de jefe<br />

entre los ladrones; y que aumentando su poder, y<br />

extendiendo sus pillajes intimidó a los pacíficos, e<br />

indefensos hasta hacerlos comprar su seguridad por<br />

frecuentes contribuciones. Con todo sus electores<br />

no tenían la idea de darle derecho hereditario a sus<br />

descendientes; porque una exclusión perpetua de sí<br />

mismos era incompatible con el libre y desordenado<br />

principio de vida que ellos profesaban. Por tanto<br />

sucesión hereditaria en aquellos tiempos primitivos<br />

de la Monarquía no podía tener lugar como una<br />

materia de pretensión, sino como una cosa casual o<br />

cumplimental; pero como pocos o ningunos archivos<br />

existían en aquellos tiempos, y la tradición histórica<br />

estaba llena de fábulas, fue muy fácil después del curso<br />

de algunas generaciones inventar algunos cuentos<br />

supersticiosos, adaptados convenientemente con el<br />

tiempo, como los de Mahoma, para hacer tragar al<br />

vulgo el derecho hereditario. Acaso los desórdenes<br />

que amenazaban, o parecían amenazar, por la muerte<br />

de un Corifeo, en la elección de otro nuevo, (porque<br />

las elecciones entre asesinos no pueden ser en muy<br />

buen orden) indujo a muchos al principio a favorecer<br />

las pretensiones hereditarias; y por estos medios<br />

sucedió, y ha sucedido después, que lo que al principio<br />

se sometió como a una conveniencia, se ha pretendido<br />

después como un derecho.<br />

62<br />

Colección Bicentenario


<strong>La</strong> Inglaterra después de la conquista ha conocido<br />

algunos pocos Monarcas buenos; pero ha gemido<br />

bajo un número más grande de otros malos; con todo<br />

ningún hombre en sus sentidos puede decir que la<br />

pretensión de Guillermo el Conquistador es muy<br />

honrosa. Un francés bastardo, que desembarca con<br />

un ejército de bandidos, y se establece él mismo Rey<br />

de Inglaterra contra el consentimiento de los nativos,<br />

es, en términos categóricos, un origen muy vil y muy<br />

pícaro. No hay ciertamente divinidad en esto. Por<br />

último sería inútil emplear mucho tiempo en exponer<br />

la locura del derecho hereditario; si hay algunos<br />

tan débiles que lo crean, dejémoslos que adoren<br />

promiscuamente el jumento y al león; enhorabuena<br />

para ellos: Por lo que a mi toca, ni imitaré su humildad,<br />

ni turbaré su devoción.<br />

Con todo yo sería muy contento de preguntarles,<br />

cómo suponen ellos que se establecieron los primeros<br />

Reyes. <strong>La</strong> cuestión no admite sino una de estas tres<br />

respuestas, es a saber, por suerte, por elección, o por<br />

usurpación. Si el primer Rey fue tomado por suerte,<br />

esto establece un ejemplo para el otro, que excluye<br />

la sucesión hereditaria. Saúl fue por suerte, sin<br />

embargo la sucesión no era hereditaria, ni aparece<br />

en la transacción que hubo intención alguna de<br />

que lo fuese. Si el primer Rey de algún país fue por<br />

elección, esto igualmente establece un ejemplo para<br />

el otro; porque decir, que el derecho de todas las<br />

generaciones venideras fue quitado por el acto de los<br />

primeros electores en su elección, no solamente de<br />

un Rey, sino de una familia de Reyes para siempre, no<br />

tiene un cotejo ni dentro ni fuera de la Escritura.<br />

En cuanto a la usurpación, ningún hombre será<br />

tan atrevido que la defienda; y que Guillermo el<br />

Conquistador fue un usurpador, es un hecho sin<br />

contradicción. <strong>La</strong> verdad pura es, que la antigüedad de<br />

la Monarquía Inglesa no sufrirá que se la examine.<br />

Colección Bicentenario 63


Pero no es tanto la absurdidad de la sucesión<br />

hereditaria, cuanto el mal que resulta al género<br />

humano. Si se asegurase una raza de hombres buenos<br />

y sabios tendría el sello de autoridad divina, pero<br />

como ella abre la puerta igualmente al loco, al perverso,<br />

y al inepto, tiene en sí la naturaleza de opresión.<br />

Los hombres que se miran a sí mismos nacidos<br />

para reinar, y a los otros para obedecer, pronto se<br />

hacen insolentes; siendo escogidos del resto de los<br />

hombres, sus espíritus son pronto emponzoñados<br />

por la importancia; y la esfera en que ellos figuran,<br />

es tan materialmente distinta del Mundo en general,<br />

que tienen muy poca oportunidad de conocer<br />

sus verdaderos intereses, y cuando suceden en el<br />

Gobierno son frecuentemente los más ignorantes e<br />

incapaces en todos los dominios.<br />

Otro de los males que trae la sucesión hereditaria<br />

es que el trono está expuesto a ser poseído por un<br />

menor de cualquiera edad en cuyo tiempo la Regencia,<br />

obrando a nombre del Rey, tiene toda la oportunidad,<br />

y ocasión de hacer traición a su confianza. <strong>La</strong> misma<br />

desgracia nacional sucede cuando un Rey, abrumado<br />

por la edad y enfermedad, llega al último grado de la<br />

debilidad humana. En ambos casos el público se hace<br />

la presa de los perversos, que pueden intrigar con<br />

suceso por las locuras de la vejez o de la infancia.<br />

<strong>La</strong> alegación más plausible que se ha presentado<br />

jamás en favor de la sucesión hereditaria, es que ella<br />

preserva una Nación de guerras civiles; y si esto<br />

fuese cierto, sería de bastante peso; pero al contrario,<br />

es la falsedad más descarada que se ha impuesto<br />

jamás sobre el género humano. <strong>La</strong> historia toda de<br />

Inglaterra desmiente el hecho. Treinta Reyes y dos<br />

menores han reinado en ese reino desunido desde<br />

la conquista, en cuyo tiempo ha habido (incluyendo<br />

la revolución) no menos que ocho guerras civiles,<br />

y diecinueve rebeliones. Por lo que en vez de hacer<br />

64<br />

Colección Bicentenario


por la paz, hace contra ella, y destruye el verdadero<br />

fundamento que parece sostenerla.<br />

<strong>La</strong> guerra por la Monarquía y sucesión entre la<br />

Casa de York y <strong>La</strong>ncaster representó en Inglaterra<br />

una escena sanguinaria de muchos años. Dos<br />

batallas señaladas, fuera de las escaramuzas y sitios,<br />

se dieron entre Enrique y Eduardo; dos veces fue<br />

Enrique prisionero de Eduardo, que lo fue a su turno<br />

también de Enrique. Y es tan incierta la suerte de<br />

la guerra, y el genio de una Nación, cuando sólo<br />

los intereses personales son el fundamento de una<br />

contienda, que Enrique fue conducido en triunfo<br />

desde la prisión al palacio, y Eduardo obligado a huir<br />

de este palacio a una tierra extranjera; sin embargo<br />

como las transiciones repentinas del genio son rara<br />

vez permanentes, Enrique a su turno fue lanzado<br />

del Trono, y Eduardo llamado por segunda vez<br />

para sucederle. El Parlamento siempre siguiendo el<br />

partido más fuerte.<br />

<strong>La</strong> guerra comenzó en el Reinado de Enrique el<br />

Sexto, y no se extinguió enteramente hasta Enrique el<br />

Séptimo, en quien se unieron las familias: incluyendo<br />

un período de 67 años, esto es, desde 1422, hasta<br />

1489.<br />

En conclusión, la Monarquía y la sucesión<br />

hereditaria han cubierto (no este o aquel Reino) sino<br />

el Mundo todo de sangre y de cenizas. Es una forma<br />

de gobierno contra la cual la palabra de Dios es un<br />

testimonio contrario, y la sangre le acompañará.<br />

Si entrásemos a averiguar los negocios de un Rey,<br />

encontraríamos (y en muchos países ellos no tienen<br />

ninguno) que después de malgastar su vida sin placer<br />

alguno para sí mismos, ni ventaja para la Nación, se<br />

retiran de la escena, y ceden el lugar a sus sucesores,<br />

que hacen aquel mismo giro vano e infructuoso. En las<br />

Colección Bicentenario 65


Monarquías absolutas el peso de los negocios civiles<br />

y militares recae sobre el Rey; los hijos de Israel en<br />

su demanda por un Rey, alegaban esta razón; “Que él<br />

pueda juzgarnos, e ir delante de nosotros, y batirse<br />

en nuestras batallas”. Pero en los países en que él no<br />

es ni juez ni general, como en Inglaterra, un hombre<br />

se encontraría bastante embarazado para conocer<br />

cuales son sus negocios.<br />

Mientras más se acerque un Gobierno al sistema<br />

de República, menos tiene qué hacer un Rey. Es en<br />

alguna manera difícil encontrar un nombre propio<br />

para el Gobierno de Inglaterra. Sir William Meredith<br />

lo llama República; pero en su presente estado es<br />

indigno de este nombre; porque la corrompida<br />

influencia de la Corona, teniendo todos los empleos a<br />

su disposición, tan absolutamente se ha absorbido el<br />

poder, y destruido la virtud de la Casa de los Comunes,<br />

(la única parte Republicana en la Constitución) que el<br />

Gobierno de Inglaterra es casi tan monárquico como<br />

el de Francia o España. Los hombres disputan de<br />

los nombres, sin entenderlos. Porque es en la parte<br />

republicana de la Constitución de Inglaterra, y no en<br />

la Monárquica, que los Ingleses fundan su gloria; es a<br />

saber, la libertad de escoger una Casa de los Comunes<br />

de los de su mismo Cuerpo. —Y es fácil ver que cuando<br />

falta la virtud republicana se sigue la esclavitud. ¿Por<br />

qué es la Constitución de Inglaterra enfermiza, sino<br />

porque la Monarquía ha emponzoñado la República,<br />

y la Corona se ha apoderado de los Comunes?<br />

En Inglaterra un Rey tiene poco más que hacer,<br />

que declarar la guerra, y proveer los empleos, que en<br />

términos claros es, empobrecer la Nación, y meterla<br />

en confusión. ¡Bonito negocio en verdad para un<br />

hombre a quien se abonan ochocientas mil libras<br />

esterlinas por año, y que además es adorado en el<br />

trato! Un hombre de bien vale más para la sociedad, y<br />

66<br />

Colección Bicentenario


es más grato a los ojos de Dios, que todos los asesinos<br />

coronados que han vivido jamás.<br />

[Thomas Paine, <strong>La</strong> Independencia de la Costa Firme<br />

justificada por Thomas Paine treinta años ha. Extracto de sus<br />

obras traducido del inglés al español por D. Manuel García<br />

de Sena, Imprenta de T. y J. Palmer, Filadelfia, 1811, pp.<br />

18-32. <strong>La</strong> traducción de Paine hecha por el venezolano<br />

García de Sena no solo fue una de las obras que más<br />

inspiró a los novadores neogranadinos, sino que incluso<br />

fue leída y citada por críticos de la república, como<br />

Mariano de Mendoza Bueno en su “Copia adicionada de<br />

la representación hecha al Senado de Tunja, con motivo<br />

de los padecimientos del D. D. Mariano Bueno”, Imprenta<br />

del C. B. Espinosa, Santafé de Bogotá, 1814. O como<br />

el sacerdote José Antonio Torres y Peña, en su folleto<br />

“Viva Jesús. Respuesta a la defensa de una proclama<br />

justísimamente recogida por el Supremo Poder Ejecutivo<br />

a nombre de los compatriotas católicos”, publicada en esta<br />

compilación]<br />

Carta de José Gregorio Gutiérrez a su hermano<br />

Agustín en la que le cuenta cómo un grupo<br />

de santafereños celebró la declaración de<br />

independencia de Venezuela. 1811, Agosto 28.<br />

Santafé Agosto 28, (día de San Agustín) de 1811<br />

Mi querido Agustín: No son tan fáciles las cosas como<br />

regularmente se piensan, y ya lo has experimentado<br />

prácticamente en el infeliz suceso de la expedición<br />

de Cartagena. Yo siempre lo temí por más que se<br />

figurasen facilidades, que siempre son exageradas.<br />

Sin embargo he visto en el Argos que se trataba de<br />

equipar tres Barcos para la conquista de Santa Marta<br />

lo que denota que tendrán con qué hacerlo, porque<br />

de otro modo no se meterían en hacer gastos. De esta<br />

que no esperen auxilios, lo primero porque estamos<br />

a pedir limosna, y lo segundo porque la conducta de<br />

Colección Bicentenario 67


Cartagena no es acreedora del sacrificio que pudiera<br />

hacerse, y que no encuentro tan difícil para enviarles<br />

algún auxilio. Ella no lo recibiría como una cosa<br />

graciosa, sino como deuda de justicia, y después de<br />

hecho el favor, se atribuiría a si sola la gloria que<br />

no hubiera conseguido sin el auxilio de Santafé;<br />

volviendo después contra ella todas las ventajas que<br />

hubiese conseguido con la victoria. Si Cartagena<br />

procediese con más buena fe, si disculpase con decoro,<br />

y no increpando los defectos, que confieso tiene<br />

nuestro Gobierno, y no le echase la culpa de todo,<br />

se habría evitado una rivalidad, que ya es difícil de<br />

curarse, y que cada día tendrá mayores aumentos. Yo<br />

no encuentro razón alguna que me convenza para que<br />

Santafé sea la única a quien se dirigen las demás en<br />

sus necesidades, que ella sola sea la que mantenga las<br />

cargas de todo el Reino como Capital; y que cuando<br />

usa de esta cualidad en su beneficio sea la enemiga<br />

del Reino y de su felicidad, el blanco de la calumnia<br />

y el desprecio de todo el mundo. Si esta Provincia<br />

tiene interés en la transformación política de Santa<br />

Marta no lo tienen menor las demás; por qué pues no<br />

ocurren a ellas? Ya Santafé dio 100 mil pesos cantidad<br />

que no había querido enviar el Gobierno pasado, y<br />

que ella tampoco estaba en obligación de remitir, y<br />

últimamente cantidad que jamás le podrán dar las<br />

demás Provincias aunque las expriman. Y cuál fue el<br />

resultado de esta generosidad, y la correspondencia<br />

a un beneficio que les remedió sus necesidades, y los<br />

sacó de muchos ahogos? Dicterios, amenazas, insultos,<br />

no reconocen el favor, diciendo que era dinero de<br />

todo el Reino a que no tenía ningún derecho Santafé,<br />

solamente a pagar sola los réditos de él, como los<br />

está pagando sin ayuda de nadie. Todos estos son<br />

hechos; y no sucedería lo mismo con lo que se les<br />

mandase ahora? Pues que se vayan a la mierda, y que<br />

si el Reino se pierde por falta de dinero contra Santa<br />

Marta que se pierda enhorabuena, pues lo mismo nos<br />

será estar dominados por otros que por Cartagena,<br />

68<br />

Colección Bicentenario


como dice muy bien el A quien se parece, que pide<br />

limosna el Capuchino para hacerse la barba, y no es<br />

sino para hacerse la Corona. Este es mi dictamen,<br />

y por él conocerás, si haré yo esfuerzos para que se<br />

envíe dinero. No sé cuál sea el del Gobierno, porque<br />

no he hablado con nadie sobre el particular; pero creo<br />

que no les sea muy favorable.<br />

Aquí han sucedido varios pasajes importantes,<br />

y de que tiene la culpa la poca energía de nuestro<br />

Gobierno, que influirán no poco en desacreditar a<br />

la ciudad, y últimamente en su ruina. El correo de<br />

Caracas, trajo la noticia que aquel Congreso había<br />

declarado la absoluta independencia de la Metrópoli,<br />

y del mundo entero. “Caraqueños (dice la proclama<br />

en que se anunció esta determinación en Caracas)<br />

ya no reconocéis superior alguno sobre la tierra,<br />

solo dependéis del Ser eterno”. Este papel que vino<br />

impreso en un carácter de letra arrogante lo fijó el<br />

Bola Ricaurte en la esquina de la Calle Real: comenzó<br />

a divulgarse la noticia; los Chisperos empezaron a<br />

ensalzar hasta las nubes la conducta de Caracas,<br />

y a blasfemar de la España, y de Fernando 7º, y la<br />

Calle Real se llenó de gente. Por la tarde pidieron<br />

licencia para una música, y salieron con ella desde<br />

la Plaza, por las calles Reales hasta las Nieves,<br />

quemando voladores sin término, y gritando Viva la<br />

independencia. Toda la jarana duró hasta las 6, en<br />

que gritaban ya muera Fernando 7º, por Pendejo, y<br />

todos los Chapetones, y se quitaron e hicieron quitar<br />

las escarapelas. El suceso fue bastante escandaloso,<br />

y por eso digo que influirá no poco en contra de<br />

Santafé, principalmente para que no se haga aquí<br />

el Congreso, sino en alguno de los lugares de fuera<br />

como Ibagué, u otro semejante; porque según me<br />

dijo uno de los Diputados, todos los otros estaban<br />

conformes en que fuese aquí; pero después de lo<br />

sucedido, ya habían mudado de concepto. Lo peor de<br />

todo es que los que más instigan, y chispean no son<br />

Colección Bicentenario 69


Santafereños, sino forasteros, y aquellos son los que<br />

cargan con todo el odio. Al propósito, me contaron un<br />

pasaje que manifiesta muy bien la desgraciada suerte<br />

de mi Patria. Narváez, el hijo de S. E., que está en<br />

Cartagena, y que vino de Secretario del representante<br />

de aquella Provincia, es el hombre más chispero que<br />

he conocido, según ha hablado, en una, u otra vez que<br />

por casualidad lo he oído. Este pues, fue uno de los<br />

primeros que estaban entre el tumulto, y que paseó<br />

con él todas las calles por donde anduvieron, el que<br />

más gritaba, y hacía más bulla como Piringo. Nadie<br />

lo convidó, ni le hizo fuerza para que acompañase<br />

a los demás, y después reprehendiéndole Marimón<br />

su conducta, y haciéndole ver que había obrado<br />

mal se disculpó diciendo que había sido uno de los<br />

concurrentes porque temió que lo asesinaran. Así<br />

se calumnia al pobre Pueblo de Santafé, que siendo<br />

infelicísimo, y que se presta a cualesquier partido con<br />

una docilidad increíble, tiene entre las Provincias el<br />

concepto de Dictador e insubordinado; porque su<br />

misma docilidad, y deferencia hace que lo muevan a<br />

donde quieren los muchos forasteros revoltosos que<br />

hay en esta, y son la causa de todos sus males. Ya<br />

se me ha calentado la cabeza y he puesto algunas<br />

expresiones que si no fueran para ti, y con la condición<br />

de que quemes la carta cuando la leas, las borraría,<br />

porque absolutamente no conviene que las lea otro<br />

alguno, solo te las digo porque no te coja de nuevo<br />

cuando oigas en esos lugares que quisieron asesinar<br />

a Narváez, y que fue uno de los concurrentes al<br />

alboroto por evitar la muerte, pero sabe que él entró<br />

de su libre, y espontánea voluntad; que no solo no<br />

se obligó por fuerza sino que ni aún se le convidó; y<br />

que el Pueblo estaba tan en ayunas de lo que hacía,<br />

y del motivo de aquella alegría, que yo mismo oía a<br />

unos decir, es cierto que viene el Arzobispo? A otros,<br />

isque mataron, o traen preso a Tacón? Así andaban<br />

adivinando los infelices guarnetas, y después se les<br />

70<br />

Colección Bicentenario


calumnia con tanta injusticia, cuando no sabían ni<br />

aún por qué se alegraban.<br />

Tenemos ya Sub-Presidente Director del Tesoro<br />

público que es lo mismo que el que antes se llamaba<br />

Corregidor Intendente. Hace tres, o cuatro días que<br />

nombró el Gobierno a Nariño para este destino,<br />

en calidad de Interino, y de Asesor a D n . Manuel<br />

Camacho Quesada. Mañana dicen que se posesiona<br />

el primero. Tiene muchos enemigos, aunque por<br />

otra parte también creo que tiene algún partido. Yo<br />

soy anfibio de particular, aunque me inclino algo a<br />

su favor, porque puede ser que él componga algo<br />

las cosas que en mi concepto necesitan de uno que<br />

tenga algo alegres los cascos; ya que no han servido<br />

otros de madurez, y prudencia, a semejanza de lo<br />

que hacen los médicos que cuando al enfermo no<br />

aprovechan unos remedios usan de los contrarios;<br />

pero yo tengo poca esperanza, porque nadie hace<br />

más que su negocio, y de lo que menos se piensa es<br />

del bien general. Muchos galones, y oficiales, y nada<br />

de educación pública, y de otros establecimientos de<br />

conocida utilidad, tales como el de una Cátedra de<br />

química para la cual tenemos un excelente maestro<br />

en José María Cabal.<br />

Ha venido un extraordinario de Popayán, avisando<br />

que Tacón ofrecía capitulaciones a aquella Junta<br />

entendiéndose directamente con ella. Su propuesta es<br />

la más fanfarrona, sin duda porque está más apretado.<br />

Dice que de Lima le ofrece el Virrey auxilio no solo<br />

para reconquistar a Popayán, sino a todo el Reino que<br />

sabe que el Virreinato de Buenos Aires y otros puntos<br />

que se habían separado del Gobierno de España, se le<br />

habían vuelto a someter, y que conociendo todas estas<br />

ventajas, que tiene suficientes recursos para seguir<br />

adelante en su empresa, usando de generosidad,<br />

no quiere derramar sangre, y propone que se le<br />

Colección Bicentenario 71


entreguen su mujer, y sus hijos, y que en cambio dará<br />

a D n . Custodio Pey, hermano de estos de acá, que<br />

descansaba en una de sus haciendas, y conociendo<br />

que era hombre de cuenta lo cogió para que le<br />

sirviese de rehenes: que las capitulaciones se hiciesen<br />

en tal paraje, y a la vista de los dos Ejércitos para lo<br />

cual daba de término seis días. <strong>La</strong> Junta de Popayán<br />

parece que se ha allanado a entrar en negociación, y<br />

yo celebraré que todo se concluya pacíficamente, y<br />

sin efusión de sangre, que es lo que se debe apetecer.<br />

En este correo pensaba remitirte la razón que me<br />

pides, en orden al papel de D n . Camilo para remitirlo<br />

al Editor del Español. Al efecto tenía ya prevenido el<br />

voto de los que se opusieron a su remisión; pero me<br />

falta una acta a que este se refiere, y que es esencial.<br />

Para el siguiente creo que estará listo, y te irá. Pero<br />

procura que el conductor para Londres sea seguro, y<br />

que no se pierda.<br />

Mi Madre; con Margarita, y Benito se han ido a la<br />

Herrera, y aquí se han quedado el Montañés; Zenón,<br />

y mi Padre. Smd. no anhela más sino que te vengas,<br />

y cada día lo desea más, sin que se sosiegue hasta<br />

que te vea. Me parece que debes determinar tu viaje,<br />

que después puedes volver a salir cuando te acomode.<br />

Mañana nos vamos con Antonia, y los muchachos a<br />

pasar algunos días a la Herrera.<br />

Agosto 29 ———Se recibió hoy el Sub Presidente<br />

Director. Lo llevaron desde Santa Bárbara con mucha<br />

música, y cohetes hasta Palacio, a hacer el juramento,<br />

y esta noche creo que tiene baile. Anoche entró el<br />

Diputado de Cartagena Rodríguez, y en el correo de<br />

Popayán se espera que venga nombrado en calidad<br />

de interino el de aquella Provincia, con lo que se<br />

procederá a la instalación del Congreso.<br />

72<br />

Colección Bicentenario


No te quejarás de que he sido corto; recibe memorias<br />

de Antoñita y adiós.<br />

José Gregorio<br />

[Epistolario de José Gregorio Gutiérrez Moreno,<br />

CMVJ, t. 3223, ff. 113-115]<br />

Carta del venezolano Juan Germán Roscio<br />

a Domingo González donde le explica las<br />

intenciones que ha tenido con sus reflexiones<br />

acerca del origen del poder monárquico. 1811,<br />

Septiembre 7<br />

(Del original)<br />

Caracas, 7 Septiembre de 1811. 1 ° de nuestra<br />

Independencia.<br />

Ciudadano amigo y compatriota:<br />

He recibido su correspondencia con la del Sr.<br />

Pombo que verdaderamente es interesante, y tanto<br />

que en nuestra primera Gazeta saldrán los artículos<br />

concernientes a Santa Marta y Guayaquil por lo<br />

menos. Es muy importante el clamor de Cartagena<br />

por la independencia absoluta. Considero que este<br />

clamor nacería de la novedad del casamiento de<br />

Fernando que he leído en El Argos. Sin ella sobraban<br />

razones para tan justa solicitud y es prueba de su<br />

trascendencia el que los mismos pueblos la propagan.<br />

Este era mi sentir siempre que se trataba de este punto.<br />

Manifestaba previamente la razón y justicia de la<br />

independencia de Venezuela y de toda la América, su<br />

necesidad, &c., pero concluía diciendo que aún no era<br />

tiempo por la ignorancia de los pueblos, por nuestra<br />

falta de confederación con Santafé, para figurar una<br />

soberanía más bien fundada sobre otra población más<br />

numerosa y más rica, y por estar, todavía nuestros<br />

brazos algo desarmados para sostener a toda costa<br />

nuestra libertad e independencia. Omnia tempus<br />

Colección Bicentenario 73


habent, decía yo. Ninguna cosa más justa, necesaria<br />

y provechosa que la redención del género humano.<br />

Sin embargo, no se verificó la venida del Mesías sino<br />

después de muchos siglos de pecados y motivos de su<br />

Misión.<br />

Sobre todas las razones de espera era para mí de<br />

mucho peso la del estado de superstición y fanatismo<br />

en que se hallaban nuestros pueblos con respecto<br />

a la persona y autoridad de los reyes. <strong>La</strong>s raíces de<br />

esta preocupación eran tan extensas y profundas<br />

que muchas personas eclesiásticas y no eclesiásticas<br />

vacilaron por el juramento otorgado en favor de<br />

Fernando. Yo presentía las consecuencias de este<br />

error: ya había trabajado algo por disiparlo en las<br />

discusiones públicas del Congreso, en conversaciones<br />

y cartas privadas. Preveía que a pesar de los<br />

fundamentos de mi opinión, la contraria había de<br />

prevalecer y con este motivo escribía largamente a<br />

varios puntos de esta Provincia y de las otras donde<br />

faltaba copia de luces y de patriotas iluminadores,<br />

declarando las principales razones de nuestra causa,<br />

la nulidad de Fernando, la divinidad de la obra de<br />

nuestra Independencia, el origen de los reyes y de<br />

su autoridad, la excelencia del sistema Republicano<br />

y la parte que tuvo la idolatría en los errores de que<br />

se valieron los monarcas para deificarse, alucinar y<br />

pervertir los pueblos con respecto a su autoridad y<br />

poder.<br />

Este punto casi es imperceptible en el manifiesto,<br />

aunque en los borradores estaba diferido, pero eran<br />

tantas las instancias que exigían su publicación que<br />

fue necesario que el redactor abreviara y precipitara la<br />

salida. Mi opinión era que saliese el manifiesto antes<br />

de la declaratoria de nuestra Independencia. Pero<br />

los oficios de nuestro enviado cerca de los Estados<br />

Unidos de la América del Norte también captaron mi<br />

deferencia como la de otros que pensaban del mismo<br />

74<br />

Colección Bicentenario


modo; y nada influían los clamores de cierto número<br />

de patriotas en el ánimo de los que así opinaban, pues<br />

este número era muy corto en comparación de los<br />

que todavía creían que los reyes son dioses sobre<br />

la tierra y tan invulnerables como Júpiter; que su<br />

autoridad y poder viene inmediata y exclusivamente<br />

de los dioses; y otra muchedumbre de delirios nacidos<br />

del gentilismo y de la idolatría. <strong>La</strong> sanción no tuvo<br />

sino un voto contrario procedente de los escrúpulos<br />

supersticiosos de un eclesiástico que insistió en mi<br />

anterior opinión de un manifiesto precursor para<br />

disimular el error de su conciencia.<br />

Se trataba de establecer las reglas del juramento<br />

general de la Independencia: entre ellas contenía el<br />

proyecto una que establecía lo que debía practicarse<br />

con los que rehusasen el juramento. Yo dije que debía<br />

suprimirse semejante prevención porque ella suponía<br />

que habría muchos comprendidos en su caso y esto<br />

no era decoroso a la corporación legislativa, pues ella<br />

no debía proceder a la declaratoria de independencia<br />

sino cuando ya estuviese cierta de ser este el deseo<br />

y la opinión de todos los pueblos representados en<br />

el Congreso, y que así era menester obrar bajo este<br />

supuesto sin dar a entender que hubiese siquiera uno<br />

que no estuviese conforme y contento con el sistema<br />

de independencia total.<br />

Aún no he acabado de leer los periódicos de<br />

Cundinamarca y Cartagena que traen cosas de<br />

importancia. Ya habíamos recibido por Curazao<br />

enviados por la misma Junta de Cartagena varios<br />

ejemplares del informe sobre contribuciones,<br />

navegación, comercio, industria, &c., y habíamos<br />

conocido su mérito.<br />

No están olvidados los libros del Sr. Pombo; pero<br />

dilatan porque no habiéndolos en Caracas fue menester<br />

pedirlos a Norte América. Por medio del Cónsul de<br />

Colección Bicentenario 75


aquellos Estados y de nuestros Comisionados están<br />

encargados.<br />

He visto impresos en el periódico ministerial<br />

de Santafé los puntos que se propusieron para la<br />

confederación de Venezuela luego que se instó por<br />

este tratado, y le faltan trece artículos, pues son<br />

67 en suma. Después se propusieron otros que Vd.<br />

vería insertos en uno de nuestros periódicos. Pero<br />

ni los unos ni los otros están sancionados y estamos<br />

ya discutiendo sobre los de la Constitución como<br />

más necesarios a fin de que salga esta cuanto antes.<br />

Esperamos nueva resolución de Cundinamarca para<br />

la ratificación del tratado ajustado con el Canónigo;<br />

pues estando ya Venezuela sin máscara fernandina<br />

no podía convenirse con esta en Santafé.<br />

Vino el Canónigo con un viaje inesperado<br />

navegando a 3 o 4 jornadas de Santafé hasta la villa de<br />

Calabozo. Adelantándose esta navegación, podremos<br />

comunicarnos más frecuente con nuestros aliados<br />

y con tanta presteza que hasta en 16 días pueda<br />

hacerse el viaje. Aún no ha presentado el Canónigo<br />

su itinerario y demás observaciones topográficas que<br />

hizo en su regreso a esta ciudad. Alaba en sumo grado<br />

las riberas del Meta, y a los misioneros de Santafé<br />

encargados de las misiones del mismo río.<br />

De la Europa y de todas partes vienen noticias<br />

favorables a nuestra causa. Reducida Valencia y bien<br />

escarmentados los autores de su trastorno, todo el<br />

nublado preparado contra nosotros por el amotinador<br />

Cortabarría se ha disipado. Los de Coro, que venían<br />

confiados en las falsas noticias que adquirieron sobre la<br />

asombrosa propagación del motín valenciano, huyeron<br />

vergonzosamente de la raya donde fueron batidos<br />

por nuestras tropas avanzadas. Esta conjuración nos<br />

trae mucho provecho, porque se ha manifestado la<br />

76<br />

Colección Bicentenario


energía de que es capaz un pueblo que ha gustado<br />

los placeres de su independencia y libertad. Diez y<br />

siete ajusticiados en esta capital, y más de trescientos<br />

muertos en la rendición de Valencia fortifican el<br />

sistema, desengañan a nuestros enemigos, nos ganan<br />

partidarios interiores y exteriores en favor de nuestra<br />

santa causa seguida contra los vizcaínos, catalanes,<br />

y demás europeos que encendieron el fuego de la<br />

conjuración en Valencia. Saldrá presto la sentencia y<br />

avisaré el resultado.<br />

Celebro el milagro con que Vd. ha sostenido tantos<br />

guerreros en esa provincia. Yo no puedo hacer<br />

otro tanto por más que trabajo en los efectos de la<br />

crisopeya. Se consume mucho dinero y carezco de la<br />

virtud multiplicativa de este recurso. No me atrevo<br />

a pedir a Dios la facultad de hacer el milagro de la<br />

reproducción de moneda, sin cuño, ni comercio, ni<br />

otros recursos, porque observo que Jesucristo aunque<br />

multiplicó milagrosamente el pan; el pescado y el<br />

vino no quiso obrar este prodigio en el dinero. Para<br />

satisfacer el tributo al déspota que lo exigía hizo el<br />

milagro de la extracción de moneda de la boca del<br />

pescado; pero no estamos en este caso, ni una moneda<br />

es bastante a cubrir las urgencias del Estado. Veremos<br />

qué efecto produce la de papel que ha sido el recurso<br />

de todas las naciones modernas.<br />

Salud y manda a su affmo.<br />

Roscio<br />

P. D.—Si como Vd. dice hay responsabilidad en no<br />

haber proclamado absoluta independencia el 19 de<br />

Abril de 1810, yo estoy comprendido en ella; pero<br />

no en la impunidad o clemencia de los primeros<br />

conspiradores. Tenía muy presente en esta parte la<br />

historia de las revoluciones y la paradoja política que<br />

acerca de esto escribió el autor del Teatro Crítico.<br />

El diputado que entonces tenía esa Provincia en la<br />

Colección Bicentenario 77


Junta de Caracas lleva la mayor parte de este cargo,<br />

y su clemencia es la causa de la posterior efusión de<br />

sangre.<br />

Roscio<br />

[Fundación John Boulton, Sección Venezolana del<br />

Archivo de la Gran Colombia, Serie G, números 55-<br />

62. Manuel Pérez Vila, comp., Epistolario de la Primera<br />

República, t. 2, Academia Nacional de la Historia, Caracas,<br />

1960, pp. 222-226. Esta carta es importante, entre otras<br />

razones, porque muestra las motivaciones de Roscio<br />

para escribir “Patriotismo de Nirgua y abuso de los<br />

reyes”, folleto de gran trascendencia en la revolución<br />

neogranadina. Roscio no solo fue un atento espectador<br />

de la situación de la Nueva Granada sino que mantuvo<br />

correspondencia con varios hombres públicos de ella,<br />

como Miguel de Pombo]<br />

Carta pública de Manuel de Pombo a José María<br />

Blanco White, editor de El Español, en la cual<br />

justifica por qué América no debe continuar unida<br />

con su antigua metrópoli. 1812, Junio 9.<br />

CARTA A D. JOSÉ MARÍA BLANCO,<br />

RESIDENTE EN LONDRES,<br />

satisfaciendo a los principios sobre que impugna<br />

la independencia absoluta de Venezuela, en su<br />

periódico intitulado “El Español” y demostrando<br />

la justicia y necesidad de esta medida, sin perder<br />

momentos, en todos los demás Estados de América<br />

y Filipinas,<br />

POR EL CIUDADANO MANUEL DE POMBO<br />

Ministro Contador de la Casa de Moneda de<br />

Santafé.<br />

Muy señor mío de mi mayor estimación: en los<br />

números 16 y 19, y en otros del interesante periódico<br />

de usted, he leído con imparcialidad (1) las razones<br />

78<br />

Colección Bicentenario


ajo las cuales, después de haber declamado usted<br />

contra la conducta ciega de la Regencia y Cortes de<br />

Cádiz, con respecto a la América, impugna o tiene<br />

por extemporánea la independencia absoluta que<br />

ha declarado Venezuela: no quiere usted sigan su<br />

ejemplo los demás Estados de la América, e indica<br />

planes de conciliación para que se mantenga la unión<br />

con la antigua Metrópoli.<br />

Pero por fortuna rolan todas las razones de usted,<br />

bajo los supuestos de que triunfe España; de que<br />

Fernando VII vuelva a reinar, y de que los intereses<br />

respectivos y Gobierno de la Unión se puedan arreglar,<br />

y continuarse sin los inconvenientes y desigualdad<br />

que hasta aquí , por mediadores de la Gran Bretaña y<br />

por una buena Constitución.<br />

Yo voy a desvanecer a usted lo equivocado de estos<br />

principios; haciéndole ver demostrativamente: que<br />

la España está perdida, y sin recursos para salvarse; que<br />

Fernando VII no reinará en ella, ni en América; que la<br />

unión de España con la América y Filipinas, no puede<br />

ni debe continuarse, aun cuando aquella triunfara de sus<br />

conquistadores; y que es de declararse la independencia<br />

absoluta, sin perder momentos, en ambas partes.<br />

ESPAÑA ESTÁ PERDIDA Y SIN RECURSOS<br />

PARA SALVARSE.<br />

Para convencer a usted y a todos mis conciudadanos<br />

de esta verdad, me basta referir brevemente el estado<br />

en que la dejó la Casa reinante de Borbón cuando<br />

todos sus individuos la abandonaron, marchándose a<br />

Francia, y el resultado que ha tenido cada una de las<br />

cuatro campañas.<br />

Antes de comenzarlo; protesto a usted y a todos<br />

mis lectores, que no diré nada que no conste y sea<br />

notorio en los papeles públicos españoles e ingleses<br />

de estos últimos años, confrontados entre sí.<br />

Colección Bicentenario 79


<strong>La</strong> situación, pues, en que la Casa reinante de Borbón<br />

dejó la Península, y la administración general del<br />

Estado, cuando sus individuos se fueron a Bayona e<br />

hicieron allí cesión de toda la Monarquía a Napoleón<br />

Bonaparte, Emperador de los franceses en 6, 8 y 12<br />

de Mayo de 1808, fue la siguiente:<br />

<strong>La</strong> escuadra marítima enteramente destruida (2)<br />

y las tripulaciones muertas o prisioneras de guerra.<br />

El ejército disminuido en 16,000 hombres de lo<br />

más florido.(3) El Reino de Portugal entregado a<br />

los franceses y sus reyes trasladados al Brasil. <strong>La</strong>s<br />

fortalezas de San Sebastián, Figueras, Pamplona<br />

y Barcelona en poder de los mismos. Lo interior<br />

de España lleno de cuerpos de tropas francesas. El<br />

comercio marítimo suspenso hacía diez años.(4)<br />

Los pueblos llenos de miseria,(5) y los hombres de<br />

ilustración y patriotismo oscurecidos o proscritos.<br />

El erario con una deuda de 350 millones de pesos<br />

al 4 por 100 de interés anual,(6) y gravado; entre<br />

infinitas erogaciones superfluas, con los sueldos de<br />

700 Generales y Brigadieres de mar y tierra, 450<br />

Oficiales Guardias de Corps, 200 Comisarios de<br />

Marina y Guerra, casi 300 Capitanes de navío y<br />

fragata, y un número crecidísimo de otros empleados<br />

ineptos e innecesarios. <strong>La</strong> población de la Península<br />

disminuida,(7) y todos los primeros empleos de ella<br />

y de la América y Asia conferidos a criaturas del<br />

Privado Don Manuel Godoy. <strong>La</strong> grande isla de Santo<br />

Domingo, la fertilísima y bien situada de la Trinidad y<br />

la Florida Oriental trasladadas al dominio extranjero.<br />

(8) Los puertos de América y Filipinas cerrados<br />

a los neutrales, a pesar de la guerra marítima. El<br />

erario de América agotado(9) y el contrabando en su<br />

mayor auge. Últimamente la moral de la Corte, de<br />

la Grandeza y de la juventud del Estamento noble<br />

corrompida, por lo general, y sin aplicación al trabajo<br />

y al estudio. Tal era el cuadro de la Península cuando<br />

la abandonó la dinastía reinante.<br />

80<br />

Colección Bicentenario


<strong>La</strong> campaña del año 1808 con los ejércitos franceses,<br />

comenzó el día 2 de Mayo por la horrible matanza de<br />

Madrid, y sus resultados, aun después de obtenidas<br />

muchas ventajas en Julio y Agosto, fueron fatalísimos.<br />

<strong>La</strong>s tropas españolas, al mando del General Pignateli,<br />

abandonaron en la noche del 25 de Octubre la ventajosa<br />

situación y defensa de Logroño, y se retiraron, con<br />

mengua del valor nacional, a la Sierra de Cameros.<br />

El enemigo, como un rayo, derrotó y dispersó<br />

enteramente en las batallas de Espinosa, Burgos,<br />

Tudela, Somosierra, y en las acciones de Lerín,<br />

Arnosa, Durango, Güemes, Balseameda, Bubierca,<br />

Puentes del Tajo en Extremadura (10) y Uclés, los<br />

tres grandes ejércitos de la Izquierda, del Centro y<br />

de Reserva, que ascendían a 112,310 (11) hombres de<br />

toda arma, al mando de los Generales en Jefe Blake,<br />

Castaños, Palafox y Heredia. Derrotó también al de<br />

Somosierra de 7500 combatientes, bajo las órdenes<br />

del General San Juan. <strong>La</strong> guarnición de Madrid y<br />

todos sus grandes almacenes de armas, vestuarios<br />

y municiones, vinieron a su poder. El Emperador<br />

Napoleón Bonaparte entró por capitulación en esa<br />

Corte el día 4 de Diciembre, y su hermano José fue<br />

reconocido nuevamente por Rey de España. <strong>La</strong> Junta<br />

Central huyó de Aranjuez a Sevilla a probar fortuna.<br />

<strong>La</strong>s ciudades de Cuenca, Córdoba, Bilbao, Jaén,<br />

Palencia, Burgos, Medina de Rioseco, Soria, y las<br />

villas de Uclés, Valdepeñas, Pineda, Callela, Talavera<br />

de la Reina y muchos pueblos, fueron saqueados<br />

bárbaramente por las tropas francesas. Venturada<br />

fue reducida a cenizas, y se posesionó el enemigo de<br />

toda la Vizcaya, Navarra, León, las dos Castillas y<br />

Extremadura, a excepción de la plaza de Bajadoz.<br />

En la campaña del año 1809 huyó por mar en 17<br />

de Enero el ejército inglés, después de haber perdido<br />

más de 6000 hombres en la batalla de <strong>La</strong> Coruña, a su<br />

ilustre General sir John Moore, y dejado en ese puerto<br />

la artillería, los caballos y el tesoro, por la celeridad<br />

Colección Bicentenario 81


del embarque. Todo el reino de Galicia con las plazas<br />

fuertes, y el opulento tesoro de Santiago, fue ocupado<br />

por el enemigo, desde aquella fecha hasta el mes de<br />

Agosto. Zaragoza fue destruida, y sepultados en sus<br />

ruinas o hechos prisioneros cerca de 40000 hombres<br />

de las mejores tropas. <strong>La</strong>s plazas de Jaca, de Monzón<br />

y Gerona, todo el reino de Aragón y las Asturias,<br />

fueron conquistadas. Los nuevos grandes ejércitos<br />

de Extremadura, la Mancha y Castilla la Nueva, de<br />

casi 116000 hombres, se perdieron en la retirada<br />

de Ciudad Real y batallas de Medellín, Talavera,<br />

Almonacid, la ominosa de Ocaña, y Alba de Tormes, al<br />

mando de los Generales en Jefe Marqués de Cartaojal,<br />

Cuesta, Venegas, Arcizaga y el Duque del Parque.<br />

El Ejército de Cataluña fue batido en Valls, y el de<br />

Valencia, del General Blake, dispersado y destruido<br />

en Belchite. Los lugares de Castro de Caldelas, de<br />

San Claudio y una parte de la ciudad de Pontevedra,<br />

fueron incendiados por Soult; y saqueados en Aragón<br />

los Corregimientos de Daroca y Calatayud. <strong>La</strong><br />

Península quedó casi indefensa por todas partes, y<br />

este fue el resultado de la campaña; sin embargo de<br />

haber estado de por medio la guerra que se declaró<br />

en Abril, entre la Alemania y Francia;(12) de haberse<br />

retirado el Emperador Napoleón, llevando consigo<br />

toda la gran columna de sus tropas de reserva; de<br />

haber venido a Portugal un nuevo ejército inglés, y<br />

llegado de la América tesoros inmensos.<br />

A la siguiente campaña de 1810 fueron conquistados<br />

los tres reinos de Andalucía, y únicamente se salvó la<br />

Isla de León y Cádiz. <strong>La</strong> Junta Central fue disuelta, y<br />

algunos de sus vocales fugitivos crearon el Consejo<br />

de Regencia. Se perdieron por el ejército de Cataluña,<br />

después de haberse batido con mucho valor y pericia,<br />

bajo las órdenes del General O’Donnell, las batallas<br />

de Vich y de Lérida, y por otros cuerpos de tropas<br />

las acciones de Jerez, Llerena, Valdesufre, Cariñena y<br />

Basa.(13) En Cádiz se perdieron también tres navíos<br />

82<br />

Colección Bicentenario


de línea y una fragata de las reliquias de la escuadra,<br />

y 25 transportes ingleses por un recio temporal.<br />

(14) El navío Vencedor, de 74 cañones, tuvo la misma<br />

suerte junto a las islas de Cerdeña. En la costa de<br />

Cantabria se destruyó una expedición marítima<br />

al mando del Comodoro Mons y del Brigadier<br />

Renovales, perdiéndose dos buques de guerra (15), los<br />

transportes y cañoneras, la tropa de desembarco, las<br />

armas y municiones. El ejército de Valencia, al mando<br />

del General Bassecour fue destruido y casi aniquilado<br />

en Uldecona, viniendo a defender a Tortosa. A la<br />

sangrienta batalla de Busaco del ejército inglés que<br />

comandaba el mariscal lord Wellington, se siguió<br />

una retirada como en la de Talavera. Perecieron en<br />

Cartagena de Levante por la peste 4039 soldados y<br />

430 paisanos. Se instalaron el 24 de Septiembre en<br />

la Isla de León, y se trasladaron después a Cádiz,<br />

las llamadas Cortes Nacionales. Fueron conquistadas<br />

las fortalezas de Málaga, Astorga, Lérida, Ciudad<br />

Rodrigo, Almeida, Rosas, Hostalrich, Balaguer,<br />

Marbella, Mequinenza, Benasque, San Feliú y<br />

Morella, quedando en poder del enemigo toda la<br />

artillería, armas, municiones y pertrechos. Sobre<br />

65000 defensores que sobrevivieron a los sitios y<br />

ataques de estas trece fortalezas y de otras menores,<br />

fueron conducidos a Francia prisioneros de guerra;<br />

y en el curso de los desastres del año, el enemigo<br />

incendió las villas de Cifuentes, Trillo y Molina;<br />

saqueó a Lérida, Jerez y a otras ciudades.<br />

En la campaña de 1811 se perdieron las fortalezas<br />

de Tortosa, Tarragona, Berga, Palamos, el cerro de<br />

Monserrate, Olivenza, Badajoz, Ronda, Ayamonte,<br />

Oropesa y Sagunto. Fue reconquistado por el<br />

enemigo el castillo de Figueras,(16) y en él se<br />

sacrificaron más de 5000 hombres entre muertos<br />

y prisioneros. Se derramó mucha sangre del<br />

ejército anglo-hispano-portugués en la batalla de<br />

Barrosa, en la de Albuela, y en el sitio y asaltos<br />

Colección Bicentenario 83


para recuperar a Badajoz, retirándose sin otro fruto<br />

que aquel. <strong>La</strong> tentativa del propio ejército, en el mes<br />

de Septiembre, contra Ciudad Rodrigo, tuvo igual<br />

resultado. El General Blake con más de 5000 hombres<br />

fue rechazado por solo 300 enemigos en su empresa<br />

contra el castillo de Niebla. Todo el florido ejército de<br />

22000 hombres, que antes había mandado el Marqués<br />

de la Romana, fue sacrificado en Olivenza y Badajoz y<br />

en la batalla de Gébora. Se perdió esta batalla, la del<br />

lugar de Figueras, la de Biza, Segorve, Murviedro, la<br />

de Valencia y Maniza, por los Generales Ballesteros,<br />

la Carrera, Valverde, Freire, Obispo, Blake, y Mahy.<br />

Manresa fue incendiada por el bárbaro Macdonal, y los<br />

almacenes de Mataró tuvieron la misma suerte. Quedó<br />

conquistado al fin el heroico Principado de Cataluña, y<br />

sus magnánimos habitantes sujetos al yugo francés. <strong>La</strong><br />

ciudad de Valencia que se hallaba sitiada capituló a los<br />

nueve día de acabado el año, y quedó también sujeto<br />

este reino y el colindante de Murcia, como indefenso, al<br />

conquistador Suchet. El enemigo hizo llevar a Francia<br />

en esta campaña sobre 100000 prisiones españoles, y<br />

entre ellos los mejores Generales.(17) El número de<br />

los muertos en las batallas y sitios de las doce plazas<br />

y castillo conquistados, ascendió a más de 22000<br />

(18) y fue inmensa la cantidad de armas, artillería,<br />

municiones, carruajes y todo género de pertrechos,<br />

que cayeron en su poder.<br />

De todo lo dicho se convence, señor Editor, que la<br />

España se hallaba en un estado fatalísimo y vendida<br />

a los franceses, cuando la abandonaron y la cedieron<br />

sus reyes; que cuantos ejércitos han levantado en<br />

los cuatro años los Gobiernos de la Península para<br />

su defensa, otros tantos han sido destrozados y<br />

aniquilados, malgastándose inútilmente ríos de sangre<br />

y oro, como dijo usted en su periódico número 12:<br />

que todos los reinos de la misma Península, y las<br />

fortalezas de primero, segundo y tercer orden habían<br />

sido ya conquistadas,(19) sin que restase otra cosa,<br />

84<br />

Colección Bicentenario


a principios de este año, que la Galicia, Portugal, la<br />

plaza de Cádiz, y alguna otra de poca resistencia; y<br />

que sus campos se hallan arrasados, destruidos los<br />

ganados, quemadas muchas villas, saqueadas las<br />

ciudades principales, y robados sus tesoros sagrados<br />

y profanos. Agregue usted a esto la dificultad de<br />

formar nuevos ejércitos en tales circunstancias, y en<br />

las de ascender a muy cerca de mil millones de pesos<br />

la deuda nacional,(20) según se infiere en los diarios<br />

de las Cortes. Si añadimos también la consideración<br />

del poder colosal que tiene en la actualidad el<br />

Imperio de Francia (21) y sus conexiones y enlaces<br />

con el Emperador de Alemania, Suecia, Nápoles y<br />

la confederación del Rhin; y si agregamos ser muy<br />

escasos, o casi ningunos, los socorros de dinero que<br />

puede recibir España de la América, por la ciega política<br />

con que sus Gobiernos se han manejado hasta ahora,<br />

encendiendo y fomentando la guerra civil, me parece,<br />

señor Editor, hablando de buena fe, me parece, digo,<br />

que España está perdida y sin recursos para salvarse.<br />

Yo no negaré a usted que la generosa Inglaterra y<br />

el prudente General Lord Wellington, continuarán<br />

cuanto puedan en la defensa de Portugal y en auxiliar<br />

a Galicia. Pero esto, en el estado presente de la<br />

conquista y poder de Napoleón, servirá únicamente<br />

para prolongar algún tiempo más la honrosa lucha,<br />

pero de ningún modo para quitar al enemigo lo<br />

conquistado, que es casi toda la Península como<br />

hemos visto.<br />

Concluiré este punto, copiando a usted lo que<br />

con fecha 11 de Octubre de año último, 1811, se<br />

escribió sobre él en uno de los papeles públicos más<br />

acreditados de Inglaterra.(22) Dice así:<br />

“Cuando principió la revolución de España, nos<br />

compadeció la causa de esta Nación, sin embargo<br />

de que desesperamos del suceso. Temíamos de que<br />

Colección Bicentenario 85


entorpecida por la superstición, sin práctica ni pericia<br />

en las armas, decaería delante de un Imperio que había<br />

abrumado las mejores tropas de Europa; que la guerra<br />

serviría solo de devastar sus tierras, derramar su más<br />

preciosa sangre y aumentar el peso de sus cadenas. El<br />

resultado ha verificado muy bien nuestros temores.<br />

En algunos fuertes han desplegado los españoles<br />

un valor que les hace honor, pero en el campo de<br />

batalla han sido oprimidos vergonzosamente por sus<br />

enemigos”… Pasemos al otro punto.<br />

FERNANDO VII NO REINARÁ EN LA ESPAÑA<br />

NI EN LA AMÉRICA.<br />

Hemos visto, señor Editor, en el extracto de los<br />

sucesos, las cesiones que en Bayona de Francia hicieron<br />

de la Monarquía española todos los individuos de la<br />

Casa de Borbón reinante: que la Península se halla<br />

sin recursos, y casi enteramente conquistada por el<br />

Emperador Napoleón Bonaparte, para que reine en<br />

ella su hermano José, y que de hecho está reinando<br />

desde el día 4 de Diciembre de 1808, en que fue tomada<br />

la Corte de Madrid y subyugadas las dos Castillas,<br />

Aragón, Navarra, Vizcaya, León y Extremadura.<br />

En tal estado de cosas, parece claro y evidente que<br />

Fernando VII no puede ocupar la corona de España,<br />

y que es físicamente imposible.<br />

Pero supongamos que la actual tercera Regencia (23)<br />

que se acaba de crear en España, pudiese conseguir<br />

un ejército aguerrido de 300.000 hombres, y que se<br />

hallase con 1.500 millones de pesos para emprender<br />

la reconquista de todos los reinos y fortalezas<br />

ocupadas, y sucesivas victorias, ganadas por aquel<br />

ejército, verificase la reconquista y arrojase a los<br />

enemigos al otro lado de los Pirineos; pregunto yo<br />

ahora: ¿consentiría Napoleón y los otros Monarcas<br />

sus aliados, en que volviese a reinar en España la<br />

dinastía de los Borbones o Capetos de Francia? A<br />

mi me parece que de ninguna manera: y que solo<br />

86<br />

Colección Bicentenario


se conseguiría el intento conquistando a la misma<br />

Francia y destruyendo a los Bonapartes. Empresa a<br />

la verdad mucho más imposible que la expresada de<br />

la reconquista y expulsión del enemigo al otro lado<br />

de los Pirineos.<br />

Tampoco se puede esperar que Fernando VII reine<br />

en ninguno de los Estados de América, por cuatro<br />

razones: <strong>La</strong> primera, porque todos ellos, según se<br />

manifiesta por los papeles públicos, detestan, como<br />

es debido, el Gobierno Monárquico,(24) y mucho<br />

más, hereditario. <strong>La</strong> segunda, porque están decididos<br />

a abrazar el sabio y filosófico sistema federativo,<br />

como el de los anglo-americanos, el único que, en<br />

sentir de los políticos más profundos, se ha inventado<br />

para gobernar hombres. <strong>La</strong> tercera, porque el<br />

reconocimiento que se hizo de Fernando VII en<br />

estos países en los años anteriores, fue gracioso,<br />

no espontáneo, y de las circunstancias, en la mayor<br />

parte de ellos, sin examen y discusión; sin voto de los<br />

Representantes legítimos, nombrados bajo la base de<br />

población y sin poderes ni instrucciones para ello. <strong>La</strong><br />

cuarta, porque el Emperador de Francia y los otros<br />

Monarcas con quienes está ligado, no lo consentirían,<br />

para no tener un enemigo que perjudicase en estos<br />

países al comercio e intereses de sus Naciones<br />

respectivas.<br />

Se equivoca usted mucho, a causa de la distancia,<br />

en las ideas que supone hay en todos los Estados de<br />

América a conservar la unión general, bajo el lazo y<br />

amor de Fernando VII; pues la proclama de Chile que<br />

usted inserta en el número 16 de su periódico, los<br />

papeles públicos más recientes de Caracas, Buenos<br />

Aires, Cartagena y Santafé, y de todos los países<br />

donde los pueblos han reasumido sus derechos<br />

soberanos, y se ha adelantado más la opinión<br />

pública sobre los verdaderos intereses y cimientos<br />

para la felicidad futura de sus habitantes, prueban<br />

Colección Bicentenario 87


convincentemente que no quieren ni aspiran a otra<br />

cosa que a la independencia absoluta y al establecimiento<br />

de Repúblicas Confederadas.(25) Lo contrario sería<br />

no aprovecharse de los medios que para ello les ha<br />

enviado la Providencia en la ocasión, consentir que<br />

los pueblos fuesen nuevamente esclavos, y dejar de<br />

proporcionar una Patria para sus hijos, y para sus<br />

desgraciados hermanos de Europa que quieran venir<br />

a establecerse, y abandonar el despotismo y tiranía<br />

del otro hemisferio.<br />

También se equivoca usted en creer que en la<br />

imaginaria restitución de Fernando VII a España, ha de<br />

gozar toda la Nación de la libertad que Inglaterra,(26)<br />

pudiendo aquel Rey y sus descendientes hacerla<br />

mucho bien y ningún mal. No hay nada de eso, señor<br />

Editor, pues el Proyecto de Constitución para la Nación<br />

española que corre impreso y se está sancionando<br />

tan apresurada como inútilmente por las Cortes de<br />

Cádiz, pone al Rey en disposición de poder ser un<br />

tirano siempre que quiera. <strong>La</strong> razón es, porque en ella<br />

no están divididos y equiparados los tres poderes del<br />

Gobierno, y al Rey lo deja dueño absoluto de la fuerza<br />

armada, y con facultad de nombrar los miembros<br />

para la administración de justicia y para los empleos<br />

eclesiásticos, civiles y militares.<br />

En cuanto a la América, ya sabe usted por la carta<br />

de Cádiz inserta en el número 19 de su periódico,<br />

habían sancionado el 10 de Septiembre último en<br />

el título segundo, capítulo cuarto, artículo 22 de<br />

dicha Constitución, la injusticia más atroz que<br />

podía esperarse. Tal es la de privar del derecho de<br />

ciudadanos a todos los partidos y morenos, o gente de<br />

color,(27) de que habrá seis millones por lo menos<br />

en toda ella: y a la verdad, de hombres útiles y<br />

laboriosos que se ejercitan con honradez en la milicia,<br />

en la agricultura, industria, artes, laboreo de minas,<br />

transportes por agua y tierra, y en cuantos ejercicios<br />

88<br />

Colección Bicentenario


útiles y productivos se emplean los brazos del estado<br />

llano en España y otros reinos de Europa.<br />

Sacamos, pues, en limpio, señor Editor, que además<br />

de ser remotísimo y en alto grado imposible que<br />

Fernando VII llegue a reinar en España o América<br />

(aun prescindiendo de lo inválido y caduco de sus<br />

derechos), la Constitución que quieren darnos las<br />

Cortes Nominales de Cádiz es injusta en sus bases, y no<br />

ofrece a la Nación las salvaguardias correspondientes<br />

para que sea libre, no se vea tiranizada y vendida de<br />

nuevo por sus reyes y favoritos, ni cubierta de sangre,<br />

horror, muerte y destrucción, como se mira en el<br />

día.<br />

Sigamos ahora al punto tercero y último de mi<br />

propuesta.<br />

LA UNIÓN DE ESPAÑA CON AMÉRICA Y FILI-<br />

PINAS, NO PUEDE NI DEBE CONTINUARSE,<br />

AUN CUANDO AQUELLA TRIUNFARA DE SUS<br />

CONQUISTADORES: Y ES DE DECLARARSE<br />

LA INDEPENDENCIA ABSOLUTA, SIN PER-<br />

DER MOMENTOS, EN AMBAS PARTES.<br />

Los fundamentos principales que hay para una y otra<br />

aserción, señor Editor, y que no dudo convencerán<br />

a usted y a todo hombre honrado de sana razón y<br />

juicio, son los que siguen:<br />

1º Porque es contrario a las leyes de la naturaleza,<br />

al orden que el Criador puso a las cosas, y al objeto de<br />

los gobiernos y de la asociación civil, intentar que los<br />

Estados de América y Asia se mantengan unidos a los<br />

de la Península de España y su gobierno respectivo,<br />

hallándose esta a más de 2.000 leguas de distancia,<br />

con un mar inmenso de por medio, y otros obstáculos<br />

sumamente incómodos, tardíos y peligrosos.<br />

2º. Porque esta unión parece tanto más injusta,<br />

indebida e innecesaria, si se considera tienen dichos<br />

Colección Bicentenario 89


Estados una extensión inmensa de terreno, muchas<br />

riquezas, hombres ilustrados, muy cerca de diez y<br />

ocho millones de habitantes, y todas las proporciones<br />

convenientes para subsistir, defenderse y gobernarse<br />

por sí mismos, sin necesitar de España(28) ni de otra<br />

Potencia alguna de las de Europa.<br />

3º. Porque es física y moralmente imposible poderse<br />

gobernar bien y dirigir una máquina tan inmensa y<br />

complicada, como lo es la Monarquía de los Reinos<br />

de España, Islas Baleares, Canarias, Filipinas y<br />

Marianas, y los Estados del Continente de América<br />

con las tres Grandes Antillas, o Islas de Cuba, Santo<br />

Domingo y Puerto Rico.<br />

4º. Porque sin gravísimos obstáculos e<br />

inconvenientes, no se puede formar en concurrencia<br />

de la América y Asia el Gobierno Constitucional que<br />

desea la Nación, para evitar se la tiranice y venda<br />

de nuevo por sus Reyes y Favoritos. Aun cuando se<br />

adoptara para la Legislatura o Cortes anuales de la<br />

Nación la base de un Representante por cada 40.000<br />

habitantes, tocaban 480 a la América y Filipinas en<br />

el estado actual de su población: ¿cómo podría ser<br />

factible, ni justo tampoco, que un número tan crecido<br />

de vecinos fuera y viniese a España de continuo,<br />

abandonase su casa, su familia e intereses, atravesase<br />

un mar inmenso y sufriese mil riesgos e incomodidades<br />

con aquel objeto? Locura es pensarlo (29).<br />

5º. Porque las leyes que dictase aquel Congreso<br />

(suponiendo que se efectuase anualmente) no podían<br />

menos que salir monstruosas y muy ajenas de las<br />

circunstancias locales de las Provincias de América,<br />

por deberse sancionar por la pluralidad de los<br />

Representantes de ambos hemisferios. <strong>La</strong>s Cortes<br />

actuales de Cádiz nos suministran demostrativos<br />

ejemplos de esta verdad, como usted sabe.<br />

6º. Porque aun suponiendo que fuesen sabias las<br />

leyes, propias de la localidad y del carácter particular<br />

de los habitantes de cada Provincia, perdían no<br />

obstante todo su vigor en razón de la distancia, y<br />

90<br />

Colección Bicentenario


quedaban sujetas, como han estado las antiguas, a la<br />

inobservancia y a la arbitrariedad y despotismo de<br />

los funcionarios públicos, sin remedio alguno.<br />

7º. Porque en las hipótesis de permitirse se hiciesen<br />

acá las leyes en Congresos particulares, como indica<br />

el periódico de usted, nada se adelantaba tampoco.<br />

Estas cuando más serían las coloniales, y no las<br />

mercantiles u otra alguna que tuviese relación con la<br />

comunidad; y como habían de quedar sujetas desde<br />

luego a la aprobación o consentimiento del Rey,<br />

este la daría o no, según acomodase a sus intereses<br />

y al de sus Ministros. <strong>La</strong>s Provincias inglesas de<br />

Norte-América, señor Editor, tenían asambleas<br />

para sancionar sus leyes coloniales, y sin embargo,<br />

vivieron, hasta el momento feliz de su independencia,<br />

bajo el régimen opresor del monopolio. Su industria<br />

y comercio interior padeció mil trabas, y el exterior<br />

estuvo siempre sujeto a unos reglamentos tan crueles,<br />

injustos e impolíticos, como los del Gobierno de<br />

España para con las Américas y Filipinas.<br />

8º. Porque aun cuando se pudiera allanar para la<br />

unión de América y Asia con España el difícil punto<br />

de la buena legislación, observancia y vigor de los<br />

códigos respectivos, todas las materias graciables y<br />

asuntos propios y peculiares del despacho del Rey<br />

o Poder Ejecutivo, quedaban indispensablemente<br />

sujetas a las mismas demoras, gastos, injusticias,<br />

contradicciones, arbitrariedades &c. que en el antiguo<br />

régimen.<br />

9º. Porque la experiencia de trescientos años ha<br />

demostrado que estos países, mientras han estado<br />

unidos al Gobierno de España, bien lejos de florecer<br />

y prosperar, conforme a las grandes ventajas<br />

que tienen por la naturaleza y su situación local,<br />

se hallan proporcionalmente despoblados y sin<br />

mayor agricultura, artes, industria y comercio. Sus<br />

habitantes, no solamente han estado sujetos a mil<br />

privaciones en todos los ramos de la prosperidad<br />

pública, y al monopolio más escandaloso y tiránico de<br />

Colección Bicentenario 91


los comerciantes de Cádiz (30), sino también vejados<br />

y oprimidos a proporción de la distancia del Gobierno<br />

Supremo.<br />

10. Porque no verificándose la emancipación o<br />

independencia, volvían a quedar indefectiblemente<br />

en el mismo estado, no solo porque sus intereses y<br />

derechos se hallan en diametral oposición con los<br />

de las Cortes respectivas de Europa y comerciantes<br />

de sus puertos, sino también porque el mando de las<br />

armas habría de quedar en manos de los mandatarios<br />

de los reyes y en su consecuencia no se haría otra cosa<br />

que aquello que acomodase a estos, y a sus cortesanos<br />

demagogos y Ministros del despacho.<br />

11. Porque también volvían (los habitantes de estos<br />

países) a verse envueltos de continuo en las guerras,<br />

contiendas y disensiones de los Monarcas de Europa;<br />

a contribuir ellos con sus caudales (31) y a veces con<br />

su sangre: a tener interrumpidas frecuentemente sus<br />

comunicaciones de todo género; a quedar sumergidos<br />

de nuevo en la ignorancia y abatimiento, en el monopolio<br />

y espionaje, y en una administración de justicia mala<br />

por todos aspectos; a recibir cualesquiera leyes, Reales<br />

órdenes y reglamentos con insensibilidad estúpida y<br />

vergonzosa; a ser privados del comercio y tráfico con<br />

las demás naciones, y necesitar del contrabando para<br />

proveerse de muchos géneros y efectos; a pasar de<br />

unos amos a otros como esclavos o como manadas de<br />

ganados, al arbitrio de los Reyes y de los Secretarios<br />

de Estado, así como sucedió a los de la Isla de Santo<br />

Domingo, Trinidad y la Florida Oriental en tiempo<br />

de Carlos IV, y a los de Jamaica, el Brasil y Amazonas<br />

en el de sus antecesores; finalmente, a ver conducidas<br />

sus contribuciones, sus cuantiosos donativos y las<br />

estafas que de varios modos les hacen, a 2000 leguas<br />

de distancia, para invertirse allí en derramar sangre<br />

humana o en palacios, jardines, carrozas, casas de<br />

campo, sotos de cacería, y demás objetos del lujo,<br />

fausto y disipación de los reyes, de sus familias,<br />

validos, cortesanos, &c.<br />

92<br />

Colección Bicentenario


12. Porque verificada que sea la emancipación, y<br />

establecidos los Gobiernos liberales y representativos<br />

que se proponen los hombres ilustrados de estos países,<br />

es claro y evidente que se evitan todos los grandes<br />

males expresados, y una infinidad que he omitido;<br />

se remueven igualmente los obstáculos principales<br />

a la felicidad pública; y la agricultura, la industria,<br />

las artes, las ciencias y la población se fomentarán<br />

con la rapidez asombrosa que se ha notado en las<br />

Provincias inglesas del Norte; sin embargo de que<br />

la feracidad de su territorio, el clima, los puertos y<br />

otras circunstancias locales, no son comparables a las<br />

nuestras.<br />

13. Porque si es efectivo, como en la realidad lo<br />

es, que estas Provincias tienen en su mismo seno<br />

recursos mucho más poderosos, y medios más felices<br />

para labrar y sostener su independencia, que aquellos<br />

que tenían las Inglesas del Norte, no se puede hallar<br />

razón alguna para que pierdan tiempo en llevarla a<br />

puro y debido efecto, por meras contemplaciones y<br />

miramientos.<br />

14. Porque mucho menos puede haberla, si se<br />

considera que la Providencia les ha proporcionado en<br />

la ocasión los medios para verificarla, no solamente<br />

por principios de justicia indisputable y de derecho<br />

público, más también, sin mayor efusión de sangre<br />

y sin aquellos grandes sacudimientos y trastorno<br />

general, que sufrirían en cualquiera otra ocasión que<br />

quisiesen declararla, y elevarse al rango noble que<br />

las corresponde entre las demás naciones del mundo,<br />

como se ha pensado desde muy antiguo.(32)<br />

15. Porque elevándose ahora estos países a la clase de<br />

naciones sin perder momentos, y saliendo de la indecisión y<br />

ambigüedad en que se hallan por cuatro años consecutivos,<br />

evitan todo comprometimiento en su existencia política,<br />

tanto por parte de la Regencia y Cortes de Cádiz, como<br />

de las dos Potencias rivales que se disputan el Imperio del<br />

mundo en la época presente.<br />

Colección Bicentenario 93


16. Porque, aun cuando el objeto y la duración de<br />

los gobiernos no se contrajesen a la utilidad y felicidad<br />

del género humano, como es constante, habiéndose<br />

disuelto los vínculos de la Monarquía, tanto por las<br />

cesiones de Fernando VII y de toda la Casa reinante<br />

en Mayo de 1808, como por la introducción de otra<br />

nueva dinastía no llamada por las leyes, y conquista<br />

de la Metrópoli, los habitantes de los diversos<br />

Estados de América y Asia han podido emanciparse<br />

desde aquella fecha, y ejecutar todo cuanto graduasen<br />

conveniente y oportuno para labrar su felicidad<br />

futura en lo civil y político, y conservar también en toda<br />

su pureza la Religión Santa y verdadera que heredaron de<br />

sus mayores.<br />

17. Porque la independencia y emancipación de la<br />

América y Filipinas, no son contrarias a la causa actual<br />

de Península de España, pues reconocida aquella por<br />

el Gobierno de Cádiz, y extinguida por consiguiente<br />

la guerra civil, que ha encendido con una política tan<br />

ciega como torpe y falsa, todas las Confederaciones (33)<br />

entrarían en la coalición, ahogando generosamente<br />

los resentimientos, y enviarían al efecto tesoros<br />

abundantes a la misma Península, sin embargo del<br />

fatal estado de su conquista.<br />

18. Porque no se opone tampoco la independencia<br />

a la prosperidad futura de España, y antes todo lo<br />

contrario. Los Reinos de España en este caso, no<br />

podrían menos (concluida la guerra) que dedicarse con<br />

el mayor empeño a fomentar su agricultura, industria<br />

y artes, como estuvieron antes del descubrimiento de<br />

la América, para hacer un comercio verdaderamente<br />

activo con los Estados de ella, proveyéndolos de sus<br />

paños finos y ordinarios, tejidos de seda, lino y algodón;<br />

sombreros, papel e impresos de todas clases; hierro de<br />

Vizcaya; de sus vinos, aceites, aceitunas, aguardientes<br />

de uva y otras producciones casi exclusivas de aquel<br />

fértil territorio, que tienen mucho consumo en estos<br />

países. <strong>La</strong> experiencia ha demostrado, señor Editor,<br />

que la Gran Bretaña, bien lejos de haber perdido<br />

94<br />

Colección Bicentenario


con la emancipación de las Provincias del Norte, ha<br />

triplicado en ellas sus riquezas y sus rentas, porque<br />

antes de ese feliz periodo, solo introducía allí géneros,<br />

frutos y efectos para dos millones y medio de habitantes<br />

pobres y esclavos, y en el día lo ejecuta para ocho<br />

millones de hombres libres, ricos y felices. Por otra parte<br />

el inmenso ahorro de dinero, de gente y brazos útiles,<br />

que haría España en su marina de guerra y en alguna<br />

tropa de línea, verificada la separación de América y<br />

Filipinas, contribuiría infinito a su prosperidad, y a<br />

aliviar a sus pueblos de las extorsiones y gravámenes<br />

que en ambos respectos han padecido por tres siglos<br />

continuos.<br />

19. Últimamente, señor Editor, debe declararse<br />

la independencia absoluta de todos los Estados de<br />

América y Filipinas, a ejemplo de los del Norte, de la<br />

Florida Occidental, Venezuela y Cartagena, porque<br />

desde el Cabo de Hornos hasta la California, la<br />

proclama un movimiento simultáneo, y porque, aun<br />

prescindiendo de los fundamentos que demuestran la<br />

justicia y necesidad de ella, y su compatibilidad con<br />

la causa actual de España y su felicidad futura, ocurre<br />

la circunstancia particular de que, a excepción del<br />

Gobierno y monopolistas de Cádiz, no hay otro en<br />

Europa, ni Nación alguna que no se halle conforme<br />

con esta medida. El mismo Emperador de Francia,<br />

Napoleón Bonaparte, cuya primer diligencia en Mayo<br />

de 1808 fue la de enviar Comisarios a estos países<br />

para que reconociesen su dinastía, en virtud de las<br />

cesiones de Bayona, ha manifestado en 4 de Diciembre<br />

de 1809 su conformidad en la materia, por medio de<br />

su Ministro de lo Interior.(34) “El Emperador (dice<br />

el Ministro) no se opondrá jamás a la independencia<br />

de las Naciones Continentales de la América. Esta<br />

independencia existe en el orden necesario de los<br />

acontecimientos políticos; lo está en el de la justicia, y<br />

lo está también en el interés bien entendido de todas<br />

las Potencias…. El poder de la Francia no depende del<br />

monopolio, ni tampoco pretende un interés contrario<br />

Colección Bicentenario 95


a la justicia. Nada de lo que puede contribuir al bien<br />

de las Américas, se opone a la prosperidad de la<br />

Francia, quien será siempre bastante rica cuando se<br />

vea tratada con igualdad por todas las Naciones y en<br />

todos los mercados de Europa….”<br />

He demostrado a usted casi matemáticamente<br />

según me parece: que la España está perdida y sin<br />

recursos para salvarse; que Fernando VII no reinará en ella<br />

ni en América; que la unión de España con la América y<br />

Filipinas no puede ni debe continuarse, aun cuando aquella<br />

triunfara de sus conquistadores, y que es de declararse la<br />

independencia absoluta, sin perder momentos, en ambas<br />

partes. Bajo de este concepto, y en el de que todos<br />

los hijos de Colón, y los amantes de la libertad y<br />

prosperidad general de la Nación, que saben calcularla<br />

imparcialmente, se hallan convencidos de todo ello,<br />

hace mucho tiempo, y prontos a derramar hasta la<br />

última gota de su sangre para llevar a efecto y sostener<br />

la independencia; me parece, señor Editor, que no<br />

cabe otro plan de conciliación, ni puede ser justo y<br />

oportuno, sino el allanamiento de las Cortes de Cádiz<br />

a reconocer lisa y llanamente aquella; y la orden para<br />

que regresen a España los Virreyes y Gobernadores<br />

que han quedado en algunas Provincias. Cualesquiera<br />

otras medidas solo conducirán a derramar sangre<br />

inútilmente, como está sucediendo y aconteció en las<br />

Provincias inglesas; a enconar más los ánimos de los<br />

dos partidos; a hacer odioso en estos países el nombre<br />

nacional, y a empeorar la honrosa y justa lucha de la<br />

Península contra sus invasores. El tiempo aclarará<br />

mis conjeturas. Entre tanto, señor Editor, ofrezco a<br />

usted mis humildes respetos en este Nuevo Mundo, y<br />

quedo su afectísimo servidor que besa sus manos.<br />

Santafé y Junio 9 de 1812.<br />

96<br />

Colección Bicentenario


APÉNDICE A LA CARTA ESCRITA A D. JOSÉ<br />

MARÍA BLANCO, RESIDENTE EN LONDRES,<br />

SOBRE LA INDEPENDENCIA DE AMÉRICA Y<br />

FILIPINAS.<br />

Muy señor mío: cuando en 9 de Junio último tuve<br />

el honor de escribir a usted acerca de estar perdida la<br />

Península de España, y sin recursos para salvarse; ser<br />

imposible el regreso de Fernando VII a ella, y sobre<br />

la justicia y necesidad de la independencia de América<br />

y Filipinas, habrían corrido apenas veinticuatro días,<br />

después del recibo por primera vez en Santafé de<br />

los números de El Español, desde el 16 al 20. Esta<br />

circunstancia, el deseo de no salir de los límites de<br />

una carta, y la necesidad de excusar volumen, para no<br />

ser costoso ni molesto a mis lectores, me obligaron a<br />

omitir algunas cosas interesantes, principalmente en<br />

la demostración de la 1.ª y 2.ª de mis aserciones.<br />

Ahora, pues, se las expresaré a usted brevemente,<br />

para que sirvan de apéndice a mi referida carta, y de<br />

mayor convencimiento a los que, por no aplicarse a la<br />

lectura de los papeles públicos españoles e ingleses,<br />

ignoran el verdadero estado político de las cosas, y se<br />

dejan engañar vergonzosamente.<br />

En efecto, cuando en dicha mi carta formé a usted<br />

el cuadro lamentable en que dejaron la Península, y la<br />

administración general del Estado, los individuos de<br />

la Casa reinante de Borbón, al tiempo de marcharse<br />

a Francia, nada dije de las terribles contribuciones<br />

con que fueron gravados los habitantes de Portugal,<br />

cuando Carlos IV los entregó a los franceses, y<br />

de la confiscación de los bienes de todos los que<br />

siguieron sus Reyes al Brasil. Tampoco expresé la<br />

ocupación o despojo que se había hecho en España, y<br />

aun en América, de las propiedades de las iglesias y<br />

monasterios, a pretexto de la Consolidación de Vales<br />

Colección Bicentenario 97


Reales, ni de los diversos arbitrios que se inventaron<br />

para empobrecer al pueblo, sacarle su dinero, y<br />

mantener el boato y disipación de la Casa Real y del<br />

Almirante Godoy; tales como v. gr. el de la apertura del<br />

fondo vitalicio, admitiendo alguna parte de las deudas<br />

de los Reinados anteriores y lo demás en metálico, y<br />

los préstamos patrióticos con el cebo de una multitud<br />

de lotes sorteados entre los prestamistas. Deben,<br />

pues, ser colocadas estas cosas en el cuadro referido<br />

de mi carta.<br />

En cuanto al extracto de los resultados de cada<br />

una de las cuatro campañas, omití por la brevedad:<br />

la derrota en Santander, por sorpresa, el 10 de Junio<br />

de 1809 del cuerpo de tropas al mando del General<br />

Ballesteros. El incendio de muchos pueblos en el Valle<br />

del Roncal. Y la destrucción en él de las tropas de<br />

línea y paisanaje, con que mantenía su insurrección<br />

el Brigadier Renovales.<br />

También omití la ocupación en Sevilla por el<br />

enemigo, en Enero de 1810, de los grandes almacenes<br />

de armas, víveres y municiones, y de su gran fábrica de<br />

artillería. <strong>La</strong> toma de la ciudad y castillo de Manresa,<br />

y las dos visitas que en Abril y Agosto hizo el ejército<br />

de Sebastián a Murcia y Lorca, imponiendo gruesas<br />

contribuciones al vecindario, y llevándose consigo<br />

las armas y municiones del ejército español, que con<br />

su aproximación se había retirado.<br />

Tampoco dije a usted nada del nuevo saqueo de<br />

Cuenca, Segorve y Estepota en el mismo año, ni<br />

de la matanza en Alcañizas de un destacamento<br />

entero de españoles a excepción de su comandante y<br />

algunos Oficiales que pudieron escapar huyendo. Del<br />

regreso a Cádiz, con pérdida de muchos soldados y<br />

armas, de la expedición marítima, que había salido<br />

al mando del General <strong>La</strong>cy en 17 de Julio, para<br />

auxiliar la insurrección de la Serranía de Ronda. Del<br />

98<br />

Colección Bicentenario


ataque dado por Soult en los términos Orientales<br />

de Portugal al cuerpo de 6.000 ingleses del mando<br />

del General Crawford, haciéndole perder la mitad; y<br />

de la sorpresa en Blancas, el 20 de Diciembre, de la<br />

caballería del Brigadier Villacampa, quedando casi<br />

toda en poder del enemigo.<br />

Por último, omití la batalla de Villanueva de<br />

Castillejos, que en 25 de Enero de 1811 perdió el<br />

General Ballesteros.(35) <strong>La</strong>s acciones de Fons de<br />

bronce y Fuentes de Honor del ejército inglés,<br />

donde fueron muertos, heridos o prisioneros cerca<br />

de 4.000 de aquellos valientes soldados. <strong>La</strong> sorpresa<br />

cerca de Olivenza de todo el escuadrón número 13<br />

de la caballería de la propia Nación a las órdenes del<br />

Mayor Morres. El saqueo de Villafranca del Vierzo.<br />

<strong>La</strong> aniquilación de las partidas patrióticas de Longa,<br />

Pastor, Arévalo, Morales, Gutiérrez y la del Coronel<br />

Martínez, rindiéndose este último en Alcocer con sus<br />

tropas y toda la oficialidad, y la pérdida en este año<br />

fatalísimo para la causa de España, de los Generales<br />

Duque de Alburquerque, Marqués de la Romana,<br />

Conde de Alacha, Marqués de Airiolas, Herasti,<br />

Zenén de Contreras, Bassecourt, Menacho,(36)<br />

Virues, García, Courtén, Cabrier, Martínez, Caro,<br />

Blake, O’Donell, <strong>La</strong>rdizabal y otros que por lo menos<br />

habían dado pruebas de valor y patriotismo.<br />

De manera, señor Editor, que si con la demostración<br />

que hice a usted en mi carta, del estado en que dejó<br />

la Península la Casa de Borbón, y resultado de las<br />

cuatro campañas desde 1808 hasta 1811, se convence<br />

estar perdida la España y sin recursos para salvarse, con<br />

los que acabo de referir, se aumenta más la verdad de<br />

aquella aserción, y la de ser físicamente imposible que<br />

Fernando VII reine en ella.<br />

Es también un argumento vigoroso de esto mismo,<br />

el de que habiendo conquistado el enemigo hasta el<br />

Colección Bicentenario 99


9 de Enero último más de treinta fortalezas para<br />

la posesión que tenía de casi toda la Península,(37)<br />

no se ha dado ejemplar en los cuatro años de lucha,<br />

de haberlo obligado a levantar el sitio de una sola;<br />

aunque ha habido plaza que ha resistido siete meses,<br />

hasta ser reducida casi a escombros, como sucedió a<br />

la de Gerona.<br />

Igualmente el hecho de haber reconocido y<br />

garantizado en 24 de Octubre de 1809 el Emperador<br />

de Alemania, por el tratado de Viena, y la Rusia,<br />

Dinamarca, Suecia, Nápoles, Prusia y la Confederación<br />

del Rhin, las mudanzas hechas, o que se pudieran hacer<br />

en España, Portugal e Italia, por el Emperador Napoleón,<br />

manifiesta la misma imposibilidad de que pueda reinar<br />

Fernando VII en España; y la verdad tan sabida y<br />

demostrada por las historias, de que los Imperios de<br />

la tierra, como todas las cosas humanas, son mudables e<br />

inconsistentes.<br />

Es preciso, señor Editor, que, en una materia de tanta<br />

trascendencia a la humanidad, hablemos ingenuamente,<br />

y que no engañemos ni seamos engañados.<br />

Acerca de la independencia de los Estados de<br />

América y Filipinas, sin perder momentos, cualquiera<br />

que sea la suerte de España, demostré a usted en mi<br />

carta, entre otras cosas: que Dios, la Naturaleza,<br />

la enorme distancia, los derechos imprescriptibles<br />

de los pueblos, la situación geográfica, los medios,<br />

la población, la cautela en los desgraciados<br />

acontecimientos de la Península, y la utilidad y<br />

felicidad pública, objeto de la creación y duración de<br />

los Gobiernos, eran los fundamentos incontestables<br />

que los llamaban a ser libres, y a separar su Gobierno<br />

de el del otro hemisferio.<br />

Ahora añadiré a usted: que exigen también la<br />

independencia, el beneficio de la afligida humanidad<br />

100<br />

Colección Bicentenario


de Europa, por muchos respectos demasiadamente<br />

obvios en concebirse, y porque se la proporcionará un<br />

paso para su comercio con la India, por alguno de los<br />

diversos puntos de comunicación con el mar Pacífico<br />

o del Sur, que ofrece la América;(38) el mismo que no<br />

podrá efectuarse mientras sus Estados no sean libres.<br />

(39)<br />

No menos exige la propia medida, el fundamento<br />

de ser muy injusto que los actuales españoles que<br />

habitan estos países, y los descendientes de los que<br />

primitivamente vinieron a ellos a sus expensas,<br />

formaron las poblaciones que componen estos grandes<br />

Estados, y propagaron la religión y la civilización<br />

ente los indígenas, sean de peor condición que los<br />

otros españoles que residen en la Península; quiero<br />

decir, que estos tengan consigo mismo su Gobierno<br />

Supremo, y los otros a 2.000 leguas de distancia;<br />

que aquellos obtengan una pronta administración<br />

de justicia y despacho de sus negocios, y estos<br />

sumamente tardías, y malas ambas cosas; que los<br />

residentes en la Península trafiquen con todas las<br />

naciones, y los que están en América solo con ellos,<br />

o clandestinamente, por medio del contrabando; que<br />

los de allá gobiernen y manden como amos, y los<br />

españoles de acá obedezcan como siervos y esclavos;<br />

&c., &c.<br />

Agregado, pues, señor Editor, todo lo antedicho<br />

a mi carta del 9 de Junio último, concluyo esta del<br />

Apéndice, quedando de usted su apasionado lector Q.<br />

B. S. M.<br />

Santafé y Julio 14 de 1812<br />

[Notas]<br />

1. El autor de esta carta ha vivido algunos años en<br />

España: tiene allí muchos amigos y parientes que ocupan<br />

los primeros puestos del Gobierno y del mando militar:<br />

no ha necesitado ni necesita del nuevo orden de cosas de la<br />

Colección Bicentenario 101


América para figurar ni para subsistir. Pero ha seguido y sigue<br />

la causa de su independencia por considerarla no solamente<br />

justa y de razón, sino como una obra de la Providencia.<br />

2. En los combates de Arenas-gordas, <strong>La</strong> Coruña<br />

y Trafalgar; en el cabo de Santa María; en la Isla de la<br />

Trinidad y en varios encuentros particulares.<br />

3. Enviados a Dinamarca como auxiliares de Francia, al<br />

mando del Marqués de la Romana.<br />

4. Por las guerras declaradas a la Nación Inglesa en<br />

1796 y 1804.<br />

5. Por las mismas guerras; por la introducción de tropas<br />

francesas y por los dos paseos de la Casa reinante en 1798<br />

y 1802.<br />

6. Informe del Ministro de Hacienda a las Cortes de<br />

Cádiz en 6 de Febrero de 1811.<br />

7. Por la guerra declarada a la República francesa en<br />

1793; por la marítima que llevaba diez años casi sin<br />

intermisión; por las pestes de Cádiz y de Málaga en 1799,<br />

1803 y 1804, dimanadas de la guerra marítima.<br />

8. <strong>La</strong> primera por el tratado de Basilea en 1795, fue<br />

entregada a la Francia; la segunda a la Inglaterra por el<br />

de Londres de 1802, y la tercera a la Francia en cambio de<br />

la Etroria para una hija de Carlos IV. El patriota D. Juan<br />

Sánchez Ramírez recuperó la de Santo Domingo, de su<br />

vecindad, el día 7 de Julio de 1809.<br />

9. A causa de que todo el comercio que se hacía era de<br />

contrabando, se habían expedido muchas libranzas para la<br />

casa de Gordon y Murphy de Londres: y por las empresas<br />

de los ingleses contra Canarias, Puerto Rico, Buenos<br />

Aires y Montevideo en la guerra marítima.<br />

10. Llamados del Arzobispo, de Almarraz y del Conde.<br />

11. El Ejército de la Izquierda constaba de 44000<br />

hombres; el del Centro con el Aragón que se le unió, al<br />

mando del General Palafox, de 41700, y el de Reserva de<br />

26610.<br />

12. Aunque el Emperador de Alemania se preparó para<br />

esta guerra con unos ejércitos que ascendían de 500 a<br />

600000 hombres, según las gazetas de la Junta Central, los<br />

arrolló Napoleón en tales términos, que a los tres meses se<br />

102<br />

Colección Bicentenario


firmó un armisticio, y a los seis la paz definitiva, cediendo<br />

a la Francia un territorio de 8 millones de habitantes y<br />

otras muchas cosas.<br />

13. Mandaron las tropas los Brigadieres Imás y<br />

Villacampa, y los Generales Ballesteros y Blake.<br />

14. En los días 5, 6 y 7 de Marzo.<br />

15. <strong>La</strong> fragata Magdalena y el bergantín Palomo.<br />

16. El castillo de Figueras había sido entregado por<br />

traición el 10 de Abril a una partida de Minueletes, de<br />

Cataluña, al mando del Coronel Rovira.<br />

17. Este cálculo es muy moderado. Según consta por los<br />

papeles públicos, de solo la plaza de Tortosa hizo conducir<br />

el enemigo 9500 prisioneros; de Olivenza 6000; de Badajoz<br />

9465; de Tarragona y del Castillo de Oliva 11745; de<br />

Figueras 3800; de Oropesa y de Sagunto 3000; de Valencia<br />

16131 y quedaron enfermos 1950. En la batalla de Gabora<br />

tomó 5500; en la de Barrosa 700; en la de Albuela 2000;<br />

en la del lugar de Figueras 2500; en las de Baza, Segorbe,<br />

Murviedro, Valencia y Maniza, sobre 20000.<br />

18. En solo la matanza de Tarragona el día del quinto<br />

asalto, fueron destrozados cerca de 4000.<br />

19. Cuando el señor Blanco escribió el número 16 y 19<br />

de su periódico, aun no se habían perdido las fortalezas y<br />

reino de Valencia, y por consiguiente el de Murcia.<br />

20. El interés anual de esta suma monta a 40 millones de<br />

pesos, al 4 por 100, que es lo que se paga.<br />

21. <strong>La</strong> población reunida del Imperio Francés, con<br />

inclusión de 4 millones que tiene la Holanda y ciudades<br />

asiáticas, asciende a 44.262.000 habitantes, según se ve en<br />

la gazeta de la Regencia de Cádiz, de 21 de Abril de 1810.<br />

22. The Inquirir, Richemond Octubre &c.<br />

23. Está compuesta de cinco individuos que son: el Duque<br />

del Infantado, los Generales Villavicencio y O’Donell, y los<br />

americanos Mosquera y Ribas, Consejeros de Estado.<br />

24. Una Constitución Monárquica, bien examinada, no<br />

es otra cosa que una liga del Monarca con un pequeño<br />

número de vasallos, para engañar y despojar a todos los<br />

otros, para encender todas las pasiones a su arbitrio, y para<br />

ponerlas en juego por su interés personal. (Discurso sobre<br />

Colección Bicentenario 103


las ventajas del sistema federativo, por el ciudadano Miguel de<br />

Pombo, página 110).<br />

25. Véanse las Gazetas de Caracas, El Argos de Cartagena,<br />

el Acta de Confederación de las Provincias Unidas de la<br />

Nueva Granada; el discurso citado sobre las ventajas del<br />

sistema federativo; el Patriotismo de Nirgua o el abuso<br />

de los reyes por el ciudadano J. G. R.; los Derechos de la<br />

América del Sur y México por William Burke, &c.<br />

26. Véase el examen de la Constitución inglesa en el<br />

Sentido Común de Tomás Paine.<br />

27. Los Representantes de América que se hallan en las<br />

Cortes, se opusieron vigorosamente a esta injusticia, pero<br />

todas sus razones y fundamentos fueron despreciados.<br />

Véanse los diarios de las Cortes.<br />

28. El señor Blanco, aunque difiere en el tiempo, no deja<br />

de conocer y confesar esta verdad. En el número 16 de su<br />

periódico, dice estas palabras: “<strong>La</strong> América española por<br />

necesidad será independiente en algún tiempo (yo no sabré<br />

decir cuándo), porque esperar que con sus riquezas, con su<br />

extensión y sus medios, ha de estar siempre sujeta a un<br />

pueblo que vive a 2.000 leguas de distancia, aun cuando<br />

la gobernara una serie no interrumpida de Solones, y<br />

tuviera al frente de sus fuerzas otros tantos Alejandros,<br />

es un verdadero sueño.” —En el número 19 dice también<br />

“que la independencia considerada en general es un bien<br />

que nadie puede dudar, y que Venezuela tiene en abstracto<br />

tanto derecho a ser independiente como la antigua Roma,<br />

Inglaterra o Francia.”<br />

29. Entre los 104 Diputados de España e Indias con<br />

que se instalaron las Cortes de Cádiz en septiembre de<br />

1810, apenas había uno legítimo (el de Puerto Rico).<br />

Después parece que no han ido ni 16, y todos se hallaban<br />

muy aburridos, según se deduce de los papeles públicos y<br />

cartas particulares.<br />

30. A pesar de hallarse perdida la España, y arruinada<br />

su agricultura, industria y artes, como es notorio; y a<br />

pesar también de estar sitiado Cádiz dos años y medio<br />

ha, todavía se disputa por las Cortes y los monopolistas si<br />

se le permitirá a la América el comercio libre. El suceso<br />

104<br />

Colección Bicentenario


de la orden del 17 de Mayo de 1810 sobre la materia,<br />

que se mandó quemar en aquella plaza, es sumamente<br />

escandaloso y degradante.<br />

31. Excede de trescientos veinte millones de pesos<br />

fuertes el caudal con que ha contribuido la América para<br />

las guerras de España, desde el año 1793 hasta 1811.<br />

32. En tiempo del Cardenal Jiménez de Cisneros y<br />

del Emperador Carlos V se proyectó fuese la América<br />

independiente del Gobierno de España. Lo mismo<br />

aconteció en el Ministerio del Cardenal Alberoni; y en el<br />

Reinado de Carlos III se trató también de ello, aunque<br />

con el objeto de que se coronasen los Infantes D. Gabriel<br />

y D. Antonio en Lima y México. Rainald y Robertson<br />

anunciaron próximo este acontecimiento, fundados en<br />

la situación geográfica, medios y recursos de la América<br />

para ser independiente.<br />

33. A saber: la de Buenos Aires, Chile, el Perú, Nueva<br />

Granada, Venezuela, Cuba, Santo Domingo y Puerto<br />

Rico, Guatemala, México, Guadalajara, Nuevo México,<br />

Luisiana, Filipinas y Marianas, y también la de Canarias.<br />

34. Discurso acerca de la situación del Imperio francés.<br />

Ambigú, número 243.<br />

35. En la carta anterior se citó a este General por<br />

equivocación, sin referir la batalla.<br />

36. El General Menacho, Gobernador de Bajadoz,<br />

murió de una bala al tiempo de mandar una salida desde<br />

la muralla. El Duque de Alburquerque, el redentor de<br />

Cádiz en Enero de 1810, fue asesinado en Londres, del<br />

frenesí que le causaron las injurias atroces de una carta<br />

de la Junta de Monopolistas (El Español número 11).<br />

El Marqués de la Romana murió en el campamento de<br />

Cartajo en Portugal. El conde de Alacha, D. Miguel Lili,<br />

Gobernador de Tortosa, este valiente e ingenioso español,<br />

que con tanta sagacidad y constancia salvó en Diciembre<br />

de 1808 un cuerpo de tropas, desde las montañas de la<br />

Rioja hasta las de Cuenca, fue mandado decapitar por<br />

el General Campoverde en Enero de 1811, según se<br />

publicó en la Gazeta Real de Jamaica, número 22. Los<br />

otros Generales fueron hechos prisioneros en Bajadoz,<br />

Colección Bicentenario 105


Figueras, Tarragona, Monserrate y Valencia.<br />

37. A saber: la Vizcaya, Navarra, León, Asturias,<br />

Extremadura, Aragón, Cataluña, Valencia, Murcia, los<br />

dos Reinos de Castilla y los tres de Andalucía.<br />

38. Por el Istmo entre el lago de Nicaragua y el golfo<br />

del Papagayo; por el río Chucuneque y el Atlántico, donde<br />

estuvo fundada la Carolina; por el de la bahía de Cupica y el<br />

Napipi; por el Arrastradero de San Pablo, entre el Atrato y<br />

el San Juan, y por otros que se pueden ver en el Cuadro físico<br />

de las regiones ecuatoriales del barón de Humboldt.<br />

39. Sobre las ventajas y comodidades de este comercio,<br />

véase la obra intitulada Emancipación del Sur de América,<br />

escrita en inglés por D. J. M. Anteparan, oriundo de<br />

Guayaquil. Para solo el puerto de Cartagena y el de Santa<br />

Marta se ahorran 6,140 leguas marinas de 20 al grado.<br />

NOTAS. —El Autor acompañó al Supremo Poder<br />

Ejecutivo de este Estado, y a otros de la Nueva Granada,<br />

algunos ejemplares de su carta del 9 de Junio, y el de<br />

Santafé le ha enviado la contestación que sigue:<br />

“Con la carta de usted de este día ha recibido el<br />

supremo Poder Ejecutivo los tres ejemplares de la<br />

que ha escrito al Editor de El Español en Londres, en<br />

defensa de la independencia absoluta de los Estados<br />

de América y Filipinas. S. E. los ha visto con todo<br />

el aprecio que merecen, por los sentimientos que<br />

contienen propios de su verdadero patriotismo, de<br />

su notoria ilustración y de sus desvelos en favor de<br />

la causa común que se sostiene, y me previene lo<br />

comunique a usted en contestación.<br />

Dios guarde a usted muchos años.<br />

Santafé, 10 de Julio de 1812.<br />

MANUEL DE SANTACRUZ<br />

Señor D. Manuel de Pombo”<br />

—Estando en la prensa este Apéndice, ha leído<br />

el autor la Gazeta Real de Jamaica, número 19, y en<br />

ella la noticia de haberse rendido en Febrero último<br />

106<br />

Colección Bicentenario


al Conquistador Suchet, la importante plaza de<br />

Peñiscola, con toda su guarnición, armas, municiones<br />

y pertrechos, y que en el propio mes fue destrozado<br />

y hecho prisionero en Sigüenza, por una división<br />

enemiga a las órdenes del Marqués Río Milano, todo<br />

el cuerpo de 3,500 hombres que mandaba el General<br />

D. Juan Martín, el Empecinado, escapando este solo y<br />

unos pocos oficiales.<br />

FIN<br />

[Manuel de Pombo, Independencia de América y Filipinas.<br />

Precedido de una noticia biográfica, Biblioteca Popular,<br />

Bogotá, 1898]<br />

Acta de la discusión en el Colegio Revisor<br />

y Electoral de Cundinamarca acerca de la<br />

Declaratoria de la absoluta independencia, en la<br />

que algunos impugnan la ruptura del juramento<br />

de lealtad a Fernando 7º. 1813, Julio 15.<br />

CUNDINAMARCA.<br />

Copia de la Acta que contiene la discusión que precedió<br />

en el Serenísimo Colegio Revisor, y Electoral a la<br />

Declaratoria de la absoluta independencia, hecha por este<br />

Soberano Cuerpo.<br />

En la Ciudad de Santafé a quince de Julio de mil<br />

ochocientos trece Congregada la Representación de<br />

la Provincia en más de las dos terceras partes de sus<br />

individuos, hecha la invocación del auxilio del Espíritu<br />

Santo con el himno Veni Creator, el Sr. Domínguez<br />

hizo presente que no teniendo veinte y cinco años<br />

para ser miembro de la Representación Nacional, no<br />

lo podía ser del Poder Legislativo a que le había<br />

destinado el Colegio en la sesión antecedente. El Sr.<br />

Presidente y el Sr. Leiva le contestaban, que tenía<br />

mayoría legal, y honoríficos empleos en la República,<br />

que le extraían de la minoridad, cuando se dio noticia<br />

al Cuerpo que el Excmo. Sr. Presidente del Estado<br />

Colección Bicentenario 107


llegaba, y diputados dos individuos para recibirle,<br />

habiendo tomado el asiento correspondiente dijo:<br />

después que he hecho observaciones en mis oficios al<br />

Serenísimo Colegio sobre la independencia de<br />

Fernando, me ha parecido conveniente dar un paso<br />

hacia esta Corporación para apoyarlas, y retrocediendo<br />

un poco daré unas ligeras pinceladas en algunos<br />

hechos de cinco años a esta parte. Sabéis que hubo<br />

una revolución en Aranjuez, y en toda la España, sin<br />

que en ninguna de ellas, hubiéramos tenido parte los<br />

Americanos. Los partidos en favor de Carlos IV y de<br />

Fernando 7.º cada uno ocurrió a la Francia esperando<br />

de Napoleón Bonaparte auxilios para no caer bajo la<br />

dominación del otro. Sabemos las renuncias en<br />

Bayona, y detengámonos en ellas para reflexionar si<br />

forzadas son válidas o no. Si válidas tendríamos que<br />

obedecer a José Bonaparte, si nulas a Carlos IV sería<br />

nuestro Rey. Después de estos acontecimientos,<br />

¿cuáles han sido los esfuerzos de Fernando, o de<br />

Carlos para sostener la Nación, de qué medios se han<br />

valido para mantener el pacto que liga a los Monarcas<br />

a la sociedad? Sabéis lo que hizo Carlos XII Rey de<br />

Suecia, y habéis visto que han corrido cinco años a<br />

esta parte sin que miremos a la Nación sino subyugada<br />

y expuesta al influjo de la Inglaterra en aquella<br />

pequeña parte que no han tocado las Águilas del<br />

Imperio Francés. Estamos pues reconociendo a<br />

Fernando expuestos a que una de estas dos Potencias<br />

rivales imponiéndonos la ley nos perpetúe en el<br />

estado Colonial. Por los papeles que últimamente han<br />

llegado se sabe, que la Regencia ha sido depuesta, y<br />

que el corto número que oponía sus fuerzas a la<br />

invasión del Francés últimamente se le ha rendido.<br />

Con que estamos en el caso reconociendo a Fernando<br />

VII de ser colonos de la Francia, o de la Inglaterra.<br />

<strong>La</strong> Religión, la propiedad y la libertad no son objetos<br />

de poca consideración para que nos hayamos de<br />

reducir a la dura necesidad de escoger uno de los dos<br />

males en que han de verse notablemente perjudicados<br />

108<br />

Colección Bicentenario


estos dones preciosos. Sin embargo de la impotencia<br />

en que Fernando VII ha estado todo este tiempo para<br />

gobernarnos y hacer la felicidad de los pueblos, le<br />

hemos concedido en Cundinamarca un asilo,<br />

permaneciendo en una continua expectativa, y<br />

aguardando una suerte muy distante, e imposibilitada<br />

para llegar; mientras por todos los costados de la<br />

Nueva Granada los enemigos bajo la sombra de<br />

Fernando VII corren con las armas fratricidas a<br />

acometernos, pues no es prudencia viendo que no nos<br />

aprovecha el nombre de un Rey a evadirnos del<br />

peligro, exponernos a los males que padecen las<br />

Provincias del Sur, entre quienes el nombre de<br />

Fernando era reconocido: el ejemplo que hemos visto<br />

en la misma España, que despedazada por tres<br />

partidos fácilmente ha sido presa de la Nación rival,<br />

debe advertirnos con tiempo para no imitarla, y<br />

conducirnos a abrazar los medios más oportunos a la<br />

defensa de todo lo que tenemos de más estimable, con<br />

la existencia y con la Religión. Estos medios tendrán<br />

un apoyo en la unanimidad de sentimientos y de<br />

opiniones, que va a cimentar la declaratoria de<br />

Independencia haciendo la masa de la sociedad, un<br />

cuerpo robusto y consistente a los ataques de estos<br />

mismos que han reducido a la España a la dominación<br />

extranjera. Así nos pondremos en la situación de<br />

hacer negatorios los planes que nos preparan los que<br />

vienen tapados con el velo de Fernando. Si acaso por<br />

un acontecimiento extraordinario e imprevisto<br />

Fernando viniese a habitar entre nosotros, este<br />

Pueblo con su voluntad libre podría elegirle Monarca,<br />

si veía que podría causar su felicidad, porque no creo<br />

que otra cosa sino el consentimiento haga los Reyes,<br />

y forme los Gobiernos: ningún hombre ha nacido<br />

para dominar a otros: tampoco es conforme a los<br />

votos de la naturaleza que un resto de los hombres,<br />

haya de vivir sometido al capricho, y voluntad que<br />

solamente lo tiene la fuerza, y no una libre elección:<br />

¿Quién hay que ignore que se disolvió el pacto desde<br />

Colección Bicentenario 109


que el Gobierno se ha contrariado a los fines de la<br />

sociedad? Fernando desde la Francia podrá hacernos<br />

felices? Tómese, pues, en consideración el asunto de<br />

la Independencia, hablando cada uno con la última<br />

libertad y permitiéndome asistir a la primera parte<br />

de la discusión. El Sr. Presidente del Cuerpo dijo: el<br />

derecho que tienen todas las Provincias de la América<br />

a independizarse es tan conocido como justo. Hacemos<br />

una sola masa, una misma Nación todas las Provincias<br />

de la Nueva Granada; parece, pues, muy razonable<br />

que en este asunto nos entendamos con ellas, y<br />

caminemos acordes a la regeneración política,<br />

partiendo desde el punto cardinal de la Independencia,<br />

así lo dicta el interés común, y el mismo objeto a que<br />

todos aspiramos: así lo persuade aquella armonía y<br />

coherencia que debe existir entre habitantes de un<br />

mismo continente. Si les miramos como a hermanos<br />

y una sola familia, no debemos faltar a las relaciones<br />

que nos mantengan en reposo y estabilidad, si los<br />

conceptuamos en una hipótesis imposible como<br />

enemigos, debemos también estar de acuerdo con<br />

ellos en la declaratoria de la Independencia, porque<br />

el nombre de Fernando, es un talismán con que han<br />

hecho lo que han querido los que se hallaron en la<br />

Junta Central, los que mandaron en la de Sevilla, y<br />

los circunscriptos en Cádiz, manteniendo en ilusión a<br />

las Américas. Si nosotros lo soltásemos de nuestras<br />

manos este talismán sin acuerdo de las Provincias, en<br />

el caso imposible de juzgarlas contrarias a la felicidad<br />

de la nuestra, ellas lo cogerían, y tendrían un velo<br />

que cubriese sus procedimientos. Con que es necesario<br />

entendernos con ellas para la declaratoria de la<br />

Independencia absoluta. El Sr. Nariño contestó las<br />

Provincias federadas reconocen la Independencia<br />

aunque no la han proclamado del mismo modo que<br />

aspiramos, a hacer la nuestra. Vuelvo a repetir,<br />

permaneciendo por más tiempo reconociendo un Rey,<br />

en cuyo nombre se nos hace la guerra, no evadiremos<br />

sus riesgos. Popayán nos presenta un triste ejemplo.<br />

110<br />

Colección Bicentenario


El Señor Torres tomó la palabra diciendo: una cosa<br />

es desconocer las Cortes y la Regencia, otra negar la<br />

obediencia, y fidelidad al Rey Fernando. Tenemos<br />

prestado un juramento, y lo debemos respetar, porque<br />

así lo exige la Religión que profesamos. El ejemplo<br />

que se nos pone en el Norte no es bastante para que<br />

lo sigamos, ya por la diversidad del culto, ya también<br />

por que los Anglo-Americanos no aspiraban, sino a<br />

la reconciliación con la Madre Patria, hasta que<br />

España y Francia sostuvieron la causa de su<br />

independencia para debilitar una Potencia vecina. El<br />

juramento entre los católicos debe ser guardado<br />

cuidadosamente, y no ser el cebo para engañar los<br />

hombres, como decía Filipo de Macedonia. Hasta<br />

ahora Cundinamarca ha mantenido su fidelidad, y no<br />

es regular que subsistiendo las mismas razones que<br />

obligan a guardar la obediencia a un Soberano<br />

inocente, prescinda del honor de la Religión, y de<br />

otros respetables. Contestó el Sr. Nariño. Sobre un<br />

supuesto falso habla el Sr. Torres. No reina en España<br />

Fernando, reina el hermano de Napoleón, y repito<br />

otra vez, o las renuncias forzadas son válidas o no. Si<br />

lo primero estaríamos obligados a rendir vasallaje a<br />

José Bonaparte, si lo segundo aquel Carlos contra<br />

quien hubo una revolución en Aranjuez sería nuestro<br />

Rey. El Sr. Torres replicó: que esta violencia no<br />

constaba, que Carlos IV había hecho una voluntaria<br />

renuncia en su hijo. El Sr. Nariño dijo: entonces, no<br />

creo que la religión obligue a reconocer un Rey<br />

impotente para hacer la felicidad de los Pueblos, a un<br />

Sr. que ha abandonado cobardemente su casa, sin<br />

haber hecho esfuerzos para cuidar de ella, ni juzgo<br />

que tengamos necesidad de mendigar uno de la<br />

estirpe de los Borbones: porque para mí no ha sido la<br />

libertad de los Pueblos un ente quimérico. Contestó<br />

el Sr. Torres que nuestra libertad era de elección, que<br />

el Rey no había dejado la Nación sino forzado, aunque<br />

algunos dijesen lo contrario en el particular. El Sr.<br />

Nariño preguntó: ¿Si Fernando viene Calvinista, o<br />

Colección Bicentenario 111


Luterano, le habremos de reconocer en fuerza del<br />

juramento como a un legítimo Rey? El Sr. Torres<br />

contestó que no, porque la ley fundamental exigía<br />

que fuese Católico. El Sr. Presidente del Cuerpo dijo:<br />

hay un pacto recíproco entre el Monarca y la sociedad.<br />

Este no puede cumplir con él, con que no obliga el<br />

juramento, que por este respecto le hemos prestado,<br />

y para que todos se impongan de los sentimientos del<br />

Congreso en esta parte, y los que siguen las Provincias<br />

confederadas, es del caso leer el artículo 5.º de la Acta<br />

federal que dice: “Todas y cada una de las Provincias<br />

Unidas, y que en adelante se unieren de la Nueva<br />

Granada, o de otros Estados vecinos desconocen<br />

expresamente la autoridad del Poder Ejecutivo, o<br />

Regencia de España, Cortes de Cádiz: : : pues las<br />

dichas Provincias solo reconocen por legítimas, y<br />

protestan obedecer en su distrito a las que sus<br />

respectivos Pueblos hayan constituido… Sin que por<br />

esto se rompan tampoco los vínculos de fraternidad y<br />

amistad, y las relaciones de comercio que nos unen<br />

con la España no desipada, siempre que sus Pueblos<br />

no aspiren a otra cosa sobre nosotros, y mantengan<br />

los mismos sentimientos que manifestamos hacia<br />

ellos”. El Sr. Torres dijo: la prudencia dicta otros<br />

medios de conciliación, y ordinarios, sin que<br />

ocurramos a otros extraordinarios y peligrosos. El<br />

Sr. Nariño contestó: No valdría esto con Sámano, no<br />

detendría sus marchas porque le dijésemos que<br />

reconocíamos a Fernando, ni conseguiríamos la<br />

unidad de sentimientos y opiniones que debemos<br />

guardar por respecto a la religión y a una sana<br />

política. El Sr. Torres dijo entonces: Dios es testigo<br />

que nada me mueve, sino los estímulos de mi<br />

conciencia, cuando los franceses que han llegado a<br />

esta Capital se burlan de la religión, en cuya defensa<br />

todos debemos morir. El Sr. Presidente del Cuerpo<br />

contestó: aunque ya es personificar, esto mismo<br />

convence que si tres, o cuatro que nos han llegado<br />

ofenden lo más precioso que tenemos, mucho más<br />

112<br />

Colección Bicentenario


debemos temer si con el nombre de Fernando llega<br />

un número crecido a dominarnos. Dijo el Sr. Torres:<br />

las guerras en que vamos a vernos debilitarán<br />

nuestras fuerzas, y abrirán el paso a estos enemigos;<br />

por otra parte los Pueblos no han dado instrucción,<br />

para el desconocimiento de Fernando VII, ni yo la<br />

tengo, ni puedo prescindir de hacer una debida<br />

protesta de nulidad en la declaratoria de la<br />

independencia. El Sr. Presidente del Cuerpo contestó:<br />

que la representación de la Provincia se hallaba con<br />

los poderes suficientes para revisar, y reformar la<br />

constitución del Estado: que el pasado Colegio con<br />

estos mismos poderes había suprimido el título de la<br />

Corona y había callado el nombre de Rey. El Sr.<br />

Azuola dijo: prescindiendo de muchas consideraciones<br />

que concurren a persuadir la Independencia por<br />

ahora me circunscribo a preguntar al Sr. Torres ¿por<br />

qué no salió de la Francia Fernando VII, cuando se lo<br />

proponía el Barón de Coly? ¿Por qué se condenó a un<br />

destierro al Obispo de Orense, solamente porque<br />

sostenía el reconocimiento de Fernando? Esta última<br />

reflexión convence, que ni las autoridades de la<br />

España que no está dominada por los franceses<br />

guardan los sentimientos de obediencia y fidelidad.<br />

El Sr. Torres contestó: que el ejemplo persuadía que<br />

el mejor Gobierno estaba sujeto a yerros, pero no que<br />

lo debiéramos imitar: que estábamos en las mismas<br />

circunstancias, que había cuando se instaló el primer<br />

Colegio, que las mismas razones que ahora se<br />

exponían para desconocer a Fernando entonces se<br />

pudieron alegar. El Sr. Leiva expuso que el juramento<br />

a Fernando no era obligatorio, cuando él ni quería, ni<br />

podía cumplir con el pacto, que cinco años calificaban<br />

su involuntariedad. El Sr. Torres contestó: que en<br />

esto se debía formar un juicioso criterio, y atender a<br />

los intereses de Bonaparte. El Sr. Nariño expuso, que<br />

si reconociésemos como un legítimo Rey a Fernando,<br />

por lo que consta de la historia también reconoceríamos<br />

con igual derecho de fuerza al hermano de Napoleón.<br />

Colección Bicentenario 113


Hemos prestado juramento a Fernando 7.º Rey<br />

constitucional de Cundinamarca, le hemos esperado<br />

por mucho tiempo, y ya no hay esperanza de verle, y<br />

no es prudencia aguardarle mas, cuando Sámano<br />

acomete a las Provincias que no le desconocen. El Sr.<br />

Torres dijo: prescindiendo del derecho ¿cuáles son<br />

los auxilios que tiene esta Provincia para sostener la<br />

lucha en que va a empeñarse? Qué Potencia le ayuda?<br />

Cuáles son los recursos que puedan contribuir a la<br />

defensa de su Independencia? El Sr. Montalvo<br />

preguntó al Sr. Torres, si estaba impuesto en la<br />

revolución de Aranjuez, si sabía que en España hubo<br />

tres partidos, que los Fernandistas tramaron una<br />

revolución contra Carlos IV forzándole a abdicar la<br />

corona, y que este último la reclamó. El Sr. Torres<br />

contestó: que la revolución pudo ser obra de algunos<br />

revoltosos, sin embargo que no hay alguna cosa<br />

cierta, cuando ha caído un velo sobre la tierra que la<br />

ha cubierto de tinieblas. Dijo el Sr. Nariño: ha sido<br />

mucha la prudencia de Cundinamarca en permanecer<br />

por cinco años en expectativa, cuando todo pueblo no<br />

debe perder instante en que no trabaje en su felicidad:<br />

cuando la América pudo decir a España mucho tiempo<br />

antes que había llegado la época de su emancipación<br />

Sí: los Pueblos son como los hombres, que nacen y<br />

crecen, que numeran periodos en el transcurso de su<br />

vida en que deben gobernarse a sí mismos, con más<br />

razón los de América, que jamás serán dichosos, sino<br />

con su Gobierno interior que repare en sus<br />

necesidades. El Sr. Santamaría añadió: en una de las<br />

gazetas de Madrid vimos la reclamación que hacía<br />

Carlos IV de la Corona, antes que en Bayona hubiera<br />

renunciado. Yo creo a Fernando sospechoso en la<br />

causa que se le siguió en el Escorial: lo que dice<br />

Cevallos que en Victoria le cortaron los tiros del<br />

coche, arguye o una huida, y abandono de la Nación,<br />

o una renuncia del derecho que le podría corresponder<br />

en circunstancias de ver los sentimientos que<br />

manifestaban sus vasallos para que no abandonase el<br />

114<br />

Colección Bicentenario


Reino entregándose a un enemigo poderoso, que él<br />

mismo conocía elevado a la dignidad imperial por<br />

caminos vedados y medios injustos. A la verdad<br />

queriendo anticipar su coronación Fernando VII, y<br />

viéndose reducido a la necesidad de ocurrir a<br />

Napoleón para mantenerla, es un fugitivo, y le separa<br />

de su Nación un muro de bronce como dijo el mismo<br />

Emperador de los Franceses. El Sr. Torres contestó:<br />

hemos visto papeles que digan lo contrario, y debemos<br />

estar a la opinión más piadosa. El Sr. Nariño hizo<br />

esta observación. Si ponemos un mayordomo en<br />

nuestra hacienda, y este se retira cuando mira<br />

acercarse el Lobo ¿Será prudencia llamarle segunda<br />

vez? En este caso estamos con Fernando que<br />

abandonó la Nación en las circunstancias más críticas<br />

y apuradas. El Sr. Azuola observó que si en España a<br />

un mismo tiempo todas las Provincias hicieron una<br />

revolución contra Carlos IV por hallarse impotente<br />

para el Gobierno, las Américas que según las leyes de<br />

las Indias son una parte integrante de la Monarquía<br />

Española, pueden hacer una revolución contra<br />

Fernando Rey incapaz de gobernar un solo Pueblo,<br />

que jamás hará la felicidad de los Americanos, que si<br />

España tuvo derecho para desconocer a Carlos IV<br />

mayor razón tiene la América para independizarse de<br />

Fernando. Ni quiere ser Rey, añadió el Sr. Leiva,<br />

cuando se sabe que su gentil hombre el Marqués de<br />

Ayerve salió de Francia a España sin traer una sola<br />

letra para su Nación, cuando es constante que de<br />

aquel Reino salen muchos extranjeros, con quienes<br />

pudo escribir a sus vasallos. El Sr. Mendoza preguntó<br />

al Sr. Torres si tenía la más remota esperanza de que<br />

viniese Fernando sin influjo francés, cuando por los<br />

Concisos se sabe que de aquella Nación hay más de<br />

cien mil hombres en la Península. El Sr. Torres<br />

contestó que ya la suerte comenzaba a abandonar a<br />

Napoleón, quien por medios violentos había<br />

desamparado a la España, que todo violento no es<br />

permanente. El Reverendo Padre Buenaventura dijo:<br />

Colección Bicentenario 115


Fernando VII abandonó la Nación en la crisis más<br />

peligrosa, faltó al pacto, y es reo de las miserias que<br />

experimentamos. No es justo que después de su<br />

renuncia voluntaria pretenda reinar entre nosotros.<br />

El Sr. Nariño añadió. El Jefe del Gobierno es quien<br />

debe exponerse el primero a los peligros, no temiendo<br />

la muerte por sostener la existencia de toda la<br />

sociedad. El Sr. Azuola expuso que ya estaba en cierto<br />

modo declarada la Independencia en la última<br />

constitución, que no le dejaba lugar a Fernando VII.<br />

El Sr. Torres contestó que no se había publicado, que<br />

esta solemnidad era un prerrequisito sin el cual no<br />

obligaba a los Pueblos. El Sr. Araos expuso que el<br />

juramento hecho a Fernando fue por un corto número<br />

de Ciudadanos, y el prestado a la Constitución por<br />

toda la Provincia. El Sr. Alvarez dijo: un derecho<br />

indisputable tenemos para independizarnos de<br />

España, y de todos los Borbones; pero las razones de<br />

inconvenientes que tuvo presentes el Colegio<br />

constituyente no han variado hasta ahora. Por el<br />

contrario cuando el encadenamiento de sucesos y<br />

circunstancias nos han producido enemigos internos,<br />

debemos reflexionar mucho antes de hacer la<br />

declaratoria, no sea que valiéndose del hábito y de la<br />

preocupación de las gentes veamos con sumo dolor<br />

encendida otra vez la tea de la guerra civil. Un<br />

Ciudadano que se hallaba en la sala de espectadores<br />

dijo: la conducta del Congreso, la de las Provincias<br />

confederadas, su amor a la libertad y a la Independencia<br />

se ha demostrado bastantemente, y queda sellada con<br />

la guerra viva que se le hace a los enemigos de nuestra<br />

felicidad. El Sr. Alvarez habló segunda vez; me parece<br />

que debemos atender si publicada la independencia se<br />

minora la población, y se escasean los recursos para<br />

sostener la guerra. El Sr. Nariño contestó: sin<br />

quinientos enemigos que dentro de la Provincia no<br />

reconozcan la independencia, se nos minora otro<br />

tanto la necesidad de mayor fuerza, y este será el<br />

segundo punto sobre que ha de rodar la discusión, las<br />

116<br />

Colección Bicentenario


ventajas, o inconvenientes que haya en la política<br />

declarando nuestra Independencia. Después de haber<br />

ventilado para ilustración de las gentes, para rasgar<br />

las vendas que cubren sus ojos, para apartarlos del<br />

hábito, aunque sea por quince, o veinte días, el derecho<br />

incontestable que reconocemos para ser<br />

independientes, y trabajar sin pérdida de tiempo en<br />

nuestra felicidad. Y siendo la hora se interrumpió<br />

esta sesión, y firman los Sres. Presidente, Vice-<br />

Presidente con los Secretarios. —Hay dos rúbricas.<br />

—Ronderos. —Hinestrosa. —Es copia dada a 17 de<br />

Julio de 1813. —Pedro Ronderos Secretario(*)<br />

(*) NOTA: Aunque el día en que se declaró la<br />

Independencia hubo otra larga discusión sobre el particular,<br />

las razones principales que se alegaron en pro, y en contra<br />

están contenidas en la antecedente acta, por cuya causa se<br />

ha omitido dar al público la que comprehende aquella.<br />

[“Cundinamarca. Copia de la Acta que contiene la<br />

discusión que precedió en el Serenísimo Colegio Revisor,<br />

y Electoral a la Declaratoria de la absoluta independencia,<br />

hecha por este Soberano Cuerpo”, Gazeta Ministerial de<br />

Cundinamarca, nº 131, Septiembre 2 de 1813, Santafé de<br />

Bogotá. Guillermo Hernández de Alba, comp., Archivo<br />

Nariño, t. IV, Presidencia de la República, Bogotá, 1990,<br />

pp. 323-330]<br />

Patriotismo de Nirgua y abuso de los reyes, folleto<br />

del venezolano Juan Germán Roscio reimpreso en<br />

Tunja. 1813, Agosto 27.<br />

PATRIOTISMO DE NIRGUA<br />

ADVERTENCIA<br />

Una parte del Vecindario de Nirgua, engañada con<br />

las dobles calumnias que inventaron y propagaron contra<br />

Caracas en punto de religión varios Eclesiásticos Regulares<br />

y Seculares de Valencia, con el designio de subvertir el<br />

Colección Bicentenario 117


sagrado sistema de Venezuela y preparar esta Provincia<br />

a los tiros Napoleónicos, bajo el ominoso nombre de<br />

Fernando VII, había adolecido de este mal cerca de tres<br />

días; pero desengañada por la ilustración y patriotismo de<br />

su vecina la Ciudad de San Felipe, volvió al camino de<br />

la verdad, juró su independencia con demostraciones muy<br />

distinguidas, y comunicándolo al Gobierno por medio de<br />

su ayuntamiento, obtuvo la siguiente contestación.<br />

Ya se había librado a V. S. la orden de once del<br />

corriente, para que informase al Supremo Poder<br />

Ejecutivo sobre la conducta que hubiese observado<br />

en consecuencia del cisma abortado en Valencia, por<br />

la intriga, los embustes y perfidia de los enemigos<br />

de la libertad de Venezuela y de toda la América,<br />

cuando por mano de su Diputado en Congreso,<br />

recibió S. A. el testimonio de la Acta del día dos<br />

que comprende el pormenor de las ocurrencias. Por<br />

ellas se califica la prudencia con que V. S. evadió<br />

el peligro, y la sublimidad de sentimientos que<br />

manifestó, arrojando en una hoguera en esa plaza<br />

pública el retrato y armas de Fernando, el hijo de<br />

María Luisa, y el pendón que como monumentos de<br />

ignominia y servidumbre, permanecían en la Sala de<br />

ese Cuerpo Capitular, depositados por transmisión<br />

de nuestros progenitores, fascinados con la idolatría<br />

que se tributaba a los Reyes, apoyada y propagada<br />

de generación en generación por el monopolio que<br />

estos tenían con varios eclesiásticos que abusando de<br />

su ministerio y de las Santas Escrituras, empeñaban<br />

su palabra en mantener la ilusión en los Pueblos para<br />

que no se instruyesen del vicioso origen de los Reyes,<br />

langostas del género humano que tanto ha gemido<br />

bajó su sanguinario cetro de hierro, empuñado<br />

por lo común sin otro título que el de la fuerza y<br />

usurpación.<br />

Piensan muchos ignorantes, que el vivir sin Rey<br />

es un pecado; y este pensamiento fomentado por los<br />

118<br />

Colección Bicentenario


tiranos y sus aduladores, se ha hecho tan común,<br />

que para definir el vulgo a un hombre malvado suele<br />

decir que vive sin Rey y sin ley. Sin ley es verdad<br />

nadie puede vivir, porque está impresa en el corazón<br />

de todos los hombres por el autor de la naturaleza,<br />

y sería un monstruo cualquiera que viviese sin ella;<br />

pero sin Rey cualquiera puede y debe vivir, porque<br />

es un gobierno pésimo, nacido casi siempre de la<br />

violencia y del fraude fomentado por el fanatismo<br />

y la superstición, y trasmitido por esta vía desde el<br />

gentilismo hasta nuestros días.<br />

Sin Rey vivieron nuestros primeros padres: sin<br />

Rey vivieron sus descendientes antes del diluvio:<br />

sin Rey vivieron los de la familia de Noé y toda<br />

su posteridad más de doscientos años después del<br />

diluvio, y vivieron con menos males que los que<br />

sobrevinieron a la aparición de los Reyes: sin Rey<br />

vivieron las Repúblicas de la antigua Grecia, y<br />

entonces florecieron en ellas las virtudes, las artes<br />

y las ciencias: sin Rey vivieron los Romanos más de<br />

quinientos años desde la muerte de los Tarquinos,<br />

hasta la usurpación de César, Lépido, Marco Antonio<br />

y Octavio, o hasta la batalla de Accio: más de cinco<br />

siglos vivieron Republicanamente, y entonces<br />

fueron tantas las virtudes del Pueblo Romano, que<br />

a ellas atribuía San Agustín la gloria y grandeza<br />

de su República, la extensión y los triunfos de sus<br />

armas. Sin Rey vivieron otras muchas Repúblicas<br />

modernas: y sin Rey vive la primera que recobró su<br />

independencia y libertad en este Nuevo Mundo: sin<br />

Rey vivió Abraham y su sobrino Loth: sin Rey vivió<br />

su numerosa descendencia más de ochocientos años,<br />

hasta que su ingratitud mereció ser castigada con el<br />

gobierno de los Reyes en tiempo de Samuel. Ninguno<br />

más que este Profeta sabía la viciosa conducta de<br />

los Reyes: él la refiere en un discurso excelente y<br />

acomodado a las cortes de nuestros tiempos, cuyos<br />

desórdenes son los mismos que entonces manifestaba<br />

Colección Bicentenario 119


el divino Samuel, trasmitidos por desgracia hasta<br />

nosotros, y derivados todos de la idolatría.<br />

Dios no creó Reyes ni Emperadores, sino hombres<br />

hechos a imagen y semejanza suya. Pecó el hombre,<br />

y su pecado trajo sobre sí y sobre su posteridad la<br />

muerte y todo género de penas. <strong>La</strong> tierra por todas<br />

partes producía abrojos y espinas para vengar la<br />

prevaricación de Adán; pero la Divina Justicia rehusaba<br />

castigar su desorden primitivo con el Gobierno<br />

Monárquico: fue menester que otra ingratitud del<br />

Pueblo escogido exigiese el azote de los Reyes que<br />

aparecieron bajo las sombras de la idolatría.<br />

Aunque pecó el hombre quedó siempre ilesa<br />

su voluntad y libre albedrío para establecer el<br />

gobierno que fuese más conveniente a su felicidad:<br />

y de esta fuente nace el derecho que tienen los<br />

pueblos para quitar, alterar o reformar el gobierno<br />

establecido cuando así lo exige la salud pública, y<br />

el convencimiento de ser establecido para servir, no<br />

para dominar a los hombres; para hacerlos felices, no<br />

para abatirlos, para conservar su vida, su libertad y<br />

sus propiedades, no para oprimirlos ni sustraerles<br />

sus fueros sagrados o imprescriptibles.<br />

El Gobierno Republicano fue el primero porque<br />

es más conforme a la naturaleza del hombre. Antes<br />

del diluvio y mucho tiempo después se conservó el<br />

gobierno popular, se conservaron las Repúblicas, y<br />

no se conocían ni monarquías, ni aristocracias. Aun<br />

no había llegado a tanto grado la codicia y ambición,<br />

que un solo hombre aspirase a enseñorearse de sus<br />

semejantes, a esclavizarlos y venderlos como ganado o<br />

mercancía. Aún no eran conocidas entre los hombres<br />

aquellas alteraciones que posteriormente sirvieron<br />

de pretexto a la clasificación de los individuos de<br />

la especie humana. <strong>La</strong> uniformidad de color y otros<br />

120<br />

Colección Bicentenario


accidentes sostenían el sistema republicano entre los<br />

descendientes de Adán y de Noé.<br />

Se multiplica la generación de este Patriarca,<br />

desconfía de la palabra con que Dios le había prometido<br />

no enviar más diluvio universal sobre la tierra, y<br />

emprende la fábrica de la torre de Babel. Se disipa esta<br />

empresa, no con la introducción de Reyes, sino con la<br />

confusión de lenguas. Setenta y dos idiomas forman<br />

otras tantas divisiones, que desistiendo de la fábrica<br />

de la torre, se esparcen sobre la redondez del globo,<br />

se multiplican y crecen; pero no alteran el sistema<br />

de gobierno popular, sino cuando abandonando la<br />

ley natural, y cayendo de vicio en vicio, sustituyeron<br />

al divino culto la idolatría. Entonces es que aparece<br />

en medio de ella la primera alteración. Un joven<br />

valiente y astuto acostumbrado a la caza de fieras,<br />

es el primero que adquiriendo entre los Asirios o<br />

Babilonios un gran séquito de admiradores, domina<br />

por la fuerza a sus semejantes, sustituye el nombre<br />

de Rey al de usurpador o ladrón, que eran sinónimos,<br />

y de la caza de fieras se convirtió en cazador de los<br />

hombres. Venator hominum, le llama la Escritura.<br />

Su mal ejemplo en el siglo tercero, después del<br />

diluvio, excitó la imitación de otros ambiciosos y<br />

avaros. Al paso que se aumentaba la idolatría, se<br />

aumentaba también el número de los imitadores de<br />

Nembrod. Este era el nombre del primero que se tituló<br />

Monarca y Señor de los que tuvieron la desgracia de<br />

vivir bajo su mando. En la idolatría que los produjo<br />

hallaron medios de multiplicarse y conservarse<br />

sin necesidad de la fuerza continuada de las armas.<br />

Valía más que ellas la falsa opinión que inspiraba el<br />

error y la ignorancia. De aquí resultó considerarse<br />

ya como punto de religión el engrandecimiento y<br />

desmesurada ambición de estos opresores. Con este<br />

escudo lograron el amparo de su opresión, y que los<br />

Colección Bicentenario 121


oprimidos se abstuviesen de recuperar con frecuencia<br />

sus derechos usurpados. Lograron mucho más.<br />

Degradado el hombre por su falsa creencia, adquirió<br />

tanto exceso la degradación, que no contentos con<br />

la muchedumbre de Dioses celestiales, también<br />

adoraban como tales innumerables sublunares. <strong>La</strong>s<br />

más despreciables sabandijas, las más humildes<br />

yerbas eran otras tantas deidades que multiplicaban<br />

asombrosamente el politeísmo. El hombre más<br />

borracho y la mujer más prostituta también se<br />

deifican, y son colocados en el catálogo de los Dioses.<br />

Baco y Venus reciben adoraciones entre los gentiles,<br />

y ya los reyes no tenían sino un brevísimo paso que<br />

dar para llegar también a ser reputados y adorados<br />

como deidades.<br />

<strong>La</strong> licencia del Demonio en aquellos tiempos, y los<br />

Sacerdotes de los ídolos fueron los medios de que<br />

se valieron los Reyes para lograr sus designios. Por<br />

medio de ellos engañan a los pueblos, y les hacen<br />

creer que su autoridad venía inmediatamente de los<br />

cielos: que ningún monarca tenía superior sobre la<br />

tierra: que su voluntad era la de los dioses: que aunque<br />

fuesen tiranos y malévolos, debían ser reconocidos,<br />

obedecidos y adorados como divinos: que solo Júpiter<br />

el gran padre de los dioses, podía exigirles cuenta y<br />

razón de su procedimiento, juzgarlos y corregirlos:<br />

que sus leyes todas como inspiradas por el Santo<br />

Númen, debían ser obedecidas y ejecutadas, por más<br />

injustas y perniciosas que fuesen.<br />

Tantos absurdos infundidos entre aquella<br />

gente idólatra por medio de sus sacerdotes, eran<br />

considerados como artículos de fe, y sostenían el<br />

despojo escandaloso que los pueblos habían sufrido<br />

en su soberanía. He aquí el origen del orgullo y de la<br />

más dura tiranía de los Reyes. Abatidos los hombres<br />

con la creencia de tantos embustes, perdieron su<br />

dignidad, y así como envilecidos hasta lo sumo<br />

122<br />

Colección Bicentenario


adoraban a las enfermedades que afligían al género<br />

humano, así también idolatraban a sus tiranos<br />

y usurpadores. Sus personas eran otros tantos<br />

ídolos ante quienes doblaban la rodilla sus ciegos<br />

adoradores. Otras veces recibían en sus estatuas<br />

las adoraciones que les tributaba el fanatismo y la<br />

superstición de tantos súbditos oprimidos. Es muy<br />

notable el ejemplo de Nabucodonosor; pero no fue<br />

invención suya el hacerse adorar en estatua: era ya<br />

costumbre inveterada de sus predecesores, y casi no<br />

había uno entre sus semejantes que dejase de usurpar<br />

y profanar tan escandalosamente los derechos de<br />

la Divinidad. ¿Que mucho pues que usurpasen la<br />

soberanía de los Pueblos?<br />

Usurpación de los derechos del Cielo, usurpación<br />

de los derechos del Pueblo, era todo el compendio<br />

de la ley que practicaban los tiranos que imitaban y<br />

sucedían a Nembrod en el siglo quinto después del<br />

diluvio. Para más hacer valer el dictado del Rey, fue<br />

fácil imponerlo a sus falsas deidades, así como habían<br />

logrado atribuirle los mismos vicios del hombre<br />

depravado, el rapto, el adulterio y las usurpaciones.<br />

Sembrada de absurdos la Astrología de aquellos<br />

tiempos también tuvo parte en la lisonja de estos<br />

déspotas fingiendo al Cielo tan interesado en sus<br />

personas que destinase a los Cometas para anunciar su<br />

fallecimiento. Oscurecida la tierra con las tinieblas de<br />

la idolatría, no producía sino los amargos frutos de la<br />

ignorancia y del desorden de las costumbres. Este era<br />

su lastimoso estado cuando compadecidos los cielos<br />

de los males que gravitaban sobre ella, la preservan de<br />

su total corrupción: resuena entonces la voz del Dios<br />

verdadero, y se establece en una pequeña parte del<br />

globo aquella excepción feliz, de donde había de nacer<br />

el encargado de quebrantar las cadenas de la tiranía.<br />

Abraham es llamado para que en su persona y familia<br />

se conserve la religión verdadera, y un gobierno<br />

contrapuesto al de los Reyes. Odioso el nombre de<br />

Colección Bicentenario 123


estos déspotas entre los hombres libres, lo era mucho<br />

más para el Santo Patriarca; pero Dios quería que su<br />

aversión fuese mayor y con esta mira, permite que<br />

su Sobrino Loth caiga en manos de cuatro Reyes que<br />

andaban coligados en sus acostumbradas correrías,<br />

talando y saqueando el Valle de la Pentapolis. Irritado<br />

Abraham con esta noticia, se arma con trescientos<br />

diez y ocho de sus domésticos, sale a la campaña en<br />

busca de estos cuatro vándalos, los bate, los derrota,<br />

rescata a su sobrino y vuelve a su casa cargado de<br />

ricos despojos.<br />

Más aborrecido que antes el nombre de los Reyes<br />

en la casa de este Patriarca, se multiplican sus<br />

descendientes, detestando la dominación de aquellos<br />

tiranos, y son dominados bajo otro sistema de amor<br />

y beneficencia el más conforme a las leyes de la<br />

naturaleza. En Egipto después de la muerte de sus<br />

favorecedores se fomenta el odio de los reyes, bajo la<br />

tiranía de otro Faraón que gobernaba los Israelitas<br />

con vara de hierro; pero ellos acaudillados del mejor<br />

patriota de aquellos tiempos quedaron independientes<br />

y libres de su imperio a pesar del juramento de<br />

obediencia que los ligaba. Enojando a Dios de tiempo<br />

en tiempo son reducidos por castigo a la opresión<br />

y cautiverio de otros monarcas extranjeros; pero<br />

arrepentidos de su ingratitud vuelven a su primitivo<br />

estado de independencia y libertad, y escarmentados<br />

con el despotismo de sus opresores permanecían<br />

siempre firmes en el propósito de no tener jamás<br />

Monarquía en su pueblo.<br />

El pésimo ejemplo de los Gentiles dominados todos<br />

por Reyes a la sombra de la idolatría inficionaba<br />

muchas veces a los Hebreos, y los inducía a este<br />

pecado. De esta imitadora manía resultó también el<br />

apetito de llevar con los Idólatras el yugo de la real<br />

servidumbre. Conciben la idea de ser gobernados<br />

monárquicamente como los Paganos, y hacen a Dios<br />

124<br />

Colección Bicentenario


esta loca petición. Por medio de Samuel les manifiesta<br />

Dios su necedad y los males que sufrirían, si fuesen<br />

dominados por Rey. No admitía ninguna réplica el<br />

célebre discurso con que les hablaba el Profeta. Nada<br />

tenían que oponer contra él los Israelitas que fuese<br />

capaz de cohonestar su insensata pretensión. Insisten<br />

sin embargo en ella y no alegan sino el mal ejemplo<br />

de las naciones del paganismo.<br />

Determina Dios castigar su ingratitud y necedad,<br />

dándoles Rey, pero de tal condición que él solo bastase<br />

a comprobar las verdades que les había predicado<br />

Samuel. Fácil era haber concedido el derecho de reinar<br />

sobre ellos, a uno de los Monarcas confinantes con la<br />

tierra de promisión. No era menester buscarlo a dos y<br />

tres mil leguas de distancia; pero tan repugnante era<br />

esta providencia al orden natural de las sociedades<br />

políticas, al bien y felicidad de sus individuos, que no<br />

quiso Dios redoblar con ella el azote que, descargaba<br />

sobre aquel pueblo ingrato. Tampoco quiso abusar<br />

del nombre Madre Patria para sacar de ella el Rey<br />

que solicitaban los Hebreos. Habitado estaba el<br />

país donde había nacido el Padre de los creyentes:<br />

pobladas se hallaban entonces las orillas del Tígris<br />

y del Eufrates, donde empezaron a multiplicarse los<br />

hijos del primer poblador. No carecían de habitantes<br />

las llanuras de Sennaar, que fueron las primeras que<br />

ocuparon los descendientes de Adán cuando ya no<br />

cabían en las márgenes de aquellos ríos: era numerosa<br />

la población del territorio donde se establecieron y<br />

crecieron después del diluvio los individuos de la<br />

familia del segundo poblador universal.<br />

Todos estos Semilleros primitivos eran otras<br />

tantas madres patrias verdaderas, y no falsas como<br />

la vieja madrastra española.(1) Mas careciendo en<br />

todos tiempos este título de la facultad de dominar;<br />

Saúl, que había nacido en el mismo pueblo que debía<br />

gobernar, y vivía entre los que habían de sujetarse<br />

Colección Bicentenario 125


a su gobierno, es el primer Rey que corresponde<br />

al desordenado apetito de los Hebreos. Termina<br />

trágicamente la carrera de sus delitos, y le sucede<br />

David. Fue Santo este Monarca; pero su santidad no<br />

procedió de su real nombramiento: ella hubiera sido<br />

mayor si David no hubiese subido al trono de Israel:<br />

entonces le faltarían las ocasiones que lo indujeron al<br />

adulterio de Bethsabé y homicidio de Urias. Salomón<br />

sucede a su padre David, y su dinastía es reconocida y<br />

jurada en todo Israel. A pesar de estos vínculos bastó<br />

solo el exceso de las contribuciones para que todo<br />

el pueblo proclamase con razón su independencia<br />

y libertad luego que falleció Salomón. Roboán su<br />

primogénito insistiendo en hollar como su padre la<br />

soberanía de las Tribus, es el autor de esta novedad,<br />

y por ella su reinado queda reducido a lo mínimo.<br />

El patriota Jeroboan dirige esta revolución, y sus<br />

méritos y servicios ponen en sus manos las riendas<br />

del gobierno por unánime consentimiento de las diez<br />

tribus que se habían desprendido justamente de la<br />

casa de David.(2)<br />

Viene al mundo el Mesías prometido, no con la idea<br />

de fundar monarquías, sino una república de salud<br />

eterna, cuando casi todos gemían bajo la tiranía del<br />

Demonio, y de sus Vicarios los Reyes y Emperadores.<br />

Para que fuese más notable la redención de Jesucristo<br />

permite Dios que gimiesen entonces los mortales<br />

bajo esta doble servidumbre. Jesucristo cuyo carácter<br />

era el de libertador y redentor, no podía aprobar<br />

la usurpación de los Emperadores de Roma y<br />

demás opresores de aquella época. Protestando no<br />

haber venido a quebrantar la ley, sino a cumplirla,<br />

era imposible que atacase el derecho natural de la<br />

soberanía de los pueblos que tantas veces habían<br />

recuperado y sostenido los israelitas con expresa<br />

aprobación del mismo Dios. Pagó tributo al César;<br />

pero su contribución no denotaba otra cosa que<br />

aquella obediencia pasiva que exige de los individuos<br />

126<br />

Colección Bicentenario


la autoridad constituida, salvo siempre el derecho de<br />

las sociedades para recobrar sus poderes usurpados.<br />

<strong>La</strong> doctrina de Jesucristo era una declaración de los<br />

derechos del hombre y de los pueblos. Sin cesar les<br />

hablaba de su igualdad primitiva: los consolaba de<br />

los horrores de la tiranía: los exhortaba en términos<br />

muy expresos a que no tomasen la cualidad de<br />

Señor,(3) porque solo tenían uno que era el mismo<br />

Jesucristo, y todos los demás hombres eran hermanos.<br />

Recomendaba la obediencia a los superiores aunque<br />

fuesen díscolos; pero su recomendación jamás se dirigía<br />

a los pueblos soberanos. Hablaba a los particulares<br />

no a las sociedades políticas de quienes es el deber de<br />

formar sus gobiernos. Obediencia pasiva e individual<br />

que no podía imponerse a la Majestad y Soberanía<br />

de los pueblos superiores a los Monarcas: sumisión<br />

racional y no ciega era la que exigía de los individuos<br />

este divino Libertador por boca del Apóstol(4) en su<br />

carta a los Romanos.<br />

Nada agradaba a los Emperadores de Roma, ni a sus<br />

satélites esta doctrina. Ellos temían que se hundiese<br />

el coloso de su potencia y despotismo, si los pueblos<br />

llegaban a instruirse perfectamente de ella. De este<br />

temor resultó la persecución que movieron contra<br />

el cristianismo. Más de tres siglos se practicó en el<br />

Imperio Romano. Los perseguidores procuraron<br />

ahogar el cristianismo en la sangre de los mártires:<br />

pero en vano trabajaron: su persecución aumentaba<br />

el número de los cristianos, y cuanto más crecía el<br />

de los mártires tanto más se propagaba la religión<br />

católica.<br />

Frustrados sus tiros por esta vía sanguinaria,<br />

desistieron de ella, y entraron en otra más favorable<br />

a su tiranía. Intentaron entonces corromper al<br />

cristianismo, introduciendo las riquezas en la<br />

Iglesia y otras cosas del siglo. Donaciones, empleos,<br />

dignidades temporales fueron los nuevos recursos<br />

Colección Bicentenario 127


que emprendieron los enemigos del nombre<br />

cristiano, para obtener por esta senda lo que no<br />

habían podido lograr por medio de la persecución.<br />

Profesaban el cristianismo con esta mira política:<br />

concedían franquezas y privilegios a las Iglesias y<br />

Eclesiásticos: halagaban con señoríos seculares a<br />

los primeros Prelados, y pusieron en movimiento<br />

otros resortes halagüeños para ganar la voluntad<br />

y correspondencias de sus beneficiados. En cambio<br />

de todas estas liberalidades nada más esperaban<br />

que sostener y fomentar su despotismo por medio<br />

de los eclesiásticos, y aun de la misma religión de<br />

Jesucristo que abiertamente le condenaba. A la<br />

sombra de estas falacias ganaron tanto terreno en<br />

favor de su opresión y tiranía, que según dice San<br />

Bernardo en poco estuvo que las hijas sofocasen a la<br />

madre. Los Pontífices y los déspotas formaron una<br />

liga criminal para remachar los grillos a las naciones.<br />

Desde entonces aquellos delirios políticos abortados<br />

por la idolatría, el fanatismo y la superstición de<br />

los gentiles, y tan lisonjeros para los monarcas,<br />

empezaron a reproducirse desgraciadamente en la<br />

Iglesia. Interesados en su reproducción los Prelados<br />

que obtenían dignidades seculares de la capciosa<br />

generosidad de los príncipes del siglo los escribían<br />

y predicaban para canonizar el despojo que sufrían<br />

los pueblos en sus derechos sagrados. Los mismos<br />

Pontífices convertidos en reyezuelos temporales<br />

contra la expresa voluntad de Jesucristo que había<br />

protestado no ser su reino de este mundo, y contra<br />

los cánones primitivos de la Iglesia, que prohibían<br />

a los Clérigos y Monjes mezclarse en las cosas del<br />

siglo, apoyaban aquella falsa y perniciosa doctrina<br />

que fijaba exclusivamente en el Cielo el origen de los<br />

Reyes y de su autoridad, con agravio y usurpación de<br />

la soberanía de los pueblos.<br />

Desde entonces desfiguraba con este rigorismo<br />

diabólico aquella ley de gracia tan sublime y ventajosa<br />

128<br />

Colección Bicentenario


a la de Moisés, era prohibido al pueblo cristiano el<br />

usar de aquellos derechos inalienables que tantas<br />

veces había recuperado el pueblo hebreo.(5) Desde<br />

entonces las Santas Escrituras padeciendo en muchos<br />

lugares violentas interpretaciones por la malicia de los<br />

aduladores del imperio, también concurren al cortejo<br />

de la tiranía.(6) Se entregan al silencio los textos más<br />

decisivos de la soberanía del pueblo.(7) Nunca, o casi<br />

nunca se oye el célebre discurso del profeta Samuel<br />

contra los Reyes. Desde entonces el despotismo<br />

que es un grande error, llamó en su ayuda a la<br />

ignorancia para esconder bajo el celemín las verdades<br />

fundamentales de los derechos del pueblo; y ambos de<br />

convenio intentaron asociar a sus delitos una religión<br />

que los condena, y nos ha trasmitido los monumentos<br />

antiguos del ingenio: una religión que es ofendida,<br />

cuando los Príncipes y sus aduladores le atribuyen<br />

que ella ordena una sumisión ciega, mientras que por<br />

el contrario ella llama la discusión y la luz, cuando<br />

ordena que sea racional nuestro obsequio y nuestra<br />

obediencia: una religión que subordinando el interés<br />

personal al social manda al hombre que se penetre de<br />

su dignidad, que cultive su razón; que perfeccione sus<br />

facultades para concurrir a la felicidad de nuestros<br />

semejantes, en la cual quiere, que cifremos la nuestra;<br />

y de esta manera ensanchar a nuestra vista la carrera<br />

de todo lo bello y lo grande.<br />

Desde entonces aquella máxima de moral que<br />

prescribe la obediencia pasiva, y que solo pertenece<br />

a los individuos fue aplicada por la mala fe de los<br />

aduladores a las sociedades políticas, y quisieron<br />

concluir de ella los tiranos, que un pueblo jamás<br />

tenía derecho para sacudir las cadenas fraguadas<br />

por el despotismo. Desde entonces la elación de los<br />

Reyes fue insufrible; y aunque no se hacían adorar en<br />

estatua como Nabucodonosor, ni deificarse como los<br />

emperadores de Roma en su apoteosis, exigían sin<br />

embargo muchos honores correspondientes solo a la<br />

Colección Bicentenario 129


Divinidad, y todas las funciones y atributos propios<br />

de la soberanía de los pueblos.<br />

Desde entonces empezaron a salir condenados<br />

por la liga de los Reyes con los ministros del Culto,<br />

varios libros y proposiciones políticas que nada<br />

tenían de criminales, antes bien eran todos muy<br />

conformes al derecho natural y divino. Proposiciones<br />

condenadas por la Iglesia fue el lenguaje inventado por<br />

esta coalición para disimular su tiranía, intimidar a<br />

los lectores y contener a los escritores, condenación<br />

ajustada a las miras ambiciosas de los déspotas, y<br />

ofensivas al interés verdadero de la Religión. Aquel<br />

tribunal erigido para conservar pura la doctrina del<br />

cristianismo, fue degradado, envilecido y entregado a<br />

la lisonja de los tiranos, condenando los escritos que<br />

enseñaban al hombre y a los pueblos sus derechos<br />

y reprobaban la opresión y tiranía de los reyes. En<br />

las asambleas de la Iglesia, instituidas para tratar<br />

del dogma y de la disciplina eclesiástica, adquirieron<br />

tanto influjo con su intervención, que desviándose<br />

los padres muchas veces del objeto de su instituto,<br />

fulminaban decretos y censuras en favor de la<br />

monarquía despótica.(8) Toledo fue testigo de este<br />

desorden; y los padres del Concilio constanciense,<br />

por adular a los reyes de Francia, condenaron en la<br />

sesión 13 y 15 las proposiciones del virtuoso y sabio<br />

Wiclef, que demostraban los elementos del derecho<br />

natural y de gentes, comprobados todos con varios<br />

lugares de la Escritura; pero señaladamente con el<br />

libro 3, capítulo 12 de los Reyes.<br />

Para los de España fue tan placentera, esta<br />

condenación que aceptándola en todas sus partes, la<br />

mandaron observar en las Universidades y Colegios,<br />

como punto cardinal de sus estatutos, ordenando que<br />

ninguno pudiese obtener cátedra ni grado literario,<br />

sin que antes jurase no defender, ni aun como<br />

probable, la opinión del regicidio y tiranicidio que<br />

130<br />

Colección Bicentenario


antes de Wiclef había enseñado el célebre Francisco<br />

Juan Petit, y sostuvieron posteriormente los jesuitas.<br />

He aquí la verdadera causa porque fueron arrojados<br />

de los Reinos y provincias de España: todo lo demás<br />

fue un pretexto de que se valieron los tiranos para<br />

simular el despotismo y contener la censura y<br />

venganza que merecía el decreto bárbaro de su<br />

expulsión. También lograron extinguir la compañía,<br />

y nada tiene de extraño este remate para quien<br />

sepa que llegó a tanto grado el desorden de los que<br />

cortejaban la tiranía, que hubo en el siglo 15 un Papa<br />

que se atreviese a donar a los Reyes de Castilla un<br />

mundo que no era suyo, ni de la Silla Apostólica;<br />

inmensas tierras poseídas de muchos millares y<br />

millones de propietarios con justo título.<br />

Así violaba Alejandro VI el divino precepto de<br />

su misión: en lugar de apacentar las ovejas como lo<br />

había encargado Jesucristo, las trasquila y enajena,<br />

despojándolas de todos sus derechos, y entregándolas<br />

a la servidumbre y rapacidad de unos Reyes, que si<br />

por arrojar de sus dominios a los moros y judíos,<br />

habían merecido el epíteto de Católicos, eran dignos<br />

del último anatema por la escandalosa usurpación y<br />

simonía con que cebaron su codicia y ambición sobre<br />

este continente americano.(9)<br />

A vista de tantos desórdenes, mayores que los<br />

cometidos bajo de esta línea en los tiempos anteriores<br />

al cristianismo, nada hay que admirar, cuando<br />

aparecen los presentes contaminados de las falsas<br />

ideas con que fue obsequiada en el paganismo la<br />

viciosa autoridad de los reyes. Una tradición funesta<br />

para la libertad de los pueblos ha sido el canal por<br />

donde se han trasmitido hasta nuestros días. Otros<br />

abusos de los gentiles derivados por la misma vía, no<br />

han sido tan contrarios a la felicidad de los hombres.<br />

Los juegos del Carnaval, no son sino las bacanales con<br />

que la ciega gentilidad obsequiaba a su fantástico Dios<br />

Colección Bicentenario 131


Baco; pero ellos no han carcomido como aquellos los<br />

privilegios de la libertad, ni han derramado la sangre<br />

con que ese otro fanatismo religioso ha manchado la<br />

superficie de la tierra.<br />

Imbuidos de tantas fábulas por sistema de un<br />

gobierno desolador, los españoles americanos y<br />

europeos, no es de admirar que haya echado tantas<br />

raíces este género de ignorancia: que todavía estén<br />

creyendo muchos de ellos que los Reyes son deidades,<br />

y que agobiados del peso de esta preocupación y<br />

fanatismo, teman aun separarse de su dominación, por<br />

más esclarecidas que sean las razones que justifican<br />

la independencia y separación. Habituados a la<br />

esclavitud por tantos siglos, tienen tan relajados los<br />

muelles del corazón y del entendimiento que todavía<br />

imaginan que es un delito el quitarse la cadena y<br />

proclamar la libertad como lo han practicado todas<br />

las naciones del Universo.<br />

¡Qué raros son los monarcas que deben este nombre<br />

y su autoridad al consentimiento espontáneo y libre<br />

de los pueblos, única raíz legítima del poder Soberano<br />

de los hombres! Casi todos los demás no reconocen<br />

otro origen que la fuerza y usurpación.(10) Desde que<br />

ella y el fraude empezaron a encadenar a los hombres<br />

y a los Pueblos, empezaron también los tiranos a<br />

profanar el Santo nombre de Dios, valiéndose del<br />

juramento para reforzar las cadenas de la opresión.<br />

No fue destinado a este ultraje aquel acto de Religión.<br />

No es ella quien lo convierte en vínculo de iniquidad,<br />

esta es obra del mismo fanatismo y superstición que<br />

sirvieron de apoyo a la tiranía y usurpación de los<br />

Reyes. No inspiró Dios a los hombres la invocación<br />

y garantía de su Divino nombre para su ruina y<br />

envilecimiento, sino para su bien y felicidad. Faltando<br />

estos requisitos, o irrogando males, cualquier<br />

juramento deja de ser obligatorio, y sería un criminal<br />

quien exigiese su observancia. Es una monstruosidad<br />

132<br />

Colección Bicentenario


que aturde, confunde y admira el que tantos millares<br />

y millones de hombres sean llevados a profanar<br />

la santidad de esto acto religioso, sometiéndose<br />

como bestias a la dominación de un solo hombre; y<br />

lo que es más escandaloso, a la de sus herederos y<br />

sucesores. Confundida la dignidad del hombre con<br />

las fincas y muebles que quedan por fallecimiento<br />

de los propietarios, también ha sido comprendido<br />

en la sucesión hereditaria de sus opresores. Sería<br />

una impiedad creer que hubiese Dios de recibir con<br />

agrado, y como obsequio el abatimiento de tantos<br />

individuos hechos a imagen y semejanza suya. Mayor<br />

impiedad sería el sostener que un juramento dirigido<br />

a mantener esta ilusión y desorden fuese valedero y<br />

de la divina aceptación.<br />

Desaparezca pues de entre nosotros esta maldad<br />

y delirio. Sepan todos que el derecho bárbaro<br />

de conquista que alegan los usurpadores, es<br />

incompatible con el sagrado vínculo del juramento, y<br />

que su duración no puede ser otra que la de la fuerza<br />

del conquistador. Una vez que los conquistados<br />

adquieren suficientes fuerzas o coyunturas con que<br />

recuperar la carta de sus derechos usurpados, ellos<br />

pueden y deben restituirse a su primitivo estado<br />

de independencia y libertad. Nihil tam naturale est,<br />

quam unumquodque dissolvi, eo modo, quo coligatum<br />

est. Es un principio de derecho recibido aun entre<br />

los mismos usurpadores, y contra el cual no puede<br />

prevalecer en el orden político ningún juramento, ni<br />

ninguna duración de tiempo. Los que padecieren la<br />

desgracia de ser tan insensatos y preocupados, que<br />

no quieran penetrarse de estas verdades eternas,<br />

consulten siquiera la historia de todos los siglos, y en<br />

cada uno de ellos hallarán practicadas estas máximas<br />

sin perjurio ni otro género de pecado mortal. Abran<br />

los libros históricos de la misma España, y la verán<br />

proclamando en varios tiempos su independencia y<br />

Colección Bicentenario 133


libertad contra varios Monarcas a quienes se había<br />

sometido con juramento.(11)<br />

Ella había jurado obediencia y vasallaje a los reyes<br />

Fenicios y Cartagineses; y con el auxilio de las armas<br />

Romanas recobra su independencia y libertad, sin<br />

reato de perjurio ni de otra culpa mortal. Juraron los<br />

Españoles obediencia y vasallaje al imperio Romano;<br />

y ellos Capitaneados de los Godos, Vándalos y demás<br />

naciones bárbaras del Norte, quedan independientes<br />

y libres de los Emperadores de Roma. Dominadas<br />

por los Moros las Españas, juraban los Españoles<br />

obediencia y vasallaje a los monarcas sarracenos<br />

establecidos en los Reinos de Córdoba, de Granada,<br />

de Sevilla y de Toledo; pero nada obstan sus repetidos<br />

homenajes para volver a entrar en sus derechos sin<br />

reato de pecado mortal, cuando se hallan en estado<br />

de reclamar su independencia y libertad primitiva.<br />

¿Portugal dependiente de la Corona de España,<br />

no se separó absolutamente de ella y fundó su<br />

monarquía independiente? ¿No dependía la Holanda<br />

de los reyes de Castilla con reiterados juramentos de<br />

subordinación y vasallaje como los Portugueses? ¿Y<br />

no proclamó su independencia y libertad absoluta, y<br />

para siempre en el reinado de Felipe segundo? ¿Por<br />

qué pues no la proclamará también la América, cuando<br />

tiene más razón y más justicia que ninguna otra<br />

parte del mundo para ser independiente y libre de la<br />

dominación española? ¿Habrá alguno tan insensato<br />

que haya calificado de traidores a los españoles, a<br />

los portugueses y holandeses porque se hayan hecho<br />

independientes y libres de las dominaciones referidas?<br />

¿Y podrá tolerarse que reprueben en los Americanos<br />

lo mismo que ellos han ejecutado y estimado como<br />

un deber de primera magnitud? ¿Son acaso los<br />

nacidos bajo la zona tórrida de peor condición, que<br />

los nacidos más allá de los trópicos? Señalen los<br />

fanáticos y supersticiosos cuál es el lugar de las Santas<br />

134<br />

Colección Bicentenario


Escrituras, del nuevo y viejo Testamento, donde haya<br />

Dios despojado al continente colombiano de aquel<br />

deber universal, inspirado a todos los hombres por su<br />

innata constitución! ¿Apelarán a los preadamitas los<br />

enemigos de la felicidad de este país? ¿Serán incursos<br />

en la herejía que supone proceden los americanos de<br />

otra raza anterior a la creación de Adán, y destinada<br />

solo para surtir a este, a sus hijos y descendientes<br />

de siervos y lacayos perdurables? Fuera de nosotros<br />

tal blasfemia: redúzcase a la nada quien tal pensase.<br />

Y si todavía resultasen algunos entre nosotros tan<br />

preocupados y tenaces en su capricho que no cedan a<br />

las voces encantadoras de la filosofía, sea el cañón, el<br />

acero o el cáñamo quien los convenza para oprobio de<br />

su memoria y la de sus imitadores.<br />

S. A. tiene la complacencia de hacer a V. S. estas<br />

reflexiones para mejorar el desengaño de todo ese<br />

fiel y honrado vecindario; en el concepto de que<br />

jamás dudará de la firme y constante resolución que<br />

ha visto comprobada con los hechos, de sepultarse<br />

entre sus ruinas antes que permitir siquiera la más<br />

ligera entrada al fanatismo y superstición con que<br />

los enemigos de la independencia y libertad de<br />

Venezuela y de la América entera pretenden alucinar<br />

a los incautos.<br />

Dios guarde a V. S. muchos años. Palacio federal de<br />

Venezuela 18 de Septiembre de 1811. Primero de su<br />

Independencia.<br />

J. G. R.<br />

FIN<br />

[Notas]<br />

1. Lejos de contribuir la España a la población de estos<br />

países, la disminuyó con el destrozo de once millones; y<br />

le faltó por consiguiente el mérito para titularse madre<br />

patria, cuyo honor pertenece a la Tartaria oriental de<br />

donde salieron los pobladores de esta parte del mundo.<br />

2. Una misma y sola familia, una sola y misma monarquía,<br />

Colección Bicentenario 135


una sola y misma nación eran las doce tribus; y ellas por la<br />

sola violación de un derecho, quedan con justicia divididas<br />

en dos potencias independientes y libres.<br />

3. Math. 23, vs. 8, 9 et 10.<br />

4. Ad Roman. 12 v. 1.<br />

5. Gratia non destruit sed potius perficit naturam. S.<br />

Aug.<br />

6. De aquí la perogrullada per me reges regnant, como<br />

si hubiese algún agente, que no obrase por Dios, o como si<br />

los demás gobiernos, que no son monárquicos, obrasen por<br />

su propia virtud o por el influjo sólo de los Demonios.<br />

7. Reg. Cap. 12, lib. 3. Subdit estote humanæ […]<br />

propter Deum. Soberanía popular derivada de Dios como<br />

todo lo bueno. 1 Petr. cap. 2.<br />

8. Así están excomulgando a los dignos patriotas<br />

de México el tribunal de la Inquisición y tres indignos<br />

Prelados europeos incitados por el intruso Virrey Venegas.<br />

El Español núm. 13, pag. 23.<br />

9. Vendit Alexander claves, altaria, Christum<br />

Vendere jure potest, emerat ille prius.<br />

Sextus Tarquinius, sextus Nero, Sextus et ipse,<br />

Semper sub sextis perdita Roma fuit.<br />

De vitio in vitium, de flamma cedit in ignem,<br />

Roma sub hispano deperitura jugo.<br />

Compendiosamente trata en estos versos de la conducta<br />

pacífica de Alejandro VI, el gran Diccionario histórico<br />

de Morery, a cuya vista nadie extrañará la escandalosa y<br />

arbitraria enajenación de las Américas.<br />

10. Tiranos llamaba Aristóteles a todos los Reyes por<br />

esta razón. Tot. libr. polit.<br />

11. Después que el Rey Suinthila había reinado largo<br />

tiempo en España haciéndose acreedor por sus virtudes<br />

a la estimación de los pueblos, asoció en el trono a su<br />

hijo Rechimiro, lo que dio motivo al descontento de los<br />

españoles que temerosos de que se les privase del derecho<br />

de elegir Rey haciéndose la majestad hereditaria, se<br />

auxiliaron de Dagoberto Rey de Francia, y arrojaron del<br />

trono y aun del reino a Suinthila con su mujer, e hijo y<br />

hermanos. Este procedimiento de la nación fue aprobado<br />

136<br />

Colección Bicentenario


por el concilio cuarto de Toledo compuesto de 70 Obispos<br />

y presidido por San Isidoro Arzobispo de Sevilla. No debió<br />

pues de haber perjurio ni otro género de pecado mortal.<br />

[Juan Germán Roscio, “Patriotismo de Nirgua y<br />

abuso de los reyes”, Imprenta del Congreso de la Nueva<br />

Granada por el C. Joaquín Bernardo Moreno, Tunja,<br />

1813. Biblioteca Nacional, F. Antiguo Miscelánea J.A.S.<br />

187, pza. 3 // F. Pineda 730, pza. 8. José Félix Blanco<br />

y Ramón Azpurua, Documentos para la historia de la vida<br />

pública del Libertador, t. III, Ediciones de la Presidencia de<br />

la República, Caracas, 1978 [1876], pp. 336-344. Impreso<br />

en Venezuela dos años atrás, “Patriotismo de Nirgua” era<br />

conocido en la Nueva Granada antes de su reimpresión en<br />

Tunja, como lo indica Manuel de Pombo en su folleto de<br />

Junio de 1812 que publicamos en esta compilación]<br />

Acuerdo del Supremo Poder Ejecutivo de<br />

Cundinamarca ordenando borrar las armas del<br />

rey de los edificios públicos. 1813, Septiembre<br />

15.<br />

CUNDINAMARCA.<br />

Acuerdos del Supremo Poder Ejecutivo.<br />

Como los signos representativos de un Gobierno<br />

deben ser análogos, y conformes a la naturaleza<br />

para que el Pueblo que siempre es origen de él no<br />

caiga en dudas hallando por todas partes la imagen<br />

de representaciones contrarias a su voluntad; ha<br />

tenido por conveniente el Supremo Poder Ejecutivo<br />

mandar, como efectivamente manda, que en todas<br />

las Contadurías, Oficinas, y demás lugares en que se<br />

hallen las armas de los Reyes de España, se borren,<br />

por haber declarado este Estado su Independencia,<br />

y presentar ellas la imagen de las antiguas cadenas<br />

que ha sacudido, y que ya no puede sufrir según su<br />

presente Constitución. Circúlese en el distrito del<br />

Estado, y publíquese en la Gazeta ministerial. Dado en<br />

el Palacio de Gobierno de Santafé de Bogotá Capital<br />

Colección Bicentenario 137


del Estado de Cundinamarca, a 15 de Septiembre de<br />

1813. —Hay tres rúbricas. Gamba.<br />

[“Acuerdos del Supremo Poder Ejecutivo”, Gazeta<br />

Ministerial de Cundinamarca, nº 134, Septiembre 23 de<br />

1813, Santafé de Bogotá]<br />

Documentos relativos al cumplimiento de la<br />

orden de borramiento de las armas del rey en<br />

los lugares públicos de Cundinamarca. 1813,<br />

Septiembre 25.<br />

Excmo. Señor<br />

Según lo que V. E. me previene en Superior decreto<br />

de 17 del corriente, de que se borren y quiten las<br />

armas de la corona de España que solían ponerse en<br />

las oficinas y Cabildos, lo he circulado. Sin embargo<br />

de que antemano se había practicado esta diligencia.<br />

Dios guarde a V. E. muchos años.<br />

Honda 25 de Septiembre de 1813.<br />

Excmo. Sr.<br />

Nicolás Manuel Tanco<br />

Excmo. Señor Gobernador y Consejeros del<br />

Estado.<br />

Desde el momento en que se publicó la independencia<br />

absoluta de esta Provincia, decretada por el<br />

Serenísimo Colegio Electoral, hice quitar las armas<br />

Reales que había colocadas en este Colegio, y a los<br />

Colegiales los escudos de ellas que antes llevaban en<br />

sus Becas. Solo se encuentran las que están colocadas<br />

en la Portada de las Aulas públicas, cuyo edificio está<br />

en el día a disposición del Supremo Gobierno, a cuyo<br />

conocimiento se servirá V. S. elevarlo para que de<br />

cuenta del Estado se manden borrar, y colocar las de<br />

la Provincia si se estima conveniente; sirviendo esto<br />

de contestación al oficio de V. S. de 17 del corriente.<br />

Dios guarde a V. S. muchos años. Santafé Septiembre<br />

20 de 1813.<br />

138<br />

Colección Bicentenario


Nicolás M. de Omaña<br />

Sr. Secretario de Estado y del Despacho Universal<br />

He recibido ayer el de V. S. de 17 del presente, con<br />

inclusión del muy justo, y prudentísimo Acuerdo<br />

del Supremo Poder Ejecutivo del 15 del mismo; y se<br />

cumplirá con toda puntualidad en esta Universidad<br />

lo en él el ordenado.<br />

Dios guarde a V. S. muchos años. Colegio<br />

Universidad del Angélico Doctor de Santafé.<br />

Septiembre 27 de 1813.<br />

Fr. Juan Antonio de Buenaventura y Castillo.<br />

Sr. Secretario de Estado y del Despacho Universal<br />

De orden del Cabildo de esta Ciudad decimos a V.<br />

que se recibió el oficio de 17 de Septiembre, en que<br />

inserta lo dispuesto por el Supremo Poder Ejecutivo<br />

sobre que se borren las armas de los Reyes de<br />

España, y también le digamos que por la Escribanía<br />

de Gobierno se le había comunicado la misma orden<br />

y que ya está cumplida.<br />

Dios guarde a V. muchos años. Palma Diciembre 4<br />

de 1813.<br />

José Damián Guarín<br />

José Escobar<br />

Sr. Secretario de Estado y del Despacho Universal<br />

Como era consiguiente a la declaratoria y<br />

promulgación de la Independencia absoluta, echar por<br />

tierra todos los Retratos, y signos representativos de<br />

las cadenas antiguas, que tan gloriosamente hemos<br />

sacudido, se ejecutó en esta Villa y en todo el distrito<br />

de mi mando, con las debidas solemnidades, este acto<br />

propio de unos Pueblos llenos de un espíritu público<br />

y que conocen los verdaderos derecho del hombre<br />

aún antes de haber recibido el oficio de V. S. de 21 del<br />

presente.<br />

Dios guarde a V. S. muchos años. Purificación 30 de<br />

Septiembre de 1813.<br />

Colección Bicentenario 139


Domingo Caicedo<br />

Sr. Secretario del Despacho Universal Ciudadano<br />

Juan Dionisio Gamba<br />

Señor Secretario del Despacho Universal<br />

He recibido el oficio, que V. S. me dirige del<br />

Supremo Poder Ejecutivo para que conforme a lo<br />

acordado por el mismo Poder Ejecutivo en el día 15<br />

del presente mes, se quiten las armas de España, y<br />

de sus Reyes. En cumplimiento al Supremo Orden<br />

de V. E. digo que en este Convento no las hay, y si<br />

por casualidad encontrare algunas, cumpliré con las<br />

órdenes de V. E.<br />

Sírvase V. hacerlo presente al Supremo Poder<br />

Ejecutivo. Dios guarde a Vmd. muchos años.<br />

Capuchinos de Santafé, y Septiembre 26 de 1813.<br />

Fray Salvador de Alcoy, Presidente.<br />

Sr. Secretario del Despacho Universal<br />

He recibido la Superior Providencia por el tribunal<br />

de los Señores del tesoro Público, sobre que en todas<br />

las contadurías, oficios y demás lugares, en que se<br />

hallen las Armas de los Reyes de España se borren.<br />

En su consecuencia se ha publicado en este Pueblo<br />

y circulado a los Alcaldes de este Partido para su<br />

obedecimiento.<br />

Dios guarde a Vmd. muchos años. Chocontá y<br />

Octubre 11 de 1813.<br />

Antonio Felipe Camacho<br />

Señor Secretario Dr. D. Dionisio Gamba<br />

Antes de haberse recibido en estos Tribunales de<br />

Reposición, y de Apelaciones, el Decreto del Excmo.<br />

Señor Presidente del Estado, 15 del corriente, que V.<br />

S. nos ha comunicado en su oficio 17 del mismo, para<br />

que se borren las Armas de los Reyes de España, ya se<br />

habían separado estas de los solios donde se hallaban,<br />

luego que se publicó la Independencia absoluta. Y para<br />

140<br />

Colección Bicentenario


dar entero cumplimiento al anunciado Decreto, se ha<br />

dispuesto que se borren, como se está ejecutando las<br />

que hay pintadas en diferentes lugares de esta casa; y<br />

que en cuanto a las que cubren su Portada principal,<br />

por ser de piedra con ornatos de grueso relieve<br />

y columnas, se borren del modo posible para no<br />

deteriorar, y afear la fachada, poniendo un Tarjetón<br />

de Argamasa y yeso, que cubra todo el cuadro, y en<br />

él la Imagen de la Justicia con la Inscripción análoga,<br />

que se acompaña. Pero como para estos costos no hay<br />

un real en el fondo de Penas de Cámara, esperamos<br />

que el Supremo Gobierno se sirva dar el libramiento<br />

correspondiente, luego que el Ministro ejecutor haya<br />

formado el presupuesto. Todo lo que se ha de servir<br />

V. S. poner en noticia del Supremo Poder ejecutivo.<br />

Dios guarde a V. S. muchos años. Santafé 24 de<br />

Septiembre de 1813.<br />

Juan Jurado Francisco González Manrique<br />

Sr. D. Juan Dionisio Gamban Secretario de Estado,<br />

y del Despacho Universal del Gobierno<br />

[Al margen]<br />

Santafé 26 de Septiembre de 1813<br />

Contéstese que está bien lo que se propone, y que<br />

para el gasto que se haga con la debida economía se<br />

librará la cantidad necesaria contra el testimonio<br />

público con calidad de reintegro del fondo de penas<br />

de cámara.<br />

Gamba<br />

Santafé 24 de Septiembre de 1813<br />

Los Presidentes de las Salas de Reposición y<br />

Apelaciones<br />

Dicen: que antes de haberse recibido la orden para<br />

que se borren las Armas de los Reyes de España,<br />

ya se habían separado estas de los solios donde se<br />

hallaban, y para dar cumplimiento en todo al decreto<br />

de 15 del corriente, se ha dispuesto el que se borren<br />

Colección Bicentenario 141


las que hay pintadas. Que en cuanto a las que cubren<br />

la portada principal en la Casa, se quiten igualmente<br />

poniendo en su lugar la Imagen de la Justicia con la<br />

inscripción análoga que se acompaña. Pero como para<br />

estos costos no hay un real en el fondo de penas de<br />

Cámara, se dé libramiento contra el tesoro para ello.<br />

Septiembre 26<br />

Contéstese que está bien lo que se propone, y que<br />

para el gasto que se haga con la debida economía se<br />

librará la cantidad necesaria contra el tesoro público<br />

con calidad de reintegro del fondo de penas de<br />

Cámara.<br />

Com. do<br />

Inscripción que ha parecido muy análoga, y que se<br />

ponga bajo la Imagen de la Justicia, en la Portada de<br />

los Tribunales.<br />

Hac domus, odit, amat, punit, conservat, honorat<br />

Nequitiam, pacem, crimina, jura, Probos<br />

[Traducción: Esta casa odia la maldad, ama la paz,<br />

castiga los crímenes, conserva las leyes y elogia a los<br />

honrados]<br />

En vista del oficio de V. SS. de 24 del corriente en<br />

que contestan a la orden que previene se borren las<br />

Armas de los Reyes de España, habiendo dispuesto<br />

V. SS. para su cumplimiento que se borren las que<br />

están a la puerta principal de estos Tribunales en los<br />

términos que expresa el citado oficio ha parecido bien<br />

a este Gobierno lo resuelto por V. SS., y que para el<br />

gasto que haya de invertirse con la debida economía,<br />

con el [una palabra ilegible] correspondiente se<br />

librará la cantidad necesaria, contra el tesoro público<br />

con calidad de reintegro del fondo de penas de<br />

Cámara. Lo que comunico a V. SS. para su inteligencia<br />

y en contestación a su referido oficio.<br />

Dios &c. Santafé 29 de Septiembre de 1813.<br />

142<br />

Colección Bicentenario


Señores Presidentes de las Salas de Reposición y<br />

Apelaciones.<br />

[Archivo General de la Nación, Sección Archivo Anexo,<br />

Fondo Historia, rollo 15, ff. 123-128 y 130-134]<br />

Reacción de la Gazeta de Cartagena al rumor<br />

según el cual le sería ofrecida la Corona de España<br />

a Lord Wellington. 1813, Noviembre 11.<br />

Lord Wellington Rey de España.<br />

Por cartas particulares se nos dice de España que la<br />

popularidad del Lord Wellington entre los Españoles<br />

ya se acerca al entusiasmo. —Ya empieza a prevalecer<br />

la opinión de que sería del interés de la España, de<br />

Inglaterra y de la Europa toda ofrecer a S.S. la Corona<br />

de aquel país. Y por supuesto sería bajo la condición de<br />

que Lord Wellington se hiciese Católico; proposición<br />

a que es muy verosímil acceda. —Se dice y se cree<br />

que algunos de los principales españoles que están en<br />

mando, y algunos Grandes, diputaron a Castaños, que<br />

es amigo íntimo de Lord Wellington, para sondarlo<br />

sobre la materia. Castaños con delicadeza dirigió la<br />

conversación al punto preguntando a S.S. ¿Cuál era<br />

su opinión sobre la conducta de Bernardote de mudar<br />

de religión por la corona de Suecia? —Respondió<br />

que en su opinión la obligación respecto a una nación<br />

era superior a cualquier otra; y que era una racional<br />

condescendencia en un hombre adoptar la religión<br />

de un pueblo, supuesto que sea religión cristiana,<br />

cuando este pueblo desde la vida privada lo llama<br />

para ponerlo con toda su descendencia en el trono.<br />

A la verdad un prospecto de este género podrá<br />

ofender algo el juicio de muchas personas que no<br />

están acostumbradas a ver las cosas sino bajo la<br />

rutina ordinaria; y a considerar las elevaciones<br />

extraordinarias y acontecimientos repentinos como<br />

cosas limitadas para el Emperador francés, y sus<br />

Colección Bicentenario 143


Generales: se acordarán que Lord Wellington anda<br />

entre ellos vestido comúnmente y con su sombrero<br />

redondo igual al suyo; y se admirarán, cómo un<br />

sujeto vestido tan llanamente y portándose con todas<br />

las consideraciones de la sociedad, pueda venir a ser<br />

Rey. Lo que hubiera sido un extraordinario evento en<br />

diferente edad, otro pueblo ha sido acostumbrado a<br />

mirarlo solo como ocurrencias de la presente; y todo<br />

lo que tenía que considerar sería, cómo dar a una tal<br />

circunstancia un nuevo aspecto de extraordinaria y<br />

hacerla servir a la causa de la humanidad y racional<br />

libertad, así como tales acontecimientos han servido<br />

hasta aquí para el derramamiento de sangre y para<br />

una ambición sin límites.<br />

Incuestionablemente los interesados que, son los<br />

españoles, tienen mucha razón para mirar esto, no<br />

solamente como un evento muy natural, sino como<br />

muy apetecible. Numeremos brevemente las razones<br />

que ahora nos ocurren por si mismas.<br />

En primer lugar, los españoles están al presente,<br />

(hablando en realidad) sin un Soberano; y en el estado<br />

de fluctuación de su gobierno, han experimentado<br />

algunas de las más grandes desgracias consiguientes a<br />

la falta de un solo y desembarazado Poder Ejecutivo.<br />

En segundo lugar, su adhesión al Soberano nominal,<br />

que ahora está en poder de Bonaparte, es peor que<br />

inútil, porque solo sirve para poner en aptitud a este<br />

de guardar en reserva un instrumento para burlar su<br />

independencia eventual.<br />

En tercer lugar, si Fernando en el caso de su<br />

restablecimiento fuese siempre inclinado, por las<br />

pasadas circunstancias, a tener separado a Bonaparte<br />

a la distancia correspondiente, él es de una naturaleza<br />

demasiado débil para hacerlo así, y incapaz de ocupar<br />

un trono, que por su inmediación a un tan poderoso<br />

144<br />

Colección Bicentenario


y vengativo vecino, requeriría el mando de un genio<br />

superior.<br />

En cuarto lugar: si fuese posible que se dejase a<br />

los españoles a sí mismos y a su Rey para hacer las<br />

mejoras que les agradase en su condición y en su<br />

constitución, una Corte con toas las preocupaciones<br />

anteriores, adquiriendo influencia, puede poner<br />

muchos obstáculos en el curso de una Monarquía tan<br />

limitada y de tan generales reformas en el pueblo,<br />

como podían desearse por todo español liberal;<br />

mientras que está allí un capitán, el que fuera de<br />

sus talentos militares y la fama de su nombre, acaba<br />

de salir de un pueblo, que por siglos ha gozado del<br />

mayor y más racional sistema de política que nación<br />

alguna de Europa.<br />

En quinto lugar: un procedimiento que asegurase,<br />

por cuanto tiempo es posible en los negocios<br />

políticos, la unión con la Inglaterra, añadiría una<br />

barrera exterior a la interior contra Bonaparte; y las<br />

miras del comercio de España quedarían en su justa<br />

libertad sin nuevos juegos del sistema continental y<br />

bloqueos de papel.<br />

En sexto lugar: la España lo mismo que cualquiera<br />

otro pueblo, tiene derecho de escoger la persona que<br />

más le agrade para su Soberano; y escogiendo a su<br />

libertador fijarían completamente los derechos que,<br />

bien sus propios Príncipes, bien otros usurpan para<br />

disponer de las coronas.<br />

En séptimo y último lugar: por tal elección no<br />

se ofrecería ejemplo de peligrosas revoluciones;<br />

porque resultaría no solo de la serie de combates<br />

contra la peor de las revoluciones, sino que el Rey<br />

ya habría trabajado para abrirse camino para llegar<br />

a la cumbre del más alto rango de autoridad, sobre<br />

los mejores principios de la laudable ambición; y si<br />

Colección Bicentenario 145


se ha de hablar de derecho ¿cuál puede ser mayor<br />

para gobernar un pueblo que el que tiene el que lo ha<br />

ayudado a libertarse de la subyugación, para ponerlo<br />

en el rango de las naciones y para ennoblecer su<br />

derecho de elección dándole el poder de ponerlo en<br />

práctica? <strong>La</strong>s dinastías y las conquistas se aparten<br />

a un lado delante de la brillantez de esta verdadera<br />

gloria. “los griegos” dice uno de nuestros escritores<br />

que murieron como lo han hecho muchos españoles<br />

en la causa de la libertad “los griegos entre otros<br />

que siguieron la luz de la razón, no conocieron otro<br />

derecho original al gobierno de una nación, que<br />

aquella sabiduría, valor, y justicia que fueran benéficas<br />

al pueblo. Estas cualidades dieron principio a aquellos<br />

gobiernos que se llamaron el reinado de los héroes:<br />

y la veneración que se les tuvo y de que disfrutaron,<br />

procedió de un sentimiento de gratitud por los<br />

bienes recibidos de ellos: se les reputó descendientes<br />

de los dioses, que excedían a todos los hombres en<br />

virtud y en beneficencia: y lo mismo correspondía<br />

a sus descendientes, hasta que llegaban a abusar de<br />

su poder, y por sus vicios se manifestaban iguales<br />

o peores que los otros. Estas naciones no miraban<br />

el más anciano sino el más digno: y solo juzgaban<br />

tales, para ser preferidos a otros, aquellos que podían<br />

desempeñar mejor su obligación”<br />

En el número siguiente discurriremos sobre otras<br />

consideraciones que pueden influir en la elección<br />

de la nación española y concluir el presente sin<br />

advertir los beneficios, que resultarían a este país<br />

en particular y a toda la Europa en general de un<br />

semejante acontecimiento. Hemos tenido ya bastante<br />

en nuestro tiempo de lo romancesco desagradable.<br />

Tengamos esperanza de que vamos dando pasos a<br />

tener algo de lo romancesco agradable.<br />

146<br />

Colección Bicentenario


OBSERVACIÓN.<br />

¿Cómo podrán componerse estas razones con las<br />

que se predicaba por todas partes de la legitimidad<br />

y obligación de reconocer la soberanía de Fernando<br />

Séptimo en España y en América? No aprovechando<br />

la nación española la ocasión que se le presenta de<br />

emanciparse de toda dinastía y ejercer su soberanía<br />

por un gobierno representativo, siempre vendrá a ser<br />

víctima de la prepotencia y se cumplirá el antiguo<br />

proverbio político de que los auxiliares victoriosos<br />

se convierten inevitablemente en amos. Proclame la<br />

España su libertad e independencia; y reconozca la<br />

de las Américas y tendrá con su alianza y auxilios un<br />

muro inexpugnable contra las tentativas ambiciosas<br />

de las casas que tienen dominada toda la Europa.<br />

[“Noticias Extranjeras”, Gazeta de Cartagena de Indias,<br />

n° 83, Noviembre 11 de 1813, Cartagena]<br />

Declaración de Independencia de Popayán. 1814,<br />

Mayo 28.<br />

AURORA DE POPAYÁN.<br />

DECLARATORIA DE INDEPENDENCIA.<br />

El supremo poder ejecutivo de la provincia de Popayán.<br />

Hago saber que el serenísimo colegio electoral<br />

y constituyente de ella, ha sancionado el decreto<br />

siguiente. —El colegio electoral y constituyente<br />

dedicado en sus tareas a conservar los derechos que<br />

el supremo numen concedió al hombre, y defender<br />

los pueblos federados de esta provincia que a costa de<br />

su sangre, y de otros grandes sacrificios han aspirado<br />

generosamente a recuperar, rompiendo las cadenas<br />

insoportables del despotismo con que los tiranos de<br />

la España han tratado al hijo de América por más de<br />

tres siglos, acordó el decreto siguiente. —Se declara<br />

por independiente de cualquiera otra autoridad,<br />

que no dimane de los pueblos legítimamente<br />

Colección Bicentenario 147


epresentados, al de esta provincia, que ha proclamado<br />

el sistema generalmente adoptado por las unidas de<br />

la Nueva Granada para el goce de sus derechos: en<br />

su consecuencia se plantará el árbol de la libertad<br />

en señal de la posesión de este don precioso, e<br />

inestimable: se destruirán los retratos de los tiranos<br />

que desde la violenta ocupación de la América han<br />

usurpado los imprescriptibles derechos del hombre a<br />

pretexto de nuestra santa religión que de contrario<br />

abomina y condena la iniquidad y la depresión del<br />

género humano: se borrarán todos los signos del<br />

despotismo para no dejar a las generaciones futuras<br />

ni aun la triste memoria de unos monumentos tan<br />

degradantes, y se sustituirá en su lugar el del dulce<br />

nombre de JESÚS que visiblemente protege nuestra<br />

santa causa, extendiéndose el mismo a la cucarda<br />

provincial con el siguiente mote: EN ESTE SIGNO<br />

VENCERAS: exceptuándose la moneda circular por<br />

corresponder su alteración al supremo congreso: y<br />

para solemnizar estos actos plausibles y deseados por<br />

los verdaderos amantes a la patria, se convocará a los<br />

pueblos para que todos los que estimen como deben<br />

su dignidad, concurran a celebrarlos, asignándose<br />

para su ejecución en esta plaza el día treinta del<br />

corriente, y en los demás lugares de la provincia<br />

los que se juzguen más oportunos por los ilustres<br />

ayuntamientos y justicias de sus distritos según<br />

lo permitan las circunstancias: comunicándose el<br />

discreto provisor y demás prelados eclesiásticos<br />

por lo que fuere de su inspección. Comuníquese al<br />

poder ejecutivo para que lo haga publicar, imprimir,<br />

y circular. —Dado en la sala del colegio electoral<br />

y constituyente de Popayán a 28 de Mayo de<br />

1814. —Andrés Ordóñez y Cifuentes, Presidente.<br />

—Manuel María Quijano, vocal secretario. —Es<br />

copia de su original de que certifico. —Secretaría del<br />

colegio electoral y constituyente de Popayán Mayo<br />

28 de 1814. —Quijano, vocal secretario.<br />

148<br />

Colección Bicentenario


[“Aurora de Popayán. Declaratoria de Independencia”,<br />

El Mensajero de Cartagena de Indias, nº 21, Julio 1 de<br />

1814]<br />

Defensa de una proclama mandada a recoger por<br />

el Poder Ejecutivo por antirreligiosa, en la que se<br />

critica a los defensores velados de la monarquía.<br />

1814.<br />

A MIS COMPATRIOTAS<br />

En defensa de una Proclama que el Poder Ejecutivo<br />

mandó recoger, a impulso del Eclesiástico, por<br />

antirreligiosa.<br />

<strong>La</strong> libertad de Imprenta será vana e ilusoria, si<br />

no se apoya en unas leyes capaces de asegurar<br />

su existencia y preservarla de los golpes de la<br />

arbitrariedad. —Lista Espectador Sevillano núm.<br />

94.<br />

No creía yo, conciudadanos, se cumpliese el contenido<br />

de mi Proclama con tanta prontitud. Amar quizá la<br />

habría visto correr con más serenidad. Entonces<br />

no se detestaba con tanto empeño al Americano<br />

Patriota; aletargados vivían con sus honores, y nadie<br />

les disputaba esos derechos que a costa de la Patria<br />

quieren conservar ilesos, ni obstruía las fuentes, por<br />

donde iban a sus manos ríos de dinero; respiró el<br />

Americano, conoció sus derechos, habló por primera<br />

vez, y el lenguaje de la libertad ofendió el oído de<br />

aquellos, que simularon conformidad con nuestra<br />

transformación. Era imposible que estos hombres,<br />

ídolos en otro tiempo, callasen no viendo bajo de sus<br />

pies las cervices americanas; los hábitos inveterados<br />

no se borran jamás, y así es que trabajan atacando<br />

a Ciudadanos que se glorian de ser religiosos sin<br />

gazmoñería, con esta misma Religión. Esa Proclama<br />

Colección Bicentenario 149


que el Omnipotente sabe con cuán justos fines<br />

os dirigí, cayó en manos de la Inquisición, ha sido<br />

condenada por herética, y voy a haceros ver que no<br />

lo es, para que acabéis de conocer la verdad de sus<br />

principios, y en suma el odio que profesan a todo<br />

hombre que desea su independencia. Estos son los<br />

que abusando del sagrado carácter, nos sacrifican a<br />

nombre de Dios, y los mismos son los que no viendo<br />

en nuestra regeneración política, sino la caída de sus<br />

errores, y de sus privilegios, nos atacan con pretexto<br />

de mayor bien de la Religión hasta aquí llega la<br />

perversidad de estos ministros emisarios, que abusan<br />

de los términos más sagrados, para volvernos a<br />

imponer el yugo: ¡hombres viles y degradados que<br />

no saben ni quieren vivir sino en la humillación! Con<br />

razón el Ciudadano Presidente Dictador con fecha<br />

29 de Enero último dijo a este Poder Ejecutivo (1)<br />

entre otras cosas lo siguiente, que es bien notable<br />

y acreditado por la experiencia. “Como el fomes de<br />

esta guerra está en el confesionario y en el púlpito, he<br />

hecho reducir a encierro en una celda a tres Religiosos<br />

de San Francisco y a uno de San Agustín, y que se<br />

conduzca a esa al Padre Gutiérrez &c. ¿Y quiénes<br />

son los que en el púlpito y confesionario pervierten<br />

la opinión pública, excitan a la guerra, y persuaden<br />

que nuestra transformación política es una descarada<br />

rebelión, que es un perjurio horrible y que nuestros<br />

Gobiernos es una invención diabólica? Los mismos de<br />

que habla mi Proclama, los que tratan de dividirnos,<br />

para que nos hagamos pedazos y nos debilitemos, a<br />

fin de que con más facilidad nos subyuguen nuestros<br />

feroces e implacables enemigos, ya con las armas en<br />

la mano, ya con las delaciones ante los Tribunales<br />

Eclesiásticos: declaraciones anticonstitucionales<br />

y monstruosas, pues que debían ser acusaciones<br />

públicas, firmadas por los acusadores, que debían<br />

ser responsables de las consecuencias del proceso, lo<br />

mismo que en los delitos políticos: en una palabra,<br />

estos son los que sordos a su origen, y a la naturaleza,<br />

150<br />

Colección Bicentenario


nos niegan hasta el tierno nombre de hermanos,<br />

procurando perdernos, y aprovechándose aun de<br />

nuestra simplicidad y de nuestras preocupaciones,<br />

para que al fin la justa causa se vea sin séquito y<br />

sin apoyo. <strong>La</strong> voz del fanatismo se hace sentir en el<br />

corazón de los mayores Patriotas, cuando sin más<br />

principios, que la particular utilidad, se ha abrazado<br />

al sistema. ¡Ojalá los hombres ilustrados trabajasen<br />

en quitar de raíz escollo tan horrendo, y entonces<br />

les deberíamos otro mayor beneficio, que el que nos<br />

hicieron abriéndonos la sonda a la libertad! pero<br />

ellos tiemblan al oír Inquisición, y sus conocimientos<br />

perecerán con ellos.<br />

Los hombres que hemos tenido la dicha de abrir<br />

los ojos en el seno del cristianismo, vemos con<br />

espanto la palabra HEREJE, pues hay muy pocos,<br />

que ignoren el aparato de la Iglesia, para separarlos<br />

de su gremio, pero hasta en esto, obran las pasiones;<br />

¿creerá el público imparcial, que esta expresión “los<br />

Reyes que por LO COMÚN, han sido la degradación<br />

de la especie humana, y el oprobio de todos sistema<br />

religioso”, ha sido condenada? Si; acostumbrados a<br />

adular a los Reyes, creen aún, hacerles tan criminales<br />

y bajos servicios, que al paso que ofenden a un<br />

Pueblo Republicano, prostituyen las armas de la<br />

Iglesia, que todo buen Católico debe respetar: he aquí<br />

el motivo porque temiendo esta crítica, procuran<br />

con cavilaciones degradantes, sacar veneno de la<br />

palabra sistema: yo voy, Conciudadanos, a explicaros<br />

mi concepto, y los enemigos de mi Proclama, serán<br />

ante vuestro Tribunal, los impostores de que en ella<br />

hablo.<br />

<strong>La</strong> palabra sistema es la reunión de principios; si<br />

estos son ciertos, el sistema lo será, y si falsos, no<br />

por esto desmerece el nombre de tal. Copérnico y<br />

Ptolomeo trabajaron con bastante séquito, y en dos<br />

puntos diametralmente opuestos, hubo un tiempo en<br />

Colección Bicentenario 151


que la barbarie, miró al primero con horror, y lo que<br />

entonces pareció que chocaba con la Religión, hoy<br />

es el sistema del lujo de los literatos más piadosos:<br />

y ambos son sistemas. No creía yo que la Religión<br />

Cristiana no fuese un sistema eternamente verdadero,<br />

porque sus principios, o nos los enseñó el Dios<br />

eterno que no puede engañarse, o la autoridad santa<br />

y respetable de la Iglesia. Mas no crea el público<br />

que esta expresión haya motivado el anatema; nada<br />

menos que eso, el deseo de obstruir toda ilustración,<br />

una intriga para transformar el nuevo sistema, los<br />

mueve únicamente. Bien sabían mis Jueces, que<br />

cuando digo ser los Reyes oprobio de todo sistema<br />

religioso, hablaba respecto de las Religiones que lo<br />

son, pues no habrá un Ciudadano, por desgraciado que<br />

se halle, que ignore haber Reyes en otras Religiones<br />

y en estas han sido la degradación y el oprobio de<br />

la especie humana, y no por esto las Naciones que<br />

han profesado la Religión Santa de Jesucristo han<br />

tenido Reyes virtuosos siempre: raro es el que ha<br />

merecido este título; trescientos y tantos años lleva<br />

la América de insultos y vejaciones y en tan dilatado<br />

tiempo no hubo una época en que respirase el infeliz<br />

Americano: luego no hubo un Rey digno de serlo.<br />

(2) Con tanta razón declamó el Concilio Nacional de<br />

Francia en 94 contra estos dioses de la tierra y este<br />

Cuerpo compuesto de Prelados sabios declaró odio<br />

eterno a esta raza de hombres coronados. El célebre<br />

Tomás Payne Inglés Europeo en su patriótico papel<br />

titulado el Sentido Común artículo de la Monarquía<br />

y sucesión hereditaria, que creo no habrán leído mis<br />

Jueces por ser materias del día. “<strong>La</strong> Monarquía, dice,<br />

es considerada en la Sagrada Escritura como uno de<br />

aquellos pecados de los Judíos por los cuales se declaró<br />

contra ellos una maldición reservada”. “<strong>La</strong> historia<br />

de este hecho es digna de atención. Siendo los hijos<br />

de Israel oprimidos por los Madianitas, marcharon<br />

contra ellos formados en un pequeño Ejército bajo<br />

el mando de Gedeón y la victoria, por interposición<br />

152<br />

Colección Bicentenario


del Altísimo, se declaró en su favor. Los Judíos<br />

orgullosos del suceso y atribuyendo a los talentos<br />

de Gedeón, se propusieron hacerlo Rey diciéndole:<br />

‘gobierna sobre nosotros, tú y tus hijos y los hijos de<br />

tus hijos’. Aquí fue la tentación en mayor grado; no<br />

solamente le ofrecen un Reino, sino también un Reino<br />

hereditario; pero Gedeón con una piedad propia de<br />

su alma, respondió ‘Yo no gobernaré sobre vosotros,<br />

ni mis hijos tampoco gobernarán’”. “EL SEÑOR<br />

GOBERNARÁ SOBRE VOSOTROS. Estas palabras<br />

no necesitan de más explicación: Gedeón no rehúsa<br />

el honor, pero niega el derecho de ellos para dárselo;<br />

ni tampoco los cumplimenta con políticas acciones de<br />

gracias, pero en el estilo positivo de un Profeta, les<br />

reprende por la desafección a su legítimo Soberano el<br />

Rey de los Cielos”.<br />

Cerca de ciento y treinta años después de esto, ellos<br />

incurrieron otra vez en el mismo error. <strong>La</strong> inclinación<br />

que los Judíos tenían a las costumbres idólatras de los<br />

paganos, era tan extremada, que no puede concebirse;<br />

pero ello fue, que valiéndose de la mala conducta de<br />

los dos hijos de Samuel, que estaban encargados de<br />

algunos negocios seculares, ellos vinieron a casa de<br />

Samuel con clamores, y en una manera precipitada,<br />

diciéndole: “mira que eres viejo, y que tus hijos no<br />

caminan sobre tus huellas, ahora haznos un Rey para<br />

que nos juzgue en todas las otras naciones. Y aquí<br />

nosotros no podemos menos que observar que sus<br />

razones eran malas, esto es, que ellos pudiesen ser<br />

como las otras Naciones, es decir Paganos, cuando<br />

por el contrario su verdadera gloria consistía en no<br />

parecerse a ellos. <strong>La</strong> cosa disgustó a Samuel, cuando<br />

dijeron: dadnos un Rey para que nos juzgue, y Samuel oró<br />

al Señor y el Señor dijo a Samuel: escucha la voz del<br />

Pueblo en todo lo que ellos te digan; porque ellos no te han<br />

rechazado a ti; y sí sólo me han rechazado a mí PARA<br />

QUE YO NO REINE SOBRE ELLOS, según todas<br />

las obras que ellos han hecho desde el día que os saqué de<br />

Colección Bicentenario 153


Egipto hasta ahora, con las cuales ellos me han renunciado<br />

y servido a otros dioses, así tratan ellos también contigo:<br />

ahora por tanto escucha su voz: con todo (va la pintura<br />

de los Reyes por el Señor) protéstales solemnemente y<br />

demuéstrales las maneras del Rey que gobernará sobre ellos,<br />

esto es, no de algún Rey particular, sino la manera general<br />

de los Reyes de la tierra, a quienes Israel imitaba con tanta<br />

ansia. Y no obstante la gran distancia del tiempo,<br />

y diferencia de modales el carácter está todavía en<br />

uso. Y Samuel dijo todas las palabras del Señor al Pueblo<br />

que le pidió un Rey, y él dijo: esta será la manera del Rey<br />

que reinará sobre vosotros. Él tomará vuestros hijos, y los<br />

destinará para sí mismo, para sus coches y para ser sus<br />

palafreneros, o caballericeros, y algunos correrán delante<br />

de sus coches (esta descripción conviene con el presente<br />

modo de enseñorearse de los hombres) y él creará<br />

Capitanes sobre miles, y Capitanes sobre cincuentas, y los<br />

pondrá a labrar sus tierras y recoger sus mieses, y hacer sus<br />

instrumentos de guerra y coches; y él tomará vuestras hijas<br />

para ser sus confiteras, y para ser cocineras y panaderas<br />

(estos describe los gastos y lujuria, como así mismo<br />

la opresión de los Reyes) y tomará vuestros campos y<br />

vuestros cercados de olivos aun con los mejores de ellos y<br />

los dará a sus criados; y él tomará el diezmo de vuestras<br />

semillas y de vuestras viñas y los dará a sus oficiales y<br />

sirvientes (por lo que se deja ver que el cohecho,<br />

corrupción y favoritismo son los vicios dominantes<br />

de los Reyes) y él tomará diezmo de los hombres y de las<br />

mujeres que os sirven, y vuestros más hermosos jóvenes y<br />

vuestros jumentos y los hará trabajar para él y él tomará<br />

el diezmo de vuestras ovejas y vosotros seréis sus sirvientes<br />

y vosotros lloraréis en aquel día por causa de vuestro Rey<br />

(como lo hemos hecho hasta hoy ¿y aun no faltan<br />

Judíos que quieran Rey???). Y el Señor no os escuchará<br />

en aquel día. Esta es la razón porque continúa la<br />

Monarquía, ni aun los caracteres de los pocos Reyes<br />

buenos que ha habido después, santifican el título, ni<br />

borran la criminalidad del origen: la alta alabanza<br />

dada a David no le considera oficialmente como a<br />

154<br />

Colección Bicentenario


un Rey, sino solamente como a un hombre grato al<br />

Señor. El Pueblo rehusó obedecer a la voz de Samuel, y<br />

dijeron: No; pero nosotros tendremos un Rey sobre nosotros<br />

para que seamos como las otras Naciones, y que nuestro<br />

Rey nos juzgue y marche delante de nosotros en nuestras<br />

batallas: Samuel continuó raciocinando, pero en vano<br />

él les representa su ingratitud; pero no les aprovecha,<br />

y viéndolos resueltos a su locura, gritó. Yo llamaré<br />

al Señor, y él mandará truenos y lluvias (lo que era un<br />

castigo por ser entonces tiempo de la siega de trigos)<br />

que os hagan percibir y creer cuán grande es la iniquidad<br />

que vosotros habéis hecho a la vista del Señor EN PEDIR<br />

VOSOTROS UN REY. Así Samuel llamó al Señor; y<br />

el Señor mandó truenos y lluvias aquel día, y todo el<br />

Pueblo temió en gran manera al Señor, y a Samuel. Y<br />

todo el Pueblo dijo a Samuel: ora por tus sirvientes<br />

al Señor tu Dios, para que nosotros no muramos, por<br />

haber nosotros añadido a nuestros pecados la maldad<br />

de haber pedido un Rey. Estos pasajes de la Sagrada<br />

Escritura son directos y positivos, ellos no dan lugar<br />

a interpretaciones equívocas, que el Todopoderoso<br />

ha estampado en ellos su protesta contra el Gobierno<br />

Monárquico, es verdad o la Escritura es falsa (3)<br />

&c., &c. Creo haber satisfecho en esta parte a mis<br />

Conciudadanos, y no por esto dejo de confesar, que<br />

si la voz sistema choca, una nota al pie de la Proclama<br />

desvanecía esta dificultad y así debió haberse hecho,<br />

omitiendo el aparato de juicio escandaloso entre<br />

Republicanos Católicos.<br />

Otras expresiones he oído, a varios amigos, han<br />

excitado el celo de mis acusadores: es mi intento,<br />

pues dejar mi conducta, a salvo de toda acusación,<br />

y aunque son expresiones generales y ya aprobadas,<br />

quiero se vea que los mismos sujetos que hoy me<br />

atacan son los seres contra quienes hablo allá.<br />

¿Será inmoralidad decir que Dios quiere libres<br />

hombres observantes de su Ley? El yugo de Jesucristo<br />

Colección Bicentenario 155


no sería suave, pues el nombre de esclavitud, basta<br />

para darnos una idea de la opresión y falta del<br />

libre albedrío, que es el que nos hace merecer o<br />

desmerecer y entonces la necesidad nos impelía, o a<br />

ser buenos o malos, precisamente no siendo así, pues<br />

en nuestra voluntad está el ser uno de los dos. “Es<br />

cierto (dice un autor recomendable) que la verdadera<br />

Religión no conoce lo que es tolerar, pero no por eso<br />

es sanguinolenta, y cruel. Toda su severidad en este<br />

punto está reducida a creer firmemente, que para los<br />

que están fuera de ella no hay salvación, y a llorar<br />

como madre amorosa la suerte infeliz, que tendrán<br />

los que no la siguen. A ninguno hace violencia,<br />

sino que procura persuadir a todos,(4) deseosa de<br />

poseer los corazones; quiere que el obsequio sea<br />

voluntario y no forzado; porque sabe que el que la<br />

profesa contra su voluntad no la profesa de ningún<br />

modo”.(5) Sin duda esta ha sido la razón porque se<br />

ha criticado el Tribunal de Inquisición en el pie que<br />

se vio, no sólo por los Gobiernos de América sino<br />

por las mismas Cortes. Léase pues con meditación<br />

cuanto se ha escrito sobre tan interesante punto, pero<br />

particularmente el nunca bien celebrado Reglamento<br />

de Buenos Aires 26 de Octubre de 811, inserto en<br />

el Español número 24 hoja 430. “Entre cuantos<br />

decretos, dice Blanco, ha producido la revolución de<br />

los dominios Españoles de ambos hemisferios, no ha<br />

salido uno que pueda competir con el que antecede,<br />

en liberalidad, moderación, y saber. A cualquiera que<br />

lo haya dictado le doy la más cordial enhorabuena,<br />

y el Gobierno que lo ha sancionado tiene por él mi<br />

veneración y respeto”. ¿Y la veneración y respeto<br />

de Blanco no deberemos buscarla los Americanos de<br />

este otro continente? ¡Desgraciada Cundinamarca<br />

con la arbitrariedad, lograrán esos hombres hacerse<br />

temer con sus prisiones secretas y juramento de<br />

sigilo: los Odorices y los Castros no habrían hecho<br />

en Cartagena iguales estragos! Imitemos a los de<br />

Buenos Aires, pues no hay duda que todo Cristiano<br />

156<br />

Colección Bicentenario


debe convenir en que haya un Tribunal que vele<br />

sobre los hechos que atenten la Religión, pero sean<br />

estos (como se infiere de Blanco) hombres adictos<br />

al sistema: Americanos compasivos y virtuosos que<br />

oigan con dolor la voz del infeliz. Sean elegidos por<br />

los Pueblos, pues así como tienen estos derecho para<br />

nombrar sus públicos funcionarios, con más razón le<br />

deben tener para elegir los Jueces de su conciencia:<br />

¡con cuánto dolor verá un patriota su juicio precedido<br />

por enemigos de su Causa, por hombres que quizá<br />

no estarán ligados a la sociedad por el juramento de<br />

independencia, y por hombres que sólo razones de<br />

estado y consideraciones los sostienen! Es la mayor<br />

monstruosidad que de los Gobiernos Político y<br />

Eclesiástico, el uno trabaje por la libertad, el otro por<br />

la esclavitud, el uno por la felicidad del Estado, el otro<br />

por el envilecimiento y ruina, pues sólo envilecidos y<br />

arruinados podrán sujetarnos a su suspirada España,<br />

a ese Rey cuya obediencia nos la pintaron como base<br />

de nuestra Religión: Bien recientes son las Pastorales<br />

dictadas en tiempo del tiranismo, Pastorales que<br />

anatematizaron al infeliz Ciudadano, sólo por la idea<br />

de libertad de este estado en que Dios creó al hombre<br />

y le mantuvo hasta tanto filo virtuoso. ¿y esto será<br />

impostura? ¿será fanatismo? ¿será ………? Pero<br />

la Patria se vio al borde de su ruina, recordó aquel<br />

juramento de sostener la libertad con la vida, con<br />

el dinero, y con la opinión; pero no hay, ni opinión,<br />

ni dinero ¿y así se cumple un juramento? Los más<br />

pobres Ciudadanos de este Estado contribuyeron<br />

gustosos, quizá en perjuicio de sus deberes, para<br />

auxiliar la empresa de las fuerzas combinadas del<br />

Sur dirigidas por nuestro Presidente y que Dios<br />

protegió: y el Clero, a excepción de un Sabio Padilla,<br />

y de algunos beneméritos Patriotas, ha visto defender<br />

su libertad a costa de sus Conciudadanos; pero no<br />

sois vosotros culpables, Ministros del Santuario,<br />

habríais contribuido gustosos: lo sé, pero… véase el<br />

Manifiesto contra los Gobernadores del Arzobispado:<br />

Colección Bicentenario 157


Conciudadanos el sufrimiento es hoy la virtud que<br />

debe animarnos, la providencia que vela por nuestra<br />

libertad lo premia, y nuestros enemigos pagarán<br />

de un golpe sus enormes atentados; pero seamos<br />

constantes, amémonos mutuamente: una sola sea<br />

la familia Americana: no oigamos a esos hombres<br />

que hacen hablar a la Divinidad al gusto de sus<br />

pasiones, detestemos ya el espíritu de revolución, y<br />

desaparezcan los partidos que entorpecen el éxito de<br />

la gran causa, y todo será con nosotros.<br />

[Notas]<br />

1. Boletín de Cundinamarca núm. 71.<br />

2. Véase la nota del respetable Picornell en la pág. 9 y<br />

se desvanecerá cualquiera razón en favor de los Reyes y<br />

a la independencia de la América del Sur justificada por<br />

Payne.<br />

3. Pág. 21 del Paine.<br />

4. Piæ Religionis est propium non cogere; sed suadete:<br />

S. Athan in Apol. 2.<br />

5. Bonum est homini ut eum veritas vinet volentem<br />

quia malum est homini, ut eum veritas vincat invitem. S.<br />

August. Epist. 238 in Pasch. c. 5. n. 29.<br />

SANTAFÉ DE BOGOTÁ<br />

En la imprenta del Estado: por el Ciudadano José<br />

María Ríos. Año de 1814, 2°.<br />

[“A mis compatriotas. En defensa de una Proclama<br />

que el Poder Ejecutivo mandó recoger, a impulso del<br />

Eclesiástico, por antirreligiosa”, Imprenta del Estado, por<br />

el Ciudadano José María Ríos, Santafé de Bogotá, 1814.<br />

Biblioteca Nacional, Fondo Quijano 252, rollo VFDU1-<br />

4427, pieza 36]<br />

158<br />

Colección Bicentenario


Papeles públicos de Andrés María Rosillo<br />

y Santiago y José Antonio Torres y Peña<br />

polemizando sobre la libertad, en los cuales se<br />

trata igualmente de la forma de gobierno. 1814,<br />

Abril 27.<br />

EXCMO. SR.<br />

Después de haber contemplado la Proclama sobre<br />

cuyo contenido, se sirvió disponer V. E., que yo<br />

expresara mi sentir; me pareció no descubrirse en ella<br />

cosa alguna que sea digna de reprehensión, o que impida<br />

su impresión. No obstante: habiendo entendido, que<br />

se mandó recoger precipitadamente, y estimulando mi<br />

aplicación la respuesta decisiva del consultor, sobre<br />

la cual recayó una demostración tan extraordinaria:<br />

me dediqué a examinar detenidamente cada una de<br />

sus cláusulas, figurándome, que yo me equivocaba, o<br />

que no alcanzaba, por falta de comprensión, a divisar<br />

las impiedades, y herejías que otros han imaginado;<br />

y como todas mis diligencias son insuficientes para<br />

hacerme variar de concepto: insistiendo en mi primer<br />

dictamen; he tenido por conveniente insinuar lo<br />

que concibo en la materia, analizando este papel, y<br />

extractando aquellas proposiciones, que sospecho<br />

puedan haber ocasionado el fermento de ideas en las<br />

personas que le han desechado, y proscrito.<br />

Tengo por hecho visible, que el autor de la Proclama<br />

es un decidido patriota, buen republicano, amante de<br />

la quietud pública, celoso de sostener su Gobierno, y<br />

declarado enemigo de los regentistas, y de todos los<br />

sediciosos, y perturbadores que le atacan, y pretenden<br />

alterar, bajo de pretextos en apariencia justos, y en<br />

realidad indignos, y criminales. Esta es una verdad<br />

que se percibe desde las primeras líneas, y se acaba<br />

de conocer, leyendo con reflexión todo el resto de<br />

la Proclama. De este principio se sigue, que cuanto<br />

en ella se dice, es preciso entenderla en este sentido,<br />

porque las palabras son viva expresión del asunto,<br />

Colección Bicentenario 159


que se trata; y darles otra inteligencia, es violentarlas,<br />

y hacerlas decir lo que no ha intentado quien las<br />

produjo. De aquí viene, que la palabra libertad, que<br />

por ser el objeto de esta producción, se repite en ella,<br />

se ha de entender siempre de la libertad opuesta al<br />

despotismo, y no de libertad contraria a la Ley, ni a la<br />

potestad legítima, es decir, de la verdadera libertad,<br />

y no del libertinaje. Yo creo que cualquiera otra<br />

interpretación es artificiosa, maligna, calumniante,<br />

destructora del sentido natural, injuriosa al autor de<br />

la Proclama, y esta misma advertencia, y reflexión<br />

debe regir en otras diferentes cláusulas, y voces que<br />

se encuentran regadas en el escrito cuestionado.<br />

También es hecho notorio, que desde el principio<br />

de nuestra regeneración política no han hallado los<br />

enemigos de nuestro sistema otro camino más breve,<br />

ni arma que sea más a propósito para destruirle,<br />

como sostener, y publicar, que el nuevo Gobierno se<br />

encamina a establecer la impiedad, que la Religión<br />

sólo se encuentra en la Regencia, y sus secuaces, que<br />

los que no se le someten son perjuros, excomulgados,<br />

enemigos de Dios, pecadores públicos, &c. Por<br />

este medio han seducido a una tropa de personas<br />

piadosas, pero ignorantes, que sin examinar, siguen<br />

a ciegas a estos impostores que no temen abusar del<br />

Confesionario, y del Púlpito para sembrar máximas<br />

pecaminosas, y detestables, ni desempeñar los oficios<br />

infernales de fomentar la división, y la discordia entre<br />

los Ciudadanos, valiéndose para consumar estos<br />

horribles designios de sujetos Eclesiásticos, que con<br />

escándalo de los verdaderos Cristianos, hacen tráfico<br />

sacrílego del Sagrado Ministerio para engañar a<br />

todos, rompiendo los vínculos de la paz, y caridad<br />

cristiana, envileciendo el Sacerdocio, y haciéndose<br />

reos de perjurio, y sedición contra el Estado, que<br />

tiene pleno derecho para tratarles como insurgentes,<br />

y proscribirlos, como infames. Todo esto ha dicho el<br />

Escritor de la Proclama en aquella cláusula. Ellos (los<br />

160<br />

Colección Bicentenario


Republicanos, y Patriotas) no pueden combatir contra los<br />

enemigos que los atacan, porque estos revestidos del carácter<br />

piadoso de religión, abusan de la simplicidad, y fanatismo<br />

de nuestros compatriotas, y lo que es un deber del hombre<br />

de bien, es un crimen religioso a los ojos de estos impostores.<br />

Aserto incontestable. Los enemigos de nuestro<br />

Gobierno vienen revestidos del fingimiento de<br />

que son los depositarios, y tutores de la Religión<br />

Católica, así como los lobos, se cubren con piel de<br />

pastores, y ovejas para tragarse, y destruir el rebaño.<br />

Estos con sus ficciones sacrílegas, engañan a las<br />

mujeres simples, a los idiotas del Pueblo, a muchos<br />

Sacerdotes de limitado saber, o de mala cabeza, y aun<br />

a los hombres piadosos, y bien intencionados, que<br />

no alcanzan a discernir entre lo malo, lo bueno, o<br />

entre lo verdadero, y lo falso. Los Ciudadanos fieles<br />

contemplan estas seducciones, y maldades con el<br />

dolor de no poderlas remediar, y de no poder combatir,<br />

porque una chusma de entusiastas y de bárbaros poco<br />

instruidos en la ley que profesan, levantan el grito<br />

diciendo, que los Patriotas van contra la Religión, y<br />

así es que lo que en estos es un deber de Cristianos,<br />

y de hombres de bien, es un crimen religioso a los ojos<br />

de los sacrílegos, y delincuentes impostores que han<br />

convertido la Religión en trinchera de su delincuente,<br />

y perverso partido.<br />

No hay duda, que por la Religión de Jesucristo, y<br />

la Libertad se hermanan; segunda proposición de<br />

la Proclama que tal vez recalentó la fantasía del<br />

Consultor que la condena: pero tan cierta, que a mi<br />

ver, el que la negare es un blasfemo que contradice al<br />

Evangelio. Jesucristo no ha ceñido su Religión, y ley al<br />

despotismo, y tiranía. Se puede ser Cristiano perfecto<br />

bajo cualquiera especie de Gobierno, sea Democrático,<br />

Aristocrático, Monárquico templado, como en<br />

Inglaterra, riguroso, como fue en España, y Francia, o<br />

enteramente despótico, y bárbaro como el de Turquía.<br />

Colección Bicentenario 161


El Democrático, y el refinado en este punto, cual es<br />

el de representación en que la Ley domina, llamamos<br />

gobierno libre, y de este va hablando la Proclama.<br />

¿Y no es evidente, que el Evangelio, ni manda que<br />

vivamos en Gobierno Monárquico, ni prohíbe el<br />

Democrático popular y libre? Decir que esta especie<br />

de Gobierno es contrario a la Religión de Jesucristo,<br />

o que bajo de él no se puede ser Cristiano Católico<br />

¿no es una proposición escandalosa, temeraria, y<br />

que sabe a herejía? Luego afirmar que nuestra Santa<br />

Religión, y la libertad se hermana, no sólo es una<br />

proposición cierta, sino también una verdad conforme<br />

al Evangelio, que estamos obligados a creer. Mucho<br />

más, cuando esta misma sagrada Ley condena la<br />

opresión, la violencia, el despotismo, y tiranía, que<br />

en sentir de todos los Padres, es un gravísimo delito,<br />

un seminario de crueldad, un resumen y compilación<br />

que abraza todas las injurias del género humano y<br />

todas las maldades del hombre, como enseñan San<br />

Agustín,(1) San Gregorio (2) y Santo Tomás.(3) Los<br />

Padres han deducido esta doctrina de las sagradas<br />

letras, que frecuentemente amenazan a los tiranos<br />

con la pérdida de los dominios usurpados, con muerte<br />

violenta, y trágica, y con otros suplicios terribles,<br />

como puede verse en los Libros de la Sabiduría (4)<br />

en el Eclesiástico,(5) y en el de Job. (6) Verdad tan<br />

calificada por la historia, que fue conocida, y testificada<br />

por muchos Escritores Gentiles, particularmente por<br />

el célebre Polibio,(7) y Juvenal (8) que canta:<br />

“Ad Generum Cæreris sine cæde, et vulnere pauci.<br />

“Decendunt Reges, et siæ norte tirani”.<br />

No hay pues oposición, sino hermandad, y<br />

conveniencia entre la libertad de que gozan los<br />

Ciudadanos de un Estado libre, y la Religión de<br />

Jesucristo. Ella intima únicamente nuestra sumisión,<br />

y obediencia a las Supremas Potestades en general, sin<br />

determinar alguna clase de Gobierno, quedando los<br />

Pueblos en la libertad de someterse al que hubiesen<br />

162<br />

Colección Bicentenario


escogido, y no precisamente a Monarquía ¿y por<br />

qué? Por la razón dada en la Proclama, es a saber,<br />

porque Dios no quiere esclavos observantes de su Ley. Esta<br />

proposición que es 3ª en el orden presuntivo de haber<br />

caldeado el cerebro del Consultor, es cierta en todo<br />

sentido que la quieran tomar. Ya vemos, que lo es<br />

en el que la adopta el autor de la Proclama, porque<br />

es constante, que no ha sido voluntad, ni disposición<br />

de Jesucristo, que los Cristianos vivan sometidos<br />

a tiranos, ni a Monarca, y que serán verdaderos<br />

fieles, ya tengan un Gobierno Monárquico, ya libre<br />

y Democrático, siempre que guarden el orden, y<br />

obedezcan a la Suprema potestad que existe en<br />

cualquiera especie de Gobierno.<br />

También es cierta la proposición, entendiéndola<br />

en un sentido espiritual. Los Cristianos son hijos<br />

adoptivos de Dios (9) y estos hijos son libres, según<br />

la palabra del Redentor: Ergo liberi sunt filij.(10)<br />

Libres por mil razones. Una de ellas porque la Ley<br />

evangélica, es Ley de una perfecta libertad, como nos<br />

enseña el Apóstol Santiago en su Carta católica:(11)<br />

libres, porque según el aviso de San Pablo,(12) la<br />

libertad se encuentra donde está el espíritu del Señor,<br />

y conforme a esto añade,(13) que la Ley no ha sido<br />

puesta al justo. Quiere decirnos, que el justo no obra<br />

bien por temor de la pena, sino por temor del desagrado<br />

de su Dios que la impuso, esto es, por amor de hijo<br />

y no por temor de esclavo, y que se guarda de pecar,<br />

teniendo presente “que el pecado es una esclavitud, y<br />

que la verdadera libertad delante de Dios, consiste en<br />

no abandonarse a la culpa, y servir al Demonio” como<br />

San Jerónimo advierte.(14) Es así mismo el Evangelio<br />

una Ley de libertad, en contraposición de la Ley de<br />

Moisés, que era Ley servil y de esclavitud, porque<br />

se imponía pena corporal a todas las trasgresiones.<br />

Jesucristo ha seguido un rumbo muy diverso.<br />

Ninguna pena corporal, ni aflictiva ha dictado contra<br />

Colección Bicentenario 163


los trasgresores de sus preceptos. <strong>La</strong> caridad es su<br />

Ley, y así es consiguiente que no ha querido hacer<br />

esclavos observantes de su Religión.<br />

Hay otro sentido muy obvio, y más análogo a la<br />

materia de la Proclama, que se percibe al momento<br />

que recordamos la primitiva constitución del<br />

hombre. Dios creó al primero sin someterle más<br />

que a su Creador. He aquí al hombre grande, y libre<br />

en su primera formación. <strong>La</strong>s culpas, vicios, y pasiones<br />

le sometieron después degradándole de su antiguo<br />

lustre, y nobleza constitucional. Al principio no fue<br />

tan visible, y dolorosa esta degradación, porque<br />

nadie ignora que hasta el diluvio, y algún tiempo<br />

después, no se conoció otra autoridad que la de los<br />

Padres de familia, más creciendo las iniquidades,<br />

pasó a más el envilecimiento del hombre. Expió Dios<br />

las cometidas en 1.056 años con el diluvio universal,<br />

y habiendo crecido exorbitantemente los delitos en<br />

los 174, que después del diluvio corrieron castigó<br />

el Señor a los habitantes de la tierra con otro azote<br />

que humillándolos hasta la última bajeza, fue como<br />

una plaga equivalente al diluvio, permitiendo que se<br />

erigiesen Dominadores.<br />

En el año citado tuvieron principio los Reyes, y<br />

los Imperios en la persona del malvado Nemrot. <strong>La</strong><br />

Escritura nos dice, que este fue el primero que se hizo<br />

poderoso, y levantando trono comenzó a reinar en<br />

Babilonia.(15) Este hombre feroz, y rebelde, según<br />

la significación de su nombre dada por San Jerónimo<br />

(16) fue el primero que hizo experimentar a los<br />

hombres lo terrible de su degradación, y abatimiento,<br />

sujetándolos a su mando. El primer uso que de su<br />

autoridad hizo fue emprender el insensato proyecto<br />

de la famosa torre de Babel, obligando a sus súbditos<br />

a trabajar en ella, como siervos. No satisfecho<br />

con esclavizar de esta manera humillante a sus<br />

semejantes, y hermanos, quiso dejar monumento de su<br />

164<br />

Colección Bicentenario


dominación llamándose Nemrot Belo, que quiere decir<br />

el señor, y Dominador título soberbio, y arrogante, que<br />

ejecutorió la Esclavitud, y miseria de los hombres, y<br />

que eternizó la memoria, y los respetos del tirano,<br />

que en todos los países del Oriente fue adorado<br />

con este nombre, según el testimonio de todos los<br />

Historiadores.(17)<br />

Sin detenerme en reflexionar sobre lo indecente,<br />

y odioso del origen de los imperios, y de los Reyes,<br />

supuesto que lo fue un rebelde enemigo de Dios, y<br />

de los hombres, un usurpador, cruel opresor de la<br />

humanidad: sólo me aplico a deducir las consecuencias,<br />

que fluyen naturalmente de los principios sentados.<br />

Es la primera: que el establecimiento de Reinos, y de<br />

Reyes en su origen, no tuvo otra causa, ni principio,<br />

que la fuerza, la injusticia, la soberbia, la ambición,<br />

y en una palabra las más detestables pasiones. 2ª:<br />

que la mayor degradación, y abatimiento de aquel<br />

estado libre, y noble en que el hombre fue creado,<br />

no se vino a manifestar, y sentir claramente, hasta<br />

que se levantaron Soberanos en el mundo. 3ª: Que<br />

desde que los hombres se vieron sometidos a la<br />

potencia de un Señor, cual fue Nemrot, parecieron<br />

ya más desemejantes del hombre constituido en su<br />

primera grandeza, y por tanto los que no están sujetos<br />

a Monarcas, y que gozan de un estado verdaderamente<br />

libre, son los únicos que se parecen al hombre grande en su<br />

primer ser.<br />

Esta última consecuencia, es la 4ª proposición,<br />

que según el capricho de algunos superficiales,<br />

pudiera notarse en la Proclama; pero V. E. ve, que<br />

se deduce de la Sagrada Escritura, y de todos los<br />

hechos históricos, de suerte que afirmar lo contrario,<br />

es muy expuesto a error. Basta la simple razón<br />

para comprender esta verdad, porque ya se sabe,<br />

que por hombre verdaderamente libre se entiende, y<br />

debemos entender, al Ciudadano de Estado en que<br />

Colección Bicentenario 165


la Ley domina, influyendo todos en la elección,<br />

y establecimiento de sus Jueces, y Magistrados,<br />

sin estar sujetos al capricho, y arbitrariedad de un<br />

Monarca, y sus Ministros. ¿Quién no ve, que unos<br />

hombres tales, son más semejantes al estado libre de<br />

que gozaba el primer hombre en el Paraíso, y al que<br />

disfrutaron sus descendientes, hasta que aparecieron<br />

los Reyes? Consta, que estos comúnmente dominan,<br />

según su voluntad, viviendo rodeados de lisonjeros,<br />

que atentos a mejorar su fortuna, aplauden los<br />

caprichos, y hasta las pasiones más vergonzosas de<br />

los Príncipes, como lamenta el autor de la Proclama,<br />

y los Vasallos, no tienen más arbitrio, ni parte en su<br />

Gobierno, que obedecer, y rendirse, aun cuando sean<br />

oprimidos, y tratados rigurosamente. ¿Unos seres<br />

de esta suerte esclavizados, podrán llamarse libres?<br />

Reducidos a una bajeza, y miseria tan depresiva<br />

¿Podemos decir que se asemejan al hombre grande, o<br />

libre en su primer ser? sería desrazonar, y contradecir<br />

a la Historia Sagrada, que estamos obligados a creer<br />

so pena de ser Apostatas.<br />

Este sometimiento, y servidumbre es como<br />

consiguiente al Gobierno Monárquico, aunque no<br />

haya pasado al rigor, y despotismo: pero ¿cuántos son<br />

los soberanos, que venerando las Leyes, y refrenando<br />

sus pasiones, se contengan entre los límites de una<br />

justa dominación? Muy raros, y señalados, pudiéndose<br />

asegurar con sobrado fundamento que los Reyes han<br />

sido por lo común la degradación de la especie humana, y el<br />

oprobio de todo sistema religioso. Hemos llegado a tocar<br />

en la 5ª proposición de la Proclama, que ha suscitado<br />

el clamor de apasionados poco instruidos, y sobre que<br />

es indispensable presentar algunas reflexiones. Yo no<br />

pararé en hacer advertencia, en orden al significado<br />

de la palabra sistema religioso. Sobre esto sólo podrá<br />

suscitar duda el que no entendiese la voz sistema,<br />

que significa propiamente una proposición, decisiva<br />

y fundamental, de que siguen muchas doctrinas<br />

166<br />

Colección Bicentenario


que tenían su verdad de aquel primer principio. Se<br />

adapta con [dos palabras ilegibles], por analogía,<br />

y semejanza, y no hay para qué hacer alto en esta<br />

materialidad tan importante.<br />

Lo cierto es que el Autor de la Proclama, no<br />

habla con generalidad absoluta de todos los Reyes,<br />

sino de la mayor parte, o de muchos. No se puede<br />

negar, que la antigüedad conoció Reyes insignes,<br />

que fueron justamente mirados como Padres de<br />

sus Pueblos, Protectores de la Religión, piadosos, y<br />

santos, pero muchísimos han sido la degradación de la<br />

especie humana, y oprobio de todo sistema religioso. Para<br />

atreverse a negar esta proposición, era necesario<br />

quemar de antemano todas las historias, y enterrar<br />

los libros sagrados, porque mientras subsistan esos<br />

monumentos respetables, nos vemos precisados a<br />

convenir en que la Proclama nos ha dicho una verdad<br />

que no sufre disputa.<br />

Se horroriza la memoria al recordar los excesos, y<br />

locuras de los antiguos Soberanos, particularmente<br />

desde Nemrot a la venida del Mesías: su engreimiento,<br />

vanidad, codicia, crueldad, y prostitución a una<br />

sensualidad monstruosa. En Persia, en el Egipto,<br />

en los antiguos Reinos de la Grecia la multitud<br />

de mujeres, los casamientos con las hermanas, el<br />

parricidio, la embriaguez no han sido los mayores<br />

delitos de los Reyes, que pudiéramos nombrar más<br />

bien monstruos coronados. Su ejemplo corrompió<br />

las Naciones, y las tres partes del mundo entonces<br />

conocido llegó a reputar como rasgo de virtud, y<br />

heroísmo los crímenes más enormes.(18) Aún después<br />

de la predicación del Evangelio sabemos, que los<br />

Emperadores Romanos, fueron el modelo de todas<br />

las abominaciones. Nerón, Calígula, y Heliogabalo,<br />

pueden justamente llamarse el San Benito de la<br />

naturaleza humana. No es el Antinoo de Adriano<br />

el único ejemplar de una divinidad desenfrenada, y<br />

Colección Bicentenario 167


monstruosa porque consta, que los infames vicios<br />

de Pathida, y Pederastia con los demás enemigos de<br />

la naturaleza de que hace mención el Apóstol San<br />

Pablo, fueron practicados por los Monarcas, y por eso<br />

tuvieron atrevimiento algunos filósofos para elogiar<br />

estas maldades, y proponerlas, como honestas, y<br />

dignas de recomendación, según refiere San Juan<br />

Crisóstomo.(19)<br />

Tiempo me faltaría, si pensase descender al detalle<br />

de los excesos con que las testas coronadas cubrieron<br />

de ignominia, y confusión la humanidad, y es todavía<br />

más fácil demostrar que cubrieron de oprobio la<br />

Religión respectiva de las Naciones. No es necesario<br />

vagar en la relación de la historia profana. Basta abrir<br />

los libros de los Profetas, y de los Reyes para quedar<br />

bien cerciorados de que el autor de la Proclama se<br />

produjo con acuerdo, y con sinceridad. <strong>La</strong> ruina del<br />

Pueblo de Dios vino principalmente de la perversidad<br />

de sus Reyes, cuyas iniquidades recayeron sobre toda<br />

la Nación. Dios mismo lo ha dicho, declarando que<br />

la castigaba por los pecados de Manasés,(20) de<br />

aquel Monarca feroz, que según la expresión de la<br />

Escritura anegó en sangre a Jerusalén.(21)<br />

En la dilatada serie de Reyes de Israel, y de Judá<br />

¿Cuántos se encuentran que no fuesen deshonra,<br />

escándalo y oprobio de la Religión Judaica? Por lo<br />

que pertenece al Reino de Israel, nada tengo que<br />

decir, constando por las divinas letras, que desde el<br />

primero hasta el último, fueron distinguidos jefes de<br />

la idolatría, los autores de la impiedad, tropiezo de<br />

los vasallos, causa de la miseria, y desolación de toda<br />

monarquía.<br />

No les hicieron gran ventaja los Reyes de Judá,<br />

porque a excepción de un corto número que se<br />

distinguió por su religiosidad, y virtud: todos los<br />

demás anduvieron, como se explica la Escritura,<br />

168<br />

Colección Bicentenario


por las mismas sendas, y caminos que sus mayores,<br />

los más de entre ellos, fueron insignes profesores, y<br />

maestros de la perdición. No se desdeñaron muchos de<br />

ocuparse a inducir a sus vasallos a un libertinaje impío,<br />

y brutal, introduciendo en el Templo del verdadero<br />

Dios las supersticiones, el Gentilismo, convirtiéndole<br />

en Lupanar y haciéndole refugio, y depósito de la<br />

prostitución más vergonzosa. Salomón que excedió a<br />

todos en Sabiduría, poder, y magnificencia, declinó de<br />

la manera más ignominiosa, y ofensiva a la religión<br />

hebrea, que llegó a verse no solamente profanada,<br />

sino extinguida casi, por la perversidad, y malicia de<br />

los Soberanos, siempre infieles, siempre corrompidos<br />

sin dejar de ser , hasta que los Asirios acabaron con<br />

ellos, y con toda la Nación.<br />

Aunque no los hayan imitado los Reyes de la<br />

Cristiandad: tampoco son canonizables. De muchos<br />

Emperadores de Alemania consta que escandalizaron<br />

la Iglesia, y cubrieron de oprobio la Religión,<br />

persiguiendo a los Sumos Pontífices, creando, y<br />

sosteniendo los más perniciosos cismas, seduciendo a<br />

los Prelados para formar conventículos de iniquidades,<br />

y amparar la violación de las Leyes Eclesiásticas.<br />

Dos Enriques de Inglaterra, Witiza, y Rodrigo de<br />

España, Chilperico, y dos Felipes de Francia con otros<br />

diferentes que omito, son ejemplares, y documentos<br />

concluyentes, que justifican el pronunciado de la<br />

Proclama. Y si entrásemos en examen prolijo del<br />

abuso que tantos Reyes han hecho de nuestra Santa<br />

Religión, haciéndola servir de pretexto para mejorar<br />

sus intereses, y miras políticas: concluiríamos,<br />

que solamente la podrá contradecir el que tuviere<br />

lastimado el juicio.<br />

Menos fundamento habría para negarla, si se<br />

hace alto en la comunísima opinión que atribuye a<br />

los Reyes haber sido los inventores de la impiedad,<br />

y los introductores de la superstición. En el Libro<br />

Colección Bicentenario 169


de la Sabiduría (22) se enseña, que la idolatría tuvo<br />

principio de que un hombre arrebatado por excesivo<br />

dolor de la muerte de su hijo, hizo formar su imagen, y<br />

la propuso como un dios, para que le rindieran culto, y<br />

homenaje. Casi todos los escritores convienen, en que<br />

este hombre, fue Nino, hijo de Nemrot, y su sucesor en<br />

el Imperio de Babilonia, que valiéndose de la autoridad<br />

y despotismo heredados, obligó a sus vasallos a este<br />

exceso, y que levantó después en aras a Nemrot que<br />

fue adorado con el solo nombre de Belo.(23) Nos<br />

enseñan también que este Belo, fue el Júpiter de los<br />

Paganos, y el dios originario y principal que recibió<br />

la veneración de todas las Naciones del Mundo.(24)<br />

<strong>La</strong> Sagrada Escritura va de acuerdo, porque hablando<br />

de las idolatrías de diferentes países, y reinos, que<br />

adoptaron los Israelitas, hace frecuente mención de<br />

los ídolos de Bal, Bel, Balm, Belfegor, todos los cuales<br />

no son diferentes del Belo de los Ninivitas, y Asirios,<br />

proviniendo únicamente la aparente diversidad de<br />

los nombres, no más que de una inflexión, o adición,<br />

causada de la variedad de idiomas, y de connotar el<br />

país, lugar o provincia donde se reconocía, y adoraba.<br />

(25) Y es de advertir que no careció de ejemplar la<br />

resolución desatinada del Rey Nino, porque Nemrot<br />

su Padre, prevalido del terror, había echado todos los<br />

cimientos de la idolatría, estableciendo la adoración del<br />

Sol, y del fuego.(26) Esto insinúa el trillado axioma de<br />

Lucrecio: Primos in orbe Deos fecit timor,(27) y confirma<br />

el Sabio diciendo que por el imperio de los tiranos se<br />

adoraron los ídolos.(28)<br />

Nadie ignora que la idolatría fue el origen de los<br />

espantosos desórdenes que inundaron el universo,<br />

y de las supersticiones groseras que obcecaron, y<br />

embrutecieron a los hombres.(29) Sin embargo:<br />

ellas fueron constantemente el oráculo, y fecundo<br />

manantial de la política de los Soberanos. El hipócrita,<br />

y artificioso Numa afianzó por este medio el trono<br />

para sí mismo, y para sus sucesores, poniendo los<br />

170<br />

Colección Bicentenario


agüeros, auspicios, y ritos de una complicada teúrgia<br />

un freno eterno a la ferocidad, y altivez natural de<br />

los Romanos. Los que ocuparon luego el puesto, no<br />

descuidaron de llevar adelante un sistema que había<br />

producido tan buenos efectos, y desde entonces, la<br />

mentira, y el fanatismo, fueron el timón que dirigió<br />

la nave del Imperio. Con ella se contuvo el furor<br />

del Pueblo, y se sujetó la milicia en los tiempos<br />

borrascosos de la República, y pasando luego a sufrir<br />

la horrenda tiranía de los Emperadores, abusaron<br />

estos de la credulidad, y superstición popular, hasta<br />

un extremo que espanta, consagrando sus maldades,<br />

y exponiéndolas a la pública veneración por medio<br />

del Apoteosis.<br />

Ya se ve que no fueron los primeros en este proyecto<br />

abominable. Muchos siglos antes se habían presentado<br />

al mundo esos modelos horribles en los Monarcas<br />

de Asiria, y en otros diferentes de la Asia.(30) Los<br />

libros de Daniel,(31) y de Judit (32) nos hacen ver la<br />

rancia insensatez de algunos que se hicieron adorar<br />

como dioses, llegando su demencia a exigir una<br />

adoración general, intolerante, y exclusiva en todo el<br />

orbe. ¿Podrá después de esto negarse que los Reyes<br />

han sido por lo común la degradación de la especie<br />

humana, y el oprobio de todo sistema religioso?<br />

Yo bien sé que este modo de producirse ha de sonar<br />

mal a todos aquellos, que por dar una inteligencia<br />

equívoca a los preceptos de la moral cristiana, se<br />

imaginan ser un rasgo de impiedad, y tocar en<br />

irreligión cualquiera palabra que de algún modo<br />

hiera a la Majestad real. Amoldados a las bajezas<br />

de la adulación, y preocupados por una superficial y<br />

errónea comprensión de la Sagrada Ley que prescribe<br />

la obediencia, y respeto a toda potestad sublime:<br />

se figuran ser una misma cosa declamar contra los<br />

Reyes, que negar toda autoridad y sacudir el yugo<br />

de cualquiera subordinación. Esto es confundir las<br />

Colección Bicentenario 171


materias y empeñarse en esparcir tinieblas en medio<br />

de la claridad. <strong>La</strong> Santa Ley de Jesucristo, nos ordena<br />

vivir sujetos a las Potestades Supremas, y dar al<br />

César lo que es del César: pero esto no quiere decir<br />

que hayamos de reconocer precisamente Monarquía,<br />

sino aquella especie de potestad que gobernare<br />

el Estado en que habitamos, de suerte que si el<br />

Gobierno es monárquico perseveremos sometidos<br />

al Rey, si Aristocrático, Democrático, o mixto, a<br />

los Magistrados que mandaren. Es verdad que los<br />

buenos Católicos han notado, y reprendido a los<br />

herejes, e incrédulos el furor con que disparan rayos<br />

contra los Reyes; pero este no es fundamento para<br />

partir sin discreción, ni examen del motivo que se ha<br />

tenido para reprender, y condenar sus declamaciones<br />

furiosas. <strong>La</strong> causa principal, es porque bajo el pretexto<br />

de lamentar el Señorío, y despotismo de los Reyes:<br />

intentan conmover, y sublevar a los súbditos contra<br />

sus legítimos Soberanos, destruir toda superioridad,<br />

y aspirar al establecimiento de un libertinaje absoluto,<br />

contra todas las reglas del Evangelio.<br />

Los Wiclofitas, y Luteranos, comenzaron por el<br />

extremo opuesto. Al principio de sus desvaríos,<br />

levantaban a la cumbre a los Reyes, colmándolos<br />

de lisonjas, y atribuyéndoles un poder sin límites.<br />

Se lo daban despótico sobre la Iglesia, y el Clero, y<br />

los estimulaban a ocupar las rentas eclesiásticas, y<br />

las alhajas de los templos. Su objeto era ganarlos en<br />

su favor, seduciéndolos con este cebo para formar<br />

un partido poderoso, y acabar por este medio con la<br />

Iglesia, y con la Religión Católica. Experimentaron<br />

con dolor, que no surtía su artificio, porque los<br />

Príncipes Cristianos despreciaron la envenenada<br />

franqueza con que los convidaban, y a excepción de<br />

algunos Potentados de Alemania, y de las Potencias<br />

del Norte, los Soberanos más poderosos hicieron<br />

frente a sus infernales empresas. Entonces abrazaron<br />

los Heresiarcas el rumbo contrario, dedicándose a<br />

172<br />

Colección Bicentenario


escribir y declamar contra las Potestades terrenas,<br />

blasfemando contra toda Soberanía. Este error que<br />

con gusto han adoptado los nuevos filósofos, es<br />

el que debemos detestar, como enemigo de la Ley<br />

Evangélica. ¿Pero discurrir, u opinar contra esta, o la<br />

otra especie de Gobierno, quién lo ha prohibido? ¿En<br />

dónde se halla el decreto que declara estar ceñida toda<br />

Potestad al Gobierno Monárquico?, sería preciso<br />

condenar a sinnúmero de Escritores Católicos que<br />

han disputado ¿Cuál es el mejor Gobierno? <strong>La</strong> común<br />

opinión ha estado por la Monarquía, y yo juzgo,<br />

que todos son buenos, cuando los mandones, llenan<br />

justamente sus deberes, y que no se sabe cuál es peor,<br />

si los jefes abusan de su autoridad con perjuicio de<br />

los pueblos.<br />

Muy lejos de prohibirse hablar fundadamente<br />

contra alguna especie de Gobierno, suele ser un<br />

delito apoyar, o defender otro, fuera de aquel al que se<br />

obedece. Un Realista obraría mal investigando contra<br />

la Monarquía, y por la misma razón, un Republicano,<br />

sería traidor y criminal, si declamando contra su<br />

Gobierno, persuadiera a sus conciudadanos que les<br />

convenía reconocer un Rey. De donde se infiere,<br />

que hará este un servicio a la Patria en ilustrar a<br />

los Pueblos, haciendo ver, que es un pecado grave,<br />

una perfidia, un crimen insistir en el reconocimiento<br />

de un soberano, que la Constitución del Estado<br />

no admite. En el nuestro, aun opinar contra su<br />

independencia absoluta, es un perjurio, habiéndonos<br />

obligado con juramento a sostenerla con la opinión,<br />

con los haberes, y la vida. Por esta consideración me<br />

parece muy arriesgado condenar sin discusión esta<br />

Proclama, y peor el proscribirla en los términos que<br />

se ha ejecutado, con ofensa de la verdad, y del celoso<br />

Patriota que la dio a luz.<br />

Aun respecto de la práctica de la moral Cristiana es<br />

un deber no aventurar el juicio, y echar a buena parte<br />

Colección Bicentenario 173


las acciones del prójimo, que parecieren equívocas,<br />

según doctrina de todos los Teólogos, con Santo<br />

Tomás.(33) Como los asuntos de Religión, y de fe<br />

son de más alta consideración; es preciso confesar,<br />

que se debe proceder con más tiento, y cordura,<br />

absteniéndose de pensar, e infamar con ligereza.<br />

Los Prelados Eclesiásticos, no hay duda que son<br />

Inquisidores, y que habiendo faltado el Tribunal de<br />

Inquisición, les corresponde velar en los negocios de<br />

la fe, pero la sucesión, sólo puede ser en la sustancia,<br />

y no en el modo, quiero decir, que están obligados a<br />

proceder por un estilo jurídico, regular, y ordinario,<br />

oyendo al interesado, y pidiendo explicación de<br />

las proposiciones que se creyeron sospechosas o<br />

equívocas.<br />

Lo cierto es, que en mi opinión, la Proclama no es<br />

digna del estrépito con que se ha juzgado, y que no<br />

creo hubiera hecho otro tanto la Inquisición, a pesar<br />

de sus privilegios, y exorbitantes facultades.<br />

Yo no hallo más que una cláusula en que, por el<br />

modo confuso de insistirse, pudiera tropezar la<br />

inteligencia, y es aquella que dice así: Los mismos son<br />

los que no viendo en nuestra regeneración política, sino<br />

la caída de sus errores, a favor de los cuales dominaban<br />

nuestras conciencias, y el exterminio de tantos privilegios<br />

que han venerado nuestra debilidad y preocupaciones,<br />

sostenidas por el terrible apoyo de la superstición de los<br />

Reyes, es preciso, &c. Por el contexto, se echa de ver,<br />

que aquellas palabras: Los mismos, hacen relación a<br />

los hipócritas, y aduladores de que habló poco antes.<br />

De estos había sentado que se valen del pretexto de<br />

Religión para derribar el nuevo sistema. Ahora añade<br />

que estos mismos mirando en él la caída de sus errores,<br />

esto es del capricho de que era crimen de traición, y<br />

no hecho ilícito, y pecaminoso apartarse del anterior<br />

Gobierno, y porque este error le sostienen muchos<br />

confesores, y predicadores, se añade que dominaban<br />

174<br />

Colección Bicentenario


nuestras conciencias. Efectivamente han dominado<br />

las de muchos, que después se han denegado, y aún<br />

dominan las de aquellos que siguen todavía estos<br />

errores. Ven esos mismos la caída, y exterminio de<br />

tantos privilegios, que veneraban nuestra debilidad, y<br />

preocupaciones, sostenidas por el terrible apoyo de la<br />

superstición de los Reyes. Todo esto es evidente en lo<br />

general, hablando del mayor número de los Reyes,<br />

que han sido por lo común el móvil de variar, o<br />

inficionar la Religión, como demostré al principio.<br />

En Alemania, en Suecia, Dinamarca, Inglaterra, se<br />

introdujo la Religión Protestante, por la influencia y<br />

despotismo real. Y si se quiere aplicar a nosotros, se<br />

podrá entender de los privilegios políticos, del abuso<br />

de la Religión para dominar las Américas, y tenerlas<br />

privadas de sus frutos, del comercio, instrucción,<br />

&c., con otras mil cosas que a todos los sensatos han<br />

parecido injustas e irregulares en el Gobierno de los<br />

Reyes, que todavía se quiere sostener bajo pretexto<br />

de Religión, sin embargo de experimentar, que nos<br />

hacen la guerra con el homicidio, el robo, los estupros<br />

y violencias, muerte de los Sacerdotes, profanación de<br />

los templos, hurto de las alhajas del culto, y con una<br />

crueldad que horroriza, y de que continuamente nos<br />

viene avisos y noticias. Se comprende bien, que este es<br />

el sentido genuino intentado por el autor, atendiendo<br />

a lo que prosigue lamentando, y reprendiendo, sin<br />

salir jamás de los intereses, y miras políticas de que<br />

asegura, que la Religión se ha tomado, o propuesto<br />

como parapeto, y pretexto.<br />

Me parece que no hay otra proposición, ni palabra<br />

en la Proclama sobre que se pueda cavilar que toca<br />

en lo sagrado de la Religión, y se ha visto que de<br />

estas proposiciones, unas son deducidas de la<br />

Escritura, otras se ven acreditadas por los sucesos<br />

de la Historia, y que apenas se podrá encontrar un<br />

aserto que carezca de fundamento sólido. Así es que<br />

yo no ceso de admirar el estilo decisivo, y magistral<br />

Colección Bicentenario 175


con que el D. D. Santiago de Torres ha defendido que<br />

esta Proclama es una invectiva contra la Religión,<br />

y renuevo de las herejías de Lutero, y de Wicleft,<br />

que tiende a derribar el Altar, y el Sacerdocio, y que<br />

se debía recoger. Me parece que oigo un delirante<br />

producir cuanto viene a la cabeza, y me duele que<br />

una ligereza tan extravagante dé motivo de censura<br />

a los enemigos de la Religión, que suelen valerse del<br />

fanatismo de semejantes censores, para deshonrar a<br />

los juiciosos defensores de la piedad.<br />

Me duele más todavía, que se aventuren juicios, y<br />

procedimientos precipitados, que bien lejos de hacer<br />

un [una palabra ilegible: obsequio?] a la Religión, y<br />

a la Iglesia, dan ocasión de que se hable injustamente<br />

contra uno, y otro, diciendo, que el Clero conserva<br />

un despotismo dogmático. Un negocio como el<br />

presente, necesitaba de otra madurez, acuerdo, y<br />

tino. El celo de la Religión es muy santo, y laudable,<br />

cuando va acompañado de la prudencia, e ilustración,<br />

porque si esto falta, degenera en fanatismo, que es<br />

propiamente un celo falso por la mala causa, o por<br />

causa buena, pero mal dirigido, y gobernado. Nuestra<br />

Santa Religión no necesita de partidos, o furores para<br />

defenderse, y se le hace una injuria en sostenerla<br />

con arbitrariedades. Ella está muy ajena de inspirar<br />

caprichos ni despotismo, ni opresión de alguna<br />

persona. Siento infinito verme precisado a decir, que<br />

en la ocasión se ha errado el golpe, y era indefectible<br />

errarle. Para juzgar un asunto de tanta gravedad,<br />

parecía necesario que precediese consulta y discusión<br />

de hombre de experimentado talento, y de mucha<br />

instrucción. Uno solo era insuficiente, mucho más no<br />

siendo Doctor Teólogo, ni conocido en los Colegios,<br />

Teatros, y Cátedras, donde se manifiestan los<br />

Literatos, a quienes las leyes encargan que se ocurra<br />

en los lances de esta naturaleza, porque milita a favor<br />

suyo la presunción de los más avisados, y entendidos.<br />

Como no se procedió de esa manera para proscribir<br />

176<br />

Colección Bicentenario


la Proclama, tampoco me ha [una palabra ilegible]<br />

la consideración de lo determinado para explicar en<br />

[una palabra ilegible] a ella el concepto que dejo<br />

expresado, y en que me he extendido por llenar la<br />

confianza con que se ha servido honrarme V. E.<br />

Santafé, y Abril 27 de 1814. —Excmo. Sr. —Andrés<br />

María Rosillo<br />

1. Lib. 4. de Civ. Dei cap. 3 y 4.<br />

2. Lib. 12. mor. Cap. 18.<br />

3. De Regim. Princ. Lib. 1. cap. 10.<br />

4. Sap. 10. v. 10.<br />

5. Job. cap. 15. v. 10.<br />

6. Eclsias. cap. 8. v. 9.<br />

7. Polib. Lib. 2 hist.<br />

8. Jav. Satir. 10.<br />

9. Joan. 1.<br />

10. Mat. 17.<br />

11. Jac 1. v. 25.<br />

12. 2. ad. cor. 3.<br />

13. 1. ad tim. 1.<br />

14. Ad Celantium.<br />

15. Genes. 10.<br />

16. S. Géron. S. este lugar.<br />

17. Euseb. y Josefo con S. Agust. lib. 16 de civt. Dei cap. 4, y las<br />

qüest sobre el Génesis, y S. Jerónimo en este lugar.<br />

18. Filon lab. 2 de vita contnp.<br />

19. In. Ep. 1 ad Rom.<br />

20. Regum 21 v. 11.<br />

21. Ibid. v, 16.<br />

22. Cap. 14. v. 15.<br />

23. Euseb. en su crónica. S. Cirilo Lib. 1 y 3 conn e Juliano, S.<br />

Jerónimo, y otros.<br />

24. Los mismos, y Pereyra sobre el Genes.<br />

25. S. Gerónimo, sobre el cap. 2 de Oscas Euseb. en su crónica.<br />

26. S. Isidoro, lib. 6 etymologiar.<br />

27. Lucrec. Lib. 5<br />

28. Sapient. 14 v. 16.<br />

Colección Bicentenario 177


29. Infandorum idolorum, cultura ominis mali causa est. Ibid<br />

v. 27.<br />

30. Sap. 14 v. 17 S. Cipriano en su tratado de Ídolos, al<br />

principio.<br />

31. Dam. 3.<br />

32. Judit, cap. 3 v. 13.<br />

33. 2ª 2æ. quest. 60. art. 4 y S. Ag. lib. 2. De germ. Domini.<br />

cap. 18.<br />

SANTAFÉ DE BOGOTÁ.<br />

En la imprenta del Estado: Año de 1814, 2º<br />

Por el ciudadano José María Ríos.<br />

[Andrés María Rosillo, “Excmo. Señor”, Imprenta del<br />

Estado, Santafé de Bogotá, 1814]<br />

[Respuesta de Santiago Torres y Peña a la<br />

proclama de Rosillo]<br />

Aun cuando la Proclama del pleito no chocase con<br />

la Autoridad Suprema del Estado de la que es propia<br />

atribución publicar Proclamas y no de los particulares<br />

(a) porque de otro modo todo el orden se confunde:<br />

aunque para esta proclama hubiese habido libertad de<br />

imprenta que para la materia que toca no la hay porque<br />

es de Religión, y para esto se necesita la licencia del<br />

Señor Ordinario Eclesiástico:(b) aunque el Excmo.<br />

Senado tuviese la atribución de nombrar calificadores,<br />

y no hubiera sido este un hecho inconstitucional. Con<br />

que se ha ofendido a la Jurisdicción Eclesiástica, y a la<br />

Constitución del Estado:(c) todavía no tenía derecho<br />

el Señor Canónigo Magistral, antiquísimo Doctor,<br />

Catedrático actual de Teología del Colegio del<br />

Rosario, Abogado de muchos años, sujeto de muchas<br />

luces y conocimientos, que de buena fe confieso en<br />

el Sr. Dr. D. Andrés María Rosillo Meruelo, para<br />

calificarme a mí, sino solamente a la Proclama. Con<br />

haber hecho esto, él me convida a Conclusiones, y<br />

no me retrae el conocimiento que he expresado para<br />

contender con su Señoría en lo que sea razón; pero de<br />

ningún modo en lo que sea insultos, porque para esto<br />

178<br />

Colección Bicentenario


me sería necesario variar de principios y trastornar<br />

mi educación que conservaré con la gracia de Dios,<br />

aunque me cueste la vida. Estando esto montado sobre<br />

la Religión Cristiana y solidado con el Sacerdocio que<br />

tengo aunque indigno yo no diré cosa que desdiga de<br />

estas obligaciones.<br />

El Señor Rosillo tiene por hecho visible, que el<br />

Autor de la Proclama es un decidido patriota, buen<br />

Republicano, amante de la quietud pública, celoso<br />

de sostener su Gobierno y declarado enemigo de los<br />

Regentistas, &c., &c. Yo no sé ni quiero saber quién<br />

sea el Autor de la Proclama. A mí me han vendido por<br />

tales a diez o doce sujetos, todos ellos en mi concepto<br />

Ciudadanos muy honrados, entre los cuales tal vez,<br />

hay oposición de ideas y variedad de sentimientos, y<br />

quizá entre estos me habrán nombrado al Autor de la<br />

Proclama. Yo creo buena regla, apreciar al Autor por<br />

la obra, no a la obra por el Autor. Diferentes obras<br />

hay de Erasmo Roterdam. Este se merece el aprecio<br />

de todos los Literatos, y hay obras suyas malísimas<br />

y otras excelentes. ¿Quién le ha negado la ciencia y<br />

la piedad a Fenelón Arzobispo de Cambray? ¿Quién<br />

no ha apreciado sus obras? Sin embargo, la de las<br />

máximas de los Santos es detestable. Ha habido<br />

sujetos de literatura que me digan que la Proclama se<br />

compone de retazos de zurcidos de Rousseau. Tengo<br />

noticia de este Monsieur: detesto su Emilio que han<br />

combatido plumas valientes y tiene sobre sí el anatema<br />

de la Iglesia que pronunció el Pontífice Romano. Sus<br />

cartas del Caballero de la Montaña se han estimado en<br />

las Naciones cultas por tan perjudiciales a la quietud<br />

pública, que han sido quemadas por la mano del<br />

Verdugo el año de 1764 por decreto de la República<br />

de Holanda, que no es Católica. Tendrá todas las<br />

cualidades apreciables el Autor de la Proclama, pero<br />

contra sus intenciones le ha salido esta perturbadora<br />

de la paz pública y destructora de su Gobierno.<br />

Decídanlo los hechos. Vea en lo que ha comprometido<br />

Colección Bicentenario 179


al Supremo Poder Ejecutivo con el Excmo. Senado: al<br />

Excmo. Sr. Dictador con la Autoridad Eclesiástica y<br />

todo el Clero, y la nueva manzana de discordia que<br />

arroja entre este Estado y el de Tunja.<br />

No es hecho notorio, sino un juicio temerario,<br />

que se abusa del Púlpito y Confesionario, como lo<br />

dice el Señor Rosillo. Sobre lo primero, me remito<br />

a las contestaciones de los Poderes sobre el sonado<br />

Sermón del Dr. Guerra, y el Señor Rosillo no excede<br />

en patriotismo a los Señores Álvarez, Herrera y<br />

Diago. Sobre lo segundo que es un acto enteramente<br />

reservado, o lo sabe el Señor Rosillo porque alguna<br />

persona se lo ha dicho, o no tiene noticia ninguna.<br />

Si lo primero ¿por qué no se instruye la acusación<br />

en la comisión de Vigilancia? ¿Acaso los sujetos<br />

que la componen no son de toda confianza? Si es lo<br />

segundo: ¿cómo nos agravia con dar por hecho lo que<br />

es una pura imaginación? Lo cierto es, que después<br />

que el Señor Rosillo predicó esto mismo en mi<br />

Parroquia estando yo ausente, todos los patriotas se<br />

escandalizaron, y les cogió de nuevo, porque ninguno<br />

había experimentado tal cosa.<br />

El Señor Rosillo me perdonará que le diga que no<br />

ha visto mi censura que obra para la prohibición de la<br />

Proclama, y así ha tenido la equivocación de decir, que<br />

yo he condenado la proposición de que la Libertad y<br />

la Religión Santa de Jesucristo se hermanan. No hay<br />

tal: yo he dado esta proposición por cierta, y así son<br />

por demás toda la erudición y citas de Gobiernos, de<br />

Escritura, de Padres, de Profanos y aun de Satíricos.<br />

Pero me parece muy oportuna para que se le aplique<br />

a quien conculca, despedaza y atropella nuestra<br />

Constitución.<br />

<strong>La</strong> que dice: “que Dios no quiere esclavos obedientes<br />

de su Ley” (d) la he calificado como herética, impía,<br />

absurda, falsa, temeraria, piarum auriam ofensiva.<br />

180<br />

Colección Bicentenario


No quiero estribar sobre mis fundamentos que ya<br />

los verá cuando salga a la luz mi papel con los de<br />

los otros Consultados por la legítima autoridad<br />

establecida por Derecho común y Constitucional del<br />

Estado que es la Eclesiástica, sino con los de uno de<br />

estos Teólogo conocido en Púlpitos, en Cátedras, en<br />

Teatros, en Sínodos, en Tribunales, en Santafé, en<br />

Cartagena, en Panamá, en Santa Marta y qué sé yo<br />

dónde más… que dice así: “Su primera parte: Dios<br />

no quiere esclavos observantes de su Ley; es herética<br />

por cualquier aspecto que se mire: lo es si habla de la<br />

esclavitud en lo político civil: lo es si habla del vínculo<br />

de las Leyes con que observándolas se obedece a<br />

las Potestades y Superiores que ordenan lo justo:<br />

lo es si habla de la dulce servidumbre a la Iglesia<br />

Católica en puntos de fe, de buenas costumbres y de<br />

disciplina universal; y se niega el verdadero y sumo<br />

obsequio con que debemos mostrarnos siervos del<br />

Señor que nos creó, negando los preceptos de la ley<br />

natural dejando al hombre ex lex, como suele decirse,<br />

es más que brutal, irracional y blasfemia heretical”.<br />

He aquí una calificación más fuerte que la mía. ¿Será<br />

también cerebro caldeado el de este Consultor? Por<br />

defender un papelucho miserable, de quien aún un<br />

genio bondadoso, suave y amable por todas partes,<br />

como el M. R. P. Fr. Francisco de Paula Ley, dice:<br />

“que tiene proposiciones universales algo confusas, e<br />

ininteligibles a la gente vulgar, por lo que opina, que<br />

se debe obligar al Autor a que se dé una declaración<br />

de sus proposiciones”.(e) ¿Por defender, digo, este<br />

papel, que así reprueban los mismos que preconizan<br />

que lo han canonizado, se echará por tierra el<br />

respeto, que hasta hoy justamente se ha tributado<br />

al verdaderamente ejemplar y sabio Religioso y<br />

excelente Patriota que tan exactamente lo calificó?<br />

Él mismo ha calificado la siguiente de otro modo más<br />

fuerte que lo que yo lo verifiqué, pues yo solamente<br />

la noté de falsa, y este de sospechosa de la fe y sapiens<br />

heresim.<br />

Colección Bicentenario 181


Lo demás con que sigue el Sr. Rosillo está de sobra,<br />

porque sobre esto no hay otra cosa, sino que se debe<br />

respetar todo Gobierno, porque lo que se dice contra<br />

uno, resulta contra otro, y todo lo que sea conspirar<br />

contra las autoridades es persuadir la anarquía.<br />

¡Válgame Dios! ¿Todavía no está abierto el Coliseo<br />

de Francia y representando en sus Teatros muchos<br />

de los farsantes que han hecho diferentes papeles?<br />

¿El mismo Napoleón no fue Demócrata, Terrorista y<br />

riguroso Tirano? ¿Qué expresiones sangrientas, pero<br />

mejor diré, qué operaciones tan furiosas no fueron<br />

las de Talleyrand, Fouché ambos desertores de la<br />

Religión y del Clero, las de Duroc, Fesch, Murat,<br />

y todos ellos en el sistema Republicano? ¿Y no son<br />

todos estos hoy unos tiranos que figuran por sí, y<br />

otras manos opresoras del Archi-tirano?<br />

Nadie favorece su causa con insultar a otro. Una<br />

empresa justa, no se sostiene con arbitrios villanos.<br />

Acordémonos del suceso de aquel cierto Rey de<br />

Francia que tenía por gusto burlarse de Guillermo<br />

el Conquistador, y por ser este de vientre crecido,<br />

a todos preguntaba ¿cuándo pariría el Duque<br />

Guillermo? Lo que sabido por este le envió a decir<br />

que él iría a parirle a Francia muchos miles de tropas.<br />

Lo verificó tan exactamente que si no lo previene la<br />

muerte, que naturalmente le sobrevino, se apodera de<br />

toda Francia que sufrió por este motivo una guerra<br />

desastrosa. Por lo mismo que amo a mi Patria, aunque<br />

tenga el cerebro caldeado, hallo que deben evitarse<br />

motivos, que nos susciten enemigos. Un hombre<br />

cortés todo lo puede, un insultante a todos provoca.<br />

Sobre todo, esto choca con el Evangelio de Nuestro<br />

Señor Jesucristo. Véase el Capítulo 7 de San Mateo,<br />

verso 22. “Todas las cosas que queréis que hagan los<br />

hombres con vosotros, hacedlo vosotros con ellos;<br />

esta es la Ley y los Profetas”. Y en el Cap. 5 vers.<br />

22, “El que dijere a su hermano, raca: (esto es según<br />

todos los Expositores y Padres palabra de desprecio)<br />

182<br />

Colección Bicentenario


será reo en el Concilio; el que lo llamare insensato o<br />

fatuo será reo del fuego del Infierno”. Si necesitamos<br />

la protección de dios para nuestras empresas ¿cómo<br />

la conseguiremos con sus ofensas?<br />

Concluye el Sr. Rosillo su papel con una declamación<br />

contra mí. Ni yo he denunciado la Proclama ni me<br />

he convidado a censurarla. <strong>La</strong> orden del Superior<br />

legítimo me ha invitado a ello. He creído un deber<br />

mío, servir en lo que me ocupan, sin pretender nada.<br />

Si se hubiera hecho la consulta, como quiere el Sr.<br />

Rosillo tal vez habría resultado, lo que en otra sobre<br />

otro papel francesísimo. Concurrieron cinco sujetos<br />

respetables con el del cerebro caldeado que fue el<br />

sexto. Entre estos nótese que concurría el Rmo.<br />

Padre Ley. Todos siguieron el dictamen del que llama<br />

delirante el Sr. Rosillo, y tanto lo siguieron que lo<br />

suscribieron no sólo en cuanto a la sustancia, sino<br />

hasta en el estilo.<br />

Por lo demás es cierto que el grado de Dr. que<br />

tengo es en Cánones. Soy conocido en la Carrera<br />

Eclesiástica y en el Ejercicio forense, en cuanto es<br />

compatible con mi Estado. Diez y seis años hace<br />

que me verso en Santafé en un Ministerio público<br />

de tanto roce con todos como el de Cura de uno<br />

de los más grandes Barrios. En el Púlpito me oyen<br />

continuamente. Aunque en Teología no tengo grado,<br />

estudié por cinco años esta facultad, cuando no se<br />

necesitan tantos para obtenerlo. Estudié en clase en<br />

donde de memoria se daba a Cano y a Santo Tomás.<br />

Pedro Anato ha sido una de mis fuentes. He estudiado<br />

a Mateusi, y conozco muy bien (no por el pergamino) a<br />

Berti, Charmés, Tourneli, Gabert, y Natal Alexandro.<br />

Siempre me acompaña Balsequi y él solo me basta<br />

para darles qué hacer a todos los impíos. He hecho<br />

reflexionado estudio de Ceballos y sé cómo se tiran<br />

todas las líneas de la impiedad. Si antes se ha dicho<br />

que hay Clérigos a quienes reprueba mi Censor con<br />

Colección Bicentenario 183


hacerles dos pregunticas de Doctrina Cristiana; yo<br />

le digo, aunque me llamen mugroso, Calvo, manco,<br />

desdentado, y barbón, que para defender al Clero<br />

y a la Iglesia, y estorbar que se perjudique ni se<br />

insulte al menor de mis hermanos que tenga Sotana<br />

o Cogulla, me ofrezco a que me examine en lo que<br />

sea verdadero fondo. El Sr. Rosillo sabe muy bien que<br />

para defender la inmunidad es mi pecho de bronce;<br />

que me glorio de ser devoto de San Gregorio 7 y de<br />

Santo Tomás el Cantuariense. Los Santos Apóstoles<br />

son mis protectores, y tan no me dejan delirar, que<br />

en el espinoso y gravísimo asunto de la segregación<br />

espiritual del Socorro y su erección en Obispado y<br />

elección de Obispo, en una respetable Junta compuesta<br />

de hombres sapientísimos y sensatísimos, pude<br />

acordar los medios para que terminase de un modo<br />

decoroso a todos, aun del mismo que se estimaba<br />

como Autor del atentado. Esto lo digo porque vin<br />

vi repellere licet. El Público quede entendido que esto<br />

es el primer papel mío que se imprime, y que no lo<br />

he hecho por otro motivo que porque a ello me veo<br />

obligado.<br />

Firmo y me descubro a pesar de los temores<br />

que manifestó un ilustre Americano cuando dijo<br />

en su Prólogo: “firmaría esta obra con la mayor<br />

complacencia; pero aunque deseo morir por mi Patria,<br />

considero que un puñal o veneno en las alevosas<br />

manos de algún Francmasón o iluminado, no es ara<br />

digna del sacrificio de un Español Americano”. Como<br />

yo no tengo otro objeto que la defensa de la Religión<br />

Santa de Jesucristo, cualquier trabajo que por ello me<br />

viniere, lo tendré por una gloria, y la muerte no la<br />

reputaré desgracia, sino antes bien la mayor de mis<br />

fortunas. Se me entrará por mis puertas la felicidad que<br />

con ansia buscaron y no consiguieron un Francisco<br />

de Asís y un Antonio de Padua. Si hay un humilde<br />

que a esto me lo llame fanatismo, yo le repito, que<br />

quiero más ser fanático con San Pedro y San Pablo,<br />

184<br />

Colección Bicentenario


que ilustrado y sabio con Voltaire, Rousseau, Hobbes<br />

y otros de esta clase.(f)<br />

Al editor de este papel en defensa de su Proclama, le<br />

contestarán mejores plumas. Es fecho en mi estudio<br />

de la Casa Parroquial de las Nieves de Santafé a 27<br />

de Mayo de 1814.<br />

[Notas]<br />

a. Constitución de la República de Cundinamarca del<br />

año de 1812. Título 5. art. 1. número 9.<br />

b. <strong>La</strong> misma título 2 art. 1, número 8 y en el ejemplar<br />

que tengo a la vista está señalado con un 3.<br />

c. Título 1. art. 1, número 6.<br />

d. Esta es proposición del impío Juan Jacobo Rousseau<br />

en el cap. 8, sobre la Religión civil, donde vierte casi<br />

todos los delirios que se contienen en la Proclama. Allí<br />

mismo dice este blasfemo ginebrino que el que se atreva a<br />

enseñar que fuera de la Iglesia no hay salvación debe ser<br />

expelido del Estado. ¡Qué abran los ojos los Católicos y<br />

adviertan los patriotas que es falso lo que dicen contra sus<br />

Sacerdotes, y que aunque entre estos mismos haya quien<br />

apoye los errores y afile el puñal contra sus hermanos, es<br />

porque como dijo Sabatier se ha visto que muchos Levitas<br />

abandonan los pabellones de Israel por seguir los de la<br />

filosofía, y declaman enseguida contra Israel con más<br />

encarnizamiento que los otros Sectarios!<br />

e. Censura en la Curia hojas 9. vta.<br />

f. Lo he dicho en mi dictamen de la materia en el<br />

expediente de Curia hojas 3.<br />

D. Santiago de Torres y Peña.<br />

SANTAFÉ DE BOGOTÁ<br />

Imprenta del C. B. Espinosa. Año de 1814. 2.<br />

Colección Bicentenario 185


[Respuesta de José Antonio Torres y Peña a la<br />

defensa de la proclama sobre la libertad mandada<br />

recoger por el Poder Ejecutivo]<br />

VIVA JESÚS<br />

RESPUESTA A LA DEFENSA DE UNA<br />

PROCLAMA JUSTÍSIMAMENTE RECOGIDA<br />

POR EL SUPREMO PODER EJECUTIVO<br />

A NOMBRE DE LOS COMPATRIOTAS<br />

CATÓLICOS.<br />

<strong>La</strong> libertad de la Imprenta no sólo será vana, e<br />

ilusoria (como dice el epígrafe de la defensa) si<br />

no se apoya en unas leyes capaces de asegurar<br />

su existencia, y preservarla de los golpes de la<br />

arbitrariedad; sino que será inicua, y perniciosa,<br />

si estas mismas leyes, no contienen la licencia, y<br />

arbitrariedad de los particulares para que estos<br />

no abusen de ella con injuria de la Religión, de las<br />

buenas costumbres, y del Estado que los sustenta.<br />

Así lo dicta a todo hombre de juicio la sana razón,<br />

y la Santa Religión.<br />

No es un Declamación frívola, y llena de afectación<br />

la que debiera presentarse al Público en defensa de<br />

la Proclama, que ha sido recogida por la legítima<br />

Autoridad del Estado. Debería exponerse con sencillez,<br />

y claridad, cuáles han sido, y son los excesos, porque<br />

se vitupera tan groseramente a los Eclesiásticos,<br />

y porque se le da el nombre de ídolos que quieren<br />

tener bajo sus pies las cervices Americanas. ¿En qué<br />

os han ofendido los Ministros pacíficos del culto del<br />

Verdadero Dios, que para acabar con ellos, no cesáis<br />

de instigar a los Pueblos? Ah! Esa veneración, que<br />

conservan ellos hacia los Eclesiásticos, os ofende<br />

demasiado, porque es prueba de la piedad sólida<br />

del Religioso Pueblo de Cundinamarca. Sí: porque<br />

saben, hasta los más rudos, que no a sus personas,<br />

sino a su Estado, y a los Ministerios Sagrados que<br />

186<br />

Colección Bicentenario


ejercen se dirige el respeto, y consideración con<br />

que los miran. He aquí los justos motivos, que decís<br />

sabe el Omnipotente tuvisteis para dirigir aquella<br />

Proclama. Os duele demasiadamente que se hayan<br />

frustrado todos los arbitrios, que habéis tomado<br />

para seducir al Pueblo sencillo, tomando la máscara<br />

de Católico, y el lenguaje de un celo Patriótico.<br />

Concebís que mientras subsistan los Pastores, no<br />

podréis esquilmar, ni destruir la Grey, como deseáis:<br />

que mientras subsista en su honor el Ministerio, no<br />

podréis hacer progresos contra el verdadero culto:<br />

que mientras haya Eclesiásticos, es preciso que estos<br />

adviertan a los Pueblos, que se guarden de los falsos<br />

Profetas, que vienen a ellos con vestidos de ovejas, e<br />

interiormente son Lobos rapaces, como nos lo advirtió<br />

nuestro dulce Salvador. Por esto buscáis pretextos<br />

para argüir a los Eclesiásticos, para calumniarlos,<br />

para hacer desconfiar de ellos a los Pueblos. Porque<br />

por lo demás, decidme por vida vuestra os repito, ¿en<br />

qué os han ofendido los Eclesiásticos?<br />

Ya veo que tratáis de responder valiéndoos de la<br />

autoridad del oficio de 20 de Enero del Presidente<br />

Dictador. Pero esto no viene al caso. Allí habla de sólo<br />

tres Religiosos de Popayán, de cuyo hecho no sabemos,<br />

si había sido mal informado, como frecuentemente<br />

está sucediendo; y cuando fuese cierto, no sois tan<br />

lerdos, que no sepáis que ni un crimen tan horrendo<br />

como el de Judas puede infamar al Sagrado Colegio<br />

de los Apóstoles: como ni las atrocidades francesas al<br />

sistema Republicano. Pero es necesario echar mano de<br />

todo, cuando se trata de engañar tan villanamente a<br />

los Pueblos, para que sin que lo lleguen a trascender,<br />

ni siquiera lo echen de ver, se les arranque su Religión.<br />

Aquí sí podéis decir con verdad que el fomes de la<br />

guerra está en el púlpito, y confesionario, pues en<br />

estos sagrados lugares, es en donde se instruyen los<br />

fieles en las grandes verdades de la Fe, donde conciben<br />

un justo horror a los vicios, y donde se inflaman en el<br />

Colección Bicentenario 187


amor de las virtudes. Por consiguiente allí se arman<br />

para pelear las guerras del Señor, y combatir por la<br />

verdad, hasta derramar la sangre si es necesario en su<br />

defensa; si no es que queráis proscribir el Ministerio<br />

de la Predicación, y el Sacramento de la Penitencia, a<br />

pretexto de la calumnia falsísima de que se abuse de<br />

uno, y otro contra la Patria. Pero esto sería descubriros<br />

demasiado, y escandalizar mucho al Pueblo. Mejor,<br />

y más fácilmente se consigue el intento con infamar<br />

a los Eclesiásticos, como déspotas o amigos de los<br />

tiranos; (en cuyo número, por más que pretendáis<br />

serlo, no queréis que os cuenten jamás, ni se os pida<br />

por un Pueblo libre razón de vuestras violencias, y del<br />

abuso de la Autoridad, si la llegáis a tener). Dándoles<br />

los epítetos de monstruos emisarios, que abusan de los<br />

términos más sagrados para volvernos a imponer el yugo;<br />

hombres viles, y degradados, que no saben, ni quieren<br />

vivir, sino en la humillación; ya os parece que les tenéis<br />

hecha la causa. Estos son los términos propios solos<br />

del furor frenético del más ciego fanatismo.<br />

¿Y por qué toda esta descarga de insultos, y<br />

denuestos tan llenos de vilipendios, grosería contra<br />

el Estado Eclesiástico? Los mismos son (habían dicho)<br />

los que no viendo en nuestra regeneración política sino la<br />

caída de sus errores, y privilegios, nos atacan con pretexto<br />

de mayor bien de la Religión. Esta cláusula vaga, y<br />

vergonzosa es necesario que la expliquen los mismos<br />

Autores de la Proclama, y de su defensa. <strong>La</strong> variación<br />

de sistema de Gobierno o la Regeneración política,<br />

nada induce contra los Eclesiásticos, subsistiendo la<br />

Religión; porque los Eclesiásticos en todo sistema de<br />

Gobierno, no tienen otro destino que las funciones,<br />

y ejercicio de su Sagrado Ministerio, y el conservar<br />

ilesa la Religión. Si sus inalterables verdades, y sus<br />

infalibles dogmas son a los que estos fanáticos llaman<br />

errores, será porque ellos, se han extraviado de las<br />

sendas de la verdad; pero no porque la Religiosa, y<br />

pía Cundinamarca, ni ningún otro de los Pueblos<br />

188<br />

Colección Bicentenario


de la Nueva Granada, haya abjurado de su Religión,<br />

por la gracia de Dios. Los Eclesiásticos no podían<br />

tener ni sostener errores, porque hubieran dejado de<br />

ser Católicos; y por consiguiente no pueden haber<br />

visto la caída de errores que no pudieron tener en<br />

una Regeneración política de unos Pueblos, que con<br />

razón se glorian de ser Católicos. Ni pudieron ver la<br />

caída de sus privilegios, pues los que consisten en la<br />

Potestad de orden, y jurisdicción, no están sujetos al<br />

arbitrio de los hombres, como que son conferidos por<br />

Dios: los que dependen de la Autoridad Pontificia,<br />

no puede derogarlos la Potestad laical, que no<br />

puede hacer insubsistentes las censuras contra los<br />

violadores del fuero, y de la inmunidad: y si hay<br />

otros que dependen de la Autoridad civil, ninguno<br />

de los Pueblos los ha derogado. Luego es ridícula, y<br />

desatinada esta absurdísima proposición. Pero así se<br />

ha de hablar. Este es el estilo propio de los seductores:<br />

largar proposiciones a la ventura llenas de falsedad, y<br />

sin el menor apoyo para concitar el furor.<br />

<strong>La</strong> voz del fanatismo no es otra, y esta es la que<br />

verdaderamente introduce la más funesta división,<br />

tratando de romper los sagrados vínculos de la<br />

caridad cristiana que sólo son capaces de unirnos<br />

en una verdadera fraternidad. Por esto sancionó<br />

cuerdamente el Serenísimo Colegio Electoral, que<br />

procediese libremente el Tribunal Eclesiástico, y se le<br />

prestasen todos los auxilios, para contener, y castigar<br />

a los que ofendiesen la Religión. He aquí la voluntad<br />

general de los Generosos Pueblos de Cundinamarca,<br />

explicada del modo más solemne, y más clásico en<br />

la reunión, de todos sus Representantes, autorizados<br />

legítimamente para establecerlo Constitucionalmente.<br />

Y he aquí en la Proclama, y en su defensa un crimen<br />

manifiesto contra esta Constitución del Estado,<br />

cuando vilipendia, y ultraja con tanto desacato al<br />

Tribunal Eclesiástico por haber procedido conforme<br />

a ella: desacato enorme, y trascendental al Supremo<br />

Colección Bicentenario 189


Poder Ejecutivo, y a su Excmo. Presidente, que<br />

también lo es del actual Colegio de Representantes de<br />

Cundinamarca. Pero estos espíritus inquietos quieren<br />

ser libres ellos solos para vulnerar lo más sagrado,<br />

y esta es la libertad maligna, que ni el Pueblo de<br />

Cundinamarca, ni ningún Pueblo sabio ha adoptado,<br />

ni adoptará jamás; y no quieren que haya libertad en<br />

los Tribunales para ejecutar las Leyes, contener a<br />

los perturbadores de la Religión, del buen orden, del<br />

sosiego público, que son las bases de la seguridad, y<br />

libertad verdadera.<br />

Porque se haya adoptado el sistema Republicano, ni<br />

la Religión, ni la Política, ni la urbanidad permiten,<br />

que se insulte a los que viven bajo otro sistema, ni<br />

a los que están constituidos en la Autoridad. Con<br />

que no tienen que extrañar que se haya condenado<br />

la proposición que dice: Los Reyes por lo común, han<br />

sido la degradación de la especie humana, y el oprobio de<br />

todo sistema religioso. Dejémonos de algarabías que las<br />

usáis más frecuentemente, para alucinar. Hablemos<br />

más claro: si decís que por lo común han sido lo que<br />

decís, será porque son malos; y en este sentido os<br />

digo, que vuestra proposición, no se ha condenado<br />

ahora, sino que estaba ya condenada por la Autoridad<br />

infalible del Concilio de Constancia entre los errores<br />

de Wiclef.(a)<br />

Pero vamos adelante: ¿A qué fin viene aquí, ni<br />

qué lugar se le podrá dar en esta danza al sistema<br />

Copernicano? ¿No podríamos decir que cuando<br />

vuestra defensa se remonta a esfera de tanto lujo (que<br />

tampoco tiene aquí lugar) viene a ser la degradación<br />

del ingenio humano, y el oprobio de todos los<br />

papeles? <strong>La</strong> Religión no es un sistema de Física, ni<br />

Astronomía, que se funda sobre las apariencias que se<br />

nos presentan, u observaciones que podemos hacer,<br />

para establecer lo que nos parece más probable; ni<br />

es un sistema fundado sobre principios morales, y<br />

190<br />

Colección Bicentenario


establecido por nosotros mismos. Si se habla de la<br />

Religión Católica, que como dice Montesquieu tiene<br />

su origen en el cielo, esta no es un sistema, sino un<br />

establecimiento, una Ley impuesta a los hombres por<br />

el Mismo Dios Eterno, e inmutable que prescinde<br />

de todo sistema de gobierno, y a todo se acomoda, y<br />

santifica en ellos a todos los hombres que le son fieles:<br />

sean Reyes, Emperadores, Cónsules, o Presidentes,<br />

hombres, mujeres, o ricos, eclesiásticos, o seculares,<br />

soldados, o campesinos, libres o esclavos. Si se habla<br />

de las falsas religiones, que como se explica el mismo<br />

Montesquieu, tienen su raíz sobre la tierra, en estas<br />

son ellas mismas, y sus embelecos, y desatinos la<br />

degradación, y el oprobio de todo el que las sigue. Y<br />

ved aquí, cuán agradecidos debemos ser a Dios, que<br />

nos ha dado, un Gobierno tan Cristiano, y tan celoso<br />

de que no incurramos en esta degradación.<br />

Sea como fuera: nosotros por la infinita misericordia<br />

de Dios, hemos sido siempre, y somos Católicos. Si<br />

hemos mudado de Gobierno no hemos variado, ni<br />

permita Dios que jamás variemos de Religión. Es<br />

ocioso pues que nos recomendéis tanto la autoridad<br />

del célebre Tomás Payne. Nosotros tenemos otras<br />

autoridades más respetables, a que atender; y aunque<br />

sean de los más célebres Autores Católicos, no son<br />

infalibles; y mucho menos lo es un hereje, como<br />

Tomás Payne, por más célebre que lo queráis pintar.<br />

Es inoficioso igualmente que nos traigáis a la<br />

memoria el suceso de Gedeón, pues a ninguno de<br />

nosotros, se nos ha ofrecido la corona, ni sabemos<br />

que haya en la Nueva Granada, quien pretenda ser<br />

Rey.<br />

Es impertinente, e inútil que os canséis igualmente<br />

en transcribirnos toda la historia de la elección de<br />

Saúl, pues no hemos pedido Rey, como los Hebreos<br />

a Samuel. Pero era necesario abusar así de las Santas<br />

Colección Bicentenario 191


Escrituras para defender la negra proclama, llena<br />

de tan atroces, e injustas invectivas contra el Estado<br />

Eclesiástico. Ella no respira sino sangre, furor, y<br />

desolación, contra los desarmados, y mansísimos<br />

Ministros del Dios de la Paz, por el mismo que<br />

después de repetir ahora sus frenéticas declamaciones<br />

contra este Sagrado Ministerio, concluye, con que el<br />

sufrimiento es la virtud del día: y exhorta a que nos<br />

amemos mutuamente después que no respira, sino<br />

odio, y rencor contra el Estado Eclesiástico.<br />

Algún pretexto se había de formar para tratar de<br />

aniquilarlo. ¿Qué otro mejor que fingirse Agente de la<br />

Patria contra los Reyes, y multiplicar pregunticas con<br />

dos o tres interrogantes, para fijar mejor la atención<br />

de los que leyeren? Él bien sabía que poniendo en su<br />

Proclama dos, o tres proposiciones que ofendiesen el<br />

Dogma, esta se había de prohibir, por los que tienen a<br />

su cargo el velar en conservar la pureza de la Fe: y he<br />

aquí la ocasión más oportuna para levantar el grito,<br />

y acusarlos de enemigos de la libertad Americana.<br />

Porque por lo demás, este entusiasta está tan lejos de<br />

interesarse por ella, que para él es indiferente todo<br />

sistema; y si hay un Rey, como Enrique Octavo, o su<br />

hija Isabel, que acabe de una vez con el Clero, esto<br />

sería muy de su gusto, como parece no ha faltado<br />

quien lo haya dicho, no ha mucho tiempo. Por el<br />

contrario, si hay una República como las de Venecia,<br />

o de Génova, o como los Cantones Suizos Católicos,<br />

donde los Eclesiásticos tengan honor, y libertad, esta<br />

no les agrada.<br />

Más bien que a Paynes, y a Blanco(b) podía citarnos<br />

a Lutero, y Calvino, para decir que los Eclesiásticos<br />

dominaban sobre sus conciencias, e impugnar la<br />

confesión. No son los Eclesiásticos, sino el Autor<br />

del Evangelio, el que tiene todos los derechos, para<br />

dominarnos, y en este sentido, no somos libres, sino<br />

que estamos ligados, y debemos cautivar nuestro<br />

192<br />

Colección Bicentenario


entendimiento, y practicar lo que nos manda.<br />

Haciéndolo así seremos libres del imperio del<br />

Demonio, y del pecado, del oprobio del Paganismo, y<br />

de la servidumbre de la Ley antigua, que es la preciosa<br />

libertad, que nos ha dado Jesucristo en su Evangelio, y<br />

de que habla el Apóstol San Pablo. Jesucristo nuestro<br />

Señor, que nos ha dado el derecho de Hijos adoptivos<br />

de Dios, no por eso deja de hacernos conocer que<br />

somos siervos en diferentes lugares de su Evangelio<br />

Santo: y aquí para nada conduce la condición temporal<br />

del hombre, pues igualmente adoramos en los Altares<br />

a los Reyes que a los Esclavos.<br />

Lo que es más gracioso es que se quiera llevar la<br />

libertad mal entendida a tal punto que los mismos<br />

Pueblos constituyan Jueces de sus conciencias.(c) ¿Y<br />

no es este un puro fanatismo? Aquí sí que convenían<br />

millares de interrogantes. Y lo más raro es que si los<br />

mismos Pueblos por su libre, y espontánea voluntad<br />

como lo han hecho por medio de sus Representantes<br />

en el Serenísimo Colegio Electoral, cometen esto a<br />

los que reconocen que les compete por oficio, y lo<br />

tienen encomendado por Dios, esto no se considera,<br />

ni de ello se hace caso.<br />

Bien pueden ser los más sumisos, como lo son al<br />

Gobierno: bien pueden ser los más adictos a su Patria,<br />

los más benéficos, e incapaces de conspirar. Para ellos<br />

no hay libertad, se les trata peor que a un esclavo:<br />

la Junta de Empréstito los vilipendia, y ultraja, y<br />

publica contra ellos el más injurioso Manifiesto. Este<br />

es el que se nos cita, después que el Clero de Santafé<br />

ha contribuido cerca de trescientos mil pesos en<br />

varias exacciones, y más que todos los particulares<br />

del Estado laical. Yo preguntara cuánto es lo que ha<br />

dado este furioso Declamador y falso patriota tan<br />

envenenado contra el Clero ¡Ah! Él nos amenaza con<br />

decir, que nuestros enemigos pagarán de un golpe<br />

sus enormes atentados. Decidme ¿por qué nos dais el<br />

Colección Bicentenario 193


odioso nombre de enemigos? ¿Y este es el que sin saber<br />

por qué nos acusa de que les negamos el tratamiento<br />

de hermanos?(d) ¿Con que para ellos todo es lícito,<br />

y para nosotros un crimen hasta lo que se les antoja<br />

imaginarse de nosotros? ¿Y cuáles son los enormes<br />

atentados de que nos acusan? En nada les hemos<br />

ofendido; en nada les hemos faltado, ningún mal les<br />

hemos deseado: y Dios sabe que no somos capaces de<br />

atentar en lo más mínimo, ni contra el Gobierno, ni<br />

contra ninguno de los particulares. Si son atentados<br />

defender la causa de Dios, y de su Iglesia, acabad con<br />

nosotros que por ella daremos gustosos con su gracia<br />

nuestra vida a vuestras manos.<br />

José Antonio Torres Peña [manuscrito]<br />

NOTAS.<br />

a. Tenemos en la razón un Camino abierto para hacer<br />

inerme la autoridad de los Concilios, y contradecir sus<br />

actas, y así nada nos importa que alguna cosa haya sido<br />

aprobada o reprobada por cualquier Concilio. Así lo<br />

enseñó el Heresiarca Lutero, y estos errores se pretenden<br />

renovar.<br />

b. ¿Y la veneración y respeto de Blanco, no deberemos<br />

buscarla los Americanos de este continente? Que responda<br />

a esta preguntica la Carta del Ciudadano Pombo escrita a<br />

Blanco, de que abundan ejemplares impresos.<br />

c. Esta es la proposición segunda condenada como<br />

herética por nuestro Sumo Pontífice Pío VI en su Bula<br />

Auctorem fidei, en que anatematiza el Conciliábulo de<br />

Pistoya hecho por Scipion Ricci, algo más legítimo que el<br />

Nacional de Francia del año de 1794 entre cuyos sabios<br />

Prelados, fue uno el detestable e impiísimo Taillerant y<br />

otros de esta ralea.<br />

d. Bien sabidos son los oficios que practicaron los<br />

Eclesiásticos contra quienes se dirige directamente<br />

esta persecución, para impedir los funestos efectos de la<br />

desavenencia con el Congreso, y la propuesta que hizo al<br />

Excmo. Sr. Presidente Dictador el Sacerdote que ahora más<br />

se persigue hasta imponerle una calumnia que se indica en<br />

194<br />

Colección Bicentenario


el papel a que se contesta, se estampa en el que se titula el<br />

Observador, y con la mayor impudencia se ha acentuado<br />

en escritos ante el Superior Tribunal de protección, y se<br />

ha gritado en el Excmo. Senado. Muchos testigos hay<br />

de la Diputación que se remitió a S. E. en la noche del<br />

30 de Diciembre de 1812 por los Señores Gobernadores<br />

del Arzobispado y Prelados de las Religiones, y lo que<br />

propuso para impedir las hostilidades mutuas de nuestros<br />

hermanos el que llevó la voz en ella. Ya se tratará de<br />

ilustrar más al público para que conozca cuáles son los<br />

patriotas por razón de estado, y fines particulares, cuando<br />

le demos en letra de molde cierta representación, que se<br />

hizo a la Suprema primera Junta en el mes de Octubre de<br />

1811 con sus correspondientes notas.<br />

<strong>La</strong> nota con que se dice se podía salvar esto: nosotros<br />

ni lo podíamos poner, ni teníamos la obligación, pero ni<br />

aun poder para penetrar sus intenciones, y así no se podía<br />

tomar de otro modo que como estaba en el Papel? Con<br />

que también es delito en los Eclesiásticos no adivinar los<br />

interiores? hasta ignorábamos que teníamos también este<br />

cargo.<br />

SANTAFÉ DE BOGOTÁ<br />

Imprenta del C. B. Espinosa. Año de 1814. 2.<br />

[Andrés María Rosillo, “Excmo. Señor”, Imprenta del<br />

Estado, Santafé de Bogotá, 1814. Biblioteca Nacional,<br />

rollo VFDU1-338, pieza 13. Santiago Torres y Peña, sin<br />

título, Imprenta de Bruno Espinosa, Santafé de Bogotá,<br />

1814. Biblioteca Nacional, rollo VFDU1-390, pieza 17.<br />

José Antonio Torres y Peña, “Viva Jesús. Respuesta a la<br />

defensa de una proclama justísimamente recogida por el<br />

Supremo Poder Ejecutivo a nombre de los compatriotas<br />

católicos”, Imprenta de Bruno Espinosa, Santafé de<br />

Bogotá, 1814. Biblioteca Nacional, Fondo Quijano, rollo<br />

VFDU1-263, pieza 42]<br />

Colección Bicentenario 195


Extracto del Real Decreto dado en Valencia a<br />

4 de Mayo último por Fernando 7º, petición de<br />

la libertad de Nariño en su virtud, y notas de<br />

la Gazeta Ministerial de Cundinamarca. 1814,<br />

Agosto 26.<br />

ESPAÑA<br />

Extracto del real decreto dado en Valencia a 4 de<br />

Mayo último por Fernando 7º y comunicado al Capitán<br />

Gral. de Maracaibo en comisión por real orden fecha en<br />

Madrid a 24 del mismo Mayo.<br />

Da principio Fernando al citado decreto haciendo<br />

mérito de su exaltación al trono por la renuncia de su<br />

Padre, que llama espontánea, y solemne, y exponiendo<br />

que sus miras a consecuencia de aquella se dirigían a<br />

la felicidad de la nación, y a reparar los males a que<br />

pudo dar ocasión la perniciosa influencia de un valido<br />

durante el Reinado anterior; pero que la dura situación<br />

de las cosas, y la perfidia de Bonaparte, de cuyos<br />

crueles efectos quiso pasando a Bayona preservar a<br />

sus pueblos no le dieron lugar para poner en ejecución<br />

dichas miras. Habla después de su prisión, y de un<br />

decreto, que hallándose en esta, expidió en 8 de Mayo<br />

de 1808 dirigido al Consejo de Castilla, y en su defecto<br />

a cualquiera Cancillería, o Audiencia que estuviese en<br />

libertad para que se convocasen las Cortes, las cuales<br />

únicamente se habían de ocupar en proporcionar los<br />

arbitrios, y subsidios necesarios para la defensa del<br />

Reino, cuyo decreto, dice, no fue conocido entonces, y<br />

aunque después lo fue las provincias habían proveído<br />

a su gobierno por medio de las Juntas que crearon.<br />

Sigue refiriendo la batalla de Baylen, y la fuga de los<br />

Franceses con cuyo motivo asegura que se le aclamó<br />

de nuevo Rey de Castilla, y la de León por todas<br />

las provincias en la forma con que lo habían sido<br />

sus predecesores. Habla luego de la Junta Central,<br />

y del primer Consejo de Regencia; desciende a la<br />

instalación de las Cortes en la Isla de León, y dice,<br />

196<br />

Colección Bicentenario


que a estas convocadas de un modo jamás usado en<br />

España no concurrieron los Estados de la nobleza, y<br />

clero aunque la Central lo había mandado, ocultando<br />

con arte a la Regencia este decreto, y también que<br />

por aquella estaba asignada a esta la presidencia<br />

de las Cortes, las cuales por principio de sus actas<br />

lo despojaron de la soberanía(1) atribuyéndola a<br />

la nación para apropiársela los Diputados, y dar a<br />

esta sobre tal usurpación las leyes que quisieron,<br />

imponiéndole el yugo de que forzosamente las<br />

recibiese en una nueva Constitución, que sin poder<br />

de Provincia, Pueblo, ni Junta, ni noticia de las que<br />

se decían representadas por los suplentes de España,<br />

e Indias, establecieron los Diputados, sancionaron,<br />

y publicaron: añade Fernando que este primer<br />

atentado contra las prerrogativas del trono fue como<br />

la base de los muchos que a él se siguieron, y que<br />

fueron adoptados, y elevados a leyes, que llamaron<br />

fundamentales, por medio de la gritería, amenazas,<br />

y violencias, de los que asistían a las galerías de las<br />

Cortes con que se imponía, y aterraba, revistiéndose<br />

con el especioso colorido de la voluntad general lo<br />

que era obra de una facción, y haciéndose pasar por<br />

tal la de unos pocos sediciosos. Continúa Fernando<br />

diciendo, que se innovó por las Cortes toda la forma<br />

de la Constitución de la Monarquía, copiando<br />

los principios revolucionarios, y democráticos de<br />

la Francesa de 1791, y sancionándose no leyes<br />

fundamentales de una Monarquía moderada, sino las<br />

de un gobierno popular con Jefe, o Magistrado mero<br />

ejecutor delegado, que no Rey:(2) y después de hablar<br />

de las Cortes, y de la Constitución de España en los<br />

términos más indecorosos, como en parte se ha visto,<br />

concluye disponiendo lo siguiente.<br />

“Por tanto habiendo oído lo que unánimemente<br />

me han informado personas respetables por su celo<br />

y conocimientos, y lo que acerca de cuanto aquí se<br />

contiene se me ha expuesto en representaciones que<br />

Colección Bicentenario 197


de varias partes del Reino se me han dirigido, en las<br />

cuales se expresa la repugnancia y disgusto con que<br />

así la Constitución formada en las Cortes generales<br />

y extraordinarias, como los demás establecimientos<br />

políticos de nuevo introducidos son mirados en las<br />

provincias, los perjuicios y males que han venido<br />

de ellos, y se aumentarían si yo autorizase con mi<br />

consentimiento y jurase tan decididas y generales<br />

demostraciones de la voluntad de mis pueblos, y<br />

por ser ellas justas y fundadas declaro; que mi Real<br />

ánimo es no solamente no jurar, ni acceder a dicha<br />

Constitución, ni a decreto alguno de las Cortes<br />

generales y extraordinarias, y de las ordinarias<br />

actualmente abiertas a saber, los que sean depresivos<br />

de los derechos y prerrogativas de mi soberanía<br />

establecida por la Constitución, y las leyes en que de<br />

largo tiempo la Nación ha vivido, sino en declarar<br />

aquella Constitución, y tales decretos nulos y de<br />

ningún valor, ni efecto, ahora ni en tiempo alguno,<br />

como si no hubiesen pasado jamás tales actos, y se<br />

quitasen de en medio del tiempo, y sin obligación de<br />

mis Pueblos y súbditos de cualquier clase y condición<br />

a cumplirlos. Y como el que quisiese sostenerlos y<br />

contradijere a esta mi real declaración tomada<br />

con dicho acuerdo y voluntad, atentaría contra las<br />

prerrogativas de mi Soberanía y la felicidad de la<br />

Nación, y causaría turbación y desasosiego en mis<br />

Reinos, declaro reo de lesa Majestad a quien tal<br />

osare, o intentare, y que como a tal se le imponga<br />

la pena de la vida, ahora lo ejecute de hecho, ahora<br />

por escrito, o de palabra, moviendo, o incitando, o de<br />

cualquier modo exhortando y persuadiendo a que se<br />

guarden y observen dicha Constitución y decretos. Y<br />

para que entretanto se restablece el orden, y lo que<br />

antes de las novedades introducidas se observaba en<br />

el Reino, acerca de lo cual sin pérdida de tiempo se<br />

irá proveyendo lo que convenga, no se interrumpa<br />

la administración de justicia, es mi voluntad que<br />

entre tanto continúen las justicias ordinarias de los<br />

198<br />

Colección Bicentenario


pueblos que se hallan establecidas, los Jueces de letras<br />

a donde los hubiere, y las Audiencias, Intendentes y<br />

demás Tribunales de justicia en la administración de<br />

ella; y en lo político y gubernativo los Cabildos de<br />

los pueblos, según de presente están, y entretanto se<br />

establece lo que convenga guardarse, hasta que oídas<br />

las Cortes que llamare se asiente el orden estable de<br />

esta parte del gobierno del Reino. Y desde el día en<br />

que este mi decreto se publique, y fuere comunicado<br />

al Presidente que a la sazón sea de las Cortes que<br />

actualmente se hallan abiertas, cesarán estas en sus<br />

sesiones; y sus actas, y las de las anteriores, y cuantos<br />

expedientes hubiere en su archivo y Secretaría, y<br />

en poder de cualquiera individuos, se recojan por<br />

la persona encargada de la ejecución de este mi<br />

real decreto, y se depositen por ahora en la casa de<br />

Ayuntamiento de la Villa de Madrid, cerrando y<br />

sellando la pieza donde se coloquen; los libros de<br />

su Biblioteca se pasarán a la real, y cualquiera que<br />

tratare de impedir la ejecución de esta parte de mi real<br />

decreto de cualquier modo que lo haga igualmente lo<br />

declaro reo de lesa Majestad, y que como a tal se le<br />

imponga la pena de la vida. Y desde aquel día cesará<br />

en todos los juzgados del Reino el procedimiento en<br />

cualquier causa que se halle pendiente por infracción<br />

de la Constitución, y los que por tales causas se<br />

hallen presos, o de cualquier modo arrestados, no<br />

habiendo otro motivo justo, según las Leyes, sean<br />

inmediatamente puestos en libertad, que así es mi<br />

voluntad por exigirlo todo el bien y la felicidad de la<br />

Nación…”.<br />

Con ocasión de lo prevenido en este decreto, el<br />

Supremo Gobierno de Cundinamarca ha tenido a<br />

bien, pasar el oficio siguiente a D. Toribio Montes<br />

con el fin de que restituya la libertad al Excmo. Sr.<br />

Nariño, como uno de los comprendidos en dicha<br />

disposición.<br />

Colección Bicentenario 199


“Por conducto del Congreso de las Provincias<br />

Unidas de la N. G. se han recibido en este Gobierno<br />

las adjuntas copias, que contienen el real decreto del<br />

Sr. D. Fernando 7º dado en Valencia a 4 de Mayo del<br />

presente año, y real orden de 24 de los mismos, en que<br />

aquel se ha comunicado por el ministerio de Guerra<br />

de Madrid a la Capitanía general en Comisión de<br />

Maracaibo. Acaso lo estará ya también a V. E., como<br />

es muy regular; más en todo caso yo he formado<br />

la resolución de dirigir a V. E. estos importantes<br />

documentos con las justas miras de que no puedo<br />

prescindir a vista de ellos”.<br />

“Restituido el Sr. D. Fernando 7º a sus dominios de<br />

España, ha sido uno de sus primeros pasos declarar<br />

la Constitución y decretos de las Cortes nulos, de<br />

ningún valor, ni efecto, por reos de lesa Majestad a<br />

cuantos de cualquier manera intentaron sostenerlos.<br />

Tiene ya aquí V. E. la decisión más categórica, y al<br />

mismo tiempo la más respetable en las presentes<br />

diferencias. <strong>La</strong>s intimaciones de V. E. y los motivos con<br />

que las armas Españolas han atacado los territorios<br />

de Popayán (por no hablar aquí de los demás de la<br />

Nueva Granada) no han tenido otro fundamento, ni<br />

llevado otros designios que el reconocimiento a esas<br />

mismas Cortes, cuyas nulidades y vicios puntualiza<br />

el real decreto y la obediencia, y cumplimiento a<br />

la Constitución sancionada por ellas, que hoy es el<br />

objeto de la execración y conminaciones del mismo<br />

Monarca ¿Y sería razón que en estas circunstancias<br />

aún continuasen las hostilidades, las persecuciones,<br />

y los demás consiguientes males de una guerra?<br />

de una guerra que se ha hecho a nombre de la<br />

Nación representada en estas mismas Cortes, y en<br />

sostenimiento de su constitución?<br />

V. E. penetra demasiado la fuerza de estas reflexiones<br />

y debo excusar el esforzarlas. Pero no puedo<br />

prescindir de manifestar a V. E. que extendiéndose<br />

200<br />

Colección Bicentenario


la real voluntad de aquel mismo Soberano a que<br />

inmediatamente sean puestos en libertad cuantos<br />

se hallen presos, o arrestados de resultas de estas<br />

mismas causas; debo esperar de la sumisión de V. E.<br />

al real decreto, no menos que de la justificación y<br />

rectas intenciones con que ha protestado proceder en<br />

todas sus operaciones, que dará V. E. pronta soltura<br />

y libertad a D. Antonio Nariño, que aún se mantenía<br />

prisionero en Pasto hasta 4 de Julio último”.<br />

“Cuando este distinguido Jefe de Cundinamarca<br />

se encargó del mando de las tropas que marcharon<br />

a Popayán fue en el concepto de las intimaciones<br />

y reconocimiento de las Cortes y Constitución<br />

proscritas por el Rey. V. E. no puede ignorar que no<br />

obstante esto, y antes de toda agresión, él reconvino<br />

a los Jefes, ofreció la paz, y se prestaba a todo tratado<br />

razonable, cuando le amenazaban los Comandantes<br />

Sámano y Asín: que cuando entró a Popayán mantuvo<br />

en un orden admirable sus tropas para que no se<br />

atreviesen a tomar ni un solo pan con violencia: que<br />

respetó no solamente las casas religiosas, sino las<br />

de todo Ciudadano, y aún las tiendas y chozas del<br />

más miserable: que procuró tranquilizar la turbación<br />

en que las tropas de Sámano habían puesto aquella<br />

Ciudad asolada, y a toda la Provincia devastada<br />

por el robo, por el saqueo, y por las más inauditas<br />

violencias. Ninguno de aquellos habitantes ha tenido<br />

que quejarse por el más leve daño ocasionado en su<br />

tiempo. Por el contrario él remedió muchos males<br />

ejecutados en la época de D. Juan Sámano y por su<br />

detestable disimulo”.<br />

“Restituya pues V. E. a su libertad al libertador<br />

de las tiranías que sufría Popayán: al que colocado<br />

a la frente de este mismo Gobierno supo mantener<br />

en orden, y tranquilidad esta Capital y sus Pueblos,<br />

siendo benéfico a aquellos mismos que en otras<br />

partes han sufrido persecuciones. Dé en fin V. E. un<br />

Colección Bicentenario 201


exacto cumplimiento al real decreto de 4 de Mayo.<br />

Así acreditará V. E. su ciega obediencia al Soberano,<br />

restituido a su trono, al mismo tiempo que las<br />

benéficas miras que ha manifestado conducirle en<br />

todas sus operaciones, y así por último evitará V.<br />

E. todos los males y perjuicios que de lo contrario<br />

podrán seguirse, y a cuya responsabilidad en todos<br />

tiempos habría de quedar sujeto V. E. ante el mismo<br />

trono, ante el mundo entero, y aun ante el mismo<br />

Dios, como se lo protesto a V. E.”.<br />

“Dios guarde a V. E. ms. as. Santafé 26 de Agosto<br />

de 1814. —Manuel Bernardo Alvarez. —Excmo. Sr.<br />

Presidente de Quito D. Toribio Montes.<br />

[Notas]<br />

1. <strong>La</strong> Soberanía reside esencialmente en los pueblos, y de<br />

ninguna manera en los Reyes, ni en algún otro gobierno,<br />

que no son sino delegados, o Comisarios de aquellos, y así<br />

es que si estos se han hecho llamar Soberanos ha sido por<br />

un efecto de despotismo, y de usurpación, en que sin duda<br />

intenta continuar Fernando, supuesto que asegura que se<br />

le ha despojado de la Soberanía, por haberse declarado esta<br />

a la nación. Cuidado Americanos, el decreto de 4 de Mayo<br />

os da la idea más clara de la tiranía, que ejercerá sobre<br />

vosotros aquel Rey, si os dejáis alucinar, y no sostenéis la<br />

independencia.<br />

2. Fernando del mismo modo, que sus antecesores<br />

quiere que se le conceda la plenitud de poder para oprimir<br />

a los pueblos y ser un señor absoluto: por esto pues es que<br />

se queja de que se le constituya ejecutor de la voluntad<br />

soberana de estos, sin advertir que sólo ella pudo haberlo<br />

exaltado al trono legítimamente, bajo los pactos que<br />

creyese necesarios para asegurar sus derechos y proveer<br />

a su felicidad, y que no aceptando estos, o violándolos<br />

dejará al momento de ser Rey, y la nación podrá establecer<br />

el gobierno que mejor le acomode.<br />

[“España. Extracto del real decreto dado en Valencia<br />

a 4 de Mayo último por Fernando 7º y comunicado al<br />

202<br />

Colección Bicentenario


Capitán Gral. de Maracaibo en comisión por real orden<br />

fecha en Madrid a 24 del mismo Mayo”, Gazeta Ministerial<br />

de Cundinamarca, nº 189, Santafé de Bogotá, Septiembre 8<br />

de 1814]<br />

Comentarios de la Gazeta Ministerial de<br />

Cundinamarca en torno a la entrada de Fernando<br />

7º a España. 1814, Octubre 6.<br />

ESPAÑA.<br />

Fernando VII a la entrada en aquel país ha<br />

desplegado el despotismo, y la tiranía que caracterizan<br />

a los Reyes, y ha hecho conocer a sus vasallos cuán<br />

dura es su dominación. Según las cartas de Cartagena<br />

venidas en el último Correo, ha mandado degollar<br />

a cuatro de los miembros de las Cortes entre ellos<br />

a Argüelles, ha desterrado a treinta de los mismos,<br />

incluso el Cardenal de Borbón, y ha decretado una<br />

contribución de tres millones de pesos fuertes a<br />

Cádiz: digna recompensa por cierto de los valerosos<br />

esfuerzos que ha hecho aquella Ciudad para quedar<br />

libre del imperio Francés, para conservar al mismo<br />

Fernando el trono de España, y para reconquistar las<br />

Américas. Así pagan los tiranos los más distinguidos,<br />

e importantes servicios, cuando se les modera su<br />

poder. ¿Estaría Fernando en España si Cádiz no<br />

hubiera mantenido con la Francia una lucha de<br />

cinco años, haciendo en ella los mayores sacrificios,<br />

y si hubiera cedido a la fuerza del conquistador?<br />

<strong>La</strong> obstinada resistencia de aquella Plaza, cuando<br />

la Nación entera se hallaba subyugada, dio tiempo<br />

a que las otras potencias de Europa convencidas de<br />

la preponderancia, que Napoleón Bonaparte había<br />

adquirido sobre ellas se aliasen, tomasen a su cargo<br />

establecer el equilibrio continental, formasen a este<br />

efecto ejércitos formidables, y diesen a aquel temible<br />

conquistador las acciones, con que se nos asegura<br />

haberse desplomado su poder colosal, saliendo<br />

Colección Bicentenario 203


por este medio el ingrato Fernando de la prisión,<br />

degradación, y oprobio en que estaba sumergido,<br />

y restituyéndose a sus dominios. Pero aquel todo<br />

lo olvida al entrar en su Reino: quita de en medio<br />

del tiempo las escenas pasadas; no se acuerda de la<br />

sangre de sus vasallos derramada en su rescate, de<br />

los caudales erogados con el mismo objeto, ni de la<br />

devastación, y demás calamidades sufridas en aquellos<br />

países por haberlos abandonado infamemente en las<br />

circunstancias más apuradas: sólo trata de oprimir<br />

a los Pueblos, de hacer renacer el más espantoso<br />

despotismo, de hollar sus más sagrados derechos,<br />

de aumentar su consternación con espectáculos<br />

sangrientos, y dolorosos, y con exorbitantes<br />

contribuciones. ¿Y deberá la América sujetarse a<br />

un tirano, que como otro Nerón se complace en ver<br />

gemir su propia Patria agobiada de sus crueldades?<br />

¿Podremos prometernos que sea humano para con<br />

nosotros, el que no lo ha sido para con sus propios<br />

paisanos? Este sería un cálculo contrario a la razón,<br />

y por lo mismo aun cuando nuestra emancipación<br />

no tuviera los más poderosos apoyos fundados en<br />

la misma naturaleza, el evadir los males que hoy<br />

oprimen a la España sería razón sobrada para que se<br />

graduara de justa, y de necesaria; conservemos pues<br />

la preciosa independencia con resolución constante,<br />

y no nos sujetemos de nuevo a crueldades de que con<br />

heroicos esfuerzos hemos sabido librarnos.<br />

<strong>La</strong>s mismas cartas de Cartagena aseguran que en<br />

las gazetas Inglesas con referencia a las de Génova<br />

se dice, que Carlos IV ha reclamado los dominios de<br />

España y que ha hecho gestiones con los aliados para<br />

que se le ponga en posesión de ellos. Si esta noticia<br />

es cierta aquella Nación se ve hoy envuelta en tres<br />

partidos formidables. Los liberales por una parte<br />

se empeñan en el sostenimiento de la Constitución,<br />

Fernando por otra en gobernar con un poder absoluto,<br />

y despótico, y Carlos en destronar al hijo de María<br />

204<br />

Colección Bicentenario


Luisa. ¿A cuál de estos Reyes obedecerán los adictos<br />

a la Monarquía? Ambos se consideran con iguales<br />

derechos para reinar. El primero se cree despojado de<br />

la corona que obtenía por una transmisión, que llama<br />

legítima, el segundo se juzga Sr. de ella a virtud de una<br />

renuncia, y de la proclamación de los pueblos. ¡Qué<br />

situación tan crítica para los serviles de América! Si<br />

sostienen a Carlos abandonan a Fernando, y si siguen<br />

a este se oponen a las miras de aquel, y en uno y otro<br />

caso con el objeto de la detestación de los Patriotas.<br />

¿No les estaría mejor sostener la independencia de<br />

los pueblos, y hacer con estos una sola causa? Esta<br />

medida los haría dignos de las consideraciones del<br />

Americano libre, y su posteridad alabaría un día tan<br />

justa resolución, cuando de los tiranos no pueden<br />

esperar ni para sí mismos, ni para esta última sino<br />

oprobio, degradación, extorsiones, injusticias,<br />

servidumbre…..<br />

[“España”, Gazeta Ministerial de Cundinamarca, nº 194,<br />

Octubre 6 de 1814, Santafé de Bogotá]<br />

Comentarios publicados en El Argos de la Nueva<br />

Granada respecto al decreto de Fernando 7°<br />

reasumiendo el trono. 1815, Junio 4.<br />

COMENTARIO al Decreto de Fernando 7º de<br />

España dado en Valencia a 4 de Mayo de 814.<br />

El Rey (1)<br />

Desde que la Divina Providencia por medio de la<br />

renuncia espontánea(2) y solemne de mi augusto<br />

Padre, me puso en el trono de mis mayores(3) del<br />

cual me tenía ya jurado sucesor el Reino por sus<br />

Procuradores, juntos en Cortes,(4) según fuero y<br />

costumbre de la Nación Española usados de largo<br />

tiempo; y desde aquel fausto día en que entré en la<br />

Capital, en medio de las más sinceras demostraciones<br />

de amor y lealtad(5) con que el Pueblo de Madrid<br />

Colección Bicentenario 205


salió a recibirme, imponiendo esta manifestación de<br />

su amor a mi Real Persona a las huestes Francesas,<br />

que con achaque de amistad se habían adelantado<br />

apresuradamente hasta ella, siendo un presagio<br />

de lo que un día ejecutaría este heroico Pueblo por<br />

su Rey y por su honra,(6) y dando el ejemplo que<br />

noblemente siguieron todos los demás del Reino:<br />

desde aquel día, pues, puse en mi real ánimo, para<br />

responderá tan leales sentimientos y satisfacer a las<br />

grandes obligaciones en que está un Rey para con<br />

sus Pueblos, dedicar todo mi tiempo al desempeño<br />

de tan augustas funciones, y a reparar los males a<br />

que pudo dar ocasión la perniciosa influencia de un<br />

valido(7) durante el reinado anterior. Mis primeras<br />

manifestaciones(8) se dirigieron a la restitución de<br />

varios Magistrados y de otras personas a quienes<br />

arbitrariamente se había separado de sus destinos;<br />

pero la dura situación de las cosas y la perfidia de<br />

Bonaparte, de cuyos crueles efectos quise, pasando<br />

a Bayona,(9) preservar a mis pueblos, apenas dieron<br />

lugar a más. Reunida allí la Real Familia, se cometió<br />

en toda ella, y señaladamente en mi Persona, un tan<br />

atroz atentado, que la historia de las Naciones cultas<br />

no presenta otro igual,(10) así por sus circunstancias<br />

como por la serie de sucesos que allí pasaron; y<br />

violado en lo más alto el sagrado Derecho de gentes,<br />

fui privado de mi libertad, y de hecho del Gobierno<br />

de mis Reinos, y trasladado a un Palacio con mis<br />

muy caros hermano y tío, sirviéndonos de decorosa<br />

prisión, casi por espacio de seis años, aquella estancia.<br />

En medio de esta aflicción siempre estuvo presente a<br />

mi memoria el amor y lealtad de mis pueblos, y era<br />

gran parte de ella la consideración de los infinitos<br />

males(11) a que quedaban expuestos: rodeados<br />

de enemigos; casi desprovistos de todo para poder<br />

resistirles; sin Rey y sin un Gobierno de antemano<br />

establecido, que pudiese poner en movimiento y reunir<br />

a su voz las fuerzas de la Nación y dirigir su impulso<br />

y aprovechar los recursos del Estado para combatir<br />

206<br />

Colección Bicentenario


las considerables fuerzas que simultáneamente<br />

invadieron la Península y estaban ya pérfidamente<br />

apoderadas de sus principales plazas.<br />

En tan lastimoso estado expedí(12) en la forma que<br />

rodeado de la fuerza, lo pude hacer, como el único<br />

remedio que quedaba, el Decreto de 5 de Mayo de<br />

1808, dirigido al Consejo de Castilla, y en su defecto<br />

a cualquiera Chancillería o Audiencia que se hallase<br />

en libertad, para que se convocasen las Cortes; las<br />

cuales únicamente(13) se habrían de ocupar por<br />

el pronto en proporcionar los arbitrios y subsidios<br />

necesarios para atender a la defensa del Reino,<br />

quedando permanentes para lo demás que pudiese<br />

ocurrir; pero este mi Real Decreto por desgracia no<br />

fue conocido entonces. Y aunque después lo fue, las<br />

Provincias proveyeron, luego que llegó a todas la<br />

noticia de la cruel escena provocada en Madrid por<br />

el Jefe de las tropas francesas en el memorable día<br />

dos de Mayo, a su Gobierno por medio de las Juntas<br />

que crearon. Acaeció en esto la gloriosa batalla de<br />

Bailén: los franceses huyeron hasta Vitoria, y todas<br />

las Provincias y la Capital me aclamaron de nuevo<br />

Rey de Castilla y de León en la forma(14) con que lo<br />

han sido los Reyes mis augustos predecesores. Hecho<br />

reciente, de que las medallas acuñadas por todas partes<br />

dan verdadero testimonio, y que han confirmado<br />

los pueblos por donde pasé a mi vuelta de Francia,<br />

con la efusión de sus vivas,(15) que conmovieron la<br />

sensibilidad de mi corazón, a donde se grabaron para<br />

no borrarse jamás. De los Diputados que nombraron<br />

las Juntas se formó la Central, quien ejerció en mi<br />

real nombre todo el poder de la Soberanía desde<br />

Septiembre de 1808 hasta Enero de 1810, en cuyo<br />

mes se estableció el primer Consejo de Regencia,<br />

donde se continuó el ejercicio de aquel poder hasta el<br />

día 24 de Septiembre del mismo año, en el cual fueron<br />

instaladas en la Isla de León las Cortes llamadas<br />

generales y extraordinarias, concurriendo al acto del<br />

Colección Bicentenario 207


juramento, en que prometieron conservarme todos<br />

mis dominios, como a su Soberano, 104 Diputados,<br />

a saber: 57 propietarios y 47 suplentes, como<br />

consta del acta que certificó el Secretario de Estado<br />

y del Despacho de Gracia y Justicia, D. Nicolás<br />

María de Sierra. Pero a estas Cortes, convocadas<br />

de un modo jamás usado en España,(16) aun en<br />

los casos más arduos y en los tiempos turbulentos<br />

de minoridades de Reyes, en que ha solido ser más<br />

numeroso el concurso de Procuradores que en las<br />

Cortes comunes y ordinarias, no fueron llamados<br />

los estados de Nobleza y Clero,(17) aunque la Junta<br />

Central lo había mandado, habiéndose ocultado con<br />

arte al Consejo de Regencia este decreto, y también<br />

que la Junta la había asignado la Presidencia de las<br />

Cortes: prerrogativa de la Soberanía que no habría<br />

dejado la Regencia al arbitrio del Congreso, si de<br />

él hubiese tenido noticia. Con esto quedó todo a la<br />

disposición de las Cortes, las cuales en el mismo<br />

día de su instalación y por principio de sus actas,<br />

me despojaron de la soberanía,(18) poco antes<br />

reconocida por los mismos Diputados, atribuyéndola<br />

nominalmente a la Nación para apropiársela a sí ellos<br />

mismos, y dar a esta después, sobre tal usurpación,<br />

las leyes que quisieron,(19) imponiéndole el yugo<br />

de que forzosamente las recibiese de una nueva<br />

Constitución, que sin poder de Provincia, Pueblo ni<br />

Junta, y sin noticia de las que se decían representadas<br />

por los suplentes de España e Indias, establecieron los<br />

Diputados y ellos mismos sancionaron y publicaron<br />

en 1812.—<br />

Este primer atentado contra las prerrogativas del<br />

Trono,(20) abusando del nombre de la Nación, fue<br />

como la base de los muchos que a este siguieron; y<br />

a pesar de la repugnancia de muchos Diputados, tal<br />

vez del mayor número, fueron adoptados y elevados<br />

a Leyes, que llamaron fundamentales, por medio de<br />

la gritería, amenazas y violencias de los que asistían<br />

208<br />

Colección Bicentenario


a las galerías de las Cortes, con que se imponía y<br />

aterraba; y a lo que era verdaderamente obra de una<br />

facción,(21) se le revestía del especioso colorido de<br />

voluntad general, y por tal se hizo pasar la de unos<br />

pocos sediciosos, que en Cádiz y después en Madrid,<br />

ocasionaron a los buenos, cuidados y pesadumbre.<br />

Estos hechos son tan notorios que apenas hay uno<br />

que los ignore, y los mismos Diarios de las Cortes<br />

dan harto testimonio de todos ellos. Un modo de<br />

hacer leyes, tan ajeno de la Nación española, dio lugar<br />

a la alteración de las buenas leyes con que en otro<br />

tiempo fue respetada y feliz.(22) A la verdad casi toda<br />

la forma de la antigua Constitución de la Monarquía<br />

se innovó, y copiando los principios revolucionarios y<br />

democráticos de la Constitución francesa de 1791,(23)<br />

y faltando a lo mismo que se anuncia al principio de<br />

la que se formó en Cádiz, se sancionaron, no Leyes<br />

fundamentales de una Monarquía moderada, sino las<br />

de un Gobierno popular, con un Jefe o Magistrado,<br />

mero ejecutor delegado, que no Rey, aunque allí se le<br />

dé este nombre para alucinar y seducir a los incautos<br />

y a la Nación.<br />

Con la misma falta de libertad se firmó y juró esta<br />

nueva Constitución, y es conocido de todos, no solo<br />

lo que pasó con el respetable Obispo de Orense, pero<br />

también la pena con que a los que no la firmasen y<br />

jurasen se amenazó.(24) Para preparar los ánimos<br />

a recibir tamañas novedades, especialmente las<br />

respectivas a mi Real Persona y prerrogativas del<br />

Trono, se procuró por medio de los papeles públicos,<br />

en algunos de los cuales se ocupaban Diputados<br />

de Cortes, y abusando de la libertad de imprenta<br />

establecida por estas, hacer odioso el poderío Real,<br />

dando a todos los derechos de la Majestad el nombre<br />

de despotismo, haciendo sinónimos los de Rey y<br />

Déspota, y llamando tiranos a los Reyes:(25) al mismo<br />

tiempo en que se perseguía cruelmente a cualquiera<br />

que tuviese firmeza para contradecir o siquiera<br />

Colección Bicentenario 209


disentir de este modo de pensar revolucionario<br />

y sedicioso; y en todo se afectó el democratismo,<br />

quitando del Ejército y Armada, y de todos los<br />

establecimientos que de largo tiempo hablan llevado<br />

el título de Reales, este nombre, y sustituyendo el<br />

de Nacionales, con que se lisonjeaba al pueblo:(26)<br />

quien a pesar de tan perversas artes conservó, por su<br />

natural lealtad, los buenos sentimientos que siempre<br />

formaron su carácter.<br />

De todo esto luego que entré dichosamente en el<br />

Reino fui adquiriendo fiel noticia y conocimiento, parte<br />

por mis propias observaciones, parte por los papeles<br />

públicos, donde hasta estos días con impudencia se<br />

derramaron especies tan groseras e infames acerca<br />

de mi venida y mi carácter,(27) que aun respecto de<br />

cualquier otro serían muy graves ofensas, dignas<br />

de severa demostración y castigo. Tan inesperados<br />

hechos llenaron de amargura mi corazón, y solo<br />

fueron parte para templarla las demostraciones de<br />

amor de todos los que esperaban mi venida, para<br />

que con mi presencia pusiese fin a estos males y a la<br />

opresión en que estaban los que conservaron en su<br />

ánimo la memoria de mi persona, y suspiraban por<br />

la verdadera felicidad de la Patria.(28) Yo os juro y<br />

prometo(29) a vosotros, verdaderos y leales españoles,<br />

al mismo tiempo que me compadezco de los males que<br />

habéis sufrido, no quedareis defraudados en vuestras<br />

nobles esperanzas. Vuestro Soberano quiere serlo<br />

para vosotros, y en esto coloca su gloria en serlo de<br />

una Nación heroica, que con hechos inmortales se ha<br />

granjeado la admiración de todas, y conservado su<br />

libertad y su honra.<br />

Aborrezco y detesto el despotismo:(30) ni las luces<br />

y cultura de las Naciones de Europa lo sufren ya; ni<br />

en España fueron déspotas jamás sus Reyes,(31) ni<br />

sus buenas leyes y Constitución lo han autorizado,<br />

aunque por desgracia de tiempo en tiempo se hayan<br />

210<br />

Colección Bicentenario


visto, como por todas partes, y en todo lo que es<br />

humano, abusos de poder, que ninguna Constitución<br />

posible podrá precaver del todo; ni fueron vicios de<br />

la que tenía la Nación, sino de personas y efectos<br />

de tristes, pero muy rara vez vistas, circunstancias<br />

que dieron lugar y ocasión a ellos. Todavía, para<br />

precaverlos cuanto sea dado a la previsión humana, a<br />

saber, conservando el decoro de la dignidad Real y sus<br />

derechos, pues los tiene de suyo, y los que pertenecen<br />

a los pueblos, que son igualmente inviolables, Yo<br />

trataré con sus Procuradores de España y de las<br />

Indias:(32) y en Cortes legítimamente congregadas,<br />

compuestas de unos y otros, lo más pronto que<br />

restablecido el orden y los buenos usos en que ha<br />

vivido la Nación, y con su acuerdo han establecido<br />

los Reyes mis augustos predecesores, las pudiere<br />

juntar; se establecerá sólida y legítimamente, cuanto<br />

convenga al bien de mis Reinos, para que mis vasallos<br />

vivan prósperos y felices,(33) en una religión y un<br />

imperio estrechamente unidos en indisoluble lazo:<br />

en lo cual, y en solo esto, consiste la felicidad<br />

temporal de un Rey y un Reino(34) que tienen por<br />

excelencia el título de Católicos; y desde luego se<br />

pondrá mano en preparar y arreglar lo que parezca<br />

mejor para la reunión de estas Cortes, donde espero<br />

queden afianzadas las bases de la prosperidad de mis<br />

súbditos que habitan en uno y otro Hemisferio.<br />

<strong>La</strong> libertad y seguridad individual y real(35) quedarán<br />

firmemente aseguradas por medio de Leyes que,<br />

afianzando la pública tranquilidad y el orden,<br />

dejen a todos la saludable libertad, en cuyo goce<br />

imperturbable que distingue a un Gobierno moderado<br />

de un Gobierno arbitrario y despótico, deben vivir<br />

los ciudadanos que están sujetos a él. De esta justa<br />

libertad gozarán también todos para comunicar por<br />

medio de la Imprenta sus ideas y pensamientos, dentro, a<br />

saber, de aquellos límites que la sana razón soberana<br />

Colección Bicentenario 211


e independientemente prescribe a todos para que<br />

no degenere en licencia, pues el respeto que se debe<br />

a la Religión y al Gobierno, y el que los hombres<br />

mutuamente deben guardar entre sí, en ningún<br />

Gobierno culto se puede razonablemente permitir<br />

que impunemente se atropelle y quebrante. Cesará<br />

también toda sospecha de disipación de las rentas<br />

del Estado, separando la Tesorería de lo que se asignare<br />

para los gastos que exijan el decoro de mi Real Persona<br />

y Familia y el de la Nación a quien tengo la gloria<br />

de mandar, de la de las rentas que con acuerdo del<br />

Reino se impongan y asignen para la conservación<br />

del Estado, en todos los ramos de su administración.<br />

Y las leyes, que en lo sucesivo hayan de servir de norma<br />

para las acciones de mis súbditos, serán establecidas<br />

con acuerdo de las Cortes. Por manera que estas<br />

bases pueden servir de seguro anuncio de mis Reales<br />

intenciones en el Gobierno de que me voy a encargar,<br />

y harán conocer a todos no un déspota ni un tirano,<br />

sino un Rey y un Padre de sus vasallos. Por tanto,<br />

habiendo oído lo que unánimemente me han informado<br />

personas respetables por su celo y conocimientos, y<br />

lo que acerca de cuanto aquí se contiene se me ha<br />

expuesto en representaciones que de varias partes<br />

del Reino se me han dirigido, en las cuales se expresa<br />

la repugnancia y disgusto con que así la Constitución<br />

formada en las Cortes generales y extraordinarias,<br />

como los demás establecimientos políticos de nuevo<br />

introducidos, son mirados en las Provincias; los<br />

perjuicios y males que han venido de ellos, y se<br />

aumentarían si Yo autorizase con mi consentimiento<br />

y jurase aquella Constitución: conformándome<br />

con tan decididas y generales demostraciones de<br />

la voluntad de mis pueblos, y por ser ellas justas y<br />

fundadas, declaro: que mi Real ánimo es no solamente<br />

no jurar ni acceder a dicha Constitución ni a Decreto<br />

alguno de las Cortes generales y extraordinarias y<br />

de las ordinarias actualmente abiertas, a saber: los<br />

que sean depresivos de los derechos y prerrogativas<br />

212<br />

Colección Bicentenario


de mi Soberanía, establecidos por la Constitución y<br />

las leyes en que de largo tiempo la Nación ha vivido,<br />

sino el declarar aquella Constitución y tales decretos<br />

nulos y de ningún valor ni efecto, ahora ni en tiempo<br />

alguno, como si no hubiesen pasado jamás tales actos, y se<br />

quitasen de en medio del tiempo, y sin obligación en mis<br />

pueblos y súbditos de cualquiera clase y condición,<br />

a cumplirlos ni guardarlos. Y como el que quisiese<br />

sostenerlos y contradijere esta mi Real declaración,<br />

tomada con dicho acuerdo y voluntad, atentaría<br />

contra las prerrogativas de mi Soberanía y la felicidad<br />

de la Nación, y causaría turbación y desasosiego en<br />

mis Reinos, declaro reo de lesa Majestad a quien tal<br />

osare o intentare, y que como a tal se le imponga la<br />

pena de la vida, ora lo ejecute de hecho, ora por escrito<br />

o de palabra, moviendo o incitando, o de cualquier<br />

modo exhortando y persuadiendo a que se guarden<br />

y observen dicha Constitución y Decretos. Y para<br />

que entretanto que se restablece el orden, y lo que<br />

antes de las novedades introducidas se observaba en<br />

el Reino, acerca de lo cual sin pérdida de tiempo se<br />

irá proveyendo lo que convenga, no se interrumpa<br />

la administración de justicia, es mi voluntad que<br />

entretanto continúen las Justicias ordinarias de<br />

los Pueblos que se hallan establecidas, los Jueces<br />

de Letras a donde los hubiere, y las Audiencias,<br />

Intendentes y demás Tribunales de Justicia en la<br />

Administración de ella; y en lo político y gubernativo<br />

los Ayuntamientos de los pueblos según de presente<br />

están, y entretanto que se establece lo que convenga<br />

guardarse, hasta que, oídas las Cortes que llamaré, se<br />

asiente el orden estable de esta parte del Gobierno<br />

del Reino. Y desde el día en que este mi Decreto se<br />

publique y fuere comunicado al Presidente que a la<br />

sazón lo sea de las Cortes, que actualmente se hallan<br />

abiertas, cesarán estas en sus sesiones; y sus actas y<br />

las de las anteriores, y cuantos expedientes hubiere<br />

en su Archivo y Secretaría, o en poder de cualesquiera<br />

individuos, se recojan por la persona encargada de<br />

Colección Bicentenario 213


la ejecución de este mi Real Decreto; y se depositen<br />

por ahora en la Casa de Ayuntamiento de la Villa<br />

de Madrid, cerrando y sellando la pieza donde se<br />

coloquen; los Libros de su biblioteca se pasarán a la<br />

Real; y a cualquiera que tratare de impedir la ejecución<br />

de esta parte de mi Real Decreto, de cualquier<br />

modo que lo haga, igualmente le declaro reo de lesa<br />

Majestad, y que como a tal se le imponga la pena de la<br />

vida. Y desde aquel día cesará en todos los Juzgados<br />

del Reino el procedimiento en cualquier causa que se<br />

halle pendiente por infracción de Constitución; y los<br />

que por tales causas se hallaren presos o de cualquier<br />

modo arrestados, no habiendo otro motivo justo<br />

según las leyes, sean inmediatamente puestos en<br />

libertad. Que así es mi voluntad, por exigirlo todo así<br />

el bien y la felicidad de la Nación. Dado en Valencia, a<br />

4 de Mayo de 1814. —Yo el Rey. — Como Secretario<br />

del Rey con ejercicio de Decretos, y habilitado<br />

especialmente para este. Pedro de Macanaz.<br />

1. El Rey. —Este es el título con que se anuncian los<br />

tiranos, cuando al publicar sus decretos, confían menos<br />

en la equidad y la justicia que debiera acompañarlos,<br />

que en la ignorancia y supersticiosa credulidad de los<br />

pueblos que han de obedecerlos. Los Reyes… ¡he aquí<br />

los genios malhechores que han desolado la tierra,<br />

trastornado los imperios, convertido el esplendor de<br />

las Repúblicas en una soledad de luto y de ruinas, y<br />

reducido las naciones a la inercia de la muerte! ¿Dónde<br />

está esa sabia Grecia centro del genio y de las bellas<br />

artes? ¿Qué se hizo esa orgullosa Roma que dio sus<br />

leyes a todo el universo? ¿Por qué desaparecieron tan<br />

pronto Reinos que parecían tan firmes, Repúblicas<br />

que debieron ser eternas? ¿En dónde existen los<br />

soberbios monumentos del poder y de la grandeza de<br />

los dos vastos imperios de México y el Perú? Todo ha<br />

desaparecido bajo el mortal influjo de los Reyes: sus<br />

pasiones como un torrente de fuego que se precipita<br />

desde la cima de un volcán encendido, todo lo han<br />

214<br />

Colección Bicentenario


arrasado; y las páginas de la historia presenta a cada<br />

línea los estigmas indelebles de la ferocidad de estos<br />

monstruos. ¿Y había todavía pueblos tan estúpidos<br />

o tan imbéciles que no conozcan la verdadera causa<br />

de sus males? <strong>La</strong> situación espantosa de la Europa;<br />

veinte años de escenas las más sangrientas, en que se<br />

han acumulado millones de víctimas para satisfacer<br />

la ambición y el orgullo de media docena de Reyes,<br />

no bastará todavía a desengañarlos? Pero cuando la<br />

experiencia de tantos siglos no fuese suficiente para<br />

despertar a los pueblos del sueño de la indolencia,<br />

el primer decreto con que Fernando 7º ha señalado<br />

su entrada en España, debe servirles de lección muy<br />

importante, como que él es un testimonio irrefragable<br />

de la ingratitud, de la injusticia y del despotismo de<br />

los Reyes, y un nuevo fundamento que justifica más<br />

la sagrada causa de la América.<br />

2. Renuncia espontánea. —Bien conocidas son de<br />

todo el Mundo las escenas representadas en Aranjuez<br />

en Marzo de 808. Apurada la paciencia del pueblo<br />

Español, viéndose sin gobierno, sin protección, y<br />

entregado a la merced de los extranjeros, en su<br />

desesperación creyó que debía vengar sus males sobre<br />

los que miraba como autores de ellos. Godoy era el<br />

primer objeto de la execración y el odio público: él<br />

iba a perecer en el teatro mismo de su grandeza y<br />

de sus desordenes, víctima de un pueblo justamente<br />

enfurecido, cuando Carlos 4º y María Luisa, o por<br />

temor de los efectos de un tumulto que debía refluir<br />

sobre ellos, o por compasión hacia la persona de un<br />

favorito sin el cual no sabían reinar, creyeron calmar<br />

la tempestad abdicando el trono en su sucesor ¿Pero<br />

una renuncia hecha en tales circunstancias, y en medio<br />

de la efervescencia de un pueblo amotinado, podrá<br />

llamarse espontánea? ¿Podrá serlo en un hijo, a quien<br />

su mismo Padre lo publicó poco antes a la faz de toda<br />

la Europa como un asesino y un parricida? Lo cierto<br />

es que Carlos 4º reclamó contra la abdicación luego<br />

Colección Bicentenario 215


que pudo hacerlo en seguridad, y la declaración de<br />

esta nulidad fue uno de los primeros actos de la Junta<br />

de Bayona.<br />

3. El trono de mis mayores. —Si el derecho del trono<br />

no es otra cosa que la facultad de ejercer el poder<br />

supremo de una nación, conforme a las reglas que<br />

ella misma ha fijado, los tronos no son de los Reyes<br />

sino de las naciones. El Monarca que desconociendo<br />

esta verdad, juzga que el trono o el poder es una<br />

propiedad suya, y la nación su patrimonio, desde<br />

luego es un tirano y un verdadero enemigo de la<br />

libertad pública.<br />

4. Por Procuradores juntos en Cortes. —Siendo<br />

evidente que desde poco antes del descubrimiento<br />

de la América no se celebran Cortes en España, esta<br />

expresión del decreto solo puede referirse a la Junta<br />

de diez y seis o veinte individuos que por gracia<br />

particular de los Reyes nombrarán algunas Ciudades<br />

de la Península para jurar por pura ceremonia al<br />

Príncipe de Asturias. Los tales Procuradores ni por<br />

su número ni por la forma con que eran elegidos,<br />

ni por las facultades de que iban revestidos, jamás<br />

pudieron considerarse como Representantes de la<br />

nación, ni como órganos legítimos de la voluntad<br />

general: mucho menos con respecto a la América,<br />

con quien jamás se contó para semejantes actos, y<br />

a cuyos habitantes, aunque superiores en número y<br />

en riqueza a los de la Península, siempre se les miró<br />

como esclavos, o como siervos adscripticios.<br />

5. Demostraciones de amor y lealtad. —Pueblos<br />

corrompidos son incapaces de pasarse sin su Señor;<br />

pueblos envejecidos en el despotismo y a quienes la<br />

cruel superstición ha hecho creer que sus opresores<br />

son Dioses, o Vicarios de los Dioses; que sus cadenas<br />

han bajado del Cielo, juzgan en medio de sus más<br />

216<br />

Colección Bicentenario


grandes calamidades que mejorarán de suerte<br />

mudando de tiranos; y en su ilusión pasajera, ellos<br />

se entregan a demostraciones de júbilo. El pueblo de<br />

Madrid, en la desesperación a que los redujeron los<br />

horribles males del escandaloso reinado de Carlos<br />

4º, miraba la exaltación de su hijo al trono como<br />

el término de sus infortunios y el principio de su<br />

prosperidad. Semejante a un enfermo que variando<br />

de postura cree aliviar su dolor, el pueblo español<br />

mudando de tiranos esperaba que cesase la tiranía; y<br />

de aquí nacieron sus demostraciones por Fernando.<br />

¡Qué engaño! El árbol había sido cortado y no<br />

arrancado de raíz, y era preciso que el fructificarse!<br />

Sí: la conducta de Fernando, sus aspiraciones bien<br />

pronunciadas en este decreto, harán que el pueblo<br />

Español se arrepienta de sus demostraciones y que<br />

exclame como Cicerón después de la muerte de César,<br />

¡O dii boni, tirannus occidit, tirannis vivit.<br />

6. Por su Rey y por su honra. —<strong>La</strong> lucha de la España<br />

habría sido más gloriosa y más heroica su constancia,<br />

si ella hubiese combatido por su libertad y su<br />

independencia. Pero derramar torrentes de sangre y<br />

hacer todo género de sacrificios por un Rey, y por<br />

un Rey a quien apenas conocía, y de cuyos talentos<br />

y virtudes para reinar no tenía ella prueba alguna,<br />

era ciertamente el último grado de la insensatez.<br />

Así lo sentían los Españoles prudentes, los que no<br />

olvidaban que los Borbones habían causado la ruina<br />

de la nación. Pero era preciso mantener el nombre de<br />

Fernando para que las Américas no se les escapasen<br />

de las manos. ¿Y qué ha sucedido de aquí? Lo que<br />

estaba en el orden de los principios eternos de la<br />

justicia: que un pueblo que no respeta la libertad de<br />

sus hermanos, jamás podrá mantener la suya propia:<br />

y que ese mismo Fernando en cuyo nombre se han<br />

sacrificado en el nuevo mundo tantas víctimas, debía<br />

vengar en la Península nuestros males.<br />

Colección Bicentenario 217


7. <strong>La</strong> perniciosa influencia de un Valido. —En España<br />

no habrían habido validos, ni estos hubieran cometido<br />

tan enormes abusos, si, los mismos Reyes no los<br />

hubiesen autorizado para cometerlos. Pero este es<br />

uno de los vicios inherentes a todas las Monarquías:<br />

pues si se consulta su historia, se hallará que en<br />

todos tiempos y en todos los países, los déspotas en<br />

el fastidio de la molicie y de la pereza, han tenido<br />

favoritos privilegiados, que siendo los cómplices de<br />

sus abominables desordenes, han sido también los<br />

crueles opresores de Pueblos desgraciados, que no<br />

tuvieron valor bastante para vengar sus ultrajes.<br />

8. Mis primeras manifestaciones. —Los primeros<br />

hechos de un Príncipe no son el garante más seguro<br />

de su conducta futura. Nerón, al principio de su<br />

Reinado mereció por su moderación y su justicia,<br />

que el Senado aplaudiese la sabiduría de su Gobierno<br />

y que los Romanos mirasen como un presente del<br />

Cielo. Pero bien presto corrompido por las lisonjas<br />

de sus cortesanos, se entrego a esa enormidad de<br />

atentados, que formaron el monstruo más odioso que<br />

deshonró jamás la especie humana. El primer paso<br />

de Fernando sería tal vez revocar el destierro de<br />

algunos Magistrados inocentes: pero el segundo ha<br />

sido desconocer la Soberanía de la Nación, reclamar<br />

este derecho en su persona y anular una Constitución,<br />

que sea cual fuese su mérito, los Españoles la miraban<br />

como el haladium de su libertad contra el despotismo<br />

de los Reyes.<br />

9. Pasando a Bayona. —Abandonar el Reino contra<br />

la prohibición de las leyes, y contra el clamor de los<br />

Pueblos; dejar a la nación entregada a merced de<br />

tropas extranjeras y sin esperanzas de seguridad,<br />

¡bello modo por cierto de preservarla de los peligros<br />

con que la amenazaba Bonaparte! Ni Fernando, ni<br />

Carlos, su Padre, fueron a Bayona para contener a<br />

un pérfido, sino para encontrar a un amigo, con<br />

218<br />

Colección Bicentenario


cuyos auxilios contaba cada uno para sus miras<br />

particulares.<br />

10. <strong>La</strong> historia no presenta otro igual. —¡Qué<br />

diferencia entre el tratamiento que Napoleón hizo a<br />

Fernando 7, y el que los Reyes de España permitieron<br />

que se diese a los Emperadores de México y el Perú!<br />

Napoleón recibe a Fernando con bondad, lo trata con<br />

decoro y con un brillante acompañamiento lo manda<br />

a un palacio de Francia, en donde es custodiado con<br />

honor. Montezuma es sorprendido a la mitad del día<br />

en medio de su palacio: desde allí se le conduce preso<br />

a los cuarteles españoles: aquí recibe todo género<br />

de ultrajes los más indignos: aquí derribándolo<br />

en tierra se le pone un par de grillos, mientras su<br />

hijo Qualpopoca, y cinco oficiales del Imperio son<br />

quemados vivos por haber cometido el crimen de<br />

defender la libertad de su Patria contra unos fieros<br />

invasores. Ni fue menos ignominiosa y cruel la<br />

suerte del segundo sucesor de Montezuma, el héroe<br />

Guatimozín. Después de los más agudos tormentos<br />

para que descubriese tesoros que él no había ocultado;<br />

sin pruebas y sin forma alguna de juicio fue ahorcado<br />

con los Caciques de Tacuco y de Tacuba las dos<br />

personas más ilustres de su Imperio. ¿Quién podrá<br />

leer sin horror y sin clamar venganza, la historia del<br />

inocente Atahualpa? Al tiempo mismo acompañado<br />

de la más brillante Corte venía a visitar y a ofrecer los<br />

más ricos presentes a su huésped, el bárbaro Pizarro,<br />

este rompiendo la fe del juramento y violando las leyes<br />

de la hospitalidad, se arroja furioso sobre la persona<br />

del Monarca, lo conduce a una estrecha prisión,<br />

y allí lo cargan de cadenas. Montones inmensos<br />

del oro del Perú no bastaron a rescatar la vida del<br />

infeliz Atahualpa: él fue condenado a ser quemado<br />

vivo; y un resto de piedad en sus verdugos hizo que<br />

tan horrible suplicio se cambiase por el garrote. Y<br />

bien, dirá alguno, ¿atentados tan atroces se habrían<br />

borrado de la memoria de Fernando? No: ellos son<br />

Colección Bicentenario 219


muy recientes y muy notables para que pudiesen<br />

olvidarse: pero ellos se cometieron en América, y<br />

en tratándose de América, los Reyes de España y<br />

los Españoles han tenido siempre dos ciencias, dos<br />

medidas y dos balanzas.<br />

11. Infinitos males. —<strong>La</strong> ocupación de España por las<br />

armas francesas, ningunos males debió producir en los<br />

pueblos de América. Abismados estos en la más odiosa<br />

servidumbre, llenos de odio contra sus opresores,<br />

no pudieron menos de bendecir el momento en que<br />

Napoleón encadenado en la Península a los tiranos<br />

de la América, facilitaba a pueblos tan distantes la<br />

ocasión de recobrar sin sangre y sin convulsiones sus<br />

derechos usurpados por tres siglos. Mas a pesar de la<br />

justicia de los Americanos, y de que su revolución era<br />

efecto de acontecimientos en que ellos no tuvieron<br />

parte alguna, han sufrido y sufren infinitos males<br />

por parte de esos mismos Españoles, que al mismo<br />

tiempo que encarecen la gloria de haber resistido a<br />

la dominación de los franceses, se aplauden de sus<br />

crueldades, para perpetuar de sus crueldades, para<br />

perpetuar la suya en América.<br />

12. Expedí rodeado de la fuerza el decreto de 5 de Mayo<br />

de 808. —Tiberio desde la Isla de Caprea donde se<br />

hallaba cubierto de lepra, acosado de enfermedades<br />

crueles y sin poder valerse así mismo, decretaba<br />

proscripciones y expedía órdenes sanguinarias<br />

con que hacía temblar todo el Imperio. Fernando<br />

de Borbón, después de haber dejado los pueblos<br />

expuestos a todos los males de que el mismo hace una<br />

exacta enumeración, y después de haber renunciado<br />

de manos de un Príncipe extranjero la corona que<br />

arrancó de las sienes de su Padre, tiene el arrojó<br />

de expedir desde un país extranjero un decreto tan<br />

tiránico y despótico como el de 4 de Mayo de 814,<br />

un decreto, que como se verá en la siguiente nota,<br />

debía ser un nuevo insulto a la nación en medio de<br />

220<br />

Colección Bicentenario


sus desgracias.<br />

13. Únicamente se habían de ocupar en proporcionar<br />

los arbitrios y subsidios, &c. —He aquí todo objeto<br />

del decreto de Fernando dirigido desde Bayona al<br />

Consejo de Castilla o a cualquiera Chancillería o<br />

Audiencia. Que la nación agotada y reducida a la<br />

miseria por la insaciable codicia de la hidra fiscal<br />

de cien bocas y cien brazos, facilitase recursos,<br />

acumulase tesoros, se quitase el pan de la boca, y<br />

exprimiese hasta la última gota de su sangre; no para<br />

conservar integro e ileso el trono de sus tiranos;<br />

no para defender su libertad y su independencia<br />

que con tanta justicia había recuperado, sino para<br />

conservar su esclavitud y sus cadenas en provecho<br />

de unos déspotas tan estúpidos como ingratos; y en<br />

fin que la nación hiciese todo género de sacrificios<br />

no para proveer a su propia felicidad, no para<br />

desterrar los desórdenes que habían sido la causa de<br />

sus desgracias, sino para perpetuar la usurpación de<br />

sus derechos en una sola familia y tornar pasado el<br />

peligro a su antigua humillante condición. Tal fue<br />

la voluntad de Fernando, tal el decreto que concibió<br />

en Bayona, y tales los consuelos que ofrecía a sus<br />

pueblos en medio de las calamidades que él les había<br />

acarreado voluntariamente. Os mando, os ordeno<br />

decía, que se celebren Cortes: pero Cortes que tengan<br />

solamente por objeto la defensa de mi Reino. Si en<br />

ellas se tratase de declarar los derechos del Pueblo, y<br />

la Soberanía de la nación, de enfrentar el despotismo<br />

de mis abuelos, y de moderar mi autoridad limitada<br />

reformando los abusos políticos, morales y religiosos<br />

sobre que ella se sostiene, desde luego os declaro<br />

rebeldes, traidores, reos de lesa majestad, y dignos<br />

de mi real odio. Si este decreto por fortuna no fue<br />

conocido en 1808, él ha sido repetido y refrendado<br />

en el de 4 de Mayo de 1814, en que Fernando explica<br />

mejor su moderación y los sentimientos benéficos y<br />

justos que ocupan su real animo.<br />

Colección Bicentenario 221


14. En la forma con que lo han sido. —¿A qué<br />

propósito recordará Fernando la forma con que<br />

las Provincias lo aclamaron por Rey, y las de las<br />

monedas que acompañaron a esta proclamación?<br />

El menos advertido percibe en esto dos objetos: el<br />

primero es prevalerse de los hechos de la nación ya<br />

forzados ya involuntarios y nacidos de circunstancias<br />

imprevistas, para pretender legitimar con ellos su<br />

usurpación y borrar si fuese posible de la memoria<br />

de los Españoles el despojo que hizo a su Padre. El<br />

segundo es, recordar que habiendo sido proclamado<br />

Rey en la misma forma que sus predecesores, debía<br />

ser tan orgulloso, tan déspota, y tan arbitrario<br />

como lo habían sido estos, no reconociendo otra<br />

Constitución ni otra ley, que su Real voluntad. Si en<br />

el siglo 19 existe una nación que sufre en paciencia<br />

tan humillantes ultrajes, es preciso confesar que ella<br />

está sumida en una degradación brutal y que Calígula<br />

tenía razón en decir, que o los Reyes eran Dioses o<br />

los pueblos era bestias.<br />

15. <strong>La</strong> efusión de sus vivas. —Pocos Príncipes<br />

habrán recibido tantas vivas, tantas demostraciones<br />

de sus pueblos, como las recibió Napoleón de los<br />

franceses. Sin embargo, apenas los últimos sucesos<br />

de la Francia pusieron en libertad a la nación para<br />

explicar sus verdaderos sentimientos, cuando la<br />

hemos visto derramar copiosamente sobre Napoleón<br />

todo el odio que las bayonetas habían reconcentrado<br />

en el fondo de los corazones, y al que antes llamaban<br />

el salvador de la Francia, el restaurador de sus<br />

altares, el arbitro de los imperios, caracterizarlo de<br />

un tirano más sombrío que Tiberio, más feroz que<br />

Nerón. Bien pudo ser pues que el pueblo español,<br />

arrastrado por la fuerza de sus antiguas habitudes<br />

o alucinado por las falsas persuasiones de la nobleza<br />

y del clero, mirase a Fernando como el libertador,<br />

como el genio tutelar de la nación, y que bajo de este<br />

concepto le ofreciese los homenajes que la justicia ha<br />

222<br />

Colección Bicentenario


eservado a los benefactores de las naciones. ¿Pero<br />

qué dirá este mismo pueblo cuando vea al Monarca<br />

en quien fundaba sus más lisonjeras esperanzas,<br />

y cuyas virtudes desconocidas tanto se le habían<br />

ponderado, que dirá cuando lo mira abrogando la<br />

Constitución, anulando toda reforma, reclamando<br />

el antiguo despotismo, y para realizar tan injustas<br />

como insidiosas ideas, soplando la llama devoradora<br />

de la guerra civil, proscribiendo y degollando a<br />

los primeros padres de la patria, a los verdaderos<br />

amigos del pueblo, y destruyendo en fin con el hacha<br />

de la tiranía los restos que perdonó la espada de<br />

los franceses? Sin ser oráculos, podemos predecir,<br />

que si en España el despotismo no borró hasta las<br />

últimas señales del sentimiento, la libertad renacerá<br />

allí por los mismos medios que en Inglaterra. El<br />

poder inmenso de un Rey, sus injustas pretensiones<br />

hicieron libre a Inglaterra: esta misma inmensidad<br />

hizo nacer el espíritu de unión: la nación entera sintió<br />

que debía llevar su resistencia sobre un solo punto; y<br />

desde entonces, como dice de Loline, la injusticia y la<br />

ambición nada pudieron contra el principio sagrado<br />

de la igualdad primitiva. —Tan cierto es, que la<br />

libertad renace muchas veces del seno mismo de los<br />

tiranos.<br />

16. Jamás usado en España. —<strong>La</strong>s rancias usanzas<br />

de España, las antiguas Cortes, esos monstruos<br />

políticos que aparecieron en los tiempos funestos<br />

del feudalismo y de que apenas había una confusa<br />

memoria en el siglo 18, son las que ahora echa menos<br />

Fernando: Cortes que no podían juntarse sin ser<br />

convocadas por el Rey, y a las cuales podía disolver y<br />

anular cuando su conducta y las resoluciones de sus<br />

asambleas no le convenían: Cortes en que el Rey era<br />

todo y la nación era nada. Supuesto que él hacía y<br />

deshacía las leyes a su arbitrio, establecía impuestos<br />

sin consentimiento de la nación, y sin darle cuenta;<br />

y levantaba una fuerza armada permanente, para<br />

Colección Bicentenario 223


que a la menor señal tratase a los Ciudadanos como<br />

enemigos: y Cortes en fin, cuyos vicios orgánicos las<br />

hacían más propias para alentar las prestaciones del<br />

despotismo que para refrenarlas; son las Cortes que se<br />

usaron alguna vez en España. Más para qué recordar<br />

los usos y antiguas prácticas donde debe hablar la<br />

Constitución? Constitución en España!!!! Jamás se<br />

conocieron otras que las monacales para el régimen<br />

nunca observado de esa multitud de conventos y<br />

monasterios de que estaba plagada la Península. Pero<br />

Constitución política, leyes fundamentales en que<br />

se definiese, determinase y circunscribiese el poder<br />

público, era una cosa tan desconocida y exótica en<br />

España, como lo puede ser el símbolo católico en<br />

Constantinopla. El Gobierno, los derechos y la<br />

suerte de los pueblos, dependían de la casualidad, de<br />

las conveniencias del momento, del capricho de los<br />

déspotas o del interés de sus favoritos.<br />

17. No fueron llamados los Estados de Nobleza y<br />

Clero. —Este es todo el misterio: aquí se descubre<br />

la causa que ha producido el decreto, el espíritu que<br />

lo ha dictado, y los fines a que él se dirige. Cortes<br />

que no sean compuestas de los estamentos u órdenes<br />

de la Nobleza y del Clero, sino de representantes<br />

de la nación sin diferencia de clases; Cortes en que<br />

las clases que se llaman privilegiadas no deliberen<br />

por sí solas sobre sus pretendidos derechos, con<br />

exclusión del pueblo, que es el que forma la nación<br />

y el verdadero cuerpo del Estado; Cortes en que la<br />

nobleza y el clero no gocen de una influencia poderosa<br />

sobre el Monarca para arrancarle privilegios tan<br />

injustos como perjudiciales al bien y a la prosperidad<br />

del pueblo; son Cortes en el concepto de Fernando<br />

desusadas, desconocidas en España, y por lo mismo<br />

calificadas de sediciosas, y sus miembros perseguidos<br />

como rebeldes. —Esta era la opinión de los Serviles,<br />

es decir de los grandes y de los prelados en la<br />

ausencia de Fernando, y esta misma la que después<br />

224<br />

Colección Bicentenario


de su restitución al trono le persuadieron a que la<br />

abrazase y la sostuviese con la fuerza, porque ella<br />

es conforme a la viciosa Constitución de España,<br />

y a los intereses personales del Monarca y de los<br />

Serviles. Conforme a la viciosa Constitución de<br />

España; porque hasta la revolución no hubo allí<br />

otro régimen que el horroroso del feudalismo, que<br />

consistía esencialmente en una escala gradual de<br />

superioridad desde los últimos vasallos hasta los<br />

grandes Señores, y grandes oficiales de la Corona,<br />

grandes que gozaban de todas las riquezas, de todo<br />

el poder, mientras que las noventa partes de la nación<br />

en la clase de vasallos y feudatarios, gemían en la<br />

esclavitud, y morían en la estupidez y en la miseria.<br />

Conforme a los intereses del Monarca; porque en<br />

todas las monarquías, y especialmente en España, los<br />

Reyes se unieron siempre con los grandes, los nobles<br />

y el clero para oprimir al Pueblo, empobrecerlo, y<br />

reducirlo a la incapacidad de sentir y reclamar sus<br />

derechos. Conforme en fin a los intereses de estas<br />

clases privilegiadas; porque ellas lisonjearon siempre<br />

el orgullo de los Reyes, respetaron y santificaron sus<br />

usurpaciones, a fin de mantener en toda plenitud el<br />

despotismo y el poder arbitrario que debía conservar<br />

sus enormes privilegios e injustas pretensiones. <strong>La</strong><br />

vil ambición de mandar hacía que el clero y la nobleza<br />

se humillasen a los tiranos, y que prostituyesen la<br />

virtud y el honor, por obtener honores, títulos y<br />

dignidades. —Por eso decía Mirabeau hablando de<br />

la división en órdenes o estamentos: “que ella es<br />

una invención verdaderamente sublime para fijar<br />

constitucionalmente el egoísmo en el Sacerdocio,<br />

el orgullo en el patriciado, la bajeza en el pueblo,<br />

la división entre todos los intereses, la corrupción<br />

en todas las clases, la codicia en todas las almas,<br />

y el despotismo ministerial”. Este trastorno,<br />

esta corrupción es la que desean Fernando y sus<br />

Consejeros; porque la corrupción y los vicios han<br />

sido siempre el principal apoyo de los tiranos.<br />

Colección Bicentenario 225


18. Me despojaron de la soberanía. —Que en los<br />

siglos de confusión para el género humano en que<br />

no conociéndose otro derecho que el del más fuerte,<br />

otro arte que el de la guerra, ni otra política que la<br />

de subyugar, oprimir y hacer pueblos esclavos, las<br />

naciones pervertidas por un fanatismo insensato,<br />

fastidiadas de guerras bárbaras o cansadas del espíritu<br />

de división, se arrojasen en manos de un tirano, lo<br />

reconociesen como un soberano, y lo proclamasen<br />

como su Legislador, era ciertamente un error y una<br />

calamidad; pero error y calamidad que no debían<br />

parecer extraños en unos tiempos desgraciados, en<br />

que los derechos de los pueblos eran desconocidos,<br />

y los principios de los Gobiernos generalmente<br />

atroces. Pero que en el siglo 19, en que los principios<br />

de la moral y de la razón han sido mejor examinados,<br />

las luces más extendidas, los individuos más<br />

instruidos, las costumbres más sociales, los derechos<br />

de los pueblos, y los deberes de los Príncipes mejor<br />

conocidos, que en este siglo diga un hombre a toda<br />

una nación; Yo soy el soberano, soy el único Legislador,<br />

a vosotros pueblos toca solamente obedecer mi voluntad;<br />

semejante hombre, o es un insensato que merece el<br />

desprecio y la compasión, o es un tirano ambicioso<br />

que excita contra sí la indignación general. Pero tales<br />

son las pretensiones de Fernando de Borbón en su<br />

decreto, en que se queja de que las últimas Cortes lo<br />

despojaron de la Soberanía. ¿Y en qué se apoyan estas<br />

pretensiones? ¿Será en la larga usurpación de sus<br />

mayores? <strong>La</strong> usurpación no es un derecho, ni puede<br />

transmitir alguno a los sucesores. ¿Será en la antigua<br />

Constitución de España? Algunos dan este nombre al<br />

pacto de asociación formado en tiempo de D. Pelayo en<br />

las montañas de Covadonga: pero esta carta si puede<br />

llamarse así, lejos de constituir déspotas a los Reyes<br />

quiso que fuesen electivos; y en lugar de darles un<br />

poder arbitrario lo limitó en términos que no podían<br />

juzgar sin el consejo de 12 ancianos, mucho menos<br />

hacer leyes, cuya facultad como atributo esencial de la<br />

226<br />

Colección Bicentenario


Soberanía, debía permanecer siempre en la nación. Si<br />

esta de grado o por la fuerza se sujetó a un Monarca<br />

o a un déspota, no pretendió jamás sujetarse a una<br />

voluntad injusta, caprichosa e irracional: si ella se<br />

privó del ejercicio de sus derechos, fue para proveer<br />

mejor a su felicidad, seguridad y conservación, sin<br />

querer jamás entregarlos sin defensa a un poder<br />

terrible, que depositario de todas sus fuerzas, vendrá<br />

a hacerse muy peligroso. Tal es el pacto primitivo de<br />

las naciones, pacto que la adulación llama tácito, que<br />

la tiranía trata de quimérico; pero que está gravado<br />

para siempre en el corazón de los hombres, y que<br />

la razón lo hace leer a todos aquellos a quienes ella<br />

ilustra.<br />

19. <strong>La</strong>s leyes que quisieron… Sin poder de Provincia,<br />

pueblo, &c. <strong>La</strong> nulidad, la injusticia, y la arbitrariedad<br />

de las Cortes de Cádiz, son verdades que todas las<br />

Provincias de América han sentido desde el principio,<br />

y repetido muchas veces a los jefes asesinos que a<br />

nombre de Fernando y de las mismas Cortes han<br />

venido a derramar sobre estos bellos países el terror,<br />

la desolación y la muerte. Pero las representaciones<br />

de la América no han sido atendidas: pero sus<br />

clamores no han sido escuchados; pero la sangre de<br />

tantos pueblos inocentes, de tantas víctimas ilustres<br />

ha corrido y corre a torrentes sobre los hermosos<br />

países de Colombia, para sostener y hacer obedecer<br />

esa Constitución y esas Cortes que Fernando ahora<br />

anula y proscribe. Y bien, dirá alguno, ¿Fernando<br />

en esta conducta no se propondrá por objeto poner<br />

un término a los horrores y calamidades de la<br />

América? ¿Anulando la Constitución no querrá que<br />

las Provincias ultramarinas entren en el goce de la<br />

igualdad de derechos, y de representación, de que<br />

con tanta injusticia las despojaron las Cortes? No hay<br />

nada de esto. Ni Fernando está más dispuesto que las<br />

Cortes a hacernos justicia, y a reconocer los derechos<br />

de la América, ni él permitirá jamás que cesen las<br />

Colección Bicentenario 227


calamidades de una guerra desastrosa, mientras los<br />

Americanos no se reconozcan y se confiesen sus<br />

esclavos. Si él echa en cara a las Cortes sus vicios, y<br />

sus defectos, si él las califica de tiranas y despóticas,<br />

no es con el saludable objeto de defender los derechos<br />

de la nación, o de darle a esta una Constitución más<br />

liberal; es sí con el perverso designio de abrogar y<br />

anular unas Cortes y una Constitución que enfrenaban<br />

el despotismo de los Reyes de España, sujetando su<br />

poder a leyes determinadas. Fernando y sus cómplices<br />

se enfurecen contra las Cortes y contra la obra de<br />

estas, a manera del tigre que se arroja furioso sobre el<br />

lobo que estaba despedazando a una cordera, no por<br />

defender a este animal inocente, sino por devorarla él<br />

solo exclusivamente.<br />

20. Este primer atentado contra las prerrogativas del<br />

trono. —He aquí comprobado lo que hemos dicho en<br />

la nota antecedente: que el odio de Fernando contra<br />

la Constitución y las Cortes, no procede de principios<br />

de justicia, sino del empeño de restablecer y conservar<br />

en toda su plenitud el horrible despotismo bajo del<br />

cual ha gemido por tantos siglos la incesable nación<br />

Española. <strong>La</strong>s prerrogativas del trono... es decir, un<br />

poder arbitrario que no reconozca otros límites que<br />

los de la voluntad del Monarca: que este pueda en el<br />

transporte de sus pasiones, en medio de los placeres<br />

de la mesa, o en el fastidio de su molicie, decretar la<br />

muerte de los Ciudadanos, la ruina de las familias,<br />

y el exterminio de provincias enteras: que todos los<br />

pueblos sean condenados al trabajo, a la indigencia<br />

y a las lágrimas para alimentar la vanidad y los<br />

caprichos del Soberano y de su familia: y en fin que el<br />

Rey sea considerado como un ser divino, misterioso,<br />

inconcebible, cuyos derechos no es permitido<br />

examinar a ningún mortal, sin cometer el mayor de<br />

los atentados. Tales son las prerrogativas del trono<br />

que reclama Fernando de Borbón, y tal la suerte<br />

que les aguarda a España, y a la América, si aquella<br />

228<br />

Colección Bicentenario


sucumbe en la lucha que sostiene por su libertad, y si<br />

esta, por desgracia, volviese a reunir sus destinos con<br />

los de aquella nación.<br />

21. Obra de una facción, voluntad de unos pocos<br />

sediciosos. —Así trata, estos son los títulos que prodiga<br />

Fernando a los Españoles que tan gloriosamente<br />

trabajaron por la libertad e independencia de la<br />

nación; y a los que hicieron tan heroicos esfuerzos<br />

por conservarle a él mismo un trono que no merecía.<br />

En honor de la justicia es preciso confesar que en<br />

las Cortes hubieron hombres ilustrados; que este ha<br />

sido el único Congreso Nacional en donde por la vez<br />

primera se oyó en España la voz augusta de la filosofía,<br />

y se discutieron los intereses de la humanidad; y<br />

que, a pesar de las injusticias que el orgullo, la vil<br />

ambición y el espíritu de dominación dictaron a sus<br />

miembros con respecto a las Américas, a pesar de esto,<br />

la Constitución, con todos sus defectos, los decretos<br />

sobre libertad de la prensa, los de abolición de la<br />

Inquisición, supresión de los feudos, y restitución de<br />

los derechos de Ciudadanos a tantos millares infelices<br />

que vivían en la servidumbre, son otros tantos<br />

monumentos que harán siempre grata la memoria<br />

de sus autores, por grandes que sean los esfuerzos<br />

de la tiranía para destruirlos. —Sin embargo, sus<br />

mismas virtudes cívicas, sus distinguidos servicios,<br />

con la causa de su reprobación, y los trabajos con que<br />

creyeron afirmar la libertad de su Patria, el cuerpo de<br />

su delito. ¡Qué ejemplo tan notable de la ingratitud<br />

de los Reyes! ¡Qué lección tan importante para los<br />

Americanos! ¿Si Fernando trata tan cruelmente a los<br />

pueblos que le restituyeron un Reino y un trono que<br />

él había perdido, a los que lo dominaban el amado,<br />

el adorado, que haría él con unos pueblos que lo han<br />

desconocido y renunciado a su yugo para siempre.<br />

¡Compatriotas: vuestra revolución es justa: vuestra<br />

causa es la de la humanidad, y sus sucesos dependen<br />

de los esfuerzos de vuestro valor. A las armas! A las<br />

Colección Bicentenario 229


armas! De todas las causas que dividen a los hombres,<br />

la de la libertad, es la única que legitima, la única que<br />

santifica la efusión de sangre.<br />

22. Respetada y feliz. —España respetada y feliz por<br />

sus buenas leyes! ¡Qué trastorno de los verdaderos<br />

principios, qué ultraje a la razón, qué insulto a<br />

las naciones libres! Un Gobierno bárbaramente<br />

despótico, leyes homicidas, contribuciones opresivas,<br />

rentas agotadas, costumbres absurdas, prácticas<br />

atroces, fueros diversos, idiomas diferentes,<br />

establecimientos góticos que se engullen las riquezas<br />

y las generaciones, campos desiertos, la industria<br />

muerta, el comercio aniquilado, las artes y las<br />

ciencias huyendo de un suelo en donde la Inquisición<br />

hace temblar al corazón más firme, en fin el extremo<br />

de la tiranía y de la servidumbre, el contraste de la<br />

opulencia y de la miseria, ¿no es y ha sido este el<br />

cuadro fiel que presentó siempre la España al resto<br />

del Universo? ¿Y no es esta el alma de las leyes<br />

políticas, civiles y religiosas de esta nación? ¿Y estas<br />

leyes pudieron jamás hacerlas feliz y respetada? Tal<br />

concepto solo puede ocurrir a un Príncipe imbécil,<br />

que nacido y educado en la corrupción de un palacio,<br />

cercado de viles aduladores, jamás escuchó la voz<br />

respetable de la verdad, ni derramó una lágrima sobre<br />

la desgracia de sus pueblos. Cuando estos por terror o<br />

por envilecimiento están como la luz de los sepulcros,<br />

tristes y silenciosos, entonces es que sus tiranos les<br />

dicen que son felices. Misserrimam servitutem, pacem et<br />

felicitatem appellant.<br />

23. Los principios revolucionarios de la Constitución<br />

francesa de 1791. —Al grito de libertad, que en la<br />

invasión de los franceses resonó por la primera vez<br />

en España, sucedió un murmullo secreto contra la<br />

opresión; un deseo general de salud se apoderó de<br />

todos los espíritus; los españoles se preguntaron<br />

lo que eran y lo que habían sido; y sorprendidos<br />

230<br />

Colección Bicentenario


hallaron que la fuente principal de sus sufrimientos<br />

estaba en la falta de una Constitución que enfrenase<br />

la arbitrariedad de sus Reyes. Una Constitución era<br />

el clamor general, y una Constitución fue el primer<br />

objeto que ocupó a las Cortes de Cádiz. En la que<br />

estas han publicado, Fernando descubre los principios<br />

revolucionarios de la Constitución francesa; y los<br />

redactores del Diario Francés de 13 de Junio del año<br />

pasado dicen que sería injuriar a los autores de aquella<br />

compararlos con sus imitadores españoles. Nosotros<br />

más imparciales, juzgamos que hace honor a las<br />

Cortes de Cádiz haber adoptado los principios de la<br />

Constitución más libre para contener el despotismo<br />

más insolente: que su error no consistió en haber<br />

copiado los principios revolucionarios y democráticos,<br />

que tanto horrorizan a Fernando, sino en no haberse<br />

aprovechado de las circunstancias para fijarlos de un<br />

modo permanente: y que por esta falta, la obra de<br />

la libertad ha sido destruida por el hacha fatal de la<br />

tiranía, y sus autores o gimen en las mazmorras, o<br />

han perecido ya sobre un patíbulo. —Nueva lección<br />

para los Americanos.<br />

24. <strong>La</strong> pena con que a los que no jurasen se amenazó.<br />

—En América no han sido solo amenazas. Más de 200<br />

mil víctimas sacrificadas en México, escenas de sangre<br />

y horror repetidas en Quito, saqueada y desolada<br />

Popayán, y su Presidente Gobernador arcabuceado<br />

en Pasto, Cúcuta casi sin un viviente, y Venezuela<br />

reducida a un vasto cementerio, son los medios suaves<br />

con que los humanos Españoles han querido hacer<br />

reconocer en América la Constitución de las Cortes<br />

y los mismos que están empleando para establecer<br />

la dominación de un tirano que ha desconocido esta<br />

Constitución y perseguido de muerte a sus autores.<br />

¿Y por qué esta diferencia de medios: amenazas en<br />

España, horrores y calamidades en América? Porque<br />

los Americanos en el concepto de los Españoles son<br />

esclavos aún cuando se les denomina libres; porque<br />

Colección Bicentenario 231


son diversa raza aún cuando se les llama hermanos; y<br />

porque entre el opresor y el oprimido habrá siempre<br />

una guerra perpetua, hasta que el segundo por una<br />

justa y natural reacción recobre sus derechos y los<br />

haga respetar.<br />

25. Llamando tiranos a los Reyes. —El amor a la<br />

libertad, y el horror a la servidumbre pertenecen a<br />

todos los pueblos de la tierra; y solo se necesita del<br />

concurso de circunstancias favorables para que obren<br />

las causas que los ponen en acción y los sostienen. <strong>La</strong><br />

invasión de los franceses, la disolución del Gobierno,<br />

los desórdenes de la anarquía y los peligros comunes<br />

conmovieron en España hasta los fundamentos de la<br />

asociación civil, y entonces la naturaleza hizo brotar<br />

los sentimientos que la tiranía y la superstición<br />

habían casi borrado del corazón de los Españoles; y<br />

entonces fue que por todas partes resonó esta verdad:<br />

los Reyes de España han sido tiranos; verdad nacida del<br />

más profundo convencimiento, y fundada en la razón<br />

y en la más triste experiencia. —En la razón, porque<br />

¿Quién hizo a los Borbones Reyes de España? ¿Quién<br />

puso en sus manos el cetro de esta monarquía?<br />

Felipe V fue un usurpador que se hizo Rey por la<br />

violencia sin los votos de la nación. Sus sucesores<br />

hasta Fernando VII no han tenido otro derecho que<br />

el que habían heredado de Felipe V; pero este no tenía<br />

ningún derecho. Si la nación hubiera podido defender<br />

los suyos, ella habría castigado a Felipe V. como un<br />

tirano. El tiempo que ha corrido hasta Fernando<br />

VII no ha podido convertir en derecho legítimo la<br />

usurpación que puso el cetro en la familia de este<br />

príncipe. —En la más triste experiencia: porque<br />

aun cuando los Borbones hubiesen ocupado el trono<br />

por el libre sufragio de la nación, ¿Qué género de<br />

abusos no han cometido? ¿Qué infinidad de males no<br />

han acumulado sobre ella? ¿Quién ha despoblado y<br />

empobrecido los dos mundos? ¿Quién mantiene en<br />

uno y otro la llama desoladora de la guerra civil?<br />

232<br />

Colección Bicentenario


Quién… Pero la historia de la tiranía Española ocupa<br />

muchos volúmenes.<br />

26. Con que se lisonjeaba al pueblo. —Quitar a los<br />

ejércitos el título de reales, substituyendo el de<br />

nacionales, es una de las cosas que irrita a Fernando,<br />

y en su concepto una de las perversas artes de que se<br />

valieron las Cortes para lisonjear al pueblo: ¿Y por<br />

qué este nuevo título lisonjeaba al pueblo? Porque<br />

formándose los ejércitos de la masa de la nación,<br />

alimentándose esta con su sangre, y manteniéndolos<br />

con sus contribuciones para que la defiendan y la<br />

conserven tranquila y segura, los ejércitos no son<br />

del Rey, sino de la nación, instituidos para beneficio<br />

de esta, y por consiguiente nacionales. ¿Y por qué<br />

una denominación tan natural, y tan justa pudo<br />

indignar a Fernando? Porque los déspotas en su<br />

frenesí se persuaden que todo es hecho para ellos:<br />

que las naciones existen, y los hombres viven por<br />

un afecto de su real clemencia: que los ejércitos son<br />

establecidos para guardar su real persona, y para<br />

obedecer ciegamente sus reales caprichos; y que ellos<br />

y no la nación los mantienen de sus tesoros reales.<br />

27. Especies infames acerca de mi venida y mi carácter.<br />

—Ignoramos cuáles fuesen estas especies: pero<br />

ciertamente serían pronósticos que el suceso ha<br />

justificado. Los pocos Españoles que conocían el<br />

carácter de sus paisanos, los que sabían cuán difícil<br />

es regenerar a una nación vieja y corrompida, los<br />

que deseaban que la guerra durase 20 años por<br />

lo menos para despertar al pueblo de su reposo<br />

letárgico, ilustrarlo y hacerle amar sus derechos, y<br />

en fin los que temían el peligroso influjo del Clero<br />

y la Grandeza, dos clases siempre opuestas a la<br />

reforma de los abusos que en parte había remediado<br />

la Constitución; estos pocos españoles preveían la<br />

infinidad de males que en medio del choque de los<br />

partidos debía producir la venida de Fernando, y<br />

Colección Bicentenario 233


ellos los anunciaron a la nación. Nuestra libertad,<br />

dirían, no está segura: los tiranos siempre hallaron<br />

cómplices en los pueblos corrompidos. Apenas<br />

Fernando tocara en nuestras fronteras, cuando<br />

veremos a los serviles correr a encontrarse, y rodeando<br />

su persona dirigirle este o semejante discurso: Señor:<br />

grandes son los males que hemos sufrido por parte<br />

de los franceses: pero son mayores los que nos ha<br />

causado una facción que conducida por los principios<br />

de una filosofía desconocida en España, ha abierto<br />

los ojos del pueblo, ha roto el velo que cubría los<br />

misterios del despotismo, y ha destruido los enormes<br />

privilegios de las dos clases que fueron siempre el<br />

más firme apoyo del trono español. —Si el pueblo se<br />

ilustra somos perdidos: si continúa la libertad de la<br />

imprenta, él conocerá lo que es y lo que vale, y lo que<br />

valemos nosotros. —Pero aún es tiempo todavía… El<br />

pueblo es fanático… Destruya V. M. esa Constitución<br />

confunda a sus autores, arme las ciudades contra las<br />

ciudades, las provincias contra las provincias, y sobre<br />

todo restablezca cuanto antes el Santo Oficio de la<br />

Inquisición, este resorte poderoso de los predecesores<br />

de V. M. Los hombres de la guerra civil, y el terror de<br />

este tribunal obrarán prodigios, y el pueblo suspirará<br />

por el reposo del despotismo. —Pobre España! Ella<br />

no es libre porque no quiso ser justa. Ella gemirá en<br />

su esclavitud, mientras la América se gozará en su<br />

libertad.<br />

28. Suspiraban por la verdadera felicidad de la Patria.<br />

—Donde no hay un Gobierno justo, ni leyes sabias<br />

formadas por los Representantes de la nación para<br />

proteger la libertad y propiedades de los individuos<br />

y para promover el bien general, no puede decirse<br />

que existe una Patria ni verdadera felicidad. En<br />

España no había patria sino para ciertas clases que<br />

vivían a expensas de la nación, y se enriquecían con<br />

sus despojos. Estas clases suspiraban por Fernando,<br />

y conservaban en su ánimo la memoria de su persona. No<br />

234<br />

Colección Bicentenario


porque lo amasen, sino porque esperaban reunirse a<br />

él para restablecer los abusos y los depredaciones que<br />

en parte había remediado la revolución, y de común<br />

acuerdo agravar la servidumbre y la miseria del<br />

pueblo.<br />

29. Yo os juro y prometo a vosotros, leales Españoles.<br />

—Juramentos y promesas, indultos y perdones que<br />

ultrajan la dignidad del hombre, son ordinariamente<br />

los primeros medios que emplean los tiranos para<br />

persuadir a los pueblos a que vuelvan mansamente a<br />

la esclavitud. Necios, estúpidos y cobardes serían si<br />

duda aquellos que alucinados por tales juramentos y<br />

promesas dejasen las armas de la mano para tornar<br />

a tan deplorable y vil condición, renunciando a una<br />

felicidad que pudieron asegurar para sí y para su<br />

posteridad. El tiempo y una experiencia muy amarga<br />

les hará conocer su error y arrepentirse aunque<br />

tarde de tan criminal condescendencia. Juramento<br />

y promesas de Reyes!... Desde Filipo ha sido entre<br />

ellos un proverbio común: “que a los niños se engaña<br />

con juguetes, y a los hombres con juramentos”. Y<br />

en España! En España ha sido siempre una máxima<br />

consagrada en las leyes bárbaras de esta nación;<br />

que el Rey non es tenuda de guardar el juramento que<br />

ficiere con los reveldes en daño de su corona. Confiad<br />

pues Americanos, confiad en los juramentos del<br />

tirano de los dos mundos, creed las promesas y falsos<br />

halagos de los monstruos que a su nombre están otra<br />

vez despoblando el nuevo, y preparaos para morir<br />

cubiertos no del oprobio de vuestro delito, sino del<br />

que justamente merecerías por vuestra imbecilidad.<br />

Ved al tigre: él se abate contra la tierra, se hace más<br />

pequeño, baja la cabeza, oculta sus garras sangrientas,<br />

y bate la cola para divertir y halagar al cordero inocen-<br />

te que intenta despedazar.<br />

30. Aborrezco y detesto el despotismo —Que lo diga<br />

este mismo decreto; que lo digan Arguelles, Quintana,<br />

Colección Bicentenario 235


y todos los Españoles que quisieron darle a su patria<br />

una Constitución; que lo digan en fin tantas bellas<br />

Provincias de América que han proclamado los<br />

sagrados derechos que el Creador concedió a todos<br />

los pueblos de la tierra. Aborrecer el despotismo, y<br />

destruir la Constitución que lo enfrenaba; detestar<br />

el despotismo, y proscribir a los buenos Ciudadanos<br />

que trabajaron por afianzar la libertad; aborrecer y<br />

detestar el despotismo, y mandar a la América bandas<br />

de asesinos para que lo restablezcan y lo afirmen, son<br />

ciertamente cosas inconciliables, o es más bien añadir<br />

la burla a la opresión.<br />

31. En España jamás fueron déspotas sus Reyes. —Para<br />

sostener una aserción tan falsa era preciso quemar la<br />

historia, borrar de la memoria los sucesos de tantos<br />

siglos, principalmente los de los últimos veinte<br />

años, e imponer silencio a las naciones que los han<br />

contemplado con asombro. Pero cuando esto fuese<br />

posible, los monumentos que existen y que existirán<br />

por mucho tiempo en España y en América, darían<br />

un testimonio irrecusable contra esta aserción.<br />

32. De España y de las Indias. —¡Vanas esperanzas!<br />

<strong>La</strong>s Indias no existen ya para la España. América,<br />

la hermosa y rica América, donde la naturaleza<br />

derramó sus dones a manos llena, y donde todo<br />

presenta la imagen de la Independencia, ya no<br />

pertenece a la nación injusta, ávida y opresora, cuya<br />

política cruel tuvo siempre por objeto aniquilar a los<br />

habitantes primitivos de este suelo feliz, empobrecer<br />

y embrutecer a todas las clases, agotar sus tesoros<br />

inmensos, cegar todas las fuentes de la prosperidad, y<br />

ahogar los gérmenes de todas las virtudes. <strong>La</strong> América<br />

dueña de sí misma, y dependiendo solamente del Ser<br />

Supremo, de sus propias leyes, y de las relaciones<br />

políticas y comerciales que establecerá sólidamente<br />

con las naciones justas que reconozcan y respeten<br />

sus derechos, ya no confundirá más sus destinos<br />

236<br />

Colección Bicentenario


con los de un pueblo extranjero, de quien lo separó<br />

la naturaleza por un Océano inmenso, y cuyo genio,<br />

carácter y costumbres jamás podrán combinarse<br />

con el genio, carácter y costumbres del inocente<br />

pueblo Americano. Restituido este al pleno goce de<br />

su libertad, para conservarla y para procurarse su<br />

felicidad, se reunirá con sus verdades hermanos, y<br />

formará en su propio seno un gobierno paternal, sin<br />

sufrir la dura humillación de mandar procuradores a<br />

un país extraño en donde la voz de estos jamás sería<br />

escuchada, cuya presencia misma sería un monumento<br />

vivo de nuestra esclavitud, y sus débiles clamores al<br />

pie del trono del déspota, el eco triste del ruido de<br />

nuestras cadenas.<br />

33. Para que mis vasallos vivan prósperos y felices.<br />

—¡Qué bondad, qué generosidad! Fernando de<br />

Borbón va a ser el regenerador de la España, el<br />

benefactor de los mundos, y el padre de su pueblo.<br />

El ofrece que luego que se restablezca el orden y los<br />

buenos usos que establecieron sus augustos predecesores,<br />

congregará unas Cortes legítimas, de donde fluirán<br />

como de su verdadera fuente el bien y la prosperidad<br />

de sus vasallos. —No hay duda: la época en que se<br />

congregarán estas Cortes, el Príncipe que ha de<br />

convocarlas, y la organización de ellas, ofrecen un<br />

vasto campo de lisonjeras esperanzas. <strong>La</strong> época;<br />

cuando se haya restablecido el orden y los buenos<br />

usos, es decir, cuando los verdugos del despotismo<br />

no hayan dejado un hombre solo que sepa pensar,<br />

cuando la infernal Inquisición haya aniquilado<br />

hasta el pensamiento, cuando las clases productivas<br />

y el verdadero pueblo hayan vuelto a su antigua e<br />

ignominiosa servidumbre, y cuando el monstruo<br />

coronado pueda desde su trono fijar sus miradas<br />

impávidas sobre los millares de víctimas que habrá<br />

sacrificado a su orgullo, a sus favoritos, y a su amiga<br />

la vil superstición. <strong>La</strong>s convocará Fernando, es decir,<br />

un Príncipe que sube al trono arrojando de él a su<br />

Colección Bicentenario 237


padre, que vuelve segunda vez a él usurpándose los<br />

derechos de la nación, destruyendo la Constitución<br />

que esta había formado, persiguiendo de muerte a sus<br />

autores, y llevando por todas partes la guerra civil, el<br />

llanto, la desolación y la miseria. Y cuales serán los<br />

miembros de estas futuras Cortes? Los procuradores<br />

de un pequeño número de Ciudades, hombres débiles<br />

elegidos al gusto y al amaño del déspota, que sin<br />

poderes del pueblo pero invocando su nombre, irán<br />

a halagar las pasiones del tirano, a santificar sus<br />

injusticias, a sancionar sus usurpaciones, y a sellar la<br />

esclavitud de la nación. —Tales son en compendio las<br />

ventajas de las Cortes que Fernando ofrece convocar.<br />

Pero si en las últimas que se celebraron en Cádiz, sin<br />

embargo de la ilustración de sus miembros, de los<br />

peligros, de las circunstancias, y de la ley imperiosa<br />

de la necesidad no se hizo justicia a la América,<br />

¿Cómo podría ella esperarla de unas Cortes formadas<br />

a la antigua Española, convocadas y presididas por un<br />

Príncipe tan injusto, tan opresor, y tan ingrato? ¿Y<br />

habrá un solo Americano que no sienta estas verdades,<br />

y que conociéndolas no ame la sagrada causa de la<br />

independencia? ¿Y habrá uno solo que amándola no<br />

derrame la última gota de su sangre por sostenerla?<br />

No: el hombre no es enemigo de sí mismo, y mucho<br />

menos el sensible y generoso Americano.<br />

34. En lo cual, y solo esto consiste la felicidad temporal<br />

de un Rey y un Reino. —No hay duda: la necesidad de<br />

la Religión no es menos sagrada que la de la paz, y si<br />

ella hace la felicidad de los individuos, también es el<br />

más firme apoyo de los estados. Su mano invisible pero<br />

poderosa contiene los delitos allí donde no alcanza<br />

el poder de las leyes; y su fuerza omnipotente está<br />

comprobada por la experiencia de todos los siglos,<br />

y reconocida por el corazón de todos los hombres.<br />

¿Y para que la Religión produzca estos beneficios,<br />

los Estados y los individuos no deberán admitir<br />

sino una sola? <strong>La</strong> intolerancia será consagrada en<br />

238<br />

Colección Bicentenario


una ley fundamental para violar los derechos más<br />

sagrados del hombre, los derechos de su conciencia?<br />

Tal sistema es el último atentado de la tiranía, para<br />

ultrajar a Dios, y oprimir a los hombres del modo<br />

más cruel y más funesto. En materia de Religión<br />

el hombre no puede subsistir ni delegar en otro la<br />

facultad de pensar ni creer: cada cual se atiene a sus<br />

luces, y al sentimiento intimo de su corazón: Dios<br />

solo es el único testigo que le observa, y el único juez<br />

que puede juzgarle. Pensar y obrar de otro modo es<br />

ultrajar al Ser Supremo que quiso reunir a todos los<br />

hombres como hermanos, estrechando los lazos de la<br />

sociedad con el amor, y los sentimientos más puros<br />

de la naturaleza. San Pablo estaba penetrado de<br />

estas verdades cuando decía: “mis amigos, la caridad<br />

marcha delante de la fe. Sed benéficos, y habréis<br />

cumplido con la ley. Reprended a vuestro prójimo<br />

si el desvía, pero sin orgullo, sin acrimonia”. No<br />

atormentéis a nadie con motivo de su creencia… ni vais a<br />

poner en el número de vuestros enemigos a un hombre que<br />

dispone absolutamente de su pensamiento. —<strong>La</strong> unión,<br />

el amor y la fraternidad de todos los hombres es el<br />

objeto glorioso del Evangelio: sus máximas adorables<br />

comprenden a todo el género humano, sin que sea<br />

necesario que él este unido en indisoluble lazo con el<br />

Reino y el Imperio. Qué pueblos cristianos renunciarán<br />

a este título y a la felicidad que él les promete, desde<br />

que dejan de vivir bajo el yugo de los Reyes o de los<br />

Emperadores? Si este es también el sentido de esta<br />

expresión del decreto, ella es una verdadera blasfemia<br />

y una injuria atroz hecha a una Religión toda divina,<br />

instituida por su Divino Autor para el beneficio y el<br />

consuelo de los débiles mortales, cualesquiera que<br />

fuese el país que ellos habitasen, el clima bajo el cual<br />

respirasen, y cualesquiera que fuese su condición, o<br />

de hombres libres bajo el dulce imperio de las leyes, o<br />

de míseros esclavos bajo la funesta dominación de los<br />

Reyes. ¿Qué tienen que ver los dogmas y los misterios<br />

del cristianismo, con los arcanos de unos déspotas<br />

Colección Bicentenario 239


que se usurpan no solo los títulos, sino también los<br />

derechos y los homenajes de la Divinidad? ¿Qué<br />

puede haber de común entre la moral toda pura<br />

toda celeste de Jesucristo, y las máximas atroces que<br />

con impudencia se proclaman en las Cortes de los<br />

tiranos? Jesucristo respeta y obedece a todas las leyes<br />

y Gobiernos: su reino (lo dice expresamente) no es<br />

de este mundo; y su doctrina que eleva el espíritu<br />

a las promesas y maravillas de Cielo, nada tiene<br />

que ver con las maquinaciones de los tiranos que<br />

quieren hacer intervenir a la Divinidad en la obra de<br />

su ambición y de su orgullo. Por el contrario, esta<br />

moral cuya santidad ha sido respetada hasta de los<br />

más atrevidos sofistas, se conserva más intacta, y se<br />

practica más fácilmente en las Repúblicas donde las<br />

buenas costumbres son la basa del edificio social, que<br />

en las monarquías, donde la adulación, la corrupción,<br />

la impostura, y todos los vicios infectan el cuerpo<br />

entero de la sociedad. El hombre justo y libre, dice<br />

un filosofo, no pide sino un Dios que sea su padre,<br />

iguales que lo amen, y leyes que lo protejan. Pero<br />

los Reyes malos necesitan de Dioses crueles, para<br />

hallar en el Cielo el ejemplo de la tiranía. En fin el<br />

Redentor del mundo no vino a salvar solamente a los<br />

pueblos que eran gobernados por monarcas, sino que<br />

su doctrina santa y la de sus Apóstoles se anunció y<br />

debe anunciarse, como él lo dijo, a toda criatura. Su<br />

Evangelio es para todos los tiempos, para todos los<br />

lugares, y para todos los pueblos de la tierra, porque<br />

sus máximas sublimes son tan eternas como su autor,<br />

y ellas no podrán alterarse, por las constituciones<br />

políticas, cualesquiera que sean sus formas. Si<br />

entre estas es preferible aquella, cuyos principios<br />

se conforman más con los que enseña aquel Código<br />

Divino, las Repúblicas que se fundan sobre la igualdad,<br />

la fraternidad y la beneficencia de los hombres, tienen<br />

sin duda más conformidad con la moral del Evangelio,<br />

que los Gobiernos despóticos donde aquellos<br />

principios están casi aniquilados. —Conciudadanos:<br />

240<br />

Colección Bicentenario


esta nota no os parecerá impertinente si reflexionáis,<br />

que el fanatismo es uno de los mayores enemigos de la<br />

Independencia Americana, y una de las armas ocultas<br />

pero terribles con que nuestros tiranos cuentan para<br />

hacernos la guerra, y destruir si pudieran la obra de<br />

nuestra libertad.<br />

35. <strong>La</strong> libertad y seguridad individual y real —Aquí<br />

comienzan las promesas de Fernando, o como él<br />

dice en su decreto, las bases de la prosperidad de sus<br />

súbditos que habitan en uno y otro hemisferio. Tales son<br />

la libertad y seguridad individual. —<strong>La</strong> libertad para<br />

comunicar por la prensa las ideas y los pensamientos,<br />

la separación de la Tesorería para los gastos que<br />

exija su Real persona y familia, de las rentas que<br />

se impongan para la conservación del Estado, y en<br />

fin el establecimiento de leyes que han de servir de<br />

norma para las acciones de sus súbditos. —Tales son<br />

las bases de la prosperidad futura con que el justo<br />

y virtuoso Fernando anuncia las reales intenciones de<br />

su Gobierno. Para juzgar de la pureza de ellas, no<br />

apelaremos a los Americanos porque estos se hallan<br />

bien desengañados. A vosotras naciones cultas de<br />

la Europa que habéis sido testigos imparciales de<br />

tanta abominación, y a vosotros también sensibles<br />

españoles que fuisteis con nosotros víctimas del<br />

feroz despotismo, a vosotros toca el juzgar de la<br />

santidad de estas promesas, y de la pureza con que<br />

ellas pudieron concebirse. Si habéis perdido hasta el<br />

sentimiento por lo menos conservareis la memoria de<br />

los hechos más recientes. Pues bien; purificad vuestro<br />

corazón y siendo justos por una sola vez decidnos.<br />

¿Podrá respetar la libertad individual, un Príncipe a<br />

quien desde su infancia se le persuade, que es de una<br />

especie diferente y superior al resto de los hombres,<br />

que estos son sus esclavos, que sus vidas y haciendas<br />

no son suyas sino que le pertenecen a él como a su<br />

Señor, y que el dudar siquiera de estos errores es<br />

un crimen contra la Divinidad? ¿Podrá respetar la<br />

Colección Bicentenario 241


libertad, un Príncipe que se horroriza y enmudece<br />

al solo oír este nombre santo? ¿Podrá amarla, un<br />

Príncipe que destruye la única Constitución que la<br />

afianzaba, que se enfurece contra ella hasta llevar su<br />

delirio al extremo de quitarla de en medio del tiempo<br />

como un acto que jamás hubiera pasado? ¿Podrá respetar<br />

la seguridad del individuo, un Príncipe que cubre<br />

de cadenas a los mismos que le quitaron las suyas<br />

persigue cruelmente y condena a la ignominia y a la<br />

muerte a los españoles virtuosos que trabajaron por la<br />

felicidad de su patria, que la levantaron del sepulcro,<br />

y le dieron un nuevo aliento de vida? ¿Podrá respetar<br />

la libertad del pensamiento y la de la Imprenta,<br />

un Príncipe que apenas vuelve a España, deroga y<br />

anula los decretos que aseguraban este sagrado<br />

derecho, que forma una coalición con el fanatismo,<br />

y restablece el execrable Tribunal de la Inquisición,<br />

esta invención diabólica para embrutecer y aniquilar<br />

al género humano, este azote temible más funesto a<br />

la tierra que la peste del siglo XIV? Podrá amar la<br />

economía y aborrecer la disipación de la subsistencia<br />

de los pueblos, un Príncipe que contempla a estos<br />

como patrimonio suyo; y que desde su niñez mira<br />

en la mesa de sus padres gastar en un solo plano la<br />

subsistencia de una Provincia entera? Podrá… Más es<br />

en vano fatigarnos. Los Españoles están endurecidos:<br />

ellos son viles esclavos en la Europa, opresores, y<br />

crueles asesinos en la América. A vosotros, sensibles<br />

y virtuosos Americanos, a vosotros toca el hacer<br />

estas reflexiones, para confirmaros cada vez más<br />

la injusta y heroica resolución que habéis hecho<br />

de morir antes que volver a las duras cadenas que<br />

rompisteis para siempre. Nada tenéis que esperar<br />

de Fernando, ni de la envilecida nación a quien él ha<br />

subyugado de nuevo por el terror, la superstición, y<br />

demás medios que han sido siempre el digno cortejo<br />

de la tiranía. Vuestra suerte está en vuestras propias<br />

manos. Estáis llamados a formar una gran nación; y<br />

vuestros altos destinos serán cumplidos, si desplegáis<br />

242<br />

Colección Bicentenario


todas las virtudes que demanda vuestra querida<br />

Patria, si hacéis con placer los sacrificios que os pide<br />

un Gobierno paternal para presentarla a vuestros<br />

enemigos triunfante y gloriosa. Cuando Fernando<br />

no fuese un tirano, cuando él tuviese tantas virtudes<br />

como Marco Aurelio, vuestro deber el más sagrado,<br />

vuestro interés el más grande, es sostener vuestra<br />

independencia, y morir si fuere necesario en defensa<br />

de causa tan santa.<br />

Cinco años hace que la abrazasteis con un<br />

entusiasmo heroico, y en este tiempo habéis hecho ya<br />

y estaís haciendo por ella todo género de sacrificios.<br />

Vuestros padres, vuestros hijos, vuestros hermanos,<br />

los objetos que más ama el corazón han perecido ya,<br />

los unos en el campo del honor, otros en las manos<br />

sangrientas de feroces y cobardes asesinos, otros en<br />

los cadalsos, y muchos están expirando lentamente<br />

en los tormentos de los calabozos, en los pontones<br />

y los presidios de África. Nuestras poblaciones<br />

han desaparecido, Ciudades enteras ya no existen,<br />

nuestros campos están cubiertos de los huesos de<br />

nuestros hermanos, y hasta las sensibles y virtuosas<br />

Americanas, huyendo del feroz Español, han fallecido<br />

en los desiertos bajo el peso del hambre, la sed y la<br />

fatiga y sin tener a quien volver unos ojos que eran el<br />

asiento del amor y de las gracias. Esto y mucho más<br />

exige la libertad de la Patria, y quizás no hemos hecho<br />

lo bastante. Es preciso hacer más; hacer reconocer<br />

nuestra independencia nacional, y afianzarla sobre<br />

basas sólidas y permanentes. Hemos andado la mitad<br />

del camino, y es menester llegar al término que nos<br />

hemos propuesto. Ya nos embarcamos, y a pesar<br />

de los huracanes y las tempestades, es necesario<br />

salvarnos y arribar el puerto de la felicidad. Esto es<br />

lo que os gritan desde el fondo del sepulcro tantas<br />

víctimas ilustres que han muerto dignas de la Patria.<br />

Imitad su ejemplo: seguid sus huellas inmortales y<br />

no permitáis jamás que una tierra purificada con la<br />

Colección Bicentenario 243


sangre de tantos héroes, vuelva a ser manchada con<br />

los crímenes de sus antiguos usurpadores.<br />

Para cumplir estos votos que deben herir en lo más<br />

sensible de vuestro corazón la Patria angustiada no<br />

exige de vosotros sino la unión, la constancia, el valor,<br />

y el desprendimiento de unos miserables intereses<br />

que hoy pueden salvaros, y que perdidos, mañana<br />

aumentarían la fuerza de vuestros tiranos, el peso de<br />

vuestras cadenas. Este desprendimiento generoso es<br />

el que esperan de vosotros el Gobierno General, y<br />

los dignos Representantes a quienes habéis confiado<br />

la dirección de la nave en medio de la borrasca. El<br />

oro y la plata estos metales que abundan en todos los<br />

ángulos de nuestro país, qué son ellos si se comparan<br />

con el precio inestimable del tesoro de la libertad?<br />

Este don del Cielo tendrá para vosotros menos<br />

encantos que para otros pueblos de la tierra? Seréis<br />

menos justos, menos generosos con vosotros mismos<br />

que lo fueron otras naciones con los extraños? Los<br />

Samianos pidieron a los <strong>La</strong>cedemonios un auxilio<br />

de dinero para recuperar su patria: como estos no<br />

tenían ni tesoro público, ni medios para satisfacer<br />

a la demanda, se decretó que los Ciudadanos, sus<br />

familias y sus rebaños ayunasen un día entero, y que<br />

el gasto que se habría hecho sin este ayuno se diese en<br />

auxilio a los Samianos. No se exige tanto de vosotros<br />

Granadinos. No se quiere que ayunéis como los<br />

<strong>La</strong>cedemonios para proteger la libertad extranjera,<br />

ni que como los Americanos Ingleses renunciéis a<br />

vuestras bebidas para defender la vuestra. Menores<br />

son los sacrificios que esperan de vuestras virtudes,<br />

la Patria, y en su nombre vuestro Congreso General.<br />

Una parte de vuestro interés, una parte de ese<br />

superfluo que ahora quizá solo sirve para gastar<br />

vuestro corazón, y corromper vuestras costumbres,<br />

es todo lo que os pide el Congreso, para salvaros<br />

de los peligros que os amenaza, para defenderos<br />

del furor de un enemigo brutal y vengativo, para<br />

244<br />

Colección Bicentenario


proteger del insulto y de la muerte a vuestras caras<br />

esposas, a vuestros tiernos hijos para libertaros de la<br />

servidumbre más ignominiosa, y en fin para elevaros<br />

al alto grado de prosperidad a que os han destinado<br />

Dios y la naturaleza. Y habrá alguno entre vosotros<br />

tan vil, tan desnaturalizado que cierre su corazón y sus<br />

oídos para no escuchar los clamores de su Patria, o que<br />

vaya a ocultar sus tesoros para no auxiliarlos con ellos<br />

a la madre común en sus más grandes necesidades?<br />

Ah ¡que tiemble este hijo ingrato y cruel. El será la<br />

primera víctima de los enemigos; y después de haber<br />

arrastrado una existencia miserable, atormentado por<br />

los más crueles remordimientos de una conciencia<br />

culpable, el oprobio de los vivos, las maldiciones de los<br />

muertos y las quejas más amargas de una posteridad<br />

desgraciada, será la música que lo acompañe en el día<br />

de su funeral, y más allá del sepulcro.<br />

Y vosotros, Ingleses, a qué esperáis para proteger<br />

los derechos de la humanidad oprimida? <strong>La</strong> causa de<br />

la América, esta causa que lo es de todo el género<br />

humano, puede ser indiferente al pueblo más libre,<br />

más ilustrado y más poderoso de la Europa? Vuestro<br />

poder que tanto influye sobre la suerte del viejo<br />

continente no influirá en los altos destinos del nuevo<br />

hemisferio? Vuestros tesoros se han prodigado<br />

allá con la sangre de vuestros Ciudadanos para<br />

restablecer los tronos de Reyes injustos y tiranos,<br />

para sostener la independencia de naciones que en<br />

su orgullo han desconocido a sus benefactores. ¿Y<br />

la Independencia de la América, y los derechos de<br />

16 millones de hombres que habitan esta parte la<br />

más rica, y la más bella del globo, no merecerán<br />

mayores o por lo menos iguales demostraciones de la<br />

generosidad y la justicia Inglesa? Que, ¿tenéis como<br />

los Españoles dos balanzas y dos conciencias? ¿Seréis<br />

justos, compasivos y generosos en Europa, injustos<br />

crueles y opresores en América? Que, ¿Sois justos, y<br />

dudáis un solo momento en proteger la mejor causa<br />

Colección Bicentenario 245


que tuvo jamás la justicia? Sois sensibles, y miráis<br />

con indiferencia los horrores y las calamidades que la<br />

ferocidad española acumula sobre pueblos inocentes,<br />

que son libres, y que no quieren ni deben ser sus<br />

esclavos? Sois poderosos, y no habéis interpuesto ya<br />

vuestro brazo fuerte entre el bárbaro opresor y el<br />

inocente oprimido? Ingleses! Dadnos el ejemplo de<br />

las virtudes, y no deis lugar a que desconfiemos de la<br />

moral de una nación que está destinada a ser nuestra<br />

protectora y nuestra amiga.<br />

No basta que confeséis en vuestros papeles públicos<br />

la justicia de nuestra causa. Es menester que vuestro<br />

Venerable Parlamento, que esta augusta Asamblea,<br />

donde tantas veces se han discutido los intereses de<br />

las naciones, los destinos de los imperios, reconozca<br />

esta justicia, la sancione, la proclame y la sostenga<br />

con la fuerza y la majestad del Imperio Británico. ¿Y<br />

qué podría detener más tiempo esta resolución, que la<br />

exigen vuestro honor, vuestra gloria, y el interés de<br />

la nación Inglesa? Vuestro honor: porque vosotros no<br />

debéis permitir jamás que se diga en algún tiempo que<br />

mirasteis con indiferencia la justa y gloriosa empresa<br />

de la emancipación de la América del Sur; o que<br />

siendo un pueblo esencialmente libre, abandonasteis<br />

la causa de la libertad por miras poco dignas de<br />

vuestros principios. Vuestra gloria: porque cual otra<br />

más digna de vuestra noble ambición que la de romper<br />

las cadenas de la opresión de un todo mundo, abrir<br />

en él todas las fuentes de prosperidad, restablecer el<br />

imperio de las leyes, y hacer florecer las costumbres<br />

y las virtudes que la tiranía y la superstición habían<br />

desterrado por tres siglos? ¿Qué injusta y odiosa no<br />

aparece Roma, cuando precipitando el vuelo de sus<br />

águilas funestas subyuga las naciones, y las despoja<br />

de sus derechos primitivos? ¡Pero qué grande es<br />

esta misma Roma, cuando en el esplendor de su<br />

gloria, cuando sus legiones invencibles conducidas<br />

por el virtuoso Flaminio restituyen a los Griegos<br />

246<br />

Colección Bicentenario


su libertad, y los redimen del yugo de los Persas!<br />

Vuestro interés nacional en fin, os obliga a tomar la<br />

parte más activa en la independencia de América,<br />

principalmente de las provincias que componen<br />

la Nueva Granada. Un país inmenso que contiene<br />

todas las riquezas de la naturaleza, ofrece un vasto<br />

campo a las contemplaciones de vuestros filósofos,<br />

a las especulaciones de vuestros comentarios y a<br />

los progresos de la Industria y de las artes, cuyo<br />

genio preside entre vosotros, Ingleses. Cien puertos<br />

cómodos y seguros recibirán a vuestros buques sobre<br />

el Océano y el Pacífico, con toda la bondad, la hostilidad<br />

y la franqueza que caracterizan al Americano, y que<br />

forman la base de sus constituciones políticas. El oro,<br />

la plata, y la platina de nuestras minas, las lanas de<br />

nuestros rebaños, las riquezas de nuestros bosques.<br />

Los frutos de nuestros campos, y en fin todas las<br />

preciosas producciones de nuestro suelo se cambiarán<br />

por las vuestras, se reunirán allí donde las llame el<br />

lujo o la necesidad; y ambos países la Inglaterra y<br />

Nueva Granada serán unidos por los vínculos del<br />

comercio, y lo que es más agradable por la cadena de<br />

una benevolencia recíproca, la única que puede ligar<br />

imperios tan distantes. —Comparad ahora, Ingleses,<br />

comparad estas ventajas, con las que os ofrece la<br />

política de España, esta nación celosa, avara, enemiga<br />

de las otras, y principalmente de la vuestra. Recordad<br />

la conducta de su Gobierno despótico; recordad sus<br />

leyes homicidas por las que se confiscaban todas las<br />

propiedades del buque Inglés que llegaba a nuestros<br />

puertos, y se imponía pena de muerte al Americano que<br />

trataba con vosotros: recordad la conducta criminal<br />

del ingrato Fernando 7º: examinad este decreto,<br />

y también los que ha promulgado en perjuicio de<br />

vuestro comercio, y en odio de vuestras costumbres;<br />

y decid en el tribunal de la razón, si debéis dudar<br />

un solo momento en reconocer y proteger las más<br />

justa de las causas, la independencia de América.<br />

—Ingleses! Vuestro Parlamento está reunido. Yo<br />

Colección Bicentenario 247


asisto a las deliberaciones de vuestras Cámaras. <strong>La</strong><br />

intriga de las Cortes, Ministros que pudieran ser<br />

instrumentos de la tiranía, me hacen temblar por el<br />

triunfo de la razón, de la justicia y de la humanidad.<br />

Pero yo escucho… Y las lágrimas corren por mis<br />

ojos; mi corazón se abre a la esperanza, cuando oigo<br />

la dulce persuasión fluir de los labios de los miembros<br />

más distinguidos; cuando veo al sabio y virtuoso Lord<br />

Grenville defender la causa de la América del Sur,<br />

con el mismo calor e interés, con que en otro tiempo<br />

el ilustre Lord Chataan defendía en el mismo lugar la<br />

causa de la América del Norte. En los transportes del<br />

sentimiento, yo exclamo: mi Patria será libre: gloria<br />

inmortal, eterna gratitud a la generosa nación autora<br />

de tanta felicidad.<br />

[“Comentario al Decreto de Fernando 7º de España<br />

dado en Valencia a 4 de Mayo de 814”, Argos de la Nueva<br />

Granada, nº 76, 77, 79, 80, 81, 82, 84 y 85 Santafé de<br />

Bogotá, Junio 4, 11, 25, Julio 2, 9, 16, 30 y Agosto 6 de<br />

1815. Es posible que estas notas hayan sido escritas por<br />

José María del Real, por entonces agente de la Nueva<br />

Granada en Londres]<br />

Decreto del Presidente de las Provincias Unidas<br />

sobre supresión del sello español de armas. 1815,<br />

Diciembre 9.<br />

248<br />

NOTICIAS DEL INTERIOR.<br />

ARTÍCULO OFICIAL.<br />

CAMILO TORRES PRESIDENTE DE<br />

LAS PROVINCIAS UNIDAS DE LA NUEVA<br />

GRANADA.<br />

Por cuanto el Congreso de las mismas Provincias<br />

ha expedido la resolución siguiente.<br />

“EL CONGRESO DE LAS PROVINCIAS<br />

UNIDAS DE LA NUEVA GRANADA:<br />

Colección Bicentenario


Conviniendo que la solemnidad que se da a los<br />

negocios públicos, en despachos, patentes, escrituras,<br />

testamentos y materias judiciales de jurisdicción<br />

voluntaria o contenciosa, sea uniforme en todas las<br />

Provincias, así por el carácter público que llevan<br />

consigo semejantes actos en el sello del Gobierno<br />

General de la República, como para evitar las dudas,<br />

y aun remover los males que suelen experimentar los<br />

Ciudadanos en razón de su multiplicidad y diferencias,<br />

poco o nada conocidas, de los varios sellos adoptados<br />

en las Provincias. —DECRETA.<br />

1º Que, subsistiendo sin novedad por ahora los<br />

cuatro sellos primero, segundo, tercero y cuarto con<br />

los mismos valores y aplicaciones, y bajo las mismas<br />

reglas que tenían al tiempo de la transformación,<br />

queda suprimido y proscrito el sello español de armas,<br />

poniéndose en lugar de aquel el sello asignado en el<br />

artículo 6º del decreto 9 de Junio.*<br />

2º Que quedan suprimidos los sellos adoptados en las<br />

Provincias, y establecido uniforme y exclusivamente<br />

en todas, el asignado en el artículo anterior.<br />

3º Que estando el sello del Gobierno General, en<br />

conformidad del artículo 7º del citado decreto de 9 de<br />

Junio,** a cargo del Secretario de Estado, la operación<br />

de sellar el papel se ejecutará bajo su dirección, con<br />

las inscripciones correspondientes para expresar los<br />

valores, y el término de la habilitación del papel que<br />

será de dos años.<br />

4º Que de la Secretaría de Estado pasará todo<br />

el papel sellado de cada bienio a la Secretaría de<br />

Hacienda, para que de allí, con la rúbrica estampada<br />

del Secretario de este departamento, se entregue a<br />

la Contaduría General, y por esta se distribuya a<br />

las Tesorerías de las Provincias, con proporción al<br />

consumo de cada una de ellas.<br />

5º Que las Tesorerías de Hacienda de las Provincias<br />

administrarán este ramo, rindiendo sus cuentas a la<br />

Contaduría General de Hacienda, como las demás de<br />

su cargo.<br />

Colección Bicentenario 249


6º Que queda reservado a la autoridad legislativa<br />

nacional el arreglo definitivo del papel sellado, o bien<br />

su supresión, para cuando variadas las circunstancias,<br />

y cesando las necesidades convenga reformar en este<br />

punto las antiguas disposiciones.<br />

7º Que en cuanto al uso temporal del papel que haya<br />

actualmente en las Provincias sellado con los sellos<br />

que en ellas hubieren adoptado hasta ahora, o con el<br />

antiguo, el Gobierno General dictará las providencias<br />

y tomará las medidas que estime convenientes para dar<br />

tiempo al consumo del papel existente, habilitándolo<br />

o resellándolo como mejor se concilie con el presente<br />

establecimiento. Dado en Santafé de Bogotá, en la Sala<br />

de Sesiones del Congreso, a 7 de Diciembre de 1815.<br />

—POR EL CONGRESO. —José Fernández Madrid<br />

Presidente. —Fernando Caicedo Vice Presidente.<br />

—Frutos Joaquín Gutiérrez, Diputado Secretario”.<br />

Por tanto, y habiendo decretado en esta fecha su<br />

cumplimiento en estos términos Ejecútese: y, en<br />

conformidad del artículo 7, se da por habilitado, hasta<br />

que se consuma, el papel existente en las Provincias<br />

al tiempo de recibir esta resolución mando a todas las<br />

Autoridades, Corporaciones, Ciudadanos, y Habitantes<br />

de las Provincias Unidas de cualquiera clase que sean,<br />

la cumplan, guarden y ejecuten, haciéndola cumplir,<br />

guardar, y ejecutar, cada uno en la parte que le toca,<br />

sin hacer permitir cosa en contrario, a cuyo efecto los<br />

Gobiernos la promulgarán con las solemnidades del<br />

caso en sus respectivas Provincias, y la harán fijar en<br />

los lugares públicos acostumbrados, remitiendo las<br />

diligencias que acrediten haberse así practicado.<br />

Dado en el Palacio, firmado de mi mano, sellado con<br />

el Sello del Gobierno, y refrendado por el Secretario<br />

de Estado y Relaciones Exteriores en Santafé a 9 de<br />

Diciembre de 1815. —Camilo Torres. Presidente de las<br />

PP. UU. —Crisanto Valenzuela. Secretario de Estado y<br />

Relaciones Exteriores.<br />

250<br />

Colección Bicentenario


* Debe decir 11 de Julio<br />

** Lo mismo<br />

[“Camilo Torres Presidente de las Provincias Unidas<br />

de la Nueva Granada”, Correo de la Nueva Granada, nº 13,<br />

Enero 2 de 1816, Santafé de Bogotá. “Noticias del interior.<br />

Artículo oficial”, Argos de la Nueva Granada, nº 107,<br />

Enero 7 de 1816, Santafé de Bogotá. Archivo Histórico<br />

José Manuel Restrepo, rollo 4, fondo 1, volumen 11, ff.<br />

225r-v]<br />

Discurso de Sebastián José López Ruiz, ex-<br />

Contador general de reales tributos de Quito,<br />

sobre la fidelidad y obediencia debidas al<br />

soberano. 1816, Junio 7.<br />

CONVERSACIÓN<br />

DE DON SEBASTIÁN JOSÉ LÓPEZ<br />

RUIZ, CONTADOR GENERAL DE REALES<br />

TRIBUTOS DE LA PRESIDENCIA DE QUITO<br />

CON SU FAMILIA:<br />

SOBRE LA FIDELIDAD Y OBEDIENCIA AL<br />

SOBERANO.<br />

El amor y respeto, la sumisión, fidelidad y<br />

obediencia al Soberano, son unos deberes virtuosos<br />

tan sagrados, como los que nos enlazan íntimamente<br />

con nuestros Padres. Si os hago recuerdo de estas<br />

verdades no es, Hijos míos, porque juzgue que<br />

necesitáis de esta advertencia. Todo Católico lleva<br />

consigo desde su nacimiento grabadas en el alma<br />

estas virtudes. Ellas forman su carácter, en ellas<br />

funda su mayor gloria y felicidad. Pero quiero, si<br />

puedo, dar a estas virtudes el mérito de tener su<br />

origen en nuestra Religión Santa. Instruido en tan<br />

sublime escuela, todo cristiano ve la imagen de la<br />

divinidad en los reyes; su autoridad y voluntad en las<br />

suyas; sus órdenes, su providencia y su equidad en<br />

las leyes públicas y demás resoluciones. En lugar que<br />

la orgullosa filosofía, o la ciega ambición, no quiere<br />

Colección Bicentenario 251


descubrir en el Monarca sino un hombre más fuerte,<br />

y como un individuo que supo sujetar a los grandes<br />

con sus beneficios, y a los pequeños con el temor, o<br />

que debe esta clase a la fortuna de su nacimiento:<br />

<strong>La</strong> religión, al contrario, nos muestra en el que ha<br />

señalado con el sello augusto de la Regia Dignidad,<br />

la elección y la obra de Dios, y el Depositario de su<br />

poder en la Tierra. Ella nos enseña, que recibe y tiene<br />

de su mano la Corona, y que en él solo reside la potestad y<br />

derecho de quitársela cuando le agrade.<br />

Por mí es por quien los Reyes reinan: (nos dice la<br />

eterna Sabiduría, tanto para instruir a los Príncipes<br />

como a los Vasallos del principio de los derechos de<br />

los unos, y de la obediencia de los otros) A mi solo<br />

pertenece el Imperio, la Majestad y la Gloria. En mí solo<br />

residen el Poder y la Suprema Grandeza. Yo me retrato y<br />

me reproduzco en algún modo en las personas de los que he<br />

colocado sobre el Trono, y formo su Majestad con algunos<br />

rayos de mi Majestad Divina.<br />

Ved aquí, mis queridos Hijos, lo que nos enseña<br />

la Religión, bien diferente sin duda de todos estos<br />

Sistemas modernos abortados del Infierno, que<br />

se dirigen a desdeñar y envilecer la sumisión y<br />

la autoridad: que afectan no ver en el nacimiento<br />

de las Monarquías sino unos Pactos primordiales<br />

y condicionales, que dispensan a los Vasallos de la<br />

obediencia, y les desatan sus juramentos cuando los<br />

Príncipes faltan a las condiciones del Tratado, que<br />

les ha confiado el depósito del mando y de las Leyes.<br />

¡Cuánto podría deciros para destruir esas falsas y<br />

arbitrarias pretensiones, y mostrar la independencia<br />

de los Reyes, si quisiera remontarme a aquellos<br />

primeros tiempos en los que las diversas Sociedades,<br />

formadas primeramente por la necesidad y armadas<br />

bien presto por las pasiones se eligieron Señores<br />

capaces de gobernarlos y defenderlos! Veríais en el<br />

252<br />

Colección Bicentenario


origen de cada familia no tener más Soberano que<br />

a su Cabeza, y que cualquier Tratado o Pacto entre<br />

Padres e Hijos fue desconocido y desechado de la<br />

naturaleza.<br />

Veríais después, reunirse muchas familias y elegirse<br />

un Padre común, y tratarle con una piedad filial,<br />

antes que imponerle condiciones ni prescribirle leyes.<br />

Veríais, en fin, en la elección de estos nuevos Jefes, el<br />

derecho de juzgar la multitud concedido al más sabio<br />

y al más justo, y entregado el Cetro por el precio del<br />

valor y de la virtud. Los valientes proclamados a una<br />

voz, en reconocimiento de las victorias debidas a su<br />

valor; y con los trasportes de la alegría y confianza,<br />

que no les dejaban ni aun preveer los abusos de la<br />

autoridad.<br />

Bien sé, que una Libertad mal entendida, con la ayuda<br />

de un discurso especioso alegará, que si este Contrato<br />

Social (como ella le llama) no se hizo expresamente,<br />

a lo menos no puede dudarse que hubo un Pacto tácito<br />

e implícito; porque no puede creerse ni suponerse, que<br />

hayan querido los Pueblos hacer un sacrificio absoluto y<br />

sin límites de todo cuanto tenían más apreciable, a unos<br />

Señores feroces y a unas almas insaciables. Pero a esto<br />

se responde, que de este Pacto implícito, del que se<br />

valen como su último recurso o atrincheramiento,<br />

Dios mismo es el Autor y el Garante: y aun añado,<br />

que es mucho más, porque es el Vengador, y el que<br />

recibe desde lo alto de su Trono los juramentos<br />

mutuos que se hacen, de una parte por la Nación, de<br />

estar inviolablemente sometida a su Rey; y de la otra<br />

por el Príncipe de ser justo, humano, benéfico, y de<br />

mirarse como el Padre común de todos sus Vasallos.<br />

A este propósito, oíd las Divinas palabras: Reinad<br />

en mi Nombre, dice al Monarca: Ejerced mi Poder, y<br />

sed el órgano de mi Justicia y de mi Bondad. Obedeced,<br />

dice al Pueblo; Obedeced a vuestro Soberano como a mí<br />

mismo, porque él tiene mi lugar, y Yo le he revestido de mi<br />

Colección Bicentenario 253


autoridad. Si os hace felices y dichosos, él es el instrumento<br />

de mi clemencia, y lo es de mi cólera si os oprime, pero<br />

cualquiera que sea su dominación, dulce o rigorosa, justa o<br />

injusta, él tiene el mismo derecho a vuestra sumisión. Que<br />

ninguno entre vosotros tenga la osadía de rebelarse contra<br />

él, y de prevenir mis juicios. A mí solo es a quien pertenece<br />

la venganza. Yo solo soy el Juez de los Reyes: Esperad sin<br />

murmuración y sin resistencia, que Yo quebrante la Vara de<br />

que me he servido para castigaros, y la arroje en mi furor<br />

a las llamas abrasadoras.<br />

Estos son, mis Hijos, los principios indefectibles que<br />

establece la Religión: ellos solos pueden mantener<br />

la tranquilidad, y la paz de los imperios y sus<br />

Provincias, conteniendo igualmente a los Vasallos<br />

que a los Soberanos, y agotando las fuentes fatales de<br />

las insurrecciones, turbulencias y destrozos que, por<br />

nuestra mucha desgracia, experimentamos. Después<br />

de los Divinos Oráculos que os dejo recordados, no<br />

debo añadir las ardientes exhortaciones que, acerca<br />

de esta importantísima materia, nos hacen San Pedro<br />

y San Pablo en sus Cartas Canónicas; porque ellas<br />

no pueden estrechar más nuestras obligaciones de<br />

amar y obedecer al Soberano, que los preceptos que<br />

el mismo Dios nos ha impuesto.<br />

Que los desertores de la Fe, cuyo número por<br />

nuestra fatalidad es grande, escuchen a lo menos<br />

a la razón y a sus más apreciables intereses: que<br />

consulten la historia de todos los siglos, y verán con<br />

espanto los males horrorosos que arrastra siempre<br />

la Anarquía, mil veces más funesta en sus efectos<br />

que el más absoluto Despotismo. Para vosotros, mis<br />

amados Hijos, que os conduce la piedad, sabéis muy<br />

bien que ella consigue del Cielo los buenos Reyes,<br />

y que también quiere que añadamos el amor a la<br />

sumisión; porque la vil dependencia de un Esclavo<br />

o de un mercenario, no podrá concordarse con la<br />

grandeza de alma que la virtud inspira. Amemos,<br />

254<br />

Colección Bicentenario


pues, ahora más que nunca, y siempre del mismo<br />

modo, a nuestro Cautivo, y suspirado Soberano el<br />

Señor Don Fernando Séptimo, con aquel amor noble,<br />

respetuoso y obediente que ella sola dicta, y que<br />

habla más alto que la ambición, el interés y la política.<br />

Hagamos sin cesar en favor suyo los más humildes y<br />

fervorosos votos a la Divina Majestad, a fin de que<br />

se digne restituirlo presto a su Trono, para enjugar<br />

con este consuelo nuestras lágrimas por la opresión<br />

que padece: y que cuando se nos conceda esta dicha<br />

inapreciable, no use de su Regia autoridad sino según<br />

los designios de Dios, y que siempre reine sobre sí<br />

mismo para que reine felizmente sobre sus Pueblos y<br />

vasta Monarquía. Por último os encarga mi paternal<br />

esmero, que si yo falto por cualquiera contingencia<br />

remitáis a vuestro Hermano ausente Copia de esta<br />

instrucción, para que su lectura lo inflame y fortifique<br />

más en su innata lealtad, y persuada a cuantos pueda<br />

a que abracen estas máximas generosas de fidelidad,<br />

y detesten de todo corazón las escandalosas y atroces<br />

Sublevaciones de algunas Provincias de América,<br />

empezadas originalmente en Quito, de inteligencia<br />

y acuerdo muchos años antes, con el Corifeo de<br />

los Insurgentes de Santafé: Sus amarguísimos<br />

frutos y funestas consecuencias, han sido y serán<br />

los multiplicados robos, usurpaciones, insultos,<br />

vejaciones, asesinatos, calamidades, y una multitud<br />

espantosa de desdichas que nos colman de angustias,<br />

peligros, dolor y llanto.<br />

Quito 1° de Febrero de 1810<br />

Sebastián José López Ruiz<br />

NOTA<br />

El autor de este Discurso padeció en Quito<br />

continuas tribulaciones, hasta el extremo de que<br />

en varias ocasiones se pidió su cabeza por aquellos<br />

Insurgentes: Muchas veces tomó el recurso de<br />

esconderse por algunos días en aquel Convento de<br />

San Agustín: Últimamente se le despojó de su Empleo<br />

Colección Bicentenario 255


y vino con su dilatada familia a Santafé donde reside,<br />

habiendo sido igualmente perseguido, y sufriendo<br />

en dos ocasiones larga prisión por haber sostenido<br />

firmemente su invariable opinión de Realista. Antes de<br />

salir de Quito instó con actividad que se le permitiera<br />

trasladarse a Lima, lo que no consiguió, obligándosele<br />

con término perentorio a su marcha muy costosa, por<br />

la Ruta de Pasto y Popayán a Santafé, como consta<br />

en el Expediente de esta circunstancia, que conserva.<br />

En esta peregrinación al tránsito por el Pueblo de<br />

Patía, lo sorprendieron aquellos Realistas, porque<br />

por unos momentos lo sospecharon Insurgente: le<br />

quitaron sus papeles y corto caudal; pero luego que<br />

se desengañaron se lo restituyeron, a excepción<br />

de un cofrecito de joyas de su mujer e hija, y como<br />

cuatrocientos pesos de que clandestinamente se<br />

aprovecharon algunos individuos de aquella Tropa.<br />

Todo lo referido, y mucho más que se omite por no<br />

alargar esta Nota, es público y notorio.<br />

Excelentísimo Señor. —En ninguna ocasión mejor<br />

que en las actuales circunstancias, victoriosas y<br />

redentoras de la funesta Rebelión que por muchos<br />

años ha sufrido este Reino, conviene intimar a los<br />

Pueblos de parte del mismo Dios, la dulce inevitable<br />

obligación de amar y obedecer al Soberano: A los que<br />

por su desgracia han faltado a estos Sagrados deberes,<br />

para persuadirlos sin excusa a su cumplimiento; y a<br />

los Leales, a fin de fortificarlos en sus nobles ideas de<br />

sumisión. A estos fines sublimes podrá conducir, que<br />

Vuestra Excelencia se sirva permitirme licencia para<br />

que se imprima en esta Ciudad o en la de Cartagena,<br />

que costará mucho menos, el adjunto Discurso o<br />

Conversación que en Quito hice a mis hijos, acerca de<br />

la importante materia insinuada.<br />

Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años.<br />

—Santafé 5 de Junio de 1816; — Excelentísimo Señor.<br />

256<br />

Colección Bicentenario


—Sebastián José López Ruiz. —Excelentísimo Señor<br />

Don Pablo Morillo DECRETO<br />

Cuartel General de Santafé 7 de Junio de 1816<br />

No hay ningún inconveniente en que se imprima el<br />

adjunto cuaderno. —Hay una rúbrica.<br />

SANTAFE. —Imp. del Gobierno: por Nicomedes<br />

Lora: año de 1816.<br />

[Sebastián López Ruiz, “Conversación sobre la fidelidad<br />

y obediencia al Soberano”, Imprenta del Gobierno, Santafé<br />

de Bogotá, 1816. Biblioteca Nacional, Fondo Pineda, 1066<br />

pieza 17 y 18 VFDU-1 401 // Fondo Quijano 317, rollo<br />

VFDU-1-265, pieza 30]<br />

Discurso político moral sobre la obediencia<br />

debida a los Reyes, Antonio de León. 1816.<br />

DEDICATORIA<br />

a los ilustres, y católicos Pueblos de América.<br />

Generosos, y nobles descendientes de la inmortal, y<br />

gloriosa sangre española! Pacíficos indios, posteridad<br />

predilecta, y dichosamente prevenida con las<br />

bendiciones del cielo. Pueblos todos que habitáis las<br />

septentrionales, y meridionales regiones del vasto y<br />

fecundo continente del Nuevo Mundo, con vosotros<br />

hablo, y a vosotros de justicia os debo consagrar, y<br />

dedicar este mal formado discurso, pero animado<br />

del espíritu de la verdad, y del deseo de vuestra más<br />

sólida felicidad.<br />

<strong>La</strong>s horribles escenas de una espantosa y fatal<br />

revolución, que a manera de un fuego eléctrico<br />

rápidamente se difundió para incendiar la mayor parte<br />

de nuestras Américas, nos presentan un espectáculo<br />

digno de eterna memoria, para que nuestros hijos,<br />

y sucesores estén advertidos, y prevenidos de los<br />

infinitos males, que como impetuoso torbellino nos<br />

Colección Bicentenario 257


han agitado por todas partes, y llevado al borde del<br />

precipicio.<br />

Vosotros vais a ver en un pequeño cuadro dibujado<br />

en este discurso, el último y total exterminio a<br />

que velozmente caminaban las Américas con el<br />

monstruoso, y perjudicial sistema de un Gobierno<br />

republicano, fundado en las quiméricas bases de la<br />

Independencia y Libertad.<br />

<strong>La</strong> experiencia y conocimiento de lo pasado os<br />

debe haber desengañado, que esta no ha sido, sino un<br />

engañoso cebo para cogeros, como al incauto pez el<br />

cazador en su red.<br />

Bien, a pesar vuestro, sentís aún todavía los<br />

malignos estragos de este universal terremoto,<br />

cuando lloráis, y estáis por todas partes viendo las<br />

reliquias que os han quedado en el triste silencio, y<br />

desolación de vuestras casas, en la pérdida de vuestros<br />

padres, vuestros hijos, vuestros hermanos, y amigos:<br />

en la miseria, la desesperación, y pobreza de vuestros<br />

hogares, y haciendas; y sobre todo, en el exterminio<br />

del Culto, y de aquella única, y Sagrada Religión, que<br />

os puede de verdad hacer independientes, y libres por<br />

todos los siglos de una eternidad sin fin.<br />

Os ruego, pues, que recibáis con aprecio, y<br />

estimación este pequeño obsequio que os tributa<br />

un Católico, y verdadero paisano vuestro; y que os<br />

desengañéis, que aunque por todos cuatro costados<br />

soy hijo, y descendiente de los primeros españoles<br />

que vinieron a la Conquista, con todo jamás me apoyé<br />

en estos primeros principios de la naturaleza, y de<br />

la sangre para aborrecer el pernicioso sistema de la<br />

independencia y libertad, sino en los fundamentos de<br />

la Religión que profeso y que ha designado a todos<br />

los pueblos de la Tierra el Gobierno Monárquico,<br />

258<br />

Colección Bicentenario


como el único que se deriva de la divina autoridad,<br />

y se asemeja más al simplísimo ser de un Dios,<br />

Único y Supremo Rey, y Señor de todas las cosas<br />

creadas; y como él único sobre todo que puede hacer<br />

humanamente felices a los Pueblos manteniendo los<br />

derechos de la justicia, de la tranquilidad, y del buen<br />

orden. Estos son los motivos que me compelen a<br />

consagraros este pequeño fruto de mi trabajo, y de<br />

suplicaros dispenséis generosamente sus defectos.<br />

Antonio de León.<br />

Benedixisti, Domine, terram tuan: Avertisti<br />

captivitatem Jacob: Remisisti iniquitatem plebis<br />

tuae - Psalm. 84. vv. 1. 2.<br />

Bendijiste, Señor, a tu heredad: finalizaste<br />

la cautividad de Jacob: habéis perdonado las<br />

iniquidades de vuestro Pueblo.<br />

¿Qué hubiera sido, Sres., de los hijos de aquella<br />

Nación predilecta, y por particular privilegio separada<br />

de los demás nietos y descendientes del primer hombre<br />

rebelado contra su legítimo Rey, Creador y Señor, si<br />

Dios, cuyas misericordias son sinnúmero, como dice<br />

David (a) sin acordarse de sus trabajos (1) los hubiera<br />

dejado en la triste esclavitud, en que oprimidos yacían<br />

bajo el pesado yugo de los tiranos del Egipto? ¿En<br />

qué hubieran parado sus magníficas promesas tantas<br />

veces otorgadas, con que se corroboraba la fe de un<br />

Abraham; las lisonjeras esperanzas que servían de<br />

apoyo a la obediencia de un Isaac; y las misteriosas<br />

bendiciones que daban pábulo a la paciencia de un<br />

Jacob? ¿Cuál hubiera sido, finalmente, el éxito de los<br />

eternos Consejos en su Providencia adorable, si el<br />

gran Dios de Israel, después de haber transportado a<br />

su Pueblo, desde la tierra de Canaán hasta las fértiles<br />

campiñas de Gésen, lo hubiese abandonado a merced<br />

de su conducta vacilante, y al arbitrio de sus crueles<br />

opresores?(2)<br />

Colección Bicentenario 259


Me horrorizo de solo imaginarlo, y mi alma<br />

conturbada desfallece con tal idea; porque entonces,<br />

o tarde, o nunca se hubiera verificado su libertad,(3)<br />

quedando sin efecto los más eficaces medios de<br />

que la Divina Providencia se había valido para su<br />

conservación, y gloria. Así es, que si Dios cuidaba<br />

de multiplicarlos con una fecundidad extraordinaria,<br />

y prodigiosa,(4) el inhumano Faraón sólo trataba de<br />

exterminarlos apenas eran nacidos. Si Moisés fue<br />

milagrosamente preservado para ser el conductor, y<br />

caudillo de su libertad, aún le negaban los derechos de<br />

su misión, y desconocían su autoridad. Si la Religión<br />

de sus Padres les prohibía el Culto de los ídolos,<br />

ellos no se precavían del comercio con los profanos,<br />

adoptando sus abominaciones. Si los rayos de la<br />

Divina Justicia se lanzaban sobre los Pueblos rebeldes,<br />

los atribuyan con los incrédulos a mera casualidad,<br />

como efecto puramente de las causas naturales. Si<br />

finalmente vieron con asombro sumergido a Faraón<br />

con todo su Ejército en el mar Bermejo, pronto se<br />

olvidaron de aquel estrago, y suspiraban por las<br />

carnes, y manjares del Egipto.<br />

Pasemos ahora a la aplicación de esta fiel alegoría,<br />

y descubriremos entre sus sombras un bosquejo<br />

nada equívoco de lo que les había de suceder a los<br />

fieles Israelitas de la Ley de gracia en la plenitud<br />

de los tiempos, y cuando llegase la insurrección de<br />

las Américas. No hablemos sino de la de nuestro<br />

continente, o de la Nueva Granada, como testigos<br />

oculares desde el aciago día 20 de Julio del año de<br />

1810. ¿Mas quién será capaz de acordarse sin horror<br />

de aquel terrible día,(5) día a la verdad, de furor e<br />

indignación, de calamidad, y de miseria, en que por<br />

medio de sus Ángeles vengadores derramó Dios<br />

sobre estas desventuradas Regiones el vaso de sus<br />

iras? ¡Oh maligno y tenebroso día, quedad para<br />

siempre sepultado en las sombras del olvido! ¡Nadie,<br />

nadie se acuerde de tí, y sólo hagan memoria las<br />

260<br />

Colección Bicentenario


futuras generaciones para maldecirte, y llenarte de<br />

imprecaciones!(b)<br />

Pero, no Señores; antes por el contrario, tengamos<br />

muy presente la tristísima imagen de aquella<br />

funesta época de nuestra depravación y locura,<br />

para inspirarles a nuestros hijos y descendientes el<br />

más justo y debido horror.(6) Pongamos delante de<br />

los ojos este doloroso cuadro de nuestra confusión<br />

y vergüenza, para movernos al arrepentimiento,<br />

y dolor; y acordándonos de lo que éramos antes<br />

de la revolución, contemplemos el estado en que<br />

hemos dejado a nuestra amada Patria, y a todo el<br />

Reino. Comparemos y pesemos aquellas antiguas<br />

y supuestas cadenas, que tanto han ponderado los<br />

espíritus revolucionarios para corromper la fidelidad<br />

de los Pueblos Americanos, y moverlos a la rebelión<br />

con la enorme gravedad de las que ellos nos han<br />

recargado, y conoceremos en su verdadera esencia el<br />

alabado patriotismo, y libertad tan decantada de esos<br />

Filósofos detestables, autores de tantos males.(7)<br />

Yo hallo tanta correspondencia, tanta conformidad,<br />

y semejanza entre los Israelitas oprimidos de los<br />

Egipcios, y los Realistas de los Patriotas, que no<br />

he podido menos de compararlos entre sí, para que<br />

palpablemente se vea quanta ha sido la misericordia<br />

de Dios librándonos de tan dura servidumbre, y que<br />

a imitación de los Hebreos bendigamos a nuestro<br />

Divino Libertador, diciéndole con el Profeta:<br />

Benedixisti, Domine, terram tuam: avertisti captivitatem<br />

Jacob.(c)<br />

Porque, Señores, si Abraham por su fe mereció la<br />

paternidad, y primogenitura de un Pueblo escogido,<br />

para darle culto a Dios, que se había de multiplicar<br />

como las Estrellas del Cielo, y como las arenas del<br />

mar, ¿qué otra cosa vemos en los Católicos Reyes<br />

Colección Bicentenario 261


Isabel y Fernando, cuando la divina Providencia<br />

les entregó por medio de la conquista el continente<br />

de este Nuevo Mundo, donde por su piedad y celo<br />

se había de enarbolar el Estandarte de la Cruz, y<br />

establecer la Religión en tan incultas Naciones?(8)<br />

Si la pequeña familia de Jacob se multiplicó tan<br />

prodigiosamente en el Egipto, los pocos Españoles<br />

que han venido a la América no se han propagado<br />

menos, poblando todas sus regiones.(*) Si los<br />

Israelitas mientras vivió José, fueron tratados con<br />

toda distinción y decoro de los Gitanos, también<br />

lo fueron los Realistas, mientras el Rey estuvo<br />

en su Trono.(9) Si después de la muerte de José<br />

los acusaron, los persiguieron, y cruelmente los<br />

maltrataron ¿qué otra cosa hemos visto en la atroz<br />

conducta de los rebeldes, cuando apenas supieron la<br />

muerte civil del más amable, y piadoso de nuestros<br />

Reyes,(10) se convirtieron contra nosotros, a manera<br />

de rabiosos tigres? Si la bárbara política de Faraón<br />

quitó la vida a tantos Hebreos, contad si podéis, las<br />

víctimas de la revolución sacrificadas en México,<br />

Chile, Perú, Buenos Aires, Quito, Cartagena, Caracas,<br />

Popayán, y Santafé. Si Dios para mover al endurecido<br />

Faraón lo afligió con terribles plagas del Cielo,(d)<br />

acordaos de la hambre, de la peste, de la guerra, de<br />

los terremotos, de las tempestades y granizos, de las<br />

inundaciones, y crecientes, y de los extraordinarios<br />

cometas, y fenómenos del Sol, que todos hemos visto,<br />

y admirado desde el tiempo de la revolución acá.(*)<br />

En fin, si milagrosamente conservó Dios a Moisés,<br />

sacándolo de las aguas del Nilo para librar a su Pueblo<br />

amado de la esclavitud Egipciaca,(e) ved ya cómo ha<br />

librado de iguales, o mayores peligros a su predilecto<br />

Fernando,(11) sin cuya reposición al Trono, jamás se<br />

hubieran pacificado los Reinos rebelados, ni quedaran<br />

abolidos los peligrosos estatutos de una constitución<br />

262<br />

Colección Bicentenario


temeraria, y dispuesta al antojo de los filósofos de<br />

nuestro siglo.<br />

Dejadme, pues, exclamar con el más agradecido de<br />

los Reyes, y decirle a Dios: cantaré, oh Señor, sin cesar<br />

tus divinas misericordias, porque os habéis dignado<br />

quebrantar las penosas cadenas que nos habían<br />

oprimido. Así es, sin la menor duda, y por tanto os<br />

aseguro: Que si la rebelión de las Américas ha sido un<br />

efecto de la justicia de Dios irritado por nuestras culpas;<br />

su pacificación, y reconquista lo es de su misericordia,<br />

condolido de nuestros padecimientos.<br />

Más claro: yo os haré ver, que si la sublevación ha<br />

sido la causa total y eficiente de los males que nos han<br />

sobrevenido; la subordinación humilde, y rendida nos<br />

restituirá los bienes que habíamos perdido. Esto es<br />

deciros con más brevedad: Que la desobediencia de los<br />

Vasallos trae sobre sí, infaliblemente el aborrecimiento de<br />

Dios 1. P., pero la obediencia por el contrario es hija de su<br />

amor, y bendiciones. 2. P.<br />

Espíritu Divino, fuente de la luz eterna, y perenne<br />

manantial de la paz, y delicias de una alma fiel, y<br />

subordinada a las legítimas Potestades, dignaos<br />

de inflamar mi corazón con una centella de aquel<br />

sagrado fuego que encendió en otro tiempo el celo<br />

de vuestros Profetas contra los sediciosos Judíos:<br />

humedeced mis labios con una gota de aquel suave<br />

rocío, que da palabras de vida, y dulzura, para que<br />

dignamente pueda yo anunciar a todos los Pueblos<br />

de la tierra unas verdades de tanto interés, y peso.<br />

Esta gracia os pedimos por la intercesión de vuestra<br />

Inmaculada Esposa, a quien respetuosos saludamos<br />

diciéndola Ave María.<br />

PRIMERA PARTE<br />

Es una verdad de fe, que la multitud y malicia de<br />

los pecados han acarreado en todos tiempos los rayos<br />

Colección Bicentenario 263


de la Divina venganza,(f) y también lo es que una vez<br />

determinado Dios a descargar el azote de su justicia<br />

sobre los Pueblos, permite por sus adorables juicios,<br />

que caigan los hombres en cierta especie de pecados de<br />

tanta gravedad y peso,(12) que esta misma permisión<br />

es el mayor castigo, y la que justamente prueba el<br />

colma de su indignación.<br />

Tal ha sido siempre la rebelión de los Vasallos, cuya<br />

evidencia es tan palpable, que yo haría un notorio<br />

agravio a vuestra ilustración, si tratase de aducir<br />

ejemplos que lo confirmasen. En todas las historias<br />

sagradas y profanas se nos presentan a cada paso las<br />

conmociones populares, como la última señal de la<br />

cólera de Dios contra los pecadores, a manera de un<br />

torrente impetuoso que todo lo arrebata y destruye.<br />

Y tal ha sido la de nuestras Américas en el siglo<br />

19, siglo verdaderamente de la justicia de un Dios<br />

provocado, e irritado hasta lo sumo con el exceso de<br />

nuestras culpas.<br />

Y no hay que extrañarlo, porque aunque sea infinita<br />

su paciencia en disimular nuestros pecados,(g) estos<br />

pueden llegar a tal extremo, que lo determinen al<br />

castigo. Trescientos años había estado sufriendo<br />

las maldades de estos Pueblos ingratos, y mil veces<br />

procurado su enmienda por medio de las públicas<br />

calamidades; pero viendo que nada les aprovechaba,<br />

los dejó por último caer en el abismo de la maldad,<br />

para que se arrojasen a cometer el horrendo crimen de<br />

la insurrección,(13) con que habían de ser envueltos,<br />

y castigados los justos y pecadores, los inocentes y<br />

culpados sin distinción de clases, de edades, ni sexos.<br />

Estos han sido los efectos de una revolución tan<br />

inicua, que por todas partes solo nos presenta el<br />

doloroso Cuadro de la total desolación de la Religión,<br />

y del Estado; pues además de su notoria injusticia,<br />

264<br />

Colección Bicentenario


ha sido acompañada de la mayor ingratitud, y de la<br />

más infame alevosía que se puede decir, ni ponderar.<br />

De tal suerte, que estas tres notables circunstancias<br />

de nuestra cacareada regeneración política, a saber:<br />

injusticia, ingratitud, y alevosía me suministran<br />

pruebas tan claras, como la luz para haceros ver, que<br />

la rebelión o desobediencia de los vasallos es aquel<br />

gravísimo pecado que infaliblemente trae sobre<br />

sí el aborrecimiento de Dios, con todos los males<br />

posibles.<br />

Cuando yo afirmo que la justicia ha sido el primer<br />

móvil de la revolución, no penséis que yo me empeñe<br />

en rebatir los ridículos fundamentos con que los<br />

insurgentes han tratado de justificar su temeridad<br />

y osadía, cuando todos son falsedades, calumnias, y<br />

vanos efugios, como consta de sus papeles públicos.<br />

(14) El indisoluble argumento, el poderoso Aquiles<br />

de que se valen, es decirnos que la Corona de España<br />

no ha tenido derecho alguno para la Conquista de las<br />

Américas, y que por consiguiente ha sido una injusta,<br />

y violenta usurpación. ¡Ridícula objeción, y digna del<br />

mayor desprecio! Pues aun cuando así fuera, tendrían<br />

en tal caso derecho a reclamar su independencia y<br />

libertad los Indios puramente. Pero los traidores<br />

hijos de los Españoles, como han sido los autores<br />

de la rebelión, ¿por cuál título? ¿por qué razón ni<br />

motivo?<br />

Fuera de que ni los mismos Indios, porque, como<br />

enseñan S. Agustín, el Angélico Doctor Santo<br />

Tomás,(h) con otros Santos Padres y Autores muy<br />

respetables, cualquiera Nación civilizada tiene<br />

justo título, y derecho fundado en los principios<br />

naturales y divinos para subyugar por la fuerza a<br />

aquellas Naciones bárbaras y brutales que viven<br />

como las fieras quebrantando la ley natural. ¿Y no<br />

era esto mismo lo que ejecutaban estos Paganos,<br />

Colección Bicentenario 265


llegando hasta el extremo de comerse a sí mismos,<br />

y de sacrificar sus propios hijos al Demonio, a quien<br />

ciegos adoraban?(15)<br />

Despreciando, pues, aquel fundamento, como tan<br />

fútil y vano, valgámonos para confundir a los rebeldes<br />

únicamente de aquella clase de argumentos más<br />

palpables, y sencillos; pero que no dejan respuesta,<br />

y convencen hasta la evidencia, como sacados de<br />

la fuente de la verdad, y del augusto y sagrado<br />

testimonio del universo y sus criaturas, según la<br />

naturaleza y constitución del hombre en su esencia, y<br />

tenor de vida para que ha sido creado; como también<br />

de la irresistible fuerza de las divinas y humanas leyes<br />

a que debe estar sujeto.<br />

Y ciertamente en cuanto a lo primero, si<br />

consideramos el concierto armonioso del Universo<br />

en el mundo civil, y natural, hallaremos la más bella<br />

unión, y feliz concordia de las criaturas por medio<br />

de su natural dependencia, y relaciones con que<br />

recíprocamente se hallan enlazadas entre sí: ellas<br />

mutuamente se socorren, se ayudan y favorecen las<br />

unas a las otras, de tal modo, que en el espacio de más<br />

de seis mil años no han faltado ni una sola vez a tan<br />

estrecha paz, y unión. Desde que Dios hizo los Cielos,<br />

y la tierra, y dividió la luz de las tinieblas,(i) no ha<br />

cesado el Sol de comunicar sus luces a los Planetas<br />

inferiores, y sus influjos a la tierra,(16) fecundando<br />

sus plantas, y engendrando en sus entrañas el<br />

oro, la plata y las piedras preciosas; pero con igual<br />

correspondencia jamás ha dejado la tierra de<br />

contribuir con sus vapores a las nubes, como tributo<br />

de su reconocimiento, ayudando a que se condensen<br />

las lluvias, y los rocíos que han de conservar la vida<br />

de los seres inanimados, y vegetables.<br />

A vista de esto ¿no habremos de confesar que el<br />

único y principal Eje sobre que ruedan todas las<br />

cosas, que el alma que anima toda la naturaleza, y<br />

266<br />

Colección Bicentenario


que el soplo de vida que la fortifica y sostiene no<br />

es, ni puede ser otro, sino el de la mutua y total<br />

correspondencia del todo con las partes, y de las partes<br />

con el todo? Ah! Quitad tan precioso vínculo, y no se<br />

hubiera perpetuado por tantos siglos la sucesión de<br />

los tiempos, la variedad de las estaciones, el curso de<br />

los astros, y aquel estrecho nudo que todo lo enlaza<br />

y ordena; de suerte que yo no dudo afirmar: que si<br />

el Autor de la naturaleza hubiera dejado el universo<br />

al antojo de las criaturas, sin sujetarlas a la Ley de<br />

la obediencia y mutua correspondencia, millares<br />

de veces se hubieran aniquilado por sí mismas con<br />

sublevaciones, y acabado con esta portentosa fábrica<br />

del Creador. El mundo entonces no sería sino un<br />

caos de confusión, y una viva imagen del Infierno.<br />

Exceptuadme a las criaturas de la ley de una mutua<br />

subordinación y dependencia, y veréis al orbe todo<br />

reducido al desorden más insufrible y monstruoso.<br />

¿Y con todo eso hay todavía entre los hombres quien<br />

promueva los tumultos, quien atice las revoluciones,<br />

y quien sueñe con la igualdad, y predique la<br />

independencia?(17) ¡Filósofos petulantes, atrevidos<br />

Sansculotes, y Masones iluminados; vosotros, sí,<br />

vosotros únicamente sois los que propagáis tan<br />

locas ilusiones para engañar a los Pueblos incautos,<br />

y haceros sus tiranos y verdugos! Mas ¿por ventura<br />

ignoráis, que desde que el común Padre de los hombres<br />

se rebeló contra Dios, quedaron por irrevocable<br />

Decreto condenados sus descendientes a perder su<br />

libertad, y vivir sujetos a las Supremas Autoridades<br />

y legítimas Potestades? ¿No sabéis que la obediencia,<br />

como dice Santo Tomás,(*) es una virtud moral, por<br />

la que haciendo el hombre un sacrificio voluntario y<br />

racional, está siempre preparado y pronto a ejecutar el<br />

precepto que se le intima por una Potestad legítima?<br />

¿No sabéis, finalmente, que paladeará los Pueblos<br />

con los especiosos títulos de igualdad, independencia,<br />

Colección Bicentenario 267


y libertad es engañarlos con diabólica malicia? ¿Es<br />

proponerles un fantasma, una sombra, una quimera<br />

como la imaginada República de Platón? ¿En una<br />

palabra, es precipitarlos en el abismo de todos los<br />

males? Porque, Sres., ¿hay acaso, ni uno solo de los<br />

Católicos, que no sepa que después que Adán perdió<br />

este privilegio en el Paraíso, quedó totalmente<br />

desterrado de este mundo aquel estado de felicidad?<br />

Así es; pero con todo, los nuevos Filósofos de la<br />

regeneración no creen ni a la experiencia, ni a la<br />

palabra de Dios, ni a las Santas Escrituras. Pues por<br />

lo mismo os digo yo que debéis huir de esta clase<br />

de hombres, como de unos impíos y furiosos. Debéis<br />

mirarlos como unos monstruos, declarados enemigos<br />

de la Religión, y de la Sociedad, sin tratar con ellos,<br />

según el consejo del Apóstol,(j) porque estos son<br />

aquellos Profetas falsos, anunciados expresamente<br />

en el Evangelio,(k) que con piel de Oveja vienen<br />

a devorar el rebaño de Jesucristo como Lobos<br />

carniceros, y atacando la Suprema Potestad de los<br />

Reyes, solo tratan de destruir todo el orden social, y<br />

moral de los Pueblos (18) para que vengan a caer en<br />

la anarquía que es el mayor de todos los males, y el<br />

peor estado a que pueden venir los hombres.<br />

Fuera de esto, ¿no estamos viendo que por una<br />

voluntad expresa del Altísimo, y en fuerza de nuestro<br />

destino todo hombre inferior debe estar sujeto a su<br />

Superior? (l) El siervo debe obedecer a su Señor, el<br />

criado a su Amo, el soldado a su Capitán, el súbdito a<br />

su Prelado, el hijo al Padre, el discípulo a su Maestro,<br />

y la mujer al marido. ¿Y el vasallo no deberá obedecer,<br />

y estar sujeto a su Rey? Ah! Esta ley de sumisión<br />

es tan conforme a la naturaleza, y conveniente a la<br />

razón que tiene por término a Dios Soberano, Autor,<br />

y Legislador del Universo.<br />

Esto nos predicó de palabra, y nos enseñó con su<br />

ejemplo Jesucristo nuestro Maestro: a esto conspiran<br />

268<br />

Colección Bicentenario


las Santas Escrituras, y Cánones de los Apóstoles:<br />

a esto se dirigen las Leyes Eclesiásticas, y Códigos<br />

Civiles: y a esto, en fin, ha mirado la respetable<br />

antigüedad desde los primeros siglos, y el unánime<br />

consentimiento de los Autores Sagrados y profanos,<br />

exceptuando solamente los Herejes de la impía secta<br />

de los Franc-Masones(19) con sus Patriarcas Wiclef,<br />

Voltaire, Raynal, Cagliostro, Rousseau, y los demás<br />

hermanos terribles, como ellos los llaman.<br />

Leed algunos lugares de las Sagradas Escrituras, y<br />

a pesar de los sofísticos argumentos, y cavilosidades<br />

de los Filósofos, y grandes Arquitectos del Universo,<br />

quedaréis convencidos de la Suprema autoridad, y<br />

legítima potestad de los Reyes sobre los Pueblos,<br />

como dimanada inmediatamente de Dios. Esto nos<br />

anuncian claramente los Capítulos 50 del Eclesiástico,<br />

17 del Deuteronomio, 15 y 22 del Éxodo, y otros<br />

muchos de que no quiero hacer memoria. Esto, la<br />

mayor parte de los Salmos de David: esto Isaías,<br />

Ezequiel, Daniel, y todos los Profetas mayores y<br />

menores: esto los Concilios, y Santos Padres: esto los<br />

Sagrados Evangelios, Juan, Lucas, Marcos y Mateo:<br />

esto la augusta y venerable tradición de todos los<br />

siglos: esto el íntimo, y general convencimiento de<br />

todas las Naciones:(20) esto::::::<br />

Pero, Sres., yo no acabaría, si tratase de recordar<br />

los testimonios que confirman esta verdad. Oigamos<br />

solamente dos Autoridades de los principales Apóstoles,<br />

cuya Doctrina es de fe. <strong>La</strong> una es de San Pedro<br />

en el Capítulo 2° de su primera Carta, donde se leen<br />

las siguientes palabras.(m) Estad sujetos, y obedientes a<br />

todo hombre que tiene poder sobre vosotros, ya sea al Rey<br />

como Soberano, ya sea a los Gobernadores, como enviados<br />

de su parte, porque esta es la voluntad de Dios. <strong>La</strong><br />

otra es de San Pedro en el Capítulo 13 de su Carta a<br />

los Romanos en estas terminantes cláusulas:(n) toda<br />

alma (21) esté sujeta a las Potestades más sublimes<br />

Colección Bicentenario 269


(22) porque ninguna Potestad hay que no dimane de<br />

Dios,(o) por lo cual todo el que resiste a las Potestades,<br />

resiste a las órdenes de Dios, y se adquiere su<br />

eterna condenación.<br />

Componedme esta Doctrina con el diabólico<br />

derecho de insurrección del afamado libro de Oro<br />

(23) y veréis que aún en caso de ser ciertas las<br />

calumnias que atrozmente la han imputado a los<br />

Conquistadores, a la España, a Nuestros Católicos<br />

Reyes, no por eso hubieran tenido razón, ni derecho<br />

para sacudir el yugo de la obediencia, de donde se<br />

sigue que la insurrección de las Américas ha sido la<br />

más inicua y detestable por la injusticia con que se<br />

ha procedido, violando todos los derechos, y leyes<br />

humanas, y divinas.<br />

Esta sola razón nos excusa de hacer memoria de<br />

otras muchas injusticias de los facciosos, por exponer<br />

a vuestros ojos el Cuadro más inaudito, y vergonzoso<br />

de sus terribles atentados, y del modo inhumano con<br />

que fueron tratadas las Autoridades Gobernantes<br />

constituidas por el Rey. Pero aunque yo lo calle,<br />

clamarán dando voces delante de Dios, como dice<br />

un Profeta,(p) y pidiendo justicia las piedras de esas<br />

calles, los cerrojos de esas cárceles, las azoteas, y<br />

balcones, con las campanas de esas torres, que fueron<br />

testigos de tan diabólica furia.<br />

¡Yo me enardezco al acordarme de las intrigas y<br />

felonía de que se valieron los sediciosos para inflamar<br />

a la rebelión un pueblo naturalmente pacífico, y<br />

amante de su Rey! Yo me lleno de coraje al ver aquel<br />

infame libelo, que con el nombre de Manifiesto<br />

(24) se dio al Público, y demás papeles de nuestros<br />

Gazeteros, y Diaristas para eterno descrédito de sus<br />

Autores, y deshonra de los talentos americanos. Yo<br />

me irrito a vista de aquella ridícula Constitución,<br />

que ha tenido la sandez de declarar Soberanía una<br />

270<br />

Colección Bicentenario


miserable Provincia, y de obligar a un Rey grande y<br />

poderoso a prestar el juramento y homenaje de sus<br />

quiméricas ideas.(25) Yo me inflamo::: Pero, Sres.,<br />

doblemos esta hoja, y no destapemos llagas medio<br />

encubiertas, cuya infección es insufrible; ocupémonos<br />

solo en llorar sobre la injusticia de esta rebelión, su<br />

bárbara ingratitud.<br />

Y para conocerla mejor oigamos estas sentidísimas<br />

quejas de Dios en pluma de David.(*) Si un enemigo<br />

mío, dice S. M., se levantase contra mí, y me llenase<br />

de maldiciones, lo llevaría con paciencia; pero que lo<br />

haga un amigo mío, querido a quien he favorecido, que<br />

ha sido confidente de mis secretos, y que ha comido<br />

conmigo en un mismo plato, ah! esto es lo que no se<br />

puede sufrir: esto lo que me atraviesa el corazón, y<br />

me llena de amargura!<br />

Poned ahora este divino lenguaje en boca de la<br />

afligida España, y para vuestra confusión oíd ingratos<br />

Americanos sus más tiernas y justas reconvenciones.<br />

Si el tirano de la Europa, dice, se ha empeñado en<br />

arruinarme con la guerra más injusta y terrible, de<br />

que no hay igual en las historias: si para tan atrevida<br />

empresa se ha valido de los medios más inicuos que<br />

le han sugerido su ambición y su soberbia: si a sus<br />

colosales fuerzas ha reunido las tropas auxiliares<br />

de la confederación del Rhin, de las Flandes, de la<br />

de Italia, la Suecia, la Polonia, y otras muchas: si<br />

con Ejércitos inmensos ha invadido mis Provincias,<br />

ocupado mis fortalezas, cautivando mis Reyes,<br />

profanando mis Templos desnudando mis Altares, y<br />

demolido mis Ciudades, reduciéndolo todo a cenizas,<br />

a fuego y sangre. Sabed empero, que en medio de tan<br />

crueles aflicciones, y recargada de tantos males no<br />

ha desfallecido mi antiguo y natural valor,(26) y con<br />

heroísmo sin igual he sostenido una guerra desoladora<br />

por espacio de seis años, y la hubiera llevado más allá,<br />

Colección Bicentenario 271


hasta acabar con el último de mis hijos, y quedar yo<br />

misma sepultada entre mis ruinas.<br />

Más que el Corso inhumano así me haya tratado no<br />

lo extraño, porque siendo un espurio, hijo de Belial,<br />

un monstruo de perfidia, un impío, sin probidad,<br />

sin honor ni Religión (27) ¿que mucho que se haya<br />

portado con tanta felonía, traición, y dobleces? Pero<br />

vosotros, Americanos, amados hijos míos, ¿por qué<br />

os habéis coligado con mi mortal enemigo hasta<br />

saciaros de mi sangre, y reducirme a la nada? ¿Dónde<br />

está el odio contra el común enemigo de Dios y de los<br />

hombres, cuando así habéis adoptado sus máximas,<br />

seguido sus planes, y jurado sus banderas? ¡Ay de<br />

mí! ¡Cuanto mejor quisiera verme reducida a cenizas<br />

como la inmortal Numancia, que haber sobrevivido<br />

para ser infausto testigo de vuestra ingratitud, y<br />

tiranía!<br />

¡Eh! ¿Y quién a vista del glorioso entusiasmo con que<br />

el día 11 de Septiembre del año 1808 solemnemente<br />

jurasteis, y proclamasteis por Rey a vuestro cautivo, y<br />

amado Fernando, no se habría persuadido, que estabais<br />

animados de unos mismos sentimientos con vuestros<br />

hermanos de la Península? ¿Que habíais de conservar<br />

con ellos una misma fidelidad, una misma firmeza, y<br />

una misma obediencia? Con vuestros hermanos de la<br />

Península, digo, con quien hacéis un mismo cuerpo,<br />

una misma Nación, y una misma causa: con aquellos,<br />

cuya sangre corre por vuestras venas, alienta vuestros<br />

movimientos, y vivifica vuestro ser,(28) y de quienes<br />

como de una copiosa fuente habéis recibido todos los<br />

bienes juntos, la Religión, las Leyes, la Sociedad, el<br />

buen orden, la Paz, y todo cuanto pueden anhelar<br />

los Pueblos racionales, y políticos. Con aquellos, en<br />

fin, que os han dado Obispos, y Prelados, Pastores,<br />

y Sacerdotes que os encaminen al Cielo: Templos,<br />

Imágenes, y Altares que alimenten vuestra creencia,<br />

272<br />

Colección Bicentenario


y en una palabra, todo cuanto sois, y pudierais haber<br />

deseado en el orden moral, y político.<br />

Con todo: nada de esto fue bastante para templar el<br />

furor de unos hombres amotinados, cuya ingratitud<br />

los cegó de tal manera, que en una noche atropellaron<br />

por todo, rompiendo los más sagrados vínculos que<br />

los unían a la Católica Monarquía, sin otro motivo<br />

que el de una imaginada opresión, y supuesta tiranía.<br />

¡Ah ingratos! Volved los ojos a las Provincias de<br />

España, y mirad conculcadas sus viñas, talados<br />

sus olivares, arruinadas sus fábricas, obstruido el<br />

comercio, demolidos sus Arsenales, cerrados sus<br />

Colegios, y reducida por los estragos de la guerra a<br />

una triste soledad, y a un descarnado esqueleto, la<br />

más bella y florida parte de la Europa, la escogida<br />

y preciosa heredad de la Reina de los Cielos,(29)<br />

donde por espacio de seis años, no se ha oído sino<br />

el estruendo del cañón, el ruido del fusil, el tropel<br />

de la caballería, y el apresurado paso del ataque, y<br />

del degüello, convirtiéndose sus esforzados hijos en<br />

bravos Leones de Marte, para defender su Patria, o<br />

morir gloriosamente en la lid, coronados de laureles,<br />

como los invictos Macabeos.(q)<br />

¿Mas cuando fue todo esto? ¡Oh fidelidad! ¡Oh<br />

grandeza! ¡Oh gloria del pecho Español! ¡Ah!<br />

Después de haber arrastrado por tantos años las<br />

infames cadenas de que los había recargado el<br />

perverso Ministro Godoy, causa de tantos males!<br />

Sin embargo: ellos habían gemido, llevándolas con<br />

la mayor paciencia, aunque agobiados de su peso,<br />

dando de este modo a todos los Pueblos y Naciones<br />

el más admirable ejemplo de fidelidad, y amor a sus<br />

Reyes, sin que jamás les hubiese pasado ni por la<br />

imaginación, levantarse contra su autoridad.<br />

Pero los ingratos Americanos, que por el contrario,<br />

gozaban las delicias de una paz inalterable, como<br />

Colección Bicentenario 273


patrimonio de la sucesión de más de tres siglos,<br />

sin haber jamás conocido los peligros y temores<br />

de la guerra, que abundaban de todos los bienes<br />

imaginables, y que si sufrían algunos cortos pechos,<br />

eran nada en comparación de los que pagaban sus<br />

hermanos peninsulares,(30) y a que todos están<br />

obligados;(r) solo porque vieron a la España invadida,<br />

angustiada, y moribunda se declararon contra ella:<br />

la abandonaron en el tiempo de su aflicción,(s) y<br />

le negaron todos los socorros de que necesitaba<br />

entonces más que nunca.<br />

Parece a vista de esto, que no pudo ser mayor la<br />

ingratitud de las Américas rebeladas, sino añadiendo<br />

a esto su cobarde alevosía. Aquí, Sres., enmudece mi<br />

lengua, y carece de palabras suficientes para poderos<br />

hablar de semejante bastardía. Hagamos, no obstante,<br />

un ligero recuerdo del estado en que se hallaban<br />

las cosas antes de la revolución, y conoceremos la<br />

perfidia, y mala fe de sus promotores para engañar<br />

maliciosamente a un Pueblo sencillo, y totalmente<br />

ignorante de las cosas políticas, y de estado. Así<br />

fue que astutamente le hicieron creer que el Virrey,<br />

y Oidores trataban de entregar este Reinado a los<br />

Franceses, y de pasar a cuchillo todos nuestros<br />

Paisanos.<br />

¡Calumnia atroz, y mucho más negra, si se considera<br />

la triste y miserable situación de la España en tal<br />

época; pero medio el más oportuno para inflamar<br />

alevosamente los Pueblos a la sedición, obligándolos<br />

con este temor a precaverse, y buscar la salvación<br />

de sus personas, y Patria. Y a la verdad, si como los<br />

facciosos sedujeron con mentiras a la plebe, hubieran<br />

dicho la verdad, lejos de moverlos a tumulto, se<br />

habría corroborado el tierno amor, y fidelidad de<br />

estos Pueblos a su Rey, y hubieran auxiliado de todos<br />

modos la justa causa de la Corona. Gracias a Dios<br />

274<br />

Colección Bicentenario


que alentó el nativo valor de los Españoles para que<br />

no desmayasen en tan grave peligro, y que en medio<br />

de tanta confusión se hubiesen organizado con sus<br />

juntas parciales, y la Central de Sevilla.<br />

Mas tan impensada reunión de las Provincias de<br />

la Metrópoli, y las medidas de seguridad que desde<br />

luego se comenzaron a tomar, parece que habían de<br />

imposibilitar el plan de sublevación, que desde mucho<br />

tiempo antes tenían trazado en nuestras Américas<br />

los agentes de Bonaparte, y por eso se apresuraron<br />

a dar el golpe sin detenerse (31) luego que supieron<br />

la prisión de Fernando en Bayona. De aquí, como<br />

de una fuente envenenada, salieron las más atroces<br />

imputaciones contra las autoridades gobernantes: de<br />

aquí las sospechas y recelos, pintándonos a la España<br />

como enteramente decidida a favor de Napoleón:<br />

de aquí las exageradas acusaciones, y testimonios<br />

contra la Junta Central: y de aquí, en fin, cuanto<br />

los enemigos y rivales de la nación española han<br />

ponderado maliciosamente en todos tiempos.<br />

¡Gran Dios! ¿Cómo permitisteis, Señor, tan horrible<br />

calumnia, sin que la tierra se hubiese abierto, y tragado<br />

vivos a estos facciosos, y sus confidentes, como en<br />

otro tiempo sucedió con los sediciosos Core, Datán, y<br />

Abiron?(t) Pero tales son, Sres., las permisiones de la<br />

ira de Dios, cuando determina castigar un pueblo por<br />

sus infidelidades. Por esto llevaron aún más adelante<br />

los insurgentes sus maldades, y de allí procedieron las<br />

juntas nocturnas, y juramentos de sigilo:(32) de allí el<br />

trabajar infatigablemente con mil enredos y chismes,<br />

inventados para introducir la enemistad, y los celos<br />

entre el Virrey, y los Oidores: de allí la salida de los<br />

emisarios a todas partes del Reino: de allí los fingidos<br />

Franceses, y la tragedia de los Llanos de Casanare:<br />

de allí la correspondencia secreta de las Provincias;<br />

y en fin, por decirlo todo en solas dos palabras, de<br />

allí hasta haberse ganado sacrílegos Ministros del<br />

Colección Bicentenario 275


Santuario, como los falsos Profetas de Baal, para<br />

agentes y pregoneros apostólicos de la sedición.<br />

Así es que en la revolución de las Américas se ha<br />

procedido con la mayor alevosía, y del mismo modo<br />

que lo haría un hijo avariento y cruel, que deseando<br />

apoderarse de la herencia de su Padre, y viéndolo ya<br />

postrado en una cama, extenuado y consumido de<br />

dolores, se apresurase a quitarle los últimos restos de<br />

la vida, presentándole el amargo cáliz de la muerte<br />

(33) con un veneno letal, o atravesándole con un<br />

puñal el corazón.<br />

Ah! Promotores de la rebelión! Decidme,<br />

decidme ahora ¿no es esto mismo lo que alevosa<br />

y pérfidamente habéis ejecutado vosotros, y los<br />

Pueblos que concitasteis a la sedición contra vuestra<br />

propia Madre, solo porque la visteis agonizando, y<br />

en sus últimos aprietos? ¿No clavasteis el puñal de<br />

la insurrección en su atormentado corazón, sin que<br />

su triste situación y estado deplorable, os hubiesen<br />

movido a compasión? ¿No arrancasteis la Corona de<br />

la cabeza a un Rey cautivo, y digno de todo amor,<br />

usurpándola con el pretexto y con el nombre de<br />

República libre, pero tiranizada más que nunca por el<br />

despotismo asiático de un Poder Ejecutivo, Legislativo,<br />

Senado, Judicial, Vigilancia, y demás decoraciones de<br />

los Herejes políticos de nuestro siglo, a imitación de<br />

la inicua Convención de los Franceses? Finalmente:<br />

¿no habéis hecho lo que los hijos de la Víbora, que<br />

para salir a luz le roen las entrañas, y quitan la vida<br />

a su madre?<br />

Pues ved ya si yo he tenido sobrada razón de<br />

afirmar que nuestra revolución, como acompañada<br />

de las memorables circunstancias de injusticia,<br />

ingratitud, y alevosía, es aquel horrible pecado, que<br />

por la desobediencia de estos Pueblos a su legítimo<br />

Rey, nos ha granjeado el aborrecimiento de Dios, y<br />

276<br />

Colección Bicentenario


todos los males juntos. Pero no obstante esto, voy<br />

para vuestro consuelo a manifestaros ya, que la<br />

obediencia por el contrario es hija de su amor que nos<br />

asegura del perdón, y de todo género de felicidades<br />

y bendiciones.<br />

SEGUNDA PARTE<br />

Es la obediencia aquella virtud divina, por la que se<br />

hace el hombre digno de las bendiciones eternas, y<br />

acreedor a todos los bienes posibles,(34) de tal manera<br />

que el alma fiel, y obediente debe considerarse como<br />

el Trono de la gracia, y asiento de las virtudes, como<br />

el Cielo hermoso, cuya luz nos descubre el camino<br />

de la bienaventuranza, y como el Paraíso celestial en<br />

donde habita Dios como en su propia morada y lugar<br />

de sus delicias.<br />

Aún la fe misma que profesamos, y con cuyo<br />

auxilio se elevan nuestras almas al conocimiento de<br />

Dios, y de sus eternas verdades, sin la obediencia<br />

nada vale, ni de nada sirve, según el testimonio del<br />

Apóstol Santiago,(u) porque la fe sin las obras es<br />

una fe muerta, esto es, la fe sin la obediencia, la cual<br />

es únicamente la que promueve, y pone en ejercicio<br />

las obras buenas, para conservar la vida de la fe;<br />

pues las obras malas por el contrario, como que se<br />

apartan de la obediencia, nos quitan la vida de la fe,<br />

dejándola como muerta. Por esto también nos dice<br />

San Pablo (x) que Jesucristo se humilló a sí mismo,<br />

haciéndose obediente hasta la muerte, por lo cual lo<br />

exaltó su Eterno Padre, y le dio un nombre sobre<br />

todo nombre,(y) para que lo adorasen postrados los<br />

Angeles en el Cielo, los hombres en la tierra, y los<br />

Demonios en el Infierno.<br />

Esto supuesto, ya se deja entender cuán útil, y<br />

necesaria sea la virtud de la obediencia, la cual, ahora<br />

más que nunca, debemos religiosamente observar a<br />

vista de los infinitos males que por su inobservancia<br />

Colección Bicentenario 277


nos han venido;(35) y mucho más cuando la divina<br />

providencia siempre liberal, y propicia con estos<br />

Pueblos nos ha restituido los inestimables bienes que<br />

habíamos perdido, y de que éramos desmerecedores<br />

por nuestras culpas, reduciéndonos después de tantas<br />

locuras al debido cumplimiento de nuestros sagrados<br />

deberes; a la feliz reunión de nuestra Madre Patria, de<br />

quien torpemente nos habíamos apartado; al honesto<br />

vasallaje de Nuestros Católicos Reyes, cuya piedad<br />

los ha caracterizado siempre como Padres de estos<br />

Pueblos, y en fin, a nuestra preciosa, y verdadera<br />

libertad de que nos habían despojado los rebeldes con<br />

su orgulloso despotismo, y tiranía.<br />

¡Tantos son los bienes que vamos a recobrar! Es<br />

deciros en pocas palabras: que una rendida obediencia<br />

al Rey, y a sus Ministros nos asegura la absoluta<br />

posesión de cuanto podemos desear para nuestra<br />

mayor felicidad que consiste en estas tres cosas, a<br />

saber: en la conservación inmaculada y para de nuestra<br />

Santa Religión; en la seguridad de nuestras personas,<br />

nuestro honor, y nuestros intereses; y en la paz, abundancia,<br />

y unión de los Pueblos bajo de una sola cabeza.<br />

De todos estos bienes nos habían despojado la<br />

pretendida regeneración política por la rebelión de<br />

los insurgentes, y todos se nos van a restituir por<br />

medio de nuestra reunión a la Católica Monarquía, si<br />

la obediencia de estos Pueblos fuere en lo sucesivo tal,<br />

cual yo me prometo de la experiencia de lo pasado, y<br />

previsión de lo futuro.<br />

<strong>La</strong> conservación inmaculada, y pura de nuestra<br />

Santa Religión es la más principal de los inestimables<br />

bienes que vamos a asegurar con nuestra reunión, y<br />

obediencia a la Corona de España, que ha sido siempre<br />

la inmortal defensora de la fe.(36) Yo pudiera, en<br />

prueba de esta verdad, llevaros al vasto continente<br />

de la África, Asia, y la mayor parte de la Europa, y<br />

278<br />

Colección Bicentenario


que vieseis allí el doloroso estrago que la Religión<br />

ha padecido en todos tiempos, ocasionado de las<br />

rebeliones movidas por los espíritus malcontentos,<br />

y turbulentos, pero no lo ignoráis leyendo en las<br />

historias sus catástrofes espantosas.<br />

Retrotraeos con todo hacia los primeros siglos del<br />

Cristianismo, y conoceréis cuánto se multiplicó la<br />

preciosa semilla del Evangelio, y cuán abundantes y<br />

sazonados frutos de bendición dio en todas partes por<br />

la sumisión y rendida obediencia de los Pueblos a sus<br />

Soberanos. ¡Ah! Qué fe tan constante en la creencia de<br />

los misterios revelados! ¡Qué observancia tan puntual<br />

en el cumplimiento de los preceptos, y consejos de<br />

Jesucristo! ¡Qué candor tan noble en la sencillez, y<br />

pureza de las costumbres! ¡Qué caridad tan sublime<br />

en el desempeño de las obligaciones, o públicas, o<br />

privadas! ¡Qué modelo, en fin, tan adecuado de la vida<br />

del Redentor!<br />

¿Mas de dónde tanta religiosidad, y virtudes<br />

tantas, tanto honor, y probidad, sino de la sumisión,<br />

y debida fidelidad a las legítimas Potestades, aunque<br />

eran unos Emperadores, y Reyes paganos, idólatras,<br />

y sacrílegos? ¿Aunque eran unos déspotas tiranos,<br />

y crueles perseguidores de la Iglesia de Jesucristo?<br />

Mas ¿acaso les pasó ni por la imaginación a aquellos<br />

primeros cristianos rebelarse alguna vez contra las<br />

autoridades que gobernaban? ¿Era acaso por no<br />

tener fuerzas suficientes, cuando por el contrario<br />

eran tantos que, como asegura Tertuliano,(z) ya en<br />

el tercer siglo de la Iglesia no más llenaban toda<br />

la tierra? ¿Acaso por falta de dinero, cuando todos<br />

consignaban sus haberes en manos de los Obispos, y<br />

Prelados? ¿Acaso por falta de valor, y pericia militar,<br />

cuando de ningunos se confiaba tanto, como se vio en<br />

la Legión fulminante en tiempo de Marco Aurelio, y<br />

en la de Tebas, en el de Maximiliano, Hercúleo?(37)<br />

No: de ningún modo. Y así desengañémonos, que<br />

Colección Bicentenario 279


la obediencia únicamente los contenta; pues de lo<br />

contrario sin ella mil veces hubiera sacudido el yugo<br />

de la tiranía, y acabado con sus opresores. Pero<br />

entonces lo hubiera la Religión padecido, y debilitado<br />

su fe.<br />

Y si no decidme, Señores, ¿quién arrancó del<br />

delicioso Monte-Carmelo aquellos empinados<br />

Cedros, cuya frondosa copa llegaba hasta los Cielos?<br />

¿Quién destrozó las Rosas de Jericó, las Palmas de<br />

Cades, los Cipreses de Sión, las viñas de Eugadi,<br />

las Olivas de Judá? ¿Quién acabó con la Religión de<br />

Jesucristo en todo el Oriente, y en la mayor parte<br />

del Occidente?(38) ¿Por ventura ha sido, ni pudo<br />

ser otro que el espíritu infernal de la rebelión?<br />

Preguntadselo a aquellas Iglesias florecientes, que<br />

para Ornamento del Cristianismo produjeron a los<br />

Atanasios, y Jerónimos, a los Epifanios, y Gregorios,<br />

a los Agustinos, y Crisóstomos, y tantos otros<br />

Doctores, defensores ilustres de la Sagrada Potestad,<br />

y autoridad de los Reyes, y veréis que la desobediencia<br />

solamente ha sido la que introdujo el atrevimiento<br />

en los Pueblos; el atrevimiento, la temeridad, la<br />

temeridad el arrojo, el arrojo el despecho, el despecho<br />

la sedición y esta todos los males juntos, físicos, y<br />

morales: la irreligión, la libertad de conciencia, y el<br />

desprecio de las Leyes: la hambre, la guerra, la peste,<br />

y sobre todo una funesta anarquía.<br />

Díganlo la Grecia cismática, de donde fue desterrada<br />

la virtud, y la sabiduría. El Oriente prostituido,<br />

en donde por el Cristianismo se subrogó el<br />

Mahometismo. <strong>La</strong> Alemania, la Polonia, la Inglaterra,<br />

la Suecia, la Hungría, y todo el Norte de la Europa,<br />

donde se profanaron los Sacramentos, se conculcaron<br />

las Imágenes, y se adoptaron las Herejías de Calvino,<br />

y Lutero, sin que pudiese remediarlo ni aún el<br />

poder y glorioso celo de todo un Carlos V. Y dígalo<br />

novísimamente la infeliz Francia, a quien hemos visto<br />

280<br />

Colección Bicentenario


en nuestros días convertida en un albergue inmundo<br />

de todo género de impiedades, absurdos, y delirios de<br />

los Jacobinos y Novadores.<br />

Pero no es menester que vamos tan lejos, cuando<br />

en nuestra misma Capital estamos palpando el grave<br />

detrimento que nuestra Religión ha padecido desde<br />

la revolución acá;(39) de suerte que si como esta ha<br />

durado solo siete años, durara otro tanto, se puede<br />

asegurar sin recelo, que al cabo sería totalmente<br />

peregrina la Religión de Jesucristo en estos Países,<br />

y en lugar de sus Imágenes veríamos en nuestros<br />

Templos restablecidas las Estatuas de Venus, Marte,<br />

y Mercurio.<br />

A esto parece que han tirado nuestros piadosos<br />

regeneradores, como se puede ver en las Cartas de<br />

Suba, que fueron precursoras de la revolución, en el<br />

patriota de Nirgua, y en otros varios papeles que se<br />

han dado al público con tanta desvergüenza por la<br />

libertad de la Imprenta, y libertinaje de sus autores.<br />

Ni ha parado en esto solo, pues con nuestros<br />

mismos ojos hemos visto fijados, hasta en las puertas<br />

de las Iglesias, heréticos pasquines, ridiculizando los<br />

Sagrados Misterios de nuestra Fe, burlándose de las<br />

prácticas de nuestra devoción, y negando abiertamente<br />

los más augustos de los Sacramentos. Hemos oído en<br />

público y en secreto horrendas herejías, monstruosas<br />

impiedades, y escandalosas blasfemias, tanto que<br />

ha sido necesario taparnos los oídos, y retirados<br />

al silencio de nuestras casas ofrecerla a Dios las<br />

ansias de un corazón consternado, diciéndole con los<br />

Apóstoles, llenos de temor: Sálvanos, Señor, porque<br />

perecemos.(aa)<br />

A vista de esto no debemos extrañar, que el primer<br />

objeto de los revolucionarios haya sido abolir el Santo<br />

Tribunal de la Inquisición, perseguirá los Sacerdotes,<br />

Colección Bicentenario 281


hacer odioso su ministerio, y declamar altamente<br />

contra las Órdenes Regulares, hasta llegar a atribuir<br />

la falta de población al celibato, y al voto de castidad<br />

anexo al estado de ambos sexos, como también a<br />

nuestro fanatismo religioso, o intolerancia derivada de<br />

los ilusos Españoles para no querer admitir a vivir<br />

entre nosotros a toda clase de Sectarios, Judíos,<br />

Turcos, Deístas, Protestantes, &c. ¡Gran Dios!<br />

¡Quánta in uno facinore sunt crimina!<br />

¡Ah Señor! ¡Y qué de peligros no nos habéis librado!<br />

¿Qué hubiera sido dentro de poco tiempo de esta<br />

pequeña parte de tu herencia y tesoro de vuestra<br />

sangre? ¿En qué hubiera venido a parar vuestra Santa<br />

Religión, establecida en estas occidentales Regiones a<br />

costa de tantos sudores, tantos trabajos, y fatigas? ¡Ah<br />

Señor y Dios mío! Muy pronto le hubieran sucedido<br />

al sacrílego árbol de la libertad escandalosamente<br />

plantado en esa plaza,(40) los infames ídolos de los<br />

Libertinos, y las torpes Estatuas de los Patriarcas del<br />

Masonismo! ¿Quién podrá, pues, dignamente daros<br />

las debidas gracias por un beneficio tan grande como<br />

el que acabamos de recibir, restituyéndonos nuestro<br />

antiguo y católico Gobierno para ponernos a cubierto<br />

de los infinitos males que con el revolucionario y<br />

nada favorable a la pureza de nuestra Religión, nos<br />

habían venido?<br />

No se puede, a la verdad, debidamente agradecer<br />

un beneficio de tal naturaleza,(bb) y mucho menos<br />

si atendemos a la seguridad de nuestras personas,<br />

nuestro honor, y nuestros intereses, porque nada<br />

ciertamente peligra tanto en las conmociones<br />

populares, que por lo común directamente se<br />

dirigen al despojo de estos bienes, con cuyo auxilio<br />

se nos hacen llevaderos nuestros males, y podemos<br />

sostenernos en medio de los trabajos de una vida tan<br />

penosa como la humana.<br />

282<br />

Colección Bicentenario


Bajo el supuesto de esta verdad, volved los ojos<br />

y deteneos en contemplar la triste imagen de la<br />

desolación, derramada sobre todas las Provincias de<br />

la Nueva Granada desde el año de 10. Veréis a sus<br />

habitantes cubiertos de oprobio, y sumergidos en<br />

la miseria. Veréis un espantoso trastorno de todas<br />

las cosas, ocasionado del desorden, de la confusión,<br />

de la envidia, de la ambición, y de las pasiones más<br />

violentas de unas hombres frenéticos, y furiosos.<br />

Veréis que este desgraciado Reino, que había sido<br />

hasta aquella infeliz época el seno de la paz, y depósito<br />

de la abundancia, se halló de repente convertido en<br />

un infierno de malevolencia, y funesta morada de la<br />

miseria, y de todas las desdichas.<br />

De tal modo, que me parece estarse cumpliendo<br />

a la letra, en la revolución de las Américas, aquel<br />

misterioso sueño de Faraón,(cc) cuando vio que de las<br />

aguas del Nilo habían salido siete Vacas muy flacas,<br />

macilentas, y voraces, que en un instante se tragaron<br />

otras siete muy hermosas, gordas, y lozanas que<br />

pacían en sus fértiles riberas. Paréceme asimismo ver<br />

renovada la borrachera de los Hebreos a las faldas del<br />

Sinaí con el Ídolo del Becerro,(dd) para que Moisés<br />

hubiese hecho pedazos las Tablas de la Ley que había<br />

recibido de la misma mano de Dios, al cabo de tantos<br />

días de oración, ayuno, y retiro de las criaturas.<br />

Efectivamente as así: porque yo veo antes de la<br />

revolución derramadas a manos llenas las bendiciones<br />

de Dios sobre las Américas, cuando todas las otras<br />

Naciones de la tierra se consumían en guerras, en<br />

hambres, y mortandad. Yo veía entonces las alcabalas<br />

moderadas, el Real Tesoro abastecido, el Comercio<br />

floreciente, la agricultura en aumento, y las ciencias,<br />

y las artes cada día ilustrándose más, y más.<br />

¡Oh memoria cruel! ¿Para qué me acuerdas ahora<br />

la fugitiva sombra de aquellas antiguas felicidades<br />

Colección Bicentenario 283


que pasaron tan rápidamente, como el resplandor de<br />

un relámpago, que todo lo ilumina, y luego nos deja<br />

en tinieblas? Ah! Entonces aunque no se predicaba la<br />

igualdad, todos éramos unos, todos nos amábamos,<br />

nos ayudábamos y mutuamente nos socorríamos! El<br />

Ciudadano era respetado de todos, su honor estaba<br />

seguro, nadie lo molestaba, y sus intereses fuera de<br />

toda agresión! Entonces, aunque no se jactaba la<br />

libertad, podíamos todos hablar, todos pensar, todos<br />

tratar, y honestamente divertirnos en inocentes<br />

placeres! Tantos, y tales eran los verdaderos bienes<br />

que poseíamos entonces por la obediencia, que es el<br />

alma de la Sociedad!<br />

Mas ¡oh dolor! <strong>La</strong> impaciencia, y poco sufrimiento<br />

de un Pueblo desconcertado por la detención del<br />

adorado Fernando en su cautiverio de Bayona (41)<br />

produjo en los habitantes de Santafé los mismos<br />

efectos que en los hijos de Jacob por la dilación de<br />

Moisés.(*) Así fue que a manera de un imprevisto<br />

rayo, todo desapareció a un solo golpe de vista, porque<br />

estos Pueblos embriagados, y frenéticos con el Ídolo<br />

de su falsa libertad, y engañados por los caudillos de la<br />

sedición, nos despojaron de nuestros antiguos bienes,<br />

y en pocas horas rompieron las preciosas tablas de la<br />

Ley, y con ellas aquella paz inestimable, que por más<br />

de trescientos años había reunido, bajo de una misma<br />

sombra, al Lobo, y al Cordero, y hecho que paciesen<br />

juntos en una misma pradera el Tigre, y el Cabrito.<br />

Los Autores de la rebelión: esos hombres crueles y<br />

sanguinarios, a manera de las carnívoras Vacas de<br />

Faraón, se tragaron en un instante las hermosas y<br />

lozanas de nuestra antigua robustez.<br />

Entonces todo desapareció repentinamente, y sin<br />

saber cómo, ni cómo no, nos hallamos en profundas<br />

y palpables tinieblas. Solo veíamos entre obscuras<br />

sombras la imagen fugitiva de lo que antes habíamos<br />

284<br />

Colección Bicentenario


sido, y a nuestra memoria inquieta se representaba<br />

sin cesar el feliz estado que acabábamos de perder,<br />

y el abismo de males en que nos íbamos a sumergir.<br />

De esta suerte nos desengañamos bien pronto, y al<br />

cabo de poco tiempo tuvimos el dolor de ver agotado<br />

totalmente el Tesoro de Cajas Reales, el depósito de<br />

Diezmos, el fondo de Viudas, de Temporalidades, de<br />

Consolidación, y hasta el de la Casa de Moneda.<br />

¿Pero acaso se sació con esto la rapaz avaricia de<br />

nuestros opresores? No por cierto. Díganlo las gabelas<br />

recrecidas, los donativos sin cesar, y los subsidios<br />

por fuerza. Díganlo el precio de la Sal aumentado,<br />

las Capellanías, y obras pías pensionadas, y hasta las<br />

Custodias y Sagrados Vasos de los Templos, reducidos<br />

a moneda, sin que nada de esto bastase para contener<br />

la voracidad de esos Lobos hambrientos, disfrazada<br />

con el velo del bien público, y defensa de la Patria.<br />

Sin embargo, tantos males nos hubieran sido de<br />

algún modo llevaderos, si nuestro honor, y nuestras<br />

personas hubieran tenido alguna seguridad o<br />

protección. Más por el contrario, esto será el indeleble<br />

borrón, y la mancha sempiterna de que nunca se<br />

podrán lavar en las edades futuras, las Américas<br />

sublevadas. Por qué, Sres., ¿a qué fin haber declarado<br />

una guerra impolítica, e inhumana contra todo<br />

Realista, por sus opiniones privadas, y conformes al<br />

testimonio secreto de su conciencia, y mucho menos<br />

en materias políticas, y de estado, cuando ni aun en<br />

las morales, o de la Religión jamás ha procedido de<br />

este modo la Iglesia, según aquel axioma tan sabido<br />

de todos: De intermis non judicat Ecclesia?<br />

¿A qué fin aborrecer de muerte, insultar, y delatar<br />

como sospechosos y enemigos de la causa, a los<br />

que, si no aprobaban su sistema de independencia<br />

en nada influían contra él?(42) ¿A qué fin una<br />

Colección Bicentenario 285


escandalosa persecución contra los Ministros de<br />

Jesucristo, abatiéndolos, y ultrajándolos del modo<br />

más ignominioso, hasta conducirlos a un conciliábulo<br />

sacrílego rodeados de bayonetas, y llevarlos a un<br />

público arresto en la mitad del día, como si fueran<br />

reos criminales? ¿A qué fin haber sin causa, ni<br />

proceso desterrado a unos, atropellado a otros,<br />

violado a estos, y sorprendido a aquellos? ¿A qué fin<br />

haber llegado hasta el último extremo de la crueldad,<br />

y barbarie, fusilando algunos sin respetar lo sublime<br />

de su carácter? ¿A qué fin por último haber arrojado<br />

cargados de prisiones, y medio vivos entre voraces<br />

llamas de fuego, a más de mil quinientos Realistas<br />

Españoles, y Criollos, sin haber perdonado ni aún a<br />

treinta y tantos infelices que estaban agonizando en<br />

los Hospitales, como lo ejecutaron en Caracas Bolívar,<br />

Rivas, y Arismendi?<br />

Pero callemos y no preguntemos más, porque ni el<br />

tiempo, ni la lenidad de nuestro estado nos permiten<br />

decir todo lo que ha pasado. Baste saber que no se<br />

escaparon de la cruel ira de los rebeldes, ni aún los<br />

ungidos del Señor, siendo público y notorio que unos<br />

fueron, a imitación de Jesucristo por irreprehensibles, y<br />

justos, juzgados y condenados en las sacrílegas juntas.<br />

Otros por cumplir con sus pastorales obligaciones<br />

insultados en una misma persona, y atropellados con<br />

escandalosa temeridad. Otros consumidos de pesares<br />

acabaron con dolor la existencia de una vida penosa,<br />

y llena de trabajos. Y otros, finalmente, expatriados<br />

con ignominia, o detenidos en prisión por no haber<br />

querido condescender con las inicuas, y tumultarias<br />

ideas de un cisma político, y sedicioso.<br />

¡Tan oprobiosa ha sido la conducta de los nuevos<br />

gobernantes! Tan indeleble la ignominia del suelo<br />

Americano, por su apática frialdad entre tantas<br />

injusticias! Digámoslo en pocas palabras: todo estaba<br />

ordenado en el cálculo de una revolución; pero no lo<br />

286<br />

Colección Bicentenario


previeron estos Pueblos ignorantes, y por eso como<br />

frenéticos, y fuera de sí se juntaron atumultuados en<br />

esa Plaza a pedir a gritos, o el arresto de las personas,<br />

o la pérdida de los Empleos, o el secuestro de los<br />

bienes, o las cárceles, los destierros, y la muerte de<br />

cuantos no han querido tomar cartas en la inicua<br />

conspiración, y se han conocido como adictos al Rey,<br />

y a la Católica Monarquía.(43)<br />

¿Y para qué tantas injusticias, tantos delitos y<br />

maldades? No para otra cosa, sino para alzarse los<br />

ambiciosos, y malvados con el Gobierno, y saciar<br />

sus odios y venganzas. No para otra cosa, sino para<br />

chuparse, como Sanguijuelas hambrientas, la sangre<br />

y sudores de los Ciudadanos, hasta del último y<br />

más infeliz labrador. No para otra cosa, sino para<br />

engañar a los ignorantes de la plebe con ideales<br />

apariencias de brillantez, con prodigarles sin escasez<br />

honores y grados de militares,(44) y atraerse de este<br />

modo partidarios del inicuo sistema de la libertad,<br />

sosteniendo una guerra injusta, y desoladora. No<br />

para otra cosa, en fin, sino para figurar con altanero<br />

orgullo los que nunca debieran salir de la oscuridad y<br />

olvido, y acarrearnos de este modo el aborrecimiento<br />

de las Naciones, y el enojo de la divina justicia.<br />

¡Oh regeneradores de las Américas! ¡Cuántas<br />

gracias os dará la posteridad en los siglos venideros<br />

por los grandes beneficios que con vuestra revolución<br />

le causasteis a la humanidad! ¡Cuántas bendiciones<br />

prodigarán a vuestra augusta memoria, y cuántas<br />

flores derramarán sobre las heladas cenizas de<br />

vuestros sepulcros vuestros nietos y descendientes,<br />

por el honor y gloria inmortal que les habéis merecido<br />

con tan ínclitas hazañas!<br />

De este modo hemos navegado, naufragado a cada<br />

paso entre las soberbias olas de un mar tempestuoso<br />

y violento, que agitado sin intermisión por los<br />

Colección Bicentenario 287


furiosos huracanes de la inconstancia popular, nos<br />

ha llevado mil veces a las puertas de los abismos.<br />

¡Ah! ¡Cuántas veces hemos deseado que hubiese<br />

alguna Ballena, que como a Jonás nos acogiese en su<br />

vientre! (ee) ¡Cuántas que, como al otro Profeta de<br />

Judá, nos despedazasen los Leones! (ff) ¡Cuántas, en<br />

fin, hemos dicho con los infelices Israelitas cautivos<br />

en Babilonia: Ya, ya no podemos más, y nos faltan<br />

los alientos en una vida tan penosa: <strong>La</strong>ssati sumus<br />

in via. Nuestros enemigos furiosos se arrojan sobre<br />

nosotros, como el hambriento Lobo sobre la inocente<br />

Oveja: Inimici nostri dominati sunt nostri. Morimos de<br />

necesidad, porque con sus providencias todo se ha<br />

escaseado: Non afferebamus panem. Una sola gota de<br />

agua para refrigerar el ardor de nuestras desecadas<br />

fauces, tenemos que comprarla no solo con el dinero,<br />

sino con el sudor de nuestro rostro: Aquam pecunia<br />

bibimus,(gg) cervicibus nostri manibamus.<br />

¿Qué tranquilidad, qué paz, qué sosiego podremos<br />

haber tenido en todo este tiempo? ¡Ay! Nosotros, a<br />

manera de los expatriados hijos de Judá (hh) sobre<br />

las riberas del Eufrates, hemos tenido que colgar<br />

nuestros músicos instrumentos de los funestos<br />

Cipreses, y sentados a las orillas del Bogotá, aumentar<br />

con el llanto de nuestros ojos las corrientes de este<br />

Río, entonando en vez de alegres cánticos, tristes<br />

endechas de dolor. Verdaderamente podemos decir<br />

con el Profeta:(ii) que solo hemos comido un pan<br />

de dolores, y bebido agua de lágrimas, que el sueño<br />

huyó de nuestros ojos, y que cuando fatigados nos<br />

rendía, solo veíamos fantasmas horribles,(jj) sañudos<br />

espectros, y crueles tiranos que nos tendían por todas<br />

partes la red, y nos ponían el cuchillo a la garganta.<br />

Tal ha sido el terrible cuadro de nuestra penosa<br />

existencia, en que agonizando no acabamos de morir<br />

en los años de la decantada libertad!<br />

288<br />

Colección Bicentenario


¿Y qué diríais si corriendo yo ahora totalmente el<br />

velo de la iniquidad os hiciese ver los últimos horrores,<br />

y el infeliz estado de calamidad y desesperación a que<br />

había llegado todo el Reino por los diabólicos planes,<br />

y consejos de los rebeldes? Entonces se conocería<br />

claramente la actividad de aquella mortífera ponzoña,<br />

introducida en las Provincias para desunirlas de la<br />

Capital, ocasionando como fruto de la federación e<br />

independencia, su total ruina y desolación. Se vería<br />

cada cual erigida en ridícula soberanía, aproximándose<br />

a sus farsantes los títulos más pomposos para exaltar<br />

su soberbia; y en fin, se haría patente a todo el mundo<br />

el furioso rencor de los partidos,(45) aborreciéndose<br />

mortalmente los unos a los otros, sin que hubiese<br />

caridad ni compasión, ni entre los Padres con los<br />

hijos, ni de los maridos con las mujeres, ni aun de los<br />

mismos Religiosos, y Sacerdotes con sus hermanos y<br />

Prelados.<br />

De aquí se originó aquel diabólico empeño de los<br />

Autores de la rebelión, en procurar cada día hacer<br />

más obstinados a los Pueblos, valiéndose para atizar<br />

el fuego de la rebeldía, hasta de varios Clérigos, y<br />

Frailes,(46) que hemos visto convertidos en Profetas<br />

inicuos, anunciándoles mil patrañas, mil cuentos, y<br />

mentiras inventadas por los cavilosos, para alucinar a<br />

los simples. Todos estos nos han sido muy perjudiciales,<br />

porque el influjo de su carácter ha producido fatales<br />

consecuencias: pero nada ciertamente le ha causado<br />

mayores males a todo el Reino, como el aspecto<br />

feroz de aquel horrible Dragón de siete Cabezas<br />

que vio San Juan en su Apocalipsis, y apareció en el<br />

Horizonte de la Nueva Granada, con el nombre del<br />

primer Congreso de las Provincias Unidas.<br />

No extrañéis la denominación, pues ninguna otra<br />

le es más adaptable, a vista del venenoso contagio<br />

con que inficionó todos los Pueblos desde el instante<br />

mismo de su fatal instalación.<br />

Colección Bicentenario 289


Y si no, decidme ¿Quién aprobó, o por decirlo más<br />

claro, quién acordó el sanguinario proyecto de la<br />

guerra a muerte, que puso en práctica el inhumano<br />

Bolívar, nunca visto ni aún entre los Hotentotes y<br />

Caribes?(47) ¿Quién agredió, el nueve de Enero<br />

del año de trece, a esta Capital de Santafé, con un<br />

Ejército de siete mil hombres, después de haberla<br />

hostilizado con un sitio de quince días, sin querer<br />

admitir Capitulación alguna, solo con el objeto de un<br />

saqueo general, y que del todo quedase arruinada,<br />

de que se escapó por un milagro y providencia de<br />

Dios? ¿Quién había solemnemente jurado bañarse en<br />

la sangre de los Pueblos que postrados, no quisiesen<br />

adorar esta nueva, y soberbia estatua de Nabuco?<br />

¿Quién ha dilapidado las Sagradas Rentas Decimales,<br />

empobreciendo los lugares, y dejándolos yermos por<br />

enviar víctimas a las aras de Marte? ¿Quién::::::::<br />

Pero, Señores, aquí es preciso que pidáis una fuente<br />

de lágrimas para llorar con Jeremías la desolación<br />

de nuestra amada Patria premeditada, ordenada,<br />

y resuelta por el Soberano Congreso de la Nueva<br />

Granada, y mandada ejecutar por el Gobierno General<br />

de un triunvirato mucho más cruel, y sanguinario<br />

para Santafé, que en otro tiempo lo fue para Roma el<br />

de César, Lépido, y Marco Antonio.<br />

Mi espíritu se conturba, enmudece mi lengua,<br />

y desfallecen todas mis fuerzas al acordarse de los<br />

días diez, once, y doce de Diciembre del año de mil<br />

ochocientos catorce. ¡Ah! Diré con el Varón de dolores<br />

(kk) ¡Ojalá que como el de un abortivo se hubiese<br />

malogrado mi ser en el vientre de mi madre para no<br />

ver las funestas sombras de aquellos días ominosos,<br />

y de amargura en grande manera! ¡Quién me hubiera<br />

dado morir mil veces antes que ser infausto testigo de<br />

tan infeliz, como la más erumnosa, época de nuestra<br />

pretendida regeneración política!<br />

290<br />

Colección Bicentenario


Entonces vosotros que me oís, y yo que os<br />

hablo habríamos evitado el terror, el espanto, y la<br />

desesperación en que nos vimos de repente rodeados<br />

por todas partes de un enjambre furioso de enemigos<br />

crueles y sedientos de nuestra sangre esperando por<br />

instantes el último golpe de la muerte en el más oscuro<br />

rincón de nuestras casas, sin recurso, ni defensa.<br />

Habríamos evitado la confusión, y desorden en el<br />

asalto de la Ciudad por todas las calles, y plazas con<br />

que aquellos bárbaros asesinos de Caracas pretendían<br />

con la sangre inocente de los Santafereños satisfacer<br />

su desesperado encono por la completa derrota<br />

que sufrieron del Ejército Realista en el sitio de la<br />

Puerta.<br />

Habríamos evitado el sañudo semblante de los<br />

nuevos Catilinas, que ingratos y desleales, solo<br />

vinieron a arruinar esta madre piadosa, que pocos<br />

años antes los había recibido en su seno con benéfica<br />

ternura para sacarlos de la desnudez, hambre, y<br />

última miseria con que se presentaron entonces.<br />

(48) Habríamos evitado el lúgubre espectáculo de<br />

ver nuestras calles y plazas anegadas en sangre, y<br />

cubiertas de cadáveres de nuestros amigos, y enemigos.<br />

Pero con la diferencia de que los nuestros parece que<br />

triunfaron hasta de la misma muerte, habiéndose<br />

notado sus semblantes apacibles y risueños, como si<br />

tranquilamente durmieran, cuando por el contrario<br />

nuestros agresores estaban espantables y feroces, con<br />

los ojos y boca abiertos, erizados los cabellos.(49)<br />

Habríamos evitado el despojo de nuestros bienes,<br />

el saqueo de nuestras casas, el exterminio de las<br />

Hacienda, el atropellamiento de los Monasterios, la<br />

profanación de las Iglesias, y el sacrílego insulto del<br />

adorable Nombre de Jesús, y Sagradas Imágenes de<br />

los Santos.<br />

Colección Bicentenario 291


Habríamos evitado el deshonor de las doncellas, el<br />

ultraje de las casadas, y el oprobio de las viudas,(50) con<br />

otros infinitos males que no hay lengua que los pueda<br />

referir, cuando lo de menos fueron los escandalosos<br />

excesos de la sensualidad brutal de aquellos negros,<br />

cometidos sin pudor en la mitad del día, y a vista de<br />

cuantos pasaban por las plazas y calles de la Ciudad.<br />

Y si esto se hacía a tales horas y en tales lugares,<br />

¿qué no se haría al abrigo de las tinieblas, y en lo más<br />

secreto de las casas, y las tiendas?<br />

Habríamos evitado la violación de la festividad, y<br />

Octavario del augusto Ministerio de la Inmaculada<br />

Concepción de María, y el haber sufrido la pena de<br />

un verdadero Entredicho, y cesación a divinis por la<br />

falta de Sacrificio, y Sacramentos en aquel memorable<br />

día.(51)<br />

Habríamos evitado el vilipendio del Sacerdocio,<br />

el desdoro de sus Ministros, el abatimiento de la<br />

nobleza, las confiscaciones, las cárceles, los destierros,<br />

las lágrimas, el luto y la desesperación, que desde<br />

aquella época hicieron su funesta morada en esta<br />

desgraciada Ciudad, renovándose a cada paso las<br />

sangrientas escenas de la Francia en los tiempos de<br />

Marat, y Robespierre.<br />

Habríamos evitado, en fin, el indecible pesar de<br />

llorar sin remedio la pérdida de una acción ya decidida<br />

y ganada con la mayor gloria, y milagrosamente,<br />

por solos cuatrocientos Soldados nuestros, contra<br />

más de seis mil de los enemigos, por la vil entrega<br />

de la Ciudad, con Capitulaciones perjuradas, y<br />

no cumplidas, que hicieron un infame General, y<br />

partidarios del Congreso para consumar la obra de<br />

la iniquidad.<br />

Sí, ¡Dios mío! ¡Vos sabéis, Señor, que no miento,<br />

porque sabéis cuántos fueron los atrocísimos delitos<br />

292<br />

Colección Bicentenario


que se cometieron en esta Ciudad, y en todas partes<br />

al arribo del asesino Bolívar y sus tropas!<br />

Y vosotros, oyentes, sabed que por no irritar<br />

vuestra cólera y venganza, no os quiero hablar de las<br />

impiedades y blasfemias, de las herejías y errores con<br />

que trataron de corromper vuestra fe, y Religión. Paso<br />

así mismo en silencio los Sacerdotes arrastrados, los<br />

Inocentes decapitados, los cadáveres insepultos, y los<br />

suplicios ejecutados con músicas y con vivas, como<br />

también el conflicto, y últimas agonías en que nos<br />

vimos los días 4 y 5 del corriente,(52) pernoctando<br />

fuera de nuestras casas para librarnos del Deísta<br />

Serviez, que había decretado nuestro degüello, después<br />

de haber saqueado, y asolado la Provincia, dejándonos<br />

huérfanos, y desamparados con el sacrílego robo de<br />

esta Divina Imagen de Chiquinquirá;(*) Nuestra<br />

Madre, y Protectora, para ultrajarla, y abatirla con la<br />

mayor infamia que se puede decir, ni ponderar.<br />

¡Gran Dios! ¡Justo y terrible Juez de los vivos, y los<br />

muertos! ¡Ah Señor! Vos sin duda habéis permitido<br />

males tan grandes, para que claramente se vea cuáles<br />

son los efectos y consecuencias de las revueltas,<br />

sediciosas, y populares conmociones!<br />

Pero en fin, Señores, decidme: ¿No ha sido el<br />

Congreso esa Hidra de tantas cabezas, ese monstruoso<br />

aborto de Filósofos inmorales, artificiosos y malignos,<br />

la causa de tantas desgracias? Sí: nadie lo ignora, y<br />

todos lo hemos visto, y sufrido este yugo insoportable<br />

que sobremanera había agravado nuestras cabezas.<br />

Ya, pues, es tiempo de que imparcial, y juiciosamente<br />

forméis el paralelo, y hagáis la comparación de lo que<br />

éramos antes de la revolución, y lo que fuimos después<br />

para que conociendo los frutos de la independencia, y<br />

libertad, de buena fe confeséis los inestimables bienes<br />

que con ella habíamos perdido, y los males infinitos<br />

Colección Bicentenario 293


que nos han sobrevenido, y que no dudéis haber sido<br />

ella el más terrible azote con que Dios ha querido<br />

castigar nuestras gravísimas culpas, disimuladas por<br />

el dilatado espacio de trescientos años en que había<br />

esperado a penitencia.<br />

Pero debéis confesar también lo grande de su<br />

misericordia, cuando no ha querido llevar hasta<br />

lo último nuestra entera ruina y desolación, sino<br />

restituirnos, cuando menos lo merecíamos, nuestro<br />

antiguo, y Católico Gobierno, para nuestra seguridad<br />

y contento, como la hermosa primavera, que vistiendo<br />

los árboles y plantas de flores y frutos, alegra los<br />

prados y colinas, y desterrando los helados rigores<br />

del Invierno hace que reviva toda la naturaleza<br />

risueña.<br />

Bajo este conocimiento y experiencia de lo que<br />

habéis visto, he podido asegurar que la insurrección<br />

de las Américas, bautizadas con el nombre vago de<br />

regeneración política, ha sido el mayor de nuestros<br />

pecados, que por su injusticia, su ingratitud y alevosía,<br />

nos acarreó con el aborrecimiento de Dios, todos los<br />

males juntos, físicos y morales.<br />

Ha sido, hablando con propiedad, un crimen de lesa<br />

Majestad por haber sacudido el yugo de la obediencia<br />

que por humano, y divino derecho le es muy debida<br />

a los Reyes que mandan a nombre de Dios. Ha sido<br />

un crimen de lesa Patria, cuya ruina únicamente se<br />

ha procurado de todos modos bajo el pretexto de<br />

la libertad, con la que se han esclavizado todos los<br />

Pueblos para llenarlos de calamidad, y despecho. Y<br />

ha sido finalmente, un crimen de lesa naturaleza,<br />

cuyas obligaciones y sagrados derechos se han<br />

escandalosamente violado, faltando a los deberes de<br />

la humanidad, y a los vínculos de la amistad, y de la<br />

sangre que han respetado siempre hasta las Naciones<br />

más incultas y groseras, para que de este modo fuese<br />

294<br />

Colección Bicentenario


la escarapela nacional, o divisa tricolor de la Nueva<br />

República de las Américas, la injusticia, la ingratitud,<br />

y la alevosía.<br />

Sin embargo, Dios, cuyas misericordias jamás fueron<br />

abreviadas, se ha dignado por fin atender nuestros<br />

clamores, y restituirnos los bienes que habíamos<br />

perdido, sin cuyo auxilio se hubiera muy pronto<br />

acabado nuestra Santa Religión en estas Occidentales<br />

Regiones: nuestro honor siempre vacilante al fin habría<br />

del todo naufragado entre las continuas borrascas de<br />

los chisperos, y calumniantes. Y nuestros intereses<br />

por último serían destinados para renovar los teatros<br />

de la gentilidad, y las fiestas de los Bacanales, como<br />

efecto de la desunión, y rivalidad de los Gobiernos<br />

heterogéneos, y gobernantes sin juicio. Mas todos<br />

estos males quedarán para siempre desterrados de<br />

nuestro patrio suelo, si desengañados de lo pasado<br />

detestáremos en lo sucesivo de los Filósofos Franc-<br />

Masones, que como Ángeles de la bestia han rodeado<br />

toda la tierra para derramar las redomas de la Ira<br />

de Dios sobre los Pueblos. Si unidos íntimamente a<br />

nuestra Católica Madre la España, como fieles hijos<br />

suyos, miraremos en adelante por sus intereses y<br />

gloria. Y si por último con una rendida obediencia<br />

testificaremos nuestra fidelidad, y amor a Nuestros<br />

Católicos Reyes, como primogénitos de la Santa<br />

Sede.<br />

Desde luego así lo esperamos de vuestras eternas<br />

promesas ¡oh gran Dios de los Cristianos, Autor de<br />

la paz y de todos los bienes! Recibid, por tanto, ¡oh<br />

Señor! el más humilde tributo de nuestras alabanzas<br />

que rendidamente os damos por tantos beneficios,<br />

y recibidlo con la más tierna efusión de un corazón<br />

penetrado de las vivas emociones de gratitud y<br />

reconocimiento a vuestra bondad y misericordia sin<br />

fin. Olvidad Señor, el exceso de nuestras pasadas<br />

iniquidades, y haced que en lo futuro nos conservemos<br />

Colección Bicentenario 295


en vuestro Santo amor y temor, obedientes a Vuestra<br />

Divina Ley, y al ungido de vuestras manos,(*) para<br />

que nos mande siempre en tu nombre. En fin, O<br />

Señor, si pecáremos en adelante, castigadnos primero<br />

con todos los rayos de vuestra Divina Justicia, antes<br />

que con otra revolución.<br />

Y vosotros, habitantes de la Nueva Granada,<br />

y Pueblos todos de la América: Audite verba quae<br />

loquor, os digo con Moisés, a los Hebreos.(ll) Oíd las<br />

palabras que os he hablado: conservadlas en vuestros<br />

corazones, y tenedlas muy presentes para que se las<br />

anunciéis a vuestros nietos, y descendientes. Y ya<br />

que felizmente os habéis desengañado de vuestras<br />

pasadas y groseras ilusiones, lavad con lágrimas de<br />

verdadero arrepentimiento la fea mancha con que<br />

os quisisteis tiznar, para que así purificados, améis<br />

a vuestro Rey con profunda lealtad y sumisión, y<br />

de este modo descansando pacíficamente en el seno<br />

de vuestras familias, pasaréis después de esta vida a<br />

bendecir eternamente a vuestro Dios en su Gloria,<br />

que es el premio de los humildes, y obedientes de<br />

corazón. Amén. O. S. C. S. R. E.<br />

NOTAS A LAS CITAS DE LOS NÚMEROS DE<br />

ESTE DISCURSO<br />

1. Cuales fueron las persecuciones, las cárceles, los<br />

destierros y suplicios.<br />

2. Compárese la triste y dura esclavitud de los<br />

Hebreos por los Gitanos, con la de los Realistas por<br />

los insurgentes, y se verá su total identidad.<br />

3. <strong>La</strong> de los Israelitas se verificó a los 143 años de<br />

la muerte de José, y la de los Americanos a los 6 años<br />

de la revolución.<br />

4. Fueron 70 personas de la familia de Jacob, los<br />

que entraron al Egipto, y al tiempo de su salida se<br />

contaban, fuera de los viejos, niños, y mujeres más<br />

296<br />

Colección Bicentenario


de 600.000 guerreros. Los hijos de Cortés, Pizarro,<br />

Quezada y demás conquistadores ascienden en las<br />

Américas a muchos millones, fuera de los que con la<br />

revolución han perecido.<br />

5. El 20 de Julio de 1810, tumulto popular, gritos,<br />

toque de campanas, trabucos, pistolas, puñales, furor<br />

y locura fueron el alarma de tan trágica escena.<br />

6. Acordándoles para que nunca se olviden de los<br />

infinitos males que les han ocasionado a las Américas<br />

con su maldita revolución.<br />

7. <strong>La</strong> filosofía del siglo 18 apoyada en las máximas<br />

del Voltaire, Rousseau, y demás espíritus fuertes, ha<br />

sido la causa del universal trastorno del mundo.<br />

8. Todos saben que Cristóbal Colón no encontró<br />

auxilio alguno de las potencias de Europa para el<br />

descubrimiento de las Américas, sino en la piedad<br />

y celo de los Católicos Reyes de España Isabel, y<br />

Fernando, y que aquella se deshizo para este fin de<br />

todas sus alhajas y joyas. Y todos saben las fatigas,<br />

trabajos, y sudores de los Españoles para fundar en<br />

estos países de Religión única y verdadera que se<br />

profesa.<br />

* Véase la nota num. (4).<br />

9. Todos los pueblos de América juraron, y<br />

solemnemente proclamaron con el mayor entusiasmo<br />

y alegría en el año de 1811, al muy amado, y siempre<br />

adorado desde la cuna, Fernando VII.<br />

10. Fernando VII, el pacífico, el amable, y el<br />

probado de Dios cautivado en Bayona, y detenido<br />

en la Francia con la mayor traición y villanía por el<br />

ambicioso tirano de la Europa Napoleón Bonaparte.<br />

* Todas estas plagas y azotes del Cielo se han visto<br />

multiplicadas sobre el pueblo de Santafé en el espacio<br />

de seis años que ha durado la insurrección.<br />

11. De la persecución, las insidias de sus enemigos,<br />

y los trabajos y peligros en que se ha visto el Sr. D.<br />

Fernando VII, los que lo hacen una viva imagen de<br />

José que fue vendido por sus hermanos, cautivo y<br />

tratado como un esclavo en el Egipto.<br />

Colección Bicentenario 297


12. Cual es la idolatría, y así como hay una moral<br />

contra el Ser Supremo adorando los falsos ídolos,<br />

también hay otra política contra las Potestades<br />

ordenadas por Dios, cuales son los Reyes, adorando<br />

los falsos ídolos de la independencia y libertad.<br />

13. De la que solo fueron autores unos pocos<br />

hombres cabecillas turbulentos y emprendedores, que<br />

a fuerza de astucias y mentiras sedujeron la fidelidad,<br />

y sencillez Americana.<br />

14. Como el manifiesto de las causas que tuvieron<br />

para rebelarse que es un tejido vergonzoso de<br />

calumnias y falsos testimonios desde el principio<br />

hasta el fin, y solo acertaron en el texto: remota<br />

justitia quid sunt regina, nissi latrocinia?<br />

15. Los Americanos, y principalmente los de la<br />

Nueva Granada eran los pueblos más bárbaros y<br />

groseros que se han conocido entre todas las naciones,<br />

y en todo tiempo.<br />

16. Esto mismo sucede por lo común en los Reyes,<br />

que como soles benéficos difunden los rayos de<br />

beneficencia sobre sus pueblos, y vasallos.<br />

17. Es tanto disparate querer que los hombres sean<br />

independientes e iguales en lo civil y político, como<br />

el decir en lo físico que todos son de una misma talla,<br />

ingenio y figura.<br />

18. Único fin y blanco a que se han dirigido todos<br />

los esfuerzos de los filósofos de nuestro siglo para<br />

derribar el trono, y el altar.<br />

19. Clase de hombres la más detestable, y peores que<br />

cuantos herejes, incrédulos y libertinos ha habido, ni<br />

jamás habrá.<br />

20. Desde el tiempo de Abraham se gobernaban<br />

los pueblos y familias por unos pequeños Reyes, y<br />

el Gobierno Monárquico ha sido universalmente<br />

reconocido en todos tiempos a excepción de algunas<br />

pocas Repúblicas que pronto fenecieron.<br />

21. Y por consiguiente los filósofos, que se juzgan<br />

libres e independientes, y creen que su alma es como<br />

la de los brutos.<br />

298<br />

Colección Bicentenario


22. Ninguna potestad hay, ni puede haber sobre la<br />

tierra más sublime, que la de los Reyes establecidos<br />

por Dios, y que mandan a nombre de Dios.<br />

23. De Juan Santiago Rousseau en su Emilio.<br />

24. Fue tan malo este papelucho que aunque se<br />

imprimieron 5.000 ejemplares, fueron igualmente<br />

despreciados de los Realistas e insurgentes, y al fin<br />

destinados para cartuchos.<br />

25. <strong>La</strong> primera constitución de los revolucionarios<br />

exigía que el Rey para entrar en el Gobierno de estos<br />

dominios había de venir personalmente a prestar el<br />

juramento. &c.<br />

26. El cual es característico, y propio de los Españoles<br />

sobre todas las Naciones, como lo testifican los<br />

Cartaginenses, los Romanos, los Godos, los Árabes, y<br />

todos los Pueblos del antiguo, y nuevo continente.<br />

27. El héroe de la fama Napoleón Bonaparte, ha<br />

sido a la verdad un Ateo.<br />

28. Todos los Americanos, a excepción de los Indios<br />

que han sido constantemente fieles y amantes al Rey,<br />

son Españoles como sus hijos, y descendientes.<br />

29. Que aún viviendo en carne mortal vino a<br />

Zaragoza en manos de los Ángeles, y tomó posesión<br />

de la España como su especial y privilegiada herencia,<br />

para protegerla hasta el fin de los siglos.<br />

30. Ningunos otros pueblos ni vasallos hay que<br />

paguen un tributo más equitativo, ni moderado, que<br />

los sujetos a la Corona de España, y en las Américas<br />

muchos menos que en la Península.<br />

31. Comenzó por Quito, y a manera de un fuego<br />

eléctrico se difundió luego a Caracas, después a<br />

Cartagena, Socorro, Santafé, y todo el Reino para<br />

quedar abrasado, y consumido.<br />

32. Que secretamente se tenían algunos meses antes<br />

de la revolución para combatir el plan de sus ideas.<br />

33. En tal estado se hallaba la Monarquía de España<br />

cuando para colmo de sus trabajos se rebelaron las<br />

Américas.<br />

Colección Bicentenario 299


34. <strong>La</strong> obediencia debida a los Reyes es de derecho<br />

Divino, como consta del libro 9° de los Reyes Cap.<br />

10. verso 25. sin que admita alguna interpretación,<br />

ni modificación.<br />

35. Dése una ojeada a todo Reino, y se verán<br />

arrasados los campos, cubiertos solo de sangre y<br />

huesos. <strong>La</strong>s viudas, huérfanos y pupilos anegados en<br />

llanto, y pidiendo justicia al Cielo contra los autores de<br />

la rebelión, y en fin todos generalmente sumergidos<br />

en la desesperación, en la miseria y dolor.<br />

36. Nadie podrá disputarle esta gloria, este honor y<br />

celo de la Religión a la Católica nación y Corona de<br />

España.<br />

37. <strong>La</strong> fidelidad y ciega obediencia de los primeros<br />

cristianos a unos Emperadores idólatras, y déspotas,<br />

confunde y hace más atroz y criminal la conducta de<br />

los Pueblos que se rebelan contra sus Reyes.<br />

38. Los rebeldes como Mahoma entre los Árabes, y<br />

Cromwell entre los Ingleses, y así en los demás Reinos<br />

han causado siempre el trastorno de la Religión.<br />

39. Con la transformación política del Gobierno<br />

insurgente se iban apresuradamente a desquiciar<br />

los fundamentos de la Religión, sustituyéndose la<br />

impiedad, el libertinaje, y el error a la piedad, al<br />

pudor y a la fe.<br />

40. Ídolo profano, y supersticiosa ceremonia de la<br />

gentilidad, que solo sirve al fomento y propagación<br />

de todos los vicios.<br />

41. A pesar de los esfuerzos y malévolas astucias<br />

de los insurgentes, no se ha podido extinguir en los<br />

Americanos su amor y lealtad a la Corona de España,<br />

y mucho más al augusto Fernando VII.<br />

42. Nuevo género de política desconocida de los<br />

Griegos, y Romanos, y reservada a nuestros modernos<br />

republicanos del sistema franco y generoso, que ha<br />

perseguido y condenado hasta los pensamientos más<br />

ocultos.<br />

43. El delito imperdonable de los Realistas para con<br />

los insurgentes ha sido el amar una nación de quien<br />

300<br />

Colección Bicentenario


dependen, y a quien le deben su ser físico y moral.<br />

44. El cebo que servía para coger en la red a tantos<br />

hombres de bien que se dejaron engañar.<br />

45. Efecto preciso, y legítima consecuencia de toda<br />

revolución para que con la diversidad de opiniones, y<br />

división de partidos se encienda el fuego de la guerra<br />

civil, como nos ha sucedido para colmo de los males.<br />

46. Extraña demencia a que ha conducido el furor<br />

patriótico a tales insensatos.<br />

47. Tanta crueldad, e impolítica estaba reservada<br />

con exclusión únicamente a la sagacidad de un<br />

insurgente Congreso, compuesto por la mayor parte<br />

de Filósofos inmorales, y hombres ambiciosos.<br />

48. Así han venido a Santafé todos, o casi todos esos<br />

héroes que han sonado tanto en la revolución para<br />

ilustrarse y convertirse después contra la madre que<br />

los abrigó.<br />

49. Como los vieron, y testificaron varios sujetos<br />

fidedignos y de toda verdad, que asistieron a su<br />

reconocimiento.<br />

50. A la mitad del día y en medio de las plazas<br />

y calles se cometieron tales monstruosidades de<br />

lascivia por los Soldados de Bolívar con escándalo de<br />

la Religión, y oprobio de la vergüenza.<br />

51. El 11 de Diciembre de 1814 de que nunca deberá<br />

olvidarse Santafé, reducida en tan fatal época a los<br />

últimos extremos de su total ruina.<br />

52. Mayo de 1816. Hubiera perecido Santafé por la<br />

fuerza, y siniestras intenciones del Francés Serviez,<br />

si no viniera huyendo del Ejército del Rey, que venía<br />

en su alcance; y que para gloria de España y felicidad<br />

de esta Ciudad entró en ella con vivas, y general<br />

regocijo el día 6 del citado, para fin de tantos males<br />

causados por la revolución desde el 20 de Julio de<br />

1810.<br />

[Notas]<br />

a. Psalm, 104, v. 1.<br />

b. Job cap. 3. v. 1.<br />

Colección Bicentenario 301


c. Psalm. 84 v. 1.<br />

d. Genes. cap. 5. v. 2. et cap. 6.<br />

e. Psalm. 7. v. 12. et Ezequiel. cap. 41. v. 3.<br />

f. Div. Thom, q. 104. art. 2. Div. Aug. lib. de liber. arbit.<br />

cap. 5.<br />

g. Genes, cap. 1, v. 2. vv. 9. 10. 11. 12.<br />

h. Div. Thom. loc. citat. litter. f.<br />

i. Genes. loc. cita. litter. g.<br />

* Loc. ant. citat.<br />

j. Div. Paul. Ep. ad Corinth. cap. 5. Joann. 2. vv. 10. 11.<br />

k. Math. cap. 7. v. 15.<br />

l. Eccles, cap. 50. Deut, cap. 27.<br />

m. Beat. Petr. Ep. I. cap. 2.<br />

n. Div. Paul. Ep. ad Rom. cap. 13.<br />

o. Reg. lib. I. cap. 2°.<br />

p. Habac. cap. 2.<br />

* Psalm. 54. vv. 12. 13. 14.<br />

q. Machabeor. lib. 1. et. 2.<br />

r. Math, cap. 22 v. 1. Tertul. Apol. cap. 42.<br />

s. Jerem, trenor. 1. vv. 1. 2. 5.<br />

t. Levít. cap. 16. vv. 1. 2. 3. 4. Vease al P. Syo en su traduc.<br />

de la Biblia, y notas al citado capítulo del Génesis.<br />

u. Beat. Jacob. Appost. Ep. cap. 2. v. 12. et sequent.<br />

x. Div. Paul, ad. Heb, cap. 2.<br />

y. Div. Paul ad Filip. cap 2.<br />

z. Tertulian, Appol, cap. 35, 36. 37. 42. Orig. contra Cels.<br />

init. I. Petr. 2. 23. Act, S. Mauris, et. S. Eucher.<br />

aa. Math. cap. 8. v. 2. Concord. Luc. cap. 6. Joann. 21.<br />

bb. Psalm. 115. v. 3.<br />

cc. Genes, cap. 41.<br />

dd. Exod. cap. 32.<br />

* Exod. loc. citat.<br />

ee. Jon. Profet. cap. 1. vv. 9. 10.<br />

ff. Reg. 3. cap. 13. v. 24.<br />

gg. Jierem, trenor. cap. 1. v. 2. idorat. cap. 5. vv. 3. 4. 5.<br />

6. 7.<br />

hh. Psalm. 136. vv. 1. 2. 3. 4.<br />

ii. Psalm. 100. v. 10.<br />

jj. Psalm. 76, v. 6. Job. cap. 7. vv. 13. 14.<br />

302<br />

Colección Bicentenario


kk. Job. cap. 3. vv. 10. 11. 12. 16.<br />

* Serviez Francés, General Último nombrado por el<br />

Congreso, la extrajo y arrebató de su Santuario con el<br />

mayor vilipendio, y se la llevaba para los Llanos; pero<br />

batido por una división de las tropas del Rey que acababan<br />

de entrar en esta Capital, fue rescatada esta Milagrosa<br />

Imagen, y conducida en triunfo, para desagraviarla de<br />

tantos ultrajes.<br />

* El Rey.<br />

ll. Deuteronom. cap. 32. v. 12.<br />

Soli Deo honor et gloria, Deiparæque Virgini Mariæ.<br />

[Antonio de León, “Discurso político moral sobre<br />

la obediencia debida a los reyes, y males infinitos de la<br />

insurrección de los pueblos. Predicado en la Catedral<br />

de Santafé de Bogotá por el D. D. A. L., Prebendado<br />

de aquella Santa Iglesia, año de 1816”, Imprenta de D.<br />

Bruno Espinosa, por Nicomedes Lora, Santafé de Bogotá,<br />

1816. Archivo Histórico José Manuel Restrepo, rollo 45,<br />

fondo VI, volumen 2, ff. 49-78v. Javier Ocampo López, El<br />

proceso ideológico de la emancipación en Colombia, Instituto<br />

Colombiano de Cultura, Bogotá, pp. 471-507]<br />

Informe sobre la combustión de los retratos del<br />

Rey y sus armas en Honda. 1819, Noviembre 28.<br />

Acompaño a V. S. una Proclama dada al Público<br />

por el Señor Gobernador Político de esta Provincia<br />

el día que se dieron a la combustión los retratos del<br />

Rey y sus armas para que se sirva V. S. elevarla a la<br />

consideración de Su Excelencia.<br />

Dios guarde a V. S. muchos años. Honda 15 de<br />

Enero de 1820.<br />

[Rúbrica]<br />

Sr. Ministro del Interior y Justicia del Gobierno<br />

General<br />

Colección Bicentenario 303


Ciudadanos y compatriotas. El que ocupa con<br />

Justicia el Trono, es acreedor al obsequio y a la<br />

obediencia: por el contrario el que lo adquirió con<br />

medios injustos, y violentos, es digno del desprecio,<br />

y de la pena, porque tiene sobre sí la nota de Tirano.<br />

Tal es la que los Reyes de España se han granjeado<br />

desde la injusta ocupación de la América, y la que<br />

con sus mismas Leyes, y hechos innegables intento<br />

probar. <strong>La</strong> Ley 10, Título 1º, partida 2ª dice: Tirano<br />

tanto quiere decir, como Señor que es apoderado en<br />

algún Reino o tierra por fuerza, por engaño, o por<br />

traición; y para demostrar los caracteres con que<br />

estos Tiranos, puedan ser conocidos, sigue diciendo,<br />

que los tales son de tal naturaleza, que después de<br />

haberse apoderado de la tierra, aman más lo que<br />

es de su provecho aunque ceda en daño de esta,<br />

que el bien del público porque siempre viven con<br />

sospecha de perderla; y que para poder cumplir<br />

desembarazadamente su intento han usado de su<br />

poder en tres momentos: <strong>La</strong> primera en procurar<br />

que los de su señorío sean necios, y medrosos, no<br />

atreviéndose a levantar contra ellos, ni contrariar sus<br />

Voluntades. <strong>La</strong> segunda, que los del pueblo tengan<br />

desamor entre sí, de suerte que no se fíen unos de<br />

otros, porque mientras vivan en esta desunión no<br />

se atreven a decir, ni hacer cosa alguna por temor,<br />

que no se guardarán fe entre sí. <strong>La</strong> Tercera es, que<br />

procuran siempre hacernos pobres por impedirles<br />

los medios de alguna empresa que ceda en perjuicio<br />

de su señorío, y sobre todo que ponen Su conato en<br />

estragar a los Poderosos, y destruir los Sabios.<br />

Veis pues aquí descifrada en esta Ley la conducta<br />

que han observado con los Americanos los Reyes<br />

de España, quienes teniendo a la mano Leyes sabias<br />

que les enseñan sus deberes para con los Vasallos,<br />

ellos dominados de la ambición, y del desafecto,<br />

hacia los Naturales de estos países, solo han aspirado<br />

a despojarlos de sus riquezas, a mantenerlos en la<br />

304<br />

Colección Bicentenario


ignorancia, y a oprimirlos de todos modos. <strong>La</strong>s Leyes<br />

2ª y 3ª Título 1º de la misma segunda partida imponen<br />

al Rey la obligación de amar, honrar, y guardar a su<br />

Pueblo para que de este modo sea él amado, temido,<br />

y servido, y concluyen, que si de otra manera obrare,<br />

le sobrevendrá todo lo contrario, y muy gran pena en<br />

esta vida, y en la otra.<br />

Haced ahora un cotejo entre las referidas Leyes, y<br />

los hechos públicos de los Monarcas Españoles con<br />

los Americanos, y hallareis que solo han seguido<br />

la Ley del Tiranicidio sin perder un ápice de ella,<br />

despreciando las que les advierten sus obligaciones.<br />

Inferid de aquí si estos tales Reyes son indignos<br />

del amor, obsequios, y servicios de sus Verdaderos<br />

Vasallos, y tanto más de los que no lo somos. En<br />

este concepto la América debe considerarse como<br />

una Nación independiente de la Península, y en tal<br />

estado usando de sus derechos imprescriptibles,<br />

puede levantar ejércitos, oponerse con la fuerza a<br />

sus injustos invasores, y tomar satisfacción de los<br />

agravios recibidos.<br />

Instruidos en esta doctrina no deben desmayar en<br />

la gran empresa de la defensa de nuestra Causa a que<br />

os animo, pidiendo disimuléis el tosco estilo de esta<br />

Proclama, y los demás defectos que notéis en ella.<br />

Honda 28 de Noviembre de 1819. —9º<br />

Felipe Gregorio Álvarez del Río<br />

Pueblos de la Provincia de Mariquita: Llegó el día<br />

en que desaparecieron de nuestra vista en vergonzosa<br />

fuga el Decrépito sanguinario Sámano, y sus infames<br />

satélites Españoles y Realistas. Llegó en día en que<br />

disipándose los densos nublados que nos cubrían,<br />

apareció sobre nuestro horizonte un sol que nos<br />

calienta, ilumina y vivifica. Alegraos por tanto, y<br />

regocijaos; pero vuestra alegría no sea de novedad,<br />

vana y superficial, sino sólida y fundada en el bien<br />

Colección Bicentenario 305


que reportamos con el inestimable tesoro de nuestra<br />

Libertad de que no debéis abusar, entendiendo que<br />

es Libertad de conciencia. No: porque eso es muy<br />

contrario a nuestro sistema, que en nada se opone,<br />

ni perjudica a la Religión Santa de Jesucristo que<br />

profesamos. Nosotros estamos libres del ignominioso<br />

yugo que sufríamos de la bárbara nación Española:<br />

Estamos libres para trabajar en nuestros respectivos<br />

oficios, y lograr el fruto de nuestras tareas: somos<br />

libres para vivir tranquilos en el seno de nuestras<br />

familias: somos libres, para usar francamente de<br />

todos nuestros sentidos, potencias de que estábamos<br />

privados en tiempo del tirano imperio de los Españoles:<br />

en fin somos libres para el goce de nuestros derechos,<br />

y resistir con fortaleza, y constancia a los enemigos<br />

de la Religión y del Estado, prefiriendo la muerte a<br />

la ignominia.<br />

Tal es la Libertad adquirida, que se debe conseguir<br />

con los mayores esfuerzos de Patriotismo, teniendo<br />

entendido, que si por nuestra desgracia volviesen los<br />

Godos, no nos quedaría la esperanza de vivir ni aún<br />

como Esclavos, porque la Carnicería que hicieran<br />

sería peor que la de Herodes con los Inocentes. <strong>La</strong><br />

Patria exige de nosotros los mayores Sacrificios para<br />

sostenerla, y estos consisten en tomar las Armas los<br />

que se hallen aptos para ello: en concurrir cada uno<br />

con sus personas, caudales y bienes, en todo aquello,<br />

en que lo necesite la República: en anteponer el bien<br />

común al particular: en persuadir y demostrar a los<br />

indiferentes la Justicia de nuestra causa: en dar a hijos<br />

y criados una Cristiana, y Civil educación, porque<br />

sin ella no habría virtudes, ni Políticas, ni morales,<br />

y de consiguiente la República sería un edifico sin<br />

cimiento, y presto daría en tierra.<br />

Consiste también el Patriotismo en evitar el ocio<br />

tan perjudicial a la Sociedad, trabajando cada uno en<br />

su oficio, y procurando llenar las obligaciones de un<br />

306<br />

Colección Bicentenario


estado, pues quien las cumple multiplica el sacrificio,<br />

y guarda el precepto divino de comer el Pan con el<br />

sudor de su rostro, cuya pena impuso Dios a nuestro<br />

primer Padre por su culpa, y en él a toda su Posteridad.<br />

Pero aún cuando no hubiese pecado, siempre habrá<br />

estado sujeto al trabajo; más no a un trabajo penoso,<br />

sino deleitable; porque como se refiere en el Segundo<br />

capítulo del Génesis verso 15. Tulit ergo Dominus<br />

Deus hominem et posuit eum in paradiso voluptatis<br />

ut operaretur et custodiret illum. Tomó pues el Señor<br />

Dios al hombre, y lo puso en el Paraíso para deleite,<br />

para que trabajase y lo guardase. De aquí saco dos<br />

reflexiones: la primera; que si hallándose Adán en el<br />

estado de la inocencia, y estando provisto de todo lo<br />

necesario para la vida no quiso Dios que estuviese<br />

ocioso, sino ocupado en cultivar y guardar el Paraíso,<br />

nosotros que nos hallamos rodeados de enemigos, y<br />

reducidos a la miseria por el pecado original, por los<br />

nuestros personales, y por ser Americanos, debemos<br />

con mucha más razón trabajar en nuestro suelo, y<br />

guardarlo como una heredad nuestra. <strong>La</strong> segunda<br />

reflexión es que el trabajo a que Dios destinó al<br />

primer hombre antes, y después de su caída, fue la<br />

Agricultura, según el referido texto, y el 23, del<br />

capítulo 3º del mismo Génesis. Su ejercicio es tan<br />

recomendable, cuanto útil a todos, pues con él la<br />

tierra nos da mucho más de lo que recibe, y provee<br />

de lo necesario para la vida. Esta provincia es rica de<br />

producción, como son Tabacos, cacaos, Algodones,<br />

Cafés, Añiles, Arroces & a fuera de las varias minas que<br />

contienen en su seno, y en ella aun se pudiera coger<br />

y beneficiar el Trigo si hubiera aplicación. Trabajad<br />

pues, y cultivad la tierra con la esperanza de que esta<br />

os retribuirá ciento por uno, y que no serán vanos<br />

otros Sudores, pues a más de la abundancia de Ríos,<br />

que fertilizan vuestros campos tenéis ese gran canal<br />

del Magdalena que lleva consigo la fecundidad por<br />

donde pasa, y fácilmente exporta otros frutos para<br />

su venta.<br />

Colección Bicentenario 307


Consiste igualmente el Patriotismo en que se eviten<br />

los odios, y enemistades, procurando la unión, y<br />

mutua caridad entre todos. Estriba también en elevar<br />

nuestras oraciones al todo Poderoso por el feliz éxito<br />

de nuestra Causa, y para ello pedirle por la Salud<br />

del Héroe incomparable Libertador nuestro Simón<br />

Bolívar, por la prosperidad de sus Armas, y acierto de<br />

su Gobierno: Finalmente en obedecer y respetar a las<br />

Autoridades, venerar a los Ministros del Santuario, y<br />

observar las Leyes divinas y humanas, a que estamos<br />

sujetos.<br />

Una solemne promesa sellada con Juramento sobre<br />

esta materia es el objeto, a que se os ha convocado.<br />

Este vínculo sagrado es el testimonio de vuestras<br />

conciencias, que os estimulará a su cumplimiento,<br />

de que recibiréis una feliz, y eterna recompensa,<br />

mayormente si os ponéis bajo los auspicios de la<br />

Santísima virgen María en el augusto Misterio de<br />

su Concepción en gracia, proclamándola por especial<br />

Patrona de esta Provincia. Honda 12 de Enero de<br />

1820. 10.<br />

Felipe Gregorio Álvarez del Río<br />

Santafé Enero 24 de 1820<br />

Recibida la proclama que se acompaña contéstese<br />

al Gobernador Comandante General de Mariquita<br />

que ha sido de la satisfacción del Gobierno y que así<br />

[cinco palabras ilegibles]<br />

Vergara<br />

Nota<br />

En 29 se comunicó esta providencia al Señor<br />

Gobernador de Mariquita.<br />

[Archivo General de la Nación, Sección República,<br />

Fondo Historia, rollo 7, ff. 123-128]<br />

308<br />

Colección Bicentenario

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