08.05.2013 Views

Tendencias Musicales y Cambios en los Ciclos Economicos

Tendencias Musicales y Cambios en los Ciclos Economicos

Tendencias Musicales y Cambios en los Ciclos Economicos

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

UNIVERSIDAD REY JUAN CARLOS<br />

FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES<br />

DEPARTAMENTO DE ECONOMÍA DE LA EMPRESA<br />

LA PREDICCIÓN DE LOS CICLOS ECONÓMICOS<br />

EMPLEANDO LAS TENDENCIAS MUSICALES<br />

COMO INDICADOR DEL ESTADO DE ÁNIMO<br />

SOCIAL<br />

Tesis Doctoral<br />

Luis Eduardo Díez Arcaro<br />

2011


1. INTRODUCCIÓN<br />

1.1. Objetivo y Estructura<br />

ÍNDICE<br />

1.2. Fu<strong>en</strong>tes y Áreas de Conocimi<strong>en</strong>to<br />

1.3. Estudio Empírico<br />

2. LA ECONOMÍA Y LOS FACTORES SOCIO-EMOCIONALES<br />

2.1. Consideraciones Históricas sobre la Racionalidad<br />

2.2. Comportami<strong>en</strong>to Económico <strong>en</strong> la Economía Clásica<br />

2.3. Hipótesis de <strong>los</strong> Mercados Efici<strong>en</strong>tes<br />

2.5. Papel del Optimismo <strong>en</strong> Schumpeter<br />

2.6. Historia de la Psicología Económica<br />

2.7. Re-evaluando la Hipótesis del Mercado Efici<strong>en</strong>te<br />

2.8. Los Heurísticos Rápidos y Frugales: ¿Un Modelo Alternativo?<br />

2.9. Evid<strong>en</strong>cias Empíricas<br />

2.10. Apéndice<br />

3. CIENCIA DE LAS EMOCIONES<br />

3.1. Definición de la Emoción<br />

3.2. Mode<strong>los</strong> de las Emociones<br />

3.3. Aspectos Fisiológicos de las Emociones<br />

3.3.1. Neuropsicología de las Emociones<br />

4<br />

4<br />

6<br />

12<br />

15<br />

15<br />

21<br />

22<br />

34<br />

35<br />

41<br />

44<br />

46<br />

55<br />

58<br />

58<br />

60<br />

69<br />

69<br />

1


3.3.2. Teoría de <strong>los</strong> Tres Cerebros<br />

3.4. Aspectos Sociales de las Emociones<br />

3.5. Estudio de las Emociones <strong>en</strong> las Finanzas<br />

3.6. Estudio de la Emoción Musical<br />

3.6.1. Introducción<br />

3.6.2. Historia de las Emociones <strong>en</strong> la Música<br />

3.6.3. Psicología de la Música<br />

3.6.4. Mode<strong>los</strong> de Emociones <strong>Musicales</strong><br />

3.6.5. Clasificación Automática de las Canciones<br />

3.6.6. Neuropsicología <strong>en</strong> la Emoción Musical<br />

3.6.7. Factores Sociales del Consumo Musical<br />

4. ESTADOS DE ANIMO, CONSUMO CULTURAL, Y ECONOMÍA<br />

4.1. Relación de la Música y las Decisiones de Compra<br />

4.2. Contagio Cultural y Confianza del Consumidor<br />

4.3. Mode<strong>los</strong> Económicos para Explicar la Estructura de las Canciones<br />

Populares<br />

4.4. La Hipótesis de Seguridad Ambi<strong>en</strong>tal<br />

4.5. Apéndice: Definición de Términos <strong>Musicales</strong><br />

5. TENDENCIAS MUSICALES Y SITUACIÓN ECONÓMICA. MODELO<br />

DE REDES NEURONALES<br />

5.1. Introducción<br />

5.2. Estudios Empíricos Relacionados<br />

5.3. Hipótesis 1<br />

5.4. Hipótesis 2<br />

5.5. Definiciones: Midi<strong>en</strong>do la Música Popular<br />

73<br />

78<br />

84<br />

89<br />

89<br />

90<br />

95<br />

106<br />

110<br />

114<br />

117<br />

124<br />

124<br />

142<br />

158<br />

162<br />

167<br />

168<br />

168<br />

171<br />

174<br />

179<br />

181<br />

2


5.5.1. La Semana de V<strong>en</strong>tas<br />

5.5.2. Billboard Hot 100<br />

5.5.3. <strong>Cambios</strong> de Criterio <strong>en</strong> el Hot 100<br />

5.6. Definiciones: El Concepto de Recesión<br />

5.7. Análisis Exploratorio<br />

5.7.1. Música antes de Mayo de 1966<br />

5.7.2. Diciembre 1968<br />

5.7.3. Enero 1973<br />

5.7.4. Crash de 1987<br />

5.7.5. Crisis Asiática 1989-1990<br />

5.7.6. Conclusión<br />

5.8. Modelado Mediante Redes Neuronales Artificiales<br />

5.8.1. Introducción<br />

5.8.2. Redes Neuronales Supervisadas<br />

5.8.3. Resultados del Modelo y Análisis de S<strong>en</strong>sibilidad<br />

5.9. Relación <strong>en</strong>tre la Volatilidad de la Música Pop y la Volatilidad del<br />

S&P<br />

6. CONCLUSIONES Y LIMITACIONES<br />

BIBLIOGRAFÍA<br />

184<br />

187<br />

189<br />

196<br />

200<br />

200<br />

210<br />

214<br />

216<br />

221<br />

224<br />

226<br />

226<br />

234<br />

243<br />

258<br />

260<br />

264<br />

3


1. INTRODUCCIÓN<br />

Puedo calcular el movimi<strong>en</strong>to de las estrellas, pero no la locura de <strong>los</strong><br />

hombres. 1<br />

1.1. Objetivo y Estructura<br />

Gran parte del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to económico ortodoxo actual explica el<br />

comportami<strong>en</strong>to económico sobre la base de una noción de racionalidad que prescinde de<br />

las emociones de <strong>los</strong> ag<strong>en</strong>tes económicos. Sin embargo, cada día se hace más evid<strong>en</strong>te<br />

que <strong>los</strong> criterios de racionalidad desarrollados hasta el mom<strong>en</strong>to no explican muchos de<br />

<strong>los</strong> comportami<strong>en</strong>tos reales que observamos <strong>en</strong> dichos ag<strong>en</strong>tes.<br />

La propuesta que int<strong>en</strong>tamos contrastar <strong>en</strong> este trabajo y que empieza a emerger<br />

<strong>en</strong> el campo del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to económico es la de que las emociones juegan un papel<br />

importante <strong>en</strong> la toma de decisiones económicas y que su inclusión <strong>en</strong> <strong>los</strong> mode<strong>los</strong> puede<br />

explicar mejor la evolución de las magnitudes más significativas del sistema económico.<br />

Para contribuir a reforzar la validez de esta nueva línea de p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to, <strong>en</strong> este trabajo<br />

tratamos de demostrar que existe una relación <strong>en</strong>tre el estado de ánimo social, medido a<br />

través del carácter emocional de las canciones de moda, y la evolución de un indicador<br />

macroeconómico como el PIB. De forma más g<strong>en</strong>eral, este estudio pret<strong>en</strong>de poner de<br />

manifiesto la importancia de adoptar un <strong>en</strong>foque informado por factores psicológicos y<br />

sociales <strong>en</strong> el estudio de las decisiones económicas.<br />

Para ello, <strong>en</strong> el Capítulo II, partiremos de una revisión del papel adjudicado al<br />

1 Atribuido a Isaac Newton por Warr<strong>en</strong> Buffett:<br />

Alice Schroeder, The snowball : Warr<strong>en</strong> Buffett and the business of life (New York:<br />

Bantam Books, 2008).<br />

4


concepto de racionalidad <strong>en</strong> el análisis de la toma de decisiones y <strong>en</strong> la economía clásica.<br />

A continuación, evaluaremos difer<strong>en</strong>tes corri<strong>en</strong>tes de p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to contrarias a estas<br />

teorías, mostrando que exist<strong>en</strong> numerosas evid<strong>en</strong>cias que apuntan hacia la importancia de<br />

<strong>los</strong> factores psicológicos <strong>en</strong> las decisiones económicas.<br />

El Capítulo III complem<strong>en</strong>tará las teorías anteriores explorando <strong>los</strong> mode<strong>los</strong> que<br />

aportan conocimi<strong>en</strong>to sobre la naturaleza, efectos fisiológicos, y formas de clasificar las<br />

emociones. Prestaremos especial at<strong>en</strong>ción a <strong>los</strong> f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os de contagio emocional y a la<br />

función de las emociones <strong>en</strong> las decisiones financieras. Finalm<strong>en</strong>te, estudiaremos como<br />

ciertas estructuras musicales modifican las emociones y como las personas utilizan la<br />

música como una herrami<strong>en</strong>ta para regular sus emociones y amoldarse al estado de ánimo<br />

de su <strong>en</strong>torno.<br />

El Capítulo IV resumirá ciertos estudios más específicam<strong>en</strong>te relacionados con <strong>los</strong><br />

objetivos de esta investigación <strong>en</strong> el área del marketing y <strong>en</strong> el estudio de la relación<br />

<strong>en</strong>tre las expresiones culturales de las percepciones de riesgo, la confianza <strong>en</strong> el futuro, y<br />

sus efectos sobre el PIB.<br />

La fase empírica se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra cont<strong>en</strong>ida <strong>en</strong> el Capítulo V, <strong>en</strong> donde se aplican e<br />

integran <strong>los</strong> conocimi<strong>en</strong>tos teóricos anteriores para plantear dos hipótesis relativas a la<br />

relación <strong>en</strong>tre las características de las canciones populares y la fase del ciclo económico.<br />

Definimos <strong>los</strong> conceptos económicos relevantes y <strong>los</strong> distintos instrum<strong>en</strong>tos para medir la<br />

popularidad de las canciones y su carácter emocional. Finalm<strong>en</strong>te, realizamos un modelo<br />

de redes neuronales que plasma la relación <strong>en</strong>tre las distintas variables musicales y la<br />

variación del PIB de <strong>los</strong> EEUU.<br />

5


El Capítulo VI, dedicado a las conclusiones, sintetiza <strong>los</strong> logros alcanzados por<br />

esta investigación y las limitaciones a las que se ha visto sujeta.<br />

1.2. Fu<strong>en</strong>tes y Áreas de Conocimi<strong>en</strong>to<br />

T<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta, como hemos dicho anteriorm<strong>en</strong>te, que el razonami<strong>en</strong>to<br />

pres<strong>en</strong>tado diverge <strong>en</strong> ciertos aspectos del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to económico ortodoxo,<br />

com<strong>en</strong>zaremos estudiando det<strong>en</strong>idam<strong>en</strong>te tanto la literatura más reci<strong>en</strong>te como la<br />

evolución del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to económico <strong>en</strong> lo relativo a las bases teóricas de estas<br />

afirmaciones. El punto de partida será el estudio de <strong>los</strong> principios teóricos que han<br />

sust<strong>en</strong>tado el llamado <strong>en</strong>foque de “caja negra” <strong>en</strong> la observación del comportami<strong>en</strong>to<br />

económico, según el cual <strong>los</strong> procesos m<strong>en</strong>tales subyac<strong>en</strong>tes a la toma de decisiones no<br />

deb<strong>en</strong> ser tomados <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> el diseño de mode<strong>los</strong> económicos por hallarse fuera del<br />

alcance del estudio ci<strong>en</strong>tífico. Dicho <strong>en</strong>foque se hace evid<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el paradigma del homo<br />

economicus y <strong>en</strong> la hipótesis de efici<strong>en</strong>cia de <strong>los</strong> mercados.<br />

Aun si<strong>en</strong>do esta la visión preponderante, no ha sido la única. Estudiaremos <strong>los</strong><br />

aportes de la psicología económica, así como la obra de teóricos como Keynes,<br />

Schumpeter, Mitchell, o Katona. Estos autores interpretaron de distintas maneras el papel<br />

del optimismo <strong>en</strong> las decisiones económicas y sus efectos sobre <strong>los</strong> cic<strong>los</strong> económicos.<br />

Entre la literatura más reci<strong>en</strong>te, resumiremos <strong>los</strong> avances logrados <strong>en</strong> el campo de las<br />

finanzas conductistas a través del trabajo de autores pioneros como Kahneman, Tversky,<br />

Shiller, o Thaler, y pasaremos revista a <strong>los</strong> avances del campo del marketing, que <strong>en</strong><br />

muchas instancias sí ha t<strong>en</strong>ido <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta <strong>los</strong> procesos psicológicos involucrados <strong>en</strong> la<br />

6


toma de decisiones; si bi<strong>en</strong> c<strong>en</strong>trándose <strong>en</strong> un subconjunto de dichas decisiones: las<br />

decisiones de consumo. En el Capitulo IV realizaremos una revisión ext<strong>en</strong>sa de la<br />

literatura de marketing que ha estudiado <strong>los</strong> efectos de la música sobre distintos<br />

comportami<strong>en</strong>tos de naturaleza económica <strong>en</strong> las personas.<br />

El modelo tradicional <strong>en</strong> sus difer<strong>en</strong>tes variantes subsume <strong>en</strong> el ideal de<br />

racionalidad dos ideas: optimización de alguna función (por ejemplo, de la utilidad<br />

esperada) e indep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> la toma de decisiones (no-correlación <strong>en</strong>tre <strong>los</strong> ag<strong>en</strong>tes).<br />

Estos son conceptos extremadam<strong>en</strong>te pot<strong>en</strong>tes y han permitido incluso que autores como<br />

Becker apliqu<strong>en</strong> el modelo económico a numerosas áreas de la vida como el consumo de<br />

drogas o las decisiones maritales. Becker fue un innovador <strong>en</strong> la aplicación de esas<br />

herrami<strong>en</strong>tas con su trabajo <strong>en</strong> economía social, al considerar el <strong>en</strong>torno social –el capital<br />

social– junto con <strong>los</strong> bi<strong>en</strong>es y servicios <strong>en</strong> su modificación de la función de utilidad. 2 En<br />

el Capitulo II, reflejaremos planteami<strong>en</strong>tos alternativos a estos. Por un lado, alternativas<br />

al modelo optimizador como las de Gig<strong>en</strong>r<strong>en</strong>zer y sus “heurísticos rápidos y frugales” y<br />

por otro, numerosas evid<strong>en</strong>cias de la exist<strong>en</strong>cia de correlaciones <strong>en</strong>tre las decisiones de<br />

las personas, <strong>los</strong> cuales se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran descritos <strong>en</strong> la literatura como “sesgos<br />

irracionales.” Si bi<strong>en</strong> algunos de estos sesgos son de naturaleza individual, <strong>los</strong><br />

f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os de contagio e imitación parec<strong>en</strong> ser <strong>los</strong> mas contrarios a este modelo<br />

económico.<br />

En el Capítulo III exploramos conocimi<strong>en</strong>tos relativos a otras áreas de estudio que<br />

abordan aspectos que hasta hace poco se consideraban como anti-económicos pero que<br />

2 Gary Stanley Becker and Kevin M. Murphy, Social Economics: Market Behavior in a<br />

Social Environm<strong>en</strong>t (Cambridge, MA: Harvard University Press, 2000).<br />

7


son relevantes al análisis del comportami<strong>en</strong>to económico desde una perspectiva<br />

psicológica. En primer lugar definiremos el concepto de emoción y sus difer<strong>en</strong>tes<br />

variantes –“afecto,” “ánimo,” o “activación”– y estudiaremos el estado actual del estudio<br />

ci<strong>en</strong>tífico de estos f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os, incluy<strong>en</strong>do <strong>los</strong> distintos tipos de mode<strong>los</strong> que se emplean<br />

para clasificar<strong>los</strong>. Así mismo, repasaremos la literatura que estudia <strong>los</strong> aspectos<br />

fisiológicos de las emociones, tanto <strong>los</strong> neuronales –<strong>en</strong> el área de la neuropsicología–<br />

como <strong>los</strong> propiam<strong>en</strong>te psicofísicos –el pulso o la sudoración de las palmas–. Tampoco<br />

olvidaremos <strong>los</strong> aspectos sociales de la emoción –tanto su demostrado contagio como su<br />

función social unificadora– a través de <strong>los</strong> mode<strong>los</strong> pertin<strong>en</strong>tes.<br />

A continuación se pasa revista a la literatura especializada que ha estudiado el<br />

efecto de las emociones sobre las decisiones financieras y <strong>en</strong> la música. Este último es<br />

un campo ext<strong>en</strong>so que muestra anteced<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> la obra de Aristóteles y Platón, numerosos<br />

p<strong>en</strong>sadores del periodo Barroco, seguido por un r<strong>en</strong>ovado <strong>en</strong>foque ci<strong>en</strong>tífico <strong>en</strong> la década<br />

de <strong>los</strong> cincu<strong>en</strong>ta que ha g<strong>en</strong>erado una rama <strong>en</strong> el campo de la informática dedicado a<br />

obt<strong>en</strong>er algoritmos para clasificar automáticam<strong>en</strong>te las canciones por su cont<strong>en</strong>ido<br />

emocional. De forma paralela, repasaremos las investigaciones que demuestran<br />

reacciones neurológicas y psicosomáticas ante distintos rasgos musicales; y las teorías<br />

que explican la función de la música como “herrami<strong>en</strong>ta social.”<br />

Desde <strong>los</strong> estudios del periodo Barroco hasta mediados del siglo XX no se<br />

realizaron avances significativos <strong>en</strong> el estudio de la emoción musical. Los primeros<br />

estudios surgieron <strong>en</strong> el campo de la psicología cognitiva, con investigadores como<br />

Peretz y Dissanayake, la cual investigó <strong>los</strong> procesos de adquisición musical materno-<br />

8


filiales. El análisis musical ha estado históricam<strong>en</strong>te basado <strong>en</strong> el análisis de la partitura<br />

escrita, y este sigue si<strong>en</strong>do el método primordial de análisis. Esto refleja un <strong>en</strong>foque<br />

eurocéntrico, ya que requiere una tradición de comunicación musical por medio de la<br />

notación escrita. Sin embargo la inv<strong>en</strong>ción de medios de grabación y reproducción de<br />

sonidos junto con el auge del <strong>en</strong>foque afroamericano <strong>en</strong> la música popular del siglo XX<br />

han hecho que el análisis de la partitura sea m<strong>en</strong>os relevante. 3 En su lugar han surgido<br />

otros métodos de medición y análisis basados <strong>en</strong> el sonido físico junto con nuevos<br />

paradigmas de interpretación. En el punto de intersección <strong>en</strong>tre la medición acústica y la<br />

percepción musical se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran <strong>los</strong> indicadores psicoacústicos, que permit<strong>en</strong> medir<br />

algunas de las cualidades musicales físicas que produc<strong>en</strong> las emociones. Estas técnicas<br />

de medición pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> al campo de la extracción de información musical (conocido por<br />

sus siglas <strong>en</strong> ingles: MIR 4 ).<br />

Establecidas estas bases teóricas, el Capitulo IV aglutina las investigaciones<br />

empíricas sobre ciertas relaciones señaladas anteriorm<strong>en</strong>te. En primer lugar, la relación<br />

<strong>en</strong>tre difer<strong>en</strong>tes parámetros de una pieza musical, la emoción que provoca <strong>en</strong> sus oy<strong>en</strong>tes,<br />

y varios tipos de decisiones económicas (de consumo, de ret<strong>en</strong>ción de marca, de tiempo<br />

de espera, <strong>en</strong>tre otras) ha sido ampliam<strong>en</strong>te docum<strong>en</strong>tada. Así mismo, otros estudios han<br />

demostrado que exist<strong>en</strong> relaciones <strong>en</strong>tre el nivel de optimismo hacia el futuro medido <strong>en</strong><br />

las <strong>en</strong>cuestas y la variación del PIB del sigui<strong>en</strong>te año. Otros trabajos han profundizado<br />

3 El <strong>en</strong>foque afroamericano hacia la interpretación musical se caracteriza por t<strong>en</strong>er<br />

aspectos improvisatorios, un ideal de sonido basado <strong>en</strong> la heterog<strong>en</strong>eidad y una forma<br />

de transmisión predominantem<strong>en</strong>te oral.<br />

4 Perfecto Herrera et al., “The discipline formerly known as MIR,” in International<br />

Confer<strong>en</strong>ce on Music Information Retrieval, 2009.<br />

9


<strong>en</strong> este s<strong>en</strong>tido estudiando como se refleja el optimismo (o su opuesto, el pesimismo) <strong>en</strong><br />

<strong>los</strong> medios masivos de comunicación –como revistas, letras de las canciones populares, o<br />

discursos presid<strong>en</strong>ciales– y su relación con el PIB, demostrando la exist<strong>en</strong>cia de<br />

relaciones e incluso cierto valor predictivo <strong>en</strong> estas mediciones. Finalm<strong>en</strong>te, otros<br />

estudios han pret<strong>en</strong>dido demostrar que ciertos elem<strong>en</strong>tos de la estructura de las<br />

canciones, como el tempo y la longitud de la canción obedec<strong>en</strong> a una serie de indicadores<br />

económicos, sin resultados evid<strong>en</strong>tes.<br />

Por tanto, se puede afirmar que tanto la música como <strong>los</strong> mercados están<br />

relacionados con comportami<strong>en</strong>tos irracionales que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una explicación evolutiva,<br />

como la aversión a la pérdida o el instinto de imitación. La teoría económica ha<br />

com<strong>en</strong>zado reci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te a dar cu<strong>en</strong>ta del papel de estos f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os psicológicos <strong>en</strong> las<br />

decisiones financieras, midiéndo<strong>los</strong> e incluyéndo<strong>los</strong> <strong>en</strong> difer<strong>en</strong>tes mode<strong>los</strong> de<br />

comportami<strong>en</strong>to económico. Hasta ahora, estos avances no han creado un marco teórico<br />

alternativo a las consideraciones económicas tradicionales pero sí se están modificando<br />

muchas de las hipótesis básicas como las teorías de la utilidad esperada y la efici<strong>en</strong>cia de<br />

<strong>los</strong> mercados. Uno de <strong>los</strong> retos metodológicos mas importantes –desde el punto de vista<br />

económico– <strong>en</strong> el estudio de <strong>los</strong> factores irracionales (que otros autores d<strong>en</strong>ominan<br />

adaptativam<strong>en</strong>te racionales) <strong>en</strong> la toma de decisiones es la dificultad de medir<strong>los</strong><br />

objetivam<strong>en</strong>te. Hasta la década de <strong>los</strong> cincu<strong>en</strong>ta, no existía un modelo contrastado para<br />

el estudio de las emociones humanas, por no considerarse un campo apto para la<br />

exploración ci<strong>en</strong>tífica. La aparición y desarrollo del campo de la psicología cognitiva, así<br />

como de diversas técnicas como la resonancia magnética funcional van abri<strong>en</strong>do nuevas<br />

10


vías para explicar <strong>los</strong> procesos m<strong>en</strong>tales del ser humano. De manera paralela, <strong>en</strong> relación<br />

con la emoción musical que se explicaba tradicionalm<strong>en</strong>te con teorías de carácter<br />

prescriptivo sin fundam<strong>en</strong>to empírico, <strong>los</strong> avances reci<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> psicoacústica han abierto<br />

el camino al desarrollo de nuevas técnicas de medición de la emoción musical. Algunas<br />

de estas técnicas están recogidas <strong>en</strong> el incipi<strong>en</strong>te campo del MIR (Music Information<br />

Retrieval), que utiliza procesos informáticos para analizar y catalogar piezas musicales.<br />

11


1.3. Estudio Empírico<br />

Las refer<strong>en</strong>cias a indicadores económicos poco conv<strong>en</strong>cionales son frecu<strong>en</strong>tes <strong>en</strong><br />

la pr<strong>en</strong>sa escrita. 5 Anecdóticam<strong>en</strong>te, la música popular y las finanzas se suel<strong>en</strong> dar por<br />

relacionadas. Es difícil imaginarse la música de baile de <strong>los</strong> felices años veinte sin la<br />

correspondi<strong>en</strong>te burbuja bursátil, el pop-rock optimista de <strong>los</strong> och<strong>en</strong>ta sin su crecimi<strong>en</strong>to<br />

sost<strong>en</strong>ido, o <strong>los</strong> inquietos hits de <strong>los</strong> nov<strong>en</strong>ta sin sus excesos económicos. Sin embargo,<br />

hasta ahora no se había realizado ningún estudio <strong>en</strong> profundidad de dicha relación. Esto<br />

es debido, <strong>en</strong> parte, a que el estudio de las humanidades tradicionalm<strong>en</strong>te no ha hecho<br />

uso de las herrami<strong>en</strong>tas matemáticas comúnm<strong>en</strong>te usadas <strong>en</strong> las ci<strong>en</strong>cias sociales como<br />

parte de su metodología ci<strong>en</strong>tífica. El argum<strong>en</strong>to g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te esgrimido es que <strong>los</strong><br />

análisis estadísticos son incapaces de capturar el cont<strong>en</strong>ido cultural de un texto, un<br />

cuadro, o una canción. Sin negar la validez de esta afirmación, un reci<strong>en</strong>te campo de<br />

5 Por ejemplo, véase:<br />

Mike Barthel, “Can We All Stop Saying That Pop Music Reflects The Economy,<br />

Please?,” Idolator: Music News, Reviews, And Gossip, January 12, 2009,<br />

http://idolator.com/5129673/; Michele Debrec<strong>en</strong>i, “Will Pop Music's Bubble Burst<br />

With the Economy?,” FOXNews.com, August 16, 2001,<br />

http://www.foxnews.com/story/0,2933,32177,00.html; Chandra Orr, “Odd Economic<br />

Indicators,” The Bluffton News-Banner, January 18, 2010, http://www.newsbanner.com/index/news-app/story.15231/m<strong>en</strong>u./sec./home.;<br />

Carl Bialik, “Off-the-Wall<br />

Tallies of Jackson's Sales,” WSJ.com, July 15, 2009,<br />

http://online.wsj.com/article/SB124760651612341407.html; Patrick Tucker, “Pop<br />

Music as an Economic Indicator,” The Futurist, April 2010, http://www.wfs.org/J-<br />

F2010/Tr<strong>en</strong>dpop.htm; Alexis Petridis, “Things really must be bad - AC/DC are No 1<br />

again,” The Guardian, October 27, 2008,<br />

http://www.guardian.co.uk/music/2008/oct/27/acdc-music-recession; Maure<strong>en</strong> Farrell,<br />

“Uncommonly Clever Economic Indicators,” Yahoo! Finance, September 28, 2009,<br />

http://finance.yahoo.com/banking-budgeting/article/107795/uncommonly-clevereconomic-indicators.html;<br />

Stev<strong>en</strong> Levitt, “What Do U.S. Oil Production and Mick<br />

Jagger Have in Common?,” NYTimes.com, September 25, 2008,<br />

http://freakonomics.blogs.nytimes.com/2008/09/25/.<br />

12


investigación conocido como las humanidades digitales (digital humanities) integra la<br />

tecnología <strong>en</strong> sus métodos de investigación para modelar nuevos aspectos y relaciones<br />

<strong>en</strong>tre <strong>los</strong> difer<strong>en</strong>tes objetos culturales. Cualquier análisis de f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os musicales que<br />

adopte un formato apto para la comparación con variables financieras estará integrado <strong>en</strong><br />

este reci<strong>en</strong>te campo.<br />

Un posible vínculo <strong>en</strong>tre las características de la música popular de un periodo y<br />

las decisiones económicas agregadas (medidas por medio de indicadores económicos) es<br />

el estado de ánimo social. Demostraremos que <strong>los</strong> estados de ánimo son f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os<br />

altam<strong>en</strong>te contagiosos que se exti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a través de <strong>los</strong> medios de comunicación masivos;<br />

y que afectan la toma de decisiones <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral y la económica <strong>en</strong> particular a través de la<br />

modificación de las expectativas. Paralelam<strong>en</strong>te, revisaremos estudios que demuestran<br />

que el estado de ánimo social se refleja <strong>en</strong> <strong>los</strong> productos culturales (por ejemplo, las<br />

revistas, la televisión, o la música pop).<br />

Continuando estas investigaciones, realizamos el primer estudio ci<strong>en</strong>tífico que<br />

compara un conjunto amplio de características puram<strong>en</strong>te musicales <strong>en</strong> la canciones pop<br />

(al contrario de otros que utilizan las letras, o sólo uno o dos parámetros musicales),<br />

como indicativo del estado de ánimo social, y elabora un modelo para relacionarlas con<br />

las variaciones <strong>en</strong> el PIB de <strong>los</strong> EEUU. Basándonos <strong>en</strong> el estado actual de conocimi<strong>en</strong>to<br />

de <strong>los</strong> estados de ánimo y su dim<strong>en</strong>sión social, pres<strong>en</strong>tamos un modelo conceptual para la<br />

interpretación y el estudio del estado de ánimo social. Para ello partimos de un análisis<br />

cualitativo <strong>en</strong> la línea tradicional del análisis musical. De dicho análisis, fundam<strong>en</strong>tado<br />

<strong>en</strong> la literatura sobre percepción musical, extrajimos diez características musicales que<br />

13


afectan al nivel de activación –lo excitante que es una pieza musical–. Medimos estas<br />

características <strong>en</strong> las canciones más populares durante las 2607 semanas <strong>en</strong>tre 1960 y<br />

2009, obt<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do datos anualizados con la suma del número de semanas <strong>en</strong> las que se<br />

dieron estas características. Una vez agregados <strong>los</strong> datos y comprobada la adecuación de<br />

las variables, elaboramos un modelo mediante la metodología de las redes neuronales. A<br />

continuación, interpretamos <strong>los</strong> resultados para comprobar si apoyan las hipótesis sobre<br />

las que se sust<strong>en</strong>ta este trabajo. Finalm<strong>en</strong>te, mostramos las limitaciones a las que se ha<br />

visto sometido el pres<strong>en</strong>te estudio y las futuras líneas de investigación que quedan por<br />

explorar.<br />

Mejorar nuestra compr<strong>en</strong>sión del comportami<strong>en</strong>to y de la relación <strong>en</strong>tre difer<strong>en</strong>tes<br />

f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os sociales es un campo de estudio novedoso que puede verter luz sobre las<br />

t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias que “marcan el compás” al cual se desarrolla la marcha socioeconómica y<br />

ayudarnos a profundizar <strong>en</strong> el concepto de estado de ánimo social.<br />

14


2. LA ECONOMÍA Y LOS FACTORES SOCIO-EMOCIONALES<br />

Dejando a un lado la inestabilidad debida a la especulación, existe la<br />

inestabilidad que se debe a la característica de la naturaleza humana,<br />

según la cual una gran proporción de nuestras actividades positivas<br />

dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong> más del optimismo espontáneo que de una expectativa<br />

matemática, ya sea moral, hedonista o económica. Probablem<strong>en</strong>te, la<br />

mayor parte de nuestras decisiones para hacer algo positivo, cuyas<br />

consecu<strong>en</strong>cias se irán pres<strong>en</strong>tando <strong>en</strong> <strong>los</strong> días v<strong>en</strong>ideros, pued<strong>en</strong> ser sólo<br />

consideradas como un resultado de <strong>los</strong> espíritus animales. 6<br />

2.1. Consideraciones Históricas sobre la Racionalidad<br />

Las interpretaciones que se han ido haci<strong>en</strong>do a lo largo de la historia sobre el<br />

concepto de racionalidad pued<strong>en</strong> considerarse como un dilema epistemológico de base<br />

psicológica. 7 La primera distinción <strong>en</strong>tre aquello que puede ser demostrado (esto es, las<br />

cosas que se pued<strong>en</strong> saber con certeza absoluta; por ejemplo las demostraciones<br />

matemáticas o <strong>los</strong> dogmas religiosos) y lo que solam<strong>en</strong>te es probable surge por primera<br />

vez <strong>en</strong> la obra Aristóteles. A mediados del siglo XVII, tras la Reforma y la Contra-<br />

Reforma europeas, el concepto de certeza fue reducido para incluir sólo lo racional. La<br />

búsqueda de un método que guiase la toma de decisiones según el criterio de racionalidad<br />

dio lugar a la teoría de las probabilidades. El nacimi<strong>en</strong>to de este campo matemático suele<br />

id<strong>en</strong>tificarse con el intercambio epistolar sobre problemas con juegos de azar <strong>en</strong>tre Blaise<br />

Pascal y Pierre Fermat de 1654. La primera aproximación al problema de definir el<br />

6 John Maynard Keynes, The G<strong>en</strong>eral Theory of Employm<strong>en</strong>t, Interest and Money (New<br />

York: Harcourt, Brace, 1936), 161; Miguel Angel Galindo Martin, “El papel del<br />

empresario <strong>en</strong> la obra de Keynes,” Información Comercial Española, ICE, no. 845<br />

(2008): 65-6.<br />

7 Gerd Giger<strong>en</strong>zer and Reinhard Selt<strong>en</strong>, Bounded Rationality: The Adaptive Toolbox<br />

(The MIT Press, 2001), 2.<br />

15


comportami<strong>en</strong>to racional fue la de elegir la alternativa que maximizase el valor esperado.<br />

Figura 2.1: Fórmula Matemática del Valor Esperado<br />

∑ p i v i<br />

Esta nueva forma de ver la racionalidad no fue solo una revolución <strong>en</strong> la forma de<br />

percibir las decisiones humanas, sino también una revolución moral, como ilustra la<br />

argum<strong>en</strong>tación de Pascal sobre la racionalidad de creer <strong>en</strong> Dios. El matemático propuso<br />

que el interés propio racional obliga al individuo a creer <strong>en</strong> Dios dado que por muy<br />

pequeñas que sean las posibilidades, las expectativas positivas son infinitas (salvación<br />

eterna para <strong>los</strong> crey<strong>en</strong>tes, y viceversa).<br />

Esta primera definición del comportami<strong>en</strong>to razonable <strong>en</strong> términos del valor<br />

esperado fue puesta <strong>en</strong> duda al considerar diversas situaciones donde la respuesta de una<br />

persona culta parecía desviarse de lo que indicaría el valor esperado. El primer gran<br />

conflicto fue la llamada paradoja de San Petersburgo, basada <strong>en</strong> un juego de apuestas<br />

monetarias:<br />

Nos ofrec<strong>en</strong> tirar una moneda repetidas veces. Si sale cara a la primera recibimos<br />

1 euro, si sale a la segunda 2 euros, si sale a la tercera 4 euros y así<br />

sucesivam<strong>en</strong>te.<br />

Si evaluamos el valor esperado, el resultado sería infinito (véase la figura 2.2).<br />

Sin embargo, la mayor parte de la g<strong>en</strong>te no estaría dispuesta a pagar más que una<br />

cantidad finita y no muy elevada por participar.<br />

16


∑ p i v i = 1<br />

2<br />

Figura 2.2: Paradoja de San Petersburgo<br />

×$1 1<br />

4<br />

×$ 2 1<br />

8<br />

1<br />

×$ 4.. . ×$ n. . .<br />

n<br />

2<br />

Este juego fue bautizado como una paradoja no porque repres<strong>en</strong>tase una paradoja<br />

lógica, sino porque la teoría matemática predecía un resultado muy apartado de la<br />

realidad. Para resolver esta discrepancia, Daniel Bernoulli propuso sustituir la<br />

maximización del valor esperado por la maximización de la utilidad esperada. Es decir,<br />

Bernoulli modeló un rasgo psicológico: la utilidad que proporciona el dinero dep<strong>en</strong>de de<br />

la cantidad que uno t<strong>en</strong>ga previam<strong>en</strong>te y por tanto el retorno marginal del dinero es<br />

decreci<strong>en</strong>te. La forma <strong>en</strong> la que expresó este hecho matemáticam<strong>en</strong>te fue mediante una<br />

función logarítmica <strong>en</strong>tre el valor del dinero y su utilidad.<br />

La paradoja de San Petersburgo fue la primera <strong>en</strong> una seria de juegos de apuestas,<br />

como la paradoja de Allais o la paradoja de Ellsberg que llevaron a reconsiderar la teoría<br />

de la racionalidad. A principios del siglo XIX se incorporó la idea de que exist<strong>en</strong> varias<br />

maneras de definir las expectativas: a través de la media aritmética, la media geométrica,<br />

o la mediana; así como distintas maneras de modelar el riesgo midi<strong>en</strong>do la variabilidad<br />

alrededor del valor esperado con diversos métodos. Esta ambigüedad fue percibida como<br />

un fracaso <strong>en</strong> el int<strong>en</strong>to de <strong>en</strong>contrar una única definición matemática del<br />

comportami<strong>en</strong>to racional, y se convirtió <strong>en</strong> una de las principales razones por las que esta<br />

línea de investigación fue abandonada por la mayor parte de <strong>los</strong> matemáticos alrededor<br />

de 1840. Sin embargo, esta corri<strong>en</strong>te intelectual recobró fuerzas a mediados del siglo<br />

XX. Al igual que Bernoulli, muchos investigadores contemporáneos int<strong>en</strong>taron resolver<br />

17


las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre el <strong>en</strong>foque descriptivo y el <strong>en</strong>foque prescriptivo modificando las<br />

funciones de utilidad o de probabilidad, al mismo tiempo que conservaban el objetivo de<br />

maximización u optimización.<br />

Este proceso explica como <strong>en</strong> <strong>los</strong> años cincu<strong>en</strong>ta y ses<strong>en</strong>ta el concepto de<br />

comportami<strong>en</strong>to razonable que había surgido <strong>en</strong> la Ilustración reapareció transformado <strong>en</strong><br />

el concepto de racionalidad <strong>en</strong> las áreas de Economía, Psicología, y otros campos. Este<br />

concepto de racionalidad estaba g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te asociado a la optimización (maximización<br />

o minimización) de alguna función. Previam<strong>en</strong>te, <strong>los</strong> p<strong>en</strong>sadores económicos asumían<br />

que la g<strong>en</strong>te estaba motivada por el “interés propio” y el término “racionalidad” se<br />

utilizaba sólo ocasionalm<strong>en</strong>te. De forma parecida, la corri<strong>en</strong>te imperante <strong>en</strong> Psicología<br />

antes de 1950 asumía que era posible compr<strong>en</strong>der la m<strong>en</strong>te humana sin cálcu<strong>los</strong> de<br />

probabilidades ni buscar la optimización. Después de 1950, este <strong>en</strong>foque se fue<br />

modificando a través del desarrollo y la institucionalización de las herrami<strong>en</strong>tas de<br />

infer<strong>en</strong>cia estadística. Una vez que estos métodos se asumieron como parte de la rutina<br />

diaria de investigación <strong>en</strong> el laboratorio, fueron propuestas por <strong>los</strong> investigadores como<br />

mode<strong>los</strong> para explicar <strong>los</strong> procesos cognitivos. El análisis de la varianza de Fisher se<br />

convirtió <strong>en</strong> un mecanismo de atribución causal, y la teoría de la decisión de Neyman-<br />

Pearson se convirtió <strong>en</strong> un modelo para la detección y discriminación de estímu<strong>los</strong>. Este<br />

proceso, que Gig<strong>en</strong>r<strong>en</strong>zer describe como de herrami<strong>en</strong>ta-a-teoría, 8 condujo a que el<br />

esquema m<strong>en</strong>tal imperante para compr<strong>en</strong>der <strong>los</strong> procesos cognitivos estuviera basado <strong>en</strong><br />

el cálculo de probabilidades, utilidades, y decisiones óptimas. De forma paralela, <strong>en</strong><br />

Biología se desarrolló la teoría del forrajeo óptimo, y <strong>en</strong> el campo de Intelig<strong>en</strong>cia<br />

8 Giger<strong>en</strong>zer and Selt<strong>en</strong>, Bounded Rationality.<br />

18


Artificial se quiso diseñar ag<strong>en</strong>tes racionales similares a <strong>los</strong> animales “óptimos” –con una<br />

repres<strong>en</strong>tación completa de su <strong>en</strong>torno y grandes capacidades de computación para<br />

calcular el comportami<strong>en</strong>to óptimo.<br />

Simultáneam<strong>en</strong>te, aparece el concepto de “racionalidad limitada” desarrollado por<br />

Simon. 9 Esta idea utiliza la metáfora de las tijeras para explicar el comportami<strong>en</strong>to<br />

humano. Una hoja de la tijera repres<strong>en</strong>ta <strong>los</strong> limites cognitivos de las personas reales y la<br />

otra la estructura del <strong>en</strong>torno. Las m<strong>en</strong>tes humanas, que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> a su disposición<br />

cantidades limitadas de tiempo, conocimi<strong>en</strong>tos, y otros recursos, pued<strong>en</strong> sin embargo<br />

lograr el éxito aprovechándose de la estructura de su <strong>en</strong>torno. Exist<strong>en</strong> características<br />

estructurales <strong>en</strong> el <strong>en</strong>torno que permit<strong>en</strong> simplificar el proceso de toma de decisiones.<br />

Según este autor, para lograr una bu<strong>en</strong>a compr<strong>en</strong>sión de la m<strong>en</strong>te humana es insufici<strong>en</strong>te<br />

estudiar una sola hoja de las “tijeras”; hay que utilizar ambas hojas para que funcion<strong>en</strong>.<br />

Por tanto, estos mode<strong>los</strong> de racionalidad limitada describ<strong>en</strong> no tanto el resultado de las<br />

decisiones como la forma <strong>en</strong> que se realiza un juicio o se toma una decisión (<strong>los</strong> procesos<br />

heurísticos), sin utilizar el concepto de optimización.<br />

Esto no implica obligatoriam<strong>en</strong>te que <strong>los</strong> resultados frutos de estas estrategias no<br />

optimizadoras sean peores. En situaciones de incertidumbre, las estrategias<br />

optimizadoras a m<strong>en</strong>udo se basan <strong>en</strong> suposiciones inciertas. En consecu<strong>en</strong>cia, las<br />

estrategias optimizadoras pued<strong>en</strong> dar tantos resultados como suposiciones se hagan. En<br />

estos casos de la vida real, las heurísticas robustas y simples pued<strong>en</strong> t<strong>en</strong>er tanto o más<br />

éxito que las estrategias de optimización.<br />

9 Ibid., 4.<br />

La anterior definición del concepto de racionalidad limitada no es la única y<br />

19


exist<strong>en</strong> otras que difier<strong>en</strong> significativam<strong>en</strong>te. Por un lado, la optimización con<br />

restricciones también se llama ocasionalm<strong>en</strong>te racionalidad limitada. Este tipo de<br />

optimización busca incluir <strong>en</strong> sus cálcu<strong>los</strong> ciertos costes como <strong>los</strong> de búsqueda de<br />

información. Mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> <strong>los</strong> mode<strong>los</strong> de racionalidad perfecta se asume que toda la<br />

información es instantánea y está gratuitam<strong>en</strong>te disponible, <strong>los</strong> humanos y <strong>los</strong> animales<br />

del mundo real ti<strong>en</strong><strong>en</strong> que buscar la información. Exist<strong>en</strong> dos clases principales de<br />

información que pued<strong>en</strong> ser objeto de búsqueda: alternativas (por ejemplo, <strong>en</strong>tre tipos de<br />

coche) e indicadores (es decir, razones y elem<strong>en</strong>tos predictivos cuando estamos<br />

decidi<strong>en</strong>do <strong>en</strong>tre varias alternativas). La búsqueda se puede realizar d<strong>en</strong>tro de la m<strong>en</strong>te<br />

humana (<strong>en</strong> la memoria) o fuera de ella (por ejemplo, <strong>en</strong> concesionarios, <strong>en</strong> Internet,<br />

etc.). Los costes de búsqueda interna son tiempo y at<strong>en</strong>ción, <strong>los</strong> costes de búsqueda<br />

externa suman a <strong>los</strong> anteriores recursos como dinero. Los recursos limitados afectan a las<br />

instituciones, a <strong>los</strong> humanos, a <strong>los</strong> animales, y a <strong>los</strong> ag<strong>en</strong>tes artificiales. Los mode<strong>los</strong> de<br />

optimización que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta la búsqueda limitada, se conoc<strong>en</strong> como mode<strong>los</strong> de<br />

optimización con costes de decisión, o mode<strong>los</strong> de optimización con restricciones.<br />

Stigler utilizo el ejemplo de la persona que quiere comprar un coche usado, el cual aborta<br />

su búsqueda una vez <strong>los</strong> costes de continuarla excedería <strong>los</strong> b<strong>en</strong>eficios de seguir<br />

buscando. 10 Esto se conoce como regla de parada óptima. El problema fundam<strong>en</strong>tal con<br />

esta forma de optimización es que este tipo de análisis coste-b<strong>en</strong>eficio puede exigir<br />

grandes cantidades de conocimi<strong>en</strong>to, lo cual implicaría un meta-análisis coste-b<strong>en</strong>eficio<br />

sobre la conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>cia de realizar el primer análisis coste-b<strong>en</strong>eficio, y así ad infinitum. En<br />

10 George J. Stigler, “The Economics of Information,” The Journal of Political Economy<br />

69, no. 3 (June 1961): 215-6.<br />

20


unas circunstancias de esta índole, la capacidad de cálculo necesaria para realizar las<br />

operaciones matemáticas requeridas puede sobrepasar las capacidades de una persona<br />

normal.<br />

Otra verti<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la definición de la racionalidad limitada desde <strong>los</strong> años set<strong>en</strong>ta<br />

ha sido la de docum<strong>en</strong>tar las diverg<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre el comportami<strong>en</strong>to “normal” (es decir, el<br />

que sigue cierta reglas lógicas o probabilísticas) y las decisiones humanas. De forma<br />

opuesta al razonami<strong>en</strong>to que siguió Bernoulli, <strong>los</strong> autores que sigu<strong>en</strong> esta definición de la<br />

racionalidad consideran implícitam<strong>en</strong>te que lo errado es la m<strong>en</strong>ta humana, y no el<br />

modelo o norma con el que int<strong>en</strong>tan explicar su funcionami<strong>en</strong>to. Estas diverg<strong>en</strong>cias<br />

recib<strong>en</strong> el nombre de “falacias” o “sesgos.” Por ejemplo, la “falacia de las tasas base” o<br />

la “falacia de la conjunción,” las cuales se atribuy<strong>en</strong> a la “racionalidad limitada” de las<br />

personas. Este <strong>en</strong>foque también recibe el nombre de finanzas conductistas (<strong>en</strong> inglés:<br />

behavioral finance).<br />

2.2. Comportami<strong>en</strong>to Económico <strong>en</strong> la Economía Clásica<br />

[La economía política] no versa sobre la totalidad de la naturaleza humana<br />

<strong>en</strong> sus interacciones con la sociedad, ni con la totalidad de la conducta del<br />

hombre <strong>en</strong> la sociedad. Únicam<strong>en</strong>te se preocupa del hombre como un ser<br />

que desea poseer riqueza, y que es capaz de juzgar la eficacia comparativa<br />

de <strong>los</strong> distintos medios para obt<strong>en</strong>er ese fin.<br />

[Esto es una] definición arbitraria del hombre, como un ser que<br />

inevitablem<strong>en</strong>te hace aquello por lo que pueda obt<strong>en</strong>er la mayor cantidad<br />

de necesidades, comodidades y lujos, con la m<strong>en</strong>or cantidad de trabajo y<br />

esfuerzo físico posibles. 11<br />

11 John Stuart Mill, Essays on some unsettled questions of political economy (J.W.<br />

Parker, 1874).<br />

21


La economía clásica tal como la conocemos actualm<strong>en</strong>te está basada sobre el<br />

paradigma del homo economicus. Este término fue utilizado por primera vez hacia<br />

finales del siglo XIX por <strong>los</strong> críticos del trabajo de John Stuart Mill <strong>en</strong> economía<br />

política. 12 Anteriorm<strong>en</strong>te, <strong>los</strong> comportami<strong>en</strong>tos económicos ya se v<strong>en</strong>ían interpretando<br />

desde una perspectiva de racionalidad. 13 Esta interpretación de la racionalidad supone<br />

que <strong>en</strong> un <strong>en</strong>torno de incertidumbre las personas toman decisiones <strong>en</strong> función de la<br />

utilidad esperada. La teoría de la utilidad esperada fue formalm<strong>en</strong>te aplicada al<br />

comportami<strong>en</strong>to económico <strong>en</strong> la obra de von Neumann y Morg<strong>en</strong>stern, aunque ya hemos<br />

estudiado como esta teoría ti<strong>en</strong>e anteced<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> el trabajo de Bernoulli <strong>en</strong>tre otros. 14<br />

El concepto de homo economicus es un concepto utilizado para explicar el<br />

comportami<strong>en</strong>to del ser humano como tomador de decisiones económicas racionales<br />

(decisiones de consumo y de inversión, <strong>en</strong>tre otras) basándose <strong>en</strong> la utilidad esperada de<br />

dicha decisión. Si todos <strong>los</strong> participantes de una economía se comportan de la misma<br />

manera, asumi<strong>en</strong>do una economía de mercado, <strong>los</strong> mercados se des<strong>en</strong>vuelv<strong>en</strong> de una<br />

manera que la literatura ha descrito como “efici<strong>en</strong>te.”<br />

2.3. Hipótesis de <strong>los</strong> Mercados Efici<strong>en</strong>tes<br />

La hipótesis de <strong>los</strong> mercados efici<strong>en</strong>tes considera que <strong>los</strong> precios de mercado<br />

reflejan total e instantáneam<strong>en</strong>te la información disponible y por tanto ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> siempre<br />

12 Joseph Persky, “Retrospectives: The Ethology of Homo Economicus,” The Journal of<br />

Economic Perspectives 9, no. 2 (Spring 1995): 221-231.<br />

13 Adam Smith, Wealth of Nations (Prometheus Books, 1991).<br />

14 John Von Neumann et al., Theory of games and economic behavior (Gre<strong>en</strong>wood<br />

Publishing Group, 2007).<br />

22


hacia el valor fundam<strong>en</strong>tal de <strong>los</strong> títu<strong>los</strong>; f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o que se conoce como racionalidad de<br />

mercado. Fama clasificó <strong>en</strong> tres categorías la efici<strong>en</strong>cia de <strong>los</strong> mercados según <strong>los</strong><br />

supuestos que se tom<strong>en</strong> con respecto a la información disponible. 15 Estas tres categorías<br />

recib<strong>en</strong> el nombre de forma débil, forma semi-fuerte, y forma fuerte de la hipótesis de<br />

efici<strong>en</strong>cia de <strong>los</strong> mercados.<br />

En la forma débil el autor considera que toda la información cont<strong>en</strong>ida <strong>en</strong> <strong>los</strong><br />

precios históricos está reflejada <strong>en</strong> <strong>los</strong> precios actuales, mi<strong>en</strong>tras que la forma semi-fuerte<br />

incluye también la información disponible al público <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral. Finalm<strong>en</strong>te, Fama<br />

define la forma fuerte como aquella <strong>en</strong> la que toda la información, sea pública o privada,<br />

está reflejada <strong>en</strong> <strong>los</strong> precios de <strong>los</strong> títu<strong>los</strong>.<br />

Una de las conclusiones de la hipótesis de <strong>los</strong> mercados efici<strong>en</strong>tes es que si dicha<br />

hipótesis se cumple <strong>en</strong> alguna de sus formas, las posibilidades de especular y obt<strong>en</strong>er<br />

ganancias que no sean fruto de la mera suerte se va reduci<strong>en</strong>do de forma que <strong>en</strong> la forma<br />

fuerte de la hipótesis, obt<strong>en</strong>er b<strong>en</strong>eficios de forma no-aleatoria sería imposible. Esto es<br />

debido a que todo lo que cualquier inversor pudiera saber <strong>en</strong> el pres<strong>en</strong>te ya se habría<br />

descontado <strong>en</strong> <strong>los</strong> precios, por lo que ninguna decisión de inversión sería más acertada<br />

que tirar unos dados (o decirle a un mono que elija acciones tirando dardos, por poner<br />

otro ejemplo notorio). 16<br />

Un concepto relacionado es el modelo del recorrido aleatorio (random walk<br />

model). El modelo del recorrido aleatorio supone que <strong>los</strong> r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>tos sucesivos son<br />

15 Eug<strong>en</strong>e F. Fama, “Effici<strong>en</strong>t Capital Markets: A Review of Theory and Empirical<br />

Work,” The Journal of Finance 25, no. 2 (May 1970): 383-417.<br />

16 Burton G. Malkiel, A Random Walk Down Wall Street: The Best and Latest Investm<strong>en</strong>t<br />

Advice Money Can Buy, 6th ed. (W. W. Norton & Company, 1996).<br />

23


indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes y que <strong>los</strong> r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>tos están idénticam<strong>en</strong>te distribuidos <strong>en</strong> el tiempo. El<br />

modelo del recorrido aleatorio es una versión restringida del modelo del juego justo. En<br />

el modelo del juego justo no se requier<strong>en</strong> distribuciones con r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to idéntico <strong>en</strong> <strong>los</strong><br />

distintos periodos ni implica que <strong>los</strong> r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>tos sean indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> el tiempo. Si<br />

se cumple la hipótesis del recorrido aleatorio, se debe cumplir la hipótesis del mercado<br />

efici<strong>en</strong>te con respecto a <strong>los</strong> r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>tos pasados (pero no al revés). Así pues, la<br />

evid<strong>en</strong>cia que soporta el modelo del recorrido aleatorio es evid<strong>en</strong>cia que soporta la<br />

efici<strong>en</strong>cia con respecto a <strong>los</strong> r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>tos pasados.<br />

La forma débil de la hipótesis del mercado efici<strong>en</strong>te sugiere que no hay relación<br />

<strong>en</strong>tre <strong>los</strong> precios pasados y futuros de <strong>los</strong> títu<strong>los</strong>, sino que son indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> el<br />

tiempo. Como hemos visto anteriorm<strong>en</strong>te, la hipótesis del mercado efici<strong>en</strong>te manti<strong>en</strong>e<br />

que <strong>los</strong> precios actuales reflejan toda la información disponible. Dado que la información<br />

se pres<strong>en</strong>ta de forma aleatoria, esto supone que hay poco o nada que ganar del estudio de<br />

<strong>los</strong> precios pasados del título.<br />

La literatura ha aplicado dos <strong>en</strong>foques principales para comprobar la forma débil<br />

de la hipótesis del mercado efici<strong>en</strong>te: pruebas de indep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia y pruebas de normas de<br />

negociación. Las pruebas de indep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia han examinado el grado de correlación <strong>en</strong>tre<br />

<strong>los</strong> precios del título <strong>en</strong> el tiempo y han <strong>en</strong>contrado que esta correlación es relativam<strong>en</strong>te<br />

pequeña (de -0,10 a 0,10) y estadísticam<strong>en</strong>te no significativa. Esto indica que <strong>los</strong><br />

cambios de precios del título son indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes respecto a si mismos <strong>en</strong> el pasado. Otro<br />

tipo de pruebas relacionadas son las basadas <strong>en</strong> la frecu<strong>en</strong>cia y ext<strong>en</strong>sión de las rachas <strong>en</strong><br />

<strong>los</strong> datos de <strong>los</strong> precios de la acción. Las rachas pued<strong>en</strong> esperarse <strong>en</strong> cualquier serie de<br />

24


datos g<strong>en</strong>erada mediante procesos aleatorios. Por ello, una serie de datos indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te<br />

no debe producir más persist<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> el signo de lo que se espere de un proceso de<br />

g<strong>en</strong>eración de números aleatorios. Estas pruebas también han indicado que <strong>los</strong><br />

movimi<strong>en</strong>tos del precio de las acciones son indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> el tiempo (con posibles<br />

excepciones para las acciones pequeñas). Los profesionales del mercado, y <strong>en</strong> especial<br />

<strong>los</strong> que utilizan el análisis técnico, manti<strong>en</strong><strong>en</strong> que las pruebas de indep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia –<br />

estudios de correlación y rachas – son demasiado rígidos para testar la forma débil de la<br />

hipótesis de <strong>los</strong> mercados efici<strong>en</strong>tes. Por ello, <strong>los</strong> investigadores académicos<br />

desarrollaron pruebas adicionales, conocidas como tests de reglas de negociación o tests<br />

de filtros.<br />

Los tests de normas de negociación son otra categoría de pruebas que sirv<strong>en</strong> para<br />

comprobar si <strong>los</strong> movimi<strong>en</strong>tos pasados <strong>en</strong> el precio de <strong>los</strong> títu<strong>los</strong> ayudan a predecir<br />

movimi<strong>en</strong>tos futuros. Estas pruebas determinan si una regla de negociación basada <strong>en</strong><br />

datos pasados de precios y volum<strong>en</strong> puede llegar a superar una estrategia comprar y<br />

mant<strong>en</strong>er. La idea es simular las condiciones reales bajo las cuales se usan las normas de<br />

negociación y determinar a continuación si g<strong>en</strong>eran r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>tos superiores después de<br />

considerar <strong>los</strong> costes de transacción y el riesgo. Los resultados de <strong>los</strong> tests de<br />

indep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia y reglas de negociación no desmi<strong>en</strong>t<strong>en</strong> la forma débil de la hipótesis de <strong>los</strong><br />

mercados efici<strong>en</strong>tes. Los precios de <strong>los</strong> títu<strong>los</strong> son indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> el tiempo,<br />

moviéndose bajo el modelo de un recorrido aleatorio. Esta verti<strong>en</strong>te de la investigación<br />

académica ha sido criticada por supuestam<strong>en</strong>te ser incapaz de reflejar el criterio personal<br />

que un técnico con experi<strong>en</strong>cia aporta a la lectura de <strong>los</strong> datos. Existe también la crítica<br />

25


formal de que existe un número infinito de reglas de negociación y no todas ellas han<br />

sido ni pued<strong>en</strong> ser probadas. Sin embargo, la investigación sobre la forma débil de la<br />

hipótesis del mercado efici<strong>en</strong>te parece sugerir que <strong>los</strong> precios se muev<strong>en</strong><br />

indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el tiempo; <strong>los</strong> movimi<strong>en</strong>tos pasados no se pued<strong>en</strong> usar para<br />

predecir fácilm<strong>en</strong>te el futuro y por tanto el análisis técnico ofrece un valor limitado.<br />

La forma semi-fuerte de la hipótesis de <strong>los</strong> mercado efici<strong>en</strong>tes manti<strong>en</strong>e que toda<br />

la información pública ya esta descontada <strong>en</strong> el valor de un título y, por ello, no se puede<br />

usar el análisis fundam<strong>en</strong>tal para determinar si un título está infra- o supra- valorado.<br />

Según este planteami<strong>en</strong>to, cuando una sociedad anuncia algo <strong>los</strong> inversores de todo el<br />

país valoran la información con igual velocidad. De acuerdo con la forma semi-fuerte de<br />

la hipótesis de <strong>los</strong> mercados efici<strong>en</strong>tes, <strong>los</strong> inversores no sólo asimilan la información<br />

muy rápidam<strong>en</strong>te sino que son capaces de ver consecu<strong>en</strong>cias económicas a través de<br />

meros cambios <strong>en</strong> la información contable.<br />

Las implicaciones de esta forma de la hipótesis del mercado efici<strong>en</strong>te para el<br />

análisis fundam<strong>en</strong>tal son que si <strong>los</strong> valores de la acción se basan ya <strong>en</strong> toda la<br />

información pública disponible realizar un análisis fundam<strong>en</strong>tal de dicha empresa no<br />

puede aportar valor añadido. Aun cuando hay qui<strong>en</strong> sugiere que el análisis fundam<strong>en</strong>tal<br />

puede no conducir a b<strong>en</strong>eficios superiores <strong>en</strong> un <strong>en</strong>torno de un mercado efici<strong>en</strong>te, es el<br />

análisis fundam<strong>en</strong>tal mismo el que logra la efici<strong>en</strong>cia del mercado. Como todo el mundo<br />

esta haci<strong>en</strong>do análisis fundam<strong>en</strong>tal, queda poco para la información no absorbida o no<br />

digerida. Por ello, es improbable que una persona adicional haci<strong>en</strong>do análisis<br />

fundam<strong>en</strong>tal logre mayor introspección. Aunque la forma semi-fuerte de la hipótesis del<br />

26


mercado efici<strong>en</strong>te ti<strong>en</strong>e un soporte académico, <strong>los</strong> estudios demuestran anomalías o<br />

desviaciones de la proposición básica de que el mercado es efici<strong>en</strong>te <strong>en</strong> este s<strong>en</strong>tido. Así<br />

pues, aun cuando es posible que la gran mayoría de <strong>los</strong> analistas sean incapaces de ver<br />

mas allá de lo que ya ha hecho la gran masa, no es ilógico suponer que existan<br />

excepciones. Pudiera ser que algunos analistas tuvieran una percepción extraordinaria y<br />

capacidad para analizar información públicam<strong>en</strong>te disponible para lograr conocimi<strong>en</strong>tos a<br />

<strong>los</strong> que otros no pudieran acceder. El debate académico se c<strong>en</strong>tra no tanto <strong>en</strong> probar si el<br />

mercado es efici<strong>en</strong>te <strong>en</strong> un s<strong>en</strong>tido semi-fuerte, sino sobre el hecho de si <strong>los</strong><br />

investigadores están probando apropiadam<strong>en</strong>te la efici<strong>en</strong>cia.<br />

La forma fuerte de la hipótesis de <strong>los</strong> mercados efici<strong>en</strong>tes va más allá y afirmar<br />

que <strong>los</strong> precios reflejan no sólo toda la información pública sino absolutam<strong>en</strong>te toda la<br />

información. Así pues, además de las anteriores consideraciones se parte de la hipótesis<br />

de que la información privilegiada se descu<strong>en</strong>ta inmediatam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el valor de <strong>los</strong> títu<strong>los</strong><br />

y que ningún grupo de participantes del mercado o inversores ti<strong>en</strong>e acceso monopolístico<br />

a la información. Si este fuera el caso, <strong>en</strong>tonces no se pudiera esperar de ningún grupo de<br />

inversores que mostrase r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>tos superiores ajustados al riesgo <strong>en</strong> ningún caso. Al<br />

contrario de las formas débil y semi-fuerte de la hipótesis de <strong>los</strong> mercados efici<strong>en</strong>tes, <strong>los</strong><br />

resultados de las principales pruebas no soportan la forma fuerte de la hipótesis. Los<br />

especialistas <strong>en</strong> <strong>los</strong> mercados de títu<strong>los</strong> han podido obt<strong>en</strong>er tantos superiores de<br />

r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to sobre el capital invertido. El libro que se usa para las órd<strong>en</strong>es límite no<br />

cumplidas parece ofrecer acceso monopolístico a la información. Otro grupo que parece<br />

usar información no pública para ofrecer r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>tos superiores lo forman <strong>los</strong><br />

27


corporate insiders. Un insider es un oficial corporativo, miembro de un consejo de<br />

directivos, un accionista importante. En <strong>los</strong> EEUU, la SEC requiere que <strong>los</strong> insiders<br />

inform<strong>en</strong> de sus transacciones al cuerpo regulador. Unas semanas después de informar al<br />

SEC, la información pasa a ser pública. Ciertos investigadores pued<strong>en</strong> determinar si las<br />

decisiones de inversión realizadas por <strong>los</strong> inversores aparecieron <strong>en</strong> balance. En estas<br />

circunstancias, se cuestiona si las compras fuertes realizadas por <strong>los</strong> insiders preced<strong>en</strong><br />

movimi<strong>en</strong>tos fuertes de precios y si las v<strong>en</strong>tas preced<strong>en</strong> a movimi<strong>en</strong>tos bajistas del<br />

precio. Parece que la respuesta es afirmativa. Los estudios de investigación indican que<br />

<strong>los</strong> insiders logran b<strong>en</strong>eficios más altos de lo que sería lógico <strong>en</strong> un mercado perfecto de<br />

capital. Aun cuando <strong>los</strong> insiders no pued<strong>en</strong> comprometerse <strong>en</strong> negociaciones a corto<br />

plazo (seis meses o m<strong>en</strong>os) o <strong>en</strong> transacciones ilegales que g<strong>en</strong>er<strong>en</strong> b<strong>en</strong>eficios de<br />

negociación, se les permite tomar posiciones a plazos más amplios. Se ha demostrado<br />

incluso que <strong>los</strong> inversores que sigu<strong>en</strong> la dirección de <strong>los</strong> insider traders después de que la<br />

información sobre su actividad se haya hecho pública disfrutan de b<strong>en</strong>eficios superiores.<br />

Aún cuando existe evid<strong>en</strong>cia sobre la actividad de <strong>los</strong> especialistas e insiders que<br />

permitiría rechazar la forma fuerte de la hipótesis del mercado efici<strong>en</strong>te, el campo de <strong>los</strong><br />

participantes con acceso a información superior no es amplio. Mi<strong>en</strong>tras que la forma<br />

fuerte de la hipótesis de <strong>los</strong> mercados efici<strong>en</strong>tes sugiere m<strong>en</strong>os oportunidades para <strong>los</strong><br />

r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>tos superiores que las formas débil y semi-fuerte, la prima está relacionada con<br />

el acceso monopolístico a la información antes que otros factores. Por supuesto, qui<strong>en</strong>es<br />

actú<strong>en</strong> ilegalm<strong>en</strong>te pued<strong>en</strong> lograr r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>tos superiores, pero el precio de su actuación<br />

también puede llegar a ser muy alto. Mi<strong>en</strong>tras que el análisis fundam<strong>en</strong>tal se relaciona<br />

28


con el análisis financiero y con <strong>los</strong> determinantes de la valoración, el análisis técnico se<br />

basa <strong>en</strong> el estudio del precio pasado y <strong>en</strong> el volum<strong>en</strong> de datos así como <strong>en</strong> las t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias<br />

asociadas del mercado para predecir <strong>los</strong> movimi<strong>en</strong>tos futuros del precio. El análisis<br />

técnico se basa frecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el chartismo y <strong>en</strong> el uso de indicadores clave del<br />

mercado para hacer previsiones. Aunque han existido muchos argum<strong>en</strong>tos tradicionales<br />

acerca de si es más importante el análisis fundam<strong>en</strong>tal o técnico, se ha puesto mucha<br />

at<strong>en</strong>ción sobre la hipótesis de <strong>los</strong> mercados efici<strong>en</strong>tes y sus implicaciones para todo tipo<br />

de análisis. La hipótesis del mercado efici<strong>en</strong>te manti<strong>en</strong>e que el mercado se ajusta muy<br />

rápidam<strong>en</strong>te a la oferta de nueva información y, debido a ello, <strong>los</strong> títu<strong>los</strong> ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a ser<br />

valorados correctam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> cualquier mom<strong>en</strong>to dado.<br />

La investigación ti<strong>en</strong>de a soportar la forma débil de la hipótesis de <strong>los</strong> mercados<br />

efici<strong>en</strong>tes, que hace que muchos investigadores se cuestion<strong>en</strong> seriam<strong>en</strong>te el valor total del<br />

análisis técnico. La forma semi-fuerte de la hipótesis de <strong>los</strong> mercados efici<strong>en</strong>tes es<br />

razonablem<strong>en</strong>te aceptado por la investigación y este hecho ti<strong>en</strong>de a cuestionar el valor del<br />

análisis fundam<strong>en</strong>tal por el inversor individual (es, sin embargo, la sabiduría colectiva de<br />

todo el análisis fundam<strong>en</strong>tal la que lleva a la hipótesis de <strong>los</strong> mercados efici<strong>en</strong>tes <strong>en</strong><br />

primer lugar). Sin embargo, todavía exist<strong>en</strong> algunas contradicciones para la forma semi-<br />

fuerte de la hipótesis de <strong>los</strong> mercados efici<strong>en</strong>tes que requier<strong>en</strong> más investigación.<br />

2.4. La Perspectiva Keynesiana<br />

A lo largo de su obra, Keynes evaluó el papel de la confianza y <strong>los</strong> “espíritus<br />

animales” <strong>en</strong> las decisiones de inversión. Junto con el resurgimi<strong>en</strong>to actual de la<br />

29


aplicación de sus ideas <strong>en</strong> el ámbito de la política fiscal, 17 y <strong>en</strong> m<strong>en</strong>or medida, <strong>en</strong> política<br />

monetaria, 18 también se observan diversos análisis del concepto Keynesiano de <strong>los</strong><br />

“espíritus animales” y su relación con las expectativas y la confianza de <strong>los</strong> inversores. 19<br />

De forma explícita <strong>en</strong> Akerloff y Shiller, pero también de forma más g<strong>en</strong>eral <strong>en</strong> el<br />

creci<strong>en</strong>te interés por el estudio de <strong>los</strong> límites de la racionalidad <strong>en</strong> la toma de decisiones<br />

<strong>en</strong> situaciones de incertidumbre, <strong>en</strong> <strong>los</strong> aspectos psicológicos de la economía, y <strong>en</strong> el<br />

campo llamado behavioral finance <strong>en</strong> la literatura ang<strong>los</strong>ajona.<br />

En su G<strong>en</strong>eral Theory of Employm<strong>en</strong>t, Interest, and Money Keynes postula que<br />

las decisiones de inversión están influidas <strong>en</strong> gran parte por la eficacia marginal del<br />

capital, defini<strong>en</strong>do la eficacia marginal del capital como la tasa de descu<strong>en</strong>to que iguala el<br />

valor actual de <strong>los</strong> retornos esperados de una inversión con el coste de reposición del bi<strong>en</strong><br />

de inversión. 20 De esta definición se derivan dos elem<strong>en</strong>tos fundam<strong>en</strong>tales que<br />

determinan la eficacia marginal del capital: el coste de reposición del bi<strong>en</strong> de inversión y<br />

17 Paul Krugman, “Fighting Off Depression,” The New York Times, January 5, 2009, sec.<br />

Opinion, http://www.nytimes.com/2009/01/05/opinion/05krugman.html?_r=1.<br />

18 Principalm<strong>en</strong>te con respecto a su desconfianza <strong>en</strong> la política monetaria como<br />

instrum<strong>en</strong>to efectivo de estimulo <strong>en</strong> situación de depresión y el establecimi<strong>en</strong>to de una<br />

unidad monetaria internacional al estilo del Bancor. Véase:<br />

Krugman, “Fighting Off Depression”; Zhou Xiaochuan, “Reform the International<br />

Monetary System,” The People's Bank of China--Speeches, March 23, 2009,<br />

http://www.pbc.gov.cn/<strong>en</strong>glish/detail.asp?col=6500&id=178; AFP, “UN panel touts<br />

new global curr<strong>en</strong>cy reserve system,” Breitbart, March 26, 2010,<br />

http://www.breitbart.com/article.php?<br />

id=CNG.18e9e5692442aa61d7510553b5ffc14e.8b1.<br />

19 George A. Akerlof and Robert J. Shiller, Animal Spirits: How Human Psychology<br />

Drives the Economy, and Why It Matters for Global Capitalism (Princeton University<br />

Press, 2010).<br />

20 Keynes, The G<strong>en</strong>eral Theory of Employm<strong>en</strong>t, Interest and Money, 135.<br />

30


las expectativas. En el pres<strong>en</strong>te análisis me c<strong>en</strong>trare <strong>en</strong> este segundo aspecto ya que<br />

tradicionalm<strong>en</strong>te no ha recibido tanta at<strong>en</strong>ción como <strong>los</strong> demás pese al hecho de que<br />

Keynes dedico un capítulo completo a las expectativas como determinantes del empleo y<br />

de la producción. 21 En este capítulo, Keynes incide <strong>en</strong> que las decisiones de inversión se<br />

realizan primariam<strong>en</strong>te sobre la base de las expectativas, <strong>en</strong> otras palabras: las opiniones<br />

de <strong>los</strong> inversores sobre el futuro. El efecto de estas expectativas puede ser sumam<strong>en</strong>te<br />

complicado por el efecto retardado que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> las decisiones que se toman <strong>en</strong> base a estas<br />

expectativas, además de por la naturaleza cambiante de las expectativas. En este aspecto,<br />

Keynes estaba anticipando las verti<strong>en</strong>tes teóricas que analizan <strong>los</strong> procesos de retro-<br />

alim<strong>en</strong>tación y <strong>los</strong> sistemas complejos que pued<strong>en</strong> g<strong>en</strong>erar estos procesos.<br />

Profundizando más, Keynes distingue <strong>en</strong>tre expectativas sobre el largo plazo y las<br />

expectativas sobre el corto plazo. Sobre estas últimas refleja su opinión de que se forman<br />

sobre la suposición de que las condiciones permanec<strong>en</strong> inalterables <strong>en</strong> el corto plazo, por<br />

tanto el factor más importante a la hora de determinar las expectativas a corto plazo son<br />

<strong>los</strong> r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>tos pres<strong>en</strong>tes. Esto hace que <strong>en</strong> el análisis de <strong>los</strong> procesos industriales que<br />

estudia Keynes <strong>en</strong> este capítulo, las expectativas a corto plazo puedan ser eliminadas del<br />

análisis.<br />

Por el contrario las expectativas a largo plazo pres<strong>en</strong>tan otra dinámica psicológica<br />

que trata <strong>en</strong> otro capítulo específicam<strong>en</strong>te dedicado al efecto. En primer lugar, Keynes<br />

destaca que exist<strong>en</strong> elem<strong>en</strong>tos futuros que se pued<strong>en</strong> predecir con cierta fiabilidad y otros<br />

que no. El autor considera que sería “absurdo” darle mucho peso a cosas sobre las que<br />

21 John Maynard Keynes, “Expectation as Determining Output and Employm<strong>en</strong>t,” in The<br />

G<strong>en</strong>eral Theory of Employm<strong>en</strong>t, Interest, and Money (London: Macmillan and Co.,<br />

1957).<br />

31


existe demasiada incertidumbre. Por tanto las expectativas a largo plazo se forman<br />

dándole una importancia desproporcionada a <strong>los</strong> hechos que consideramos más<br />

predecibles, indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te de su importancia relativa sobre el resultado final. Esto<br />

conlleva que, a juicio de Keynes, la práctica más común sea la de extrapolar hacia el<br />

futuro las condiciones actuales, modificándolas según nuestros pronósticos más o m<strong>en</strong>os<br />

seguros sobre el futuro. Por tanto, las expectativas a largo plazo están basadas no solo<br />

sobre como esperamos que sean las condiciones futuras, sino sobre nuestra confianza <strong>en</strong><br />

dicho pronostico. Keynes define la confianza como la valoración individual sobre la<br />

probabilidad de que nuestro pronóstico sea erróneo. Si se esperan grandes cambios pero<br />

desconocemos la forma precisa <strong>en</strong> que se manifestaran estos cambios, nuestra confianza<br />

será débil. Con este razonami<strong>en</strong>to, Keynes logra conjugar un factor psicológico –las<br />

expectativas a largo plazo– con el concepto de volatilidad. Esta brillante idea no fue<br />

abordada <strong>en</strong> profundidad por Keynes y sólo ha com<strong>en</strong>zado a ser estudiada reci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te<br />

mediante hipótesis que relacionan <strong>los</strong> cambios <strong>en</strong> el <strong>en</strong>torno socio-económico con<br />

cambios <strong>en</strong> las prefer<strong>en</strong>cias personales. 22 Aún más, Keynes considera que la confianza es<br />

el factor más importante a la hora de determinar la eficacia marginal del capital, que “es<br />

lo mismo que la curva de demanda de la inversión.” 23<br />

Sigui<strong>en</strong>do su análisis sobre las expectativas a largo plazo, Keynes considera que<br />

las capacidades de predicción sobre las condiciones futuras a cinco o diez años son muy<br />

escasas. Por tanto, la gran mayoría de la g<strong>en</strong>te basa sus pronósticos <strong>en</strong> una conv<strong>en</strong>ción,<br />

22 Terry F. Pettijohn II and Brian J. Jungeberg, “Playboy Playmate Curves: Changes in<br />

Facial and Body Features Prefer<strong>en</strong>ces Across Social and Economic Conditions,”<br />

Personality and Social Psychology Bulletin 30, no. 9 (2004): 1186-97.<br />

23 Keynes, The G<strong>en</strong>eral Theory of Employm<strong>en</strong>t, Interest and Money, 134.<br />

32


que es la de asumir la estabilidad de las condiciones socio-económicas del mom<strong>en</strong>to<br />

actual. Esto suponía para Keynes una paradoja ya que observaba la coexist<strong>en</strong>cia de esta<br />

conv<strong>en</strong>ción con la certeza de que <strong>en</strong> la vida real raram<strong>en</strong>te se cumpl<strong>en</strong> sus supuestos.<br />

Los resultados de las inversiones a diez años vista raram<strong>en</strong>te se correspond<strong>en</strong> con las<br />

expectativas iniciales. Para Keynes, <strong>los</strong> precios de mercado para las inversiones se<br />

ajustan a la valoración agregada de todos <strong>los</strong> ag<strong>en</strong>tes sobre la r<strong>en</strong>tabilidad de dicha<br />

inversión, con el inconv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te de que es imposible realizar dicha valoración con ninguna<br />

semblanza de fiabilidad. En consecu<strong>en</strong>cia, “<strong>en</strong>tran <strong>en</strong> la valoración toda clase de<br />

consideraciones que de ninguna manera son relevantes a las perspectivas de<br />

r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to.” 24 Sin embargo mi<strong>en</strong>tras se mant<strong>en</strong>gan dichas conv<strong>en</strong>ciones, se garantiza la<br />

estabilidad y la continuidad del sistema. El problema radica <strong>en</strong> que las conv<strong>en</strong>ciones son<br />

muy frágiles y están sujetas a cambios viol<strong>en</strong>tos y rep<strong>en</strong>tinos. Las causas de dichos<br />

cambios son la inversión especulativa, la fijación excesiva <strong>en</strong> <strong>los</strong> movimi<strong>en</strong>tos de precios<br />

a corto plazo, y olas de pesimismo u optimismo por parte de las “masas ignorantes” sobre<br />

todo <strong>en</strong> mom<strong>en</strong>tos <strong>en</strong> <strong>los</strong> que se tambalean las conv<strong>en</strong>ciones de continuidad (i.e. la<br />

confianza <strong>en</strong> la capacidad de predecir el futuro). La obsesión por el corto plazo a su vez<br />

origina que <strong>los</strong> inversores profesionales se vean obligados a int<strong>en</strong>tar anticipar <strong>los</strong> cambios<br />

que por su experi<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> mayor medida influy<strong>en</strong> sobre la psicología de las masas.<br />

Además de la inestabilidad causada por <strong>los</strong> inversores especulativos <strong>en</strong> el s<strong>en</strong>tido<br />

anteriorm<strong>en</strong>te descrito, Keynes considera que existe otra fu<strong>en</strong>te de inestabilidad fruto de<br />

<strong>los</strong> “espíritus animales.” Su definición de dichos espíritus es que son un sesgo hacia la<br />

actividad –fr<strong>en</strong>te a la inactividad– <strong>en</strong> aus<strong>en</strong>cia de un cálculo matemático de <strong>los</strong> posibles<br />

24 Ibid., 168.<br />

33


esultados multiplicado por las probabilidades de que ocurran. Aquí también el autor<br />

anticipó desarrol<strong>los</strong> futuros con casi un siglo de antelación <strong>en</strong> la forma de distintos<br />

mode<strong>los</strong> de decisión que se han propuesto ante la demostración de que la toma de<br />

decisiones no toma la forma de dicho cálculo probabilista <strong>en</strong> la m<strong>en</strong>te humana. 25<br />

Finalm<strong>en</strong>te, Keynes concluye con la advert<strong>en</strong>cia de que sus teorías no defi<strong>en</strong>d<strong>en</strong><br />

que todo dep<strong>en</strong>da de olas de “psicología irracional.” Al contrario, las expectativas sobre<br />

el largo plazo suel<strong>en</strong> ser constantes pero hay que recordar que ante la imposibilidad de<br />

formas expectativas matemáticam<strong>en</strong>te racionales sobre el futuro el ser humano emplea<br />

otros mecanismos innatos que lo impulsan hacia la actividad, calculando racionalm<strong>en</strong>te lo<br />

que se puede y lo que no, lo basa <strong>en</strong> otros mecanismos como la costumbre, las<br />

impresiones, <strong>los</strong> estados de ánimo, o simplem<strong>en</strong>te la suerte.<br />

2.5. Papel del Optimismo <strong>en</strong> Schumpeter<br />

Otra interpretación de la función económica del optimismo y del pesimismo es la<br />

que ofrec<strong>en</strong> tanto Schumpeter como Mitchell. 26 Ambos autores estudiaron <strong>los</strong> efectos<br />

económicos de las fluctuaciones <strong>en</strong> el optimismo y propusieron mode<strong>los</strong> similares para<br />

explicar el proceso mediante el cual <strong>los</strong> cambios <strong>en</strong> el nivel de optimismo se exti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a<br />

través del <strong>en</strong>tramado social. Los dos autores part<strong>en</strong> de la base de que t<strong>en</strong>er una<br />

perspectiva optimista o pesimista sobre el futuro puede modificar el comportami<strong>en</strong>to,<br />

hecho que se ha demostrado posteriorm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> estudio clínicos con paci<strong>en</strong>tes depresivos<br />

25 Giger<strong>en</strong>zer and Selt<strong>en</strong>, Bounded Rationality.<br />

26 Wesley Clair Mitchell, Business cycles (Ayer Publishing, 1970); Joseph Alois<br />

Schumpeter, Business Cycles: A Theoretical Historical and Statistical Analysis of the<br />

Capitalist Process, Abridged. (Porcupine Pr, 1989).<br />

34


(véase el Capítulo III). Esto g<strong>en</strong>era comportami<strong>en</strong>tos que se exti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> social y<br />

económicam<strong>en</strong>te hasta que las propias consecu<strong>en</strong>cias de este comportami<strong>en</strong>to provocan<br />

un cambio <strong>en</strong> s<strong>en</strong>tido contrario, causando una alternancia p<strong>en</strong>dular <strong>en</strong>tre olas de<br />

optimismo y pesimismo. La retroalim<strong>en</strong>tación negativa <strong>en</strong>tre el optimismo social y el<br />

nivel de actividad empresarial g<strong>en</strong>era <strong>los</strong> cic<strong>los</strong> de negocios. Por ejemplo, una política<br />

monetaria optimista de “dinero fácil” conlleva ciertos efectos secundarios. Es <strong>en</strong> realidad<br />

solo una cuestión de tiempo que suceda algún hecho que obligue a <strong>los</strong> def<strong>en</strong>sores de<br />

dicha política monetaria optimista a re-evaluar su visión optimista hacia un mayor<br />

pesimismo y a aum<strong>en</strong>tar el control del crédito. Un clásico error de cálculo propiciado por<br />

un exceso de optimismo fue la decisión de Donald Trump de construir el casino Taj<br />

Mahal <strong>en</strong> Atlantic City cuando tanto el negocio como la ciudad estaban <strong>en</strong> declive. De<br />

manera similar, evaluar de manera excesivam<strong>en</strong>te optimista la demanda de <strong>los</strong><br />

consumidores puede llevar a excesos de inv<strong>en</strong>tario, lo cual ev<strong>en</strong>tualm<strong>en</strong>te lleva a un<br />

mayor pesimismo y la disminución de la producción y el empleo por vía de una<br />

reducción <strong>en</strong> la inversión.<br />

2.6. Historia de la Psicología Económica<br />

El estudio ci<strong>en</strong>tífico del comportami<strong>en</strong>to de las personas <strong>en</strong> grupos se llama<br />

“psicología social.” Esta rama del conocimi<strong>en</strong>to estudia como <strong>los</strong> p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos,<br />

s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos, y emociones de <strong>los</strong> individuos se v<strong>en</strong> influidos por la pres<strong>en</strong>cia real,<br />

imaginaria, o implícita de <strong>los</strong> demás. El nombre de esta disciplina fue introducido por<br />

primera vez <strong>en</strong> 1908 <strong>en</strong> la obra de McDougall y Ross. 27 Unos años más tarde, <strong>en</strong> 1920,<br />

27 William McDougall, An Introduction to Social Psychology (Dover Publications,<br />

35


un grupo de psicólogos fundó <strong>en</strong> Ginebra la Asociación Internacional de Psicología<br />

Aplicada que todavía hoy <strong>en</strong> día es uno de <strong>los</strong> principales foros internacionales de<br />

psicología social.<br />

Uno de <strong>los</strong> términos más importantes de esta disciplina ha sido el “p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to<br />

grupal” (groupthink <strong>en</strong> el inglés original). El autor principal <strong>en</strong> el desarrollo de este<br />

concepto fue Janis. 28 Su teoría fue la de que <strong>los</strong> grupos que están muy unidos corr<strong>en</strong> el<br />

riesgo de llegar a decisiones grupales de consecu<strong>en</strong>cias muy negativas. Esto es por<br />

diversas razones, como la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia de <strong>los</strong> individuos de desarrollar las mismas actitudes<br />

que las personas con las que se asocian (las “actitudes adaptables”) y la de utilizar el<br />

comportami<strong>en</strong>to de <strong>los</strong> demás como una fu<strong>en</strong>te de información sobre <strong>los</strong> temas que les<br />

resulta difícil compr<strong>en</strong>der (la “comparación social”).<br />

La Asociación Internacional de Psicología Aplicada actualm<strong>en</strong>te se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra<br />

subdividida <strong>en</strong> catorce grupos que tratan áreas especializadas de la psicología social<br />

aplicada, como la psicología de las organizaciones, la psicología del deporte, la<br />

psicología política, <strong>en</strong>tre otros. Una de estas catorce ramas de la psicología aplicada es la<br />

psicología económica. En la Tabla 2.1 se recog<strong>en</strong> las áreas principales de estudio de la<br />

rama de psicología económica tal como han sido recopiladas por Kirchler y Hölzl. 29<br />

2003); Edward Alsworth Ross, Social psychology: an outline and source book (The<br />

Macmillan company, 1908).<br />

28 Irving L. Janis, Victims of Groupthink: A psychological study of foreign-policy<br />

decisions and fiascoes (Houghton Mifflin Company, 1972).<br />

29 Erich Kirchler and Erik Hölzl, “Tw<strong>en</strong>ty-five years of the Journal of Economic<br />

Psychology (1981-2005): A report on the developm<strong>en</strong>t of an interdisciplinary field of<br />

research,” Journal of Economic Psychology 27, no. 6 (December 2006): 793-804.<br />

36


Psicología Económica<br />

Tabla 2.1: Áreas y Temas de Estudio <strong>en</strong> Psicología Económica 30<br />

Teoría e Historia (marcos teóricos y conceptuales, vida y obra de ci<strong>en</strong>tíficos)<br />

Teoría de las Elecciones y Toma de Decisiones<br />

Teoría de la Toma de Decisiones (toma de decisiones bajo incertidumbre,<br />

comportami<strong>en</strong>to <strong>en</strong> la toma de decisiones, formación de prefer<strong>en</strong>cias)<br />

Socialización<br />

Cooperación / Teoría de Juegos<br />

La Empresa (comportami<strong>en</strong>to de la empresa, iniciativa empresarial)<br />

Mercado Laboral (oferta laboral, experi<strong>en</strong>cias laborales, ingresos y salarios, desempleo)<br />

Mercados (formación de precios, compet<strong>en</strong>cia de precios)<br />

Actitudes y Comportami<strong>en</strong>to Financiero<br />

Comportami<strong>en</strong>to <strong>en</strong> las Finanzas Domésticas (ahorro, créditos y préstamos,<br />

<strong>en</strong>deudami<strong>en</strong>to)<br />

Inversión / Mercados de Valores<br />

Dinero (dinero <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, el Euro)<br />

Inflación<br />

Impuestos (actitudes fr<strong>en</strong>te a <strong>los</strong> impuestos, evasión de impuestos)<br />

Gobierno y Política Económica (estado de bi<strong>en</strong>estar, crecimi<strong>en</strong>to y prosperidad)<br />

Psicología del Consumidor<br />

Actitudes del Consumidor<br />

Comportami<strong>en</strong>to del Consumidor<br />

Expectativas del Consumidor<br />

Marketing y Publicidad<br />

30 Ibid.<br />

37


Uno de <strong>los</strong> primeros ci<strong>en</strong>tíficos <strong>en</strong> aplicar la psicología al comportami<strong>en</strong>to<br />

económico fue el psicólogo francés Tarde. 31 A su trabajo le siguieron otros como el<br />

artículo de Clark “Economics and Modern Psychology” donde escribió:<br />

El economista puede int<strong>en</strong>tar ignorar la psicología pero es totalm<strong>en</strong>te imposible<br />

que ignore la naturaleza humana. 32<br />

La psicología económica se convirtió rápidam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> un elem<strong>en</strong>to fundam<strong>en</strong>tal de<br />

la escuela austriaca de economía y algunos de sus conceptos se ext<strong>en</strong>dieron por las<br />

universidades europeas <strong>en</strong> la década de <strong>los</strong> ses<strong>en</strong>ta.<br />

En <strong>los</strong> Estados Unidos de América se suele considerar a Katona como el pionero<br />

<strong>en</strong> la introducción de la economía psicológica. A través de su trabajo <strong>en</strong> la Universidad<br />

de Michigan durante <strong>los</strong> años treinta y cuar<strong>en</strong>ta fue uno de <strong>los</strong> primeros psicólogos <strong>en</strong><br />

involucrarse <strong>en</strong> el efecto de <strong>los</strong> f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os psicológicos a un nivel macroeconómico.<br />

Sus publicaciones introdujeron términos como “actitud,” “inclinación,” y “expectativa”<br />

<strong>en</strong> el vocabulario económico.<br />

Paralelam<strong>en</strong>te a la corri<strong>en</strong>te racionalista <strong>en</strong> la interpretación del comportami<strong>en</strong>to<br />

económico se desarrollaron interpretaciones de dicho comportami<strong>en</strong>to de índole más<br />

psicológica que matemática.<br />

En esta línea, Kahneman y Tsversky desarrollaron la teoría de las perspectivas,<br />

según la cual <strong>en</strong> situaciones de incertidumbre el hombre toma decisiones que pres<strong>en</strong>tan<br />

un sesgo sistemático con respecto a la decisión racional. Por este trabajo que marco el<br />

31 Gabriel Tarde, Psychologie économique (Paris: Felix Alcan, 1902).<br />

32 J. M. Clark, “Economics and Modern Psychology: II,” The Journal of Political<br />

Economy 26, no. 2 (February 1, 1918): 136-166.<br />

38


nacimi<strong>en</strong>to del campo de estudio de las finanzas conductistas Kahneman recibió el<br />

Premio Nobel de Economía <strong>en</strong> el año 2002. En uno de <strong>los</strong> primeros estudios se<br />

comprobó que <strong>los</strong> inversores de valores, al igual que el resto de las personas también<br />

sobre-reaccionan ante noticias dramáticas e imprevistas. 33 En 1979 desarrollaron la<br />

Teoría de <strong>los</strong> Prospectos, basada <strong>en</strong> la demostración de que las personas están dispuestas<br />

a asumir más riesgos para evitar pérdidas que para obt<strong>en</strong>er ganancias.<br />

Mi<strong>en</strong>tras que Tversky y Kahneman realizaron principalm<strong>en</strong>te estudios de<br />

laboratorio, Shiller desarrolló su carrera <strong>en</strong> <strong>los</strong> estudios de campo –estudiando <strong>los</strong><br />

f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os psicológicos <strong>en</strong> el mundo real, y concretam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>los</strong> mercados financieros.<br />

Algunos de sus estudios han consistido <strong>en</strong> <strong>en</strong>viar cuestionarios por correo justo después<br />

de movimi<strong>en</strong>tos dramáticos de <strong>los</strong> mercados para averiguar cómo pi<strong>en</strong>san y actúan <strong>en</strong><br />

medio de estas situaciones. Su libro más conocido es Irrational Exhuberance, que <strong>en</strong> el<br />

año 2000 predijo correctam<strong>en</strong>te la caída del mercado justo antes de que sucediera. 34<br />

De forma similar a Tversky y Kahneman, Thaler ha estudiado el proceso de la<br />

toma de decisiones y la formación de opiniones, c<strong>en</strong>trándose sin embargo <strong>en</strong> las<br />

situaciones anormales que ocurr<strong>en</strong> <strong>en</strong> <strong>los</strong> mercados de valores y otros mercados. Ha<br />

publicado dos libros relacionados con sus investigaciones <strong>en</strong> este campo: Advances in<br />

Behavioral Finance, y The Winner's Curse. 35 En la misma línea, diversas investigaciones<br />

33 Werner F M De Bondt and Richard Thaler, “Does the Stock Market Overreact?,”<br />

Journal of Finance 40, no. 3, Journal of Finance (1985): 793-805.<br />

34 Robert Shiller, Irrational exuberance, 2nd ed. (Princeton, NJ: Princeton University<br />

Press, 2005).<br />

35 Richard Thaler, Advances in behavioral finance (New York: Russell Sage Foundation,<br />

1993); Richard Thaler, The winner's curse : paradoxes and anomalies of economic life<br />

(Princeton N.J.: Princeton University Press, 1992).<br />

39


han catalogado numerosos f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os d<strong>en</strong>ominados “inefici<strong>en</strong>cias de <strong>los</strong> mercados” que<br />

no contradic<strong>en</strong> la forma débil de la hipótesis de la efici<strong>en</strong>cia de <strong>los</strong> mercados. 36 En el<br />

estudio de la literatura sobre estos prejuicios o prefer<strong>en</strong>cias irracionales (véase el<br />

Apéndice 1 para un listado con algunos de <strong>los</strong> más frecu<strong>en</strong>tes) podemos comprobar que<br />

algunos prejuicios son de naturaleza individual, mi<strong>en</strong>tras que otros son de naturaleza<br />

grupal. El estudio de <strong>los</strong> prejuicios cognitivos que surg<strong>en</strong> ante la toma de decisiones <strong>en</strong><br />

el ámbito económico es ext<strong>en</strong>so. La literatura recoge estudios sobre f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os de sobre-<br />

confianza, 37 sobre-reacción, 38 aversión a la pérdida, 39 comportami<strong>en</strong>to <strong>en</strong> manada, 40<br />

contabilidad m<strong>en</strong>tal, 41 y arrep<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to. 42<br />

36 Hersh Shefrin, Beyond greed and fear: understanding behavioral finance and the<br />

psychology of investing (Oxford University Press US, 2002).<br />

37 Richard C. Schwing and G<strong>en</strong>eral Motors Corporation. Research Laboratories, Societal<br />

risk assessm<strong>en</strong>t: how safe is safe <strong>en</strong>ough? (Springer, 1980); Brad M. Barber and<br />

Terrance Odean, “Boys Will be Boys: G<strong>en</strong>der, Overconfid<strong>en</strong>ce, and Common Stock<br />

Investm<strong>en</strong>t,” Quarterly Journal of Economics 116, no. 1 (December 16, 2010): 261-<br />

292; S Gervais and T Odean, “Learning to be overconfid<strong>en</strong>t,” Review of Financial<br />

Studies 14, no. 1 (January 1, 2001): 1 -27.<br />

38 Werner F. M. De Bondt and Richard H. Thaler, “Further Evid<strong>en</strong>ce on Investor<br />

Overreaction and Stock Market Seasonality,” The Journal of Finance 42, no. 3 (July<br />

1987): 557-581.<br />

39 Daniel Kahneman and Amos Tversky, “Prospect Theory: An Analysis of Decision<br />

under Risk,” Econometrica 47, no. 2 (March 1979): 263-291; Hersh Shefrin and Meir<br />

Statman, “The Disposition to Sell Winners Too Early and Ride Losers Too Long:<br />

Theory and Evid<strong>en</strong>ce,” The Journal of Finance 40, no. 3 (July 1985): 777-790.<br />

40 Gur Huberman, “Contagious Speculation and a Cure for Cancer: A Nonev<strong>en</strong>t that<br />

Made Stock Prices Soar,” Journal of Finance 56, no. 1, Journal of Finance (2001):<br />

387-396.<br />

41 Amos Tversky and Daniel Kahneman, “The framing of decisions and the psychology<br />

of choice,” Sci<strong>en</strong>ce (New York, N.Y.) 211, no. 4481 (January 30, 1981): 453-458.<br />

42 David E. Bell, “Regret in Decision Making under Uncertainty,” Operations Research<br />

30, no. 5 (October 1982): 961-981.<br />

40


Finalm<strong>en</strong>te, Statman es reconocido por su trabajo sobre el “miedo al<br />

arrep<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to.” Sus estudios demostraron que a m<strong>en</strong>udo la g<strong>en</strong>te se niega a v<strong>en</strong>der<br />

valores y realizar pérdidas porque quier<strong>en</strong> evitar el dolor y arrep<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to asociado con<br />

la materialización de la pérdida.<br />

2.7. Re-Evaluando la Hipótesis del Mercado Efici<strong>en</strong>te<br />

Se ha demostrado <strong>en</strong> repetidos estudios que el instinto gregario ocurre<br />

espontáneam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>los</strong> mercados financieros. Además, no es sólo propio de inversores<br />

inexpertos, sino también de <strong>los</strong> gestores de fondos y otros inversores expertos. La<br />

hipótesis del mercado efici<strong>en</strong>te no implica por sí misma que <strong>los</strong> ag<strong>en</strong>tes del mercado se<br />

comport<strong>en</strong> racionalm<strong>en</strong>te, pero sí considera que <strong>los</strong> comportami<strong>en</strong>tos irracionales son<br />

aleatorios de forma que al considerar<strong>los</strong> de manera agregada su efecto es nulo. Sin<br />

embargo numerosos estudios han ido socavando la hipótesis de <strong>los</strong> mercados efici<strong>en</strong>tes.<br />

Los prejuicios grupales parec<strong>en</strong> ser <strong>los</strong> más contrarios a dicha hipótesis. Si bi<strong>en</strong> se podría<br />

justificar que <strong>los</strong> prejuicios cognitivos que afectan a <strong>los</strong> individuos no socavan la<br />

hipótesis de <strong>los</strong> mercados efici<strong>en</strong>tes (con la condición de que no existiera correlación<br />

<strong>en</strong>tre <strong>los</strong> sesgos irracionales de distintos ag<strong>en</strong>tes), <strong>los</strong> prejuicios grupales crean<br />

necesariam<strong>en</strong>te inefici<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> el mercado. Otros estudios crean mode<strong>los</strong> basados <strong>en</strong> la<br />

extrapolación (f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o que consiste <strong>en</strong> ver “falsas” pautas donde sólo hay secu<strong>en</strong>cias<br />

aleatorias) y la sobre-confianza para explicar sobre- e infra- reacciones <strong>en</strong> mercados de<br />

valores. 43 Estos mode<strong>los</strong> asum<strong>en</strong> que existe correlación <strong>en</strong>tre <strong>los</strong> errores o prejuicios de<br />

43 K<strong>en</strong>t Daniel, David Hirshleifer, and Avanidhar Subrahmanyam, “Investor Psychology<br />

and Security Market Under- and Overreactions,” Journal of Finance 53, no. 6, Journal<br />

of Finance (1998): 1839-1885; Nicholas Barberis, Andrei Shleifer, and Robert Vishny,<br />

41


<strong>los</strong> ag<strong>en</strong>tes, de forma que no se llega a anular su efecto agregado. Esto sucedería si una<br />

gran parte de <strong>los</strong> ag<strong>en</strong>tes siguies<strong>en</strong> las mismas señales (como el consejo de un analista) o<br />

tuvieran el mismo prejuicio. Otra forma de expresar la primera premisa (gran parte de <strong>los</strong><br />

ag<strong>en</strong>tes sigu<strong>en</strong> las mismas señales) sería “existe un factor extrínseco que influye <strong>en</strong> el<br />

comportami<strong>en</strong>to de gran parte de <strong>los</strong> ag<strong>en</strong>tes.”<br />

La cuestión de si se pued<strong>en</strong> introducir inefici<strong>en</strong>cias (y por tanto, posibilidad de<br />

predicción de precios) a través de influ<strong>en</strong>cias externas que afectan a una gran parte de <strong>los</strong><br />

ag<strong>en</strong>tes, también ha sido abordada <strong>en</strong> otros estudios interesantes, que han demostrado la<br />

relación de algunos índices bursátiles con factores como: el número de palabras<br />

“negativas” <strong>en</strong> una columna del Wall Street Journal; 44 el estado de ánimo expresado por<br />

las palabras de <strong>los</strong> comunicados de pr<strong>en</strong>sa de las empresas sometidas a cotización <strong>en</strong> el<br />

NYSE; 45 el resultado de la selección nacional <strong>en</strong> <strong>los</strong> mundiales de fútbol. 46 Hirshleifer y<br />

Shumway prueban la exist<strong>en</strong>cia de una correlación <strong>en</strong>tre <strong>los</strong> días nublados <strong>en</strong> las<br />

ciudades con las principales bolsas de cada país y bajos r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>tos diarios <strong>en</strong> <strong>los</strong><br />

índices de 26 mercados nacionales. 47 Los autores examinaron 26 índices nacionales<br />

“A model of investor s<strong>en</strong>tim<strong>en</strong>t,” Journal of Financial Economics 49, no. 3<br />

(September 1, 1998): 307-343.<br />

44 Paul C. Tetlock, “Giving Cont<strong>en</strong>t to Investor S<strong>en</strong>tim<strong>en</strong>t: The Role of Media in the<br />

Stock Market,” Journal of Finance 62, no. 3, Journal of Finance (2007): 1139-1168.<br />

45 Paul C. Tetlock, Maytal Saar-Tsechansky, and Sofus Macskassy, “More Than Words:<br />

Quantifying Language to Measure Firms' Fundam<strong>en</strong>tals,” Journal of Finance 63, no.<br />

3, Journal of Finance (2008): 1437-1467.<br />

46 Alex Edmans, Diego García, and øYvind Norli, “Sports S<strong>en</strong>tim<strong>en</strong>t and Stock Returns,”<br />

The Journal of Finance 62, no. 4 (8, 2007): 1967-1998.<br />

47 David Hirshleifer and Tyler Shumway, “Good Day Sunshine: Stock Returns and the<br />

Weather,” The Journal of Finance 58, no. 3 (June 1, 2003): 1009-1032.<br />

42


alrededor del mundo <strong>en</strong> el periodo 1982-1997 y lograron r<strong>en</strong>tabilidades del 24,8 %<br />

cuando la cartera hipotética se invertía sólo <strong>en</strong> días que el servicio meteorológico<br />

anunciaba como despejados; por el contrario, la r<strong>en</strong>tabilidad media <strong>en</strong> <strong>los</strong> días cubiertos<br />

era del 8,6 %. Los autores pres<strong>en</strong>tan ext<strong>en</strong>sos datos que justifican que la luz solar mejora<br />

el estado de ánimo de <strong>los</strong> participantes <strong>en</strong> el mercado, argum<strong>en</strong>tando que esto podría<br />

increm<strong>en</strong>tar de manera colectiva su proclividad hacia el riesgo. Kamstra et al. establec<strong>en</strong><br />

que la ruptura de <strong>los</strong> ritmos de sueño-vigilia después de <strong>los</strong> dos cambios horarios anuales<br />

afectan el r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to de las acciones. 48 Yuan et al. y Dichev y Janes estudiaron la<br />

influ<strong>en</strong>cia de la luna sobre el estado de ánimo de <strong>los</strong> inversores. Estos últimos estiman<br />

que <strong>los</strong> r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>tos <strong>en</strong> <strong>los</strong> 15 días alrededor de las fechas de luna nueva son de<br />

aproximadam<strong>en</strong>te el doble que <strong>en</strong> <strong>los</strong> 15 días alrededor de las fechas de luna ll<strong>en</strong>a. 49<br />

Finalm<strong>en</strong>te, Krivelyova y Robotti también demuestran la correlación <strong>en</strong>tre las torm<strong>en</strong>tas<br />

geomagnéticas y el bajo r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to de las bolsas internacionales <strong>en</strong> las dos semanas<br />

sigui<strong>en</strong>tes a dichas torm<strong>en</strong>tas. 50<br />

48 Mark Kamstra, Lisa Kramer, and Levi Maurice, Winter blues: a SAD stock market<br />

cycle (Federal Reserve Bank of Atlanta, 2002),<br />

http://www.frbatlanta.org/filelegacydocs/wp0213.pdf.<br />

49 Kathy Yuan, Lu Zh<strong>en</strong>g, and Qiaoqiao Zhu, “Are investors moonstruck? Lunar phases<br />

and stock returns,” Journal of Empirical Finance 13, no. 1 (January 2006): 1-23; Ilia<br />

D Dichev and Troy D Janes, “Lunar Cycle Effects in Stock Returns,” The Journal of<br />

Private Equity 6, no. 4 (1, 2003): 8-29.<br />

50 Anna Krivelyova and Cesare Robotti, Playing the field: Geomagnetic storms and<br />

international stock markets (Federal Reserve Bank of Atlanta, 2003),<br />

http://www.frbatlanta.org/filelegacydocs/wp0305a.pdf.<br />

43


2.8. Los Heurísticos Rápidos y Frugales: ¿Un Modelo Alternativo?<br />

Giger<strong>en</strong>zer y sus colaboradores del Adaptive Behavior and Cognition Research<br />

Group <strong>en</strong> el Instituto Max Planck han int<strong>en</strong>tado explicar las decisiones veloces que<br />

rutinariam<strong>en</strong>te realiza la m<strong>en</strong>te humana <strong>en</strong> un ambi<strong>en</strong>te de información escasa. Dichas<br />

decisiones están basadas <strong>en</strong> estrategias o heurísticas destinadas a un fin concreto y se<br />

aprovechan de elem<strong>en</strong>tos predecibles <strong>en</strong> la estructura del <strong>en</strong>torno; lo cual permite realizar<br />

decisiones que se caracterizan por ser rápidas, frugales, y no requerir excesiva capacidad<br />

de cálculo. Estos investigadores distingu<strong>en</strong> <strong>en</strong> las normas heurísticas compon<strong>en</strong>tes que<br />

guían la búsqueda de alternativas, elem<strong>en</strong>tos que indican cuando desistir <strong>en</strong> la búsqueda<br />

de alternativas, y elem<strong>en</strong>tos que elig<strong>en</strong> <strong>en</strong>tre las alternativas. 51 También postulan la<br />

exist<strong>en</strong>cia de una “caja de herrami<strong>en</strong>tas adaptativa” ll<strong>en</strong>a de distintas heurísticas para<br />

situaciones o tipos de problemas concretos. Dicha caja de herrami<strong>en</strong>tas esta basada <strong>en</strong><br />

tres premisas: (i) credibilidad psicológica, <strong>los</strong> mode<strong>los</strong> del comportami<strong>en</strong>to deb<strong>en</strong> t<strong>en</strong>er<br />

<strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta <strong>los</strong> recursos realm<strong>en</strong>te disponibles para la toma de decisiones; (ii) especificidad<br />

de dominio, las heurísticas son herrami<strong>en</strong>tas especializadas (<strong>en</strong> contraposición a la<br />

utilidad esperada subjetiva, que es de dominio g<strong>en</strong>eral); y (iii) racionalidad ecológica, la<br />

racionalidad de estas heurísticas se valora considerando el grado de éxito que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> para<br />

adaptarse a la estructura del <strong>en</strong>torno (y no por su conformidad con criterios estrictam<strong>en</strong>te<br />

matemáticos). 52<br />

Giger<strong>en</strong>zer distingue <strong>en</strong>tre varios tipos de normas <strong>en</strong> su caja de herrami<strong>en</strong>tas<br />

51 Giger<strong>en</strong>zer and Selt<strong>en</strong>, Bounded Rationality, 37.<br />

52 Gerd Giger<strong>en</strong>zer, Peter M. Todd, and ABC Research Group, Simple Heuristics That<br />

Make Us Smart, 1st ed. (Oxford University Press, USA, 2000).<br />

44


adaptativa. En primer lugar, las reglas de búsqueda de alternativas o indicadores, que<br />

pued<strong>en</strong> ser de búsqueda aleatoria, búsqueda ord<strong>en</strong>ada, o búsqueda por imitación. En<br />

segundo lugar, las reglas de parada, relacionadas con el concepto de “satisfacer”<br />

propuesto por Simon. 53 En segundo lugar, la búsqueda se para cuándo se alcanzan unos<br />

criterios s<strong>en</strong>cil<strong>los</strong> y fácilm<strong>en</strong>te id<strong>en</strong>tificables. Algunas normas para parar la búsqueda<br />

son TTB (Take the Best) o TTL (Take the Last), u otras heurísticas <strong>en</strong> donde la búsqueda<br />

cesa <strong>en</strong> cuanto se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra el primer indicador que favorezca una de las alternativas. Así<br />

mismo, Giger<strong>en</strong>zer señala que las emociones pued<strong>en</strong> ser reglas de parada efectivas <strong>en</strong><br />

ciertas situaciones como la búsqueda de pareja o la cría de hijos. En tercer lugar, las<br />

reglas de decisión –que hasta el mom<strong>en</strong>to han recibido un mayor grado de at<strong>en</strong>ción <strong>en</strong> la<br />

literatura– y que pued<strong>en</strong> ser de distinto tipo. Gig<strong>en</strong>r<strong>en</strong>zer et al. consideran que la<br />

combinación de indicadores mediante técnicas como la regresión lineal múltiple o la<br />

regla de Bayes no son psicológicam<strong>en</strong>te plausibles. Numerosos estudios demuestran que<br />

la utilización de reglas s<strong>en</strong>cillas <strong>en</strong> mode<strong>los</strong> lineales pued<strong>en</strong> hacer predicciones al m<strong>en</strong>os<br />

tan bu<strong>en</strong>as como reglas mucho más complejas. Algunas de estas reglas más s<strong>en</strong>cillas<br />

pued<strong>en</strong> estar basadas incluso <strong>en</strong> una sola variable. En algunos casos de la vida real este<br />

método ha demostrado tomar mejores decisiones que otros métodos más complejos. 54<br />

Los def<strong>en</strong>sores de las heurísticas rápidas y frugales incluy<strong>en</strong> también ciertos<br />

53 H. A Simon, “A behavioral model of rational choice,” The quarterly journal of<br />

economics 69, no. 1 (1955): 99–118.<br />

54 Para la justificación de dicha afirmación junto con una recopilación exhaustiva de<br />

investigaciones que la apoyan, véase:<br />

Robyn M. Dawes, “The robust beauty of improper linear models in decision making.,”<br />

American Psychologist 34, no. 7 (1979): 571–582.<br />

45


objetivos de naturaleza social que deb<strong>en</strong> cumplir las normas de decisión para mant<strong>en</strong>er<br />

las estructuras sociales y la cooperación. Estos son: la transpar<strong>en</strong>cia, la imparcialidad, y<br />

la responsabilidad. Además, otras estrategias como la imitación social pued<strong>en</strong> ayudar a<br />

tomar decisiones cuando el tiempo y <strong>los</strong> conocimi<strong>en</strong>tos son limitados. Heurísticas del<br />

tipo “come lo que com<strong>en</strong> <strong>los</strong> que te rodean” o “elige parejas como las que elig<strong>en</strong> <strong>los</strong> que<br />

te rodean” pued<strong>en</strong> acelerar el proceso de toma de decisiones al reducir el tiempo de<br />

búsqueda de información. Por ello se define otro campo, el de la racionalidad social, <strong>en</strong><br />

donde se emplean estrategias como las normas sociales, la imitación social, y las<br />

emociones sociales.<br />

2.9. Evid<strong>en</strong>cias Empíricas<br />

A m<strong>en</strong>udo, las consideraciones sobre las limitaciones del modelo probabilístico-<br />

racional de toma de decisiones se basan <strong>en</strong> las bolsas de valores como ejemplo fértil para<br />

analizar la pres<strong>en</strong>cia de f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os que se desvían del modelo de decisión económica. El<br />

estudio de estos f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os de psicología del mercado se ha v<strong>en</strong>ido desarrollando<br />

principalm<strong>en</strong>te d<strong>en</strong>tro del campo de las finanzas conductistas, que mediante métodos<br />

econométricos así como otros de verti<strong>en</strong>te psicológica (<strong>en</strong>trevistas, cuestionarios, pruebas<br />

de laboratorio) demuestra que el comportami<strong>en</strong>to de las personas se desvía lo<br />

sufici<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te del modelo racional como para considerar otras opciones. Como se ha<br />

m<strong>en</strong>cionado anteriorm<strong>en</strong>te, tanto la corri<strong>en</strong>te de las finanzas conductistas como <strong>los</strong> otros<br />

<strong>en</strong>foques al mismo problema (por ej. <strong>los</strong> heurísticos rápidos y frugales) conllevan una re-<br />

evaluación del modelo racional de toma de decisiones económica desde un punto de vista<br />

46


psicológicam<strong>en</strong>te plausible. De hecho, muchos de <strong>los</strong> innovadores <strong>en</strong> estas disciplinas<br />

(Daniel Kahneman, Amos Tversky, Richard Thaler, <strong>en</strong>tre otros) surg<strong>en</strong> del campo de la<br />

psicología.<br />

Shiller ofrece un interesante com<strong>en</strong>tario sobre ciertos f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os que no se<br />

explican adecuadam<strong>en</strong>te por <strong>los</strong> planteami<strong>en</strong>tos teóricos tradicionales. 55 El primer paso<br />

para aproximarse a este problema consiste <strong>en</strong> observar la evolución de un índice bursátil<br />

a lo largo de un periodo de tiempo ext<strong>en</strong>dido. Con respecto a la bolsa estadounid<strong>en</strong>se, el<br />

Standard and Poor's (S&P) Composite Stock Price Index se suele considerar como un<br />

índice más repres<strong>en</strong>tativo que el otro índice principal, el Dow Jones Industrial Average.<br />

El S&P 500 recoge la evolución <strong>en</strong> <strong>los</strong> precios de 500 valores desde 1957. La figura 2.3<br />

muestra la evolución del S&P 500 <strong>en</strong>tre 1957 y 2010. Los precios se pres<strong>en</strong>tan <strong>en</strong><br />

términos reales, descontando el efecto de la inflación. La curva inferior repres<strong>en</strong>ta el<br />

b<strong>en</strong>eficio neto de las empresas que compon<strong>en</strong> el índice <strong>en</strong> <strong>los</strong> mismo años.<br />

55 Shiller, Irrational exuberance.<br />

47


Real S&P 500 Stock Price Index<br />

2000<br />

1800<br />

1600<br />

1400<br />

1200<br />

1000<br />

800<br />

600<br />

400<br />

200<br />

56 Ibid., 13.<br />

Figura 2.3: S&P 500 y B<strong>en</strong>eficios Netos Empresariales 1957-2010 56<br />

0<br />

1870 1890 1910 1930 1950 1970 1990 2010<br />

Year<br />

450<br />

400<br />

350<br />

300<br />

250<br />

200<br />

150<br />

100<br />

50<br />

0<br />

Real S&P Composite Earnings<br />

48


Shiller observa que el último mercado alcista pres<strong>en</strong>ta características difer<strong>en</strong>tes a<br />

<strong>los</strong> últimos periodos de crecimi<strong>en</strong>to bursátil. Entre julio de 1982 y marzo del 2000 el<br />

mercado creció de forma continua e incluso <strong>en</strong>tre 1995 y 2000 el ratio de crecimi<strong>en</strong>to<br />

aum<strong>en</strong>tó más, formando el boom más grande de la historia de la bolsa. Sólo el famoso<br />

boom de <strong>los</strong> años veinte, culminando <strong>en</strong> el Crash de 1929, parece similar descontando el<br />

m<strong>en</strong>or tamaño del mercado <strong>en</strong> esa época. Hacia el final de <strong>los</strong> años cincu<strong>en</strong>ta y principio<br />

de <strong>los</strong> ses<strong>en</strong>ta también hubo un fuerte crecimi<strong>en</strong>to que desembocó <strong>en</strong> un periodo más<br />

plano que duró media década aproximadam<strong>en</strong>te y fue seguido por la caída de 1973-74.<br />

Aun así, el increm<strong>en</strong>to de <strong>los</strong> precios durante el último boom fue el más fuerte y<br />

prolongado de toda la historia.<br />

Una posible explicación para la extraordinaria crecida de <strong>los</strong> precios fue la<br />

sorpr<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te duplicación de <strong>los</strong> b<strong>en</strong>eficios empresariales <strong>en</strong>tre 1992 y 1997. Sin<br />

embargo, una parte del increm<strong>en</strong>to de <strong>los</strong> b<strong>en</strong>eficios empresariales pudo deberse a una<br />

anomalía contable que hizo que <strong>los</strong> b<strong>en</strong>eficios reflejas<strong>en</strong> las variaciones del valor <strong>en</strong> las<br />

carteras de p<strong>en</strong>siones. 57 Dichos aum<strong>en</strong>tos drásticos de <strong>los</strong> b<strong>en</strong>eficios empresariales<br />

tampoco fueron tan inéditos, es relativam<strong>en</strong>te común que después de las grandes<br />

recesiones como la de 1992 <strong>los</strong> b<strong>en</strong>eficios empresariales se multipliqu<strong>en</strong>. Esto ya había<br />

sucedido al final de la depresión de la década de 1890, tras 1921, la Gran Depresión de<br />

<strong>los</strong> años treinta, y la Segunda Guerra Mundial. Por tanto, el increm<strong>en</strong>to de <strong>los</strong> b<strong>en</strong>eficios<br />

empresariales <strong>en</strong> realidad fue m<strong>en</strong>os extraordinario que la subida <strong>en</strong> la valoración de sus<br />

activos por parte del mercado. Esto hizo que muchas personas p<strong>en</strong>sas<strong>en</strong> que se había<br />

57 Julia Lynn Coronado and Stev<strong>en</strong> A. Sharpe, “Did P<strong>en</strong>sion Plan Accounting Contribute<br />

to a Stock Market Bubble?,” Brookings Papers on Economic Activity 2003, no. 1<br />

(January 1, 2003): 323-359.<br />

49


<strong>en</strong>trado <strong>en</strong> una nueva era económica <strong>en</strong> donde la relación precio-b<strong>en</strong>eficio se había<br />

alterado drásticam<strong>en</strong>te.<br />

Otra posible explicación de este f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o son las teorías de retro-alim<strong>en</strong>tación,<br />

las cuales ya fueran abordadas informalm<strong>en</strong>te por Keynes y fundam<strong>en</strong>tan el estudio de<br />

sistemas complejos. Según estas teorías, <strong>los</strong> b<strong>en</strong>eficios pasados incitan a <strong>los</strong> inversores a<br />

aum<strong>en</strong>tar sus expectativas y su tolerancia al riesgo, contribuy<strong>en</strong>do a aum<strong>en</strong>tar incluso<br />

más <strong>los</strong> precios. Racionalm<strong>en</strong>te un aum<strong>en</strong>to de <strong>los</strong> precios debería hacernos disminuir<br />

las expectativas, pues históricam<strong>en</strong>te <strong>los</strong> precios siempre han vuelto a ciertos parámetros<br />

(por ejemplo, la refer<strong>en</strong>cia de 15 como un ratio precio-b<strong>en</strong>eficios conservador 58 ). Sin<br />

embargo, las <strong>en</strong>cuestas del International C<strong>en</strong>ter for Finance at Yale muestran que la<br />

confianza <strong>en</strong> el mercado bursátil como instrum<strong>en</strong>to de inversión muestra una relación<br />

positiva con <strong>los</strong> precios y no negativa como indica el modelo racional, lo cual parece<br />

apoyar la exist<strong>en</strong>cia de f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os de retro-alim<strong>en</strong>tación.<br />

También es útil estudiar la evolución histórica del ratio precio-b<strong>en</strong>eficios. Esta<br />

medida esta formado por el coci<strong>en</strong>te del nivel de precios del índice con <strong>los</strong> b<strong>en</strong>eficios <strong>en</strong><br />

términos reales de las empresas del S&P. Con el objetivo de abstraerse de <strong>los</strong> picos y<br />

caídas propios del ciclo empresarial, a m<strong>en</strong>udo se emplea la media móvil a diez años de<br />

esta medida. La figura 2.4 muestra cómo ha evolucionado este ratio con respecto al S&P<br />

<strong>en</strong>tre 1880 y el 2010.<br />

58 B<strong>en</strong>jamin Graham, Security analysis : principles and technique, 6th ed. (New York:<br />

McGraw-Hill, 2009).<br />

50


Price-Earnings Ratio (CAPE)<br />

Figura 2.4: Ratio Precio-B<strong>en</strong>eficios y Tipos de Interés 1880-2010 59<br />

50<br />

45<br />

40<br />

35<br />

30<br />

25<br />

20<br />

15<br />

10<br />

5<br />

0<br />

1860 1880 1900 1920 1940 1960 1980 2000 2020<br />

59 Shiller, Irrational exuberance, 15.<br />

Year<br />

20<br />

18<br />

16<br />

14<br />

12<br />

10<br />

8<br />

6<br />

4<br />

2<br />

0<br />

Long-Term Interest Rates<br />

51


En esta figura, al igual que <strong>en</strong> la anterior, también se observa un <strong>en</strong>orme pico <strong>en</strong><br />

marzo del 2000, cuando el ratio alcanzo un valor de 47,2. Esta cifra fue el valor más<br />

elevado desde septiembre de 1929, cuando el ratio alcanzo la cifra de 32,6. Sin contar el<br />

pico de 1929, <strong>los</strong> máximos valores de este indicador <strong>en</strong> la historia más reci<strong>en</strong>te se<br />

alcanzaron <strong>en</strong> <strong>en</strong>ero de 1966, con un valor del ratio precio-b<strong>en</strong>eficios de 24,1. Este pico<br />

a veces se llama el pico “K<strong>en</strong>nedy-Johnson,” pues se interpreta como basado <strong>en</strong> la<br />

popularidad y el respaldo público hacia el presid<strong>en</strong>te John K<strong>en</strong>nedy y su sucesor Lyndon<br />

Johnson. Nuevam<strong>en</strong>te este crecimi<strong>en</strong>to se corresponde con un crecimi<strong>en</strong>to de <strong>los</strong><br />

b<strong>en</strong>eficios <strong>en</strong> términos reales del 36%. En diciembre de 1974, <strong>los</strong> precios de la bolsa<br />

cayeron un 56% con respecto a su máximo <strong>en</strong> <strong>en</strong>ero del 66.<br />

Otra posible explicación para el gran aum<strong>en</strong>to de <strong>los</strong> precios antes del año 2000 es<br />

la relación inversa de precios con <strong>los</strong> tipos de interés a 10 años. Durante este periodo<br />

incluso se llegó a describir esta relación como el “modelo Fed” (<strong>en</strong> refer<strong>en</strong>cia a supuestos<br />

estudios realizados por la Reserva Federal de <strong>los</strong> EEUU). Sin embargo, la teoría<br />

económica plantea que debía existir esta relación con <strong>los</strong> tipos de interés a largo plazo<br />

reales. Que dicha relación también haya existido con <strong>los</strong> tipos nominales es una<br />

anomalía que no ti<strong>en</strong>e fundam<strong>en</strong>to empírico. 60<br />

Otra fu<strong>en</strong>te de datos relacionada que parece mostrar la exist<strong>en</strong>cia de factores<br />

culturales <strong>en</strong> la valoración económica es la comparación de índices del precio de las casas<br />

que nos ofrece Shiller (véase la figura 2.5 para una reproducción de este gráfico). 61<br />

60 Franco Modigliani and Richard A. Cohn, “Inflation, Rational Valuation and the<br />

Market,” Financial Analysts Journal 35, no. 2 (March 1, 1979): 24-44.<br />

61 Shiller, Irrational exuberance, 19.<br />

52


62 Ibid.<br />

Figura 2.5: Precios de <strong>los</strong> Hogares Alrededor del Mundo 62<br />

53


En la figura 2.5 se puede apreciar una importante similitud <strong>en</strong> la evolución de <strong>los</strong><br />

precios <strong>en</strong> el intervalo de tiempo 1984-2003. Por un lado, la diversidad de condiciones<br />

<strong>en</strong> estas ciudades de alrededor del mundo conlleva que estas variaciones <strong>en</strong> precios deb<strong>en</strong><br />

estar basadas <strong>en</strong> variaciones <strong>en</strong> la demanda. Además, la exist<strong>en</strong>cia de estas t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias<br />

globales <strong>en</strong> la demanda de mercados que por definición no están globalizados refuerza la<br />

hipótesis de que las variaciones <strong>en</strong> precios están influidas por causas no sólo económicas<br />

sino también sociales (modas culturales, f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os de contagio psicológico, etc.).<br />

54


2.10. Apéndice<br />

Relación de algunos de <strong>los</strong> sesgos psicológicos que se ha demostrado que afectan<br />

a nuestras decisiones de inversión:<br />

• Efecto de arrastre o efecto del carro ganador – Es la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a hacer (o creer)<br />

cosas porque muchas otras personas hac<strong>en</strong> (o cre<strong>en</strong>) lo mismo.<br />

• Prejuicio o sesgo de punto ciego – Es la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a no comp<strong>en</strong>sar <strong>los</strong> propios<br />

prejuicios cognitivos.<br />

• Prejuicio de la elección compr<strong>en</strong>siva – Es la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a recordar nuestras propias<br />

decisiones como mejores de lo que realm<strong>en</strong>te fueron.<br />

• Prejuicio o sesgo de confirmación – Es la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a buscar o interpretar<br />

información de un modo que confirme nuestros prejuicios.<br />

• Prejuicio de compatibilidad – Es la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a probar hipótesis exclusivam<strong>en</strong>te a<br />

través de la prueba directa.<br />

• Efecto contraste – Es el realce o reducción de un peso u otra cualidad o medida,<br />

cuando la comparamos contrastando con otros objetos observados reci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te.<br />

• Deformación profesional – Es la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a mirar las cosas de acuerdo con las<br />

conv<strong>en</strong>ciones o prisma de nuestra propia profesión, olvidando cualquier otro<br />

punto de vista más amplio.<br />

• Prejuicio de desconfirmación o sesgo de disconformidad – Es la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia de<br />

algunas personas a realizar un crítico escrutinio de la información cuando<br />

contradice sus principales cre<strong>en</strong>cias y aceptar sin criterio aquella información que<br />

es congru<strong>en</strong>te con sus principales cre<strong>en</strong>cias.<br />

• Efecto de cesión – Es la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia de las personas a dar más valor a algo tan<br />

pronto como lo pose<strong>en</strong>.<br />

• Efecto foco – Desviación de la predicción del resultado, ocurre cuando las<br />

personas sitúan mucha más importancia <strong>en</strong> un determinado punto o aspecto de un<br />

ev<strong>en</strong>to.<br />

• Descu<strong>en</strong>to hiperbólico – Es la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia de algunas personas a t<strong>en</strong>er mayores<br />

prefer<strong>en</strong>cias por b<strong>en</strong>eficios inmediatos <strong>en</strong> comparación con b<strong>en</strong>eficios retardados.<br />

55


• Ilusión del control – Es la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia del ser humano a creer que puede controlar o<br />

al m<strong>en</strong>os influir, <strong>en</strong> algunos b<strong>en</strong>eficios o pagos que claram<strong>en</strong>te no puede controlar<br />

o influir.<br />

• Prejuicio por impacto – Es la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia de las personas a sobrevalorar el alcance o<br />

int<strong>en</strong>sidad de impacto de sus futuros estados emocionales.<br />

• Prejuicio de información – Es la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a buscar información, incluso cuando<br />

ésta no puede afectar a la decisión a tomar.<br />

• Aversión de pérdida – Es la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia de las personas a preferir, <strong>en</strong> mayor medida,<br />

evitar las pérdidas, superiorm<strong>en</strong>te, a la posibilidad de adquirir ganancias.<br />

• Negación de la probabilidad – Es la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a rechazar completam<strong>en</strong>te<br />

cualquier probabilidad cuando se realiza la decisión bajo incertidumbre.<br />

• Efecto laguna de exposición – T<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia de las personas a expresar apet<strong>en</strong>cias<br />

indebidas por cosas, simplem<strong>en</strong>te porque éstas les son familiares.<br />

• Prejuicio por omisión – T<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a juzgar acciones perjudiciales, lesivas o<br />

dañinas como peores, o m<strong>en</strong>os morales, que omisiones de acción, igualm<strong>en</strong>te<br />

dañinas.<br />

• Prejuicio o sesgo por resultados – T<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a juzgar una decisión por su<br />

resultado final, <strong>en</strong> lugar de juzgarla por la calidad o acierto de la decisión, cuando<br />

fue realizada.<br />

• Falacia de planificación – T<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a desestimar o infravalorar <strong>los</strong> tiempos de<br />

finalización de las tareas.<br />

• Racionalización post-compra – T<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> algunas personas de<br />

persuadirse a sí mismas, mediante un argum<strong>en</strong>to racional que justifica la bondad o<br />

necesidad de sus compras.<br />

• Efecto de pseudocerteza – T<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a hacer elecciones adversas y de riesgo si <strong>los</strong><br />

resultados esperados son positivos, porque realizando búsqueda de las elecciones<br />

de riesgo se ti<strong>en</strong>e la preconcepción de evitar resultados negativos o no tan<br />

favorables.<br />

• Percepción selectiva – T<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> la cual, las ansias, esperanzas o ilusiones,<br />

afectan a la percepción.<br />

• Prejuicio de statu quo – T<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia de algunas personas, a valorar o apreciar <strong>en</strong><br />

56


mayor medida, las cosas que permanec<strong>en</strong> estables.<br />

• T<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia de riesgo cero – Prefer<strong>en</strong>cia por reducir un pequeño riesgo hasta cero,<br />

<strong>en</strong> vez de reducir de forma considerable un gran riesgo.<br />

57


3. CIENCIA DE LAS EMOCIONES<br />

3.1. Definición de la Emoción<br />

La emoción es un cúmulo complejo de relaciones <strong>en</strong>tre factores subjetivos<br />

y objetivos, por medio de una serie de sistemas neuro-hormonales, que<br />

pued<strong>en</strong>: (a) dar lugar a experi<strong>en</strong>cias afectivas como s<strong>en</strong>saciones de mayor<br />

o m<strong>en</strong>or excitación, placer o desagrado; (b) g<strong>en</strong>erar procesos cognitivos<br />

con efectos relevantes sobre la percepción, la evaluación, y la<br />

categorización; (c) activar reacciones fisiológicas ante <strong>los</strong> estímu<strong>los</strong>; y (d)<br />

desembocar <strong>en</strong> comportami<strong>en</strong>tos que a m<strong>en</strong>udo—pero no siempre—son<br />

expresivos, ori<strong>en</strong>tados a objetivos, y adaptativos. 63<br />

Aunque la teoría económica comi<strong>en</strong>za a considerar el papel de las emociones –<br />

fundam<strong>en</strong>talm<strong>en</strong>te por medio de la inclusión de las expectativas de futuro <strong>en</strong> <strong>los</strong><br />

constructos teóricos– el tratami<strong>en</strong>to que recib<strong>en</strong> estas todavía carece de la profundidad<br />

necesaria. Por ello, com<strong>en</strong>zamos por examinar <strong>en</strong> primer lugar una parte del saber<br />

exist<strong>en</strong>te <strong>en</strong> esta materia.<br />

Los seres humanos son capaces de experim<strong>en</strong>tar una gran diversidad de estados<br />

emocionales. Como tal, exist<strong>en</strong> muchos términos y definiciones para las emociones que<br />

experim<strong>en</strong>tamos <strong>en</strong> el día a día. Los términos “afecto,” “ánimo,” “emoción,” y<br />

“activación” se utilizan indistintam<strong>en</strong>te aunque cada uno ti<strong>en</strong>e su propio significado<br />

difer<strong>en</strong>te de <strong>los</strong> demás. Los estados emocionales se pued<strong>en</strong> dividir <strong>en</strong> varias categorías<br />

<strong>en</strong> función de cómo se manifiestan <strong>en</strong> el individuo, desde <strong>los</strong> instintos afectivos más<br />

básicos y primitivos hasta estados de ánimo más específicos, que suel<strong>en</strong> t<strong>en</strong>er un efecto<br />

prolongado y están influidos indirectam<strong>en</strong>te por el <strong>en</strong>torno del individuo. Un estado<br />

63 P. R. Kleinginna and A. M. Kleinginna, “A Categorized List of Emotion Definitions,<br />

with Suggestions for a Cons<strong>en</strong>sual Definiton,” Motivation and Emotion 5, no. 4<br />

(1981): 345-79.<br />

58


afectivo, la categoría más amplia de estado emocional, puede t<strong>en</strong>er una val<strong>en</strong>cia positiva<br />

o negativa que mide la carga de positividad/negatividad de dicho estado emocional. Los<br />

estados de ánimo son categorías ligeram<strong>en</strong>te más reducidas que proporcionan la base<br />

para <strong>los</strong> más específicos estados emocionales que son de mucha m<strong>en</strong>or duración y por lo<br />

g<strong>en</strong>eral se pued<strong>en</strong> atribuir a un estímulo concreto. El estado emocional de un individuo<br />

se ve considerablem<strong>en</strong>te influido por su estado de ánimo y afectivo subyac<strong>en</strong>te. De esta<br />

manera, un estado emocional a m<strong>en</strong>udo es el resultado de muchas influ<strong>en</strong>cias<br />

subyac<strong>en</strong>tes e interrelacionadas, que <strong>en</strong> última instancia se manifiestan visualm<strong>en</strong>te, a<br />

través de expresiones faciales, o auditivam<strong>en</strong>te, a través de vocalizaciones y expresiones<br />

vocales. Finalm<strong>en</strong>te, la activación se refiere a la int<strong>en</strong>sidad del estado emocional, de<br />

manera paralela a como el afecto y la val<strong>en</strong>cia provocan estados positivos o negativos <strong>en</strong><br />

el individuo. Un estado emocional con alta activación será claram<strong>en</strong>te visible <strong>en</strong> el<br />

individuo. 64 La subjetividad de las emociones causa ambigüedad <strong>en</strong> la terminología, y <strong>en</strong><br />

consecu<strong>en</strong>cia la emoción permanece <strong>en</strong> un área imprecisa y relativam<strong>en</strong>te poco definida<br />

de la experi<strong>en</strong>cia humana. Por lo g<strong>en</strong>eral, todo el mundo compr<strong>en</strong>de el significado de las<br />

emociones y puede difer<strong>en</strong>ciar <strong>en</strong>tre ellas, pero cuando se les pide que definan que es una<br />

emoción, ti<strong>en</strong><strong>en</strong> problemas. 65<br />

El estudio ci<strong>en</strong>tífico de las emociones es relativam<strong>en</strong>te reci<strong>en</strong>te. Sloboda y Juslin<br />

evalúan las posibles causas de este retraso desde su interés <strong>en</strong> el estudio de la emoción<br />

64 John A. Sloboda and Patrik N. Juslin, “Psychological Perspectives on Music and<br />

Emotion,” in Music and Emotion: Theory and Research (Oxford: Oxford University<br />

Press, 2001), 71-104.<br />

65 B. Fehr and J. A. Russell, “Concept of Emotion Viewed from a Prototype<br />

Perspective,” Journal of Experim<strong>en</strong>tal Psychology 113, no. 3 (1984): 464-86.<br />

59


musical, aunque sus afirmaciones pued<strong>en</strong> g<strong>en</strong>eralizarse al estudio de las emociones <strong>en</strong><br />

g<strong>en</strong>eral. 66 Una de las razones que explican el desarrollo tardío del estudio de las<br />

emociones es la dificultad de medir las emociones <strong>en</strong> el laboratorio. Otra razón es la<br />

influ<strong>en</strong>cia preemin<strong>en</strong>te de las ci<strong>en</strong>cias cognitivas <strong>en</strong> la psicología, que ha ori<strong>en</strong>tado las<br />

investigaciones hacia <strong>los</strong> aspectos cognitivos del comportami<strong>en</strong>to humano. Así como el<br />

estudio de la cognición humana se ha b<strong>en</strong>eficiado de un marco conceptual unificado –la<br />

teoría del procesami<strong>en</strong>to de la información– el estudio de las emociones no ha t<strong>en</strong>ido un<br />

paradigma unificador similar. Como veremos <strong>en</strong> la sigui<strong>en</strong>te sección, sólo <strong>en</strong> la<br />

definición del número y tipos de emociones exist<strong>en</strong> varios mode<strong>los</strong> alternativos. El<br />

estudio de las emociones se <strong>en</strong>contraría por tanto, según la clasificación de Kuhn, <strong>en</strong> la<br />

fase pre-paradigmatica. 67 Otro impedim<strong>en</strong>to ha sido el <strong>en</strong>foque conductista de <strong>los</strong> años<br />

cuar<strong>en</strong>ta y cincu<strong>en</strong>ta. Para <strong>los</strong> que abogan por este <strong>en</strong>foque el estudio de las emociones y<br />

otros procesos m<strong>en</strong>tales internos es algo que debe estar fuera del ámbito ci<strong>en</strong>tífico. Algo<br />

así como una “caja negra” sobre la cual solo podemos conocer <strong>los</strong> inputs y <strong>los</strong> outputs.<br />

3.2. Mode<strong>los</strong> de las Emociones<br />

Los mode<strong>los</strong> de las emociones son diversos y varían debido a la naturaleza<br />

subjetiva del objeto que pret<strong>en</strong>d<strong>en</strong> medir. Los dos <strong>en</strong>foques principales <strong>en</strong> el área del<br />

modelado emocional hoy <strong>en</strong> día son el categórico y el dim<strong>en</strong>sional. Cada tipo de modelo<br />

66 Patrik N. Juslin and John A. Sloboda, “Introduction,” in Music and Emotion: Theory<br />

and Research, Series in Affective Sci<strong>en</strong>ce (Oxford: Oxford University Press, 2001), 4-<br />

5.<br />

67 Thomas S. Kuhn, The Structure of Sci<strong>en</strong>tific Revolutions, 3rd ed. (University Of<br />

Chicago Press, 1996).<br />

60


ayuda a comunicar un aspecto difer<strong>en</strong>te de las emociones humanas y, de forma conjunta,<br />

dichos mode<strong>los</strong> ayudan a compr<strong>en</strong>der como la m<strong>en</strong>te humana repres<strong>en</strong>ta e interpreta las<br />

emociones. Las distintos tipos de mode<strong>los</strong> difier<strong>en</strong> tanto <strong>en</strong> <strong>los</strong> parámetros que mid<strong>en</strong><br />

como <strong>en</strong> su granularidad (el número de emociones que contemplan). 68<br />

Los <strong>en</strong>foques categóricos son aquel<strong>los</strong> que divid<strong>en</strong> todas las posibles emociones<br />

<strong>en</strong> un número finito de categorías. Entre <strong>los</strong> <strong>en</strong>foques categóricos para el modelado de<br />

las emociones, el más común es el de las cinco emociones básicas de Paul Ekman. 69<br />

Ekman clasificó las emociones <strong>en</strong> cinco categorías: el <strong>en</strong>fado, el miedo, la tristeza, la<br />

felicidad, y el asco.<br />

Otra forma de clasificar las emociones es el <strong>en</strong>foque dim<strong>en</strong>sional, que consiste <strong>en</strong><br />

clasificar las emociones según su posición a lo largo de varios ejes, como la val<strong>en</strong>cia (o<br />

placer: lo positiva o negativa que nos resulta la emoción), la activación (o excitación), y<br />

pot<strong>en</strong>cia (o s<strong>en</strong>tido de dominio sobre la emoción). El mas utilizado de estos mode<strong>los</strong> es<br />

el de Robert Thayer. 70 En este modelo exist<strong>en</strong> dos mecanismos de activación emocional,<br />

uno relacionado con el estrés, y otro relacionado con la <strong>en</strong>ergía. De esta manera, estar<br />

“ser<strong>en</strong>o” se define como bajo <strong>en</strong> <strong>en</strong>ergía/bajo <strong>en</strong> estrés, “deprimido” como bajo <strong>en</strong><br />

<strong>en</strong>ergía/alto <strong>en</strong> estrés, “exuberante” como alto <strong>en</strong> <strong>en</strong>ergía/bajo <strong>en</strong> estrés, y<br />

68 Bram van de Laar, “Emotion detection in music, a survey,” in 4th Tw<strong>en</strong>te Stud<strong>en</strong>t<br />

Confer<strong>en</strong>ce on IT (Enschede: University of Tw<strong>en</strong>te, 2006), 1.<br />

69 Paul Ekman, “An Argum<strong>en</strong>t for Basic Emotions,” Cognition and Emotion 6, no. 3<br />

(1992): 169-200.<br />

70 R. E. Thayer, The Biopsychology of Mood and Arousal (Oxford: Oxford University<br />

Press, 1989); R. E. Thayer, The Origin of Everyday Moods: Managing Energy,<br />

T<strong>en</strong>sion, and Stress (New York: Oxford University Press, 1997); J.A. Russell,<br />

“Affective Space is Bipolar,” Journal of Personality and Social Psychology 37, no. 3<br />

(1979): 345-6.<br />

61


“ansioso/fr<strong>en</strong>ético” como alto <strong>en</strong> <strong>en</strong>ergía/alto <strong>en</strong> estrés (véase figura 1).<br />

El mecanismo de activación <strong>en</strong>ergético hace refer<strong>en</strong>cia a una dim<strong>en</strong>sión que<br />

oscila <strong>en</strong>tre un extremo caracterizado por el vigor, la <strong>en</strong>ergía y la vitalidad y otro<br />

extremo, caracterizado por la fatiga y el cansancio. Las variaciones <strong>en</strong> este sistema son<br />

fácilm<strong>en</strong>te observables <strong>en</strong> <strong>los</strong> cic<strong>los</strong> diarios circadianos, la ingestión de alim<strong>en</strong>tos, y la<br />

realización de ejercicio, <strong>en</strong>tre otros.<br />

El mecanismo de activación <strong>en</strong> base al estrés es un sistema g<strong>en</strong>eral de evitación o<br />

precaución que se activa <strong>en</strong> las situaciones que <strong>en</strong>trañan un peligro real o imaginario para<br />

el sujeto. Esta dim<strong>en</strong>sión oscila <strong>en</strong>tre un extremo caracterizado por la ansiedad y el<br />

miedo, y otro extremo caracterizado por la calma y la quietud. La dim<strong>en</strong>sión de estrés se<br />

relaciona con el mecanismo de emerg<strong>en</strong>cia y preparación que analiza el peligro que una<br />

determinada situación <strong>en</strong>traña para el sujeto.<br />

Pese a que la nom<strong>en</strong>clatura de <strong>los</strong> dos ejes varía <strong>en</strong> sus distintas aplicaciones,<br />

observamos que el eje vertical de este diagrama está relacionado con la activación<br />

<strong>en</strong>ergética, que Thayer relaciona con la hormona epinefrina, también llamada adr<strong>en</strong>alina.<br />

El eje horizontal se relaciona con el cortisol, también llamada la hormona del estrés, y se<br />

corresponde con la activación t<strong>en</strong>sa que m<strong>en</strong>cionamos anteriorm<strong>en</strong>te. Es posible<br />

considerar un modelo dim<strong>en</strong>sional como categórico, y viceversa (véase la figura 3.2).<br />

62


Figura 3.1: Modelo Bidim<strong>en</strong>sional de las Emociones de Thayer.<br />

63


Figura 3.2: Mode<strong>los</strong> Categórico Basado <strong>en</strong> el Modelo de Thayer con Cuatro Grupos de<br />

Emociones. 71<br />

71 Björn Schuller, Johannes Dorfner, and Gerhard Rigoll, “Determination of<br />

Nonprototypical Val<strong>en</strong>ce and Arousal in Popular Music: Features and Performances,”<br />

Journal on Audio, Speech, and Music Processing (2010): 19.<br />

64


Albert Mehrabian repres<strong>en</strong>ta el espacio emocional <strong>en</strong> tres dim<strong>en</strong>siones <strong>en</strong> su<br />

modelo PAD (placer-activación-dominio). 72 Los mode<strong>los</strong> básicos <strong>en</strong> dos y tres<br />

dim<strong>en</strong>siones han sido ampliados para formar mode<strong>los</strong> circulares, como el circunflejo<br />

emocional de Russell (véase figura 3.3) 73 o el circulo de adjetivos diseñado por Kate<br />

Hevner (véase figura 3.4). 74 En estos <strong>en</strong>foques, se adjudica una lista de adjetivos—<br />

veintiocho términos para Russell, y ses<strong>en</strong>ta y siete <strong>en</strong> Hevner—a su respectivo cuadrante<br />

(u octante).<br />

Otro modelo difundido es el de Telleg<strong>en</strong>-Watson-Clark, también conocido como<br />

la escala PANAS (Positive and Negative Affect Schedule). Estos autores sugier<strong>en</strong> que<br />

exist<strong>en</strong> dos grandes factores dominantes <strong>en</strong> las experi<strong>en</strong>cias emocionales, relativam<strong>en</strong>te<br />

indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes <strong>en</strong>tre sí, d<strong>en</strong>ominados afecto positivo y negativo.<br />

72 Albert Mehrabian, “Pleasure-Arousal-Dominance: A G<strong>en</strong>eral Framework for<br />

Describing and Measuring Individual,” Curr<strong>en</strong>t Psychology 14, no. 4 (1996): 261-92.<br />

73 J. A. Russell, “A Circumplex Model of Affect,” Journal of Personality and Social<br />

Psychology 39, no. 6 (1980): 1161-78.<br />

74 Kate Hevner, “Experim<strong>en</strong>tal studies of the elem<strong>en</strong>ts of expression in music,” The<br />

American Journal of Psychology 48, no. 2 (1936): 246–268.<br />

65


Figura 3.3: Modelo Circunflejo de Russell. 75<br />

75 Schuller, Dorfner, and Rigoll, “Determination of Nonprototypical Val<strong>en</strong>ce and Arousal<br />

in Popular Music: Features and Performances.”<br />

66


Figura 3.4: Modelo de Hevner 76<br />

76 Hevner, “Experim<strong>en</strong>tal studies of the elem<strong>en</strong>ts of expression in music,” 249.<br />

67


Chorot 77 describe el modelo PANAS como compuesto por dos dim<strong>en</strong>siones<br />

“descriptivam<strong>en</strong>te bipolares pero afectivam<strong>en</strong>te unipolares,” para <strong>en</strong>fatizar que<br />

solam<strong>en</strong>te el polo alto de cada dim<strong>en</strong>sión repres<strong>en</strong>ta un estado de alto afecto, si<strong>en</strong>do el<br />

polo bajo de cada factor únicam<strong>en</strong>te un reflejo de aus<strong>en</strong>cia relativa de implicación<br />

afectiva. Así por ejemplo, la calma y la relajación serían compon<strong>en</strong>tes de bajo afecto<br />

negativo, mi<strong>en</strong>tras que la desgana y la l<strong>en</strong>titud/torpeza lo serían de bajo afecto positivo.<br />

El afecto positivo refleja el punto hasta el cual una persona se si<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tusiasta, activa,<br />

alerta, con <strong>en</strong>ergía y participación gratificante. El afecto negativo repres<strong>en</strong>ta una<br />

dim<strong>en</strong>sión g<strong>en</strong>eral de diestrés subjetivo y participación desagradable que incluye una<br />

variedad de estados emocionales aversivos como disgusto, ira, culpa, miedo y<br />

nerviosismo. Muchos términos del afecto no son marcadores puros del afecto positivo o<br />

negativo, sino términos mixtos que no se localizan <strong>en</strong> <strong>los</strong> factores ortogonales. 78 Este es<br />

el caso, por ejemplo, de <strong>los</strong> que implican alto afecto positivo y bajo afecto negativo (por<br />

ej. “cont<strong>en</strong>to”, “feliz”, etc.) o, inversam<strong>en</strong>te, <strong>los</strong> que repres<strong>en</strong>tan bajo afecto positivo y<br />

alto afecto negativo (por ej. “triste”, “infeliz”, “solo/a”, etc.).<br />

77 Paloma Chorot Raso et al., “Escalas panas de afecto positivo y negativo: validación<br />

factorial y converg<strong>en</strong>cia transcultural,” Psicothema 11, no. 1 (1999): 35-51.<br />

78 En análisis factorial, se dice que un factor es ortogonal si no se relaciona con el resto<br />

de factores, es decir que la correlación es igual a cero. Se dice que un factor es<br />

oblicuo, si ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una correlación difer<strong>en</strong>te de cero.<br />

68


3.3. Aspectos Fisiológicos de las Emociones<br />

3.3.1. Neuropsicología de las Emociones<br />

En su influy<strong>en</strong>te libro, Peretz explora como la neuropsicología ha llegado al<br />

estudio de las emociones como otra función más del cerebro. 79 La neuropsicología es la<br />

disciplina que estudia el funcionami<strong>en</strong>to del cerebro con el objetivo de obt<strong>en</strong>er<br />

información sobre <strong>los</strong> procesos biológicos de la percepción y la emoción <strong>en</strong> el ser<br />

humano. Como su nombre indica, esta disciplina relaciona <strong>los</strong> mecanismos neuronales<br />

con las funciones m<strong>en</strong>tales. 80 Es una disciplina antigua, que se remonta al<br />

descubrimi<strong>en</strong>to por Broca <strong>en</strong> 1861 de que el habla está relacionada con el funcionami<strong>en</strong>to<br />

de una pequeña región <strong>en</strong> la parte izquierda del cerebro.<br />

Posteriorm<strong>en</strong>te, se ha int<strong>en</strong>tado descubrir cuáles son las partes del cerebro que se<br />

v<strong>en</strong> involucradas <strong>en</strong> otras actividades del ser humano y m<strong>en</strong>cionaremos más adelante, por<br />

su especial interés para nuestra investigación, <strong>los</strong> estudios sobre las áreas del cerebro que<br />

se utilizan <strong>en</strong> la toma de decisiones financieras, y <strong>en</strong> la percepción de la emoción<br />

musical. Como resultado de este <strong>en</strong>foque biológico, la neuropsicología ha pasado a<br />

llamarse reci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te “neuroci<strong>en</strong>cia cognitiva.” Este cambio de terminología refleja la<br />

int<strong>en</strong>ción de incluir la neuropsicología d<strong>en</strong>tro del campo de las neuroci<strong>en</strong>cias. Las<br />

neuroci<strong>en</strong>cias son un amplio campo que abarcan desde el estudio fisiológico de neuronas<br />

79 Isabelle Peretz, “List<strong>en</strong> to the Brain: a Biological Perspective on Musical Emotions,”<br />

in Music and Emotion: Theory and Research, Series in Affective Sci<strong>en</strong>ce (Oxford:<br />

Op<strong>en</strong> University Press, 2001), 105-34.<br />

80 Igual que como el MIR relaciona caracteristicas fisicas del sonido con sus<br />

repres<strong>en</strong>taciones m<strong>en</strong>tales.<br />

69


individuales <strong>en</strong> la retina de la tortuga hasta la organización del cerebro <strong>en</strong> el área que<br />

sirve al s<strong>en</strong>tido del humor <strong>en</strong> <strong>los</strong> humanos.<br />

Hasta época reci<strong>en</strong>te la mayoría de <strong>los</strong> estudios sobre el comportami<strong>en</strong>to humano<br />

han ignorado las emociones. Quizás esto sea debido al <strong>en</strong>foque cognitivo que se ext<strong>en</strong>dió<br />

<strong>en</strong> <strong>los</strong> años ses<strong>en</strong>ta, que utilizaba la metáfora del ord<strong>en</strong>ador como modelo para las<br />

funciones m<strong>en</strong>tales. Actualm<strong>en</strong>te, la neuropsicología estudia las emociones rechazando<br />

la idea de que sean demasiado subjetivas o vagas como para no ser estudiadas. Por el<br />

contrario ahora se estudian expresam<strong>en</strong>te, de manera que la razón ya no se ve como esa<br />

actividad únicam<strong>en</strong>te humana que controla la irracionalidad emocional. Se ha<br />

demostrado que <strong>los</strong> procesos emocionales son una parte íntegra del proceso de la toma de<br />

decisiones.<br />

70


Figura 3.5: Sección Longitudinal del Cerebro 81<br />

81 Peretz, “List<strong>en</strong> to the Brain: a Biological Perspective on Musical Emotions,” 109.<br />

La parte punteada es el sistema límbico clásico. El giro fusiforme está escondido<br />

d<strong>en</strong>tro del lóbulo temporal. La amígdala está repres<strong>en</strong>tada <strong>en</strong> negro.<br />

71


82 Ibid., 111.<br />

Figura 3.6: Vista Lateral del Cerebro 82<br />

Se muestran <strong>los</strong> cuatro lóbu<strong>los</strong> del hemisferio izquierdo. La parte punteada<br />

corresponde al giro temporal superior.<br />

72


3.3.2. Teoría de <strong>los</strong> Tres Cerebros<br />

MacLean desarrolló una teoría global sobre el cerebro emocional,<br />

int<strong>en</strong>tando conjugar la importancia del hipotálamo <strong>en</strong> la expresión<br />

emocional, con la de la corteza <strong>en</strong> la experi<strong>en</strong>cia emocional. Introdujo la<br />

idea de que el rin<strong>en</strong>céfalo, la parte filog<strong>en</strong>éticam<strong>en</strong>te primitiva del cerebro<br />

a la que pert<strong>en</strong>ece <strong>en</strong> parte el cerebro límbico, <strong>en</strong> <strong>los</strong> animales inferiores<br />

constituye un cerebro visceral, <strong>en</strong>cargado de las conductas instintivas y <strong>los</strong><br />

impulsos básicos necesarios para la superviv<strong>en</strong>cia del individuo y la<br />

especie. Tal archipallium se manti<strong>en</strong>e intacto <strong>en</strong> <strong>los</strong> mamíferos superiores,<br />

aunque <strong>en</strong> éstos se añadirían las partes más modernas del cerebro (el<br />

neocortex) responsables de la conducta racional. Según él, el hipocampo<br />

sería la estructura c<strong>en</strong>tral <strong>en</strong> la que se elaborarían las experi<strong>en</strong>cias<br />

emocionales, expresándolas a través del hipotálamo y el sistema nervioso<br />

autónomo, que produciría <strong>los</strong> compon<strong>en</strong>tes vegetativos y motores de la<br />

emoción. McLean propuso que las alteraciones psiquiátricas de carácter<br />

emocional estaban causadas por lesiones de este “sistema límbico”<br />

anatómicam<strong>en</strong>te basado <strong>en</strong> el circuito de Papez, con el añadido de la<br />

amígdala cerebral, el septum y la corteza prefrontal. Finalm<strong>en</strong>te<br />

desarrolló la idea de que exist<strong>en</strong> tres cerebros separados (teoría del cerebro<br />

ternario), de orig<strong>en</strong> progresivam<strong>en</strong>te más moderno (reptil, paleomamífero,<br />

y neomamífero) cada uno con un funcionami<strong>en</strong>to muy autónomo, su<br />

propia intelig<strong>en</strong>cia, memoria y s<strong>en</strong>tido del tiempo. Sólo <strong>en</strong> <strong>los</strong> mamíferos<br />

superiores (primates y hombre) estarían pres<strong>en</strong>tes <strong>los</strong> tres cerebros,<br />

mi<strong>en</strong>tras que las aves, reptiles, anfibios y peces sólo t<strong>en</strong>drían el “cerebro<br />

reptil.” El cerebro paleomamífero sería, básicam<strong>en</strong>te, el sistema límbico. 83<br />

Si la neocorteza se <strong>en</strong>carga del procesami<strong>en</strong>to de las ideas por medio de la razón,<br />

el sistema límbico (que incluye la amígdala), ti<strong>en</strong>e un funcionami<strong>en</strong>to caracterizado por<br />

la rigidez –no apr<strong>en</strong>de con la experi<strong>en</strong>cia– la indep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia –controla el comportami<strong>en</strong>to<br />

humano de forma indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te a <strong>los</strong> mecanismos racionales del cerebro– y <strong>en</strong>cargarse<br />

de las funciones cerebrales “instintivas” –como la búsqueda de seguridad, la reacción<br />

ante el miedo, o el deseo de placer. El aspecto del sistema límbico más relevante <strong>en</strong> este<br />

caso es que también es donde reside el instinto gregario. El sistema límbico también es la<br />

83 Car<strong>los</strong> Martinez Belmonte, “Las Emociones y el Cerebro” (pres<strong>en</strong>ted at the<br />

Confer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> la Real Academia de Ci<strong>en</strong>cias, Madrid, 2004).<br />

73


sede de las emociones y concretam<strong>en</strong>te de aquellas emociones que guían <strong>los</strong><br />

comportami<strong>en</strong>tos relacionados con la superviv<strong>en</strong>cia.<br />

74


Figura 3.6: Teoría de <strong>los</strong> Tres Cerebros de McLean 84<br />

84 Paul D. MacLean, The triune brain in evolution: role in paleocerebral functions<br />

(Springer, 1990), 9.<br />

75


Otro ci<strong>en</strong>tífico anterior a MacLean: Bard, consideró que el hipotálamo –que forma<br />

parte del sistema límbico– formaría parte de un “sistema de superviv<strong>en</strong>cia” exist<strong>en</strong>te <strong>en</strong><br />

el cerebro dirigido a coordinar las respuestas anticipatorias de la reacción de alarma<br />

descrita por Cannon, que se evocaban por las emociones int<strong>en</strong>sas y que estaban dirigidas<br />

a movilizar <strong>los</strong> recursos <strong>en</strong>ergéticos, las actividades motoras y las adaptaciones<br />

vegetativas destinadas a aportar oxíg<strong>en</strong>o y nutri<strong>en</strong>tes de manera prioritaria a <strong>los</strong><br />

múscu<strong>los</strong>, el cerebro y el corazón, poni<strong>en</strong>do así <strong>en</strong> marcha las “respuestas de lucha o<br />

huida” requeridas para la superviv<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> situaciones de emerg<strong>en</strong>cia.<br />

La reacción de alarma, tal y como la describió Cannon se produce por la<br />

activación del sistema nervioso simpático <strong>en</strong> conjunción con las hormonas<br />

segregadas por la médula suprarr<strong>en</strong>al (adr<strong>en</strong>alina y noradr<strong>en</strong>alina). Esta<br />

activación permite la movilización de <strong>los</strong> recursos corporales para poder<br />

emitir una respuesta rápida: ataque o huida. Hay un aum<strong>en</strong>to de la<br />

frecu<strong>en</strong>cia y fuerza del latido cardíaco, que facilita un bombeo más rápido<br />

de oxíg<strong>en</strong>o; contracción del bazo que libera glóbu<strong>los</strong> rojos almac<strong>en</strong>ados al<br />

torr<strong>en</strong>te circulatorio, liberación hepática de azúcar almac<strong>en</strong>ado para uso de<br />

la musculatura, redistribución de la sangre circulante por piel y vísceras a<br />

favor del cerebro y múscu<strong>los</strong>, aum<strong>en</strong>to de la capacidad respiratoria y<br />

dilatación branquial para captar más oxíg<strong>en</strong>o, dilatación pupilar, quizá con<br />

el objeto de mejorar la eficacia de la visión, aum<strong>en</strong>to de la coagulación de<br />

la sangre, con objeto de cerrar posibles heridas y un aum<strong>en</strong>to de <strong>los</strong><br />

linfocitos circulantes, que facilitan la reparación del daño tisular. Todo<br />

esto se produce <strong>en</strong> cuestión de segundos o minutos. Y, cuando esta<br />

situación acaba, se restaura el funcionami<strong>en</strong>to normal de tales actividades<br />

neuro<strong>en</strong>docrinas mediante la actuación del sistema nervioso<br />

parasimpático, que actuaría a modo de opuesto del simpático. 85<br />

En resum<strong>en</strong>, la teoría de Cannon-Bard sobre las emociones establecía que unas<br />

zonas concretas del cerebro, el hipotálamo y el tálamo, eran las responsables de llevar a<br />

85 Francisco Claro Izaguirre, “Fundam<strong>en</strong>tos Biologicos de la Conducta,” Universidad<br />

Nacional de Educación a Distancia, 2000, http://www.uned.es/psico-2-fundam<strong>en</strong>tosbiologicos-conducta-II/.<br />

76


cabo respuestas emocionales integradas, proporcionando a la corteza cerebral la<br />

información requerida para poner <strong>en</strong> marcha <strong>los</strong> mecanismos cerebrales de consci<strong>en</strong>cia<br />

de la emoción.<br />

Por otro lado se ha demostrado que la expresión motora de la emoción es bastante<br />

estereotipada <strong>en</strong> <strong>los</strong> animales, y también <strong>en</strong> el hombre, <strong>en</strong> el que la contracción<br />

coordinada de determinados múscu<strong>los</strong> forma parte de la respuesta a la emoción. Esto fue<br />

ya puesto <strong>en</strong> evid<strong>en</strong>cia por el fisiólogo francés del siglo XIX G-D, Duch<strong>en</strong>ne de<br />

Boulogne, que combinó la estimulación eléctrica de <strong>los</strong> múscu<strong>los</strong> de la cara con la<br />

<strong>en</strong>tonces incipi<strong>en</strong>te fotografía para mostrar como la contracción de determinados<br />

múscu<strong>los</strong> faciales determina las expresiones de alegría, terror, asombro, etc. Así, la<br />

sonrisa de alegría, también llamada de Duch<strong>en</strong>ne, combina la contracción de una serie de<br />

múscu<strong>los</strong> de la cara que no pued<strong>en</strong> ser activados de manera voluntaria y que dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong> de<br />

una vía nerviosa motora a cargo de la corteza motora accesoria <strong>en</strong> la corteza prefrontal,<br />

<strong>los</strong> ganglios de la base y las vías llamadas extrapiramidales, mi<strong>en</strong>tras que la sonrisa<br />

voluntaria se regula por otra vía separada, que desci<strong>en</strong>de desde la corteza motora por la<br />

vía piramidal. Como resultado de esta dicotomía, puede ocurrir que la lesión de una u<br />

otra vía elimine la sonrisa involuntaria pero no la voluntaria o viceversa (paresia facial<br />

emocional y voluntaria, respectivam<strong>en</strong>te). Cuando se activan las emociones del sistema<br />

límbico su efecto es rápido, muy pot<strong>en</strong>te (tanto que impide la actividad racional de la<br />

neocorteza), y desaparece la percepción temporal (exige una actuación inmediata).<br />

77


3.4. Aspectos Sociales de las Emociones<br />

Otro aspecto importante <strong>en</strong> el estudio de las emociones es el f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o del<br />

contagio emocional. 86 Barsade lo define como “el proceso <strong>en</strong> el que una persona o grupo<br />

influye sobre las emociones o el comportami<strong>en</strong>to de otra persona o grupo a través de la<br />

inducción consci<strong>en</strong>te o subconsci<strong>en</strong>te de <strong>los</strong> estados emocionales y las actitudes de<br />

comportami<strong>en</strong>to.” 87 Las personas pued<strong>en</strong> contagiarse <strong>los</strong> estados emocionales que v<strong>en</strong> <strong>en</strong><br />

<strong>los</strong> demás <strong>en</strong> periodos temporales que van desde unos segundos hasta varias semanas.<br />

Por ejemplo, algunos alumnos asignados de forma aleatoria a un compañero de piso<br />

depresivo se volvieron cada vez mas deprimidos a lo largo de un periodo de tres meses, 88<br />

y la posibilidad del contagio emocional <strong>en</strong>tre extraños, incluso cuando el contacto es<br />

breve, ha sido docum<strong>en</strong>tada a través de <strong>los</strong> efectos b<strong>en</strong>eficiosos del “servicio con una<br />

sonrisa” sobre la satisfacción del consumidor y las propinas. 89<br />

Fowler y Christakis analizaron la pres<strong>en</strong>cia de estados de ánimos felices <strong>en</strong> las<br />

redes sociales mediante el estudio longitudinal Framingham Heart Study. Observaron<br />

86 Para un refer<strong>en</strong>cia dedicada al estudio de este f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o, véase:<br />

Elaine Hatfield, John T. Cacioppo, and Richard L. Rapson, Emotional contagion<br />

(Cambridge University Press, 1994).<br />

87 S. G. Barsade, “The Ripple Effect: Emotional Contagion and its Influ<strong>en</strong>ce on Group<br />

Behavior,” Administrative Sci<strong>en</strong>ce Quarterly 47 (2002): 644-75.<br />

88 Mary J. Howes, Jack E. Hokanson, and David A. Loew<strong>en</strong>stein, “Induction of<br />

depressive affect after prolonged exposure to a mildly depressed individual.,” Journal<br />

of Personality and Social Psychology 49, no. 4 (1985): 1110-1113.<br />

89 S. Douglas Pugh, “Service with a Smile: Emotional Contagion in the Service<br />

Encounter,” The Academy of Managem<strong>en</strong>t Journal 44, no. 5 (October 2001): 1018-<br />

1027.<br />

78


que la felicidad de las personas se ext<strong>en</strong>día <strong>en</strong> sus redes de contactos hasta tres grados de<br />

separación. Las personas rodeadas por mucha g<strong>en</strong>te feliz y aquel<strong>los</strong> que ocupan<br />

posiciones c<strong>en</strong>trales <strong>en</strong> la red ti<strong>en</strong><strong>en</strong> más probabilidades de ser felices <strong>en</strong> el futuro.<br />

Este f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o ha sido contemplado por Scherer <strong>en</strong> su modelo de inducción<br />

emocional (véase figura 3.7). 90 En él, la formación de las emociones se realiza mediante<br />

un proceso de evaluación de ev<strong>en</strong>tos <strong>en</strong> el que el individuo evalúa el significado personal<br />

de un ev<strong>en</strong>to para su bi<strong>en</strong>estar <strong>en</strong> base a un numero de criterios y dim<strong>en</strong>siones. Así, <strong>en</strong> la<br />

esquina superior de la figura 3.7 observamos la evaluación: un objeto o un ev<strong>en</strong>to son<br />

evaluados por una persona específica, con respecto a ciertas dim<strong>en</strong>siones o criterios<br />

relacionados con las consecu<strong>en</strong>cias de dicho ev<strong>en</strong>to para las necesidades, objetivos, o<br />

valores del individuo y su habilidad para reaccionar ante las consecu<strong>en</strong>cias de dicho<br />

ev<strong>en</strong>to. El resultado de este proceso de evaluación es una emoción que a continuación es<br />

expresada o externalizada a través de síntomas fisiológicos; concretam<strong>en</strong>te a través de la<br />

actividad motora/expresiva de la cara, el cuerpo, y la voz. En este modelo y todos<br />

aquel<strong>los</strong> que sigu<strong>en</strong> la misma verti<strong>en</strong>te teórica, el tipo de emoción y de reacciones<br />

fisiológicas y expresivas se interpretan como una función de <strong>los</strong> resultados de dicha<br />

evaluación <strong>en</strong> base determinados criterios. Esta evaluación puede ocurrir de manera<br />

rudim<strong>en</strong>taria y automática <strong>en</strong> <strong>los</strong> niveles inferiores del sistema nervioso c<strong>en</strong>tral<br />

(principalm<strong>en</strong>te el sistema límbico) –especialm<strong>en</strong>te para estímu<strong>los</strong> que han sido<br />

evolutivam<strong>en</strong>te “programados”– o de manera más elaborada y costosa <strong>en</strong> un proceso que<br />

involucra la corteza cerebral así como <strong>los</strong> c<strong>en</strong>tros inferiores del sistema nervioso c<strong>en</strong>tral.<br />

90 Klaus R. Scherer, “Emotionsprozesse im Medi<strong>en</strong>kontext: Forschungsillustration<strong>en</strong> und<br />

Zukunftsperspektiv<strong>en</strong>,” Medi<strong>en</strong>psychologie 10 (1998): 276-93.<br />

79


Figura 3.7: Modelo de Inducción Emocional de Scherer 91<br />

91 Patrik N. Juslin and John A. Sloboda, Music and Emotion: Theory and Research, 1st<br />

ed. (Oxford University Press, USA, 2001), 366.<br />

80


Öhman descubrió que ciertos estímu<strong>los</strong> (por ejemplo, serpi<strong>en</strong>tes y arañas) pued<strong>en</strong><br />

ser procesados por <strong>los</strong> c<strong>en</strong>tros primarios del cerebro <strong>en</strong> periodos de tiempo<br />

extremadam<strong>en</strong>te breves, sin que medie ningún proceso consci<strong>en</strong>te, ni la participación de<br />

las zonas corticales. 92 Según este autor, las expresiones faciales de miedo pued<strong>en</strong> t<strong>en</strong>er el<br />

mismo efecto. Jürg<strong>en</strong>s propone que las expresiones vocales de las emociones al estilo de<br />

las llamadas de alarma <strong>en</strong> <strong>los</strong> primates pued<strong>en</strong> pert<strong>en</strong>ecer a esta clase de estímu<strong>los</strong> pre-<br />

programados. 93 Como consecu<strong>en</strong>cia, <strong>los</strong> estímu<strong>los</strong> musicales que compart<strong>en</strong> las<br />

características acústicas de dichas vocalizaciones (comi<strong>en</strong>zo súbito, frecu<strong>en</strong>cias agudas,<br />

registro ext<strong>en</strong>dido, <strong>en</strong>ergía elevada <strong>en</strong> las altas frecu<strong>en</strong>cias) pued<strong>en</strong> ser evaluados<br />

mediante procesos de detección evolucionariam<strong>en</strong>te primitivos pero extremadam<strong>en</strong>te<br />

pot<strong>en</strong>tes para provocar, al igual que las imág<strong>en</strong>es de arañas y serpi<strong>en</strong>tes expresiones<br />

faciales de miedo, y respuestas fisiológicas def<strong>en</strong>sivas.<br />

La flecha intermedia señala el proceso de empatía, mediante el cual se pued<strong>en</strong><br />

provocar emociones simplem<strong>en</strong>te observando a otra persona afectada por un ev<strong>en</strong>to que<br />

es importante para él pero no necesariam<strong>en</strong>te para nosotros. Por ejemplo s<strong>en</strong>tir p<strong>en</strong>a por<br />

algui<strong>en</strong> afligido por un ev<strong>en</strong>to desgraciado, o compartir la alegría de algui<strong>en</strong> que ha<br />

recibido un golpe de bu<strong>en</strong>a suerte. Este proceso naturalm<strong>en</strong>te requiere de víncu<strong>los</strong> de<br />

simpatía con dicha persona.<br />

Finalm<strong>en</strong>te, la flecha de la derecha ilustra el mecanismo del contagio emocional,<br />

92 A. Öhman, “Preatt<strong>en</strong>tive Processes in the G<strong>en</strong>eration of Emotions,” in Cognitive<br />

Perspectives on Emotion and Motivation, ed. V. Hamilton, G. H. Bower, and N. H.<br />

Frijda (Dordrecht, the Netherlands: Kluwer, 1988), 127-44.<br />

93 U. Jürg<strong>en</strong>s, “C<strong>en</strong>tral Control of Monkey Calls,” in Primate Vocal Communication, ed.<br />

D. Todt, P. Goedeking, and D. Symmes (Berlin: Springer, 1988), 162-70.<br />

81


donde el aspecto es<strong>en</strong>cial es la observación de las expresiones motoras de otra persona,<br />

incluso desconoci<strong>en</strong>do el ev<strong>en</strong>to original que causo dicha reacción. La observación de<br />

expresiones motoras muy marcadas <strong>en</strong> otra persona puede producir reacciones motoras<br />

similares <strong>en</strong> nosotros. Este proceso a veces también se llama imitación motora. 94<br />

Este f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o se puede g<strong>en</strong>eralizar a <strong>los</strong> medios de comunicación masivos,<br />

incluy<strong>en</strong>do las películas y la música, como se puede observar <strong>en</strong> la figura 3.8.<br />

94 Nancy Eis<strong>en</strong>berg and Janet Strayer, Empathy and its developm<strong>en</strong>t (Cambridge, UK:<br />

Cambridge University Press, 1987).<br />

82


Figura 3.8: Modelo de Contagio Emocional <strong>en</strong> <strong>los</strong> Medios de Comunicación 95<br />

95 Juslin and Sloboda, Music and Emotion, 370.<br />

83


3.5. Estudio de las Emociones <strong>en</strong> las Finanzas<br />

En esta sección se repasan algunos trabajos señalados que investigan el papel de<br />

las emociones y las estructuras emocionales del cerebro <strong>en</strong> la toma de decisiones<br />

financieras, ilustrando <strong>los</strong> paralelismos y estado relativo de desarrollo de las<br />

investigaciones <strong>en</strong> “emoción financiera” con respecto al estudio de la emoción <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral<br />

y el estudio de la emoción musical. Sin embargo, no tratare aquí las consecu<strong>en</strong>cias de<br />

estos f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os <strong>en</strong> teoría económica. Ese tema se abordó <strong>en</strong> el capítulo II.<br />

Si considerásemos como válida la hipótesis del homo economicus, <strong>en</strong>tonces el<br />

papel de la neocorteza sería principal <strong>en</strong> la toma de decisiones de inversión, al tomarse<br />

las decisiones con total racionalidad. Sin embargo Lo y Repin demostraron que exist<strong>en</strong><br />

variaciones <strong>en</strong> <strong>los</strong> indicadores psico-fisiológicos de distintos operadores de <strong>los</strong> mercados<br />

de valores. 96 Estas variaciones están causadas por mecanismos cerebrales relacionados<br />

con el sistema límbico y el sistema nervioso autónomo. Los indicadores que midieron<br />

fueron: conductividad de la piel, pulso, ritmo cardíaco, señales electromiográficas,<br />

respiración, y temperatura corporal. Estos indicadores se conoc<strong>en</strong> como indicadores<br />

psicofisiológicos porque varían con las emociones del sujeto, al ser manifestaciones<br />

indirectas de las emociones que se transmit<strong>en</strong> a través del sistema nervioso autónomo.<br />

96 Andrew W. Lo and Dmitry V. Repin, “The psychophysiology of real-time financial<br />

risk processing,” Journal of Cognitive Neurosci<strong>en</strong>ce 14, no. 3 (2002): 323–339.<br />

84


97 Ibid.<br />

Figura 3.9: Equipo de Medición de Indicadores Psicofisiologicos de Lo y Repin 97<br />

85


Además, Peterson ha demostrado mediante técnicas de resonancia magnética que<br />

la posibilidad de recibir dinero provoca sudoración y la activación de zonas del cerebro<br />

relacionadas con <strong>los</strong> mecanismos de placer y <strong>en</strong> concreto, con el sistema límbico. 98<br />

Mediante un experim<strong>en</strong>to <strong>en</strong> el que <strong>los</strong> sujetos se v<strong>en</strong> ante la posibilidad de ganar una<br />

cantidad indeterminada de dinero (sin posibilidad de pérdida), o de perder una cantidad<br />

de dinero indeterminada (sin posibilidad de ganancia), el investigador confirma que <strong>los</strong><br />

procesos neuronales relacionados con el mecanismo de búsqueda de b<strong>en</strong>eficios (búsqueda<br />

de placer), son distintos a <strong>los</strong> de la aversión a la pérdida (aversión al dolor).<br />

La activación del mecanismo de búsqueda de b<strong>en</strong>eficios resulta <strong>en</strong> un tipo<br />

determinado de comportami<strong>en</strong>to y de emociones, caracterizado <strong>en</strong>tre muchos inversores<br />

como una mayor t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia al riesgo, mayor impulsividad, s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos positivos, y<br />

mayor activación física. El comportami<strong>en</strong>to y las emociones propiciadas por <strong>los</strong><br />

mecanismos de aversión a la pérdida son tímidos, protectivos, atemorizados, y con<br />

aversión al riesgo.<br />

Cuando se activan estos mecanismos <strong>en</strong> grandes grupos de personas, el<br />

mecanismo de búsqueda de b<strong>en</strong>eficios puede impactar a la economía <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral,<br />

causando burbujas bursátiles, aum<strong>en</strong>to del consumo, posiciones de inversión más<br />

arriesgadas, y un mayor <strong>en</strong>deudami<strong>en</strong>to. Por el contrario, el mecanismo de aversión a la<br />

pérdida se observa cuando la g<strong>en</strong>te disminuye sus créditos, v<strong>en</strong>de sus bi<strong>en</strong>es, y disminuye<br />

su confianza financiera (o incluso aum<strong>en</strong>ta su miedo).<br />

98 Richard L Peterson, “The neurosci<strong>en</strong>ce of investing: fMRI of the reward system,”<br />

Brain Research Bulletin 67, no. 5 (November 15, 2005): 391-397.<br />

86


Figura 3.10: Activación de Distintas Áreas del Cerebro <strong>en</strong> Situaciones de Recomp<strong>en</strong>sa 99<br />

99 Ibid.<br />

Arriba: Podemos observar como se activa el nucleus accumb<strong>en</strong>s cuando se anticipa<br />

una recomp<strong>en</strong>sa económica, de comida, sexual, de lujo o de cualquier otro tipo. En las<br />

imág<strong>en</strong>es (1) y (2) observamos como la anticipación de una recomp<strong>en</strong>sa monetaria<br />

estimula el nucleus accumb<strong>en</strong>s.<br />

Abajo: La corteza medial prefrontal se activa cuando se ve una marca favorita, o<br />

cuando se recibe una recomp<strong>en</strong>sa. La corteza medial prefrontal se activa <strong>en</strong> las<br />

imág<strong>en</strong>es (3) y (4).<br />

87


Figura 3.11: Nucleus Accumb<strong>en</strong>s 100<br />

100 El nucleus accumb<strong>en</strong>s - la estructura del cerebro responsable de la recomp<strong>en</strong>sa, la<br />

motivación y la adicción. En la imag<strong>en</strong> observamos las interacciones del mecanismo<br />

de adicción.<br />

Nota: VTA son las siglas del área v<strong>en</strong>tral del tegum<strong>en</strong>to.El VTA es una de las partes<br />

más primitivas del cerebro. Las neuronas del VTA son las <strong>en</strong>cargadas de sintetizar la<br />

dopamina, cuyos axones <strong>en</strong>vían al nucleus accumb<strong>en</strong>s.<br />

88


3.6. Estudio de la Emoción Musical<br />

La música, por el contrario, es evid<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te una imitación directa de las<br />

s<strong>en</strong>saciones morales. Cada vez que las armonías varían, las impresiones<br />

de <strong>los</strong> oy<strong>en</strong>tes mudan a la par que cada una de ellas y las sigu<strong>en</strong> <strong>en</strong> sus<br />

modificaciones. Al oír una armonía lastimosa, como la del modo llamado<br />

mixolidio, el alma se <strong>en</strong>tristece y se comprime; otras armonías <strong>en</strong>ternec<strong>en</strong><br />

el corazón, y son las m<strong>en</strong>os graves; <strong>en</strong>tre estos extremos hay otra que<br />

proporciona al alma una calma perfecta, y este es el modo dórico, único<br />

que, al parecer, causa esta última impresión; el modo frigio, por el<br />

contrario, nos ll<strong>en</strong>a de <strong>en</strong>tusiasmo. Estas diversas cualidades de la<br />

armonía han sido bi<strong>en</strong> compr<strong>en</strong>didas por <strong>los</strong> filósofos, que han tratado de<br />

esta parte de la educación, y su teoría no se apoya sino <strong>en</strong> el testimonio de<br />

<strong>los</strong> hechos. Los ritmos no varían m<strong>en</strong>os que <strong>los</strong> modos. Los unos calman<br />

el alma, <strong>los</strong> otros la conmuev<strong>en</strong>; pudi<strong>en</strong>do ser las formas de estos últimos<br />

más o m<strong>en</strong>os vulgares, de mejor o peor gusto. 101<br />

3.6.1. Introducción<br />

Si bi<strong>en</strong> el estudio de la emoción musical ha sufrido algunos de <strong>los</strong> mismos<br />

obstácu<strong>los</strong> y retrasos que el estudio de la emoción <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, el estudio ci<strong>en</strong>tífico de la<br />

emoción musical es actualm<strong>en</strong>te una tarea multidisciplinar, con consideraciones<br />

fi<strong>los</strong>óficas, musicológicas, psicológicas, biológicas, antropológicas, sociológicas y<br />

terapéuticas. Juslin y Sloboda consideran que el estudio de la emoción musical se<br />

<strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra todavía <strong>en</strong> la “fase pre-paradigmatica;” <strong>los</strong> objetivos actuales de las<br />

investigaciones que se realizan son teóricos y de investigación básica, sin consideración<br />

de las aplicaciones prácticas. 102 Esta quizás sea una de las razones que expliqu<strong>en</strong> la<br />

car<strong>en</strong>cia de investigaciones sobre el cuerpo de canciones proporcionado por las listas de<br />

101 Aristóteles, Politica. Libro V, ed. Medina and Navarro, trans. Patricio de Azcarate,<br />

vol. 3, Obras de Aristoteles (Madrid: Impr<strong>en</strong>ta de la Biblioteca de Instruccion y<br />

Recreo, 1873), 175.<br />

102 Juslin and Sloboda, “Introduction,” 7.<br />

89


éxitos, el <strong>en</strong>foque de la gran mayoría de las investigaciones que he consultado se c<strong>en</strong>tra<br />

<strong>en</strong> experim<strong>en</strong>tos de laboratorio. El estudio de campo (el consumo musical <strong>en</strong> el “mundo<br />

real”) todavía está p<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te de ser abordado <strong>en</strong> profundidad. Otra de dichas razones es<br />

la estrecha conc<strong>en</strong>tración de las investigaciones <strong>en</strong> la música clásica occid<strong>en</strong>tal con<br />

exclusión de <strong>los</strong> esti<strong>los</strong> populares; y de manera relacionada, la escasez de estudios que<br />

evalú<strong>en</strong> la dim<strong>en</strong>sión social de las decisiones de consumo musical, aunque <strong>los</strong> trabajos de<br />

DeNora y Konecni avanzan <strong>en</strong> este s<strong>en</strong>tido. 103 El salto conceptual es similar al<br />

<strong>en</strong>contrado <strong>en</strong> la literatura económica —desde un estudio de la toma de decisiones<br />

<strong>en</strong>raizado <strong>en</strong> el concepto del individuo racional donde <strong>los</strong> factores sociales, culturales, y<br />

emocionales son variables exóg<strong>en</strong>as, hasta la inclusión de las influ<strong>en</strong>cias sociales y otros<br />

procesos “irracionales” como parte <strong>en</strong>dóg<strong>en</strong>a del modelo de comportami<strong>en</strong>to.<br />

3.6.2. Historia de las Emociones <strong>en</strong> la Música<br />

Aunque se conoce relativam<strong>en</strong>te poco sobre la practica musical <strong>en</strong> la antigua<br />

Grecia, <strong>los</strong> textos sobre música del periodo han constituido una refer<strong>en</strong>cia constante para<br />

<strong>los</strong> posteriores teóricos <strong>en</strong> la materia y <strong>en</strong> consecu<strong>en</strong>cia han ejercido una gran influ<strong>en</strong>cia.<br />

De hecho, las dos principales funciones que <strong>los</strong> griegos asignaban a la música constituy<strong>en</strong><br />

prácticam<strong>en</strong>te un guion de la historia del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to sobre la emoción musical. Dichas<br />

funciones eran la mimesis (la imitación o transformación de una realidad exterior) y la<br />

catarsis (la purificación del alma a través de la experi<strong>en</strong>cia emocional). La primera<br />

103 Tia DeNora, “Aesthetic Ag<strong>en</strong>cy and Musical Practice: New Directions in the<br />

Sociology of Music and Emotion,” in Music and Emotion: Theory and Research,<br />

Series in Affective Sci<strong>en</strong>ce (Oxford: Oxford University Press, 2001), 161-80; Vladimir<br />

J. Konecni, “Social Interaction and Musical Prefer<strong>en</strong>ce,” in Psychology of Music,<br />

Series in Cognition and Perception (New York: Academic Press, 1982), 497-516.<br />

90


definición valora la función repres<strong>en</strong>tacional de la música, incluyéndola <strong>en</strong> ese s<strong>en</strong>tido<br />

d<strong>en</strong>tro de la teoría del conocimi<strong>en</strong>to; la segunda adscribe el valor musical al efecto que<br />

provoca sobre el sujeto que la experim<strong>en</strong>ta. Pese a que se tratan de dos consideraciones<br />

fundam<strong>en</strong>talm<strong>en</strong>te opuestas de lo que es la música, su influ<strong>en</strong>cia sobre la práctica musical<br />

fue escasa.<br />

La aparición y desarrollo de la ópera <strong>en</strong> torno a 1600 estuvo asociada con un largo<br />

periodo de consolidación del concepto de la música como mimesis. No es coincid<strong>en</strong>cia<br />

que la Camerata Fior<strong>en</strong>tina, responsable del desarrollo de este género considerase –si<br />

bi<strong>en</strong> erróneam<strong>en</strong>te– que estaban revivi<strong>en</strong>do la práctica musical del antiguo teatro griego.<br />

La función de la música <strong>en</strong> la opera del periodo Barroco es reflejar y ampliar la expresión<br />

de las emociones cont<strong>en</strong>idas <strong>en</strong> el texto y repres<strong>en</strong>tadas mediante la acción escénica. En<br />

este periodo, la música repres<strong>en</strong>ta la realidad de la misma manera que lo hace el l<strong>en</strong>guaje.<br />

Eso contribuye a compr<strong>en</strong>der el hecho de que <strong>los</strong> músicos del Barroco tomas<strong>en</strong> prestado<br />

muchos conceptos musicales del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to de la época <strong>en</strong> lo relativo al l<strong>en</strong>guaje,<br />

estudiando la música instrum<strong>en</strong>tal como un caso particular del discurso oral y, <strong>en</strong><br />

particular, aplicando sobre ella <strong>los</strong> principios de la retórica clásica. El objetivo principal<br />

<strong>en</strong> la utilización de <strong>los</strong> recursos de la retórica sería, al igual que <strong>en</strong> l<strong>en</strong>guaje oral, lograr<br />

conv<strong>en</strong>cer al publico; <strong>en</strong> vez de conv<strong>en</strong>cerlo sobre una causa legal o un asunto político,<br />

conv<strong>en</strong>cerlo sobre la aut<strong>en</strong>ticidad emocional de <strong>los</strong> intérpretes. Al igual que <strong>los</strong> actores,<br />

<strong>los</strong> intérpretes musicales se <strong>en</strong>contraban <strong>en</strong> el deber de s<strong>en</strong>tir el<strong>los</strong> mismos las emociones<br />

que deseaban transmitir. 104<br />

104 Nicholas Cook and Nicola Dibb<strong>en</strong>, “Musicological Approaches to Emotion,” in Music<br />

and Emotion: Theory and Research, Series in Affective Sci<strong>en</strong>ce (Oxford: Oxford<br />

University Press, 2001), 46-7.<br />

91


Todos <strong>los</strong> conceptos que la música tomo prestados de la retorica ti<strong>en</strong><strong>en</strong> su orig<strong>en</strong><br />

<strong>en</strong> la ext<strong>en</strong>sa literatura sobre oratoria y retórica de <strong>los</strong> antiguos griegos y romanos, sobre<br />

todo Aristóteles, Cicero, y Quintiliano. Entre las mas constantes e influy<strong>en</strong>tes ideas de<br />

esta tradición es la distinción de seis aspectos <strong>en</strong> el arte de la comunicación oral: inv<strong>en</strong>tio<br />

(determinar el argum<strong>en</strong>to), dispositio (ord<strong>en</strong>ar el argum<strong>en</strong>to), elocutio (el estilo),<br />

memoria y pronuntiatio (la interpretación), con el objetivo de conmover (movere),<br />

deleitar (delectare) y <strong>en</strong>señar (docere). 105 Entre <strong>los</strong> teóricos r<strong>en</strong>ac<strong>en</strong>tistas destaca<br />

Vic<strong>en</strong>tino con su “L’antica musica ridotta alla moderna prattica” de 1555 <strong>en</strong> donde<br />

pres<strong>en</strong>ta un concepto ampliado de varietas, haci<strong>en</strong>do explicita la relación con la antigua<br />

oratoria:<br />

Ahora [el orador] habla más fuerte, ahora más suave, ahora l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te, y<br />

más rápido, y con esto conmueve sobremanera a <strong>los</strong> espectadores . . .<br />

Igual debe ser con la música.<br />

Como consecu<strong>en</strong>cia de esta interrelación con las doctrinas de la retorica, la<br />

música del Barroco asumió como su principal objetivo estético la comunicación de<br />

abstracciones emocionales llamadas “afectos” (“Affekt” <strong>en</strong> alemán, del griego “pathos” y<br />

el latín “affectus”). Un afecto consistía <strong>en</strong> un ideal racionalizado de cada estado<br />

emocional o la pasión. Después de 1660 la repres<strong>en</strong>tación de <strong>los</strong> afectos se convirtió <strong>en</strong><br />

una necesidad estética para la mayoría de compositores barrocos. Durante el periodo<br />

105 Para un artículo académico sobre la relación de la música y la retórica a lo largo de la<br />

historia, véase:<br />

Blake Wilson, George J. Buelow, and Peter A. Hoyt, “Rhetoric and Music,” in Grove<br />

Music Online, ed. Laura Macy (Oxford Music Online, 2001),<br />

http://www.oxfordmusiconline.com/subscriber/article/grove/music/43166.<br />

92


Barroco el compositor debía, como el orador, provocar <strong>en</strong> el publico estados emocionales<br />

idealizados –tristeza, odio, amor, alegría, <strong>en</strong>fado, duda, etc.– y cada elem<strong>en</strong>to de la<br />

composición musical debía reflejar este objetivo afectivo. Si bi<strong>en</strong> era más s<strong>en</strong>cillo<br />

apreciarlo <strong>en</strong> música asociada con un texto, el objetivo era el mismo <strong>en</strong> la música<br />

instrum<strong>en</strong>tal. Un aspecto importante de este proceso de composición destinado a<br />

comunicar una unidad estilística y expresiva basada <strong>en</strong> un afecto es que era algo racional,<br />

un concepto objetivo; y no una práctica compositiva comparable con el énfasis del siglo<br />

XIX <strong>en</strong> la creatividad emocional espontánea y las respuestas igualm<strong>en</strong>te espontáneas por<br />

parte del público. El compositor del Barroco planificaba el cont<strong>en</strong>ido afectivo de cada<br />

pieza, o sección, o movimi<strong>en</strong>to de una obra, con todos las herrami<strong>en</strong>tas de su oficio, y<br />

esperaba que la respuesta de su público estuviese basada <strong>en</strong> una compr<strong>en</strong>sión igualm<strong>en</strong>te<br />

racional del significado de su música. Todos <strong>los</strong> elem<strong>en</strong>tos musicales –escalas, ritmo,<br />

estructura armónica, tonalidad, registro de la melodía, forma, textura instrum<strong>en</strong>tal, y<br />

otros– se utilizaban con el conocimi<strong>en</strong>to de que iban a ser interpretados afectivam<strong>en</strong>te.<br />

Los esti<strong>los</strong>, formas, y técnicas compositivas de la música del Barroco eran <strong>en</strong> todo<br />

mom<strong>en</strong>to una consecu<strong>en</strong>cia de este concepto de <strong>los</strong> afectos.<br />

El ideal afectivo también fue definido, al m<strong>en</strong>os parcialm<strong>en</strong>te, por <strong>los</strong> textos de<br />

varios filósofos de distintos países <strong>en</strong> el siglo XVII tales como Descartes, Francis Bacon,<br />

y Leibniz. En la profusión de estudios naturalistas y fi<strong>los</strong>óficos del siglo XVII, “Les<br />

passions de l’âme” de Descartes se convirtió quizás <strong>en</strong> el más influy<strong>en</strong>te por su influ<strong>en</strong>cia<br />

sobre el arte musical. Esto es debido a que creía haber <strong>en</strong>contrado una explicación<br />

racional y ci<strong>en</strong>tífica para la naturaleza fisiológica de las pasiones y la naturaleza objetiva<br />

93


de las emociones. La música no era especial <strong>en</strong> este s<strong>en</strong>tido, ya que la preocupación por<br />

<strong>los</strong> afectos dominó todas las artes <strong>en</strong> el siglo XVII. Además, la voluntad de explicar las<br />

pasiones estuvo firmem<strong>en</strong>te <strong>en</strong>raizada <strong>en</strong> la historia del arte occid<strong>en</strong>tal desde mucho<br />

antes de Descartes. La conexión con el antiguo concepto de <strong>los</strong> cuatro temperam<strong>en</strong>tos o<br />

humores es significativa, y <strong>los</strong> antiguos griegos dejaron numerosos textos sobre el control<br />

de las emociones humanas. P<strong>en</strong>saban que la música poseía una fuerza ética, o ethos, que<br />

estaba ligada a <strong>los</strong> modos. En el R<strong>en</strong>acimi<strong>en</strong>to convergieron la fi<strong>los</strong>ofía ática del ethos,<br />

la teoría de <strong>los</strong> temperam<strong>en</strong>tos, y la incipi<strong>en</strong>te teoría de <strong>los</strong> afectos, por ejemplo <strong>en</strong> las<br />

múltiples clasificaciones de <strong>los</strong> modos de acuerdo con su naturaleza afectiva. En<br />

posteriores tratados estas ideas ev<strong>en</strong>tualm<strong>en</strong>te se convirtieron <strong>en</strong> teorías de <strong>los</strong> afectos<br />

asociadas a determinadas tonalidades, de <strong>en</strong>tre las cuales la mejor conocida es la<br />

propuesta por Mattheson <strong>en</strong> su “Neu-eröffnete Orchestre” (1713).<br />

La asociación de la retórica con el concepto de <strong>los</strong> afectos puede <strong>en</strong>contrarse<br />

continuam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la historia de la música desde al m<strong>en</strong>os el siglo XV. Con la llegada del<br />

siglo XVII, por ejemplo <strong>en</strong> el prefacio de “Le nuove musiche” de Caccini (1601-2), el<br />

objetivo musical del cantante se convirtió <strong>en</strong> conmover <strong>los</strong> afectos del alma (“di muovere<br />

l'affetto dell'animo”). El teórico alemán Michael Praetorius, <strong>en</strong> su “Syntagma musicum,<br />

iii” (1618), avisaba al cantante de que no solo debía cantar sino también interpretar de<br />

manera artística y elegante con el objetivo de conmover el corazón y <strong>los</strong> afectos del<br />

público. Un teórico italiano, Cesare Crivellati, <strong>en</strong> su “Discorsi musicali” (1624) dedicó<br />

un capitulo a “Come con la musica si possa movere diversi affetti.” Los tratados de<br />

Werckmeister son igualm<strong>en</strong>te valiosos <strong>en</strong> su int<strong>en</strong>to de combinar la racionalidad de las<br />

94


matemáticas con <strong>los</strong> conceptos retóricos de <strong>los</strong> afectos.<br />

Después de 1750, <strong>los</strong> nuevos ideales expresivos desarrollados por la fi<strong>los</strong>ofía y<br />

ci<strong>en</strong>cia de la Ilustración redujeron la importancia de la elocu<strong>en</strong>cia formal <strong>en</strong> la vida<br />

intelectual. No significa esto que disminuyera la preocupación por las pasiones, sino más<br />

bi<strong>en</strong> que <strong>los</strong> afectos dejaron de considerarse como estados emocionales universales que<br />

podían ser codificados de acuerdo a unos principios racionales. Sustituy<strong>en</strong>do esta visión,<br />

se com<strong>en</strong>zaron a ver las pasiones como algo extremadam<strong>en</strong>te volátil e individual de<br />

forma que las repres<strong>en</strong>taciones conv<strong>en</strong>cionalizadas de <strong>los</strong> afectos que se v<strong>en</strong>ían<br />

aceptando hasta el mom<strong>en</strong>to empezaron a parecer estereotipadas y antinaturalm<strong>en</strong>te<br />

estáticas.<br />

3.6.3. Psicología de la Música<br />

La pot<strong>en</strong>te relación de la música con las emociones no es un descubrimi<strong>en</strong>to<br />

reci<strong>en</strong>te. 106 El campo de la psicología de la música ti<strong>en</strong>e sus inicios <strong>en</strong> el siglo XVIII, con<br />

el trabajo de Jean-Philippe Rameau <strong>en</strong> 1722, 107 si bi<strong>en</strong> la investigación ci<strong>en</strong>tífica de este<br />

f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o se int<strong>en</strong>sifica <strong>en</strong> el siglo XIX. Butler recoge <strong>en</strong> su bibliografía más de 900<br />

106 Se utilizan distintos términos <strong>en</strong> la literatura para referirse a la dim<strong>en</strong>sión afectiva del<br />

comportami<strong>en</strong>to humano: “emoción” (emotion) por Holbrook y Batra, “ánimo”<br />

(mood) por Gardner, o “estado de s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to” (s<strong>en</strong>tic state) por Clynes. En este<br />

trabajo se utilizaran estos términos indistintam<strong>en</strong>te.<br />

Morris B. Holbrook and R. Batra, “Assessing the role of emotions as mediators of<br />

consumer responses to advertising,” Journal of Consumer Research 14, no. 3 (1987):<br />

404–420; M. P. Gardner, “Mood states and consumer behavior: A critical review,”<br />

Journal of Consumer Research 12, no. 3 (1985): 281–300; Manfred Clynes, S<strong>en</strong>tics:<br />

The Touch of the Emotions (Anchor Press/Doubleday, 1978).<br />

107 David Huron, “History of Music Psychology,” n.d., http://music-cog.ohiostate.<br />

edu/Music829F/timeline.html.<br />

95


<strong>en</strong>tradas relacionadas con el estudio de la psicología de la música <strong>en</strong> el siglo XIX. 108<br />

Desde <strong>en</strong>tonces académicos, investigadores, y ci<strong>en</strong>tíficos han estudiado como la m<strong>en</strong>te<br />

humana interpreta y experim<strong>en</strong>ta la música. Las áreas de la percepción y cognición<br />

musical –con base <strong>en</strong> la psicología– estudian como las repres<strong>en</strong>taciones ci<strong>en</strong>tíficas que<br />

hacemos de las señales acústicas son difer<strong>en</strong>tes de su repres<strong>en</strong>tación <strong>en</strong> la m<strong>en</strong>te humana.<br />

Esto incluye la repres<strong>en</strong>tación de la frecu<strong>en</strong>cia de un sonido, que <strong>los</strong> humanos percibimos<br />

como altura, y la int<strong>en</strong>sidad, que se corresponde con la dinámica.<br />

De manera parecida a como el estudio de la percepción musical int<strong>en</strong>ta <strong>en</strong>contrar<br />

un modelo de la percepción musical, <strong>los</strong> psicólogos han int<strong>en</strong>tado <strong>en</strong>contrar un modelo de<br />

la emoción <strong>en</strong> la m<strong>en</strong>te humana. Las emociones se manifiestan de diversas maneras y <strong>los</strong><br />

psicólogos han <strong>en</strong>contrado varios <strong>en</strong>foques que modelan intuitivam<strong>en</strong>te las emociones.<br />

Estos <strong>en</strong>foques incluy<strong>en</strong> el modelo dim<strong>en</strong>sional, que clasifica las emociones a lo largo de<br />

varios ejes como placer, excitación, y dominio (modelo PAD); 109 y el modelo categórico,<br />

que consiste <strong>en</strong> definir categorías de emociones d<strong>en</strong>tro de las cuales se <strong>en</strong>globan todas las<br />

posibles variaciones emocionales. Una vez que se ha definido un modelo emocional, es<br />

posible atribuir distintas características musicales, como la altura o la dinámica, a <strong>los</strong><br />

distintos estados afectivos del modelo.<br />

Reci<strong>en</strong>tes estudios demuestran el poder emocional de la música, que dan fin a la<br />

discusión sobre si la música es capaz de no sólo expresar emociones, sino también<br />

inducirlas (es decir, hacer que el oy<strong>en</strong>te si<strong>en</strong>ta algo por el mero hecho de escuchar una<br />

108 Samuel Butler, Hudibras, parts I and II and selected other writings, ed. John Wilders<br />

and Hugh De Queh<strong>en</strong> (Oxford: Clar<strong>en</strong>don Press, 1973).<br />

109 Véase el Capítulo IV para ver otras aplicaciones del modelo PAD (pleasure-arousaldominance)<br />

<strong>en</strong> el estudio del efecto de la música sobre <strong>los</strong> consumidores.<br />

96


determinada pieza). Esta difer<strong>en</strong>ciación dio lugar a que Kruhmansl hablase del <strong>en</strong>foque<br />

“cognitivista”—la música refleja emociones que el oy<strong>en</strong>te compr<strong>en</strong>de—y del <strong>en</strong>foque<br />

“emotivista”—la música induce emociones <strong>en</strong> el oy<strong>en</strong>te experim<strong>en</strong>ta fisiológicam<strong>en</strong>te—<br />

que se aplica no sólo a la psicología de la música, sino <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral a la psicología<br />

experim<strong>en</strong>tal y a la neuropsicología. 110<br />

Así mismo, se int<strong>en</strong>tan crear mode<strong>los</strong> matemáticos para predecir la respuesta<br />

emocional a una pieza, <strong>en</strong> función de determinadas características musicales. Como<br />

muestran varios autores, 111 cuanto m<strong>en</strong>or sea el número posible de emociones, más<br />

fiabilidad t<strong>en</strong>drá el modelo. Los estudios de emoción facial, determinan cuatro<br />

arquetipos de expresión (felicidad, tristeza, miedo e ira), y parece racional suponer que<br />

las emociones básicas serán las más fáciles de predecir, ya que además están originadas<br />

<strong>en</strong> el sistema límbico, cuyo funcionami<strong>en</strong>to es innato y no se modifica con la experi<strong>en</strong>cia.<br />

Leman et al. utilizan el análisis factorial para determinar tres factores bipolares<br />

que explican <strong>en</strong> gran medida las demás emociones más “complejas” <strong>en</strong> piezas musicales:<br />

carácter (feliz – triste), activación (excitado – relajado) e interés (interesante – aburrido).<br />

Se demostró que el último factor no se correlacionaba con ningún parámetro acústico.<br />

El <strong>en</strong>torno cultural también es un factor importante <strong>en</strong> el tipo de expresión<br />

musical, sin embargo, <strong>en</strong> esta investigación me limito a un área socio-cultural<br />

homogéneo, <strong>los</strong> EEUU. Otro factor importante es el tipo de música, ya que si bi<strong>en</strong> se<br />

puede crear un modelo para predecir las emociones <strong>en</strong> música clásica occid<strong>en</strong>tal, puede<br />

110 C. L. Krumhansl, “An exploratory study of musical emotions and psychophysiology.,”<br />

Canadian Journal of Experim<strong>en</strong>tal Psychology 51, no. 4 (1997): 336–353.<br />

111 van de Laar, “Emotion detection in music, a survey.”<br />

97


no ser válido para la música india, por ejemplo.<br />

Los efectos de la música sobre la conducta están relacionados con su capacidad de<br />

reflejar e inducir emociones. La música no es simplem<strong>en</strong>te una masa sónica amorfa, sino<br />

que es una combinación compleja de elem<strong>en</strong>tos controlables. Desafortunadam<strong>en</strong>te no se<br />

ha desarrollado una taxonomía establecida de elem<strong>en</strong>tos musicales. Exist<strong>en</strong> numerosas<br />

definiciones pero lo que es un compon<strong>en</strong>te principal <strong>en</strong> una taxonomía es un<br />

subcompon<strong>en</strong>te <strong>en</strong> otra. Las características relacionadas con la dinámica 112 y la altura 113<br />

aparec<strong>en</strong> <strong>en</strong> la mayoría de las clasificaciones y también pres<strong>en</strong>tan cierta confirmación<br />

empírica. 114 Bruner también m<strong>en</strong>ciona la textura musical como un tercer factor. 115 Una<br />

primera aproximación al estudio de como <strong>los</strong> compon<strong>en</strong>tes musicales comunican<br />

difer<strong>en</strong>tes emociones ha sido referirse a las opiniones de <strong>los</strong> músicos que compon<strong>en</strong>,<br />

interpretan, y dirig<strong>en</strong> música. 116 Véase la Tabla 3.1 para observar algunos de <strong>los</strong><br />

resultados de dicho estudio.<br />

112 Para la definición del término “dinámica,” véase el apéndice.<br />

113 Para la definición del término “altura,” véase el apéndice.<br />

114 Sor<strong>en</strong> Nielz<strong>en</strong> and Zvaimir Cesarec, “Emotional Expressions of Music as a Function<br />

of Musical Structure,” Psychology of Music 10, no. 2 (1982): 7-17; R.I. H<strong>en</strong>kin, “A<br />

Factorial Study of the Compon<strong>en</strong>ts of Music,” Journal of Psychology 39 (1955): 161-<br />

181; R.I. H<strong>en</strong>kin, “A Reevaluation of a Factorial Study of the Compon<strong>en</strong>ts of Music,”<br />

Journal of Psychology 43 (1957): 301-306.<br />

115 Para la definición del término “textura,” véase el apéndice.<br />

116 Deryck Cooke, The Language of Music (Oxford University Press, 1990).<br />

98


Tabla 3.1: Significado Emocional Atribuido a Distintos Compon<strong>en</strong>tes <strong>Musicales</strong><br />

Significado emocional atribuido a compon<strong>en</strong>tes rítmicos de la música<br />

1. Los ritmos binarios produc<strong>en</strong> una s<strong>en</strong>sación de control y rigidez <strong>en</strong> comparación con<br />

<strong>los</strong> ritmos ternarios, que se si<strong>en</strong>t<strong>en</strong> como más relajados o despreocupados.<br />

2. Cuanto más rápido sea el tempo, se expresará mayor animación y felicidad.<br />

3. Los ritmos constantes pued<strong>en</strong> repres<strong>en</strong>tar una s<strong>en</strong>sación de fluidez; <strong>los</strong> ritmos<br />

punteados, bruscos, o irregulares expresan s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos más complejos.<br />

4. Los ritmos firmes sugier<strong>en</strong> seriedad mi<strong>en</strong>tras que <strong>los</strong> ritmos más suaves son más<br />

risueños.<br />

5. Las notas <strong>en</strong> staccato dan más énfasis a un pasaje que las notas <strong>en</strong> legato.<br />

Significado emocional atribuido a compon<strong>en</strong>tes relacionados con la altura musical<br />

1. “Arriba” y “abajo” <strong>en</strong> la altura de las notas no se corresponde únicam<strong>en</strong>te con arriba<br />

y abajo <strong>en</strong> el mundo físico, también puede implicar “hacia fuera” y “hacia ad<strong>en</strong>tro,”<br />

además de “hacia atrás” y “hacia adelante.”<br />

2. Un aum<strong>en</strong>to o disminución de la altura pued<strong>en</strong> repres<strong>en</strong>tar un increm<strong>en</strong>to o<br />

disminución de la int<strong>en</strong>sidad emocional <strong>en</strong> ciertos contextos.<br />

3. Una canción <strong>en</strong> una tonalidad más aguda se suele considerar como más feliz que una<br />

canción <strong>en</strong> tonalidades más graves.<br />

4. La música <strong>en</strong> modo mayor expresa s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos más animados y positivos que la<br />

música <strong>en</strong> modo m<strong>en</strong>or.<br />

5. Las armonías complejas son más agitadas y tristes que las armonías más simples, que<br />

son más ser<strong>en</strong>as y felices.<br />

Significado emocional atribuido a compon<strong>en</strong>tes relacionados con la textura<br />

1. El volum<strong>en</strong> alto sugiere animación o cercanía mi<strong>en</strong>tras que el volum<strong>en</strong> bajo sugiere<br />

tranquilidad o distancia.<br />

2. El cresc<strong>en</strong>do (de m<strong>en</strong>os a más volum<strong>en</strong>) expresa un aum<strong>en</strong>to de <strong>en</strong>ergía mi<strong>en</strong>tras que<br />

el diminu<strong>en</strong>do (de más a m<strong>en</strong>os volum<strong>en</strong>) sugiere una disminución de <strong>en</strong>ergía.<br />

3. Los instrum<strong>en</strong>tos de vi<strong>en</strong>to-metal transmit<strong>en</strong> una s<strong>en</strong>sación de frialdad y dureza,<br />

mi<strong>en</strong>tras que <strong>los</strong> instrum<strong>en</strong>tos de l<strong>en</strong>güeta expresan soledad y melancolía.<br />

99


Diversos trabajos han comprobado empíricam<strong>en</strong>te la veracidad de estas<br />

afirmaciones. Estas investigaciones se pued<strong>en</strong> clasificar <strong>en</strong> categorías g<strong>en</strong>erales según el<br />

elem<strong>en</strong>to de la taxonomía musical que estudian: el ritmo, la dinámica, la altura, y la<br />

textura.<br />

Ritmo<br />

Todas las investigaciones que estudian el tempo musical llegan a la misma<br />

conclusión: la música más rápida se considera más feliz y agradable que la música más<br />

l<strong>en</strong>ta, ceteris paribus. 117 Específicam<strong>en</strong>te, Hevner observó que <strong>los</strong> tempi l<strong>en</strong>tos ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a<br />

evocar adjetivos más tranqui<strong>los</strong>, s<strong>en</strong>tim<strong>en</strong>tales, o solemnes; <strong>los</strong> tempi veloces evocan<br />

respuestas relacionadas con s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos de estimulacion y alegría. 118 Aunque estos<br />

estudios sugier<strong>en</strong> una relación directa <strong>en</strong>tre emoción y “velocidad” musical, exist<strong>en</strong><br />

razones para creer que la relación no es simplem<strong>en</strong>te lineal. Se ha argum<strong>en</strong>tado que sería<br />

de suponer una función de prefer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> forma de U invertida, con un rango preferido<br />

<strong>en</strong>tre 70 y 110 pulsaciones por minuto (PPM). 119 Además, este rango de prefer<strong>en</strong>cia<br />

117 Ralph H. Gundlach, “Factors Determining the Characterization of Musical Phrases,”<br />

The American Journal of Psychology 47, no. 4 (October 1935): 624-643; M. G. Rigg,<br />

“Speed as a determiner of musical mood.,” Journal of Experim<strong>en</strong>tal Psychology 27,<br />

no. 5 (1940): 566–571; Klaus R. Scherer and James S. Oshinsky, “Cue utilization in<br />

emotion attribution from auditory stimuli,” Motivation and Emotion 1, no. 4<br />

(December 1, 1977): 331-346; K. Swanwick, “Musical Cognition and Aesthetic<br />

Response,” Psychology of Music 1, no. 2 (6, 1973): 7-13.<br />

118 Hevner, “Experim<strong>en</strong>tal studies of the elem<strong>en</strong>ts of expression in music.”<br />

119 W. Jay Dowling and Dane L. Harwood, Music cognition (Academic Press, 1986); Paul<br />

Fraisse, “Rhythm and Tempo,” in The Psychology of Music, ed. Diana Deutsch (New<br />

York: Academic Press, 1982), 149-80; Morris B. Holbrook and Punam Anand,<br />

“Effects of Tempo and Situational Arousal on the List<strong>en</strong>er's Perceptual and Affective<br />

Responses to Music,” Psychology of Music 18, no. 2 (October 1, 1990): 150-162.<br />

100


probablem<strong>en</strong>te varíe <strong>en</strong> función del contexto. 120<br />

La utilización de <strong>los</strong> distintos ritmos ha sido examinado <strong>en</strong> otros estudios donde<br />

se afirma que <strong>los</strong> ritmos “firmes” se percib<strong>en</strong> como más serios, sagrados, y/o solidos; <strong>los</strong><br />

ritmos “fluidos” se percib<strong>en</strong> como más felices, risueños, y/o soñadores. 121 Gundlach<br />

anotó que <strong>los</strong> ritmos parejos se caracterizan por ser más brillantes y animados mi<strong>en</strong>tras<br />

que la música con ritmos desiguales se perciba como digna y exaltada 122 . Otro aspecto<br />

rítmico –la articulación– fue com<strong>en</strong>tado por Weding, 123 las variaciones <strong>en</strong> el nivel de<br />

“actividad” de una pieza están determinadas por la articulación. Específicam<strong>en</strong>te, la<br />

música con notas separadas (staccato) da la impresión de ser más viva, <strong>en</strong>ergética, y/o<br />

agitada, sobre todo si se interpreta con una gran int<strong>en</strong>sidad (un volum<strong>en</strong> elevado). De<br />

manera opuesta, la música con notas ligadas (sobre todo <strong>en</strong> interpretaciones con<br />

int<strong>en</strong>sidades más suaves) se percibe como más tranquila, dulce, o soñadora.<br />

Altura<br />

En lo que respecta a la altura de las notas, sus efectos han sido investigados por<br />

120 Dowling and Harwood, Music cognition.<br />

121 Hevner, “Experim<strong>en</strong>tal studies of the elem<strong>en</strong>ts of expression in music.”<br />

122 Otros trabajos que estudian el ritmo utilizan etiquetas descriptivas demasiado<br />

heterog<strong>en</strong>eas para poder ser comparadas <strong>en</strong>tre el<strong>los</strong>. Para consultar otros estudios<br />

sobre el efecto emocional del ritmo musical, vease:<br />

Alf Gabrielsson, “Adjective ratings and dim<strong>en</strong>sion analyses of auditory rhythm<br />

patterns,” Scandinavian Journal of Psychology 14, no. 1 (1973): 244-260; Scherer and<br />

Oshinsky, “Cue utilization in emotion attribution from auditory stimuli”; Karl Brantley<br />

Watson, The Nature and Measurem<strong>en</strong>t of Musical Meanings (Evanston, Ill: The<br />

American psychological association, inc, 1942).<br />

123 Lage Wedin, “A Multidim<strong>en</strong>sional Study of Perceptual-Emotional Qualities in Music”<br />

13, no. 1 (1972): 241-257.<br />

101


Grundlach, Hevner, Rigg, y Watson. 124 Sus conclusiones son relativam<strong>en</strong>te homogéneas<br />

y sugier<strong>en</strong> una fuerte asociación <strong>en</strong>tre la altura y la felicidad percibida: la música más<br />

aguda es más excitante o feliz que la música más grave. Por otro lado se han realizado al<br />

m<strong>en</strong>os dos estudios que pon<strong>en</strong> a prueba la idea preconcebida <strong>en</strong>tre <strong>los</strong> músicos<br />

occid<strong>en</strong>tales de que la música <strong>en</strong> modo mayor transmite <strong>en</strong>ergía y emociones positivas<br />

mi<strong>en</strong>tras que el modo m<strong>en</strong>or transmite lo opuesto. Los resultados defi<strong>en</strong>d<strong>en</strong> la sabiduría<br />

conv<strong>en</strong>cional: <strong>en</strong> <strong>los</strong> experim<strong>en</strong>tos el modo m<strong>en</strong>or se percibió como ap<strong>en</strong>ado, <strong>en</strong>fadado, o<br />

misterioso <strong>en</strong> contraste con el modo mayor que se percibió como feliz, brillante, y<br />

juguetón. 125<br />

El cont<strong>en</strong>ido expresivo de la armonía también ha sido estudiado por Hevner,<br />

Watson, y Wedin. 126 Por lo g<strong>en</strong>eral, las armonías consonantes se describ<strong>en</strong> como<br />

juguetonas, felices, o ser<strong>en</strong>as. Las armonías disonantes se percib<strong>en</strong> como mas agitadas,<br />

siniestras, o tristes.<br />

Otras dos características relacionadas con la altura de las notas son la dirección de<br />

la melodía y la tesitura. Hevner <strong>en</strong>contró una t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a id<strong>en</strong>tificar las líneas melódicas<br />

124 Watson, The Nature and Measurem<strong>en</strong>t of Musical Meanings; M. G. Rigg, “The Effect<br />

of Register and Tonality upon Musical Mood,” Journal of Musicology 2, no. 2 (1940):<br />

49-61; Gundlach, “Factors Determining the Characterization of Musical Phrases”;<br />

Kate Hevner, “The Affective Value of Pitch and Tempo in Music,” The American<br />

Journal of Psychology 49, no. 4 (October 1937): 621-30.<br />

125 Kate Hevner, “The Affective Character of the Major and Minor Modes in Music,” The<br />

American Journal of Psychology 47, no. 1 (January 1, 1935): 103-118; Scherer and<br />

Oshinsky, “Cue utilization in emotion attribution from auditory stimuli.”<br />

126 Kate Hevner, “Experim<strong>en</strong>tal Studies of the Elem<strong>en</strong>ts of Expression in Music,” The<br />

American Journal of Psychology 48, no. 2 (April 1, 1936): 246-268; Karl Brantley<br />

Watson, The Nature and Measurem<strong>en</strong>t of Musical Meanings, vol. 54, Psychological<br />

Monographs (Evanston, IL.: American Psychological Association, 1942); Wedin, “A<br />

Multidim<strong>en</strong>sional Study of Perceptual-Emotional Qualities in Music.”<br />

102


asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>tes como más majestuosas o solemnes, mi<strong>en</strong>tras que las desc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes serían<br />

más excitantes o ser<strong>en</strong>as. Los resultados <strong>en</strong> cuanto a la tesitura indican que las<br />

composiciones con un mayor registro (donde la difer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre las notas más agudas y<br />

las más graves es de más de una octava) pued<strong>en</strong> ser percibidas como más brillantes que<br />

aquellas que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> m<strong>en</strong>os de una octava, las cuales se percib<strong>en</strong> como más ap<strong>en</strong>adas. 127<br />

Textura<br />

La textura musical ha sido m<strong>en</strong>os investigada que las características relativas a la<br />

altura y a la dinámica. Sin embargo, un estudio preliminar <strong>en</strong>focado a la instrum<strong>en</strong>tación<br />

mostró que las canciones <strong>en</strong> <strong>los</strong> que <strong>los</strong> instrum<strong>en</strong>tos de vi<strong>en</strong>to-metal tocaban la melodía<br />

se describieron como más triunfantes y/o grotescos; el vi<strong>en</strong>to-madera expresó<br />

s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos de torpeza y melancolía; las melodías <strong>en</strong> el piano se percibían como más<br />

brillantes o tranquilas; y <strong>los</strong> sonidos de instrum<strong>en</strong>tos de cuerda se asociaron con<br />

s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos de felicidad. 128 El volum<strong>en</strong> es el único otro elem<strong>en</strong>to de la textura que ha<br />

sido examinado. Gundlach resaltó que las piezas con más volum<strong>en</strong> de su estudio fueron<br />

descritas como triunfantes y/o animadas, mi<strong>en</strong>tras que las más suaves fueron juzgadas<br />

como delicadas y/o tranquilas. Watson también estudió el volum<strong>en</strong>, descubri<strong>en</strong>do que las<br />

canciones caracterizadas como muy excitantes o muy felices eran las de mayor volum<strong>en</strong><br />

mi<strong>en</strong>tras que las descritas como calmadas o serias t<strong>en</strong>ían el volum<strong>en</strong> más bajo. 129<br />

A modo de síntesis, Bruner ofrece una tabla con <strong>los</strong> efectos de ciertos elem<strong>en</strong>tos<br />

127 Ralph H. Gundlach, “A Quantitative Analysis of Indian Music,” The American<br />

Journal of Psychology 44, no. 1 (January 1, 1932): 133-145.<br />

128 Ibid.<br />

129 Watson, The Nature and Measurem<strong>en</strong>t of Musical Meanings, vol. 54.<br />

103


musicales sobre el carácter emocional de la música (véase la Tabla 3.2). 130<br />

130 G. C. Bruner, “Music, mood, and marketing,” The Journal of Marketing 54, no. 4<br />

(1990): 94–104.<br />

104


Elem<strong>en</strong>to<br />

Musical<br />

Tabla 3.2: Características <strong>Musicales</strong> que Produc<strong>en</strong> Distintas Emociones 131<br />

Emoción<br />

Serio Triste S<strong>en</strong>tim<strong>en</strong>tal Ser<strong>en</strong>o/a Risueño Feliz Excitante Majestuoso Aterrador<br />

Modo Mayor M<strong>en</strong>or M<strong>en</strong>or Mayor Mayor Mayor Mayor Mayor M<strong>en</strong>or<br />

Tempo L<strong>en</strong>to L<strong>en</strong>to L<strong>en</strong>to L<strong>en</strong>to Rápido Rápido Rápido Medio L<strong>en</strong>to<br />

Tesitura Grave Grave Media Media Aguda Aguda Media Media L<strong>en</strong>ta<br />

Ritmo Firme Firme Fluido Fluido Fluido Fluido Desigual Fluido Desigual<br />

Armonía Consonante Disonante Consonante Consonante Consonante Consonante Disonante Disonante Disonante<br />

Volum<strong>en</strong> Medio Suave Suave Suave Medio Medio Fuerte Fuerte Variado<br />

131 Ibid.<br />

105


3.6.4. Mode<strong>los</strong> de Emociones <strong>Musicales</strong><br />

A mediados del siglo XX, investigadores y p<strong>en</strong>sadores como Kate Hevner, Melvin<br />

Rigg, y Karl Watson com<strong>en</strong>zaron a realizar avances <strong>en</strong> el descubrimi<strong>en</strong>to de <strong>los</strong> víncu<strong>los</strong><br />

<strong>en</strong>tre características musicales concretos, como el modo, la armonía, el tempo, el ritmo, y<br />

las dinámicas, con las emociones y <strong>los</strong> estados de ánimo. Los estudios de Hevner se<br />

c<strong>en</strong>tran <strong>en</strong> el valor afectivo de seis rasgos musicales y <strong>en</strong> cómo se relacionan con las<br />

emociones. 132 El resultado de sus estudios se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra resumido <strong>en</strong> la tabla 3.3. Los seis<br />

elem<strong>en</strong>tos musicales objeto de estudio son el modo, el tempo, la altura (el registro), el<br />

ritmo, la armonía, y la melodía. Estos rasgos se id<strong>en</strong>tifican con un punto concreto del<br />

modelo circular de las emociones con ocho categorías emocionales difer<strong>en</strong>tes (figura<br />

2.3). Las emociones características de las ocho categorías son solemne, triste, sonador,<br />

ser<strong>en</strong>o, apacible, feliz, excitante, y vigoroso. Cada categoría conti<strong>en</strong>e <strong>en</strong>tre seis y once<br />

emociones similares para llegar a un total de ses<strong>en</strong>ta y siete adjetivos. Este modelo es<br />

muy cercano al de Russell, 133 y sirve por tanto para confirmar la validez del modelo<br />

circunflejo de las emociones.<br />

132 Hevner, “Experim<strong>en</strong>tal studies of the elem<strong>en</strong>ts of expression in music”; Kate Hevner,<br />

“Expression in Music: A Discussion of Experim<strong>en</strong>tal Studies and Theories,”<br />

Psychological Review 42, no. 2 (March 1935): 186-204; Kate Hevner, “The Affective<br />

Character of the Major and Minor Modes in Music,” The American Journal of<br />

Psychology 47, no. 1 (1935): 103-18; Hevner, “The Affective Value of Pitch and<br />

Tempo in Music.”<br />

133 Russell, “A Circumplex Model of Affect.”<br />

106


Figura 3.12: Aplicación Multidim<strong>en</strong>sional del Modelo Circunflejo de las Emociones de<br />

Russell 134<br />

134 Ibid., 1168.<br />

107


Los experim<strong>en</strong>tos de Rigg incluyeron cuatro categorías emocionales: lam<strong>en</strong>to,<br />

alegría, añoranza, y amor. A cada categoría se le asignaron difer<strong>en</strong>tes rasgos musicales.<br />

Por ejemplo, la alegría ti<strong>en</strong>e un ritmo yámbico, tempo rápido, registro agudo, modo<br />

mayor, armonía simple, y dinámicas elevadas. 135<br />

Los estudios de Watson difier<strong>en</strong> de <strong>los</strong> de Hevner y Rigg porque utiliza quince<br />

grupos de adjetivos además de <strong>los</strong> rasgos musicales de altura (alto-bajo), volum<strong>en</strong><br />

(suave-fuerte), tempo (l<strong>en</strong>to-rápido), sonido (bonito-feo), dinámica (constante-variable),<br />

y ritmo (regular-irregular). Sus investigaciones muestran varias relaciones importantes<br />

<strong>en</strong>tre estos rasgos musicales y la emoción percibida del extracto musical. 136 La<br />

contribución de Watson ha sido la de proporcionar a <strong>los</strong> investigadores <strong>en</strong> emoción<br />

musical con un cuerpo de datos importante que se puede utilizar para comprobar <strong>los</strong><br />

resultados de otros experim<strong>en</strong>tos.<br />

A partir de estos estudios paradigmáticos, el campo de la música y la emoción se<br />

ha convertido <strong>en</strong> una comunidad activa donde <strong>los</strong> investigadores más destacados son Paul<br />

R. Farnsworth, Leonard B. Meyer, Patrik N. Juslin, John A. Sloboda, Emery Schubert,<br />

Alf Gabrielsson, Erik Lindström, y David Huron, <strong>en</strong>tre otros. El trabajo de estos<br />

académicos abarca desde el análisis de breves fragm<strong>en</strong>tos musicales hasta la medición<br />

continua de la emoción y su evolución a través de toda una pieza musical. Tanto<br />

135 M. G. Rigg, “The Mood Effects of Music: A Comparison of Data From Four<br />

Investigators.,” Journal of Psychology 58 (1964): 427-38; M. G. Rigg, “What Features<br />

of a Musical Phrase Have Emotional Suggestiv<strong>en</strong>ess?,” Bulletin of the Oklahoma<br />

Agricultural and Mechanical College 36 (1939).<br />

136 Watson, The Nature and Measurem<strong>en</strong>t of Musical Meanings, vol. 54.<br />

108


Farnsworth, 137 como Schubert 138 han modificado el modelo original de Hevner. En estas<br />

modificaciones <strong>los</strong> grupos de adjetivos de Hevner son evaluados y reorganizados para<br />

formar grupos de adjetivos más precisos. Farnsworth modifico <strong>los</strong> ocho grupos de<br />

adjetivos de Hevner para formar una nueva categorización de nueve grupos. Esta<br />

modificación reforzó la relación <strong>en</strong>tre <strong>los</strong> adjetivos d<strong>en</strong>tro de cada grupo y debilito el<br />

aspecto circular del modelo. 139 El trabajo de Schubert elabora la revisión de Farnsworth,<br />

incluy<strong>en</strong>do un espacio emocional bi-dim<strong>en</strong>sional 140 con la val<strong>en</strong>cia (feliz-triste) <strong>en</strong> el eje<br />

de las X y la activación (excitado-dormido) <strong>en</strong> el eje de las Y. Mediante una elaboración<br />

de las conclusiones de Farnsworth, <strong>los</strong> primeros ocho grupos de Hevner se reasignan a<br />

nueve nuevas categorías (de la A a la I) utilizando un subconjunto más preciso con 46 de<br />

<strong>los</strong> 67 adjetivos originales. Schubert también añadió varios adjetivos del modelo<br />

circunflejo de las emociones de Russell 141 y del diccionario de <strong>los</strong> afectos de Whissell. 142<br />

Finalm<strong>en</strong>te estos adjetivos emocionales se asignaron a un punto del espacio emocional<br />

bidim<strong>en</strong>sional según su posición geométrica con respecto a <strong>los</strong> dos ejes (val<strong>en</strong>cia y<br />

137 P. R. Farnsworth, “A Study of the Hevner Adjective List,” The Journal of Aesthetics<br />

and Art Criticism 13, no. 1 (1954): 97-103; P. R. Farnsworth, The Social Psychology<br />

of Music, 2nd ed. (Ames, Iowa: Iowa State University Press, 1969).<br />

138 Emery Schubert, “Update of the Hevner Adjective Checklist,” Perceptual and Motor<br />

Skills 96 (2003): 1117-22.<br />

139 Ibid.<br />

140 2DES: Two-dim<strong>en</strong>sional emotion space.<br />

141 Russell, “A Circumplex Model of Affect.”<br />

142 C. M. Whissell, “The Dictionary of Affect in Language,” in Emotion: Theory,<br />

Research, and Experi<strong>en</strong>ce, vol. 4 (New York: Academic Press, 1989), 113-31.<br />

109


activación). 143 El modelo de Emery Schubert introduce una importante novedad al<br />

utilizar una metodología de medición continua que permite medir las variaciones<br />

emocionales durante el desarrollo de la pieza. Después de medir las respuestas de un<br />

grupo de sujetos utilizó el análisis de series temporales para crear un modelo de emoción<br />

musical <strong>en</strong> función de parámetros acústicos. También ha desarrollado una repres<strong>en</strong>tación<br />

visual de las emociones, utilizando las cuatro expresiones emocionales arquetípicas.<br />

3.6.5. Clasificación Automática de las Canciones<br />

El reci<strong>en</strong>te increm<strong>en</strong>to del tamaño de las colecciones musicales de las personas –<br />

fruto de su digitalización– ha creado la necesidad de idear métodos automáticos para su<br />

clasificación. Exist<strong>en</strong> actualm<strong>en</strong>te dos c<strong>en</strong>tros universitarios con laboratorios<br />

especializados <strong>en</strong> la investigación de métodos informáticos para ord<strong>en</strong>ar y clasificar<br />

colecciones musicales. Uno de el<strong>los</strong> es el Grupo de Investigación <strong>en</strong> Tecnología Musical<br />

de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. 144 El otro es el Music, Mind, and<br />

Machine Group, que pert<strong>en</strong>ece al Media Lab del Massachusetts Institute of Technology.<br />

D<strong>en</strong>tro de este último grupo de investigación, el trabajo de Ow<strong>en</strong> Meyers realiza<br />

una síntesis valiosa del estado de conocimi<strong>en</strong>to de esta disciplina. El autor también vierte<br />

luz sobre el tratami<strong>en</strong>to de la emoción musical, y su utilidad para clasificar grandes<br />

colecciones de canciones. 145<br />

143 Schubert, “Update of the Hevner Adjective Checklist.”<br />

144 “Music Technology Group,” n.d., http://mtg.upf.edu/.<br />

145 Ow<strong>en</strong> Craigie Meyers, “A Mood-Based Music Classification and Exploration System”<br />

(Massachusetts Institute of Technology, 2007).<br />

110


La clasificación musical según su emoción es una verti<strong>en</strong>te <strong>en</strong> crecimi<strong>en</strong>to d<strong>en</strong>tro<br />

del campo de la Extracción de Información Musical. 146 Los métodos utilizados van desde<br />

la extracción de rasgos acústicos (por medios informáticos), hasta el análisis textual de<br />

las emociones cont<strong>en</strong>idas <strong>en</strong> las letras de las canciones. Esto permite asignar cada<br />

canción a una categoría emocional. El numero y tipo de categorías emocionales se<br />

defin<strong>en</strong> <strong>en</strong> base a un modelo psicológico escogido de antemano, y forman el llamado<br />

“espacio emocional.”<br />

La razón de ser de estos sistemas está <strong>en</strong> la dificultad de elegir las canciones a<br />

escuchar (o <strong>en</strong> el argot de la disciplina, de g<strong>en</strong>erar playlists) cuando se posee una<br />

discoteca digital <strong>en</strong> constante crecimi<strong>en</strong>to. Esto hace que sea cada vez más difícil<br />

recordar las canciones que se ti<strong>en</strong><strong>en</strong> y <strong>en</strong> consecu<strong>en</strong>cia, elegir idóneam<strong>en</strong>te la lista de<br />

canciones a reproducir. La creación de métodos automatizados de clasificación de<br />

canciones <strong>en</strong> base a las emociones permitiría al musicófilo g<strong>en</strong>erar una lista de canciones<br />

que se adaptase a su estado de humor, aunque Ow<strong>en</strong> no com<strong>en</strong>ta porque esto sería<br />

deseable, dando por hecho que existe una demanda para este servicio.<br />

Naturalm<strong>en</strong>te la psicología de la música constituye la base de todo sistema de<br />

recom<strong>en</strong>dación de canciones. El primer paso para clasificar la música por emoción es<br />

compr<strong>en</strong>der como las emociones y la música se repres<strong>en</strong>tan <strong>en</strong> el cerebro. Durante el<br />

siglo XX se han realizado multitud de estudios psicológicos sobre la relación de la<br />

música y las emociones. Estos estudios han g<strong>en</strong>erado difer<strong>en</strong>tes repres<strong>en</strong>taciones e<br />

interpretación de las emociones y su relación con la música. Ow<strong>en</strong> evaluó <strong>los</strong> difer<strong>en</strong>tes<br />

mode<strong>los</strong> psicológicos de emoción musical con la int<strong>en</strong>ción de elegir el modelo idóneo <strong>en</strong><br />

146 Conocido como MIR (Music Information Retrieval).<br />

111


el que basar un sistema de recom<strong>en</strong>dación de canciones basado <strong>en</strong> el estado de ánimo.<br />

Otra verti<strong>en</strong>te del trabajo de Ow<strong>en</strong> que es de relevancia para el estudio de la<br />

música pop <strong>en</strong> grupos sociales es el análisis de la relación <strong>en</strong>tre las emociones producidas<br />

y <strong>los</strong> parámetros musicales. El autor revisa la literatura e integra las últimas herrami<strong>en</strong>tas<br />

de análisis de audio y texto para extraer <strong>los</strong> rasgos más relevantes de una pieza musical.<br />

Estos rasgos se utilizan para asignar una emoción utilizando <strong>los</strong> datos de <strong>los</strong> estudios<br />

psicológicos.<br />

112


Tabla 3.3: Relación de Parámetros <strong>Musicales</strong> y Estados Emocionales según Hevner 147<br />

Elem<strong>en</strong>to<br />

Musical<br />

Digno /<br />

Solemne<br />

Triste /<br />

Pesado<br />

Soñador /<br />

S<strong>en</strong>tim<strong>en</strong>tal<br />

Ser<strong>en</strong>o /<br />

Suave<br />

Modo Mayor 4 M<strong>en</strong>or 20 M<strong>en</strong>or 12 Mayor 3<br />

Tempo L<strong>en</strong>to 14 L<strong>en</strong>to 12 L<strong>en</strong>to 16 L<strong>en</strong>to 20<br />

Registro Grave 10 Grave 19 Agudo 6 Agudo 8<br />

Ritmo Estable 18 Estable 3 Fluido 9 Fluido 2<br />

Armonía Simple 3 Compleja 7 Simple 4 Simple 10<br />

Melodía Asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te 4 - - Asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te 3<br />

Con gracia /<br />

Chispeante<br />

Feliz /<br />

Brillante<br />

Excitante /<br />

Emocionante<br />

Vigoroso /<br />

Majestuoso<br />

Modo Mayor 21 Mayor 24 - -<br />

Tempo Rápido 6 Rápido 20 Rápido 21 Rápido 6<br />

Registro Agudo 16 Agudo 6 Grave 9 Grave 13<br />

Ritmo Fluido 8 Fluido 10 Estable 2 Estable 10<br />

Armonía Simple 12 Simple 16 Compleja 14 Compleja 8<br />

Melodía Desc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te 3 - Desc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te 7 Desc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te 8<br />

147 Hevner, “The Affective Value of Pitch and Tempo in Music,” 626.<br />

113


3.6.6. Neuropsicología <strong>en</strong> la Emoción Musical<br />

La neuropsicología permite observar directam<strong>en</strong>te como las experi<strong>en</strong>cias<br />

musicales emocionales hac<strong>en</strong> que se activ<strong>en</strong> determinadas zonas del cerebro.<br />

Baumgartner et al. Informan de que “<strong>los</strong> fragm<strong>en</strong>tos musicales pres<strong>en</strong>tados sin ningún<br />

tipo de estímulo visual provocaron fuertes respuestas emocionales activando zonas del<br />

cerebro relacionadas con la motivación, atracción/rechazo, o la excitación.” 148<br />

Krumhansl realizó experim<strong>en</strong>tos similares a <strong>los</strong> de Lo y Repin, midi<strong>en</strong>do varios<br />

indicadores psico-fisiológicos mi<strong>en</strong>tras <strong>los</strong> sujetos escuchaban música con distinto<br />

cont<strong>en</strong>ido emocional, que repres<strong>en</strong>taban tres emociones básicas: tristeza, miedo y<br />

felicidad. 149 Las piezas musicales “tristes” produjeron <strong>los</strong> cambios más grandes <strong>en</strong> ritmo<br />

cardíaco, presión sanguínea, conductancia electrodérmica y temperatura. Las piezas<br />

musicales de “miedo” produjeron <strong>los</strong> cambios más grandes <strong>en</strong> velocidad de tránsito de la<br />

sangre y amplitud. Las piezas musicales “felices” produjeron las difer<strong>en</strong>cias más grandes<br />

<strong>en</strong> <strong>los</strong> indicadores de respiración. Si bi<strong>en</strong> <strong>los</strong> efectos fisiológicos de las emociones<br />

musicales no fueron idénticos a <strong>los</strong> que están docum<strong>en</strong>tados para las emociones no-<br />

musicales, es indudable que las piezas musicales tuvieron un efecto emocional sobre <strong>los</strong><br />

sujetos.<br />

Por su parte Stefan Koelsch recopila estudios que demuestran la interv<strong>en</strong>ción de<br />

las estructuras límbicas y paralímbicas <strong>en</strong> el procesami<strong>en</strong>to de música con un carácter<br />

afectivo. También docum<strong>en</strong>ta cambios <strong>en</strong> la actividad electrodérmica ante sucesiones de<br />

148 T. Baumgartner et al., “The emotional power of music: how music <strong>en</strong>hances the<br />

feeling of affective pictures,” Brain research 1075, no. 1 (2006): 151–164.<br />

149 Krumhansl, “An exploratory study of musical emotions and psychophysiology..”<br />

114


acordes irregulares, y que estos cambios están relacionados con la corteza orbital<br />

frontolateral y la amígdala (es decir, las áreas relacionadas con el procesami<strong>en</strong>to de las<br />

emociones). En su estudio, toma una serie de piezas musicales consideradas como<br />

“agradables”, y las manipula electrónicam<strong>en</strong>te para que su<strong>en</strong><strong>en</strong> constantem<strong>en</strong>te<br />

disonantes, lo cual se considera “desagradable.” A continuación toma resonancias<br />

magnéticas de <strong>los</strong> sujetos mi<strong>en</strong>tras pasan de escuchar las piezas “agradables” a las<br />

“desagradables”, y viceversa. También añade una dim<strong>en</strong>sión temporal, al permitir que<br />

<strong>los</strong> sujetos escuch<strong>en</strong> toda la pieza, o bi<strong>en</strong> solo un fragm<strong>en</strong>to.<br />

115


Figura 3.13: Resultados Experim<strong>en</strong>tales de Koelsch 150<br />

150 Stefan Koelsch et al., “Investigating emotion with music: An fMRI study,” Human<br />

Brain Mapping 27, no. 3 (3, 2006): 239-250.<br />

En este gráfico observamos las partes del cerebro que se activan al pasar de piezas<br />

musicales “desagradables” a piezas musicales “agradables”. Arriba: En la zona A se<br />

muestran las zonas activadas al escuchar las piezas completas. En la zona B se<br />

muestran las zonas activadas al escuchar sólo un extracto.<br />

116


3.6.7. Factores Sociales del Consumo Musical<br />

Hasta ahora se ha mostrado como la literatura coincide <strong>en</strong> reconocer el vínculo<br />

<strong>en</strong>tre la música y las emociones. Aunque se han establecido algunos elem<strong>en</strong>tos<br />

estructurales que determinan la emoción musical (y <strong>en</strong>tre el<strong>los</strong> tempo es fundam<strong>en</strong>tal),<br />

este vínculo sin duda es complejo y sobre el incid<strong>en</strong> múltiples factores como el orig<strong>en</strong><br />

cultural, la experi<strong>en</strong>cia musical previa, las experi<strong>en</strong>cias concretas con una pieza musical,<br />

el uso de la música como símbolo de estatus o pert<strong>en</strong><strong>en</strong>cia a un grupo, <strong>en</strong>tre muchos<br />

otros. Por ello, es necesario abordar uno de <strong>los</strong> aspectos más relevantes de la emoción<br />

musical: la influ<strong>en</strong>cia de otras personas (<strong>los</strong> factores sociales) <strong>en</strong> nuestra relación con la<br />

música y <strong>en</strong> consecu<strong>en</strong>cia, con las emociones. En esta sección exploraré las<br />

investigaciones que examinan por qué elegimos una pieza musical <strong>en</strong> un determinado<br />

mom<strong>en</strong>to. También examinaré la exist<strong>en</strong>cia de un elem<strong>en</strong>to común <strong>en</strong> la emoción<br />

musical de todas las culturas del planeta.<br />

La investigación de la música desde una perspectiva sociológica y antropológica<br />

conlleva una visión utilitaria de la emoción musical. ¿Para qué sirve escuchar música?<br />

¿El gusto por la música y por las emociones que transmite han servido para aum<strong>en</strong>tar las<br />

posibilidades de superviv<strong>en</strong>cia del ser humano? En otras palabras ¿es un rasgo<br />

adaptativo?<br />

Una posible respuesta consiste <strong>en</strong> ver la música como un elem<strong>en</strong>to que permite a<br />

las personas actuar emotivam<strong>en</strong>te: modificar el <strong>en</strong>torno emocional, o definir qué tipo de<br />

emociones son apropiadas <strong>en</strong> un mom<strong>en</strong>to, o <strong>en</strong> un grupo social. En otras palabras, la<br />

música contribuye a la construcción social de la emoción. D<strong>en</strong>ora ofrece dos<br />

117


interpretaciones sociológicas clásicas de este problema, una por Adorno, y otra derivada<br />

de <strong>los</strong> estudios etnográficos de Paul Willis <strong>en</strong> <strong>los</strong> años set<strong>en</strong>ta. 151<br />

Adorno veía la música como algo pl<strong>en</strong>am<strong>en</strong>te unido a la formación de hábitos<br />

m<strong>en</strong>tales y la organización de estructuras sociales. En este s<strong>en</strong>tido la música de Arnold<br />

Scho<strong>en</strong>berg para Adorno podía desarrollar la conci<strong>en</strong>cia crítica porque su organización<br />

formal –su estructura– iba <strong>en</strong> contra de las conv<strong>en</strong>ciones y <strong>los</strong> lugares comunes <strong>en</strong><br />

música. De manera opuesta, <strong>en</strong> la época de la “administración total,” la música era<br />

también un medio para “<strong>en</strong>tr<strong>en</strong>ar al subconsci<strong>en</strong>te con reflejos condicionados.” 152 En la<br />

opinión de Adorno, el Jazz, la tradición del Tin Pan Alley, y casi todos <strong>los</strong> géneros de<br />

música popular, eran regresivos y formas de dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia infantil. El trabajo de Adorno<br />

fue fundam<strong>en</strong>talm<strong>en</strong>te teórico y de naturaleza abstracta, sin <strong>en</strong>trar <strong>en</strong> el campo del<br />

análisis empírico o la observación del consumo musical. Por ello su visión es<br />

ocasionalm<strong>en</strong>te prescriptiva (y peyorativa, sobre con respecto a la música popular) y<br />

difícil de comprobar.<br />

Otro elem<strong>en</strong>to “social” de la emoción musical es su utilización –con mayor o<br />

m<strong>en</strong>or conci<strong>en</strong>cia por parte de sus consumidores– como un recurso para construir la<br />

id<strong>en</strong>tidad propia y gestionar <strong>los</strong> propios estados de ánimo. En este s<strong>en</strong>tido varios autores<br />

coincid<strong>en</strong> con Adorno <strong>en</strong> id<strong>en</strong>tificar la capacidad de la música para expresar <strong>en</strong>tidades<br />

sociales, pero lo hac<strong>en</strong> desde un punto de vista empírico. Por ejemplo, <strong>en</strong> el caso de<br />

Willis y su investigación <strong>en</strong> la cultura de <strong>los</strong> bikeboys (moteros), el autor resalta la<br />

151 DeNora, “Aesthetic Ag<strong>en</strong>cy and Musical Practice: New Directions in the Sociology of<br />

Music and Emotion,” 165-76.<br />

152 Theodor W. Adorno, Introduction to the Sociology of Music, trans. E. B. Ashby (New<br />

York: Seabury, 1976), 76.<br />

118


prefer<strong>en</strong>cia por música con un tempo vivo y un ritmo marcado. Willis mostró como <strong>los</strong><br />

moteros establecían conexiones <strong>en</strong>tre la música y la vida social. Las prácticas y<br />

clasificaciones culturales de <strong>los</strong> moteros establecían paralelismos estructurales –<br />

homologías– <strong>en</strong>tre la música y el comportami<strong>en</strong>to social. Vista de esta manera, la<br />

música puede ser concebida como una especia de herrami<strong>en</strong>ta estética o un instrum<strong>en</strong>to<br />

de ord<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to social.<br />

Otro elem<strong>en</strong>to “social” de la emoción musical es su utilización –con mayor o<br />

m<strong>en</strong>or conci<strong>en</strong>cia por parte de sus consumidores– como un recurso para construir la<br />

id<strong>en</strong>tidad propia y gestionar <strong>los</strong> propios estados de ánimo. La construcción social de la<br />

emoción es un f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o estético reconocido y estudiado d<strong>en</strong>tro de la sociología, así<br />

como la observación de las nociones conv<strong>en</strong>cionales con respecto a las estructuras<br />

afectivas d<strong>en</strong>tro de determinados <strong>en</strong>tornos sociales. Un ejemplo de este estudio es la<br />

preocupación por quién ti<strong>en</strong>e “derecho” a s<strong>en</strong>tir qué emoción, dónde, cuándo, y cómo. El<br />

consumo de productos principalm<strong>en</strong>te estéticos se interpreta como un medio de auto-<br />

interpretación y auto-definición <strong>en</strong> un contexto social. 153<br />

Un paralelismo interesante para compr<strong>en</strong>der esta relación es el que compara el<br />

consumo musical con el consumo de estupefaci<strong>en</strong>tes. 154 Los autores describ<strong>en</strong> como <strong>los</strong><br />

sujetos se preparan física y m<strong>en</strong>talm<strong>en</strong>te para recibir el cont<strong>en</strong>ido emocional de la<br />

música, al igual que existe un proceso o ritual previo al consumo de estupefaci<strong>en</strong>tes. Es<br />

153 DeNora, “Aesthetic Ag<strong>en</strong>cy and Musical Practice: New Directions in the Sociology of<br />

Music and Emotion,” 167-8.<br />

154 Emilie Gomart and Antoine H<strong>en</strong>nion, “A Sociology of Attachm<strong>en</strong>t: Music Amateurs,<br />

Drug Users,” in Actor Network Theory and After, ed. J. Law and J. Hazzart (Oxford,<br />

UK: Blackwell, 1999), 220-47.<br />

119


decir, las personas que escuchan música a m<strong>en</strong>udo trabajan activam<strong>en</strong>te para aum<strong>en</strong>tar su<br />

receptividad emotiva, como si estuvieran int<strong>en</strong>tando sintonizar de manera precisa una<br />

señal de radio para recibirla con mayor claridad. Las personas <strong>en</strong>trevistadas <strong>en</strong> estos, y<br />

otros estudios coincid<strong>en</strong> <strong>en</strong> describir como utilizan la música para regular sus estados de<br />

ánimo y niveles de <strong>en</strong>ergía, para fom<strong>en</strong>tar y mant<strong>en</strong>er determinados estados afectivos y<br />

de activación (por ej. relajación, excitación), y para minimizar o modificar estados<br />

emocionales no deseados (por ej. estrés, fatiga).<br />

Estos trabajos muestran varias pautas de comportami<strong>en</strong>to común <strong>en</strong> la relación de<br />

las personas con la música (como mínimo, d<strong>en</strong>tro de la cultura occid<strong>en</strong>tal). Cuando<br />

grandes segm<strong>en</strong>tos de la población se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran <strong>en</strong> situaciones emocionales similares<br />

(factor que se ve reforzado por el contagio emocional), mostrarán estos comportami<strong>en</strong>tos<br />

de forma masiva. Además, el consumo musical “pasivo” (canciones que se escuchan de<br />

fondo <strong>en</strong> la televisión, <strong>en</strong> <strong>los</strong> restaurantes, o <strong>en</strong> la radio) reforzara este proceso mediante<br />

la retro-alim<strong>en</strong>tación, el contagio, la familiaridad, o la imitación. Por ejemplo, si un<br />

grupo de personas ti<strong>en</strong>e una s<strong>en</strong>sación optimista del futuro, o si percibe que el estado de<br />

ánimo social “correcto” es el optimismo, utilizaran la música para “sintonizar” e integrar<br />

su estado emocional con esta percepción.<br />

La música siempre se escucha <strong>en</strong> un contexto social, <strong>en</strong> un lugar y mom<strong>en</strong>to<br />

concretos, con o sin la pres<strong>en</strong>cia de otros individuos, y mi<strong>en</strong>tras ocurr<strong>en</strong> otras actividades<br />

que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> sus propias fu<strong>en</strong>tes complejas de significado y emoción. La respuesta<br />

emocional que t<strong>en</strong>emos sobre la música se ve teñida y a veces completam<strong>en</strong>te<br />

determinada por estos factores contextuales. P<strong>en</strong>sar <strong>en</strong> las emociones como <strong>en</strong>tes<br />

120


abstractos (“<strong>en</strong>fado” o “euforia”) no ti<strong>en</strong>e <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta que experim<strong>en</strong>tamos mom<strong>en</strong>tos de<br />

s<strong>en</strong>saciones emocionales y muestras de emoción <strong>en</strong> situaciones concretas d<strong>en</strong>tro de una<br />

cultura <strong>en</strong> particular. Aún más, la música es omnipres<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la vida contemporánea. Se<br />

<strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra pres<strong>en</strong>te <strong>en</strong> situaciones que por definición son rutinarias. Esto incluye las<br />

actividades más prosaicas como despertarse, comer, o lavar.<br />

El poder de la música durante la adolesc<strong>en</strong>cia es especialm<strong>en</strong>te importante como<br />

elem<strong>en</strong>to de la construcción de la personalidad. Exist<strong>en</strong> varios estudios que sugier<strong>en</strong> que<br />

<strong>los</strong> gustos musicales predic<strong>en</strong> muchas de las actividades y actitudes no musicales de <strong>los</strong><br />

adolesc<strong>en</strong>tes, como el gusto <strong>en</strong> ropa, <strong>en</strong>tret<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>to, uso de drogas, y grado de actividad<br />

sexual. 155 Debido a que <strong>los</strong> adolesc<strong>en</strong>tes no suel<strong>en</strong> t<strong>en</strong>er trabajo ni responsabilidades<br />

familiares, ti<strong>en</strong><strong>en</strong> más tiempo de ocio que muchos adultos (hasta un 50% de las horas de<br />

vigilia según Csiksz<strong>en</strong>tmihalyi y Larson 156 ). Una gran parte de este tiempo se ocupa con<br />

el consumo de <strong>los</strong> medios, principalm<strong>en</strong>te televisión y música. En un estudio que utilizó<br />

la técnica del muestreo de experi<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> las vidas cotidianas de un grupo de<br />

adolesc<strong>en</strong>tes, Lars<strong>en</strong> et al. <strong>en</strong>contraron que la escucha musical era un proceso con mayor<br />

involucrami<strong>en</strong>to personal que ver la televisión. 157<br />

En la búsqueda de elem<strong>en</strong>tos comunes <strong>en</strong> la emoción musical, tanto de persona a<br />

155 E. A. Hanak<strong>en</strong> and A. Wells, “Adolesc<strong>en</strong>t Music Marginals: Who Likes Metal, Jazz,<br />

Country and Classical?,” Popular Music and Society 14 (1990): 57-66; G. H. Lewis,<br />

“Taste Cultures and Musical Stereotypes: Mirrors of Id<strong>en</strong>tity?,” Popular Music and<br />

Society 19 (1995): 37-72.<br />

156 M. Csiksz<strong>en</strong>tmihalyi and R. Larson, Being Adolesc<strong>en</strong>t (New York: Basic Books,<br />

1984).<br />

157 R. Lars<strong>en</strong>, R. Kubey, and J. Colletti, “Changing Channels: Early Adolesc<strong>en</strong>t Media<br />

Choices and Shifting Investm<strong>en</strong>ts in Family and Fri<strong>en</strong>ds,” Journal of Youth and<br />

Adolesc<strong>en</strong>ce 18 (1989): 583-600.<br />

121


persona, como de cultura a cultura, la activación se erige como un factor fundam<strong>en</strong>tal <strong>en</strong><br />

la interpretación musical y <strong>en</strong> todos <strong>los</strong> estudios de música y emoción. 158 La activación<br />

<strong>en</strong> su s<strong>en</strong>tido más estrecho es el grado de estimulación del sistema nervioso autónomo<br />

(SNA). Un aum<strong>en</strong>to de la activación conlleva una aceleración del pulso sanguíneo,<br />

latidos más rápidos, la respiración se vuelve más superficial, la temperatura de la piel<br />

aum<strong>en</strong>ta, y las ondas cerebrales se vuelv<strong>en</strong> más irregulares. Algunos expertos <strong>en</strong> la<br />

neurofisiología de las emociones incluso afirman que el término “emoción” debía<br />

aplicarse exclusivam<strong>en</strong>te a la activación del SNA, mi<strong>en</strong>tras que el término “s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to”<br />

es el complejo cognitivo-cultural que sigue e interpreta la “emoción.” 159<br />

Indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te de la discusión que se realiza con respecto a las múltiples<br />

interpretaciones y categorías de emoción, esta distinción es una herrami<strong>en</strong>ta analítica útil.<br />

Al contrario de <strong>los</strong> s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos que están relacionados con <strong>los</strong> prejuicios y cre<strong>en</strong>cias que<br />

se apr<strong>en</strong>d<strong>en</strong> d<strong>en</strong>tro de un contexto cultural y dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong> de definiciones lingüísticas que a<br />

m<strong>en</strong>udo es imposible trasladar de una cultura a otra, la activación es una respuesta más<br />

claram<strong>en</strong>te universal ante la música. Así, la utilización del adjetivo “feliz” con respecto a<br />

una pieza musical se refiere a m<strong>en</strong>udo al nivel de activación. Nos s<strong>en</strong>timos mejor cuando<br />

estamos (musicalm<strong>en</strong>te) activos y excitados.<br />

Consideradas de manera global, estas investigaciones sugier<strong>en</strong> que la música<br />

cumple una función utilitaria al permitir a las personas que la escuchan expresar su<br />

158 Judith Becker, “Anthropological Perspectives on Music and Emotion,” in Music and<br />

Emotion: Theory and Research, Series in Affective Sci<strong>en</strong>ce (Oxford, UK: Oxford<br />

University Press, 2001), 144-5.<br />

159 A. R. Damasio, The Feeling of What Happ<strong>en</strong>s: body and Emotion in the Making of<br />

Consciousness (New York: Harcourt Brace & Co., 1999), 79.<br />

122


id<strong>en</strong>tidad social y ayudarlas a regular sus estados emocionales a través de sus elecciones<br />

musicales.<br />

123


4. ESTADOS DE ÁNIMO, CONSUMO CULTURAL, Y ECONOMÍA<br />

Se ha de t<strong>en</strong>er, <strong>en</strong> efecto, cuidado con el cambio e introducción de nuevas<br />

especies de música <strong>en</strong> el conv<strong>en</strong>cimi<strong>en</strong>to de que con ello todo se pone <strong>en</strong><br />

peligro; porque no se puede <strong>en</strong> absoluto alterar <strong>los</strong> modos musicales sin<br />

alterar las leyes fundam<strong>en</strong>tales de la ciudad [...] Ni lo produce... sino<br />

paulatinam<strong>en</strong>te, instalándose e instilándose suavem<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>los</strong> caracteres y<br />

las costumbres de <strong>los</strong> ciudadanos. 160<br />

4.1. Relación de la Música y las Decisiones de Compra<br />

Dada la escasez de estudios sobre la relación <strong>en</strong>tre <strong>los</strong> difer<strong>en</strong>tes objetos culturales<br />

(como las canciones musicales) y la coyuntura económica a nivel macro es necesario<br />

explorar campos relacionados que puedan proporcionar una mayor compr<strong>en</strong>sión de <strong>los</strong><br />

f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os implicados. Uno de dichos campos es el marketing, disciplina<br />

intrínsecam<strong>en</strong>te receptiva hacia el estudio psicológico del comportami<strong>en</strong>to económico.<br />

En efecto, <strong>en</strong> el campo del marketing <strong>en</strong>contramos multitud de artícu<strong>los</strong> que<br />

estudian diversos aspectos de la relación <strong>en</strong>tre las distintas tipologías de canciones<br />

musicales y comportami<strong>en</strong>tos de compra, ret<strong>en</strong>ción de marca, y tiempos de espera. El<br />

trabajo de consolidación de dichos estudios ha sido acometido principalm<strong>en</strong>te por Bruner,<br />

que recopila <strong>los</strong> estudios relativos a la influ<strong>en</strong>cia de la música sobre las personas desde la<br />

perspectiva del marketing. 161 Dicho autor afirma que muchos profesionales del marketing<br />

aceptan de facto esta relación, lo cual se hace evid<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la ext<strong>en</strong>dida utilización de la<br />

música <strong>en</strong> la v<strong>en</strong>ta minorista, la publicidad <strong>en</strong> televisión y <strong>en</strong> la radio.<br />

La música siempre se ha considerado como un método efici<strong>en</strong>te y eficaz para<br />

160 Platón, La República, trans. Antonio Gómez Robledo (México: UNAM, 2000), 230.<br />

161 Bruner, “Music, mood, and marketing.”<br />

124


provocar emociones y comunicarse de manera no-verbal. Por ello no debe resultar<br />

sorpr<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te que la música sea un compon<strong>en</strong>te fundam<strong>en</strong>tal del marketing dirigido al<br />

consumidor, tanto <strong>en</strong> el punto de compra como <strong>en</strong> la publicidad. Sin embargo, <strong>los</strong><br />

practicantes del marketing a m<strong>en</strong>udo no controlan ni compr<strong>en</strong>d<strong>en</strong> adecuadam<strong>en</strong>te el<br />

aspecto musical y dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong> de <strong>los</strong> músicos para elegir o componer la pieza “adecuada”<br />

para cada situación.<br />

La sabiduría conv<strong>en</strong>cional que dicta que la música puede afectar<br />

significativam<strong>en</strong>te la respuesta emocional ante <strong>los</strong> anuncios televisivos ha sido<br />

refr<strong>en</strong>dada por Wintle. 162 Concretam<strong>en</strong>te, <strong>los</strong> datos de este autor indican que <strong>los</strong> anuncios<br />

de televisión y la música compart<strong>en</strong> tres dim<strong>en</strong>siones de expresión subjetiva: el factor de<br />

actividad, el factor de agradabilidad, y el factor de pot<strong>en</strong>cia/relevancia personal. Cuando<br />

la música coincide <strong>en</strong> estas dim<strong>en</strong>siones con el anuncio, ti<strong>en</strong>e una función<br />

int<strong>en</strong>sificadora, mi<strong>en</strong>tras que a la inversa reduce dicha dim<strong>en</strong>sión. Simpkins y Smith<br />

estudiaron <strong>los</strong> efectos de la música de fondo sobre la evaluación de la fu<strong>en</strong>te del m<strong>en</strong>saje<br />

<strong>en</strong> <strong>los</strong> m<strong>en</strong>sajes publicitarios. 163 Sus datos apoyan la idea de que la compatibilidad de la<br />

música con las prefer<strong>en</strong>cias del público objetivo afecta significativam<strong>en</strong>te las<br />

evaluaciones sobre la fu<strong>en</strong>te del m<strong>en</strong>saje. Otro aspecto de la música de fondo ha sido<br />

estudiado por Park y Young. 164 Se c<strong>en</strong>traron <strong>en</strong> el efecto del nivel de participación<br />

162 Regie Rae Wintle, “Emotional Impact of Music on Television Commercials”<br />

(Unpublished doctoral dissertation, University of Nebraska, 1978).<br />

163 John D Simpkins and Jack A Smith, “Effects of Music on Source Evaluations,”<br />

Journal of Broadcasting 18 (1973): 361.<br />

164 C. Whan Park and S. Mark Young, “Consumer Response to Television Commercials:<br />

The Impact of Involvem<strong>en</strong>t and Background Music on Brand Attitude Formation,”<br />

Journal of Marketing Research 23, no. 1 (February 1, 1986): 11-24.<br />

125


(altam<strong>en</strong>te cognitiva, altam<strong>en</strong>te afectiva, o baja participación) y la música (pres<strong>en</strong>te o<br />

aus<strong>en</strong>te) sobre la formación de actitudes de marca. Sus resultados indicaron que la<br />

música facilita la formación de actitudes de marca <strong>en</strong> situaciones de baja participación<br />

pero es una distracción cuando las personas participan de forma altam<strong>en</strong>te cognitiva. El<br />

efecto sobre <strong>los</strong> que mostraron participación altam<strong>en</strong>te afectiva no estaba claro. Otro<br />

trabajo estudió el efecto de la música sobre el estado de ánimo y las int<strong>en</strong>ciones de<br />

compra. 165 Uno de sus hallazgos fue que la música feliz produce estados de ánimo<br />

felices; sin embargo, la música triste produjo int<strong>en</strong>ciones de compra más elevadas. Los<br />

autores concluyeron que la estructura y la expresividad de la música de fondo puede<br />

evocar distintos estados de animo e int<strong>en</strong>ciones de compra sobre <strong>los</strong> productos<br />

publicitados.<br />

Hollbrook y Anand investigaron la relación <strong>en</strong>tre el tempo y las emociones.<br />

Observaron que al increm<strong>en</strong>tar el tempo, la afectividad aum<strong>en</strong>tó hasta cierto punto a<br />

partir del cual se redujo, formando un función de prefer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> forma de U invertida. Al<br />

anticiparse que el nivel de excitación varía con el contexto, el estudio también examino el<br />

papel moderador de la excitación situacional sobre la prefer<strong>en</strong>cia de tempo musical.<br />

Aunque <strong>los</strong> resultados no se mostraron con total claridad, <strong>los</strong> autores concluyeron que la<br />

función de prefer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> forma de U invertida se desplaza hacia la derecha <strong>en</strong><br />

condiciones de mayor excitación. En otras palabras, cuando las personas están mas<br />

excitadas les gusta la música más rápida.<br />

Otros estudios utilizan el análisis de cont<strong>en</strong>idos aplicado a <strong>los</strong> anuncios. El<br />

165 Judy I. Alpert and Mark I. Alpert, “Background music as an influ<strong>en</strong>ce in consumer<br />

mood and advertising responses,” Advances in Consumer Research 16, no. 1 (1989):<br />

485-491.<br />

126


estudio más amplio de este tipo fue el realizado por Stewart y Furse, qui<strong>en</strong>es analizaron<br />

más de mil anuncios. 166 Estos autores demostraron que el factor musical “instrum<strong>en</strong>to de<br />

memoria auditiva” afectaba positivam<strong>en</strong>te sobre la compr<strong>en</strong>sión y la memoria. Además,<br />

esta asociación era más int<strong>en</strong>sa para productos nuevos que para productos establecidos.<br />

Un estudio mas detallado de <strong>los</strong> compon<strong>en</strong>tes musicales fue realizado por Stout y<br />

Leck<strong>en</strong>by. 167 En sus pruebas, el modo musical fue el elem<strong>en</strong>to con un mayor impacto<br />

sobre <strong>los</strong> resultados. En concreto, <strong>los</strong> sujetos apr<strong>en</strong>dieron más, mostraron mayores<br />

int<strong>en</strong>ciones de comportami<strong>en</strong>to, y realizaron mayores conexiones de índole personal con<br />

<strong>los</strong> anuncios que utilizaban <strong>los</strong> modos mayores o mixtos. Los anuncios con música <strong>en</strong><br />

modo m<strong>en</strong>or fueron calificados como más irritantes y recibieron por lo g<strong>en</strong>eral peores<br />

puntuaciones. Los tempi más rápidos se asociaron con com<strong>en</strong>tarios g<strong>en</strong>erales positivos,<br />

mi<strong>en</strong>tras que <strong>los</strong> anuncios con tempi moderados o l<strong>en</strong>tos mostraron respuestas m<strong>en</strong>os<br />

favorables.<br />

Si bi<strong>en</strong> <strong>los</strong> anteriores estudios se c<strong>en</strong>tran sobre la percepción del m<strong>en</strong>saje<br />

publicitario otros demuestran que produce cambios <strong>en</strong> el comportami<strong>en</strong>to de las personas,<br />

como el realizado por Smith y Curnow. 168 El estudio se realizó <strong>en</strong> dos supermercados<br />

donde la música era “fuerte” o “suave.” Los resultados indicaron que el nivel de<br />

166 David W. Stewart and David H. Furse, Effective Television Advertising: A Study of<br />

1000 Commercials (Lexington Books, 1986).<br />

167 P. A. Stout and J. D. Leck<strong>en</strong>by, “Let the music play: Music as a nonverbal elem<strong>en</strong>t in<br />

television commercials,” in Nonverbal Communication in Advertising (Lexington,<br />

MA: Lexington Books, 1988), 207-233.<br />

168 P. C. Smith and R. Curnow, “"Arousal hypothesis" and the effects of music on<br />

purchasing behavior,” The Journal of Applied Psychology 50, no. 3 (June 1966): 255-<br />

256.<br />

127


volum<strong>en</strong> estaba correlacionado negativam<strong>en</strong>te con el tiempo de compra pero no estaba<br />

asociado con las v<strong>en</strong>tas medias por personas o con la satisfacción con la música reportada<br />

por <strong>los</strong> consumidores. Sus conclusiones fueron que las v<strong>en</strong>tas por minuto eran<br />

significativam<strong>en</strong>te más elevadas <strong>en</strong> un ambi<strong>en</strong>te de música alta. Milliman realizo dos<br />

experim<strong>en</strong>tos <strong>en</strong> <strong>los</strong> que manipulo el tempo musical, uno <strong>en</strong> un supermercado y otro <strong>en</strong><br />

un restaurante. 169 El resultado de su primer estudio (1982) indico que el flujo d<strong>en</strong>tro de la<br />

ti<strong>en</strong>da era significativam<strong>en</strong>te más l<strong>en</strong>to cuando había música l<strong>en</strong>ta (72 PPM o m<strong>en</strong>os) que<br />

con música rápida (94 PPM o más). De manera parecida, el volum<strong>en</strong> de v<strong>en</strong>tas fue<br />

mayor con música l<strong>en</strong>ta que con música rápida. Los resultados de su segundo estudio<br />

(1986) indicaron que <strong>los</strong> consumidores del ambi<strong>en</strong>te con música l<strong>en</strong>ta tardaban más <strong>en</strong><br />

comer e irse que aquel<strong>los</strong> que estaban <strong>en</strong> un ambi<strong>en</strong>te con música rápida. De forma<br />

parecida, el tiempo de espera para obt<strong>en</strong>er una mesa fue significativam<strong>en</strong>te mas elevado<br />

con música l<strong>en</strong>ta. Las cu<strong>en</strong>tas <strong>en</strong> la barra de <strong>los</strong> consumidores <strong>en</strong> un ambi<strong>en</strong>te de música<br />

l<strong>en</strong>ta también resultaron ser mucho mayores. Posteriorm<strong>en</strong>te Yalch y Spang<strong>en</strong>berg<br />

realizaron estudios ampliando el trabajo de Milliman. 170 Compararon <strong>los</strong> efectos de<br />

música que no era de fondo (Top 40) con música de fondo (g<strong>en</strong>ero “easy list<strong>en</strong>ing”)<br />

controlando con un ambi<strong>en</strong>te sin música <strong>en</strong> un supermercado. Una de las pocas<br />

169 Ronald E. Milliman, “Using Background Music to Affect the Behavior of Supermarket<br />

Shoppers,” The Journal of Marketing 46, no. 3 (July 1, 1982): 86-91; Ronald E.<br />

Milliman, “The Influ<strong>en</strong>ce of Background Music on the Behavior of Restaurant<br />

Patrons,” The Journal of Consumer Research 13, no. 2 (1986): 286-289.<br />

170 Richard F. Yalch and Eric R. Spang<strong>en</strong>berg, “The Effects of Music in a Retail Setting<br />

on Real and Perceived Shopping Times,” Journal of Business Research 49, no. 2<br />

(August 2000): 139-147; Richard Yalch and Eric Spang<strong>en</strong>berg, “Effects of Store<br />

Music on Shopping Behavior,” Journal of Consumer Marketing 7, no. 2 (1990): 55-<br />

63.<br />

128


consecu<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> el comportami<strong>en</strong>to de <strong>los</strong> consumidores <strong>en</strong>tre las dos versiones de<br />

música fue que <strong>los</strong> consumidores más jóv<strong>en</strong>es (m<strong>en</strong>ores de 25) percibieron haber pasado<br />

mas tiempo comprando con la música de fondo, mi<strong>en</strong>tras que <strong>los</strong> compradores mas<br />

mayores percibieron haber pasado más tiempo comprando con la música del Top 40. A<br />

partir de estos resultados, <strong>los</strong> investigadores especularon que cuando <strong>los</strong> consumidores se<br />

<strong>en</strong>contraban con factores ambi<strong>en</strong>tales no conocidos (por ejemplo, música que no les era<br />

familiar), el tiempo daba la s<strong>en</strong>sación de pasar más l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te.<br />

Este cúmulo de saber ci<strong>en</strong>tífico permite afirmar, como mínimo, que:<br />

(i) las personas atribuy<strong>en</strong> cont<strong>en</strong>ido emocional a la música de manera no aleatoria,<br />

(ii) las personas experim<strong>en</strong>tan reacciones emocionales ante la música de manera<br />

no aleatoria, y<br />

(iii) la utilización de la música <strong>en</strong> situaciones relacionadas con el marketing<br />

provoca cambios <strong>en</strong> la conducta y las emociones de <strong>los</strong> consumidores.<br />

Algunos de estos estudios adolec<strong>en</strong> de car<strong>en</strong>cias que m<strong>en</strong>guan su utilidad practica.<br />

En primer lugar <strong>los</strong> términos musicales a m<strong>en</strong>udo no se defin<strong>en</strong> rigurosam<strong>en</strong>te, sino de<br />

una forma excesivam<strong>en</strong>te g<strong>en</strong>eral sin especificar (más que <strong>en</strong> la refer<strong>en</strong>cia a Milliman 171 ),<br />

por ejemplo, <strong>en</strong> que consiste un tempo “rápido” o una “armonía disonante.” Para poder<br />

realizar una comparación es imperativo definir claram<strong>en</strong>te las variables, de la misma<br />

manera que es absurdo comparar coches “grandes” con coches “pequeños” sin definir<br />

previam<strong>en</strong>te unos parámetros. Finalm<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> algunos de estos trabajos tampoco se<br />

aclara si la utilización de adjetivos para describir las emociones sigue algún modelo o<br />

171 Milliman, “Using Background Music to Affect the Behavior of Supermarket<br />

Shoppers.”<br />

129


tipología que describa las emociones humanas.<br />

Reci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te han surgido incluso más evid<strong>en</strong>cias de <strong>los</strong> importantes efectos de<br />

la música sobre las personas. 172 Drijver observa <strong>los</strong> nuevos desarrol<strong>los</strong> <strong>en</strong> las áreas de<br />

investigación musical y <strong>los</strong> relaciona con las pautas propuestas por Bruner dieciséis años<br />

antes. Para ello, repasa <strong>los</strong> veintiocho artícu<strong>los</strong> más repres<strong>en</strong>tativos de la unión de ambas<br />

disciplinas. Sus aportaciones consist<strong>en</strong> primordialm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> recoger <strong>los</strong> nuevos avances<br />

<strong>en</strong> <strong>los</strong> mode<strong>los</strong> utilizados para describir y categorizar las emociones, recopilar estudios<br />

reci<strong>en</strong>tes que confirman supuestos anteriorm<strong>en</strong>te planteados (por ej. tempo elevado iguala<br />

mayor excitación), e introducir nuevos conceptos (por ej. el efecto de la congru<strong>en</strong>cia del<br />

carácter musical con la ocasión de compra, el concepto de “indicialidad”).<br />

En relación con el estudio de <strong>los</strong> compon<strong>en</strong>tes básicos musicales, el tempo es el<br />

compon<strong>en</strong>te musical que ha recibido más at<strong>en</strong>ción por parte de <strong>los</strong> investigadores.<br />

Quizás esto se deba a que es un compon<strong>en</strong>te importante y fácil de controlar. Los últimos<br />

estudios revalidan las conclusiones anteriores: un aum<strong>en</strong>to del tempo equivale a un<br />

aum<strong>en</strong>to <strong>en</strong> el disfrute y la excitación de <strong>los</strong> sujetos. 173 En el estudio de Kellaris y K<strong>en</strong>t<br />

también se matiza que el tipo de música (música pop o música clásica) modera el efecto<br />

del tempo sobre el placer y la excitación. La música de tempo rápido increm<strong>en</strong>tó la<br />

excitación de <strong>los</strong> sujetos cuando escuchaban música pop, pero no cuando escuchaban<br />

música clásica. Por el contrario, al escuchar música clásica, un tempo más veloz provocó<br />

mayor placer que un tempo más l<strong>en</strong>to, lo cual no sucedió con las canciones de música<br />

172 J. Drijvers, “Music & Marketing” (BSC Thesis, Wag<strong>en</strong>ing<strong>en</strong> University, 2007).<br />

173 James J. Kellaris and Robert J. K<strong>en</strong>t, “The influ<strong>en</strong>ce of music on consumers' temporal<br />

perceptions: Does time fly wh<strong>en</strong> you're having fun?,” Journal of Consumer<br />

Psychology 1, no. 4 (1992): 365-376.<br />

130


pop. Estos resultados se han visto apoyados por otros estudios. 174 De forma g<strong>en</strong>eral, el<br />

tempo influyó sobre las respuestas emocionales de <strong>los</strong> sujetos; la música rápida produjo<br />

m<strong>en</strong>os respuestas negativas. El efecto del tempo musical sobre el tiempo y el dinero<br />

invertidos <strong>en</strong> un restaurante también han sido estudiados. 175 Se descubrió que <strong>los</strong> cli<strong>en</strong>tes<br />

pasan más tiempo y gastan más dinero cuando se reproduce música l<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> comparación<br />

con música más rápida. Sin embargo, no se <strong>en</strong>contró que el tempo tuviera un efecto<br />

significativo sobre la percepción de tiempo invertido y las evaluaciones individuales del<br />

restaurante. Además, <strong>los</strong> efectos combinados del tempo con la prefer<strong>en</strong>cia musical no<br />

fueron significativos. De forma similar, el efecto del tempo musical sobre la percepción<br />

del tiempo de espera también ha sido estudiado reci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te. 176 En una situación<br />

experim<strong>en</strong>tal, <strong>los</strong> sujetos <strong>en</strong> situaciones de espera reportaron la m<strong>en</strong>or percepción del<br />

tiempo de espera cuando escuchaban música rápida y el tiempo de espera real era breve<br />

(<strong>en</strong>tre 4 y 15 minutos). Para tiempos de espera reales prolongados (de 18 a 25 minutos)<br />

<strong>los</strong> resultados no fueron significativos. Este mismo estudio mostró un efecto<br />

significativo del tempo musical sobre las respuestas emocionales; la música l<strong>en</strong>ta reforzó<br />

las respuestas emocionales positivas <strong>en</strong> mayor grado que la música rápida, tanto para<br />

periodos de espera reales breves como prolongados. También se demostró que el tempo<br />

174 James J. Kellaris and Ronald C. Rice, “The influ<strong>en</strong>ce of tempo, loudness, and g<strong>en</strong>der<br />

of list<strong>en</strong>er on responses to music,” Psychology and Marketing 10, no. 1 (1, 1993): 15-<br />

29.<br />

175 Clare Caldwell and Sally A. Hibbert, “The influ<strong>en</strong>ce of music tempo and musical<br />

prefer<strong>en</strong>ce on restaurant patrons' behavior,” Psychology and Marketing 19, no. 11 (11,<br />

2002): 895-917.<br />

176 Steve Oakes, “Musical tempo and waiting perceptions,” Psychology and Marketing<br />

20, no. 8 (8, 2003): 685-705.<br />

131


afecta la capacidad de recordar m<strong>en</strong>sajes publicitarios <strong>en</strong> televisión. 177 La relación <strong>en</strong>tre<br />

tempo y capacidad de recordar ha sido descrita como una U invertida. Los estudios han<br />

revelado que la capacidad de recordar <strong>los</strong> m<strong>en</strong>sajes aum<strong>en</strong>ta según aum<strong>en</strong>ta el tempo<br />

desde 60 hasta 90 PPM, pero disminuye según al pasar de esa cifra hasta las 120 PPM.<br />

Sin embargo, la influ<strong>en</strong>cia del tempo y el timbre <strong>en</strong> las reacciones ante anuncios de radio<br />

fue ligeram<strong>en</strong>te difer<strong>en</strong>te. 178 Los investigadores descubrieron que la capacidad de<br />

recordar el cont<strong>en</strong>ido publicitario es una función negativa del tempo de la música de<br />

fondo; la música con tempo l<strong>en</strong>to facilita la ret<strong>en</strong>ción con respecto a la música de tempo<br />

rápido, pero no tanto como sin música.<br />

En tiempos reci<strong>en</strong>tes la influ<strong>en</strong>cia del modo musical <strong>en</strong> las consideraciones del<br />

marketing, aunque <strong>en</strong> m<strong>en</strong>or grado, también ha sido objeto de estudio. La mayor parte de<br />

<strong>los</strong> estudios distingu<strong>en</strong> <strong>en</strong>tre tres tipos de modos: mayor, m<strong>en</strong>or, y atonal. 179 Las tres<br />

modalidades mostraron t<strong>en</strong>er un efecto importante sobre las percepciones de duración de<br />

<strong>los</strong> oy<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> un intervalo temporal. 180 La música <strong>en</strong> modo mayor hizo que <strong>los</strong> sujetos<br />

percibieran que había pasado más tiempo, mi<strong>en</strong>tras que la música atonal provocó <strong>los</strong><br />

177 Minhi Hahn and Insuk Hwang, “Effects of tempo and familiarity of background music<br />

on message processing in TV advertising: A resource-matching perspective,”<br />

Psychology and Marketing 16, no. 8 (12, 1999): 659-675.<br />

178 Steve Oakes and Adrian C. North, “The impact of background musical tempo and<br />

timbre congruity upon ad cont<strong>en</strong>t recall and affective response,” Applied Cognitive<br />

Psychology 20, no. 4 (5, 2006): 505-520.<br />

179 Técnicam<strong>en</strong>te esta distinción no es del todo precisa, ni correcta. Exist<strong>en</strong> muchos más<br />

modos que el modo mayor y el modo m<strong>en</strong>or; y la música atonal organiza las notas<br />

según otros criterios difer<strong>en</strong>tes a la armonía tradicional (mayor/m<strong>en</strong>or).<br />

180 James J. Kellaris and Robert J. K<strong>en</strong>t, “The influ<strong>en</strong>ce of music on consumers' temporal<br />

perceptions: Does time fly wh<strong>en</strong> you're having fun?,” Journal of Consumer<br />

Psychology 1, no. 4 (1992): 365-376.<br />

132


m<strong>en</strong>ores tiempos percibidos. En otro estudio, <strong>los</strong> efectos de la modalidad sobre la<br />

respuesta emocional confirmaron estudios previos: la música <strong>en</strong> modo mayor evocó<br />

mayor s<strong>en</strong>sación de placer que la música <strong>en</strong> modo m<strong>en</strong>or o atonal, pero solo cuando <strong>los</strong><br />

sujetos escuchaban música clásica. El mismo efecto no se pudo demostrar cuando<br />

escuchaban música pop.<br />

D<strong>en</strong>tro de <strong>los</strong> elem<strong>en</strong>tos de la textura, el estudio del volum<strong>en</strong> de la música se<br />

<strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra repres<strong>en</strong>tado por un único trabajo. 181 En dicho estudio <strong>los</strong> autores demostraron<br />

que un aum<strong>en</strong>to <strong>en</strong> el volum<strong>en</strong> (de 60 a 90 dB) reduce significativam<strong>en</strong>te la valoración de<br />

rasgos de baja activación (“calmado,” “relajante,” “tranquilo,” “s<strong>en</strong>tim<strong>en</strong>tal”) y rasgos<br />

positivos (“agradable,” “bu<strong>en</strong>o,” “bonito”). Al mismo tiempo, el aum<strong>en</strong>to del volum<strong>en</strong><br />

también está relacionado con una mayor valoración de rasgos negativos (“irritante,”<br />

“triste,” “deprim<strong>en</strong>te”). Un aspecto a t<strong>en</strong>er <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> este tipo de trabajos es el riesgo<br />

de confundir el volum<strong>en</strong> medido <strong>en</strong> decibelios –un parámetro acústico– con la dinámica.<br />

En otras palabras, no es lo mismo un sonido con muchos decibelios que la s<strong>en</strong>sación de<br />

un sonido fuerte.<br />

Otro grupo de estudios interesantes investigaron la congru<strong>en</strong>cia de la música con<br />

la ocasión de compra. 182 Estos estudios comprobaron la hipótesis de que “cuando la<br />

emoción musical es congru<strong>en</strong>te con la emoción de la ocasión de compra, la int<strong>en</strong>ción de<br />

compra es mas que alta cuando las emociones no son consist<strong>en</strong>tes.” La emoción de la<br />

181 Kellaris and Rice, “The influ<strong>en</strong>ce of tempo, loudness, and g<strong>en</strong>der of list<strong>en</strong>er on<br />

responses to music.”<br />

182 Mark I. Alpert, Judy I. Alpert, and Elliot N. Maltz, “Purchase occasion influ<strong>en</strong>ce on<br />

the role of music in advertising,” Journal of Business Research 58, no. 3, Journal of<br />

Business Research (2005): 369-376.<br />

133


int<strong>en</strong>ción de compra se clasificó como “feliz” (comprar una tarjeta de felicitación para un<br />

cumpleaños) o “triste” (comprar una tarjeta para un amigo <strong>en</strong>fermo <strong>en</strong> el hospital). De<br />

acuerdo a como predijo la hipótesis, la int<strong>en</strong>ción de compra de las tarjetas para la ocasión<br />

“feliz” fue mas elevada con la música feliz que con la música triste, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> la<br />

ocasión “triste” la música triste provoco mayor int<strong>en</strong>ción de compra. El concepto de<br />

congru<strong>en</strong>cia musical se alza pues como fundam<strong>en</strong>tal a la hora de utilizar e interpretar la<br />

música desde el punto de vista del marketing.<br />

La capacidad de la música para expresar emociones es importante a la hora de<br />

crear emociones positivas sobre un comercio, un producto, o una marca. También<br />

pued<strong>en</strong> influir directam<strong>en</strong>te sobre el comportami<strong>en</strong>to <strong>en</strong> términos de int<strong>en</strong>ción de compra<br />

o incluso <strong>en</strong> términos del tiempo y el dinero gastados <strong>en</strong> una ti<strong>en</strong>da. Por su importancia<br />

<strong>en</strong> el marketing, las emociones provocadas por la música fueron investigadas <strong>en</strong> bastantes<br />

trabajos. Metodológicam<strong>en</strong>te, uno de <strong>los</strong> conceptos más frecu<strong>en</strong>tes es la utilización de la<br />

teoría circumpleja de las emociones. 183 Este modelo esta formado por dos ejes:<br />

agradable-desagradable y excitado-adormilado que forman cuatro cuadrantes <strong>en</strong> <strong>los</strong><br />

cuales se sitúan las difer<strong>en</strong>tes emociones (véase la figura 4.1).<br />

183 James A. Russell, Lawr<strong>en</strong>ce M. Ward, and Geraldine Pratt, “Affective Quality<br />

Attributed to Environm<strong>en</strong>ts,” Environm<strong>en</strong>t and Behavior 13, no. 3 (May 1, 1981): 259<br />

-288.<br />

134


Figura 4.1: Modelo circumplejo de emociones basado <strong>en</strong> Russell 184<br />

184 Damian A. Ritossa and Nikki S. Rickard, “The Relative Utility of ‘Pleasantness’ and<br />

‘Liking’ Dim<strong>en</strong>sions in Predicting the Emotions Expressed by Music,” Psychology of<br />

Music 32, no. 1 (January 1, 2004): 5 -22.<br />

135


185 Ibid.<br />

Figura 4.2: Modelo de las emociones de North y Hagreaves 185<br />

136


El modelo derivado de la teoría circumpleja de las emociones ha sido utilizado<br />

para investigar el efecto de <strong>los</strong> estímu<strong>los</strong> musicales sobre las respuestas emocionales. 186<br />

En el trabajo de North y Hargreaves r<strong>en</strong>ombraron <strong>los</strong> ejes de <strong>los</strong> anteriores mode<strong>los</strong><br />

(“baja excitación/alta excitación” y “disgusta-gusta”) para clasificar las emociones de 32<br />

fragm<strong>en</strong>tos musicales (figura 4.2). Los resultados mostraron que el nivel de excitación y<br />

de placer son medidas útiles para medir las emociones expresadas por <strong>los</strong> estímu<strong>los</strong><br />

musicales. Además, el análisis de factores indicó que existe una pauta g<strong>en</strong>eral <strong>en</strong>tre<br />

personas <strong>en</strong> las puntuaciones de gusto-disgusto y excitación. Por tanto, las puntuaciones<br />

medias de gusto-disgusto y excitación pued<strong>en</strong> ser utilizadas para clasificar <strong>los</strong> distintos<br />

trozos musicales <strong>en</strong> <strong>los</strong> cuadrantes del modelo circumplejo. Aún más, <strong>los</strong> autores<br />

<strong>en</strong>contraron una relación de U-invertida <strong>en</strong>tre las puntuaciones de excitación y placer.<br />

Este estudio fue ampliado <strong>en</strong> el año 2004 por Ritossa y Rickard. 187 Además de “gusto”<br />

(liking) y “excitación” (arousal), estudiaron la capacidad predictiva de las variables<br />

“placer” (pleasantness) y “familiaridad” (familiarity). Los resultados mostraron que las<br />

cuatro variables son bastante fiables para predecir las emociones expresadas<br />

musicalm<strong>en</strong>te. Investigaron si d<strong>en</strong>tro del modelo circumplejo de las emociones el<br />

“placer” (la variable original del modelo) era un indicador mejor para predecir las<br />

emociones que el “gusto.” En cierto modo, el cambio que realizaron North y Hargreaves<br />

(véase figura 4.1) sobre el modelo original modificó <strong>los</strong> resultados, porque el “placer”<br />

(pleasantness) y el “gusto” (liking) no siempre son sinónimos. Los autores mostraron que<br />

186 Adrian North and David Hargreaves, “Music and Adolesc<strong>en</strong>t Id<strong>en</strong>tity.,” Music<br />

Education Research 1, no. 1 (March 1999): 75.<br />

187 Ritossa and Rickard, “The Relative Utility of ‘Pleasantness’ and ‘Liking’ Dim<strong>en</strong>sions<br />

in Predicting the Emotions Expressed by Music.”<br />

137


el “placer” sirve para predecir significativam<strong>en</strong>te las emociones <strong>en</strong> tres de <strong>los</strong> cuatro<br />

cuadrantes del circumplejo, mi<strong>en</strong>tras que el “gusto” solo predice significativam<strong>en</strong>te las<br />

emociones <strong>en</strong> uno de <strong>los</strong> cuatro cuadrantes. Por tanto el “placer” demostró ser un<br />

indicador mucho más útil d<strong>en</strong>tro del modelo. Como <strong>en</strong> trabajos previos, la “excitación”<br />

predijo fuertem<strong>en</strong>te las emociones expresadas <strong>en</strong> la música.<br />

En cuanto al estudio de las letras de las canciones y su aplicación al marketing,<br />

Ali y Peynircioglu desarrollaron un estudio destinado a estudiar el efecto de las letras <strong>en</strong><br />

las emociones de las canciones. 188 Estos autores también utilizaron un modelo basado <strong>en</strong><br />

la teoría circumpleja de las emociones (feliz - triste y calmado - <strong>en</strong>fadado). Demostraron<br />

que la pres<strong>en</strong>cia de letras int<strong>en</strong>sifica las emociones negativas comunicadas por la<br />

melodía. Por otro lado, las emociones positivas son m<strong>en</strong>os int<strong>en</strong>sas cuando la canción<br />

utiliza letras. En conclusión, la melodía es más pot<strong>en</strong>te que las letras a la hora de<br />

transmitir emociones. Estudiaron este f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o comparando situaciones <strong>en</strong> las que la<br />

emoción deseada de la melodía era la misma que la de las letras con situaciones <strong>en</strong> las<br />

que la emoción deseada de la melodía y las letras eran difer<strong>en</strong>tes.<br />

Es interesante observar que el modelo utilizado <strong>en</strong> la literatura de marketing (el<br />

modelo de Russell y sus adaptaciones) es es<strong>en</strong>cialm<strong>en</strong>te el llamado “modelo de Thayer”<br />

utilizado <strong>en</strong> la disciplina del MIR (Music Information Retrieval) <strong>en</strong> <strong>los</strong> int<strong>en</strong>tos de<br />

clasificar canciones automáticam<strong>en</strong>te sigui<strong>en</strong>do criterios emocionales; también converge<br />

con el modelo PAD (Pleasure-Arousal-Dominance), que además del placer y la<br />

excitación, considera la s<strong>en</strong>sación de control que t<strong>en</strong>emos sobre las emociones propias y<br />

188 S. Omar Ali and Zehra F. Peynircioğlu, “Songs and emotions: are lyrics and melodies<br />

equal partners?,” Psychology of Music 34, no. 4 (October 1, 2006): 511 -534.<br />

138


aj<strong>en</strong>as. 189<br />

Otros conceptos importantes <strong>en</strong> la aplicación de la música al marketing son la<br />

“indicialidad”: hasta qué punto las piezas musicales se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran asociadas a memorias<br />

con cont<strong>en</strong>ido emotivo. 190 Otros efectos significativos son <strong>los</strong> de la “familiaridad”: cómo<br />

de conocida nos resulta una canción. Los estudios que abordaron este tema observaron<br />

que las canciones más familiares implican un m<strong>en</strong>or esfuerzo cognitivo, el cual se puede<br />

aplicar <strong>en</strong>tonces a otras actividades (como la compr<strong>en</strong>sión y asimilación del m<strong>en</strong>saje<br />

publicitario). 191 Otra serie de estudios sugier<strong>en</strong> la necesidad de realizar una interpretación<br />

sociológica de <strong>los</strong> f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os musicales. 192 Estos autores opinan que la investigación que<br />

se ha realizado hasta el mom<strong>en</strong>to ignora <strong>los</strong> aspectos retóricos, simbólicos, y culturales<br />

de la emoción musical y reclaman, <strong>en</strong> consecu<strong>en</strong>cia, un mayor número de estudios<br />

exploratorios e interpretativos. Este <strong>en</strong>foque se asemeja más a <strong>los</strong> estudios de crítica<br />

literaria y humanística. Es <strong>en</strong> cierto modo la necesaria antítesis de la investigación que<br />

procura id<strong>en</strong>tificar lo universal <strong>en</strong> el efecto de la música sobre las personas.<br />

Otro modelo utilizado para explicar <strong>los</strong> efectos de la música sobre las personas es<br />

189 Véase el Capitulo III.<br />

190 Deborah J Macinnis and C Whan Park, “The Differ<strong>en</strong>tial Role of Characteristics of<br />

Music on High- and Low-Involvem<strong>en</strong>t Consumers' Processing of Ads,” Journal of<br />

Consumer Research: An Interdisciplinary Quarterly 18, no. 2, Journal of Consumer<br />

Research: An Interdisciplinary Quarterly (1991): 161-73.<br />

191 Hahn and Hwang, “Effects of tempo and familiarity of background music on message<br />

processing in TV advertising.”<br />

192 Linda M Scott, “Understanding Jingles and Needledrop: A Rhetorical Approach to<br />

Music in Advertising,” Journal of Consumer Research: An Interdisciplinary Quarterly<br />

17, no. 2, Journal of Consumer Research: An Interdisciplinary Quarterly (1990): 223-<br />

36.<br />

139


el modelo de la probabilidad de elaboración. 193 Bruner ya había postulado que el efecto<br />

emocional de la música probablem<strong>en</strong>te fuera mayor <strong>en</strong> situaciones de m<strong>en</strong>or capacidad<br />

de evaluación cognitiva del m<strong>en</strong>saje, es decir cuando <strong>los</strong> sujetos percib<strong>en</strong> el m<strong>en</strong>saje<br />

mediante la d<strong>en</strong>ominada ruta periférica (véase la figura 4.3). Este modelo asume que<br />

exist<strong>en</strong> dos estrategias para procesar información: la ruta c<strong>en</strong>tral (procesami<strong>en</strong>to<br />

cognitivo elevado), y la ruta periférica (procesami<strong>en</strong>to cognitivo reducido) donde <strong>los</strong><br />

elem<strong>en</strong>tos afectivos ti<strong>en</strong><strong>en</strong> mayor importancia.<br />

193 Richard E. Petty and John T. Cacioppo, Communication and Persuasion: C<strong>en</strong>tral and<br />

Peripheral Routes to Attitude Change, 1st ed. (Springer, 1986).<br />

140


194 Ibid.<br />

Figura 4.3: Procesos Cognitivos de Evaluación del M<strong>en</strong>saje Publicitario 194<br />

141


Exist<strong>en</strong> resultados que ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a confirmar que la música afecta a <strong>los</strong><br />

consumidores <strong>en</strong> situaciones de procesami<strong>en</strong>to cognitivo reducido. 195 Sin embargo,<br />

también se ha probado que la música puede afectar a <strong>los</strong> consumidores <strong>en</strong> situaciones de<br />

procesami<strong>en</strong>to cognitivo elevado, <strong>en</strong> términos de cre<strong>en</strong>cias y at<strong>en</strong>ción hacia el anuncio. 196<br />

Incluso <strong>en</strong> situaciones de procesami<strong>en</strong>to cognitivo elevado, la música neutral tuvo un<br />

efecto m<strong>en</strong>os favorable que la música positiva o negativa a la hora de influir sobre la<br />

actitud de marca. 197<br />

Numerosos estudios emplean la separación de géneros musicales para realizar sus<br />

pruebas. Esto puede ser metodológicam<strong>en</strong>te conflictivo si no se defin<strong>en</strong> con claridad <strong>los</strong><br />

elem<strong>en</strong>tos de cada género musical. Existe la necesidad de distinguir la influ<strong>en</strong>cia de<br />

factores sociales relacionados con <strong>los</strong> distintos géneros (Rock = juv<strong>en</strong>tud, rebeldía;<br />

Clásica = alto poder adquisitivo, g<strong>en</strong>te de edad avanzada), y de <strong>los</strong> elem<strong>en</strong>tos<br />

constituy<strong>en</strong>tes de cada canción (tempo, modalidad, ritmo, <strong>en</strong>tre otros).<br />

4.2. Contagio Cultural y Confianza del Consumidor<br />

La confianza del consumidor medida <strong>en</strong> <strong>en</strong>cuestas nacionales es un indicador<br />

anticipado de t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias robusto para medir <strong>los</strong> inicios y finales de las recesiones<br />

195 Jean-Charles Chebat, Claire Gélinas Chebat, and Dominique Vaillant, “Environm<strong>en</strong>tal<br />

background music and in-store selling,” Journal of Business Research 54, no. 2<br />

(November 2001): 115-123.<br />

196 Macinnis and Park, “The Differ<strong>en</strong>tial Role of Characteristics of Music on High- and<br />

Low-Involvem<strong>en</strong>t Consumers' Processing of Ads.”<br />

197 C.S. Bozman, D. Meuling, and K.L. Pettit-O Malley, “The Directional Influ<strong>en</strong>ce of<br />

Music Backgrounds in Television Advertising,” Journal of Applied Business Research<br />

10, no. 1 (1994): 14-8.<br />

142


económicas. Algunos economistas han explicado <strong>los</strong> cambios masivos del optimismo<br />

como una reacción ante la economía. 198 Otra interpretación es que <strong>los</strong> cambios <strong>en</strong> el<br />

optimismo reflejan y están influidos por percepciones futuras de esperanza y<br />

desesperanza transmitidas culturalm<strong>en</strong>te. Marca la cultura popular el compás del estado<br />

de animo nacional? De ser así, el nivel de esperanza y desesperación reflejado <strong>en</strong> la<br />

cultura debería predecir cambios <strong>en</strong> el optimismo de <strong>los</strong> consumidores y el crecimi<strong>en</strong>to<br />

económico. Desde que Katona y sus colaboradores del Economic Behavior Program <strong>en</strong><br />

la Universidad de Michigan com<strong>en</strong>zaron a estudiar el optimismo de <strong>los</strong> consumidores <strong>en</strong><br />

<strong>los</strong> años cincu<strong>en</strong>ta se ha comprobado que el estado de ánimo del país cambia antes del<br />

principio de una recesión – típicam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> torno a nueve meses antes. 199 Una serie de<br />

<strong>en</strong>cuestas realizadas <strong>en</strong>tre dos y cuatro veces al año hasta 1977, y cada mes desde 1978,<br />

han consultado con un amplio muestreo de norteamericanos su situación financiera<br />

pres<strong>en</strong>te y esperada, así como sus expectativas sobre la economía. Las respuestas se<br />

combinan <strong>en</strong> el Index of Consumer S<strong>en</strong>tim<strong>en</strong>t (ICS), utilizado por el Departam<strong>en</strong>to de<br />

Comercio de <strong>los</strong> EEUU desde 1978 como un indicador de t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> la actividad<br />

económica. El ICS anticipa cambios <strong>en</strong> las compras de bi<strong>en</strong>es de consumo duraderos<br />

como automóviles por <strong>los</strong> consumidores norteamericanos. Estos gastos reflejan el uso<br />

del dinero sobrante después de cubrir las necesidades básicas y son a su vez un indicador<br />

198 Harold T. Shapiro, “The Index of Consumer S<strong>en</strong>tim<strong>en</strong>t and economic forecasting - A<br />

reappraisal,” in Human behavior in economic affairs: Essays in honor of George<br />

Katona (San Francisco, CA: Jossey-Bass, 1972); P. Vand<strong>en</strong> Abeele, “The index of<br />

consumer s<strong>en</strong>tim<strong>en</strong>t: Predictability and predictive power in the EEC,” Journal of<br />

Economic Psychology 3, no. 1, Journal of Economic Psychology (1983): 1-17.<br />

199 George Katona, Powerful Consumer: Psychological Studies of the American Economy<br />

(Gre<strong>en</strong>wood Pub Group, 1977); George Katona and James N. Morgan, Essays on<br />

Behavioral Economics, First Edition. (Univ of Michigan Survey Research, 1980).<br />

143


que antecede a <strong>los</strong> cambios de t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> la economía.<br />

Estos datos se han visto confirmados por <strong>en</strong>cuestas de confianza <strong>en</strong> varios<br />

países. 200 Las esperanzas y miedos sobre aspectos no-económicos también anticipan <strong>los</strong><br />

cambios <strong>en</strong> el PIB. 201 Es posible predecir el optimismo de <strong>los</strong> consumidores con mejor<br />

precisión que con las variables macroeconómicas tradicionales? La interpretación<br />

ortodoxa considera que el optimismo del consumidor (ICS) se explica principalm<strong>en</strong>te por<br />

la variación <strong>en</strong> las variables macroeconómicas tradicionales: el optimismo de <strong>los</strong><br />

consumidores reacciona ante la economía, pero no influye por <strong>en</strong>cima de estas variables a<br />

la predicción de <strong>los</strong> cambios económicos. 202 De forma opuesta, George Katona y otros<br />

han demostrado que <strong>los</strong> cambios <strong>en</strong> el optimismo de <strong>los</strong> consumidores son al m<strong>en</strong>os<br />

parcialm<strong>en</strong>te indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes del cambio económico y contribuy<strong>en</strong> a predecir las<br />

t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias macroeconómicas. 203<br />

200 George Katona, A new economic era (New York: Elsevier, 1978); Peter Praet,<br />

“Endog<strong>en</strong>izing consumers' expectations in four major EC countries,” Journal of<br />

Economic Psychology 6, no. 3 (September 1985): 255-269; R. A. Williams and L. V.<br />

Defris, “The roles of inflation and consumer s<strong>en</strong>tim<strong>en</strong>t in explaining Australian<br />

consumption and savings patterns,” Journal of Economic Psychology 1, no. 2 (June<br />

1981): 105-120; Harold M. Zullow, “Pessimistic rumination in popular songs and<br />

newsmagazines predict economic recession via decreased consumer optimism and<br />

sp<strong>en</strong>ding,” Journal of Economic Psychology 12, no. 3 (1991): 501–526.<br />

201 E. Noelle-Neumann, “The public as prophet: Findings from continuous survey<br />

research and their importance for early diagnosis of economic growth,” International<br />

Journal of Public Opinion Research 1, no. 2 (1989): 136.<br />

202 Shapiro, “The Index of Consumer S<strong>en</strong>tim<strong>en</strong>t and economic forecasting - A<br />

reappraisal”; Abeele, “The index of consumer s<strong>en</strong>tim<strong>en</strong>t.”<br />

203 F. Gerard Adams and Vijaya G. Duggal, “Anticipations Variables in an Econometric<br />

Model: Performance of the Anticipations Version of Wharton Mark III,” International<br />

Economic Review 15, no. 2 (June 1, 1974): 267-284; J. F. Pickering, “A behavioral<br />

model of the demand for consumer durables,” Journal of Economic Psychology 1, no.<br />

1 (1981): 59-77; Praet, “Endog<strong>en</strong>izing consumers' expectations in four major EC<br />

144


¿A qué se deb<strong>en</strong> estos cambios <strong>en</strong> el optimismo de <strong>los</strong> consumidores? Zullow<br />

propuso la tesis de que se pued<strong>en</strong> atribuir al m<strong>en</strong>os <strong>en</strong> parte a <strong>los</strong> cambios cognitivos que<br />

influy<strong>en</strong> <strong>en</strong> la evaluación que hac<strong>en</strong> <strong>los</strong> consumidores de <strong>los</strong> ev<strong>en</strong>tos negativos. 204 En<br />

base a esta teoría id<strong>en</strong>tifica dos disposiciones cognitivas que casualm<strong>en</strong>te también son<br />

factores de riesgo para <strong>los</strong> estados psicológicos depresivos: (i) la ruminación sobre<br />

ev<strong>en</strong>tos negativos, y (ii) el estilo explicativo pesimista. Estas dos disposiciones<br />

modifican la formación de las expectativas a nivel individual. Si se transmit<strong>en</strong> a través<br />

de la cultura popular y otros medios de interacción social, también pued<strong>en</strong> influir sobre la<br />

formación de expectativas a una escala macro. Para demostrar esta teoría Zullow buscó<br />

estos rasgos o “síntomas” <strong>en</strong> numerosas fu<strong>en</strong>tes del registro histórico: discursos<br />

presid<strong>en</strong>ciales, letras de canciones; analizándolas mediante las técnicas de análisis de<br />

cont<strong>en</strong>idos desarrolladas por Seligman (Cont<strong>en</strong>t Analisis of Verbatim Expressions). El<br />

estilo explicativo pesimista se caracteriza por dar explicaciones de <strong>los</strong> ev<strong>en</strong>tos negativos<br />

que son estables (“va a durar para siempre”), globales (“va a afectar todo lo que<br />

hacemos”), e internas (“es culpa nuestra”). Los optimistas, por el otro lado, explican <strong>los</strong><br />

ev<strong>en</strong>tos negativos como fruto de causas que son inestables (“es temporal”), especificas<br />

(“solo afecta <strong>en</strong> este problema <strong>en</strong> concreto”), y externas a su persona (“es por culpa de la<br />

situación <strong>en</strong> la que estamos”). El estilo explicativo pesimista nos lleva a anticipar que la<br />

causa de <strong>los</strong> ev<strong>en</strong>tos negativos va a persistir e invadir otras áreas – a extrapolar a partir de<br />

countries”; W. Fred Van Raaij and H<strong>en</strong>k J. Gianott<strong>en</strong>, “Consumer confid<strong>en</strong>ce,<br />

exp<strong>en</strong>diture, saving, and credit,” Journal of Economic Psychology 11, no. 2, Journal of<br />

Economic Psychology (1990): 269-290; Williams and Defris, “The roles of inflation<br />

and consumer s<strong>en</strong>tim<strong>en</strong>t in explaining Australian consumption and savings patterns.”<br />

204 Zullow, “Pessimistic rumination in popular songs and newsmagazines predict<br />

economic recession via decreased consumer optimism and sp<strong>en</strong>ding.”<br />

145


un ev<strong>en</strong>to para esperar más del mismo tipo. Los optimistas v<strong>en</strong> <strong>los</strong> ev<strong>en</strong>tos negativos<br />

como fruto de factores que no se espera que llev<strong>en</strong> a una racha de ev<strong>en</strong>tos negativos. Las<br />

personas que utilizan el estilo explicativo optimista muestran m<strong>en</strong>os depresiones, mayor<br />

persist<strong>en</strong>cia ante <strong>los</strong> obstácu<strong>los</strong>, y mayor eficacia <strong>en</strong> el logro de sus objetivos. 205<br />

Un ejemplo del estilo explicativo pesimista es la canción de 1963 “Puff the Magic<br />

Dragon,” que es pesimista desde la perspectiva del protagonista, el dragón. En la canción<br />

Jackie, la amiga humana de Puff ha crecido y ya no acude a jugar con el. El ev<strong>en</strong>to<br />

negativo del dragón Puff es:<br />

His head was b<strong>en</strong>t in sorrow, gre<strong>en</strong> scales fell like rain. Puff no longer<br />

w<strong>en</strong>t to play along the cherry lane.. . Puff that mighty dragon sadly slipped<br />

into his cave.<br />

La causa del ev<strong>en</strong>to negativo es: “Without his lifelong fri<strong>en</strong>d Puff could not be<br />

brave.” Esta es una causa estable y global, con alta probabilidad de persistir e influir<br />

sobre muchas áreas de la vida de Puff. También es moderadam<strong>en</strong>te interna a Puff ya que<br />

es incapaz de ser vali<strong>en</strong>te sin su amiga. De forma opuesta, un ejemplo de explicaciones<br />

optimistas sucede <strong>en</strong> la canción de <strong>los</strong> Everly Brothers <strong>en</strong> 1957, Wake Up Little Susie.<br />

Después de que a una pareja de adolesc<strong>en</strong>tes se les pasa la hora de volver a casa, el chico<br />

se preocupa: “Our goose is cooked, our reputation is shot.” La explicación causal para<br />

este ev<strong>en</strong>to es “You fell asleep,” es decir que Susie se quedó dormida <strong>en</strong> la película. A su<br />

vez Susie se quedó dormida porque, “The movie wasn't so hot, it didn't have much of a<br />

205 Christopher Peterson and Martin E. P. Seligman, “Explanatory Style and Illness,”<br />

Journal of Personality 55, no. 2 (6, 1987): 237-265; C J Robins, “Attributions and<br />

depression: why is the literature so inconsist<strong>en</strong>t?,” Journal of Personality and Social<br />

Psychology 54, no. 5 (May 1988): 880-889.<br />

146


plot.” Ambas explicaciones son m<strong>en</strong>os estables, globales, e internas que <strong>en</strong> el ev<strong>en</strong>to<br />

negativo del dragón Puff. No se espera a priori que Susie y su novio se sigan meti<strong>en</strong>do<br />

<strong>en</strong> líos porque probablem<strong>en</strong>te verán películas más <strong>en</strong>tret<strong>en</strong>idas y Susie no se volverá a<br />

quedar dormida (causa inestable y especifica). Por otro lado, Puff probablem<strong>en</strong>te seguirá<br />

destrozado porque “a dragon lives forever but not so little boys,” y “without his lifelong<br />

fri<strong>en</strong>d Puff could not be brave” (causa estable y global).<br />

Otra disposición cognitiva negativa es la ruminación. 206 El término “reflexión<br />

pesimista” se refiere a con cuanta frecu<strong>en</strong>cia nos regodeamos <strong>en</strong> <strong>los</strong> problemas y<br />

evaluamos las situaciones negativam<strong>en</strong>te. El grado de ruminación mide la frecu<strong>en</strong>cia con<br />

la que se realizan análisis causales no ori<strong>en</strong>tados hacia la acción. Las personas que ti<strong>en</strong><strong>en</strong><br />

esta característica tardan más <strong>en</strong> recuperarse de <strong>los</strong> ev<strong>en</strong>tos negativos porque su análisis<br />

perseverante interfiere con su capacidad para resolver problemas. 207 Un ejemplo de este<br />

comportami<strong>en</strong>to reflexivo es <strong>en</strong> la canción de Creed<strong>en</strong>ce Clearwater <strong>en</strong> 1969, Bad Moon<br />

Rising:<br />

I see the bad moon a-rising,<br />

I see trouble on the way.<br />

I see earthquakes and lightnin’.<br />

I see bad times today.<br />

El efecto de este tipo de reflexividad se puede ver aum<strong>en</strong>tado por el estilo<br />

explicativo pesimista, y viceversa. Zullow también estudió como la combinación de<br />

206 Harold M. Zullow, “The interaction of rumination and explanatory style in depression”<br />

(Master's thesis, University of P<strong>en</strong>nsylvania, 1984).<br />

207 Julius Kuhl, “Motivational and functional helplessness: The moderating effect of state<br />

versus action ori<strong>en</strong>tation,” Journal of Personality and Social Psychology 40, no. 1<br />

(January 1981): 155-170.<br />

147


ambas disposiciones cognitivas predispone a <strong>los</strong> individuos hacia la depresión. 208 El<br />

estilo explicativo pesimista extrapola <strong>los</strong> ev<strong>en</strong>tos negativos de manera estable hacia el<br />

futuro, y de manera global para todo tipo de situaciones. La ruminación también puede<br />

g<strong>en</strong>erar expectativas negativas mediante el mecanismo llamado “heurística de la<br />

disponibilidad.” 209 Imaginar un ev<strong>en</strong>to pot<strong>en</strong>cialm<strong>en</strong>te negativo aum<strong>en</strong>ta las<br />

probabilidades que subjetivam<strong>en</strong>te le asignamos de que ocurra, ya que la repres<strong>en</strong>tación<br />

m<strong>en</strong>tal del ev<strong>en</strong>to está más fácilm<strong>en</strong>te disponible.<br />

La ruminación predice estados de humor negativos, reduce el nivel de las<br />

expectativas y de actividad. Además realizar estas reflexiones <strong>en</strong> voz alta a otras<br />

personas afecta su estado de ánimo. 210 Por tanto, la reflexión pesimista puede ser<br />

propagada socialm<strong>en</strong>te a través de la cultura popular, <strong>los</strong> medios de comunicación, y<br />

otros medios de interacción social. En consecu<strong>en</strong>cia, la cultura popular puede reflejar<br />

t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias psicológicas, pero también ext<strong>en</strong>derlas y homog<strong>en</strong>eizarlas <strong>en</strong> toda la sociedad.<br />

Por ejemplo, las canciones populares que reflexionan sobre ev<strong>en</strong>tos negativos pued<strong>en</strong><br />

reflejar una t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia hacia la ruminación <strong>en</strong> el público. Las canciones y otros elem<strong>en</strong>tos<br />

de la cultura popular pued<strong>en</strong> <strong>en</strong>tonces iniciar un efecto contagio, transmiti<strong>en</strong>do la<br />

m<strong>en</strong>talidad de ruminación a otros individuos que no estuvieran inicialm<strong>en</strong>te<br />

208 Zullow, “The interaction of rumination and explanatory style in depression.”<br />

209 John S. Carroll, “The Effect of Imagining an Ev<strong>en</strong>t on Expectations for the Ev<strong>en</strong>t: An<br />

Interpretation in Terms of the Availability Heuristic,” 1978,<br />

http://www.eric.ed.gov/ERICWebPortal/detail?accno=EJ178777; Stev<strong>en</strong> J. Sherman et<br />

al., “Imagining Can Height<strong>en</strong> or Lower the Perceived Likelihood of Contracting a<br />

Disease,” Personality and Social Psychology Bulletin 11, no. 1 (March 1, 1985): 118<br />

-127.<br />

210 James W. P<strong>en</strong>nebaker, Op<strong>en</strong>ing up: the healing power of expressing emotions<br />

(Guilford Press, 1997).<br />

148


predispuestos. Este modelo difiere de otro <strong>en</strong> el que la cultura popular influye sobre la<br />

psicología de masas, sin reflejar <strong>los</strong> cambios <strong>en</strong> dicha psicología de masas. Los tipos de<br />

explicaciones causales y la forma de reflexionar sobre <strong>los</strong> ev<strong>en</strong>tos constituy<strong>en</strong> filtros<br />

m<strong>en</strong>tales que colorean nuestra interpretación de <strong>los</strong> ev<strong>en</strong>tos del mundo real. Por tanto, el<br />

estudio de <strong>los</strong> elem<strong>en</strong>tos de la cultura popular que son sintomáticos de la utilización de<br />

estos mecanismos m<strong>en</strong>tales a nivel social puede proporcionar información anticipada<br />

sobre las expectativas del público <strong>en</strong> el mundo real. La cultura popular puede avisar<br />

sobre cambios <strong>en</strong> la confianza de <strong>los</strong> consumidores que todavía no se reflejan <strong>en</strong> las<br />

<strong>en</strong>cuestas de opinión pública. Al propagarse <strong>los</strong> cambios cognitivos <strong>en</strong> la cultura popular,<br />

nuestra percepción de <strong>los</strong> ev<strong>en</strong>tos <strong>en</strong> el mundo real y la at<strong>en</strong>ción que le dedicamos a <strong>los</strong><br />

ev<strong>en</strong>tos negativos del mundo real también cambia, lo cual debería reflejarse <strong>en</strong> las<br />

<strong>en</strong>cuestas de opinión pública. Estos cambios de actitud a su vez deb<strong>en</strong> reflejarse <strong>en</strong><br />

cambios sobre la política y economía nacional. El grado de ruminación pesimista puede<br />

variar debido a:<br />

(i) Grupos g<strong>en</strong>eracionales criados <strong>en</strong> distintas circunstancias. Según cada<br />

g<strong>en</strong>eración va alcanzando edades de influ<strong>en</strong>cia crítica <strong>en</strong> el desarrollo<br />

socioeconómico de un país, su m<strong>en</strong>talidad se verá reflejada cada vez más <strong>en</strong> la<br />

cultura popular y <strong>en</strong> <strong>los</strong> medios de comunicación.<br />

(ii) Mecanismos de retroalim<strong>en</strong>tación homeostáticos, como <strong>los</strong> que se estudian <strong>en</strong><br />

las simulaciones de teoría de juegos que modelan <strong>los</strong> sistemas de autocorrección<br />

<strong>en</strong> condiciones de desequilibrio social. Los mecanismos homeostáticos <strong>en</strong> una<br />

sociedad afectivam<strong>en</strong>te sana debían corregir las desviaciones de la media. Si el<br />

149


optimismo del consumidor reaccionase únicam<strong>en</strong>te ante el cambio económico,<br />

sería imposible mant<strong>en</strong>er un estado de ánimo social equilibrado. La sociedad se<br />

desbocaría hacia estados eufóricos, de especulación financiera, y exceso de deuda;<br />

o hacia estados depresivos y económicam<strong>en</strong>te hundidos.<br />

(3) Ev<strong>en</strong>tos actuales, tanto políticos como económicos<br />

(4) El apr<strong>en</strong>dizaje social de esti<strong>los</strong> de reflexión y de mecanismos de def<strong>en</strong>sa que<br />

fom<strong>en</strong>tan o desaniman <strong>los</strong> comportami<strong>en</strong>tos reflexivos. Un ejemplo sería el<br />

despliegue de la negación como mecanismo de def<strong>en</strong>sa que desinc<strong>en</strong>tiva la<br />

reflexión pesimista. Las modas recurr<strong>en</strong>tes de canciones como Pack up Your<br />

Troubles in Your Old Kit Bag and Smile, Smile, Smile; Bye Bye Blackbird, y Don’t<br />

Worry, Be Happy muestran que el pueblo norteamericano es susceptible de dichos<br />

periodos de negación<br />

Según este modelo, el aum<strong>en</strong>to <strong>en</strong> el nivel de ruminación de una sociedad se<br />

refleja <strong>en</strong> elem<strong>en</strong>tos imaginarios temerosos <strong>en</strong> productos culturales tales como canciones<br />

de música popular, películas, o novelas. A continuación, esta forma de p<strong>en</strong>sar afectada<br />

por la ruminación que ya existe <strong>en</strong> el mundo imaginario se utiliza también para<br />

interpretar <strong>los</strong> ev<strong>en</strong>tos de la vida real a través de un filtro cognitivo negativo. El modelo<br />

reformulado de t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia al estrés de Abramson explica este proceso mediante el cual el<br />

estilo explicativo pesimista lleva a mant<strong>en</strong>er expectativas negativas pues se aplica a <strong>los</strong><br />

ev<strong>en</strong>tos de la vida real. 211 Por ello un ev<strong>en</strong>to económico negativo, como el embargo de<br />

petróleo de la OPEC <strong>en</strong> 1973, o la invasión iraquí <strong>en</strong> Kuwait, al ser interpretado por un<br />

211 L. Y. Abramson, M. E. Seligman, and J. D. Teasdale, “Learned helplessness in<br />

humans: critique and reformulation,” Journal of Abnormal Psychology 87, no. 1<br />

(February 1978): 49-74.<br />

150


público con una mayor predisposición hacia la reflexión pesimista, debería llevar a <strong>los</strong><br />

consumidores a disminuir su optimismo y a desarrollar expectativas mas negativas.<br />

Cuando <strong>los</strong> consumidores se vuelv<strong>en</strong> pesimistas sobre la economía y sobre sus finanzas<br />

personales, el consumo de las personas físicas debía reducirse. La economía <strong>en</strong>tonces<br />

debería t<strong>en</strong>der hacia la recesión, ya que <strong>los</strong> negocios también sufr<strong>en</strong> las expectativas<br />

negativas y ajustan sus inv<strong>en</strong>tarios a la m<strong>en</strong>or actividad de <strong>los</strong> consumidores.<br />

Para demostrar empíricam<strong>en</strong>te esta teoría Zullow estudió las cuar<strong>en</strong>ta canciones<br />

más populares de cada año <strong>en</strong> <strong>los</strong> EEUU <strong>en</strong>tre 1955 y 1989, utilizando las clasificaciones<br />

de Billboard tal como han sido recogidos por Whitburn. 212 De este listado, eliminó las<br />

canciones instrum<strong>en</strong>tales como La Bamba y las canciones <strong>en</strong> idiomas distintos del inglés.<br />

De las 1.365 canciones restantes obtuvieron las letras de 1.344 (98,5%).<br />

Para medir la persist<strong>en</strong>cia de <strong>los</strong> elem<strong>en</strong>tos de reflexión pesimista o ruminación a<br />

través de la cultura popular, Zullow y su equipo analizaron <strong>los</strong> textos <strong>en</strong> las portadas de<br />

1.826 ejemplares semanales de la revista Time <strong>en</strong>tre 1955 y 1989. Así, pudieron<br />

id<strong>en</strong>tificar <strong>los</strong> cambios <strong>en</strong> el nivel de ruminación <strong>en</strong> otros medios de comunicación aparte<br />

de la música. Los textos <strong>en</strong> portada no suel<strong>en</strong> ofrecer una explicación causal, así que solo<br />

puntuaron el nivel de ruminación. Eligieron la revista Time porque durante el periodo<br />

que estudiaron era una de las revistas más populares del país. Las portadas de esta revista<br />

se han utilizado <strong>en</strong> otros estudios para id<strong>en</strong>tificar correlaciones con <strong>los</strong> cambios <strong>en</strong> el<br />

ciclo empresarial. 213<br />

212 Joel Whitburn, Joel Whitburn pres<strong>en</strong>ts Billboard top 3000 plus, 1955-1990 : every top<br />

10 hit of the rock era. (M<strong>en</strong>omonee Falls Wis.: Record Research, 1990).<br />

213 James Dan Cover and Norris R. Johnson, “Need Achievem<strong>en</strong>t, Phase Movem<strong>en</strong>t and<br />

the Business Cycle,” Social Forces 54, no. 4 (June 1, 1976): 760-774.<br />

151


El optimismo del consumidor se midió a través de <strong>los</strong> datos del Index of<br />

Consumer S<strong>en</strong>tim<strong>en</strong>t <strong>en</strong>tre 1955 y 1989. Para calcular las puntuaciones anuales, se<br />

utilizó la media de <strong>los</strong> cuatro trimestres de cada año. Los datos económicos que tomaron<br />

para analizar correlaciones y construir su modelo fueron el cambio del PIB y del<br />

consumo, <strong>en</strong> términos reales. Para analizar las letras de las canciones utilizaron varios<br />

evaluadores. Uno de el<strong>los</strong> puntuó cada canción según la pres<strong>en</strong>cia de ruminación. Otro<br />

puntuó 349 canciones (el 26%) para comprobar la fiabilidad interevaluadorevaluador.<br />

Posteriorm<strong>en</strong>te extrajeron todas las explicaciones causales de ev<strong>en</strong>tos negativos <strong>en</strong> las<br />

canciones. Otros dos evaluadorevaluadores puntuaron estas explicaciones causales según<br />

<strong>los</strong> criterios de estabilidad, globalidad, e internalidad de la causa. Aun otro evaluador<br />

evaluó la pres<strong>en</strong>cia o aus<strong>en</strong>cia de ruminación <strong>en</strong> las portadas de las revistas Time, con<br />

una segunda evaluación realizada por otra persona para comprobar fiabilidad. Los<br />

evaluadores fueron <strong>en</strong>tr<strong>en</strong>ados con material de práctica y obtuvieron una alta fiabilidad<br />

con las puntuaciones de <strong>los</strong> expertos (coincidi<strong>en</strong>do <strong>en</strong> más del 90% de <strong>los</strong> casos <strong>en</strong><br />

cuanto a la pres<strong>en</strong>cia o aus<strong>en</strong>cia de ruminación <strong>en</strong> una frase). Los evaluadores de las<br />

explicaciones causales no conocían el título de la canción que estaban evaluando, además<br />

solo leyeron las frases que cont<strong>en</strong>ían <strong>los</strong> ev<strong>en</strong>tos negativos y su explicación.<br />

La puntuación de la ruminación se llevó a cabo mediante un sistema de análisis de<br />

cont<strong>en</strong>ido definido <strong>en</strong> un manual inspirado <strong>en</strong> el cuestionario de Kuhl. 214 Para cada frase,<br />

<strong>los</strong> evaluadores decidieron si cont<strong>en</strong>ía un caso de ruminación: una descripción o<br />

evaluación negativa de un ev<strong>en</strong>to. Para las canciones, <strong>los</strong> ev<strong>en</strong>tos debían ser ma<strong>los</strong> desde<br />

214 Julius Kuhl, “Motivational and functional helplessness: The moderating effect of state<br />

versus action ori<strong>en</strong>tation,” Journal of Personality and Social Psychology 40, no. 1<br />

(January 1981): 155-170.<br />

152


la perspectiva del cantante (o el protagonista de la historia si el cantante ejerce de<br />

narrador) para poder ser considerada como una instancia de ruminación. Para las<br />

portadas de la revista Time, el ev<strong>en</strong>to t<strong>en</strong>ía que ser malo desde la perspectiva del público<br />

americano de la época. Si una gran parte del público pudiera haber considerado que el<br />

ev<strong>en</strong>to era bu<strong>en</strong>o, la portada no se consideraba un ejemplo de ruminación. Por ejemplo,<br />

el título “Democrats Lose in S<strong>en</strong>ate Elections” no se consideró una reflexión negativa<br />

porque <strong>los</strong> del partido republicano podrían considerar ese ev<strong>en</strong>to como algo positivo. Un<br />

ev<strong>en</strong>to negativo para un aliado de <strong>los</strong> EEUU sí que se consideró como una reflexión<br />

pesimista, así como <strong>los</strong> desastres naturales <strong>en</strong> cualquier lugar del mundo, guerras, y<br />

ev<strong>en</strong>tos negativos para individuos con <strong>los</strong> que se id<strong>en</strong>tifican <strong>los</strong> americanos (por ej.<br />

héroes del deporte y estrellas del deporte). Curiosam<strong>en</strong>te, la exist<strong>en</strong>cia de un ev<strong>en</strong>to<br />

negativo no siempre estuvo asociado con una portada rumiante <strong>en</strong> el Time. Por ejemplo,<br />

J. F. K<strong>en</strong>nedy fue asesinado <strong>en</strong> un mom<strong>en</strong>to de elevada confianza del público tal como se<br />

refleja <strong>en</strong> las canciones y <strong>en</strong> <strong>los</strong> índices de confianza. La portada del Time's reflejo a un<br />

Lyndon Johnson con espíritu de liderazgo y un titular no reflexivo: “Presid<strong>en</strong>t Johnson.”<br />

Por el contrario, “Tragedy in Dallas” hubiera sido un titular reflexivo. Las portadas<br />

reflexivas fueron puntuadas <strong>en</strong> base a: (i) c<strong>en</strong>trarse <strong>en</strong> un ev<strong>en</strong>to negativo – el cómo, qué,<br />

quién, y dónde; (ii) la explicación causal del ev<strong>en</strong>to negativo – el porqué; y (3) emoción<br />

negativa. Se derivó una puntuación para la ocurr<strong>en</strong>cia de frases reflexivas tomando el<br />

porc<strong>en</strong>taje de frases <strong>en</strong> una canción que cont<strong>en</strong>ían reflexiones sobre ev<strong>en</strong>tos negativos.<br />

Para puntuar el estilo explicativo, analizaron el cont<strong>en</strong>ido de las canciones<br />

mediante la técnica CAVE (Cont<strong>en</strong>t Analysis of Verbatim Explanations). 215 En primer<br />

215 Harold M. Zullow et al., “Pessimistic Explanatory Style in the Historical Record:<br />

153


lugar se extrajeron <strong>los</strong> ev<strong>en</strong>tos negativos y sus explicaciones causales. Para poder ser<br />

considerados, <strong>los</strong> ev<strong>en</strong>tos t<strong>en</strong>ían que ser ma<strong>los</strong> desde la perspectiva del cantante, o la del<br />

protagonista de la historia (si el cantante estaba narrando una historia). Cada explicación<br />

se computó una única vez, aunque la letra se repitiera <strong>en</strong> la canción. Las explicaciones<br />

fueron puntuadas <strong>en</strong> escalas de 7 puntos según las dim<strong>en</strong>siones de estable-inestable,<br />

global-especifico, interno-externo. Se puntuó la estabilidad, globalidad, e internalidad de<br />

las causas de un ev<strong>en</strong>to negativo, no el ev<strong>en</strong>to <strong>en</strong> sí ni sus consecu<strong>en</strong>cias. Una<br />

puntuación elevada indicaba alta estabilidad, globalidad, e internalidad, y una puntuación<br />

reducida indicaba inestabilidad, especificidad, y externalidad. A continuación, <strong>los</strong><br />

investigadores calcularon la media de las puntuaciones de cada dim<strong>en</strong>sión <strong>en</strong> cada<br />

canción. Estas medias se sumaron para obt<strong>en</strong>er una medida compuesta del pesimismo<br />

con un rango posible <strong>en</strong>tre 3 (la más optimista) y 21 (la más pesimista).<br />

Si la causa del ev<strong>en</strong>to se veía como probablem<strong>en</strong>te persist<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el tiempo se<br />

puntuó como muy estable (7). Si estaba <strong>en</strong> el tiempo pretérito o con pocas probabilidades<br />

de seguir t<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do vig<strong>en</strong>cia se puntuaba con un (1). La causa se puntuó como muy global<br />

(7) si afectaba a todos <strong>los</strong> aspectos de la vida del personaje. Se consideraba muy<br />

específica (1) si influía solo sobre una situación muy concreta. La causa era muy interna<br />

(7) si la culpa recaía solo sobre uno mismo, o sobre el grupo al que uno pert<strong>en</strong>ecía. Se<br />

puntuó como muy externa (1) si la culpa recaía sobre la situación u otra persona, y <strong>en</strong><br />

medio (4) si la culpa recae igualm<strong>en</strong>te sobre causas internas y externas.<br />

Para integrar <strong>los</strong> datos <strong>en</strong> medidas manejables, Zullow calculo el porc<strong>en</strong>taje de<br />

CAVing LBJ, Presid<strong>en</strong>tial Candidates, and East Versus West Berlin,” American<br />

Psychologist 43, no. 9 (September 1988): 673-682.<br />

154


frases <strong>en</strong> cada canción que cont<strong>en</strong>ían reflexión pesimista. Si un estribillo se repetía mas<br />

de una vez, sus frases se contaron tantas veces como aparecían. Las letras con fade out se<br />

contaron automáticam<strong>en</strong>te dos veces. A continuación, el autor calculó la media de <strong>los</strong><br />

porc<strong>en</strong>tajes de ruminación <strong>en</strong> todas las canciones de cada año. El porc<strong>en</strong>taje osciló <strong>en</strong>tre<br />

un valor mínimo de 17,5% <strong>en</strong> 1976 hasta valores máximos de 36.6% <strong>en</strong> <strong>los</strong> años<br />

anteriores a las recesiones de 1973 y 1979, y 36,8% <strong>en</strong> 1971.<br />

Las puntuaciones de estabilidad, globalidad, e internalidad de las explicaciones<br />

causales de las canciones de cada año fueron promediadas y sumadas para crear una<br />

puntuación de pesimismo para cada año. Esta puntuación podía albergar valores <strong>en</strong>tre 3<br />

(la puntuación mas optimista) y 21 (la puntuación mas pesimista). En el estudio, el valor<br />

de pesimismo de las canciones se situó <strong>en</strong>tre un máximo optimismo de 8,11 <strong>en</strong> 1963 – el<br />

último año de John F. K<strong>en</strong>nedy – hasta un máximo pesimismo de 12,59 <strong>en</strong> 1980.<br />

Para indicar <strong>en</strong> qué medida un determinado año pudo pres<strong>en</strong>tar ruminación e<br />

interpretaciones causales pesimistas, el autor estandarizó (z-score) y sumó ambas<br />

medidas para todos <strong>los</strong> años <strong>en</strong>tre 1955 y 1989. Así creó un índice de reflexión<br />

pesimista. Con respecto a las portadas del Time con ruminación, compiló un porc<strong>en</strong>taje<br />

de portadas rumiantes con valores <strong>en</strong>tre 2% <strong>en</strong> 1955-1957 hasta el 63% <strong>en</strong> 1989.<br />

Los resultados del estudio de Zullow se divid<strong>en</strong> <strong>en</strong> resultados correlacionales y la<br />

construcción de un modelo de ecuaciones estructurales para explicar la relación <strong>en</strong>tre la<br />

reflexión pesimista y el PNB mediante regresiones de mínimos cuadrados ordinarios de<br />

dos etapas (2SLS). A la hora de estudiar las variables, el análisis contempla medias<br />

simples así como medias móviles a dos años.<br />

155


Zullow descubrió que la ruminación <strong>en</strong> las letras de las canciones de música pop<br />

estaba altam<strong>en</strong>te correlacionada con: valores posteriores de reflexión pesimista <strong>en</strong> el<br />

Time, el Index of Consumer S<strong>en</strong>tim<strong>en</strong>t, el consumo personal, y el crecimi<strong>en</strong>to del PNB.<br />

Se observó también que la media móvil a dos años de la medida de ruminación estaba<br />

correlacionada a -0,63 (p < 0,0002) con la media móvil de la variación anual del PNB<br />

(GNPCHG) <strong>en</strong> <strong>los</strong> sigui<strong>en</strong>tes dos años. En el análisis 2SLS, <strong>los</strong> cambios <strong>en</strong> el consumo<br />

de las personas demostraron t<strong>en</strong>er capacidad predictiva sobre la variable GNPCHG, y el<br />

Index of Consumer S<strong>en</strong>tim<strong>en</strong>t predijo el consumo de las personas. En el periodo anterior,<br />

la reflexión pesimista y la reflexión <strong>en</strong> el Time se mostraron como anteced<strong>en</strong>tes del<br />

optimismo de <strong>los</strong> consumidores.<br />

La reflexión <strong>en</strong> el Time, la medida combinada de pesimismo y ruminación <strong>en</strong> las<br />

canciones y sus compon<strong>en</strong>tes están fuertem<strong>en</strong>te correlacionados con el crecimi<strong>en</strong>to<br />

económico <strong>en</strong> <strong>los</strong> años posteriores, la exist<strong>en</strong>cia o no de un año de recesión, y las<br />

hipotéticas variables mediadoras: el optimismo de <strong>los</strong> consumidores y el consumo<br />

personal. En todos <strong>los</strong> casos el autor <strong>en</strong>contró correlaciones significativas. El autor<br />

demostró que la reflexión pesimista <strong>en</strong> el Time estaba correlacionada negativam<strong>en</strong>te con<br />

<strong>los</strong> valores simultáneos de: el cambio <strong>en</strong> el PIB, el índice de optimismo de <strong>los</strong><br />

consumidores y el consumo. La figura 4.4 muestra como la media móvil a dos años de la<br />

medida de pesimismo <strong>en</strong> las canciones está negativam<strong>en</strong>te correlacionado con la<br />

variación del PIB del año sigui<strong>en</strong>te.<br />

156


Figura 4.4: Media Móvil a Dos Años de la Medida de Pesimismo <strong>en</strong> las Canciones de<br />

Zullow y la Variación del PIB del Año Sigui<strong>en</strong>te<br />

157


4.3. Mode<strong>los</strong> Económicos para Explicar la Estructura de las Canciones Populares<br />

Otro <strong>en</strong>foque teóricam<strong>en</strong>te contrario es el de Crain y Tollison. 216 Estos autores<br />

analizan como las fuerzas del mercado influy<strong>en</strong> <strong>en</strong> la estructura de <strong>los</strong> éxitos Billboard<br />

<strong>en</strong>tre 1940 y 1989. Es decir, consideran que las características de las canciones son una<br />

consecu<strong>en</strong>cia de la coyuntura de <strong>los</strong> mercados (por ej., <strong>los</strong> mercados audiovisuales o<br />

bancarios) y la situación económica (por ej., el desempleo). Sin embargo, es relevante<br />

estudiar su metodología.<br />

Crain y Tollison cuantificaron dos características musicales de las canciones: el<br />

tempo y la longitud de las canciones; junto con tres medidas de conc<strong>en</strong>tración de<br />

mercado: el numero medio de semanas que cada canción estuvo <strong>en</strong> la posición número<br />

uno del ranking, el porc<strong>en</strong>taje de tiempo que ocuparon las cuatro canciones más<br />

populares de cada año, y el porc<strong>en</strong>taje de tiempo que ocuparon <strong>los</strong> cuatro artistas mas<br />

populares de cada año. Compararon estas medidas con el numero de estaciones de radio<br />

<strong>en</strong> FM, el gasto <strong>en</strong> publicidad <strong>en</strong> radio, el tipo de interés, la tasa de crecimi<strong>en</strong>to de <strong>los</strong><br />

fallecimi<strong>en</strong>tos durante el servicio militar, <strong>los</strong> b<strong>en</strong>eficios semanales, la tasa de crecimi<strong>en</strong>to<br />

de <strong>los</strong> ingresos personales, la tasa de crecimi<strong>en</strong>to de la población <strong>en</strong>tre 13 y 19 años, el<br />

porc<strong>en</strong>taje poblacional de las personas <strong>en</strong>tre 13 y 19 años, el misery index (desempleo<br />

mas tasa de inflación), porc<strong>en</strong>taje de cad<strong>en</strong>as de televisión sobre el total de cad<strong>en</strong>as de<br />

radio y televisión.<br />

La primera observación de <strong>los</strong> autores es la exist<strong>en</strong>cia de tres periodos: 1940-<br />

216 W. Mark Crain and Robert D. Tollison, “Economics and the architecture of popular<br />

music,” Journal of Economic Behavior & Organization 32, no. 2 (February 1997):<br />

185-205.<br />

158


1955, 1956-1964, y 1965-1988. Demuestran que <strong>en</strong> estos periodos tanto la longitud de<br />

las canciones como el tempo son estadísticam<strong>en</strong>te distintos.<br />

En base a su modelo descubr<strong>en</strong> que <strong>los</strong> artistas de más prestigio ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a elaborar<br />

canciones más largas <strong>en</strong> <strong>los</strong> años sucesivos a sus primeros éxitos con la supuesta<br />

int<strong>en</strong>ción de expulsar del mercado a sus competidores y erigir barreras de <strong>en</strong>trada fr<strong>en</strong>te a<br />

<strong>los</strong> demás participantes que compit<strong>en</strong> por recursos limitados (como el tiempo <strong>en</strong> ant<strong>en</strong>a).<br />

Según su definición del tempo de cada año (el tempo medio anual de <strong>los</strong> éxitos) y su<br />

modelo, la velocidad de las canciones está determinada hasta casi un 50% por la<br />

probabilidad de morir <strong>en</strong> una guerra y el índice de la miseria, además de por la cuota del<br />

mercado audiovisual de las emisoras de televisión. Cuanto más altas son las<br />

probabilidades de morir <strong>en</strong> una guerra y más alto es el índice de la miseria, más rápidas<br />

son las canciones.<br />

La longitud de las canciones alcanza cotas predictivas más ajustadas ya que su<br />

modelo explica <strong>en</strong> un 65% la variación <strong>en</strong> la longitud de las canciones. Según <strong>los</strong> autores<br />

el increm<strong>en</strong>to <strong>en</strong> el tipo de interés y la probabilidad de morir <strong>en</strong> la guerra influy<strong>en</strong><br />

negativam<strong>en</strong>te sobre la longitud de las canciones de éxito. Los b<strong>en</strong>eficios parec<strong>en</strong> indicar<br />

que la longitud se puede considerar como un bi<strong>en</strong> normal, aum<strong>en</strong>tando cuando aum<strong>en</strong>tan<br />

<strong>los</strong> b<strong>en</strong>eficios aunque de forma poco elástica. Asímismo, la longitud esta inversam<strong>en</strong>te<br />

relacionada con el gasto publicitario, un indicador del coste de oportunidad del tiempo <strong>en</strong><br />

ant<strong>en</strong>a. Al aum<strong>en</strong>tar <strong>los</strong> gastos <strong>en</strong> publicidad, la longitud media de las canciones de éxito<br />

disminuye. El porc<strong>en</strong>taje de tiempo <strong>en</strong> el primer puesto por <strong>los</strong> cuatro artistas del periodo<br />

anterior también está relacionado directam<strong>en</strong>te con la longitud de las canciones. Cuanta<br />

159


más conc<strong>en</strong>tración exista, mas largas serán las canciones del sigui<strong>en</strong>te periodo.<br />

El número medio de semanas <strong>en</strong> la primera posición del ranking se explica hasta<br />

<strong>en</strong> un 22% por las variables indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes; tanto el tipo de interés como las muertes <strong>en</strong><br />

acto de servicio están inversam<strong>en</strong>te relacionadas con esta variable. Al acortarse la<br />

prefer<strong>en</strong>cia temporal (el tiempo se hace más valioso), las canciones permanec<strong>en</strong> m<strong>en</strong>os<br />

semanas <strong>en</strong> el puesto número uno. De esta manera, según su modelo la mayor<br />

incertidumbre y tasa de descu<strong>en</strong>to del futuro lleva a una mayor volatilidad <strong>en</strong> el mercado<br />

de canciones pop.<br />

Las predicciones del modelo son moderadam<strong>en</strong>te ajustadas con respecto a la<br />

longitud de las canciones pero no tanto con respecto al tempo medio anual. Con respecto<br />

a la longitud, explican la difer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre <strong>los</strong> valores predichos y <strong>los</strong> reales como<br />

consecu<strong>en</strong>cia del espíritu empr<strong>en</strong>dedor de <strong>los</strong> participantes <strong>en</strong> el mercado musical. De<br />

esta forma, su análisis les lleva a concluir que el periodo que vio el nacimi<strong>en</strong>to del Rock<br />

and Roll (1956-1964) fue notablem<strong>en</strong>te más empr<strong>en</strong>dedor que <strong>los</strong> periodos colindantes.<br />

Como <strong>los</strong> valores reales se desvían más de las predicciones del modelo asum<strong>en</strong> que<br />

exist<strong>en</strong> más causas <strong>en</strong>dóg<strong>en</strong>as al mercado musical que <strong>en</strong> <strong>los</strong> otros periodos.<br />

Coase argum<strong>en</strong>tó que la revolución del Rock and Roll <strong>en</strong> la música pop fue<br />

facilitada por la exist<strong>en</strong>cia de la payola, o soborno a <strong>los</strong> pinchadiscos de la radio por las<br />

empresas discográficas para aum<strong>en</strong>tar el tiempo <strong>en</strong> ant<strong>en</strong>a de sus canciones. 217 Su<br />

argum<strong>en</strong>to era que la payola repres<strong>en</strong>taba un método efici<strong>en</strong>te para promocionar<br />

canciones nuevas. De esta forma, cuando la Federal Communications Commision reguló<br />

217 R. H. Coase, “Payola in Radio and Television Broadcasting,” Journal of Law and<br />

Economics 22, no. 2 (October 1, 1979): 269-328.<br />

160


este aspecto del negocio, la oferta de nuevas canciones de música pop fue modificada de<br />

una forma que b<strong>en</strong>eficiaba a <strong>los</strong> intereses mayoritarios de la industria discográfica.<br />

Coase nota que:<br />

En <strong>los</strong> años cincu<strong>en</strong>ta, especialm<strong>en</strong>te a partir de 1955, la música “Rock<br />

and Roll” se hizo extremadam<strong>en</strong>te popular. Se formaron muchas<br />

compañías discográficas especializadas <strong>en</strong> este nuevo estilo. El efecto<br />

sobre la cuota de mercado de las empresas exist<strong>en</strong>tes fue dramático. Entre<br />

1948 y 1955, cuatro empresas (Capitol, Columbia, Decca, y RCA-Victor)<br />

controlaron de media el 78% de las canciones que llegaron al “top t<strong>en</strong> hit<br />

parade” de Billboard; la cifra no bajó del 71% (<strong>en</strong> 1953). En 1956, la<br />

cuota de hits de estas empresas fue del 66%, <strong>en</strong> 1957, 40%, <strong>en</strong> 1958, 36%<br />

y <strong>en</strong> 1959, 34%. ... Es cierto que la payola fue utilizada hacia el final de la<br />

década de <strong>los</strong> cincu<strong>en</strong>ta como el principal método para promocionar la<br />

difusión del Rock and Roll y esti<strong>los</strong> similares. Incluso <strong>en</strong> 1951, la revista<br />

Billboard ya informaba de que, “Es comúnm<strong>en</strong>te sabido <strong>en</strong> la industria<br />

musical que la situación de la payola es especialm<strong>en</strong>te grave <strong>en</strong>tre <strong>los</strong><br />

pinchadiscos de rhythm and blues.” Es evid<strong>en</strong>te que las nuevas empresas<br />

que <strong>en</strong>traron <strong>en</strong> el mercado durante <strong>los</strong> anos cincu<strong>en</strong>ta y lograron<br />

conquistar una proporción tan importante del mercado utilizaron la payola<br />

para lograr la “difusión” de sus discos.<br />

El trabajo de Crain y Tollison fue el primero <strong>en</strong> int<strong>en</strong>tar relacionar características<br />

intrínsecas de la música –susceptibles de medición objetiva– con medidas económicas,<br />

algunas de las cuales pued<strong>en</strong> señalar percepciones sobre la s<strong>en</strong>sación de riesgo e<br />

incertidumbre. Si bi<strong>en</strong> su análisis del mercado y de su efecto sobre la longitud de las<br />

canciones es constructivo, <strong>en</strong> ocasiones la interpretación de las variables musicales puede<br />

ser algo ing<strong>en</strong>ua. En primer lugar porque decir que hay cambios “estructurales” por una<br />

variación <strong>en</strong> el tempo o la longitud <strong>en</strong> segundos no ti<strong>en</strong>e <strong>en</strong> consideración que<br />

probablem<strong>en</strong>te el tempo y la longitud estén relacionados (canciones más l<strong>en</strong>tas suel<strong>en</strong><br />

durar más que canciones más rápidas), además de que un mismo grupo o artista puede<br />

161


t<strong>en</strong>er canciones con tempos extremadam<strong>en</strong>te dispares d<strong>en</strong>tro de un mismo estilo. Por<br />

ello, hubiera sido interesante considerar otros elem<strong>en</strong>tos musicales como la<br />

instrum<strong>en</strong>tación o el volum<strong>en</strong>. Aún más, el modelo que desarrollan basándose <strong>en</strong><br />

considerar el f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o cultural como una consecu<strong>en</strong>cia de la situación económica logra<br />

explicar un elevado porc<strong>en</strong>taje de la variación <strong>en</strong> la longitud de las canciones, pero no el<br />

tempo. Es decir, la coyuntura económica puede explicar aspectos formales del producto<br />

cultural musical (como también es probable que pueda explicar <strong>los</strong> materiales que utiliza<br />

o sus medios de difusión), pero <strong>los</strong> aspectos psicológicos de la música (como el tempo)<br />

no son explicados satisfactoriam<strong>en</strong>te por este modelo.<br />

Otro punto teórico de interés es la analogía <strong>en</strong>tre las canciones y <strong>los</strong> compuestos<br />

de características descritos por Becker. 218 En esta interpretación las características que<br />

constituy<strong>en</strong> una canción se pued<strong>en</strong> interpretar como bi<strong>en</strong>es z <strong>en</strong> el s<strong>en</strong>tido Beckeriano.<br />

Otros estudios han demostrado que las distintas características musicales (tempo,<br />

dinámica, textura, <strong>en</strong>tre otros) cumpl<strong>en</strong> funciones distintas sobre las personas. 219<br />

4.4. La Hipótesis de Seguridad Ambi<strong>en</strong>tal<br />

Terry Pettijohn y Donald Sacco realizaron otro análisis de las canciones número<br />

uno del ranking Billboard <strong>en</strong>tre 1955 y 2003, comparando sus cambios con las<br />

condiciones sociales y económicas <strong>en</strong> <strong>los</strong> EEUU. En la primera fase de su estudio<br />

investigaron las características musicales y realizaron puntuaciones de dichas<br />

características. Comprobaron que cuando el ambi<strong>en</strong>to socio-económico es relativam<strong>en</strong>te<br />

218 Becker and Murphy, Social Economics: Market Behavior in a Social Environm<strong>en</strong>t.<br />

219 Véase el Capitulo III.<br />

162


am<strong>en</strong>azante, las canciones son más largas, l<strong>en</strong>tas, y ti<strong>en</strong><strong>en</strong> letras más significativas y<br />

reconfortantes. La segunda fase de su estudio exploró las características faciales de <strong>los</strong><br />

intérpretes y demostró que <strong>en</strong> mom<strong>en</strong>tos de mayor am<strong>en</strong>aza las caras de <strong>los</strong> interpretes<br />

ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a ser más maduras, con ojos pequeños, caras más finas, y m<strong>en</strong>tones más grandes.<br />

Estas prefer<strong>en</strong>cias aum<strong>en</strong>taron con la introducción de la televisión musical <strong>en</strong> <strong>los</strong> años<br />

och<strong>en</strong>ta.<br />

Pettijohn y Sacco interpretan sus resultados d<strong>en</strong>tro del marco de la Hipótesis de<br />

Seguridad Ambi<strong>en</strong>tal. La Hipótesis de Seguridad Ambi<strong>en</strong>tal es una combinación de<br />

teoría evolucionaria y ecológica. Utiliza las bases de la teoría de la evolución y ajusta sus<br />

predicciones <strong>en</strong> base a las variaciones históricas y culturales, proporcionando una teoría<br />

de las prefer<strong>en</strong>cias sociales que es dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te del contexto. Según esta hipótesis<br />

nuestras percepciones <strong>en</strong> cuanto a la seguridad de nuestro <strong>en</strong>torno influy<strong>en</strong> sobre nuestras<br />

prefer<strong>en</strong>cias sociales y las prefer<strong>en</strong>cias que mostramos <strong>en</strong> difer<strong>en</strong>tes condiciones sociales<br />

y económicas. Los <strong>en</strong>tornos inciertos y/o am<strong>en</strong>azantes hac<strong>en</strong> que la g<strong>en</strong>te busque la<br />

seguridad, por lo que adaptan sus prefer<strong>en</strong>cias de forma que sus prefer<strong>en</strong>cias sean mas<br />

adaptativas. Según la interpretación de <strong>los</strong> autores, la temática y <strong>los</strong> objetos mas maduros<br />

y significativos deberían recibir mayor prefer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> mom<strong>en</strong>tos difíciles para ayudar a<br />

mitigar la am<strong>en</strong>aza y la incertidumbre. Cuando el <strong>en</strong>torno es m<strong>en</strong>os incierto y/o<br />

am<strong>en</strong>azante, <strong>los</strong> temas y objetos relacionados con la diversión, la celebración, y la<br />

expresión de actitudes despreocupadas deberían ser preferidos <strong>en</strong> mayor grado. Pettijohn<br />

y Sacco postulan que este patrón de prefer<strong>en</strong>cias puede ayudar a explicar la popularidad<br />

de difer<strong>en</strong>tes tipos de música y artistas <strong>en</strong> situaciones socioeconómicas cambiantes.<br />

163


Su estudio se divide <strong>en</strong> dos fases. En la primera exploran las relaciones <strong>en</strong>tre <strong>los</strong><br />

numero uno de la lista Billboard para cada año <strong>en</strong>tre 1955 y el 2003 y difer<strong>en</strong>tes medidas<br />

de am<strong>en</strong>aza social y económica <strong>en</strong> <strong>los</strong> EEUU. D<strong>en</strong>tro del marco de la Hipótesis de<br />

Seguridad Ambi<strong>en</strong>tal, <strong>los</strong> investigadores postulan que <strong>en</strong> mom<strong>en</strong>tos de dificultad<br />

económica, las canciones populares serían más significativas, y a la inversa. Defin<strong>en</strong><br />

música “significativa” como aquella que explora temas más complejos y serios de<br />

importancia social destacada, mi<strong>en</strong>tras que la música m<strong>en</strong>os “significativa” seria aquella<br />

que es simplista, divertida, y con pocas ramificaciones sociales. Además, su modelo<br />

predice que las canciones t<strong>en</strong>drán más temáticas relacionadas con el amor <strong>en</strong> tiempos de<br />

dificultad económica. El amor es un tema popular que recibe tratami<strong>en</strong>to <strong>en</strong> la música,<br />

literatura, películas, y otras formas de <strong>en</strong>tret<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>to audiovisual. Las expresiones del<br />

amor, el sexo, y el daño emocional han sido exploradas <strong>en</strong> investigaciones anteriores. 220<br />

También se ha descubierto que las canciones que lam<strong>en</strong>tan el amor son más populares<br />

<strong>en</strong>tre <strong>los</strong> amantes infelices. 221 Asímismo, predijeron que la velocidad de la música sería<br />

más rápida <strong>en</strong> tiempos de bonanza social y económica y más l<strong>en</strong>tos <strong>en</strong> épocas de<br />

preocupación social y económica como reflejo de las circunstancias del <strong>en</strong>torno. La<br />

música l<strong>en</strong>ta por lo g<strong>en</strong>eral es más reflexiva y puede estar relacionada con un m<strong>en</strong>saje<br />

más ll<strong>en</strong>o de significado <strong>en</strong> el s<strong>en</strong>tido anteriorm<strong>en</strong>te definido.<br />

Su forma de evaluar <strong>los</strong> cambios <strong>en</strong> el ambi<strong>en</strong>te social y cultural de <strong>los</strong> EEUU<br />

220 Richard L. Dukes et al., “Expressions of love, sex, and hurt in popular songs: a cont<strong>en</strong>t<br />

analysis of all-time greatest hits,” The Social Sci<strong>en</strong>ce Journal 40, no. 4 (2003): 643-<br />

650.<br />

221 Silvia Knobloch, Kerstin Weisbach, and Dolf Zillmann, “Love Lam<strong>en</strong>tation in Pop<br />

Songs: Music for Unhappy<br />

Lovers?,” Zeitschrift für Medi<strong>en</strong>psychologie 16, no. 3 (7, 2004): 116-124.<br />

164


<strong>en</strong>tre 1955 y 2003 consistió <strong>en</strong> utilizar el índice G<strong>en</strong>eral Hard Times Measure (GHTM).<br />

Este indicador es una medida estandarizada y global formada por la tasa de desempleo de<br />

<strong>los</strong> EEUU, la variación <strong>en</strong> la r<strong>en</strong>ta disponible de las personas físicas, la tasa de<br />

fallecimi<strong>en</strong>tos, la tasa de nacimi<strong>en</strong>tos, la tasa de matrimonios, la tasa de divorcios, la tasa<br />

de suicidios, y la tasa de homicidios. Todos estos datos se ajustaron y combinaron <strong>en</strong> un<br />

único indicador <strong>en</strong> donde valores más elevados del GHTM repres<strong>en</strong>tan mom<strong>en</strong>tos más<br />

duros, y valores más bajos del GHTM repres<strong>en</strong>tan mom<strong>en</strong>tos m<strong>en</strong>os duros.<br />

Su investigación confirmó las relaciones que predice la Hipótesis de Seguridad<br />

Ambi<strong>en</strong>tal <strong>en</strong>tre las puntuaciones musicales y las condiciones sociales y económicas. En<br />

mom<strong>en</strong>tos <strong>en</strong> <strong>los</strong> que las condiciones socioeconómicas son comparativam<strong>en</strong>te peores las<br />

canciones eran más largas, l<strong>en</strong>tas, y confortantes. Sin embargo la fuerza de estas<br />

relaciones fue moderada (<strong>en</strong>tre ,25 y ,32).<br />

Una vez más <strong>en</strong>contramos un estudio valioso, con una base teórica que se está<br />

confirmando <strong>en</strong> difer<strong>en</strong>tes estudios sobre el consumo audiovisual. Como tal la Hipótesis<br />

de la Seguridad Ambi<strong>en</strong>tal ofrece un marco útil para interpretar el comportami<strong>en</strong>to de la<br />

g<strong>en</strong>te ante situaciones de incertidumbre y am<strong>en</strong>aza. Es de destacar que estos dos factores<br />

combinan <strong>los</strong> conceptos Keynesianos de expectativas negativas y falta de confianza <strong>en</strong><br />

nuestra capacidad predictiva (o incertidumbre). En otras palabras, es tan negativo saber<br />

que va a pasar algo malo como no saber lo que va a pasar.<br />

Los principales obstácu<strong>los</strong> de esta investigación son metodológicos. Por el lado<br />

musical, porque midieron las características musicales mediante <strong>en</strong>cuestas y puede que<br />

no todas las personas t<strong>en</strong>gan la misma capacidad introspectiva o analítica; de la misma<br />

165


manera que no todo el mundo sabe explicarle igual de bi<strong>en</strong> al doctor cuales son sus<br />

síntomas. Tampoco proporcionaron las letras de las canciones y no todo el mundo<br />

<strong>en</strong>ti<strong>en</strong>de de la misma manera las letras, además de que estaban midi<strong>en</strong>do conceptos<br />

relativam<strong>en</strong>te complejos. Finalm<strong>en</strong>te, tampoco midieron muchas características<br />

musicales a excepción del tempo y la longitud de las canciones, y sabemos además que la<br />

longitud dep<strong>en</strong>de <strong>en</strong> gran parte <strong>en</strong> factores económicos propios del mercado musical<br />

(como si es un artista consolidado o no). 222 En cuanto a su medida de la seguridad<br />

ambi<strong>en</strong>tal <strong>en</strong> un mom<strong>en</strong>to concreto, el uso de una medida compuesta que combina tantos<br />

elem<strong>en</strong>tos puede confundir el elem<strong>en</strong>to anticipatorio y reactivo de las distintas variables.<br />

Como demuestran otros estudios, el grado de pesimismo expresado <strong>en</strong> las canciones<br />

puede anticipar <strong>los</strong> indicadores de la confianza del consumidor e influye a través de el<strong>los</strong><br />

sobre el PIB. 223 En el estudio de Pettijohn y Sacco pudiera ser que el grado de<br />

“significado” de las canciones estuviera relacionado <strong>en</strong> el mom<strong>en</strong>to t con la tasa de<br />

mortandad, pero relacionado con la r<strong>en</strong>ta disponible de las personas físicas <strong>en</strong> el<br />

mom<strong>en</strong>to t+1. Este tipo de relaciones no se recog<strong>en</strong> <strong>en</strong> la metodología que utilizan estos<br />

autores.<br />

222 Crain and Tollison, “Economics and the architecture of popular music.”<br />

223 Zullow, “Pessimistic rumination in popular songs and newsmagazines predict<br />

economic recession via decreased consumer optimism and sp<strong>en</strong>ding.”<br />

166


4.5. Apéndice: Definición de Términos <strong>Musicales</strong><br />

Cualquier sonido musical está compuesto por cuatro elem<strong>en</strong>tos: timbre, altura,<br />

int<strong>en</strong>sidad, y duración. El timbre se refiere a la calidad o “color” de un sonido musical.<br />

Es el término que se utiliza para describir el sonido característico de una voz o<br />

instrum<strong>en</strong>to (aquello que nos permite distinguir la voz de un amigo de la de otra persona).<br />

La altura describe como de agudo o grave es un sonido musical. La int<strong>en</strong>sidad se<br />

utiliza para referirse a lo fuerte que su<strong>en</strong>a algo. La duración es la longitud <strong>en</strong> el tiempo<br />

de un sonido musical.<br />

Los pilares de la interpretación musical surg<strong>en</strong> a partir de estos cuatro elem<strong>en</strong>tos.<br />

La instrum<strong>en</strong>tación consiste <strong>en</strong> la combinación de <strong>los</strong> distintos timbres por medio de<br />

<strong>los</strong> instrum<strong>en</strong>tos y las voces que interpretan una canción. Las alturas de las notas se<br />

combinan horizontalm<strong>en</strong>te para formar melodías y verticalm<strong>en</strong>te para formar armonías.<br />

Cuando consideramos segm<strong>en</strong>tos más ext<strong>en</strong>didos de notas <strong>en</strong> una canción, la int<strong>en</strong>sidad<br />

de las notas individuales forma la dinámica. La combinación de varias notas con igual o<br />

difer<strong>en</strong>te duración da lugar al ritmo.<br />

Finalm<strong>en</strong>te la combinación del material melódico, rítmico, y armónico produce<br />

una textura especifica que define el sonido característico de la canción. La textura se<br />

describe a m<strong>en</strong>udo <strong>en</strong> términos de d<strong>en</strong>sidad o grosor; así como de registro (o distancia<br />

<strong>en</strong>tre las notas mas graves y las mas agudas). En la textura también influye el número de<br />

voces o partes, y la relación <strong>en</strong>tre ellas. La textura de una pieza se ve afectada por el<br />

número y carácter de las distintas voces simultaneas, el timbre de dichas voces o<br />

instrum<strong>en</strong>tos, y por último la armonía, el tempo, y <strong>los</strong> ritmos que se utilizan.<br />

167


5. TENDENCIAS MUSICALES Y SITUACIÓN ECONÓMICA. MODELO DE<br />

REDES NEURONALES<br />

5.1. Introducción<br />

La hipótesis de <strong>los</strong> mercados efici<strong>en</strong>tes afirma que predecir precios <strong>en</strong> un mercado<br />

que cumpla las condiciones de efici<strong>en</strong>cia es imposible a corto plazo. Aunque hemos<br />

estudiado un cuerpo importante de literatura que cuestiona y matiza esta afirmación,<br />

incluso si se acepta esta hipótesis eso no excluye la posibilidad de que existan t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias<br />

observables <strong>en</strong> el largo plazo.<br />

La exist<strong>en</strong>cia de paralelismos <strong>en</strong>tre países <strong>en</strong> <strong>los</strong> precios de ciertos mercados para<br />

<strong>los</strong> que exist<strong>en</strong> relativam<strong>en</strong>te pocos instrum<strong>en</strong>tos de inversión capitalista como el de la<br />

vivi<strong>en</strong>da lleva a la conclusión de que debe haber procesos culturales comunes que afectan<br />

a <strong>los</strong> inversores. 224 Como señaló Keynes, estos procesos culturales no contagian<br />

únicam<strong>en</strong>te ideas sino también emociones como forma de señalar la confianza <strong>en</strong> nuestra<br />

capacidad de predecir el futuro. Las emociones <strong>en</strong> este s<strong>en</strong>tido actuarían como<br />

heurísticos (o “normas”) evolucionariam<strong>en</strong>te adaptativos para la toma de decisiones. En<br />

<strong>en</strong>tornos de incertidumbre comportami<strong>en</strong>tos del tipo haz-lo-que-hac<strong>en</strong>-<strong>los</strong>-demás, o haz-<br />

lo-que-hac<strong>en</strong>-<strong>los</strong>-que-ti<strong>en</strong><strong>en</strong>-éxito pued<strong>en</strong> haber contribuido a la superviv<strong>en</strong>cia del ser<br />

humano y así haber sido programados evolutivam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> nuestras m<strong>en</strong>tes.<br />

Simultáneam<strong>en</strong>te, las personas utilizan la música para modificar sus estados<br />

emocionales y lograr así mayor converg<strong>en</strong>cia con el estado emocional de su <strong>en</strong>torno. Los<br />

224 Ent<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do por procesos culturales aquellas ideas o s<strong>en</strong>saciones (“exuberancia<br />

irracional” <strong>en</strong> el s<strong>en</strong>tido de Keynes y Shiller) que se transmit<strong>en</strong> <strong>en</strong> una dinámica social<br />

g<strong>en</strong>erando un optimismo o pesimismo que no ti<strong>en</strong>e por qué verse justificado<br />

exclusivam<strong>en</strong>te por <strong>los</strong> datos.<br />

168


estudios para el modelado de la música de acuerdo con su efecto emocional han<br />

descubierto que la activación (o excitación) es el factor emocional más significativo.<br />

Estos estudios también señalan que la activación es el único elem<strong>en</strong>to musical que se<br />

percibe transculturalm<strong>en</strong>te. Es por tanto el único elem<strong>en</strong>to universal de la comunicación<br />

musical sobre el que coincid<strong>en</strong> todos <strong>los</strong> investigadores. D<strong>en</strong>tro de la tradición musical<br />

occid<strong>en</strong>tal se han estudiado ciertas características musicales que contribuy<strong>en</strong> a una mayor<br />

o m<strong>en</strong>or activación.<br />

El estudio empírico que sigue a continuación se basa sobre la hipótesis de que <strong>los</strong><br />

cambios <strong>en</strong> el nivel de activación musical de <strong>los</strong> medios de masas están relacionados con<br />

cambios culturales <strong>en</strong> el estado de incertidumbre sobre las perspectivas de futuro y por<br />

tanto con las decisiones agregadas de inversión o consumo. A modo de ejemplo véase la<br />

cad<strong>en</strong>a causal que se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra ilustrada <strong>en</strong> la Figura 5.1. Inicialm<strong>en</strong>te, existe una<br />

percepción g<strong>en</strong>eralizada a nivel social de que el futuro es incierto o conti<strong>en</strong>e peligros,<br />

luego hay mas personas con estrés, miedo, y s<strong>en</strong>saciones pesimista; esto g<strong>en</strong>era dos<br />

f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os simultáneos: 1) existe una t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia hacia la reducción del consumo y de la<br />

inversión y 2) las expresiones culturales reflejan este pesimismo o miedo (con música de<br />

m<strong>en</strong>or activación, aum<strong>en</strong>tando el consumo de narcóticos 225 ).<br />

225 El aum<strong>en</strong>to del consumo de drogas está docum<strong>en</strong>tado <strong>en</strong> periodos de recesión<br />

económica. Véase:<br />

European Commission and Directorate-G<strong>en</strong>eral for Economic and Financial Affairs.,<br />

Economic Crisis in Europe: Causes, Consequ<strong>en</strong>ces and Responses, European<br />

Economy (Luxembourg: Office for Official Publications of the European<br />

Communities, 2009).<br />

169


Figura 5.1: Modelo Conceptual del Estado de Ánimo Social<br />

Estado de ánimo social<br />

(optimismo/pesimismo)<br />

Cultura popular<br />

(música, cine, moda)<br />

Interpretación de ev<strong>en</strong>tos<br />

Decisiones consumo<br />

e inversión<br />

170


5.2. Estudios Empíricos Relacionados<br />

Para abordar la comprobación de la hipótesis principal, hay que abordar la<br />

cuestión sociológica y musical de por qué se prefier<strong>en</strong> ciertos tipos de música y de<br />

intérpretes <strong>en</strong> determinados mom<strong>en</strong>tos fr<strong>en</strong>te a otros. La música es omnipres<strong>en</strong>te <strong>en</strong> las<br />

sociedades modernas: ya sea conduci<strong>en</strong>do, recogi<strong>en</strong>do la casa, haci<strong>en</strong>do la compra,<br />

sali<strong>en</strong>do a comer, o esperando <strong>en</strong> la consulta del doctor, siempre hay música. Ademas, la<br />

música es la actividad principal <strong>en</strong> muchos ev<strong>en</strong>tos sociales como fiestas, bodas, u otras<br />

celebraciones. Los jóv<strong>en</strong>es de todo el mundo van de clase a clase escuchando sus ultimas<br />

descargas <strong>en</strong> iPods, teléfonos móviles, y otros equipos de reproducción musical. Según<br />

el Media Info C<strong>en</strong>ter <strong>los</strong> adultos mayores de dieciocho años pasan aproximadam<strong>en</strong>te<br />

veintiuna horas a la semana escuchando la radio. 226 Pese a su omnipres<strong>en</strong>cia, el estudio<br />

sociológico sobre el tipo de información que revela el consumo musical <strong>en</strong> cuanto a las<br />

opiniones, id<strong>en</strong>tidad social, y personalidad de sus consumidores es relativam<strong>en</strong>te<br />

reci<strong>en</strong>te. 227<br />

Si aceptamos la relación intrínseca de la música con la id<strong>en</strong>tidad social, así como<br />

su papel <strong>en</strong> la regulación de una serie de estados afectivos pasajeros, sería plausible<br />

considerar que las prefer<strong>en</strong>cias musicales pued<strong>en</strong> reflejar percepciones socioeconomicas<br />

relacionadas con las percepciones de incertidumbre y confianza <strong>en</strong> el futuro. Ya se han<br />

226 Veronis Suhler Stev<strong>en</strong>son, “Media Info C<strong>en</strong>ter,” Media Consumption Based on Hours<br />

per Person, 2010, http://www.mediainfoc<strong>en</strong>ter.org/film/competition/consumption.asp.<br />

227 North and Hargreaves, “Music and Adolesc<strong>en</strong>t Id<strong>en</strong>tity.”; Peter J. R<strong>en</strong>tfrow and<br />

Samuel D. Gosling, “The Do Re Mi's of Everyday Life: The Structure and Personality<br />

Correlates of Music Prefer<strong>en</strong>ces,” Journal of Personality and Social Psychology 84,<br />

no. 6 (June 2003): 1236-1256.<br />

171


mostrado relaciones <strong>en</strong>tre las condiciones socioeconómicas y las prefer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> la<br />

elección de programas de televisión. 228 Los investigadores realizaron un perfil de <strong>los</strong><br />

veinte espectácu<strong>los</strong> más vistos <strong>en</strong> la televisión según Neilson Ratings de acuerdo a<br />

criterios de significatividad del cont<strong>en</strong>ido, realismo de <strong>los</strong> personajes, y complejidad del<br />

guión. Compararon estos datos con variables indicativas de am<strong>en</strong>aza social, como<br />

aum<strong>en</strong>to del desempleo, indice de precios al consumo, tipo de interés prefer<strong>en</strong>cial,<br />

numero de bombas, crím<strong>en</strong>es, huelgas, suicidios, homicidios, y divorcios. Descubrieron<br />

que <strong>en</strong> periodos de am<strong>en</strong>aza social, las personas elig<strong>en</strong> ver programas <strong>en</strong> la televisión que<br />

son más significativos y tratan temas más serios. Si consideramos que las personas<br />

consum<strong>en</strong> regularm<strong>en</strong>te varios medios audiovisuales, la televisión puede ser una <strong>en</strong>tre<br />

varias modalidades para la expresión de actitudes sobre las condiciones socioeconómicas.<br />

Esta relación <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra su justificación <strong>en</strong> <strong>los</strong> trabajos que relacionan las<br />

prefer<strong>en</strong>cias musicales con las influ<strong>en</strong>cias socioeconómicas. Schwartz y Fouts<br />

demostraron que <strong>los</strong> adolesc<strong>en</strong>tes prefier<strong>en</strong> escuchar música que es congru<strong>en</strong>te con su<br />

personalidad así como música que esta relacionada con <strong>los</strong> problemas de desarrollo a <strong>los</strong><br />

que se <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tan. 229 De forma similar, Stack y sus colaboradores han realizado varios<br />

estudios sobre la relación <strong>en</strong>tre la aceptabilidad del suicidio y <strong>los</strong> gustos musicales <strong>en</strong> el<br />

228 William D. McIntosh, Andria F. Schwegler, and Rebecca M. Terry-Murray, “Threat<br />

and Television Viewing in the United States, 1960-1990,” Media Psychology 2, no. 1<br />

(2000): 35.<br />

229 Kelly D. Schwartz and Gregory T. Fouts, “Music Prefer<strong>en</strong>ces, Personality Style, and<br />

Developm<strong>en</strong>tal Issues of Adolesc<strong>en</strong>ts.,” Journal of Youth and Adolesc<strong>en</strong>ce 32, no. 3<br />

(2003): 205-13.<br />

172


nivel cultural de <strong>los</strong> amantes de la opera, 230 el blues, 231 el heavy metal, 232 y la musica<br />

country. 233 Zullow desarrolló un análisis de cont<strong>en</strong>ido sobre las primeras cuar<strong>en</strong>ta<br />

canciones de <strong>los</strong> EEUU <strong>en</strong> cada año <strong>en</strong>tre 1955 y 1989, id<strong>en</strong>tificando las reflexiones<br />

sobre ev<strong>en</strong>tos negativos y el estilo explicativo pesimista. Encontró una relación <strong>en</strong>tre<br />

medidas de estados psicológicos depresivos <strong>en</strong> las canciones populares, la reflexión sobre<br />

ev<strong>en</strong>tos negativos <strong>en</strong> la revista Time, y el pesimismo sobre el futuro de la economía, el<br />

optimismo del consumidor, y el crecimi<strong>en</strong>to del producto interior bruto. 234 Pettijohn y<br />

Sacco desarrollaron un indicador socioeconómico compuesto para medir la am<strong>en</strong>aza<br />

social, el G<strong>en</strong>eral Hard Times Measure. Compararon esta medida con las letras de las<br />

canciones y ciertos aspectos estructurales, 235 ademas de las caras de <strong>los</strong> intérprete y la<br />

estructura corporal de las mode<strong>los</strong> de la revista Playboy. 236 Encontraron que <strong>en</strong><br />

mom<strong>en</strong>tos de mayor am<strong>en</strong>aza social las canciones se vuelv<strong>en</strong> más l<strong>en</strong>tas y largas.<br />

230 Stev<strong>en</strong> Stack, “Opera subculture and suicide for honor,” Death Studies 26, no. 5 (June<br />

2002): 431-437.<br />

231 Stev<strong>en</strong> Stack, “Blues fans and suicide acceptability,” Death Studies 24, no. 3 (May<br />

2000): 223-231.<br />

232 Stev<strong>en</strong> Stack, Jim Gundlach, and J. L. Reeves, “The Heavy Metal Subculture and<br />

Suicide,” Suicide and Life-Threat<strong>en</strong>ing Behavior 24, no. 1 (1994): 15-23.<br />

233 Stev<strong>en</strong> Stack and Jim Gundlach, “The Effect of Country Music on Suicide,” Social<br />

Forces 71, no. 1 (September 1992): 211-218.<br />

234 Zullow, “Pessimistic rumination in popular songs and newsmagazines predict<br />

economic recession via decreased consumer optimism and sp<strong>en</strong>ding.”<br />

235 Terry F. Pettijohn II and D. F. Sacco, “Tough times, meaningful music, mature<br />

performers: popular Billboard songs and performer prefer<strong>en</strong>ces across social and<br />

economic conditions in the USA,” Psychology of Music (2008).<br />

236 Pettijohn II and Jungeberg, “Playboy Playmate Curves: Changes in Facial and Body<br />

Features Prefer<strong>en</strong>ces Across Social and Economic Conditions.”<br />

173


La literatura exist<strong>en</strong>te ha demostrado que las prefer<strong>en</strong>cias musicales están<br />

relacionadas con las características de la personalidad y la id<strong>en</strong>tidad social, las actitudes,<br />

<strong>los</strong> valores y <strong>los</strong> estados de ánimo. La música que la g<strong>en</strong>te prefiere, medida a través de<br />

las listas de éxitos de música pop elaborada por Billboard es una herrami<strong>en</strong>ta socialm<strong>en</strong>te<br />

viable para compr<strong>en</strong>der la relación <strong>en</strong>tre el estado de ánimo social, su efecto sobre <strong>los</strong><br />

individuos, y como <strong>los</strong> individuos expresan este estado a través de sus prefer<strong>en</strong>cias<br />

musicales.<br />

5.3. Hipótesis 1<br />

La primera hipótesis surge del concepto de “música como droga.” He mostrado<br />

<strong>en</strong> capítu<strong>los</strong> anteriores las teorías que interpretan la música como una droga debido a su<br />

efecto sobre las emociones de las personas. En este s<strong>en</strong>tido, las personas se<br />

“automedicarían” con música para superar circunstancias personales adversas.<br />

Por ello, la primera hipótesis es:<br />

El consumo musical aum<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> <strong>los</strong> periodos desc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>tes del<br />

ciclo económico.<br />

Para comprobar dicha hipótesis utilizo <strong>los</strong> datos de v<strong>en</strong>tas de unidades que ofrece<br />

el International Federation of the Phonographic Industry (IFPI). No existe ninguna<br />

manera completam<strong>en</strong>te fiable para medir las v<strong>en</strong>tas de música. Quizás el método más<br />

fiable y ext<strong>en</strong>dido <strong>en</strong> el tiempo es el método de certificaciones diseñado por la Recording<br />

Industry Association of America (RIAA). Esta base de datos recoge todas las<br />

certificaciones de oro, platino, multi-platino, y diamante durante <strong>los</strong> últimos cincu<strong>en</strong>ta<br />

174


años para medir las v<strong>en</strong>tas de singles y álbumes <strong>en</strong> <strong>los</strong> EEUU. Este periodo de tiempo<br />

abarca las carreras de importantes artistas de nuestra época como son Johnny Mathis,<br />

Frank Sinatra, Gl<strong>en</strong>n Miller, The Beach Boys, Barbra Streisand, Bob Dylan, The Beatles,<br />

y <strong>los</strong> Backstreet Boys.<br />

En set<strong>en</strong>ta países fuera de EEUU estas certificaciones también adoptan la forma<br />

de “discos” de plata, oro, platino, y diamantes que son <strong>en</strong>tregados oficialm<strong>en</strong>te por la<br />

International Federation of the Phonographic Industry (IFPI). Aun así, <strong>los</strong> discos de oro y<br />

platino de la RIAA son <strong>los</strong> mas reconocidos a nivel internacional. Estos premios<br />

com<strong>en</strong>zaron a <strong>en</strong>tregarse el 14 de marzo de 1958.<br />

A mediados de <strong>los</strong> años set<strong>en</strong>ta, el volum<strong>en</strong> de v<strong>en</strong>tas de música se disparó con lo<br />

que se com<strong>en</strong>zaron a conceder tantos discos de oro que la RIAA tuvo que desarrollar una<br />

nueva categoría <strong>en</strong> 1976 para las v<strong>en</strong>tas de mas de un millón de ejemplares. A mediados<br />

de <strong>los</strong> och<strong>en</strong>ta, un nuevo boom de la industria del disco llevo a la RIAA a diseñar el disco<br />

multi-platino para las v<strong>en</strong>tas de más de 2 millones. El desarrollo de <strong>los</strong> canales de<br />

televisión de videoclips como MTV o VH-1 propiciaron la creación de un premio para<br />

videos musicales <strong>en</strong> 1981. Entre 1958 y 1998, la RIAA ya había premiado a mas de 7000<br />

grabaciones con su “disco” de oro. En 1999, la RIAA lanzo una nueva categoría, <strong>los</strong><br />

discos de diamante, para las v<strong>en</strong>tas por <strong>en</strong>cima de <strong>los</strong> diez millones de ejemplares. En el<br />

2004, la RIAA inauguro un nuevo premio destinado a las descargas digitales. En el 2006,<br />

se incluyeron nuevas categorías para las descargas de tonos para teléfonos móviles.<br />

Las v<strong>en</strong>tas globales (<strong>en</strong> millones de unidades) según IFPI no parec<strong>en</strong> confirmar la<br />

hipótesis de que el consumo musical aum<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> el año previo a las recesiones (véanse la<br />

175


tabla 5.1 y la figura 5.2).<br />

176


Tabla 5.1: V<strong>en</strong>tas de Canciones 1973-2007 237<br />

Año LP MC CD Digital Single TOTAL<br />

(millones de unidades)<br />

1973 617 185 530 1332<br />

1974 655 209 515 1379<br />

1975 674 236 483 1393<br />

1976 743 289 516 1548<br />

1977 898 374 545 1817<br />

1978 942 428 600 1970<br />

1979 896 470 624 1990<br />

1980 878 474 526 1878<br />

1981 1140 510 550 2200<br />

1982 900 570 580 2050<br />

1983 850 660 6 800 2316<br />

1984 800 800 20 750 2370<br />

1985 730 950 61 650 2391<br />

1986 690 970 140 490 2290<br />

1987 590 1150 260 390 2390<br />

1988 510 1390 400 370 2670<br />

1989 450 1540 600 357 2947<br />

1990 339 1447 777 344 2907<br />

1991 292 1493 998 334 3117<br />

1992 175 1476 1185 352 3188<br />

1993 109 1382 1419 410 3320<br />

1994 49 1354 1784 390 3577<br />

1995 33 1200 1983 432 3648<br />

1996 21 1188 2162 466 3837<br />

1997 17 1034 2232 516 3799<br />

1998 23 897 2374 459 3753<br />

1999 14 847 2411 440 3712<br />

2000 12 736 2454 370 3572<br />

2001 10 659 2319 318 3306<br />

2002 8 534 2189 265 2996<br />

2003 6 492 2043 233 2774<br />

2004 7 368 2065 6 354 2800<br />

2005 4 186 1938 18 582 2728<br />

2006 3 114 1760 39 931 2847<br />

237 “Music Market Statistics,” 2011,<br />

http://www.ifpi.org/cont<strong>en</strong>t/section_statistics/index.html.<br />

177


4500<br />

4000<br />

3500<br />

3000<br />

2500<br />

2000<br />

1500<br />

1000<br />

500<br />

0<br />

1973<br />

Figura 5.2: V<strong>en</strong>tas de Productos <strong>en</strong> Millones de Unidades<br />

1976<br />

1979<br />

1982<br />

1985<br />

1988<br />

1991<br />

1994<br />

1997<br />

TOTAL (millones de<br />

unidades)<br />

2000<br />

2003<br />

2006<br />

178


Los datos de v<strong>en</strong>tas totales parec<strong>en</strong> señalar que las variaciones <strong>en</strong> el nivel g<strong>en</strong>eral<br />

de v<strong>en</strong>tas se deb<strong>en</strong> más a <strong>los</strong> cic<strong>los</strong> de obsolesc<strong>en</strong>cia de <strong>los</strong> formatos que a otras causas.<br />

Se observa claram<strong>en</strong>te el efecto de la introducción de <strong>los</strong> CDs con su punto de madurez<br />

<strong>en</strong> el año 2000, y el posterior declive. Las causas de dichos movimi<strong>en</strong>tos se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran<br />

muy probablem<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la dinámica propia de las industria discográfica, <strong>en</strong> factores<br />

tecnológicos, y <strong>en</strong> <strong>los</strong> cambios reci<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> la propria estructura del mercado.<br />

Si no exist<strong>en</strong> aum<strong>en</strong>tos <strong>en</strong> el consumo musical global <strong>en</strong> <strong>los</strong> mom<strong>en</strong>tos previos a<br />

las recesiones, quizás si existan aum<strong>en</strong>tos relativos <strong>en</strong> el consumo de determinados tipos<br />

de música.<br />

5.4. Hipótesis 2<br />

El fracaso del <strong>en</strong>foque anterior plantea la necesidad de profundizar <strong>en</strong> <strong>los</strong><br />

mecanismos del consumo musical. La sigui<strong>en</strong>te hipótesis transforma el concepto de<br />

“música como droga” hacia “música como herrami<strong>en</strong>ta.” Esto implica que las personas<br />

consum<strong>en</strong> música <strong>en</strong> función de su estado anímico, y además que consum<strong>en</strong> un tipo de<br />

música difer<strong>en</strong>te <strong>en</strong> función de su estado anímico. Por tanto, la segunda hipótesis es:<br />

Las personas utilizan distintos tipos de música <strong>en</strong> las distintas fases del<br />

ciclo económico. La música ti<strong>en</strong>de a ser m<strong>en</strong>os activa <strong>en</strong> las fases<br />

desc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>tes del ciclo económico, y más activa <strong>en</strong> las fases asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>tes.<br />

Para comprobar esta afirmación deb<strong>en</strong> definirse <strong>los</strong> distintos elem<strong>en</strong>tos que la<br />

compon<strong>en</strong>, así como la metodología utilizada para medir<strong>los</strong>. Primero estableceremos el<br />

método utilizado para conocer las canciones más populares de la historia reci<strong>en</strong>te de <strong>los</strong><br />

179


EEUU. A continuación, definiremos el concepto de recesión, o fase desc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te del ciclo<br />

económico.<br />

Una vez definidos estos conceptos básicos, realizaremos un análisis exploratorio<br />

de algunas canciones populares <strong>en</strong> <strong>los</strong> periodos previos a las mayores recesiones <strong>en</strong> la<br />

historia reci<strong>en</strong>te de la economía <strong>en</strong> <strong>los</strong> EEUU. Este análisis t<strong>en</strong>drá el objeto de definir las<br />

características musicales que contribuy<strong>en</strong> a hacer que la música sea más o m<strong>en</strong>os activa y<br />

por tanto un estado de ánimo de mayor o m<strong>en</strong>or activación <strong>en</strong> las personas que la<br />

escuchan. Dicho análisis es necesario para compr<strong>en</strong>der las circunstancias socio-<br />

culturales especificas de este repertorio d<strong>en</strong>tro de <strong>los</strong> parámetros musicales que la<br />

literatura ci<strong>en</strong>tífica ha señalado como moderadores de la activación emocional.<br />

Con el resultado de este análisis, <strong>los</strong> autores elaborarán una base de datos que<br />

clasifique <strong>en</strong> función de estos parámetros todas las canciones populares <strong>en</strong>tre 1960 y<br />

2009.<br />

Finalm<strong>en</strong>te, se aplicará la información cont<strong>en</strong>ida <strong>en</strong> dicha base de datos a la<br />

elaboración de un modelo que relacione las características musicales relativas a la<br />

activación con la variación del PIB de <strong>los</strong> EEUU. Este modelo nos permitirá conocer<br />

cómo <strong>los</strong> distintos elem<strong>en</strong>tos musicales reflejan cambios <strong>en</strong> el estado de ánimo social y<br />

por tanto <strong>en</strong> el PIB. Finalm<strong>en</strong>te, mostraremos el descubrimi<strong>en</strong>to de otro f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o que<br />

muestra evid<strong>en</strong>cia de esta relación: la correlación <strong>en</strong>tre la volatilidad del mercado y la<br />

volatilidad <strong>en</strong> <strong>los</strong> tempi de las canciones.<br />

180


5.5. Definiciones: Midi<strong>en</strong>do la Música Popular<br />

La forma más aceptada y homogénea de id<strong>en</strong>tificar las canciones populares de<br />

éxito <strong>en</strong> <strong>los</strong> EEUU son las tablas Billboard Charts, elaboradas por la revista Billboard.<br />

Billboard es una revista semanal dedicada a cubrir la industria musical que compila y<br />

publica una gran variedad de listas de éxitos de música popular que se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran <strong>en</strong>tre<br />

<strong>los</strong> más reconocidos del sector. De <strong>en</strong>tre ellas, las más importantes son el Billboard Hot<br />

100, que clasifica las canciones más populares; y el Billboard 200 que hace lo mismo<br />

con <strong>los</strong> álbumes.<br />

Los criterios que utiliza Billboard para elaborar sus listas son: 238<br />

• V<strong>en</strong>tas<br />

Los datos para las listas de v<strong>en</strong>tas –que incluy<strong>en</strong> todas las listas de álbumes– son<br />

elaborados por Niels<strong>en</strong> SoundScan a partir de un universo de v<strong>en</strong>dedores que repres<strong>en</strong>ta<br />

más del 90% del mercado de v<strong>en</strong>ta minorista <strong>en</strong> EEUU. La muestra incluye no sólo<br />

ti<strong>en</strong>das de música y secciones de música <strong>en</strong> grandes almac<strong>en</strong>es y ti<strong>en</strong>das de electrónica,<br />

sino también v<strong>en</strong>tas directas y v<strong>en</strong>tas a través de Internet (tanto de álbumes físicos como<br />

de descargas electrónicas). También se computan algunas v<strong>en</strong>tas contrastables que se<br />

realizan <strong>en</strong> salas de conciertos.<br />

Todas las listas de v<strong>en</strong>tas utilizan íntegram<strong>en</strong>te el panel de Niels<strong>en</strong> SoundScan, a<br />

excepción de las listas de Rythm&Blues y Hip-Hop que emplean un panel de ti<strong>en</strong>das<br />

especializadas <strong>en</strong> el género. El sistema Niels<strong>en</strong> SoundScan utiliza <strong>los</strong> mismos terminales<br />

punto de v<strong>en</strong>ta que <strong>los</strong> v<strong>en</strong>dedores utilizan para seguir sus inv<strong>en</strong>tarios, así que se puede<br />

238 “Billboard Charts Leg<strong>en</strong>d,” 2010, http://www.billboard.biz/bbbiz/charts/charts-leg<strong>en</strong>d.<br />

181


considerar que cada ticket de compra que recibe un cli<strong>en</strong>te es un voto <strong>en</strong> las listas de<br />

éxitos. El sistema Niels<strong>en</strong> SoundScan se empezó a utilizar a partir del 30 de noviembre<br />

de 1991, antes de esa fecha se utilizaba el método de llamada telefónica a <strong>los</strong> comercios.<br />

• Tiempo <strong>en</strong> ant<strong>en</strong>a<br />

Las listas de radio que elabora Billboard se compilan con la información de<br />

Niels<strong>en</strong> Broadcast Data Systems (BDS), que escucha electrónicam<strong>en</strong>te las emisoras de<br />

radio <strong>en</strong> más de 140 mercados a lo largo de <strong>los</strong> EEUU. BDS utiliza una tecnología<br />

pat<strong>en</strong>tada de huella digital para id<strong>en</strong>tificar las canciones. Algunas listas basadas <strong>en</strong> el<br />

tiempo <strong>en</strong> ant<strong>en</strong>a –tales como Modern Rock o Adult Top 40– se basan <strong>en</strong> el número de<br />

veces que las estaciones retransmitieron cada canción. Otras –como la de Hot Country<br />

Songs o Hot Latin Songs– se basan <strong>en</strong> la audi<strong>en</strong>cia.<br />

Las listas basadas <strong>en</strong> las audi<strong>en</strong>cias cruzan <strong>los</strong> datos de BDS con <strong>los</strong> datos de<br />

ratings que compila el sistema de medición de audi<strong>en</strong>cias Arbitron para determinar el<br />

número aproximado de oy<strong>en</strong>tes para las emisiones <strong>en</strong> cada parte del día. De esta manera,<br />

una canción que está <strong>en</strong> ant<strong>en</strong>a a las 4.00 a.m. no cu<strong>en</strong>ta tanto como una que está a las<br />

4.00 p.m.; y una emisora con mucha audi<strong>en</strong>cia influirá más sobre las listas que una<br />

emisora más pequeña o más especializada y con m<strong>en</strong>os oy<strong>en</strong>tes.<br />

Excepto unas pocas excepciones, las emisoras monitorizadas por BDS para<br />

Billboard son comerciales.<br />

• Datos Mixtos<br />

La mayor parte de las listas que elabora Billboard están basadas <strong>en</strong> las v<strong>en</strong>tas, o<br />

bi<strong>en</strong> <strong>en</strong> el tiempo <strong>en</strong> ant<strong>en</strong>a. Las únicas excepciones <strong>en</strong> las que se conjuntan <strong>los</strong> datos de<br />

182


v<strong>en</strong>tas con <strong>los</strong> de tiempo <strong>en</strong> ant<strong>en</strong>a son las tres listas principales: la Billboard Hot 100,<br />

Hot R&B/Hip-Hop Songs y el Billboard Pop 100.<br />

Estas listas de éxitos utilizan las dos fu<strong>en</strong>tes de datos porque consideran que para<br />

medir la popularidad de una canción hay que t<strong>en</strong>er <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta no sólo la decisión de<br />

compra sino también las otras funciones que ti<strong>en</strong>e un single: 239 capturar tiempo <strong>en</strong> ant<strong>en</strong>a<br />

y estimular las v<strong>en</strong>tas del álbum. Además, <strong>en</strong> un mercado tan competitivo como el<br />

actual, <strong>los</strong> programadores de radio no toman sus decisiones musicales a la ligera, sino que<br />

realizan estudios profundos del mercado para emitir las canciones que su audi<strong>en</strong>cia quiere<br />

escuchar.<br />

Estas tres listas híbridas utilizan algoritmos que combinan <strong>los</strong> datos de v<strong>en</strong>tas de<br />

Nielsan SoundScan con las audi<strong>en</strong>cias de BDS. El Hot 100 y el Pop 100 utilizan las<br />

v<strong>en</strong>tas a la carta de canciones para descarga online así como las pocas v<strong>en</strong>tas de singles<br />

que todavía se realizan <strong>en</strong> las ti<strong>en</strong>das. El Hot 100 también incluye datos de radio y<br />

televisión online (tanto bajo demanda como pasiva) de AOL y Yahoo. El Hot 100 utiliza<br />

las audi<strong>en</strong>cias de todos <strong>los</strong> formatos populares que supervisa BDS –desde top 40 hasta<br />

Hip-hop y Country, Latin, y Rock– mi<strong>en</strong>tras que el Pop 100 limita su panel de radios a<br />

las emisores principales de top 40 (40 principales). La lista de éxitos Hot R&B/Hip-Hop<br />

Songs, combina datos de audi<strong>en</strong>cia de emisoras de R&B y hip-hop con las v<strong>en</strong>tas del<br />

panel de R&B/Hip-Hop.<br />

• Otras listas<br />

Exist<strong>en</strong> más listas que Billboard elabora con otros datos: las listas Hot Ringtones<br />

239 Single: Canción individual que forma parte de un álbum o compact disk y se publica<br />

de forma indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te para su emisión <strong>en</strong> radio o televisión.<br />

183


y Hot RingMasters usan datos de v<strong>en</strong>tas del servicio RingScan de Niels<strong>en</strong> MobileScan,<br />

que compila información de v<strong>en</strong>tas de la mayoría de <strong>los</strong> v<strong>en</strong>dedores de tonos para móvil<br />

<strong>en</strong> EEUU. La lista Hot Ringtones clasifica las v<strong>en</strong>tas de tonos polifónicos y<br />

monofónicos, mi<strong>en</strong>tras que el Hot RingMasters clasifica las v<strong>en</strong>tas de tonos reales. La<br />

lista Hot Dance/Club Play se compila a partir de <strong>en</strong>cuestas realizadas por un panel<br />

nacional de DJs, informando de las canciones que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> un mayor éxitos con el público.<br />

La mayoría de las listas de DVD/Video usan información de Niels<strong>en</strong> VideoScan, que<br />

sigue las v<strong>en</strong>tas de <strong>los</strong> comercios de video de una manera similar a la que utiliza Niels<strong>en</strong><br />

SoundScan para <strong>los</strong> comercios que v<strong>en</strong>d<strong>en</strong> música. Una lista de DVD/Video: Top Music<br />

Video usa datos de Niels<strong>en</strong> SoundScan.<br />

5.5.1. La Semana de V<strong>en</strong>tas<br />

Por lo g<strong>en</strong>eral, las listas de éxitos elaboradas por Billboard reflejan las v<strong>en</strong>tas y/o<br />

el tiempo <strong>en</strong> ant<strong>en</strong>a <strong>en</strong>tre lunes y domingo de la semana <strong>en</strong> cuestión. Sin embargo, las<br />

listas que utilizan datos mixtos (v<strong>en</strong>tas y tiempo <strong>en</strong> ant<strong>en</strong>a): Billboard Hot 100, Pop 100 y<br />

Hot R&B/Hip-Hop Songs) utilizan un ciclo de tiempo <strong>en</strong> ant<strong>en</strong>a que va de miércoles a<br />

martes. Las listas se publican <strong>los</strong> jueves <strong>en</strong> Billboard.com y Billboard.biz con la fecha<br />

del ejemplar de la revista Billboard <strong>en</strong> el que serán publicadas. En el caso de las listas<br />

que sólo se publican <strong>en</strong> Internet, se les pone la misma fecha de publicación que a las<br />

demás, reflejando <strong>los</strong> datos del mismo periodo de 7 días. El ejemplar físico de la revista<br />

llega a <strong>los</strong> quioscos <strong>los</strong> viernes. Cada número ti<strong>en</strong>e una fecha que refleja el final de la<br />

semana de publicación. Así, la revista Billboard que llega a <strong>los</strong> quioscos el viernes 9 de<br />

184


septiembre, por ejemplo, ti<strong>en</strong>e fecha del 17 de septiembre.<br />

185


V<strong>en</strong>tas<br />

Figura 5.2: Semana de V<strong>en</strong>tas para las Listas Billboard<br />

29 30 31 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18<br />

L M X J V S D L M X J V S D L M X J V S D<br />

Tiempo <strong>en</strong> ant<strong>en</strong>a<br />

Publicación online<br />

Publicación revista<br />

(con fecha del 17)<br />

186


5.5.2. Billboard Hot 100<br />

El Billboard Hot 100 es el ranking de popularidad de s<strong>en</strong>cil<strong>los</strong> (singles) más<br />

importante de la industria musical <strong>en</strong> EEUU. Lo publica semanalm<strong>en</strong>te la revista<br />

Billboard. La primera canción que llegó al número uno del Hot 100 fue “Poor Little<br />

Fool” de Ricky Nelson, el 4 de agosto de 1958.<br />

Lo que hoy <strong>en</strong> día se conoce como el Hot 100 existió al principio durante casi 15<br />

años como una serie de listas de éxitos, que seguían y clasificaban <strong>los</strong> s<strong>en</strong>cil<strong>los</strong> más<br />

populares de la época <strong>en</strong> difer<strong>en</strong>tes áreas. Entre 1940 y 1950, el ranking de <strong>los</strong> s<strong>en</strong>cil<strong>los</strong><br />

más populares se reflejaba principalm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> tres listas: (1) best sellers in stores<br />

(mayores v<strong>en</strong>tas <strong>en</strong> comercios): una clasificación de <strong>los</strong> s<strong>en</strong>cil<strong>los</strong> que t<strong>en</strong>ían mayores<br />

v<strong>en</strong>tas <strong>en</strong> <strong>los</strong> comercios minoristas para lo cual se <strong>en</strong>cuestaba a un panel de v<strong>en</strong>dedores<br />

de todo el país, (2) most played by jockeys (más reproducidos por pinchadiscos), que<br />

clasificaba las canciones más reproducidas <strong>en</strong> las emisoras de radio de <strong>los</strong> EEUU y se<br />

basaba <strong>en</strong> informes de <strong>los</strong> pinchadiscos de radio y de las cad<strong>en</strong>as de radio; y (3) most<br />

played in jukeboxes (más reproducidos <strong>en</strong> gramolas), con la clasificación de las<br />

canciones más reproducidas <strong>en</strong> las gramolas de todos <strong>los</strong> EEUU. Este último era uno de<br />

<strong>los</strong> métodos principales de medir la popularidad de las canciones con <strong>los</strong> oy<strong>en</strong>tes más<br />

jóv<strong>en</strong>es, ya que mucha emisoras de radio se resistieron a añadir la música Rock'n Roll a<br />

sus programas durante muchos años.<br />

Aunque oficialm<strong>en</strong>te las tres listas t<strong>en</strong>ían el mismo peso <strong>en</strong> función de su<br />

importancia, muchos historiadores de música popular utilizan la lista Best Sellers In<br />

187


Stores cuando se refier<strong>en</strong> a la popularidad de una canción con anterioridad a la exist<strong>en</strong>cia<br />

del Hot 100.<br />

Ev<strong>en</strong>tualm<strong>en</strong>te, Billboard creó una cuarta lista de éxitos de s<strong>en</strong>cil<strong>los</strong> que<br />

combinaba todos <strong>los</strong> aspectos de su popularidad (v<strong>en</strong>tas, tiempo <strong>en</strong> ant<strong>en</strong>ta y<br />

reproducciones <strong>en</strong> gramolas), basándose <strong>en</strong> un sistema de puntos que daba mas peso a las<br />

v<strong>en</strong>tas que al tiempo <strong>en</strong> ant<strong>en</strong>a. En la semana que terminaba el 12 de noviembre de 1955,<br />

Billboard publicó el Top 100 por primera vez. Las listas Best Sellers in Stores, Most<br />

Played by Jockeys y Most Played in Jukeboxes se siguieron publicando de manera<br />

paralela a la nueva lista de Top 100.<br />

El 17 de junio de 1957, Billboard dejó de publicar el Most Played in Jukeboxes,<br />

debido a la caída <strong>en</strong> popularidad de las gramolas y la cada vez mayor ori<strong>en</strong>tación hacia el<br />

Rock <strong>en</strong> la programación de las emisoras. La semana que terminó el 28 de julio de 1958<br />

fue la última <strong>en</strong> la que se publicaron las listas Most Played by Jockeys y Top 100, ambas<br />

de las cuales t<strong>en</strong>ían la versión instrum<strong>en</strong>tal de Patricia por Pérez Prado <strong>en</strong> el número uno.<br />

El 4 de agosto de 1958, Billboard inauguró su lista de éxitos de s<strong>en</strong>cil<strong>los</strong> para todos <strong>los</strong><br />

géneros: el Hot 100. Aunque era similar al Top 100, el Hot 100 reinició la cu<strong>en</strong>ta de<br />

“semanas de éxito” para todas las canciones a 1. El Hot 100 rápidam<strong>en</strong>te se convirtió <strong>en</strong><br />

el estándar de la industria y Billboard dejó de publicar el Best Sellers in Stores el 13 de<br />

octubre de 1958.<br />

Billboard ha seguido publicando el Hot 100 hasta el día de hoy, y sigue si<strong>en</strong>do la<br />

vara contra la cual se mide la popularidad de una canción <strong>en</strong> <strong>los</strong> EEUU. El Hot 100 se<br />

compila combinando la “puntuación” de tiempo <strong>en</strong> ant<strong>en</strong>a con la “puntuación” de v<strong>en</strong>tas<br />

188


(tanto <strong>en</strong> comercios como <strong>en</strong> línea).<br />

Hay varias sub-listas que contribuy<strong>en</strong> al cálculo global del Hot 100. Las más<br />

importantes son:<br />

Hot 100 Airplay: Compuesta según Billboard por aproximadam<strong>en</strong>te “1000<br />

emisoras de <strong>los</strong> formatos Adult Contemporary, R&B, Hip-hop, Country, Rock, Gospel,<br />

Latin y Música Cristiana, monitorizadas digitalm<strong>en</strong>te veinte cuatro horas al día, siete días<br />

a la semana. Las listas se clasifican según el número de oy<strong>en</strong>tes, cruzando <strong>los</strong> datos de la<br />

hora exacta de emisión con <strong>los</strong> ratings de la empresa Arbitron.<br />

Hot 100 Singles Sales: Compuesta también según Billboard por <strong>los</strong> s<strong>en</strong>cil<strong>los</strong><br />

mejor v<strong>en</strong>didos. Los datos se obti<strong>en</strong><strong>en</strong> de una muestra de minoristas, grandes almac<strong>en</strong>es<br />

y ti<strong>en</strong>das online por Niels<strong>en</strong> SoundScan.<br />

Hot Digital Songs: Las v<strong>en</strong>tas digitales son monitorizadas por Niels<strong>en</strong><br />

SoundScan y forman parta de la puntuación de v<strong>en</strong>tas de una canción.<br />

5.5.3. <strong>Cambios</strong> de Criterio <strong>en</strong> el Hot 100<br />

Los métodos y criterios utilizados para obt<strong>en</strong>er y compilar <strong>los</strong> datos han cambiado<br />

numerosas veces a lo largo de la historia de esta lista. El objetivo principal de la creación<br />

de esta lista de éxitos –que ha influido sobremanera <strong>en</strong> la cultura popular y producido<br />

numerosos datos curiosos– siempre ha sido el de servir de herrami<strong>en</strong>ta a aquel<strong>los</strong> d<strong>en</strong>tro<br />

de la industria musical para reflejar la popularidad del “producto” (<strong>los</strong> s<strong>en</strong>cil<strong>los</strong>, <strong>los</strong><br />

álbumes, etc.) y seguir las t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias del público. Billboard ha cambiado su metodología<br />

y sus criterios <strong>en</strong> numerosas ocasiones para reflejar de la forma más precisa y fehaci<strong>en</strong>te<br />

189


posible qué es popular <strong>en</strong> cada mom<strong>en</strong>to. Un ejemplo s<strong>en</strong>cillo de esto sería el ratio de<br />

ponderación que se le da a las v<strong>en</strong>tas y al tiempo <strong>en</strong> ant<strong>en</strong>a. Al comi<strong>en</strong>zo de la historia<br />

del Hot 100, <strong>los</strong> s<strong>en</strong>cil<strong>los</strong> eran la principal forma que t<strong>en</strong>ía la g<strong>en</strong>te de comprar música.<br />

En <strong>los</strong> tiempos <strong>en</strong> <strong>los</strong> que las v<strong>en</strong>tas de s<strong>en</strong>cil<strong>los</strong> eran sólidas, se le daba más peso a las<br />

v<strong>en</strong>tas que al tiempo <strong>en</strong> ant<strong>en</strong>a. Según pasaron las décadas, la industria discográfica se<br />

c<strong>en</strong>tró más <strong>en</strong> v<strong>en</strong>der álbumes que <strong>en</strong> v<strong>en</strong>der s<strong>en</strong>cil<strong>los</strong>. Los músicos ev<strong>en</strong>tualm<strong>en</strong>te<br />

pasaron a ofrecer su visión a través de álbumes de larga duración, más que a través de<br />

s<strong>en</strong>cil<strong>los</strong>, y <strong>en</strong> <strong>los</strong> años 90 muchas discográficas dejaron de lanzar singles directam<strong>en</strong>te.<br />

En un determinado mom<strong>en</strong>to se pasó a darle más peso al tiempo <strong>en</strong> ant<strong>en</strong>a. Billboard ha<br />

ajustado el ratio de v<strong>en</strong>tas/tiempo <strong>en</strong> ant<strong>en</strong>a muchas veces para int<strong>en</strong>tar reflejar con<br />

mayor precisión la popularidad real de las canciones.<br />

Billboard también ha cambiado varias veces sus criterios con respecto a <strong>los</strong><br />

s<strong>en</strong>cil<strong>los</strong> dobles. En la lista Best Sellers in Stores, se listaban estos s<strong>en</strong>cil<strong>los</strong> como una<br />

sóla <strong>en</strong>trada, con el lado que se reproducía más a m<strong>en</strong>udo (basándose <strong>en</strong> las otras listas)<br />

listado <strong>en</strong> primer lugar. Uno de <strong>los</strong> ejemp<strong>los</strong> más notables fue el doble s<strong>en</strong>cillo de Elvis<br />

Presley “Don't Be Cruel” / “Hound Dog.” Durante su periodo <strong>en</strong> las listas se cambió<br />

<strong>en</strong>tre una y otra canción como canción principal <strong>en</strong> varias ocasiones. Pero <strong>en</strong> las listas<br />

Most Played in Jukeboxes y Most Played by Jockeys y <strong>en</strong> el Top 100, <strong>los</strong> s<strong>en</strong>cil<strong>los</strong> dobles<br />

recibían dos <strong>en</strong>tradas separadas. Cuando se inició el Hot 100 <strong>en</strong> 1958, <strong>los</strong> lados A y B de<br />

<strong>los</strong> dobles se listaban separadam<strong>en</strong>te, como habían hecho <strong>en</strong> el anterior Top 100.<br />

A partir del Hot 100 de la semana que terminó el 29 de noviembre de 1969, esta<br />

regla cambió: si ambos lados recibían un tiempo <strong>en</strong> ant<strong>en</strong>a significativo, <strong>en</strong>tonces se<br />

190


listaban <strong>en</strong> una única <strong>en</strong>trada. Este criterio empezó a perder relevancia a partir de 1972,<br />

cuando la mayor parte de las discográficas se unieron a la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia que había surgido <strong>en</strong><br />

<strong>los</strong> años 60 de poner la misma canción <strong>en</strong> <strong>los</strong> dos lados de <strong>los</strong> s<strong>en</strong>cil<strong>los</strong> que mandaban a<br />

la radio. Este asunto se complicó según el formato <strong>en</strong> dos caras típico de <strong>los</strong> s<strong>en</strong>cil<strong>los</strong><br />

daba paso a <strong>los</strong> s<strong>en</strong>cil<strong>los</strong> de 12 pulgadas y <strong>los</strong> maxi-s<strong>en</strong>cil<strong>los</strong>, muchos de <strong>los</strong> cuales<br />

cont<strong>en</strong>ían más de una cara B. Y se complicó aún más cuando, <strong>en</strong> varias ocasiones, la cara<br />

B se hizo más popular que la cara A, impulsando a la discográfica a publicar un nuevo<br />

single con la anterior cara B como cara A, junto con una “nueva” cara B. La decisión de<br />

incluir <strong>los</strong> Promo Singles o Album Cuts (s<strong>en</strong>cil<strong>los</strong> de promoción destinados únicam<strong>en</strong>te a<br />

su emisión <strong>en</strong> radio, pero que no se v<strong>en</strong>d<strong>en</strong> separadam<strong>en</strong>te), solucionó definitivam<strong>en</strong>te<br />

este tema.<br />

Una de las pocas reglas constantes del Hot 100 <strong>en</strong> sus primeros años fue que las<br />

canciones no podían <strong>en</strong>trar <strong>en</strong> el Hot 100 a m<strong>en</strong>os que estuvieran a la v<strong>en</strong>ta como un<br />

s<strong>en</strong>cillo. Sin embargo, el 5 de diciembre de 1998, el Hot 100 pasó de ser una lista de<br />

s<strong>en</strong>cil<strong>los</strong> a ser una lista de canciones. Durante <strong>los</strong> años 90, surgió la creci<strong>en</strong>te t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia<br />

de promocionar canciones <strong>en</strong> la radio sin ponerlas a la v<strong>en</strong>ta como s<strong>en</strong>cil<strong>los</strong>. Las<br />

discográficas importantes temían que <strong>los</strong> s<strong>en</strong>cil<strong>los</strong> se estaban comi<strong>en</strong>do las v<strong>en</strong>tas de <strong>los</strong><br />

álbumes, así que poco a poco <strong>los</strong> s<strong>en</strong>cil<strong>los</strong> fueron desapareci<strong>en</strong>do. Durante este periodo,<br />

com<strong>en</strong>zaron a surgir acusaciones de manipulación de las listas, cuando las discográficas<br />

retrasaban la puesta a la v<strong>en</strong>ta de <strong>los</strong> s<strong>en</strong>cil<strong>los</strong> hasta que su pres<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> la radio estuviese<br />

<strong>en</strong> puntos máximos, provocando un debut <strong>en</strong> las listas <strong>en</strong>tre <strong>los</strong> 10 primeros, o incluso, <strong>en</strong><br />

el puesto número uno. En muchos casos, la discográfica eliminaría un s<strong>en</strong>cillo de su<br />

191


catálogo después de sólo una semana a la v<strong>en</strong>ta, permiti<strong>en</strong>do que la canción <strong>en</strong>trase <strong>en</strong> el<br />

Hot 100, debutando <strong>en</strong> una posición elevada y poco a poco bajando de posición según la<br />

primera y única edición del single se iba v<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do.<br />

Fue durante este periodo que muchas canciones populares nunca salieron <strong>en</strong> el<br />

Hot 100, o ocuparon posiciones altas del ranking mucho tiempo después de que su<br />

popularidad <strong>en</strong> la radio hubiera bajado. Durante el periodo <strong>en</strong> el que las canciones no<br />

estuvieron a la v<strong>en</strong>ta como singles, no podían formar parte del Hot 100. Muchas de estas<br />

canciones dominaron el Hot 100 Airplay durante largos periodos de tiempo. Según las<br />

críticas y <strong>los</strong> conflictos iban <strong>en</strong> aum<strong>en</strong>to, Billboard decidió finalm<strong>en</strong>te incluir <strong>los</strong> Promo<br />

Singles o Album Cuts <strong>en</strong> el Hot 100. Sin embargo, la canción todavía ti<strong>en</strong>e que ser<br />

promocionada oficialm<strong>en</strong>te por la discográfica para poder ser incluida <strong>en</strong> el Hot 100,<br />

t<strong>en</strong>ga o no un s<strong>en</strong>cillo a la v<strong>en</strong>ta. Una canción que no t<strong>en</strong>ga un s<strong>en</strong>cillo a la v<strong>en</strong>ta sólo<br />

puede <strong>en</strong>trar <strong>en</strong> el Hot 100 si ocupa un puesto superior al 75 <strong>en</strong> la lista Hot 100 Airplay.<br />

Los EPs o Ext<strong>en</strong>ded Play se incluían <strong>en</strong> el Hot 100 y las listas anteriores al Hot<br />

100 hasta mediados de <strong>los</strong> 60. Con la creci<strong>en</strong>te popularidad de <strong>los</strong> álbumes, se decidió<br />

mover <strong>los</strong> EPs (que solían consistir <strong>en</strong> <strong>en</strong>tre 4 y 6 pistas) del Hot 100 al Billboard 200,<br />

donde sigu<strong>en</strong> hasta el día de hoy.<br />

El Billboard Hot 100 ahora sigue las descargas digitales legales de servicios <strong>en</strong><br />

línea tales como iTunes, Napster, Musicmatch, Rhapsody, etc. Cuando se añadió el factor<br />

de las descargas digitales al algoritmo de tiempo <strong>en</strong> ant<strong>en</strong>a/v<strong>en</strong>tas del Hot 100, muchas<br />

canciones salieron b<strong>en</strong>eficiadas por el cambio. Billboard com<strong>en</strong>zó a seguir las descargas<br />

<strong>en</strong> el 2003 con la lista Hot Digital Tracks. Sin embargo, estas descargas no se utilizaban<br />

192


para computar el Hot 100 y esa lista (de manera contraria al Hot Digital Songs)<br />

computaba cada versión de una canción de manera individual (esta lista de éxitos sigue<br />

coexisti<strong>en</strong>do junto al Hot Digital Songs). Este ha sido el cambio más importante <strong>en</strong> el<br />

algoritmo del Hot 100 desde diciembre de 1998.<br />

El cambio <strong>en</strong> la fórmula ha modificado considerablem<strong>en</strong>te el comportami<strong>en</strong>to de<br />

la lista, con algunas canciones debutando <strong>en</strong> el ranking estrictam<strong>en</strong>te gracias a sus v<strong>en</strong>tas<br />

<strong>en</strong> línea y otros realizando saltos importantes. En <strong>los</strong> últimos años, varias canciones han<br />

realizado saltos de hasta 80 y 90 puestos <strong>en</strong> una sola semana, al ponerse a la v<strong>en</strong>ta sus<br />

versiones digitales <strong>en</strong> las ti<strong>en</strong>das de música <strong>en</strong> línea. Desde el 2006, el record para el<br />

salto hacia arriba más grande <strong>en</strong> una sola semana se ha roto <strong>en</strong> cinco ocasiones. Desde la<br />

revista con fecha 11 de agosto del 2007, Billboard ha com<strong>en</strong>zado a incorporar datos<br />

semanales sobre servicios bajo demanda y cont<strong>en</strong>idos multimedia <strong>en</strong> streaming, <strong>en</strong> el Hot<br />

100. Las dos primeras compañías importantes <strong>en</strong> proveer de datos a Niels<strong>en</strong> BDS de<br />

forma semanal han sido AOL Music y Yahoo! Music.<br />

Billboard también reaccionó a las llamadas de la industria musical que observaron<br />

una incongru<strong>en</strong>cia con las remezclas de las canciones. Al principio del siglo XXI surgió<br />

la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia de publicar una canción como un remix, de forma que era tan drásticam<strong>en</strong>te<br />

difer<strong>en</strong>te <strong>en</strong> su estructura y <strong>en</strong> sus letras de la versión original que es<strong>en</strong>cialm<strong>en</strong>te era una<br />

canción nueva. En circunstancias normales, <strong>los</strong> puntos de tiempo <strong>en</strong> ant<strong>en</strong>a de la versión<br />

de una canción <strong>en</strong> el álbum, mezclada para la radio, o remezclada como canción bailable<br />

se combinaban sumando puntos para el ranking <strong>en</strong> el Hot 100, ya que la estructura, las<br />

letras y la melodía permanecían inalteradas. Sin embargo, com<strong>en</strong>zaron a surgir críticas<br />

193


cuando las canciones prácticam<strong>en</strong>te se volvían a grabar hasta el punto de que ya no se<br />

parecían a la versión original. El primer ejemplo de un caso así fue la canción de J<strong>en</strong>nifer<br />

Lopez “I'm Real.” Originalm<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tró <strong>en</strong> el Hot 100 con su versión de álbum, pero<br />

luego se publicó un remix con la participación del rapero Ja Rule. Esta nueva versión<br />

demostró ser mucho más popular que la versión para álbum y la pista pasó al número<br />

uno. Para <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tarse a este dilema, Billboard ahora difer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre la versión original<br />

de una canción y su remix, si se determina que este remix constituye una nueva canción.<br />

Desde la puesta <strong>en</strong> vigor de esta norma, varias canciones han aparecido dos veces <strong>en</strong> las<br />

lista, normalm<strong>en</strong>te con la distinción “Part 1” y “Part 2”.<br />

A partir de la semana 20 de 1991, Billboard cambió su metodología para int<strong>en</strong>tar<br />

aum<strong>en</strong>tar la diversidad y promocionar a nuevos artistas y canciones. Se com<strong>en</strong>zaron a<br />

eliminar las canciones que habían estado <strong>en</strong> el Hot 100 durante un número de semanas y<br />

habían caído por debajo de un determinado puesto. E l criterio actual (desde el 2008) es<br />

el de 20 semanas consecutivas y haber caído por debajo del puesto 50. Estas canciones,<br />

llamadas “recurr<strong>en</strong>tes”, pasan a su propia lista, el Hot 100 Recurr<strong>en</strong>t. En ciertos casos se<br />

realizan excepciones caso por caso para canciones que han sido re-editadas o que han<br />

tardado mucho tiempo <strong>en</strong> acceder a <strong>los</strong> canales de distribución masiva. La excepción<br />

más notable al criterio de recurr<strong>en</strong>cia se aplica a las canciones con temas relacionados<br />

con las vacaciones, que por lo g<strong>en</strong>eral se editan una y otra vez año tras año <strong>en</strong><br />

anticipación a las v<strong>en</strong>tas de Navidad. Después de su primera aparición <strong>en</strong> las listas, una<br />

canción de este tipo no puede volver a formar parte del Hot 100.<br />

Las limitaciones del Hot 100 han ido variando <strong>en</strong> int<strong>en</strong>sidad a lo largo del tiempo.<br />

194


Al ser una lista basada <strong>en</strong> las v<strong>en</strong>tas de s<strong>en</strong>cil<strong>los</strong>, con la disminución del s<strong>en</strong>cillo como<br />

formato de v<strong>en</strong>ta, la información sobre éxitos reflejaba un segm<strong>en</strong>to cada vez m<strong>en</strong>or del<br />

mercado hasta el cambio <strong>en</strong> el algoritmo de diciembre de 1998. Es evid<strong>en</strong>te que el Hot<br />

100 no puede reflejar perfectam<strong>en</strong>te las canciones más populares de cada semana o de<br />

cada año. Los cambios <strong>en</strong> la industria, <strong>en</strong> <strong>los</strong> formatos y canales de v<strong>en</strong>ta han afectado el<br />

ranking de <strong>los</strong> difer<strong>en</strong>tes artistas. Al comi<strong>en</strong>zo del Hot 100 la publicación de s<strong>en</strong>cil<strong>los</strong><br />

era más frecu<strong>en</strong>te y constante, con una mayor rotación sobre las estanterías. De <strong>los</strong><br />

dieciseis s<strong>en</strong>cil<strong>los</strong> que lograron el primer puesto <strong>en</strong> la lista durante más de 10 semanas<br />

desde 1955, sólo uno pert<strong>en</strong>ece al periodo anterior a 1992. Durante <strong>los</strong> primeros cuar<strong>en</strong>ta<br />

años de la época del rock, ninguna canción logró debutar <strong>en</strong> el número uno, desde el<br />

cambio de metodología de 1995, lo han hecho una doc<strong>en</strong>a. Como ya vimos, la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia<br />

a limitar e incluso suprimir <strong>los</strong> s<strong>en</strong>cil<strong>los</strong> de <strong>los</strong> años nov<strong>en</strong>ta, hicieron que algunas de las<br />

canciones más populares y escuchadas nunca llegas<strong>en</strong> al Hot 100. Este fue el motivo del<br />

cambio <strong>en</strong> el algoritmo de 1998. Para bi<strong>en</strong> o para mal, las listas de Billboard han<br />

aguantado como el único ranking de éxitos de circulación masiva <strong>en</strong> <strong>los</strong> EEUU durante el<br />

último medio siglo. Las listas alternativas ofrecidas por otras revistas de la compet<strong>en</strong>cia,<br />

como Cash Box, Record World y Radio & Records, a veces mostraban grandes<br />

variaciones. Pero incluso la síntesis perfectas de todas ellas no daría más que una visión<br />

aproximada de la música popular <strong>en</strong> <strong>los</strong> EEUU. Sin embargo, el Billboard Top 100 se<br />

puede considerar como la lista de éxitos más fiable para medir la popularidad de una<br />

canción <strong>en</strong> la historia de la música pop.<br />

195


5.6. Definiciones: El Concepto de Recesión<br />

El concepto de recesión no es unívoco. Cab<strong>en</strong> varias definiciones y según el uso<br />

que hagamos de ellas, <strong>los</strong> periodos de recesión serán difer<strong>en</strong>tes. En términos g<strong>en</strong>erales,<br />

la recesión es la fase desc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te del ciclo económico. La definición mas s<strong>en</strong>cilla es la<br />

que exige dos trimestres consecutivos de disminución del Producto Interior Bruto (PIB).<br />

Otras definiciones requier<strong>en</strong> tres trimestres, o mid<strong>en</strong> la disminución <strong>en</strong> términos anuales<br />

–y por tanto la recesión seria la caída del PIB <strong>en</strong> el pasado año. El PIB que se utiliza<br />

g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te es el PIB real, es decir la cifra que se obti<strong>en</strong>e después de descontar el efecto<br />

de la inflación.<br />

Por estar estudiando la economía norteamericana, la definición de recesión que se<br />

utilizará es la del organismo oficial de dicho país <strong>en</strong>cargado de marcar las fechas que<br />

supon<strong>en</strong> <strong>los</strong> picos y valles del ciclo económico. El organismo oficial <strong>en</strong>cargado de<br />

determinar estos mom<strong>en</strong>tos es el Business Cycle Dating Comittee, pert<strong>en</strong>eci<strong>en</strong>te al<br />

National Bureau of Economic Research (NBER) y creado <strong>en</strong> 1978. 240 Sin embargo, <strong>en</strong>tre<br />

1961 y 1978 el NBER también determinaba <strong>los</strong> picos y <strong>los</strong> valles, aunque sin hacer una<br />

declaración publica formal.<br />

Según este comité, una recesión es “una reducción significativa de la actividad<br />

económica <strong>en</strong> todas las áreas de la economía que dura mas de unos pocos meses y se hace<br />

evid<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>los</strong> indicadores de producción, empleo, r<strong>en</strong>tas reales, <strong>en</strong>tre otros. Una<br />

recesión comi<strong>en</strong>za cuando la economía alcanza un pico de actividad y termina cuando la<br />

240 Business Cycle Dating Committee, “Determination of the December 2007 Peak in<br />

Economic Activity” (National Bureau of Economic Research, December 11, 2008),<br />

http://www.nber.org/dec2008.pdf.<br />

196


economía llega al valle. Entre valle y pico, la economía esta <strong>en</strong> expansión.”<br />

Al considerar las recesiones como una contracción g<strong>en</strong>eral de la economía, y no<br />

de ningún sector <strong>en</strong> particular, el comité subraya la importancia de <strong>los</strong> indicadores más<br />

g<strong>en</strong>erales como <strong>los</strong> de empleo y el producto interior. Para medir el empleo utiliza la<br />

<strong>en</strong>cuesta de nominas como el indicador mas amplio y fiable. Para medir la producción<br />

nacional agregada utiliza dos estimaciones: la estimación trimestral del Producto Interior<br />

Bruto <strong>en</strong> términos reales y la estimación trimestral del Ingreso Nacional Bruto <strong>en</strong><br />

términos reales. Ambas medidas son g<strong>en</strong>eradas a nivel oficial por el National Bureau of<br />

Economic Analysis. En teoría ambas debían ser iguales, pues las v<strong>en</strong>tas de <strong>los</strong> productos<br />

g<strong>en</strong>eran ingresos para <strong>los</strong> productores y trabajadores <strong>en</strong> una cantidad igual al valor de las<br />

v<strong>en</strong>tas. Sin embargo, la medición por el lado de la producción y por el lado de <strong>los</strong><br />

ingresos es difer<strong>en</strong>te por motivos estadísticos. Otros datos que ti<strong>en</strong>e <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta este<br />

comité <strong>en</strong> sus evaluaciones son las v<strong>en</strong>tas al por mayor, la producción industrial, y las<br />

estimaciones del nivel de empleo basadas <strong>en</strong> <strong>en</strong>cuestas a las familias. Además, observan<br />

específicam<strong>en</strong>te la partida principal del PIB, el consumo. En conclusión, las series de<br />

datos que utiliza oficialm<strong>en</strong>te el Business Cycle Dating Committee se v<strong>en</strong> recogidas <strong>en</strong> la<br />

tabla 5.2. Las determinaciones que ha realizado este organismo sobre las fechas pico y<br />

valle de la economía se pued<strong>en</strong> observar <strong>en</strong> la tabla 5.3.<br />

Otros conceptos relacionados como <strong>los</strong> de “crisis,” o “depresión” se suel<strong>en</strong> definir<br />

de manera derivada como “una recesión especialm<strong>en</strong>te severa” pero tampoco existe un<br />

cons<strong>en</strong>so unánime <strong>en</strong> cuanto al cont<strong>en</strong>ido exacto ni, por tanto, <strong>en</strong> cuanto a las fechas de<br />

dichos ev<strong>en</strong>tos económicos.<br />

197


Tabla 5.2: Indicadores Económicos Utilizados por el Business Cycle Dating Comittee 241<br />

Indicador Fu<strong>en</strong>te y Método<br />

Producción Industrial FRB index B50001<br />

PIB real (trimestral) BEA Table 1.1.6, linea 1<br />

INB real (trimestral) BEA Table 1.10, linea 1,<br />

dividido <strong>en</strong>tre BEA table 1.1.9, linea 1<br />

R<strong>en</strong>ta personal m<strong>en</strong>os transfer<strong>en</strong>cias BEA Table 2.6, linea 1 m<strong>en</strong>os linea 14,<br />

ambas deflactadas por la interpolación<br />

m<strong>en</strong>sual de BEA Table 1.1.9, line 1<br />

Nivel de empleo asalariado BLS Series CES0000000001<br />

Nivel de empleo según las <strong>en</strong>cuestas a las<br />

familias<br />

Nivel de v<strong>en</strong>tas comerciales e industriales<br />

(términos reales, m<strong>en</strong>sual)<br />

241 Ibid.<br />

BLS Series LNS12000000<br />

C<strong>en</strong>sus series tbtsla, adjusted, total<br />

business, deflated by monthly interpolation<br />

of BEA Table 1.1.9, line 1<br />

198


Tabla 5.3: Periodos de Crecimi<strong>en</strong>to y Recesión de la Economía EEUU 242<br />

Fechas de Refer<strong>en</strong>cia del<br />

Ciclo Económico<br />

Duración <strong>en</strong> Meses<br />

Pico Valle Contracción Expansión Ciclo<br />

El trimestre se indica <strong>en</strong>tre<br />

paréntesis<br />

Del pico al<br />

valle<br />

Del anterior valle<br />

hasta este pico<br />

Desde el valle<br />

anterior al<br />

actual<br />

Desde el<br />

pico<br />

anterior<br />

el actual<br />

XII/1854 (4) -- -- -- --<br />

VI/1857 (2) XII/1858 (4) 18 30 48 --<br />

X/1860 (3) VI/1861 (3) 8 22 30 40<br />

IV/1865 (1) XII/1867 (1) 32 46 78 54<br />

VI/1869 (2) XII/1870 (4) 18 18 36 50<br />

X/1873 (3) III/1879 (1) 65 34 99 52<br />

III/1882 (1) V/1885 (2) 38 36 74 101<br />

III/1887 (2) IV/1888 (1) 13 22 35 60<br />

VII/1890 (3) V/1891 (2) 10 27 37 40<br />

I/1893 (1) VI/1894 (2) 17 20 37 30<br />

XII/1895 (4) VI/1897 (2) 18 18 36 35<br />

VI/1899 (2) XII/1900 (4) 18 24 42 42<br />

IX/1902 (4) VIII/1904 (3) 23 21 44 39<br />

V/1907 (2) VI/1908 (2) 13 33 46 56<br />

I/1910 (1) I/1912 (4) 24 19 43 32<br />

I/1913 (1) XII/1914 (4) 23 12 35 36<br />

VII/1918 (3) III/1919 (1) 7 44 51 67<br />

I/1920 (1) VII/1921 (3) 18 10 28 17<br />

V/1923 (2) VII/1924 (3) 14 22 36 40<br />

X/1926 (3) XI/1927 (4) 13 27 40 41<br />

VIII/1929 (3) III/1933 (1) 43 21 64 34<br />

V/1937 (2) VI/1938 (2) 13 50 63 93<br />

II/1945 (1) X/1945 (4) 8 80 88 93<br />

XI/1948 (4) X/1949 (4) 11 37 48 45<br />

VII/1953 (2) V/1954 (2) 10 45 55 56<br />

VIII/1957 (3) IV/1958 (2) 8 39 47 49<br />

IV/1960 (2) II/1961 (1) 10 24 34 32<br />

XII/1969 (4) XI/1970 (4) 11 106 117 116<br />

XI/1973 (4) III/1975 (1) 16 36 52 47<br />

I/1980 (1) VII/1980 (3) 6 58 64 74<br />

VII/1981 (3) XI/1982 (4) 16 12 28 18<br />

VII/1990 (3) III/1991 (1) 8 92 100 108<br />

III/2001 (1) XI/2001 (4) 8 120 128 128<br />

XII/2007 (4) VI/2009 (2) 18 73 91 81<br />

Promedio, todos <strong>los</strong> cic<strong>los</strong>:<br />

1854-2009 (33 cic<strong>los</strong>) 16 42 56 55*<br />

1854-1919 (16 cic<strong>los</strong>) 22 27 48 49**<br />

1919-1945 (6 cic<strong>los</strong>) 18 35 53 53<br />

1945-2009 (11 cic<strong>los</strong>) 11 59 73 66<br />

* 32 cic<strong>los</strong><br />

** 15 cic<strong>los</strong><br />

242 NBER, “US Business Cycle Expansions and Contractions,” September 20, 2010,<br />

http://www.nber.org/cycles/cyclesmain.html.<br />

199


5.7. Análisis Exploratorio<br />

En la realización de este análisis exploratorio me he basado <strong>en</strong> algunos periodos<br />

<strong>en</strong>tre <strong>los</strong> destacados por Shiller <strong>en</strong>tre 1960 y 2000: mayo de 1966, diciembre de 1968,<br />

<strong>en</strong>ero de 1973, el crash de 1987, y la crisis asiática de 1989-90. 243<br />

5.7.1. Música antes de Mayo de 1966<br />

Mayo de 1966 marca el final del periodo de expansión de <strong>los</strong> años cincu<strong>en</strong>ta.<br />

¿Que sucedió <strong>en</strong> la música popular justo antes de 1966? En la tabla X se pued<strong>en</strong><br />

consultar las canciones que llegaron al no. 1 <strong>en</strong> la lista Hot 200 de Billboard junto con su<br />

tempo <strong>en</strong> el año anterior al fin de este periodo expansivo. El tempo es una cifra que mide<br />

la velocidad a la que transcurre una canción, cifras más elevados indican una canción más<br />

rápida y cifras mas reducidas indican una canción mas l<strong>en</strong>ta. Como se ha señalado <strong>en</strong><br />

secciones anteriores, el tempo es un indicador bastante bu<strong>en</strong>o del grado de activación que<br />

transmite una canción. Las canciones mas rápidas ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a ser mas activas y excitantes,<br />

mi<strong>en</strong>tras que las canciones mas l<strong>en</strong>tas ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a ser mas relajantes.<br />

Se puede observar que <strong>los</strong> valores no siempre se desplazan de forma continua,<br />

sino que lo hac<strong>en</strong> por saltos. Como si hubiera distintas categorías de canciones. En otras<br />

palabras, <strong>los</strong> datos no se agrupan alrededor de un solo valor. Esto instintivam<strong>en</strong>te parece<br />

ser cierto, las canciones no son increm<strong>en</strong>talm<strong>en</strong>te difer<strong>en</strong>tes sino que lo que gusta<br />

precisam<strong>en</strong>te es la variedad d<strong>en</strong>tro de <strong>los</strong> esti<strong>los</strong> y géneros. Un compon<strong>en</strong>te importante<br />

de la apreciación estética es la búsqueda por la novedad.<br />

243 Shiller, Irrational exuberance.<br />

200


Tabla 5.4: Canciones Número Uno Mayo 1965-Mayo 1966<br />

FECHA TEMPO TITULO CANCION GRUPO<br />

05/01/65 75.37 Mrs. Brown, You've Got a Lovely Daughter Herman's Hermits<br />

05/08/65 75.37 Mrs. Brown, You've Got a Lovely Daughter Herman's Hermits<br />

05/15/65 75.37 Mrs. Brown, You've Got a Lovely Daughter Herman's Hermits<br />

05/22/65 120.86 Ticket to Ride The Beatles<br />

05/29/65 105.64 Help Me, Rhonda The Beach Boys<br />

06/05/65 105.64 Help Me, Rhonda The Beach Boys<br />

06/12/65 122.44 Back in My Arms Again<br />

The Supremes<br />

06/19/65 127.54 I Can't Help Myself (Sugar Pie Honey Bunch) The Four Tops<br />

06/26/65 123.01 Mr. Tambourine Man<br />

The Byrds<br />

07/03/65 127.54 I Can't Help Myself (Sugar Pie Honey Bunch) The Four Tops<br />

07/10/65 135.23 (I Can't Get No) Satisfaction The Rolling Stones<br />

07/17/65 135.23 (I Can't Get No) Satisfaction The Rolling Stones<br />

07/24/65 135.23 (I Can't Get No) Satisfaction The Rolling Stones<br />

07/31/65 135.23 (I Can't Get No) Satisfaction The Rolling Stones<br />

08/07/65 187.2 I'm H<strong>en</strong>ry VIII, I Am Herman's Hermits<br />

08/14/65 74.66 I Got You Babe<br />

08/21/65 74.66 I Got You Babe<br />

08/28/65 74.66 I Got You Babe<br />

09/04/65 94.57 Help! The Beatles<br />

09/11/65 94.57 Help! The Beatles<br />

09/18/65 94.57 Help! The Beatles<br />

09/25/65 58.92 Eve of Destruction Barry McGuire<br />

10/02/65 114.85 Hang on Sloopy The McCoys<br />

10/09/65 48.83 Yesterday The Beatles<br />

10/16/65 48.83 Yesterday The Beatles<br />

10/23/65 48.83 Yesterday The Beatles<br />

10/30/65 48.83 Yesterday The Beatles<br />

11/06/65 128.04 Get Off of My Cloud The Rolling Stones<br />

11/13/65 128.04 Get Off of My Cloud The Rolling Stones<br />

11/20/65 70.85 I Hear a Symphony<br />

The Supremes<br />

11/27/65 70.85 I Hear a Symphony<br />

The Supremes<br />

12/04/65 124.44 Turn! Turn! Turn! (To Everything There Is a Season) The Byrds<br />

12/11/65 124.44 Turn! Turn! Turn! (To Everything There Is a Season) The Byrds<br />

12/18/65 124.44 Turn! Turn! Turn! (To Everything There Is a Season) The Byrds<br />

12/25/65 150.8 Over and Over The Dave Clark Five<br />

01/01/66 53.8 The Sounds of Sil<strong>en</strong>ce Simon & Garfunkel<br />

01/08/66 104.26 We Can Work It Out The Beatles<br />

01/15/66 104.26 We Can Work It Out The Beatles<br />

01/22/66 109.7 The Sounds of Sil<strong>en</strong>ce Simon & Garfunkel<br />

01/29/66 104.26 We Can Work It Out The Beatles<br />

02/05/66 86.21 My Love<br />

Petula Clark<br />

02/12/66 86.21 My Love<br />

Petula Clark<br />

02/19/66 65.81 Lightnin' Strikes<br />

Lou Christie<br />

02/26/66 163.51 These Boots Are Made for Walkin'<br />

Nancy Sinatra<br />

03/05/66 85.81 Ballad of the Gre<strong>en</strong> Berets<br />

03/12/66 85.81 Ballad of the Gre<strong>en</strong> Berets<br />

03/19/66 85.81 Ballad of the Gre<strong>en</strong> Berets<br />

03/26/66 85.81 Ballad of the Gre<strong>en</strong> Berets<br />

04/02/66 85.81 Ballad of the Gre<strong>en</strong> Berets<br />

Sonny & Cher<br />

Sonny & Cher<br />

Sonny & Cher<br />

SSgt Barry Sadler<br />

SSgt Barry Sadler<br />

SSgt Barry Sadler<br />

SSgt Barry Sadler<br />

SSgt Barry Sadler<br />

04/09/66 56.36 (You're My) Soul and Inspiration The Righteous Brothers<br />

04/16/66 56.36 (You're My) Soul and Inspiration The Righteous Brothers<br />

04/23/66 56.36 (You're My) Soul and Inspiration The Righteous Brothers<br />

04/30/66 103.72 Good Lovin'<br />

The Young Rascals<br />

05/07/66 54.06 Monday, Monday The Mamas & the Papas<br />

05/14/66 54.06 Monday, Monday The Mamas & the Papas<br />

201


En la figura 5.3 podemos observar la evolución del tempo de las canciones<br />

durante el año previo a la fecha que la literatura id<strong>en</strong>tifica como el fin del mercado alcista<br />

de <strong>los</strong> años cincu<strong>en</strong>ta. Se observa una progresiva disminución <strong>en</strong> la velocidad de las<br />

canciones.<br />

202


TEMPO<br />

200<br />

180<br />

160<br />

140<br />

120<br />

100<br />

80<br />

60<br />

40<br />

20<br />

0<br />

02/27/65<br />

Figura 5.3: Tempo de las Canciones Mayo 1965 – Mayo 1966<br />

04/18/65<br />

06/07/65<br />

07/27/65<br />

09/15/65<br />

11/04/65<br />

12/24/65<br />

02/12/66<br />

04/03/66<br />

05/23/66<br />

07/12/66<br />

203


Las dos canciones más veloces del periodo son dos canciones del grupo Rolling<br />

Stones, “Get Off My Cloud” y “(I Can't Get No) Satisfaction.” Musicalm<strong>en</strong>te, estas<br />

canciones revelan un estilo declamatorio y uso frecu<strong>en</strong>te de <strong>en</strong>tonaciones imperativas por<br />

parte del vocalista. La percusión esta pres<strong>en</strong>te durante el transcurso de toda la canción,<br />

puntuando las frases del cantante y <strong>los</strong> periodos de transición. La sonoridad de <strong>los</strong><br />

platil<strong>los</strong> es importante para rell<strong>en</strong>ar el espacio acústico así como para marcar el ritmo,<br />

que permanece constante. El vi<strong>en</strong>to-metal toca breves células melódicas de forma<br />

repetida. El carácter g<strong>en</strong>eral de ambas canciones es <strong>en</strong>ergético e impulsa hacia la<br />

actividad, con un volum<strong>en</strong> alto. No existe preocupación por el preciosismo del sonido,<br />

sino mas bi<strong>en</strong> por la transmisión de <strong>en</strong>ergía mediante sonidos fuertes y contund<strong>en</strong>tes.<br />

Dicha contund<strong>en</strong>cia es transmitida por la repetición de células musicales y el uso del<br />

registro grave. La tesitura es baja (sonidos graves) <strong>en</strong> “I Can't Get No Satisfaction,” y<br />

ligeram<strong>en</strong>te mas elevada <strong>en</strong> “Get Off My Cloud.” Otro factor que contribuye a la <strong>en</strong>ergía<br />

de la canción es el carácter staccato de la melodía y el acompañami<strong>en</strong>to. Esto se refiere a<br />

la separación que existe <strong>en</strong>tre las notas; <strong>en</strong> estas dos canciones la melodía parece percutir<br />

cada silaba de forma que quedan todas destacadas y se <strong>en</strong>fatiza el aspecto rítmico de la<br />

canción.<br />

Este breve análisis nos lleva a plantearnos la sigui<strong>en</strong>te cuestión: las canciones<br />

ligeram<strong>en</strong>te mas l<strong>en</strong>tas t<strong>en</strong>drán un carácter ligeram<strong>en</strong>te mas tranquilo, o mas bi<strong>en</strong><br />

percibimos el nivel de actividad d<strong>en</strong>tro de ciertas categorías? Evid<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te el tempo no<br />

es el único atributo que influye sobre la activación de las canciones. Como destacamos<br />

anteriorm<strong>en</strong>te, Juslin recoge exhaustivam<strong>en</strong>te las características musicales relacionadas<br />

204


con distintos niveles de actividad. 244 Para ello, sigui<strong>en</strong>do la tradición de Thaler, define<br />

espacios de activación elevada y reducida junto con val<strong>en</strong>cia positiva y negativa. La<br />

música feliz (activación elevada, val<strong>en</strong>cia positiva) ti<strong>en</strong>e las sigui<strong>en</strong>tes características:<br />

tempo medio rápido, poca variabilidad <strong>en</strong> el tempo, articulación <strong>en</strong> staccato, grandes<br />

cambios <strong>en</strong> la articulación, volum<strong>en</strong> elevado, bajo nivel <strong>en</strong> la variabilidad del sonido,<br />

timbre brillante, y ataque rápido de las notas.<br />

Si observamos otras canciones ligeram<strong>en</strong>te mas l<strong>en</strong>tas pero próximas a las dos<br />

mas rápidas de <strong>los</strong> Rolling Stones (“Get Off My Cloud,” tempo: 128.04; “I Can't Get No<br />

Satisfaction,” tempo: 135.23) quizás podamos verter luz sobre este problema. Las dos<br />

canciones sigui<strong>en</strong>tes más veloces <strong>en</strong> este periodo son: “Mr. Tambourine Man” de The<br />

Byrds y “Eve of Destruction” de Barry McGuire.<br />

Mr. Tambourine Man ti<strong>en</strong>e una melodía notablem<strong>en</strong>te mas legato que las<br />

anteriores canciones. 245 Esto da un carácter m<strong>en</strong>os <strong>en</strong>ergético a la canción. De hecho,<br />

Juslin añade esta característica a las canciones con bajo nivel de actividad. Aunque la<br />

percusión también esta pres<strong>en</strong>te a lo largo de toda la canción, no marca con tanta claridad<br />

el ritmo. Se percibe con claridad que la linea principal, las voces, ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una estructura<br />

mas melódica, hay mas saltos <strong>en</strong>tre las notas y la melodía atraviesa interva<strong>los</strong> mas<br />

grandes. Por estas características técnicas ademas del tempo más reducido, es una<br />

canción m<strong>en</strong>os <strong>en</strong>ergética que las anteriores de <strong>los</strong> Rolling Stones. La otra cancion, “Eve<br />

of Destruction” también transmite inmediatam<strong>en</strong>te un carácter comparativam<strong>en</strong>te mas<br />

244 Juslin and Sloboda, Music and Emotion, 315.<br />

245 El legato o articulacion ligada de las notas es lo opuesto al staccato o articulacion<br />

separada de las notas.<br />

205


elajado. Comparte con las canciones de <strong>los</strong> Rolling Stones la repetición de motivos<br />

celulares, y el registro bajo y monótono que da una impresión declamatoria; sobre todo al<br />

principio de la canción. Sin embargo, la instrum<strong>en</strong>tación es mas reducida y transmite<br />

m<strong>en</strong>os s<strong>en</strong>sación de ruido. Hay ciertos elem<strong>en</strong>tos de preciosismo como la utilización de<br />

un coro realizando vocalizaciones, ¡es imposible imaginar algo más legato! La melodía<br />

del solista realiza más saltos y <strong>en</strong>fatiza mas la subida y bajada de las notas, creando una<br />

s<strong>en</strong>sación melódica.<br />

El análisis de las canciones mas l<strong>en</strong>tas del periodos también es provechoso. La<br />

canción mas l<strong>en</strong>ta del periodo es “Monday, Monday” de The Mamas & the Papas. El<br />

aspecto mas destacable es la importancia del coro <strong>en</strong> la canción. Así, aunque solo hay<br />

una cantante solista, <strong>los</strong> coros son muy pres<strong>en</strong>tes y ll<strong>en</strong>an el espacio sonoro. La<br />

instrum<strong>en</strong>tación es transpar<strong>en</strong>te, con una guitarra, pandereta, voces, y cuerdas. El<br />

movimi<strong>en</strong>to de las voces es muy melódico con articulación <strong>en</strong> legato y un timbre<br />

constante <strong>en</strong> el uso de la voz. Las células musicales son s<strong>en</strong>cillas y su uso esta basado <strong>en</strong><br />

la repetición. La sigui<strong>en</strong>te canción mas l<strong>en</strong>ta, “Turn! Turn! Turn! (To Everything There is<br />

a Season)” de The Byrds comparte alguna de las mismas características como la<br />

articulación <strong>en</strong> legato. Sin embargo <strong>en</strong> esta canción la melodía se pres<strong>en</strong>ta armonizada, y<br />

se desarrolla <strong>en</strong> un registro mas bajo. En g<strong>en</strong>eral esta canción es m<strong>en</strong>os brillante que la<br />

anterior y eso le da un espíritu m<strong>en</strong>os t<strong>en</strong>so.<br />

Las dos sigui<strong>en</strong>tes canciones más veloces son “I Hear a Symphony” de The<br />

Supremes, y “Mrs. Brown You've got a Lovely Daughter” de Herman Hermits.<br />

En “I Hear A Symphony” el rasgo más notable es la instrum<strong>en</strong>tación d<strong>en</strong>sa y el<br />

206


sonido agudo de la voz principal, sin llegar a ser estrid<strong>en</strong>te. Pese a ser una canción <strong>en</strong><br />

ritmo l<strong>en</strong>to, la subdivisión es marcada y el sonido g<strong>en</strong>eral es mas brillante. Esto le da un<br />

grado de <strong>en</strong>ergía más allá de la canción puram<strong>en</strong>te triste o de baja <strong>en</strong>ergía. “Mrs.<br />

Brown,” por el contrario, pres<strong>en</strong>ta alguna de las características del grupo anterior de<br />

canciones l<strong>en</strong>tas, una sola voz con un timbre relajado y una instrum<strong>en</strong>tación mas vacía,<br />

sin s<strong>en</strong>sación de saturación sonora.<br />

Otra herrami<strong>en</strong>ta del análisis exploratorio de datos es el histograma o gráfico de<br />

frecu<strong>en</strong>cias. En la figura 5.4 se puede consultar el gráfico de frecu<strong>en</strong>cias de <strong>los</strong> tempi <strong>en</strong><br />

el año previo a la crisis de Mayo de 1966. Además, si consideramos la distribución de<br />

frecu<strong>en</strong>cias a lo largo de la década de <strong>los</strong> ses<strong>en</strong>ta (véase figura 5.5), se apreciaran dos dos<br />

picos.<br />

207


12<br />

10<br />

FIGURA 5.4: Histograma de Tempi V/1965 – V/1966<br />

8<br />

6<br />

4<br />

2<br />

0<br />

40 60 80 100 120 140 160 180 200<br />

30 50 70 90 110 130 150 170 190<br />

208


FIGURA 5.5: Histograma de Tempi 1960-1969<br />

100<br />

90<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

40 60 80 100 120 140 160 180 200<br />

30 50 70 90 110 130 150 170 190<br />

209


El segundo histograma indica que durante la década de <strong>los</strong> ses<strong>en</strong>ta la prefer<strong>en</strong>cias<br />

musicales se agruparon <strong>en</strong> torno a canciones <strong>en</strong> el intervalo de 70-80, y de 120-130. Solo<br />

hubo canciones por debajo de 60 durante 12 semanas de 467 o el 2,56% de las veces.<br />

Solo hubo canciones mas rápidas de 150 <strong>en</strong> 22 semanas, o el 4,69% del tiempo.<br />

Si consideramos el año previo a mayo de 1966 (véase la figura XX), se aprecia<br />

que las canciones l<strong>en</strong>tas ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una importancia proporcionalm<strong>en</strong>te mucha mayor al resto<br />

de la década, ya que repres<strong>en</strong>tan el 4% del periodo.<br />

Otro detalle relevante es el máximo local del 25 de junio de 1966. Esta canción<br />

–“Paperback Writer” de <strong>los</strong> Beatles– ti<strong>en</strong>e un ritmo fr<strong>en</strong>ético y es la canción mas rápida<br />

de toda la década. Es como si hubiera una reacción ante la preponderancia de estas<br />

canciones relajantes.<br />

5.7.2. Diciembre 1968<br />

Si bi<strong>en</strong> ciertos análisis consideran que mayo de 1966 es un punto de cambio de<br />

t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a partir del cual el mercado se quedo “plano” hasta 1974, es indudable que<br />

tanto <strong>en</strong> términos nominales como reales el valor del S&P 500 alcanzó su punto más<br />

elevado <strong>en</strong> diciembre de 1968.<br />

Considerando tanto el tempo de las canciones como su histograma (véanse las<br />

figuras 5.6 y 5.7) observamos que hay notablem<strong>en</strong>te más canciones l<strong>en</strong>tas que veloces.<br />

La más l<strong>en</strong>ta es “I Heard it Through the Grapevine” de Marvin Gaye. Aunque ti<strong>en</strong>e un<br />

tempo reducido, pres<strong>en</strong>ta otras características que la hac<strong>en</strong> mas <strong>en</strong>ergética de lo que<br />

cabria suponer. Por un lado el tono de la voz, pot<strong>en</strong>te y algo forzado, junto con la tesitura<br />

210


alta y el uso de cuerdas muy agudas son característica propias de canciones de alta<br />

activación. La voz también canta <strong>en</strong> un estilo más parecido a la declamación con<br />

frecu<strong>en</strong>te separación <strong>en</strong>tre frases y sub-frases, con articulación <strong>en</strong> staccato.<br />

Otra canción de tempo l<strong>en</strong>to es “People Got to be Free,” que utiliza recursos<br />

similares para inyectar <strong>en</strong>ergía <strong>en</strong> una canción de ritmo l<strong>en</strong>to. Estos recursos son el uso<br />

de varios cantantes armonizando la melodía, el hecho de que la percusión marque las<br />

subdivisiones del pulso y un tono vocal declamatorio o incluso como si se estuviera<br />

gritando.<br />

Una canción importante que sí comparte las características que se confirman<br />

como prototípicas de las canciones de baja activación es “Hey Jude de <strong>los</strong> Beatles.” Esta<br />

canción tuvo un éxito prolongado <strong>en</strong> esta época al ser numero uno durante 13 semanas<br />

seguidas. En esta canción se aprecia un único cantante solista, cantando de forma<br />

melódica y ligada, con un acompañami<strong>en</strong>to transpar<strong>en</strong>te, un tono sin forzar <strong>en</strong> exceso, y<br />

un sonido que no es excesivam<strong>en</strong>te brillante ni saturado. “This Guy's in Love” de Herb<br />

Alpert también es una típica canción de amor, pese a pres<strong>en</strong>tar un ritmo mas rápido que<br />

otras canciones (83,91) y comparte las características musico-emocionales del éxito de<br />

<strong>los</strong> Beatles.<br />

Las canciones de éxito <strong>en</strong> este periodo están mucho más conc<strong>en</strong>tradas <strong>en</strong> la mitad<br />

inferior del espectro de tempi que <strong>en</strong> el periodo de mayo de 1965 a mayo de 1966; se<br />

<strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran más canciones puram<strong>en</strong>te relajantes tipo balada.<br />

211


TEMPO<br />

180<br />

160<br />

140<br />

120<br />

100<br />

80<br />

60<br />

40<br />

20<br />

0<br />

10/05/67<br />

11/24/67<br />

FIGURA 5.6: Tempi XII/1967 – XII/1968<br />

01/13/68<br />

03/03/68<br />

04/22/68<br />

06/11/68<br />

07/31/68<br />

09/19/68<br />

11/08/68<br />

12/28/68<br />

02/16/69<br />

212


FIGURA 5.7: Histograma XII/1967 – XII/1968<br />

12<br />

10<br />

8<br />

6<br />

4<br />

2<br />

0<br />

40 60 80 100 120 140 160 180 200<br />

30 50 70 90 110 130 150 170 190<br />

213


5.7.3. Enero 1973<br />

El sigui<strong>en</strong>te punto de inflexión es al comi<strong>en</strong>zo de 1973, mom<strong>en</strong>to después del cual<br />

el mercado bajo sin pausa hasta que observamos el famoso desplome del crash de 1974<br />

<strong>en</strong> el cual <strong>los</strong> mercados se hundieron hasta niveles muy bajos. Si observamos las<br />

canciones <strong>en</strong> el año anterior a <strong>en</strong>ero de 1973 (figuras 5.8 & 5.9) observamos que hay<br />

varias semanas con canciones muy l<strong>en</strong>tas, de hecho las segundas más l<strong>en</strong>tas desde 1966.<br />

Como demuestra el histograma, la pres<strong>en</strong>cia de canciones l<strong>en</strong>tas es mucho mayor que la<br />

de canciones veloces<br />

214


TEMPO<br />

140<br />

120<br />

100<br />

80<br />

60<br />

40<br />

20<br />

0<br />

09/24/71<br />

FIGURA 5.8: Tempo 15/I/72 - 13/I/73<br />

01/02/72<br />

04/11/72<br />

07/20/72<br />

10/28/72<br />

02/05/73<br />

FIGURA 5.9: Histograma Tempo 15/I/72 - 13/I/73<br />

25<br />

20<br />

15<br />

10<br />

5<br />

0<br />

40 60 80 100 120 140 160 180 200<br />

30 50 70 90 110 130 150 170 190<br />

05/16/73<br />

215


Al igual que <strong>en</strong> el periodo previo a mayo de 1966, poco después del periodo de<br />

corte también se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra una canción de ritmo fr<strong>en</strong>ético. Esta canción fue numero uno<br />

<strong>en</strong> febrero de 1967 durante dos semanas y es “Crocodile Rock” de Elton John. Es la<br />

canción mas rápida de toda su década.<br />

Las canciones l<strong>en</strong>tas de este periodo son cualitativam<strong>en</strong>te mucho mas relajadas y<br />

estilo balada que las canciones l<strong>en</strong>tas de 1966. Desde “American Pie,” “Song Sung<br />

Blue,” “The First Time I Ever Saw Your Face,” “Without You,” y “Lean on Me.” Incluso<br />

las canciones rápidas, como “A Horse With No Name” parec<strong>en</strong> tomar elem<strong>en</strong>tos de las<br />

canciones l<strong>en</strong>tas: una sola voz que canta <strong>en</strong> un tono relajado e instrum<strong>en</strong>tación<br />

transpar<strong>en</strong>te. “I'll Take You There” de The Staple Singers también comparte algunas de<br />

estas características, con una tesitura relativam<strong>en</strong>te baja, sin estrid<strong>en</strong>cias.<br />

Entre 1982 y 2000 <strong>los</strong> EEUU han vivido un periodo de expansión económica que<br />

se ha puesto de evid<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> un mercado alcista culminando <strong>en</strong> lo que algunos opinan fue<br />

la mayor burbuja desde 1929. Sin embargo <strong>en</strong> este periodo de crecimi<strong>en</strong>to ha habido<br />

periodos de crisis que la literatura id<strong>en</strong>tifica como el crash de 1987, crisis asiatica (1989-<br />

1990), burbuja .com (2000-2003), y actualm<strong>en</strong>te crisis crediticia (2007-2009).<br />

5.7.4. Crash de 1987<br />

Iniciaremos el estudio de este periodo observando el histograma de la década de<br />

<strong>los</strong> och<strong>en</strong>ta (figura 5.10).<br />

216


Figura 5.10: Histograma Tempi 1980-1989<br />

120<br />

100<br />

80<br />

60<br />

40<br />

20<br />

0<br />

40 60 80 100 120 140 160 180 200<br />

30 50 70 90 110 130 150 170 190<br />

217


De forma similar a lo observado <strong>en</strong> la década de 1960-1969, las canciones con un<br />

tempo por debajo de 60 <strong>en</strong>tre 1980 y 1989 tuvieron éxito el 6,51% de las semanas, o 34<br />

semanas. A parte de este hecho, hubo muchas más canciones rápidas que l<strong>en</strong>tas, lo cual<br />

parece <strong>en</strong>cajar con el s<strong>en</strong>tido g<strong>en</strong>eral de crecimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> la década. Si tomamos como<br />

refer<strong>en</strong>cia el punto más alto del mercado S&P <strong>en</strong> agosto de 1987. En las figuras 5.11 y<br />

5.12 se puede observar el tempo de las canciones del año anterior a esta fecha.<br />

218


TEMPO<br />

140<br />

120<br />

100<br />

80<br />

60<br />

40<br />

20<br />

0<br />

07/07/86<br />

FIGURA 5.11: Tempi VIII/1986 – VIII/1987<br />

10/15/86<br />

01/23/87<br />

05/03/87<br />

08/11/87<br />

Figura 5.12: Histograma VIII/1986 – VIII/1987<br />

16<br />

14<br />

12<br />

10<br />

8<br />

6<br />

4<br />

2<br />

0<br />

40 60 80 100 120 140 160 180 200<br />

30 50 70 90 110 130 150 170 190<br />

11/19/87<br />

219


En comparación con <strong>los</strong> periodos analizados anteriorm<strong>en</strong>te, hay más canciones<br />

rápidas que l<strong>en</strong>tas. Sabemos ya que las canciones rápidos son un bu<strong>en</strong> indicador para<br />

indicar estados anímicos activos y excitados. Sin embargo, las canciones por debajo de<br />

60 <strong>en</strong> el periodo previo al crash de 1987 este porc<strong>en</strong>taje constituy<strong>en</strong> el 11,32% del<br />

tiempo, lo cual es superior al 6,51% de la década de <strong>los</strong> och<strong>en</strong>ta.<br />

Consultando la lista de éxitos con mayor detalle se aprecian numerosas canciones<br />

del estilo disco. La más veloz, “V<strong>en</strong>us” de Bananarama, es una típica canción de baile,<br />

con notas <strong>en</strong> staccato, y ataques claros y rápidos. Cantan varias voces <strong>en</strong> un estilo que si<br />

bi<strong>en</strong> no es exactam<strong>en</strong>te “gritado,” si que es extrovertido, fuerte, y <strong>en</strong> tesitura aguda.<br />

Todas estas características le dan una gran cantidad de <strong>en</strong>ergía a la canción. “Livin' on a<br />

Prayer” comparte este carácter bailable, con notas muy destacadas y ritmo marcado. El<br />

estilo de la voz otra vez es “gritado” y forzado. El uso de sintetizadores permite saturar<br />

el espacio sonoro <strong>en</strong> las frecu<strong>en</strong>cias agudas.<br />

“Stuck With You” es otra canción veloz que pres<strong>en</strong>ta características difer<strong>en</strong>tes. Se<br />

oye la voz sola y esto es una característica de canciones mas relajantes, aunque <strong>en</strong> el<br />

estilo “gritado” y no “relajado” o “susurrado.” El ritmo está muy marcado mediante<br />

percusion fuerte <strong>en</strong> staccato. Por otro lado, la melodía recorre mayores interva<strong>los</strong> que <strong>en</strong><br />

otras canciones de este tipo y esto hace que su<strong>en</strong>e ligeram<strong>en</strong>te más melodioso.<br />

Quizás lo mas notable de este periodo sean las canciones l<strong>en</strong>tas, algunas de las<br />

cuales son claros ejemp<strong>los</strong> de canciones l<strong>en</strong>tas de baja activación, con una voz<br />

acompañada livianam<strong>en</strong>te, cantando <strong>en</strong> un estilo más “cantado” y “relajado,” una textura<br />

220


poco saturada, y ritmo l<strong>en</strong>to. “At this Mom<strong>en</strong>t” de Billy Vera es un bu<strong>en</strong> ejemplo, como<br />

también lo es “With or Without You” de U2. Estas canciones están <strong>en</strong>tre las más l<strong>en</strong>tas<br />

de la década. Son canciones que <strong>en</strong>cajan con el prototipo que se empieza a perfilar para<br />

las canciones de baja activación.<br />

5.7.5. Crisis Asiática 1989-1990<br />

Esta crisis afectó a todo el sudeste asiático, pero sobre todo a Japón. Fue un final<br />

dramático para el gran crecimi<strong>en</strong>to de la economía japonesa durante <strong>los</strong> años och<strong>en</strong>ta y<br />

sumió a este país <strong>en</strong> una crisis económica de larga duración. El efecto sobre las bolsas de<br />

valores <strong>en</strong> EEUU fue importante, aunque relativam<strong>en</strong>te m<strong>en</strong>or <strong>en</strong> comparación con el<br />

crash de 1987, <strong>en</strong> parte por las reformas <strong>en</strong> la negociación automatizada por ord<strong>en</strong>ador.<br />

En las figuras 5.13 y 5.14 se puede consultar la evolución del tempo de las<br />

canciones durante el año anterior. Las canciones l<strong>en</strong>tas de este periodo no son tan<br />

absolutam<strong>en</strong>te relajantes como podían ser. Por ejemplo, si analizamos “If You Don't<br />

Know Me by Now” del conjunto Simply Red observamos el requisito de sonido<br />

transpar<strong>en</strong>te, la instrum<strong>en</strong>tación es poco d<strong>en</strong>sa pero utiliza mas de un instrum<strong>en</strong>to, la<br />

linea de la voz principal es melódica con una técnica “relajada.” Sin embargo, la forma<br />

<strong>en</strong> que el percusionista articula la canción es suave pero con cierta <strong>en</strong>ergía, <strong>en</strong> staccato.<br />

Quizas <strong>en</strong> “Wind B<strong>en</strong>eath my Wings” de Bette Midler <strong>en</strong>contremos algunas más de las<br />

características de las canciones relajantes, con la pequeña excepción de cierta percusión<br />

aguda con xilófonos. “Toy Soldiers” es otra canción definitivam<strong>en</strong>te de baja activación,<br />

pero la instrum<strong>en</strong>tación es un poco mas ll<strong>en</strong>a y <strong>los</strong> instrum<strong>en</strong>tos sintetizados <strong>en</strong> el<br />

221


egistro aguda inyectan algo mas de <strong>en</strong>ergía.<br />

A modo de contraste, “Straight Up” de Paula Abdul es un ejemplo claro de cómo<br />

el ritmo rápido y la articulación <strong>en</strong> staccato pued<strong>en</strong> combinarse para crear una canción<br />

que impulse a la actividad. Que sea mas efectiva que “We Didn't Start the Fire” de Billy<br />

Joel, con su letra sin s<strong>en</strong>tido ll<strong>en</strong>a de refer<strong>en</strong>cias historicas, puede ser cuestión de<br />

opinión. Comparte la articulación <strong>en</strong> staccato pero la instrum<strong>en</strong>tación ti<strong>en</strong>e muchos más<br />

instrum<strong>en</strong>tos, el sonido es mas distorsionado, y la melodía consiste básicam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la<br />

declamación de una serie de nombres y ev<strong>en</strong>tos.<br />

222


TEMPO<br />

180<br />

160<br />

140<br />

120<br />

100<br />

80<br />

60<br />

40<br />

20<br />

0<br />

09/14/88<br />

10<br />

9<br />

8<br />

7<br />

6<br />

5<br />

4<br />

3<br />

2<br />

1<br />

0<br />

Figura 5.13: Tempi 1989<br />

12/23/88<br />

04/02/89<br />

07/11/89<br />

Figura 5.14: Histograma 1989<br />

10/19/89<br />

40 60 80 100 120 140 160 180 200<br />

30 50 70 90 110 130 150 170 190<br />

01/27/90<br />

223


5.7.6. Conclusión<br />

Por la simple observación de estas canciones no podemos establecer ningún tipo<br />

de vinculo <strong>en</strong>tre una economía expansiva y una determinada tipología musical. Sin<br />

embargo, hemos observado que exist<strong>en</strong> varias características musicales relacionadas con<br />

el grado de activación de las canciones. Las canciones previas al crash de principios de<br />

<strong>los</strong> 70 son prototipos <strong>en</strong> este s<strong>en</strong>tido y nos permit<strong>en</strong> definir la canción ideal de baja<br />

activación (o relajante). Esta canción sería: (i) l<strong>en</strong>ta, con un numero de pulsos por<br />

minuto de m<strong>en</strong>os de 90; (ii) con una sola voz (iii) que canta con un estilo “relajado” o<br />

“susurrado” y no “forzado,” “gritando,” o “declamatorio”; (iv) predominio de la<br />

articulación <strong>en</strong> legato; (v) acompañami<strong>en</strong>to con uno o pocos instrum<strong>en</strong>tos; (vi) énfasis <strong>en</strong><br />

lo “melódico” mas que <strong>en</strong> lo “rítmico”; (vii) tesitura grave, o al m<strong>en</strong>os, no aguda; (viii)<br />

sonido “transpar<strong>en</strong>te,” no “saturado,” ni “brillante.” Por omisión, las canciones de alta<br />

activación (excitantes) pres<strong>en</strong>tan las características opuestas. La tabla 5.5 muestra un<br />

resum<strong>en</strong> de estas características.<br />

224


Tabla 5.5: Características Excitantes/Relajantes <strong>en</strong> las Canciones de Moda 1960-2009<br />

Baja activación Alta activación<br />

Tempo l<strong>en</strong>to (90)<br />

Una sola voz Varias voces, coros<br />

Uso vocal “relajado,” “susurrado” Uso vocal “forzado,” “gritando,” o<br />

“declamatorio”<br />

Articulación legato Articulación staccato<br />

Acompañami<strong>en</strong>to con uno o pocos<br />

instrum<strong>en</strong>tos<br />

Melódico Rítmico<br />

Tesitura no aguda Tesitura aguda<br />

Acompañami<strong>en</strong>to con muchos<br />

instrum<strong>en</strong>tos<br />

Textura “transpar<strong>en</strong>te” Textura “d<strong>en</strong>sa,” o “saturada”<br />

225


5.8. Modelado Mediante Redes Neuronales Artificiales<br />

5.8.1 Introducción<br />

Los fundam<strong>en</strong>tos de las redes neuronales artificiales fueron desarrollados <strong>en</strong> <strong>los</strong><br />

años ses<strong>en</strong>ta, 246 aunque su aplicación como una alternativa a la computación lógica<br />

booleana no surgió hasta <strong>los</strong> años nov<strong>en</strong>ta. 247 Es<strong>en</strong>cialm<strong>en</strong>te, estas redes pued<strong>en</strong> definirse<br />

como algoritmos matemáticos no lineales cuya funcionami<strong>en</strong>to está basado <strong>en</strong> la forma<br />

de computación del cerebro. Todas las redes neuronales artificiales están basadas <strong>en</strong> la<br />

computación simple realizada por una unidad d<strong>en</strong>ominada “neurona.” Este tipo de<br />

algoritmo matemático ha demostrado su utilidad <strong>en</strong> <strong>los</strong> más diversos campos desde las<br />

finanzas hasta la química.<br />

Según la función para la que estén diseñadas se pued<strong>en</strong> distinguir dos tipos de<br />

redes neuronales. Les redes neuronales empleadas para aproximar funciones –ya sea<br />

modelando datos, aproximando funciones, o <strong>en</strong> el análisis de regresión– recib<strong>en</strong> el<br />

nombre de redes neuronales supervisadas. 248 Por otro lado, las redes neuronales<br />

dedicadas a clasificar patrones de datos se d<strong>en</strong>ominan redes neuronales auto-organizadas.<br />

246 Marvin Minsky and Seymour Papert, Perceptrons: An Introduction to Computational<br />

Geometry (MIT Press, 1969); F. Ros<strong>en</strong>blatt, “The perceptron: a probabilistic model for<br />

information storage and organization in the brain,” Psychological Review 65, no. 6<br />

(November 1958): 386-408; B. Widrow and M. E. Hoff, “Adaptive Switching<br />

Circuits,” in , vol. 4, 1960, 96-104.<br />

247 J. J. Hopfield, “Neurons with graded response have collective computational<br />

properties like those of two-state neurons.,” Proceedings of the National Academy of<br />

Sci<strong>en</strong>ces of the United States of America 81, no. 10 (May 1984): 3088-3092.<br />

248 Bonifacio Martin del Brio and Alfredo Sanz Molina, Redes Neuronales y Sistemas<br />

Difusos (Alfaomega, 2001); K<strong>en</strong>-Ichi Funahashi, “On the approximate realization of<br />

continuous mappings by neural networks,” Neural Networks 2, no. 3 (1989): 183-192.<br />

226


La aplicación de las redes neuronales al tratami<strong>en</strong>to de la información financiera<br />

obtuvo ímpetu <strong>en</strong> noviembre de 1993 d<strong>en</strong>tro del marco de la First International<br />

Workshop on Neural Networks in the Capital Markets. Las redes neuronales<br />

supervisadas son técnicas para extraer relaciones de <strong>en</strong>trada – salida de conjuntos de<br />

datos. Estas técnicas son susceptibles de ser traducidas a ecuaciones matemáticas para su<br />

aplicación <strong>en</strong> mode<strong>los</strong> predictivos o de toma de decisión. Las redes apr<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a través de<br />

un proceso iterativo y adaptativo con el que se detectan las relaciones <strong>en</strong>tre las <strong>en</strong>tradas<br />

dadas y las salidas. En el mom<strong>en</strong>to <strong>en</strong> que una red neuronal haya sido <strong>en</strong>tr<strong>en</strong>ada, al final<br />

del trabajo puede ser usada con datos no utilizados <strong>en</strong> la construcción del modelo.<br />

Algunos ejemp<strong>los</strong> de redes neuronales supervisadas se describ<strong>en</strong> <strong>en</strong> Trading on<br />

the Edge: Neural, G<strong>en</strong>etic and Fuzzy System for Chaotic Financial Market. 249 Las redes<br />

neuronales no supervisadas, por su parte, son técnicas de clasificación, organización, y<br />

visualización de grandes conjuntos de datos. Un ejemplo paradigmático de ellas son <strong>los</strong><br />

Mapas Autoorganizados o SOM (“Self – Organizing Maps”). Una herrami<strong>en</strong>ta que ha<br />

sido utilizada desde comi<strong>en</strong>zos de la década de <strong>los</strong> och<strong>en</strong>ta y que ha sido rápidam<strong>en</strong>te<br />

adoptada <strong>en</strong> la ing<strong>en</strong>iería y otros campos de conocimi<strong>en</strong>to. Algunas de sus aplicaciones<br />

se detallan <strong>en</strong> Self–Organizing Maps, 250 <strong>en</strong> tanto que <strong>en</strong> Visual Explorations in Finance 251<br />

se profundiza <strong>en</strong> el análisis exploratorio de <strong>los</strong> datos, <strong>en</strong> el “data mining,” y <strong>en</strong> una<br />

perspectiva global de <strong>los</strong> métodos tradicionales de clasificación (cluster) y visualización<br />

249 Guido J. Deboeck, Trading on the Edge: Neural, G<strong>en</strong>etic, and Fuzzy Systems for<br />

Chaotic Financial Markets (Wiley, 1994).<br />

250 Teuvo Kohon<strong>en</strong>, Self-organizing maps (Springer, 2001).<br />

251 Guido Deboeck and Teuvo Kohon<strong>en</strong>, Visual Explorations in Finance: with Self-<br />

Organizing Maps, 1st ed. (Springer, 1998).<br />

227


de <strong>los</strong> datos, que se particulariza para el análisis de <strong>los</strong> mercados financieros y para la<br />

detección de estructuras subyac<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> <strong>los</strong> datos económicos.<br />

Martín del Brío y Serrano-Cinca propon<strong>en</strong> un modelo híbrido que combina el<br />

modelo neuronal de mapas autoorganizados de Kohon<strong>en</strong> con otros mode<strong>los</strong> estadísticos y<br />

neuronales que obti<strong>en</strong><strong>en</strong> una puntuación o z-score. 252 Una vez creado el mapa<br />

autoorganizado se superpone la puntuación obt<strong>en</strong>ida por la empresa, según el análisis<br />

discriminante o el perceptrón multicapa. El modelo, más allá del tradicional análisis<br />

discriminante z de Altman, proporciona información sobre las características financieras<br />

más destacadas de la empresa analizada así como el tipo de empresa a la que se asemeja.<br />

Diversos trabajos describ<strong>en</strong> las áreas de trabajo pot<strong>en</strong>ciales <strong>en</strong> contabilidad y se hac<strong>en</strong><br />

revisiones empíricas de <strong>los</strong> principales trabajos, clasificándose según difer<strong>en</strong>tes<br />

criterios. 253 Los libros Neural Networks in Finance and Investing 254 y Neural Networks in<br />

252 Car<strong>los</strong> Serrano Cinca and Bonifacio Martín del Brío, “Predicción de la quiebra<br />

bancaria mediante el empleo de redes neuronales artificiales,” Revista Española de<br />

Financiación y Contabilidad 23, no. 74 (March 1993): 153-176.<br />

253 Delvin D. Hawley, John D. Johnson, and Dijjotam Raina, “Artificial Neural Systems:<br />

A New Tool for Financial Decision-Making,” Financial Analysts Journal 46, no. 6<br />

(November 1, 1990): 63-72; Larry Medsker, Efraim Turban, and Robert R Trippi,<br />

“Neural Network Fundam<strong>en</strong>tals for Financial Analysts,” The Journal of Investing 2,<br />

no. 1 (1, 1993): 59-68; B. Back, G. Oosterom, and K. Sere, “A Comparative Study of<br />

Neural Networks in Bankruptcy Prediction,” Proceedings of the 10th Confer<strong>en</strong>ce on<br />

Artificial Intellig<strong>en</strong>ce Research in Finland (1994): 140--148; Richard Pike and Nam<br />

Sang Ch<strong>en</strong>g, “Neural Networks: Applications and Promise for Accounting &<br />

Finance,” 17th Annual Congress of the European Accounting Association (April 1,<br />

1994), http://ink.library.smu.edu.sg/soa_research/535.<br />

254 Robert R. Trippi, Neural Networks Finance and Investm<strong>en</strong>t: Using Artificial<br />

Intellig<strong>en</strong>ce to Improve Real-World Performance, Second. (Irwin Professional<br />

Publishing, 1996).<br />

228


the Capital Markets 255 recog<strong>en</strong> una amplia selección de trabajos, algunos ya publicados<br />

con anterioridad <strong>en</strong> revistas o pres<strong>en</strong>tados <strong>en</strong> congresos y otros reimpresos.<br />

Bell, Ribar y Verchio elaboraron un estudio pionero <strong>en</strong> la aplicación de redes<br />

neuronales al fracaso empresarial. 256 En este trabajo se compara el perceptrón multicapa<br />

con el análisis lógit, tomando una muestra de mil ocho bancos de <strong>los</strong> que ci<strong>en</strong>to dos<br />

habían quebrado. Otra muestra de mil cincu<strong>en</strong>ta y nueve bancos sirve para el test, con<br />

ci<strong>en</strong>to treinta y un bancos quebrados. Los resultados comparados de ambas metodologías<br />

resultan muy similares, con una pequeña v<strong>en</strong>taja a favor del neuronal <strong>en</strong> la clasificación<br />

de empresas que se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran <strong>en</strong> la zona de indeterminación.<br />

Odom y Sharda realizan otro estudio sobre predicción de quiebras, analizando <strong>en</strong><br />

concreto cinco ratios de ci<strong>en</strong>to veintinueve empresas estadounid<strong>en</strong>ses, extraídas del<br />

Moody's Industrial Manual correspondi<strong>en</strong>te a 1975-1982. 257 Rahimian, Singh,<br />

Thammachote y Virmani aplican difer<strong>en</strong>tes mode<strong>los</strong> neuronales a estos mismos datos. 258<br />

En ambos estudios se comparan <strong>los</strong> resultados obt<strong>en</strong>idos con análisis discriminante,<br />

255 Aposto<strong>los</strong>-Paul Ref<strong>en</strong>es, Neural Networks in the Capital Markets, 1st ed. (John Wiley<br />

& Sons, 1995).<br />

256 T. Bell, G. Ribar, and J. Verchio, “Neural nets vs. logistic regression: A comparison of<br />

each model's ability to predict commercial bank failures,” in University of Southern<br />

California Second International Symposium on Expert Systems in Business, Finance,<br />

and Accounting (University of Southern California, 1989).<br />

257 M.D. Odom and R. Sharda, “A neural network model for bankruptcy prediction,” in<br />

International Joint Confer<strong>en</strong>ce on Neural Networks (pres<strong>en</strong>ted at the International<br />

Joint Confer<strong>en</strong>ce on Neural Networks, San Diego, CA, USA, n.d.), 163-168,<br />

http://ieeexplore.ieee.org/lpdocs/epic03/wrapper.htm?arnumber=137710.<br />

258 E. Rahimian et al., “Bankruptcy Prediction by Neural Network,” in Neural Networks<br />

in Finance and Investing: Using Artificial Intellig<strong>en</strong>ce to Improve Real-world<br />

Performance (Chicago: Irwin, 1996), 243-259.<br />

229


perceptrón simple, perceptrón multicapa, y la red neuronal ath<strong>en</strong>a.<br />

Una aportación relevante es la de De Miguel, Revilla, Rodríguez y Cano, que<br />

aplican una red neuronal compleja, la Fuzzy ARTMAP, cuyos resultados comparan con<br />

cuatro mode<strong>los</strong> estadísticos de predicción del fracaso empresarial, aplicándo<strong>los</strong> a la bi<strong>en</strong><br />

conocida crisis del sector bancario español de <strong>los</strong> años och<strong>en</strong>ta. 259 Los resultados son<br />

también favorables al modelo neuronal.<br />

Altman, Marco y Varetto aplican análisis discriminante, lógit y perceptrón<br />

multicapa <strong>en</strong> una aplicación real para la C<strong>en</strong>trale dei Bilanci italiana. 260 Los resultados no<br />

son concluy<strong>en</strong>tes, ya que <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran que las v<strong>en</strong>tajas e inconv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes de este modelo<br />

neuronal fr<strong>en</strong>te a <strong>los</strong> mode<strong>los</strong> estadísticos conv<strong>en</strong>cionales se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran equilibradas y<br />

sugier<strong>en</strong> la realización de nuevos estudios empíricos.<br />

Yoon y Swales; y Yoon, Swales y Margavio tratan de discriminar a las empresas <strong>en</strong> dos<br />

grupos, según sus acciones hayan t<strong>en</strong>ido o no un bu<strong>en</strong> comportami<strong>en</strong>to <strong>en</strong> <strong>los</strong> mercados<br />

financieros. 261 Los datos incluy<strong>en</strong> información contable cuantitativa y cualitativa, pues<br />

259 L. J. De Miguel et al., “A Comparison betwe<strong>en</strong> Statistical and Neural Networks-based<br />

Methods for Predicting Bank Failures,” in Proceedings of the III International<br />

Workshop on Artificail Intellig<strong>en</strong>ce in Economics and Managem<strong>en</strong>t (Portland, OR,<br />

1993).<br />

260 Edward I. Altman, Giancarlo Marco, and Franco Varetto, “Corporate distress<br />

diagnosis: Comparisons using linear discriminant analysis and neural networks (the<br />

Italian experi<strong>en</strong>ce),” Journal of Banking & Finance 18, no. 3 (May 1994): 505-529.<br />

261 Y. Yoon and G. Swales, “Predicting stock price performance: a neural network<br />

approach,” in Proceedings of the Tw<strong>en</strong>ty-Fourth Annual Hawaii International<br />

Confer<strong>en</strong>ce on System Sci<strong>en</strong>ces (pres<strong>en</strong>ted at the Tw<strong>en</strong>ty-Fourth Annual Hawaii<br />

International Confer<strong>en</strong>ce on System Sci<strong>en</strong>ces, Kauai, HI, USA, n.d.), 156-162;<br />

Youngohc Yoon, George Swales, and Thomas M. Margavio, “A Comparison of<br />

Discriminant Analysis versus Artificial Neural Networks,” The Journal of the<br />

Operational Research Society 44, no. 1 (January 1, 1993): 51-60.<br />

230


examinan la carta que el presid<strong>en</strong>te de la compañía <strong>en</strong>vía a <strong>los</strong> accionistas. Comparan <strong>los</strong><br />

resultados del análisis discriminante con <strong>los</strong> del perceptrón multicapa. El perceptrón sin<br />

capa oculta obt<strong>en</strong>ía un 65% de acierto, resultado similar al del análisis discriminante. Al<br />

añadir una capa oculta, mejoran <strong>los</strong> resultados situándose al 76%. Si bi<strong>en</strong> el añadir otra<br />

capa oculta adicional no mejora significativam<strong>en</strong>te la eficacia del modelo.<br />

Aalton<strong>en</strong> y Östermark comparan <strong>los</strong> tres mode<strong>los</strong> estadísticos más utilizados <strong>en</strong> la<br />

predicción del fracaso empresarial: análisis discriminante, lógit y particiones recursivas<br />

con el perceptrón multicapa. 262 En este estudio la variable dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te, es decir el<br />

calificar a la empresa positiva o negativam<strong>en</strong>te, se deriva de <strong>los</strong> mercados financieros,<br />

según el valor estimado de la beta. En <strong>los</strong> resultados se produce un empate, ya que todos<br />

<strong>los</strong> mode<strong>los</strong> fallan <strong>en</strong> el test de tres, y las mismas, observaciones.<br />

D<strong>en</strong>g propone un modelo mixto que integra un módulo de sistema experto que<br />

extrae de forma automática las reglas a partir de una base de datos y un perceptrón<br />

multicapa que interacciona con el anterior. 263 Las variables de que parte son cuantitativas<br />

y cualitativas: algunas se extra<strong>en</strong> del balance y cu<strong>en</strong>ta de resultados y el resto informan<br />

de la ger<strong>en</strong>cia y las relaciones pasadas del cli<strong>en</strong>te con el banco. Finalm<strong>en</strong>te agrupa las<br />

empresas <strong>en</strong> tres categorías de riesgo: bajo, moderado y alto. Los resultados son bu<strong>en</strong>os<br />

pero no <strong>los</strong> compara con <strong>los</strong> obt<strong>en</strong>idos por otros mode<strong>los</strong>.<br />

En materia de calificación de activos financieros, uno de <strong>los</strong> trabajos pioneros <strong>en</strong> la<br />

262 J. Aalton<strong>en</strong> and R. Östermark, “Financial Risk Classification of Finnish Companies by<br />

Accounting Data,” in 16th Congress of the European Accounting Association (Turku,<br />

Finland, 1993).<br />

263 Pi-Sh<strong>en</strong>g D<strong>en</strong>g, “Automating Knowledge Acquisition and Refinem<strong>en</strong>t for Decision<br />

Support: A Connectionist Inductive Infer<strong>en</strong>ce Model,” Decision Sci<strong>en</strong>ces 24, no. 2 (3,<br />

1993): 371-394.<br />

231


calificación de obligaciones con redes neuronales es el de Dutta y Shekhar y Dutta,<br />

Shekhar y Wong, qui<strong>en</strong>es aplican perceptrón multicapa y regresión lineal, comparando<br />

<strong>los</strong> resultados con <strong>los</strong> obt<strong>en</strong>idos por la ag<strong>en</strong>cia Standard & Poors. 264 Utilizan información<br />

de cuar<strong>en</strong>ta y siete compañías, reservando diecisiete para el test. Los resultados son<br />

claram<strong>en</strong>te favorables al modelo neuronal, ya que <strong>en</strong> el test, clasifican correctam<strong>en</strong>te<br />

hasta un 88,3% de <strong>los</strong> bonos, fr<strong>en</strong>te a un 64,7% de la regresión lineal. Un estudio que<br />

muestra así las limitaciones de <strong>los</strong> mode<strong>los</strong> lineales <strong>en</strong> este tipo de trabajos.<br />

Tomando como refer<strong>en</strong>cia comparativa el análisis discriminante, Surkan y<br />

Singleton (1990) estudian también la calificación de obligaciones con perceptrón<br />

multicapa. 265 Con ci<strong>en</strong>to veintiséis casos y siete variables, todas ellas extraídas de <strong>los</strong><br />

estados financieros de las empresas, <strong>los</strong> resultados son muy superiores <strong>en</strong> la red neuronal,<br />

ya que <strong>en</strong> ella se obti<strong>en</strong><strong>en</strong> clasificaciones correctas que varían <strong>en</strong>tre el 45 y el 90%,<br />

mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> el análisis discriminante el rango de acierto fluctúa <strong>en</strong>tre el 38 y 47%.<br />

En g<strong>en</strong>eral, las redes neuronales parec<strong>en</strong> comportarse mejor <strong>en</strong> la predicción a largo<br />

plazo con compon<strong>en</strong>tes no lineales, aunque no están claras las mejorías observadas <strong>en</strong><br />

series cortas y estacionales.<br />

264 Soumitra Dutta, Shashi Shekhar, and W. Y Wong, “Decision support in nonconservative<br />

domains: g<strong>en</strong>eralization with neural networks,” Decision Support<br />

Systems 11 (June 1994): 527–544; S. Dutta and S. Shekhar, “Bond rating: a<br />

nonconservative application of neural networks,” in IEEE International Confer<strong>en</strong>ce<br />

on Neural Networks (pres<strong>en</strong>ted at the Proceedings of 1993 IEEE International<br />

Confer<strong>en</strong>ce on Neural Networks (ICNN '93), San Diego, CA, USA, 1988), 443-450<br />

vol.2, http://ieeexplore.ieee.org/lpdocs/epic03/wrapper.htm?arnumber=23958.<br />

265 A.J. Surkan and J.C. Singleton, “Neural networks for bond rating improved by<br />

multiple hidd<strong>en</strong> layers,” in International Joint Confer<strong>en</strong>ce on Neural Networks (San<br />

Diego, CA, n.d.), 157-162, http://ieeexplore.ieee.org/lpdocs/epic03/wrapper.htm?<br />

arnumber=137709.<br />

232


El análisis fundam<strong>en</strong>tal trata de valorar <strong>los</strong> factores económicos más importantes<br />

del <strong>en</strong>torno y contempla la evolución económico-financiera de las empresas. Wong,<br />

Wang, Goh y Quek diseñan una red neuronal borrosa que combina difer<strong>en</strong>tes<br />

herrami<strong>en</strong>tas de Intelig<strong>en</strong>cia Artificial para obt<strong>en</strong>er una cartera óptima de acciones. 266<br />

Concretam<strong>en</strong>te su modelo es una red neuronal fuzzy que consta de tres módu<strong>los</strong>. El<br />

primero conti<strong>en</strong>e treinta y dos reglas del tipo si-<strong>en</strong>tonces proporcionadas por especialistas<br />

humanos, el segundo es un procesador de reglas fuzzy y el tercero un perceptrón<br />

multicapa. El modelo utiliza información del mercado de valores, así como ratios<br />

financieros. En el artículo se realiza un test con ochoci<strong>en</strong>tas empresas, con el objetivo de<br />

predecir las r<strong>en</strong>tabilidades de las acciones, obt<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do resultados satisfactorios.<br />

Algunas aplicaciones comerciales de la metodología ofrec<strong>en</strong> también interés<br />

desde la perspectiva de este trabajo. Por ejemplo, Marose describe una aplicación híbrida<br />

del Chase Manhattan Bank para la concesión de préstamos, que incorpora herrami<strong>en</strong>tas<br />

estadísticas y un perceptrón multicapa y que proporciona una clasificación de las<br />

empresas prestatarias <strong>en</strong> bu<strong>en</strong>as, malas y críticas. 267 De igual parecida Barker desarrolla<br />

una red experta para la concesión de préstamos mediante un modelo que incorpora una<br />

concha de sistema experto, un simulador de red neuronal, y un gestor de bases de datos. 268<br />

Los tres programas compart<strong>en</strong> ficheros, de forma que al introducir <strong>los</strong> datos de la<br />

266 F. S. Wong et al., “Fuzzy Neural Systems for Stock Selection,” Financial Analysts<br />

Journal 48, no. 1 (January 1, 1992): 47-74.<br />

267 Robert A Marose, “A financial neural-network application,” AI Expert 5 (March 1990):<br />

50–53.<br />

268 D. Barker, “Analyzing Financial Health: Integrating Neural Networks and Expert<br />

Systems,” in Neural Networks in Finance and Investing: Using Artificial Intellig<strong>en</strong>ce<br />

to Improve Real-world Performance (Irwin Professional Publishing, 1996), 83.<br />

233


empresa el sistema experto analiza <strong>los</strong> ratios financieros y la red neuronal realiza <strong>los</strong><br />

correspondi<strong>en</strong>tes cálcu<strong>los</strong>.<br />

5.8.2 Redes Neuronales Supervisadas<br />

Las redes neuronales supervisadas pres<strong>en</strong>tan como unidad básica el “perceptrón”<br />

o neurona artificial, que pres<strong>en</strong>ta una forma de procesar datos semejante a las neuronas<br />

biológicas. 269 Su funcionami<strong>en</strong>to se puede explicar matemáticam<strong>en</strong>te por medio de la<br />

ecuación 5.1, donde X son las N fu<strong>en</strong>tes de información ponderadas cada una por N<br />

pesos, ó W.<br />

Ecuación 5.1<br />

N<br />

H i t=∑ j =1<br />

X j ×W j<br />

La suma de todas las <strong>en</strong>tradas ponderadas se conoce como regla de propagación, y<br />

el resultado de dicho sumatorio es el pot<strong>en</strong>cial sináptico, repres<strong>en</strong>tado <strong>en</strong> la ecuación por<br />

la letra H. La neurona sólo se activa cuando el pot<strong>en</strong>cial sináptico alcanza un<br />

determinado umbral. En ese mom<strong>en</strong>to el pot<strong>en</strong>cial sináptico se convierte <strong>en</strong> la variable<br />

de la función de transfer<strong>en</strong>cia, de forma que:<br />

H i tq<strong>en</strong>tonces f [ H i t]<br />

Exist<strong>en</strong> cinco tipos difer<strong>en</strong>tes de funciones de transfer<strong>en</strong>cia: escalón, lineal,<br />

logaritmo sigmoidea, tang<strong>en</strong>te sigmoidea y gaussiana. El resultado final de la función de<br />

transfer<strong>en</strong>cia constituye la respuesta de la neurona (véase la figura 5.15).<br />

269 Ros<strong>en</strong>blatt, “The perceptron.”<br />

234


Figura 5.15: Neurona artificial con función tang<strong>en</strong>te sigmoidea de transfer<strong>en</strong>cia 270<br />

270 Pablo Garcia Estevez, Las Redes Neuronales Supervisadas (P<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te de publicación,<br />

2005), 2.<br />

235


Mi<strong>en</strong>tras que individualm<strong>en</strong>te las neuronas no ti<strong>en</strong>e capacidad para realizar<br />

procesos lógicos, cuando se agrupan <strong>en</strong> un conjunto sí pued<strong>en</strong> resolver problemas de<br />

cálculo lógico; y esto constituye la gran v<strong>en</strong>taja de <strong>los</strong> sistemas complejos formados por<br />

la organización <strong>en</strong> redes de elem<strong>en</strong>tos simples. Uno de <strong>los</strong> ejemp<strong>los</strong> más frecu<strong>en</strong>tes de<br />

redes neuronales consiste <strong>en</strong> tres capas: la primera donde <strong>en</strong>tran <strong>los</strong> datos, la segundo que<br />

es una capa oculta donde se procesan <strong>los</strong> datos, y la tercera que emite <strong>los</strong> resultados. El<br />

numero de neuronas <strong>en</strong> cada capa es variable según el diseño que se decida aplicar y el<br />

tipo de trabajo que vaya a realizar la red. El resultado obt<strong>en</strong>ido por cada neurona se<br />

transmite a todas las neuronas de la capa sigui<strong>en</strong>te. 271<br />

271 R Hecht-Niels<strong>en</strong>, “Theory of the backpropagation neural network,” in International<br />

Joint Confer<strong>en</strong>ce on Neural Networks (Washington, DC, USA, 1989), 593-605,<br />

http://dx.doi.org/10.1109/IJCNN.1989.118638.<br />

236


Figura 5.16: Esquema de una red neuronal con tres neuronas <strong>en</strong> la capa de <strong>en</strong>trada,<br />

cuatro <strong>en</strong> la capa oculta, y dos <strong>en</strong> la de salida 272<br />

272 Garcia Estevez, Las Redes Neuronales Supervisadas, 4.<br />

237


La figura 5.16 muestra una red neuronal tipo. En ella, se aprecia como cada<br />

neurona está conectada –y <strong>en</strong>vía información– a todas las neuronas de la capa sigui<strong>en</strong>te.<br />

Cada conexión se pondera por su correspondi<strong>en</strong>te peso sináptico, por tanto <strong>en</strong>tre la capa<br />

de <strong>en</strong>trada y la capa oculta hay doce pesos sinápticos. En la capa oculta, cada neurona<br />

determinará sus pot<strong>en</strong>cial sináptico y lo aplicará a la función de transfer<strong>en</strong>cia. El<br />

resultado de esta ecuación es la información que se <strong>en</strong>vía a cada neurona de la capa de<br />

salida. Esta información se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra nuevam<strong>en</strong>te ponderada por <strong>los</strong> pesos sinápticos de<br />

las conexiones <strong>en</strong>tre las neuronas de la capa oculta y las neuronas de la capa de salida.<br />

Tras repetir el mismo proceso <strong>en</strong> las neuronas de la capa de salida, se obti<strong>en</strong><strong>en</strong> <strong>los</strong><br />

resultados.<br />

Este proceso se puede repres<strong>en</strong>tar de manera matricial, facilitando la compr<strong>en</strong>sión<br />

del sistema. Sigui<strong>en</strong>do el ejemplo de la figura 5.16, la matriz de <strong>en</strong>tradas estará<br />

repres<strong>en</strong>tada por X, mi<strong>en</strong>tras que la matriz de <strong>los</strong> pesos sinápticos vi<strong>en</strong>e repres<strong>en</strong>tada por<br />

W y la matriz H repres<strong>en</strong>ta <strong>los</strong> pot<strong>en</strong>ciales sinápticos de cada neurona de la capa oculta.<br />

1,<br />

1<br />

( X X X ) × W W W W = ( H H H H )<br />

1<br />

2<br />

3<br />

⎛ W<br />

⎜<br />

⎜<br />

⎜<br />

⎝ W<br />

1,<br />

2<br />

1,<br />

3<br />

W<br />

W<br />

2,<br />

1<br />

2,<br />

2<br />

2,<br />

3<br />

W<br />

W<br />

Cuando alim<strong>en</strong>tamos las funciones de transfer<strong>en</strong>cia con <strong>los</strong> valores de la matriz de <strong>los</strong><br />

3,<br />

1<br />

3,<br />

2<br />

3,<br />

3<br />

pot<strong>en</strong>ciales sinápticos obt<strong>en</strong>emos la matriz Y de salidas de las neuronas de la capa oculta.<br />

Estás serán ponderadas por la matriz W’ de pesos sinápticos que un<strong>en</strong> la capa oculta con<br />

la capa de salida. El resultado será la matriz H de pot<strong>en</strong>cial sináptico de la capa de salida<br />

que servirá para alim<strong>en</strong>tar las funciones de transfer<strong>en</strong>cia de esta capa y que su resultado<br />

será la matriz Z de resultado de la red.<br />

W<br />

W<br />

4,<br />

1<br />

4,<br />

2<br />

4,<br />

3<br />

⎞<br />

⎟<br />

⎟<br />

⎟<br />

⎠<br />

1<br />

2<br />

3<br />

4<br />

238


( H H H H ) ( Y Y Y Y )<br />

f =<br />

1<br />

2<br />

3<br />

1,<br />

1<br />

4<br />

1,<br />

2 2,<br />

2<br />

( Y Y Y Y ) ×<br />

= ( H ' H ' H ' H ' )<br />

1<br />

2<br />

3<br />

4<br />

⎛ W '<br />

⎜<br />

⎜ W '<br />

⎜ W '<br />

⎜<br />

⎝ W '<br />

1,<br />

3<br />

1,<br />

4<br />

W '<br />

W '<br />

W '<br />

W '<br />

2,<br />

1<br />

2,<br />

3<br />

2,<br />

4<br />

( H ' H ' H ' H ' ) ( Z Z Z Z )<br />

f =<br />

1<br />

2<br />

3<br />

4<br />

⎞<br />

⎟<br />

⎟<br />

⎟<br />

⎟<br />

⎠<br />

Los pesos sinápticos pres<strong>en</strong>tan inicialm<strong>en</strong>te un valor aleatorio y posteriorm<strong>en</strong>te se<br />

van ajustando mediante un proceso de <strong>en</strong>tr<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to. En este proceso se introduc<strong>en</strong> <strong>los</strong><br />

datos finales obt<strong>en</strong>idos de manera indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te y se aplica un algoritmo de apr<strong>en</strong>dizaje<br />

a la red, que modifica paulatinam<strong>en</strong>te el valor de <strong>los</strong> pesos hasta que <strong>los</strong> resultados de la<br />

red neuronal se ajustan a <strong>los</strong> deseados. Cuando se finaliza la fase de <strong>en</strong>tr<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to se<br />

introduce un nuevo cuerpo de datos para comprobar si <strong>los</strong> resultados se ajustan a lo<br />

deseado. Si no es así, se volverán a ajustar <strong>los</strong> pesos hasta que la red ofrezca un<br />

r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to óptimo.<br />

Exist<strong>en</strong> varios tipos de redes neuronales, aunque la más utilizada es la llamada<br />

perceptrón multicapa (multi-layer perceptron). Esta red g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te está formada por<br />

tres capas (de <strong>en</strong>trada, oculta, y de salida) y emplea funciones sigmoideas como<br />

funciones de transfer<strong>en</strong>cia. Por otro lado, las funciones <strong>en</strong> la capa de salida pued<strong>en</strong> ser<br />

sigmoideas o lineales. Sin embargo, el principal elem<strong>en</strong>to difer<strong>en</strong>ciador <strong>en</strong> las redes<br />

perceptrón multicapa es la regla de apr<strong>en</strong>dizaje mediante retropropagación regresiva<br />

(backpropagation). Esta regla modifica <strong>los</strong> pesos sinápticos según la difer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre el<br />

1<br />

1<br />

1<br />

2<br />

2<br />

3<br />

2<br />

3<br />

4<br />

4<br />

3<br />

4<br />

239


valor emitido por la red y el valor objetivo. 273<br />

En la realidad, exist<strong>en</strong> difer<strong>en</strong>tes variantes de la Regla BP que se utilizan <strong>en</strong><br />

función del problema que se quiera resolver. La Regla BP puede trabajar de dos maneras:<br />

Apr<strong>en</strong>dizaje por lotes o apr<strong>en</strong>dizaje <strong>en</strong> serie. El apr<strong>en</strong>dizaje por lotes acumula las<br />

variaciones de <strong>los</strong> pesos y al final de cada ciclo, actualiza a la vez todos <strong>los</strong> pesos. El<br />

apr<strong>en</strong>dizaje <strong>en</strong> serie va actualizando <strong>los</strong> pesos cada vez que se pres<strong>en</strong>ta un dato. Una<br />

desv<strong>en</strong>taja del apr<strong>en</strong>dizaje <strong>en</strong> serie es que se debe respetar el ord<strong>en</strong> de pres<strong>en</strong>tación de las<br />

<strong>en</strong>tradas, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> el apr<strong>en</strong>dizaje por lotes el ord<strong>en</strong> no ti<strong>en</strong>e importancia. La<br />

v<strong>en</strong>taja del apr<strong>en</strong>dizaje <strong>en</strong> serie es su velocidad mi<strong>en</strong>tras que la v<strong>en</strong>taja del apr<strong>en</strong>dizaje<br />

por lotes es que se puede aplicar a la mayoría de <strong>los</strong> problemas.<br />

Exist<strong>en</strong> difer<strong>en</strong>tes programas informáticos que permit<strong>en</strong> manejar redes neuronales<br />

de manera s<strong>en</strong>cilla. Uno de <strong>los</strong> más pot<strong>en</strong>tes, y el que aquí vamos a utilizar, el la Toolbox<br />

de Redes Neuronales de MatLab. Una de las decisiones que debe realizar el analista a la<br />

hora de diseñar una red neuronal es elegir el algoritmo de apr<strong>en</strong>dizaje. El Toolbox de<br />

MatLab ofrece difer<strong>en</strong>tes algoritmos que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> unas características específicas. Es muy<br />

difícil elegir el algoritmo adecuado para cada problema. Un algoritmo que es rápido y<br />

consigue soluciones satisfactorias para un problema no es eficaz para otro, o se vuelve<br />

muy l<strong>en</strong>to. Hay veces que es preferible un algoritmo que trabaje de manera l<strong>en</strong>ta, debido<br />

al resultado que se quiere obt<strong>en</strong>er, y otras veces se necesita rapidez y la precisión de <strong>los</strong><br />

datos no es tan importante. En la Tabla 5.6 se muestra una lista de <strong>los</strong> algoritmos que<br />

ofrece MatLab ord<strong>en</strong>ador de más l<strong>en</strong>to al más rápido. G<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te se aconseja elegir el<br />

273 Hecht-Niels<strong>en</strong>, “Theory of the backpropagation neural network”; David E. Rumelhart,<br />

Geoffrey E. Hinton, and Ronald J. Williams, “Learning repres<strong>en</strong>tations by backpropagating<br />

errors,” Nature 323, no. 6088 (October 9, 1986): 533-536.<br />

240


más rápido e ir eligi<strong>en</strong>do, si no es muy preciso, <strong>los</strong> sigui<strong>en</strong>tes, que aunque m<strong>en</strong>os rápidos<br />

pued<strong>en</strong> darnos mejores precisiones. De todos modos el algoritmo Lev<strong>en</strong>berg – Marquardt<br />

es el mejor algoritmo para problemas que no sean muy grandes.<br />

241


Tabla 5.6: Difer<strong>en</strong>tes algoritmos de apr<strong>en</strong>dizaje del Toolbox de Redes Neuronales<br />

Algoritmo S<strong>en</strong>t<strong>en</strong>cia MatLab<br />

Variable (Variable learning rate) traingdx<br />

Rprop trainrp<br />

Gradi<strong>en</strong>te conjugado escalar (Scaled Conjugated. Gradi<strong>en</strong>t) trainscg<br />

Fletcher Powell CG traincgf<br />

Polak Ribiére CG traincgp<br />

Powell Beale CG traincgb<br />

Secante de un paso (One Step Secant) trainoss<br />

Quasi Newton BFGS trainbfg<br />

Lev<strong>en</strong>berg Marquardt trainlm<br />

242


5.8.3 Resultados del Modelo y Análisis de S<strong>en</strong>sibilidad<br />

El modelo propuesto es una red neuronal MLP [10 10 1] con diez inputs de<br />

<strong>en</strong>trada, que son las variables elegidas <strong>en</strong> este trabajo. El número de neuronas de <strong>en</strong>trada<br />

está condicionado al r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to de la red. Después de numerosas pruebas hemos<br />

llegado a la conclusión de que una capa oculta de diez neuronas es la mejor combinación<br />

para el trabajo <strong>en</strong> cuestión. El tipo de función de cada neurona es una tang<strong>en</strong>te<br />

sigmoidea, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> la neurona de salida la función es lineal. Por lo tanto el<br />

resultado de la neurona de salida es la variable objetivo. La figura 5.17 muestra un<br />

esquema con la estructura de esta red neuronal.<br />

243


Figura 5.17: Esquema de la Red Neuronal Desarrollada<br />

244


Desde un punto de vista práctico, el algoritmo matricial se elaboró de la sigui<strong>en</strong>te<br />

manera. En primer lugar normalizamos <strong>los</strong> datos de <strong>en</strong>trada del modelo según <strong>los</strong> valores<br />

máximos y mínimos de cada variable. La función para normalizar dichos datos se<br />

muestra <strong>en</strong> la figura 5.18. Véase la tabla 5.7 para la aplicación de esta fórmula con <strong>los</strong><br />

datos del modelo.<br />

(tabla 5.8).<br />

Figura 5.18: Fórmula de Cálculo de <strong>los</strong> Valores Normalizados de Entrada<br />

X −min<br />

X nor =2×<br />

max−min −1<br />

El vector de datos normalizados se multiplica por la matriz de pesos sinápticos<br />

245


Slow Solo * 1<br />

Tabla 5.7: Valores de Entrada Normalizados<br />

* 2<br />

Sparce Melodic High * 3<br />

Saturated Bpm<br />

Input 40 34 43 37 27 41 23 44 2 79,8667308<br />

Máximo 45 49 48 52 35 48 52 44 47 114,184808<br />

Mínimo 4 12 8 27 0 9 14 0 0 71,8550943<br />

Normalizado 0,756097561 0,189189189 0,75 -0,2 0,542857143 0,641025641 -0,526315789 1 -0,914893617<br />

-<br />

0,621465122<br />

* 1 : Variable Relaxed<br />

* 2 : Variable Staccato<br />

* 3 : Variable Transpar<strong>en</strong>t<br />

246


Tabla 5.8: Matriz de Pesos Sinápticos<br />

-1,1961595 4,03091245 1,26950678 -2,8286928 -0,4703978 0,10108661 0,68393523 2,20215463 -2,0418443 -0,0055982<br />

-1,3382128 -1,6826946 -1,4709382 -0,8344579 -0,73712189 2,73552896 3,43384772 -0,1536429 -0,7305458 0,73674588<br />

-0,6415753 -2,0250797 -4,1725181 -1,4291414 2,6803947 0,48202937 -2,5083517 -2,759884 0,73042719 0,76035636<br />

-1,0238799 0,24993355 -1,2886562 0,55502107 0,61845286 -2,3578739 -3,0995797 -4,9895191 -0,198107 0,65682917<br />

1,93800291 -0,4419695 -3,0315329 -4,3421755 -1,47722894 2,04513057 0,24699055 1,700401 -0,2077274 -0,086231<br />

-0,0829585 -0,3695205 2,7317099 0,35815873 -1,53249594 -1,2227003 -2,323806 -0,529827 -0,559525 -1,1306512<br />

1,0094107 -0,2302769 -3,1991366 -2,1212568 3,34203413 1,25143473 0,18921827 -0,3581989 0,19112118 3,25083182<br />

0,17791155 -1,4793836 3,07194457 0,18780482 -1,96366027 0,78120883 -0,4385334 0,5588091 -1,7996102 -2,9624539<br />

0,82568005 0,73163973 -2,4123835 -1,0582612 -0,54566383 -1,2368543 -3,3481358 -1,2973874 0,90722826 -1,7238301<br />

-0,3027761 -0,4754048 0,32806295 -0,9433263 0,15474801 0,41212109 -1,0653327 2,03620244 0,28302544 -1,1423326<br />

247


Al resultado obt<strong>en</strong>ido (tabla 5.9) se le suman <strong>los</strong> umbrales de las neuronas de la<br />

capa oculta (tabla 5.10).<br />

Tabla 5.9<br />

4,899238778<br />

-2,663508182<br />

-4,528209421<br />

-6,565201715<br />

2,299589655<br />

2,136602948<br />

-1,291926775<br />

5,832950303<br />

-1,217922961<br />

3,511914561<br />

Tabla 5.10<br />

First Output Bias<br />

Output before function<br />

Obf<br />

4,899238778 1,29350883 6,192747611<br />

-2,663508182 1,84529064 -0,81821754<br />

-4,528209421 0,59143009 -3,936779327<br />

-6,565201715 -1,6248405 -8,190042232<br />

2,299589655 0,30715805 2,606747702<br />

2,136602948 2,50824435 4,644847295<br />

-1,291926775 3,93347386 2,641547087<br />

5,832950303 -2,7834339 3,049516442<br />

-1,217922961 -2,6026861 -3,820609027<br />

3,511914561 -2,5342997 0,977614906<br />

Sobre estos resultados, se aplica la función tang<strong>en</strong>te sigmoidea (figura 5.19) para<br />

obt<strong>en</strong>er el resultado de la capa oculta (tabla 5.12).<br />

248


Figura 5.19: Función Tang<strong>en</strong>te Sigmoidea<br />

2<br />

f x=<br />

1e −2× X nor −1<br />

Tabla 5.12: Resultado de la Capa Oculta<br />

Output hidd<strong>en</strong> layer<br />

0,999991643<br />

-0,674098548<br />

-0,999238935<br />

-0,999999846<br />

0,989173691<br />

0,999815275<br />

0,989897889<br />

0,995519982<br />

-0,999039975<br />

0,752031561<br />

Los resultados de la capa oculta son, a su vez, <strong>los</strong> inputs de la capa de salida y por<br />

lo tanto se multiplica por <strong>los</strong> pesos de esta capa (tabla 5.13).<br />

Tabla 5.13: Pesos Sinápticos de la Capa de Salida<br />

-0,5708753<br />

-1,0108382<br />

-0,9623027<br />

0,65048271<br />

0,79078334<br />

-1,0082154<br />

0,12802971<br />

-0,8131603<br />

-1,3556332<br />

-0,6338616<br />

249


Obt<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do el resultado 0,390681599 al que se le suma el umbral (-0,3498653)<br />

para obt<strong>en</strong>er el resultado final de la red. Este valor se desnormaliza con <strong>los</strong> mínimos y<br />

máximos del conjunto de <strong>los</strong> datos objetivos y, finalm<strong>en</strong>te, se obti<strong>en</strong>e el dato de salida<br />

(tabla 5.14).<br />

Tabla 5.14: Cálculo del Dato de Salida de la Red Neuronal<br />

Min 0,07185229<br />

Max -0,02632136<br />

Output 0,02476901<br />

En conclusión, se ha aplicado con éxito la metodología de redes neuronales<br />

artificiales para elaborar un modelo que relaciona todos <strong>los</strong> factores musicales con la tasa<br />

anual de crecimi<strong>en</strong>to del PIB. Las predicciones del modelo se ajustan al 100% a <strong>los</strong><br />

datos esperados. A modo de ejemplo véase <strong>en</strong> la Tabla 5.15 el modelo <strong>en</strong> su forma<br />

matricial con <strong>los</strong> datos musicales del año 2010. Estos datos no fueron introducidos a la<br />

hora de <strong>en</strong>tr<strong>en</strong>ar el modelo. El resultado se puede observar <strong>en</strong> la casilla “output”: 2.8%.<br />

Los datos preliminares para la tasa de cambio del PIB del 2010 fueron del 3.2%. Sin<br />

embargo, la posterior revisión del 25 de febrero corrigió este dato al 2.8%. 274 Si se<br />

siguiese confirmando esta relación <strong>en</strong> el tiempo, estos datos podrían ser de utilidad para<br />

conocer “<strong>en</strong> tiempo real” el desarrollo del PIB pues el proceso de recolectar y analizar<br />

toda la información macroeconómica que utiliza el Bureau of Economic Analysis<br />

conlleva ciertos retrasos y la necesidad de realizar frecu<strong>en</strong>tes revisiones. Aun más<br />

importante es el hecho de que <strong>los</strong> resultados del modelo parec<strong>en</strong> aportar evid<strong>en</strong>cia que<br />

274 B. E. A. US Departm<strong>en</strong>t of Commerce, “Bureau of Economic Analysis,” n.d.,<br />

http://www.bea.gov/newsreleases/national/gdp/gdpnewsrelease.htm.<br />

250


efuerza la validez de las posturas teóricas que incluy<strong>en</strong> <strong>en</strong> sus mode<strong>los</strong> el papel de las<br />

emociones y <strong>los</strong> factores culturales <strong>en</strong> la interpretación de las decisiones económicas.<br />

251


Tabla 5.15: Modelo de Redes Neuronales <strong>en</strong> Forma Matricial Relacionando el<br />

Crecimi<strong>en</strong>to del PIB con el Estado de Animo Social por vía de las Canciones de Moda<br />

SLOW (


La metodología de redes neuronales también permite realizar un análisis de<br />

s<strong>en</strong>sibilidad para observar la influ<strong>en</strong>cia ceteris paribus de las variables musicales sobre el<br />

modelo. De esta manera, el tempo influye de la manera prevista por la teoría: a canciones<br />

mas rápidas, mayor activación emocional <strong>en</strong> la sociedad y por tanto mayor crecimi<strong>en</strong>to<br />

de la economía (véase la figura 5.20). La variable STACCATO –el número de canciones<br />

de moda cada año <strong>en</strong> las que predominaron notas muy atacadas– también se comporta de<br />

acuerdo con la teoría: a más canciones con articulación <strong>en</strong> staccato mayor activación<br />

emocional y por <strong>en</strong>de mayor crecimi<strong>en</strong>to económico (véase la figura 5.21).<br />

Finalm<strong>en</strong>te la variable SATURATED –el número de canciones de moda cada año<br />

que se caracterizaron por t<strong>en</strong>er una textura especialm<strong>en</strong>te d<strong>en</strong>sa– 275 pres<strong>en</strong>ta un<br />

comportami<strong>en</strong>to difer<strong>en</strong>te al inicialm<strong>en</strong>te esperado. Si bi<strong>en</strong>, la literatura sobre<br />

percepción musical ha demostrado que ciertos elem<strong>en</strong>tos de la textura influy<strong>en</strong> sobre la<br />

activación emocional de las piezas, el concepto de textura saturada no había sido aplicado<br />

todavía a ningún estudio empírico. Por tanto, es interesante observar <strong>en</strong> la figura 5.22<br />

como la aplicación de ciertas técnicas musicales que saturan el espacio sonoro<br />

(produci<strong>en</strong>do <strong>en</strong> ocasiones la s<strong>en</strong>sación de ruido) ti<strong>en</strong><strong>en</strong> éxito <strong>en</strong> periodos de contracción<br />

del ciclo económico.<br />

275 En el contexto de este experim<strong>en</strong>to, una textura d<strong>en</strong>sa puede v<strong>en</strong>ir dada por el tipo de<br />

instrum<strong>en</strong>tación (por ej. guitarras distorsionadas, uso frecu<strong>en</strong>te de platil<strong>los</strong>), o por el<br />

número de voces indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes (es decir, que haya multitud de líneas musicales<br />

haci<strong>en</strong>do cosas difer<strong>en</strong>tes).<br />

253


Figura 5.20: Efecto de la Variable BPM sobre el PIB<br />

0<br />

71 73 75 77 79 81 83 85 87 89 91 93 95 97 99 101 103 105 107 109 111 113<br />

-0.02<br />

-0.04<br />

-0.06<br />

-0.08<br />

-0.1<br />

-0.12<br />

-0.14<br />

BPM (MEDIA)<br />

254


0.1<br />

0.08<br />

0.06<br />

0.04<br />

0.02<br />

Figura 5.21: Efecto de la Variable STACATTO sobre el PIB<br />

0<br />

27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56 57<br />

-0.02<br />

-0.04<br />

Stacatto<br />

255


-0.01<br />

-0.02<br />

-0.02<br />

-0.03<br />

-0.03<br />

-0.04<br />

-0.04<br />

Figura 5.22: Efecto de la Variable SATURATED sobre el PIB<br />

SATURATED?<br />

0<br />

0<br />

25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47<br />

256


5.9. Relación <strong>en</strong>tre la Volatilidad de la Música Pop y la Volatilidad del S&P<br />

Estudiamos el tempo (la velocidad musical) de todas las canciones número uno <strong>en</strong><br />

la clasificación Billboard <strong>en</strong>tre 1960 y 2009. La experi<strong>en</strong>cia musical previa de <strong>los</strong><br />

autores sugiere que pued<strong>en</strong> existir dos arquetipos básicos de canciones, según el uso que<br />

le dan las personas para modificar sus estados de ánimos. Estos dos arquetipos básicos<br />

son canciones de alta activación (excitantes) y canciones de baja activación (relajantes) o,<br />

para facilitar su etiquetado: “baladas” y “bailables.”<br />

A continuación, clasificamos todas las canciones de cada década <strong>en</strong> estas dos<br />

categorías y normalizamos <strong>los</strong> valores d<strong>en</strong>tro de cada categoría (restando la media<br />

aritmética y dividi<strong>en</strong>do <strong>en</strong>tre la desviación típica). Con este paso pudimos comprobar<br />

cuanto variaba el tempo de las canciones con respecto a la “balada” o “bailable”<br />

arquetipo de su década. Con estos datos, pudimos calcular la desviación típica de todos<br />

<strong>los</strong> valores para cada año y <strong>los</strong> comparamos con la desviación típica de <strong>los</strong> valores<br />

normalizados del cambio semanal del S&P. Los resultados se pued<strong>en</strong> observar <strong>en</strong> la<br />

Figura 5.17. La coefici<strong>en</strong>te de correlación <strong>en</strong>tre ambos datos es del 0,38.<br />

Estos resultados confirman <strong>los</strong> descubrimi<strong>en</strong>tos de otros estudios que afirman que<br />

exist<strong>en</strong> relaciones <strong>en</strong>tre las variaciones del tempo d<strong>en</strong>tro de cada canción de éxito y la<br />

volatilidad de <strong>los</strong> mercados. 276<br />

276 Philip Maymin, “Music and the Market: Song and Stock Volatility,” Working Paper<br />

(November 2010).<br />

257


Figura 5.17: Relación <strong>en</strong>tre la Volatilidad del S&P y la Volatilidad de las Canciones de<br />

Moda<br />

3<br />

2.5<br />

2<br />

1.5<br />

1<br />

0.5<br />

0<br />

1960<br />

1964<br />

1968<br />

1972<br />

1976<br />

1980<br />

Desviacion Tipica<br />

Musica<br />

1984<br />

Desviacion Tipica S&P<br />

1988<br />

1992<br />

1996<br />

2000<br />

2004<br />

2008<br />

258


6. CONCLUSIONES Y LIMITACIONES<br />

La premisa sobre la que se basa este trabajo de investigación es la de explorar<br />

ciertas limitaciones <strong>en</strong> el p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to económico ortodoxo a la hora de explicar el<br />

comportami<strong>en</strong>to de las personas <strong>en</strong> el mundo real. Concretam<strong>en</strong>te, se trata de demostrar<br />

que existe un vínculo <strong>en</strong>tre la situación emocional de las personas de una sociedad –el<br />

estado de ánimo social– y sus decisiones agregadas de consumo e inversión.<br />

La teoría económica tradicional no ha considerado que este tipo de relaciones sean<br />

significativas. Por ello, iniciamos nuestro estudio acotando el orig<strong>en</strong> de esta afirmación.<br />

Exploramos y resumimos la historia del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to económico <strong>en</strong> cuanto a las nociones<br />

de racionalidad y sus consecu<strong>en</strong>cias teóricas actuales. De manera más significativa,<br />

descubrimos que han existido otras corri<strong>en</strong>tes paralelas que defi<strong>en</strong>d<strong>en</strong> la incorporación de<br />

factores psicológicos <strong>en</strong> el estudio del comportami<strong>en</strong>to económico. Estas ideas han sido<br />

propuestas tanto por autores que forman parte del canon económico –como Keynes o<br />

Schumpeter– como por otros investigadores y teóricos <strong>en</strong> <strong>los</strong> campos de la economía<br />

psicológica, las finanzas conductistas, y el estudio de <strong>los</strong> heurísticos m<strong>en</strong>tales. Hemos<br />

pasado revista a numerosos estudios con evid<strong>en</strong>cias de que <strong>los</strong> paradigmas de<br />

interpretación tradicionales son insufici<strong>en</strong>tes para explicar satisfactoriam<strong>en</strong>te <strong>los</strong><br />

comportami<strong>en</strong>tos económicos y financieros reales.<br />

La teoría económica tan sólo ha reconocido hasta ahora –y no de forma unánime–<br />

<strong>los</strong> conceptos emocionales de “optimismo,” “pesimismo,” y “confianza del consumidor.”<br />

Ante la aus<strong>en</strong>cia d<strong>en</strong>tro del conocimi<strong>en</strong>to económico de un marco teórico lo<br />

sufici<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te sofisticado como para estudiar las emociones y sus efectos sobre la<br />

259


conducta, se ha realizado una síntesis compr<strong>en</strong>siva de las distintas teorías y formas de<br />

clasificar las emociones, descubri<strong>en</strong>do que el modelo estrés–activación de Thayer puede<br />

ser valioso para su aplicación al estudio económico. Además, se han establecido las<br />

bases de <strong>los</strong> f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os de inducción, empatía, y contagio emocional que justifican la<br />

exist<strong>en</strong>cia de un estado de ánimo social. Hemos recogido estudios que demuestran que<br />

las emociones están involucradas <strong>en</strong> la toma de decisiones financieras. Paralelam<strong>en</strong>te,<br />

hemos explorado la historia de las teorías sobre la emoción <strong>en</strong> la música y las últimas<br />

investigaciones ci<strong>en</strong>tíficas que relacionan características musicales concretas con las<br />

distintas dim<strong>en</strong>siones del modelo emocional de Thayer. La dim<strong>en</strong>sión social de la música<br />

se ve reflejada <strong>en</strong> la teoría de la “música como herrami<strong>en</strong>ta,” según la cual las personas<br />

utilizan la música para ajustar su estado emocional al de su <strong>en</strong>torno.<br />

Además, realizamos un resum<strong>en</strong> de la literatura de marketing sobre el efecto de la<br />

música <strong>en</strong> diversos comportami<strong>en</strong>tos económicos. Revisamos también otros estudios<br />

relevantes que demuestran la exist<strong>en</strong>cia de relaciones <strong>en</strong>tre el carácter emocional de<br />

ciertos objetos culturales de comunicación masiva (portadas de revistas, letras de<br />

canciones, o discursos presid<strong>en</strong>ciales), la confianza de <strong>los</strong> consumidores, y el PIB.<br />

Basándonos <strong>en</strong> estos fundam<strong>en</strong>tos teóricos y las experi<strong>en</strong>cias empíricas anteriores,<br />

estudiamos el cuerpo de las canciones de moda <strong>en</strong>tre 1960 y 2009 tal como lo define la<br />

revista Billboard <strong>en</strong> sus listas de éxitos. Planteamos y rechazamos la hipótesis de que si<br />

la g<strong>en</strong>te utiliza la música como una droga, <strong>en</strong>tonces el consumo musical debe aum<strong>en</strong>tar<br />

<strong>en</strong> periodos de recesión económica. A continuación, planteamos la hipótesis de que las<br />

personas consum<strong>en</strong> difer<strong>en</strong>tes tipos de música <strong>en</strong> función de la fase del ciclo económico.<br />

260


Analizamos la música de ciertos mom<strong>en</strong>tos considerados económicam<strong>en</strong>te significativos<br />

y extrajimos una serie de características determinantes de su carácter emocional. En base<br />

a las frecu<strong>en</strong>cias anualizadas de esas características pudimos construir un modelo que<br />

relaciona al 100% el carácter emocional de las canciones de moda con la tasa de<br />

crecimi<strong>en</strong>to del PIB norteamericano. Descubrimos que las variables que la literatura ha<br />

estudiado más –como el tempo o la articulación <strong>en</strong> staccato– se comportan de acuerdo<br />

con nuestras predicciones. Sin embargo, otras variables definidas específicam<strong>en</strong>te para<br />

esta investigación –como la textura saturada– se comportan de forma contraria y<br />

justifican una mayor investigación <strong>en</strong> cuanto a su efecto emocional. La música se vuelva<br />

más ruidosa <strong>en</strong> la fase de contracción del ciclo económico, <strong>en</strong> concordancia con las<br />

observaciones de autores como Prechter.<br />

El desarrollo del pres<strong>en</strong>te estudio ha t<strong>en</strong>ido que afrontar algunos obstácu<strong>los</strong> cuyo<br />

conocimi<strong>en</strong>to puede ser valioso <strong>en</strong> futuras investigaciones. En primer lugar el concepto<br />

de canción de éxito dep<strong>en</strong>de <strong>en</strong> cierta medida del algoritmo clasificador desarrollado por<br />

la empresa Billboard Inc. la cual a su vez utiliza datos de Niels<strong>en</strong> SoundScan. Estos<br />

algoritmos han variado a lo largo de la historia de la lista Hot 100. Mi<strong>en</strong>tras que<br />

consideramos que la selección de canciones realizada ha sido repres<strong>en</strong>tativa del carácter<br />

emocional de cada año, se podrían incluir otras bases de datos elaboradas por otras<br />

<strong>en</strong>tidades. En segundo lugar, el tipo y número de variables incluidas <strong>en</strong> el modelo<br />

también puede ser reconsiderado según aparezcan nuevos conocimi<strong>en</strong>tos <strong>en</strong> el campo de<br />

la psicología de la música. Finalm<strong>en</strong>te, se podrían explorar métodos alternativos de<br />

medición de las variables musicales que incluyan herrami<strong>en</strong>tas de análisis psicoacústico<br />

261


computerizado.<br />

Si bi<strong>en</strong> el estudio empírico realizado ha sido novedoso, esperamos que las<br />

mayores aportaciones realizadas por este trabajo hayan sido de naturaleza teórica al poner<br />

<strong>en</strong> evid<strong>en</strong>cia la necesidad de crear nuevos paradigmas que interpret<strong>en</strong> aún mejor el<br />

comportami<strong>en</strong>to económico de las personas. Consideramos que el concepto de estado de<br />

ánimo social puede ser un avance <strong>en</strong> esa dirección.<br />

262


BIBLIOGRAFÍA<br />

Aalton<strong>en</strong>, J., and R. Östermark. “Financial Risk Classification of Finnish Companies by<br />

Accounting Data.” In 16th Congress of the European Accounting Association.<br />

Turku, Finland, 1993.<br />

Abeele, P. Vand<strong>en</strong>. “The index of consumer s<strong>en</strong>tim<strong>en</strong>t: Predictability and predictive<br />

power in the EEC.” Journal of Economic Psychology 3, no. 1. Journal of<br />

Economic Psychology (1983): 1-17.<br />

Abramson, L. Y., M. E. Seligman, and J. D. Teasdale. “Learned helplessness in humans:<br />

critique and reformulation.” Journal of Abnormal Psychology 87, no. 1 (February<br />

1978): 49-74.<br />

Adams, F. Gerard, and Vijaya G. Duggal. “Anticipations Variables in an Econometric<br />

Model: Performance of the Anticipations Version of Wharton Mark III.”<br />

International Economic Review 15, no. 2 (June 1, 1974): 267-284.<br />

Adorno, Theodor W. Introduction to the Sociology of Music. Translated by E. B. Ashby.<br />

New York: Seabury, 1976.<br />

AFP. “UN panel touts new global curr<strong>en</strong>cy reserve system.” Breitbart, March 26, 2010.<br />

http://www.breitbart.com/article.php?<br />

id=CNG.18e9e5692442aa61d7510553b5ffc14e.8b1.<br />

Akerlof, George A., and Robert J. Shiller. Animal Spirits: How Human Psychology<br />

Drives the Economy, and Why It Matters for Global Capitalism. Princeton<br />

University Press, 2010.<br />

Ali, S. Omar, and Zehra F. Peynircioğlu. “Songs and emotions: are lyrics and melodies<br />

equal partners?.” Psychology of Music 34, no. 4 (October 1, 2006): 511 -534.<br />

Alpert, Judy I., and Mark I. Alpert. “Background music as an influ<strong>en</strong>ce in consumer<br />

mood and advertising responses.” Advances in Consumer Research 16, no. 1<br />

(1989): 485-491.<br />

Alpert, Mark I., Judy I. Alpert, and Elliot N. Maltz. “Purchase occasion influ<strong>en</strong>ce on the<br />

role of music in advertising.” Journal of Business Research 58, no. 3. Journal of<br />

Business Research (2005): 369-376.<br />

Altman, Edward I., Giancarlo Marco, and Franco Varetto. “Corporate distress diagnosis:<br />

Comparisons using linear discriminant analysis and neural networks (the Italian<br />

experi<strong>en</strong>ce).” Journal of Banking & Finance 18, no. 3 (May 1994): 505-529.<br />

Aristóteles. Politica. Libro V. Edited by Medina and Navarro. Translated by Patricio de<br />

Azcarate. Vol. 3. Obras de Aristoteles. Madrid: Impr<strong>en</strong>ta de la Biblioteca de<br />

Instruccion y Recreo, 1873.<br />

Back, B., G. Oosterom, and K. Sere. “A Comparative Study of Neural Networks in<br />

Bankruptcy Prediction.” Proceedings of the 10th Confer<strong>en</strong>ce on Artificial<br />

Intellig<strong>en</strong>ce Research in Finland (1994): 140--148.<br />

Barber, Brad M., and Terrance Odean. “Boys Will be Boys: G<strong>en</strong>der, Overconfid<strong>en</strong>ce, and<br />

Common Stock Investm<strong>en</strong>t.” Quarterly Journal of Economics 116, no. 1<br />

(December 16, 2010): 261-292.<br />

Barberis, Nicholas, Andrei Shleifer, and Robert Vishny. “A model of investor s<strong>en</strong>tim<strong>en</strong>t.”<br />

263


Journal of Financial Economics 49, no. 3 (September 1, 1998): 307-343.<br />

Barker, D. “Analyzing Financial Health: Integrating Neural Networks and Expert<br />

Systems.” In Neural Networks in Finance and Investing: Using Artificial<br />

Intellig<strong>en</strong>ce to Improve Real-world Performance, 83. Irwin Professional<br />

Publishing, 1996.<br />

Barsade, S. G. “The Ripple Effect: Emotional Contagion and its Influ<strong>en</strong>ce on Group<br />

Behavior.” Administrative Sci<strong>en</strong>ce Quarterly 47 (2002): 644-75.<br />

Barthel, Mike. “Can We All Stop Saying That Pop Music Reflects The Economy,<br />

Please?.” Idolator: Music News, Reviews, And Gossip, January 12, 2009.<br />

http://idolator.com/5129673/.<br />

Baumgartner, T., K. Lutz, C. F Schmidt, and L. Jäncke. “The emotional power of music:<br />

how music <strong>en</strong>hances the feeling of affective pictures.” Brain research 1075, no. 1<br />

(2006): 151–164.<br />

Becker, Gary Stanley, and Kevin M. Murphy. Social Economics: Market Behavior in a<br />

Social Environm<strong>en</strong>t. Cambridge, MA: Harvard University Press, 2000.<br />

Becker, Judith. “Anthropological Perspectives on Music and Emotion.” In Music and<br />

Emotion: Theory and Research, 144-5. Series in Affective Sci<strong>en</strong>ce. Oxford, UK:<br />

Oxford University Press, 2001.<br />

Bell, David E. “Regret in Decision Making under Uncertainty.” Operations Research 30,<br />

no. 5 (October 1982): 961-981.<br />

Bell, T., G. Ribar, and J. Verchio. “Neural nets vs. logistic regression: A comparison of<br />

each model's ability to predict commercial bank failures.” In University of<br />

Southern California Second International Symposium on Expert Systems in<br />

Business, Finance, and Accounting. University of Southern California, 1989.<br />

Belmonte, Car<strong>los</strong> Martinez. “Las Emociones y el Cerebro” pres<strong>en</strong>ted at the Confer<strong>en</strong>cia<br />

<strong>en</strong> la Real Academia de Ci<strong>en</strong>cias, Madrid, 2004.<br />

Bialik, Carl. “Off-the-Wall Tallies of Jackson's Sales.” WSJ.com, July 15, 2009.<br />

http://online.wsj.com/article/SB124760651612341407.html.<br />

“Billboard Charts Leg<strong>en</strong>d,” 2010. http://www.billboard.biz/bbbiz/charts/charts-leg<strong>en</strong>d.<br />

Bondt, Werner F. M. De, and Richard H. Thaler. “Further Evid<strong>en</strong>ce on Investor<br />

Overreaction and Stock Market Seasonality.” The Journal of Finance 42, no. 3<br />

(July 1987): 557-581.<br />

Bozman, C.S., D. Meuling, and K.L. Pettit-O Malley. “The Directional Influ<strong>en</strong>ce of<br />

Music Backgrounds in Television Advertising.” Journal of Applied Business<br />

Research 10, no. 1 (1994): 14-8.<br />

Brio, Bonifacio Martin del, and Alfredo Sanz Molina. Redes Neuronales y Sistemas<br />

Difusos. Alfaomega, 2001.<br />

Bruner, G. C. “Music, mood, and marketing.” The Journal of Marketing 54, no. 4 (1990):<br />

94–104.<br />

Business Cycle Dating Committee. “Determination of the December 2007 Peak in<br />

Economic Activity.” National Bureau of Economic Research, December 11, 2008.<br />

http://www.nber.org/dec2008.pdf.<br />

Butler, Samuel. Hudibras, parts I and II and selected other writings. Edited by John<br />

Wilders and Hugh De Queh<strong>en</strong>. Oxford: Clar<strong>en</strong>don Press, 1973.<br />

264


Caldwell, Clare, and Sally A. Hibbert. “The influ<strong>en</strong>ce of music tempo and musical<br />

prefer<strong>en</strong>ce on restaurant patrons' behavior.” Psychology and Marketing 19, no. 11<br />

(11, 2002): 895-917.<br />

Carroll, John S. “The Effect of Imagining an Ev<strong>en</strong>t on Expectations for the Ev<strong>en</strong>t: An<br />

Interpretation in Terms of the Availability Heuristic,” 1978.<br />

http://www.eric.ed.gov/ERICWebPortal/detail?accno=EJ178777.<br />

Chebat, Jean-Charles, Claire Gélinas Chebat, and Dominique Vaillant. “Environm<strong>en</strong>tal<br />

background music and in-store selling.” Journal of Business Research 54, no. 2<br />

(November 2001): 115-123.<br />

Chorot Raso, Paloma, Lourdes Lostao Unzu, Rosa María Vali<strong>en</strong>te García, Thomas E.<br />

Joiner, Miguel A. Santed Germán, and Bonifacio Sandín Ferrero. “Escalas panas<br />

de afecto positivo y negativo: validación factorial y converg<strong>en</strong>cia transcultural.”<br />

Psicothema 11, no. 1 (1999): 35-51.<br />

Clark, J. M. “Economics and Modern Psychology: II.” The Journal of Political Economy<br />

26, no. 2 (February 1, 1918): 136-166.<br />

Claro Izaguirre, Francisco. “Fundam<strong>en</strong>tos Biologicos de la Conducta.” Universidad<br />

Nacional de Educación a Distancia, 2000. http://www.uned.es/psico-2fundam<strong>en</strong>tos-biologicos-conducta-II/.<br />

Clynes, Manfred. S<strong>en</strong>tics: The Touch of the Emotions. Anchor Press/Doubleday, 1978.<br />

Coase, R. H. “Payola in Radio and Television Broadcasting.” Journal of Law and<br />

Economics 22, no. 2 (October 1, 1979): 269-328.<br />

Cook, Nicholas, and Nicola Dibb<strong>en</strong>. “Musicological Approaches to Emotion.” In Music<br />

and Emotion: Theory and Research, 45-70. Series in Affective Sci<strong>en</strong>ce. Oxford:<br />

Oxford University Press, 2001.<br />

Cooke, Deryck. The Language of Music. Oxford University Press, 1990.<br />

Coronado, Julia Lynn, and Stev<strong>en</strong> A. Sharpe. “Did P<strong>en</strong>sion Plan Accounting Contribute<br />

to a Stock Market Bubble?.” Brookings Papers on Economic Activity 2003, no. 1<br />

(January 1, 2003): 323-359.<br />

Cover, James Dan, and Norris R. Johnson. “Need Achievem<strong>en</strong>t, Phase Movem<strong>en</strong>t and the<br />

Business Cycle.” Social Forces 54, no. 4 (June 1, 1976): 760-774.<br />

Crain, W. Mark, and Robert D. Tollison. “Economics and the architecture of popular<br />

music.” Journal of Economic Behavior & Organization 32, no. 2 (February<br />

1997): 185-205.<br />

Csiksz<strong>en</strong>tmihalyi, M., and R. Larson. Being Adolesc<strong>en</strong>t. New York: Basic Books, 1984.<br />

Damasio, A. R. The Feeling of What Happ<strong>en</strong>s: body and Emotion in the Making of<br />

Consciousness. New York: Harcourt Brace & Co., 1999.<br />

Dawes, Robyn M. “The robust beauty of improper linear models in decision making..”<br />

American Psychologist 34, no. 7 (1979): 571–582.<br />

De Bondt, Werner F M, and Richard Thaler. “Does the Stock Market Overreact?.”<br />

Journal of Finance 40, no. 3. Journal of Finance (1985): 793-805.<br />

De Miguel, L. J., E. Revilla, J. M. Rodriguez, and J. M. Cano. “A Comparison betwe<strong>en</strong><br />

Statistical and Neural Networks-based Methods for Predicting Bank Failures.” In<br />

Proceedings of the III International Workshop on Artificail Intellig<strong>en</strong>ce in<br />

Economics and Managem<strong>en</strong>t. Portland, OR, 1993.<br />

265


Deboeck, Guido, and Teuvo Kohon<strong>en</strong>. Visual Explorations in Finance: with Self-<br />

Organizing Maps. 1st ed. Springer, 1998.<br />

Deboeck, Guido J. Trading on the Edge: Neural, G<strong>en</strong>etic, and Fuzzy Systems for Chaotic<br />

Financial Markets. Wiley, 1994.<br />

Debrec<strong>en</strong>i, Michele. “Will Pop Music's Bubble Burst With the Economy?.”<br />

FOXNews.com, August 16, 2001.<br />

http://www.foxnews.com/story/0,2933,32177,00.html.<br />

D<strong>en</strong>g, Pi-Sh<strong>en</strong>g. “Automating Knowledge Acquisition and Refinem<strong>en</strong>t for Decision<br />

Support: A Connectionist Inductive Infer<strong>en</strong>ce Model.” Decision Sci<strong>en</strong>ces 24, no. 2<br />

(3, 1993): 371-394.<br />

DeNora, Tia. “Aesthetic Ag<strong>en</strong>cy and Musical Practice: New Directions in the Sociology<br />

of Music and Emotion.” In Music and Emotion: Theory and Research, 161-80.<br />

Series in Affective Sci<strong>en</strong>ce. Oxford: Oxford University Press, 2001.<br />

Dichev, Ilia D, and Troy D Janes. “Lunar Cycle Effects in Stock Returns.” The Journal of<br />

Private Equity 6, no. 4 (1, 2003): 8-29.<br />

Dowling, W. Jay, and Dane L. Harwood. Music cognition. Academic Press, 1986.<br />

Drijvers, J. “Music & Marketing.” BSC Thesis, Wag<strong>en</strong>ing<strong>en</strong> University, 2007.<br />

Dukes, Richard L., Tara M. Bisel, Karoline N. Borega, Eligio A. Lobato, and Matthew D.<br />

Ow<strong>en</strong>s. “Expressions of love, sex, and hurt in popular songs: a cont<strong>en</strong>t analysis of<br />

all-time greatest hits.” The Social Sci<strong>en</strong>ce Journal 40, no. 4 (2003): 643-650.<br />

Dutta, S., and S. Shekhar. “Bond rating: a nonconservative application of neural<br />

networks.” In IEEE International Confer<strong>en</strong>ce on Neural Networks, 443-450 vol.2.<br />

San Diego, CA, USA, 1988.<br />

http://ieeexplore.ieee.org/lpdocs/epic03/wrapper.htm?arnumber=23958.<br />

Dutta, Soumitra, Shashi Shekhar, and W. Y Wong. “Decision support in non-conservative<br />

domains: g<strong>en</strong>eralization with neural networks.” Decision Support Systems 11<br />

(June 1994): 527–544.<br />

Edmans, Alex, Diego García, and øYvind Norli. “Sports S<strong>en</strong>tim<strong>en</strong>t and Stock Returns.”<br />

The Journal of Finance 62, no. 4 (8, 2007): 1967-1998.<br />

Eis<strong>en</strong>berg, Nancy, and Janet Strayer. Empathy and its developm<strong>en</strong>t. Cambridge, UK:<br />

Cambridge University Press, 1987.<br />

Ekman, Paul. “An Argum<strong>en</strong>t for Basic Emotions.” Cognition and Emotion 6, no. 3<br />

(1992): 169-200.<br />

European Commission, and Directorate-G<strong>en</strong>eral for Economic and Financial Affairs.<br />

Economic Crisis in Europe: Causes, Consequ<strong>en</strong>ces and Responses. European<br />

Economy. Luxembourg: Office for Official Publications of the European<br />

Communities, 2009.<br />

Fama, Eug<strong>en</strong>e F. “Effici<strong>en</strong>t Capital Markets: A Review of Theory and Empirical Work.”<br />

The Journal of Finance 25, no. 2 (May 1970): 383-417.<br />

Farnsworth, P. R. “A Study of the Hevner Adjective List.” The Journal of Aesthetics and<br />

Art Criticism 13, no. 1 (1954): 97-103.<br />

———. The Social Psychology of Music. 2nd ed. Ames, Iowa: Iowa State University<br />

Press, 1969.<br />

Farrell, Maure<strong>en</strong>. “Uncommonly Clever Economic Indicators.” Yahoo! Finance,<br />

266


September 28, 2009. http://finance.yahoo.com/bankingbudgeting/article/107795/uncommonly-clever-economic-indicators.html.<br />

Fehr, B., and J. A. Russell. “Concept of Emotion Viewed from a Prototype Perspective.”<br />

Journal of Experim<strong>en</strong>tal Psychology 113, no. 3 (1984): 464-86.<br />

Fraisse, Paul. “Rhythm and Tempo.” In The Psychology of Music, edited by Diana<br />

Deutsch, 149-80. New York: Academic Press, 1982.<br />

Funahashi, K<strong>en</strong>-Ichi. “On the approximate realization of continuous mappings by neural<br />

networks.” Neural Networks 2, no. 3 (1989): 183-192.<br />

Gabrielsson, Alf. “Adjective ratings and dim<strong>en</strong>sion analyses of auditory rhythm<br />

patterns.” Scandinavian Journal of Psychology 14, no. 1 (1973): 244-260.<br />

Galindo Martin, Miguel Angel. “El papel del empresario <strong>en</strong> la obra de Keynes.”<br />

Información Comercial Española, ICE, no. 845 (2008): 59-71.<br />

Garcia Estevez, Pablo. Las Redes Neuronales Supervisadas. P<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te de publicación,<br />

2005.<br />

Gardner, M. P. “Mood states and consumer behavior: A critical review.” Journal of<br />

Consumer Research 12, no. 3 (1985): 281–300.<br />

Gervais, S, and T Odean. “Learning to be overconfid<strong>en</strong>t.” Review of Financial Studies<br />

14, no. 1 (January 1, 2001): 1 -27.<br />

Giger<strong>en</strong>zer, Gerd, and Reinhard Selt<strong>en</strong>. Bounded Rationality: The Adaptive Toolbox. The<br />

MIT Press, 2001.<br />

Giger<strong>en</strong>zer, Gerd, Peter M. Todd, and ABC Research Group. Simple Heuristics That<br />

Make Us Smart. 1st ed. Oxford University Press, USA, 2000.<br />

Gomart, Emilie, and Antoine H<strong>en</strong>nion. “A Sociology of Attachm<strong>en</strong>t: Music Amateurs,<br />

Drug Users.” In Actor Network Theory and After, edited by J. Law and J. Hazzart,<br />

220-47. Oxford, UK: Blackwell, 1999.<br />

Graham, B<strong>en</strong>jamin. Security analysis : principles and technique. 6th ed. New York:<br />

McGraw-Hill, 2009.<br />

Gundlach, Ralph H. “A Quantitative Analysis of Indian Music.” The American Journal of<br />

Psychology 44, no. 1 (January 1, 1932): 133-145.<br />

———. “Factors Determining the Characterization of Musical Phrases.” The American<br />

Journal of Psychology 47, no. 4 (October 1935): 624-643.<br />

Gur Huberman. “Contagious Speculation and a Cure for Cancer: A Nonev<strong>en</strong>t that Made<br />

Stock Prices Soar.” Journal of Finance 56, no. 1. Journal of Finance (2001): 387-<br />

396.<br />

Hahn, Minhi, and Insuk Hwang. “Effects of tempo and familiarity of background music<br />

on message processing in TV advertising: A resource-matching perspective.”<br />

Psychology and Marketing 16, no. 8 (12, 1999): 659-675.<br />

Hanak<strong>en</strong>, E. A., and A. Wells. “Adolesc<strong>en</strong>t Music Marginals: Who Likes Metal, Jazz,<br />

Country and Classical?.” Popular Music and Society 14 (1990): 57-66.<br />

Hatfield, Elaine, John T. Cacioppo, and Richard L. Rapson. Emotional contagion.<br />

Cambridge University Press, 1994.<br />

Hawley, Delvin D., John D. Johnson, and Dijjotam Raina. “Artificial Neural Systems: A<br />

New Tool for Financial Decision-Making.” Financial Analysts Journal 46, no. 6<br />

(November 1, 1990): 63-72.<br />

267


Hecht-Niels<strong>en</strong>, R. “Theory of the backpropagation neural network.” In International<br />

Joint Confer<strong>en</strong>ce on Neural Networks, 593-605. Washington, DC, USA, 1989.<br />

http://dx.doi.org/10.1109/IJCNN.1989.118638.<br />

H<strong>en</strong>kin, R.I. “A Factorial Study of the Compon<strong>en</strong>ts of Music.” Journal of Psychology 39<br />

(1955): 161-181.<br />

———. “A Reevaluation of a Factorial Study of the Compon<strong>en</strong>ts of Music.” Journal of<br />

Psychology 43 (1957): 301-306.<br />

Herrera, Perfecto, Joan Serrà, Cyril Laurier, Enric Guaus, Emilia Gómez, and Xavier<br />

Serra. “The discipline formerly known as MIR.” In International Confer<strong>en</strong>ce on<br />

Music Information Retrieval, 2009.<br />

Hevner, Kate. “Experim<strong>en</strong>tal Studies of the Elem<strong>en</strong>ts of Expression in Music.” The<br />

American Journal of Psychology 48, no. 2 (April 1, 1936): 246-268.<br />

———. “Experim<strong>en</strong>tal studies of the elem<strong>en</strong>ts of expression in music.” The American<br />

Journal of Psychology 48, no. 2 (1936): 246–268.<br />

———. “Expression in Music: A Discussion of Experim<strong>en</strong>tal Studies and Theories.”<br />

Psychological Review 42, no. 2 (March 1935): 186-204.<br />

———. “The Affective Character of the Major and Minor Modes in Music.” The<br />

American Journal of Psychology 47, no. 1 (1935): 103-18.<br />

———. “The Affective Character of the Major and Minor Modes in Music.” The<br />

American Journal of Psychology 47, no. 1 (January 1, 1935): 103-118.<br />

———. “The Affective Value of Pitch and Tempo in Music.” The American Journal of<br />

Psychology 49, no. 4 (October 1937): 621-30.<br />

Hirshleifer, David, and Tyler Shumway. “Good Day Sunshine: Stock Returns and the<br />

Weather.” The Journal of Finance 58, no. 3 (June 1, 2003): 1009-1032.<br />

Holbrook, Morris B., and Punam Anand. “Effects of Tempo and Situational Arousal on<br />

the List<strong>en</strong>er's Perceptual and Affective Responses to Music.” Psychology of<br />

Music 18, no. 2 (October 1, 1990): 150-162.<br />

Holbrook, Morris B., and R. Batra. “Assessing the role of emotions as mediators of<br />

consumer responses to advertising.” Journal of Consumer Research 14, no. 3<br />

(1987): 404–420.<br />

Hopfield, J. J. “Neurons with graded response have collective computational properties<br />

like those of two-state neurons..” Proceedings of the National Academy of<br />

Sci<strong>en</strong>ces of the United States of America 81, no. 10 (May 1984): 3088-3092.<br />

Howes, Mary J., Jack E. Hokanson, and David A. Loew<strong>en</strong>stein. “Induction of depressive<br />

affect after prolonged exposure to a mildly depressed individual..” Journal of<br />

Personality and Social Psychology 49, no. 4 (1985): 1110-1113.<br />

Huron, David. “History of Music Psychology,” n.d. http://music-cog.ohiostate.<br />

edu/Music829F/timeline.html.<br />

Janis, Irving L. Victims of Groupthink: A psychological study of foreign-policy decisions<br />

and fiascoes. Houghton Mifflin Company, 1972.<br />

Jürg<strong>en</strong>s, U. “C<strong>en</strong>tral Control of Monkey Calls.” In Primate Vocal Communication, edited<br />

by D. Todt, P. Goedeking, and D. Symmes, 162-70. Berlin: Springer, 1988.<br />

Juslin, Patrik N., and John A. Sloboda. “Introduction.” In Music and Emotion: Theory<br />

and Research, 3-20. Series in Affective Sci<strong>en</strong>ce. Oxford: Oxford University Press,<br />

268


2001.<br />

———. Music and Emotion: Theory and Research. 1st ed. Oxford University Press,<br />

USA, 2001.<br />

Kahneman, Daniel, and Amos Tversky. “Prospect Theory: An Analysis of Decision under<br />

Risk.” Econometrica 47, no. 2 (March 1979): 263-291.<br />

Kamstra, Mark, Lisa Kramer, and Levi Maurice. Winter blues: a SAD stock market cycle.<br />

Federal Reserve Bank of Atlanta, 2002.<br />

http://www.frbatlanta.org/filelegacydocs/wp0213.pdf.<br />

Katona, George. A new economic era. New York: Elsevier, 1978.<br />

———. Powerful Consumer: Psychological Studies of the American Economy.<br />

Gre<strong>en</strong>wood Pub Group, 1977.<br />

Katona, George, and James N. Morgan. Essays on Behavioral Economics. First Edition.<br />

Univ of Michigan Survey Research, 1980.<br />

Kellaris, James J., and Robert J. K<strong>en</strong>t. “The influ<strong>en</strong>ce of music on consumers' temporal<br />

perceptions: Does time fly wh<strong>en</strong> you're having fun?.” Journal of Consumer<br />

Psychology 1, no. 4 (1992): 365-376.<br />

———. “The influ<strong>en</strong>ce of music on consumers' temporal perceptions: Does time fly<br />

wh<strong>en</strong> you're having fun?.” Journal of Consumer Psychology 1, no. 4 (1992): 365-<br />

376.<br />

Kellaris, James J., and Ronald C. Rice. “The influ<strong>en</strong>ce of tempo, loudness, and g<strong>en</strong>der of<br />

list<strong>en</strong>er on responses to music.” Psychology and Marketing 10, no. 1 (1, 1993):<br />

15-29.<br />

K<strong>en</strong>t Daniel, David Hirshleifer, and Avanidhar Subrahmanyam. “Investor Psychology and<br />

Security Market Under- and Overreactions.” Journal of Finance 53, no. 6. Journal<br />

of Finance (1998): 1839-1885.<br />

Keynes, John Maynard. “Expectation as Determining Output and Employm<strong>en</strong>t.” In The<br />

G<strong>en</strong>eral Theory of Employm<strong>en</strong>t, Interest, and Money. London: Macmillan and<br />

Co., 1957.<br />

———. The G<strong>en</strong>eral Theory of Employm<strong>en</strong>t, Interest and Money. New York: Harcourt,<br />

Brace, 1936.<br />

Kirchler, Erich, and Erik Hölzl. “Tw<strong>en</strong>ty-five years of the Journal of Economic<br />

Psychology (1981-2005): A report on the developm<strong>en</strong>t of an interdisciplinary field<br />

of research.” Journal of Economic Psychology 27, no. 6 (December 2006): 793-<br />

804.<br />

Kleinginna, P. R., and A. M. Kleinginna. “A Categorized List of Emotion Definitions,<br />

with Suggestions for a Cons<strong>en</strong>sual Definiton.” Motivation and Emotion 5, no. 4<br />

(1981): 345-79.<br />

Knobloch, Silvia, Kerstin Weisbach, and Dolf Zillmann. “Love Lam<strong>en</strong>tation in Pop<br />

Songs: Music for Unhappy<br />

Lovers?.” Zeitschrift für Medi<strong>en</strong>psychologie 16, no. 3 (7, 2004): 116-124.<br />

Koelsch, Stefan, Thomas Fritz, D. Yves v. Cramon, Karst<strong>en</strong> Müller, and Angela D.<br />

Friederici. “Investigating emotion with music: An fMRI study.” Human Brain<br />

Mapping 27, no. 3 (3, 2006): 239-250.<br />

Kohon<strong>en</strong>, Teuvo. Self-organizing maps. Springer, 2001.<br />

269


Konecni, Vladimir J. “Social Interaction and Musical Prefer<strong>en</strong>ce.” In Psychology of<br />

Music, 497-516. Series in Cognition and Perception. New York: Academic Press,<br />

1982.<br />

Krivelyova, Anna, and Cesare Robotti. Playing the field: Geomagnetic storms and<br />

international stock markets. Federal Reserve Bank of Atlanta, 2003.<br />

http://www.frbatlanta.org/filelegacydocs/wp0305a.pdf.<br />

Krugman, Paul. “Fighting Off Depression.” The New York Times, January 5, 2009, sec.<br />

Opinion. http://www.nytimes.com/2009/01/05/opinion/05krugman.html?_r=1.<br />

Krumhansl, C. L. “An exploratory study of musical emotions and psychophysiology..”<br />

Canadian Journal of Experim<strong>en</strong>tal Psychology 51, no. 4 (1997): 336–353.<br />

Kuhl, Julius. “Motivational and functional helplessness: The moderating effect of state<br />

versus action ori<strong>en</strong>tation.” Journal of Personality and Social Psychology 40, no. 1<br />

(January 1981): 155-170.<br />

———. “Motivational and functional helplessness: The moderating effect of state versus<br />

action ori<strong>en</strong>tation.” Journal of Personality and Social Psychology 40, no. 1<br />

(January 1981): 155-170.<br />

Kuhn, Thomas S. The Structure of Sci<strong>en</strong>tific Revolutions. 3rd ed. University Of Chicago<br />

Press, 1996.<br />

van de Laar, Bram. “Emotion detection in music, a survey.” In 4th Tw<strong>en</strong>te Stud<strong>en</strong>t<br />

Confer<strong>en</strong>ce on IT. Enschede: University of Tw<strong>en</strong>te, 2006.<br />

Lars<strong>en</strong>, R., R. Kubey, and J. Colletti. “Changing Channels: Early Adolesc<strong>en</strong>t Media<br />

Choices and Shifting Investm<strong>en</strong>ts in Family and Fri<strong>en</strong>ds.” Journal of Youth and<br />

Adolesc<strong>en</strong>ce 18 (1989): 583-600.<br />

Levitt, Stev<strong>en</strong>. “What Do U.S. Oil Production and Mick Jagger Have in Common?.”<br />

NYTimes.com, September 25, 2008.<br />

http://freakonomics.blogs.nytimes.com/2008/09/25/.<br />

Lewis, G. H. “Taste Cultures and Musical Stereotypes: Mirrors of Id<strong>en</strong>tity?.” Popular<br />

Music and Society 19 (1995): 37-72.<br />

Lo, Andrew W., and Dmitry V. Repin. “The psychophysiology of real-time financial risk<br />

processing.” Journal of Cognitive Neurosci<strong>en</strong>ce 14, no. 3 (2002): 323–339.<br />

Macinnis, Deborah J, and C Whan Park. “The Differ<strong>en</strong>tial Role of Characteristics of<br />

Music on High- and Low-Involvem<strong>en</strong>t Consumers' Processing of Ads.” Journal<br />

of Consumer Research: An Interdisciplinary Quarterly 18, no. 2. Journal of<br />

Consumer Research: An Interdisciplinary Quarterly (1991): 161-73.<br />

MacLean, Paul D. The triune brain in evolution: role in paleocerebral functions.<br />

Springer, 1990.<br />

Malkiel, Burton G. A Random Walk Down Wall Street: The Best and Latest Investm<strong>en</strong>t<br />

Advice Money Can Buy. 6th ed. W. W. Norton & Company, 1996.<br />

Marose, Robert A. “A financial neural-network application.” AI Expert 5 (March 1990):<br />

50–53.<br />

Maymin, Philip. “Music and the Market: Song and Stock Volatility.” Working Paper<br />

(November 2010).<br />

McDougall, William. An Introduction to Social Psychology. Dover Publications, 2003.<br />

McIntosh, William D., Andria F. Schwegler, and Rebecca M. Terry-Murray. “Threat and<br />

270


Television Viewing in the United States, 1960-1990.” Media Psychology 2, no. 1<br />

(2000): 35.<br />

Medsker, Larry, Efraim Turban, and Robert R Trippi. “Neural Network Fundam<strong>en</strong>tals for<br />

Financial Analysts.” The Journal of Investing 2, no. 1 (1, 1993): 59-68.<br />

Mehrabian, Albert. “Pleasure-Arousal-Dominance: A G<strong>en</strong>eral Framework for Describing<br />

and Measuring Individual.” Curr<strong>en</strong>t Psychology 14, no. 4 (1996): 261-92.<br />

Meyers, Ow<strong>en</strong> Craigie. “A Mood-Based Music Classification and Exploration System.”<br />

Massachusetts Institute of Technology, 2007.<br />

Mill, John Stuart. Essays on some unsettled questions of political economy. J.W. Parker,<br />

1874.<br />

Milliman, Ronald E. “The Influ<strong>en</strong>ce of Background Music on the Behavior of Restaurant<br />

Patrons.” The Journal of Consumer Research 13, no. 2 (1986): 286-289.<br />

———. “Using Background Music to Affect the Behavior of Supermarket Shoppers.”<br />

The Journal of Marketing 46, no. 3 (July 1, 1982): 86-91.<br />

Minsky, Marvin, and Seymour Papert. Perceptrons: An Introduction to Computational<br />

Geometry. MIT Press, 1969.<br />

Mitchell, Wesley Clair. Business cycles. Ayer Publishing, 1970.<br />

Modigliani, Franco, and Richard A. Cohn. “Inflation, Rational Valuation and the Market.”<br />

Financial Analysts Journal 35, no. 2 (March 1, 1979): 24-44.<br />

“Music Market Statistics,” 2011.<br />

http://www.ifpi.org/cont<strong>en</strong>t/section_statistics/index.html.<br />

“Music Technology Group,” n.d. http://mtg.upf.edu/.<br />

NBER. “US Business Cycle Expansions and Contractions,” September 20, 2010.<br />

http://www.nber.org/cycles/cyclesmain.html.<br />

Neumann, John Von, Oskar Morg<strong>en</strong>stern, Ariel Rubinstein, and Harold William Kuhn.<br />

Theory of games and economic behavior. Gre<strong>en</strong>wood Publishing Group, 2007.<br />

Nielz<strong>en</strong>, Sor<strong>en</strong>, and Zvaimir Cesarec. “Emotional Expressions of Music as a Function of<br />

Musical Structure.” Psychology of Music 10, no. 2 (1982): 7-17.<br />

Noelle-Neumann, E. “The public as prophet: Findings from continuous survey research<br />

and their importance for early diagnosis of economic growth.” International<br />

Journal of Public Opinion Research 1, no. 2 (1989): 136.<br />

North, Adrian, and David Hargreaves. “Music and Adolesc<strong>en</strong>t Id<strong>en</strong>tity..” Music<br />

Education Research 1, no. 1 (March 1999): 75.<br />

Oakes, Steve. “Musical tempo and waiting perceptions.” Psychology and Marketing 20,<br />

no. 8 (8, 2003): 685-705.<br />

Oakes, Steve, and Adrian C. North. “The impact of background musical tempo and<br />

timbre congruity upon ad cont<strong>en</strong>t recall and affective response.” Applied<br />

Cognitive Psychology 20, no. 4 (5, 2006): 505-520.<br />

Odom, M.D., and R. Sharda. “A neural network model for bankruptcy prediction.” In<br />

International Joint Confer<strong>en</strong>ce on Neural Networks, 163-168. San Diego, CA,<br />

USA, n.d. http://ieeexplore.ieee.org/lpdocs/epic03/wrapper.htm?<br />

arnumber=137710.<br />

Öhman, A. “Preatt<strong>en</strong>tive Processes in the G<strong>en</strong>eration of Emotions.” In Cognitive<br />

Perspectives on Emotion and Motivation, edited by V. Hamilton, G. H. Bower,<br />

271


and N. H. Frijda, 127-44. Dordrecht, the Netherlands: Kluwer, 1988.<br />

Orr, Chandra. “Odd Economic Indicators.” The Bluffton News-Banner, January 18, 2010.<br />

http://www.news-banner.com/index/news-app/story.15231/m<strong>en</strong>u./sec./home.<br />

Park, C. Whan, and S. Mark Young. “Consumer Response to Television Commercials:<br />

The Impact of Involvem<strong>en</strong>t and Background Music on Brand Attitude<br />

Formation.” Journal of Marketing Research 23, no. 1 (February 1, 1986): 11-24.<br />

P<strong>en</strong>nebaker, James W. Op<strong>en</strong>ing up: the healing power of expressing emotions. Guilford<br />

Press, 1997.<br />

Peretz, Isabelle. “List<strong>en</strong> to the Brain: a Biological Perspective on Musical Emotions.” In<br />

Music and Emotion: Theory and Research, 105-34. Series in Affective Sci<strong>en</strong>ce.<br />

Oxford: Op<strong>en</strong> University Press, 2001.<br />

Persky, Joseph. “Retrospectives: The Ethology of Homo Economicus.” The Journal of<br />

Economic Perspectives 9, no. 2 (Spring 1995): 221-231.<br />

Peterson, Christopher, and Martin E. P. Seligman. “Explanatory Style and Illness.”<br />

Journal of Personality 55, no. 2 (6, 1987): 237-265.<br />

Peterson, Richard L. “The neurosci<strong>en</strong>ce of investing: fMRI of the reward system.” Brain<br />

Research Bulletin 67, no. 5 (November 15, 2005): 391-397.<br />

Petridis, Alexis. “Things really must be bad - AC/DC are No 1 again.” The Guardian,<br />

October 27, 2008. http://www.guardian.co.uk/music/2008/oct/27/acdc-musicrecession.<br />

Pettijohn II, Terry F., and Brian J. Jungeberg. “Playboy Playmate Curves: Changes in<br />

Facial and Body Features Prefer<strong>en</strong>ces Across Social and Economic Conditions.”<br />

Personality and Social Psychology Bulletin 30, no. 9 (2004): 1186-97.<br />

Pettijohn II, Terry F., and D. F. Sacco. “Tough times, meaningful music, mature<br />

performers: popular Billboard songs and performer prefer<strong>en</strong>ces across social and<br />

economic conditions in the USA.” Psychology of Music (2008).<br />

Petty, Richard E., and John T. Cacioppo. Communication and Persuasion: C<strong>en</strong>tral and<br />

Peripheral Routes to Attitude Change. 1st ed. Springer, 1986.<br />

Pickering, J. F. “A behavioral model of the demand for consumer durables.” Journal of<br />

Economic Psychology 1, no. 1 (1981): 59-77.<br />

Pike, Richard, and Nam Sang Ch<strong>en</strong>g. “Neural Networks: Applications and Promise for<br />

Accounting & Finance.” 17th Annual Congress of the European Accounting<br />

Association (April 1, 1994). http://ink.library.smu.edu.sg/soa_research/535.<br />

Platón. La República. Translated by Antonio Gómez Robledo. México: UNAM, 2000.<br />

Praet, Peter. “Endog<strong>en</strong>izing consumers' expectations in four major EC countries.”<br />

Journal of Economic Psychology 6, no. 3 (September 1985): 255-269.<br />

Pugh, S. Douglas. “Service with a Smile: Emotional Contagion in the Service<br />

Encounter.” The Academy of Managem<strong>en</strong>t Journal 44, no. 5 (October 2001):<br />

1018-1027.<br />

Rahimian, E., S. Singh, T. Thammachote, and R. Virmani. “Bankruptcy Prediction by<br />

Neural Network.” In Neural Networks in Finance and Investing: Using Artificial<br />

Intellig<strong>en</strong>ce to Improve Real-world Performance, 243-259. Chicago: Irwin, 1996.<br />

Ref<strong>en</strong>es, Aposto<strong>los</strong>-Paul. Neural Networks in the Capital Markets. 1st ed. John Wiley &<br />

Sons, 1995.<br />

272


R<strong>en</strong>tfrow, Peter J., and Samuel D. Gosling. “The Do Re Mi's of Everyday Life: The<br />

Structure and Personality Correlates of Music Prefer<strong>en</strong>ces.” Journal of<br />

Personality and Social Psychology 84, no. 6 (June 2003): 1236-1256.<br />

Rigg, M. G. “Speed as a determiner of musical mood..” Journal of Experim<strong>en</strong>tal<br />

Psychology 27, no. 5 (1940): 566–571.<br />

———. “The Effect of Register and Tonality upon Musical Mood.” Journal of<br />

Musicology 2, no. 2 (1940): 49-61.<br />

———. “The Mood Effects of Music: A Comparison of Data From Four Investigators..”<br />

Journal of Psychology 58 (1964): 427-38.<br />

———. “What Features of a Musical Phrase Have Emotional Suggestiv<strong>en</strong>ess?.” Bulletin<br />

of the Oklahoma Agricultural and Mechanical College 36 (1939).<br />

Ritossa, Damian A., and Nikki S. Rickard. “The Relative Utility of ‘Pleasantness’ and<br />

‘Liking’ Dim<strong>en</strong>sions in Predicting the Emotions Expressed by Music.”<br />

Psychology of Music 32, no. 1 (January 1, 2004): 5 -22.<br />

Robins, C J. “Attributions and depression: why is the literature so inconsist<strong>en</strong>t?.” Journal<br />

of Personality and Social Psychology 54, no. 5 (May 1988): 880-889.<br />

Ros<strong>en</strong>blatt, F. “The perceptron: a probabilistic model for information storage and<br />

organization in the brain.” Psychological Review 65, no. 6 (November 1958):<br />

386-408.<br />

Ross, Edward Alsworth. Social psychology: an outline and source book. The Macmillan<br />

company, 1908.<br />

Rumelhart, David E., Geoffrey E. Hinton, and Ronald J. Williams. “Learning<br />

repres<strong>en</strong>tations by back-propagating errors.” Nature 323, no. 6088 (October 9,<br />

1986): 533-536.<br />

Russell, J. A. “A Circumplex Model of Affect.” Journal of Personality and Social<br />

Psychology 39, no. 6 (1980): 1161-78.<br />

Russell, J.A. “Affective Space is Bipolar.” Journal of Personality and Social Psychology<br />

37, no. 3 (1979): 345-6.<br />

Russell, James A., Lawr<strong>en</strong>ce M. Ward, and Geraldine Pratt. “Affective Quality Attributed<br />

to Environm<strong>en</strong>ts.” Environm<strong>en</strong>t and Behavior 13, no. 3 (May 1, 1981): 259 -288.<br />

Scherer, Klaus R. “Emotionsprozesse im Medi<strong>en</strong>kontext: Forschungsillustration<strong>en</strong> und<br />

Zukunftsperspektiv<strong>en</strong>.” Medi<strong>en</strong>psychologie 10 (1998): 276-93.<br />

Scherer, Klaus R., and James S. Oshinsky. “Cue utilization in emotion attribution from<br />

auditory stimuli.” Motivation and Emotion 1, no. 4 (December 1, 1977): 331-346.<br />

Schroeder, Alice. The snowball : Warr<strong>en</strong> Buffett and the business of life. New York:<br />

Bantam Books, 2008.<br />

Schubert, Emery. “Update of the Hevner Adjective Checklist.” Perceptual and Motor<br />

Skills 96 (2003): 1117-22.<br />

Schuller, Björn, Johannes Dorfner, and Gerhard Rigoll. “Determination of<br />

Nonprototypical Val<strong>en</strong>ce and Arousal in Popular Music: Features and<br />

Performances.” Journal on Audio, Speech, and Music Processing (2010): 19.<br />

Schumpeter, Joseph Alois. Business Cycles: A Theoretical Historical and Statistical<br />

Analysis of the Capitalist Process. Abridged. Porcupine Pr, 1989.<br />

Schwartz, Kelly D., and Gregory T. Fouts. “Music Prefer<strong>en</strong>ces, Personality Style, and<br />

273


Developm<strong>en</strong>tal Issues of Adolesc<strong>en</strong>ts..” Journal of Youth and Adolesc<strong>en</strong>ce 32, no.<br />

3 (2003): 205-13.<br />

Schwing, Richard C., and G<strong>en</strong>eral Motors Corporation. Research Laboratories. Societal<br />

risk assessm<strong>en</strong>t: how safe is safe <strong>en</strong>ough? Springer, 1980.<br />

Scott, Linda M. “Understanding Jingles and Needledrop: A Rhetorical Approach to Music<br />

in Advertising.” Journal of Consumer Research: An Interdisciplinary Quarterly<br />

17, no. 2. Journal of Consumer Research: An Interdisciplinary Quarterly (1990):<br />

223-36.<br />

Serrano Cinca, Car<strong>los</strong>, and Bonifacio Martín del Brío. “Predicción de la quiebra bancaria<br />

mediante el empleo de redes neuronales artificiales.” Revista Española de<br />

Financiación y Contabilidad 23, no. 74 (March 1993): 153-176.<br />

Shapiro, Harold T. “The Index of Consumer S<strong>en</strong>tim<strong>en</strong>t and economic forecasting - A<br />

reappraisal.” In Human behavior in economic affairs: Essays in honor of George<br />

Katona. San Francisco, CA: Jossey-Bass, 1972.<br />

Shefrin, Hersh. Beyond greed and fear: understanding behavioral finance and the<br />

psychology of investing. Oxford University Press US, 2002.<br />

Shefrin, Hersh, and Meir Statman. “The Disposition to Sell Winners Too Early and Ride<br />

Losers Too Long: Theory and Evid<strong>en</strong>ce.” The Journal of Finance 40, no. 3 (July<br />

1985): 777-790.<br />

Sherman, Stev<strong>en</strong> J., Robert B. Cialdini, Donna F. Schwartzman, and Kim D. Reynolds.<br />

“Imagining Can Height<strong>en</strong> or Lower the Perceived Likelihood of Contracting a<br />

Disease.” Personality and Social Psychology Bulletin 11, no. 1 (March 1, 1985):<br />

118 -127.<br />

Shiller, Robert. Irrational exuberance. 2nd ed. Princeton, NJ: Princeton University Press,<br />

2005.<br />

Simon, H. A. “A behavioral model of rational choice.” The quarterly journal of<br />

economics 69, no. 1 (1955): 99–118.<br />

Simpkins, John D, and Jack A Smith. “Effects of Music on Source Evaluations.” Journal<br />

of Broadcasting 18 (1973): 361.<br />

Sloboda, John A., and Patrik N. Juslin. “Psychological Perspectives on Music and<br />

Emotion.” In Music and Emotion: Theory and Research, 71-104. Oxford: Oxford<br />

University Press, 2001.<br />

Smith, Adam. Wealth of Nations. Prometheus Books, 1991.<br />

Smith, P. C., and R. Curnow. “"Arousal hypothesis" and the effects of music on<br />

purchasing behavior.” The Journal of Applied Psychology 50, no. 3 (June 1966):<br />

255-256.<br />

Stack, Stev<strong>en</strong>. “Blues fans and suicide acceptability.” Death Studies 24, no. 3 (May<br />

2000): 223-231.<br />

———. “Opera subculture and suicide for honor.” Death Studies 26, no. 5 (June 2002):<br />

431-437.<br />

Stack, Stev<strong>en</strong>, and Jim Gundlach. “The Effect of Country Music on Suicide.” Social<br />

Forces 71, no. 1 (September 1992): 211-218.<br />

Stack, Stev<strong>en</strong>, Jim Gundlach, and J. L. Reeves. “The Heavy Metal Subculture and<br />

Suicide.” Suicide and Life-Threat<strong>en</strong>ing Behavior 24, no. 1 (1994): 15-23.<br />

274


Stev<strong>en</strong>son, Veronis Suhler. “Media Info C<strong>en</strong>ter.” Media Consumption Based on Hours<br />

per Person, 2010.<br />

http://www.mediainfoc<strong>en</strong>ter.org/film/competition/consumption.asp.<br />

Stewart, David W., and David H. Furse. Effective Television Advertising: A Study of 1000<br />

Commercials. Lexington Books, 1986.<br />

Stigler, George J. “The Economics of Information.” The Journal of Political Economy 69,<br />

no. 3 (June 1961): 213-25.<br />

Stout, P. A., and J. D. Leck<strong>en</strong>by. “Let the music play: Music as a nonverbal elem<strong>en</strong>t in<br />

television commercials.” In Nonverbal Communication in Advertising, 207-233.<br />

Lexington, MA: Lexington Books, 1988.<br />

Surkan, A.J., and J.C. Singleton. “Neural networks for bond rating improved by multiple<br />

hidd<strong>en</strong> layers.” In International Joint Confer<strong>en</strong>ce on Neural Networks, 157-162.<br />

San Diego, CA, n.d. http://ieeexplore.ieee.org/lpdocs/epic03/wrapper.htm?<br />

arnumber=137709.<br />

Swanwick, K. “Musical Cognition and Aesthetic Response.” Psychology of Music 1, no.<br />

2 (6, 1973): 7-13.<br />

Tarde, Gabriel. Psychologie économique. Paris: Felix Alcan, 1902.<br />

Tetlock, Paul C. “Giving Cont<strong>en</strong>t to Investor S<strong>en</strong>tim<strong>en</strong>t: The Role of Media in the Stock<br />

Market.” Journal of Finance 62, no. 3. Journal of Finance (2007): 1139-1168.<br />

Tetlock, Paul C., Maytal Saar-Tsechansky, and Sofus Macskassy. “More Than Words:<br />

Quantifying Language to Measure Firms' Fundam<strong>en</strong>tals.” Journal of Finance 63,<br />

no. 3. Journal of Finance (2008): 1437-1467.<br />

Thaler, Richard. Advances in behavioral finance. New York: Russell Sage Foundation,<br />

1993.<br />

———. The winner's curse : paradoxes and anomalies of economic life. Princeton N.J.:<br />

Princeton University Press, 1992.<br />

Thayer, R. E. The Biopsychology of Mood and Arousal. Oxford: Oxford University Press,<br />

1989.<br />

———. The Origin of Everyday Moods: Managing Energy, T<strong>en</strong>sion, and Stress. New<br />

York: Oxford University Press, 1997.<br />

Trippi, Robert R. Neural Networks Finance and Investm<strong>en</strong>t: Using Artificial Intellig<strong>en</strong>ce<br />

to Improve Real-World Performance. Second. Irwin Professional Publishing,<br />

1996.<br />

Tucker, Patrick. “Pop Music as an Economic Indicator.” The Futurist, April 2010.<br />

http://www.wfs.org/J-F2010/Tr<strong>en</strong>dpop.htm.<br />

Tversky, Amos, and Daniel Kahneman. “The framing of decisions and the psychology of<br />

choice.” Sci<strong>en</strong>ce (New York, N.Y.) 211, no. 4481 (January 30, 1981): 453-458.<br />

US Departm<strong>en</strong>t of Commerce, B. E. A. “Bureau of Economic Analysis,” n.d.<br />

http://www.bea.gov/newsreleases/national/gdp/gdpnewsrelease.htm.<br />

Van Raaij, W. Fred, and H<strong>en</strong>k J. Gianott<strong>en</strong>. “Consumer confid<strong>en</strong>ce, exp<strong>en</strong>diture, saving,<br />

and credit.” Journal of Economic Psychology 11, no. 2. Journal of Economic<br />

Psychology (1990): 269-290.<br />

Watson, Karl Brantley. The Nature and Measurem<strong>en</strong>t of Musical Meanings. Evanston, Ill:<br />

The American psychological association, inc, 1942.<br />

275


———. The Nature and Measurem<strong>en</strong>t of Musical Meanings. Vol. 54. Psychological<br />

Monographs. Evanston, IL.: American Psychological Association, 1942.<br />

Wedin, Lage. “A Multidim<strong>en</strong>sional Study of Perceptual-Emotional Qualities in Music”<br />

13, no. 1 (1972): 241-257.<br />

Whissell, C. M. “The Dictionary of Affect in Language.” In Emotion: Theory, Research,<br />

and Experi<strong>en</strong>ce, 4:113-31. New York: Academic Press, 1989.<br />

Whitburn, Joel. Joel Whitburn pres<strong>en</strong>ts Billboard top 3000 plus, 1955-1990 : every top<br />

10 hit of the rock era. M<strong>en</strong>omonee Falls Wis.: Record Research, 1990.<br />

Widrow, B., and M. E. Hoff. “Adaptive Switching Circuits.” In , 4:96-104, 1960.<br />

Williams, R. A., and L. V. Defris. “The roles of inflation and consumer s<strong>en</strong>tim<strong>en</strong>t in<br />

explaining Australian consumption and savings patterns.” Journal of Economic<br />

Psychology 1, no. 2 (June 1981): 105-120.<br />

Wilson, Blake, George J. Buelow, and Peter A. Hoyt. “Rhetoric and Music.” In Grove<br />

Music Online, edited by Laura Macy. Oxford Music Online, 2001.<br />

http://www.oxfordmusiconline.com/subscriber/article/grove/music/43166.<br />

Wintle, Regie Rae. “Emotional Impact of Music on Television Commercials.”<br />

Unpublished doctoral dissertation, University of Nebraska, 1978.<br />

Wong, F. S., P. Z. Wang, T. H. Goh, and B. K. Quek. “Fuzzy Neural Systems for Stock<br />

Selection.” Financial Analysts Journal 48, no. 1 (January 1, 1992): 47-74.<br />

Xiaochuan, Zhou. “Reform the International Monetary System.” The People's Bank of<br />

China--Speeches, March 23, 2009. http://www.pbc.gov.cn/<strong>en</strong>glish/detail.asp?<br />

col=6500&id=178.<br />

Yalch, Richard, and Eric Spang<strong>en</strong>berg. “Effects of Store Music on Shopping Behavior.”<br />

Journal of Consumer Marketing 7, no. 2 (1990): 55-63.<br />

Yalch, Richard F., and Eric R. Spang<strong>en</strong>berg. “The Effects of Music in a Retail Setting on<br />

Real and Perceived Shopping Times.” Journal of Business Research 49, no. 2<br />

(August 2000): 139-147.<br />

Yoon, Y., and G. Swales. “Predicting stock price performance: a neural network<br />

approach.” In Proceedings of the Tw<strong>en</strong>ty-Fourth Annual Hawaii International<br />

Confer<strong>en</strong>ce on System Sci<strong>en</strong>ces, 156-162. Kauai, HI, USA, n.d.<br />

Yoon, Youngohc, George Swales, and Thomas M. Margavio. “A Comparison of<br />

Discriminant Analysis versus Artificial Neural Networks.” The Journal of the<br />

Operational Research Society 44, no. 1 (January 1, 1993): 51-60.<br />

Yuan, Kathy, Lu Zh<strong>en</strong>g, and Qiaoqiao Zhu. “Are investors moonstruck? Lunar phases<br />

and stock returns.” Journal of Empirical Finance 13, no. 1 (January 2006): 1-23.<br />

Zullow, Harold M. “Pessimistic rumination in popular songs and newsmagazines predict<br />

economic recession via decreased consumer optimism and sp<strong>en</strong>ding.” Journal of<br />

Economic Psychology 12, no. 3 (1991): 501–526.<br />

———. “The interaction of rumination and explanatory style in depression.” Master's<br />

thesis, University of P<strong>en</strong>nsylvania, 1984.<br />

Zullow, Harold M., Gabriele Oetting<strong>en</strong>, Christopher Peterson, and Martin E.P. Seligman.<br />

“Pessimistic Explanatory Style in the Historical Record: CAVing LBJ,<br />

Presid<strong>en</strong>tial Candidates, and East Versus West Berlin.” American Psychologist 43,<br />

no. 9 (September 1988): 673-682.<br />

276

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!