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Comentarios a la Biblia litúrgica. NT - Varios autores

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CARTA A LOS HEBREOS 1954<br />

gloria y honor— pone de relieve <strong>la</strong> supremacia de Cristo, pero<br />

una vez que gustó <strong>la</strong> muerte por todos. Y esta muerte no puede<br />

interpretarse como un accidente o una tragedia, sino que es debida<br />

a <strong>la</strong> voluntad graciosa y al p<strong>la</strong>n salvífico de Dios.<br />

Cristo es presentado como el pionero, como el autor de <strong>la</strong> salvación,<br />

quien abrió el camino marchando por el cual su pueblo<br />

encuentra <strong>la</strong> salvación y le sigue al cielo. Por eso tenía que ser<br />

plenamente solidario de los hombres para poderlos representar.<br />

¿Tiene Cristo esta plena solidaridad con los hombres? La tiene<br />

plenamente. Primero, porque el que santifica y los santificados<br />

tienen todos un mismo origen, es decir, Dios. Y segundo, así lo<br />

prueba <strong>la</strong> misma Escritura. Se cita el Sal 22,22, recitado por<br />

Cristo en <strong>la</strong> cruz (Me 15,34). El que hab<strong>la</strong> en el Salmo es Cristo<br />

mismo, que dice "anunciaré tu nombre a mis hermanos".<br />

Cristo es presentado siguiendo el esquema "humil<strong>la</strong>ciónexaltación":<br />

poco menor que los ángeles —coronado de gloria y<br />

honor (el esquema corriente en <strong>la</strong> predicación cristiana primitiva).<br />

Gracias a <strong>la</strong> humil<strong>la</strong>ción llegó a <strong>la</strong> exaltación y a <strong>la</strong> gloria. Y<br />

así abrió el camino de <strong>la</strong> salud que debe ser recorrido por todos<br />

aquéllos que él se propuso llevar a <strong>la</strong> gloria.<br />

2,14-18.<br />

Como uno de nosotros<br />

Sigue el tema de <strong>la</strong> plena solidaridad de Cristo con los hombres.<br />

Los hombres son l<strong>la</strong>mados "hijos de Cristo" (así lo hace el<br />

autor de <strong>la</strong> carta recurriendo a <strong>la</strong> Escritura, en el v. 13). Pero<br />

estos "hijos" son hombres, con <strong>la</strong> misma naturaleza humana,<br />

con <strong>la</strong> misma carne y sangre, como dice el texto. Por eso, si debe<br />

existir una plena solidaridad entre Cristo y los hombres, él debe<br />

poseer plenamente su naturaleza, debe haberse encarnado plenamente.<br />

Todos los hombres mueren. La solidaridad de Cristo con los<br />

hombres exigía que también él muriese. Más aún, <strong>la</strong> encarnación<br />

1955 CARTA A LOS HEBREOS<br />

del Hijo estaba destinada y ordenada a <strong>la</strong> muerte. Pero como <strong>la</strong><br />

muerte siempre es un mal, <strong>la</strong> muerte de Cristo debía tener una<br />

finalidad más alta. Su muerte tenía como finalidad romper el<br />

imperio del diablo, que era el señor de <strong>la</strong> muerte. Cristo es presentado<br />

así como el vencedor de <strong>la</strong> muerte y consiguientemente<br />

como liberador del hombre. Porque el hombre, sin Cristo, no<br />

puede escapar al poder de <strong>la</strong> muerte.<br />

Cristo fue enviado para ayudar y salvar a los hombres, no a<br />

los ángeles. Ahora bien, nadie llega a pertenecer a <strong>la</strong> raza humana<br />

sino a través de una familia. Cristo llegó a <strong>la</strong> raza humana a<br />

través de <strong>la</strong> familia de Abraham. Una descendencia que debe ser<br />

entendida no sólo de <strong>la</strong> genealogía física, sino de <strong>la</strong> pertenencia a<br />

Abraham en el pleno sentido bíblico, al estilo como de ello hab<strong>la</strong><br />

el apóstol Pablo (Gal 3,29), los que pertenecen a <strong>la</strong> familia o<br />

línea de Abraham por <strong>la</strong> fe en <strong>la</strong>s promesas de Dios.<br />

Como es sabido, el tema central de <strong>la</strong> Carta a los Hebreos es<br />

el sacerdocio y el sacrificio de Cristo, presentados desde el<br />

patrón del Antiguo Testamento. Aquí aparece ya <strong>la</strong> idea del<br />

sumo sacerdocio de Cristo. Ahora bien si el sumo sacerdote<br />

debía representar adecuadamente al pueblo ante Dios, tenía que<br />

ser verdaderamente uno de su pueblo y uno con su pueblo. Sólo<br />

así podía llevar a cabo <strong>la</strong> expiación de sus pecados. Se trataba<br />

de obtener el perdón removiendo de <strong>la</strong> vida de Dios estos pecados.<br />

Los dos adjetivos con que se describe al Sumo Sacerdote,<br />

"misericordioso y fiel", son los dos atributos mayores por los<br />

que se definió Dios en el Antiguo Testamento (ver Ex 34,6).<br />

Cristo aparece así como <strong>la</strong> personificación histórica y concreta<br />

de estos dos atributos mayores de Yahveh.<br />

Es capaz de ayudar a los tentados porque él fue tentado. La<br />

comprensión del prójimo se hace posible desde <strong>la</strong> experiencia<br />

propia. Cristo puede representar <strong>la</strong> causa de los hombres ante<br />

Dios y procurarles una ayuda efectiva porque, por su propia<br />

experiencia, conoció <strong>la</strong>s dificultades y tentaciones de <strong>la</strong> vida. Su<br />

experiencia es <strong>la</strong> que le hace "simpatizar" (en el sentido original<br />

de <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra) con sus hermanos.

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