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ENVIO 39 - Escritura Creativa · Clara Obligado

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Haberlas, ahilas...<br />

LAS BRUJAS 1<br />

<strong>ENVIO</strong> <strong>39</strong><br />

Dentro del campo de lo maravilloso, hay dos personajes que muestran la dualidad con la<br />

que el hombre percibe a la mujer, la incapacidad de ciertas culturas de integrar lo positivo y<br />

negativo de la condición femenina en un mismo marco. Se trata de la bruja y el hada,<br />

contrapuntos, como diría Bruno Bettelheim, visiones dobles de la madre-buena y la madremala<br />

que añoran y temen los seres humanos.<br />

Esta dualidad está ya incluida en el Antiguo Testamento, donde Eva, madre de la<br />

humanidad, procreadora y “costilla” de Adán es también la tentadora, la serpiente. La<br />

cuestión es la siguiente: ¿cómo puede ser que la madre de todos los mortales sea, a la vez,<br />

una “mala mujer”, una tentadora? La solución que encontraron nuestros antepasados es<br />

práctica. Eva se desdobla en Lilith (mezcla de mujer y serpiente), pecadora que se niega a<br />

tener hijos y que termina uniéndose al diablo. Así, desprovista de su sexualidad, la mujermadre<br />

puede seguir su camino de pureza.<br />

Entre hadas y brujas se cuece, en realidad, lo mismo: imágenes bifrontes de la condición<br />

femenina, o de las fantasías que sobre ella se tejen, es natural que aparezcan polarizaciones<br />

que darán origen a una vigorosa creación literaria.<br />

Pero si bien las Hadas pertenecen claramente al terreno de lo fantástico o sobrenatural,<br />

las brujas no. Así pues, antes de reconocerlas como simples personajes literarios, vamos a<br />

recorrer su pura y dura historia.<br />

1 Para este texto sobre las brujas he utilizado la siguiente bibliografía:<br />

- José Miguel de Barandiarán. Brujería y brujas. testimonios recogidos en el País Vasco. 4ª de. Txertoa,<br />

San Sebastián, 1998.<br />

- Frank Donovan. Historia de la brujería. Alianza, Madrid, 1988.<br />

- Brian P. Levack. La caza de brujas en la Europa Moderna. Alianza, Madrid, 1995.<br />

- Victoria Sendón de León. Más allá de Itaca. Sobre complicidades y conjuras. Barcelona, Icaria, 1988.<br />

1


¿Quienes fueron las brujas?<br />

La tradición las hace hermosas, dadas a la magia y a los placeres de la carne, capeces de<br />

volar sobre una escoba y de realizar toda suerte de conjuros. La religión las convirtió en<br />

víctimas instituyendo una caza que sería uno de los episodios más negros de la historia de<br />

Occidente.<br />

Aunque parte de los archivos han sido destruidos, se sabe que la mayoría de las<br />

llamadas brujas vivían en el campo, eran mujeres mayores, de escasos recursos, que<br />

desempeñaban los oficios de sanadoras, curanderas, comadronas. Antes de la reforma y de<br />

la aparición del tribunal de la Inquisición, no se suponía que tuvieran trato con el diablo<br />

sino que se las llamaba para que con sus filtros y ensalmos curasen los cuerpos de los<br />

enfermos o las almas de los enamorados.<br />

En ellas persistía la tradición pagana, las invocaciones en altares no oficiales, los<br />

rezos sospechosos. Incluso la palabra “bruja”, de origen incierto, se remonta a la era<br />

prerromana. “Eu non creo nas bruxas, pero haberlas, ainas”, dice la tradición gallega. Lo cierto<br />

es que estas mujeres convivieron pacíficamente con la población durante siglos..<br />

Una primera lectura señala que fueron víctimas de una misoginia feroz debida tal<br />

vez a que los hombres las veían poderosas y amenazantes. La mayoría de ellas eran mujeres<br />

sin hombre (solteras o viudas), en las que el impulso sexual resultaba sospechoso. Se<br />

esconde en esta persecución un miedo atroz a la mujer experta y sexualmente<br />

independiente en el caso de las viudas, a la búsqueda del placer posterior a la menopausia<br />

en las viejas. Eran, en casi todos los casos, mujeres no sometidas a la ley del padre ni del<br />

marido y por tanto más pobres, víctimas fáciles de una persecución. Eran también, en<br />

muchos casos, los miembros más débiles y vulnerables de la sociedad, a veces simplemente<br />

viejas de mal carácter, con la lengua afilada, seniles o desequilibradas.<br />

¿Cómo se convertía una mujer en bruja?<br />

La brujería fue un delito imaginado, por el que fueron juzgadas personas inocentes, en su<br />

mayoría mujeres. El porcentaje que practicaba realmente artes mágicas debio de haber sido<br />

casi inexistente. Pero, a finales del siglo XVI, la mayoría de los europeos cultos creían que<br />

las brujas pactaban con el diablo. Según ellos, todo comenzaba cuando un joven apuesto se<br />

aparecía a la bruja y la seducía prometiéndole placer sexual o dinero. El joven que, por<br />

supuesto, era el demonio disfrazado, las hacía suyas y les grababa en algún lugar escondido<br />

del cuerpo una señal que era sello de la posesión. Así entregadas, las brujas se ponían a<br />

disposición del maligno y recibían de él material necesario para llevar a cabo los maleficios.<br />

¿De qué se las acusaba?<br />

En un principio, se las acusaba de delitos como no acudir a la iglesia, decir palabrotas o<br />

fornicar, hablar públicamente de temas sexuales y hasta de cometer adulterio. Luego se las<br />

encontró culpables del granizo que destrozaba los campos, de la peste, de las muertes<br />

inexplicables; convertidas en chivos emisarios de cualquier desgracia, se supuso que<br />

volaban y gracias a su estrecho pacto con el demonio, que se reunían en aquelarres donde<br />

devoraban a los niños. pisoteaban el signo de la cruz, y toda una parafernalia realmente<br />

imaginativa, fruto más bien de los interrogatorios que padecían en manos de los<br />

Inquisidores que de la imaginación de estas pobres mujeres.<br />

2


¿Quiénes las perseguían?<br />

Las brujas fueron perseguidas desde España hasta el Báltico, desde Escocia a Transilvania.<br />

Casos como el de las brujas de Salem demuestran que en el nuevo mundo ardió también la<br />

chispa purificadora.<br />

Para que se produjese tan amplio fenómeno fue necesario que la superstición<br />

popular estuviese dispuesta a delatarlas, que un grupo de funcionarios creyese que existían y<br />

que se desarrollase ampliamente el concepto de demonología y una legislación apta para<br />

juzgarlas.<br />

La brujería se consideró una actividad colectiva y conspiratoria, y sólo fue posible<br />

juzgarlas cuando la maquinaria judicial creó para ello un conjunto de leyes. Los sermones<br />

desde los púlpitos, las ejecuciones constantes, las epidemias o hambrunas, la búsqueda de<br />

chivos expiatorios para las desgracias personales, el clima de la Reforma fueron la excusa.<br />

Detectada la bruja, se la torturaba hasta lograr de ella una confesión completa. Y si<br />

se la hallaba culpables por estos medios, cosa que sucedía en un 95% de los casos,<br />

terminaban en la hoguera.<br />

Las cazas de brujas<br />

Las grandes cazas de brujas se caracterizaban por un alto nivel de pánico e histerismo.<br />

Llegaron a prolongarse durante un plazo de hasta cuatro años en una misma localidad<br />

implicando en la redada a miles de personas. A través de estas mujeres se atacó a la<br />

superstición y a la magia, a la rebeldía en general. La mayoría era, cuando menos,<br />

inconformista o excéntrica. No representaban a “la pueblerina típica”, buena cristiana,<br />

buena esposa, buena madre. Señalarlas era fácil y, al acusarlas, se estaba condenando a las<br />

mujeres diferentes y apoyando las pautas convencionales de la conducta femenina. Cuando<br />

terminó la caza habían muerto en la hoguera una cifra que, según los historiadores, varía<br />

entre cien mil y un millón de mujeres.<br />

Algunos datos generales sobre las brujas<br />

* Antes de que apareciera la Inquisición, el trato sexual con el diablo encubría deslices,<br />

virgos extraviados, sofocones en los monasterios, hijos demasiado parecidos al señor cura.<br />

Fue común, antes del Santo Oficio, que las jóvenes achacasen sus amores al demonio -<br />

cómo resistirse al mismísimo ardor de los infiernos- que las había obligado a copular con<br />

él. Pero cuando en 1484 el Papa Inocencio VIII clasificó tales amores de herejía, las<br />

doncellas temieron ser acusadas de brujas porque ya no valía el trato con el demonio como<br />

excusa de los amores prohibidos.<br />

* El Malleus Maleficarum, o Martillo de las brujas, impreso por primera vez en 1486, es la obra<br />

más importante y siniestra de la demonología. Escrito por los dominicos Kramer y<br />

Spranger, explicaba cómo detectar a una bruja. Antes de finalizar la persecución habían<br />

salido a la luz sesenta y cuatro ediciones, traducidas a varios idiomas. El éxito de esta obra<br />

demuestra hasta qué punto el vulgo estaba interesado en perseguir a sus vecinas y en<br />

denunciarlas aunque terminasen en la hoguera. Entre 1275, año en el que se quemó en<br />

Toulouse la primera bruja y 1749, momento en el que ardió la última en Alemania, miles de<br />

víctimas conocieron el “fuego purificador”.<br />

3


* Sabido es que el trato sexual con el demonio era prueba de brujería. No es de extrañar<br />

que las mujeres cayesen en sus brazos, puesto que, según los inquisidores, el miembro viril<br />

del diablo era bifurcado. Por tanto, el bien dotado demonio, con sus dos puntas, podía<br />

penetrar al mismo tiempo en los dos vasos de la mujer. Era difícil pues, para cualquier<br />

hombre, emular las artes dobles del diablo.<br />

* La palabra “aquelarre”, conciliábulo de brujas con el demonio, proviene del vasco,<br />

akelarre, y significa “prado del macho cabrío”. Las palabras que la componen son aker, que<br />

quiere decir “cabrón” y larre, que quiere decir “prado”. Aparece por primera vez en un<br />

texto vasco en 1686.<br />

* El aspecto que se da al diablo -barba de chivo, pezuñas partidas, cuernos, piel arrugada y<br />

desnudez- hace referencia directa al dios grecorromano Pan y al celta Cernuno, mientras<br />

que los senos de mujer que suelen acoplársele en muchas pinturas proceden casi con<br />

seguridad de la diosa de la fertilidad, Diana. A partir de los estudios del aspecto del<br />

demonio pintado por las brujas se piensa que muchas de ellas practicaban una antigua<br />

religión de fertilidad.<br />

* La idea de que las brujas vuelan proviene de la necesidad de explicar cómo asistían a<br />

aquelarres nocturnos en zonas remotas sin que se detectase su ausencia en casa. Pero los<br />

correteos nocturnos de las mujeres tienen un origen anterior, compartido por numerosas<br />

culturas. Según la leyenda, las “señoras de la noche” salían en una cabalgata denominada<br />

“cacería salvaje” con Diana, diosa romana de la fertilidad, estrechamente asociada a la luna.<br />

* Las reuniones de mujeres solas despertaban una gran desconfianza. En Neuchâtel, por<br />

ejemplo, Jehanne Berna fue detenida por brujería tras haber sido vista bailando con otras<br />

varias en torno al fuego. En Essex, una famosa caza de brujas comenzó cuando se supo<br />

que Elisabeth Clarke y sus amigas se habían reunido solas en una casa.<br />

* El interés por la práctica de la brujería se ha reavivado en los últimos años. Se calcula que<br />

hay 200.000 brujas en los EE.UU y otras 100.000 en Inglaterra. La diferencia fundamental<br />

entre ambas radica en que las contemporáneas practican realmente estas artes, mientras que<br />

las antiguas eran, en su mayoría, pobres mujeres acusadas.<br />

* La caza de brujas fue más intensa en Alemania o Suiza que en España, país que fue<br />

relativamente benigno si se lo compara con otros europeos. Las brujas estaban, en realidad,<br />

más relacionadas con la magia amatoria -como testimonian La Celestina o la célebre<br />

Trotaconventos-, y rara vez se utilizó la tortura. Incluso en la gran caza que se produjo en el<br />

país vasco entre 1610 y 1614, sólo se torturó a dos acusadas.<br />

4


* El gato, el caldero y la escoba.<br />

El gato: según la tradición, el gato que suele acompañar a las brujas no es otro que el<br />

demonio convertido en “familiar”. Tanto las brujas como el demonio podían, según la<br />

imaginación popular, cambiar de aspecto a voluntad por el de diferentes animales.<br />

El caldero: solíase representar a las brujas junto a un caldero, utensilio que recuerda su<br />

oficio de cocineras, comadronas o curanderas. Estas actividades las predisponían a ser<br />

acusadas de hechiceras, puesto que si moría alguno que las rodease, bien se las podía acusar<br />

de haberlo asesinado. Se decía que “quien sabe sanar, sabe matar”.<br />

La escoba: Los Inquisidores imaginaron que las brujas volaban sobre un palo u horquilla.<br />

Esta imagen deriva de la antigüedad, ya que dicho elemento se puede asimilar al tridente de<br />

Neptuno. También la escoba -relacionada con su condición femenina- intervenía en los<br />

antiguos ritos de la fertilidad.<br />

Magia blanca y magia negra<br />

Antes de la caza de brujas de distinguía entre magia blanca, cuyo propósito consistía en<br />

generar algún beneficio tal como curación o adivinación, localizar objetos perdidos, o<br />

identificar a los enemigos y la magia negra, que era nociva, y suponía un pacto con el<br />

diablo. La magia se opone a la religión, y aunque ambos tipos de brujas fueron juzgados, en<br />

general se trató con más benignidad a las blancas que a las negras.<br />

¿Qué es una ordalía?<br />

Durante la Edad Media el tribunal solía apelar al juicio de Dios u ordalía. La ordalía<br />

consistía en una prueba a la que se debía someter la acusada para demostrar su inocencia, y<br />

que consistía en caminar sobre brasas sin quemarse, ser arrojada al agua y no flotar, curarse<br />

milagrosamente de las heridas que provocaba transportar un hierro al rojo. Quien<br />

“superara” esta prueba era declarado inocente. En realidad, unas manos callosas o unas<br />

técnicas de respiración adecuadas podían ayudar a superar “el juicio de Dios”.<br />

Íncubos y súcubos<br />

Cuando el demonio se aparecía ante una nueva víctima y no deseaba asustarla con su<br />

feísimo aspecto se camuflaba dentro de un joven cuerpo hermoso. Si su aspecto era<br />

femenino, se convertía en súcubo, si era masculino, en íncubo. Así le sucedió a una<br />

monja, quien durmió con un íncubo que se parecía de forma notable al obispo Sylvanus, el<br />

cual “en lenguaje libidinoso, le declaró ser falsamente el obispo”. Los íncubos eran<br />

visitantes asiduos de los conventos, con el resultado de que las monjitas se despertaban<br />

violadas exactamente como si hubieran tenido contacto con un hombre. También<br />

buscaban la compañía de jóvenes hermosas, casadas apetecibles, y todas ellas describían la<br />

unión con el demonio como muy apetecible.<br />

Los súcubos, o diablos con forma de mujer, turbaron a San Hilarión que, cuando se<br />

echaba a dormir, se veía “rodeado de mujeres desnudas”; y también a San Hipólito, casto<br />

varón que fuera visitado por una mujer en traje de Eva y a la cual arrojó la casulla para<br />

cubrir su desnudez.<br />

Según un retrato fabuloso, Gerberto de Aurillac -quien llegaría a ser el papa<br />

Silvestre II-, convivió durante muchos años con un súcubo, que le ofreció a cambio de su<br />

fidelidad sabiduría y dinero, con lo que llegó la máxima dignidad dentro de la Iglesia en el<br />

5


año 1003. Pero tan gozoso apareamiento terminó cuando el Santo Oficio consideró la<br />

unión con ambos demonios como prueba de brujería.<br />

Particularmente interesado por la literatura fantástica, folclórica<br />

y maravillosa, el autor italiano Italo Calvino tiene una serie de<br />

recopilaciones de cuentos populares y también una colección<br />

de artículos en los que analiza estos temas. De entre ellos,<br />

hemos elegido uno, que presenta y señala algunas<br />

características de esos seres cuyo éxito literario acompañó<br />

cualquier infancia. Se trata de las hadas.<br />

La geografía de las hadas 2<br />

Por Italo Calvino<br />

El primer atributo es la liviandad. Pequeños de estatura, con cuerpos de “naturaleza<br />

análoga a la de una nube condensada” o “aire coagulado”, en una palabra, de una materia<br />

tan sutil y tenue que para nutrirse les basta cualquier líquido que penetre por sus poros<br />

como en las esponjas, o bien semillas que disputan a las cornejas y los ratones. Viven bajo<br />

tierra, en montículos perforados de galerías y grietas, pero a veces se elevan y vuelan a<br />

media altura. Su apariencia y quizá su presencia misma es discontinua: sólo quien esté<br />

dotado de visión segunda puede percibirlos, y siempre por breves instantes porque<br />

aparecen y desaparecen. Sus moradas subterráneas están iluminadas por lámparas<br />

perpetuas, que brillan sin combustible alguno; hay quien dice que de sus propias personas<br />

emana una luz verdosa. Tienen vidas mucho más largas que las humanas, pero son también<br />

mortales: en cierto momento, sin enfermarse ni sufrir, se enrarecen y se esfuman...<br />

El trabajo no les es desconocido, si es cierto que cerca de sus moradas se oye martillar y<br />

“huele a pan”. Sus mujeres tejen y cosen, según unos, “extrañas telarañas”, según otros,<br />

“arco iris impalpables”, y según otros, vestidos semejantes a los nuestros. Pero aun en<br />

nuestras cocinas, a veces, mientras dormimos, reordenan serviciales los platos y ponen todo<br />

en su lugar. Las relaciones con los seres humanos consisten en estos pequeños servicios<br />

pero también en trastadas y pequeños robos, cuando no arrojan piedras a veces grandes,<br />

pero que no hacen daño. Más grave es el rapto de los niños o de nodrizas (adoran la leche),<br />

2<br />

Calvino, Italo. La geografía de las hadas. (En: Calvino, Italo. Colección de arena. Trad. Aurora<br />

Bernárdez, Madrid, Siruela, 1990.)<br />

6


que permanecen con ellos cierto tiempo bajo tierra mientras arriba sus personas son<br />

sustituidas por dobles o apariencias larvales.<br />

Tienen incluso relaciones sexuales con los humanos, especialmente sus hembras, pero<br />

en el plano de un juego lascivo y ligero, como en los sueños, sin pasión ni drama. No son<br />

ajenos a la guerra y a la crueldad, pero todo queda entre ellos y poco es lo que nos hacen<br />

saber. Hablan las lenguas humanas de los lugares donde viven, pero, “como un silbido<br />

fino”. “Se diría que poseen muchos libros de cuentos encantadores, pero el efecto de tales<br />

lecturas se manifiesta solamente en accesos de extraña alegría.” Tienen momentos de<br />

exaltación y de desasosiego, pero su estado más frecuente es la melancolía, debido quizá a<br />

su naturaleza incierta.<br />

Éste es el “pueblo menudo” de los Siths, al que está dedicado un libro publicado por<br />

Adolph (Robert Krik, Il regno segreto, edición cuidada por Mario M. Rossi, cuyo ensayo Il<br />

cappellano delle fate completa el volumen). Sihts es el nombre que se daba en Escocia a los que<br />

en Inglaterra se denominan fairies (no existe en italiano una palabra equivalente porque “las<br />

hadas” son sólo femeninas, mientras que fairy es tanto femenina como masculina) yen el<br />

mundo germánico “elfos” o, con ciertas diferencias específicas, “duentes” o gobelins, y toda<br />

variedad de enanos y gnomos (a menudo relacionados con las minas y los tesoros<br />

escondidos), incluidos aquí los hobbits de Tolkien.<br />

El mundo sobrenatural de los pueblos celtas es bullidor e intrincado y multiforme,<br />

difícil de ordenar. O tal vez vemos más ordenado el mundo mediterráneo de faunos,<br />

ninfas, dríadas y amadríadas solamente porque las profusas mitologías locales han sido<br />

pasadas por el tamiz de la sistematicidad jerárquica y homologadora de la cultura griega y<br />

latina. El poder de transfiguración poética del imaginario nórdico nos ha dado Titania,<br />

Oberón, Puck, así como el poema de Spenser. Pero aun a través de la palabra de los poetas<br />

el reinado de las hadas celtas comunica la fuerza virgen de un mundo irreductiblemente<br />

“otro”, que la literatura no consigue domar a fondo.<br />

También en la Francia céltica (Bretaña y Normandía sobre todo) el “pueblo menudo”<br />

tiene antiguas raíces, y en literatura ha dejado huellas en los cuentos fantásticos de Nodier y<br />

en una novela de Barberey d´aubervilly, L´ensorcelée, donde las apariciones mágico telúricas<br />

que afloran en el mundo moderno transmiten un sentimiento muy inquietante. Pero en los<br />

verdes prados de irlanda y en los berzales de Escocia es donde esta genia impalpable ha<br />

alcanzado la máxima densidad de población. Si no un censo, por lo menos una clasificación<br />

de especies y familias han intentado para Escocia Walter Scott (en Demonology and Witchcraft)<br />

y para Irlanda W.B Yeats, (en Irish Folktales): dos ingenios que aplicaron al culto de las<br />

tradiciones un espíritu sistemático.<br />

Es diferente el caso de Robert Kirk, que a finales del siglo XVIII era párroco de la<br />

iglesia presbiteriana en una aldea de los confines de los Highlands, Aberfoyle, en Escocia,<br />

sometida poco antes a la corona inglesa, devastada por las guerras civiles y de religión, con<br />

poblaciones misérrimas en situación de zozobra existencial, de crisis de identidad cultural y<br />

religiosa. Estamos en lugares y tiempos en que la supervivencia de las antiguas creencias era<br />

fortísima, la topografía misma estaba saturada por la presencia de las hadas, la “visión<br />

segunda” era una experiencia común, peor también lugares y tiempos en que el<br />

anglicanismo y el presbiterianismo libraban sus batallas con implicaciones tanto teológicas<br />

como políticas.<br />

El XVII es el siglo de los procesos a las brujas, de los inquisidores (tanto católicos<br />

como protestantes) que en la variedad de formas de la supervivencia sobrenatural<br />

precristiana no ven sino la uniforme presencia de Satán, que hay que extirpar con la<br />

hoguera. El reverendo Kirk, con la fuerza de una profunda inocencia interior, tiene la<br />

certeza de que es capaz de reconocer la inocencia del prójimo. Sabe que sus feligreses que<br />

creen en las hadas y las ven no son brujas ni brujos; ama a los pobres campesinos<br />

escoceses, conoce sus alucinaciones y la precariedad de sus existencias; ama a las hadas,<br />

7


otro pueblo pobre, quizá a punto de disolverse sin un ubi consistam 3 ni físico ni metafísico;<br />

sin duda él también cree en las hadas y probablemente las ve, aunque se limite a transmitir<br />

testimonios ajenos.<br />

Con el coraje de la inocencia, escribe un breve tratado sobre el reino de las fairies, La<br />

comunidad Secreta, para decir todo lo que sabe de ellas, que no es mucho, y sobre todo para<br />

alejar toda sospecha de colusión diabólica entre las pequeñas hadas subterráneas y quienes<br />

las ven. (Aquí al problema de la existencia de las hadas se superpone el de la visión<br />

segunda, la telepatía, las premoniciones, fenómenos no necesariamente -más aún, rara vez-<br />

ligados a la mediación de seres sobrenaturales). Las citas de las Sagradas <strong>Escritura</strong>s en las<br />

que Kirk apoya su razonamiento son aproximativas y nunca del todo pertinentes, pero su<br />

propósito es claro. Quiere establecer que el “pueblo menudo” no tiene nada que ver con el<br />

cristianismo ni tampoco con el diablo: su estatuto jurídico es el de Adán antes de la caída,<br />

por lo tanto no se salvará ni se condenará; un limbo neutral, ajeno a todo juicio, rodea sus<br />

pecados siempre leves, casi infantiles, y su melancolía.<br />

El volumen poblicado por Adelphi contiene el tratadillo de Kirk, descubierto y<br />

traducido por Mario Manlio Rossi, más un amplio ensayo de este último, que con erudición<br />

y pasión lo sitúa en la cultura de su tiempo y explica exhaustivamente que Kirk creía<br />

verdaderamente en la existencia de las hadas y cómo no había en ello nada de extraño. Tres<br />

son, pues, las razones de interés del libro: las hadas en sí, la personalidad del “capellán de<br />

las hadas” y la personalidad de su descubridor y exegeta.<br />

Mario Manlio Rossi (1895-1971), anglista itálico que vivió muchos años en Edimburgo,<br />

es un tipo de erudito marginal y siempre a contrapelo. Poco sé de él, pero me merece<br />

gratitud porque a través de un libro suyo comprendí en mi juventud la grandeza de Swift.<br />

Rossi sostiene aquí eficazmente que los procesos por brujería no eran un residuo medieval<br />

sino un típico producto de la cultura moderna. Su ensayo es fascinante por la riqueza del<br />

cuadro de historia de la cultura que evoca y documenta, pero se deja leer también por el<br />

humor o el malhumor polémicos que irrumpen sen cada página, prueba de un<br />

temperamento malhumorado en el que se combinan la meticulosidad del erudito y los<br />

prejuicios. Los blancos de su polémica son muchos: la intolerancia tanto presbiteriana<br />

como anglicana, la caza de brujas y las opiniones de todos los historiadores que se han<br />

ocupado de ellas, los cuentos infantiles que censuran el elemento sexual siempre presente<br />

en las narraciones populares, pero la toma también con el empirismo, el idealismo el<br />

ocultismo, el folklores y sobre todo con la ciencia, que es su bestia negra. Salva (y aquí no<br />

dudo en concordar con él) a la poesía, en la que “el hombre de carne y hueso y el hada<br />

tienen la misma idéntica posición gnoseológica, la misma realidad”.<br />

Mientras leía continuaba zumbándome en la cabeza el nombre de la aldea de Kirk:<br />

Aberfoyle. ¿Por qué me suena familiar? Pero claro, si en ella se desarrolla la novela de Julio<br />

Verne que prefiero: Las indias Negras, una historia subterránea en una vieja mina de carbón<br />

abandonada, donde se esconden seres que parecen salidos de las páginas del reverendo<br />

Kirk: una niña-hada que nunca ha visto la luz del sol, un anciano que parece un espectro,<br />

un pajarraco del abismo... Aquí el visionario mundo céltico se infiltra en la apología de la<br />

ciencia del positivista Verne para demostrar, en polémica con Mario Manlio Rossi, que la<br />

misma linfa mitológica circula y se mezcla en la maraña inextricable de las ideologías<br />

aparentemente contrapuestas... Para demostrar que las hadas conocen, bajo tierra o en el<br />

cielo, más caminos de los que supone cualquiera de nuestras filosofías...<br />

3 Donde situarse.<br />

8<br />

(1980).


¿Sabías que...?<br />

Muchos son los términos o conceptos que rodean a la literatura donde la magia o el terror<br />

tienen un primer plano, pero muchas veces no podríamos definirlos con claridad. Por ello<br />

os hacemos llegar un pequeño glosario de los más frecuentes<br />

¿Qué es la literatura gótica?<br />

La literatura gótica se caracteriza por tener un cotillón propio del mundo medieval. Un<br />

viejo castillo, un fantasma, cadenas o manchas de sangre son los elementos de un género<br />

que incluyen el misterio y el horror.<br />

En realidad este género demuestra el temor de los que lo escribieron hacia el futuro, es<br />

una huída hacia un pasado remoto cuya escenografía es tanto utilizada en la literatura como<br />

en el cine. Son ejemplos de literatura gótica Drácula, de Bram Stoker o El monje, de M.<br />

Lewis, entre muchos otros.<br />

¿Es Drácula la primera novela que habla de vampiros?<br />

No, el vampiro es un ser mítico que proviene de dos grandes temas que preocupan al<br />

ser humano.<br />

El primero se refiere a la muerte, a la posibilidad de vencerla, de permanecer en el<br />

mundo con un tiempo ilimitado. Esta idea, por un lado tentadora, tiene también su perfil<br />

siniestro, ya que supone que quien supere su propia muerte se quedará absolutamente solo.<br />

El estar privado de un ciclo natural supone también abandonar muchas de las cualidades<br />

llamadas humanas entre ellas, el amor.<br />

Otro tema al que alude el personaje del vampiro es al ser que vive de la sangre ajena, es<br />

decir, que se alimenta de la vitalidad de quienes lo rodean. Todos conocemos, en este<br />

sentido, a algún “vampiro”, a alguien que nos roba, nos succiona la energía.<br />

Ya en las 1001 Noches aparecen estos personajes, aunque el nombre de “vampiros”<br />

procede de la siniestra historia de Vlad III Dracul 4 , el príncipe rumano llamado también El<br />

Empalador, que luchó bárbaramente contra los turcos en el siglo XV. De él se dice que su<br />

crueldad no conocía límites, y que almorzaba en el campo de batalla rodeado por<br />

prisioneros agonizantes atravesados por un palo. Héroe de la lucha de la independencia<br />

contra los turcos a la vez que militar sanguinario, la figura de Drácula llegará a la literatura<br />

bajo este nombre con la famosa novela de Bram Stoker.<br />

Así habla las 1001 Noches de las vampiras:<br />

Historia del príncipe y la mujer vampiro 5<br />

4<br />

Märtin, Ralf-Peter. Conde Drácula, historia y leyenda de Vlad el empalador. Barcelona, Tusquets,<br />

1983. (Cuadernos ínfimos 105)<br />

5<br />

Las Mil y Una Noches. Edición íntegra. 3 ed. Barcelona, Ediciones 29, 1985.<br />

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El rey al que me refiero tenia un hijo muy aficionado a la caza con perros y también un visir. El monarca<br />

había encargado a éste que acompañase a su hijo dondequiera que fuese. Cierto día, el príncipe salió a cazar<br />

con los galgos y con él fue el visir. De pronto vieron un monstruoso animal y el visir animó al otro:<br />

- ¡Corre contra esa fiera! ¡Persíguela!<br />

Y el príncipe comenzó a acosar a la fiera, hasta que todos la perdieron de vista. Y, de súbito, la fiera<br />

desapareció en el desierto. El príncipe quedó perplejo, sin saber dónde ir, cuando descubrió a una joven<br />

esclava que, en lo alto de una colina, estaba llorando. El príncipe se acercó para preguntarle:<br />

- ¿Quién eres?<br />

A lo que ella respondió:<br />

- Soy la hija de un rey de reyes de la India. Iba con una caravana por el desierto, cuando sentí ganas de<br />

dormir, me caí del caballo sin darme cuenta y quedé abandonada.<br />

El joven príncipe sintió lástima y emprendió la marcha con la joven, llevándola a la grupa del caballo.<br />

Cuando pasaban frente a un bosquecillo, la esclava dijo:<br />

- ¡Ay, señor, desearía satisfacer una necesidad!<br />

Entonces el príncipe la ayudó a descabalgar junto al bosquecillo y, viendo que tardaba mucho, marchó<br />

tras ella sin que ésta se diese cuenta. La esclava era un vampiro y le estaba diciendo a sus hijos:<br />

- ¡Niños míos, os traigo a un joven muy robusto!<br />

Y ellos contestaban:<br />

- Tráelo para que lo devoremos.<br />

Al oírlo, el príncipe no dudó de su muerte y las carnes le temblaban de terror mientras regresaba al<br />

camino. Cuando la vampiro salía de su cubil, vio temblar al príncipe y le preguntó:<br />

- ¿De qué tienes miedo?<br />

A lo que él contestó:<br />

- Hay un enemigo que me inspira gran temor.<br />

La vampiro prosiguió:<br />

- Me has dicho que eres príncipe..<br />

- Así es.<br />

A lo que ella agregó:<br />

- Entonces, ¿por qué no le das dinero a tu enemigo para desarmarle?<br />

- No se conforma con dinero. Sólo se conforma con el ama y por eso tengo miedo, como víctima de una<br />

injusticia.<br />

La vampiro aconsejó:<br />

- Si te persiguen, pide ayuda a Alá contra tu enemigo y Él te librará de los maleficios a los que tanto temes.<br />

Entonces el príncipe, alzando la vista hacia el cielo, exclamó:<br />

- ¡Oh Tú, que atiendes al oprimido que te implora, hazme vencer a mi enemigo, alejándole de mí, pues<br />

tienes poder para cuanto te propones!<br />

Al instante desapareció la vampiro. El príncipe regresó junto a su padre quien contó el mal consejo del<br />

visir y ordenó que lo matasen.<br />

¿Qué es la novela negra?<br />

La tantas veces tomada por el cine “novela negra” es un subgénero narrativo<br />

relacionado con la novela policial, que surge en Norteamérica a finales de 1920. En él los<br />

autores intentan reflejar, desde una conciencia crítica, el mundo de los bajos fondos que es<br />

producto de la sociedad capitalista. Temas como la violencia y la corrupción, el crimen<br />

organizado son tópicos del género.<br />

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La expresión novela negra surge en Francia, y con ella se designa una serie de novelas<br />

pertenecientes al género traducidas y publicadas por la editorial Gallimard, y que el poeta J.<br />

Prévert denominó “Serie noire” simplemente porque la tapa de dichos libros era de un<br />

luctuoso color negro.<br />

¿Qué es un licántropo?<br />

Un licántropo es un hombre-lobo, un ser que tiene la mala costumbre, en noches de<br />

luna, o en momentos especiales, de mudar su condición humana por otra un tanto más<br />

agresiva. La primera aparición que conozco de este personaje en la historia de la literatura<br />

es parte de Satiricón, del escritor latino Petronio, escrita en el S. I d.C. el licántropo también<br />

señala ese límite impreciso que existe entre hombre y animal, la oscura historia de cuando<br />

las fronteras no eran tan precisas:<br />

Esta es la curiosa historia que nos narra Petronio 6 :<br />

62. Casualmente, mi amo había ido a Capua para terminar de despachar unos depósitos ya agotados.<br />

Encontrando así una ocasión, persuado yo a un huésped que teníamos para que vaya conmigo hasta el<br />

quinto miliario. Era un soldado, fuerte como el infierno. Nos largamos más o menos al canto del gallo: la<br />

luna lucía como si fuera mediodía. Llegamos en medio de los sepulcros: mi hombre se puso a hacer sus<br />

necesidades junto a unas tumbas; seguí yo canturreando y fui contando las lápidas. Después miré hacia mi<br />

compañero; se estaba desvistiendo y poniendo todos sus vestidos junto al camino. Yo tenía el resuello en la<br />

punta de la nariz; me quedé clavado como un muerto. El meó alrededor de los vestidos y de repente se<br />

convirtió en lobo, comenzó a otilar y huyó al bosque. Yo al principio no sabía dónde me encontraba; después<br />

me acerqué a recoger sus vestidos; pero se habían convertido en piedra. ¿Quién podía morir de miedo con<br />

más motivo que yo! Sin embargo, tiré de espada, y llamando a todos los diablos, atravesé las sombras hasta<br />

llegar a la casa de campo de mi amigo. Entré como una oruga, perdía el alma a borbotones, el sudor me<br />

chorreaba por el espinazo, mis ojos estaban apagados; apenas pude rehacerme. Mi Melisa se asombró de<br />

que anduviera de camino a tales horas y me dijo:<br />

“- Si hubieras venido antes, nos habrías podido ayudar: un lobo entró en la finca y a todos los animales les<br />

sacó la sangre, como si fuera un matachín. Sin embargo, no se rió de nosotros, aunque logró escapar; pues<br />

un criado nuestro con una lanza le atravesó el cuello.<br />

“Al oír esto, no conseguí pegar ojo, sino que al amanecer eché a correr hacia casa como el cantinero<br />

despumado. Y cuando llegué al sitio en que los vestidos se habían hecho de piedra no encontré más que<br />

manchas de sangre. Pues bien, cuando llegué a casa, mi soldado estaba tumbado en la cama como un buey,<br />

y un médico le curaba el cuello. Caí en la cuenta de que era un hombre-lobo, con lo que ya no pude pasar<br />

bocado a su lado, ni así me matasen. Allá lo que otros opinen de esto: yo si miento, así se vuelvan contra mí<br />

los genios.<br />

6 Petronio. Satiricón. Trad. Manuel C. Díaz y Díaz. Barcelona, Lumen, 1975.<br />

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Los ejercicios que os proponemos en este envío caen de su peso:<br />

- escribe una historia de hadas<br />

- o una historia de brujas<br />

No es necesario que sea una historia infantil, tampoco que esté ambientada en un clima<br />

mágico. Puede suceder hoy, en una gran ciudad, o en el pasado. La decisión es tuya. Si<br />

previeres dedicarte a los vampiros, por qué no.<br />

Recuerda que estás trabajando con personajes ya acuñados en la literatura, con lo que<br />

el esfuerzo de ser original tiene que ser mayor que en textos de creación propia.<br />

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