Revista GREEN 3/10 - Greenpeace
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© Paul Hilton/<strong>Greenpeace</strong><br />
Aniversario Rainbow<br />
No se puede hundir<br />
un arco iris<br />
Textos Marta San Román<br />
Pocos barcos pueden presumir de ser tan célebres como el Rainbow<br />
Warrior. Suena a aventura, a ideales, a esos héroes a los que<br />
su nombre de leyenda hace referencia: Guerreros del Arco Iris<br />
que surcan los mares de todo el mundo para defender el medio<br />
ambiente y la paz. Sus más de 30 años de vida han estado repletos<br />
de acontecimientos relevantes, de los que el más tristemente<br />
conocido fue el hundimiento del primer buque en 1985. Ese día,<br />
intentaron silenciarle. Acabar con la “amenaza” que suponía<br />
un grupo de gente que se unía para defender lo que creía, para<br />
luchar por un mundo “verde y en paz”. Sin embargo, a pesar<br />
del hundimiento, de las bombas, y del asesinato de uno de sus<br />
miembros, esos guerreros son cada vez más y más fuertes. Porque,<br />
como se demostró ese <strong>10</strong> de julio hace ya 25 años, no se puede<br />
hundir un Arco Iris.<br />
<strong>10</strong> de julio de 1985, Auckland (Nueva Zelanda), medianoche.<br />
Despeinados y todavía desconcertados, la tripulación<br />
del Rainbow Warrior observa desde el muelle cómo<br />
se hunde su barco en las oscuras aguas de la bahía.<br />
Poco antes se había producido una explosión que despertó<br />
a aquellos que dormían y tiró del asiento a los que<br />
estaban reunidos en torno a la mesa del mess (comedor).<br />
El zumbido del generador, telón de fondo constante<br />
a bordo, cesó de repente y el barco quedó a oscuras.<br />
Minutos más tarde se produjo una segunda explosión.<br />
“Me quedé de pie observando el barco desprendiendo<br />
todas esas burbujas. Entonces fue cuando Davey (el<br />
ingeniero jefe) dijo que Fernando estaba abajo. Recuerdo<br />
que discutí con él, le dije que se equivocaba, que<br />
Fernando había ido a la ciudad, como hacía siempre. Él<br />
me dijo: ‘no, Fernando está ahí abajo’”, recuerda el capitán<br />
del barco, Pete Willcox.<br />
Efectivamente, Fernado Pereira, fotógrafo de la organización,<br />
estaba en su camarote recogiendo sus<br />
cámaras cuando le sorprendió la segunda explosión.<br />
Acababa de cumplir 35 años. “La auténtica tragedia es<br />
que Fernando era el único miembro de la tripulación que<br />
tenía hijos y fue a quien mató la bomba”, explica Willcox.<br />
“Nada va a cambiar este hecho”.<br />
Tras el atentado, comenzaron rápidamente las investigaciones<br />
policiales. Steve Swayer, responsable entonces<br />
de la campaña contra las pruebas nucleares, relata<br />
cómo se desarrollaron estos primeros momentos de<br />
incertidumbre: “El jefe del puerto nos convocó a Willcox<br />
y a mí para saber básicamente cuándo y cómo íbamos<br />
a sacar el barco del fondo de 'su puerto'. En la mitad de<br />
la conversación la policía llamó por teléfono desde el<br />
muelle. Los buceadores habían descendido y acababan<br />
de confirmar que la chapa había volado hacia dentro; era<br />
REVISTA <strong>GREEN</strong>PEACE 15