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de José Juan Tablada - Dirección General de Bibliotecas - Consejo ...

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Las llaves <strong>de</strong> su casa<br />

Una temporada<br />

interminable<br />

Escenas <strong>de</strong> Don <strong>Juan</strong><br />

NÚMERO SEIS-SIETE / DICIEMBRE DE 1991-FEBRERO DE 1992 • 20000 PESOS<br />

Colaboran:<br />

Octavio Paz Mario Vargas Llosa<br />

Sergio Pitol Antonio Alatorre Eugenio Montejo


Caricatura <strong>de</strong> Miguel Covarrublal.


RICARDO YÁÑEZ<br />

D O S escenas<br />

Un burro <strong>de</strong> planchar y el vapor <strong>de</strong> la plancha<br />

entre el televisor y los ojos <strong>de</strong>l hombre cuya camisa<br />

se <strong>de</strong>senvuelve lenta como un tiempo<br />

en que el milagro <strong>de</strong>l amor ya no suele ocurrirle<br />

Tiembla la condición <strong>de</strong> estar casado<br />

con la lluvia marítima <strong>de</strong>l voy a naufragar<br />

Unas flores marchitas al centro <strong>de</strong> la mesa<br />

sobre el mantel manchado y el quebrado cristal <strong>de</strong>l te he querido mucho<br />

se le vienen encima a rasgos suaves<br />

como arañazos <strong>de</strong> un puñal que matar busca<br />

pero que in<strong>de</strong>cidido ejerce su propósito<br />

Hay una yerbabuena resguardándolo<br />

y un cachorro ocelote esperando por él<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> algunos meses<br />

Qué es ese llanto que sale en forma <strong>de</strong> gritos<br />

pajarracos rompiendo las pare<strong>de</strong>s <strong>de</strong> cartón<br />

Qué son esas bocinas viejas ese montón <strong>de</strong> rayos <strong>de</strong> bicicletas<br />

nublando la mañana <strong>de</strong> otro día<br />

Qué son ese organillo <strong>de</strong>stemplado y esa música<br />

un poco menos <strong>de</strong>satendida que al fondo <strong>de</strong>l naufragio le recompone<br />

el cuello <strong>de</strong> la camisa la corbata<br />

Un morete <strong>de</strong> amor tiembla en su hombro pero ese morete<br />

<strong>de</strong> amor no es <strong>de</strong> un amor completo<br />

Quiere seguir planchando la camisa pero prefiere entonces<br />

hacer como que se ha muerto<br />

y <strong>de</strong>jar que se queme.<br />

* * *<br />

-En este coche, amor, en que el amor hicimos,<br />

en este, ay, amoroso espacio en que te beso,<br />

en este dulce espacio que me ha oído<br />

<strong>de</strong>cirte mi mujer<br />

y beberme tus ojos a miradas<br />

y tu espalda, tu aliento, tus cabellos<br />

respirar a suspiros;<br />

en este bienestar llamado coche,<br />

inanimadamente amigo <strong>de</strong> nosotros, secretamente nuestro;<br />

en este coche, amor, mis palabras repiten lo que sabes<br />

Gamás está <strong>de</strong> más <strong>de</strong>cir lo que se ama): --en<br />

ti aprendo la música <strong>de</strong>l tiempo,<br />

en ti mi cuerpo es mi mejor cuerpo,<br />

en ti soy el amor que ser soñaba.<br />

Textos para el Taller <strong>de</strong> Poesía Escénica <strong>de</strong> la Universidad <strong>de</strong> Guadalajara


Este ensayo se publicó por primera<br />

vez en una edición especial<br />

<strong>de</strong> la Nouvelle Revue <strong>de</strong> Psychanalyse,<br />

titulada "Leer". El número<br />

se editó en la primavera <strong>de</strong><br />

1988. Yves Bonnefoy (1923) es<br />

profesor <strong>de</strong> poética comparada en<br />

el Colegio <strong>de</strong> Francia <strong>de</strong> Paris. Ha<br />

publicado cinco libros <strong>de</strong> poesía,<br />

incluida su obra más reciente Ce<br />

qui {ut sans lumiére (1987). Bonnefoy<br />

es a<strong>de</strong>más un traductor notable<br />

<strong>de</strong> poetas ingleses como Donne<br />

y Shakespeare, Keats y Yeats.<br />

Entre sus libros <strong>de</strong> crítica literaria<br />

<strong>de</strong>ben citarse Rimbaud par luiméme<br />

(1961); Rome 1630. l'honzon<br />

du premia baroque (1970); Le Nuage<br />

rouge (1977); L'improbable et<br />

autres essalS (1980); La venté <strong>de</strong><br />

parole (1988). Bonnefoy es el editor<br />

<strong>de</strong>l Dictionnaire <strong>de</strong>s mythologies<br />

et <strong>de</strong>s religions <strong>de</strong>s sociétés traditionnelles<br />

et du morl<strong>de</strong> a ntique (1 981 ),<br />

y <strong>de</strong>l Dictionnaire <strong>de</strong>s poétiques,<br />

que se publicará e n breve. En<br />

1987 recibió en Francia el Premio<br />

Goncourt <strong>de</strong> poesía, y en 1988 el<br />

Bennett Award.<br />

Nota I¡ traducción <strong>de</strong> Arturo A cwia<br />

Durante los últimos treinta años,<br />

aproximadamente, hemos asistido<br />

-al menos en Francia- al periodo<br />

más importante en la historia <strong>de</strong> la<br />

reflexión sobre la literatura; quisiera<br />

aclarar esto antes <strong>de</strong> añadir que,<br />

sin embargo, hay aún problemas <strong>de</strong><br />

fundamental trascen<strong>de</strong>ncia que se<br />

han planteado <strong>de</strong> manera muy elemental.<br />

Entre esos problemas se encuentra<br />

el <strong>de</strong> cómo leer una obra. Y no<br />

precisamente porque el acto <strong>de</strong> leer<br />

no haya sido tema <strong>de</strong> atención recurrente,<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la fascinación norteamericana<br />

<strong>de</strong> la posguerra con la<br />

"lectura íntima" hasta la obra <strong>de</strong> la<br />

escuela <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sconstrucción: hemos<br />

presenciado, más bien, una revolución<br />

que ha elegido al acto <strong>de</strong><br />

leer como la fuente <strong>de</strong> sus reflexiones.<br />

En nuestros días se abriga en<br />

serio la ilusión <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r reconocer<br />

en la estructura <strong>de</strong> un texto, en la<br />

relación que guardan sus palabras,<br />

Apartar la mirada<br />

<strong>de</strong> la lectura<br />

una realidad mucho más confiable<br />

y tangible que el significado que<br />

asoma a la superficie, o que la intención<br />

<strong>de</strong>l autor, o incluso que el<br />

propio ser <strong>de</strong>l autor; la formulación<br />

<strong>de</strong> esta i<strong>de</strong>a se ha vuelto compleja<br />

a un grado tal que termina por disolverse<br />

en las ambigüeda<strong>de</strong>s implícitas<br />

en sus más elementales postulados.<br />

Lo real no es el escritor, sino<br />

su lenguaje -que tampoco es falso<br />

o verda<strong>de</strong>ro: se significa a sí mismo.<br />

y más aún: el lenguaje es infinito;<br />

sus formas y sus efectos se hallan<br />

dispersos por toda la obra sin que<br />

por añadidura sea posible aprehen<strong>de</strong>rlos<br />

<strong>de</strong> modo integral: y por esta<br />

razón, el acto <strong>de</strong> leer adquiere una<br />

función aún más claramente creativa<br />

-esto es, por supuesto, si los<br />

lectores consiguen internarse en las<br />

profundida<strong>de</strong>s que a diversos niveles<br />

tie ne un texto y logran incorporar<br />

esos hallazgos a los diversos sistemas<br />

<strong>de</strong> análisis. El acto <strong>de</strong> leer se<br />

ha vuelto una responsabilidad, una<br />

contribución, a su modo idéntica a<br />

escribir, y por añadidura leer se ha<br />

transformado ahora en un fin en sí<br />

mismo, puesto que para los lectores<br />

es innecesario consi<strong>de</strong>rarse a sí mismos<br />

<strong>de</strong> un modo más real, más expuestos<br />

en su relación consigo mismos,<br />

que el escritor. En conclusión,<br />

al m e nos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> esta persectiva resultaria<br />

difícil afirmar que el problema<br />

<strong>de</strong> leer ha sido <strong>de</strong>satendido por<br />

la crítica contemporánea.<br />

Pero meditemos en por lo menos<br />

un par <strong>de</strong> consecuencias <strong>de</strong> esta<br />

manera <strong>de</strong> enten<strong>de</strong>r la lectura. La<br />

primera es que el acto mismo <strong>de</strong><br />

leer se vuelve, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio,<br />

una forma <strong>de</strong> escribir: la tarea <strong>de</strong>l<br />

lector consiste en acumular las observaciones<br />

que se le induce a hacer<br />

<strong>de</strong> los puntos más elusivos sobre<br />

la interacción <strong>de</strong> los términos,<br />

códigos o figuras <strong>de</strong>l texto, si quiere<br />

ser capaz <strong>de</strong> acce<strong>de</strong>r a una síntesis.<br />

En nuestros días, nadie pue<strong>de</strong><br />

leer sin una pluma en la mano, una<br />

realidad confirmada por la cantidad<br />

<strong>de</strong> exégesis que se publican. Y <strong>de</strong> algún<br />

modo este solo hecho, este sometimiento<br />

a la escritura, resulta al<br />

parecer como un sedante para los<br />

medios literarios. Son capaces <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>cirse a sí mismos que todas las<br />

formas <strong>de</strong> escribir son personales,<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

:3<br />

incluso en aquellos momentos en<br />

los que la propia escritura está subordinada<br />

a la obra <strong>de</strong> otro autor; se<br />

dirán que esta escritura tiene en<br />

consecuencia sus propias categorias<br />

y experiencias que interfieren en el<br />

texto; sostendrán que una práctica<br />

<strong>de</strong> la escritura que se cumple en estos<br />

términos se conserva fundamentalmente<br />

subjetiva, incluso en<br />

el muy arduo y riguroso ejercicio <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>scifrar un texto. Así que, a<strong>de</strong>más<br />

<strong>de</strong> los lectores indolentes -aquellos<br />

que buscan las leyes <strong>de</strong>l lenguaje o<br />

simplem ente algunos elementos<br />

verda<strong>de</strong>ramente específicos <strong>de</strong> la<br />

obra que estudian - , otros lectores,<br />

no menos cultos pero enamorados<br />

<strong>de</strong> su libertad, restablecerán a un<br />

más alto nivel que en el pasado la<br />

relación <strong>de</strong> irresponsabilidad -<strong>de</strong><br />

placer- que propició alguna vez la<br />

comunión entre el lector y el poema.<br />

A pesar <strong>de</strong> todo, sigue siendo<br />

cierto que los lectores que escriben<br />

únicamente con extractos <strong>de</strong> páginas<br />

ajenas y acumulando (por amor<br />

a su propia interpretación) meros<br />

elementos <strong>de</strong> significado, o aspectos<br />

<strong>de</strong> sus dimensiones estilísticas,<br />

están por consiguiente con<strong>de</strong>nados<br />

a un uso <strong>de</strong> las palabras cuyo carácter<br />

eminentem ente conceptual<br />

- esto es, abstracto y sin un conocimiento<br />

directo <strong>de</strong> las cosas que están<br />

expuestas al tiempo y a la finitud-<br />

sólo pue<strong>de</strong> atenuar lo que en<br />

las obras <strong>de</strong> Rimbaud o <strong>de</strong> Artaud,<br />

o <strong>de</strong> muchos otros, era júbilo o sufrimiento<br />

experimentados <strong>de</strong> modo<br />

directo, más apasionado. La libertad<br />

que la revolución textualista le conce<strong>de</strong><br />

alegremente a quienes <strong>de</strong>sean<br />

ejercerla resulta inmensam ente limitada;<br />

<strong>de</strong> hecho daría la impresión<br />

<strong>de</strong> que esa libertad se reduce a un<br />

mero juego -un juego intelectual<br />

sin ninguna otra responsabilida<strong>de</strong>n<br />

tanto que la obra en estudio podría,<br />

por otra parte, haber sido expresión<br />

<strong>de</strong> una experiencia en la<br />

tragedia <strong>de</strong> la vi da. Así que hay razones<br />

para preocuparse por una filosofía<br />

que ha puesto <strong>de</strong> moda en<br />

la escritura mo<strong>de</strong>rna el uso masivo<br />

<strong>de</strong> m etalenguajes. ¿No significa esta<br />

realidad que hay una dimensión<br />

esencial <strong>de</strong> la poesía que podríamos<br />

<strong>de</strong>jar <strong>de</strong> sentir si la <strong>de</strong>finimos, a secas,<br />

como un texto?


2<br />

En sus tiempos <strong>de</strong> estudiante en el<br />

liceo <strong>de</strong> Charleville, Rimbaud pedía<br />

a la biblioteca libros en préstamo<br />

por una noche, que <strong>de</strong>voraba sin<br />

saltarse las páginas -es <strong>de</strong>cir, con<br />

premura y sólo parcialmente. ¿Leía<br />

<strong>de</strong> este modo porque no podía comprar<br />

libros?<br />

En realidad, se antoja dificil imaginar<br />

a Rimbaud leyendo incluso un<br />

poema como Las flores <strong>de</strong>l mal <strong>de</strong><br />

Bau<strong>de</strong>laire con esa concentración<br />

que le permite a uno percibir los significados<br />

internos que unen cada<br />

secuencia a todas las estructuras <strong>de</strong>l<br />

texto. Algunos versos 10 conmueven<br />

profundamente, pero sólo porque<br />

modifican su relación con las palabras<br />

que alu<strong>de</strong>n a su experiencia<br />

más genuinamente íntima. Después<br />

<strong>de</strong> leer a Bau<strong>de</strong>laire, la palabra mujer<br />

o la palabra París <strong>de</strong>jaron <strong>de</strong> tener<br />

para Rimbaud la misma connotación<br />

y su antigua ascen<strong>de</strong>ncia<br />

emocional. Y es justamente por esa<br />

revolución que trastorna su mente,<br />

precipitada sobre todo por la experiencia<br />

<strong>de</strong> su propia vida cotidiana,<br />

que 10 sorpren<strong>de</strong>mos como ausente<br />

<strong>de</strong>l poema <strong>de</strong> Bau<strong>de</strong>laire. Bau<strong>de</strong>laire,<br />

escribe Rimbaud, es "un verda<strong>de</strong>ro<br />

Dios"; pero aña<strong>de</strong>: "Aun así,<br />

el m edio que frecuentaba estaba envuelto<br />

en el dandismo".1<br />

Podría argumentarse que este<br />

ejemplo dificilmente se relaciona<br />

con el problem a <strong>de</strong> la lectura, pues<br />

es precisamente este tipo <strong>de</strong> vínculo<br />

con una obra literaria 10 que no<br />

comporta en modo alguno una lectura,<br />

sino más bien una mera utilización<br />

<strong>de</strong>l texto, por no <strong>de</strong>cir un saqueo,<br />

justificada sólo por el hecho<br />

<strong>de</strong> que es Rimbaud quien la practica.<br />

Sólo pue<strong>de</strong> hablarse <strong>de</strong> lectura,<br />

se diría, cuando uno permanece fi el<br />

a un libro, manteniéndose tan leal<br />

como uno pueda serlo a 10 que constituye<br />

su propia naturaleza.<br />

y aun así, qué hemos <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir <strong>de</strong><br />

una situación como la que narra Robert<br />

Antelme en su libro L'Espéce<br />

humaine (La especie humana), que<br />

recoge sus memorias y refl exiones<br />

sobre la vida en un campo <strong>de</strong> concentración.<br />

Algunos <strong>de</strong> los prisioneros<br />

organizan en las barracas una<br />

lectura <strong>de</strong> poesía en voz alta, "para<br />

estar juntos". Pero la débil voz <strong>de</strong> la<br />

persona que <strong>de</strong>clama resulta inaudible<br />

en la tensa atmósfera <strong>de</strong> ese<br />

1. Rimbaud a Paul Dem eny, 15 <strong>de</strong><br />

mayo <strong>de</strong> 1871, Oeuvres <strong>de</strong> Rimbaud, ed.<br />

Suzanne Bernard (París, 1960), p. 349:<br />

"Bau<strong>de</strong>laire est le premier voyant, roi <strong>de</strong>s<br />

poetes, un vrai Dieu. Encare a-t-il vécu<br />

dans un milieu trap artiste; et la forme si<br />

vantée en lui est mesquine". (Bau<strong>de</strong>laire<br />

es el gran vi<strong>de</strong>nte, un rey entre poetas,<br />

un verda<strong>de</strong>ro Dios. Vivió a<strong>de</strong>más en un<br />

m edio artísticamente refinado; la afectación<br />

<strong>de</strong> sus modales linda con la mezquindad)<br />

(T.).<br />

Yves Ionn.foy.<br />

auditorio. Se escucha una voz que<br />

dice: "Heureux qui comme Ulysse<br />

. . . ". "Más fuerte", grita alguien<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el fondo <strong>de</strong>l cuarto. De nuevo,<br />

mucho <strong>de</strong>l texto se ha perdido,<br />

¿pero <strong>de</strong>bemos concluir por ello<br />

que incluso 10 poco que esos hombres<br />

acertaron a compren<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l<br />

poem a resultó insuficiente?, ¿que 10<br />

que la poesía <strong>de</strong>jó en esos seres humanos<br />

adoloridos no fue 10 que el<br />

propio poeta habría consi<strong>de</strong>rado como<br />

10 más esencial <strong>de</strong>l poema? Existen<br />

en la vida momentos en los que<br />

uno se compromete con el incierto<br />

<strong>de</strong>senlace <strong>de</strong> una acción y comparte<br />

esa <strong>de</strong>cisión con otros, en los que<br />

basta citar unas cuantas líneas <strong>de</strong><br />

un poema - es <strong>de</strong>cir, un mero fragm<br />

ento- para que se entienda <strong>de</strong><br />

modo transparente algo complejo y<br />

misterioso, que uno no sabría cómo<br />

expresar <strong>de</strong> otra manera. ¿Debemos<br />

sentir que hemos traicionado la<br />

obra, pues como es evi<strong>de</strong>nte no hemos<br />

tomado en consi<strong>de</strong>ración todos<br />

los elem entos <strong>de</strong>l texto? En realidad,<br />

cuando se hacen este tipo <strong>de</strong><br />

alusiones, soy sobre todo consciente<br />

<strong>de</strong> su dimensión emocional, las<br />

entiendo como plegarlas elevadas<br />

<strong>de</strong> modo natural, sin premeditación<br />

alguna, y por tanto me pregunto si<br />

el problema <strong>de</strong> 10 que la poesía en<br />

realidad comunica <strong>de</strong>be plantearse<br />

únicamente en relación con las características<br />

textuales <strong>de</strong>l poema.<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

4<br />

Más aún, ¿qué es exactamente<br />

un texto? ¿Dón<strong>de</strong> empieza y dón<strong>de</strong><br />

termina? Cuando Rimbaud <strong>de</strong>ja <strong>de</strong><br />

escribir para siempre, ¿no aña<strong>de</strong> a<br />

sus últimas obras algo crucial y <strong>de</strong>cisivo,<br />

puesto que 10 leemos ahora<br />

sólo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la perspectiva <strong>de</strong> este<br />

símbolo clave, aun cuando pudiéramos<br />

discutir el significado <strong>de</strong> la <strong>de</strong>cisión<br />

<strong>de</strong> su silencio con apoyo en<br />

este o en aquel elemento <strong>de</strong> sus últimos<br />

poemas, los que por cierto cobran<br />

ahora una dimensión diferente?<br />

Es verdad que Rimbaud pudo<br />

habemos <strong>de</strong>jado sólo un libro, y nada<br />

relacionado con su vida. Pero en<br />

las últimas líneas <strong>de</strong> Una temporada<br />

en el infierno, completadas por<br />

"Sol<strong>de</strong>" o "Génie", tendríamos dificulta<strong>de</strong>s<br />

para olvidar su abandono<br />

<strong>de</strong> la poesía, su partida, así que sería<br />

nuestra propia vida, con todo 10<br />

que hay en ella <strong>de</strong> <strong>de</strong>sinterés por escribir,<br />

10 que nos recordaría la renuncia<br />

<strong>de</strong> Rimbaud en el propio<br />

texto.<br />

y cuando en su poema "El cisne",<br />

Bau<strong>de</strong>laire nos da indicios <strong>de</strong><br />

que está pensando en la mujer negra<br />

en el <strong>de</strong>stierro, en el marinero<br />

olvidado en alguna isla, ¿<strong>de</strong>bemos<br />

afirmar que estamos ante fenómenos<br />

puramente textuales, argumentar<br />

que la mujer negra o el marinero<br />

son en realidad meras representaciones<br />

simbólicas y que este modo<br />

<strong>de</strong> "pensar" sólo nos llega <strong>de</strong>termi-


nado por un contexto textual <strong>de</strong>l<br />

que el propio Bau<strong>de</strong>laire no quería<br />

realmente alejarse porque era, como<br />

Rimbaud <strong>de</strong>cía <strong>de</strong> sí mismo, un<br />

"trap triste"? ¿Es verdad que este<br />

acercamiento a los otros es sólo una<br />

simulación, y que es así <strong>de</strong>bido a<br />

una limitación inherente a la escritura?<br />

Pero la mujer negra y el marinero<br />

son sin embargo los símbolos<br />

en el texto <strong>de</strong> la existencia <strong>de</strong><br />

otra persona que resi<strong>de</strong> más allá <strong>de</strong><br />

lo asequible: y es así como un poema<br />

nos ha tentado a alejamos <strong>de</strong> la<br />

poesía.<br />

De hecho, poesía es lo que apunta<br />

hacia un objeto -a este ser exactamente<br />

ante nosotros, a la presencia<br />

<strong>de</strong>l mundo en su unidad, incluso<br />

cuando ningún texto pueda nombrarla.<br />

La poesía es lo que se apega<br />

a sí misma -yen esto resi<strong>de</strong> su responsabilidad<br />

específica-, a lo que<br />

no pue<strong>de</strong> ser nombrado por palabra<br />

<strong>de</strong> lengua alguna; esta condición <strong>de</strong><br />

lo innombrable es una intensidad,<br />

una plenitud que es necesario rememorar.<br />

Lo Único, la Presencia<br />

- la poesía pue<strong>de</strong> "pensar" en ellos<br />

en la escritura, dado que las insólitas<br />

relaciones que establecen entre<br />

las palabras las formas <strong>de</strong> la sonoridad<br />

en el verso, fracturan los códigos,<br />

neutralizan las significaciones<br />

conceptuales y abren algo así como<br />

un territorio para lo <strong>de</strong>sconocido<br />

que resi<strong>de</strong> más allá. Pero incluso en<br />

un poema, las palabras formulan;<br />

ellas sustituyen su significación , su<br />

representación, por este Único, esta<br />

unidad tenuemente columbrada,<br />

y por consiguiente es el sentido <strong>de</strong><br />

insatisfacción el que se vuelve más<br />

po<strong>de</strong>roso. Esa insatisfacción ante la<br />

realidad <strong>de</strong> la textualidad <strong>de</strong>svanece<br />

la intuición fundamental, pero<br />

no sin <strong>de</strong>jar un resplandor en su<br />

estela.<br />

La poesía es una ca<strong>de</strong>ncia que<br />

<strong>de</strong>scien<strong>de</strong> <strong>de</strong> nivel en nivel en su<br />

propio texto en eterna mudanza,<br />

cae hasta un punto en el que, extraviada<br />

en un reino sin nombre ni<br />

rumbo, <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> no aventurarse más<br />

allá: ha <strong>de</strong>scubierto, sin embargo,<br />

que la experiencia esencial sobrevive<br />

oculta en algún lugar allen<strong>de</strong> estos<br />

territorios <strong>de</strong>sconocidos. El texto<br />

no es la verda<strong>de</strong>ra resi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong><br />

la poesía; es sólo el sen<strong>de</strong>ro que recorrió<br />

hace un momento, su pasado.<br />

-En estas circunstancias, si alguien<br />

lee un poema sin obligarse a<br />

permanecer absorto en su texto, ¿se<br />

supone que lo ha traicionado? ¿No<br />

ha sido este lector más bien leal a<br />

su interés explícito? - ésta ha sido<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio la pregunta que<br />

subyace a este ensayo.<br />

En mi opinión, es ésta la pregunta<br />

que <strong>de</strong>bemos tener presente en<br />

la etapa actual <strong>de</strong> la investigación<br />

sobre crítica literaria. Cuando al leer<br />

a un poeta caemos como en trance<br />

porque sus palabras nos transportan<br />

a un reino que las trascien<strong>de</strong>, cuando<br />

se unen la intuición <strong>de</strong> un imprescindible<br />

más allá con una sensación<br />

como <strong>de</strong> apremio -y en ese<br />

momento exacto alcanza su mayor<br />

intensidad nuestra afinidad con el<br />

poeta-, suspen<strong>de</strong>r en nuestro ser<br />

el acto <strong>de</strong> la lectura no significa en<br />

modo alguno un <strong>de</strong>sdén <strong>de</strong> la poesía;<br />

significa que nos hemos transfigurado<br />

en lectores que - ya escriban<br />

para sí mismos, o sencillamente<br />

vivan, pero con esta Presencia en<br />

mente - serán igualmente insaciables<br />

y estarán insatisfechos <strong>de</strong> sus<br />

propios textos, sean estos tejidos <strong>de</strong><br />

palabras o <strong>de</strong> hechos; esto supone<br />

leer a un nivel en el que el poema<br />

adquiere su valor como poema, y<br />

supone hacer más por la concepción<br />

<strong>de</strong> la poesía <strong>de</strong> lo que ha hecho<br />

el análisis textual, <strong>de</strong>sconectado<br />

como está <strong>de</strong> los problemas <strong>de</strong><br />

la experiencia vital, por todo lo que<br />

hay <strong>de</strong> neutro e intemporal en el<br />

lenguaje y en la fraseología <strong>de</strong> la crítica<br />

"acumulativa". En suma, este<br />

acto <strong>de</strong> lectura supone re<strong>de</strong>scubrir<br />

el espíritu <strong>de</strong> responsabilidad <strong>de</strong> la<br />

poesía -incluso si este espíritu carece<br />

<strong>de</strong> todo medio <strong>de</strong> acción- y su<br />

virtud esperan zadora.<br />

3<br />

En contraste con las figuras, códigos,<br />

"anagramas" y otras polisemias<br />

<strong>de</strong> la lectura critica - cuyo modo<br />

oscilante <strong>de</strong> escuchar mantiene el<br />

texto al nivel exacto don<strong>de</strong> el <strong>de</strong>seo<br />

edifica esos sistemas <strong>de</strong> palabras<br />

que son una mera limitación <strong>de</strong>l<br />

lenguaje- , no parecerá <strong>de</strong>l todo<br />

inútil introducir a estas alturas la<br />

i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que la interrupción en la<br />

lectura <strong>de</strong> un texto pue<strong>de</strong> tener un<br />

valor esencial en la relación entre<br />

el lector y la obra literaria, e incluso<br />

en el trato <strong>de</strong>l escritor con su<br />

propia obra en proceso. Pues interrupción<br />

es en verdad lo que ya se<br />

verifica en el momento en que el escritor<br />

advierte que escribir quiere<br />

<strong>de</strong>cir esencialmente abandonarse a<br />

unas cuantas imágenes; la interrupción<br />

ocurre en el momento en el<br />

que uno hace una pausa en este ensueño<br />

y recuerda que, afu era, hay<br />

tiempo, espacio, azar, opciones a<br />

elegir, muerte - yen todo ello, también,<br />

la riqueza <strong>de</strong> un mundo interno.<br />

Bau<strong>de</strong>laire sueña al principio <strong>de</strong><br />

su poema "El cisne"; esta ensoñación<br />

nos la revela su uso metafórico<br />

<strong>de</strong> los "andamiajes" y otras formas<br />

imprecisas <strong>de</strong> la construcción<br />

<strong>de</strong> los parajes <strong>de</strong> Haussmann, por<br />

entonces en 'perpetua m etamorfosis.<br />

Y Bau<strong>de</strong>laire continúa soñando<br />

cuando, con el propósito <strong>de</strong> dar significado<br />

a lo que está más allá <strong>de</strong>l<br />

ensueño y <strong>de</strong> la memoria <strong>de</strong>l ser,<br />

precipitado por la presencia real <strong>de</strong><br />

otra persona, Bau<strong>de</strong>laire imagina a<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

E!Ratón<br />

Aunque nuestro hemeroteca podría ser<br />

<strong>de</strong> los mejores, y un día quizá lo seo, no<br />

lo es todavía . Con todo, hoy en ello material<br />

informativo <strong>de</strong> sobro, y allí se entretiene<br />

nuestro ratón cuando se aburre<br />

<strong>de</strong> los libros ("Fuir, ló bas, fuir", lo hemos<br />

oído murmurar, si no con frecuencia,<br />

sí <strong>de</strong> cuando en cuando).<br />

De cualquier manero, el ratón se molestó<br />

<strong>de</strong> veros, el otro día, 01 leer en Este<br />

país, lo revisto que conduce el inteligente<br />

Fe<strong>de</strong>rico Reyes Heroles, un artículo rotulado:<br />

"Debate: Ratones asustados".<br />

¿Por qué diablos se <strong>de</strong>bate en público el<br />

susto <strong>de</strong> los ratones?, exclamó nuestro<br />

roedor, trotando <strong>de</strong> contener los ansias<br />

<strong>de</strong> comerse lo revisto . Por fortuna leyó<br />

el artículo hasta el fin, y se convenció <strong>de</strong><br />

que el asunto (y el título) se reducía o uno<br />

mero metáfora. Se trotaba <strong>de</strong> uno crítico,<br />

en cuyo fondo no vamos o entrar, o<br />

ciertos informadores (oficiales u oficiosos)<br />

<strong>de</strong> cierto oficina superior <strong>de</strong> prenso: o<br />

esos funcionarios se les comparaba, en<br />

el escrito periodístico <strong>de</strong> morros, con dichos<br />

breves y temerosos mamíferos, porque<br />

o menudo pier<strong>de</strong>n el control (según<br />

el articulista, no, repetimos: no, según nosotros)<br />

"y se asustan codo vez que uno<br />

crítico aparece en los medios que les importan:<br />

parecen ratones asustados, o los<br />

que no se les ocurre otro coso que ce<strong>de</strong>r<br />

y ce<strong>de</strong>r, sin darse cuento <strong>de</strong> que sus mecanismos<br />

poro el control <strong>de</strong> doñas les funcionarán<br />

mientras [su jefe) esté en cenit".<br />

Palabras duros los anteriores, pero que<br />

ni a nosotros ni o nuestro ratón, estrictamente<br />

<strong>de</strong> biblioteca y hemeroteca, nos<br />

conciernen.<br />

Wolfgang Hil<strong>de</strong>sheimer vivió <strong>de</strong>dicado<br />

o la exploración <strong>de</strong>l silencio o, más aún,<br />

o la imposible tentativo <strong>de</strong> recrearlo en<br />

lo literatura. Nacido en un invierno <strong>de</strong><br />

guerra, en 1916, Hil<strong>de</strong>sheimer crecería<br />

en uno zona <strong>de</strong> violencia; años <strong>de</strong>spués<br />

sería testigo <strong>de</strong> otro guerra mundial y <strong>de</strong>l<br />

<strong>de</strong>splome <strong>de</strong> bueno parte <strong>de</strong> los volares<br />

Mozart.


Andrómaca,' pues ella es una figura<br />

literaria antes que el símbolo <strong>de</strong><br />

otra persona como tal. Pero la memoria<br />

<strong>de</strong> lo real, el reconocimiento<br />

<strong>de</strong> su verdad específica jamás cesa<br />

<strong>de</strong> crecer en Bau<strong>de</strong>laire , y la imagen<br />

(por supuesto, es aún sólo una<br />

imagen) <strong>de</strong> ese cisne <strong>de</strong>samparado<br />

y <strong>de</strong>sesperado, luego <strong>de</strong> la mujer<br />

negra viviendo en el exilio, resulta<br />

<strong>de</strong> hecho en que el texto, aunque<br />

pennanece idéntico, <strong>de</strong>spi<strong>de</strong> sin<br />

embargo un resplandor: esa intuición,<br />

esas iluminaciones fortuitas,<br />

esa sabiduría religiosa, que trascien<strong>de</strong>n<br />

los sistemas <strong>de</strong> representación<br />

y mito, son en sí mismos una suerte<br />

<strong>de</strong> texto. La interrupción está ya<br />

presente en el acto <strong>de</strong> la creación.<br />

Ocurre en el momento en que el<br />

poema se libera a sí mismo <strong>de</strong>l sistema<br />

<strong>de</strong> sus significaciones, que no<br />

eran otra cosa que estructuras atemporales,<br />

ahora se ven a sí mismas<br />

confrontadas y <strong>de</strong>bido a eso adquiere<br />

sentido: hasta el grado que esas<br />

significaciones, que no eran otra cosa<br />

que estructuras efímeras, ahora<br />

• Andrómaca, esposa <strong>de</strong> Héctor (La<br />

flíada ). (T.).<br />

San Jer6nlmo, por Alberto Durero.<br />

se ven confrontadas a su finitud, expuestas<br />

al tiempo, reclamadas por<br />

otra clase <strong>de</strong> necesida<strong>de</strong>s. Es en realidad<br />

como si las palabras estuvieran<br />

conectadas a la corriente eléctrica,<br />

y que por la gracia <strong>de</strong> esa<br />

energía se transfonnaran gradualm<br />

ente en miles <strong>de</strong> luces.<br />

En otras palabras, la interrupción<br />

es un punto <strong>de</strong> partida, el origen genuino<br />

<strong>de</strong> lo que hay en una obra <strong>de</strong><br />

propiamente poético, el intervalo<br />

don<strong>de</strong> , por otra parte, se inició <strong>de</strong><br />

una vez y para siempre la escritura,<br />

esa otra hechura <strong>de</strong> la actividad<br />

<strong>de</strong>l inconsciente. Y experimentada<br />

<strong>de</strong> nuevo por el lector, en algún mom<br />

ento <strong>de</strong> su encuentro con el poema,<br />

la interrupción es por tanto el<br />

acto que le permite al lector encontrar,<br />

poéticamente hablando, su propia<br />

relación con la poesía -y correspon<strong>de</strong>r,<br />

acentuémoslo <strong>de</strong> paso, a la<br />

esperanza que habita en el espíritu<br />

<strong>de</strong>l texto <strong>de</strong>l poema. Dado que cada<br />

poema es un acto lleno <strong>de</strong> esperanza<br />

en "mon semblable, mon frere" ,<br />

como <strong>de</strong>cía Bau<strong>de</strong>laire <strong>de</strong> su lector,<br />

¿no se convertirá este mismo lector<br />

a la verdad <strong>de</strong> la finitud? - ¿Por qué,<br />

podríamos preguntar, alguna metá-<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

6<br />

fora resulta en ocasiones "oscura"?<br />

¿ y por qué se nos escapa, por completo<br />

o en parte, el vínculo que une<br />

a las cosas comparadas? Nos suce<strong>de</strong><br />

porque en el texto quedó sin explicar<br />

algún aspecto <strong>de</strong>l conocimiento<br />

que tiene el poeta <strong>de</strong> las cosas<br />

que compara. A los lectores se<br />

nos rehúsan las asociaciones que teje<br />

el poeta, aunque esas asociaciones<br />

no añadan algo imprescindible<br />

sobre sí mismas. Con todo, ese encubrimiento<br />

no significa por añadidura<br />

que el poeta se autocomplazca<br />

en un soliloquio. Suce<strong>de</strong> justamente<br />

lo contrario. El poeta confía<br />

en que las palabras nos permitirán<br />

vislumbrar esa plenitud que no pue<strong>de</strong>n<br />

<strong>de</strong>scubrirnos ni la <strong>de</strong>scripción<br />

ni la fónnula; y por consiguiente, si<br />

el poeta escribe e incluso publica,<br />

es porque confía en que el lector<br />

<strong>de</strong>scubrirá en su propia experiencia<br />

las cosas que el poeta, a su vez, ha<br />

intuido que podía revelarnos sin<br />

nombrarlas: para acce<strong>de</strong>r a la más<br />

refinada riqueza para <strong>de</strong>signar, el<br />

poeta pi<strong>de</strong> ser comprendido a <strong>de</strong>mi<br />

mot, sutilmente. ¿Pero no significa<br />

esto en consecuencia pedirle también<br />

al lector que se aparte <strong>de</strong> ciertos<br />

aspectos <strong>de</strong>l texto -esos orígenes<br />

que tiene el texto en el linaje<br />

<strong>de</strong>l autor, parcialmente inteligibles-<br />

para beneficio <strong>de</strong> su propia<br />

experiencia vital? ¿No significa esto<br />

confiar en que los lectores volverán<br />

al texto con la perspectiva, y<br />

con el apremio, <strong>de</strong> esa dialéctica <strong>de</strong><br />

la ruptura?<br />

Es el propio poeta, entonces,<br />

quien confía en que el lector, en<br />

ciertos momentos, <strong>de</strong>je <strong>de</strong> leerlo. Y<br />

es por cierto esta expectativa, ca mpletamentejustificada,<br />

la que vuelve<br />

pausible la poesía que aspira a la<br />

celebración, es <strong>de</strong>cir, que certifica<br />

una calidad, un vigor -sin que pueda<br />

obviamente <strong>de</strong>mostrar nada- y<br />

habla por consiguiente <strong>de</strong> su objeto<br />

<strong>de</strong> un modo a un tiempo alusivo<br />

y apasionado. Es sólo porque está<br />

preparado para abandonar el texto<br />

que el lector experimenta <strong>de</strong> nuevo<br />

su proposición fundamental: admitir<br />

que ha surgido en la experiencia<br />

<strong>de</strong>l poeta algo completamente<br />

real. Pero por esa razón, el lector hace<br />

algo adicional puesto que ofrece<br />

al poeta un motivo más para confiar<br />

en que el lector <strong>de</strong>sertará <strong>de</strong>l libro.<br />

Celebración significa siempre, en<br />

efecto, sustituir alguna representación,<br />

encauzada y <strong>de</strong>limitada por la<br />

escritura, por la genuina experiencia<br />

<strong>de</strong>l Único. La Grecia <strong>de</strong> Hbl<strong>de</strong>r­<br />

!in es sólo un mito romántico; la<br />

"tierra incomparablemente ver<strong>de</strong>,<br />

dulce y fúnebre" <strong>de</strong>l gran poema <strong>de</strong><br />

Jouve 2 es sólo una "puerta <strong>de</strong>l can-<br />

2. Alu<strong>de</strong> a una línea <strong>de</strong>l poema "La<br />

Femme naire" <strong>de</strong> Pierre Jean Jouve, <strong>de</strong><br />

su libro Sueur <strong>de</strong> sang, Oeuvre, ed. por<br />

Jean Starobinski, 2 vols. (París, 1987),<br />

1: 239. (T)


que irrumpen los propios sentimientos<br />

<strong>de</strong>l poeta, Dante ha representado,<br />

"en abime", la esencia <strong>de</strong><br />

la poesía, excepto que más tar<strong>de</strong> la<br />

traiciona, como suele hacer todo<br />

poeta, al reducir esa intuición fundamental<br />

<strong>de</strong> lo otro a la <strong>de</strong>voción<br />

por una suerte <strong>de</strong> icono. Beatriz es,<br />

en La divina comedia, una figura<br />

simbólica, la clave <strong>de</strong>l sentido, no<br />

ese aire <strong>de</strong> mujer apasionada ni la<br />

mano temblorosa. Lo que Dante necesitaría<br />

es otro Seferis, tanto para<br />

leerlo como para abandonarlo.<br />

5<br />

Ya pesar <strong>de</strong> todo, ¡cuántas falsificaciones,<br />

cuántas distorsiones, apenas<br />

perceptibles y sin embargo fatales,<br />

amenazan virtualmente -<strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

la propia confección <strong>de</strong>l poemaa<br />

esas pausas cuyo propósito, a cada<br />

momento, consiste en <strong>de</strong>jar en<br />

libertad lo que la poesía intenta revelamos!<br />

Y cómo arruinan la lectura<br />

muchos otros equívocos similares,<br />

justamente cuando la lectura<br />

daría la impresión <strong>de</strong> haberse convertido<br />

en una búsqueda ávida <strong>de</strong><br />

revitalizar el espíritu <strong>de</strong> la poesía.<br />

Concluyo que acaso sería buena<br />

i<strong>de</strong>a enlistar un puñado <strong>de</strong> esos peligros<br />

que acechan al acto <strong>de</strong> leer,<br />

ya que cualquiera diría que insinúo,<br />

en esencia, que cada lector lea como<br />

quiera, actitud <strong>de</strong> la cual <strong>de</strong>biera<br />

por añadidura sentirse orgulloso.<br />

Uno <strong>de</strong> los modos "incorrectos"<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>spren<strong>de</strong>rse <strong>de</strong> la lectura es el<br />

que se reivindica a veces a nombre<br />

<strong>de</strong> la libertad, <strong>de</strong> la "espontaneidad",<br />

<strong>de</strong>l <strong>de</strong>recho a ser uno mismo.<br />

Es sencillo autoconvencerse <strong>de</strong> que<br />

tanto los poetas como los filósofos<br />

-para no mencionar a quienes <strong>de</strong>tentan<br />

el po<strong>de</strong>r político o socialreprimen<br />

o colonizan un "instinto",<br />

que sería algo así como nuestro único<br />

acceso a la "verda<strong>de</strong>ra vida". Pero<br />

esto equivale a olvidar que no<br />

hay realidad -incluso en el dispendio<br />

más extático <strong>de</strong> uno mismo-,<br />

que no sea una hechura <strong>de</strong>l lenguaje,<br />

y que tratar <strong>de</strong> omitir las palabras<br />

que se entretejen en el texto que<br />

A primera vista no se entien<strong>de</strong>, por<br />

ejemplo, la alusión a la figura "que está<br />

justo a su lado", ni cuáles son las convenciones<br />

morales que Paolo y Francesca<br />

se sintieron inspirados a transgredir<br />

mientras leían poesía. En mi opinión,<br />

se compren<strong>de</strong> y se disfruta aún más esta<br />

i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> Bonnefoy si se lee este pasaje<br />

<strong>de</strong>l Infierno (versos 126 a 142) con<br />

ayuda <strong>de</strong> la nota <strong>de</strong> Ángel Crespo, que<br />

transcribo aquí para comodidad <strong>de</strong>l lector:<br />

"Francesca era hija <strong>de</strong>l amigo <strong>de</strong><br />

Dante Guido da Polenta, <strong>de</strong> Rímini. Se<br />

casó con Gianciotto Malatesta y se enamoró<br />

<strong>de</strong> su cuñado Paolo, que es el alma<br />

que figura a su lado en este pasaje.<br />

Ambos fueron sorprendidos por Gianciotto,<br />

quien les quitó la vida al instante".<br />

(Infierno, Barcelona, Seix-Barral,<br />

1973, p. 56). (T.).<br />

uno lee sólo lleva a que nos abandonemos,<br />

sin damos cuenta siquiera,<br />

a la tiranía <strong>de</strong> otras palabras que<br />

están en realidad mucho más <strong>de</strong>terioradas,<br />

y <strong>de</strong> lo cual no pue<strong>de</strong> sino<br />

resultar un acercamiento a las cosas<br />

más parcial y por añadidura más<br />

abstracto. Es verdad que es imprescindible<br />

<strong>de</strong>sertar <strong>de</strong>l texto, pero es<br />

cierto también que es preciso a<strong>de</strong>más<br />

haberlo <strong>de</strong>smenuzado, haberlo<br />

recorrido <strong>de</strong> arriba abajo; es necesario<br />

haber fundado espacios personales<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l texto para disponer<br />

<strong>de</strong> una visión panorámica <strong>de</strong> ese<br />

mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong>l mundo exterior que el<br />

texto <strong>de</strong>svertebra y que tendremos<br />

que armar en la lectura. Y no tratemos<br />

<strong>de</strong> convertir a Rimbaud en un<br />

santo patrón <strong>de</strong> esa suerte <strong>de</strong> huida,<br />

ya que él jamás se propuso trazar<br />

distinciones entre su búsqueda<br />

<strong>de</strong> la sensación pura y su propuesta<br />

<strong>de</strong> nuevos valores. La Presencia<br />

jamás surge <strong>de</strong> estas negativas antidialécticas<br />

que son secretamente<br />

i<strong>de</strong>ológicas. La Presencia nos pi<strong>de</strong><br />

escuchar, y hacer incluso <strong>de</strong> nuestra<br />

avi<strong>de</strong>z una forma <strong>de</strong> empatía.·<br />

No querría, a<strong>de</strong>más, dar la impresión<br />

<strong>de</strong> que con<strong>de</strong>sciendo con el<br />

i<strong>de</strong>al romántico que le atribuye al<br />

poeta una sensibilidad para leer <strong>de</strong><br />

mejor modo un texto que un crítico<br />

común y corriente, concepción<br />

que <strong>de</strong> hecho sitúa al poeta por encima<br />

<strong>de</strong> la pareja condición que<br />

como lectores todos compartimos.<br />

Terminar por <strong>de</strong>sesperarse con los<br />

efectos producidos por un texto no<br />

autoriza, obviamente, a que uno se<br />

permita eludir las normas que rigen<br />

el uso <strong>de</strong> las palabras y que <strong>de</strong>moran<br />

siempre el hallazgo poético. Y<br />

solazarse con la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que uno<br />

pue<strong>de</strong> hacer tal cosa, para luego entregarse<br />

a elucubraciones mentales<br />

que no constituyen en realidad sino<br />

otro sistema más cerrado <strong>de</strong> signos,<br />

se traduce en un nuevo <strong>de</strong>sperdicio<br />

<strong>de</strong> las ventajas que el lenguaje proporciona<br />

cuando se le convierte en<br />

el espacio don<strong>de</strong> todo lo que aspira<br />

a <strong>de</strong>cir pue<strong>de</strong> ser (y es) puesto en<br />

*Titchener usó por primera vez en<br />

1909 el término empatía, como traducción<br />

<strong>de</strong> la palabra alemana Einfühlung.<br />

Experimentamos empatía cuando nos<br />

i<strong>de</strong>ntificamos, hasta cierto punto, con<br />

un objeto animado o inanimado. Se diría<br />

incluso que esta experiencia es una<br />

proyección involuntaria <strong>de</strong> nuestro ser<br />

en un objeto. La contemplación <strong>de</strong> una<br />

escultura pue<strong>de</strong> producimos una sensación<br />

similar a la que la obra sugiere.<br />

Hay una relación con la experiencia cotidiana<br />

<strong>de</strong> levantar una pierna mientras<br />

vemos saltar a un hombre o a un animal.<br />

En un sentido estrictamente literario,<br />

por ejemplo al leer The Windhover<br />

<strong>de</strong> Gerard Manley Hopkins, el lector<br />

podría experimentar <strong>de</strong> manera<br />

empática algunas <strong>de</strong> las sensaciones fisicas<br />

que evoca en su poema al <strong>de</strong>scribir<br />

el vuelo <strong>de</strong>l halcón. (T.).<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

duda. La única ocasión auténtica <strong>de</strong><br />

experimentar una epifanía' ocurre<br />

cuando las proyecciones <strong>de</strong> los <strong>de</strong>seos<br />

personales en el propio poema,<br />

por ejemplo, han sido al menos reconocidas<br />

como tales y por tanto<br />

vueltas relativas. Y alcanzar esta<br />

transparencia en palabras, será sin<br />

duda útil (para la persona que quiera<br />

leerse a sí misma o a los <strong>de</strong>más<br />

con "avi<strong>de</strong>z") para aten<strong>de</strong>r con paciencia<br />

a las observaciones que ha<br />

hecho la lectura crítica -un tipo <strong>de</strong><br />

lectura que sabe cómo <strong>de</strong>smontar<br />

las pretensiones a muchos niveles<br />

<strong>de</strong>l discurso-, con su sabia utilización<br />

<strong>de</strong> la semiología o <strong>de</strong> las categorías<br />

freudianas. La poesía no tiene<br />

nada que temer <strong>de</strong>l estudio <strong>de</strong><br />

los signos, a condición <strong>de</strong> que esta<br />

ciencia no esté coludida con una<br />

i<strong>de</strong>ología o con una metafísica inconscientes.<br />

La poesía sólo tiene<br />

que poner a esta ciencia en guardia<br />

contra otra manera más <strong>de</strong> interrupción<br />

<strong>de</strong> la lectura, y que se halla<br />

en el centro mismo <strong>de</strong>l análisis<br />

textual: la i<strong>de</strong>a formulada por Roland<br />

Barthes en su primera conferencia<br />

luego <strong>de</strong> asumir la cátedra <strong>de</strong><br />

"semiología literaria" en el Colegio<br />

<strong>de</strong> Francia. Barthes propuso que el<br />

escritor rehuya la autoridad <strong>de</strong> la estructura<br />

<strong>de</strong> los textos que lee - esto<br />

es, a los que se somete-, pero Barthes<br />

le sugiere al lector que se resista<br />

a este po<strong>de</strong>r sólo por medio <strong>de</strong><br />

"disgresiones" y "divagaciones" que<br />

lo preservarían entre nociones y<br />

esencias, entre representaciones<br />

verbales, sin importar qué tan veleidosas<br />

o impresionistas él podría<br />

haber <strong>de</strong>seado que fuesen. Barthes<br />

'El término epifanía aludía originalmente<br />

al festival que conmemora la manifestación<br />

<strong>de</strong> Cristo ante los gentiles en<br />

la persona <strong>de</strong> los Magos. La fiesta se<br />

guardaba el 6 <strong>de</strong> enero, "Duodécima Noch<br />

e", el festival <strong>de</strong> los "Tres Reyes". De<br />

un modo más general, el término <strong>de</strong>nota<br />

la manifestación <strong>de</strong> la presencia <strong>de</strong><br />

Dios en el mundo. James Joyce le dio<br />

a esta palabra una connotación específicamente<br />

literaria en su novela Stephen<br />

Hero, en parte primera versión <strong>de</strong> su novela<br />

Retrato <strong>de</strong>l artista adolescente, publicada<br />

por primera vez en 1916. Joyce <strong>de</strong>dicó<br />

meditaciones muy <strong>de</strong>talladas al tema.<br />

La epifanía es el símbolo <strong>de</strong> un<br />

estado espiritual. Dublineses, Retrato <strong>de</strong>l<br />

artista adolescente, Ulysses y Finnegans<br />

Wake forman una serie <strong>de</strong> indagaciones<br />

cada vez más complejas y reveladoras<br />

sobre el estado <strong>de</strong> gracia, y las intuiciones<br />

<strong>de</strong> la inmortalidad. Su <strong>de</strong>scripción<br />

<strong>de</strong> semejantes experiencias no supone<br />

que Joyce las <strong>de</strong>scubrió. Muchos escritores,<br />

sobre todo poetas y religiosos místicos,<br />

nos han <strong>de</strong>jado por escrito su experiencia<br />

<strong>de</strong> epifanías. Ejemplos excepcionales<br />

pue<strong>de</strong>n hallarse en los poemas<br />

<strong>de</strong> George Herbert, Henry Vaughan y<br />

Gerard Manley Hopkins. Hay un pasaje<br />

particularmente prodigioso en Prelu<strong>de</strong>,<br />

el poema biográfico <strong>de</strong> Wordsworth<br />

(libro VIII, 539-559), que <strong>de</strong>scribe una<br />

epifanía. (T.).


no quería saber nada <strong>de</strong> "l'aigrette <strong>de</strong><br />

vent", <strong>de</strong>l estilo ligero como un soplo<br />

<strong>de</strong> viento sobre nuestros templos<br />

que, como <strong>de</strong>cía Breton, pue<strong>de</strong><br />

ser una línea poética, invitándonos<br />

a pasar <strong>de</strong> la representación a<br />

una más recta intuición <strong>de</strong> la presencia.<br />

Para terminar, me gustaría <strong>de</strong>tenerme<br />

un momento en esas líneas,<br />

en esos pasajes <strong>de</strong> un poema que<br />

capturan la atención <strong>de</strong>l lector con<br />

más frecuencia que otros, y que al<br />

mismo tiempo <strong>de</strong>vuelven al lector<br />

a lo que en realidad es, en su propia<br />

vida, in<strong>de</strong>pendientemente <strong>de</strong> la<br />

lectura que ha emprendido y que<br />

ahora <strong>de</strong>ja a un lado.<br />

Me pregunto si aun quienes prefieren<br />

pensar en términos <strong>de</strong> estructuras<br />

y efectos profundos que unen<br />

toda la materia verbal, ¿no encontrarán<br />

en esos momentos <strong>de</strong> intensidad,<br />

<strong>de</strong> belleza, <strong>de</strong> repentina y po<strong>de</strong>rosa<br />

sensación <strong>de</strong> certidumbre,<br />

un indicio inequívoco <strong>de</strong> que la escritura<br />

está con<strong>de</strong>nada a cierta heterogeneidad?<br />

¿Debiéramos sorpren<strong>de</strong>rnos<br />

ante esos cielos <strong>de</strong>spejados<br />

en pleno tiempo nublado, ante esas<br />

súbitas iluminaciones, cuando la experiencia<br />

<strong>de</strong> lo que nos revela, con<br />

su innovación a lo que habita más<br />

allá <strong>de</strong>l lenguaje, resulta sólo un tejido<br />

<strong>de</strong> momentos <strong>de</strong> elevación y <strong>de</strong><br />

caída: instantes <strong>de</strong> entusiasmo<br />

-cuando la configuración <strong>de</strong> ciertas<br />

circunstancias los permite, modificando<br />

la relación entre las palabras-<br />

acompañados <strong>de</strong> momentos<br />

en los que se aguarda en vano? Esta<br />

condición fundamentalmente cíclica<br />

<strong>de</strong> la experiencia vital no pue<strong>de</strong><br />

traducirse a la continuidad <strong>de</strong> un<br />

texto, a menos que se abandone la<br />

ambición que anima a esa experiencia;<br />

<strong>de</strong> otro modo, la escritura adquiere<br />

un carácter fragmentario, se<br />

reanuda al azar y en momentos diferentes,<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> lo cual el libro<br />

que uno con<strong>de</strong>scien<strong>de</strong> a publicar no<br />

será sino una yuxtaposición <strong>de</strong> varios<br />

fragmentos, <strong>de</strong> entre los cuales<br />

un ojo experimentado sabrá cómo<br />

entresacar las fisuras -aquellos versos<br />

que son a veces más intensos<br />

que otros- que recorren las planchas<br />

<strong>de</strong> metal y que conservan indicios<br />

<strong>de</strong> antiguas incan<strong>de</strong>scencias.<br />

En síntesis, si <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio<br />

no se limita simplemente a unos<br />

cuantos versos, un poema sólo pue<strong>de</strong><br />

ser un añadido imperfecto que<br />

jamás trascien<strong>de</strong> ni mucho menos<br />

suprime la naturaleza azarosa <strong>de</strong> los<br />

varios momentos <strong>de</strong> su concepción<br />

- y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> esta perspectiva, la i<strong>de</strong>a<br />

<strong>de</strong> Mallarmé sobre el libro, que presupone<br />

la noción <strong>de</strong> una escritura<br />

perfectamente homogénea, y en la<br />

que por añadidura <strong>de</strong>saparecería el<br />

lector, es en mi opinión menos el<br />

principio serio <strong>de</strong> una ciencia mo<strong>de</strong>rna<br />

<strong>de</strong> la escritura que un manifiesto<br />

sobre una particular forma <strong>de</strong><br />

pensar: una concepción que aspira<br />

a reducir el poema a meras relaciones<br />

interverbales porque imagina al<br />

mundo sólo como una arquitectura<br />

<strong>de</strong> esencias atemporales, <strong>de</strong>stinadas<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> su creación a la región <strong>de</strong> lo<br />

Inteligible y a ser nombradas por<br />

palabras cuyas relaciones recíprocas<br />

son tan diáfanas y estables como<br />

las <strong>de</strong> las constelaciones en el<br />

universo. Creer que un texto poético<br />

<strong>de</strong>be a su estructura su significado<br />

y su razón <strong>de</strong> ser, implica la existencia<br />

<strong>de</strong> un universo que simplemente<br />

reverbera -como el septeto<br />

<strong>de</strong>l soneto <strong>de</strong> Mallarmé en yx- en<br />

el espejo <strong>de</strong>l lenguaje. Y una vez<br />

que uno se ha <strong>de</strong>cidido, como los actuales<br />

discípulos <strong>de</strong> Mallarmé, a<br />

<strong>de</strong>scubrir las funciones <strong>de</strong>l significado<br />

en la estructura <strong>de</strong>l texto, el<br />

movimiento <strong>de</strong> un texto a otro, las<br />

discontinuida<strong>de</strong>s en sus códigos, todo<br />

ello sin jamás poner en duda la<br />

autoridad <strong>de</strong>l lenguaje como tal sobre<br />

estos sucesivos lenguajes particulares,<br />

resultará inútil intentar, como<br />

Barthes lo hizo, <strong>de</strong>positar el movimiento<br />

<strong>de</strong> vuelta en la habitación<br />

<strong>de</strong> las I<strong>de</strong>as, ya que uno no se habrá<br />

<strong>de</strong>sprendido <strong>de</strong> la noción utópica<br />

que imagina una realidad ajena<br />

al tiempo: las palabras preservadas<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l horizonte <strong>de</strong> un lenguaje<br />

- que es un sistema atemporalignoran<br />

también la muerte.<br />

Gracias a todo lo que ha aprendido<br />

<strong>de</strong> la lingüística, la crítica <strong>de</strong><br />

nuestra época ha tenido que reconocer<br />

la multiplicidad <strong>de</strong> códigos en<br />

la acción <strong>de</strong>l discurso, la pluralidad<br />

<strong>de</strong> significados y representaciones:<br />

es <strong>de</strong>cir, el carácter problemático,<br />

heterogéneo y contradictorio <strong>de</strong>l<br />

mundo <strong>de</strong> nuestra experiencia, que<br />

Mallarmé reducía aún a la Naturaleza<br />

-a la que, solía <strong>de</strong>cir, "nada<br />

pue<strong>de</strong> añadirse". En la propia escritura<br />

hemos tenido que admitir también<br />

que las transgresiones, las diseminaciones,<br />

la acción <strong>de</strong>l significante<br />

sobre las palabras en busca <strong>de</strong><br />

sentido son como esas fisuras <strong>de</strong> las<br />

que hablé que se verifican en la experiencia<br />

vital, y hemos tenido incluso<br />

que preguntarnos si no son<br />

ellas quienes las activan, las excitan,<br />

como expresiones <strong>de</strong> un <strong>de</strong>seo,<br />

por ejemplo, <strong>de</strong>seo que guarda lazos<br />

innumerables con el azar y con<br />

la muerte aun cuando su fantasía<br />

los rechaza. Como consecuencia <strong>de</strong><br />

estos <strong>de</strong>scubrimientos, resulta menos<br />

sencillo que antes consi<strong>de</strong>rar a<br />

la escritura como una experiencia<br />

atemporal, como una huida <strong>de</strong> nuestra<br />

condición finita, y la misma i<strong>de</strong>a<br />

es válida también para la experiencia<br />

<strong>de</strong> la lectura. Cada exégesis <strong>de</strong>be<br />

acercarnos al significado <strong>de</strong> la<br />

existencia, alienada por el juego<br />

verbal <strong>de</strong> la forma. Pero si, por concentrar<br />

la atención en la diversidad<br />

<strong>de</strong> significados, uno olvida ir más<br />

allá <strong>de</strong> su aspecto puramente for-<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

E!Ratón<br />

tiva hispónica abundan los temas futbolísticos:<br />

Vicente Verdú, Camilio <strong>José</strong> Celo<br />

y Miguel Delibes han <strong>de</strong>dicado libros<br />

enteros o lo celebración <strong>de</strong> los conchos.<br />

y yo metidos o buscar cracles, conviene<br />

recordar Soñé que la nieve ardía, <strong>de</strong>l chileno<br />

Antonio Skórmeta, novelo que narro<br />

la caída <strong>de</strong> Allen<strong>de</strong> vista por un joven<br />

centro <strong>de</strong>lantero.<br />

La pasión por el futbol suele mostrar síntomas<br />

<strong>de</strong> auténtica infección. Quizó por<br />

ello, en Italia los fanóticos <strong>de</strong>l futbol son<br />

llamados "tifosos". El llevado y traído<br />

ratón <strong>de</strong> nuestra Biblioteca se precio <strong>de</strong><br />

transmitir esto clase <strong>de</strong> tifo; coda vez que<br />

hay un buen partido, es posible encontrarlo<br />

cerco <strong>de</strong> un radio <strong>de</strong> transistores,<br />

con la bocina horadada como un apetitoso<br />

gruyere. No hemos podido averiguar<br />

cuól es su equipo favorito, pero<br />

cuando pier<strong>de</strong> el Necaxa se hun<strong>de</strong> en<br />

una fría ratonera.<br />

Como Adolfo Bioy Casares, Julio Cortózar,<br />

Umberto Soba y tontos otros, nuestro<br />

ratón es hincha <strong>de</strong> los libros y los estadios.<br />

Por eso se ofen<strong>de</strong> (como hemos<br />

visto, es muy quisquilloso) cada vez que<br />

los en<strong>de</strong>bles integrantes <strong>de</strong> la selección<br />

nacional son llamados "ratoncitos ver<strong>de</strong>s".<br />

Hasta hace poco, una <strong>de</strong> las maravillas<br />

<strong>de</strong>l futbol era que Estados Unidos<br />

podía ser consi<strong>de</strong>rado un país exótico.<br />

Ahora son capaces <strong>de</strong> clavarnos un<br />

merecido 2-0. No hay duda <strong>de</strong> que México<br />

se ha convertido en uno <strong>de</strong> los peores<br />

equipos <strong>de</strong> la región, pero esto no significa<br />

que los jugadores merezcan el nombre<br />

<strong>de</strong> ratones. ¡Mós respeto poro los<br />

tocayosl<br />

Ramón Gómez <strong>de</strong> la Serna solía pedir<br />

vasos con "agua <strong>de</strong> agujeros". Obviamente<br />

esto ocurría en su prosa y no en<br />

los cafés madrileños. Cualquier lector<br />

-o, para el caso, cualquier mesero- con<br />

imaginación sabe que se refiere al aguo<br />

mineral con gas. Sin embargo, en México<br />

la frase <strong>de</strong> Gómez <strong>de</strong> la Serna se presta<br />

a otros entendidos. Somos el paraíso


mal, es <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> los modos como se<br />

unen articuladamente, embonan entre<br />

sí, cobran vida por la música <strong>de</strong><br />

la palabra, más allá en fin <strong>de</strong> los artificios<br />

que los transforman en tropos<br />

hermosos; si uno se pasa todo<br />

el tiempo buscando leyes o admirando<br />

estilos; en síntesis -yen esto<br />

resi<strong>de</strong> el "placer <strong>de</strong>l texto" - si<br />

uno le da prioridad al papel <strong>de</strong>l significante<br />

y no al sentido <strong>de</strong>l significado<br />

uno podria aún, es cierto, diferir<br />

el momento en que se cobra<br />

conciencia <strong>de</strong> ese ser-en-el-tiempo<br />

que somos. Y esta es la razón por la<br />

que el análisis textual es una forma<br />

<strong>de</strong> crítica, a pesar <strong>de</strong> los son<strong>de</strong>os<br />

que realiza en el significado <strong>de</strong> la<br />

existencia, una forma <strong>de</strong> crítica más<br />

severa que otras -en razón <strong>de</strong> sus<br />

momentos <strong>de</strong> eventual absorción<br />

con el árido e impersonal trabajo<br />

científico, a los que siguen otros<br />

momentos <strong>de</strong> mero disfrute. En tanto<br />

que el acto <strong>de</strong> leer, como Rimbaud<br />

lo entendía, leer con la certidumbre<br />

<strong>de</strong> que es nuestro <strong>de</strong>recho<br />

abandonar la lectura, es ya querer<br />

admitir la naturaleza <strong>de</strong> la existencia,<br />

que es ciertamente trágica y en<br />

modo alguno festiva.<br />

Examino ahora las páginas <strong>de</strong><br />

una edición especial <strong>de</strong> la Nouvelle<br />

Revue <strong>de</strong> Psychanalyse que anuncian<br />

un proyecto sobre la lectura. 5 Que<br />

Proustjamás habló <strong>de</strong> "textos" concuerda<br />

perfectamente con lo que he<br />

tratado <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir aquí, y ocurre lo<br />

mismo con la evocación <strong>de</strong> Proust<br />

<strong>de</strong> la lectura como una experiencia<br />

enriquecida por la memoria <strong>de</strong> los<br />

lugares, las personas y las cosas que<br />

asociamos a cada libro que hemos<br />

leído. Para abreviar mi i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>l tipo<br />

<strong>de</strong> lectura que más se aproxima<br />

a la poesía, podría haber dicho que<br />

nos pi<strong>de</strong> apartar la mirada <strong>de</strong> la lectura<br />

y contemplar el mundo, que<br />

resulta siempre tan sorpren<strong>de</strong>nte,<br />

siempre tan inmaculado y tan lleno<br />

<strong>de</strong> vida -"vierge et vivace", que<br />

diría Mallarmé- 6 y que las formas<br />

escritas interpretan, pero terminan<br />

por diluir en un escenario <strong>de</strong> posibilida<strong>de</strong>s<br />

cada vez más inferiores a<br />

lo que el mundo es. Y podría haber<br />

5. Bonnefoy alu<strong>de</strong> a la convocatoria<br />

para enviar ensayos sobre el problema<br />

<strong>de</strong> la lectura, publicada por la dirección<br />

<strong>de</strong> la Nouvelle Revue <strong>de</strong> Psychanalyse. En<br />

el texto <strong>de</strong> la convocatoria, la dirección<br />

<strong>de</strong> la revista contrasta la obsesión contemporánea<br />

por <strong>de</strong>scifrar y <strong>de</strong>codificar<br />

"textos", con la evocación <strong>de</strong> Proust <strong>de</strong><br />

la lectura como una experiencia enriquecida<br />

por la m emoria <strong>de</strong> los lugares<br />

y las personas a los que asociamos cada<br />

obra que hemos leído. (T.).<br />

6. Cita Bonnefoy el primer verso <strong>de</strong><br />

un soneto <strong>de</strong> Mallarmé: "Le vierge, le vivace,<br />

et le bel aujord'hui". (El inmaculado,<br />

el vital y hermoso día <strong>de</strong> hoy). Pertenece<br />

a la colección <strong>de</strong> Mallarmé "Plusieurs<br />

sonnets" (Sonetos varios). (T.).<br />

Manuscrito Ilustrado <strong>de</strong>l Mlsol Benlto/d. Biblioteca Plerpont Morgan.<br />

añadido que el significado <strong>de</strong> un<br />

texto sólo empieza a cobrar sentido<br />

para nosotros <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> esa verificación<br />

que consiste en dar -<strong>de</strong><br />

modo totalmente instintivo- nueva<br />

vida a sus palabras con los recuerdos<br />

<strong>de</strong> lo que hemos vivido o<br />

con lo que ahora experimentamos.<br />

¿Cómo podríamos leer acerca <strong>de</strong><br />

"bosques olvidados" sobre los que<br />

cae un "invierno lúgubre" sin transportamos<br />

imaginariamente hacia<br />

bosques que nos pertenecen , don<strong>de</strong><br />

nos es dable lo mismo encontrarnos<br />

que per<strong>de</strong>rnos?7 Po<strong>de</strong>mos apre-<br />

7. Bonnefoy alu<strong>de</strong> al primer verso <strong>de</strong><br />

otro soneto <strong>de</strong> Mallarmé: "Sur les bois<br />

oubliés quand passe l'hiver sombre" . (Sobre<br />

bosques en el olvido cuando cae un<br />

invierno lúgubre). (T.) .<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

10<br />

ciar aquí una <strong>de</strong> las secretas conexiones<br />

entre poesía y pintura. Lo<br />

que requiere <strong>de</strong> mayor atención, y<br />

don<strong>de</strong> corremos el riesgo <strong>de</strong> quedar<br />

atrapados por la magia <strong>de</strong>l lenguaje,<br />

es aquello que en la experiencia<br />

sensorial resulta más sugerente que<br />

lo que inspiran las palabras, yesjusto<br />

aquí don<strong>de</strong> interviene la pintura'<br />

-a menudo para evocar directamente,<br />

<strong>de</strong> un modo no verbal, esa unidad<br />

que las palabras fracturan. "Abandonar<br />

la lectura" significa por tanto<br />

transformarse en pintor, o por lo<br />

menos pedirle apoyo a la pintura,<br />

a su gracia, por ejemplo, para trazar<br />

un paisaje: eso es lo que ha hecho<br />

la cultura occi<strong>de</strong>ntal en algunos<br />

<strong>de</strong> esos gran<strong>de</strong>s momentos en los<br />

que ha recobrado conciencia <strong>de</strong> la<br />

poesía -representados, por ejemplo,<br />

por Wordsworth y Constable.


RAFAEL CADENAS<br />

En La Orestiada<br />

Receso<br />

Estuve al lado <strong>de</strong> la Erinias. Las vi <strong>de</strong>scansar en una <strong>de</strong> las gradas <strong>de</strong>l<br />

anfiteatro. Se habían <strong>de</strong>spojado <strong>de</strong> su velo, sus negras serpientes, su látigo<br />

incesante. Tomaban refrescos y charlaban en medio <strong>de</strong> la tregua. Eran<br />

seis mujeres jóvenes que con sus rostros y sus cuerpos encantaron la<br />

noche.<br />

De pronto volvieron a ser las terribles, las portadoras <strong>de</strong>l espanto. Subían<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el fondo, ululando, vertiginosas, sin fatiga. Aullaban, chillaban,<br />

perseguían al transgresor. En aquel momento <strong>de</strong>sconocían lo que<br />

les asignaba el <strong>de</strong>stino: ser domadas por Atenea, la diosa civil.<br />

Avisos<br />

Desoye al hombre <strong>de</strong> garra. Prefiere la palabra que no llega <strong>de</strong>sfigurada<br />

hasta ti. Lo que transcurre por <strong>de</strong>bajo con suave circulación.<br />

Déjate tomar <strong>de</strong> la mano por lo inoído. Descuida el país gárrulo. Vigila.<br />

Moradas<br />

En medio <strong>de</strong> la incertidumbre, el reto: la pregunta sobre el sentido <strong>de</strong><br />

esta constancia que inscribe letras en el gran hueco.<br />

Ser boca, a pesar <strong>de</strong> todo. Una manera <strong>de</strong> asentir.<br />

Líneas perplejas. Voces en la espesura, sobrias.<br />

Ramazones.<br />

Lo andado nos sitia.<br />

Camino en los bor<strong>de</strong>s, con venia extraña, <strong>de</strong> fondo. ¿Quién me sostiene<br />

abajo? No veo la roca, lo último <strong>de</strong> la fundación, a don<strong>de</strong> no llegan<br />

las tormentas. Oscuro venero <strong>de</strong>l adorador que arriba es espuma. Debajo<br />

yace, contrafigura <strong>de</strong> una ausencia, lo incólume.<br />

Después <strong>de</strong> la espera don<strong>de</strong> el rostro se olvida, lo informulado <strong>de</strong>safiando<br />

la boca.<br />

Nos quebramos sobre el existir que tien<strong>de</strong> manos simples. Nos enzarzamos<br />

entre lo nombrable. Caemos, recaemos.<br />

Sabemos que no se pue<strong>de</strong> entrar.<br />

Este peso es el acompañante <strong>de</strong> todas las ingravi<strong>de</strong>ces. La ligereza se funda<br />

en lo más lejano. Tenemos horcas para cada <strong>de</strong>sconcierto.<br />

Las preguntas caen solas. Las <strong>de</strong>sgrava la corporeidad que restalla en<br />

el esplendor tan ajeno y tan perteneciente.<br />

En el centro <strong>de</strong> la magna ausencia asentamos nuestras casas. Su rumor<br />

inaudible las anima. Aunque vivimos para obe<strong>de</strong>cer somos los nómadas<br />

que inva<strong>de</strong>n el terreno <strong>de</strong> un tirano. Una vez -se dice- nuestra<br />

voz resonó con fuerza, pero hoy se consume en su propia resonancia, como<br />

una cara en un estanque y cuando nos hablan <strong>de</strong> pesadumbre sabemos<br />

que ninguna sobrepasa cada uno <strong>de</strong> nuestros movimientos, este hilo<br />

roto que <strong>de</strong>jan nuestros pasos.<br />

Sentir es magnífico; escribir, exultante; habitar, 10 sumo. Pero ¿dón<strong>de</strong><br />

está el lugar aplacado, el sitio <strong>de</strong> reunión, el punto <strong>de</strong>l encuentro solvente?<br />

Abandonamos. Decidimos vivir. Algo sigue sustrayendo fuerza a la fuerza.<br />

Porque existe un espacio que no se entrega don<strong>de</strong> los enemigos se<br />

reconcilian.<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

11<br />

EIRatón<br />

<strong>de</strong> las goteras; se diría que el único requisito<br />

para obtenerlas es que haya techo.<br />

Pero ya sabemos que todo diluvio<br />

trae ventajas. Recientemente un equipo<br />

<strong>de</strong> muse6grafos suizos se sorprendi6 al<br />

encontrar, en una <strong>de</strong> nuestras mós famosas<br />

salas <strong>de</strong> arte, una constelaci6n <strong>de</strong> cubetas<br />

<strong>de</strong> colores que recibían gotas <strong>de</strong>l<br />

techo. Como se habían llenado a <strong>de</strong>stiempo,<br />

las cubetas producían distintos sonidos<br />

(se habían "afinado" <strong>de</strong> manera<br />

azarosa). los suizos pensaron que se trataba<br />

<strong>de</strong> una "instalaci6n" <strong>de</strong>liberada, <strong>de</strong><br />

una feliz mezda <strong>de</strong>l colorido popular mexicano<br />

(las cubetas), la música aleatoria<br />

<strong>de</strong> John Coge y el sentido plóstico <strong>de</strong> Joseph<br />

Beuys. Cuando le preguntaron al vigilante<br />

c6mo se llamaba la obra, cantest6:<br />

"agua <strong>de</strong> agujeros". No cabe duda:<br />

la vida mexicana estó llena <strong>de</strong> greguerías<br />

dignas <strong>de</strong>l mejor Gómez <strong>de</strong> la Serna.<br />

las biografías inteligentes vuelven a interesar<br />

al público ledor. No <strong>de</strong>ja <strong>de</strong><br />

agradar que en la era <strong>de</strong>l best-seller, las<br />

listas <strong>de</strong> ventas sean dominadas por títulos<br />

como El imperio perdido, <strong>de</strong> <strong>José</strong><br />

María Pérez Gay, que traza vívidos retratos<br />

<strong>de</strong> cuatro <strong>de</strong> los mayores escritores<br />

<strong>de</strong> la lengua alemana en este siglo:<br />

Hermann Broch, Robert Musil, Karl Kraus<br />

y Elias Canetti.<br />

También Antonieta Rivas Mercado ha<br />

vuelto a ser objeto <strong>de</strong> la reflexión biográfica.<br />

Antonieta es el nombre <strong>de</strong>l muy disfrutable<br />

libro <strong>de</strong> fabienne Bradu que se<br />

agotó en dos meses y <strong>de</strong>l cual publicamos<br />

un anticipo en nuestro número 314.<br />

Por cierto que, a propósito <strong>de</strong> esta biografía,<br />

nuestro amigo <strong>José</strong> Emilio Pacheco<br />

escribió dos espléndidos "Inventarios"<br />

en Proceso. Nos po<strong>de</strong>mos felicitar <strong>de</strong> esta<br />

venturosa intromisión en las vidas ajenas.<br />

los gran<strong>de</strong>s austriacos y Antonieta:<br />

vidas para leerlas, como diría el siempre<br />

paronomósico Cabrera Infante.


Días <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> <strong>José</strong> <strong>Juan</strong> <strong>Tablada</strong>,<br />

en 1945, Octavio Paz —a petición <strong>de</strong> Fe<strong>de</strong>rico <strong>de</strong><br />

Onís, entonces Jefe <strong>de</strong>l Departamento <strong>de</strong> Español<br />

<strong>de</strong> la Universidad <strong>de</strong> Columbia— dictó en la<br />

Biblioteca <strong>de</strong> Nueva York una conferencia sobre<br />

el vanguardista mexicano cuya importancia<br />

hasta entonces había permanecido inadvertida o<br />

relegada. A partir <strong>de</strong> entonces, la obra y la<br />

figura <strong>de</strong> <strong>Tablada</strong> entraron en una fase <strong>de</strong><br />

ascenso que aún hoy nos alumbra.<br />

La Biblioteca <strong>de</strong> México conserva un fondo <strong>de</strong><br />

<strong>José</strong> <strong>Juan</strong> <strong>Tablada</strong> consistente en alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> 40<br />

volúmenes <strong>de</strong> su biblioteca, algunos anotados <strong>de</strong><br />

su puño y letra. Por medio <strong>de</strong> esta entrega,<br />

nuestra revista se une a los esfuerzos <strong>de</strong> quienes,<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> muy diversos frentes, siguen estudiando y<br />

reuniendo esta obra que se antoja inagotable.<br />

En especial, agra<strong>de</strong>cemos al Centro <strong>de</strong> Estudios<br />

Literarios <strong>de</strong> la UNAM y a su directora Margit<br />

Frenk el haber puesto a nuestra disposición<br />

materiales <strong>de</strong>l Archivo <strong>de</strong> <strong>José</strong> <strong>Juan</strong> <strong>Tablada</strong> que<br />

se halla bajo su custodia.<br />

< <strong>José</strong> <strong>Juan</strong> <strong>Tablada</strong> con Nina Cabrera.


JOSÉ JUAN TABLADA<br />

El hogar <strong>de</strong> la Nao <strong>de</strong> China<br />

J osé <strong>Juan</strong> <strong>Tablada</strong> perteneció a<br />

una generación poética con enorme<br />

conciencia <strong>de</strong> su propia leyenda;<br />

el duelista Díaz Mirón o el ubicuo<br />

socialité Urbina, el bohemio<br />

extremo Ruelas o el provinciano<br />

con<strong>de</strong>nado Acuña actuaban a partir<br />

<strong>de</strong> mo<strong>de</strong>los, <strong>de</strong> imágenes fielmente<br />

seguidas y variadas. <strong>Tablada</strong><br />

siempre estuvo a la altura <strong>de</strong><br />

su leyenda: un centro importante<br />

<strong>de</strong> su figura fue la casajaponesa<br />

que construyó en Coyoacán.<br />

Muchos visitantes salían impresionados<br />

<strong>de</strong> la recreación oriental,<br />

otros especulaban que él no hablaba<br />

una palabra <strong>de</strong> japonés y<br />

que sus criados reaccionaban a<br />

una jerigonza incomprensible según<br />

un guión previamente ensayado.<br />

Como sea, la importancia<br />

<strong>de</strong> esa casa japonesa, y lo que en<br />

sí representaba <strong>de</strong> un <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ntismo<br />

sensual y exquisito, y el final<br />

atroz que tuvo en la Revolución,<br />

son signos que con<strong>de</strong>nsan a toda<br />

una época.<br />

A esa casa, <strong>Tablada</strong> <strong>de</strong>dicó varias<br />

páginas dispersas en sus Memonas.<br />

En seguida presentamos<br />

lo que sobre ella publicó el poeta<br />

en El Universal los días 16, 23 Y<br />

30 <strong>de</strong> septiembre <strong>de</strong> 1926, y el 1<br />

<strong>de</strong> marzo y el 12 <strong>de</strong> julio <strong>de</strong> 1928.<br />

Gusta vo Garda<br />

U na <strong>de</strong> tantas mañanas, como el<br />

doctor Urrutia m e interrogara sobre<br />

lo que iba yo a hacer a mi llegada<br />

a la metrópoli y yo le dijera que iba<br />

a comprar unas alfombras para mi<br />

casa, el doctor, sonriendo me preguntó:<br />

- ¿ y cuánto va usted a pagar por<br />

metro <strong>de</strong> alfombra?<br />

Satisfice lo que me parecía extraña<br />

curiosidad y mi amigo repuso al<br />

punto:<br />

-Bueno, pues con la tercera parte<br />

<strong>de</strong> lo que va usted a pagar por<br />

m etro <strong>de</strong> alfombra, pue<strong>de</strong> usted<br />

comprar en abonos y cerca <strong>de</strong> mi<br />

sanatorio, un m etro cuadrado <strong>de</strong> terreno<br />

. . . Las al fombras, que no son<br />

más que nidos <strong>de</strong> gérmenes y microbios,<br />

se gastarán en poco tiempo,<br />

mientras que el terreno, don<strong>de</strong><br />

podrá usted construir su casa propia,<br />

subirá siempre <strong>de</strong> valor ... Vamos,<br />

¡compre usted su terreno y<br />

(Fragmentos <strong>de</strong> sus memorias)<br />

ahorrará para edificar más tar<strong>de</strong> su<br />

casa!<br />

Confieso que la forma habilísima<br />

en que el doctor me aconsejó, me<br />

hizo parecer fácil y accesible lo que<br />

antes había consi<strong>de</strong>rado tan difícil<br />

y poco hace<strong>de</strong>ro; que aquello <strong>de</strong> hacer<br />

"casa propia" y convertirme en<br />

propietario, me había parecido más<br />

que cosa factible, sueño o ilusión.<br />

Notó el doctor mi entusiasmo y siguió<br />

exhortándome con tal resultado<br />

que, en vez <strong>de</strong> ir al almacén <strong>de</strong><br />

alfombras, me encaminé al "Centro<br />

Mercantil" y en la oficina <strong>de</strong> Rivera<br />

y Carrillo, populares realtors <strong>de</strong><br />

entonces, compré para pagar a plazos<br />

los tres lotes <strong>de</strong> terreno al bor<strong>de</strong><br />

<strong>de</strong> la Calzada <strong>de</strong> Coyoacán a<br />

Churubusco, don<strong>de</strong> más tar<strong>de</strong> y con<br />

todo género <strong>de</strong> sacrificios y aun privaciones,<br />

habria <strong>de</strong> edificar mi Buen<br />

Retiro, la casa con biblioteca y jardín,<br />

símbolos <strong>de</strong>l estudio y el recreo<br />

en que habría <strong>de</strong> dividir mi vida <strong>de</strong><br />

escritor.<br />

No bien supo el doctor que era yo<br />

propietario o que estaba en franco<br />

camino <strong>de</strong> serlo, cuando me envió<br />

como obsequio una buena cantidad<br />

<strong>de</strong> pinos <strong>de</strong> la montaña y sauces <strong>de</strong><br />

Xochimilco, para principiar el huerto<br />

que ro<strong>de</strong>aría la "casa" en proyecto.<br />

Yen cuanto supo que aquellos terrenos<br />

eran míos, con todo y ser pequeños<br />

y <strong>de</strong> poco valor, brotó en mí<br />

el sentimiento atávico, el Beatus possi<strong>de</strong>ntis,<br />

innato en los hombres<br />

todos .<br />

Hablaba <strong>de</strong> mis terrenos con<br />

cierta satisfacción que no escapó a<br />

la broma <strong>de</strong> mis compañeros <strong>de</strong> oficina<br />

y <strong>de</strong> bohemia y por las tar<strong>de</strong>s,<br />

al caer el sol, me encaminaba <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

la lejana casa que rentaba a monsieur<br />

Chauveau, en el mismo pueblo,<br />

hasta aquellos terrenos que eran<br />

míos.<br />

¡Con cuánto amor contemplaba,<br />

dorado al crepúsculo por el bello sol<br />

mexicano, aquel llano, lleno <strong>de</strong> zacate<br />

y bor<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> huejotes que<br />

fueron mi primer bien sobre la tierra<br />

.. . I Acariciaba, verda<strong>de</strong>ramente,<br />

el terreno aquel con la mirada y<br />

al notar la multitud <strong>de</strong> grillos y saltones<br />

que lo poblaban y que yo incluía<br />

en la posesión, ¡los veía como<br />

<strong>de</strong>be haber visto el famoso gana<strong>de</strong>-<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

14<br />

ro don Luis Terrazas, las reses innumerables<br />

que poblaban sus <strong>de</strong>hesas!<br />

. ..<br />

El doctor Urrutia, que proseguía<br />

su buena obra <strong>de</strong> inclinarme al ahorro,<br />

no <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong> preguntarme a diario<br />

cómo iban los terrenos y si medraban<br />

los arbolillos recién plantados<br />

al mismo tiempo que fomentaba<br />

mi vanidad <strong>de</strong> hombre económico,<br />

dándole importancia a mi acto y elogiándome<br />

ante los contertulios reunidos,<br />

Luis Cabrera, Jorge Enciso,<br />

el Doctor At!, Rubén Campos o los<br />

más íntimo:" y asiduos, con el fin<br />

quizás <strong>de</strong> estimular en ellos el útil<br />

hábito <strong>de</strong> ahorrar. No en vano, pues<br />

creo que esas pláticas no hayan <strong>de</strong>jado<br />

<strong>de</strong> influir en muchos <strong>de</strong> ellos<br />

que más tar<strong>de</strong> se hicieron propietarios,<br />

como Luis Cabrera, que compró<br />

una romántica casona frente a<br />

la solariega <strong>de</strong> "Posadas" y Rubén<br />

Campos, que seguido luego por Miguel<br />

Lerdo construyó su morada en<br />

agreste solar <strong>de</strong> la vieja huerta conventual<br />

<strong>de</strong>l Carmen , en el vecino<br />

San Ángel .<br />

Por mi parte, no bien tuve el<br />

te rreno, cuando sentí el impulso<br />

constructor que siempre ha al entado<br />

a pesar <strong>de</strong>l escaso pecunia y <strong>de</strong><br />

las contingencias <strong>de</strong> la vida .. Sin<br />

m edios aún <strong>de</strong> construir la casa imaginé<br />

comenzar el jardín excavando<br />

con el doble fin <strong>de</strong> hacer un lago y<br />

luego un montecillo con la tierra extraída.<br />

Al punto logré 10 primero,<br />

pues el agua brotó <strong>de</strong>l subsuelo, luego<br />

espontáneamente juncos y tulares<br />

y al fin, una nube <strong>de</strong> mosquitos que<br />

martirizaban a mis amigos, cuando<br />

yo los llevaba haciendo lo que los<br />

franceses llaman el tour du propietaire.<br />

. Lo cual hizo <strong>de</strong>cir al pícaro<br />

Jorge Enciso:<br />

- Ya no busques nombre para tu<br />

futura casa, pues ya se lo encontramos.<br />

¡Se llamará "Villa Mosco"! Y<br />

como al mismo tiempo zumbara<br />

una nube <strong>de</strong> dípteros en <strong>de</strong>rredor<br />

nuestro, no pu<strong>de</strong> protestar y por<br />

mucho tiempo mis amigos <strong>de</strong>signaron<br />

el terreno y la casa luego, con<br />

el <strong>de</strong>nigrante epíteto <strong>de</strong> "Villa<br />

Mosco" .<br />

Alguno <strong>de</strong> mis amigos, también,<br />

ante mi empeño en construir la morada<br />

y mis apuros para completar la<br />

"raya" semanaria <strong>de</strong> los trabajado-


es, dijo con sorna:<br />

- Este poeta es constructor como<br />

un faraón ..<br />

Ante lo cual, otro, creo que fue<br />

Montenegro, puso las cosas en su<br />

verda<strong>de</strong>ro tamaño diciendo:<br />

- ¡Sí! Es constructor; pero no como<br />

un faraón, ¡sino como una golondrina!<br />

Me <strong>de</strong>jó satisfecho el símil. Fue<br />

exacto, pues como la pobre golondrina<br />

migratoria, empujado por vientos<br />

adversos y en busca <strong>de</strong> propicios<br />

climas, ¡siempre he intentado refugianne<br />

en el alero y construir mi vida'<br />

. Pero la Primavera, la i<strong>de</strong>al<br />

Primavera florida, <strong>de</strong> tibio sol dorado<br />

y cielo azul, no la he encontrado<br />

en parte alguna, ¡quizá porque<br />

no existe sobre la tierra'<br />

Sin duda, la encontraremos todos<br />

en otro plano, en el <strong>de</strong>vakánico,<br />

don<strong>de</strong> poetas y golondrinas emigrarán<br />

<strong>de</strong> oasis en oasis y <strong>de</strong> arco iris<br />

en arco iris, colgando sus nidos felices<br />

en los aleros <strong>de</strong>l cielo, en las<br />

mansiones <strong>de</strong> Dios . ¡Así sea'<br />

Con un sentimiento <strong>de</strong> ternura,<br />

con ese mismo sentimiento con que<br />

los hombres añosos contemplamos<br />

nuestros retratos infantiles, rememoro<br />

aquellos días <strong>de</strong> juventud que<br />

entonces se me antojaban adversos<br />

y que haciendo el tardío balance,<br />

resultan ser <strong>de</strong> los más gratos y dorados<br />

<strong>de</strong> toda una vida, cuando me<br />

entusiasmaba ese afán <strong>de</strong> hacer "mi<br />

casa propia" y me <strong>de</strong>scorazonaban<br />

los pequeños y naturales obstáculos.<br />

Días en que por ese afán constructivo,<br />

cuando mis amigos proyectaban<br />

un paseo o una parranda,<br />

yo m e sustraía al complot porque<br />

calculaba que los veinte pesos r¡ue<br />

había <strong>de</strong> costanne el paseo, significaban<br />

un ciento <strong>de</strong> ladrillos o media<br />

docena <strong>de</strong> vigas para la casa en<br />

construcción, o bien en que pasando<br />

a la vera <strong>de</strong> las librerias en la<br />

Avenida <strong>de</strong>l Cinco <strong>de</strong> Mayo, no me<br />

<strong>de</strong>tenía ante los escaparates, <strong>de</strong> miedo<br />

<strong>de</strong> sucumbir a la tentación que<br />

me presentaban las ediciones <strong>de</strong> lujo<br />

<strong>de</strong> mis autores amados, los De<br />

Goncourt, Remy <strong>de</strong> Gounnont, Laforgue<br />

o Francis James, o en que<br />

aun <strong>de</strong>jaba yo <strong>de</strong> aten<strong>de</strong>r a mi vestir,<br />

que me preocupaba sobremanera<br />

entonces ... y todo con el fin <strong>de</strong><br />

que la construcción prosperara y<br />

una nueva pieza fuera añadida a las<br />

que ya me ofrecían el reconfortante<br />

abrigo <strong>de</strong> su techo y la serena alegría<br />

<strong>de</strong> sus muros enjalbegados.<br />

Tal fue mi ahínco <strong>de</strong> ahorro y mi<br />

afán <strong>de</strong> a<strong>de</strong>lantar el sentimiento <strong>de</strong><br />

la beatitud <strong>de</strong>l poseedor, que apenas<br />

tuvo la casa tres aposentos habitables,<br />

cuando me mudé a ella, satisfecho<br />

<strong>de</strong> haber pagado la última<br />

renta a mi "proprio" monsieur Chauveau<br />

..<br />

El sol matinal me <strong>de</strong>spertaba bañándome<br />

<strong>de</strong> claridad, al entrar por<br />

las ventanas sin ma<strong>de</strong>ras y la her-<br />

Como diplomático, en traje <strong>de</strong> gala. Caracas, 1919.<br />

masa vista <strong>de</strong>l Ajusco parecía una<br />

<strong>de</strong>coración mural <strong>de</strong> mi recámara.<br />

Otras veces un repentino viento<br />

nocturno <strong>de</strong>sarreglaba los tablones<br />

que fu ngían <strong>de</strong> ventanas, y había<br />

que bajar al jardín incipiente pero<br />

lleno <strong>de</strong> luna, para volver a arreglar<br />

el <strong>de</strong>sperfecto <strong>de</strong>l huracán.<br />

Pero allá en el jardín, plantas y<br />

flores comenzaban a medrar y a<br />

asociar a la mía su vida encantadora<br />

y misteriosa. ¡Con cuánto alborozo<br />

espiaba yo las tempranas floraciones<br />

<strong>de</strong>l durazno que allá por el<br />

día <strong>de</strong> mi santo, el19 <strong>de</strong> marzo, estaba<br />

todo cubierto <strong>de</strong> rosa y cannín<br />

que la más leve brisa <strong>de</strong>sprendía en<br />

lluvia <strong>de</strong> pétalos'<br />

Una <strong>de</strong> las primeras plantas que<br />

prosperaron y me dieron con sus<br />

flores crecida recompensa <strong>de</strong> mis<br />

cuidados, fue una madreselva que<br />

se enredó sobre la tapia junto a una<br />

<strong>de</strong> sus puertas. Apenas caía la tar<strong>de</strong><br />

y la flor maga comenzaba a <strong>de</strong>rramar<br />

su romántica fragancia en<br />

torno suyo, <strong>de</strong> tal manera que cuando<br />

caminando a pie y enmedio <strong>de</strong><br />

la sombra <strong>de</strong> regreso al hogar, sentía<br />

yo la proximidad <strong>de</strong> mi morada<br />

por la atmósfera embalsamada.<br />

El perfume parecía salir a recibinne<br />

y momentos <strong>de</strong>spués los alborozados<br />

ladridos <strong>de</strong> mi perro que reconocía<br />

mis pasos y adivinaba mi presencia,<br />

se juntaban a la fragancia.<br />

¡Todavía el ladrido <strong>de</strong> mi fox-terrier<br />

y el aroma <strong>de</strong> la madreselva me<br />

conmueven cuando los siento y me<br />

BIblioteca <strong>de</strong> M éxico<br />

15<br />

hacen rememorar aquel perfume y<br />

aquel jubiloso ladrido que al aproximanne<br />

a mi casa salían <strong>de</strong> ella como<br />

para danne la bienvenida'<br />

El saúz, el saúz llorón, tiene toda<br />

una leyenda romántica entre nosotros<br />

y en el Oriente, en China y<br />

el Japón, escogen el saúz para morada<br />

toda especie <strong>de</strong> trasgos y fantasmas.<br />

En él vive Kitsuné, la zorra bruja<br />

que sabe convertirse en mujer<br />

hermosa para seducir y per<strong>de</strong>r al<br />

viandante, como la sirena a los náufragos.<br />

Pero mi saúz, el saúz <strong>de</strong> mi jardín,<br />

que inclinaba sus largas ramas<br />

en el lago, como si quisiera coger las<br />

estrellas que en él se reflejaban, tenía<br />

un espíritu y una leyenda especiales<br />

que yo le había fonnado.<br />

Aquel saúz, el primer árbol que<br />

planté con mis propias manos, fue<br />

el corazón <strong>de</strong> mi jardín. Alzábase<br />

frente al mirador-ventana <strong>de</strong> la casajaponesa<br />

que <strong>de</strong>spués hice construir,<br />

junto al lago que lo separaba<br />

<strong>de</strong> aquélla y sobre éste <strong>de</strong>jaba caer<br />

sus finas y largas ramas trémulas a<br />

la menor brisa.<br />

Amé tanto a aquel saúz, con tan<br />

ciega fe franciscana lo doté <strong>de</strong> un<br />

alma, lo personifiqué <strong>de</strong> tal modo,<br />

que fue para mí como un genio rústico<br />

y amigo, una especie <strong>de</strong> buen<br />

sylvano que a no ser inmóvil y mudo<br />

me hubiera hablado cordialmente<br />

y acompañándome en mis paseos<br />

vespertinos por el huerto, hubiera


discutido conmigo todas las cosas<br />

que preocupan a árboles y poetas:<br />

las lluvias, el buen sol, la obstinación<br />

<strong>de</strong> la cizaña perniciosa; las hazañas<br />

<strong>de</strong> los feos, pero utilísimos sapos<br />

que limpian <strong>de</strong> orugas las matas<br />

<strong>de</strong> violeta, o aquella inusitada y<br />

magnífica floración <strong>de</strong> rosales en<br />

cierto julio que como iluminando a<br />

giomo la oscura tapia <strong>de</strong> adobe,<br />

prendió por doquiera las luces <strong>de</strong><br />

bengala <strong>de</strong> sus fl ores.<br />

Sí, aquel saúz, genio rústico, era<br />

para mí un alma y entre él y mi persona<br />

habíanse establecido silenciosas<br />

vibraciones que eran más que<br />

un lenguaje, puesto que eran un<br />

idioma en la Cuarta Dimensión que<br />

como tal sólo hablaba <strong>de</strong> cosas<br />

eternas .<br />

Por eso, lo diré aun a riesgo <strong>de</strong><br />

parecer excéntrico o pueril, una tar<strong>de</strong>,<br />

en vísperas <strong>de</strong> abandonar mi hogar<br />

y <strong>de</strong> alejarme hacia un exilio oscuro<br />

o intimidante, tras <strong>de</strong> <strong>de</strong>spedirme<br />

<strong>de</strong> los seres queridos, m e dirigí<br />

al jardín penumbroso y al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l<br />

lago lleno <strong>de</strong> estrellas y <strong>de</strong> temblores,<br />

abracé al saúz y aun creo que<br />

oprimí con mis labios la rugosa<br />

corteza.<br />

Obrando así, por intermedio <strong>de</strong><br />

aquel árbol familiar, me <strong>de</strong>spedía yo<br />

<strong>de</strong> toda la encantadora naturaleza<br />

<strong>de</strong> mi patria, <strong>de</strong> sus volcanes, <strong>de</strong> sus<br />

lagos, <strong>de</strong> sus ahuehuetes venerables<br />

como imágenes ancestrales, <strong>de</strong> su<br />

cielo azul y <strong>de</strong> su sol <strong>de</strong> oro.<br />

No sé, pero en esos actos <strong>de</strong><br />

nuestro instinto o <strong>de</strong> nuestro espíritu<br />

que parecen <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nados ante<br />

la fría razón, hay algo mayor que<br />

un instinto pueril, algo recóndito y<br />

máximo, tal vez una chispa <strong>de</strong> ese<br />

inefable amor cósmico que nos incendiará<br />

algún día iluminádonos<br />

para siempre.<br />

Años, más <strong>de</strong> un lustro <strong>de</strong>spués,<br />

cuando la casa y el jardín no eran<br />

ya míos, una fría tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> noviembre,<br />

bajé <strong>de</strong>l auto que se quedó esperándome<br />

en la contigua calzada<br />

y furtivo, como amante o malhechor,<br />

me acerqué a la verja <strong>de</strong> mi<br />

antiguo jardín ..<br />

Quería ver a mi amigo saúz y entre<br />

la m aleza <strong>de</strong>l jardín abandonado,<br />

¡pu<strong>de</strong> al fin distinguirlo' La creciente<br />

y romántica emoción <strong>de</strong>l pasado<br />

se apo<strong>de</strong>ró <strong>de</strong> mí, turbándome<br />

con un grano <strong>de</strong> <strong>de</strong>svarío y <strong>de</strong> lejos<br />

comencé a hablar en silencio con el<br />

árbol fa miliar, con el árbol doméstico,<br />

miembro <strong>de</strong> mis gens y tan hogareño,<br />

tan mío, como una v iga <strong>de</strong><br />

mi propio techo .<br />

Mas sin duda, el buen genio rústico<br />

que habitaba en el saúz se había<br />

ido también, ¡<strong>de</strong>jándolo abandonado<br />

... ' En una época en que muchos<br />

hombres perdieron su alma,<br />

¿qué tendría <strong>de</strong> extraño que un árbol<br />

hubiera perdido la suya?<br />

¡Sí, se le fu e el alma a mi amado<br />

saúz!<br />

¡Se le fue al caérsele las hojas en<br />

algún invierno cru<strong>de</strong>lísimo, porque<br />

el árbol no se dio cuenta <strong>de</strong> que yo<br />

estaba cerca <strong>de</strong> él, tras <strong>de</strong> larga<br />

ausencia, hablándole en silencio y<br />

espiándolo ávido a través <strong>de</strong> la reja!<br />

¡Y el automóvil que ja<strong>de</strong>ante me<br />

volvió a la ciudad, 'se llevó sin sentirlo<br />

siquiera, la tristeza que a mí<br />

me pesaba como si entre los brazos<br />

llevara yo un gran tronco muerto,<br />

el cadáver <strong>de</strong>l árbol que durante los<br />

buenos años juveniles, sombreara<br />

mis alegrías, mis estudios y mis ensueños'<br />

De aquel jardín, <strong>de</strong> aquella casa,<br />

quedan muchos vestigios en mis libros<br />

y escritos inéditos en prosa o<br />

verso.<br />

El poema "Los pijijes" todavía<br />

inédito en libro, aunque <strong>de</strong>dicado a<br />

mis aves familiares, refleja como<br />

una jaula <strong>de</strong> cristal aspectos <strong>de</strong>l jardín<br />

don<strong>de</strong> cuelga:<br />

Glauca sombra <strong>de</strong> la tortuga<br />

Entre dos aguas, en el lago;<br />

Breve retracción <strong>de</strong> la oruga<br />

En la hoja <strong>de</strong>l jaramago:<br />

Eléctrica luz que en la bruna<br />

Sombra, difun<strong>de</strong> en el vergel<br />

Romancescos claros <strong>de</strong> luna<br />

y a cuyo ampo no hay flor alguna<br />

Que no parezca <strong>de</strong> papel .<br />

Cosas y aspectos: el lago japonés<br />

en forma <strong>de</strong> jiotán o hule nuestro,<br />

con sus puentes incurvados y poblado<br />

<strong>de</strong> tortugas que salían a tomar el<br />

sol m eridiano en el islote <strong>de</strong>l centro<br />

o sobre las m usgosas piedras <strong>de</strong><br />

la orilla, todo existió y su impresión<br />

literaria es d'aprés na tu re .<br />

Pero alguno <strong>de</strong> mis poemas, la<br />

segunda "Epístola a un sibarita", <strong>de</strong>dicada<br />

a mi nobilísimo y predilecto<br />

amigo don Francisco Asúnsolo, tiene<br />

la total em oción <strong>de</strong> mi jardín.<br />

Sus panoramas frente al peregrino<br />

horizonte <strong>de</strong>l Valle:<br />

Se alza el volcán en el confin erguido<br />

y el bloque <strong>de</strong> su cúspi<strong>de</strong> hielo<br />

entre la falda azul y el azul cielo<br />

fl ota como una nube suspendido.<br />

La fu ente <strong>de</strong> azulejos en el patio,<br />

frente a la entrada <strong>de</strong> la casa:<br />

El sol que va a morir con sus reflejos<br />

la fuente colonial bruñe y <strong>de</strong>cora;<br />

y cayendo en la caja <strong>de</strong> azulejos<br />

plañi<strong>de</strong>ra y tenaz, el agua llora.<br />

La barda <strong>de</strong>l jardín, al lado<br />

oriente:<br />

y <strong>de</strong> los pinos abre entre las ramas<br />

un mastuerzo sus flores sobre el<br />

[muro,<br />

que ar<strong>de</strong>n cual una procesión <strong>de</strong><br />

rlamas<br />

en un claustral ambulatorio oscuro.<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

La banca o "poyo" <strong>de</strong> azulejos,<br />

bajo la ventana <strong>de</strong>l salón:<br />

Pero nada tan triste hay en el huerto,<br />

en medio <strong>de</strong>l crepúsculo sombrío,<br />

como ese banco rústico y <strong>de</strong>sierto<br />

que siempre aguarda y siempre está<br />

[vacío.<br />

Aunque erigido ayer, alza un arcaico<br />

perfil entre los céfiros huraños<br />

y por la fecha inscrita en su mosaico<br />

parece que está solo hace cien años.<br />

En efecto, uno <strong>de</strong> los azulejos tenía<br />

esmaltada la fecha <strong>de</strong> su fabricación:<br />

1804 y el azar <strong>de</strong> la rima engarzó<br />

la verdad <strong>de</strong>l <strong>de</strong>talle .<br />

Es también d'aprés nature la siguiente<br />

"mancha" en el cuadro, pues<br />

el granado existió alegrando la vista<br />

con la llama <strong>de</strong> su flor ardiente<br />

y la gemada plasticidad <strong>de</strong> su heráldico<br />

fruto:<br />

En vano frente a él, ensangrentada,<br />

entre fuego floral jamás exhausto<br />

en su árbol se abre una granada<br />

como un corazón en holocausto .<br />

De ese verismo que sin esfuerzo<br />

y naturalmente se insinuaba al fluir<br />

el verso, otro poema, el titulado "La<br />

orquí<strong>de</strong>a" tiene un toque:<br />

Los azulejos <strong>de</strong> la chimenea<br />

<strong>de</strong> color crema que el azul retoca<br />

le hacen extraño fondo a la orquí<strong>de</strong>a<br />

en su florero <strong>de</strong> cristal <strong>de</strong> roca .<br />

Mis amigos recordarán quizá<br />

aquellos hermosos azulejos <strong>de</strong> la<br />

gran época poblana que omaban mi<br />

chimenea y cuya característica es<br />

en efecto, el trazo azul sobre el fondo,<br />

no blanco, sino acremado, <strong>de</strong> lo<br />

cual resulta esa armonía que los hace<br />

tan bellos . Son los mismos<br />

azulejos o carreaux <strong>de</strong> faience, como<br />

los franceses les llaman, que en ocasiones<br />

lucen no el nombre, ni siquiera<br />

el monograma <strong>de</strong>l artista<br />

probo y mo<strong>de</strong>sto que los <strong>de</strong>coró, sino<br />

una letra, sólo una letra misteriosa<br />

<strong>de</strong>l nombre <strong>de</strong>sconocido.<br />

De esos bellísimos azulejos algo<br />

más gran<strong>de</strong>s y gruesos que los <strong>de</strong><br />

épocas posteriores y hechos con<br />

una arcilla blanca y fina, estaba plaque<br />

ada mi chimenea en la superficie<br />

frontera y no sé por qué oscuro<br />

presentimiento, poco tiempo antes<br />

<strong>de</strong> abandonar mi casa rumbo al extranjero,<br />

<strong>de</strong>sprendí algunos que para<br />

mi consuelo conservo todavía y<br />

que tienen peregrinas <strong>de</strong>coraciones.<br />

Los asuntos que <strong>de</strong>coran esos bellos<br />

azulejos son los siguientes: el Ermitaño<br />

Arrodillado, el Ermitaño Sentado,<br />

el Arcángel (cuatro semejantes<br />

pero con diversos atributos); el<br />

Cazador, el Gentilhombre, el Chino,<br />

el Trovador, la Guitarrista, el Jaguar,<br />

la Urraca, el Perico, el Mono<br />

Bebiendo, la Liebre, el Jabalí y algunos<br />

otros con motivos florales.


Caricaturas <strong>de</strong> Cabral y Covarrubias.<br />

Estos datos podrán ser útiles alguna<br />

vez al erudito que forme la<br />

monografía cabal <strong>de</strong> la cerámica poblana,<br />

siguiendo el ejemplo y el método<br />

<strong>de</strong>l benemérito norteamericano<br />

Edwin Atlee Berber.<br />

De mi casa lo más interesante era<br />

la biblioteca en su rez-<strong>de</strong>-chausée, sobre<br />

el jardín al Norte y al Poniente<br />

y don<strong>de</strong> allá por el segundo lustro<br />

<strong>de</strong> esta centuria se reunían mis amigos,<br />

toda la juventud artística <strong>de</strong> entonces.<br />

Aquel vivaz y simpático escritor<br />

durangueño, Francisco Gándara,<br />

muerto en flor <strong>de</strong> juventud,<br />

publicó el año <strong>de</strong> 1913, en el mejor<br />

semanario <strong>de</strong> la época, un artículo<br />

ilustrado con fotografías <strong>de</strong> mi morada:<br />

la gran<strong>de</strong> y la pequeña puerta<br />

<strong>de</strong> azulejos; el exterior y el interior<br />

<strong>de</strong> la Casa Japonesa; el templete <strong>de</strong>l<br />

Dios rústico Inari y la biblioteca <strong>de</strong><br />

la que <strong>de</strong>cía en la leyenda: "La biblioteca<br />

<strong>de</strong>l artista con su soberbia<br />

chimenea <strong>de</strong> azulejos y ma<strong>de</strong>ras talladas.<br />

Esta estancia don<strong>de</strong> trabaja<br />

el escritor, encierra una variadísima<br />

colección <strong>de</strong> objetos artísticos y riquísimas<br />

ediciones <strong>de</strong> sus autores<br />

predilectos. "<br />

No había exageración en tal <strong>de</strong>cir.<br />

Cuando yo comencé a formar<br />

mis colecciones <strong>de</strong> cerámica, hierro<br />

fOIjado, ma<strong>de</strong>ra tallada, etc., era la<br />

Etas Aurea <strong>de</strong>l anticuario; los m ercados<br />

estaban casi vírgenes en las<br />

poblaciones <strong>de</strong>l interior y cada viaje<br />

mío a Puebla, Querétaro o Guadalajara,<br />

era una opima cosecha <strong>de</strong><br />

preciosos vestigios <strong>de</strong>l pasado. Sucedían<br />

cosas maravillosas. Un<br />

peón ladrillero <strong>de</strong> los contornos <strong>de</strong><br />

Atzcapotza1co dio conmigo, ¡y todos<br />

los días me llevaba envueltos en sucio<br />

pañuelo los malacates, sellos cerámicos,<br />

idolillos y cuentas <strong>de</strong> ja<strong>de</strong><br />

o ja<strong>de</strong>íta que integraron mi colección<br />

arqueológica!<br />

Según m e refería, el subsuelo <strong>de</strong><br />

don<strong>de</strong> tomaba la tierra para hacer<br />

adobes o ladrillos, estaba verda<strong>de</strong>ramente<br />

saturado <strong>de</strong> "tepalcates",<br />

como él llamaba genérica y <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñosamente<br />

a los codiciados y raros<br />

objetos.<br />

Toda su maña consistía en ocultarme<br />

celosamente el nombre <strong>de</strong>l<br />

lugar <strong>de</strong> don<strong>de</strong> los extraía y que <strong>de</strong>spués,<br />

por un azar, supe se llamaba<br />

San Simón.<br />

Así aquel merca<strong>de</strong>r anticuario,<br />

poblano, <strong>de</strong> apellido Padilla, que cada<br />

semana iba a la ciudad Angélica<br />

para regresar <strong>de</strong>rramando sobre mi<br />

mesa <strong>de</strong> trabajo sus hatillos más<br />

maravillosos y emocionantes que<br />

las alforjas <strong>de</strong> los Santos Reyes .<br />

¡Ah, lo que salía <strong>de</strong> aquellos envoltorios<br />

bastos y misteriosos' ¡Des<strong>de</strong><br />

la heráldica pieza <strong>de</strong> cerrajería<br />

hasta la miniatura marfileña, <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

el candil <strong>de</strong> irisadas almendras has-<br />

Biblioteca <strong>de</strong> Méx,co<br />

17<br />

ta la llave diminuta, pero forjada y<br />

cincelada <strong>de</strong> alguna "almohadilla"<br />

colonial llena <strong>de</strong> cajuelas secretas'<br />

y la probidad, la honra<strong>de</strong>z esencial<br />

<strong>de</strong> aquel espejo <strong>de</strong> m erca<strong>de</strong>res que<br />

jamás trató <strong>de</strong> engañarme y que en<br />

los casos dudosos más se inclinaba<br />

a disminuir el mérito <strong>de</strong> un objeto<br />

que a llenarlo <strong>de</strong> atribuciones fantásticas<br />

.<br />

¡Cómo recuerdo al buen Padilla,<br />

grueso, moreno, <strong>de</strong> ri zado pelo y aspecto<br />

un tanto eclesiástico quizá por<br />

su continuo trato con los párrocos<br />

y sacristanes que a soncornujo le<br />

vendían objetos y accesorios <strong>de</strong>l<br />

culto'<br />

¡Lamento que Genaro Estrada no<br />

haya conocido a aquel espejo <strong>de</strong> anti<br />

cuarios para que hubiera perpetuado<br />

su grata m emoria en el magistral<br />

Pero Galín, cuyas páginas me<br />

hicieron volver a vivir emociones y<br />

<strong>de</strong>lirios <strong>de</strong> coleccionador'<br />

Con Padilla rememoro a Meneses,<br />

tallador en ma<strong>de</strong>ra y restaurador<br />

habilísimo <strong>de</strong> muebles, capaz <strong>de</strong><br />

duplicar la talla más complicada y<br />

profusa.<br />

¡ Figuras familiares que se <strong>de</strong>svanecieron<br />

tras <strong>de</strong> colaborar tan activamente<br />

en la <strong>de</strong>coración <strong>de</strong> aquella<br />

casa hoy hundida en los tremedales<br />

<strong>de</strong>l recuerdo a semejanza <strong>de</strong><br />

la fantástica Casa Usher, <strong>de</strong> Edgard<br />

Poe' De aquella biblioteca don<strong>de</strong> a


sos en la <strong>de</strong>strucción que su oficio<br />

implica, como ineptos para toda tarea<br />

constructiva, sobre todo la <strong>de</strong> la<br />

Patria y <strong>de</strong> sus instituciones .<br />

Y, sin embargo, <strong>de</strong> esos odios<br />

personales y <strong>de</strong> las tenebrosas intrigas<br />

que producen , la nación ha sido<br />

siempre la víctima, y por lo visto,<br />

seguirá siéndolo.<br />

Lo más triste es que ese general<br />

que preten<strong>de</strong> usar las annas que la<br />

Patria le ha confiado, para saciar sus<br />

pasioncillas, no es un "chinaco"<br />

cualquiera sino un hijo <strong>de</strong>l Colegio<br />

Militar <strong>de</strong> Chapultepec, ¡a don<strong>de</strong> los<br />

gloriosos fantasmas <strong>de</strong> Escutia, Melgar<br />

y <strong>de</strong>más juveniles héroes <strong>de</strong>berían<br />

inspirar actos dignos <strong>de</strong> su paradigma<br />

inmortal!<br />

¡Dichosos los pueblos que, como<br />

el japonés, sobre todas las virtu<strong>de</strong>s<br />

viriles colocan la lealtad y <strong>de</strong> ella<br />

<strong>de</strong>rivan su maravillosa fuerza '<br />

El libro más popular y m ás educativo<br />

<strong>de</strong>l Japón, el Chiushingura<br />

(Los 47 caballeros vengadores), una<br />

especie <strong>de</strong> Biblia cívica, no es, en<br />

efecto, sino la Epopeya <strong>de</strong> la Lealtad.<br />

y por el simple culto a esa<br />

virtud es el Imperio <strong>de</strong>l Sol Levante<br />

uno <strong>de</strong> los países más homogéneos<br />

y más fu ertes en la historia <strong>de</strong>l<br />

mundo. En cambio a nosotros nada<br />

nos ha <strong>de</strong>bilitado tanto como esa<br />

<strong>de</strong>slealtad que sacrifica los más altos<br />

intereses patrios por satisfacer<br />

íntimos m óviles personales o <strong>de</strong><br />

partido . . . La historia nuestra abunda<br />

en esos tristes ejemplos que no<br />

será extraño se reproduzcan <strong>de</strong> complicarse<br />

la situación internacional .<br />

Los zapatistas están en Tepepan,<br />

según un grupo <strong>de</strong> gentes que viniendo<br />

<strong>de</strong> allá, pasan por la calzada<br />

y se <strong>de</strong>tienen a hablar con Santa<br />

María, el maestro albañil . Dicen<br />

que las hordas van pasando pacíficam<br />

ente , en tránsito hacia México<br />

y que se hacen prece<strong>de</strong>r <strong>de</strong> correos<br />

que dicen a los vecinos <strong>de</strong> los pueblos<br />

<strong>de</strong>l trayecto que no se alannen ,<br />

que van <strong>de</strong> paz y que sólo <strong>de</strong>sean<br />

que se les dé que comer .<br />

En previsión <strong>de</strong> la llegada <strong>de</strong> los<br />

zapatistas y com o ingenuo arbitrio<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa, mis vecinos, el senador<br />

Bracho y su familia, han quitado las<br />

cortinas <strong>de</strong> sus balcones y puesto<br />

gran<strong>de</strong>s letreros: "Se alquila".<br />

Calma un tanto la alanna causada<br />

por el avance <strong>de</strong> los surianos el<br />

<strong>de</strong>sfil e por la calzada <strong>de</strong> Churubusco<br />

<strong>de</strong> un numeroso piquete, casi un<br />

escuadrón <strong>de</strong> gendannería montada,<br />

muy bien equipado en annas y<br />

montaduras y en correcta fonnación.<br />

Un muchacho les pregunta a<br />

dón<strong>de</strong> van y uno <strong>de</strong> ellos contesta:<br />

- Pos dón<strong>de</strong> ha <strong>de</strong> ser. ¡ al<br />

baile!<br />

Y otro, irguiéndose sobre los estribos<br />

y volviendo el rostro, grita al<br />

pasar fanfarrón y jovial:<br />

- ¡Vamos al baile, verás qué<br />

bonito!<br />

Esto lo dice cantando y <strong>de</strong>spués<br />

hosco <strong>de</strong>clara:<br />

-¡A echarle s lumbre a los<br />

"pintos'"<br />

Me habla por teléfono, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> México,<br />

Fernando Galván: me dice que<br />

está herido en una mano por un casco<br />

<strong>de</strong> metralla: que en Veracruz han<br />

fon<strong>de</strong>ado dos flotillas, una francesa<br />

y otra am ericana; que <strong>de</strong> ésta trescientos<br />

hombres, sin armas, vendrán<br />

a custodiar la legación; que el<br />

Gobierno prepara para las 2 a. m . un<br />

supremo y vigoroso ataque cont;'a<br />

la Ciuda<strong>de</strong>la .<br />

Lunes 17. Como estuve leyendo<br />

en el estudio hasta <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> m edia<br />

noche, me levanto a las 9 a.m .<br />

La criada que m e sirve el <strong>de</strong>sayuno<br />

me dice que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las 7 se han estado<br />

oyendo algunos cañonazos; pero<br />

en estos momentos no se oye absolutamente<br />

nada ..<br />

10:40 a.m. Terrible cañoneo. Detonaciones<br />

cuya vastísima sonoridad<br />

hace presumir que hayan entrado<br />

en juego cañones <strong>de</strong> mayor<br />

calibre.<br />

Después <strong>de</strong> las 12 tele fonea don<br />

Pancho Asúnsolo, que como nada<br />

sabe, nada pue<strong>de</strong> noticianne . Sólo<br />

me confia sus temores <strong>de</strong> complicaciones<br />

<strong>de</strong> toda especie y que cree<br />

probable que algo haya sucedido en<br />

su hacienda cerca <strong>de</strong> Teotihuacán ,<br />

pues nada saben <strong>de</strong> su hennano .<br />

Martes 18. Cañoneo intennitente<br />

que arrecia a las 1l.30 y fi nali za<br />

cerca <strong>de</strong> las 4. Alguien cree distinguir<br />

vago rumor com o <strong>de</strong> repiques<br />

vinie ndo <strong>de</strong> la ciudad. Mi vecino<br />

Bracho m e envía un periodiquillo,<br />

El Artesano, en que se dan vagas noticias<br />

<strong>de</strong> ventajas obtenidas por el<br />

Gobie rno y la seguridad <strong>de</strong> que su<br />

triunfo <strong>de</strong>finiti vo está próximo. Pero<br />

a las 7 p.m ., al sentarnos a la m esa<br />

para cenar, el japonés Inokuchi<br />

llama a mi cri ado Wanda por el teléfono,<br />

que está en la pieza próxim<br />

a, y sostiene una viva con versación<br />

en su idiom a, en la que di stingo<br />

por lo que Wanda acl ara y<br />

comenta, cosas alannantes. Este dice,<br />

por ejemplo, como <strong>de</strong>seoso <strong>de</strong><br />

ratificar:<br />

- ¿Félix Díaz Banzai, Praza nl makoto<br />

<strong>de</strong>ska ><br />

(¿Vivas a Félix Díaz en la Plaza<br />

. es posible? .)<br />

Por fin Wanda cuelga la bocina y<br />

adivinando mi an siedad se apresura<br />

a explicanne.<br />

Su paisano y amigo Inokuchi, que<br />

acaba <strong>de</strong> llegar <strong>de</strong> la m etrópoli , se<br />

encontró la Plaza <strong>de</strong> Annas llena <strong>de</strong><br />

una inmensa muchedumbre que vitoreaba<br />

a Félix Díaz. Oyó también<br />

<strong>de</strong>cir que Ma<strong>de</strong>ro está preso y otras<br />

cosas más que quizás mal interpretadas<br />

por los japoneses me parecen<br />

incoherentes o increíbles .<br />

Pero más tar<strong>de</strong> se confinna la repugnante<br />

noticia ratificando lo que,<br />

insinuado en la conversación tele-<br />

Biblioteca <strong>de</strong> M éxico<br />

19<br />

A los dos años y medio.<br />

fónica <strong>de</strong> los japoneses, m e pareció<br />

in verosímil. Huerta y Blanquet, en<br />

quienes Ma<strong>de</strong>ro había confiado lo<br />

han reducido a prisión junto con Pino<br />

Suárez . . . ¿Qué vendrá <strong>de</strong>spués?<br />

¿Hasta qué punto llegarán estas tragedias<br />

progresivas e insensatas que<br />

preten<strong>de</strong>n sal var a una nación mal<br />

gobernada y no son en el fondo sino<br />

el solapado arbitrio <strong>de</strong> los señores<br />

militares para servirse el banquete<br />

<strong>de</strong> su famélica ambición sobre<br />

la sangre <strong>de</strong>l puebl o asesinado?<br />

Mié rcoles 19. Fui a México en<br />

auto con el señor Eduardo González,<br />

que al venne frente al Sanatorio<br />

<strong>de</strong> Urrutia me habla por mi nombre<br />

y al saber que tengo urgencia <strong>de</strong><br />

ir a México y no hallo cómo hacerlo,<br />

se ofrece amablem ente a llevarm<br />

e en su pequeño Cadillac. Cerca<br />

<strong>de</strong> San Antonio Abad vemos unos<br />

cuartos ahumados que, según dicen<br />

, incendió una granada y m ás<br />

a<strong>de</strong>lante unos caballos muertos ro<strong>de</strong>ados<br />

<strong>de</strong> perros hoscos y eri zados<br />

como lobos. Ya <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la ciudad<br />

me tranquilizo al ver que el bombar<strong>de</strong>o<br />

<strong>de</strong> diez días no ha <strong>de</strong>jado no sólo<br />

ruinas como los alannistas pretendieran,<br />

pe ro ni siquie ra huellas<br />

<strong>de</strong>m asiado visibl es. Des<strong>de</strong> la Plaza<br />

<strong>de</strong> Annas hasta las calles <strong>de</strong> Colón ,<br />

sólo fijándose mucho se notan en<br />

los muros señales <strong>de</strong> proyectiles:<br />

cribas <strong>de</strong> ametralladoras; impactos<br />

<strong>de</strong> granadas como boquetes; ángulos<br />

<strong>de</strong> pared y pretiles <strong>de</strong> azotea <strong>de</strong>strozados.<br />

Al pie <strong>de</strong> la estatua <strong>de</strong> Carlos<br />

IV un grupo <strong>de</strong> curiosos se inclina<br />

como buscando algo y cuando<br />

una pareja <strong>de</strong> gendannes los dispersa,<br />

se mira en el suelo una gran<br />

mancha oscura que alguien asegura<br />

ser sangre <strong>de</strong> dos "paisanos" fusilados<br />

la vispera.<br />

Pero en verdad sorpren<strong>de</strong> que los


mil cañonazos disparados y el huracán<br />

<strong>de</strong> metralla que a diario lloviera<br />

sobre la ciudad haya <strong>de</strong>jado sólo<br />

esas señales poco consi<strong>de</strong>rables.<br />

En cambio, la orfandad, la viu<strong>de</strong>z,<br />

el <strong>de</strong>samparo y el duelo <strong>de</strong> innumerables<br />

hogares sí son <strong>de</strong>sgracias<br />

positivas e irremediables, que<br />

la gregaria insensatez no parece tomar<br />

en cuenta, pues la muchedumbre,<br />

como en un día <strong>de</strong> festival llena<br />

las calles con estúpido alborozo,<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> esta hecatombe <strong>de</strong> hermanos,<br />

¡tras <strong>de</strong> estos atropellos a la<br />

ley que nos colocan bajo el anatema<br />

<strong>de</strong> la humanidad y el interdicto<br />

<strong>de</strong> la civilización'<br />

Prescindiendo <strong>de</strong> su sentido, en la<br />

simple caligrafia <strong>de</strong>l Diario en aquella<br />

época, <strong>de</strong>scubriría un grafólogo<br />

la <strong>de</strong>sazón <strong>de</strong> un espíritu antes equilibrado<br />

y placentero al estudiar y<br />

proyectar cosas <strong>de</strong> artes. Las frases<br />

se acortan, la escritura se hace precipitada<br />

y confusa, las divagaciones<br />

se interrumpen: una <strong>de</strong>scripción<br />

principiada queda trunca, quizá porque<br />

algún adverso telefonema enturbió<br />

la serenidad contemplativa,<br />

dificultó la introspección, cambió<br />

bruscamente los rumbos <strong>de</strong>l espíritu.<br />

Todo proyecto para el futuro,<br />

aun inmediato, halaga al principio<br />

y luego evi<strong>de</strong>ncia la insensatez <strong>de</strong><br />

la esperanza que lo acaricia, la absoluta<br />

imposibilidad <strong>de</strong> su realización<br />

.<br />

Los objetos queridos y familiares,<br />

como animados con el espíritu <strong>de</strong><br />

los penates mismos, parecen volverse<br />

contra nosotros, traicionarnos,<br />

renegar <strong>de</strong> su pasiva lealtad <strong>de</strong><br />

tantos años, com o emancipándose<br />

<strong>de</strong> la tutela doméstica con que antaño<br />

los sometiéramos a nuestra voluntad.<br />

Se diría que los propios muros<br />

<strong>de</strong> nuestro hogar, como en el<br />

fantástico episodio <strong>de</strong> Edgard Poe,<br />

se van juntando amenazantes para<br />

obligamos a huir . Los retratos <strong>de</strong><br />

familia con sus trajes y uniformes<br />

<strong>de</strong>l pasado, nos sonríen en mudo<br />

adiós m elancólico como si se dispusieran<br />

a emigrar y abandonamos<br />

para siempre en un éxodo inevitable<br />

y doloroso .. Hay una sorda rebelión<br />

en las cosas como en los<br />

hombres, y los objetos mismos parecen<br />

mofamos y escarnecemos como<br />

oscuro tropel <strong>de</strong> esclavos en vísperas<br />

<strong>de</strong> una m anumisión.<br />

Esa veleidosa rebeldía <strong>de</strong> las cosas<br />

inánimes me exaspera sobre todo<br />

en los libros más amados <strong>de</strong> mi<br />

biblioteca. Estos libros, raros algunos<br />

y preciosos, cuyo espíritu penetró<br />

en el mío, por cuyas pastas <strong>de</strong><br />

lujo y blancos márgenes pasaron<br />

mis manos más acariciadoras aún<br />

que si palparan los trajes y las carnes<br />

<strong>de</strong> mujeres amadas. . ¿Por qué<br />

parecen revelar <strong>de</strong> pronto la volubilidad<br />

<strong>de</strong> las mozas <strong>de</strong>l partido?<br />

¿Que rrán irse, mis ediciones <strong>de</strong> bi-<br />

bliófilo, "en ancas" <strong>de</strong>l primer zapatista<br />

que les tienda los simiescos<br />

brazos? ¿Por el simple capricho<br />

<strong>de</strong> cambiar, por un recóndito wan<strong>de</strong>rlust<br />

que pue<strong>de</strong> atacar a las cosas<br />

como a los hombres, querrán cambiar<br />

sus penumbrosos anaqueles,<br />

perfumados por los inciensos orientales,<br />

por la cruda luz y la concupiscente<br />

mescolanza <strong>de</strong> los puestos <strong>de</strong>l<br />

Volador, <strong>de</strong>l "Thieves-market", don<strong>de</strong><br />

los manoseará el primer llegado? .<br />

Lo cierto es que un extraño sentimiento<br />

<strong>de</strong> recelo y <strong>de</strong>sconfianza<br />

principia a separarme <strong>de</strong> mis posesiones<br />

<strong>de</strong> artista. Es un principio <strong>de</strong><br />

saludable <strong>de</strong>sprendimiento <strong>de</strong> las<br />

cosas materiales en las que en mala<br />

hora ciframos algo <strong>de</strong> nuestra felicidad<br />

. Es un sentimiento hermano<br />

<strong>de</strong>l que se insinúa en el alma<br />

<strong>de</strong> un amante al concebir la sospecha<br />

<strong>de</strong> que su querida le sea infiel<br />

y que intenta "<strong>de</strong>senamorarse" para<br />

sufrir menos cuando la temida<br />

catástrofe se produzca . . .<br />

Pero al fin y al cabo ni el amante<br />

celoso pue<strong>de</strong> ser tan eficaz uxoricida<br />

como el expedito Barba Azul, ni<br />

el artista pue<strong>de</strong> en un instante incinerar<br />

sus preseas y sus talismanes<br />

plásticos en la hoguera <strong>de</strong> Thais,<br />

porque al encen<strong>de</strong>r la hoguera parece<br />

sufrir como si se quemara las<br />

manos y algo -quizás el acre humo<br />

<strong>de</strong> la leña- hace que le broten las<br />

lágrimas.<br />

El objeto <strong>de</strong> arte no pue<strong>de</strong> siempre<br />

reponerse ni mucho menos los<br />

recuerdos, las asociaciones sentimentales<br />

en él incorporadas. Hay<br />

obras <strong>de</strong> arte saturadas <strong>de</strong> amor, como<br />

los talismanes cargados <strong>de</strong> fuerza<br />

oculta por los magos.<br />

y sólo <strong>de</strong> pensar que cualquiera<br />

<strong>de</strong> esos bellos objetos que traje amorosamente<br />

conmigo <strong>de</strong> los confines<br />

<strong>de</strong>l mundo, irá a parar al salón <strong>de</strong><br />

algún diplomático snob o al <strong>de</strong> un<br />

"coyote" exaltado a banquero por<br />

los próximos remolinos, la belleza<br />

<strong>de</strong> tal objeto queda <strong>de</strong>struida, aniquilada<br />

ante mis propios ojos.<br />

¡Tales fueron las escenas <strong>de</strong> un<br />

íntimo drama a diario reiteradas en<br />

aquellos aciagos días'<br />

Fue un trágico Carpe Diem. Quizá<br />

mi instinto <strong>de</strong> conservación espiritual<br />

me inclinó a obrar como los<br />

Borgia, inmunizándome contra el<br />

veneno a fuerza <strong>de</strong> irme connaturalizando<br />

con él al absorberlo lentamente.<br />

Muchas tar<strong>de</strong>s m e envolvió el<br />

crepúsculo sentado en la verandah<br />

<strong>de</strong>l pabellón japonés edificado en<br />

medio <strong>de</strong> mijardín, <strong>de</strong>spidiéndome<br />

en larga y amorosa contemplación<br />

<strong>de</strong> los árboles frondosos que yo mismo<br />

trasplanté, <strong>de</strong> las flores exóticas<br />

que logré aclimatar, <strong>de</strong>l lago lleno<br />

<strong>de</strong> peces y tortugas que acudían al<br />

verme llegar, <strong>de</strong> los patos pijijes <strong>de</strong><br />

plumaje carmelita y pico y patas <strong>de</strong><br />

coral, que me acompañaban con ex-<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

traño murmullo <strong>de</strong> bienvenida en<br />

mis largas rondas por los vericuetos<br />

<strong>de</strong>l jardín ..<br />

Una semana antes <strong>de</strong> mi partida<br />

para el extranjero florecieron todas<br />

las orquí<strong>de</strong>as <strong>de</strong>l inverna<strong>de</strong>ro, Lelias,<br />

Cypripediums, Catleyas y la Wistaria<br />

japonesa <strong>de</strong>jó ver sus colgantes<br />

racimos <strong>de</strong> violetas.<br />

Aquella extraña floración simultánea<br />

<strong>de</strong> las orquí<strong>de</strong>as caprichosas<br />

y contingentes, me hubiera sorprendido<br />

gratamente en otras circunstancias,<br />

pero en las que prevalecían,<br />

me pareció más bien un augurio tan<br />

<strong>de</strong>licado como inexorable. En su tibio<br />

sagrario <strong>de</strong> cristal las raras plantas<br />

que siempre me parecieron el<br />

símbolo <strong>de</strong> un arte <strong>de</strong> intransigente<br />

y suprema elación, parecían haberse<br />

concordado unánimes, para <strong>de</strong>spedirse<br />

<strong>de</strong> quien las cultivaba con<br />

vigilante amor y que estaba a punto<br />

<strong>de</strong> abandonarlas para siempre.<br />

Parecía que adivinando la urgencia<br />

<strong>de</strong> su encantador tributo, hubieran<br />

anticipado su tardía floración. Cada<br />

planta entre sus recias hojas, como<br />

barnizadas a la encaústica, asomaba<br />

lajoya complicada <strong>de</strong> su flor que<br />

ardía suavemente en flámulas <strong>de</strong> raros<br />

éteres y alcoholes <strong>de</strong> extraña alquimia.<br />

Flámulas incan<strong>de</strong>scentes<br />

en fervorosa combustión, esencia<br />

<strong>de</strong> sabias pirotecnias, luces <strong>de</strong> Bengala,<br />

ascuas <strong>de</strong> mil matices extáticas<br />

y suspendidas como los colibríes<br />

al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> las corolas.<br />

¡Brillos <strong>de</strong> fu egos artificiales en<br />

fiestas <strong>de</strong> überón y Titania, y esencias<br />

y aromas en los breves y esmaltados<br />

incensarios como jamás ardieran<br />

en los pebeteros <strong>de</strong>l serrallo'<br />

Contemplé aquella fiesta hasta<br />

que vino la noche y el claro <strong>de</strong> luna<br />

<strong>de</strong>scorrió sobre el inverna<strong>de</strong>ro<br />

sus telones <strong>de</strong> gasa. Las orquí<strong>de</strong>as<br />

entonces fueron como fantasmas <strong>de</strong><br />

piedras preciosas, ¡como almas en<br />

pena <strong>de</strong> una joyería que se <strong>de</strong>smaterializaba<br />

incorporándose por fin al<br />

frío éter <strong>de</strong> la luna'<br />

El Diario termina bruscamente.<br />

Jamás llené las páginas en blanco<br />

<strong>de</strong> aquellos últimos días negros, quizá<br />

porque en aquel interludio había<br />

muerto todo impulso espiritual y<br />

trabajaban sordamente las maquinarias<br />

<strong>de</strong>l Destino.<br />

Días <strong>de</strong> Veracruz, trágicos y febriles<br />

días a la sombra <strong>de</strong>l pabellón<br />

extranjero, entre cuyas barras asomaba<br />

el nefasto Wilson su cabeza <strong>de</strong><br />

Polichinela. Meses <strong>de</strong>l exilio en<br />

Galveston, don<strong>de</strong> la catástrofe asomó<br />

franca; años <strong>de</strong> Nueva York <strong>de</strong><br />

vulgar y exasperante tragedia, algún<br />

día en el diario o en el libro habré<br />

<strong>de</strong> relatar sus inci<strong>de</strong>ntes trágicos O<br />

cómicos, reanudando estas memorias<br />

que por hoy <strong>de</strong>bo suspen<strong>de</strong>r en<br />

este capítulo.


GUILLERMO SHERIDAN<br />

Las memorias vivas <strong>de</strong> <strong>Tablada</strong><br />

Redactadas entre 1925 y 1927, publicadas originalmente<br />

en periódicos y <strong>de</strong>spués difundidas en forma<br />

<strong>de</strong> libro por la Editorial Botas en 1937, las m emorias<br />

<strong>de</strong> <strong>José</strong> <strong>Juan</strong> <strong>Tablada</strong>, La feria <strong>de</strong> la vida, se cruzan<br />

nuevamente con la nuestra gracias a la colección<br />

"Lecturas mexicanas" <strong>de</strong>l <strong>Consejo</strong> Nacional para<br />

la Cultura y las Artes, con el útil agregado <strong>de</strong> un índice<br />

<strong>de</strong> nombres. 1<br />

En una cultura como la nuestra en la que hay escaso<br />

afecto por la memoria y en la que su confección<br />

suele ser privilegio <strong>de</strong> políticos, y más bien (como<br />

parodió Jorge Ibargüengoitia en Los relámpagos<br />

<strong>de</strong> agosto) instrumento <strong>de</strong> póstuma autorreivindicación<br />

o ven<strong>de</strong>tta extemporánea, la reaparición <strong>de</strong> unas<br />

memorias <strong>de</strong> escritor recupera al género para una<br />

lectura <strong>de</strong>sinteresada en la que es la sustancia <strong>de</strong> la<br />

historia lo que se busca, no su explotación. No quiero<br />

<strong>de</strong>cir que entre escritores no haya un estilo m emorioso<br />

que en ocasiones también se subordina al<br />

impulso autoedificante, a vicarios cobros <strong>de</strong> réditos<br />

personales y a la ambición <strong>de</strong> hacerse <strong>de</strong> un nicho<br />

venerable en la mitología nacional; quiero <strong>de</strong>cir que,<br />

en tanto que invención <strong>de</strong> la memoria, las <strong>de</strong> los escritores<br />

son, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> literatura y testimonio, la<br />

memoria misma <strong>de</strong> una cultura, la crónica <strong>de</strong> su<br />

mentalidad. Hasta cuando maquillan, distorsionan<br />

o alteran la verdad, las escasas m emorias <strong>de</strong> escritores<br />

mexicanos <strong>de</strong> valía crean un espacio <strong>de</strong> significados<br />

que es materia prima <strong>de</strong> indudable pertinencia<br />

para edificar la memoria <strong>de</strong> nuestras i<strong>de</strong>as.<br />

¿Cómo un libro importante pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>saparecer <strong>de</strong><br />

los catálogos casi cincuenta años? Quizá se <strong>de</strong>ba a<br />

que, junto a la cautela <strong>de</strong> los escritores por ofrecer<br />

sus memorias, la memoria misma <strong>de</strong>l país es la que<br />

flaquea en la indiferencia contagiando a los lectores<br />

<strong>de</strong> su <strong>de</strong>sdén. Si los escritores sobreviven a sus recuerdos,<br />

los lectores parecemos optar, <strong>de</strong>sidiosos, por<br />

olvidar lo que <strong>de</strong>bemos a la m emoria <strong>de</strong> los escritores.<br />

El resultado es una continua erosión <strong>de</strong> la m emoria,<br />

un <strong>de</strong>slavado constante <strong>de</strong> nuestro patrimonio<br />

espiritual, un pertinaz arruinarse <strong>de</strong>l paisaje<br />

mental que los escritores edifican a fuerza <strong>de</strong> vida<br />

y escritura y al que, supuestamente, una cultura nacional<br />

acu<strong>de</strong> con objeto <strong>de</strong> precisar sus confines y<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>purar su tradición, bajo el sabido riesgo <strong>de</strong> confundir<br />

las exigencias <strong>de</strong>l presente. <strong>Tablada</strong>, ese clásico<br />

a contrapelo, con su peculiar heterodoxia, presente<br />

en sus memorias, aporta una guía eficaz para<br />

transitar el pasado reciente <strong>de</strong> México, pero también<br />

un instrumento útil para caracterizar nuestra perenne<br />

mentalidad.<br />

La visita a las reminiscencias <strong>de</strong> <strong>Tablada</strong> supone<br />

no sólo los <strong>de</strong>leites <strong>de</strong> la evocación, el placer <strong>de</strong> la<br />

lectura o los beneficios <strong>de</strong> la información; supone,<br />

1 Lecturas mexicanas, tercera serie, núme ro 22, índice onomástico<br />

<strong>de</strong> Gustavo Jiménez Aguirre, México, 1991.<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

21<br />

también, el ejercicio <strong>de</strong> un curioso tipo <strong>de</strong> crítica,<br />

la crítica <strong>de</strong> la memoria, la crítica <strong>de</strong> los procesos,<br />

los estilos y las opciones con las que se practica la<br />

m emoria en México. En ese sentido, las memorias<br />

<strong>de</strong> escritores poseen un valor agregado: en tanto que<br />

abrevan en el pozo <strong>de</strong> la historia y en el protagonismo<br />

que el escritor tuvo en esa historia, las memorias<br />

son la crítica tanto <strong>de</strong>l recuerdo como <strong>de</strong>l olvido,<br />

<strong>de</strong> la fatalidad <strong>de</strong>l tiempo y <strong>de</strong> lo que <strong>de</strong> él queda<br />

en la historia. Entre nosotros, que parecemos empeñarnos<br />

en tener un contrato cada vez más frágil<br />

con nuestro pasado, libros como el <strong>de</strong> <strong>Tablada</strong> cumplen<br />

esta doble función crítica.<br />

Este primer tomo <strong>de</strong> las memorias <strong>de</strong> <strong>Tablada</strong> 2<br />

l El segundo volumen, Las so mbras largas, fue pre parado<br />

por el Abate González <strong>de</strong> Mendoza y por Nina Cabre ra viuda<br />

<strong>de</strong> <strong>Tablada</strong>, sobre los capítulos que publicó El Universal e n 1938<br />

y <strong>de</strong>berá ser editado por la Universidad Nacional. Val e apunta r<br />

que el Centro <strong>de</strong> Estudios Lite rarios <strong>de</strong>l Instituto <strong>de</strong> Filología<br />

<strong>de</strong> la Universidad continúa sus tareas tabladianas: <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

la Poesia que preparó Héctor Valdés en 1971 -agotado hace<br />

lustros-, ha editado la Sátira politica y Los dias y las noches <strong>de</strong><br />

Paris. Se e ncuentran en proceso <strong>de</strong> edición el Diario intimo y<br />

la en·tica literaria; y en preparación Arte y artistas; las crónicas<br />

<strong>de</strong> las vida en Nueva York, e n México y e n Am é rica <strong>de</strong>l Sur.


textura <strong>de</strong>liciosa y un tono único, fervoroso y melancólico<br />

que pocos libros <strong>de</strong>l género poseen entre<br />

nosotros. <strong>Tablada</strong>, que rastrea los signos evanescentes<br />

<strong>de</strong> su experiencia por rutas no por convencionales<br />

menos sorpresivas, califica en estas memorias como<br />

un dudoso historiador <strong>de</strong> su propia persona, pero<br />

se reivindica como un preciso cronista <strong>de</strong> nuestra<br />

mentalidad. Como Paul Valéry, <strong>Tablada</strong> podría haber<br />

dicho que, al evocar, no le interesaban tanto los<br />

hechos como las substancias, es <strong>de</strong>cir, lo único que<br />

no podría haber inventado y que sólo se alcanza a fuerza<br />

<strong>de</strong> inventar. Cuando <strong>Tablada</strong> empren<strong>de</strong> la evocación<br />

en busca <strong>de</strong> las sustancias, es cuando su memoria<br />

resulta más generosa. Sus estimulas 10<br />

conducen por rutas singulares: la culinaria, la luz <strong>de</strong><br />

la arquitectura, las mitologías familiares, el urbanismo,<br />

el lenguaje. Este último recurso es en especial<br />

fascinante. Por ejemplo, recuerda a una amiga <strong>de</strong> su<br />

madre, un diccionario ambulatorio <strong>de</strong>l uso <strong>de</strong>l español,<br />

una matrona <strong>de</strong>cimonónica cubierta <strong>de</strong> cachirulos<br />

y chinerías que siembra "nombres <strong>de</strong> lugares<br />

y cosas que se quedaban resonando en mi oído con<br />

el rumor inmenso <strong>de</strong> los caracoles marinos": En aquel<br />

tornaviaje, mi marido el <strong>General</strong> me trajo unos gorgoranes,<br />

unos sarampures y aquel damasco lacre <strong>de</strong> alguna<br />

alhóndiga, antes <strong>de</strong> morir por un sambilizano <strong>de</strong><br />

igorrotes.<br />

Las memorias <strong>de</strong> <strong>Tablada</strong>, que alcanzan nuestro<br />

olvido en esta nueva edición, resucitan para nosotros<br />

uno <strong>de</strong> los Méxicos sistemáticamente perdidos<br />

En Madlson Avenue, Nueva York, a un costado <strong>de</strong>l Waldorf. 1922·23.<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

24<br />

y <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñados por una cultura que, infectada por la<br />

tradición política, vive <strong>de</strong> olvidar y <strong>de</strong> <strong>de</strong>struir el pasado<br />

a fuerza <strong>de</strong> ignorancia, <strong>de</strong> arbitrariedad y <strong>de</strong><br />

franca estupi<strong>de</strong>z. El lector <strong>de</strong> hoy.no pue<strong>de</strong> evitar<br />

una sonrisa amarga al percatarse <strong>de</strong> que el México<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el que <strong>Tablada</strong> recuerda (el México <strong>de</strong> los sonorenses,<br />

que para él es abominable), nos resulta<br />

ahora tan <strong>de</strong>seable como a él le parecía el porfiriano,<br />

en un cambio <strong>de</strong> estafetas históricas que cada<br />

generación realiza para aumentar la potencia <strong>de</strong> su<br />

nostalgia.<br />

Tiene que ser así. México, las ciuda<strong>de</strong>s, las tradiciones,<br />

las hablas, viven un perpetuo <strong>de</strong>smoronamiento.<br />

El nuestro, como lo ha documentado recientemente<br />

Guillermo Tovar y <strong>de</strong> Teresa (y la diaria<br />

experiencia), es un paisaje <strong>de</strong> varillas, <strong>de</strong> parches,<br />

<strong>de</strong> borrones; nuestro lenguaje pa<strong>de</strong>ce la tiranía <strong>de</strong><br />

esta misma provisionalidad institucionalizada y <strong>de</strong>viene<br />

balbuceo, monosílabo, ruido; nuestra memoria<br />

es objeto constante <strong>de</strong> <strong>de</strong>molición; los periódicos<br />

se <strong>de</strong>sbaratan en las hemerotecas; los muertos<br />

reclaman explicaciones amordazados por sellos oficiales.<br />

En contra <strong>de</strong>l monopolio <strong>de</strong> la memoria que<br />

<strong>de</strong>tenta el olvido, en favor <strong>de</strong>l sentido histórico <strong>de</strong>l<br />

que hablaba Hegel, y <strong>de</strong> su perfeccionamiento, es<br />

que libros como La feria <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong>ben visitarse.<br />

Son libros que cumplen con un propósito necesario<br />

<strong>de</strong>l presente: mantener al pasado en su <strong>de</strong>bida, necesaria,<br />

fascinante complejidad.


OCTAVIO PAZ<br />

<strong>José</strong> <strong>Juan</strong> <strong>Tablada</strong> y la música<br />

mo<strong>de</strong>rna<br />

Este artículo fue publicado originalmente en "La Cultura<br />

en México", suplemento <strong>de</strong> Siempre', en 1964.<br />

Hace algunos años la Universidad Nacional publicó<br />

un libro <strong>de</strong> la señora Nina Cabrera: losé luan <strong>Tablada</strong><br />

en la intimidad, que contiene, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> una<br />

evocación <strong>de</strong>l poeta, varias cartas <strong>de</strong> gran interés biográfico<br />

y literario. Entre ellas recuerdo, por ejemplo,<br />

una dirigida a Alfonso Reyes, entonces en Madrid,<br />

en la que <strong>Tablada</strong> le anuncia el envío, para su<br />

publicación en la revista Índice, <strong>de</strong> unos poemas que<br />

(confía a su corresponsal) por su audacia provocarán<br />

la irritación <strong>de</strong> los medios literarios españoles.<br />

Esta carta fortalece una antigua creencia mía: la aparición<br />

<strong>de</strong> esos poemas en la famosa revista madrileña<br />

contribuye a explicar, así sea indirecta y parcialmente,<br />

cierto cambio <strong>de</strong> tono que por esos años se<br />

advierte en la poesía <strong>de</strong> <strong>Juan</strong> Ramón Jiménez, y,<br />

aunque parezca extraño, en la <strong>de</strong> Antonio Machado.<br />

Por el momento no tengo ocasión ni medios para<br />

comprobar esta conjetura, así que <strong>de</strong>jo el asunto<br />

para más a<strong>de</strong>lante. En cambio, me referiré a otro hecho<br />

poco conocido por los amantes <strong>de</strong> la música y<br />

la poesía mo<strong>de</strong>rnas.<br />

Como es sabido, sólo hasta ahora el público <strong>de</strong>scubre<br />

la obra <strong>de</strong> Varese, gracias a los esfuerzos <strong>de</strong><br />

los músicos jóvenes, como Boulez y Stockhausen y,<br />

sobre todo, a su Poema electrónico, tocado por primera<br />

vez durante la Exposición Universal <strong>de</strong> Bruselas,<br />

en el Pabellón <strong>de</strong> la Philips construido por Le<br />

Corbusier. La señora Cabrera <strong>de</strong> <strong>Tablada</strong> cuenta que,<br />

hacia 1920, el músico francés escribió una composición<br />

basada en un poema <strong>de</strong> su esposo: l/La Cruz <strong>de</strong>l<br />

CHANSON DE LÁ-HAUT<br />

(Vicente Huidobro)<br />

La Seine dort sous l'ombre <strong>de</strong> ses ponts.<br />

Je vais toumer la terre<br />

et je sonne mon cIarion<br />

vers toutes les mers.<br />

Sur le chemin <strong>de</strong> ton parfum<br />

toutes les abeilles et les paroles s'en vont.<br />

Reine <strong>de</strong> l'Aube <strong>de</strong>s Póles,<br />

Rose <strong>de</strong>s Vents que fane l'Automne.<br />

Dans ma tete un oiseau chante toute l'année.<br />

Sur". Aunque no ignoraba la amistad entre Varese<br />

y el poeta mexicano, no tenía noticias <strong>de</strong> esta colaboración.<br />

Hace poco oí la composición a que alu<strong>de</strong><br />

la viuda <strong>de</strong> <strong>Tablada</strong>. Se llama Offran<strong>de</strong>s y es una "cantata"<br />

dividida en dos partes: la primera es un poema<br />

<strong>de</strong> Vicente Huidobro, "Chanson <strong>de</strong> lá-haut"; la segunda,<br />

"La Croix du Sud", <strong>de</strong> nuestro poeta. Los dos<br />

poemas están en lengua francesa. El <strong>de</strong> Huidobro<br />

sin duda fue compuesto en ese idioma; no sé si ocurre<br />

10 mismo con el <strong>de</strong> <strong>Tablada</strong> o si se trata <strong>de</strong> una<br />

traducción. Ignoro también si fue recogido en alguno<br />

<strong>de</strong> sus libros. * Sobre todo esto -y sobre la circunstancias<br />

<strong>de</strong> la colaboración entre los poetas latinoamericanos<br />

y el músico francés- nuestro amigo<br />

González <strong>de</strong> Mendoza tal vez podría <strong>de</strong>cirnos algo.<br />

O el mismo Varese. La primera audición <strong>de</strong> Offran<strong>de</strong>s<br />

fue en 1922, en Nueva York. Dirigió la orquesta<br />

Carlos Salzedo; cantó los poemas la soprano Nina<br />

Koshetz.<br />

Confieso que este pequeño hallazgo me dio mucha<br />

alegría. Precursor <strong>de</strong> la poesía contemporánea<br />

en nuestra lengua, primer mexicano que habla con<br />

discernimiento <strong>de</strong>l arte precortesiano y <strong>de</strong>l popular,<br />

compañero y guía <strong>de</strong> López Velar<strong>de</strong>, amigo y <strong>de</strong>fensor<br />

<strong>de</strong> Orozco, Rivera y tantos otros, <strong>Tablada</strong> no cesa<br />

<strong>de</strong> sorpren<strong>de</strong>rnos. Hoy sabemos que su nombre<br />

y su obra también están unidos a una <strong>de</strong> las experiencias<br />

centrales <strong>de</strong> la música mo<strong>de</strong>rna. A más <strong>de</strong><br />

20 años <strong>de</strong> su muerte <strong>Tablada</strong> todavía espera -él,<br />

que <strong>de</strong>scubrió tantas cosas- ser <strong>de</strong>scubierto por nosotros.<br />

• El poema fue recogido posteriormente por Héctor Valdés,<br />

en <strong>José</strong> <strong>Juan</strong> <strong>Tablada</strong>, Obras, Pocs(a, /, México, UNAM, 1971. (E.)<br />

CANCiÓN DE ALLÁ ARRIBA<br />

El Sena duerme bajo la sombra <strong>de</strong> sus puentes.<br />

Veo girar la tierra<br />

y toco mi clarín<br />

hacia todos los mares.<br />

Sobre el camino <strong>de</strong> tu perfume<br />

huyen las abejas y las palabras.<br />

Reina <strong>de</strong> la Aurora <strong>de</strong> los Polos,<br />

Rosa <strong>de</strong> los Vientos que marchita el Otoño.<br />

En mi cabeza, un pájaro canta todo el año.


LA CROIX DU SUD<br />

(<strong>José</strong> <strong>Juan</strong> <strong>Tablada</strong>)<br />

Les femmes aux gestes <strong>de</strong> madrépore<br />

ont <strong>de</strong>s poils et <strong>de</strong>s lévres rouges d'orchidée<br />

Les singes du Póle sont albinos<br />

ambre et neige et sautent<br />

vetus d'aurore boréale<br />

Dans le Ciel il y a une affiche<br />

d'Oléo margarine<br />

Voici l'Arbre <strong>de</strong> la quinine<br />

et la Vierge <strong>de</strong>s Douleurs<br />

le Zodiaque toume dan s la nuit<br />

<strong>de</strong> fiévre jaune<br />

la pluie enferme tout le Tropique<br />

dans un cage <strong>de</strong> cristal<br />

C'est l'heure d'enjomper le crépuscule<br />

Comme un zébre vers l'Ile <strong>de</strong> jadis<br />

ou se réveillent les femmes assassinées<br />

LA CRUZ DEL SUR<br />

Las mujeres con gestos <strong>de</strong> madrépora<br />

tienen pelos y labios rojos <strong>de</strong> orquí<strong>de</strong>a<br />

Los monos <strong>de</strong>l Polo son albinos<br />

ámbar y nieve y saltan<br />

vestidos <strong>de</strong> aurora boreal<br />

En el cielo hay un anuncio<br />

<strong>de</strong> Óleo <strong>de</strong> margarina<br />

Aquí está el Árbol <strong>de</strong> la quinina<br />

y la Virgen <strong>de</strong> los Dolores<br />

el Zodíaco gira en la noche<br />

<strong>de</strong> fiebre amarilla<br />

la lluvia encierra todo el Trópico<br />

en una jaula <strong>de</strong> cristal<br />

Es la hora <strong>de</strong> atravesar el crepúsculo<br />

Como una cebra hacia la Isla <strong>de</strong> otro tiempo<br />

en que se <strong>de</strong>spertaban las mujeres asesinadas<br />

Versiones <strong>de</strong> <strong>Juan</strong> Vicente Melo


GUSTAVO GARCiA<br />

y abres los ojos y se<br />

<strong>de</strong>rraman las clarida<strong>de</strong>s<br />

El 14 <strong>de</strong> agosto <strong>de</strong> 1896, ya se sabe,<br />

tuvo lugar la primera proyección<br />

pública <strong>de</strong>l Cinematógrafo Lumiere<br />

en México, precisamente en<br />

el entresuelo <strong>de</strong> la Droguería Plateros<br />

(Plateros núm. 14). Una semana<br />

antes, los agentes <strong>de</strong> la casa Lumiere<br />

habían presentado el invento<br />

a Porfirio Díaz en el castillo <strong>de</strong><br />

Chapultepec. Se supone que a ambas<br />

exhibiciones asistieron los científicos,<br />

un poco en calidad <strong>de</strong> intelectuales<br />

<strong>de</strong>l régimen y otro poco<br />

por la natural curiosidad ante el<br />

nuevo símbolo <strong>de</strong>l progreso francés.<br />

No hay una nómina <strong>de</strong> esos primeros<br />

espectadores: se pue<strong>de</strong> suponer<br />

que a Chapultepec acudieron los intelectuales<br />

más viejos, Sierra, Gamboa,<br />

Limantour, Rabasa, en quienes<br />

el cinematógrafo <strong>de</strong>bió producir<br />

más extrañeza que entusiasmo. A la<br />

Droguería Plateros fueron, cuando<br />

menos, un anónimo reportero <strong>de</strong> El<br />

Monitor Republicano, a quien <strong>de</strong>bemos<br />

la primera <strong>de</strong>scripción <strong>de</strong>tallada<br />

<strong>de</strong>l evento, y Luis G. Urbina,<br />

quien en El Universal cantaría en<br />

diez cuartillas las posibilida<strong>de</strong>s poéticas,<br />

artísticas, <strong>de</strong> materializar sueños,<br />

<strong>de</strong>l aparato. Habla <strong>de</strong> duen<strong>de</strong>s<br />

y <strong>de</strong> hadas, <strong>de</strong> la amenidad <strong>de</strong> la<br />

ciencia, exige al cine el color y el sonido<br />

(más éste que aquél: siendo la<br />

fotografia monocromática entonces,<br />

Urbina entendía que el cine era fotografías<br />

en movimiento; en cambio,<br />

la calidad <strong>de</strong> espectáculo colectivo<br />

<strong>de</strong>l cine le hacía añorar el sonido<br />

<strong>de</strong>l teatro).<br />

Los entusiasmos <strong>de</strong> los intelectuales<br />

porfirianos por el cine son<br />

tan tibios como paradójicos: mientras<br />

Urbina se <strong>de</strong>dicó sólo a gozar<br />

<strong>de</strong>l cine, sin volver a escribir <strong>de</strong> él<br />

en el nuevo siglo, uno <strong>de</strong> los más indiferentes<br />

al aparato, Fe<strong>de</strong>rico Gamboa,<br />

prácticamente sobrevivió en<br />

sus últimos años gracias a los <strong>de</strong>rechos<br />

cinematográficos <strong>de</strong> sus novelas<br />

Santa y Suprema ley (a mediados<br />

<strong>de</strong> los veinte incluso trabajó escribiendo<br />

las leyendas <strong>de</strong> los intertítulos<br />

<strong>de</strong> películas mexicanas). Se aventuran<br />

hipótesis: los mo<strong>de</strong>rnistas en<br />

<strong>Tablada</strong> en el cine<br />

general estaban más aptos para recibir<br />

el cine como 10 estaban para<br />

enten<strong>de</strong>r la vida como suma <strong>de</strong> actitu<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ntistas, con fuerte énfasis<br />

en 10 fantástico y 10 onírico, algo<br />

que los naturalistas <strong>de</strong> la generación<br />

anterior <strong>de</strong>spreciaban <strong>de</strong> modo<br />

tajante. Sin embargo, en esos mismos<br />

años nacía la primera generación<br />

eminentemente cinematográfica<br />

(Carlos Noriega Hope, los Contemporáneos,<br />

los unive rsitarios<br />

vasconcelistas), que crecería junto<br />

con el cine, que apren<strong>de</strong>ría a hablar<br />

y a madurar con él.<br />

Luis G. Urbina había dado la<br />

bienvenida a la república <strong>de</strong> las letras<br />

a <strong>José</strong> <strong>Juan</strong> <strong>Tablada</strong> en un artículo<br />

<strong>de</strong> El Siglo XIX; <strong>Tablada</strong> pasa en<br />

1891 a colaborar en El Universal,<br />

junto a Urbina. Se entrega a la traducción<br />

<strong>de</strong> prosa francesa, como <strong>de</strong>be<br />

<strong>de</strong> ser; su poesía evoca aún a la<br />

pintura galante rococó, aunque ya<br />

se acerca a la salvajada sensual <strong>de</strong><br />

la Misa negra. Con todo, si fue a ver<br />

los cortos <strong>de</strong> los Lumiere, no 10 consignó<br />

en ninguna parte; cuando llegó<br />

el cinematógrafo a México, <strong>Tablada</strong><br />

tenía 25 años; cuando viaja a<br />

París, su viaje a Citeria, ya cayó Porfirio<br />

Díaz, y sin embargo, se <strong>de</strong>dica<br />

a consignar las viejas formas <strong>de</strong> la<br />

belle époque (la Bella Otero, el ocio<br />

<strong>de</strong>l café, el box). Cierto, el cine titubeaba<br />

entonces, no encontraba la<br />

gramática <strong>de</strong>finitiva que Griffith establecería<br />

entre 1913 Cfudith <strong>de</strong> Bethulia)<br />

y 1916 (Intolerancia); el cine<br />

era puro experimento, cortos <strong>de</strong> peripecia<br />

<strong>de</strong>satada con Georges Mélies<br />

como único artista a caballo entre<br />

la vieja y la nueva mentalida<strong>de</strong>s<br />

(Fantasía dando la mano a Ciencia).<br />

Las promesas <strong>de</strong>l cine tardaban en<br />

cumplirse y los intelectuales miraban<br />

a otra parte.<br />

La revolución había terminado<br />

con nuestra helle époque, y la primera<br />

gran guerra cancelaría la europea.<br />

Los zapatistas habían arrasado<br />

con la casa japonesa <strong>de</strong> <strong>Tablada</strong> en<br />

Coyoacán, y la realidad misma le<br />

exigía aplicar sus aficiones y talentos<br />

en los nuevos centros <strong>de</strong> la mo<strong>de</strong>rnidad;<br />

quizá si hubiera vuelto a<br />

París en los veinte, hubiera embonado<br />

en los movimientos vanguardistas<br />

que reanimaban al romanticismo<br />

por la vía <strong>de</strong>l psicoanálisis<br />

rayado <strong>de</strong> marxismo. Pero <strong>Tablada</strong><br />

había pasado, hacia 1917, por Nueva<br />

York: si en su tránsito parisino<br />

podía <strong>de</strong>scribir a la Bella Otero, prototipo<br />

<strong>de</strong> la diva, <strong>de</strong> la vamp original,<br />

<strong>de</strong> la mujer fatal, como "¡Arcángel,<br />

loba, princesa, lumia, súcubo,<br />

estrella! Con el espanto <strong>de</strong> los abis-


mos y la fragancia <strong>de</strong> los jardines,<br />

pasas <strong>de</strong>vastadora como una plaga,<br />

fatal y bella, y en carne urente clavan<br />

su huella tus escarpines ... ", su<br />

vistazo neoyorquino lo obliga incluso<br />

a cambiar <strong>de</strong> ritmo, a integrar<br />

ciertas síncopas jazzeadas, a vincular<br />

nerviosismo con ironía, para que<br />

lo que vea sean "¡Mujeres que pasáis<br />

por la Quinta A venida/ tan cerca<br />

<strong>de</strong> mis ojos, tan lejos <strong>de</strong> mi vida!<br />

... ¡Mujeres jire proofa la pasión<br />

inertes,! hijas <strong>de</strong> la mecánica Venus<br />

ma<strong>de</strong> in America;l <strong>de</strong> vuestra fortaleza,<br />

la <strong>de</strong> las cajas fuertes, es el secreto<br />

... ¡idéntica combinación numérica!"<br />

Tan inasibles una como la<br />

anterior, la neoyorquina suponía un<br />

nuevo <strong>de</strong>safio que entrañaba nuevas<br />

estrategias <strong>de</strong> lectura. <strong>Tablada</strong><br />

apostó, <strong>de</strong> nuevo, a la mo<strong>de</strong>rnidad,<br />

por la vía <strong>de</strong> la Venus mo<strong>de</strong>rna.<br />

A partir <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1926, <strong>José</strong><br />

<strong>Juan</strong> <strong>Tablada</strong> envía a El Universal<br />

dos colaboraciones semanales: Memorias<br />

<strong>de</strong> <strong>José</strong> <strong>Juan</strong> <strong>Tablada</strong>, es su<br />

recuperación <strong>de</strong>l tiempo perdido, la<br />

documentación urgida <strong>de</strong> un mundo<br />

irrecuperable; Nueva York <strong>de</strong> día<br />

y <strong>de</strong> noche es el registro <strong>de</strong>l instante,<br />

<strong>de</strong> lo más notorio que ocurre en<br />

una ciudad que es ya el centro <strong>de</strong>l<br />

mundo. Llama la atención que ambas<br />

columnas se complementen tan<br />

bien, como si sin una algo faltara a<br />

la otra, como si la <strong>de</strong>scripción <strong>de</strong> la<br />

bohemia porfiriana se ligara por tenues<br />

vasos comunicantes con el<br />

Nueva York <strong>de</strong> la jazz age, yescribiera<br />

en una columna sobre los<br />

años <strong>de</strong> formación para el goce intenso<br />

<strong>de</strong> la única ciudad a la altura<br />

<strong>de</strong> sus tiempos. Nueva York es, y así<br />

10 consigna <strong>Tablada</strong>, la ciudad <strong>de</strong> los<br />

gangsters matándose a balazos en<br />

Broadway, los boxeadores como estrellas<br />

(y Jack Dempsey como un<br />

dios), las flappers y las goldiggers <strong>de</strong>finiendo<br />

la moral sexual y la estética<br />

femenina, los experimentos para<br />

negar la muerte, encontrar al espíritu<br />

y proyectarlo en rayos tangibles,<br />

las leyes <strong>de</strong> prohibición <strong>de</strong> bebidas<br />

alcohólicas dando lugar a bares<br />

clan<strong>de</strong>stinos y bebedores muertos al<br />

consumir veneno puro, el espectáculo<br />

<strong>de</strong> pirámi<strong>de</strong>s <strong>de</strong> coristas emplumadas<br />

<strong>de</strong>l Follies <strong>de</strong> Ziegfield.<br />

<strong>Tablada</strong> llega a un Nueva York<br />

abonado por la cultura revolucionaria<br />

mexicana: por ahí pasaron ya los<br />

muralistas, Carlos Chavez está por<br />

estrenar HP, Covarrubias pinta escenografias<br />

teatrales, las artesanías<br />

combinan la gracia <strong>de</strong> lo exótico, lo<br />

popular, lo artistico y lo vanguardista<br />

a los ojos ingenuos <strong>de</strong> la izquierda<br />

estadouni<strong>de</strong>nse, D.H. Lawrence<br />

está por publicar ya La serpiente emplumada.<br />

Y en una <strong>de</strong> sus primeras<br />

entregas, <strong>Tablada</strong> apunta que Nueva<br />

York le recibe con un diálogo <strong>de</strong>l<br />

que se <strong>de</strong>spren<strong>de</strong> lo siguiente: "-Y<br />

ya que se habla <strong>de</strong> California y <strong>de</strong><br />

las flores, interrumpió suspirando<br />

un poeta <strong>de</strong>l auditorio, noches pasadas<br />

admiré en una pantalla <strong>de</strong><br />

Broadway a Dolores <strong>de</strong>l Río . . . Estrella<br />

que apenas nace y ya está en<br />

el cenit. Me dicen que es mexicana.<br />

¿La conoce usted, señor <strong>Tablada</strong>?"<br />

(El Universal, 17/ I11926). El poeta<br />

no pue<strong>de</strong> respon<strong>de</strong>r, aunque en las<br />

siguientes semanas tendrá abundantes<br />

oportunida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> informarse no<br />

sólo sobre Dolores <strong>de</strong>l Río sino sobre<br />

la creciente colonia cinematográfica<br />

mexicana en Hollywood. Ya<br />

están allá Lupe Vélez, que hasta entonces<br />

sólo había hecho cortos para<br />

Hal Roach con Stan Laurel y Oliver<br />

Hardy y estaba por dar el campanazo<br />

alIado <strong>de</strong> Douglas Fairbanks<br />

en The Gaucho; Ramón Novarro<br />

también arañaba su gloria suprema<br />

con Ben Hur, a la que volveremos<br />

más a<strong>de</strong>lante, y Dolores <strong>de</strong>l Río misma<br />

filmaría, nada más en ese 1926,<br />

High Steppers, The Whole Town is<br />

Talking, Pals First y What Price<br />

Glory? <strong>Tablada</strong> está ya cerca <strong>de</strong> los<br />

sesenta años y, sin embargo, madurar<br />

en contacto con el cine como<br />

mero espectáculo le ha preparado<br />

para escribir <strong>de</strong> él con entusiasmo<br />

y sorpresa aunque también con conocimiento<br />

<strong>de</strong> causa técnico (apela<br />

continuamente a la terminología<br />

cinematográfica, al close up, a la distinción<br />

entre guionista, director y<br />

productor, etcétera). En su libro El<br />

mundo <strong>de</strong> las sombras (1920, Andrés<br />

Botas), Carlos Noriega Hope ya ha<br />

dado cuenta <strong>de</strong> Hollywood como fábrica<br />

<strong>de</strong> sueños, como industria <strong>de</strong><br />

ficciones. Ahora toca a <strong>Tablada</strong>, como<br />

treinta años atrás a su amigo Urbina,<br />

recuperar esas fantasías, aunque<br />

sean tan palpables como las actrices<br />

y los actores, que ya por serlo<br />

escapan en un grado a la mera humanidad.<br />

Para <strong>Tablada</strong>, la industria <strong>de</strong>l espectáculo<br />

es la paradoja <strong>de</strong>l placer<br />

y la crueldad <strong>de</strong>l circo (tras las piruetas<br />

<strong>de</strong> los animales está la tortura<br />

<strong>de</strong> la domesticación). El 3 <strong>de</strong> marzo<br />

<strong>de</strong> 1929, reflexiona a partir <strong>de</strong>l divorcio<br />

<strong>de</strong> Dolores <strong>de</strong>l Río y Jaime<br />

<strong>de</strong>l Río, quien muere poco <strong>de</strong>spués:<br />

Cuando D'Annunzio i<strong>de</strong>ntificó al<br />

público <strong>de</strong> los teatros con un<br />

monstruo, no podía prever que el<br />

advenimiento <strong>de</strong>l Cine, ese monstruo,<br />

habría <strong>de</strong> adquirir sus caracteres<br />

más bestiales. ¿Será esto,<br />

acaso, porque el mismo Cine ha<br />

exacerbado esa bestialidad halagando<br />

las más bajas pasiones <strong>de</strong>l<br />

vestiglo y alimentándolo, pródigo,<br />

con la carne cruda <strong>de</strong> las más<br />

groseras sensualida<strong>de</strong>s? . . Sea<br />

lo que fuere, la monstruosidad<br />

<strong>de</strong>l público ejercitándose en el<br />

Cine y especialmente sobre sus<br />

mujeres, recuerda a la <strong>de</strong>l fabuloso<br />

Minotauro. Pagando a esas<br />

mujeres a precio <strong>de</strong> oro, el público<br />

las consi<strong>de</strong>ra como sus escla-<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

28<br />

vas y se reserva sobre ellas todos<br />

los <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> intimidad y privanza<br />

( . . . ) No sólo les exige el<br />

público que muestren sobre la<br />

pantalla todos sus atractivos corpóreos,<br />

realzados por el dinamismo<br />

específico; no sólo les exige<br />

los más realistas simulacros amorosos<br />

y las más sutiles técnicas<br />

<strong>de</strong>l arte <strong>de</strong> besar, precedidas por<br />

todos los remilgos y garatusas<br />

<strong>de</strong> la especiosa seducción, sino<br />

que ... les pi<strong>de</strong> lo que el propio<br />

Minotauro, más generoso o menos<br />

complicado, olvidó... ¡les<br />

exige el sacrificio <strong>de</strong> sus recónditos<br />

pudores y el total espectáculo<br />

<strong>de</strong> su vida privada!<br />

En el otro extremo, <strong>Tablada</strong> celebra<br />

las posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l cine, siempre<br />

a partir <strong>de</strong> un pretexto mexicano.<br />

Ramón Novarro alcanza el estrellato<br />

absoluto con Ben Hur (1925,<br />

Fred Niblo), la inversión más costosa<br />

<strong>de</strong> una MGM que buscaba encontrar<br />

a un latin lover que <strong>de</strong>splazara<br />

a Rodolfo Valentino, entonces bajo<br />

contrato con United Artists. <strong>Tablada</strong><br />

<strong>de</strong>dica dos artículos aBen Hur,<br />

reproduciendo los comentarios <strong>de</strong><br />

las espectadoras ("-Oh, Ramón Novarro.<br />

He is a <strong>de</strong>ar . .. ¡Tiene un perfil<br />

numismático, un cuerpo <strong>de</strong> joven<br />

dios ' '') y agregando por su parte:<br />

Ramón Novarro es en estos momentos<br />

el centro <strong>de</strong> la <strong>de</strong>slumbrante<br />

y vertiginosa apoteosis<br />

que acaba <strong>de</strong> producir el arte cinematográfico,<br />

superando a todas<br />

las pretendidas obras maestras<br />

que aquí se habían producido.<br />

Escribo arte cinematográfico,<br />

pero no sin reservas, pues tanto<br />

transige en este país con el gusto<br />

público y tan servilmente lo<br />

halaga, que premeditada y voluntariamente<br />

se convierte en industria,<br />

abdicando <strong>de</strong> virtu<strong>de</strong>s superiores<br />

en pro <strong>de</strong> las macizas ganancias.<br />

El empresario verda<strong>de</strong>ramente<br />

artista, francés, alemán o italiano,<br />

diría: "Vamos a usar el dinero<br />

para producir arte" y el <strong>de</strong><br />

aquí dice 10 contrario: "Vamos a<br />

usar el arte para producir dinero."<br />

Pero con todo ello, Ben Hur,<br />

la superpelícula que acaba <strong>de</strong> estrenarse<br />

y que tiene a Ramón Novarro<br />

por archimimo, es algo insólito<br />

y magnífico, don<strong>de</strong> se con<strong>de</strong>nsan<br />

y acrisolan las gran<strong>de</strong>s<br />

cualida<strong>de</strong>s que el espíritu yanqui<br />

ha llevado a esa clase <strong>de</strong> espectáculos<br />

(El Universal, 311I11926).<br />

El9 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong> 1927, <strong>Tablada</strong><br />

anotaba, referida al cine, una ten<strong>de</strong>ncia<br />

personal: "No creo tampoco<br />

que a Gloria Swanson o a Hilda<br />

Gray le atribuya ninguno funciones<br />

patrióticas ni trascen<strong>de</strong>ncias racia-


les." Y lo <strong>de</strong>cía a partir <strong>de</strong> Lupe Vélez,<br />

o más bien <strong>de</strong> la innegable atracción<br />

que le <strong>de</strong>spertaba la ex-tiple,<br />

ahora ascen<strong>de</strong>nte estrella hollywoo<strong>de</strong>nse,<br />

futura Mexican spitfire y leyenda<br />

negra. En 1929, adjetivaba así<br />

la carrera <strong>de</strong> Vélez: "Pero 'nuestra<br />

Lupe', como dicen quienes se contentan<br />

con posesiones metafísicas,<br />

tuvo por trono el teatro Rialto y reinó<br />

en Broadway durante tres semanas<br />

consecutivas. Y no fue el Rialto<br />

su trono único, pue.s al mismo tiempo<br />

tronaba -perdón por el galicismo<br />

que nada tiene que ver con<br />

nuestros Sábados <strong>de</strong> Gloria- en el<br />

Embassy como heroína <strong>de</strong> El canto<br />

<strong>de</strong>l lobo, Lupus vs. Lupe, yen no sé<br />

cuál teatro más con El Gaucho en reprise<br />

. .. Así, pues, la Lupe <strong>de</strong> uste<strong>de</strong>s,<br />

ejerció sobre Broadway no sólo<br />

la potestad <strong>de</strong> un reinado individual,<br />

sino la plural <strong>de</strong> todo un<br />

directorio militar . . . 'Lupe Vélez en<br />

la pantalla y en persona', <strong>de</strong>cían los<br />

gran<strong>de</strong>s anuncios, matizados por el<br />

día y por la noche incan<strong>de</strong>scentes<br />

y agregaban: 'No es up to date quien<br />

no haya visto a Lupe', a Lupe Vélez<br />

'el Ciclón Mexicano', a '¡Lupe Whoopee!'"<br />

(El Universal, 1l/ IV/ 1929).<br />

Veían confirmados los entusiasmos<br />

que dos años antes, en el artículo<br />

<strong>de</strong>l 9 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong> 1927, le hicieron<br />

profetizar: " . .. mi torpe patriotismo<br />

no presintió que la tiple-jazz<br />

iba a convertirse en algo tan nacional<br />

como Huitzilopochtli, pero un<br />

Huichilobos con ojos rimel, cejas<br />

pencil, boca fruncida en beso astringente,<br />

pelo a la Bob y a la Marcel:<br />

manicurado, quizá pedicurado .. .<br />

Un Huichilobos danzarín, vacilador,<br />

apetitoso, golfo, con ángel y a<strong>de</strong>más<br />

en funciones no sólo raciales, sino<br />

patrióticas ... "<br />

El cine es el tema recurrente <strong>de</strong><br />

la columna <strong>de</strong> <strong>Tablada</strong>; como si no<br />

hubiera temas superiores, <strong>de</strong>dica<br />

sus párrafos al perro Rinty ("Rin Tin<br />

Tin es el poeta <strong>de</strong> su raza"), a las<br />

aventuras exóticas <strong>de</strong> Chang (Merian<br />

C. Cooper y Ernest B. Schoedsack)<br />

("Hermana en maestría <strong>de</strong><br />

Nanuck <strong>de</strong>l Polo y <strong>de</strong>l Moana <strong>de</strong>l Mar<br />

Austral es Chang obra que, uniendo<br />

al valor emocional y estético el<br />

técnico o fotogénico, sin recursos<br />

bastardos, realiza la difícil supermaestría");<br />

como ya se ve, el cine<br />

<strong>de</strong> Flaherty, también The Sea Beast<br />

(1926, Millard Webb) que traicionaba<br />

a Melville, las ini<strong>de</strong>ntificables<br />

Simba y Ashes, las alemanas Variety<br />

(1925, Ewald-André Dupont) y El<br />

gabinete <strong>de</strong>l doctor Caligari en reestreno.<br />

Si en 1896 omitió la llegada<br />

<strong>de</strong>l cine a México, ahora seguía paso<br />

a paso el avance <strong>de</strong>l Vitaphone.<br />

En 1926, ante el estreno <strong>de</strong> la versión<br />

con pista musical <strong>de</strong> Don <strong>Juan</strong><br />

(Alan Crosland), confesaba: "Fuera<br />

absolutamente vano, <strong>de</strong>l todo inútil,<br />

que yo pretendiera dar a los lectores<br />

i<strong>de</strong>a cabal <strong>de</strong> ese mo<strong>de</strong>rnísimo<br />

Ramón Novarro.<br />

prodigio que se llama el Vitáfono.<br />

Aún estoy conmovido y fascinado,<br />

aun me parece, a pesar <strong>de</strong> la evi<strong>de</strong>ncia,<br />

haber sido víctima <strong>de</strong> algún alucinante<br />

hechizo y hasta llegaría a<br />

dudar <strong>de</strong> mis propios sentimientos,<br />

si allí, en pleno Broadway, dos veces<br />

al día, no se repitiera el prodigio<br />

ante millares <strong>de</strong> espectadores<br />

atónitos y conmovidos como yo<br />

mismo ( . .) y así, a las m aravillas<br />

<strong>de</strong>l Cine, se aña<strong>de</strong>n las <strong>de</strong>l Vitáfono<br />

y al po<strong>de</strong>r emocional <strong>de</strong>l drama<br />

legendario, la música, una partitura<br />

especial, un score que refu erza las<br />

situaciones trágicas o emotivas,<br />

punto por punto, convierte la producción<br />

cinematográfica en una especie<br />

<strong>de</strong> nueva ópera, con caracteres<br />

exclusivos y propios <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong><br />

su sorpren<strong>de</strong>nte mo<strong>de</strong>rnidad" (El<br />

Universal, 17/ X/ 1926). Pero <strong>Tablada</strong>,<br />

como todos, vio al Vitaphone poner<br />

en peligro al cine mismo. El éxito<br />

<strong>de</strong> Don <strong>Juan</strong>, In Old San Francisco<br />

y El cantante <strong>de</strong> jazz obligó no sólo<br />

a los gran<strong>de</strong>s estudios, sino a todo<br />

el cine <strong>de</strong>l mundo a cambiar su forma<br />

misma <strong>de</strong> representación; el sonido<br />

hacia innecesarias cierta mímica<br />

y ciertas técnicas <strong>de</strong> montaje, pero<br />

<strong>de</strong>jaba al medio totalmente fuera<br />

<strong>de</strong> control: los gran<strong>de</strong>s creadores <strong>de</strong><br />

la gramática cinematográfica (Grif-<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

"20<br />

fith, Eisenstein, Chaplin) vieron con<br />

recelo al nuevo invento y tardaron<br />

buen tiempo en usarlo. En 1928, <strong>Tablada</strong><br />

<strong>de</strong>spedía al cine mudo con<br />

una melancolía que anunciaba, a la<br />

vez, que estaba por terminar sus artículos<br />

sobre el cine mismo: "Después<br />

<strong>de</strong> tantas filosofías sobre el Cine,<br />

que ya no se llama movies sino<br />

talkies, pues ya es ruidoso y vocinglero;<br />

ahora que en Broadway y más<br />

allá hay medio millar <strong>de</strong> teatros con<br />

Vitaphones, Mo vietones o Cinephones,<br />

m edito consternado en que ya<br />

no habrá para quien, en m edio <strong>de</strong><br />

este báratro ensor<strong>de</strong>cedor, busca la<br />

paz sedante y el bienestar tranquilo,<br />

aquellos golfos inefables <strong>de</strong> quietud,<br />

mudos remansos y golfos <strong>de</strong> silencio<br />

que ayer brindaron los hospitalarios<br />

cines sin voz ... " (El<br />

Universal, 9/ IX/ 1928). El cine fu e,<br />

para <strong>Tablada</strong>, uno <strong>de</strong> los muchos<br />

mundos que vio nacer y cambiar:<br />

dichoso espectador.<br />

Nota <strong>de</strong>l autor: Las abundantes notas sobre<br />

cine <strong>de</strong> <strong>José</strong> <strong>Juan</strong> <strong>Tablada</strong> son ejemplos<br />

brillantes y ricos <strong>de</strong> crónica y <strong>de</strong><br />

reseña, llenos <strong>de</strong> referencias al instante.<br />

Más allá <strong>de</strong> su reedición <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong><br />

algún tomo que rescate a la columna<br />

Nueva York <strong>de</strong> día Y <strong>de</strong> noche, se hace necesaria<br />

una edición anotada y com<br />

entada.


en medio <strong>de</strong> la plazuela <strong>de</strong> al<strong>de</strong>a,<br />

aquella cuyas casas parecen haber<br />

sido construidas como a tientas, por<br />

arquitectos y albañiles ciegos, el<br />

Emperador Amarillo vuelve a aparecer,<br />

firme y luminoso entre los escombros<br />

organizados <strong>de</strong>l terremoto<br />

cubista:<br />

2,967 años antes <strong>de</strong> Cristo, viajaba<br />

el augusto personaje costeando<br />

la playa septentrional <strong>de</strong>l Mar Rojo<br />

y ascendiendo luego a la cumbre <strong>de</strong><br />

las montañas <strong>de</strong> Kuen Lan. Al regresar<br />

hacia el sur notó que había perdido<br />

su perla mágica, y <strong>de</strong>solado<br />

conjuró para encontrarla al ingenio<br />

y a la sabiduría; pero fue en vano<br />

. . . Conjuró al arte, con igual resultado<br />

negativo; conjuró a la elocuencia;<br />

conjuró a su vista y a sus<br />

sentidos: mas en vano fue todo conjuro<br />

. .. Por fin conjuró a la Nada y<br />

la Nada le <strong>de</strong>volvió íntegra su mágica<br />

perla azul:<br />

Así habla Chuang-Tsé, discípulo<br />

<strong>de</strong> Laotzu, máximo filósofo <strong>de</strong> China,<br />

para quien esa "Nada" es el Tao,<br />

es Dios, es 10 inexpresable, y el apólogo<br />

<strong>de</strong>l Emperador Amarillo significa<br />

que la perla mágica, el espíritu,<br />

no pue<strong>de</strong> recobrarse por la sabiduría,<br />

el arte o la retórica, que<br />

Foto: Estudio nnoco.<br />

obscurecen la intuición en vez <strong>de</strong><br />

iluminarla y que sólo la paz <strong>de</strong> la<br />

perfecta quietud logró restaurar la<br />

conciencia espiritual <strong>de</strong>l Emperador<br />

Amarillo . ..<br />

Un símbolo mo<strong>de</strong>rno. El Emperador<br />

Amarillo se me apareció, pues,<br />

para <strong>de</strong>cirme que aquellas mujeres<br />

<strong>de</strong> la antesala <strong>de</strong>l Cine, habían perdido<br />

como él la perla <strong>de</strong>l espíritu y<br />

10 buscaban <strong>de</strong>sesperadamente como<br />

ciegos a quienes se les hubieran<br />

caído los ojos <strong>de</strong> las cuencas . ..<br />

Esa búsqueda <strong>de</strong> 10 esencial y <strong>de</strong><br />

10 impon<strong>de</strong>rable en el mundo materialista<br />

y fenomenal, adon<strong>de</strong> no<br />

está o adon<strong>de</strong> sólo existe en parte<br />

mínima, ¿es uno <strong>de</strong> los más conmovedores<br />

signos <strong>de</strong> los tiempos que<br />

corren? .. Sólo ese afán pue<strong>de</strong> explicar<br />

las contradicciones y las incoherencias<br />

<strong>de</strong>l mo<strong>de</strong>rno vivir, los<br />

frenéticos ímpetus <strong>de</strong> un hedonismo<br />

que opacaría a la misma Síbaris,<br />

junto a los arrobos y los ensimismamientos<br />

frente a las páginas <strong>de</strong>l Tao<br />

<strong>de</strong> Laotzu, o El rostro <strong>de</strong>l silencio <strong>de</strong><br />

Dhan Gopal Mukerji, o la Conciencia<br />

cósmica <strong>de</strong> Alí Nomad, libros que<br />

pasan hoy <strong>de</strong> mano en mano y suelen<br />

encontrarse junto a la vanity ca-<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

se <strong>de</strong> la misma flapper militante.<br />

Hay épocas en que la vida humana<br />

tiene un ritmo que la gobierna<br />

y que es evi<strong>de</strong>nte en todas sus manifestaciones;<br />

pero en la vida actual<br />

ese ritmo parece haberse dislocado<br />

y el afán por establecerlo a todo<br />

trance es la causa <strong>de</strong> nuestras más<br />

íntimas angustias y <strong>de</strong> nuestras activida<strong>de</strong>s<br />

más excéntricas .<br />

y esta misma película que acaba<br />

<strong>de</strong> ser exhumada con todos sus honores,<br />

un lustro <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> no haber<br />

sido comprendida ni valorizada,<br />

este Gabinete <strong>de</strong>l Doctor Caligari que<br />

noche a noche está llevando al Play­<br />

House <strong>de</strong> la Quinta Avenida a la inteligentzia<br />

<strong>de</strong> Nueva York, este drama<br />

expresionista que acabamos <strong>de</strong><br />

admirar tú y yo, me parece un perfecto<br />

síntoma <strong>de</strong> nuestro estado<br />

mental, con sus intuiciones sofocadas,<br />

sus conflictos <strong>de</strong> sombra y luz,<br />

sus distorsiones y su telón <strong>de</strong> fondo<br />

<strong>de</strong> locura.<br />

Así me habló Tomi Reegal, <strong>de</strong><br />

vuelta <strong>de</strong>l teatro, a 10 largo <strong>de</strong> la<br />

Quinta Avenida, mientras la luna<br />

iba rodando por los techos <strong>de</strong> los<br />

rascacielos ..<br />

Nueva York, noviembre <strong>de</strong> 1926.


JOSÉ JUAN TABLADA<br />

A Margarita Sanger *<br />

Margaret Sanger (1883-1966) fue la pionera <strong>de</strong>l<br />

control <strong>de</strong> la natalidad en Estados Unidos. Enfermera<br />

en los barrios bajos <strong>de</strong> Nueva York, estudió la relación<br />

entre la pobreza, la fertilidad y la mortalidad<br />

infantil y maternal y comenzó a luchar en contra<br />

<strong>de</strong> las leyes opuestas al aborto voluntario y al control<br />

<strong>de</strong> la natalidad, por lo que fue encarcelada varias<br />

veces. Una <strong>de</strong> las cabezas visibles <strong>de</strong>l naciente<br />

movimiento feminista internacional, Sanger publicaba<br />

una revista, The Woman Rebel, y un boletín,<br />

Birth Control Review. En 1916 inauguró la primera<br />

clínica <strong>de</strong> control natal en su país. En 1920 fundó<br />

la Liga <strong>de</strong>l Control Natal, en Nueva York. <strong>Tablada</strong><br />

pertenecía a la mesa directiva <strong>de</strong> la Liga y era amigo<br />

personal <strong>de</strong> Sanger, con la que sostuvo una correspon<strong>de</strong>ncia<br />

que obra en po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Centro <strong>de</strong> Estudios<br />

Literarios. Por otra parte, vale mencionar que<br />

<strong>José</strong> Vasconcelos, secretario <strong>de</strong> Educación, presidió,<br />

el 21 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 1923, la ceremonia en la que, a<br />

iniciativa <strong>de</strong> varios estudiantes, se nombró a <strong>Tablada</strong><br />

"poeta representativo <strong>de</strong> lajuventud". Héctor Valdés<br />

(<strong>José</strong> <strong>Juan</strong> <strong>Tablada</strong>, Obras 1, 621) reproduce el<br />

discurso firmado, entre otros, por Manuel Rodriguez<br />

Lozano, Abraham Ángel, Adolfo Best Maugard y un<br />

tal Dr. Luis Mén<strong>de</strong>z. El discurso alu<strong>de</strong>, en passant,<br />

al poema "<strong>de</strong>dicado a Margarita Sanger", que Valdés<br />

<strong>de</strong>clara no conocer. Dice el discurso: "En otros<br />

poemas, como el <strong>de</strong>dicado a Margarita Sanger, Ta-<br />

blada hace resonar su lira con el más hondo sentido<br />

<strong>de</strong>l dolor humano y promete, más allá <strong>de</strong> las sensiblerías<br />

y los pudores, una re<strong>de</strong>nción social". Se infiere<br />

<strong>de</strong> ahí que el poema fue conocido en México,<br />

aunque, aparentemente (y esto sin duda a causa <strong>de</strong><br />

sus revolucionarias i<strong>de</strong>as) nunca fue publicado.<br />

Margarita Sanger aparece también en La resurrección<br />

<strong>de</strong> los ídolos, la novela que <strong>Tablada</strong> publicó en<br />

1924 en las "publicaciones exclusivas <strong>de</strong> El Universal<br />

nustrado". Se lee en el capítulo primero: "¡Las mujeres<br />

mexicanas tienen la pasividad <strong>de</strong> las squaw aborígenes<br />

sumada al se<strong>de</strong>ntarismo <strong>de</strong> las mujeres<br />

moras! A pesar <strong>de</strong>l feminismo, que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Norte<br />

les sopla vientos <strong>de</strong> emulación; a pesar <strong>de</strong> Margarita<br />

Sanger, cuyos consejos siguen esporádicamente,<br />

no por razones sociológicas o <strong>de</strong> moral, que parece<br />

paradójico, o <strong>de</strong> economía doméstica, sino para 'sobrevivir<br />

al amor', para prolongar el don <strong>de</strong> sí misma<br />

al hombre, a su hombre, que muchas veces la<br />

mata con un puñal fulminante .. . "<br />

Margaret 5anger.<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

32<br />

Guillermo Sheridan<br />

• Este poema forma parte <strong>de</strong> una colección <strong>de</strong> inéditos<br />

que acaba <strong>de</strong> publicar el más reciente número <strong>de</strong> Literatura<br />

Mexicana, la revista que dirige Margit Frenk en el Centro<br />

<strong>de</strong> Estudios Literarios <strong>de</strong> la Universidad Nacional.


El pescador<br />

La tierra la nieve se bebió<br />

y por nueva vez brotan l los ciruelos en flor.<br />

Parecen <strong>de</strong> oro nuevo las hojas <strong>de</strong>l saúz<br />

y <strong>de</strong> lánguida plata el lago todo luz.<br />

Es la hora en que las mariposas color <strong>de</strong> azufre<br />

se duermen <strong>de</strong> la flor sobre el perfume.<br />

Un pescador la red ha echado<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> su bote inmóvil<br />

astillando el cristal <strong>de</strong>l lago. 2<br />

1 También anota: surgen.<br />

2 Seguramente <strong>Tablada</strong> recordó este poema al escribir su<br />

hai-kai "Peces voladores":<br />

Al golpe <strong>de</strong>l oro solar<br />

Estalla en astillas el vidrio <strong>de</strong>l mar.<br />

3 Falta la traducción <strong>de</strong> la última estrofa. Propongo la<br />

siguiente:<br />

Sus pensamientos están en el hogar con ella,<br />

a quien regresará con provisiones<br />

como una golondrina vuelve con su pareja.<br />

The fishennan<br />

The earth has drunk the snow<br />

and now the plum trees are blossoming once more.<br />

The willow leaves are like new gold;<br />

the lake is molten silver.<br />

It is the hour<br />

when sulphur-Ia<strong>de</strong>n butterflies<br />

rest their velvet heads upon the flowers.<br />

A fisherman casts forth bis nets<br />

from a motionless boat,<br />

and the surface of the lake is broken.<br />

His thoughts are at home with her<br />

to whom he will return with food,<br />

like a swallow to its mate.<br />

Li-TéÜ-Pó.<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

36<br />

Cantan los pájaros en<br />

el crepúsculo<br />

El viento <strong>de</strong>l crepúsculo<br />

lleva un trino <strong>de</strong> aves a la ventana<br />

don<strong>de</strong> la novia está sentada.<br />

Bordando sobre la seda<br />

las flores <strong>de</strong> una primavera.<br />

La cabeza levanta pensativa<br />

y cae <strong>de</strong> sus manos la tarea<br />

pues distraída en el ausente piensa.<br />

"En las frondas tupidas<br />

pue<strong>de</strong> a su compañera<br />

hallar el pájaro<br />

pero todas las lágrimas que vierte<br />

la novia <strong>de</strong> sus ojos entornados<br />

como una lluvia silenciosa<br />

no harán que regrese el amado."<br />

y piensa prosiguiendo su trabajo:<br />

"Bordar los fragmentos <strong>de</strong> un poema<br />

entre las flores <strong>de</strong> su túnica<br />

y quizás esos versos le digan que a mí vuelva".<br />

The 17irds are singing at dusk<br />

At dusk a cool wind<br />

blows' the song birds to a window<br />

where a mai<strong>de</strong>n is sitting.<br />

She is embroi<strong>de</strong>ring a piece of silk<br />

with bright flowers.<br />

She lifts her head;<br />

her work falls from her hands<br />

for her thoughts have flown to him<br />

who is far away.<br />

"It is easy for a bird to find its mate<br />

among the branches,<br />

but a11 the tears<br />

that fall like the rain of heaven<br />

from a mai<strong>de</strong>n's eyes<br />

will not recall her well-beloved".<br />

She bends over her work once more:<br />

"1 wil1 weave a fragment of verse<br />

among the flowers of his robe,<br />

and perhaps its words wil1 tell him to return".<br />

Li-Tal-Pó.


A la orilla <strong>de</strong>l río 1<br />

A la orilla <strong>de</strong>l río<br />

las doncellas se bañan entre los lotos<br />

No se les ve <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la playa<br />

mas se oyen sus risas cuando estallan.<br />

Sobre la arena<br />

sus trajes <strong>de</strong> seda perfuman el viento.<br />

Un apuesto jinete pasa cerca,<br />

a una <strong>de</strong> las doncellas le brinca el corazón<br />

y encendida en rubor<br />

luego corre a escon<strong>de</strong>rse<br />

en el macizo <strong>de</strong> lotos en flor.<br />

1 Difiere <strong>de</strong> la versión publicada en "Los ojos <strong>de</strong> la<br />

máscara" <strong>de</strong> lnterseccioru:s:<br />

Junto al río<br />

A la orilla <strong>de</strong>l río<br />

las doncellas se bañan entre los lotos;<br />

no se les ve <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la playa<br />

mas óyense sus risas cuando estallan<br />

mientras que en los peñascos, sus se<strong>de</strong>ños<br />

ropajes, perfuman el viento.<br />

Un gallardo jinete pasa cerca,<br />

a una <strong>de</strong> las doncellas le salta el corazón<br />

y encendida en rubor<br />

corre luego a escon<strong>de</strong>rse<br />

en el macizo <strong>de</strong> lotos en flor.<br />

A t the nver's edge<br />

At the river's edge<br />

mai<strong>de</strong>ns are bathing among the water lilies;<br />

they are hid<strong>de</strong>n from the shore,<br />

but their laughter can be heard,<br />

and on the bank<br />

their silken robes perfume the wind.<br />

A youth on 'horseback passes near;<br />

one of the mai<strong>de</strong>ns feels her heart beat faster,<br />

and she blushes <strong>de</strong>eply.<br />

Then she hi<strong>de</strong>s herself<br />

among the c1ustered water-lilies.<br />

Li-Tal-Pó.<br />

• Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

37<br />

Embnag71ez <strong>de</strong> cnnor 1<br />

Cuando el viento murmura<br />

a través <strong>de</strong>l Palacio <strong>de</strong> las Aguas<br />

tiemblan las hojas <strong>de</strong>l nenúfar.<br />

Indolente divaga el Rey <strong>de</strong> Lu<br />

tendido en la terraza <strong>de</strong> Ku-Su.<br />

Frente a él Sy-Ché danza<br />

y ondula con su ritmo<br />

lleno <strong>de</strong> frágil gracia ...<br />

Sensual en su cansancio<br />

y al final sonriente<br />

apóyase en el regio lecho <strong>de</strong> ja<strong>de</strong> blanco<br />

y mira hacia el oriente.<br />

1 Aparece en "Los ojos <strong>de</strong> la máscara" <strong>de</strong> lnterseccioru:s<br />

exactamente igual.<br />

Intoxicatwl1 ol 1m p<br />

The petals of the water-lilies tremble<br />

as the wind murmure<br />

through the Palace of the Waters.<br />

The King of Lou<br />

lounges idly on the terrace of Kou-SOu;<br />

before him is Sy-Ché;<br />

she is dancing,<br />

and her movements are rhythmic<br />

and full of <strong>de</strong>licate grace.<br />

Then she laughs,<br />

sensous in her weariness;<br />

she leans against the royal white ja<strong>de</strong> bed,<br />

and gazes toward the east.<br />

BIBLIOGRAFÍA<br />

Li-Tal-Pó.<br />

Chinue Lyrics from the Book of lak, translated from the<br />

french of Judith Gautier by James Whitall, New York,<br />

B.W. Huebsch, 1918.<br />

García <strong>de</strong> Aldrige, Adriana, "Las fuentes chinas <strong>de</strong> <strong>José</strong><br />

<strong>Juan</strong> <strong>Tablada</strong>", en BuIletin of Hispanic Stut&s, núm. 60,<br />

1983, pp. 109-119.<br />

Giles, Herbert A., A History of Chinue Literature, New<br />

York, D. Appleton and Company, 1909.<br />

Meyer Minnemann, IOaus, "Formas <strong>de</strong> escritura i<strong>de</strong>ográfica<br />

en Li-Po y otros poemas <strong>de</strong> <strong>José</strong> <strong>Juan</strong> <strong>Tablada</strong>," en<br />

Nueva Revista <strong>de</strong> Filología Hispánica, vol. XXVI, 1988,<br />

núm. 1, pp. 433-453.<br />

<strong>Tablada</strong>, <strong>José</strong> <strong>Juan</strong>, Obras: Poesía I, (recopilación, edición,<br />

prólogo y notas <strong>de</strong> Héctor Valdés), México, UNAM,<br />

1971 .


Sin duda <strong>José</strong> <strong>Juan</strong> <strong>Tablada</strong> es ampliamente conocido<br />

como poeta. Tien<strong>de</strong> a relegarse a un segundo<br />

plano la amplia labor que como periodista, crítico<br />

literario y crítico <strong>de</strong> arte <strong>de</strong>sempeñó en revistas y<br />

periódicos mexicanos y estadouni<strong>de</strong>nses durante<br />

más <strong>de</strong> cinco décadas.<br />

Sin <strong>de</strong>masiado entusiasmo, y más consi<strong>de</strong>rándolo<br />

como un medio <strong>de</strong> ganarse la vida, <strong>Tablada</strong> entró<br />

al periodismo, tal vez con la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que sería una<br />

actividad pasajera, actividad que sin embargo terminaría<br />

cultivando toda su vida. Los temas que tocó en<br />

su obra periodística son amplios y variados; entre éstos,<br />

las artes siempre ocuparon un lugar relevante.<br />

Escribió buen número <strong>de</strong> artículos sobre autores<br />

y obras <strong>de</strong> la literatura mexicana, latinoamericana,<br />

ADRIANA SANDOVAL<br />

lidad <strong>de</strong>sigual. Probablemente, la presión <strong>de</strong> producir<br />

artículos incidió negativa e inevitablemente en<br />

su calidad. Octavio Paz escribe: <strong>Tablada</strong> "vivió <strong>de</strong>l<br />

periodismo yo el periodismo acabó por <strong>de</strong>vorarlo"<br />

(Paz, 341). o<br />

Si bien es cierto que su prolijidad periodística pudo<br />

haber menguado el tiempo <strong>de</strong>dicado, por ejemplo,<br />

a la poesía, también es cierto que este diario ejercicio<br />

le otorgó a la prosa <strong>de</strong> <strong>Tablada</strong> una flui<strong>de</strong>z y<br />

un <strong>de</strong>sparpajo conspicuos en los dos volúmenes <strong>de</strong><br />

sus memorias, don<strong>de</strong> es claro un mayor cuidado, interés<br />

y atención.<br />

La actitud <strong>de</strong> <strong>Tablada</strong> hacia el periodismo varió,<br />

según su propio comentario. Al principio, esta tarea<br />

no le "entusiasmaba" y la consi<strong>de</strong>raba como un me-<br />

La crítica literaria<br />

estadouni<strong>de</strong>nse y europea -básicamente francesa;<br />

ocasionalmente escribió sobre algún autor oriental,<br />

árabe, indio o japonés. En todos los casos, se ocupó<br />

tanto <strong>de</strong> la poesía como <strong>de</strong> la prosa; aquélla predomina<br />

en los primeros años y ésta en los últimos.<br />

En sus columnas periodísticas, <strong>Tablada</strong> comentaba<br />

no sólo los libros que a él le interesaban, sino también,<br />

cuando así 10 consi<strong>de</strong>raba pertinente, algunos<br />

<strong>de</strong> los libros que constantemente le enviaban para<br />

ese fin los propios autores. A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> que tenía prestigio<br />

como poeta, era sabida y reconocida su amplia<br />

cultura, al igual que su buen criterio artístico.<br />

Llama la atención que muchos <strong>de</strong> los autores mencionados<br />

por <strong>Tablada</strong> en sus notas sobre libros hayan<br />

sido sus amigos, como él mismo apunta en el<br />

propio artículo o en sus memorias. En su momento<br />

se le tachó <strong>de</strong> parcial, a 10 que respondió en Las sombras<br />

largas con humor y no poca arrogancia:<br />

Puedo sincerarme <strong>de</strong> tal <strong>de</strong>bilidad con un argumento<br />

constructor y positivo: ¡No tengo ni he tenido amigos<br />

mediocres! ... No atribuyo méritos a mis amigos, porque<br />

lo sean, sino lo contrario, son mis amigos, porque<br />

poseen méritos . .. (cap. XXXV).<br />

La crítica literaria tabladista no se circunscribe estrictamente<br />

a los libros. Sus enfoques son variados:<br />

algunas veces se centra en el llamado contenido <strong>de</strong>l<br />

texto, otras atien<strong>de</strong> a cuestiones formales; otras más<br />

dibuja semblanzas <strong>de</strong>l autor. Tien<strong>de</strong> a exaltar aquellos<br />

líbros provistos <strong>de</strong> 10 que consi<strong>de</strong>raba un alto elemento<br />

espiritual, especialmente en los artículos <strong>de</strong><br />

las dos últimas décadas <strong>de</strong> su vida, seguramente como<br />

resultado <strong>de</strong> sus inclinaciones teosóficas. En no<br />

pocos artículos hace gala <strong>de</strong> su sentido <strong>de</strong>l humor,<br />

cáustico y corrosivo.<br />

La crítica literaria <strong>de</strong> <strong>José</strong> <strong>Juan</strong> <strong>Tablada</strong> es <strong>de</strong> ca-<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

38<br />

ro medio <strong>de</strong> subsistencia. Ya en su madurez, sin embargo,<br />

cuando aprecia más los valores espirituales,<br />

concibe el periodismo prácticamente como una labor<br />

social y escribe:<br />

Hoyes diverso, porque al <strong>de</strong>sarrollarse en la conciencia<br />

el sentimiento altruista <strong>de</strong>l <strong>de</strong>ber hacia los <strong>de</strong>más,<br />

encontramos con que en un país don<strong>de</strong> el libro es contingente<br />

y los editores avaros y estultos, es el periodismo<br />

la única oportunidad ofrecida al escritor para ser<br />

útil a los <strong>de</strong>más (Las sombras . .. , cap. IX).<br />

<strong>Tablada</strong> inició su larga y prolífica carrera como<br />

periodista a los diecinueve años, en 1890, publicando<br />

crónicas dominicales en El Universal, bajo el título<br />

<strong>de</strong> "Rostros y máscaras". En ese periódico firmó<br />

ocasionalmente con el seudónimo <strong>de</strong> "Revelator".<br />

En su labor como periodista, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong>l apoyo <strong>de</strong><br />

Rafael Reyes Spíndola, fundador y director entonces<br />

<strong>de</strong> ese periódico, recibió el estímulo <strong>de</strong> escritores <strong>de</strong><br />

la talla <strong>de</strong> Manuel Gutiérrez Nájera, Luis G. Urbina,<br />

<strong>José</strong> Martí y <strong>José</strong> Enrique Rodó (La feria, 182-184).<br />

Las primeras notas críticas <strong>de</strong> <strong>Tablada</strong>, centradas<br />

en la poesía, en particular aquellas <strong>de</strong> mayor extensión<br />

publicadas en la Revista Mo<strong>de</strong>rna y en la Revista<br />

Mo<strong>de</strong>rna <strong>de</strong> México, participan <strong>de</strong>l estilo muy ornamentado<br />

<strong>de</strong> la época, pleno <strong>de</strong> vuelos retóricos.<br />

Como Rubén Darío -también periodista toda su<br />

vida, y también miembro <strong>de</strong>l servicio exterior- y<br />

como Manuel Gutiérrez Nájera, y siguiendo la teoría<br />

bau<strong>de</strong>leriana <strong>de</strong> las correspon<strong>de</strong>ncias, <strong>José</strong> <strong>Juan</strong><br />

<strong>Tablada</strong> concibe a las artes como elementos <strong>de</strong> un<br />

solo conjunto con continuas intersecciones. Es visible<br />

su amplia información y formación artística, pues<br />

conoce, no sólo a artistas y músicos mexicanos, sino<br />

también a los clásicos europeos y a la vanguardia<br />

<strong>de</strong> los extranjeros. A continuación, un ilustrati-


esa voracidad antropófaga (<strong>de</strong> allí el exacto nombre<br />

"vorágine") <strong>de</strong> los bosques y las yunglas milenarios<br />

es la conquista lírica <strong>de</strong> <strong>José</strong> Eustasio Rivera. Antes<br />

<strong>de</strong> su aporte esas selvas o no tenían vida o la tenían<br />

insignificante y falsa, más llenas <strong>de</strong> rumores bucólicos<br />

y <strong>de</strong> suspiros nemorosos que <strong>de</strong> la espantable<br />

sinfonía que es su voz verda<strong>de</strong>ra y cuya tónica, como<br />

la <strong>de</strong>l mar, es un eco <strong>de</strong> espanto rodando, cóncavo,<br />

en el misterio profundo. Frente a La vorágine<br />

lo que pueda haber <strong>de</strong> selvático en Atala, en Maria<br />

la <strong>de</strong>l Cauca o en La Cabaña <strong>de</strong>l Tío Tom resulta tan<br />

trivial como una <strong>de</strong>coración <strong>de</strong> pastorela o una viñeta<br />

romántica. Eso en la geografia literaria americana;<br />

en la exótica, el mismo Libro <strong>de</strong> las selvas <strong>de</strong><br />

Kipling, grandioso como es, pier<strong>de</strong> por la contextura<br />

<strong>de</strong> fábula -a la Esopo, aunque a veces épica- y<br />

por las infiltraciones <strong>de</strong> humour, el pavor trágico que<br />

caracteriza a la obra <strong>de</strong> Rivera.<br />

Sólo <strong>de</strong> El corazón <strong>de</strong> las tinieblas <strong>de</strong> Joseph Conrad<br />

pue<strong>de</strong> uno acordarse a propósito <strong>de</strong> La Vorágine<br />

y más como emulación que como prece<strong>de</strong>ncia.<br />

En esta última, la fascinación y el maleficio <strong>de</strong> la<br />

Selva son un sortilegio plural, in<strong>de</strong>terminado y casi<br />

abstracto. Los árboles no dañan sino porque son infinitos,<br />

como el pez "caribe", pequeño en sí, terrible<br />

en el cardumen, capaz <strong>de</strong> dilacerar en instantes<br />

a un hombre, <strong>de</strong>scarnándolo hasta el esqueleto.<br />

La Selva en función <strong>de</strong> Vorágine, es <strong>de</strong>cir <strong>de</strong><br />

"atraer y <strong>de</strong>vorar", no pue<strong>de</strong> compararse sino al mar.<br />

Ambas inmensida<strong>de</strong>s subyugan a los hombres con<br />

heliotropismo fatal, les embovedan el alma con los<br />

sortilegios <strong>de</strong> sus negras magias y convirtiéndolos<br />

en sonámbulos los con<strong>de</strong>nan a peregrinar por sus<br />

ámbitos, terrestres o pontinos, ¡hasta sepultarlos en<br />

sus abismos en ambos casos ver<strong>de</strong>s, móviles y alejados<br />

<strong>de</strong>l esplendor solar!<br />

Pero la impiedad y la truculencia selváticas son<br />

mayores que las <strong>de</strong>l mar. Éste a pesar <strong>de</strong> sus aparatosas<br />

catástrofes, <strong>de</strong> sus monstruos y <strong>de</strong> sus vendavales<br />

suele <strong>de</strong>jar con vida a los nautas que lo surcan,<br />

pero la Selva no. El mar tiene un maelstrom pero<br />

en la Selva "incidit in Scyllam qui vult vitare Charybdim"<br />

, porque ella, íntegra y fatal, es la vorágine!<br />

Quizás la Selva es una inmensa boa anaconda, arquetipo<br />

<strong>de</strong> monstruos, <strong>de</strong>l que los <strong>de</strong>más organismos,<br />

fauna y flora, caimanes carniceros y orquí<strong>de</strong>as venenosas,<br />

no son sino células. Boa gigantesca, leviatán<br />

terrestre, su vaho hipnotizador atrae y enloquece<br />

al mísero aventurero que al fin sucumbirá entre<br />

el abrazo constrictor <strong>de</strong> sus anillos invisibles, pero<br />

omnipresentes ...<br />

Hasta las entrañas <strong>de</strong> ese vestigio llegan el alucinado<br />

poeta Arturo Cova, que por el "Ananké" sobre<br />

la frente parece un chozno <strong>de</strong> Edgard Poe, y Alicia<br />

su lamentable amante . . . El primer acto <strong>de</strong> la tragedia<br />

es como un lívido relámpago en los llanos <strong>de</strong><br />

Casanare a cuya luz espectral pasan las estampas <strong>de</strong><br />

la salvaje vida criolla que tienen <strong>de</strong> Goya, <strong>de</strong> Callot,<br />

<strong>de</strong> los Centauros y <strong>de</strong> los Pieles Rojas .. .<br />

Luego la tragedia entra en plena Selva, a esa región<br />

<strong>de</strong> misterio surcada por siete ríos enormes que<br />

parecen resguardarla como siete dragones, fluidos<br />

y terribles, el Caquetá, el Vaupes, el Inírida, el Guaviare,<br />

el Vichada, el Meta, el Elo ... Siete fosos ante<br />

la Ciuda<strong>de</strong>la <strong>de</strong> Satán; siete sellos apocalípticos; siete<br />

amonestaciones pavorosas .. . ¡pero el poeta alucinado<br />

y su daifa sonámbula y la comparsa <strong>de</strong> ilotas<br />

y malandrines que va con ellos, prosiguen como im-<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

43<br />

pelidos por el "fatum" , a empellones, como reacios<br />

con<strong>de</strong>nados a muerte, entre los árboles que al paso<br />

<strong>de</strong>l pávido tropel amenazan y gesticulan como en<br />

los dibujos <strong>de</strong> Ruelas!<br />

Estas notas a vuela pluma intentan llamar la atención<br />

pública sobre una <strong>de</strong> las obras magistrales que<br />

ha producido la novela americana, la primera quizá<br />

en el sentido autóctono y terrígeno, y quieren rendir<br />

un homenaje al poeta Rivera que tuvo con su estro<br />

singular, cordiales sentimientos, disciplinas caballerescas,<br />

prestancia atlética. Por estas dos últimas<br />

virtu<strong>de</strong>s se me antoja un retoño <strong>de</strong> los Conquistadores<br />

cuya sangre tenía. Como ellos, aunque con fines<br />

superiores, se lanzó a la aventura y conquistó<br />

la Selva. En medio <strong>de</strong> ella vio, como un enorme corazón,<br />

al monstruoso ídolo <strong>de</strong> piedra y se encaró con<br />

él y 10 golpeó con su mandoble ¡y el ídolo arrojó chispas<br />

que fueron como lenguaje <strong>de</strong> luz!<br />

Éste no es un símil vano, es una verdad porque<br />

gracias a Rivera nuestra América que era sólo un concepto<br />

arqueológico para el mundo, ha comenzado a<br />

hablar con sentido espiritual y humano.<br />

Taltlada dI,,""'"r. Mexko, 1901.<br />

Pero Rivera hizo más, hizo que el ídolo confesara<br />

sus crímenes, que revelara esa infame explotación<br />

<strong>de</strong> los "caucheros", ébano humano <strong>de</strong> los mo<strong>de</strong>rnos<br />

piratas industriales; crimen nefando en el que cuatro<br />

naciones, Ecuador, Brasil, Colombia y Venezuela,<br />

son cómplices puesto que 10 toleran y verdugos<br />

puesto que entregan a sus propios hijos.<br />

* * *<br />

La muerte <strong>de</strong> Rivera fue una venganza <strong>de</strong> la Selva;<br />

fue una flecha envenenada con curare que <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

allá atravesó volando el Continente y vino a herirlo<br />

a Nueva York; fue, como en el caso <strong>de</strong> Roosevelt,<br />

una consecuencia <strong>de</strong>l paludismo que el poeta contrajera<br />

en las yunglas . . .<br />

La Selva no perdona, ni al zurdo Nemrod que mutiló<br />

a nuestra América ni al excelso poeta que la glorificó.<br />

¡La Vorágine!<br />

Nueva York, enero 1920.


EUGENIO MONTEJO<br />

Rimbaud R 1<br />

Se ha hablado mucho sobre él, ¿no se habla mucho siempre<br />

<strong>de</strong> los reyes? Y no obstante, ¡qué <strong>de</strong>sconcierto al añadir<br />

otra página! ¿Perteneció acaso su reino a 10 real, a 10<br />

irreal? ¿Qué pesquisa pulverizada pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>velarnos la<br />

imagen <strong>de</strong>l Rimbaud Rey? Sabemos que era <strong>de</strong>masiado joven<br />

cuando hubo ganado el Imperio, mas <strong>de</strong>bemos or<strong>de</strong>nar<br />

en los actos <strong>de</strong> su espíritu la concreción <strong>de</strong> su linaje.<br />

¿En qué instante se inicia la dinastía <strong>de</strong> su or<strong>de</strong>n sagrado?<br />

Precisamos el dato <strong>de</strong> su ascensión sólo por el tono<br />

<strong>de</strong> su habla. Ignoramos el día en que tomó el reino en<br />

sus manos. Se cuidó <strong>de</strong> callarnos esta revelación. Cuando<br />

dijo: -"Voy a <strong>de</strong>scifrar todos los misterios, misterios<br />

religiosos o naturales, muerte, nacimiento, porvenir, pasado,<br />

cosmogonía, nada", ya hablaba el lenguaje <strong>de</strong>l Rey.<br />

No preten<strong>de</strong>mos hurgar en sus proclamas un mito <strong>de</strong><br />

anti-verdad ni elucidar las claves <strong>de</strong> sus alejandrinos perdidos.<br />

Queremos aproximar una vía <strong>de</strong> sensibilidad al<br />

reino don<strong>de</strong> sus ór<strong>de</strong>nes, sus anatemas, afirman nuestra<br />

vitalidad <strong>de</strong> futuro. Acaso la juventud y el <strong>de</strong>stello <strong>de</strong> brevedad<br />

<strong>de</strong> esta Poética sean tan sorpren<strong>de</strong>ntes como para<br />

procrear la sospecha. Pero estas meras cifras exteriores<br />

insertan un gesto irrecusable: el <strong>de</strong> haber sometido su alma<br />

cuidadosamente a un proceso <strong>de</strong> éxtasis, fulguración,<br />

vi<strong>de</strong>ncia y posesión múltiples. En su última lin<strong>de</strong>, ese gesto<br />

quizás intenta invertir el curso <strong>de</strong> la sangre e instaura<br />

una aventura menos gratuita en el acto <strong>de</strong> ser.<br />

Sabemos que escrutó en el fondo <strong>de</strong> nosotros la noche<br />

en que el ser se levanta <strong>de</strong> su caída y oteó los giros <strong>de</strong><br />

la más profunda constelación. Nos consta que para salir<br />

<strong>de</strong> su reino construyó un barco <strong>de</strong> sí mismo, <strong>de</strong> su propia<br />

ebriedad, y cruzó en sus aguas interiores los tifones más<br />

impenitentes, las heladas <strong>de</strong> la <strong>de</strong>solación y el silencio<br />

ilímite <strong>de</strong>l mar. En cada uno <strong>de</strong> estos actos, 10 sabemos,<br />

perfeccionaba una irrupción hacia 10 irreal trascen<strong>de</strong>nte<br />

y construía una a una las leyes <strong>de</strong> un nuevo sistema <strong>de</strong><br />

imaginación. Nunca quiso <strong>de</strong>scansar en su propia aventura,<br />

más aún, forjó un motor <strong>de</strong> antifelicidad con que<br />

se acechaba a sí mismo: "la felicidad era mi fatalidad, mi<br />

remordimiento, mi gusano", <strong>de</strong>cía. Hizo <strong>de</strong>l trabajo <strong>de</strong>l<br />

Imperio el trabajo <strong>de</strong> su alma: probó en él las penurias<br />

y alegrías <strong>de</strong> todos los hombres y <strong>de</strong>tectó su proce<strong>de</strong>ncia<br />

oscura. Impuso la velocidad <strong>de</strong> su vida a las máquinas que<br />

forjaban el porvenir, y le bastó. En el <strong>de</strong>vocionario <strong>de</strong> sus<br />

gran<strong>de</strong>s seguidores se recauda un diezmo <strong>de</strong>l espíritu en<br />

el sentido legítimo <strong>de</strong> la primicia. A lo último, cuando hubo<br />

<strong>de</strong>vuelto la magia poética a estado <strong>de</strong> génesis, cuando<br />

pudo enfrentar con regocijo la comprobación <strong>de</strong> cada una<br />

<strong>de</strong> sus profecías, bajó <strong>de</strong> su trono con diecinueve años,<br />

una pastilla <strong>de</strong> chocolates y la abdicación final. A las puertas<br />

<strong>de</strong>l reino, ya <strong>de</strong> salida, pudo escuchársele su última<br />

admonición: "-esclavos, no maldigamos la vida".<br />

Este Imperio <strong>de</strong> Rimbaud es ejercido en un frente muy<br />

distinto <strong>de</strong> todas las realezas prece<strong>de</strong>ntes. Lo vemos llevar<br />

su palacio tras <strong>de</strong> sí como una carpa, para rectificar<br />

en cada paso las líneas ganadas a 10 <strong>de</strong>sconocido. Lo miramos<br />

cumplir una acrobacia sobre sí mismo, recorriendo<br />

calculadamente los sistemas <strong>de</strong> su luci<strong>de</strong>z interior, tramando<br />

las conquistas <strong>de</strong> sus infiernos: "yo <strong>de</strong>beria tener<br />

mi infierno para la cólera, mi infierno para el orgullo y<br />

el infierno <strong>de</strong> la caricia: un concierto <strong>de</strong> infiernos". A las<br />

almenas <strong>de</strong> ese palacio sube para formular los heraldos<br />

<strong>de</strong>l <strong>de</strong>venir, y lo hace creando un alfabeto personal, cuyas<br />

vocales han sufrido la trasmutación <strong>de</strong> su alquimia poética.<br />

Cuando mira nacer el instante para el cual se ha ejercitado<br />

con astucia, lanza el grito justo que se convierte en<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

contraseña espiritual <strong>de</strong> su tiempo: cambiar la vida, y encama<br />

en ese grito la fórmula mítica principal <strong>de</strong> su época.<br />

Ahora ya podía <strong>de</strong>cir a su yo: "un golpe <strong>de</strong> tu <strong>de</strong>do en<br />

el tambor <strong>de</strong>senca<strong>de</strong>na todos los sonidos y comienza la<br />

nueva armonía". Aquel yo que persiguió incansablemente<br />

<strong>de</strong>ntro y fuera <strong>de</strong> sí, en el cual experimentó siempre,<br />

con una fechoria premeditada, todas las esencias malditas<br />

<strong>de</strong> su alquimia. Por entonces, quienes oyeron ese golpe<br />

sin fin, ese cruce <strong>de</strong> ruta, pudieron percibir el cambio<br />

<strong>de</strong> una corriente vital, el nacimiento <strong>de</strong> un habla, <strong>de</strong> un<br />

sistema <strong>de</strong> respiración universal, <strong>de</strong> un tipo humano distinto,<br />

no sólo más real que los existentes, sino también<br />

más irreal que los inventados. ¿No ha afirmado Henry Miller<br />

que en el mundo futuro el tipo Rimbaud reemplazará<br />

al tipo Hamlet y al tipo Fausto? En un grito don<strong>de</strong> 10<br />

imaginativo doblega el escarnio <strong>de</strong> 10 oscuro, esta nueva<br />

armonía -que <strong>de</strong>sconcertó por su fascinación y fijó ellími<br />

te máximo arrebatado en su hora a 10 invisible e inaudible-<br />

funda el espacio imperial <strong>de</strong> Rimbaud.<br />

Empero, el mito <strong>de</strong> su verbo no es superior al mito <strong>de</strong><br />

su silencio. Ambos complementan la imagen <strong>de</strong>l Rimbaud<br />

que se recrea en los dos estados <strong>de</strong> su vida como en la<br />

luz y la sombra. Quien pudo callar por su propia mutilación,<br />

quien conservó el valor <strong>de</strong> enmu<strong>de</strong>cer ante el reto<br />

<strong>de</strong> su inmensa propensión a poetizar, genera un pavoroso<br />

<strong>de</strong>sconcierto a quienes preten<strong>de</strong>n <strong>de</strong>velar su enigma<br />

con rigores <strong>de</strong> anodina logicidad. No creo que Rimbaud<br />

hubiese llegado en su obra al límite <strong>de</strong> lo imposible y haya<br />

preferido silenciarse. Ello equivaldría a suponer un<br />

Rimbaud agotado y atrapado en el movimiento <strong>de</strong> su ser.<br />

Me resisto a mirar ese silencio como una traición a su genio,<br />

según la versión ética <strong>de</strong> Albert Camus. En el rigor<br />

<strong>de</strong> su increpación, se exige la continuidad y se lamenta<br />

la obra superior a la Saison en Enfer <strong>de</strong> la cual, es su <strong>de</strong>cir,<br />

Rimbaud nos priva voluntariamente.<br />

Esa obra más gran<strong>de</strong> que la Saison existe: es el silencio<br />

mismo, el silencio encamado en expresión ardiente.<br />

y ese silencio no implica una traición ni una imposibilidad:<br />

es el curso natural <strong>de</strong> su poética, la melodía incesante<br />

que sólo se acalla <strong>de</strong>l todo cuando Rimbaud es<br />

enterrado. No es un callar en sí mismo, es un callar valorizado,<br />

un callar <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber hablado como el mejor<br />

oráculo <strong>de</strong> su era, un silencio erizado, lleno <strong>de</strong> contenido,<br />

que es una expresión en sí. Rimbaud no se va <strong>de</strong><br />

su reino preguntando por los caminos: ¿soy aún el Rey?<br />

Se calla, pero se lleva el Imperio consigo, perpetúa en él<br />

su misterio creador. El hecho <strong>de</strong> no oírlo no convalida su<br />

negación. Ese silencio es su último acto poético. Ante él<br />

estamos siempre como Ulises en su encuentro con las sirenas,<br />

según la interpretación tan lúcida, <strong>de</strong> Kafka:<br />

Para guardarse <strong>de</strong> las sirenas, Ulises se tapó los oídos<br />

con cera y se hizo amarrar al mástil. El canto <strong>de</strong> las<br />

sirenas lo traspasaba todo y la pasión <strong>de</strong> los seducidos<br />

hubiera hecho saltar prisiones más fuertes que mástiles<br />

y ca<strong>de</strong>nas ( ... ). Sólo que las sirenas tienen un arma<br />

más terrible aún que su canto: su callar. No aconteció,<br />

pero es imaginable la posibilidad <strong>de</strong> que alguien<br />

hubiera conseguido salvarse <strong>de</strong> su canto, pero <strong>de</strong> su<br />

silencio no se hubiera salvado.<br />

¿Cómo salvamos <strong>de</strong>l silencio <strong>de</strong> Rimbaud? ¿Cómo no<br />

oír esa otra ca<strong>de</strong>ncia con que él vuelve sobre nosotros <strong>de</strong><br />

su mu<strong>de</strong>z total? Todavía la poesía reina en la palabra. El<br />

acto poético se apega a la formulación <strong>de</strong>llogos, el único<br />

posible en nosotros. Cuando ocurra que el pensamiento<br />

<strong>de</strong>je a la palabra como se <strong>de</strong>ja una cárcel y pueda fulgurar<br />

a través <strong>de</strong> otros medios psíquicos aún imprevisibles,<br />

¿qué será <strong>de</strong> todas las poéticas escritas? Tal vez nos sea<br />

dado percibir entonces ese silencio <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su tono enunciativo<br />

como un proceso <strong>de</strong> comunicación que prescin<strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>l Verbo. Es <strong>de</strong>cir, un Imperio distinto fundado por Rimbaud<br />

cuyos umbrales ocultan porosas piedras <strong>de</strong> misterio.<br />

1966


lidad. Una lectura rápida, ¡nocente, una suerte <strong>de</strong> mudanza. Iluminada<br />

<strong>de</strong> Un corazón bajo la sotana nos por la luz escabrosa <strong>de</strong> esa "segunpermite<br />

<strong>de</strong>scubrir, apenas, una his- da realidad", la primera —la <strong>de</strong> los<br />

toria sentimental y ligeramente gro- hechos anecdóticos— se transforma,<br />

tesca, la aventura <strong>de</strong> un seminaris- adquiere una naturaleza distinta,<br />

ta humillado que escribe versos más Entonces, nos encontramos con algo<br />

o menos extravagantes. Pero, pre- diáfano y <strong>de</strong>smoralizador. El amor<br />

cisamente, algo nos impi<strong>de</strong> conten- <strong>de</strong>l seminarista no era, como creíatarnos<br />

con esta primera lectura: esa mos, un movimiento elevado <strong>de</strong>l esextravagancia<br />

que asoma en ciertos píritu, sino la máscara que encubre<br />

poemas y en ciertas frases y que en el instinto animal: la bella Timotina<br />

el texto <strong>de</strong>sempeña un papel idén- no enternece a Leonardo, lo excita;<br />

tico al <strong>de</strong> las ventosas que, en las ho- éste no es un ¡oven candido y románas<br />

<strong>de</strong> las plantas carnívoras, inmovi- tico <strong>de</strong>sinteresado <strong>de</strong> la carne, sino<br />

Í<br />

izan al insecto que se posa en ellas, un onanista; los poemas balbucien-<br />

El simple contacto es fatídico: poco a tes que escribe dicen expresar a un<br />

poco, el vegetal voraz irá consu- alma ingenua que busca a la divinimiendo<br />

al animal aprisionado, <strong>de</strong>s- dad, pero, en verdad, son elucubrapojándolo<br />

<strong>de</strong> su carne y su sangre, ciones licenciosas; los versos <strong>de</strong>licioenglutiéndolo.<br />

sámente musicales <strong>de</strong> La brisa, por<br />

Una lectura más <strong>de</strong>tenida y <strong>de</strong>s- ejemplo, alegorizan el falo; los perconfiada<br />

nos revela que la narración sona jes, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los seminaristas y el<br />

está impregnada <strong>de</strong> irreverencias, Superior hasta don Cesarino y la re<strong>de</strong><br />

insinuaciones escabrosas, <strong>de</strong> atre- llena sacristana, no son seres <strong>de</strong> carvimientos<br />

y malacrianzas. Percibí- ne y hueso, sino entelequias <strong>de</strong> monsmos<br />

entonces, con inquietud, una at- truos: la lascivia, la <strong>de</strong>slealtad, la<br />

mósfera malsana, tan importante vulgaridad, la insensibilidad, la estucomo<br />

los mismos hechos <strong>de</strong> la histo- pi<strong>de</strong>z. Por fin compren<strong>de</strong>mos el seria:<br />

el mal olor, el ja<strong>de</strong>o animal <strong>de</strong> creto <strong>de</strong>signio <strong>de</strong>l narrador, la meta<br />

los seminaristas, su aliento <strong>de</strong>sagra- profunda <strong>de</strong> la obra: la <strong>de</strong>scripción,<br />

dable, las <strong>de</strong>laciones estimuladas, la emboscada, <strong>de</strong> impulsos y funciones<br />

maligna curiosidad <strong>de</strong>l Superior y su que las buenas costumbres con<strong>de</strong>impudicia,<br />

la equívoca <strong>de</strong>scripción nan al silencio, la exposición públi<strong>de</strong><br />

los atributos físicos <strong>de</strong> Timotina ca <strong>de</strong> un sector <strong>de</strong> la experiencia que<br />

(que prefigura el soneto Venus ana- avergüenza a los hombres.<br />

dyoméne), la referencia constante a No es extraño que este exhibidociertos<br />

objetos fetichistas, como las nismo asustara a los albaceas literamedias,<br />

la función <strong>de</strong> algunos coló- ríos <strong>de</strong> Rimbaud y que ni Verlaine<br />

res, la situación ambigua durante la (convertido al catolicismo) ni Patertertulia<br />

en casa <strong>de</strong> Cesarino, la fuga ne Berrichon se ocuparan <strong>de</strong> publicar<br />

final. Todo ello cobra relieve parti- Un corazón bajo la sotana y que hucular,<br />

gana importancia en esta se- biera que esperar hasta la eclosión<br />

gunda lectura, hasta hacernos <strong>de</strong>s- surrealista para tener la satisfacción<br />

cubrir que los hechos que conforman inquietante <strong>de</strong> su lectura. Fueron Ariel<br />

relato son secundarios, pues lo dre Breton y Louis Aragón, en 1924,<br />

primordial, la verda<strong>de</strong>ra realidad quienes lo presentaron al público,<br />

<strong>de</strong>scrita por Rimbaud es ese clima El texto, escrito sin duda <strong>de</strong> corriruin,<br />

el aire sofocante, ese vaho <strong>de</strong> do (el manuscrito contiene apenas<br />

humores viscerales, <strong>de</strong> malos instin- cinco enmiendas <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong> Rimtos<br />

y funciones fisiológicas que en- baud), y luego <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñado por su<br />

vuelven a las cosas y a los persona- autor, está lleno <strong>de</strong> imágenes herjes<br />

<strong>de</strong> Un corazón bajo la sotana. mosas, pero la construcción <strong>de</strong> la<br />

Estas dos capas están separadas frase es <strong>de</strong>scuidada y, por momensólo<br />

en teoría; en la práctica son el tos, incorrecta, lo que dificulta su<br />

anverso y el reverso <strong>de</strong> una indivisi- traducción. He creído ser fiel a Rimble<br />

entidad. La obra literaria es un baud prefiriendo siempre la equivatodo<br />

orgánico y sus componentes, lencia <strong>de</strong> la imagen a la <strong>de</strong>l concepcomo<br />

los <strong>de</strong>l cuerpo vivo, no son di- to, la fi<strong>de</strong>lidad verbal a la concepsociables.<br />

Al <strong>de</strong>scubrir la existencia tual. No olvi<strong>de</strong>mos que Rimbaud es,<br />

disimulada <strong>de</strong> esa presencia atmos- ante y sobre todo, un poeta,<br />

férica, que fluye sibilinamente a lo<br />

largo <strong>de</strong> la narración, el texto sufre París, octubre <strong>de</strong> 1960<br />

Bihliotecü dé Mexico


En la esquina. la mesa <strong>de</strong> Un co/n <strong>de</strong> tabl., <strong>de</strong> Henrl Fantln-Latour"Verlalne y Ilmbaud.<br />

- ¿Por qué esta pregunta, Padre? ¿Bromean vuestros<br />

labios? .. Sí, yo creo en todo lo que dice mi madre<br />

... la Santa Iglesia.<br />

-Pero ... ¡Virgen encinta! Eso es la concepción,<br />

joven, ¡la concepción!<br />

-Padre, yo creo en la concepción.<br />

- Tenéis razón, joven. Se trata <strong>de</strong> algo ... -Calló.<br />

Luego dijo: - El joven J* * * me ha hecho un informe<br />

que comprueba una separación <strong>de</strong> piernas cada<br />

día más notoria, en vuestra postura en la sala <strong>de</strong> estudios;<br />

afirma haberos visto estirar todo el cuerpo<br />

bajo la mesa, como lo haría un joven . . . sin modales.<br />

Son hechos que no podéis negar . .. Acercaos,<br />

<strong>de</strong> rodillas, muy cerca <strong>de</strong> mí; voy a interrogaros con<br />

dulzura; <strong>de</strong>cidme, ¿separáis mucho las piernas, en<br />

la sala <strong>de</strong> estudios?<br />

Luego, puso su mano en mi hombro, alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong><br />

mi cuello: y sus ojos se aclaraban, y me hacía <strong>de</strong>cirle<br />

unas cosas sobre la separación <strong>de</strong> las piernas . . .<br />

Basta, prefiero confesaros que fue repugnante, yo<br />

que sé muy bien lo que esas escenas significan.<br />

Así, pues, me habían <strong>de</strong>latado, habían calumniado<br />

mi corazón y mi pudor - y como los informes y<br />

las cartas anónimas al Sup** * <strong>de</strong> unos alumnos contra<br />

otros eran autorizados y or<strong>de</strong>nados, yo no podía<br />

<strong>de</strong>cir nada- y tenía que venir a este cuarto, a ponerme<br />

en manos <strong>de</strong> ese gordo. ¡Ah, el seminario!<br />

10 <strong>de</strong> mayo ..<br />

Mis condiscípulos son horriblemente malvados,<br />

horriblemente lascivos. Todos esos profanos conocen<br />

la historia <strong>de</strong> mis versos y, en la sala <strong>de</strong> estudios,<br />

apenas vuelvo la cabeza, encuentro la cara <strong>de</strong>l<br />

ja<strong>de</strong>ante D*** que me susurra: ¿Y tu cítara? ¿Y tu<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

49<br />

cítara? ¿Y tu diario? Luego, el idiota <strong>de</strong> L*** enca<strong>de</strong>na:<br />

¿Y tu lira? ¿Y tu cítara? Después, tres o cuatro<br />

murmuran, en coro:<br />

Gran María<br />

Madre querida<br />

Yo soy un buenote. No me amargo la vida en vano,<br />

Dios mío. Pero, en todo caso, no soy un <strong>de</strong>lator,<br />

ni escribo anónimos y tengo a mi favor mi santa poesía<br />

y mi pudor.<br />

12 <strong>de</strong> mayo .<br />

¿No adivináis por qué muero <strong>de</strong> amor?<br />

Salud, me dice la flor; el ave: buenos días.<br />

La primavera es vida, mi ángel <strong>de</strong> ternura<br />

¿No adivináis por qué ardo <strong>de</strong> embriaguez?<br />

Angel <strong>de</strong> mi guarda, ángel <strong>de</strong> mi niñez<br />

¿no adivináis que me transformo en ave,<br />

que mi lira palpita y que aleteo<br />

como una golondrina? . .<br />

Hice estos versos ayer, durante el recreo; entré<br />

a la capilla, me encerré en un confesionario y, allí,<br />

mi joven poesía pudo empinarse y volar, en el sueño<br />

y en el silencio, hacia las esferas <strong>de</strong>l amor. Luego,<br />

como sé que noche y día me registran los bolsillos<br />

para llevarse hasta los papeles más pequeños,<br />

cosí esos versos en el ruedo <strong>de</strong> mi último vestido,<br />

el que toca mi piel: y mientras estudio, <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l<br />

hábito acerco mi poesía a mi corazón, y la estrecho<br />

fuertemente, soñando . ..


15 <strong>de</strong> mayo . ..<br />

Los acontecimientos se han precipitado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> mi<br />

última confi<strong>de</strong>ncia; acontecimientos muy solemnes,<br />

acontecimientos que influirán sin duda en mi vida<br />

futura e interior <strong>de</strong> una manera terrible.<br />

¡Timotina Labinette, yo te adoro!<br />

¡Timotina Labinette, yo te adoro!<br />

¡Te adoro! ¡Déjame cantar en mi laúd, cual el divino<br />

Salmista en su Salterio, cómo te vi y cómo mi<br />

corazón se abalanzó hacia el tuyo para un eterno<br />

amor!<br />

El jueves, era día <strong>de</strong> salida; nosotros salimos por<br />

dos horas; salí. En su última carta, mi madre me había<br />

dicho: "Hijo, irás a distraerte el día <strong>de</strong> tu salida<br />

don<strong>de</strong> el señor Cesarino Labinette, amigo <strong>de</strong> tu difunto<br />

padre, a quien <strong>de</strong>berías conocer antes <strong>de</strong> tu<br />

or<strong>de</strong>nación ... ".<br />

Me presenté al señor Labinette, que comprometió<br />

mi gratitud al relegarme, sin <strong>de</strong>cir palabra, a su<br />

cocina; su hija Timotina, quedó sola conmigo. Cogió<br />

un paño, secó un tazón ventrudo apoyándolo contra<br />

su corazón y, <strong>de</strong> pronto, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> un largo silencio,<br />

me dijo:<br />

-¿Y, señor Leonardo?<br />

Hasta entonces, confundido por hallarme con esa<br />

joven criatura en la soledad <strong>de</strong> la cocina, yo había<br />

bajado los ojos e invocado en mi corazón el sagrado<br />

nombre <strong>de</strong> María: enrojeciendo, levanté la frente,<br />

y, ante la belleza <strong>de</strong> mi interlocutora, sólo atiné a<br />

balbucear un débil: ¿Señorita?<br />

¡Estabas tan hermosa, Timotina! Si fuera pintor,<br />

reproduciría en una tela tus rasgos sagrados bajo este<br />

título: liLa Virgen <strong>de</strong>l Tazón". Pero sólo soy un poeta<br />

y mi lengua no pue<strong>de</strong> celebrarte cabalmente . . .<br />

La negra cocina, con sus agujeros don<strong>de</strong> las brasas<br />

llameaban como ojos colorados, <strong>de</strong>spedía <strong>de</strong> las<br />

cacerolas <strong>de</strong> hebras humeantes, un celestial aroma<br />

<strong>de</strong> sopa <strong>de</strong> coles y judías; y ante ello, aspirando con<br />

tu dulce naricita el olor <strong>de</strong> esas legumbres, mirando<br />

tu gato gordo con tus bellos ojos grises, ¡secabas<br />

tujarra, oh, Virgen <strong>de</strong>l Tazón! Las bandas lisas y claras<br />

<strong>de</strong> tus cabellos se adherían púdicamente a tu frente<br />

amarilla como el sol; un surco azulado bajaba <strong>de</strong><br />

tus ojos hasta tus mejillas como Santa Teresa; tu nariz,<br />

llena <strong>de</strong>l olor a judías anchaba sus ventanillas<br />

<strong>de</strong>licadas; el ligero bozo que serpenteaba sobre tus<br />

labios favorecía la bella energía <strong>de</strong> tu rostro; y, en<br />

tu mentón, brillaba un hermoso lunar castaño don<strong>de</strong><br />

temblaban hermosos pelos alocados; tus cabellos<br />

estaban discretamente recogidos en la nunca con<br />

horquilla, pero una corta mecha se rebelaba . .. Yo<br />

buscaba en vano tus senos; no tienes, <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñas esos<br />

adornos mundanos: ¡tu corazón y tus senos! Cuando<br />

te volviste para golpear con tu largo pie a tu gato<br />

dorado, vi tus omóplatos que marcaban y abultaban<br />

el vestido, ¡y me sentí traspasado <strong>de</strong> amor ante el<br />

gracioso balanceo <strong>de</strong> los dos arcos pronunciados <strong>de</strong><br />

tus ca<strong>de</strong>ras! ...<br />

Des<strong>de</strong> ese momento, te adoré: adoraba no tus cabellos,<br />

no tus omóplatos, no tu balanceo inferiormente<br />

posterior: lo que amo en una mujer, en una virgen,<br />

es la santa mo<strong>de</strong>stia; lo que me estremece <strong>de</strong><br />

amor es el pudor y la piedad; ¡eso es lo que adoraba<br />

en ti, joven pastora! ...<br />

Yo trataba <strong>de</strong> mostrarle m i pasión, pero mi corazón,<br />

m i corazón, me traicionaba. Sólo respondía con<br />

palabras entrecortadas a sus preguntas; en mi tur-<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

50<br />

bación, varias veces le dije Señora en lugar <strong>de</strong> Señorita.<br />

Ante los mágicos acentos <strong>de</strong> su voz, me sentía<br />

sucumbir poco a poco; finalmente, resolví abandonarme,<br />

renunciar a todo; y, ante no sé qué pregunta<br />

que ella me hizo, me hice hacia atrás en mi silla:<br />

pongo una mano en mi corazón, con la otra cojo en<br />

mi bolsillo un rosario, <strong>de</strong>l que <strong>de</strong>jé pasar la blanca<br />

cruz y, mirando a Timotina con un ojo, con el otro<br />

al cielo, respondí dolorosa y tiernamente, como un<br />

ciervo a una cierva:<br />

- ¡Oh, sí, señorita. . . Timotina!<br />

¡Miserere! ¡Miserere! -De pronto, en mi ojo <strong>de</strong>liciosamente<br />

abierto hacia el techo cae una gota <strong>de</strong><br />

salmuera, <strong>de</strong>sprendida <strong>de</strong> un jamón que planeaba<br />

sobre mí y, cuando, rojo <strong>de</strong> vergüenza, sorprendido<br />

en mi pasión, yo inclinaba la frente, advertí que tenía<br />

en la mano izquierda, en lugar <strong>de</strong>l rosario, un<br />

biberón castaño: -mi madre me lo había dado el año<br />

anterior para entregarlo al hijo <strong>de</strong> una fulana. Del<br />

ojo que miraba al techo rodó la salmuera amarga;<br />

pero <strong>de</strong>l ojo que te miraba, ¡oh Timotina!, cayó una<br />

lágrima, lágrima <strong>de</strong> amor, lágrima <strong>de</strong> dolor.<br />

Poco <strong>de</strong>spués, tal vez una hora, cuando Timotina<br />

me anunció una merienda compuesta <strong>de</strong> judías y una<br />

tortilla <strong>de</strong> tocino, emocionado hasta las lágrimas, respondí<br />

a media voz:<br />

- ¡Tengo el corazón tan cargado que, vea usted,<br />

eso me haría daño al estómago! -y me senté a la<br />

mesa; ah, todavía lo recuerdo, su corazón había respondido<br />

al llamado <strong>de</strong>l mío: durante la corta merienda<br />

ella no probó bocado.<br />

- ¿No sientes que huele a algo? -<strong>de</strong>cía ella, su padre<br />

no comprendía, pero mí corazón comprendió:<br />

era la Rosa <strong>de</strong> David, la Rosa <strong>de</strong> Jeseo, la Rosa mística<br />

<strong>de</strong> la escritura; ¡era el Amor!<br />

De pronto, ella se levantó, fue hasta un rincón <strong>de</strong><br />

la cocina y, mostrándome la doble flor <strong>de</strong> sus ca<strong>de</strong>ras,<br />

hundió el brazo en un informe montón <strong>de</strong> botas<br />

y calzados diversos, <strong>de</strong> don<strong>de</strong> salió disparado su<br />

gato gordo, y arrojó todo eso en una alacena vacía;<br />

luego volvió a su sitio e interrogó la atmósfera con<br />

inquietud; <strong>de</strong> pronto, frunció la frente y exclamó:<br />

- ¡Todavía hay ese olor!<br />

-Sí, todavía huele, respondió su padre, tontamente<br />

(el profano no podía compren<strong>de</strong>r).<br />

Yo me di cuenta perfectamente <strong>de</strong> que todo aquello<br />

eran los movimientos interiores <strong>de</strong> la pasión en<br />

mi carne virgen. La adoraba y saboreaba con amor<br />

la tortilla dorada, mis manos seguían los compases<br />

con el tenedor y, bajo la tabla, ¡mis pies temblaban<br />

<strong>de</strong> dicha <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> m is zapatos! . . .<br />

Pero, lo que fue para mí como un rayo <strong>de</strong> luz, como<br />

una prenda <strong>de</strong> amor eterno, como un diamante<br />

<strong>de</strong> ternura <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> Timotina, fue el adorable gesto<br />

que tuvo, a la hora <strong>de</strong> mi partida, al ofrecerme un<br />

par <strong>de</strong> calcetines blancos, con una sonrisa y estas<br />

palabras:<br />

- ¿Quiere esto para sus pies, señor Leonardo?<br />

16 <strong>de</strong> mayo ..<br />

Timotina, te adoro, a ti y a tu padre, a ti y a tu<br />

gato . . .<br />

Vas <strong>de</strong>votionis,<br />

Rosa mystica,<br />

Timotina, { Turris Davidica, Ora pro nobis!<br />

Caeli porta,<br />

Stella mans.


17 <strong>de</strong> mayo .<br />

¿Qué me importan ahora el mundanal ruido y los<br />

ruidos <strong>de</strong> la sala <strong>de</strong> estudios? ¿Qué me importan quienes<br />

se hallan a mi vera curvados por la pereza y la<br />

langui<strong>de</strong>z? Esta mañana, todas las frentes, entorpecidas<br />

por el sueño, estaban pegadas a las mesas; un<br />

ronquido, semejante al chillido <strong>de</strong>l clarín <strong>de</strong>l Juicio<br />

Final, un ronquido lento y sordo, se elevaba <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

ese vasto Getsemaní. Yo, estoico, sereno, erguido y<br />

elevándome por encima <strong>de</strong> todos esos muertos como<br />

una palmera entre las ruinas, <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñoso <strong>de</strong> los<br />

olores y los ruidos incongruentes, sostenía mi cabeza<br />

en la mano, escuchaba latir mi corazón lleno <strong>de</strong><br />

Timotina, y mis ojos se sumergían en el azul <strong>de</strong>l cielo<br />

entrevisto por el vidrio superior <strong>de</strong> la ventana ...<br />

18 <strong>de</strong> mayo . ..<br />

Agra<strong>de</strong>zco al Espíritu Santo que me ha inspirado<br />

estos versos encantadores; esos versos, los guardaré<br />

en mi corazón como en un relicario y cuando el<br />

cielo me conceda ver nuevamente a Timotina ¡se los<br />

daré a cambio <strong>de</strong> esos calcetines!<br />

Lo he titulado La Brisa:<br />

En su escondite <strong>de</strong> algodón<br />

Duerme el céfiro <strong>de</strong> dulce aliento:<br />

En su nido <strong>de</strong> seda y <strong>de</strong> lana<br />

¡Duerme el céfiro <strong>de</strong> alegre mentón!<br />

Cuando el céfiro levanta el ala<br />

en su escondite <strong>de</strong> algodón,<br />

Cuando corre don<strong>de</strong> la flor lo llama<br />

¡SU dulce aliento huele tan bien!<br />

¡Oh, brisa quintaesenciada!<br />

¡Oh, quintaesencia <strong>de</strong>l amor!<br />

A lo. 10 año. en la escuela, en Charlevllle.<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

- 1<br />

¡Cuando se seca el rocío<br />

cómo huele el día <strong>de</strong> bien!<br />

Jesús, <strong>José</strong>, Jesús, María<br />

Es como un ala <strong>de</strong> cóndor:<br />

adormece a aquél que reza,<br />

y nos traspasa y nos aduerme.<br />

El final es <strong>de</strong>masiado interior y suave: lo conservo<br />

en el tabernáculo <strong>de</strong> mi alma. En la próxima salida,<br />

leeré esto a mi divina y olorosa Timotina.<br />

Esperemos en la calma y en el recogimiento.<br />

Fecha incierta. - ¡Esperemos!<br />

16 <strong>de</strong> junio .<br />

Señor, que se cumpla vuestra voluntad: no opondré<br />

ninguna resistencia. Si queréis privar a vuestro<br />

servidor <strong>de</strong>l amor <strong>de</strong> Timotina, podéis hacerlo, claro<br />

está; pero, Señor Jesús, ¿no habéis amado vos mismo?<br />

¿Acaso la lanza <strong>de</strong>l amor no os hizo con<strong>de</strong>scendiente<br />

con los sufrimientos <strong>de</strong> los <strong>de</strong>sdichados? ¡Rogad<br />

por mí!<br />

Ah, hacía tiempo que esperaba esta salida <strong>de</strong> dos<br />

horas <strong>de</strong>l quince <strong>de</strong> junio. Yo había aplacado mi alma,<br />

diciéndole: ese día serás libre. El 15 <strong>de</strong> junio,<br />

peiné mis escasos y mo<strong>de</strong>stos cabellos y, empleando<br />

una olorosa pomada rosa, los pegué a mi frente,<br />

como las bandas <strong>de</strong> Timotina; me engomé las cejas;<br />

cepillé cuidadosamente mis hábitos negros, corregí<br />

diestramente algunas <strong>de</strong>ficiencias molestas <strong>de</strong> mi<br />

atavío y me presenté ante la ansiada campanilla <strong>de</strong>l<br />

señor Cesarino Labinette. Éste vino <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> un


Convalecfente, <strong>de</strong>,,", <strong>de</strong> haber .Ido herido <strong>de</strong> bala por Paul VerlalM.<br />

letrato <strong>de</strong>l natural por Jef losman, 1873. (Detalle'<br />

Toda la asistencia estalló <strong>de</strong> risa: los señores se<br />

inclinaban uno hacia el otro haciendo groseras alusiones;<br />

pero 10 más horrible era la expresión <strong>de</strong> la<br />

sacristana, que, mirando al cielo, se hacía la mística<br />

y sonreía con sus horrorosos dientes. ¡Timotina, Timotina<br />

reventaba <strong>de</strong> risa! Y 10 que me taladró con<br />

golpe mortal, fue que ¡Timotina se sujetaba las costillas!<br />

. ..<br />

-¡Un dulce céfiro en el algodón, está bueno, está<br />

bueno! . .. <strong>de</strong>cía, sonándose, el tío Cesarino ..<br />

Creí percibir algo . . . Pero este estallido <strong>de</strong> risas<br />

duró apenas un segundo; todos trataban <strong>de</strong> recobrar<br />

la seriedad, pero, sin embargo, estallaban unos pedos<br />

<strong>de</strong> rato en rato ...<br />

-Continúe, joven, ¡está bien, está bien!<br />

Cuando el céfiro levanta el ala<br />

en su escondite <strong>de</strong> algodón,<br />

cuando corre don<strong>de</strong> la flor 10 llama<br />

su dulce aliento huele tan bien.<br />

Esta vez, una carcajada sacudió a mi auditorio; Timotina<br />

miraba mis zapatos: yo sentía calor, mis pies<br />

ardían bajo su mirada, y nadaban en el sudor; pues<br />

yo me <strong>de</strong>cía: esas medias que llevo hace un mes, son<br />

un donativo <strong>de</strong> su amor, esas miradas que echa a mis<br />

pies, son un testimonio <strong>de</strong> su amor: ¡me adora!<br />

y he aquí que no sé qué olorcito parecía salir <strong>de</strong><br />

mis zapatos: oh, yo comprendí las horribles risas <strong>de</strong><br />

la asamblea. Comprendí que, extraviada en esta malvada<br />

sociedad, Timotina Labinette, Timotina, Jamás<br />

podría dar libre curso a su pasión! Comprendí que,<br />

a mí también, me era preciso <strong>de</strong>vorar ese doloroso<br />

amor que surgió en mi corazón una tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> mayo,<br />

en la cocina <strong>de</strong> los Labinette, ¡ante el balanceo posterior<br />

<strong>de</strong> la Virgen <strong>de</strong>l Tazón!<br />

Las cuatro -hora <strong>de</strong> volver- sonaban en el reloj<br />

<strong>de</strong> péndulo <strong>de</strong>l salón; trastornado, ardiendo <strong>de</strong> amor<br />

y loco <strong>de</strong> dolor, cogí mi sombrero, me escapé volcando<br />

una silla, atravesé el corredor murmurando:<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

adoro a Timotina, y huí hacia el seminario sin<br />

<strong>de</strong>tenerme ...<br />

Los pliegues <strong>de</strong> mi hábito volaban tras <strong>de</strong> mí, en<br />

el viento, como pájaros siniestros.<br />

30 <strong>de</strong> junio<br />

En a<strong>de</strong>lante, <strong>de</strong>jo a la musa divina la tarea <strong>de</strong> acunar<br />

mi dolor; mártir <strong>de</strong> amor a los dieciocho años,<br />

y en mi aflicción pensando en otro mártir <strong>de</strong>l sexo<br />

que causa nuestras alegrías y dichas, privado ya <strong>de</strong><br />

aquello a quien amo, ¡voy a amar la fe! Que Cristo<br />

y María me acojan en su seno; yo los sigo; no soy<br />

digno <strong>de</strong> <strong>de</strong>sanudar los cordones <strong>de</strong> las sandalias <strong>de</strong><br />

Jesús; pero mi dolor, mi suplicio. Yo también, a los<br />

18 años y siete meses, llevo una cruz, una corona<br />

<strong>de</strong> espinas, pero en mi mano, en vez <strong>de</strong> una caña,<br />

llevo una cítara. ¡Ése será el bálsamo <strong>de</strong> mi herida!<br />

Un año <strong>de</strong>spués, 10. <strong>de</strong> agosto<br />

Hoy me han puesto el hábito sagrado; voy a servir<br />

a Dios; tendré una parroquia y una mo<strong>de</strong>sta sirvienta<br />

en un rico poblado. Tengo la fe; ganaré la salud<br />

y, sin hacer dispendios, viviré como un buen servidor<br />

<strong>de</strong> Dios con su sirvienta. Mi Madre la Santa<br />

Iglesia me abrigará en su seno: ¡Bendita sea! ¡Bendito<br />

sea Dios!<br />

En cuanto a esta pasión cruelmente amada que<br />

guardo en el fondo <strong>de</strong> mi corazón, sabré soportarla<br />

con constancia: sin que ello signifique re vivirla, a<br />

veces podría recordarla; ¡son tan dulces esas cosas!<br />

- Por 10 <strong>de</strong>más, yo había nacido para el amor y para<br />

la fe- o Tal vez un día, cuando vuelva a esta ciudad,<br />

tendré la dicha <strong>de</strong> confesar a mi querida Timotina.<br />

A<strong>de</strong>más, conservo <strong>de</strong> ella un dulce recuerdo: hace<br />

un año que no me quito los calcetines que me dio ...<br />

¡Esas medias, Dios mío, las guardaré en mis pies<br />

hasta en vuestro santo Paraíso . .. !


"Cuando Roma <strong>de</strong>cidió inmiscuirse en los asuntos yugurtinos<br />

con el fin <strong>de</strong> apo<strong>de</strong>rarse poco a poco <strong>de</strong> mi patria<br />

mediante manejos ocultos y dolosos, yo vi claramente<br />

las ca<strong>de</strong>nas que nos amenazaban, y me propuse resistir a Roma,<br />

sabiendo bien qué clase <strong>de</strong> llaga corroía sus vísceras.<br />

¡Qué sublime vulgo! ¡Qué viril! ¡Qué santo populacho!<br />

Ella, la reina, Ya implacable emperatriz <strong>de</strong>l mundo,<br />

rodó, rodó por tierra, borracha con el oro que yo le di.<br />

¡Ah, cómo nos reímos los Númidas <strong>de</strong> esa ciudad <strong>de</strong> Roma'<br />

-El nombre <strong>de</strong>l altivo Yugurta volaba en el mundo <strong>de</strong> boca en boca:<br />

¡no había nadie capaz <strong>de</strong> enfrentarse a los Númidas!"<br />

Nace en las montañas árabes un niño formidable,<br />

y dice el aura ligera: "Éste es nieto <strong>de</strong> Yugurta."<br />

"Cuando fui llamado, me presenté sin miedo en tierra romana<br />

y en la Urbe. Allí yo, el Númida, estampé una bofetada<br />

en el rostro soberbio, y me reí <strong>de</strong> las tropas mercenarias ...<br />

-Entonces ese pueblo acudió a las armas, que tenía olvidadas.<br />

Yo no solté mi espada. Ninguna esperanza tenía, en verdad,<br />

<strong>de</strong> salir victorioso. ¡Pero al menos pu<strong>de</strong> hacerle frente a Roma!<br />

A las legiones romúlidas les opuse mis ríos, les opuse<br />

mis peñascos. Unas veces combatían en las arenas <strong>de</strong> Libia,<br />

otras veces asaltaban campamentos en altísimas cumbres.<br />

Continuamente empaparon con su sangre mis campos .<br />

-¡Y los espantó la inesperada resistencia <strong>de</strong> su adversario!"<br />

Nace en las montañas árabes un niño formidable,<br />

y dice el aura ligera: "Éste es nieto <strong>de</strong> Yugurta."<br />

Pu<strong>de</strong> haber vencido al fin a los batallones enemigos.<br />

De no ser por Boca, el traidor ... Pero ¿a qué más recuerdos?<br />

Contento abandoné mi patria y mi real palacio,<br />

contento <strong>de</strong> haber marcado a Roma con mi bofetada <strong>de</strong> rebel<strong>de</strong> .<br />

-Pero ahora un nuevo vencedor impera en el país árabe:<br />

¡la Galia! . Tú, hijo mío, si pudieres doblegar el duro hado,<br />

serás el vengador <strong>de</strong> tu patria. ¡A las armas, pueblos oprimidos!<br />

¡Renazca el valor antiguo en vuestro pecho esclavizado! ...<br />

Blandid <strong>de</strong> nuevo las espadas y, recordando a Yugurta,<br />

expulsad a esos vencedores. ¡Que la patria se bañe en sangre! .<br />

¡Que suIjan leones árabes y, entrando en la batalla,<br />

<strong>de</strong>strocen en sus fauces vengadoras al ejército enemigo!<br />

- Y tú niño, ¡crece! ¡Favorezca la fortuna tus esfuerzos'<br />

¡Y que el Galo no profane más las tierras árabes!. "<br />

- Y el niño, riendo, jugueteaba con un alfanje.<br />

¡Napoleón! ¡Ay' ¡Napoleón' El segundo Yugurta<br />

ha sido vencido: yace, enca<strong>de</strong>nado, en una cárcel indigna .<br />

Surgiendo otra vez <strong>de</strong> las sombras, Yugurta se aparece a su nieto<br />

y le dice en voz baja y serena estas palabras:<br />

"Entrégate, hijo, al Dios nuevo. Olvida ya tus quejas.<br />

¡Vienen ahora tiempos mejores! . La Galia va a romper<br />

tus ca<strong>de</strong>nas, y bajo el dominio <strong>de</strong>l Galo verás la alegría<br />

árabe: aceptarás el pacto que te ofrece tan noble nación .<br />

-Gran<strong>de</strong> por esto y por la inmensidad <strong>de</strong> la tierra, sacerdote<br />

<strong>de</strong> la justicia y la lealtad . - Ama <strong>de</strong> todo corazón a tu abuelo<br />

Yugurta, y acuérdate todo el tiempo <strong>de</strong> su suerte.<br />

¡Quien está ante ti es el genio <strong>de</strong> las costas <strong>de</strong> Arabia! ..<br />

JI<br />

III<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

O<br />

"<br />

11mbaud, por Paul Verlalne.<br />

En la página anterior, el escudo <strong>de</strong>l colegio Sto Sépulcre, <strong>de</strong> Charlevllle.


Cuenta Étiemble que en cierto<br />

momento se dio cuenta <strong>de</strong> que,<br />

antes <strong>de</strong> leer a Rimbaud, <strong>de</strong>bía<br />

limpiar su espíritu <strong>de</strong> todas las<br />

imágenes "falsas o borrosas que<br />

mi época le había sobreimpuesto".<br />

Dedicó así veinte años a la investigación<br />

<strong>de</strong>l mito <strong>de</strong> Rimbaud.<br />

De su monumental tesis Le mythe<br />

<strong>de</strong> Rimbaud (París, 1952 y 1961 ),<br />

hemos extraído este capítulo célebre.<br />

SimbOlista o golfo, partidario <strong>de</strong> la<br />

Comuna o burgués, católico o surrealista,<br />

todos los Rimbaud <strong>de</strong> la fábula<br />

política y literaria tienen al menos<br />

un <strong>de</strong>nominador común en este<br />

caracter que aparentemente <strong>de</strong>ja<br />

a todo el mundo estupefacto: una<br />

precocidad a la que Coulon <strong>de</strong>dica<br />

todo un ensayo y que la critica, <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

hace más <strong>de</strong> sesenta años, no se<br />

cansa <strong>de</strong> admirar. Que se califique<br />

como "extraña", "enorme" o "genial",<br />

"sorpren<strong>de</strong>nte", "maravillosa"<br />

o "monstruosa", "magnífica", "anormal",<br />

"pasmosa", "insólita" o "inquietante",<br />

éstas sólo son variantes<br />

<strong>de</strong> Mallarmé o <strong>de</strong> Berrichon. El primero<br />

veía en Rimbaud a "un niño<br />

<strong>de</strong>masiado precoz e impetuosamente<br />

tocado por el ala literaria"; el segundo,<br />

en su introducción a las cartas<br />

africanas, celebraba a un "poeta<br />

tan precozm ente genial". Incluso<br />

antes, en 1890, La Plume 10 presentaba<br />

a sus lectores como "el precoz<br />

Asceta".<br />

Otras expresiones, igualmente ligeras<br />

e igualmente cargadas <strong>de</strong> adjetivos<br />

pasionales, sugieren la misma<br />

i<strong>de</strong>a: niño genio, mocoso genial,<br />

joven gigante, genial niño, clisés<br />

que vuelvo a encontrar en todos lados,<br />

con excesiva frecuencia a mi<br />

gusto y sin más comentario: Wun<strong>de</strong>rkind,<br />

Won<strong>de</strong>rkind, ragazzo prodigioso,<br />

precocious schoolboy, o geniale<br />

yngling. Me gustaria que se precisaran<br />

esos calificativos tan vagos<br />

porque presiento en ellos algo importante.<br />

Coulon es más preciso. Mientras<br />

todos se limitan a los adjetivos paroxísticos,<br />

el antiguo magistrado calcula<br />

la precocidad. Estima que Rimbaud<br />

vivió "con un a<strong>de</strong>lanto <strong>de</strong> cuatro<br />

años" con respecto a Victor<br />

Hugo, <strong>de</strong> diez años con respecto a<br />

Franc;;ois Coppée. A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> la precocidad<br />

intelectual, distingue una<br />

ÉTIEMBLE<br />

Shakespeare niño<br />

Los hermanos Rimbaud.<br />

segunda: la física, no menos "sorpren<strong>de</strong>nte"<br />

que la primera. ¿Los hechos?<br />

A los ocho meses Rimbaud<br />

"caminaba sin ninguna ayuda"; a los<br />

ocho años, mostraba un incontenible<br />

interés por las niñas. Oigánlo<br />

m ejor cantar romances a las niñas<br />

<strong>de</strong>l pueblo, correr tras una <strong>de</strong> ellas<br />

en las pra<strong>de</strong>ras, pasearla en una<br />

barca por los rios, pasar a su lado<br />

noches enteras a la luz <strong>de</strong> la luna,<br />

en el aire embriagador <strong>de</strong>l mes <strong>de</strong><br />

mayo; incluso véanlo subirla en sus<br />

h ombros y, cabalgado por esa Walkiria,<br />

retozar en la pra<strong>de</strong>ra, sobrecogido<br />

por el lechoso trasero C'mit<br />

blanken Popo"). Verda<strong>de</strong>ramente fue<br />

precoz quien, a la edad <strong>de</strong> cuatro<br />

años, intentó ven<strong>de</strong>r a su hermanita<br />

al librero a cambio <strong>de</strong> algunos libros<br />

que <strong>de</strong>seaba adquirir: una precocidad<br />

que ya no sé si, en este caso<br />

particular, calificar como intelectual<br />

o física.<br />

Tratándose <strong>de</strong> un poeta, la fábula<br />

insistirá sobre todo en los síntomas<br />

<strong>de</strong> precocidad intelectual y poética<br />

que en él se dieron. "Prodigiosamente<br />

rápido en nacer, más rápido aún<br />

en <strong>de</strong>svan ecerse, Rimbaud, a los<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

quince años, está en posesión <strong>de</strong> sus<br />

dones sobrenaturales, a los dieciséis<br />

produjo sus más bellos versos, a los<br />

dieciocho terminó su tarea." Éste es<br />

el esquem a global. Ahora, algunas<br />

precisiones.<br />

Dés le berceau, du verbe alchimiste<br />

[géant,<br />

Ton génie a forgé la cié <strong>de</strong> diamant<br />

Qui du mon<strong>de</strong> invisible entr'ouvre le<br />

[mystere.<br />

¿Quién se extrañará <strong>de</strong> que un<br />

chico tan maravillosamente dotado<br />

se vuelva para Soffici el poeta <strong>de</strong> siete<br />

años.' n poeta di sette anni ? Por lo<br />

tanto, dueño a los siete añ os <strong>de</strong> un<br />

estilo perfectamente lúcido, Rimbaud<br />

será efectivamente aquel que<br />

"entre los seis y los ocho años, con<br />

toda evi<strong>de</strong>ncia", produce obras <strong>de</strong><br />

una calidad equiparable a la que<br />

Victor Hugo sólo obtenía a los quince<br />

años. A los ocho, Rimbaud crecía<br />

en fuerza y en genio: lo atestigua<br />

esta narración: "El sol aún estaba<br />

caliente ( ... )", que se atribuye<br />

a sus ocho añ os, mientras Mouquet<br />

estima que Rimbaud la compuso ha-


cia los diez. ¡Qué importa que le quiten<br />

dos años al autor <strong>de</strong> la narración<br />

si se trata <strong>de</strong> <strong>de</strong>mostrar que Rimbaud<br />

a los quince años era "poéticamente<br />

mayor" que Victor Hugo a<br />

los diecinueve! Así se admirará aún<br />

más el hecho <strong>de</strong> que haya sido capaz<br />

<strong>de</strong> escribir: "¡Qué me importa<br />

a mí que Alejandro haya sido famoso!"<br />

Otro milagro que conmueve a<br />

Émile Henriot: ¡Rimbaud sabe "<strong>de</strong>cir<br />

por qué'"<br />

"Pascal, <strong>de</strong> niño, vuelve a encontrar<br />

las treinta y dos proposiciones<br />

<strong>de</strong> Eucli<strong>de</strong>s; a los once años, Rimbaud<br />

redacta un resumen <strong>de</strong> historia<br />

antigua." Un poco <strong>de</strong>spués, bajo<br />

la pluma <strong>de</strong> Kunel, este resumen se<br />

vuelve "un texto maravilloso en su<br />

fondo y síntesis", don<strong>de</strong> el niño genio<br />

convoca toda "la historia <strong>de</strong> Egipto,<br />

<strong>de</strong> Asia y <strong>de</strong> Cal<strong>de</strong>a". ¿De qué se<br />

trata en realidad? Si se le cree a Cou­<br />

Ion, que recurre a Houin y a Bourguignon,<br />

se trata <strong>de</strong> un "resumen <strong>de</strong><br />

historia antigua", propuesto espontáneamente<br />

por el chico a su profesor,<br />

y que "revela una claridad y<br />

una madurez <strong>de</strong> espíritu sorpren<strong>de</strong>ntes".<br />

Nosotros no tenemos ninguna<br />

huella <strong>de</strong> él y <strong>de</strong>bemos creerles<br />

a esos dos hombres que sacaban<br />

casi todas sus informaciones <strong>de</strong> Isabel<br />

o <strong>de</strong> Paterne Berrichon. Pero, al<br />

menos, estamos lejos <strong>de</strong> este Rimbaud<br />

que, ya a los once años, hubiera<br />

escrito un capítulo <strong>de</strong> síntesis histórica.<br />

Por lo <strong>de</strong>más, ¡por qué extrañarnos<br />

si este espíritu <strong>de</strong> veinte años<br />

que abriga un cuerpo <strong>de</strong> diez, si este<br />

genio -que nunca fue niño- "se<br />

<strong>de</strong>vana los sesos", en su duodécimo<br />

año, con la gramática abisinia y el<br />

vocabulario <strong>de</strong> esta áspera lengua'<br />

Si corrige, a los catorce años, versos<br />

<strong>de</strong> Sully Prudhomme, y lo hace con<br />

tacto:<br />

Rien ne pourrait sans toi se lever vers<br />

[le jour<br />

sustituye este verso horroroso:<br />

Rien sans toi, rien n'éclót aux régions<br />

[du jour.<br />

Hablar aquí <strong>de</strong> dominio, como lo<br />

hace Mouquet, es un poco hacer<br />

concesión a los <strong>de</strong>monios <strong>de</strong> la fábula.<br />

En efecto, la fábula quiere<br />

que, a los quince años, Rimbaud haya<br />

sido dueño <strong>de</strong> "todos sus dones<br />

póeticos". A Etrennes <strong>de</strong>s orphelins<br />

es inútil oponer las más bellas <strong>de</strong> las<br />

flluminations que nacerán algunos<br />

años más tar<strong>de</strong>. La leyenda prefiere<br />

que, a los quince años, Rimbaud<br />

haya sido "dueño <strong>de</strong> su fórmula <strong>de</strong><br />

vida y <strong>de</strong> su forma <strong>de</strong> arte", que haya<br />

sabido "a qué i<strong>de</strong>al <strong>de</strong> síntesis su<br />

vocación" lo llamaría en a<strong>de</strong>lante.<br />

Los mitólogos saben perfectamente<br />

que el héroe, o el dios, siempre<br />

se distingue por la extrema pre-<br />

cocidad <strong>de</strong> su cuerpo y <strong>de</strong> su espíritu.<br />

Mientras la mayoría <strong>de</strong> los<br />

exégetas se limitan a insistir en el<br />

carácter evi<strong>de</strong>ntemente anormal <strong>de</strong><br />

una precocidad que sólo exageran,<br />

en realidad, con discreción, existen<br />

otros que, como Paterne Berrichon,<br />

se proponen erigir a Rimbaud al<br />

rango <strong>de</strong> divinidad y tienen así que<br />

radicalizar su esfuerzo y sus mentiras.<br />

Porque a un dios no le basta con<br />

confundir a los doctores <strong>de</strong> su ley<br />

a los siete años. Un dios nace con<br />

los ojos abiertos, camina a la hora<br />

<strong>de</strong> haber nacido, como lo hizo Arthur<br />

Rimbaud. Se conoce el relato<br />

grotesco que Jean-Marie Carré reproduce<br />

en sus dos ediciones <strong>de</strong> la<br />

vida <strong>de</strong> Rimbaud por su carácter<br />

pintoresco: "A la hora en que vino<br />

al mundo, se le dieron los primeros<br />

cuidados que se dispensan a los recién<br />

nacidos: el médico partero observó<br />

que ya tenía los ojos abiertos<br />

<strong>de</strong> par en par. Y como la ayudante<br />

encargada <strong>de</strong> fajarlo lo había puesto<br />

en un cojín para ir a buscar alguna<br />

prenda, se le vio con estupor bajarse<br />

<strong>de</strong> su cojín y gatear sonriente<br />

hacia la puerta <strong>de</strong>l <strong>de</strong>partamento<br />

que daba al pasillo." Después <strong>de</strong> esto,<br />

¡por qué extrañarse <strong>de</strong> que "a los<br />

ocho meses" Rimbaud "caminara<br />

sin ninguna ayuda"!<br />

"Dejemos allí esas piadosas leyendas."<br />

Ésta sería la reflexión <strong>de</strong>l<br />

historiador. Pero yo, que intento<br />

compren<strong>de</strong>r el mito, <strong>de</strong>bo seguir<br />

con ellas.<br />

A este recién nacido que se ríe y<br />

camina, a este perfecto mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong>l<br />

futuro dios, todo lo pre<strong>de</strong>stinaba a<br />

un ilustre porvenir. El éxito engañó<br />

las esperanzas <strong>de</strong> Berrichon. Si<br />

la precocidad <strong>de</strong>l joven Rimbaud<br />

por lo general llamó la atención <strong>de</strong><br />

los periodistas, éstos no hicieron coro,<br />

sino con un entusiasmo mo<strong>de</strong>rado,<br />

a la fábula organizada sobre el<br />

tema <strong>de</strong>l niño-dios. ¿Habrá que suponer<br />

que el trabajo <strong>de</strong> los hagiógrafos<br />

fue un poco <strong>de</strong>scuidado? ¿O bien<br />

que la ignorancia <strong>de</strong> los gacetilleros<br />

les presentó como sonseras esas historías<br />

<strong>de</strong> caminar a la hora <strong>de</strong> haber<br />

nacido? No lo sé. Sin embargo,<br />

otro <strong>de</strong>talle <strong>de</strong> este tenor pero en<br />

apariencia más creíble, tuvo un éxito<br />

singular: me refiero al mote <strong>de</strong><br />

Shakespeare niño.<br />

Si el Shakespeare niño tuvo mayor<br />

éxito que el niño-dios, sería erróneo<br />

concluir que el público pudo aceptar<br />

mejor el primero porque el segundo<br />

le exigía <strong>de</strong>masiado esfuerzo.<br />

Se antoja más bien que el niño-dios<br />

hubiese conquistado la misma fama<br />

que el Shakespeare niño si, en lugar<br />

<strong>de</strong> reducirse a algunas anécdotas, se<br />

hubiese expresado en una fórmula<br />

eficaz. Un buen mote <strong>de</strong>be cautivar<br />

la imaginación. No cabe duda que la<br />

literatura italiana tiene como príncipe<br />

a Dante, la alemana a Goethe,<br />

la española a Cervantes y la inglesia<br />

a William Shakespeare. Pero<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

Cervantes es prosista y, por esto,<br />

tiene menos afinidad con Rimbaud<br />

que Dante y Shakespeare. ¿Goethe?<br />

No, en realidad es un poeta <strong>de</strong>masiado<br />

voluntarioso, <strong>de</strong>masiado preocupado<br />

por la serenidad. ¿Dante,<br />

entonces? Es épico y violento, pero<br />

más ilustre que popular, y poco conocido<br />

<strong>de</strong> los franceses. Queda Shakespeare<br />

cuyas obras se representan<br />

mucho en Francia, y cuya catadura<br />

bohemia, al igual que sus<br />

costumbres singulares, casan mejor<br />

con el autor <strong>de</strong> Délires, con el compañero<br />

<strong>de</strong>l averno.<br />

En rigor, ¿se trata <strong>de</strong> equipararlos?<br />

Otra virtud <strong>de</strong> los motes es su<br />

ambigüedad. Vean el nuestro por<br />

antonomasia: Libertad, Igualdad,<br />

Fraternidad. A menudo adorna los<br />

frontispicios <strong>de</strong> las cárceles. ¿Cómo<br />

hacerles compren<strong>de</strong>r a los hombres<br />

que sólo hay igualdad a cambio <strong>de</strong><br />

una poca (o mucha) libertad? Los<br />

tres finales en ad tienen más virtud<br />

que toda la sabiduría. Si hubiese sido<br />

más explícita, ¿la famosa expresión<br />

"YO es otro" hubiese conocido<br />

su variable pero constante fortuna?<br />

En este Shakespeare niño, ¿quién no<br />

ve al menos dos sentidos? Un niño<br />

que promete dar un Shakespeare.<br />

Un genio ya íntegro, ya igual a Shakespeare<br />

y que, sin embargo, es un<br />

niño. Poca gente separa los dos sentidos<br />

<strong>de</strong> la fórmula: otra garantía <strong>de</strong><br />

éxito.<br />

Ya antes <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> Rimbaud,<br />

la fórmula se había impuesto.<br />

La encontramos en un pésimo<br />

artículo sobre "El poeta Arthur Rimbaud"<br />

<strong>de</strong> Pierre l'Ar<strong>de</strong>nnais, que<br />

Mallarmé mandó a La Plume <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> haberlo leido en un periódico<br />

<strong>de</strong> las Ar<strong>de</strong>nas. La Plume tenía<br />

lectores. La fórmula tuvo ¡In arrollador<br />

éxito. No quiero <strong>de</strong>cir que<br />

fuera el único antece<strong>de</strong>nte. El 12 <strong>de</strong><br />

noviembre <strong>de</strong> 1891, en el momento<br />

<strong>de</strong>l secuestro <strong>de</strong> Reliquaire y cuando<br />

Francia aún ignoraba la muerte<br />

<strong>de</strong>l viajero, un anónimo <strong>de</strong> L'Echo<br />

<strong>de</strong> Paris que aventura que Rimbaud<br />

ven<strong>de</strong> negros en Uganda, cuenta<br />

con lujo <strong>de</strong> <strong>de</strong>talles que luego se<br />

per<strong>de</strong>rán, el encuentro con Hugo.<br />

Apenas llamado Shakespeare niño<br />

Rimbaud, "levantando la cabeza", se<br />

aleja murmurando "¡Cómo mejo<strong>de</strong><br />

este viejo chocho'" Cuando Berrichon<br />

acredita la anécdota unos años<br />

más tar<strong>de</strong>, es <strong>de</strong>cir, cuando Hugo ya<br />

no pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>smentirle, omite el "como<br />

me jo<strong>de</strong> . .. ". Volví a encontrar<br />

el "viejo chocho" únicamente en<br />

una paráfrasis inglesa <strong>de</strong> 1918, en<br />

Current Opinion, don<strong>de</strong> se afirma<br />

que Rimbaud, grosero como siempre,<br />

calificó <strong>de</strong> "old windbag', a su<br />

huésped venerable. En Berrichon,<br />

esto se vuelve: "Se rió <strong>de</strong>l Shakespeare<br />

niño con que Victor Hugo lo saludó."<br />

Omitiendo a los periodistas<br />

<strong>de</strong> segunda o a los fusiladores profesionales,<br />

Charles Maurras en 1892<br />

(y luego en 1901), Gustave Kahn el


mismo año, André Beaunier al año<br />

siguiente, retoman la fónnula. Son<br />

escritores que fueron muy leídos en<br />

sus tiempos y que, al expresar ten<strong>de</strong>ncias<br />

antagónicas, alcanzaron<br />

medios muy diversos, pero los tres<br />

contribuyeron a difundir el Shakespeare<br />

niño. Lo volvemos a encontrar<br />

en 1913 bajo la pluma <strong>de</strong> Coulon, en<br />

el Mercure <strong>de</strong> France, y pronto en el<br />

ensayo sobre Le probleme <strong>de</strong> Rimbaud,<br />

poete maudit. Después <strong>de</strong> que<br />

Henri Béraud lo reiteró en 1922, en<br />

su estudio sobre las fuentes <strong>de</strong>l Bateau<br />

ivre y que Emest Delahaye, el<br />

"amigo" por excelencia, lo incluyó<br />

en su Rimbaud <strong>de</strong> 1905 y <strong>de</strong> 1923,<br />

¿quién podía impedir a Louis Vauxcelles<br />

mencionarlo en su Inconographie<br />

<strong>de</strong> Rimbaud ya Jean Hytier,<br />

por lo <strong>de</strong>más tan pru<strong>de</strong>nte, inmortalizarlo<br />

y autentificarlo incorporándolo<br />

al Larousse Mensuel <strong>de</strong> 1924?<br />

No es extraño pues que, a partir<br />

<strong>de</strong> 1899, y quizá <strong>de</strong>s<strong>de</strong> antes, (y <strong>de</strong><br />

ahí en a<strong>de</strong>lante) los critico s extranjeros<br />

-entre ellos, los mejores- hayan<br />

conocido y divulgado la maravillosa<br />

fónnula: el Shakespeare niño,<br />

Whibley, en 1899, en el Blackwood's<br />

Magazine; Levertin, en Estocolmo,<br />

en 1907, en el segundo tomo <strong>de</strong> sus<br />

Essayer; Stefan Zweig, el mismo año,<br />

en Die Zukunft; Franz Clement, en<br />

1908, en Das Literarische Echo; Ar<strong>de</strong>ngo<br />

Soffici, en 1911, en los Qua<strong>de</strong>mi<br />

<strong>de</strong>lla Voce; Enrique Díez-Canedo,<br />

en 1913, en su Poesía francesa<br />

mo<strong>de</strong>rna; W.C. Blum, en los Estados<br />

Unidos, en 1920, en The Dial; Corpus<br />

Barga, en 1924, en la Revista <strong>de</strong><br />

Occi<strong>de</strong>nte; Harold Nicolson, en su<br />

Verlaine; un anónimo holandés en<br />

la erudita revista <strong>de</strong> los Jesuitas:<br />

Boekenschouw, y el crítico italiano<br />

Di Rocco celebran en Rimbaud al<br />

Shakespeare enfant, o al child Shakespeare,<br />

o al Shakespearebamet, o bien<br />

al Shakespare niño. Para no quedar<br />

atrás <strong>de</strong>l Larousse Mensuel, la Enciclopedia<br />

universal ilustrada europeoamericana<br />

propala el mote <strong>de</strong> Shakespeare<br />

niño en el mundo hispánico.<br />

Aunque se argumentara que quizá<br />

ni Whibley ni Di Rocco fueron<br />

autorida<strong>de</strong>s literarias, hay que admitir<br />

que en 1920 The Dial gozaba<br />

en los Estados Unidos <strong>de</strong> un crédito<br />

literario comparable al <strong>de</strong> La Nouvelle<br />

Revue Fran9aise. A pesar <strong>de</strong> su<br />

apariencia, Das Literarische Echo<br />

no es una revista <strong>de</strong>spreciable. En<br />

cuanto a Corpus Barga y a la Revista<br />

<strong>de</strong> Occi<strong>de</strong>nte, en cuanto a Die Zukunft<br />

y a Stefan Zweig, en cuanto a<br />

La Voce y a Soffici, en cuanto a Enrique<br />

Díez-Canedo, fueron en su<br />

tiempo las revistas literarias más serias<br />

en su lengua y, entre los escritores<br />

extranjeros, aquellos que más<br />

honestamente se interesaron por<br />

las obras o la gloria <strong>de</strong> Rimbaud.<br />

(A<strong>de</strong>más, Stefan Zweig revelerá a<br />

los alemanes, unos años más tar<strong>de</strong>,<br />

en Vossiche Zeitung, que Arthur<br />

Rimbaud no quemó su edición <strong>de</strong> la<br />

Saison.)<br />

Docenas <strong>de</strong> loros repiten hoy este<br />

mote pero muchos ignoran su origen.<br />

Sin embargo, lo conocen la mayoría<br />

<strong>de</strong> los críticos o <strong>de</strong> los escritores que<br />

acabo <strong>de</strong> mencionar, entre otros.<br />

"Este Hugo que había <strong>de</strong> llamarlo el<br />

Shakespeare niño", escribe Charles<br />

Maurras, imitado por Clouard. Sin<br />

la menor vacilación, Franz Clement,<br />

Corpus Barga, Harold Nicholson,<br />

Enrique Díez-Canedo atribuyen<br />

la autoría a Hugo, las más <strong>de</strong><br />

las veces sin comentario. A lo sumo<br />

se observa en uno el uso <strong>de</strong>l verbo<br />

"llamar" mientras otro, acaso más<br />

lírico, ve a Hugo exclamar ("había<br />

exclamado"). Claro, esto no tiene<br />

gran importancia; en cambio, este<br />

otro <strong>de</strong>talle sí: "el autor <strong>de</strong> las Contemplations<br />

lo saludó inmediatamente<br />

con el Shakespeare niño". Es-<br />

Retrato, por Ernest Delahaye.<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

59<br />

te "inmediatamente" me alanna.<br />

¿Cómo no leer en él la preocupación<br />

por enfatizar in<strong>de</strong>bidamente la<br />

subyugación <strong>de</strong>l gran hombre? Pero,<br />

¡qué <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> Whibley! Frente al<br />

prodigio que es el niño Rimbaud, el<br />

gran Hugo no pue<strong>de</strong> sino salirse <strong>de</strong><br />

su tono sublime y, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberlo<br />

apodado Shakespeare niño, lanzar<br />

una curiosa carcajada. Se adivina<br />

aquí un principio <strong>de</strong> amplificación<br />

que ocurre a partir <strong>de</strong> 1899,<br />

pero <strong>de</strong> una manera realmente ambigua.<br />

Porque la expresión <strong>de</strong> Whibley:<br />

"Hugo (. .) dubbed him 'Shakespeare<br />

enfant''', por más que se<br />

usara a menudo en el sentido noble<br />

<strong>de</strong> "annar solemnemente a un caballero"<br />

(o <strong>de</strong> entronizarlo), también<br />

se usa con la misma frecuencia<br />

en el lenguaje popular por "dar<br />

un mote". Por lo tanto esta risa <strong>de</strong>l<br />

Olímpico podría <strong>de</strong>jar creer que<br />

..


mó Shakespeare niño. Sin embargo<br />

se hun<strong>de</strong> cada vez más en su podredumbre<br />

infame." O bien ¿qué significaría<br />

(en Dinamarca, en 1944) el<br />

contrasentido <strong>de</strong> aquel que ve en<br />

Rimbaud al "hijo <strong>de</strong> Shakespeare"<br />

("slm af Shakespeare")?<br />

Shakespeare niño corre con buena<br />

fortuna porque la precocidad<br />

simpre impacta a las masas.<br />

Sin embargo, no hay nada más<br />

trivial. ¿Qué edad tenía Swinbume<br />

cuando publicó el texto <strong>de</strong> su primer<br />

poema en Frazer's Magazine?<br />

Once años. A los seis, d'Aubigné<br />

"leía en cuatro lenguas": francés, latín,<br />

hebreo y griego; a los siete y medio,<br />

traducía el Gritón. [A los quince<br />

años, Gisele Prassinos inundaba<br />

con sus poemas las revistas surrealistas:<br />

nacida en 1920, publica en<br />

1935 La Sauterelle arthritique y Une<br />

<strong>de</strong>man<strong>de</strong> en marriage; en 1936, Quand<br />

le bruit travaille. Más joven aún,<br />

Marie-Laure David tenía apenas<br />

diez años cuando escribió Le silence<br />

y L'oiseau (1946) que Paulhan publicó<br />

en Poetes d'aujourd'hui:<br />

Un sapin s'endormira sous les branches<br />

[<strong>de</strong> sa mere<br />

Sous les branches <strong>de</strong> sa mere il<br />

[s 'endormira<br />

Et d'une voix suave le silence chantera<br />

Les louanges du silence.<br />

¿Otro caso? Gran poeta a los cuatro<br />

años, Michele Chedid que todavía<br />

no sabe leer, se volvió en unos<br />

cuantos días 'la revelación literaria<br />

<strong>de</strong>l año. Paris-Match'da la noticia recordando<br />

significativamente a Arthur<br />

Rimbaud.<br />

No, realmente nunca podré extasiarme<br />

ante la supuesta precocidad<br />

<strong>de</strong> Rimbaud.) Que se hable mejor <strong>de</strong><br />

Gauss, capaz a los tres años <strong>de</strong> resolver<br />

varios problemas <strong>de</strong> aritmética;<br />

<strong>de</strong> Ruskin o <strong>de</strong> Weil el matemático;<br />

<strong>de</strong> Mozart o <strong>de</strong> Evariste Ga-<br />

10is, este "Rimbaud <strong>de</strong>l álgebra"; <strong>de</strong><br />

Radiguet, este "Rimbaud <strong>de</strong> la novela";<br />

o <strong>de</strong>l pintor japonés Haruo<br />

Shimada: con apenas cinco años,<br />

obtuvo el primer lugar en un concurso<br />

en el que participaban más <strong>de</strong><br />

diez mil candidatos <strong>de</strong> menos <strong>de</strong><br />

viente años.<br />

[O mejor dicho, que no me digan<br />

nada al respecto. Shakespeare niño<br />

se vuelve a veces un Georges Ohneto<br />

Rachil<strong>de</strong> tenía doce años cuando<br />

publicó La création <strong>de</strong> l'oiseaumouche.<br />

¿Y luego? La medicina registra<br />

varios casos <strong>de</strong> precocidad<br />

más asombrosos, si así puedo <strong>de</strong>cirlo,<br />

que los <strong>de</strong> Rimbaud, <strong>de</strong> Galois o<br />

<strong>de</strong> Gauss: algunos recién nacidos<br />

fueron verda<strong>de</strong>ros ancianos. Porque,<br />

¿qué es la precocidad sino el signo<br />

<strong>de</strong> una vejez prematura? Y si por<br />

<strong>de</strong>sgracia el hombre volviera a ser<br />

precoz, regresaría sin tardar al estadio<br />

<strong>de</strong> bestia: es superior al chimpancé<br />

en la medida en que su infancia<br />

es más larga, en que su madu-<br />

Rlmbaud con sombra <strong>de</strong> Verlalne, dibujo <strong>de</strong> Cazals.<br />

raclOn es más lenta. El espíritu<br />

humano se muestra lamentablemente<br />

más sensible a lo monstruoso que<br />

a lo bello y, por efecto <strong>de</strong> la ignorancia<br />

y <strong>de</strong> los prejuicios, le hace al<br />

niño precoz un <strong>de</strong>stino <strong>de</strong> excepción.<br />

Ve en él una señal <strong>de</strong> los dioses<br />

y luego, a un dios.)<br />

Tan precoz como Chatterton,<br />

Rimbaud se vuelve pronto más precoz<br />

que Keats, y no falta mucho para<br />

que se le proclame "uno <strong>de</strong> los<br />

ejemplos <strong>de</strong> precocidad más asom-<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

61<br />

brosos que existen" (Thibau<strong>de</strong>t). De<br />

ahí a volverse un ejemplo único, falta<br />

poco. Termina por ser el único,<br />

en ese género <strong>de</strong> magia. Gustave<br />

Kahn escribe: "precocidad ( .. . ) más<br />

gran<strong>de</strong> que cualquiera que se haya<br />

conocido". Inútil preten<strong>de</strong>r explicar<br />

un milagro sin par. ¿Acaso se explica<br />

al héroe y al dios? ¿Acaso se ha<br />

explicado lo Único?<br />

Traducción <strong>de</strong> Famenne Bradu


........ <strong>de</strong>llmbaud en la primera edición <strong>de</strong> Los fH»tllS mll/dltos, <strong>de</strong> Paul Verlalne.


DELMORE SCHWARTZ<br />

Rimbaud en nuestro tiempo<br />

Rimbaud escribió en la banca <strong>de</strong><br />

un parque la blasfemia "Mer<strong>de</strong> a<br />

Dieu". La cólera y el odio que sentía<br />

requerían para sus insultos el<br />

más alto ser concebible. Nadie inferior<br />

podría saciar su ira porque odiaba<br />

todo un mundo. Luego <strong>de</strong> haber<br />

sido un adolescente <strong>de</strong> clase media<br />

que encontraba a su familia insoportable,<br />

Rimbaud reconoció con<br />

gran rapi<strong>de</strong>z a su enemigo esencial:<br />

el mundo <strong>de</strong> la cultura burguesa. La<br />

época en que se vive es el aire que<br />

se respira. Rimbaud aspiró el nuevo<br />

día <strong>de</strong>l capitalismo industrial, un<br />

aire en el cual todo aquello que había<br />

sido sagrado para el hombre<br />

europeo se hallaba en <strong>de</strong>scomposición:<br />

"La raza inferior lo cubrió todo,<br />

el pueblo, como se dice, la Razón,<br />

la Nación y la Ciencia." Y al<br />

principio pensó que Europa e incluso<br />

la comunidad cristiana eran idénticas<br />

a la sistemática abominación<br />

<strong>de</strong> la sociedad burguesa.<br />

Para po<strong>de</strong>r librarse a sí mismo,<br />

realizó dos gran<strong>de</strong>s esfuerzos, no<br />

<strong>de</strong>l todo distantes entre sí; primero<br />

intentó recobrar una antigua pureza,<br />

una época anterior a Europa y<br />

el cristianismo, una cultura pagana:<br />

"Soy una bestia un negro." "Sepulto<br />

a los muertos en mi vientre." "Era<br />

el paraíso lo que tenía en mente. "<br />

"Abandono Europa." "Jamás pertenecí<br />

a este pueblo, nunca he sido<br />

cristiano." Pero no consigue marcharse<br />

porque Europa está en todas<br />

partes: "Los blancos <strong>de</strong>sembarcan.<br />

¡El cañón l Hay que someterse al<br />

bautismo, vestirse, trabajar." y así<br />

como no po<strong>de</strong>mos cambiar <strong>de</strong> padre<br />

o <strong>de</strong> madre, tampoco es posible<br />

cambiar el hecho <strong>de</strong> ser europeo. Al<br />

huir, el europeo arrastra Europa<br />

consigo.<br />

Pero existe una necesidad aún<br />

más gran<strong>de</strong>: la <strong>de</strong> lograr una nueva<br />

comprensión <strong>de</strong> la vida, puesto que<br />

la antigua ha causado tanto mal y<br />

ha revelado su falsedad. El cristianismo<br />

está agonizando, por lo tanto,<br />

esa innegable necesidad solamente<br />

podrá ser satisfecha mediante un<br />

nuevo <strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong> la verdad<br />

. el poeta ha <strong>de</strong> convertirse<br />

en un vi<strong>de</strong>nte, <strong>de</strong>be encontrar "el<br />

significado" <strong>de</strong> la vida si <strong>de</strong>sea continuar<br />

viviendo: "Develaré todos los<br />

misterios <strong>de</strong> la religión o <strong>de</strong> la naturaleza,<br />

la muerte, el nacimiento,<br />

el futuro, el pasado, la no existen-<br />

cia, la cosmogonía." Rimbaud suponía<br />

que mediante un nuevo método<br />

<strong>de</strong> poesía, mediante la "alquimia<br />

<strong>de</strong>l verbo", a través <strong>de</strong> la alucinación<br />

<strong>de</strong>liberada podría alcanzar la<br />

verdad: "Escribía silencios, noches,<br />

anotaba lo inexpresable. Fijaba vértigos."<br />

Al mismo tiempo, esta práctica<br />

posibilitaba un ataque contra las<br />

formas habituales <strong>de</strong> la vida burguesa,<br />

y se fundía con el empeño <strong>de</strong> retornar<br />

a una primitiva inocencia anterior<br />

al cristianismo.<br />

Pero así como la violencia no pue<strong>de</strong><br />

forzar el amor aunque se empleen<br />

todos los terrores, así una gran<br />

violencia <strong>de</strong>l espíritu no pue<strong>de</strong> arrojar<br />

sabiduría y comprensión. Este<br />

intento <strong>de</strong> construir una torre <strong>de</strong><br />

Babel para ver a Dios tenía que fracasar,<br />

como fracasó el empeño <strong>de</strong><br />

volver al edén <strong>de</strong>l negro y la consecuencia<br />

era, como Fausto y Lucifer,<br />

acabar con el infierno.<br />

Rimbaud soportó su temporada<br />

en el infierno hasta que se dio cuenta<br />

<strong>de</strong> que no podría convertirse en<br />

Dios, como había <strong>de</strong>seado al escribir:<br />

"¡Oh' je semi celui-la qui sera<br />

Dieu''', y hasta que creyó haber encontrado<br />

en el cristianismo la ambigua<br />

clave para sus necesida<strong>de</strong>s:<br />

"La caridad es esa llave", "Sólo el<br />

amor divino pue<strong>de</strong> proporcionar las<br />

llaves <strong>de</strong>l conocimiento." No es que<br />

le parezca necesario <strong>de</strong>cir que ha<br />

estado en el infierno, sino que ahora<br />

siente el <strong>de</strong>ber <strong>de</strong> emplear el lenguaje<br />

<strong>de</strong>l cristianismo. No obstante<br />

rechaza esa llave -"¡Esta inspiración<br />

<strong>de</strong>muestra que he soñado!"aunque<br />

no encuentra ningún otro<br />

camino: "Veo erguirse la cruz consoladora",<br />

"¡Por el espíritu se va a<br />

Dios l ¡Desgarrador infortunio l " Pero<br />

sea que el cristianismo brin<strong>de</strong> o<br />

no la salvación, lo seguro es que la<br />

poesía no salva; <strong>de</strong> ahí que Rimbaud<br />

<strong>de</strong>scubra que ya no pue<strong>de</strong> seguir<br />

siendo un poeta: "¡Debo enterrar mi<br />

imaginación y mis recuerdos! ¡Dejar<br />

a un lado la hermosa gloria <strong>de</strong><br />

un narrador!" Pues lo que busca es<br />

la salvación, no la poesía, aunque la<br />

práctica <strong>de</strong> la poesía fue lo que <strong>de</strong>finió<br />

y agudizó su necesidad <strong>de</strong> salvación,<br />

su necesidad <strong>de</strong> "poseer la<br />

verdad en un alma y un cuerpo".<br />

Lo que sucedió luego <strong>de</strong> que<br />

Rimbaud llegó a esta conclusión no<br />

<strong>de</strong>be importarnos. Como en los casos<br />

<strong>de</strong> muchos otros, hay que asu-<br />

Biblioteca <strong>de</strong> M éxico<br />

66<br />

mir que su vida interpreta su poesía.<br />

Resulta mucho más iluminador<br />

el permitir que nuestras vidas interpreten<br />

sus textos. Es cierto que en<br />

el capítulo "El esposo infernal" dificilmente<br />

pue<strong>de</strong> evitarse el suponer<br />

que es Verlaine quien habla, que<br />

Rimbaud presenta la visión que Verlaine<br />

tenía <strong>de</strong> Rimbaud durante el<br />

tiempo en que se vio en el infierno<br />

porque creía que podía llegar a <strong>de</strong>velar<br />

toda la verdad. Y para todos<br />

aquellos que ignoran que el niño es<br />

el padre ilegítimo <strong>de</strong>l hombre, quizás<br />

les resulte interesante enterarse<br />

acerca <strong>de</strong> los días escolares <strong>de</strong><br />

Rimbaud, o que tal vez Rimbaud haya<br />

atribuido colores a las vocales<br />

(en el célebre soneto <strong>de</strong> las vocales)<br />

a causa <strong>de</strong>l recuerdo infantil <strong>de</strong><br />

unos cubos <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra con las letras<br />

<strong>de</strong>l alfabeto coloreadas. Pero compren<strong>de</strong>r<br />

Una temporada en el infierno<br />

es más sencillo cuando uno se olvida<br />

<strong>de</strong>l niño prodigio, <strong>de</strong>l Lucifer<br />

adolescente al que Verlaine trató <strong>de</strong><br />

matar, así como <strong>de</strong>l traficante <strong>de</strong> armas<br />

abisinio. y no es necesario <strong>de</strong>dicar<br />

<strong>de</strong>masiada atención a la Francia<br />

provinciana <strong>de</strong> la niñez <strong>de</strong> Rimbaud,<br />

ni a la Francia <strong>de</strong>l Segundo<br />

Imperio, la guerra franco-prusiana<br />

o el París <strong>de</strong> la Comuna, aunque<br />

esos intensos conflictos <strong>de</strong> la época<br />

<strong>de</strong>ben haber tenido algo que ver con<br />

la <strong>de</strong>sbordante velocidad <strong>de</strong> la carrera<br />

<strong>de</strong>l Rimbaud.<br />

El verda<strong>de</strong>ro contexto <strong>de</strong> Una<br />

temporada en el infiemo comienza<br />

con Blake, ·quien tal vez fue el primer<br />

poeta que sintió la urgencia <strong>de</strong><br />

una nueva visión <strong>de</strong> la vida, y maldijo<br />

a Voltaire, Rousseau y Newton,<br />

<strong>de</strong>sposó al Cielo y al Infierno y usó<br />

su poesía para revelar un sistema<br />

teológico <strong>de</strong> su propia invención.<br />

Después vienen los románticos,<br />

quienes buscaban en la naturaleza<br />

lo que el or<strong>de</strong>n social no podía brindarles.<br />

Mucho antes que Rimbaud,<br />

Wordsworth reconoció lo que hacía<br />

falta:<br />

Creat Cod' I'd rather be<br />

A pagan suckled on a creed<br />

outwom,<br />

So Might J, standing on this<br />

pleasant lea,<br />

Have glimpses that would make<br />

less forlom;<br />

Have sight of Proteus rising<br />

from the sea;


Or hear old Triton blow his<br />

wreathed horno I<br />

y se las arregló para convencerse a<br />

sí mismo <strong>de</strong> que la Naturaleza era<br />

la encamación concreta <strong>de</strong> los más<br />

altos valores. En contraste, Coleridge<br />

se volvió hacia el trascen<strong>de</strong>ntalismo<br />

alemán, la comodidad <strong>de</strong> un mundo<br />

<strong>de</strong>ducido a partir <strong>de</strong> la naturaleza<br />

abstracta <strong>de</strong> la conciencia, y<br />

Keats se encauzó a la belleza <strong>de</strong>l arte<br />

y a la belleza artística <strong>de</strong> la naturaleza.<br />

El siguiente estadio comienza<br />

con Bau<strong>de</strong>laire, quien trató <strong>de</strong> recuperar,<br />

a través <strong>de</strong> la experiencia<br />

<strong>de</strong>l vicio y la <strong>de</strong>gradación, el conocimiento<br />

<strong>de</strong>l bien y <strong>de</strong>l mal que parecía<br />

agonizar con la agonía <strong>de</strong>l cristianismo<br />

así como, en la generación<br />

siguiente, George Eliot escribiria sus<br />

cuentos esforzándose por mantener<br />

la moral cristiana fuera <strong>de</strong> la fe cristiana.<br />

En Estados Unidos, Poe <strong>de</strong>scubrió<br />

la necesidad <strong>de</strong> edificar una<br />

metafisica nai"ve, pomposamente titulada<br />

Eureka, y Whitman rechazó<br />

lo que Bau<strong>de</strong>laire había tratado <strong>de</strong><br />

recobrar con poemas en los que<br />

aceptaba todo, así como posteriormente<br />

Nietzsche habria <strong>de</strong> abusar<br />

<strong>de</strong> la moral cristiana, escribir su<br />

propia biblia, y anunciar que <strong>de</strong>seaba<br />

ir más allá <strong>de</strong>l bien y <strong>de</strong>l mal, a<br />

Tolstoi le pareció necesario buscar<br />

una manera <strong>de</strong> retornar al cristianismo<br />

primitivo, y Dostoievski -algunos<br />

<strong>de</strong> cuyos personajes se asemejan<br />

a Rimbaud- rechazó a la<br />

Europa Occi<strong>de</strong>ntal porque la contemplaba<br />

como una opositora <strong>de</strong> la<br />

cristiandad rusa, su ciencia y liberalismo<br />

negaban el amor <strong>de</strong> Dios y<br />

el sentido <strong>de</strong> culpa y la insignificancia<br />

humana.<br />

Después <strong>de</strong> Rimbaud y hasta el<br />

día <strong>de</strong> hoy esa necesidad se ha hecho<br />

más intensa a la vez que las maneras<br />

<strong>de</strong> satisfacerla se han vuelto<br />

más variadas. Algunos regresan al<br />

cristianismo por nuevos caminos<br />

-a través <strong>de</strong> un pintoresco medievalismo,<br />

para usar el ejemplo más<br />

vulgar. Otros, como D.H. Lawren-<br />

1 Debe recordarse que este sentimiento,<br />

<strong>de</strong> origen religioso, surge <strong>de</strong> lo que podríamos<br />

llamar "crítica social", pues el soneto al<br />

que pertenecen estos versos comienza:<br />

The world is too much with us; late and<br />

soon,<br />

Gctting and spending, we lay waste our<br />

powers;<br />

Little we see in Nature that is ours .<br />

y si Wordsworth se antoja un ejemplo <strong>de</strong>l pasado<br />

remoto, vale la pena recordar cuán urgente<br />

se había vuelto esa necesidad religiosa<br />

cien años <strong>de</strong>spués, cuando, durante la guerra<br />

mundial, Hardy escribió acerca <strong>de</strong> la<br />

historia <strong>de</strong> que en la Navidad el buey se arrodilló<br />

por el nacimiento <strong>de</strong> Cristo:<br />

Si alguien dijera, en Navidad,<br />

"Venid a· ver al buey arrodillado<br />

en el solitario corral, allá en el vallecillo<br />

<strong>de</strong> nuestros días infantiles",<br />

con él caminaría en la oscuridad,<br />

<strong>de</strong>seando que así fuera.<br />

ce, encuentran en la satisfacción sexual<br />

el Edén y la inocencia que Rimbaud<br />

queria. Como Blake, William<br />

Butler Yeats y Hart Crane construyeron<br />

nuevos sistemas <strong>de</strong> creencias<br />

en los cuales no creían. Los simbolistas,<br />

los dadaístas y los surrealistas<br />

-cada cual a su manera- también<br />

resumieron diversos momentos<br />

<strong>de</strong> los esfuerzos <strong>de</strong> Rimbaud. En<br />

este sentido pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que Rimbaud<br />

experimentó el siglo entero por<br />

anticipado.<br />

El hombre no pue<strong>de</strong> vivir sin una<br />

interpretación <strong>de</strong> la vida en su con-<br />

La maleta ... viole ... Ilmbaucl.<br />

junto que le diga o parezca <strong>de</strong>cirle<br />

qué es bueno, qué está bien y qué<br />

es importante, y que relacione al<br />

hombre, la naturaleza, la economía<br />

humana y el arte <strong>de</strong> modo que no<br />

se vean contrapuestos en un conflicto<br />

en el cual uno u otro es profanado<br />

o negado. Así como la ciudad<br />

<strong>de</strong>be tener avenidas, nomenclatura<br />

y numeración si se quiere que los<br />

ciudadanos puedan ir <strong>de</strong> un sitio a<br />

otro, así la vida requiere <strong>de</strong> un mapa<br />

tan pronto como la actividad humana<br />

tiene que ver con algo más<br />

que la mera satisfacción <strong>de</strong> necesida<strong>de</strong>s<br />

animales, aunque también es<br />

útil para tal propósito.<br />

La creciente imperfección <strong>de</strong>l<br />

cristianismo, por lo menos en un<br />

cierto periodo <strong>de</strong> la historia, para<br />

brindarle a Europa ese mapa <strong>de</strong> la<br />

vida es sólo parte <strong>de</strong> la condición<br />

que inspiró a Rimbaud y luego lo<br />

<strong>de</strong>rrotó. Una parte igualmente importante<br />

es el or<strong>de</strong>n social que en<br />

su conjunto se hallaba en conflicto<br />

incluso con las nuevas y diluidas<br />

versiones <strong>de</strong>l cristianismo que débilmente<br />

trataban <strong>de</strong> a<strong>de</strong>cuarse a él.<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

67<br />

Esa situación se convirtió en un problema<br />

para cualquier poeta serio,<br />

como lo muestra la citada serie <strong>de</strong><br />

ejemplos. El poeta, sobre todo, es<br />

aquel que siente la carencia central<br />

en lo que los hombres hacen, conocen<br />

Y creen, porque trabaja en<br />

términos <strong>de</strong> la conciencia y en términos<br />

<strong>de</strong> palabras. Deberiamos recordar<br />

que quizás el mayor mal <strong>de</strong>l<br />

capitalismo es su vejación o perversión<br />

<strong>de</strong> todos los valores y por en<strong>de</strong><br />

<strong>de</strong> todas las vidas, no sólo las vidas<br />

<strong>de</strong> la clase obrera (aunque no<br />

quiero que se minimice tal vejación<br />

ni por un momento). Y es en las vidas<br />

<strong>de</strong> los más inteligentes y <strong>de</strong> los<br />

más sensibles que se ha hecho el<br />

mayor daño, por lo menos en lo que<br />

respecta a la inteligencia y la sensibilidad.<br />

Des<strong>de</strong> esta perspectiva, la historia<br />

<strong>de</strong> la poesía, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Blake, es la<br />

historia <strong>de</strong> los hombres que hallaron<br />

el or<strong>de</strong>n social en el cual nacieron<br />

cada vez más imperfecto en todos<br />

los planos <strong>de</strong> la vida humana y<br />

absolutamente incapaz <strong>de</strong> satisfacer<br />

la inevitable necesidad humana <strong>de</strong><br />

contar con una visión <strong>de</strong> la vida.<br />

Rimbaud supo <strong>de</strong> esa necesidad y<br />

realizó algunos intentos caracteristicos<br />

para satisfacerla con una sensibilidad<br />

incomparable. Esa satisfacción<br />

está mucho más allá <strong>de</strong>l alcance<br />

<strong>de</strong> nuestra vista, aun hoyo,<br />

mejor dicho, hoy más que nunca.<br />

Ésta es la razón por la cual Una temporada<br />

en el infierno merece incesante<br />

estudio.<br />

Versión <strong>de</strong> Rafael Vargas


SERGIO PlrOl<br />

El único argumento<br />

Hacia el final <strong>de</strong>l Don <strong>Juan</strong> <strong>de</strong> Moliere, doña Elvira<br />

exclama: "Ce n'est plus cette done Elvire qui faisoit<br />

<strong>de</strong>s voeux contre vous, et dont lame irrité ne jetoit que<br />

menaces, et ne respiroit que vengeance. Le ciel a banni<br />

<strong>de</strong> mon ame toutes ces indignes ar<strong>de</strong>urs que je sentois<br />

por vous, tous ces transports tumultueux d'un attachement<br />

criminel, tous ces honteux emportements d'un<br />

amour terrestre et grossier, et il n'a laissé dans mon<br />

coeur, pour vous, qu'une flamme épurée <strong>de</strong> tout le commerce<br />

<strong>de</strong>s sens, une tendresse toute sainte, un amour<br />

détaché <strong>de</strong> tout, qui n'agit point pour soi, et ne se met<br />

en peine que <strong>de</strong> votre intéret".<br />

IX<br />

No conoces ninguna biografia <strong>de</strong> Mozart que logre<br />

<strong>de</strong>spren<strong>de</strong>rlo <strong>de</strong>l aspecto arcangélico con que lo revistió<br />

su niñez prodigiosa. Hay una obstinación <strong>de</strong><br />

los siglos en querer confinarlo a esas fotos don<strong>de</strong> con<br />

traje <strong>de</strong> corte y peluca rizada y empolvada, rebosante<br />

<strong>de</strong> encajes, lazos y hebillas, se sienta ante un clavecín<br />

y sus pies diminutos cuelgan apenas a la altura<br />

<strong>de</strong>l almohadón <strong>de</strong>l asiento. Todas sus posteriores <strong>de</strong>sdichas<br />

están contaminadas por sus biógrafos <strong>de</strong> ese<br />

aroma seráfico. El azar, <strong>de</strong> pronto, te lleva a leer el<br />

ensayo <strong>de</strong> un americano que insinúa que aquel cuerpo<br />

celestial albergó posiblemente a la ubicua espiroqueta<br />

que en los siglos XVIII y XIX diezmó las filas<br />

<strong>de</strong> las artes y las letras, y que su muerte se atribuye<br />

a una cura mercurial inmo<strong>de</strong>rada (lo que explicaría<br />

algunas circunstancias oscuras: la leyenda <strong>de</strong> su asesinato<br />

por or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> Salieri, la sospecha <strong>de</strong> una acción,<br />

también criminal, por parte <strong>de</strong> los miembros<br />

<strong>de</strong> una logia masónica, la lejanía final <strong>de</strong> su mujer,<br />

las frases tachadas o raspadas <strong>de</strong> sus últimas cartas,<br />

las confusas explicaciones familiares sobre sus últimos<br />

días, etc.). La noticia te suena a profanación,<br />

porque también tú eres reacio a <strong>de</strong>spojar a tu h éroe<br />

<strong>de</strong> ese romanticismo blando que lo envuelve. Al oír<br />

La flauta mágica te emociona pensar que aquel cuerpo<br />

corroído por los males <strong>de</strong> amor, abandonado por<br />

todos, cuyo féretro tardaría sólo unas semanas en<br />

viajar al cementerio seguido por un único amigo y<br />

un perro, haya encontrado aún fuerzas para construir<br />

ese monumento <strong>de</strong> fe en la re<strong>de</strong>nción <strong>de</strong>l<br />

hombre.<br />

XVI<br />

Quizás lo más inquietante en Don Giovanni sea el<br />

subtítulo <strong>de</strong> dramma giocoso. ¿Por qué giocoso?, te preguntas.<br />

¿Es suficiente la actuación <strong>de</strong> Leporello para<br />

otorgarle al drama ese adjetivo? Entonces, ¿también<br />

Papageno podría conferirle un carácter giocoso<br />

a La flauta mágica? De ninguna manera. Las cosas<br />

no van por ahí. Lo que en verdad resulta cómico es<br />

el hecho <strong>de</strong> que durante toda la obra el libertino no<br />

logre seducir a ninguna <strong>de</strong> las mujeres que preten<strong>de</strong>.<br />

Si tales han sido en el pasado sus conquistas, bien<br />

podría uno imaginar que la enumeración cantada por<br />

Leporello sea una pura fantasía elaborada por la complicidad<br />

<strong>de</strong> amo y criado. Un seductor castigado, enloquecido<br />

por el olor a hembra que revolotea siempre<br />

en tomo suyo, sin po<strong>de</strong>r disfrutar <strong>de</strong> una sola<br />

<strong>de</strong> las presas codiciadas. Hay <strong>de</strong>masiada verbosidad<br />

en su jactancia, ese pretencioso rego<strong>de</strong>o en una virilidad<br />

triunfante que siempre sugiere, cuando se lo<br />

encuentra en la vida real, una mentira. No bien acabas<br />

<strong>de</strong> redactar una nota al respecto cuando adviertes<br />

que don <strong>Juan</strong> infiere a sus mujeres una herida<br />

más profunda que la m era violación corporal. Llega<br />

a poseer sus almas. Así, fantasmales, <strong>de</strong>lirantes, agobiadas,<br />

aun cuando sus cuerpos permanezcan sin<br />

mancilla, doña Anna, doña Elvira y Zerlina cruzan<br />

la escena, profieren insultos, exhalan suspiros e intentan<br />

reunir volunta<strong>de</strong>s que sostengan su sed <strong>de</strong><br />

venganza.<br />

XIX<br />

.... Mozart, por Krafft. Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

69<br />

¡Pobre sabiduría! En un reciente festival mozartiano<br />

te sorprendió la semejanza entre Cherubino y don<br />

<strong>Juan</strong>. De no ser por la lista don<strong>de</strong> Leporello enumera<br />

las galantes victorias <strong>de</strong> su amo, nada conoceríamos<br />

<strong>de</strong> su pasado. Y ese pasado se reduce a cifras:<br />

en Italia, 641; en Alemania, 231; en Turquía, 91, Y<br />

en España ya son 1 003; datos sin vida, multitud carente<br />

<strong>de</strong> rostro. Don <strong>Juan</strong> transformado en una máquina<br />

<strong>de</strong> fornicar y sumar. De pronto, Cherubino,<br />

ese Adonis-Narciso-<strong>de</strong>-Amor, te ofrece nuevas luces.<br />

Ahí está el1ibertino joven, el don <strong>Juan</strong> adolescente<br />

sólo enamorado <strong>de</strong>l amor, para el cual la con<strong>de</strong>sa,<br />

Susana y Barbarina ofrecen la misma tentación, <strong>de</strong>spiertan<br />

el mismo <strong>de</strong>seo, y quien, con astucia angelical,<br />

solicita que le expliquen -¡ellas que 10 saben l -<br />

qué cosa es el amor. Don <strong>Juan</strong> adulto ha olvidado<br />

esa fase. Por el contrario <strong>de</strong> Cherubino, quien actúa<br />

bajo la inspiración <strong>de</strong>l momento y cuyos recursos<br />

<strong>de</strong>scansan exclusivamente en su encanto personal,<br />

don <strong>Juan</strong> engaña, trama, manipula y es implacable<br />

con las mujeres en las cuales fija su mirada. Desea<br />

y necesita el odio <strong>de</strong> la hembra a la que posee. Tal<br />

vez porque en su adolescencia, cuando aún se llamaba<br />

Cherubino, fue amado por ellas <strong>de</strong> una manera<br />

extravagante. Todas las mujeres <strong>de</strong>l palacio <strong>de</strong><br />

Aguas Frescas preten<strong>de</strong>n <strong>de</strong>struir la virilidad <strong>de</strong>l paje;<br />

todas, en algún momento <strong>de</strong> la obra, <strong>de</strong>sean vestirlo<br />

con prendas femeninas, volverlo niña, hacer <strong>de</strong><br />

él un objeto erótico que fuera a la vez una muñeca,<br />

convertir su cuerpo en un juguete <strong>de</strong> disfrute inofensivo.<br />

El festival <strong>de</strong> que hablas se clausuró precisamente<br />

con Don Giovanni. Y sentiste que estabas<br />

en lo cierto cuando en la cena final los músicos <strong>de</strong>


,<br />

Don GIovannl (tunero lallllOlldl) brinda por la. muiere. y el vino frente a Donno Elvlro (KlrI Te Kanawa).<br />

don <strong>Juan</strong> le tocan aquel l/Non piu andrai" con que<br />

en la ópera anterior Fígaro había celebrado la marcha<br />

forzada <strong>de</strong> Cherubino al ejército, feliz al saber<br />

que no volverá a tropezar con él por una larga temporada:<br />

Non piu andrai, farfallone amoroso,<br />

Notte e giorno d'interno girando,<br />

Delle belle turbando il riposo,<br />

Narcisetto, Adoncino d'amor.<br />

El final <strong>de</strong> don <strong>Juan</strong> está próximo. Lo espera el<br />

infierno, no los campos <strong>de</strong> batalla, y por eso la tonada<br />

adquiere ahí un sesgo macabro. Nunca más volverá<br />

a turbar el reposo <strong>de</strong> las bellas <strong>de</strong>l mundo aquel<br />

machito Adonis. Feliz con tu <strong>de</strong>scubrimiento, llegaste<br />

a casa dispuesto a trabajar en un pequeño ensayo<br />

sobre esa relación simbiótica entre Cherubino y don<br />

<strong>Juan</strong>, oíste ambas óperas libreto en mano, abriste luego<br />

el libro <strong>de</strong> Eric Blom, buscaste el capítulo <strong>de</strong>dicado<br />

a Las bodas <strong>de</strong> Fígaro, y el primer párrafo en que<br />

tus ojos se fijaron <strong>de</strong>cía: Cherubino points two ways.<br />

He is at once the adolescent Don <strong>Juan</strong> and. Cerraste<br />

el libro, <strong>de</strong>scorazonado. ¡Eterno <strong>de</strong>scubridor <strong>de</strong><br />

Mediterráneos! Por supuesto perdiste todo entusiasmo<br />

en trabajar sobre el tema.<br />

xxv<br />

Leíste en algún lado que una representación perfecta<br />

<strong>de</strong> Don Giovanni es imposible. Por una u otra razón,<br />

ninguna versión ha logrado satisfacer <strong>de</strong>l todo a sus<br />

<strong>de</strong>votos. Ciertos estudiosos, por facilidad tal vez, atribuyen<br />

ese hecho a las anomalías <strong>de</strong>l libreto. Dicen<br />

que da Ponte acumuló <strong>de</strong> un modo mecánico las escenas,<br />

las que no fluyen con la misma naturalidad<br />

que en Las bodas <strong>de</strong> Fígaro. Te parece que da Ponte<br />

somete a los personajes <strong>de</strong> Don Giovanni, más que<br />

a los <strong>de</strong> sus otras piezas, a los cánones <strong>de</strong> la Comedia<br />

<strong>de</strong>l Arte, que, por estrechos, les resultaron una<br />

verda<strong>de</strong>ra prisión. Don <strong>Juan</strong> <strong>de</strong>berá repetir en cada<br />

escena sus cabriolas <strong>de</strong> gallito en brama. Doña Anna<br />

encarnará siempre el orgullo vejado y la sed <strong>de</strong><br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

70<br />

venganza; Leporello no <strong>de</strong>jará nunca <strong>de</strong> ser untuoso,<br />

cobar<strong>de</strong> y servil; don Octavio se conformará con<br />

ser el leal enamorado <strong>de</strong> la obra; doña Elvira, el dolor<br />

<strong>de</strong> la pasión escarnecida. Massetto y Zerlina, rústicos,<br />

se comportarán como todos los rústicos <strong>de</strong> su<br />

siglo. Y esas siete alegorías andantes transitarán la<br />

escena, se encontrarán y <strong>de</strong>saparecerán, integrarán<br />

dúos, tercetos, cuartetos, quintetos, sin que sus frases<br />

ofrezcan ninguna variación al concepto que encarnan.<br />

Pero entonces, ¡y <strong>de</strong> ahí que Don Giovanni<br />

sea la obra maestra que es!, la música <strong>de</strong> Mozart se<br />

toma la revancha y puebla <strong>de</strong> ambigüedad, <strong>de</strong> enigmas,<br />

<strong>de</strong> contrasentidos, la conducta <strong>de</strong> esos personajes<br />

en apariencia <strong>de</strong> palo. En los momentos <strong>de</strong><br />

mayor patetismo o <strong>de</strong> gran solemnidad irrumpe sorpresivamente<br />

un acor<strong>de</strong> burlón; cuando se espera<br />

una melodía humorística nos ofrece en cambio otra<br />

<strong>de</strong> un lirismo arrebatado. Yeso hace que el personaje<br />

se transforme, se vuelva esférico, se cargue <strong>de</strong><br />

sentidos, y que al auditorio 10 abrumen las dudas.<br />

¿Es que doña Anna <strong>de</strong>sea en realidad vengarse <strong>de</strong><br />

don <strong>Juan</strong> por haber asesinado a su padre? ¿No será<br />

por haberse marchado <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>de</strong>spertarla a los<br />

sentidos con una violencia que el pusilánime don Octavio<br />

ni siquiera es capaz <strong>de</strong> imaginar? ¿Y qué hay<br />

con el tiempo? Nunca sabremos si la acción está regida<br />

por un tiempo semejante al nuestro, o si ocurre<br />

en un espacio carente <strong>de</strong> tal. ¿En un tiempo sin<br />

tiempo? ¿Se inicia acaso la obra al romper el alba<br />

para concluir en la noche <strong>de</strong>l mismo día, o bien, en<br />

algún momento <strong>de</strong>be enten<strong>de</strong>rse que Cronos ha dado<br />

tajos a mansalva y entre escena y escena han pasado<br />

algunos días? En el caso <strong>de</strong> que la primera suposición<br />

fuera acertada, como a ti te parece, ¿a qué<br />

horas, entonces, sepultaron al Comendador y levantaron<br />

su estatua? Se lo preguntas a un all}igo, que<br />

acaba <strong>de</strong> entrar en el estudio, y él te respon<strong>de</strong> con<br />

sonrisa burlona que es absurdo mantener tales escrúpulos<br />

y exigencias con la ópera. Es un género que<br />

uno ama o aborrece, refractario a toda explicación.<br />

Que por ese camino se acabaría por tratar <strong>de</strong> encontrarle<br />

lógica hasta a La forza <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stino. ¡Y a fin <strong>de</strong><br />

no discutir . .. !


JAVIER SICILIA<br />

La Anunciación<br />

Para Ricardo Newman<br />

Fue el rumor <strong>de</strong> unas alas en la niebla,<br />

y el dolor <strong>de</strong>l dolor que <strong>de</strong>voraba<br />

mis ingles, mis entrañas y escaldaba<br />

tal el fuego en el yermo y la tiniebla;<br />

<strong>de</strong>snuda y virginal me hallé vacía,<br />

mi pequeñez se hizo ardiente grava,<br />

me abandoné a su mando, fui su esclava<br />

y en .medio <strong>de</strong>l ardor y la agonía<br />

magnifiqué <strong>de</strong> gozo <strong>de</strong>vastada.<br />

Después ya nada supe, ya más nada,<br />

sólo el rumor <strong>de</strong>l viento entre las cañas,<br />

la habitación a oscuras, un no sé,<br />

y el miedo <strong>de</strong> los miedos, saber que<br />

llevaría a mi Dios en las entrañas.


Según Blanchot, Don <strong>Juan</strong> "introduce<br />

en la noche la vivacidad y la<br />

animación <strong>de</strong>l día". Me parece que<br />

hay que enten<strong>de</strong>r esto como que<br />

Don <strong>Juan</strong> inyecta en la simpleza e<br />

inercia <strong>de</strong> la noche un elemento <strong>de</strong><br />

turbulencia que la dilata y la "pone<br />

<strong>de</strong> pie", como si hubiera en él algo<br />

que se resistiera a la costumbre humana<br />

<strong>de</strong> hacer coincidir la tiniebla<br />

con el apaciguamiento <strong>de</strong> la curiosidad<br />

y los apetitos. Y aunque es<br />

cierto que <strong>de</strong> esa costumbre obtiene<br />

gran parte <strong>de</strong> sus ventajas como<br />

seductor y burlador, puesto que en<br />

la oscuridad es don<strong>de</strong> fragua más fácilmente<br />

sus engaños, es innegable<br />

que su figura, con su ilimitada avi<strong>de</strong>z<br />

<strong>de</strong> vigilia y <strong>de</strong> contacto a cualquier<br />

precio, encama la esperanza<br />

<strong>de</strong> una nocturnidad al fin victoriosa<br />

y habitable en toda su extensión.<br />

Lo que afirma uno <strong>de</strong> los tantos Don<br />

<strong>Juan</strong>es, el <strong>de</strong> Jirat: "Soy la venganza<br />

<strong>de</strong>l Sur contra el orgulloso norte;<br />

contra el Norte virtuoso, glacial,<br />

sólido e hipócrita", podrían <strong>de</strong>cirlo<br />

todos los Don <strong>Juan</strong>es <strong>de</strong> la noche<br />

respecto al día. Don <strong>Juan</strong>, pues, es<br />

un apologista <strong>de</strong> la noche ("estas<br />

son las horas mías", dice [Tirso:<br />

241]), pero a costa <strong>de</strong> traicionarla,<br />

pues quiere exten<strong>de</strong>r la marejada<br />

<strong>de</strong>l día hasta la noche, iluminar la<br />

noche como a pleno día. Es un animador,<br />

pero más particularmente<br />

alguien que ensancha y prolonga.<br />

Frente a la barrera <strong>de</strong> la noche, que<br />

es la primera barrera y el primer<br />

salto cualitativo, y sobre todo la primera<br />

estrechez, él actúa con la holgura<br />

y el aliento <strong>de</strong> la horas diurnas.<br />

En la medida en que ignora un salto<br />

<strong>de</strong> cualidad, es un simplificador<br />

y un nivelador. Por eso ama sin discernimiento<br />

a todas las mujeres, sin<br />

importarle su edad ni su condición<br />

social.<br />

También la ensoñación bucólica,<br />

reducida a su fórmula más simple,<br />

consiste en el rechazo <strong>de</strong> la estrechez<br />

nocturna, como si <strong>de</strong> esa primera<br />

estrechez se <strong>de</strong>rivaran todas<br />

las otras. La noche bucólica es siempre<br />

benigna y esa benignidad le viene<br />

<strong>de</strong> estar iluminada por una luna<br />

tan clara y esplendorosa que la noche<br />

ya no parece una interrupción<br />

sino la prolongación <strong>de</strong>l día. "La luna<br />

era tan clara" leemos en la Arcadia<br />

<strong>de</strong> Sannazaro, "que, como a<br />

pleno día, aparecía el sen<strong>de</strong>ro. Y así<br />

siguiendo a las ovejas, íbamos en el<br />

FABIO MORÁBITO<br />

Don <strong>Juan</strong><br />

silencio <strong>de</strong> la serena noche conversando"<br />

(p. 43). Lo que es conversación<br />

en los pastores bucólicos, en<br />

Don <strong>Juan</strong> se toma aventura erótica:<br />

"¡Qué hermosa noche! / Más clara<br />

que el día, parece perfecta / para<br />

ir a caza <strong>de</strong> muchachas" (Mozart:<br />

30). Aboliendo las tinieblas, la luna<br />

regala una prórroga y gana la noche<br />

para la palabra y la acción humanas,<br />

otorga una libertad adicional <strong>de</strong> movimiento<br />

y <strong>de</strong> emociones. Es esa<br />

misma libertad adicional que persigue<br />

continuamente Don <strong>Juan</strong>, como<br />

él lo afirma: "Me siento con un<br />

corazón capaz <strong>de</strong> amar a toda la tierra<br />

y, como Alejandro, <strong>de</strong>searía que<br />

hubiese otros mundos para po<strong>de</strong>r<br />

exten<strong>de</strong>r a ellos mis conquistas<br />

amatorias" (Moliere: 136).<br />

La geografía pastoril, es más, sólo<br />

pue<strong>de</strong> enten<strong>de</strong>rse a partir <strong>de</strong> esa<br />

capacidad inifinita <strong>de</strong> adquisición<br />

<strong>de</strong> nuevos espacios que <strong>de</strong>searía para<br />

sí Don <strong>Juan</strong>. Es una geografía<br />

proliferante <strong>de</strong> recovecos secretos<br />

y <strong>de</strong> sitios vírgenes. Los pastores recorren<br />

incesantemente esos sitios,<br />

<strong>de</strong>splazándose <strong>de</strong> un claro en el bosque<br />

a otro claro en el bosque, <strong>de</strong> un<br />

locus amoenus a otro, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> ese<br />

locus amoenus mayor que es la Arcadia.<br />

Las mujeres son para Don<br />

<strong>Juan</strong> lo mismo que los claros en el<br />

bosque o los valles para los pastores:<br />

ocasiones para renovar el <strong>de</strong>leite.<br />

Tal vez las novelas pastoriles, un<br />

poco anteriores en el tiempo al nacimiento<br />

<strong>de</strong>l personaje <strong>de</strong> Don<br />

<strong>Juan</strong>, prepararon la irrupción <strong>de</strong> éste<br />

en la escena literaria, porque en<br />

ellas cuaja por primera vez la imagen<br />

<strong>de</strong> un modo <strong>de</strong> vida basado en<br />

un nomadismo gozoso (o en un goce<br />

siempre ávido <strong>de</strong> nuevos escenarios)<br />

que en la figura <strong>de</strong> Don <strong>Juan</strong><br />

encuentra su paradigma.<br />

Este nomadismo, que implica un<br />

énfasis <strong>de</strong>l contacto y <strong>de</strong>l encuentro,<br />

a<strong>de</strong>lgaza la esfera privada hasta<br />

prácticamente borrarla. La <strong>de</strong>rrota<br />

<strong>de</strong> la noche es la <strong>de</strong>rrota <strong>de</strong>l sigilo<br />

familiar, <strong>de</strong>l retiro <strong>de</strong>l individuo<br />

a su universo privado.<br />

Bajo la luz esplen<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la luna<br />

todo se vuelve público, o al menos<br />

espiable, y los individuos quedan<br />

expuestos a los <strong>de</strong>seos y las maniobras<br />

<strong>de</strong> los otros. Para los pastores<br />

bucólicos es casi imposible escon<strong>de</strong>rse<br />

o pasar inadvertidos. Nunca<br />

están verda<strong>de</strong>ramente solos. Cuando<br />

creen estarlo, alguien los está es-<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

72<br />

piando <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> un árbol. El carácter<br />

donjuanesco <strong>de</strong>l espacio bucólico<br />

resi<strong>de</strong> en esta carencia <strong>de</strong><br />

privacidad; no hay fronteras ni muros<br />

que posterguen o dificulten la<br />

curiosidad y el <strong>de</strong>seo; el suelo <strong>de</strong> toda<br />

Arcadia es un parqué <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra<br />

liso y reluciente, no sólo en el sentido<br />

<strong>de</strong> que incita al movimiento sino<br />

porque borra las huellas; por eso<br />

nadie parece regresar sobre sus pasos,<br />

o si lo hace no se da cuenta. Es<br />

como si una general amnesia cundiera<br />

entre los pastores.<br />

Es la misma amnesia que pa<strong>de</strong>ce<br />

Don <strong>Juan</strong>. Es que, como alguien<br />

que salta sobre las piedras <strong>de</strong> un vado<br />

<strong>de</strong> río para no mojarse, Don <strong>Juan</strong><br />

salta <strong>de</strong> mujer en mujer. Se mantiene<br />

en un equilibrio precario que, lo<br />

mismo que lo obliga a pisar con un<br />

solo pie, le impi<strong>de</strong> <strong>de</strong>tenerse. Preocupado<br />

por no caerse, es probable<br />

que apenas distinga una piedra <strong>de</strong><br />

otra, apenas repare en la peculiaridad<br />

<strong>de</strong> cada una. Pisa como un sonámbulo.<br />

Su famosa lista <strong>de</strong> mujeres<br />

conquistadas es prueba <strong>de</strong> su falta<br />

<strong>de</strong> memoria. Rara vez recuerda<br />

nítidamente un rostro, sólo <strong>de</strong>talles<br />

dispersos: "Lo que recuerdo son objetos:<br />

un jarrón <strong>de</strong> mal gusto, unas<br />

pantuflas, un crucifijo <strong>de</strong> porcelana.<br />

y a veces olores: el perfume <strong>de</strong> mirtos<br />

marchitos. No recuerdo los nombres,<br />

y apenas las caras" (Frisch:<br />

185).<br />

Le ocurre lo mismo a Sincero, el<br />

protagonista <strong>de</strong> la Arcadia <strong>de</strong> Sannazaro,<br />

que pese a su ardiente <strong>de</strong>seo<br />

<strong>de</strong> volver a ver a aquella que lo<br />

hirió <strong>de</strong> amor y por cuya causa <strong>de</strong>cidió<br />

refugiarse temporalmente entre<br />

los pastores <strong>de</strong> Arcadia (en una<br />

especie <strong>de</strong> retiro terapéutico), no<br />

consigue, como él lo confiesa, "rehacer<br />

en la memoria cómo es ella,<br />

ni <strong>de</strong> día ni <strong>de</strong> noche" (p. 77). ¿Es<br />

la luz <strong>de</strong> Arcadia, neutra y apacible,<br />

como correspon<strong>de</strong> a un recinto curativo,<br />

lo que <strong>de</strong>bilita la memoria?<br />

¿No consiste en eso la ventaja <strong>de</strong> la<br />

luz lunar, que por resaltar todo uniformemente<br />

no permite que algo<br />

<strong>de</strong>staque y se vuelva problemático?<br />

Porque <strong>de</strong>l mismo modo que en los<br />

frecuentísimos duelos <strong>de</strong> canto entre<br />

los pastores no hay nunca un<br />

vencedor, sino sólo empates 00 cual<br />

concuerda con la exquisita cortesía<br />

que reina en Arcadia), así, la luz<br />

pastoril, que es siempre una luz lunar,<br />

aunque no aparezca la luna (<strong>de</strong>


El violinista Leopold Mozart, con sus hilos Anna y Wolfgang. Al fondo, el retrato <strong>de</strong> su difunta esposa.<br />

día es la luz filtrada por los árboles,<br />

nunca el cruento chorro solar), atenúa<br />

los contrastes y produce la sensación<br />

<strong>de</strong> un empate general entre<br />

las cosas.<br />

Estamos en un mundo cuya cortesía<br />

intrínseca resi<strong>de</strong> en la capacidad<br />

que tienen las cosas <strong>de</strong> alternarse<br />

y relevarse como en una conversación<br />

humana. La luz que baña<br />

este mundo es la luz <strong>de</strong> la conversación.<br />

Pero es también la luz i<strong>de</strong>al<br />

<strong>de</strong>l seductor, no sólo porque pone<br />

todo en evi<strong>de</strong>ncia y acaba con la privacidad,<br />

sino porque, difusa y neutra,<br />

le permite al seductor pisar sobre<br />

seguro sin <strong>de</strong>jar huellas, diluir,<br />

pues, su sombra particular el'! la<br />

sombra general. A medio camino<br />

entre la brutal luz solar, que suelda<br />

cada cosa a su sombra y a su suelo,<br />

y la oscuridad ciega, que borra el<br />

suelo y las sombras y las cosas, el<br />

ungüento lunar conserva en pie las<br />

cosas pero las libera <strong>de</strong> su sombra,<br />

que es como <strong>de</strong>cir que las libera <strong>de</strong><br />

su gravedad. Las <strong>de</strong>ja en un estado<br />

<strong>de</strong> inmunidad y ligereza. La sombra,<br />

que compromete, que arraiga,<br />

que une a la tierra pero también al<br />

subsuelo, a los muertos, se evapora<br />

como si librara el cuerpo <strong>de</strong> su origen.<br />

Don <strong>Juan</strong> huye todo el tiempo<br />

<strong>de</strong> su sombra, es <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> los muertos,<br />

y esa huida toma la forma <strong>de</strong><br />

una perpetua conquista amatoria;<br />

pisa ligero para no pisar a los muertos,<br />

y <strong>de</strong>cir que pisa ligero significa<br />

que pisa mujeres; éstas, no una sino<br />

una larga serie <strong>de</strong> mujeres sin<br />

nombre ni cara, lo salvan <strong>de</strong> <strong>de</strong>jar<br />

huellas y lo lavan <strong>de</strong> su propia<br />

sombra.<br />

El carácter donjuanesco <strong>de</strong>l espacio<br />

pastoril se <strong>de</strong>be a su formidable<br />

aptitud para facilitar la curiosidad y<br />

los <strong>de</strong>splazamientos, a tal punto que<br />

cualquier viaje o recorrido se vuelve,<br />

<strong>de</strong> tan fulminante, inexistente.<br />

Habría que preguntarse si el donjuanismo<br />

<strong>de</strong> los pastores (su volubilidad<br />

amorosa, sus tretas e intrigas,<br />

la facilidad con que se enamoran y<br />

<strong>de</strong>senamoran) no se <strong>de</strong>be sencillamente<br />

a la predisposición para el rápido<br />

contacto y a la rápida <strong>de</strong>svinculación<br />

que posibilita un suelo que<br />

<strong>de</strong> tan practicable se ha vuelto casi<br />

resbaloso, don<strong>de</strong> es imposible quedarse<br />

quieto.<br />

El donjuanismo es principalmente<br />

una incapacidad para <strong>de</strong>tenerse;<br />

por eso, cuando es auténtico, tiene<br />

algo <strong>de</strong> automático e incontrolado;<br />

es una carrera cuesta abajo que se<br />

ve frenada aquí y allá por cientos o<br />

miles <strong>de</strong> mujeres, ninguna <strong>de</strong> las<br />

cuales, sin embargo, logra <strong>de</strong>tener<br />

el impulso <strong>de</strong>l seductor hacia los infiernos<br />

(pues alguien que cae incontrolablemente,<br />

que ha olvidado cómo<br />

<strong>de</strong>tenerse, ¿dón<strong>de</strong> pue<strong>de</strong> acabar<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

73<br />

sino en el infierno?). Y si esto es así,<br />

a lo m ejor Don <strong>Juan</strong> no acaba en el<br />

infieno por seducir y engañar a tantas<br />

mujeres, sino que, no pudiendo<br />

<strong>de</strong>tenerse, las seduce con el prestigio<br />

<strong>de</strong> su caída. "Sólo lo he visto a<br />

la distancia ( ... ) ¡Y cómo se <strong>de</strong>ja<br />

caer, como si tuviera alas!" exclama<br />

extasiada Doña Elvira al verlo bajar<br />

<strong>de</strong> su caballo (Frisch: 111 ). En todo<br />

lo que él hace hay una brusquedad<br />

nerviosa que remite al salto y a las<br />

acrobacias <strong>de</strong>l fugitivo. Brinca <strong>de</strong> los<br />

balcones, escala muros, se escabulle,<br />

sus gestos y palabras <strong>de</strong>latan<br />

una prisa innata y una reacción<br />

compulsiva ante todo lo que lo ro<strong>de</strong>a.<br />

Las mujeres creen ver ahí, seguramente,<br />

una naturaleza sin sedimentos,<br />

sin laboriosos segundos o<br />

terceros pisos, un alma elástica, quizá<br />

incluso sin fondo. Ese hombre<br />

parece estar muy lejos <strong>de</strong> la fertilidad,<br />

<strong>de</strong> las rugosida<strong>de</strong>s y <strong>de</strong> la fatiga<br />

<strong>de</strong> todo enlace dura<strong>de</strong>ro, porque<br />

no hay en él ningún elem ento en<br />

reposo. El arte <strong>de</strong> Don <strong>Juan</strong>, al fin<br />

y al cabo, es vivir y aparecer a las<br />

mujeres como algo en precario equilibrio,<br />

en estado informe, como una<br />

materia aún por imprimir, una especie<br />

<strong>de</strong> lodo elemental: "Parecéis<br />

caballo griego / que el mar a mis<br />

pies <strong>de</strong>sagua, / pues venís formado<br />

<strong>de</strong> agua, / y estaís preñado <strong>de</strong> fuego"<br />

le dice la pescadora Tisbea, en


cuyo regazo <strong>de</strong>spierta Don <strong>Juan</strong><br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> naufragar junto con su<br />

criado Catalinón (Tirso: 187), y en<br />

esa postura m aterno-fil ial tiene lugar<br />

uno <strong>de</strong> los diálogos más líricos<br />

<strong>de</strong>l libro, con Don <strong>Juan</strong> hecho una<br />

palpitante masa sobreviviente, un<br />

hombre virtualmente renacido a la<br />

vida, y Tisbea que, pese a ser insensible<br />

a los halagos masculinos (por<br />

ella suspiran todos los pescadores<br />

<strong>de</strong> la al<strong>de</strong>a), se <strong>de</strong>rrite poco a poco<br />

ante ese niño-hombre que las olas<br />

echaron frente a su cabaña. Don<br />

<strong>Juan</strong> cabe perfectamente en su regazo,<br />

pero también es atrevido como<br />

el más fogoso <strong>de</strong> los amantes;<br />

es realmente una m ezcla <strong>de</strong> agua y<br />

fuego , es un lodo primigenio o una<br />

continuación <strong>de</strong> la arena <strong>de</strong> la playa.<br />

Catalinón, su criado, 10 cree capaz<br />

<strong>de</strong> todo, aun <strong>de</strong> respirar fuera<br />

<strong>de</strong> las vías respiratorias normales:<br />

Tisbea: No, que a ún respira.<br />

Catalinón: ¿Por dón<strong>de</strong>? ¿Por aquí?<br />

Tisbea: Sí; pues ¿por dón<strong>de</strong>?<br />

Catali nón: Bie n podía respirar por<br />

otra parte.<br />

(Tirso: 185)<br />

Sólo en un hombre así, híbrido e<br />

in<strong>de</strong>terminado, la frontera <strong>de</strong> la<br />

masculinidad pue<strong>de</strong> ser cruzada por<br />

las mujeres sin disminuciones; estando<br />

<strong>de</strong> caída, está encendido como<br />

ninguno y paradójicamente casi<br />

mue rto: "Mucho habláis" le dice<br />

Tisbea "cuando no habláis, / y<br />

cuando muerto venís / mucho al<br />

parecer sentís; / plega a Dios que<br />

no mintáis" (Tirso: 187). Por ser veloz<br />

y estar e n <strong>de</strong>rrota, las mujeres<br />

pue<strong>de</strong>n volverse frente a él idénticas<br />

a sí mismas. Esta es quizá la verda<strong>de</strong>ra<br />

fue rza <strong>de</strong> Don <strong>Juan</strong>, que es<br />

también la fuerza <strong>de</strong> toda Arcadia:<br />

su milagrosa lisura, su inservibilidad:<br />

"La Dama: Tú no pue<strong>de</strong>s se rvir <strong>de</strong><br />

ningún modo, Don <strong>Juan</strong> ( ... ) Una<br />

vez te quise porque pasaste a 10 largo<br />

<strong>de</strong> mi vida como alguien que persigue<br />

un objetivo" (Frisch: 170). Tal<br />

vez Don <strong>Juan</strong> es para las mujeres<br />

10 que Arcadia para los pastores, un<br />

<strong>de</strong>stello <strong>de</strong> luci<strong>de</strong>z e introspección,<br />

un espejo fuga z ante el cual pue<strong>de</strong>n<br />

reconocerse com o 10 que son : " Miranda.<br />

: Las reconocí entre cien manos,<br />

<strong>de</strong>ja que las bese, son las manos<br />

que una vez me transportaron,<br />

no a mi cuerpo, sino a mi rostro,<br />

manos que m e condujeron hacia mí<br />

misma, manos como sólo uno las<br />

tiene, ¡y eres tú, don <strong>Juan</strong>'" (Frisch:<br />

11 6). Y 10 mismo que la naturaleza<br />

bucólica no se <strong>de</strong>ja sorpren<strong>de</strong>r dos<br />

veces en el mismo punto, no se <strong>de</strong>ja<br />

estabilizar por ningún trato asiduo,<br />

Don <strong>Juan</strong> es evanescente o, como<br />

él mismo afi rma, un hombre sin<br />

nombre, o sea sin fo rma, o cuya<br />

única forma es su <strong>de</strong>senfreno. Don<br />

<strong>Juan</strong> en efecto no eli ge a las mujeres,<br />

puesto que no <strong>de</strong>secha nada (no<br />

tiene tiempo <strong>de</strong> <strong>de</strong>sechar nada), así<br />

que acepta todo 10 que se le atraviesa<br />

en el camino, cada estímulo borra<br />

el anterior, hay siempre algo<br />

nuevo que 10 reclama. De ahí su carácter<br />

inflamable, que 10 lleva a participar<br />

en un sinnúmero <strong>de</strong> duelos<br />

y riñas. Su adhesión a lo fortuito,<br />

que es tan firme que le permite<br />

aventajar a sus adversarios, sean éstos<br />

hombres rivales o mujeres por<br />

conquistar (él cree profundamente<br />

en 10 fortuito, porque cae sin cesar,<br />

y 10 fortuito es la ley <strong>de</strong> toda caída),<br />

es <strong>de</strong> quien no sabe <strong>de</strong>scansar <strong>de</strong><br />

nada exterior y vive reaccionando<br />

todo el tiempo, libre <strong>de</strong> maduraciones<br />

e impulsos internos. Dejado a<br />

solas, sin estímulos <strong>de</strong> afuera, Don<br />

<strong>Juan</strong> no existe, el gris <strong>de</strong> la inacción<br />

se apo<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> él, por eso está siempre<br />

como saliendo <strong>de</strong> un embotamiento<br />

e, igual que los pastores, su<br />

vida es una larga serie <strong>de</strong> en cuentros<br />

inesperados. Pasa sin transición<br />

<strong>de</strong> un episodio a otro, <strong>de</strong> una mujer<br />

a otra, <strong>de</strong> un país a otro; está negado<br />

para el verda<strong>de</strong>ro diálogo; en<br />

realidad es un repetidor <strong>de</strong> fórmulas<br />

exitosas, o sea, un escurridizo .<br />

La acotación <strong>de</strong> Frisch sobre cómo<br />

m ata a Don Gonzalo es reveladora,<br />

éste "cae a consecuencia <strong>de</strong> una estocada<br />

rápida como un relámpago<br />

antes <strong>de</strong> que se hubiera iniciado un<br />

verda<strong>de</strong>ro combate" (160). En Moliere,<br />

el episodio que 10 enfrenta a<br />

uno <strong>de</strong> sus acreedores, el señor Dimanche,<br />

es un ejemplo <strong>de</strong> su habilidad<br />

para usar las palabras como un<br />

mero ritual hipnóti co, es <strong>de</strong>cir como<br />

un instrumento <strong>de</strong> evasión, no<br />

<strong>de</strong> diálogo. En la misma obra, el propio<br />

Sganarelle, su criado, le hace notar<br />

ese rasgo <strong>de</strong> automatismo: "¡Válgame<br />

Dios, y qué bien os expresáis'<br />

Parece como si 10 hubiéseis aprendido<br />

<strong>de</strong> memoria, y habláis como<br />

un libro" (136).<br />

Después <strong>de</strong> que Leporello, su<br />

criado, 10 pone al tanto <strong>de</strong> cómo ha<br />

dispuesto las cosas para que goce <strong>de</strong><br />

la campesina Zerlina, Don <strong>Juan</strong> exclama<br />

excitado: "Bravo' Bravo' Arcibravo'<br />

/ L'affar non puó meglio' /<br />

Jncominciasti; io sapró terminar'"<br />

(Mozart: 18) ' En este "io sapró terminar"<br />

está resumido el procedimiento<br />

<strong>de</strong> Don <strong>Juan</strong>, que siempre<br />

interviene cuando los acontecimientos<br />

están maduros, no antes. No sabe<br />

empezar nada, pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse incluso<br />

que carece <strong>de</strong> iniciativa, pero<br />

sabe irrumpir como nadie en medio<br />

<strong>de</strong> los hechos para inclinarl os a su<br />

favor. Pero irrumpir no es la palabra<br />

exacta; más bien se insinúa en<br />

la rendija justa, se acomoda don<strong>de</strong><br />

pue<strong>de</strong> hacer más daño con el m enor<br />

esfuerzo. Es un arquero que<br />

confía en la punteria <strong>de</strong> su instin-<br />

• "¡Muy bien, muy bien , estupendo'<br />

¡El asunto no podría marchar mejor' ¡Tú<br />

com enzaste, yo sabré terminar'"<br />

BIblIOteca <strong>de</strong> México<br />

74<br />

too Sabe a<strong>de</strong>lgazarse e introducirse<br />

sin perturbar el or<strong>de</strong>n imperante:<br />

¡Que ridos amigos, buenos días!<br />

[¡Continúen,<br />

continúen con su agasajo,<br />

sigan tocando, buena gente!<br />

¿De qué se trata, <strong>de</strong> una boda?<br />

(Mozart: 14)<br />

En la boda <strong>de</strong> los pastores, a la<br />

que llega casualmente, se sienta<br />

aparentemente por error alIado <strong>de</strong><br />

la novia, <strong>de</strong>splazando al novio, o<br />

mejor dicho incrustándose entre<br />

ambos, hasta lograr seducir a la mujer.<br />

Y cuando abre los ojos luego <strong>de</strong><br />

naufragar y se halla en brazos <strong>de</strong> la<br />

pescadora Tisbea, le basta mirarla<br />

para empezar a cortejarla con su<br />

verborrea elocuente. No sabe vacilar,<br />

no sabe andarse por las ramas,<br />

pero tampoco sabe iniciar algo; las<br />

cosas le ocurren y él las toma por<br />

el lado que le conviene. Esta mezcla<br />

<strong>de</strong> rapi<strong>de</strong>z e indolencia ha sido<br />

<strong>de</strong>finida como "pasividad improvisadora":<br />

"La voluntad y la <strong>de</strong>cisión<br />

quedan reducidas al mínimo en esta<br />

conquista en que el seductor no<br />

tien e sino que adueñarse <strong>de</strong> una situación<br />

que no había creado. Todo<br />

su genio está en la respuesta inmediata<br />

y, por <strong>de</strong>cirlo así, automática<br />

a 10 que le ofrece el azar" (Rousset:<br />

99). Como ese tipo <strong>de</strong> afásicos que<br />

son incapaces <strong>de</strong> com enzar un discurso<br />

pero replican sin dificultad al<br />

discurso <strong>de</strong> los otros y completan<br />

admirablemente frases o palabras<br />

truncas, Don <strong>Juan</strong> es un reactivo y<br />

necesita <strong>de</strong> un estímulo y una escenografía<br />

previos para entrar en acción<br />

. Es imposible imaginarlo sumido<br />

en prolegómenos, en ensayos<br />

tentativos, superponiendo una cosa<br />

a otra hasta dar con una forma buscada.<br />

Es maestro en el arte <strong>de</strong> hallarse<br />

siempre en medio <strong>de</strong> los<br />

acontecimientos, quiere exten<strong>de</strong>rse,<br />

no profundizar, quiere espacio,<br />

<strong>de</strong>searía que hubiese otros mundos<br />

para po<strong>de</strong>r exten<strong>de</strong>r a ellos sus conquistas<br />

amatorias. Su mundo no podría<br />

ser más que el <strong>de</strong> la ciudad, un<br />

mundo <strong>de</strong> artificio, inestable como<br />

un escenario teatral, y aun cuando<br />

lo hallamos en compañía <strong>de</strong> pescadoras<br />

y campesinas, su naturaleza<br />

<strong>de</strong> hombre <strong>de</strong> ciudad, acostumbrado<br />

a los virajes repentinos, no <strong>de</strong>cae<br />

nunca. Su pasión por la geometría,<br />

e n Frisch, es pasión por lo formal,<br />

lo seco y lo construido. Todo<br />

lo que es sustrato, origen, basamento,<br />

m ezcla sorda <strong>de</strong> materias, lo repele.<br />

Su frase: "me pone furioso ver<br />

padres que viven tanto como sus hijos"<br />

(Moliere: 201), no sólo muestra<br />

la aversión que siente hacia su padre,<br />

sino su rechazo al <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n, a<br />

la mezcla, a la repetición innecesaria<br />

<strong>de</strong> rasgos y propósitos que produce<br />

la coexistencia <strong>de</strong> dos generaciones.<br />

A eso le opone la realidad


En la esquina Inferior Izquierda, el pequeño Mozart al teclado.<br />

geométrica que más le seduce: dos<br />

rectas paralelas que nunca se encuentran<br />

ni se interfieren mutuamente<br />

(Frisch: 154). Siendo un conquistador,<br />

un <strong>de</strong>predador nato, necesita<br />

una clara vertebralidad a su<br />

alre<strong>de</strong>dor, un terreno rico en oportunida<strong>de</strong>s.<br />

Pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que su figura<br />

es inconcebible sin la invención<br />

<strong>de</strong> los segundos y terceros pisos <strong>de</strong><br />

las ciuda<strong>de</strong>s. El balcón, la ventana<br />

en alto, la balaustrada, son su terreno<br />

natural. Tiene siempre la mirada<br />

puesta hacia arriba, pues necesita<br />

colocarse en un nivel inferior al<br />

<strong>de</strong> sus víctimas y así aprovechar la<br />

fuerza <strong>de</strong> gravedad que las arrojará<br />

hacia sus brazos. Trabaja, digámoslo<br />

así, por succión. Ése es su m étodo.<br />

Le dice a Elvira, que está asomada<br />

a su balcón:<br />

¡Baja ya, hermosa Elvira,<br />

y verás como e res tú<br />

la que adora el alma mía l<br />

(Ojalá que caiga pronto,<br />

graciosa burla es ésta,<br />

ojalá que caiga pronto).<br />

(Mozart: 24)<br />

Todo lo que está arriba, emancipado<br />

<strong>de</strong>l suelo, <strong>de</strong>spierta su <strong>de</strong>seo<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>volverlo al suelo, <strong>de</strong> concretarlo<br />

. Las mujeres, en cierto modo, son<br />

elevaciones que hay que regresar a<br />

lo llano. En eso consiste <strong>de</strong>shonrarlas,<br />

en bajarlas <strong>de</strong>l pe<strong>de</strong>stal <strong>de</strong> su<br />

honor, en reducirlas a su verdad última<br />

(el Don <strong>Juan</strong> <strong>de</strong> Frisch diría:<br />

a su esencia geométrica). Frente a<br />

la estatua <strong>de</strong> piedra <strong>de</strong> Don Gonzalo,<br />

Don <strong>Juan</strong> actúa igual; la invita<br />

a cenar para bajarl a <strong>de</strong> su pe<strong>de</strong>stal.<br />

Lo que le molesta es la altura <strong>de</strong> la<br />

estatua, la pretensión <strong>de</strong> un muerto<br />

<strong>de</strong> incrustarse tan vistosamente<br />

entre los vivos. ¿O eso es lo que le<br />

fascina? "No es posible imaginar<br />

que vaya m ás lejos la ambición <strong>de</strong><br />

un muerto. Y lo que encuentro más<br />

admirable es que un hombre que se<br />

ha contentado en vida con una morada<br />

asaz sencilla, haya querido tener<br />

una tan magnífica cuando ya no<br />

la pue<strong>de</strong> disfrutar (. .)" (Moliére:<br />

187).<br />

Se entien<strong>de</strong> así la escasa fortuna<br />

<strong>de</strong> Don <strong>Juan</strong> en el mar. El tema <strong>de</strong>l<br />

naufragio, que inaugura Tirso, reaparece<br />

en Moliére, aunque reducido<br />

a un acci<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> lancha. El mar,<br />

al revés <strong>de</strong> lo que piensa Kierkegaard,<br />

es la antítesis <strong>de</strong> Don <strong>Juan</strong>.<br />

El incesante ejercicio <strong>de</strong> llaneza en<br />

que se resuelve el océano, la <strong>de</strong>sesperanza<br />

que se lee en él <strong>de</strong> toda elevación<br />

y modificación, su invertebralidad,<br />

su pasmosa homogeneidad,<br />

vuelven inútiles los requiebros<br />

y los resorteos fulminantes <strong>de</strong>l burlador.<br />

La pesa<strong>de</strong>z elemental <strong>de</strong>l<br />

mar, que es lo opuesto <strong>de</strong> todo artificio,<br />

reaparece en la estatua <strong>de</strong> piedra<br />

<strong>de</strong>l Convidado, contra la cual se<br />

estrellará y morirá Don <strong>Juan</strong>, <strong>de</strong>s-<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

75<br />

cubriendo que ella, monolítica e<br />

inarticulada, es como un fondo último<br />

y un "no hay más" extenso como<br />

el océano, in<strong>de</strong>rribable y, como<br />

el océano, penosamente madurada<br />

en las honduras. Antes <strong>de</strong> simbolizar<br />

la justicia divina, o el Padre<br />

castigador, o el conjunto <strong>de</strong> los maridos<br />

que se <strong>de</strong>squitan <strong>de</strong> las afrentas<br />

recibidas, el Convidado representa<br />

esas homogeneida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> fondo<br />

yesos basamentos que Don <strong>Juan</strong>,<br />

abocado al suelo blando <strong>de</strong> las mujeres,<br />

no quiere tocar ni ver. Un suelo<br />

tan blando y evanescente que, como<br />

en la Arcadia pastoril, se torna<br />

abstracto. Frisch ha apuntado la enfermedad<br />

<strong>de</strong> fondo <strong>de</strong> Don <strong>Juan</strong> -la<br />

abstracción- en su obra Don <strong>Juan</strong><br />

o el amor a la geometría<br />

Lo que le fascina a Don <strong>Juan</strong> <strong>de</strong><br />

la geometria es la i<strong>de</strong>ntidad <strong>de</strong> cada<br />

figura consigo misma, la plenitud<br />

<strong>de</strong> lo unívoco: "¡O el triángulo'<br />

Inexplicable como el <strong>de</strong>stino: no<br />

hay forcejeo ni maña que valga, nada<br />

<strong>de</strong> trampas, hay una sola figura<br />

<strong>de</strong> las tres partes que te son dadas.<br />

La esperanza, la aparien cia <strong>de</strong> inconmensurables<br />

posibilida<strong>de</strong>s, lo<br />

que tantas veces confun<strong>de</strong> nuestra<br />

alma, se <strong>de</strong>shace como una ilusión<br />

ante esas tres líneas. ¡Así y <strong>de</strong> ninguna<br />

otra manera', dice la geometría"<br />

(Frisch: 154).<br />

¡Así y <strong>de</strong> ninguna otra manera!<br />

He aquí, en el fondo, el lema <strong>de</strong> todo<br />

<strong>de</strong>predador. Sólo pue<strong>de</strong> ser caza-


do aquello que se encuentra en estado<br />

suelto, <strong>de</strong>svinculado, rayano a<br />

la abstracción. Don <strong>Juan</strong>, que sólo<br />

se atiene a lo evi<strong>de</strong>nte, es ciego ante<br />

los enlaces subterráneos, las maduraciones<br />

y las conjunciones <strong>de</strong>l<br />

tiempo. El tiempo trabaja en su contra,<br />

o cuando menos contra su manera<br />

<strong>de</strong> seducir, que consiste en<br />

abstraer al otro <strong>de</strong> toda <strong>de</strong>terminación<br />

para afirmar que es único e<br />

irrepetible, al grado <strong>de</strong> que el otro,<br />

o mejor dicho la otra, se toma irrepetible<br />

incluso frente a sí misma,<br />

frente a su pasado y su porvenir<br />

("sin <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> prosecución" dice<br />

Rousset), real sólo en el momento<br />

presente y estática como una figura<br />

geométrica. La seducción se resuelve<br />

así en una captura que, reafirmando<br />

la concreción <strong>de</strong> la presa,<br />

acaba por petrificarla:<br />

Don <strong>Juan</strong>: ¡Ay, Aminta <strong>de</strong> mis ojos'<br />

Mañana sobre virillas<br />

<strong>de</strong> tersa plata estrellada<br />

con clavos <strong>de</strong> oro <strong>de</strong> Tíbar,<br />

pondrás los hermosos pies,<br />

y en prisión <strong>de</strong> gargantillas<br />

la alabastrina garganta,<br />

y los <strong>de</strong>dos en sortijas,<br />

en cuyo engaste parezcan<br />

transparentes perlas finas.<br />

(Tirso: 244)<br />

La frase característica <strong>de</strong> Don<br />

<strong>Juan</strong>, "¿tan largo me 10 fiáis?", es la<br />

frase característica <strong>de</strong> quien no pue<strong>de</strong><br />

concebir que algo tenga prosecución<br />

en el tiempo y <strong>de</strong> que puedan ,<br />

por 10 tanto, tar<strong>de</strong> o temprano, pedirle<br />

cuentas <strong>de</strong> sus actos. Por <strong>de</strong>sconocer<br />

el pasado y el porvenir, su<br />

único título <strong>de</strong> fe, que él mismo se<br />

encarga <strong>de</strong> revelarle a su criado, es<br />

harto simple: "dos y dos son cuatro<br />

y cuatro y cuatro son ocho" (Moliére:<br />

174). Esta creencia aritmética,<br />

más allá <strong>de</strong> su cinismo, presupone<br />

que el tiempo no existe, o que no<br />

altera nada esencial, que todo es superficial<br />

e impenetrable, pues todo<br />

es irreductible, y que el mundo es<br />

fijo , esto es, que recomienza a cada<br />

instante. Don <strong>Juan</strong> tiene el arte <strong>de</strong><br />

presentarse siempre como un recién<br />

llegado, <strong>de</strong> aparecer sin aviso<br />

y libre <strong>de</strong> cualquier lastre, redondo<br />

como un resultado aritmético:<br />

Bn'gida: La ha fascinado<br />

vuestra repentina entrada,<br />

y el pavor la ha trastornado.<br />

(Zorrilla: 75)<br />

Posee el arte, pues, <strong>de</strong> mostrarse<br />

como un ser empujado, eclosionado,<br />

un náufrago o un recién nacido.<br />

Como en el episodio con la<br />

pescadora Tisbea, en Tirso, don<strong>de</strong><br />

10 vemos <strong>de</strong>scansando su cabeza en<br />

el regazo <strong>de</strong> la mujer, o en ese otro,<br />

en Mozart, don<strong>de</strong> alaba a Elvira asomada<br />

al balcón, Don <strong>Juan</strong> seduce<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> abajo; sabe siempre hallarse<br />

John Barrymore y Mary Astor en la pelfcula<br />

Don <strong>Juan</strong>, 1926.<br />

en el sitio <strong>de</strong> más hondura, <strong>de</strong> menor<br />

relieve. Dos veces, en la obra <strong>de</strong><br />

Tirso, se le compara con una culebra<br />

que repta (172, 247). Se coloca<br />

así en la posición más ventajosa con<br />

respecto a la inercia <strong>de</strong> los otros, o<br />

<strong>de</strong> las otras; hacia él converge 10<br />

que cae, lo que se abandona; es como<br />

si al caer hacia los infiernos<br />

creara con su cuerpo una fuerza <strong>de</strong><br />

succión que arrastrara irresistiblemente<br />

a quienes lo tocan. Es una<br />

fuerza contagiante. ¡Es tan fácil <strong>de</strong>splomarse<br />

en sus brazos y tan difícil<br />

resistirse a bajar ese último escalón<br />

en el que él acaba <strong>de</strong> situarse':<br />

Doña Ana: ¿Y qué he <strong>de</strong> hacer, ¡ay<br />

[<strong>de</strong> mí',<br />

sino caer en vuestros brazos,<br />

si el corazón en pedazos<br />

m e vais robando <strong>de</strong> aquí?<br />

No , don <strong>Juan</strong>; en po<strong>de</strong>r mío<br />

resistirte no está ya;<br />

yo vaya ti , como va<br />

sorbido al mar ese no.<br />

(Zorrilla: 90)<br />

Don <strong>Juan</strong>, al sorber, <strong>de</strong>svincula;<br />

su fuerza <strong>de</strong> atracción es disgregadora.<br />

Don<strong>de</strong> ve conjunciones, ensambles,<br />

uniones, quiere <strong>de</strong>sarticular.<br />

No pue<strong>de</strong> tolerar la visión <strong>de</strong><br />

dos novios que se <strong>de</strong>muestran un<br />

gran amor: "Sí, no pu<strong>de</strong> soportar al<br />

principio verlos tan felices juntos<br />

( .. . ) imaginé un placer extremo en<br />

po<strong>de</strong>r turbar su buena armonía, en<br />

romper esas dulces ataduras" (Moliére:<br />

139). Justamente su carisma<br />

le viene <strong>de</strong> que al pasar por alto la<br />

inscripción <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más en ciertos<br />

pactos y conglomerados, su apelación<br />

a la individualidad ajena es tan<br />

radical e intensa que, bajo la angulación<br />

erótica, se vuelve irresistible.<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

76<br />

En su caso la seducción es una consecuencia<br />

<strong>de</strong>l hecho <strong>de</strong> encontrarse<br />

siempre en colisión con los otros,<br />

colisión que es el resultado <strong>de</strong> que<br />

pasa por alto las franjas <strong>de</strong> protección<br />

que ro<strong>de</strong>an a las personas. Como<br />

un niño que ignora las sutiles<br />

trabas que impi<strong>de</strong>n a los individuos<br />

tener un contacto <strong>de</strong>masiado directo<br />

con sus semejantes, que ignora,<br />

pues, la privacidad y la estrechez,<br />

o al igual que los pastores bucólicos<br />

que "chocan" unos con otros en el<br />

paisaje resbaloso y enrarecido <strong>de</strong><br />

Arcadia, Don <strong>Juan</strong> se relaciona por<br />

catástrofes, no por atracción o por<br />

cálculo. No es capaz <strong>de</strong> integrar al<br />

otro en un horizonte, no sabe ver en<br />

profundidad, se enfrenta con una<br />

cosa a la vez, ignora los puntos <strong>de</strong><br />

contacto y las analogías ocultas <strong>de</strong>trás<br />

<strong>de</strong> las apariencias, es más, en<br />

cierto modo sabe que las apariencias<br />

son su salvación y que sólo es<br />

posible huir in<strong>de</strong>finidamente mientras<br />

no se <strong>de</strong>struyan; intuye, tal vez,<br />

que basta hallar una semejanza en<br />

el mundo para encontrar enseguida<br />

todas las otras, primero las más<br />

evi<strong>de</strong>ntes y luego las más sutiles,<br />

hasta que el círculo <strong>de</strong> las semejanzas<br />

se estrecha y nos ahoga. El diálogo<br />

que sostiene con dos campesinas<br />

(Moliere: 162) -a cada cual ha<br />

prometido su corazón- es un vertiginoso<br />

ping-pong verbal en el que<br />

consigue "ven<strong>de</strong>r" a cada una, frente<br />

a las narices <strong>de</strong> la otra, una distinta<br />

versión <strong>de</strong> los mismos hechos.<br />

Pues bien, en esos requiebros <strong>de</strong> la<br />

cintura con que maneja en un terreno<br />

reducido dos versiones verbales<br />

distintas, una para la mujer <strong>de</strong> la <strong>de</strong>recha<br />

y otra para la <strong>de</strong> la izquierda,<br />

se ve su talento para reducir lo simultáneo<br />

a 10 sucesivo, para suprimir<br />

rasgos comunes y <strong>de</strong>sintegrar<br />

grumos. Es un <strong>de</strong>shidratador, un<br />

partidario <strong>de</strong> los contornos fijos. ¡Cada<br />

cosa en su sitio!, le reclama continuamente<br />

al mundo. Su <strong>de</strong>seo <strong>de</strong><br />

una noche que parezca día es un <strong>de</strong>seo<br />

<strong>de</strong> visibilidad y objetividad, porque<br />

la noche, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> ser la prim<br />

era estrechez, es el comienzo <strong>de</strong><br />

la confusión, <strong>de</strong> las analogías y las<br />

imbricaciones ocultas, es el reino <strong>de</strong><br />

los regresos y las conversiones. A<br />

través <strong>de</strong> la noche y las analogías,<br />

los muertos se hacen oír por los vivos.<br />

Clamar por un mundo totalmente<br />

diurno, don<strong>de</strong> nada se confunda<br />

ni se mezcle con nada, don<strong>de</strong><br />

cada cosa halle su sitio, es clamar<br />

por la supresión <strong>de</strong> los muertos, por<br />

un mundo sin vacilaciones ni miradas<br />

hacia atrás. No es extraño, así,<br />

que la venganza final <strong>de</strong> la sociedad<br />

la sufra Don <strong>Juan</strong> <strong>de</strong> manos <strong>de</strong> una<br />

estatua <strong>de</strong> piedra. ¿No es la estatua<br />

el regreso <strong>de</strong> esos cientos <strong>de</strong> personas,<br />

hombres y mujeres, que fueron<br />

petrificados por ese gesto absolutista<br />

<strong>de</strong>l seductor que reza: "así y <strong>de</strong><br />

ninguna otra manera"?


Madama -veramente- in questo<br />

mondo, conciossia cosa quando fosse<br />

che il quadro non é tondo.<br />

JULIO HUBARD<br />

Que largo nos lo fiáis<br />

f ¿Origen <strong>de</strong> la leyenda)<br />

Bruce Wardropper es un espléndido<br />

crítico, sin duda, pero se equivoca<br />

al <strong>de</strong>cir que esos dos gran<strong>de</strong>s mitos<br />

cristianos que son Fausto y Don<br />

<strong>Juan</strong> comienzan, respectivamente,<br />

con Marlowe y Tirso <strong>de</strong> Malina. Tal<br />

afirmación es equivalente a <strong>de</strong>cir<br />

que Edipo empieza con Sófocles<br />

cuando en realidad formaba parte<br />

<strong>de</strong> un enorme acervo, ya literario,<br />

ya popular. De hecho, hay un Drama<br />

<strong>de</strong> títeres <strong>de</strong>l Doctor Fausto bastante<br />

anterior al Fausto <strong>de</strong> Marlowe<br />

y hay, entre otros muchos datos dispersos,<br />

un romance viejo que prefigura<br />

al Don <strong>Juan</strong>:<br />

Un día muy señalado<br />

fue un caballero a la iglesia<br />

y se vino a arrodillar<br />

junto a un difunto <strong>de</strong> piedra<br />

tirándole la barba<br />

estas palabras dijera:<br />

"jOh buen viejo venerable<br />

quién algún día os dijera<br />

que con estas mismas manos<br />

tentara a tu barba mengua'<br />

para la noche que viene<br />

yo te convido a una cena».<br />

En este caso, lo importante no es<br />

fechar el origen exacto <strong>de</strong> un personaje<br />

o un or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> sucesos, sino,<br />

justamente, lo contrario. Resulta<br />

abiertamente seductor el hecho <strong>de</strong><br />

que una leyenda esté sujeta a tantas<br />

traducciones, interpretaciones y<br />

adaptaciones en las que pue<strong>de</strong>n irse<br />

alterando todos los sucesos, los<br />

nombres <strong>de</strong> los personajes y el or<strong>de</strong>n<br />

<strong>de</strong> la trama sin que la estructura<br />

central pierda su fuerza. Es cierto<br />

que toda traducción traiciona, pero,<br />

como señalaba Borges, es mucho<br />

más meritoria una obra capaz <strong>de</strong> sobrevivir<br />

incluso a los peores traductores.<br />

En los casos <strong>de</strong> Don <strong>Juan</strong> o<br />

Fausto no se trata <strong>de</strong> obras sino <strong>de</strong><br />

un or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> cosas capaz <strong>de</strong> adaptarse<br />

a todo lo que ha sido el ámbito<br />

occi<strong>de</strong>ntal cristiano, incluso a pesar<br />

<strong>de</strong>l incesante reproceso <strong>de</strong>l material<br />

primario.<br />

Las versiones <strong>de</strong> Don <strong>Juan</strong><br />

JI ¿Ejes)<br />

Don <strong>Juan</strong> es una figura extraña: parece<br />

pre<strong>de</strong>cible al espectador e intrincadísima<br />

para los personajes que<br />

lo ro<strong>de</strong>an: es inteligente, hábil, suertudo,<br />

pero también traidor, blasfemo<br />

y narcisista; su medio es este<br />

mundo y sus enredos, y le importa<br />

bien poco lo que suceda en ningún<br />

otro lado. La muerte no le representa<br />

problema alguno. En El burlador<br />

<strong>de</strong> Sevilla, su paje, Catalinón, trata<br />

<strong>de</strong> llevarlo a reflexión, inútilmente:<br />

Catalinón:<br />

¿Qué dices?<br />

Mira lo que has hecho, y mira<br />

que hasta la muerte, señor,<br />

es corta la mayor vida,<br />

y que tras la muerte hay infierno.<br />

Don <strong>Juan</strong>:<br />

Si tan largo me lo fiáis,<br />

vengan engaños.<br />

Catalinón:<br />

Señor .<br />

Don <strong>Juan</strong>:<br />

Vete que ya me amohinas<br />

con tus temores estraños.<br />

Todo lo que no está a disposición<br />

inmediata <strong>de</strong> Don <strong>Juan</strong> resulta extraño.<br />

Y sí, nadie sabe <strong>de</strong>senvolverse<br />

mejor que él frente a las circunstancias<br />

inmediatas. El tema, dijimos,<br />

tiene su origen mucho antes<br />

<strong>de</strong> Tirso, pero hay que reconocer<br />

que la leyenda encuentra su sitio favorable<br />

ya entre los temas barrocos,<br />

los enredos, las anfibologías y los hipérbatos.<br />

Don <strong>Juan</strong> es un tema barroco<br />

en el que todo sigue, como en<br />

la construcción, ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> dobles<br />

curvas, volutas e imbricaciones. El<br />

problema es que ten<strong>de</strong>mos a olvidar<br />

que todo lo anterior son, en realidad,<br />

giros sobre temas <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n clásico,<br />

perfectamente encuadrados.<br />

Don <strong>Juan</strong> es el eje puro <strong>de</strong> lo terreno,<br />

el eje horizontal <strong>de</strong> los sucesos.<br />

Sin embargo, falta un otro eje que<br />

permita una interpretación a<strong>de</strong>cuada.<br />

Si contemplamos la sola figura<br />

<strong>de</strong>l galán ávido en su festín <strong>de</strong> carne,<br />

tendremos que llegar a conclusiones<br />

sosas como las que han atrevido<br />

algunos freudianos. "Don <strong>Juan</strong><br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

77<br />

no es sino el más fiel reflejo inconsciente<br />

<strong>de</strong>l complejo <strong>de</strong> Edipo». El<br />

análisis psicológico <strong>de</strong> Don <strong>Juan</strong><br />

nos lleva a un diván vacío y aburrido.<br />

Festines <strong>de</strong> carne los imaginamos<br />

todos. Lo importante es, precisamente,<br />

que el festín sea <strong>de</strong> piedra:<br />

el comendador, asesinado a traición<br />

por Don <strong>Juan</strong> y convertido en estatua,<br />

por el rey, para resarcir en algo<br />

el agravio, se convierte en el eje<br />

vertical que or<strong>de</strong>na todo: sale <strong>de</strong>l<br />

cielo, pasa por la tierra y llega al infierno.<br />

Y, ahora sí, sobre la cuadra-<br />

Charl •• Ioy., Y Agn •• Moorehead .n<br />

Don Juon In Hell, d. B.rnard Shaw, 1952.<br />

tura pue<strong>de</strong>n darse el drama y las interpretaciones<br />

que se quieran; pero<br />

sin alguno <strong>de</strong> los dos ejes, nada<br />

es situable.<br />

fJI Extrañas pieda<strong>de</strong>s<br />

¿Fue Simone Weil quien dijo que el<br />

infierno existe, pero está vacío? Pues<br />

no: Don <strong>Juan</strong> sí está en el infierno<br />

y Zorilla ha <strong>de</strong> estar pasando un largo<br />

purgatorio, en medio <strong>de</strong> los sofistas<br />

y los blasfemos menores. Digamos<br />

que, a pesar <strong>de</strong> lo barroco,<br />

Don <strong>Juan</strong> sólo alcanza su lugar entre<br />

dimensiones clásicas, en equilibrios<br />

perfectos. Acepta dos clases <strong>de</strong><br />

rupturas: su propia rebeldía (acompañada<br />

siempre por su necio, ignorante<br />

pero simpático cavalier servente)<br />

y la majestuosa aparición <strong>de</strong> lo<br />

sagrado en la figura <strong>de</strong>l Convidado<br />

<strong>de</strong> Piedra. El enfrentamiento <strong>de</strong> la<br />

rebeldía irreflexiva con el portentoso<br />

juez <strong>de</strong> piedra enviado por Dios<br />

es el momento más tenso <strong>de</strong> cuantos<br />

enfrenta el tema <strong>de</strong> la gracia. En<br />

el Don Giovanni <strong>de</strong> Mozart y Da<br />

Ponte, el comendador urge, hasta


Retrato <strong>de</strong> Glacomo Casanova, por J. lerlca.<br />

siete veces, a Don <strong>Juan</strong>: "Arrepiéntete,<br />

y serás salvo». Siete veces la<br />

respuesta es un rotundo "no».<br />

Fuera <strong>de</strong> ese encuentro entre los<br />

dos personajes - que en la partitura<br />

<strong>de</strong> Mozart se privilegia con trombones-<br />

todos los <strong>de</strong>más episodios<br />

han sido varias veces traducidos, alterados<br />

o cambiados. Des<strong>de</strong> Tirso,<br />

pasando por Moliere, Shadwell, Da<br />

Ponte, etc., lo único que no cambiaba<br />

era el hecho <strong>de</strong> la con<strong>de</strong>nación.<br />

Han habido abusos menores, pero<br />

ninguno como el <strong>de</strong> Zorrilla, tal vez<br />

inspirado por esa absurda i<strong>de</strong>a <strong>de</strong><br />

ser español y romántico. Naturalm<br />

ente, sufridor como era, Zorrilla<br />

cayó en la primera trampa: la i<strong>de</strong>ntificación<br />

con el personaje. Su Tenorio<br />

se queja: "llamé al cielo y no<br />

m e oyó ... » - buen romántico hace<br />

este Zorrilla.<br />

IV De románticos (un paréntesis)<br />

Desgraciadamente fueron los románticos<br />

quienes más recurrieron<br />

al tema. Dejemos aparte las adaptaciones<br />

<strong>de</strong> Merimée, Dumas padre,<br />

Musset y hasta Flaubert y Balzac.<br />

Unos más que otros, pero todos sucumbieron<br />

a la tentación <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntifi<br />

carse con Don <strong>Juan</strong>, a pesar <strong>de</strong><br />

que la estructura fundamental se<br />

prestaba poco a recibir espíritus tan<br />

cavilosos. El Don <strong>Juan</strong> <strong>de</strong> Byron pudo<br />

haber sido un gran poema, si no<br />

fue ra por su recurrente vulgaridad<br />

y sus cuatrocientas páginas <strong>de</strong> octavas<br />

reales. Como si los patos le tiraran<br />

a las escopetas, resulta inimaginable<br />

cómo es que un frailecito <strong>de</strong><br />

pueblo español, Tirso, se <strong>de</strong>senvuelve<br />

<strong>de</strong> modo mucho más agudo y<br />

fino <strong>de</strong> humor que un dandy, un<br />

auténtico caballero inglés. El error<br />

es el mismo: querer i<strong>de</strong>ntificarse<br />

con el gran seductor. Afortunada-<br />

mente, Byron no cae en la tentación<br />

<strong>de</strong> salvar a su falso alter ego y <strong>de</strong>ja<br />

la cuestión en una duda.<br />

A Lord Byron sí se le pue<strong>de</strong>n aplicar<br />

los criterios psicoanalíticos. Él<br />

se sentía afin a Don <strong>Juan</strong>, pero su<br />

historia lo emparenta con otro personaje:<br />

Byron nació, creció y vivió<br />

con un pie chueca; su padre murió<br />

siendo él joven y, entre sus muchas<br />

aventuras, vivía entre afectos, asardinados<br />

e incestuosos, tanto con su<br />

madre como con su hermana. El<br />

Don <strong>Juan</strong> <strong>de</strong> Byron hubiera hecho<br />

un espléndido Edipo romántico.<br />

V - Los agravios <strong>de</strong> Zorrilla<br />

La i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> representar el Don <strong>Juan</strong><br />

Tenorio <strong>de</strong> Zorrilla el día <strong>de</strong> los fi eles<br />

difuntos (2 <strong>de</strong> noviembre) es tan<br />

popular como fallida. Por un lado,<br />

el verda<strong>de</strong>ro Don <strong>Juan</strong> es un ser '<br />

con<strong>de</strong>nado, y celebrar a un con<strong>de</strong>nado<br />

el día <strong>de</strong> muertos es, por <strong>de</strong>cir<br />

lo m enos, un poco socarrón y<br />

cruel. La trampa romántica es terrible:<br />

Zorrilla, el <strong>de</strong> sus ampulosos<br />

versos alejandrinos, salva a· su Tenorio<br />

-yen esta meliflua piedad se<br />

pier<strong>de</strong> la fuerza mítica <strong>de</strong>l personaje.<br />

¿Don <strong>Juan</strong> como verda<strong>de</strong>ro enamorado?-.<br />

Zorrilla confun<strong>de</strong> amor<br />

y ganas. En el Tenorio nadie respeta<br />

su lugar: una monja sin temple,<br />

un seductor seducido y el diablo<br />

contento porque nadie cree en él.<br />

y ni modo: esa fallida mezcla <strong>de</strong> rebeldía<br />

y piedad, esa cursilería, seguirá<br />

representándose para mofarnos<br />

<strong>de</strong> los muertos en su día.<br />

¿" ... responda el cielo y no yo»?<br />

De ninguna manera. La irresponsabilidad<br />

propia no pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>positarse<br />

como responsabilidad <strong>de</strong> otro. El<br />

Tenorio <strong>de</strong> Zorrilla no es un Don<br />

<strong>Juan</strong>: es un error <strong>de</strong> interpretación.<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

78<br />

VI Los <strong>de</strong>sagravios<br />

Curiosamente fue otro romántico,<br />

Kierkegaard, quien supo ver bien el<br />

fondo <strong>de</strong>l asunto. Exageraba al <strong>de</strong>cir<br />

que la humanidad podía prescindir<br />

<strong>de</strong> todas sus obras artísticas excepto<br />

<strong>de</strong>l Don Giovanni <strong>de</strong> Mozart,<br />

aunque sí supo ver que la verda<strong>de</strong>ra<br />

dimensión <strong>de</strong>l personaje y <strong>de</strong> la<br />

obra toda, sólo se alcanza en la música<br />

y en la representación. De hecho,<br />

Don <strong>Juan</strong> es una mise en scene,<br />

un ser que poco importa si tiene<br />

o no capacidad <strong>de</strong> introspección.<br />

Don <strong>Juan</strong> es sus actos -no sus<br />

obras, que no las hay, ni sus cavilaciones,<br />

como el atribulado y cerebrasa<br />

Fausto.<br />

Si ya vimos que la apropiación<br />

<strong>de</strong>l personaje no lleva a ningún lado<br />

y que, para alcanzar todo su horror<br />

y su potencia, Don <strong>Juan</strong> requiere<br />

<strong>de</strong> una buena distancia escénica<br />

y anímica, nada m ejor que la ópera,<br />

el más lejano <strong>de</strong> los géneros y el<br />

que lo permite todo.<br />

Por si fuera poco, el Don Giovanni<br />

fue escrito para representarse por<br />

primera vez en Praga (1787), ciudad<br />

don<strong>de</strong> vivía, ya viejo, el único remedo<br />

<strong>de</strong> Don <strong>Juan</strong>: Casanova - y fue<br />

este libertino quien revisó y corrigió<br />

el libreto <strong>de</strong> Da Ponte. Quisié-.<br />

ramos imaginar, porque vale la pena,<br />

que fue Casanova quien sugirió<br />

estos versos <strong>de</strong>l aria <strong>de</strong>l catálogo:<br />

Nella bioncla egli ha l'usanza<br />

Di loclar la gentilezza,<br />

Nella bruna la costanza,<br />

Nella bianca la dolcezza.<br />

Vuol d'invemo la grassotta,<br />

Vuol d'estate la magrotta;<br />

E la gran<strong>de</strong> maestosa,<br />

la piccina e ognor vezzosa.<br />

Delle vecchie fa conquista<br />

Pel piacer di porle in lista .<br />

(De la rubia, él acostumbra loar<br />

la gentileza; <strong>de</strong> la morena, la constancia;<br />

<strong>de</strong> la blanca, la dulzura. En<br />

invierno prefiere a las gordas; en verano<br />

a las <strong>de</strong>lgadas. A la gran<strong>de</strong> llama<br />

majestuosa; a la pequeña, siempre,<br />

cariñosa. Conquista a las viejas<br />

por el puro placer <strong>de</strong> ponerlas en la<br />

lista . .. ) En fin, un Don <strong>Juan</strong> verda<strong>de</strong>ramente<br />

ruin y envuelto en un<br />

festín <strong>de</strong> carne . . . Y, sobre todo, un<br />

or<strong>de</strong>n bien dispuesto. El drama, mucho<br />

más que per<strong>de</strong>rse en el juego<br />

<strong>de</strong> los círculos barrocos, logra establecer<br />

su cuadratura primordial: el<br />

cruce <strong>de</strong> los dos ejes da, con lo terrenal,<br />

en el infierno. No se pue<strong>de</strong><br />

romper el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> las cosas: el<br />

tiempo cristiano no tiene retomas,<br />

por más que así lo quisieran tantos<br />

románticos. Como le dice Leporello<br />

a Doña Elvira: "Señora -en verdad-<br />

en este mundo ( . . . ) el cuadro<br />

no es redondo». Y sólo así pue<strong>de</strong><br />

sustituirse el <strong>de</strong> la carne, por un<br />

festín <strong>de</strong> piedra.


GERARDO<br />

DENIZ<br />

MESTER DE MAXMORDONÍA IV<br />

El taimado y solapado maxmordón<br />

<strong>de</strong> editorial es, según<br />

veíamos, casi imbatible. Si se<br />

comete la iniquidad <strong>de</strong> impedirle<br />

que cambie todo lo que le<br />

daría la gana, se replegará a<br />

miserias -poner ''biznieto'' en<br />

puesto <strong>de</strong> ''bisnieto'', y viceversa<br />

- , pero jamás se restringirá<br />

a pescar erratas vulgares. Un<br />

maxmordón no <strong>de</strong>be darse por<br />

vencido.<br />

Incluso en un terreno tan<br />

poco prometedor como el <strong>de</strong><br />

las equivalencias pezuña/ pesuña,<br />

el maxmordón, con esfuerzo<br />

sobrehumano, consigue<br />

multiplicar, así sea en escala<br />

insignificante, las ocasiones <strong>de</strong><br />

meter los <strong>de</strong>dos en el texto ajeno<br />

y exhibir un ridículo po<strong>de</strong>r.<br />

Los resultados son absurdos,<br />

pero qué importa - y, a fin <strong>de</strong><br />

cuentas, nadie se fija.<br />

Confio en que se me creerá<br />

si afirmo que el hecho <strong>de</strong> que<br />

yo conozca unos cuantos verbos<br />

tan grotescos como "acepillar"<br />

y "aplanchar", se <strong>de</strong>be,<br />

exclusivamente, a mi trato con<br />

el Protomaxmordón . Aquel<br />

santo varón, ignoro cóm o, los<br />

había <strong>de</strong>scubierto y, a falta <strong>de</strong><br />

suficientes bizcochoslbiscochos<br />

que retocar soltaba -con sabia<br />

mesura- algún acepillamiento.<br />

Aun con esta adición, el<br />

"espacio vital" -por así llamarlo-<br />

<strong>de</strong>l maxmordón sigue<br />

siendo restringido. Apela entonces<br />

a su imaginación. No<br />

será gran<strong>de</strong>, pero algo se logra<br />

con empeño. Un día (fue hace<br />

mucho, por supuesto), el maxmordón<br />

amanece con la certidumbre<br />

<strong>de</strong> que se abusa <strong>de</strong> los<br />

adverbios en "mente". Llega<br />

temprano a su mo<strong>de</strong>sta m esa<br />

<strong>de</strong> trabajo y ¿qué <strong>de</strong>scubre?<br />

¡Pues que su intuición era cierta!<br />

Comienza, cauteloso, por<br />

imponerse una regla -dado<br />

que las reglas lo fascinan-: no<br />

<strong>de</strong>ben tolerarse dos adverbios<br />

en "mente" <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> un mismo<br />

renglón largo. Ahora bien,<br />

pue<strong>de</strong> asegurarse que antes<br />

<strong>de</strong>l mediodía ya no aceptará<br />

dos adverbios <strong>de</strong> éstos en dos<br />

líneas. Y, <strong>de</strong> ahí en a<strong>de</strong>lante,<br />

habrá ocasiones en que -con<br />

mesura, siempre con mesura-<br />

cambiará <strong>de</strong> pronto cualquier<br />

adverbio en "mente" y,<br />

si alguien le pregunta el motivo,<br />

el maxmordón señalará,<br />

muy serio, que hay otro, cinco<br />

o seis renglones más arriba<br />

o más abajo. No, ya no formulará<br />

ninguna regla; él mismo<br />

se da cuenta <strong>de</strong> que resultaría<br />

ridícula y sería insostenible.<br />

Biblioteca <strong>de</strong> México<br />

79<br />

Detall. d. El blbIlotkllrlo, <strong>de</strong> Arclmboldo.<br />

"Suena mal" - se limita a refunfuñar,<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñoso.<br />

Pero no perdamos un buen<br />

<strong>de</strong>talle. ¿Qué pone el maxmordón<br />

para sustituir, por ejemplo,<br />

la palabra "fácilmente"?<br />

Pondrá, como es natural, "<strong>de</strong><br />

manera fácil" . Él está presto a<br />

<strong>de</strong>clarar a los cuatro vientos<br />

que su misión, humil<strong>de</strong> pero<br />

necesaria, es limpiar, fijar y<br />

dar esplendor a los <strong>de</strong>scuidados<br />

escritos <strong>de</strong> otros. El caso <strong>de</strong><br />

los adverbios lo corrobora. Por<br />

supuesto, quizás algún lector<br />

muy chinche frunza las narices<br />

cuando, en una misma página,<br />

tropiece con un "<strong>de</strong> modo<br />

posible" y, poco <strong>de</strong>spués,<br />

con "<strong>de</strong> manera fácil". No aprecia,<br />

el insensato, cuánto peor<br />

sería leer "posiblemente" y "fácilmente".<br />

Ante semejante insensibilidad,<br />

más vale callar. El<br />

maxmordón trabaja para un<br />

lector apolíneo, aunque hipotético,<br />

<strong>de</strong>l cual pronto nos ocuparemos.<br />

Tal vez convenga más aquí,<br />

en <strong>de</strong>sagravio <strong>de</strong> las reglas fijas,<br />

una pequeña evocación<br />

personal.<br />

Hay una regla que no está<br />

nada mal. Dice: "cuando, en<br />

traducción, se encuentren, por<br />

ejemplo, libras, galones y acres,<br />

hay que convertir todo a kilos,<br />

litros y hectáreas". Para estos<br />

inci<strong>de</strong>ntes, altamente técnicos,<br />

un maxmordón integral tendrá<br />

guardado, en el cajón <strong>de</strong> arriba<br />

a la <strong>de</strong>recha, un librito que<br />

le dirá, en sistema métrico <strong>de</strong>cimal,<br />

cuánto es un pie, dos<br />

pies, tres pies, cuatro pies ..<br />

A <strong>de</strong>cir verdad, me parece que<br />

a mucha gente le suena lo mismo<br />

"equis acres" que "equis<br />

hectáreas". Es otro asunto.<br />

Pues bien, érase que se era<br />

cierta obra en la cual, preparando<br />

el original, tuve que ha-<br />

cer docenas, cientos <strong>de</strong> estas<br />

transformaciones. (Dicha preparación<br />

<strong>de</strong> originales, en buena<br />

parte, es maxmordonía <strong>de</strong><br />

or<strong>de</strong>n superior, no faltaría<br />

más; ojalá lleguem os un día a<br />

ello.)<br />

La imprenta mandó pruebas.<br />

Las corregia el Protomaxmordón.<br />

(Acto seguido, horrible<br />

es recordarlo, me las pasaban<br />

y yo tachaba, <strong>de</strong> manera<br />

cínica, muchas <strong>de</strong> aquellas<br />

aportaciones estilísticas.) Una<br />

vez, al pasar por su puerta, lo<br />

vi buscar afanosamente, ayudado<br />

por Wagner, en el librito<br />

<strong>de</strong> las onzas y las millas.<br />

- ¿Qué pasó, don Max?<br />

Y él, muerto <strong>de</strong> rubor y sonrisas:<br />

- Una conversión que.<br />

se le olvidó a usted .<br />

-Claro, entre tantas, alguna<br />

tenía que escapárseme.<br />

Al otro día me pasaron, como<br />

siempre, las pruebas, para<br />

echarles una ojeada antes <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>volverlas a la imprenta. (Adviértase,<br />

<strong>de</strong> paso, cómo el maxmordón<br />

no es siempre quien<br />

más manda, y cómo pue<strong>de</strong> ser<br />

víctima <strong>de</strong> zancadillas que anulan<br />

sus afanes.) Allí encontré<br />

la conversión <strong>de</strong> unida<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />

don Max. Estaba en un pasaje<br />

inglés <strong>de</strong> 1600, entrecomillado;<br />

más o menos: "Se dice que el<br />

gorila es una espantosa bestia<br />

que con los brazos abiertos alcanza<br />

seis pies .<br />

Y nuestro maxmordón , <strong>de</strong><br />

manera mo<strong>de</strong>sta, había mejorado<br />

la cita, dándole un lustre<br />

añejo impagable: "con los brazos<br />

abiertos alcanza 1,7923506<br />

metros".<br />

¿No traería más <strong>de</strong>cimales<br />

la tabla <strong>de</strong> conversiones? ¿O se<br />

le interpondría al Ur-Maxmordón<br />

el principio <strong>de</strong> incertidumbre<br />

<strong>de</strong> Heisenberg?

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