Añorga, 16 de Julio de 1956 Núm. 267 - gorga.eu

l uestro Barrio recibió con verdadero
sentimiento la noticia
del traslado a Loyola de D. Luis
Maria Galarraga.
Ejemplar sacerdote y digno ministro del Señor, llegó
a Añorga hace casi cuatro años, y en el corto espacio de
tiempo que convivió entre nosotros atrajo hacia sí el
respetuoso amor de todo el vecindario.
Don Luis María, unido a nuestro Párroco, D. Juan
Moría en triple hermandad de sangre, caridad y sacerdocio,
deja un hueco difícil de llenar en nuestro barrio
donde serán recordadas sus virtudes, y se lamentará la
ausencia del buen sacerdote que a fuerza de serlo era
hermano y amigo noble y sincero de todos y para todos.
LI..a Tómbola de Reyes que anualmente «pone» Cementos
Rezola, reviste siempre singular importancia, ya por el
volumen y alto valor de los obsequios, yo por la presencia
en el acto de nuestras autoridades, y por la espectacular
solemnidad de que se le rodea. Pocos actos habrá tan
ilusionadamente esperados como este de la Tómbola de
Reyes. Cientos de niños sueñan y sueñan con ella y por
sus cabezas pasan en confuso tropel luces y sombras,
tambores y barbas de Reyes, deseos y temores.
N O T A
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Este paisaje, bello en la estampa, pero triste, molesto y
mísero en la realidad, nos retrotrae a las fechas no muy
lejanas del largo invierno que hemos padecido. La nieve
y las heladas han sido este año molestos huéspedes que se
apelmazaron en estas latitudes resistiéndose a marchar,
y sumiendo al ambiente en la tristeza que recoge esta
acertada fotografía.
!.I fútbol añorgatarra
ha descendido
lamentablemente.
Su discurrir actual
no puede ser más
lánguido y anodino.
No obstante cabe
la grata novedad
de nuevas esperanzas
cual Miguelcho
Azcárate que ha
destacado en el
juvenil mereciendo
ser llamado a defender
los colores de nuestra provincia de
Guipúzcoa. Otros muchachos también, apun
tan estilo y condiciones, y cabe esperar de
ellos que revaloricen el tan alicaído fútbol
añorgatarra.
as hilanderitas y los dantzaris-txikis personifican el colorido, la gracia y la simpatía.
Los peques añorgatarras no
cejan en su adiestramiento y
tanto ellas con sus vistosos
atuendos como ellos con sus
blancas camisas y rojos «guerrikos»
garantizan la continuidad
de la solera vasca encerrada en
nuestras bellas danzas.