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Así, <strong>de</strong> primera intención, parece el título <strong>de</strong> una película <strong>de</strong>l Oeste americano; pero no no es mi intención tratar <strong>de</strong>l ce- luloi<strong>de</strong> sino <strong>de</strong> algo más real, sin ninguna ficción; <strong>de</strong> una agrupación humana que vive unida, no precisamente por lazos familiares; pero sí, por el esfuerzo aunado <strong>de</strong> superación en esta égida <strong>de</strong> indus- trialización intensiva. Si, los buenos habitantes <strong>de</strong> esta familia, han <strong>de</strong>rro- cado, haciéndolo inservible, el dicho: «menos da una pie- dra»; lo que han <strong>de</strong>mostrado con hechos, el mejor medio para llegar al convencimiento; introducen piedras y más piedras y obtienen polvo valioso, que no se lo lleva el viento, sino que encerrado en envases, va saliendo con- tinuamente a los lugares <strong>de</strong> consumo. Cemento City, ha nacido <strong>de</strong>l cemento; aunque no se compren<strong>de</strong> cómo <strong>de</strong> una cosa mineral, <strong>de</strong> un ser inani- mado, pueda tener origen la vida; sin embargo, vió su nacimiento, siendo la causa mediata esa materia pulvu- renta; gracias a ella y por ella ha ido, <strong>Añorga</strong>, evolucio- nando y <strong>de</strong>sarrollando en el espacio y en el tiempo, bajo la mirada vigilante <strong>de</strong> sus promotores <strong>de</strong> ayer y la conti- nua dirección patriarcal <strong>de</strong> hoy, que en constante preocu- pación, no ceja en el empeño <strong>de</strong> lograr acomodo y bienestar, en todos los aspectos, para la familia añor- gatarra. La ciudad <strong>de</strong>l cemento, viene a ser una unidad firme, que si tiene <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> una entidad municipal, no <strong>de</strong>be a ella el ser; por tanto, por <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> iniciativa, viene a ser in<strong>de</strong>pendiente a su modo. La <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia a San Sebastián, la tiene por ser parte integrante <strong>de</strong> ella, como barriada <strong>de</strong> la capital; si bien, un poco apartada, se Lenten it une con ella constantemente por varios medios <strong>de</strong> locomoción: un autobús, pasando hora tras hora, lleva y trae a los viajeros en esta distancia; el filobús, T. S. T., cada media hora, hace lo propio; y por fin el F. V. con estación en <strong>Añorga</strong> Txiki (queda algo <strong>de</strong>scentrado). Tantos y tan variados servicios, son en ocasiones insu- ficientes; pues, siendo norma general que el centro atraiga a la periferia, aquí se cumplen esos preceptos y, <strong>de</strong>spla- zados por unas horas, vuelven todos al choko, buscando el remanso <strong>de</strong> la tranquilidad. Sí, señores, la vida en <strong>Añorga</strong> es tranquila, muy tran- quila; hasta la monotonía <strong>de</strong> esos ruidos <strong>de</strong> molinos y hornos, han llegado a ser necesarios para el normal <strong>de</strong>s- arrollo <strong>de</strong> la vida cotidiana. La falta <strong>de</strong> esos ruidos regu- lares, semejaría el augurio <strong>de</strong> algo tenebroso y catastró- fico, una sensación <strong>de</strong> abandono y soledad. El sonar <strong>de</strong> la maquinaria da movimiento y vida al lugar y todo se <strong>de</strong>senvuelve en un ambiente <strong>de</strong> alegría y confianza. <strong>Añorga</strong> es el triunfo <strong>de</strong> la constancia y la laboriosi- dad sobre la naturaleza; la inteligencia y el trabajo se han unido para encauzarla y dominarla en beneficio <strong>de</strong>l hombre; don<strong>de</strong> imperaba el terreno inculto lucen, hoy magníficos lugares <strong>de</strong> esparcimiento y rotas las la<strong>de</strong>ras <strong>de</strong> los montículos, se han visto cubiertas <strong>de</strong> coquetonas viviendas. La población, en general, es <strong>de</strong> aluvión; la mayor parte ha ido afincándose proce<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> cercanías, todo aquel que llega, se siente ligado y no <strong>de</strong>sea cambiar <strong>de</strong> rumbo, porque se halla satisfecho en las condiciones en que discurre su vida. Clabe. 23