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aguafuertes gallegas roberto arlt

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¡El tractor! ¿Para qué pensar en el tractor? Es antipoético, ningún clásico le hubiera<br />

utilizado en sus comedias...<br />

Se razona de tal manera, que los diarios derechistas afirman que si en la España de los<br />

bueyes existe crisis, también, y más aguda, la encontramos en el país de los tractores, sin<br />

reparar, quizá, que la crisis de un país industrial, financieramente ordenado al modo clásico,<br />

es una etapa inevitable a las funciones del capital, que se va concentrando paulatinamente,<br />

hasta determinar la rotura de viejos moldes. Mientras que las crisis europeas revelan el<br />

intenso movimiento centrípeto del capital financiero, la crisis español evidencia hasta la<br />

saciedad, horizontalmente, la parálisis del capital español, involuntaria en el Norte, vo-<br />

luntaria en el Sur.<br />

En torno de este estancamiento fisico, que refleja un apagamiento espiritual, el<br />

intelectual español entreteje conjeturas, que si no fueran ingenuas, parecieran burlerías. ¿A<br />

quién achacar la depresión psicológica? ¿Al árbol, a la montaña, a los ríos o a los<br />

mosquitos? Mientras que el derechista de la pequeña ciudad española, el honesto ciudadano<br />

de la clase media, se refugia desesperadamente en la religión, y mira hacia su catedral,<br />

buscando su salvación y lamentando que los tiempos del Santo Oficio hayan desaparecido,<br />

el izquierdista centrista español, se entrega a tal vergonzosa verborrea, que para estos<br />

universitarios se piensa que Joaquín Costa escribió las palabras que siguen:<br />

"Si algún día hay que principiar la regeneración científica de este pobre país, no hay más<br />

remedio que tapar a cal y canto las Universidades".<br />

*LA CIUDAD DE BETANZOS<br />

FUE UN DÍA, la capital del reino de Galicia. Poco resta de su pasada gloria, pero la<br />

variedad que ofrece su paisaje, simultáneamente urbano, campesino y marítimo, es la razón<br />

de su encanto.<br />

Se encuentra en ella, la callejuela tan empinada que es menester echarse atrás para<br />

descender; un edificio moderno, con tejas de pizarra, la calle ancha, la recova antigua, y un<br />

río, el Mandeu, que como una calzada de agua, moja, en las aceras que avanzan hasta él, los<br />

pies de las sillas de mujeres que haciendo calceta miran pasar los botes.

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