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LAS DIFERENTES EDICIONES DE LA SOMBRA DEL CAUDILLO ...

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se sentaro~todos, ellos y ellas,<br />

505<br />

por horas, de la disipación mansa<br />

y se dispusieron a disfruta~*<br />

a que olivier Fernández era<br />

tan afecto. Sobre la cubierta de hule fueron alineándose las<br />

botellas de cerveza.508 Frente a Ignacio Aguirre colocaron otra,<br />

ésta de coñac. Trajeron copas, vasos, ceniceros —todo ello, vulgar<br />

en cualquier parte, impregnado allí de significacion nueva, gracias<br />

a la Mora-. Porque ésta, con su movible presencia, parecía<br />

comunicar en el acto a hombres y cosas algo de su armonía y de su<br />

raro prestigio. ¿Era una ilusión? A medida que ella distribuía<br />

botellas y copas, la luz, concentrada en el centro de la mesa por<br />

una pantalla que de la lámpara bajaba casi hasta el hule, como que<br />

desbordadaba aquel cauce para perseguirle el brazo y la mano, y<br />

mientras tanto los oscuros ojos de la Mo<br />

9jdos<br />

la penumbra-’ relumbraban y rebrillaban y su<br />

manchas negras en<br />

cuerpo iba de un<br />

sitio a otro dejando<br />

perfumes. Cuando al<br />

perfumes que<br />

fin vino a<br />

eran ritmo, ritmos que eran<br />

sentarse entre Aguirre y<br />

Encarnación, se le figuró a Axkaná que la persona de ella y el<br />

ambiente que los rodeaba formaban una sola cosa.<br />

A poco de empezar a beber, Olivier Fenández se puso a disertar<br />

sobre política. Los demás lo siguieron. Con lo cual ellas se<br />

entregaron a oir con profundo interés, aunque quizás no entendieran<br />

bien el asunto que se debatía. Las cautivaba asomarse, entre un<br />

torbellino de frases a veces incomprensibles, al abismo de las<br />

ideas y las pasiones que mantenían encendida el alma de aquellos<br />

amigos suyos y que eran capaces de lanzarlos unos contra otros<br />

hasta hacerlos añicos. Sentían por ellos igual admiración que si<br />

fueran aviadores o toreros, y si los creían espléndidos y ricos,<br />

manirrotos como bandidos de leyenda, no era eso lo que en el fondo<br />

las atraía más, sino la traza futura de sus planes, porque entonces<br />

les parecía estar aspirando, en la fuente misma, la esencia de la<br />

valentía auténtica. Aquéllos eran seres temerarios, espíritus de<br />

aventura, susceptibles, como ellas, de darse todos en un momento:<br />

por un capricho, por un ideal.<br />

505

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