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1 NATALIA A. Gómez Rufo PRIMERA PARTE - Antonio Gómez Rufo

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Un día le escribí una larga y sentida carta que deposité, mientras se me<br />

desgarraba el corazón, en el buzón rojo de urgencias de la esquina. Un anónimo,<br />

por supuesto.<br />

Mi queridísima Natalia:<br />

No puedes imaginarte el trabajo que me cuesta dar el paso que doy. Si te<br />

lo imaginaras, como es lógico, no lo daría, pues ello supondría que eras capaz<br />

de entender lo que es un amor como el mío. Y alguien que puede entender tal<br />

catarata de sentimientos, semejante riada de emociones y tan desmesurado<br />

torrente de ilusiones, es digna de seguir siendo amada, aunque sea en el<br />

secreto más insondable de la complejidad de los meandros de las fibras<br />

cerebrales.<br />

Pero lo nuestro no puede continuar por más tiempo; no puede ni debe<br />

llegar más lejos; es imposible que dure un solo minuto más. No es que haya<br />

dejado de amarte, ni que haya perdido mi deseo por ti, ni tan siquiera que mi<br />

enamoramiento se haya desmayado como una rosa temprana de la rosaleda del<br />

parque del Retiro. Simplemente es que no puedo soportar tu lejanía, tu desdén,<br />

tu displicencia, tu apatía, tu ausencia de miradas, de sonrisas y de afectos. Ni tu<br />

preñez, aunque eso sea lo de menos.<br />

Con todo quiero que sepas que esperaré tu cambio de actitud el tiempo<br />

que sea preciso. Si me buscas, aunque yo esté en la latitud más lejana, en 34º<br />

23’ 52’’ NE, por ejemplo, me encontrarás.<br />

Desgarradamente tuyo.<br />

AMBROSIO.<br />

Es posible que usted se sorprenda de que me acuerde tan bien del<br />

vendaval de expresiones que arrasaron la página en blanco de la carta, y aún<br />

más de la latitud empleada como ejemplo, que la puse al azar y sin saber<br />

siquiera si tal latitud existe. Pero la explicación es bien fácil: ya le he dicho que<br />

la carta la envié en forma de anónimo. El sobre, con el nombre de Natalia por<br />

delante y con mi remite al dorso, según pide Correos en los matasellos, lo eché<br />

al buzón, en la confianza de que se encargaría el cartero de buscar las señas de<br />

Natalia. Pero el cuerpo de Correos debe de estar formado por una partida de<br />

haraganes, vagos, indocumentados e ineptos. Yo creo que fue por eso por lo<br />

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