Julián Muro Navarro - Ley Actual

concurso
Juan J. Ernesto Palacios
Abogado del REICAZ
Cuando llegan las vacas flacas
En nuestra anterior colaboración hablábamos
del empresario o ciudadano en
general que ve cernirse sobre su futuro
los negros nubarrones de la crisis, pero
¿existe legalmente una descripción de estos
nubarrones?
Estrictamente, no. Pero si somos realistas,
los profesionales sabemos que la primera
preocupación de todo empresario
que se plantea un Concurso de Acreedores
es poner coto a sus responsabilidades
personales, y examinando conjuntamente
la situación en la Ley Concursal
(Ley 22/2003, BOE del 10 de Julio, si
bien es siempre preferible acudir a ediciones
comerciales actualizadas) podemos
encontrar algunas respuestas.
Así, la Ley presume la existencia de una
situación propiamente concursal cuando
sucede alguna de estas circunstancias:
• El impago generalizado de las obligaciones
(lo que la Ley llama el “sobreseimiento”
en los pagos, siguiendo la tradicional
expresión decimonónica). Piénsese por
ejemplo en el aluvión de devoluciones
que puede registrar la empresa a la que
su banco habitual le cierra los riesgos comerciales.
• Existir varios embargos que afecten de
manera general al patrimonio del deudor.
Esta es la cruz de otro requisito clásico,
que un acreedor no encuentre bienes libres
suficientes cuando obtiene mandamiento
de embargo sobre su deudor.
• Por fin, la estrella de la Ley vigente: el
incumplimiento generalizado del pago
de las obligaciones tributarias, o de las
cuotas de la Seguridad Social, o de las
nóminas de los trabajadores, todo ello en
un periodo de tres meses. Atención: no se
trata de que se deje de pagar todo esto
durante los tres meses (antes de ello la
plantilla habrá quemado la empresa con
bastante razón o, por lo menos, habrá salido
en la prensa la crisis), son supuestos
alternativos que por separado o conjuntamente
dan pie a presumir la insolvencia
de la empresa.
La cuestión no es baladí: si ocurre cualquiera
de estas circunstancias cualquier
acreedor puede instar el concurso de su
deudor, pero seamos sinceros: es algo
que apenas sucede. Lo malo es que lo
que es facultad para el acreedor, se torna
en obligación para el deudor y a ello
la Ley anuda un plazo: dos meses para
solicitar el Concurso, y también una consecuencia:
la posibilidad de derivar responsabilidades
económicas (incluso la
totalidad del pasivo empresarial) a los
administradores del negocio si incumplen
esa obligación.
Pero tampoco con ello se agotan las alertas
legales. Existen otras conductas empresariales
que la experiencia anuda con
la cercanía de las situaciones de crisis y
cuya inatención puede acarrear gravosas
consecuencias cuando ya estemos tramitando
el Concurso, por lo que al obstacu-
lizarnos esta solución, debemos considerarlas
como avisos de nuestra delicada
situación:
• Llevar regularmente la Contabilidad: su
falta o irregularidad (legalizaciones de libros
…) obstaculiza la defensa frente a la
declaración de Concurso que nos inste un
acreedor.
• Anticipar el pago de obligaciones no
vencidas. Piense y verá que no es tan infrecuente
que cuando se dispone de ese
último dinero con el que casi no contaba,
se acuda a pagar las obligaciones con avales
personales aunque no estén vencidas
aún, por presumir que cuando venzan ya no
habrá con qué pagarlas
• Transmitir bienes a socios y administradores
…, aunque sea por su precio real y el
dinero ingrese en la empresa.
• Hacer caso a los cantos de sirena de
nuestro director bancario (amigo de toda la
vida y que será el primero en apuñalarnos
en nuestros particulares idus de marzo), y
refinanciar nuestras pólizas añadiendo garantías
reales (la hipoteca de la nave, la pignoración
de las certificaciones de obra que
nos debe la Diputación Provincial …)
• Prestar o anticipar dinero a la Sociedad, si
eres su administrador o si siendo sólo socio,
tienes más de un 10 % de participación
• No haber depositado las Cuentas Anuales
en alguno de los tres últimos ejercicios.
Por hoy ya nos hemos extendido bastante
con una materia bastante árida, pero que
la Ley presume que todos conocemos.
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