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SEMANA SANTA
2009 EL ÁRBOL
DE LA CRUZ
Iconografía y teología en la Pasión en Castilla (IV)
La Crucifixión era el
terrible y vergonzante tormento
aplicado por los romanos,
aunque era de origen persa, y
destinado a esclavos o libres
que careciesen de la ciudadanía
romana. Antes del martirio y
siguiendo una costumbre judía,
los soldados ofrecieron a Jesús
beber vino mezclado con hiel,
según apuntaron los evangelistas,
con el fin de reducir un
tanto su dolor por su carácter
«CRISTO DE LA PASIÓN», ANTE LA IGLESIA DE SANTIAGO.
anestésico. Cristo se negó a ello
(«después de probarlo, no
quiso beberlo», Mt. 27, 34). El
siguiente «paso» será el de la
elevación de la cruz a través de
cuerdas. Un tema que empezó
a generalizarse a partir del
Renacimiento, alcanzando en
los pasos procesionales toda su
fuerza dramática, como se
manifiesta en el realizado para
Valladolid, modelo de lo que se
encargó después en Palencia.
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Llegamos así a la iconografía
central y principal de la historia
del arte cristiano, presente en
los principales espacios sacros,
también en este de la Semana
Santa de Medina de Rioseco,
donde encontramos cinco imágenes
que responden a esta
escena: el Santo Cristo de la
Pasión; la Cruci fixión del
Señor, popularmente conocido
como «el Longinos»; el Santo
Cristo de los Afligidos y el
Santo Cristo de la Paz, además
del Santísimo Cristo del
Amparo del miércoles santo.
No podemos detenernos en
la evolución que ha tenido la
representación de la crucifixión,
no exenta de razones teológicas,
circunstancias políticas
e, incluso, aportaciones de
visionarios, sin olvidar por
ejemplo, a santa Brígida de
Suecia. Habitual mente, no se
representa en nuestros pasos
procesionales a Jesús sin haber
expirado, como ocurre con el
Santo Cristo de la Pasión:
«martirizado aunque lleno de
vida», como subraya Ramón
Pérez de Castro, con una
expresión dulce y tensionada,
plasmada con gran belleza. Al
cru ci ficado se le irán integrando
una serie de elementos
como era la propia corona de
espinas, asociada al gótico,
añadida y no tallada o dispuesta
en la misma pieza Todo ello
era consecuencia de la llegada
de la supuesta reliquia de la
corona de espinas a la Santa
Capilla de París en 1239. Al
principio, era un simple cordón,
añadiéndosele en el siglo
XIV gruesas espinas entrelaza-